NOTA: La idea que se desarrolla en este capítulo no es invención mía, es sacada de cómics, porque mi padre es muy aficionado a ellos, y me la mencionó una vez hace mucho tiempo, pero dentro de ellas habrá cambios que sí que serán míos.
"En la oscuridad no parecía importar que todas las respuestas fueran absurdas"
Así me sentí durante muchos meses, muchos más meses de los que me habría gustado reconocer. Me obsesioné con algo que no pude controlar, me obsesioné con una culpa que no me pertenecía, y así acabé haciendo de esas paredes mi hogar y mi prisión.
Durante mucho tiempo solo me permití salir de mi escondite para ayudar a Pepper con el papeleo médico. No es que yo fuera médico, ni siquiera tenía un doctorado en ese campo, pero había hecho investigaciones y trabajos que me hacían más que apto para ofrecerle esa ayuda. Al fin y al cabo, era lo mínimo que podía hacer por ellos.
Una vez Toni se despertó ya no vi ningún motivo lo suficientemente bueno para dejar a un lado mis investigaciones.
¿Que qué estaba investigando?
Era obvio para cualquiera que mirara dos veces en la misma dirección. Eso era una gran ventaja y un enorme inconveniente sobre mí. Pasaba desapercibido ¿Irónico, verdad? ¿Cómo podía el gran e increíble Hulk pasar desapercibido? Pero así era, porque Hulk y Banner ya no eran entes distintos, me encargué de ello hacía mucho tiempo, y todo lo extravagante que tenía Hulk, Banner lo aplacaba de tal forma que en muchas ocasiones lograba hacerlo desaparecer.
De esa forma pude investigar durante meses sobre las gemas. Parecía una locura, todos sabíamos que en ese momento Thanos las había convertido en partículas tan pequeñas que la probabilidad de rastrearlas y usarlas era casi nula… pero la palabra casi era la clave… al menos eso es lo que pensé durante muchos meses. Mi plan era encontrar las suficientes partículas de cada gema como para poder reconstruir un pequeño trozo de cada una de ellas, y rezar porque eso fuera suficiente para volver a usarlas y traerla de vuelta. Al fin y al cabo, eran las partículas más poderosas del mundo, por muy reducidas a polvo que estuvieran, tenían que poder rastrearse de alguna forma. Sabía que principalmente emitían radiaciones gamma, en las que yo era más que experto, así que no creía que fuera complicado.
Pero sí que lo fue.
Busqué desde la comodidad del laboratorio de Wakanda esas radiaciones gamma por todo el planeta en el que encontramos a Thanos en su plan de jubilación, haciéndose un caldo de sopa en lo que él llamaba "El Jardín" con la ayuda de Rocket, rogándole que fuera lo más discreto posible sobre el tema. Nunca supo qué hice exactamente en ese planeta, ni en los otros que me ayudó a investigar durante esos primeros meses. Teníamos una especie de pacto en el que él me ayudaba a rastrear esa radiación por los diferentes planetas a los que iban, y yo le informaba de absolutamente todo lo que pasaba por aquí. Fueron diez en total, y en ninguno de ellos encontré ni rastro de las gemas. Rocket nunca me hizo ninguna pregunta sobre lo que estaba haciendo, supongo que pensaba que estaba recabando información para alguna especie de investigación, no tenía ni idea, como había dicho, el lado bueno de ser yo, es que pasaba desapercibido. La gente que me conocía tendía siempre a pensar lo mejor de mí, era la reputación que había conseguido ganarme en todos esos años, y realmente era cierta, pero esos meses algo se apoderó de mí ¿El dolor? ¿La culpa? No lo sabía, solo tenía por seguro que no pensaba con claridad, que mi mente era una maraña de pensamientos y que por mucho que lo intentara no conseguía establecer con ellos un orden con sentido.
Por supuesto también busqué en la Tierra. No creía que estuvieran ahí, que el titán chalado se hubiera arriesgado a esconderlas en nuestro mundo, pero tampoco lo podía pasar por alto… el resultado fue como todos los demás, completamente nulo. Al fin y al cabo, Thanos destruyó las gemas con otro chasquido de las mismas gemas, y seguramente lo único capaz de aniquilar a las gemas eran ellas mismas.
No sabía si ese razonamiento era así, no sabía si esas malditas piedras eran capaces de ser destruidas, no sabía absolutamente nada, pero llegó un momento en el que ya no me importó, porque el tiempo pasaba y la gente pasaba con él mientras yo seguía sentado en una silla de laboratorio, primero en Wakanda, después en el complejo de los Vengadores. No importaba porque cada vez que veía a Toni con la pequeña Morgan, o cada vez que venía Clint de visita con sus hijos podía sentir más y más culpa por intentar libremente poner en riesgo todo por lo que ella se había sacrificado.
¿Por qué ella era tan importante para mí? ¿Acaso no había huído después de la pelea de Sokovia y no había vuelto hasta años después? La versión que intentaba creerme era que en ese momento fue Hulk el que tomó el control y el que decidió irse todos esos años. En parte era cierto, pero solo en parte, porque de la misma manera que Hulk no se sentía querido en la Tierra, Banner tampoco. Pero entonces Banner volvió, no Hulk, y fue Banner el que después del primer chasquido se mantuvo alejado cinco años de ella, sin ningún contacto hasta que, con Steve y Scott, vinieron a pedir ayuda en esa cafetería ¿Por qué entonces era tan importante? ¿Estaba enamorado de ella? ¿Era por culpabilidad por no haber tenido el suficiente coraje para dar el paso no solo una, si no dos veces?
No había tenido ni una sola buena respuesta a ninguna de esas preguntas. Mi corazón, igual que mis pensamientos, era una maraña de sentimientos que no supe manejar durante muchos meses, meses en los que había tomado muchas malas decisiones. Al fin y al cabo, como escribió Stephen King, "En la oscuridad no parecía importar que todas las respuestas fueran absurdas". Lo único que tenía claro es que había sido la primera persona en hacerme creer que yo, Bruce Banner, tenía algo especial por lo que valía la pena arriesgarse. Y yo le tenía que devolver eso de la forma que pudiera.
Pero empecé a ver una luz en toda la oscuridad, mi mente se empezó a despejar y a aceptar lo que había, o más bien lo que ya no había.
Acepté que no iba a encontrar nunca las gemas, y que era mejor así.
Acepté que el plan que había perseguido durante meses no era más que un intento egoísta de intentar responder todas esas preguntas.
Acepté que aunque hubiera salido bien, ella no habría querido que fuera así.
Acepté que fue su decisión, que tenía que respetarla y seguir con mi vida lo mejor que pudiera.
Y justo cuando iba a salir de ese laboratorio recordé algo que me hizo reflexionar mucho.
Recordaba olor a madera. Olor a madera por todas partes. Era extrañamente reconfortante, me sentía como en uno de esos campamentos de verano a los que mis padres me obligaron a ir cuando no era más que un crío para perderme de vista. En esos tiempos los odiaba, pero en ese momento, escondidos en casa de Clint, no me podía imaginar una sensación mejor.
O eso creía, porque cuando salí del baño estaba Natasha esperándome, tan perfecta como siempre, la sexualidad personificada. Era simplemente algo magnético que te atraía a ella, su forma de hablar, de caminar, de mirar… todo te gritaba que te acercaras. Pero esa vez fue ella la que se acercó, la que dio el paso que había estado esperando tanto tiempo pero que también había estado temiendo tanto tiempo. Así que hice lo que mejor sabía hacer, la alejé de mí, intenté que viera el monstruo que había en mí y que en ese momento, por mucho que lo intentara, me era imposible controlar del todo.
No funcionó. En el fondo sabía que no lo haría, porque la única persona que se odiaba más a sí misma que yo era la propia Natasha. Por eso me confesó lo que pasaba en las ceremonias de graduación de ese Salón Rojo, como ella lo llamaba, el lugar donde se crío. Me confesó que debido a ellas no podía tener hijos. Intentó hacer lo mismo que yo, que viera lo peor que había en ella, que pasara a verla como un ser abominable. Pero tampoco le funcionó.
- ¿Aún crees que eres el único monstruo del equipo?- me preguntó con la voz entrecortada. Me sentí un gran trozo de basura por haber llegado a esa conversación, a hacer que ella se sintiera así.
- ¿Y qué? ¿Desaparecemos?- era todo lo que le supe responder. Qué idiota.
- Ojalá fuera tan sencillo.- dijo con una sonrisa triste después de unos segundos de silencio.
- Ojalá fuera todo diferente, Nat.- ella me miró directamente a los ojos, y en ese momento, si me lo hubiera pedido, habría sido capaz de cogerle de la mano y huír de toda la mierda que nos llevaba persiguiendo hacía tanto tiempo. Si solo hubiéramos sabido lo que aún faltaba por llegar…
- Me gustaría que por un momento fueras capaz de mirarte en el espejo y ver lo que veo yo.- dijo con una sonrisa de lado y los ojos todavía húmedos- Eres especial, y no por lo que siempre piensas. Tú, Bruce Banner, eres la persona más especial que he conocido.
- Lo mismo te tendría que decir.- le respondí. Estaba siendo vago, lo sabía, pero nunca había sido bueno con las palabras cuando se trataba de sentimientos, supongo que eso era casi un requisito obligatorio para ser considerado un Vengador.
- Oh, no te equivoques, Bruce, yo no tengo nada de especial, en el Salón Rojo se encargaron de hacer muchas como yo.
- No creo que haya nadie más como tú.
- Hay muchas más como yo todavía esperando a que yo caiga para ser necesitadas.- dijo retomando esa expresión vacía- Ellos no miran a la persona, miran a la asesina, así que fueron prácticos e intentaron tener el control de la inmortalidad.
Esa conversación me dejó con una sensación extraña, pero en ese momento no le di más importancia de la que creí que tenía. Pensaba que solo estaba hablando de su infancia y de la de muchas otras niñas que criaban en ese lugar para convertirlas en lo que intentaron convertirla a ella, una asesina cruel y obediente que se ensuciara las manos en su lugar.
Luego, cuando en mi sucia silla de laboratorio recordé esa conversación que había tenido lugar hacía ya tantos años atrás y la analicé detenidamente, no pude evitar empezar a investigar.
No pensaba realmente que fuera a encontrar nada. Me dije a mí mismo que era simplemente una última opción y que cuando comprobara que no había nada que investigar, intentaría dejar el tema de lado y simplemente vivir con el pensamiento de que hice todo lo posible por ella.
Pero no fue así.
- No voy a intentar que vuelva Natasha… porque ya está de vuelta, Toni.
- Perdón ¿Qué?- dijo con los ojos muy abiertos y la voz todavía un poco agresiva- Creo que no te he escuchado bien. No. Definitivamente no te he escuchado bien ¿Puedes volver a repetirlo?
Y ahí me encontraba, a punto de contarle a Toni todo lo que había descubierto. No pretendía que fuera así, ni que fuera tan pronto, aún quería recabar algo más de información, poder demostrar algo completamente sólido, pero suponía que había llamado la atención con la falta de cuidados personales con la que había estado viviendo las últimas semanas. Siempre llamaba loco a Toni por vivir encerrado en su taller y estar días dentro sin apenas comer ni ver la luz del sol, pero a partir de ese momento ya no podría hacerlo con tanta soltura, porque me había convertido en una versión de Toni todavía más enfermiza, y lo sabía.
- Digo, que no voy a intentar que vuelva Natasha, porque ya está de vuelta. Al menos una versión de ella, no estoy seguro de cómo lo habrán hecho esta vez.- terminé, pero su cara pasó de la sorpresa a mirarme como si fuera un completo lunático. No le podía culpar, al fin y al cabo, yo tampoco me lo terminaba de creer al principio.
- Creo que se te ha ido la cabeza.- dijo al final- Mira, Bruce, sé que ha sido duro, y no dudo que tu mente haya visto a Nat de alguna forma extraña y retorcida, pero no era ella.
- No, Toni, no estoy loco, solo déjame…
- Necesitas ayuda, conozco a una psiquiatra muy buena, muy cualificada, es amiga de Pepper, ha tratado muchos casos de duelo con los chasquidos, estoy seguro de que no le importará…
- ¡Toni!- le interrumpí intentando no perder los nervios- ¡No se me ha ido la cabeza! Solo… solo déjame explicártelo, y lo entenderás todo. Luego se lo contaremos a los demás.
No parecía especialmente convencido, me seguía mirando con esa expresión que bailaba entre la sorpresa, la pena, y el miedo a lo que podría hacer, pero al final asintió y esperó a que empezara.
Le conté todo, desde mi búsqueda desesperada de las gemas, aguantando su mirada reprobatoria que, seamos sinceros, me merecía totalmente, hasta la conversación en casa de Clint. Todo, sin dejarme ni un solo detalle. Pero su expresión no invitaba precisamente a la comprensión.
- Vale, los dos sois raros y a ninguno se os da bien tontear ¿Qué se supone que tiene que ver con nada?
Adoraba a Toni, en serio que sí, pero odiaba cuando hacía eso, cuando te hacía sentir realmente estúpido para poder tener él el control de la conversación. Era frustrante.
- Yo también pensé eso al principio, pero hace unas semanas cuando iba a dejarlo todo, me vino a la cabeza esa conversación y no pude dejar de darle vueltas en varios días, así que me puse a investigar sobre ese Salón Rojo, y si mis sospechas son ciertas… tendremos que tener cuidado.
- Suéltalo de una vez, gigantón.
- Me costó bastante encontrar ese lugar, lo único que sabía de él es que estaba en Rusia, y que Natasha había crecido ahí.
- ¿Por qué no le preguntaste a Clint? Seguro que él sabe algo.- me interrumpió
- Es lo primero que pensé, pero… Clint lo ha pasado muy mal con lo de Nat. No lo dice, pero en Wakanda era obvio que se echaba las culpas de lo que le pasó y seguramente lo siga haciendo.- hice una pausa mientras me volvía a sentar en la silla, más calmado de lo que había estado durante toda la conversación- Simplemente no podía abrir esa herida sin estar seguro de tener algo, no hubiera sido justo para él.
Toni no respondió nada, solo dio un pequeño asentimiento con la cabeza mientras giraba para fijar la vista en la pared del fondo. Clint era el que más culpable se sentía por lo de Nat, pero no el único, al fin y al cabo, todos les mandamos a ellos a por la gema del alma. Parecía lo ideal, la pareja perfecta, y supongo que ese fue el problema, porque si hubieran ido otros, no creo que hubiera sido suficiente sacrificio como para conseguir esa maldita gema. Pero eso no hacía que las culpas fueran menores.
- ¿Qué encontraste, entonces?- preguntó al final, volviendo a mirarme.
- No estaba seguro de encontrar nada, llegué a pensar que la organización o lo que fuera eso se habría disuelto durante el lapso, pero después de días encontré un comentario en un blog que nombraba una tal Habitación Roja desde Rusia.- me giré para ponerme las gafas y buscar en el ordenador toda la información que había ido juntando durante las últimas semanas- El comentario era de un tal YelVa.
- ¿YelVa?
- Sí, no sé qué significa, solo es un nombre, pero me puse en contacto con él, y hace unos días me contestó. Mira.- me hice a un lado para dejarle ver la pantalla.
- ¿Son coordenadas?
- Sí, son las coordenadas del Salón Rojo, o la Habitación Roja, o como sea que se llame.- dije, sabiendo que mi voz sonaba cada vez más aguda, cada vez más emocionada.
- ¿Y cómo sabes que es ese lugar? Estamos hablando de una organización rusa súper secreta ¿Cómo te va a pasar alguien por internet sus coordenadas así como así? ¿Cómo directamente alguien la va a nombrar así como así por internet?- definitivamente estaba mucho menos emocionado que yo- No te puedes fiar de ese tal YelVa, Bruce, tiene nombre de droga, y no de una droga normal, de una de las fuertes. Lo más seguro es que sea una trampa.
- No lo creo, Toni, ni siquiera sabe quién soy, he tenido mucho cuidado y estoy seguro de que este complejo tiene mejor sistema de seguridad que cualquier otro lugar de la maldita Tierra, es imposible que puedan rastrearme.- contesté sin mirarle.
- Mejor me lo pones ¿Por qué iba a ayudar a un completo anónimo? No tiene sentido, Bruce.
- No parece que esté muy a favor de ese sitio, por el comentario que leí… puede que solo quiera venganza, o no sé, que no sea tan secreto como pensamos.
- Las organizaciones rusas no se andan con tonterías, Bruce.
- El lapso ha afectado a absolutamente todo el planeta, Toni, no solo a nosotros, seguramente ahora serán débiles, y ese tal YelVa haya aprovechado. Además, eso no es lo importante, déjame seguir, Toni, lo increíble viene ahora. Luego ya podrás buscar todos los cabos sueltos.- dije impaciente.
No dijo nada a eso, solo volvió a asentir y a mirar la pantalla del ordenador con el que tantas semanas había estado trabajando.
¿Me había vuelto loco? ¿Estaba obsesionado? Podía ser. Seguramente lo fuera. Pero había llegado demasiado lejos y no podía apartarme en ese momento. Si Toni quería ser el escéptico de siempre adelante, pero no me iba a arrastrar a mí con él.
- Una vez tuve las coordenadas me costó aún varios días encontrar y entrar en su sistema. El hacker aquí siempre has sido tú.- dije mirándole con una pequeña sonrisa, que me devolvió enseguida. Si había algo que le gustaba a Toni, era que reconocieran su inteligencia abiertamente- Pero lo conseguí, y lo que encontré… míralo por ti mismo.- terminé abriéndole una serie de documentos para que los pudiera leer.
- ¿Proyecto Viuda Negra? ¿Qué mierdas es esto?- dijo con el ceño fruncido acercando la cara a la pantalla para tener mejor visión.
- Al parecer la Habitación Roja es un programa de espionaje de la KGB.
- ¿Del Comité para la Seguridad del Estado de la Unión Soviética?
Amaba a ese hombre, pero era muy frustrante como siempre lo supiera absolutamente todo.
- Correcto, nació como una instalación para entrenar a espías durante la Guerra Fría, incluso les hacían mejoras biológicamente y les implantaban recuerdos falsos.
- Como a Barnes.- susurró sin apartar la mirada de la pantalla.
- Eso es lo que pensé yo, pero no he encontrado nada que los relacione con Hydra por ahora.
Definitivamente había conseguido captar su atención. Es por eso que Toni y yo siempre hicimos tan buena pareja en el trabajo, y es que éramos iguales cuando había una incógnita por resolver. Solo había que mirar qué pasó con Ultrón. Era extraño recordar esa época, hacía ya tantos años y habían cambiado tantas cosas que cuando pensaba en ello parecían los recuerdos de otra vida, de otra persona. Definitivamente nunca pensé que lo echaría de menos.
- ¿Y qué tiene que ver todo esto con que digas que Natasha esté de vuelta? ¿Qué es ese Proyecto Viuda Negra?- dijo después de unos segundos de silencio en los que siguió leyendo lo que había en la pantalla.
Eso me encantaba de contarle las cosas a Toni, que era capaz de leer la información a la vez que seguía una conversación contigo. Me consideraba una persona tremendamente inteligente, y al contrario de lo que se podría pensar nunca le tuve envidia a Toni por su inteligencia, pero había momentos en los que me habría encantado tener su cerebro.
- Ese Proyecto hacía exactamente lo que dijo Natasha ese día, intentar controlar la inmortalidad.- dije, esta vez mirándole directamente, muy serio- Se trataba de clones... muchos, muchos clones de la Viuda Negra.
Toni se me quedó mirando directamente a los ojos también con la misma seriedad, supongo que estaba buscando cualquier rastro de burla en mi cara, pero no encontró ninguna.
- ¿Clones? ¿Quieres que me crea que hay clones de Natasha en una Habitación Roja, que déjame decir que tiene nombre de burdel, que se encuentra en una sede secreta en Rusia?
- Bueno, creo que esto no entra ni en el top cinco de las cosas más extrañas que hemos vivido.- comenté mirándole con una ceja alzada.
- Es una completa locura, Bruce.
- Tiene mucho sentido, en realidad. Esa organización lo que busca es al asesino perfecto ¿Y qué hay más perfecto que un asesino mortal y completamente controlable pero que no puede morir? Perfecto para llevar a cabo la misión, porque si muere en el intento mandas a otro todavía más preparado.
- Veo muchos fallos en todo eso.- dijo llevándose las manos a los ojos mientras giraba la cabeza- Natasha trabajaba para SHIELD, no para ellos. Si tuvieran tanto poder sobre esos clones ¿Cómo se les escapó?
- Lo he pensado mucho. No sé cómo Nat consiguió salir de ahí, supongo que encontraría a SHIELD, y conseguirían que se uniera a ellos, no lo sé, eso es algo que solo Clint, Furia o la propia Natasha sabrán.- tomé un respiro y volví a levantarme de la silla- Solo sé que de alguna forma ella escapó de esa organización, y que no la pudieron encontrar, seguramente porque estaba bajo la protección de Furia. La Natasha que nosotros conocíamos ya no era un simple clon controlado por ellos, se convirtió en su propia persona.
- Si te dijo eso en casa de Clint… seguramente de alguna forma lo averiguaría y quiso huir de todo eso.
- Es por eso que ella misma siempre se consideró un monstruo.- comenté más para mí que para que me escuchara Toni.
Natasha… la dulce Natasha… era irónico que pensara en ella así. Es decir, ella era muchas cosas, luchadora, fuerte, inteligente, preciosa, pero dulce definitivamente no era lo primero que te vendría a la cabeza si no la conocías bien. Yo había podido ver ese lado infantil, esa sonrisa juguetona y esos ojos que te miraban como si acabara de hacer alguna travesura… sí, definitivamente era una persona muy dulce.
- ¿Cómo sabes que no era ella la original?- preguntó Toni, sacándome de mis pensamientos.
- No, lo ponía en un informe, ella era el tercer clon, la original murió en una misión, igual que los otros dos clones.
- ¿No se te hace raro decir la palabra clon? A mí se me hace raro.- dijo frunciendo el ceño.
- Ya me he acostumbrado, llevo mucho tiempo con esto.- contesté encongiéndome de hombros.
- Entonces hay una Viuda Negra suelta, a saber dónde, que es Natasha, pero no es ella.
- Básicamente, por lo que he averiguado, les implantan los recuerdos que quieren, es decir, a las primeras sí les implantaron los recuerdos de la original y de la de antes, al fin y al cabo, todo lo que van aprendiendo es información útil, pero a esta… no creo que le quieran implantar los recuerdos de una Natasha que fue capaz de pensar por sí misma y huir.
- ¿Cómo sabemos que han vuelto a despertar a un clon? Puede que después de Nat lo dieran por fracaso y lo dejaran aparcado.- dijo a la vez que empezaba a andar por la habitación. No era una persona que pensara bien estando quieto.
- No creo, si no hubieran destruido los clones hace mucho tiempo, además, antes de que aumentaran la seguridad en el sistema y no pudiera leer más informes, vi movimiento entre los documentos.
- ¿Movimiento?
- Sí, bueno, ya sabes, borraban cosas, sacaron a la luz información sobre el proyecto de hace ya años… pero como he dicho, aumentaron la seguridad, sospecharían algo, supongo, o no sé, pero no he podido volver a leer más.
- Así que tampoco sabemos cómo rastrearla.- dijo parándose de repente y girándose para mirarme.
- No, supongo que no.
Solo asintió y volvió a andar por la habitación. No sabía qué se pasaba en esos momentos por su cabeza, pero no le quería interrumpir en su caminata. Él seguía caminando y yo seguía de pie, mirándole, sin saber muy bien qué decir.
- Solo tengo una pregunta más.- dijo por fin, después de minutos de silencio, lo que agradecí infinitamente, me empezaba a poner nervioso- ¿Por qué tanto interés? Quiero decir, obviamente es algo importante, pero… sabes que esa persona que hay ahora mismo suelta por a saber dónde no es Natasha ¿No?
Esa definitivamente dolió.
Era algo que ya había reflexionado mucho, pero dolió escucharlo en voz alta y clara. Lo hacía más real.
Sabía que esa persona no era Natasha, y que no la podíamos coger e intentar devolverle los recuerdos porque no es que los tuviera perdidos en la memoria, era que no existían, no estaban implantados en su cabeza, lo que la convertía en una persona completamente distinta.
- Lo sé, no creas que no he pensado en ello, pero… esos recuerdos están por alguna parte, estoy seguro de que los guardan como hicieron con los recuerdos de las demás, y si no fuera así…- seguí, sintiendo la mirada de Toni completamente clavada en mí- nuestra Natasha también fue al principio como esta, y luego conoció a SHIELD y evolucionó, dejó de ser una máquina controlada por ellos y empezó a ser una persona de verdad ¿Por qué esta no?
- Eso es verdad, pero no quiero que te hagas ilusiones, puede que nuestra Natasha fuera una excepción, que algo saliera mal con ella, no podemos estar seguros.- dijo calmadamente sin querer que me descontrolara, pero eso no pasaría, estaba bien, podía manejarlo… o eso pensaba en ese momento- Y tampoco podemos saber si han guardado esos recuerdos, puede que los borraran, sabemos que no les interesaban.
- Lo sé, lo sé de verdad, y no voy a imaginarme cosas que no son, pero si hay una mínima posibilidad, quiero pensar que podemos ayudarla.
- Lo intentaremos, grandullón… al fin y al cabo, se lo debemos todo.- dijo acercándose y poniendo una mano en mi hombro- Deberíamos decírselo a los demás.
- Tienes razón, pero mejor mañana, ya es tarde.- comenté mirando el reloj.
- ¿¡Tarde!? ¿¡Qué hora es!?- exclamó de repente alarmado, abriendo mucho los ojos.
- Casi las seis ¿Por qué?
- ¡Mierda!- volvió a gritar mirando hacia la puerta- Había quedado con Peter para trabajar en mi brazo, llego tardísimo.
- Tranquilo, seguro que lo entenderá.- dije divertido.
Yo, igual que el resto, era muy fan de la relación que tenían esos dos, casi parecían un padre y un hijo, pero en verdad Peter tenía mucha voz sobre Toni, aunque este se pensara que controlaba al más pequeño. Peter era un diablillo manipulador e inteligente que sabía exactamente qué tecla de Toni tocar en cada momento. Solo había que ver la reacción de Toni en ese momento.
- No, no lo hará, y se chivará a Happy y no quiero aguantar otra bronca. Habrán pasado más de cinco años, pero aún no se me olvida la última.- dijo avanzando hacia la puerta- Nos vemos, Bruce, y mañana lo contamos todo sin falta.
No me dio tiempo a contestarle antes de que saliera corriendo, ni me había dado cuenta hasta ese momento de lo cansado que realmente estaba. Decidí ir a descansar, al fin y al cabo, el día siguiente iba a ser agitado.
"Joder, joder, joder, joder"
Era todo lo que podía pensar en ese momento.
No debería haber estado escuchando a escondidas, pero era un tema demasiado gordo como para girar e irse por simple educación. Yo era un chico muy respetuoso, mis tíos me educaron así, pero la influencia del Sr. Stark los últimos años definitivamente no había ayudado en esos asuntos, porque la curiosidad había vencido con creces al buen comportamiento, al fin y al cabo "No hagas nada que yo no haría, pero sobre todo no hagas nada que yo haría". Parecía que no, pero eso dejaba un gran espacio en gris más grande de lo que el Sr. Stark pensaba, solo había que saber manejar bien su significado.
Pero todo eso no importaba, porque la maldita Viuda Negra estaba viva. Bueno, no la Viuda Negra de antes, otra Viuda Negra, que por lo que hablaban, parecía ser más peligrosa. Bueno, igual de peligrosa, solo que antes estaba de nuestro lado, y si era cierto lo que Bruce decía, parecía que ya no era así, que estaba al mando de una organización rusa que a saber en qué trabajaban y para qué la querían.
- Tienes razón, pero mejor mañana, ya es tarde.- escuché que seguía diciendo Bruce.
- ¿¡Tarde!? ¿¡Qué hora es!?- exclamó el hombre de hierro.
Vale, tenía que empezar a reaccionar otra vez, porque el Sr. Stark empezaba a ser consciente de lo tirado que me había dejado. "A buenas horas" pensé, pero tampoco tuve tiempo de molestarme con él porque tenía que largarme antes de que se diera cuenta de que lo había escuchado todo y además, ¿cómo me iba a enfadar con él después de haber estado casi una hora espiándoles? Pero tenía que ser inteligente, cuando le viera comportarme como si le hubiera estado esperando en el taller todo ese rato.
Madre mía, quién me mandaba a mí, el peor mentiroso del mundo, a espiar a dos de las personas más inteligentes del planeta, parecía tonto, a veces.
- ... con Peter para trabajar en mi brazo, llego tardísimo.- volvió a exclamar el Sr. Stark.
En ese momento giré y me fui sin pensarlo dos veces. Intentaba no correr, no quería llamar la atención de nadie, ni siquiera de F.R.I.D.A.Y, pero tampoco podía permitirme andar como si nada, porque seguramente el Sr. Stark ya estaría saliendo del laboratorio y seguramente iría corriendo al taller.
Conseguí llegar al ascensor. Casi lo había conseguido. Solo necesitaba rezar porque el Sr. Stark no hubiera cogido otro ascensor secreto del que yo aún no supiera la existencia. Como había dicho, ese lugar era enorme, después de cuatro meses aún encontraba muchas habitaciones nuevas que no sabía que existían, pisos que todavía no había explorado bien, y ascensores por todas partes. Definitivamente el complejo no tenía nada que envidiarle a Hogwarts.
Salí del ascensor lo más rápido que pude y me metí en el taller. Lo había conseguido, no había nadie ahí todavía. Saqué algunos libros de clase y abrí la libreta, como si todo ese tiempo hubiera estado haciendo ejercicios que realmente nunca me habían mandado. Lo importante de una buena mentira eran los detalles.
No quería hacer sentir culpable al Sr. Stark, al fin y al cabo, era bastante importante la razón por la que llegaba tan tarde, y como había dicho, en esos momento yo era el que tenía más razones para sentirme culpable. Tampoco era para tanto ¿No? Al fin y al cabo lo iban a contar al día siguiente a todo el mundo. Solo tenía que relajarme y esperar.
- ¡LO SIENTO! ¡LO SIENTO! ¡LO SIENTO MUCHO!- entró gritando el Sr. Stark bastante agitado. Definitivamente había venido corriendo, lo que hizo que me sintiera más culpable- Te juro que no me he dado cuenta de la hora, quería pasar contigo la tarde, se me ha ido el tiempo sin darme cuenta, te lo compensaré, te lo prometo. Te invito a cenar esta noche donde quieras y mañana terminamos el brazo, pero por favor, no te enfades ni le digas nada a Happy.- todo eso lo dijo tan rápido que no sé si me hubiera enterado de no ser por mis súper sentidos.
No pude evitar sentirme feliz al escucharlo todo, me gustaba cuando sin darse cuenta me demostraba que realmente le importaba. Era una tontería, lo debería de saber ya sin que pasaran esas cosas, pero no lo podía evitar, al fin y al cabo, todos nos sentimos felices cuando nos dicen algo así, es casi un instinto humano. Aunque supongo que evitar una charla de Happy y posiblemente de Pepper si esta se enteraba, también tendría algo que ver.
- No se preocupe, Sr. Stark, he estado entretenido.- dije levantando la libreta con una sonrisa tímida, sin mirarle mucho a los ojos. Como le dije hace un tiempo a Steve, los ojos eran el espejo del alma, al menos en cuanto a mí se refería.
- ¿En serio? ¿Ni ceños fruncidos ni pucheros?- dijo el multimillonario con los ojos entornados en sospecha.
- Yo no hago pucheros.- contesté un poco indignado. Sabía que lo decía para molestarme, puede incluso que quisiera que me enfadara para no sentirse tan mal por llegar tarde, y como siempre que sacaba a relucir mi edad, lo conseguía.
- Vale, no los haces.- dijo levantando las manos en señal de rendición- ¿Entonces estoy perdonado?
- Sí, no se preocupe, casi ni me he enterado.- dije con otra sonrisa un poco tensa. Seguro que notaba algo, los segundos que estaba tardando en contestar le delataban. Era lo malo de conocerse demasiado bien. Tenía la esperanza de que en ese momento con que no me enfadara con él le bastara, pero estaba seguro de que en un par de días me volvería a sacar el tema.
- Entonces, ¿dónde quieres que vayamos a cenar?
