Los días que siguieron a esa conversación fueron extraños por no llamarlos de otra forma, empezando porque no fui a entrenar ninguna de las mañanas siguientes, principalmente para no encontrarme con Steve, a quien llevaba evitando toda la semana.

Era consciente de que había intentado hablar conmigo en varias ocasiones, pero no podía ni mirarle a los ojos, en esos momentos todavía dolía demasiado, y no podía aguantar que me dijera a la cara todo lo que había escuchado que le decía a Bucky ese día. Además, así era más sencillo, le estaba ahorrando explicaciones que no me tenía por qué dar, como bien dijo, fue únicamente un simple y tonto beso.

Un simple y tonto beso que todavía me removía el estómago al recordarlo.

Y por eso me odiaba. Me odiaba porque los abejorros seguían sin desaparecer al ver la sonrisa que me dedicó esa misma tarde cuando volví del instituto. Una sonrisa que no le pude devolver, lo que sé que le dejó confundido, al fin y al cabo, no tenía ni idea de que había escuchado toda su conversación esa misma mañana… pero es que simplemente no pude. Me sentía ridículo, un niño tonto que se había ilusionado con una mentira.

Me sentía un chiquillo que no sabía jugar porque no entendía las normas del juego.

Así que decidí alejarme a pesar de que sabía que en algún momento le tendría que enfrentar y escuchar cómo me decía que ese beso no había significado nada para él mientras me miraba a los ojos ¿Estaba siendo cobarde? Posiblemente, pero la realidad era que no me encontraba preparado para eso.

Así que esa semana pasé mucho tiempo con el Sr. Stark en el taller, con Morgan jugando o entrenando con alguno de los demás cuando volvía del instituto. Comía cuando sabía que él ya había comido y las veces que nos cruzábamos por el pasillo evitaba ni siquiera mirarle.

Rhodey estaba preocupado, se lo notaba en la mirada todos los días. Intentaba disimularlo, pero el ceño fruncido que ponía cuando Steve le hablaba le delataba. No es que no estuviera agradecido con él, todo lo contrario, le debía una muy grande por ocuparse de mí esa mañana, porque sin él hubiera terminado siendo un auténtico desastre. Consiguió que me calmara después de pedirle a Sam de la forma más discreta posible que nos dejara a solas. Entramos a la habitación y me preparó una taza de chocolate caliente sin preguntarme en ningún momento nada, y yo tampoco se lo conté, pero estaba seguro de que se podía hacer una ligera idea de lo que había pasado y de que no le hacía ninguna gracia.

Lo que pasaba es que me daba miedo cuál podría ser su siguiente paso.

No quería que se lo contara al Sr. Stark, eso nunca, porque solo con saber mis sentimientos hacia Steve le veía capaz de obligarme a dejar los Vengadores solo para alejarme de él, así que no me quería imaginar lo que podría llegar a hacer si se enteraba de lo que había pasado con todo detalle. Solo estaba seguro de que fuera como fuera, no acabaría bien. Porque el Sr. Stark tenía la mente muy abierta, hubiera aceptado prácticamente cualquier cosa que le hubiera dicho o hecho con mi vida, estaba seguro porque sabía que me adoraba… pero había algunos temas que eran intocables, y de forma muy disimulada el Capitán América era uno de esos. Cualquiera podría pensar que habían pasado muchos años, que el rencor ya estaba superado, y tendrían razón, no había rencor, no había enfados ni nada que echarse en cara cuando se trataba de su relación con Steve, pero cuando se trataba de Steve con alguna de sus personas intocables era un tema distinto, de la misma forma que cuando se trataba de Bucky. El Sr. Stark les había perdonado, pero no lo había olvidado, lo que a mí personalmente me parecía una forma muy poco sana de perdonar.

Lo que no podía negar es que esa semana había pasado algo muy positivo que llevaba tiempo retrasando por razones que realmente vistas desde la distancia no tenían ningún sentido.

Fue una tarde como otra cualquiera en el taller, era mi día libre y no me quedaba ningún trabajo de clase por terminar, así que decidí acompañar al Sr. Stark más tiempo del que habitualmente pasaba entre esas paredes.

Era relajante, trabajábamos en silencio con solo los Rolling Stones de fondo. Realmente necesitaba algo así para olvidarme del resto de problemas, y el taller era el sitio perfecto para lograrlo. Y en serio lo estaba consiguiendo, llevaba horas sin apenas pensar en el estúpido tema que me llevaba reconcomiendo todos esos días, pero había momentos en los que simplemente no lo podía evitar y revivía una y otra vez ese maldito beso en mi cabeza… revivía una y otra vez esa maldita conversación en mi cabeza… y simplemente hacía eso, darle vueltas una y otra vez a lo mismo, intentando buscarle una solución, una forma de arreglarlo todo sin sentirme tan mal como lo estaba haciendo, pero por mucho que lo pensara, no encontraba ninguna salida, lo que solo me frustraba más y más, era un bucle vicioso.

- Vale, chico,- la voz del Sr. Stark me sacó de mis repetitivos pensamientos para encontrarle mirándome con una ceja levantada- te he querido dar espacio porque comprendo que estás en una etapa de tu vida en la que lo último que buscas es que agobiemos, pero ya está bien.

Le miré con cara sorprendida, sin esperarme para nada ese discurso, empezando a ponerme nervioso por una conversación que no estaba seguro de cómo acabaría.

- No sé de qué me…- intenté defenderme inútilmente.

- ¡No!- exclamó sorprendiéndome mientras me señalaba con un dedo acusador- ¡No sigas por ahí! Ahorrémonos esta parte de la conversación en la que tú me lo niegas todo, yo te insisto y al final terminamos abriendo nuestros corazones.- dijo con ironía.

- Sr. Stark…

- Juro que algún día conseguiré que me llames Tony.- volvió a interrumpirme haciéndome reír y aliviando ligeramente la tensión creada en los últimos segundos.

Se podrían decir muchas cosas, pero nunca que Tony Stark no tuviera gracia natural, o don de gentes, por llamarlo de otra forma. El Capitán América podía dar los discursos más esperanzadores, pero solo Iron Man podía dar la cara delante de todo el mundo y convencerles para que le compraran una nevera a un esquimal.

- Es una batalla perdida, Sr. Stark.- le dije con una sonrisa.

- Una batalla, pero la guerra la ganaré yo.- me contestó removiéndome un poco el pelo- Ahora hablando en serio, hay alguien… especial ¿verdad?

Hubiera pagado por ver mi cara en ese momento. Estaba seguro de estar blanco cual mármol y con los ojos muy abiertos. Si hubiera sido un buen agente habría intentado disimular, dejar una cara de póker, vacía, sin sentimientos… pero yo era yo, y eso era algo que requería mucho tiempo corregir, así que aunque en ese momento intentara convencer al Sr. Stark de que estaba equivocado, sabía que sería imposible.

No era únicamente el que fuera él esa persona "especial", era el hecho de que el Sr. Stark ni siquiera sabía que era un él, y no un ella.

- Por tu cara adivino que no me he equivocado.- dijo con una media sonrisa.

- Yo… es más complicado que eso, Sr. Stark.- le contesté mirando al suelo, todavía un poco descolocado.

- ¿Por qué? ¿Pero esa persona sabe que te gusta? No es por alardear, pero yo podría darte varios consejos.

Pues claro que era por alardear, pero seamos sinceros, tenía todos los motivos del mundo para hacerlo ¿qué persona en su sano juicio no hubiera querido estar con él? Genio, millonario, playboy y filántropo. Cuando yo le conocí ya era otro hombre, estaba con Pepper casi prometido, pero no era de precisamente desconocimiento público cómo era su vida antes de eso.

- No creo que en este caso funcionaran.

Habría sido gracioso, conquistar al Capitán América gracias a Iron Man… gracioso para el resto porque el Sr. Stark se habría dado contra todas las paredes de la sede en el momento en el que se hubiera enterado.

- ¿Por qué no? Con mi ayuda y siendo tú mismo serás capaz de hacer que esa persona caiga rendida a tus pies.- dijo dándole giros a la llave inglesa que tenía en su mano… o al menos a una versión moderna de la llave inglesa que teníamos May y yo en el apartamento.

Pero entonces hubo un pensamiento que me llamó la atención... "esa persona", el Sr. Stark no paraba de decir "esa persona", no ella, si no "esa persona"... ¿Podía ser que sospechara algo? La sola idea me hizo ponerme nervioso.

Intenté no entrar en pánico, seguro que solo lo decía para no suponer nada de buenas a primeras, lo que realmente debería hacer todo el mundo, no suponer nada antes de confirmarlo. Eso era algo que siempre me había molestado, que aún viviendo en el siglo en el que vivíamos me costara tanto aceptar públicamente lo que era, porque a pesar de que sabía que nadie me trataría como a menos por mis preferencias sexuales, aún estaba ese miedo inculcado desde pequeños, esa necesidad de salir de un armario que la sociedad había construido a mi alrededor, de justificar lo que era y lo que quería ¿Por qué tenía que decir de cara a todo el mundo que era homosexual pero los heterosexuales no? Eran preguntas cuyas respuestas ya conocía, pero no me gustaban nada.

Por eso que el Sr. Stark no estuviera dando por supuesto nada me hacía por una parte sentir un alivio que ya sabía que iba a sentir con él sobre este tema, pero por otra parte me daba miedo, porque puede que lo dijera para demostrar ser de mente abierta, o puede que fuera porque sospechaba algo…

- ¿Esa persona?- pregunté, mirándole atentamente.

- Sí, bueno, no creo que sea un alienígena,- dijo con voz divertida y el ceño fruncido- aunque he de decir, que no sería la cosa más extraña que he visto ¿alguna vez te he contado lo del beso de Happy y Rhodey? Eso sí que fue extraño.

- ¿¡Que qué!?

- Sí, es una historia verídica, chico, ya te la contaré, no tiene pérdida.- contestó riéndose- Pero no te desvíes del tema, esto iba sobre ti y lo raro que has estado los últimos días.

Se hizo el silencio unas segundos en los que los dos nos quedamos mirándonos, una pequeña batalla de voluntades que sabía que tenía perdida desde el primer momento.

- Yo… sí que hay alguien.- admití tímidamente.

No podía mirarle a los ojos, en parte por vergüenza, en parte por miedo, en parte porque me sentía que le estaba traicionando de alguna forma por enamorarme de Steve Rogers. Y lo último que quería en esos momentos era decepcionar al Sr. Stark, el hombre que había cambiado mi vida 180º de un día para otro sin apenas enterarme, y eso era algo por lo que le estaría infinitamente agradecido.

- ¿Y cuál es el problema?

Volví a esperar unos segundos para contestar mientras cogía todo el aire que podía reunir.

- Él no siente lo mismo que yo.

Se quedó mirándome, sin ninguna reacción. No sabía cómo tomármelo, supongo que no se esperaba tampoco que lo dijera tan directamente, pero sentía que me había quitado un peso innecesario de encima, y solo por eso había merecido la pena.

Avanzó un pequeño paso hacia mí y me puso una mano en el hombro, mirándome con una sonrisa que logró tranquilizar la mínima posible duda que pudiera tener sobre el tema. No había ni un día en el que no me sintiera afortunado de tenerle en mi vida, pero en ocasiones como esa la gratitud era tal que no podía ni expresarlo con palabras.

- ¿Cómo estás tan seguro de eso?- dijo sin apartar la mirada de mí.

- Lo ha dejado bastante claro, Sr. Stark, yo… yo le escuché hablando con un amigo y dejó bastante clara su opinión.- terminé de hablar volviendo a bajar la mirada, volviéndola a levantar enseguida al sentir un apretón en mi hombro.

- Yep, si eso es así que le den por culo… pero no le digas a Pepper que he dicho eso delante tuyo. - dijo bajando la voz al final como si estuviera compartiendo un secreto, consiguiendo que me riera.

- No soy un niño, Sr. Stark.- repliqué sin esconder la diversión en mi voz.

- Hasta que no me llames Tony no me creeré eso.- exclamó apartando la mano de mi hombro- Pero hablando enserio, Pet, no le hagas ni caso a ese tipo, no sabe lo que se pierde, cualquiera se sentiría muy afortunado de estar contigo, además, como dijo el gran Óscar Wilde, nunca ames a alguien que te haga sentir ordinario.

- Solo lo dice porque me conoce.- contesté bajando la cabeza un poco avergonzado, sin estar acostumbrado a tantos halagos de ese tipo, al fin y al cabo, en el instituto nunca había sido un chico precisamente popular, nunca había ligado demasiado ni con chicas ni con chicos, aunque para ser sincero tampoco había estado nunca especialmente interesado en ello.

- Precisamente porque te conozco sé lo que me digo, chico, así que a partir de ahora solo quiero verte sonreír, y cada vez que pienses en ese chico piensa "que le jodan", y cuando te quieras dar cuenta no te acordarás ni de su nombre.

Si solo él supiera que no era ningún chico, que la persona de quien hablaba era un hombre, y no uno cualquiera, si no uno completamente imposible de olvidar. Era todo una mierda, pero a pesar de eso solo le miré asintiendo con una pequeña sonrisa de agradecimiento, al fin y al cabo, aunque hubieran cosas que no le pudiera contar, sentía que con esa conversación habíamos avanzado un paso más, lo que en esos días realmente me hacía falta.

Porque estaba harto de querer caminar y solo poder hacerlo marcha atrás.

...

Así fue cómo el Sr. Stark se enteró de que era gay. Le podría haber hablado del tiempo que hacía fuera y hubiera reaccionado igual de alarmado. Puede que fuera verdad lo que dijo Ned sobre los rumores que había del Sr. Stark y sus posibles relaciones con otros hombres, siempre me lo tomé como simples cotilleos de la prensa rosa, pero quién sabe. Fuera como fuera, sería una duda con la que podría vivir perfectamente.


No sabía si eran imaginaciones mías o esa semana había estado todo el mundo muy extraño.

Cuando me comentaron el nuevo equipo de Vengadores que pretendían formar y me preguntaron si me quería unir a ellos no dudé en aceptar, lo que nunca pensé es que mis compañeros fueran a ser tan reyes del drama ¿De Tony Stark? Me lo podía esperar ¿De Steve? Su exceso de heroicidad le hacía a veces un poco melodramático, pero ya está, nada fuera de lo común. Lo que no pensaba es que el complejo se convertiría en una guardería cuando venía Clint con sus hijos, que Rhodey no pararía de quejarse de que alguien le robaba sus cereales importados de Europa, que se escucharía a Pepper por todo el complejo gritándole a Tony lo desordenado que era como mínimo tres veces por semana, que Peter llegara una mañana llorando a lágrima viva a su habitación, justo al lado de la mía, por razones que desconocía… el día a día parecía una maldita comedia adolescente.

Pero esa semana todo había sido… muy distinto, la gente estaba especialmente tranquila, Bucky no paraba de mirar a todos con el ceño fruncido, especialmente a Steve, parecía que le estaba vigilando por alguna razón. Luego estaba Rhodey, que tampoco paraba de mirar a Steve, pero era diferente, parecía que le estuviera intentando hacer explotar una arteria solo con la mirada. No estaba seguro de si Steve era consciente y lo ignoraba o si se había dado cuenta de esas miradas. Y todo eso me olía raro, Peter esa mañana totalmente destrozado, Rhodey consolándole mientras yo me sentía inútil sin saber qué hacer o decir, Rhodey de repente que parecía que quería acabar con Steve, Bucky estudiando cada uno de los movimientos de este, casi como un guardaespaldas….

Y Steve…

Steve era otro que había estado muy extraño. No sonreía, no bromeaba como lo hacíamos normalmente, simplemente fruncía el ceño, como si no consiguiera encajar una pieza de un puzzle… y miraba a Peter, solo le miraba a él como si esperara algo, alguna reacción, cualquier cosa… pero Peter estaba claro que le estaba evitando… Peter Parker, ese adolescente granuja que parecía ser el centro de algo que no terminaba de entender. Solo podía suponer que Steve y el chico araña habían tenido alguna pelea, lo que me resultaba extraño, porque desde el primer día en Wakanda se habían llevado muy bien.

Por otra parte Tony y Bruce estaban más metidos en el trabajo de lo normal, aunque no era extraño, llevaban una semana entera buscando cualquier mínima información que nos diera una pista sobre Natasha, o bueno, sobre su clon. Todos sabíamos que sería una tarea complicada, al fin y al cabo, era una de las mejores espías que había conocido en mi vida, si no quería ser encontrada, no lo sería, pero nosotros también teníamos a los mejores, por lo que solo era cuestión de tiempo que esta Viuda cometiera un mínimo fallo y Hulk y el hombre de metal la localizaran.

No sabía cómo sentirme exactamente con el tema, es decir, había estado dos años huyendo de la mano con ella y con Steve después de esa llamada guerra civil, y realmente era una mujer que consideraba mi amiga. Puede que no tuviera la misma relación que ella y Steve, pero poco a poco nos habíamos ido abriendo el uno al otro, y me sentía una persona afortunada por ello, como si me hubieran regalado algo que solo tres personas en el mundo habían tenido la oportunidad de tener.

Pero murió, y realmente me afectó, después de todo, yo no tenía muchos amigos, nadie en este equipo realmente los tenía, era un pequeño precio a pagar por tener esa vida. Y luego, medio año después, dos científicos locos nos dicen que "ha vuelto", y definitivamente aún no tenía ni la más mínima idea de cómo me sentía respecto a eso, solo que haría todo lo que estuviera en mi mano para ayudar. Solo faltaba esperar, seguir con nuestra vida lo más normal que pudiéramos, hacer esas pequeñas misiones, esas ayudas al Gobierno, entrenar… hasta que Tony y Bruce descubrieran algo, lo que fuera, y entonces pasaríamos a la acción.

Así que ahí me encontraba, en los vestuarios de una de las salas de entrenamiento, con Steve y con Bucky preparándonos para entrar, y con esa tensión que llevaba en el aire toda la última semana.

Me resultaba insoportable, yo no estaba hecho para el conflicto, me gustaba estar feliz, me gustaba reírme, ver reír a mis amigos, hablar de las noticias de ese día, de los rumores que circulaban por la sede, charlar de cualquier cosa en general… y más después de haber vivido la muerte en una experiencia tan cercana como lo fue en el Lapso, quería aprovechar cada segundo de mi vida lo máximo que pudiera.

- Estáis muy callados ¿Algo nuevo esta semana, chicos?- dije con la esperanza de empezar una conversación normal, sin saber que esa pregunta iba a ser el principio de algo grande.

- Bueno, el otro día se olvidaron de cobrarme cinco dólares en el supermercado.- contestó Bucky con una pequeña sonrisa, que solo se permitía enseñar cuando estaba rodeado de nosotros- Creo que ha sido lo más destacable de la semana.

- ¡Oh! Ni Phileas Fogg habría tenido algo más interesante que contar.- bromeé, provocándole una pequeña risa- ¿Y tú, Steve?

Cuando escuchó su nombre se volvió hacia mí, con la expresión un poco sorprendida, como si se hubiera olvidado por un momento de dónde estaba.

- ¿Yo? Mmmms nada destacable, la verdad.

Había algo raro, algo en su voz… Steve nunca había sido ni el más alegre ni el más bromista, pero definitivamente pasaba algo.

- ¿Y tú? ¿Algo interesante, Sam?- me preguntó el susodicho.

- Que va, ha sido una semana más bien aburrida.- le contesté- Pero no sé si será cosa mía o noto a la gente un poco… chafada.

- ¿Chafada?- preguntó Bucky extrañado.

- Sí, está todo el mundo como muy calmado… demasiado, incluso.

- Bueno, con todo lo del Proyecto Viuda Negra es normal que estemos todos un poco con la cabeza fuera, no es algo sencillo de asimilar.- intervino Steve con voz monótona, como si fuera un discurso preparado.

- Ya, pero no es solo eso.- seguí sin darme por vencido- Es todo en general, ¿no habéis notado a Rhodey un poco raro?

Parecía que había tocado un punto sensible, porque Steve se giró a mirarme rápido, mostrando mucho más interés de lo que había demostrado en toda esa semana.

- ¿Y eso por qué lo dices?- cuestionó.

Había captado su atención, así que definitivamente iba a seguir por ese camino, hasta el final si hacía falta.

- No sé, es que hace una semana pasó algo muy extraño.- dije cruzando los brazos y mirándoles a los dos, que tenían la misma expresión de atención absoluta hacia lo que estaba apunto de decir- Era por la mañana, y me levanté más temprano de lo normal porque había quedado con Rhodey para ir a comprar unas cosas que hacían falta para el primer laboratorio, cuando de repente apareció Peter llorando, pero no llorando un poco, parecía realmente destrozado.

En ese momento sus caras habían dado un giro, Steve seguía con el ceño fruncido, como si siguiera intentando completar ese puzzle que le llevaba molestando toda la semana, mientras que la boca ligeramente abierta y los ojos que me miraban con asombro eran de Bucky.

- ¿Qué? ¿Qué le pasaba? ¿Qué dijo?- preguntó rápidamente Steve. Parecía un poco ansioso.

- No lo sé, Rhodey me echó lo más finamente que pudo, solo escuché cómo Peter decía que le dolía, pero no parecía tener ninguna lesión, fue todo bastante extraño, la verdad.

Si no hubiera conocido a Bucky hubiera pensado que tenía una absoluta expresión en blanco, completamente neutra… pero sí le conocía, y sabía que me estaba pidiendo con la mirada que dejara de hablar, pero eso algo que por supuesto no iba a hacer, pensaba descubrir qué estaba pasando de una vez por todas. Por su parte Steve había pasado a abrir mucho los ojos, si hubiéramos sido dibujos animados estaba seguro que en ese momento le hubiera aparecido una bombilla encendida encima de la cabeza.

- ¿Qué mañana era, Sam?- siguió preguntando el Capitán- ¿Fue el jueves pasado?

- Mmmms sí, si no recuerdo mal, sí.- respondí haciendo memoria.

Pasaron unos segundos de silencio antes de que Steve se girara hacia Bucky con la mirada más enfurecida que le había visto desde hace mucho tiempo. Pocas personas más tranquilas que él había conocido, puede que Bruce, por irónico que pareciera, pero era así, Steve era una persona calmada, de esas que te transmitían paz solo con estar en la misma habitación que tú, pero en ese momento… en ese momento no parecía él mismo y definitivamente no transmitía paz.

- Tú lo sabías.

No era ninguna pregunta, era una afirmación que Bucky no se molestó en corregir. Podría ser muchas cosas, pero nadie nunca podría decir que el Soldado de Invierno no iba siempre de frente.

En ese momento Steve cruzó el banco que les separaba y lentamente se encaró contra uno de sus mejores amigos. Había que decir que el Capi era una persona que imponía, ese maldito suero había hecho bien su trabajo.

- Nunca te levantas tan temprano, fuiste al gimnasio antes que nadie solo para interrogarme sabiendo a la hora que llegaba Peter. Por eso me insististe tanto con el tema, me extrañó en su momento que lo hicieras, pero ahora lo entiendo,- dijo con voz peligrosa- porque ese maldito día Peter llegó tarde y tuviste que improvisar un rato. Yo creía que esa mañana había faltado a entrenar por mi culpa, pero no fue así ¿Verdad?

He de decir que por nada del mundo le hubiera cambiado el puesto a Bucky en esos momentos, no sería yo quien se comiera toda la furia del Capitán. También he de decir que en esos momentos no estaba entendiendo nada.

- Insististe hasta que estuviste seguro de que lo había escuchado todo.- siguió cuando vio que Bucky no iba a contestarle- Por eso me lleva ignorando toda la maldita semana.

Lo que se estaba empezando a pasar por mi cabeza era una idea completamente loca, pero con cada palabra que decía Steve, con cara expresión que hacía, todo empezaba a encajar más y más.

Mientras, Bucky seguía quieto mirando a su amigo fijamente sin decir una sola palabra y sin cambiar ni un ápice su cara.

- Di algo, joder.- gritó al final Steve, dándole un puñetazo a las taquillas que habían detrás, aplastando completamente la zona que había impactado con su puño.

Eso se estaba poniendo intenso.

- Te lo dije todo esa misma mañana.- respondió finalmente Bucky, sin alterarse en lo más mínimo. No mostraba miedo, pero tampoco arrepentimiento- Esto no se trata ni de ti ni de él, nos afecta a todos, Steve, y lo sabes.

- ¿Cómo puedes decirlo así sin más?- dijo Steve retrocediendo un pequeño paso, haciendo que soltara un suspiro que no sabía que estaba conteniendo. Por su cara casi parecía que le habían dado un puñetazo- Se supone que eres mi amigo.

- Y eso no ha cambiado ni cambiará nunca, pero tú y yo sabemos que esto no va a terminar nada bien, y ahora el mundo no se puede permitir que nosotros bajemos la guardia, y menos por eso.

- Lo dices como si fuera una bobada.- le respondió Steve más calmado, pero no menos enfadado, podía ver cómo le temblaban ligeramente los puños de la fuerza que hacía con ellos.

- ¿Y no lo es?- preguntó Bucky alzando las cejas.

Después de eso hubo un silencio en el que solo se miraron mientras parecía que se estaban comunicando sin palabras. Yo solo miraba, intentando no intervenir, sintiéndome un poco culpable por haber provocado esa pelea, pero en ese momento la incredulidad ganaba por goleada a la culpabilidad, porque si no estaba entendiendo mal, Bucky estaba dando a entender que entre Steve y el chico araña, que tan descaradamente se había ganado un hueco en nuestras vidas esos últimos seis meses, había algo más que una simple amistad.

Y que no se me malinterprete, no es que estuviera en contra de ello, simplemente que me hubiera imaginado antes a Hulk bailando en tutú en pleno Times Square que eso.

- No tienes ni idea de nada, Bucky.- dijo Steve al final, retrocediendo varios pasos y por fin desviando la mirada del Soldado de Invierno para salir de los vestuarios.

Suponía que el entrenamiento acababa de cancelarse.

- Yo no te obligué a decir nada, Steve, fueron tus propias palabras.- comentó Bucky justo antes de que el Capitán cruzara la puerta, provocando que se detuviera- Ten cuidado con lo que haces, tus actos no te repercuten solo a ti.

Steve se detuvo unos segundos más, suponía que pensando si contestarle o seguir adelante, y suponía que se decantó por esa última, porque terminó cruzando la puerta sin mirar atrás ni por un instante.


Estaba en mis habitaciones escuchando música. Nunca había sido una persona que escuchara muchísima música. Me ponía mis auriculares en el metro, en el autobús… suponía que como casi todo el mundo, pero desde hacía tiempo el Sr. Stark estaba intentando que compartiéramos gustos musicales, decía que quería que sintiera el taller como si también fuera en parte mío, y después de esa declaración, ¿cómo no iba a intentarlo?

Llevaba un buen día, lo que era lo mismo que decir que ese día había conseguido estar muy distraído, así que cuando terminé los deberes me puse el pijama, la música a todo volumen y me escondí entre las paredes de mi habitación. No pensaba bajar a cenar, me cogería un yogur de los que tenía guardados en mi nevera para no tener que bajar al comedor en caso de emergencia, y me iría a dormir. Llevaba unos días que se me había quitado el hambre, y por ahora había conseguido disimularlo, pero sabía que no pasaría mucho tiempo hasta que alguien se diera cuenta y me empezara a dar la tabarra con el tema.

"Toc, toc"

Lo bueno y lo malo de mis sentidos arácnidos era que lo podía escuchar todo. Por muy alta que tuviera la música me podía enterar de todo, y mis compañeros lo sabían, así que esa no era precisamente una excusa para no abrir la puerta, así que con todas las ganas que conseguí reunir me levanté de la cama y me dirigí a abrir la puerta.

"Toc, toc"

- ¡Ya voy!- grité mientras calzaba.

Llegué corriendo a la puerta y no esperé más para abrirla, pero definitivamente no esperaba a la persona que estaba al otro lado de la puerta. Tenía puesta ropa de deporte y llevaba los pelos alborotados, como si hubiera venido corriendo, pero a pesar de eso no parecía nada fatigado.

- ¿Steve?