No recordaba cuál era la última vez que me había sentido tan furioso. Ni siquiera en la batalla contra el ejército de Thanos fue así, me pude sentir desesperado, devastado, cansado, dolorido, esperanzado al final… pero nunca furioso como en ese instante.

Andaba rápido por los pasillos sin reparar realmente en quién o qué se me cruzaba, solo seguía mi camino con el corazón palpitando demasiado rápido, y no estaba seguro de por qué. O mejor dicho, sí sabía el por qué, pero no era por un motivo, era por muchos.

Principalmente por Bucky, aquel que se hacía llamar mi mejor amigo desde que tenía uso de razón, desde antes de que me convirtiera en el símbolo de América.

Traición.

Era la única palabra que se me venía a la cabeza si pensaba en él en esos momentos. No entendía cómo se atrevía a mirarme a la cara después de haber intentado alejar voluntariamente a la única persona por la que había sentido algo así desde hacía ya tantos años que casi ni lo podía recordar. No entendía cómo se atrevía a mirarme a la cara después de haber intentado quitarme una de las principales razones por las que sonreía desde hacía tantos meses. No entendía cómo podía mirar a la cara a Peter sabiendo que había buscado hacerle ese daño de forma completamente consciente.

Y lo peor es que en parte le entendía, en serio que lo hacía, porque yo también sabía lo que podía llegar a suceder si los demás se enteraban de lo que estaba pasando… si Tony se enteraba de lo que estaba pasando. Pero eso no justificaba nada, absolutamente nada porque lo que pasara entre nosotros o no, no era de su incumbencia, no era una decisión que le tocara a él tomar, si no a Peter y a mí ¿Era algo que podría llegar a destruir otra vez a los Vengadores? Me parecía un pensamiento muy extremista, ¿verdad? Aunque por otra parte, la última vez que nos enfrentamos fue el orgullo el principal responsable de la separación del equipo, el orgullo tanto de un bando como de otro, porque este mal usado podía llegar a convertirse en un arma tremendamente peligrosa.

Fuera como fuera, como había dicho, era una decisión de dos personas en la que, por muy buenas intenciones que tuviera Bucky, nunca se tendría que haber metido, y menos a costa de hacerle daño a alguien y por eso estaba tremendamente furioso con él. Y solo me enfadé más cuando vi que a pesar de todo no mostraba ni un ápice de remordimiento, para él el fin justificaba los medios, pero para mí esos medios habían sido demasiado ruines. Ruines hasta el punto de conseguir que una persona que era completamente luz se apagara, y eso era algo que no le podía perdonar así como así.

Había que admitir que había sido inteligente, ni lo vi venir esa mañana. Suponía que se había imaginado lo que había pasado entre el chico araña y yo cuando me vio seguirle después de que se fuera a mitad de esa cena. Y de todas formas, aunque no hubiera pasado nada entre nosotros, Bucky estaba dispuesto a que yo dijera algo que hubiera herido a Peter de una forma u otra para alejarle de mí como al final consiguió. Por eso se propuso llegar al gimnasio a la mañana siguiente antes que Peter, jugando con mis dudas sobre si iría a entrenar después del beso interrumpido que tuvimos. Por eso no sospeché cuando no le vi aparecer, me imaginé que no se había atrevido a enfrentarme y me propuse hablar con él esa tarde. Así que cuando Bucky me empezó a interrogar no vi ningún peligro en mentirle simplemente para que no se interpusiera. No quería que si realmente estaba pasando algo entre Peter y yo se viera ensuciado por la opinión de Bucky, porque ya me había dejado bastante claro qué era lo que pensaba. Así que le mentí, le dije todo lo que quería escuchar para que me dejara en paz. Pero eso fue justo lo que él buscaba.

Cuando me di cuenta de que Peter me evitaba no entendí nada. Intenté hablar con él varias veces, pero siempre evitaba quedarse a solas conmigo, y cuando intentaba acercarme encontraba cualquier excusa para irse. Al final pensé que se había arrepentido, que yo había leído mal la situación, al fin y al cabo, no era ningún experto en los temas del corazón a pesar de mi larga edad. Me dolió pensar que eso era lo que había pasado, me dolió pensar que nada volvería a ser lo mismo entre nosotros, quería acercarme a él aunque fuera para decirle que si realmente se arrepentía, que fingiera que no había pasado nada, lo que fuera con tal de poder seguir estando cerca de él. Pero me seguía evitando, y decidí darle espacio.

Entonces me enteré de la verdad e hice lo que debería haber hecho hace días. Ir a hablar con Peter, quisiera escucharme o no.

"Toc, toc"

Toqué a la puerta y esperé... pero nada.

"Toc, toc"

Volví a probar y esa vez pude escuchar murmullos sin realmente entender lo que decían, pero que me confirmaban que estaba dentro.

El corazón se me empezó a acelerar otra vez. Daba las gracias al suero que me habían inyectado, porque con la forma física y todas las enfermedades que tenía antes de que me lo pusieran, estaba seguro de que no podría haber sobrevivido a esos nervios.

¿Qué le iba a decir? Ni siquiera lo había pensado ¿Le decía directamente todo lo que había pasado? ¿Intentaba suavizar un poco el terreno primero? Esperaba que no estuviera realmente enfadado conmigo, aunque comprendía completamente que lo estuviera, era consciente de cuáles eran las palabras que había utilizado esa mañana, y de que eran tremendamente duras, sobre todo para el corazón de un adolescente como Peter, y me odiaba por ello.

No pude pensar mucho más porque en ese momento abrió la puerta. Llevaba el pijama, suponía que se pensaba ir pronto a dormir, como había hecho durante toda la semana, cosa extraña en él. Tenía las ojeras más marcadas de lo habitual y el pelo bastante despeinado, aunque imaginaba que el mío no se vería mucho mejor.

- ¿Steve?- preguntó extrañado más para él mismo que para mí.

- Tenemos que hablar.- dije firme al mismo tiempo que entraba a la habitación sin su permiso. Pensaba aclarar las cosas sí o sí, y no me iría hasta que me escuchara.

- ¿Qué estás haciendo?- exclamó con sorpresa detrás mío mientras cerraba la puerta para que nadie escuchara nada que no debiera escuchar, al fin y al cabo, en la sede las paredes tenían oídos casi literalmente.

- Tenemos que hablar.- repetí mirándole directamente-. Aclarar lo que pasó…

- No hay nada que aclarar, está todo más que claro.- respondió dejando entrever furia en la voz- No hace falta que vengas aquí a justificarte por nada, no tienes por qué darme explicaciones, no me debes absolutamente nada.

- No es nada de eso, Peter, no es nada de lo que piensas, solo…

- No se lo contaré a nadie, si es eso lo que te preocupa.- me volvió a interrumpir alejándose un paso de mí.

Ya no me miraba a la cara, miraba al suelo y se mordía el labio inferior con una expresión afligida, lo que hizo que se me encogiera el estómago. Todo era mi culpa, mi maldita culpa y empezaba a plantearme qué hacía ahí intentando justificar nada. Puede que hubiera sido mejor para los dos que simplemente hubiera aceptado que no había funcionado y haberlo dejado pasar, pero había algo que me hacía querer estar ahí, o más que querer, necesitar estar ahí, que él comprendiera que lo que había pasado me había parecido increíble, y que si no funcionaba entre nosotros fuera porque él no quisiera, no porque yo no lo hubiera intentado.

- No es eso, Peter.- dije acercándome hasta quedar justo en frente de él-. Para nada es eso… mírame a la cara, por favor.- le pedí en voz baja.

Levantó los vista y me miró directamente. Me sentí la mayor mierda del mundo cuando vi lo húmedos que tenía los ojos. Lo intentaba evitar, estaba seguro, porque si algo sabía de él era lo poco que le gustaba que la gente le viera decaído, pero no podía disimular la decepción y el dolor reflejados en su mirada.

- Steve…- dijo con voz pobre, parpadeando varias veces seguidas para limpiarse los lágrimas no derramadas-. Sé cómo eres, pero no hace falta que en esto seas blando conmigo, puedo aceptarlo.

- Lo que escuchaste esa mañana fue un truco, Peter, nada era verdad.- dije por fin, sin querer irme más por las ramas.

- ¿Perdón?

- Bucky descubrió hace tiempo lo que pasaba entre nosotros, probablemente antes que nosotros mismos.- hablé soltando una risa sin humor-. No lo aprobaba, y se propuso acabar con ello porque creía que volvería a destrozar al equipo. De alguna forma se dio cuenta de lo que pasó la noche que te seguí a tu habitación y la mañana siguiente me interrogó sobre el tema.

Paré un segundo a coger aliento. Él solo me miraba con los ojos muy abiertos y una expresión neutra, lo que no sabía si tenía que alegrarme o asustarme

- Sabía que yo tendría dudas sobre si aparecerías esa mañana en los gimnasios, por eso cuando empezó a interrogarme sobre lo que había pasado y a decirme lo mal que estaba, simplemente le dije lo que creía que quería escuchar, porque no quería que se interpusiera para nada, pero ni por un segundo me imaginé que tú lo escucharías todo yyy… solo necesitaba decirte que era mentira, que no me arrepiento de nada, que lo volvería a repetir sin pensarlo dos veces fuera cual fuera el precio, y que definitivamente lo disfruté como hacía tiempo que no había disfrutado algo.- terminé sin aliento, mirándole muy fijamente a los ojos, queriendo que leyera en ellos la verdad de mis palabras.

Pero pasaron los segundo y Peter simplemente seguía ahí enfrente mío, mirándome sin decir nada y yo me empezaba a poner nervioso.

Abrió la boca como si fuera a decir algo, pero la volvió a cerrar y apartó la mirada mientras se frotaba los ojos con las manos, echando la cabeza para atrás como si estuviera cansado de todo y simplemente quisiera acostarse y olvidarse del mundo. Lo que probablemente era cierto.

Me moría porque dijera algo, porque me mandara a algún maldito lugar innombrable si era lo que realmente quería, pero que lo hiciera de una vez y terminara ese suplicio.

- Yo…- habló al final, provocando que se me cortara el aliento- no tengo ni idea de qué decir.

Seguía sin mirarme, pero el que no hubiera habido una negativa directa me alivió porque significaba que aunque fuera mínima, existía una oportunidad.

- Es normal, no hace falta que digas nada, solo necesitaba que supieras la verdad.- dije con la voz muy baja, sabiendo que me escucharía perfectamente.

- Si te soy sincero, no sé si quiero abrazarte o pegarte.- declaró girándose a mirarme por fin.

- Puedes hacer las dos cosas.- le contesté con una pequeña sonrisa, en un desesperado intento de aliviar un la tensión.

- Steve… yo… te creo, en serio que lo hago, pero…- dijo dudando, mordiéndose otra vez el labio inferior de esa forma que en secreto tanto me gustaba- fuera por lo que fuera, dijiste lo que dijiste ¿entiendes? Bucky… no sé por qué hizo nada de eso, me lo puedo imaginar, pero no lo entiendo bien, pero sea como sea… él no te obligó a decir nada, pero lo dijiste, y fue tan real, Steve…

Terminó de hablar con un pequeño quejido en la voz que me atravesó directamente el pecho.

No pude evitar recordar las últimas palabras de Bucky "Yo no te obligué a decir nada, Steve, fueron tus propias palabras", y en ese momento me odié por ellas, odié el momento en el que se me ocurrió que era buena idea decirlas, y quería odiar a Bucky por hacer que las dijera, pero los dos tenían razón, él no me obligó a decir nada, fue mi propia metedura de pata, y era algo que tenía que arreglar yo solo, sin echarle culpas de más a nadie.

- Lo sé, Peter, pero tienes que creerme, no pienso de ninguna de las maneras nada de lo que dije, yo…

- Lo sé, Steve, te he dicho que te creía.- me interrumpió secamente-. Pero lo que quiero decir con esto es… ¿Qué va a pasar con nosotros? Dices que te gusto, que te gustó lo que pasó ese día, ¿pero y luego qué? ¿A dónde pretendes que evolucione esto? ¿Lo has pensado?- siguió muy serio, mirándome directamente a los ojos- Si no eres capaz ni de decírselo a uno de tus mejores amigos… ¿Qué pasará el día de mañana? No quiero suponer nada, no quiero decirte con esto que quiera que te arrodilles ya y me pidas que estemos juntos toda la vida, eso sería una auténtica tontería… pero tampoco quiero empezar algo con alguien que yo no esté seguro que el día de mañana tenga el coraje de dar la cara por lo nuestro. Porque si yo empiezo algo contigo, Steve, no quiero que sea una noche y si te he visto no me acuerdo, me gustas un montón y si no va a llegar a nada prefiero que lo dejemos aquí y nos ahorremos los dos malos tragos.

Terminó de hablar soltando un pequeño suspiro que parecía que llevaba con él un peso que le llevaba molestando mucho tiempo. Estaba algo sonrojado, le conocía lo suficiente como para saber el valor que había tenido que reunir para decir eso y la vergüenza que había pasado al hacerlo, pero parecía feliz, aliviado, y lo más importante, estaba tremendamente firme en lo que había dicho, y yo… bueno, estaba intentando que en esos momentos mi cerebro fuera a más de dos por hora.

¿Que si quería empezar algo con él? Tenía claro desde hace tiempo que la respuesta a eso era un sí, pero nunca había pensando más allá, simplemente lo había supuesto todo, y creía que Peter también lo habría hecho. Todos sabemos de la época de la que venía, mi idea sobre relaciones puede que estuviera un poco anticuada, por lo que siempre di por supuesto que empezar algo con alguien era comprometerme con esa persona, simplemente no me gustaba la idea de algo pasajero… lo respetaba, pero no lo compartía, no era un pensamiento que me llenara.

- Vale, paso por paso.- empecé, intentando ordenar lo que quería decir y hacerme entender bien-. Creo que me conoces lo suficiente para saber que no me gustan las relaciones pasajeras, soy bastante anticuado para eso, así que si decidimos intentar algo lo haré en serio, porque también me gustas mucho, Peter Parker.

Tenía su absoluta atención puesta en mí. Se había calmado un poco, ya no respiraba rápido, es más, diría que estaba conteniendo el aliento mientras me escuchaba. Estaba tan nervioso como yo, de eso estaba seguro.

Me armé de valor para acercarme dos pequeños pasos a él, acortando la distancia que nos separaba a un simple palmo. En todo ese tiempo no había dejado de mirarme, pero al acercarme tanto había provocado que tuviera que alzar un poco la cabeza, al fin y al cabo, le sacaba algo más de una frente, lo que para mi era una altura más que perfecta.

- Y no te puedo decir ni prometer qué va a pasar en el futuro, solo te puedo asegurar que si en este momento decidimos arriesgarnos, lo vamos a hacer juntos, y si el día de mañana seguimos arriesgándonos, lo seguiremos haciendo juntos.- seguí hablando mientras cogía lo más suavemente que podía su barbilla entre mis dedos, dándole tiempo de sobra para separarse si era lo que quería.

Pero no lo hizo.

Le miré un segundo a los ojos, perdiéndome entre los orbes marrones en los que llevaba tantos meses pensando, muchas veces sin ni siquiera darme cuenta, pero ya no era así, me estaba arriesgando, y cuando uno se arriesga tiene que jugárselo todo a una. Eso era lo que pensaba hacer, porque todo lo que tenía merecía la pena arriesgarlo por pasar un simple segundo más mirando esos ojos… esos ojos que me miraban con miedo, miedo a estar equivocándose, pero también con curiosidad y con el mismo deseo que estaba seguro que se reflejaba en los míos.

Incliné la cabeza lentamente, no quería apresurar las cosas, ni quería que él se sintiera presionado, pero el corazón me funcionaba cada vez más deprisa, y si me concentraba bien podía escuchar cómo el suyo también lo hacía. Juntos sonaban casi como una melodía.

Junté nuestras frentes, podía sentir su aliento mezclándose con el mío, era algo excitante y emocionante. Él no se movía, estaba completamente quieto y con los ojos abiertos, mirándome cada vez con más ganas y menos dudas, así que no vacilé ni un instante más antes de terminar de inclinar mi cabeza, cerrando los ojos al mismo tiempo.

Sus labios se sentían tan bien como la primera vez que los probé. Eran suaves, todo lo contrario a los míos, y sabían a chocolate, lo que no era algo extraño, porque dos de cada tres veces que le veía tenía un trozo del dulce en las manos.

Pero él seguía quieto, no se movía, y al entreabrir los ojos pude ver cómo tenía los suyos cerrados pero el ceño ligeramente fruncido. Tenía dudas, y no le podía culpar ya que uno de los grandes culpables de ellas era yo mismo, pero estaba empeñado en demostrarle que no tenía nada que temer. Al menos no mientras yo estuviera a su lado. Así que bajé los brazos y le rodeé la cintura, acercándole suavemente a mí, como él hizo aquella primera vez hacía una semana.

Pude notar cómo se tensaba ligeramente al principio, y cómo se relajó unos segundos más tarde subiendo las manos a mi pecho, para luego volver a bajar una a mi cintura y subir la otra hasta rodear mi cuello, acercándose hasta que el espacio entre nosotros se hizo inexistente. Sus labios se empezaron a mover contra los míos, parecía una especie de juego, pero con Peter todo era así, malditamente excitante y divertido.

Presioné mi lengua contra sus labios con más brusquedad de la que me habría gustado, pero con cada segundo que pasaba perdía un poco más la razón y simplemente me dejaba llevar, como debería haber hecho hacía semanas… hacía meses.

El beso siguió volviéndose cada vez más intenso, las ganas acumuladas se desataban con más fuerzas cada segundo, hasta el punto de volverse agresivo. Sentí los dientes de Peter morder mis labios, y yo solo quería hacerle lo mismo, sentir lo mismo que él acababa de sentir. Así que lo hice, ganando un suave quejido de su parte que provocó que la excitación aumentara en mí como nunca antes lo había hecho.

Hacía calor.

Hacía mucha calor y yo sentía que perdía todo control que me quedaba sobre mí mismo. Apreté más sus caderas subiéndolas un poco, instándole a subirse y rodear mi cintura con sus piernas, provocando que nuestras erecciones frotaran.

Estaba ardiendo.

Era como si hubiera una maldita llama dentro de mí que luchaba por salir.

Pero no se subió, y en ese momento se alejó de mí con un gemido, dejando un pequeño rastro de saliva entre nuestros labios que enseguida desapareció. Me miraba otra vez con esos ojos que en ese instante podrían haber conseguido cualquier cosa de mí, porque no pensaba, mi cabeza era un completo caos, como si alguien la hubiera metido a una maldita batidora.

Aún estábamos en la misma posición, mis manos seguían firmes en su cintura y definitivamente no quería apartarlas de ahí.

Peter respiraba rápido, tenía el pelo ligeramente despeinado y los labios hinchados, lo que me hizo sentir cierto orgullo al darme cuenta de que era yo y solo yo quien había provocado que estuviera así.

- ¿Entonces?- preguntó con un hilo de voz.

- ¿Entonces qué?

- Nosotros… esto.- dijo apartando la mano de mi cintura para señalarnos primero a uno y luego al otro con un gesto.

- Mantengo todo lo que he dicho antes.- declaré firmemente.

Me miró otra vez con el ceño algo fruncido. Bajó la mirada hacia nuestros pies, sin hacer el amago en ningún momento por separarse, cosa que interiormente agradecí. Volvió a mirarme, todavía serio pero con algo de diversión reflejada en la voz.

- Sabes que se puede liar muy gorda.

- Lo sé,-reí- pero me quiero arriesgar, porque si no, sé que me voy a arrepentir toda mi vida.

- Como se entere el Sr. Stark…

- No se tiene por qué enterar.- le corté rápido, sabiendo por dónde iba su hilo de pensamientos.

- No quiero ocultarle algo tan grande…- dijo apretando un segundo los ojos como hacía siempre que pensaba en algo que le preocupaba-. Él sabe que me gusta un chico.

Eso era una sorpresa. No había pensado mucho en el tema, y realmente tampoco sabía del todo la profundidad exacta de la relación entre ellos, solo lo que todos podíamos ver desde fuera como meros espectadores, pero suponía que Peter estaría tan dispuesto a guardar en esos momentos la relación que nos unía, que no le habría dado ni una sola pista a Tony que pudiera acercarle a la verdad.

- ¿En serio?- exclamé sin esconder mi asombro- Supongo que se lo tomó bien.

Era consciente de la aceptación que había con la orientación sexual en esa época, y más todavía durante el Lapso, cuando la gente estaba tan destrozada que ni se molestaban en ofenderse ni indignarse por nada, solo estaban hundidos en su propio dolor. Pero fuera como fuera a mí me criaron de otra forma, y aún a veces me sorprendía la facilidad con la que se hablaba de ciertas cosas que cuando yo era joven estaban tan mal vistas.

- Por supuesto.- dijo con una ligera sonrisa-. Lo que no sé si se tomará también es esto.

Obviamente se refería otra vez a nosotros. Y ahí estaba el gran inconveniente, el rey del tablero, Tony Stark. De una forma u otra, por mucho que lo intentáramos evitar siempre terminábamos siendo él o yo. Nunca él y yo.

- Bueno, tendremos tiempo para pensar en eso, ahora mismo solo me apetece mimarte.- me interrumpí para darle un beso en la mejilla-. Abrazarte.- me volví a parar para darle un beso en la otra mejilla-. Y besarte.- terminé dándole un beso en los labios.

Definitivamente besarle cuando me apeteciera era algo a lo que podría acostumbrarme sin mucho esfuerzo.

- Sabes que es capaz de volver a empezar otra Guerra Civil.- dijo riéndose por los besos, envolviendo esa vez mi cuello con sus dos brazos y acercando peligrosamente nuestras caras.

- Él solo se preocupa por ti.- le contesté rozando nuestras narices.

- Lo sé, igual que yo me preocupo por él, pero me sigue dando miedo su reacción.- dijo con voz preocupada, pero su cara sonriente dejaba ver lo contrario.

- Estoy seguro de que nos sorprenderá.- hablé sin estar del todo convencido de mis propias palabras-. Ha cambiado mucho desde que es padre.

- Eso es cierto.- dijo soltando una pequeña risa-. Pero bueno, no importa, ahora solo quiero pensar en nosotros.- terminó escondiendo la cabeza en el hueco de mi cuello.

Nosotros… definitivamente sonaba bien.