Je, je, je, creí que este sería el ultimo capitulo pero no, despues de tanto tiempo se me dio por hacer un ligerito cambio... Espero que les guste...Yorushiko no da!

VIII

No había pasado mucho desde lo sucedido con Yuki, Ryuichi se sentía cansado, después de darle tantas vueltas al asunto aun no comprendía lo que motivo a Eiri a hacer lo que hizo ¿en realidad este sentía algo por él¿algo mas allá de lo físico y pasional? Eso es imposible, ya que sus caracteres son tan opuestos, es como el agua y el aceite… aunque, sí su relación hubiera funcionado, tal vez seria como las lámparas fluorescentes, esas en donde el liquido de color se mueve libremente dentro del liquido transparente, sí a lo mejor así … no¿como puede estar pensando en esas cosas? Lo mejor es salir de la habitación, el estar tanto tiempo quieto, hace que uno piense en tonterías. Otra cosa difícil de creer es la manera en que Shuichi ha tomado todo esto; aquel día, al regresar a casa, lo encontró convertido en toda una magdalena, por mas que lo intentaba el pelirrosa, no podía evitar que las lagrimas dejaran de brotar de sus ojos… sus ojos, ese par de ojos violetas que lo hechizaron en el mismo instante en que se vio en ellos y por los cuales daría su vida para que dejasen de emanar esas finas gotitas que le quemaban el corazón como si de acido se tratara; lo que sucedió después, Shuichi desayuno y se alisto para ir al instituto, evitaron al maximo mencionar a "aquel". Y así ha transcurrido la semana, tranquila, normal, como siempre antes de conocer a Yuki Eiri, él tampoco ha molestado, eso esta bien porque lo ultimo que se quiere es que Shu se deprima mas de lo que ya esta. En la sala, Ryu es recibido por una bella mujer que lo colma de besos y mimos, justo como el hace con Shuichi…

-Ma… ¿madre¿que hace aquí?-

-Mi Ryu-chan adorado, cuanto tiempo, hola Kumagoro… ¿Cómo qué que hago aquí? vine a pasar un tiempo con ustedes mis amados hijos-

-Y a finalizar los trámites para mi matriculado en el instituto de música-

Es por eso que Shuichi no ha prestado mucha atención a lo sucedido, ha estado muy entretenido con lo de la escuela que no le queda tiempo para acordarse del escritor

-Y ¿para cuando lo de la matricula?- solicito el moreno

-Hoy en un par de horas, nos iremos juntos de aquí-contesto el pelirrosa

-Así es Shu-chan además le di el día libre a Futaba, yo les voy a cocinar regresando del instituto-

-¿En serio? Ya extrañaba tu comida, madre-

-Me gusta cuando sonríes así, sabes, eres lo único bueno que gane al casarme con tu padre- el comentario, sorprende un poco a Shu- bien vamonos ya, Ryu-chan no vayas a salir porque si no te encuentro aquí para cuando regrese…-

-Sip, madre, prometo que los esperare-

-Buen niño, nos vemos no da- ambos se despiden con una gran sonrisa.

OoOoOoO

De nueva cuenta solo, solo como en aquella ocasión en la que, aquel de mirada escarlata, lo dejo; aun cuando todo el tiempo alguien estaba a su lado se sentía vacío, lo único que lograba consolarlo era una línea telefónica que los unía a la distancia, imaginando su rostro, con esa expresión tan apacible que lo caracterizaba y sobre todo esa hermosa sonrisa que coronaba sus labios; largas charlas en las que siempre había algo que contarse pero que el tiempo se encargo en volverlas cortas, cortas, hasta llegar al punto de solo oír el molesto tono de llamado… solo, hasta que su oscura soledad fue iluminada por dos fugaces astros violetas que se impactaron de lleno en su extraño mundo, devolviéndole la vida, llenando de color su entorno gris. Todo volvería a ser como era antes: perfecto, a no ser porque, aquellos hermosos luceros, jamás le pertenecerían por completo. Podrá vivir tranquilo con ello pero sin poderse quitar de la cabeza esa idea que el mismo se ha creado: "jamás, jamás te pertenecerá… nunca será tuyo… NUNCA"

Ahí estaba de nuevo, divagando sobre cosas que sería mejor dejar de recordar. Recorría la habitación, sentado de cabeza en el sofá, con su penetrante y azul mirada; recordando, sin saber porque, a "ese"… la razón de porque Shuichi en la vida le correspondería, ese escritorcillo de quinta que, no solo lo obligo a ser su amante si no que se atrevió a hacer llorar al pelirrosa; si de por sí ya lo odiaba por adueñarse del corazón de su hermano ahora lo odiaba mas por lo que les había hecho a los dos. Recapacitando en sus palabras se sorprendió al darse cuenta de algo: Yuki lo obligo a ser su amante, en realidad esto no era del todo cierto porqué si se hubiera negado desde el principio, si hubiera sido fuerte, si se hubiera resistido a seguirle el juego al rubio, esto no hubiera pasado; Shuichi seguiría feliz su relación con Yuki Eiri, y él simplemente trataría de contagiarse de la felicidad del jovencito. Despabilándose, sacudió la cabeza, ya no quería seguir pensando en ello, sí Shu no lo hacía, el tampoco pero…

-¿Nee Kumagoro? Tú también piensas que Ryu-chan es un tipo de lo peor ¿cierto?- el muñeco mueve la cabeza de un lado a otro negando- ¿No¡gracias! se siente bien oír eso- se oye el timbre- ¿mmn¿Quién podrá ser, Kumagoro?- se levanta, atendiendo-¿sí?-

OoOoOoO

Luego de hablar con el director del instituto, entregar los documentos pertinentes para la inscripción y pagar el costo de esta al igual que de las primeras colegiaturas, Shuichi espera afuera de las oficinas administrativas encontrándose con Nakano…

-¡Hey¡Shuichi ¿Qué hay?-

-¡Larihooo, Hiro! Ya soy estudiante de la escuela-

-¡Genial¡Fujisaki!- llama a un jovencito de cabellos negros- te presento a Shindou Shuichi, quien a partir de mañana nos acompañara en nuestro tortuoso y maravilloso camino por la música-

-Mucho gusto Shindou-san, yo soy Fujisaki Suguru¿no lo he visto antes?-

-Supongo, he estado viniendo en calidad de oyente, tal vez fue así Fujisaki-kun-

-No Shuichi, no es Fujisaki-kun es Fujisaki-sempai porque aquí como lo ves y con sus dieciséis años va mas avanzado en las clases-

- Eso no es cierto Nakano-san; puede llamarme como guste Shindou-san-

-Gra-gracias Fujisaki-kun-

Mientras platican sobre el movimiento en la escuela, se oye la voz de la madre de Shuichi quien, por el tono, parece discutir con alguien…

-¡No! pedí este permiso con mucho tiempo y no porque a ustedes se les dio la gana de echar la flojera y descuidar el negocio yo tengo que molestarme en ir a ayudarles a resolverles el problema... ¡no. no y no! además me será imposible conseguir un vuelo a estas horas y… sí aquí estoy ¿por qué?... ¿una sucursal en donde?... de acuerdo, es un trato, pero ten en cuenta que esto no deberá repetirse si no… - cuelga bruscamente, ante el asombro de los chicos que no le han quitado la vista de encima- esos tarados, nada mas que los vea… oh Shuichi, cariño, ya esta todo arreglado desde mañana asistes como alumno a la escuela ¿no te da gusto?-

-Sí¿problemas en el trabajo, madre?-

-Ah, sí… mira, por favor regresa a casa, cámbiate, también tú hermano y en cuanto termine los llevara a cenar-

-¿No prepararas la cena?-

-Lo siento amor que mas quisiera pero esto me tomara algo de tiempo… en compensación los llevare cenar a donde quieran ¿de acuerdo?- Shu asiente- bien ya me voy, te dejo el coche yo tomare un taxi, pórtate bien… fue un gusto chicos-

-E-esa… ¿esa es tu madre?- pregunto Hiro

-Sip, ella es mi madre-

-Entonces ya se de donde te viene lo chulo-

-Ah, s-sí… etto… ella es mi madrastra…- los chicos lo miran aun mas sorprendidos- ya después les cuento, nos vemos mañana- se marcha dejando a sus compañeros con un gesto de incredulidad ante la confesión.

OoOoOoO

Por increíble que parezca, tanto ajetreo ha logrado relajarlo, mantener su mente ocupada le ha impedido acordarse de aquel mal día pero la calma regresa y con ella el mal momento, con la mirada perdida en los tonos rojizos propios del cielo vespertino, no puede evitar pronunciar un nombre… "Yuki"

Por fin en casa, la felicidad que sentía ya no cabía mas en su rostro era necesario descargarla, contagiársela a alguien, y que mejor que a su hermano, entraría con cuidadito, sin hacer ruido y cuando menos lo esperara lo sorprendería por la espalda; era una travesura perfecta ya que Ryuichi no lo esperaba aun porque los hacia, a él y su madre, en el súper comprando las cosas para la cena. Y así lo hizo pero la sorpresa fue mutua; no podía creer lo que estaba viendo, de pronto sintió como una pesada nube negra lo envolvía y le hacia perder el suelo haciéndolo caer a un gran vacío…