- ¿Seguro que has cogido suficientes calzoncillos?
Hacía un día que el complejo estaba disponible para empezar a mudarnos. Ya se habían acomodado Sam, Bucky, Wanda y Steve, Bruce acababa de terminando esa misma mañana, igual que Rhodey. Scott estaba llevando algunas cosas a sus habitaciones, en principio no viviría oficialmente con nosotros, pero, como Clint, Hope, Thor y demás, tenía una habitación asignada para poder quedarse cuando fuera necesario. Solo faltábamos la familia Stark y yo. Habría ido el día anterior, ya que como le dije a Pepper, mi tía ya había envuelto todas mis cosas como insistió en hacer, puede que de alguna forma le ayudara a hacerse a la idea de que me iría del apartamento definitivamente, pero era el último día en cama del Sr. Stark, y decidí pasar un día más allí en Wakanda. Total, un día más después de casi dos meses no era nada.
Tampoco había problema con las habitaciones, las habíamos asignado hacía tiempo, el Sr. Stark como siempre tenía las habitaciones principales, al fin y al cabo, eran Pepper y él los propietarios y quienes lo financiaban. Yo estaba en el diecisieteavo piso, entre Bruce y Sam, con Rhodey al final del pasillo. En el piso de abajo estaban Steve, Bucky y Wanda, y en el de arriba las habitaciones para los que no vivirían ahí de seguido.
- Sí, tía May, lo tengo todo ya.- le contesté avergonzado.
Escuché la risa de Happy de fondo, que había venido a ayudarme, pero hasta el momento lo único que había hecho era hablar con mi tía de cualquier tontería que se le ocurriera. Sabía que le gustaba mi tía. En realidad mi tía le gustaba a muchos hombres… y a algunas mujeres también, supongo.
Era muy guapa, lo sabía, y en serio que no me importaba que saliera con otras personas. La primera vez que salió con un hombre después de la muerte del tío Ben no me lo tomé muy bien… en realidad me lo tomé bastante mal, cosa de lo que no me siento nada orgulloso. Fue un año después de su muerte, en realidad no mucho antes de conocer al Sr. Stark, con el padre de Maxi, un antiguo compañero de clase (y digo antiguo porque había pasado a ser cinco años mayor que yo, ya estaba graduado). Estuve una semana sin hablarle a mi tía, y cuando lo hice… hubiera preferido no haberlo hecho.
….….….
- Peter, detente.- exigió tía May.
- No tenemos nada de qué hablar.- le contesté tajante.
- ¡He dicho que te detengas! ¡No pienso permitir que me hables así!- gritó con un rencor en la voz que muy pocas veces le había escuchado- He intentado hablar contigo, he intentado darte espacio, ya no sé qué más hacer. Tenemos que hablar.
En ese momento mis hormonas adolescentes estaban por los aires, y desde que May me contó que estaba conociendo a otro hombre me pasaba los días de mal humor. Ese intento de reconciliación solo me dio una excusa para soltar todo lo que tenía guardado.
- ¿¡Y de qué quieres hablar!? ¿¡De lo poco que te ha importado mi tío!? ¿¡De cómo le estás faltando al respeto viendo a ese señor que no pinta nada en nuestras vidas!?
- Peter, tranquilízate- contestó calmada, pero con voz firme- Sentémonos y hablemos como adultos, así no vamos a solucionar nada. Entiendo que estés enfadado y que te cueste de asimilar, pero…
A todo el mundo le han preguntado en algún momento "¿Si pudieras retroceder en el tiempo y cambiar tus errores lo harías?" Mi respuesta siempre fue que no, que esos errores te convierten en lo que eres, con ellos aprendes lecciones que te hacen crecer como persona… pero ese momento, ese instante en el que interrumpí a mi tía, la mujer que a pesar de no estar relacionada directamente conmigo me acogió como a un hijo y trabajaba y me cuidaba para que no me faltara nunca nada, lo habría cambiado sin pensarlo dos veces.
- ¡Sí que lo asimilo, May! ¡Asimilo cómo has olvidado al tío Ben como si no hubiera significado nada para ti, solo para follarte al primero que se te ha pasado por delante! ¡Asimilo cómo el tío y yo te hemos importado siempre una mierda! ¡Te odio por ello y estoy seguro de que el tío Ben también te hubiera odiado! ¡Tú solo…
Esa vez fue ella la que me interrumpió, pero no con palabras. Sentí mi mejilla arder. No era doloroso, al fin y al cabo era una persona mejorada, no dolía nada, lo que hizo que me quedara paralizado fue el shock. La tía May me pegó una bofetada.
Me giré a mirarle despacio, como si fuera a cámara lenta, tocándome la mejilla sin creerme lo que había pasado. May se tapaba la boca con la mano, y tenía los ojos muy abiertos, igual de sorprendida que yo. Lo que dolió realmente fueron las lágrimas que corrían por sus mejillas. Eran muchas, desordenadas e imparables. Eso dolió mucho más que la bofetada.
La tía May se giró y salió del apartamento, sin decir una palabra más.
Yo me quedé solo en la sala, todavía con la mano en la mejilla. No supe exactamente cuándo comencé a llorar, solo que estuve así horas. Pensé en todo lo que pasó, lo analicé detenidamente, y comprendí lo que había hecho, pero no solo ese día, si no lo que había estado haciendo durante la última semana. Había reflejado en May todo el dolor y la culpa que sentía por la muerte de mi tío, había dejado caer en ella todo el odio que realmente sentía por mí mismo, solo busqué a alguien más a quien apuntar con el dedo para no sentirme tan responsable por su muerte, y así encontré a la persona más cercana a mí y a la menos culpable de todas.
….….….
Como había dicho, no era algo de lo que me enorgulleciera. La tía May volvió varias horas más tarde. Me disculpé por todo, me disculpé cien veces, y como siempre ella solo me abrazó y me dijo que todo estaría bien, que no me tenía que disculpar, pero yo seguí haciéndolo hasta quedarme dormido en su hombro, ahí, en el suelo del apartamento. Por eso ella era la persona más especial que tenía en mi vida, y por eso no dudaría en colgar a Happy con telarañas del Empire State como le hiciera el más mínimo daño a mi tía.
- ¿Estás seguro de esto?- me volvió a preguntar por enésima vez.
- Sí, tía May, estoy seguro, ya hemos hablado muchas veces de ello.- dije divertido.
- Lo sé, lo sé, pero… es solo que pensaba que aún faltaría como mínimo un año para este momento. Ha ido todo muy deprisa.
Y era verdad, al fin y al cabo, si fuera un chico normal terminaría ese año de instituto, entraría en la mejor universidad que pudiera pagar o que con suerte me diera una beca, y me mudaría a una habitación en el campus con un compañero compartiendo durante cuatro años veinte metros cuadrados. Pero no era un chico normal, ya lo había aceptado.
- Vendré a visitarte siempre que pueda, ya lo sabes.
- No lo dudo, has dejado medio armario de ropa todavía en tu habitación.
- Tengo que tener algo para todas las veces que vaya a venir.- me reí- Además, me compraré ropa nueva.
- Es verdad, ahora te va a sobrar el dinero, señor vengador.
Ese era otro motivo por el que acepté entrar en el equipo, no el principal, pero era un buen punto a favor. Me pagaban por ello, me pagaban un montón, más de lo que creía que ganaría en media vida. Er alucinante. Al fin y al cabo, era un trabajo a lo que dedicaban su vida la mayoría de ellos, con excepciones como el Sr. Stark y su empresa, Bruce también investigaba por su cuenta de vez en cuando, Rhodey colaboraba con Industrias Stark y con el ejército… pero todos dedicaban mucho más tiempo a la iniciativa de los Vengadores que a los otros trabajos.
- Sabes que te pasaré la mitad del dinero, tía May.
- Y sabes que te dije que no lo aceptaría. Soy una adulta y puedo cuidar de mí misma, no tienes que preocuparte tú por mí.
- Lo sé, pero quiero hacerlo, devolverte por lo menos una parte de lo que has hecho por mí todos estos años.
- Peter… no tienes que devolverme nada, todo lo hice porque te quiero.- me dijo cogiéndome las mejillas con ambas manos.
- Lo sé también, pero quiero hacerlo- Además- le interrumpí antes de que me volviera a cortar- ¿Para qué necesito tanto dinero? Me sobra por todas partes, sabes que tengo gustos sencillos.
Se rió mientras me abrazaba una última vez. Si no tuviera súper fuerza estoy seguro de que ese abrazo me hubiera dolido, era una ventaja más de la que tía May se aprovechaba siempre.
- Eso es cierto.- dijo esta vez en mi oído sin soltarme.
Así estuvimos como cinco minutos más, hasta que conseguí que la tía me soltara con la promesa de volver para invitarla a cenar a su tailandés favorito al día siguiente. Sí, tanto drama por un solo día, pero así éramos nosotros y así me quería que siguiera siendo.
Salimos por la puerta, no sin antes despedirse Happy en una escena digna de ver, en la que May fue a darle la mano a la vez que él avanzaba para lo que creía que era un abrazo. Cuando se quiso dar cuenta paró en seco y con toda la cara teñida de rojo le dio la mano a la tía. Cerró la puerta y me dio una colleja en la nuca cuando me vio reír. Pero no me importó, había merecido la pena cada segundo.
El camino hacia el nuevo complejo fue silencioso. En realidad los recorridos en coche con Happy lo solían ser, no era persona de muchas palabras, yo siempre quise creer que tenía mucho mundo interior.
La nueva sede estaba en el mismo sitio que la anterior, para mi sorpresa. Habían limpiado todos los restos de la batalla y habían plantado nueva vegetación. Nadie habría adivinado nunca que en ese lugar estuvieron en juego las vidas de todo el universo.
- Tendremos que hacer varios viajes, chico.- dijo Happy saliendo del coche- Has traído muchas cosas.
- ¿Os ayudo?- habló una voz a nuestra espalda.
El corazón me dio un ya conocido vuelco antes de girarme para mirar directamente a la cara de Steve. Llevaba el pelo revuelto y ropa de deporte, parecía que acabara de volver de correr. No estaba seguro si era algo que venía con el suero o que tenía tan buena forma física que aunque se tirara horas haciendo deporte casi no sudaba nada, era algo flipante y tremendamente atractivo.
- Claro, sería muy útil, Capitán, muchas gracias- respondió Happy cuando se dio cuenta de que yo no diría nada.
No era algo nuevo, siempre que le veía me costaba reaccionar, era algo que sabía pero que no podía evitar. Mi cerebro se quedaba bloqueado los primeros segundos y luego ya parecía recuperar el concepto de "vergüenza ajena".
- ¡Sí, claro! Eso sería alucinante.- dije al fin, dándome la vuelta para coger una de mis bolsas y evitar que viera el color que me subía por la cara.
- ¿Quién se ríe de quién ahora, chico?- me susurró Happy cogiendo otra bolsa con una gran sonrisa… bueno, lo que para él era una gran sonrisa.
Yo solo le pude mirar con los ojos muy abiertos y una cara mortal. Estaba seguro de que Steve lo había escuchado, solo esperaba que no entendiera el significado oculto. Maldito Happy y sus malditos comentarios que solo le hacían gracia a él, no pensaba dejar que me volviera a ayudar en nada.
Entre los tres pudimos coger todas mis cosas en un solo viaje. No era realmente por el peso, si fuera por eso podría haberlo llevado yo todo, si no porque entre todas mis cosas hacían tres maletas, cuatro bolsas y dos mochilas, al fin y al cabo había ropa de invierno, ropa de verano, mis trajes, todas las cosas de clase, algunos peluches y juguetes que me quedaba como recuerdos, que esperaba que nadie aquí los llegara a ver nunca y que May insistió en que cogiera, portátil, cosas de baño, zapatillas…
- ¿Estás preparado para vivir aquí?- escuché que me preguntó el Capitán cuando llegamos al ascensor.
- Completamente, llevo haciéndome ya a la idea mucho tiempo, aunque creo que mi tía no tanto, ha estado despidiéndome media hora.
- Es normal, lleva quince años viviendo contigo.- defendió Happy- Aunque yo si fuera ella, organizaría una fiesta.
- Tú eres el que más contento está de que no viva más con ella, Happy.- me reí.
- No me hagas hablar, chico, no me hagas hablar.- contestó con una pequeña sonrisa.
No sabía en qué momento se había dado cuenta de mis tontos sentimientos por el súper soldado, pero esperaba que solo los hubiera visto él. Así era Happy, parecía que estaba al margen de todo, al lado de tanto superhéroe no le prestabas atención, pero siempre estaba ahí, al fondo a un lado, mirándolo todo detenidamente. Por suerte también era la persona más discreta que conocía.
No me había comentado nada, me di cuenta de que lo sabía un día que Steve fue a visitar al Sr. Stark poco antes de que este despertara. No dijo nada ni puso caras raras, solo dejaba la mirada sobre nosotros un poco más de lo normal cada vez que hablábamos, nada exagerado si no le conocías bien. Ese día en el coche había sido la primera vez que había hecho algún comentario sobre el tema, y esperaba de todo corazón que fuera la última, sobre todo con mi tía, porque sería capaz de presentarse en la mismísima Torre para sacarme de aquí.
- Seguro que os acostumbráis rápido los dos.- añadió Steve con una sonrisa, siempre educado, ajeno a la verdad de la conversación.
- Eso espero, aunque hasta que eso pase... mañana he quedado con ella para cenar.
Conseguí una risa de Steve que hizo volver los abejorros al estómago a la vez que llegábamos a mi piso.
- Ya estamos.- indicó Happy mientras salía el primero del ascensor.
- Rhodey me dijo que mi habitación era la segunda.- dije acercándome a la segunda puerta- Pero no me han dado llave, ni tarjeta ni nada.
Ese comentario provocó una risa en los dos hombres que me acompañaban. Solo les miré con el ceño fruncido sin entender nada ¿Qué narices les resultaba tan gracioso?
- Se nota que eres nuevo, chico.- dijo Happy, todavía sin quitarse las gafas de sol- Las habitaciones solo se abren con escáner ocular.
Sentí otra vez cómo la sangre se me acumulaba en la cara. No era nuevo en el complejo, es más, los dos últimos años había ido mucho, había pasado horas y horas con el Sr. Stark en el taller, en el comedor viendo películas, a veces sus favoritas, a veces las mías, pero nunca me había acercado a las habitaciones de ningún vengador, incluidas las de Iron Man. Y no podía pasar delante de otra persona, tenía que pasarme delante de Steve, no sabía cuantas veces ya le había rogado a la Tierra que me tragara, pero nunca me daba ese placer.
- No te preocupes, Queens.- dijo Steve tocándome el hombro- Ya te familiarizarás con todo.
- ¿Entonces qué tengo que hacer?- pregunté intentando cambiar rápido de tema.
- ¿Ves esto?- dijo Happy señalando un dispositivo con un pequeño espejo a la altura perfecta de mis ojos- Te tienes que acercar y esperar un segundo.
Lo hice y como dijo el hombre en un segundo la puerta se estaba abriendo. He de admitir que me esperaba algo más alucinante, una especia de rayos X que salieran del espejo y me escanearan o algo así, pero no pasó absolutamente nada antes de que la puerta se abriera.
Lo que sí que me dejó con la boca abierta fue el interior. No era una habitación como la de mi apartamento como me había esperado, era enorme, casi más grande que el piso que compartía con mi tía, y no había ninguna cama por ninguna parte. En mitad de la habitación había un tres sofás enormes, dos enfrentados y uno entre ellos, con una pequeña mesa de cristal entre los tres y un enorme televisor enfrente de estos. Toda la habitación gritaba a lujo, parecía la suite de un enorme hotel, y me sentía completamente fuera de lugar, al fin y al cabo, no era más que el amigo y vecino Spiderman
- Bienvenido a tu nuevo hogar.- dijo Steve a mi derecha- La verdad es que es bastante impresionante, mis habitaciones no están tan bien.
- Bueno, tú eres el niño bonito de América, pero él es el niño bonito de Iron Man.
- Eso lo explica todo.- rió el soldado.
- Esto es alucinante, mi antigua habitación no era más grande que uno de esos sofás.- dije acercándome al centro de la sala.
- Tampoco exageres, chico.- contestó Happy, pero yo no le hice caso, estaba demasiado ocupado estudiándolo todo- Ves a ver tu nueva habitación.
No me lo tuvo que decir dos veces. Caminé hacia la puerta que me estaba señalando a la derecha de la sala y entré en lo que sí era una habitación, con una cama enorme de matrimonio en el centro, con un dosel gris unido por una estructura de madera en las cuatro esquinas de la cama, pero lo que realmente llamó mi atención era la pared del fondo a la derecha de la habitación. Estaba llena de fotos, todo fotos mías con la tía May, y con el tío Ben, con Ned, con MJ, con otros compañeros del instituto, con el Sr. Stark, con Pepper, Rodhey, Happy, incluso con Morgan... pero hubo una que me dejó completamente paralizado. Era yo de bebé, y en brazos me cogían un hombre y una mujer que solo había visto mediante algunos recuerdos borrosos y fotos que tía May tenía perdidas por el apartamento. Era mis padres.
- Tony pensó que te sentirías más cómodo con esto, mandó a tu tía y a Pepper a buscar algunas fotos hace varios días y Rhodey las colocó esta mañana. Le habría gustado estar aquí para ver tu reacción, pero se les ha complicado la mudanza.- explicó Happy- ¿Te gustan?
- ¿Que si me gustan? Son perfectas.- contesté sintiendo cómo se me humedecían los ojos, para lo que parpadeé muy rápido, no quería que me vieran así.
- Puedes cambiarlas y ponerlas de otra forma, lo que a ti más te guste.
- No, así son perfectas.- repetí.
- A Tony le alegrará escucharlo, entonces, se puso muy insistente.
- Típico en él.- reí- Se lo agradeceré yo mismo en cuanto llegue.- dije girándome otra vez a mirar la pared.
Happy me puso un brazo alrededor de los hombros. Se mostraba siempre muy indiferente conmigo, pero sabía que me apreciaba mucho, incluso hacía unos meses (bueno, cinco años y unos meses), un día que quedé con el Sr. Stark y al susodicho se le juntó nuestra cita con una reunión de su empresa, Happy le estuvo echando una bronca todo el camino de vuelta por dejarme hora y media esperando solo en el taller. No quería que me enterara, pero el Sr. Stark me lo contó en cuanto llegó para evitar que yo estuviera de morros toda la hora que nos quedaba juntos… pero no lo evitó.
- Es un detalle muy bonito.- escuché la voz de Steve detrás. Me giré para verle aún sujetando las bolsas.
- ¡Oh! Steve, lo siento, deja las bolsas en cualquier parte, luego las colocaré.
- Van a estar tres meses las cosas sin ordenar.- dijo Happy "susurrando" mientras el soldado dejaba las cosas en el suelo con una risa.
- Eso no es verdad, mañana estará todo perfectamente colocado en su sitio.- dije intentando mantener un poco de orgullo.
- Eso lo quiero ver yo.- se rió Happy- Ahora me tengo que ir, le dije a Rodhey que le ayudaría a recoger su antiguo piso. Lo va a alquilar.
- Vale, perfecto. Adiós, Happy, gracias por la ayuda, ha sido mucho más rápido así.
- No te preocupes, chico, cuando sea.- dijo haciendo camino hacia la puerta.
- Adiós Happy.- se despidió Steve.
- Hasta luego, Cap.
Cuando salió por la puerta se hizo el silencio. No me había dado cuenta realmente de lo amplia que era esa habitación hasta que no noté a Steve tan absolutamente cerca, y al resto de cosas de la habitación tan absolutamente lejos. Miré las fotos otra vez, más como una excusa para tener algo donde poner mirada que para verlas realmente.
- Tony se ha tomado muchas molestias.- dije Steve, que miraba al resto de la habitación.
- Sí, supongo que quería que me sintiera lo más a gusto posible.- contesté apartándome un mechón de pelo de la frente.
- Le importas mucho.- dijo esta vez mirándome directamente. Era más alto que yo, media cabeza por lo menos, tenía que levantar un poco la cabeza para mirarle.
- Sí bueno, supongo que se siente en parte responsable de mí.
- Es más que eso, y lo sabes.
- Sí, lo sé, solo que es… raro, todo es muy raro, estar aquí contigo es muy raro.- dije con una risa al final, desviando la mirada al suelo por un segundo.
Decían que las personas que no apartaban la mirada era gente que imponía respeto y en la que confiar, no sabía si era verdad, pero yo nunca había sido de esas personas, me hacía sentir bastante incómodo, como si le estuviera dando a los demás una llave para leerme sin problemas. Sabía que era como un libro abierto, me costaba mucho mentir y ocultar sentimientos, y aunque lo intentara la gente me terminaba descubriendo, era bastante frustrante, en realidad.
Con Steve… era lo mismo pero multiplicado por mil, porque tenía la sensación de que si me miraba a los ojos sería capaz de darse cuenta de todos los sentimientos que estaba intentando con todas mis fuerzas encerrar bajo llave, pero que intentaban salir cada vez que hablaba conmigo.
- ¿Te parece raro estar aquí conmigo?- preguntó levantando un poco las cejas
- Si bueno, vosotros… lleváis siendo quienes sois muchos años.- intenté explicar- Cuando Iron Man nació yo aún no había cumplido los ocho años, cuando os juntasteis los Vengadores yo tenía unos once… erais mis héroes, los héroes de todos los niños, personas platónicas e irreales que veía por la televisión todos los días. Pensar que ahora Tony Stark es alguien tan importante en mi vida, que tú… bueno, que tú eres mi amigo, y que yo formaría parte del equipo que llevo admirando desde hace tantos años. A veces simplemente siento que estoy fuera de lugar, que solo soy un niño al que han dejado jugar con adultos.
Pude ver de reojo cómo Steve me miraba, pero en ese momento encontraba mucho más interesante la ventana que tenía a la derecha.
- Yey, mírame.- dijo el Capitán suavemente mientras me tiraba un poco de la muñeca para que me girara- Es normal que te sientas así. Sé que tú has crecido viéndome como soy ahora, pero antes de esto no medía más de metro y medio y lo único que quería era ser como todos esos militares que se jugaban la vida todos los días para proteger a su país. Cuando por fin entré en el ejército me sentía fuera de lugar, como si todo el mundo ahí valiera más que yo… eran tales mis ganas de poder llegar a ser como ellos, que accedí a ser un conejillo de indias de un juego que no entendía.
Esta vez le estaba mirando directamente. Definitivamente el Capitán tenía un don, estaba seguro de que podía convencer a cualquier persona para que hiciera lo que él le pidiera usando únicamente las palabras. Al menos sé que a mí podría convencerme, lo que en el fondo me daba muy mal rollo.
- ¿En serio? Me cuesta mucho imaginar que el Capitán América se pudiera sentir así en algún momento.
- Pues créetelo.- dijo con una sonrisa, todavía cogiéndome de la muñeca- Por eso entiendo cómo te sientes, pero te he visto, he estado entrenando contigo durante semanas, mientras era un criminal a la fuga veía las noticias y entre ellas todo lo que hacía Spiderman, tienes agallas y lo más importante, tienes corazón, Queens. Puedes llegar donde quieras llegar.
- Gracias Steve.- dije casi en un susurro.
No respondió nada, solo me miró otra vez, con una sonrisa casi imperceptible. Me empezaba a sentir muy analizado. No sabía si le notaba demasiado cerca o demasiado lejos, solo que mi cabeza empezaba a entrar en pánico, y eso no era bueno, así que con toda la firmeza que pude me aparté un poco, soltándome la muñeca y volviendo a bajar la mirada al suelo un segundo, sin saber qué decir ¿Qué narices se decía cuando el chico que te gustaba te miraba de esa forma? En mi caso no tenía que decir nada, porque no era un chico, era un hombre que lo único que quería era animar a un crío perdido. Al fin y al cabo, era el Capitán América, quería ayudar siempre a todo el mundo, pero era bonito imaginar que era especial para él por unos instantes.
Pude escuchar una tos a mi lado. Era Steve que también había dado un pequeño paso hacia atrás. Seguía cerca, pero ya no era abrumador, los abejorro ya estaban dejando de maltratar a mi estómago.
- Entonces…- empezó a decir un poco inseguro- ¿Eras fan de los Vengadores?
Vale, esa pregunta definitivamente no me la esperaba, pero no pude evitar reír un poco, ya menos tenso.
- Sí.No se lo cuentes nunca a nadie, pero… tenía la colección de cromos completa.
Eso consiguió que se riera él.
- ¿En serio? Nunca lo hubiera dicho.- dijo con una sonrisa- Me parece completamente adorable.
Me volvió a subir toda la sangre a la cara. Tenía que empezar a controlarlo, sonrojarme tanto no podía ser bueno para mi salud..
- Mi tío no pensaba lo mismo.- me reí- Le di mucho por saco hasta que los conseguí todos.
- Por alguna razón me cuesta muy poco imaginármelo.- me dijo divertido.
- Llegó a cogerle mucha manía a Iron Man, hasta cambiaba la televisión cada vez que aparecía.
- ¿A Iron Man?- preguntó frunciendo el ceño.
No pude evitar reírme de su expresión. Sí, lo admitía, había sido un absoluto fanático de Iron Man de pequeño, le insistía a mis tíos para que por mis cumpleaños me regalaran todos los muñecos del superhéroe, incluso tenía un pijama de él que estaba seguro de que la tía May seguía guardando por alguna parte. Por eso me sorprendí tanto ese día cuando entré a mi apartamento y le vi en el sofá, tuve que contenerme mucho para no gritar como un lunático y espantarle.
Pero no era lo mismo que antes, ya no solo veía al superhéroe, si no al hombre que había dentro del traje, con todos sus defectos y sus virtudes, y por eso lo admiraba todavía más y me sentía completamente orgulloso de poder estar a su lado.
- Sí, bueno… Iron Man siempre fue mi Vengador favorito.- admití un poco avergonzado.
- ¡Oh! Eso ha dolido, eres del equipo Iron Man desde ya mucho antes de Berlín.- dijo poniéndose una mano en el corazón.
La primera vez que hablamos de verdad recordaba haberle dicho sin querer que no tenía sentido del humor. Creí que después de eso me odiaría, recuerdo haber estado apedreándome a mí mismo mentalmente toda esa noche. Cuando le fui conociendo mejor me di cuenta de lo equivocado que estaba. No era un humor que llamara la atención como el del Sr. Stark o el de Scott, tampoco una gracia natural como la de Sam, un mal humor divertido como el de Happy, o un humor negro como el de Wanda, era algo más discreto, pero que te sacaba una sonrisa cuando hablabas con él.
- Culpable.- reí levantando las manos en señal de rendición- Pero bueno, ahora no soy del equipo Iron Man, soy del equipo de los Vengadores.
- Tienes razón, solo hay un equipo válido ahora.- contestó poniéndose algo más serio- Y haremos que funcione, ya lo verás.
- Te creo.- respondí- Pero mientras… ¿Me enseñas la Torre? O bueno, mejor dicho me la explicas, porque para enseñarme todo este lugar harían falta días.
- ¡Sí, claro! Te enseño los sitios principales, que es donde más vida haremos, y el resto dejaré que lo vayas descubriendo por tu cuenta.
- Me parece perfecto.
