- ¿Cuál es tu color favorito?

Era un sábado por la tarde como otro cualquiera en Nueva York, el cielo resplandecía, no había ni un atisbo de nubes en el horizonte, cualquiera pensaría que era la tarde perfecta para salir y dar una vuelta. La ciudad irradiaba vida allá donde miraras, parejas tomadas de la mano, grupos de adolescentes bromeando, niños gritando felices… pero de nada de eso éramos consciente nosotros, encerrados en mis habitaciones, con la televisión sin volumen de fondo y una manta cubriendo nuestras figuras recostadas en el sofá. En esos instantes podría haber comenzado una tercera guerra mundial y no nos habríamos dado cuenta. Nosotros, dos tontos enamorados encerrados en una burbuja, aprovechando todo lo que pudiéramos antes de que esta explotara.

Y era feliz. Realmente feliz.

Habían pasado dos semanas desde que Steve se presentó en mis habitaciones sin avisar. Dos semanas que nos habíamos estado conociendo más allá de lo que ya sabíamos. Porque quería saberlo todo de él, desde su libro favorito hasta el nombre de su primera mascota. Todo me parecía fascinante. Por eso aprovechábamos cada segundo que los dos teníamos libre para vernos.

Normalmente nos juntábamos después de cenar en mis habitaciones, porque las suyas estaban al lado de las de Bucky, y Steve seguía tremendamente enfadado con él. Yo no sabía cómo sentirme, por una parte le comprendía, incluso compartía esos sentimientos, pero por otra me daba pena ver como dos amigos que habían pasado por tanto y que a pesar de todo seguían juntos se distanciaban de esa forma, y más cuando en parte sentía que era culpa mía. Steve me repetía una y otra vez que no, y realmente yo también lo sabía, pero no podía evitar pensar que si yo no hubiera entrado en ese equipo, ellos nunca habrían tenido ningún motivo por el que discutir.

Por otra parte estaba Rhodey, al que le había contado todo después de que un día me cogiera por banda exigiéndome saber el por qué volvía a estar tan cercano son Steve después de que él mismo me hubiera tenido que consolar esa mañana por algo que, en su cabeza, el Capitán me había hecho. Así que se lo tuve que contar todo. Y por eso cada día le intentaba evitar con más ímpetu, porque cada vez estaba más insistente en que le tenía que contar todo al Sr. Stark cuanto antes. Y tenía razón, supongo que en parte por eso no quería escucharle, como he dicho, estaba muy feliz en nuestra burbuja.

Pero me daba miedo la reacción del hombre de hierro, y más con el mal humor que había estado arrastrando las últimas semanas por la falta de información que tenían sobre el paradero de la Viuda Negra. Tanto él como Bruce estaban muy frustrados porque habían mirado en todas partes, habían agotado todos los recursos que tenían, habían ahondado en el corazón más profundo de Internet y no tenían nada, únicamente varios posibles rastros que siempre terminaban volviéndose humo. Esa nueva Natasha Romanoff era como un maldito fantasma… pero un fantasma tremendamente peligroso.

Por eso me decía a mí mismo que ese no era el mejor momento para explicarle al Sr. Stark mi situación. Realmente era una excusa, y yo era consciente de ello, pero en mi cabeza era aceptable por el momento.

Así que ahí me encontraba ese sábado por la tarde, compartiendo un chocolate de sobre (mi especialidad) con Steve, hablando de todo y de nada, disfrutando de la compañía del otro como nos habíamos asegurado de hacer esas semanas, en las que aprovechávamos hasta los pasillos vacíos para... conocernos más profundamente.

Era todo tremendamente emocionante y nuevo para mí, ni siquiera había besado a nadie antes que a él. Bueno, eso es mentira, en primero había besado a Jessica Martin, una compañera de clase durante un campamento de verano como parte de un estúpido juego que se habían empeñado en hacer varios compañeros que ya para aquel entonces tenían las hormonas revolucionadas. Pero ese beso no se pareció en nada a los que me daba Steve, y ni por asomo me provocaban las mismas sensaciones. Con Jessica notaba frío, y con Steve notaba un fuego que surgía desde mi interior hasta hacerse casi insoportable.

A pesar de todo no habíamos pasado de eso, besos calientes, frotes por encima de la ropa… era tremendamente frustrante, pero no sabía cómo llevarlo a más. Cuando parecía que íbamos a ir más allá, Steve se apartaba y me daba un último beso en la nariz o en la mejilla antes de alejarse un poco de mí. Era adorable, pero ya no sabía exactamente cómo tomármelo, ¿es que no quería ir más allá conmigo? ¿O era que no quería que me sintiera presionado de ninguna forma? ¿Le echaría para atrás inconscientemente que fuera un hombre? ¿Sería por mi edad? Físicamente realmente no nos distanciaban tantos años… No sabía qué pasaba y realmente me daba miedo preguntar… o mejor dicho, me daba miedo cuál sería la respuesta.

- Azul claro.- le contesté.

- ¿En serio?- preguntó con una suave risa-. Hubiera jurado que era el rojo.

- ¿Por mi traje?- me reí mientras él asentía con una pequeña sonrisa-. No, el rojo me gusta, pero el azul… no sé, me da más calma, aunque suene tonto.

- No suena tonto.

Esa era una de las cosas que más me gustaban de él. Dijera lo que dijera nunca me tomaba por un crío, nunca creía que lo que decía fuera una tontería, podía hablar sin ninguna preocupación, y cada cosa que dijera él la consideraba importante. Era realmente reconfortante.

- ¿Y el tuyo?- le pregunté yo.

- El verde oscuro.

- Vale, eso nunca lo habría adivinado.- dije con una sonrisa, a la vez que él dejaba la taza de chocolate ya vacía sobre la mesa y juntaba nuestras manos por debajo de la manta. Esperaba que alguna vez mi corazón se acostumbrase a esos gestos- ¿Por el ejército?

- No… bueno, sí… no lo sé realmente, puede ser… hace ya tantos años que lo pensé que realmente no lo recuerdo bien, simplemente lo sé.

- La edad te está empezando a pasar factura.- bromeé estirando las piernas en el sofá que había abierto para hacer más grande, y acurrucándome en su pecho mientras me reía.

Pude ver de reojo como me miraba indignado, igual que hacía cada vez que me burlaba de su edad, pero no me apartó, al contrario, me rodeó con sus brazos para acercarme más a él.

- Ya te gustaría estar así de bien a los cien años.- dijo con voz divertida, apoyando su barbilla en mi cabeza.

- Para eso quedan muchos, muchos, muchos años.- seguí la broma girando la cabeza para mirarle directamente a la cara, a lo que me contestó con un beso rápido que me hizo sonreír más, si es que a esas alturas eso era posible-. Más de ochenta.

- A veces se me olvida lo joven que eres.- dijo frunciendo un poco el ceño, pero sin quitar la sonrisa-. Me siento un pervertido.

- Soy yo el que tiene un novio de cien años.

Su sonrisa se esfumó y solo me miró muy serio. Me empecé a preocupar creyendo que en algún momento podía haber llevado la broma más allá de lo que debería, empecé a analizar en mi cabeza las últimas frases que había dicho, pero antes de que pudiera entrar en pánico habló.

- ¿Novio? ¿Eso es lo que somos?- su voz era muy suave, pero seguía igual de serio.

La pregunta me pilló completamente desprevenido, porque en ningún momento me había planteado nada. Es decir, después de la conversación que tuvimos el día que Steve descubrió lo de Bucky, simplemente había supuesto que de una forma u otra estábamos juntos. No podíamos decir tampoco que nos estábamos conociendo, porque llevábamos conociéndonos más de seis meses antes de todo eso, así que ese paso nos lo podíamos saltar. Como había dicho, simplemente era algo que yo daba por supuesto, pero en ese momento con esa duda en su voz y la expresión en su cara temí estar viendo las cosas de forma distinta a la suya.

- Yo… yo… bueno, solo es una forma de hablar…-empecé a balbucear como hacía siempre que me ponía así de nervioso, alejándome un poco de la comodidad de su pecho sin atreverme a mirarle directamente a la cara-. Como ese día dijiste que si empezabas algo con alguien es porque querías estar con esa persona, y estas dos semanas hemos estado tan bien...

- Peter…

- Bueno, por lo menos yo, no quería suponer nada, pero si…

- Queens.- dijo alzando un poco la voz y cogiendo mi barbilla con sus manos para obligarme a mirarle a los ojos- ¿Te he dicho alguna vez lo adorable que te pones cuando haces eso?

Podía sentir como el sonrojo subía rápidamente por mis mejillas a la vez que negaba con la cabeza para responderle. Cualquiera pensaría que ya estaría un poco acostumbrado a él, a su cercanía, a sus comentarios… pero me seguía sonrojando como un niño de trece años cuando hacía algo de eso.

- Pues lo estás.- concluyó otra vez con una sonrisa, lo que me hizo tranquilizarme un poco-. No te lo preguntaba porque me pareciera mal, solo me ha tomado desprevenido, realmente nunca habíamos aclarado ese tema.

- Perdón, no tendría que haber dado nada por supuesto.

Esa vez fue él el que negó con la cabeza, restándole importancia a lo que había dicho y acercando nuestras caras en un beso más profundo que el anterior. Y eso era algo a lo que también dudaba que me acostumbrara nunca, la sensación de sus labios contra los míos, de su lengua contra la mía, sus manos sujetando mi cara como si fuera el objeto más delicado del mundo en un momento y al siguiente sujetando mis caderas de la forma más ruda y sexy que me podía llegar a imaginar. Era un baile de emociones que me desconcertaba, pero que siempre acababa demasiado rápido.

- Me encantaría serlo.- dijo al separarse.

- ¿Ser qué?- contesté abriendo los ojos un poco desorientado, pero con una sonrisa en la cara.

- Tu novio.- se rió, suponía que de mi desorientación, ya que él era muy consciente de cómo me quitaba el aliento cuando me besaba de esa forma-. Me siento un crío de doce años diciéndolo así.

- Oh, pero Cap, estás con un crío poco mayor que eso.- volví a bromear, a lo que respondió con otra risa mientras frotaba su nariz con la mía.

Como había dicho, no éramos más que dos tontos enamorados ajenos a todo. Pero éramos dos tontos enamorados muy felices.


- Steve, no vas a poder evitar para siempre hablar de esto conmigo.- ese era Sam.

Estábamos en los vestuarios de la sala de entrenamientos más alta de la torre, era domingo por la mañana y solíamos ir sobre esas horas a entrenar. Siempre se nos iban uniendo otros compañeros conforme pasaba la mañana, pero normalmente llegábamos nosotros los primeros.

Nosotros y Bucky, pero esas dos semanas las cosas habían cambiado.

Era todo muy confuso, porque realmente habían sido dos de las mejores semanas de toda mi vida, pero a la vez estaba peleado con Bucky, lo que provocaba una especie de sombra oscura en esa felicidad en la que había estado escondido.

Era consciente de las veces que Bucky había intentado hablar conmigo durante todos esos días, pero simplemente no quería enfrentarle, porque estaba demasiado enfadado como para perdonarle lo que había hecho, y sabía que en el momento en el que me sentara con él a hablar se lo perdonaría todo, porque aún tan enfadado como estaba, podía comprender sus motivos en parte.

Y es que todos las razones por las que Bucky había hecho lo que había hecho no paraban de rondar una y otra vez mi cabeza cuando estaba con Peter, porque sabía que eran problemas de los que no podríamos huír toda la vida. Y tenía la sensación de que escuchar y perdonar a Bucky solo los haría más reales, más cercanos, y era algo que por el momento no estaba dispuesto a hacer.

Queens me había pedido varias veces que hablara con mi amigo, sabía que en parte se sentía culpable porque estuviéramos distanciados, pero como había dicho, a pesar de las buenas intenciones de Peter, no estaba dispuesto a dar el paso en esos momentos. Me sentía egoísta por ello, y probablemente lo fuera, pero consideraba que había sido muy poco egoísta en la mayoría de los aspectos de mi vida, así que porque lo fuera esa vez no pasaría nada, no le hacía realmente ningún daño a nadie.

Pero luego estaba Sam, quien sabía mucho pero no lo sabía todo, y eso le mataba ¿Pero qué le iba a contar? Si le contaba toda la verdad no sabía cómo reaccionaría, puede que simplemente me dijera que no le hiciera caso a nada ni a nadie, que siguiera a mi corazón… o puede que me dijera lo mismo que Bucky, pero sin toda la manipulación de por medio. Fuera como fuera, era una persona inteligente, no tardaría mucho en juntar todas las piezas del puzzle, estaba seguro de que algo ya sospechaba.

- No estoy evitando nada, Sam, no pasa nada, en serio.- estaba mintiendo como un bellaco-. Se arreglará, siempre lo arreglamos, simplemente ahora no es el momento.

- Esto no es solo por lo de Bucky y lo sabes, Steve.- contestó terminando de guardar la bolsa en su armario.

- No tengo ni idea de qué me estás hablando.- dije evasivamente sin mirarle.

Sam tenía un sexto sentido para eso, le era muy sencillo darse cuenta cuando alguien estaba mintiendo. Realmente allí era casi imposible mentir sin que nadie se diera cuenta, al fin y al cabo, estábamos entrenados para ello. Pero Sam era otra cosa, algo innato en él, no necesitaba ser entrenado para darse cuenta, de hecho, en nuestros dos años de exilio más de una vez sorprendió a Natasha en una mentira, algo que yo no había podido hacer nunca.

- Por supuesto que lo sabes, no te hagas el tonto conmigo, Señor Capitán América.- declaró con tono impaciente. Le conocía lo suficiente como para saber que después de dos semanas estaba llegando a su límite de paciencia-. Esto va de ti, de Bucky y de cierta araña de pelo castaño.

- No tengo ni idea de qué me estás hablando.- repetí sin mirarle todavía, algo más tenso.

- Mira, Steve, no sé de qué va todo esto, pero sea lo que sea te estás metiendo en un terreno muy resbaladizo y…

El sonido de la puerta abriéndose le interrumpió. Nos giramos rápido para ver quién se unía a nosotros. Era raro que llegara alguien tan temprano, pero a veces pasaba, normalmente era Rhodey o Peter, y con esa última idea mi corazón decidió dar un vuelco.

Las últimas semanas habían sido… simplemente perfectas. A lo largo de mi vida había experimentado muchas cosas, seguramente más que la mayoría de personas en este planeta, ¡Diablos, incluso había estado en el maldito espacio! Pero lo que teníamos Queens y yo era algo que nunca había vivido y que llevaba buscando tanto tiempo que simplemente llegué a pensar que no estaba hecho para mí, que mi destino era entregar mi vida a una causa más grande que cualquier persona, a una causa que defendiera lo justo y protegiera a todas personas. Llegué a pensar que simplemente no había nadie hecho para mí. Pero entonces llegó Peter, y todo cambió.

Volví a la realidad cuando al otro lado de la puerta distinguí a Wanda. Definitivamente me sorprendí, era la última persona que hubiera esperado ver entrar en esos vestuarios. Llevaba su ropa de entrenar y parecía aburrida mientras nos miraba con una ceja alzada.

- Un día que llego pronto y tardáis media hora en entrar.- dijo cruzándose de brazos-. Me estaba aburriendo.

- Wan, este es el vestuario de chicos, nos podrías haber pillado en pelotas.- replicó Sam todavía con cara de sorpresa.

- Pues es una suerte para todos que no lo haya hecho.- contestó la bruja con el mismo tono tranquilo y hastiado.

Solo pude reírme ante eso. Wanda siempre se quejaba de la poca presencia femenina que había en el equipo, y realmente tenía razón. Pepper a pesar de ser una gran oponente en el campo de batalla tenía su vida y su trabajo, ni siquiera se planteaba la posibilidad de entrar en el equipo, Carol estaba perdida por el espacio a saber dónde, Valkyria intentaba hacer renacer Asgard, Shuri se encontraba en Wakanda y Hope aunque iba con Scott mucho por el complejo, no vivía en él, no era lo mismo. Podía entender perfectamente su punto de vista y que a veces echara de menos algo de compañía femenina.

- Perdón, Wanda, ya salíamos.- dije. Al fin y al cabo, a mí me venía de lujo huír del interrogatorio de Sam.

El entrenamiento empezó bien, independientemente hicimos los ejercicios que teníamos programados para esa semana. Cada uno seguíamos una lista semanal con una serie de actividades que teníamos que hacer específicamente, a fin de cuentas, era nuestro trabajo mantenernos en forma. Así solíamos empezar y terminábamos haciendo pequeñas peleas entre nosotros como entrenamiento, muchas veces simplemente por diversión, y una vez a la semana todos juntos hacíamos simulaciones con el estupendo equipo tecnológico financiado por Industrias Stark.

Todo eso se interrumpía cuando nos llegaban trabajos por hacer. Generalmente no eran cosas muy grandes, macro redes de tráfico de drogas, de prostitución, atracos especialmente graves… suponíamos que el verdadero peligro se escondía en alguna parte esperando el momento idóneo para salir, para sorprendernos con la guardia baja, y la nueva Natasha Romanoff solo era la prueba de ello. Pero mientras siguieran en las sombras y las fuerzas del orden del país siguieran recuperando fuerzas nosotros nos hacíamos cargo de lo que se les escapaba de las manos.

- Atención, Sr. Rogers, Srta. Maximoff, Sr. Wilson, reunión urgente en la sala principal de reuniones. Repito. Reunión urgente en la sala principal de reuniones.

Esa era la voz de F.R.I.D.A.Y, cosa que me sorprendió mucho, y por la cara de mis compañeros se encontraban igual que yo. Desde que llegamos al complejo la Inteligencia Artificial nunca nos había interrumpido en nada para informarnos de una reunión. Nunca desde la última vez que viví ahí y de cuando en cuando nos convocaban por una pista sobre el cetro de Loki o sobre Hydra. Había llovido demasiado desde aquel entonces.

- ¿De qué va esto?- escuché decir a Sam mientras salíamos de la sala.

No hablamos mucho de camino al ascensor. Todos suponíamos de qué iba, era información sobre el Proyecto Viuda Negra, y habría apostado que llamándonos de esa forma, tendría que ver más específicamente sobre su localización o cómo llegar a ella.

Mentiría si dijera que no estaba sorprendido. No es que no confiara en Bruce y Tony, por el contrario, después de los viajes en el tiempo no había nadie en mi cabeza que me pareciera más inteligente que cualquiera de esas dos personas. Pero eso no se trataba únicamente de inteligencia, se trataba de astucia, y en eso no había nadie más profesional que Natasha.

Cuando llegamos estaban ya prácticamente todos. Bruce sentado en una punta de la mesa y Tony detrás suyo de pie, apoyado en la pared como solía ponerse en todas las reuniones, algo muy típico de él. En el otro lado de la sala estaba Bucky, mirándome fijamente como llevaba haciendo cada vez que nos cruzábamos las dos últimas semanas, suponía que esperaba que accediera a hablar con él en algún momento, presionándome para que lo hiciera. Pero esos pensamientos se borraron de mi cabeza cuando vi que en el centro de la mesa, hablando con Rhodey, estaba Peter, quien parecía muy concentrado en su conversación con el Coronel, pero yo le conocía mejor que eso, y el casi imperceptible movimiento de su oreja y la pequeña sonrisa que tenía le delataban. Sabía que había entrado y estaba fingiendo no darse cuenta.

"Pequeño manipulador", pensé cariñosamente, con la única intención de que llegara la noche para volver a colarme en sus habitaciones. Había momentos que me daba la impresión de volver a tener quince años, pero qué le iba a hacer… era un tonto enamorado.

- Hope, Scott y Clint están de camino, Strange sigue incomunicado, y con T'Challa y con el resto de Vengadores que no están en estos momentos en la Tierra contactará más tarde Bruce, pero es básicamente para mantenerles informados por si en algún momento necesitáramos su ayuda. En principio en esto participaremos los que estemos hoy en esta reunión.- introdujo Tony mientras todos elegíamos asiento, cosa que no era ningún problema, al fin y al cabo, esa sala estaba hecha para más de veinte personas, y el número de superhéroes había crecido considerablemente desde mis tiempos. Esperaba que por lo menos en ese equipo nunca llegáramos a llenar esa sala.

- ¿Por qué nos habéis llamado con tanta urgencia si aún tienen que venir esos tres?- preguntó Wanda con impaciencia, dejando claro que creía que tenía mejores formas en las que invertir su tiempo.

- El aviso os ha llegado cuando Clint ha cogido el Quinjet para venir aquí.- contestó Bruce mientras Tony simplemente miraba a Wanda con una ceja levantada, retándola a seguir objetando algo-. Así que Scott y Hope deberían estar ya llegando y a Clint no le debe de faltar mucho más.

Casi antes de que terminara la frase, F.R.I.D.A.Y nos avisaba de que la pareja de súper insectos se encontraban entrando en el complejo, por lo que Wanda no tuvo más remedio que comerse sus palabras. La quería, pero algún día su impaciencia le iba a salir cara.

Clint tardó solo unos minutos más en entrar por las puertas y coger asiento a la izquierda de Sam. No dijo nada al entrar, no saludó a nadie ni con una mísera sonrisa. Desde la primera reunión sobre esa nueva Viuda Negra había estado así, poco comunicativo, enfadado con nosotros, o mejor dicho, enfadado con el mundo. Había intentado hablar con él, prácticamente todos lo habíamos hecho, incluso le habíamos planteado la posibilidad de que se quedara al margen, pero eso solo sirvió para que se enfadara todavía más, así que optamos por dejarle espacio. Sabíamos que en algún momento iba a retractarse de esa actitud, pero eso era algo que tenía que valorar y darse cuenta él solo, nosotros solo podíamos estar allí para ayudarle a levantarse cuando cayera.

- Bueno, chicos, supongo que podéis imaginar por qué os hemos reunido.- empezó Bruce. Siempre empezaba Bruce cuando se trataba de los dos genios, suponía que su personalidad incitaba menos al conflicto que la de Tony-. También sabéis que llevamos semanas investigando sin llegar a nada claro, pero entonces ayer volvieron a comunicarse con nosotros.

- ¿Os acordáis de YelVa?- intervino Tony-. Siempre había sido el eslabón perdido, no lo ubicábamos bien en ninguna parte ni teníamos claro su papel en todo esto, y sinceramente, seguimos sin tenerlo muy claro.

- ¿Qué nos queréis decir entonces? ¿Que estamos igual?- preguntó Clint con algo de veneno en la voz.

- Obviamente no, Legolas, si no, no os hubiéramos reunidos a todos.- le contestó secamente Tony- Usa ese cerebro de vez en cuando, no está solo de decoración.

En ese momento estaba seguro de que si Bruce no hubiera intervenido, Tony no hubiera salido de esa habitación sin una flecha entre ceja y ceja. Definitivamente en ese equipo los bocazas no escaseaban.

- Lo que quiere decir Tony, es que esta persona tiene información muy importante… dice que puede encontrar a Natasha, y dice que nos puede dar mucha información sobre esa Habitación Roja.

- ¿Así, sin más?- preguntó Wanda recorriendo la mirada por la habitación- ¿Soy a la única que todo esto le huele muy raro?

- Sabemos lo que parece, pero la última vez que Bruce habló con él… o ella, o lo que sea, no mintió, nos dio las coordenadas de la sede en Rusia.- añadió Tony.

- Eso no significa nada, puede estar trabajando para esa gente, puede que nos meta directos a la boca del lobo.- intervine.

- Eso no es posible, no sabe quiénes somos.- contraatacó Bruce.

- ¿Cómo puedes estar tan seguro de eso? No sabemos la tecnología que tienen en ese lugar.- dijo Clint con voz grave, sin dejar de fruncir el ceño, como llevaba haciendo desde que llegó.

En serio, Clint era una persona a la que le tenía mucho aprecio, fue uno de los Vengadores originales, tenía muy buenos recuerdos con ese equipo, formamos algo de la nada, y me sentía enormemente orgulloso haber formado parte de él. Además, era una persona por la que sentía una profunda admiración. No estaba mejorado, ni era ningún mutante, no tenía poderes de ningún tipo, y a pesar de todo había trabajado y se había ganado su lugar en el equipo a la vez que mantenía una familia unida. Como había dicho, era digno de respetar, pero el Clint que había en esa reunión… el Clint de las últimas semanas, no era el mismo Ojo de Halcón que había conocido, parecía como si alguna pieza en su cerebro se hubiera desencajado y solo fuera capaz de mirar hacia un objetivo. En cierta forma me recordaba a después del primer chasquido, cuando su familia desapareció. Cualquiera pensaría que había aprendido la lección.

- ¿Y si todo esto no es más que una cortina de humo?- dijo Peter, cosa extraña, porque en esas reuniones normalmente no intervenía-. Quiero decir, puede que solo nos estén dejando pistas de algo que saben que no vamos a dejar pasar por alto para que enfoquemos nuestra atención en eso, mientras preparan algo más gordo por detrás.- terminó un poco sonrojado cuando vio la atención de todos puesta en él.

Era malditamente adorable.

- Eso también lo pensé yo.- contestó Tony con una pequeña sonrisa en su dirección- ¿Pero cómo iban a saber que Bruce en su locura iba a ponerse a investigar sobre ella?

Ese comentario provocó una mala mirada por parte de Bruce, pero no le contestó, a fin de cuentas, solo era Tony siendo Tony, llevábamos acostumbrados demasiados años, la opción más rápida y sencilla era ignorarle, aunque por experiencia propia supiera que en ocasiones era muy complicado hacerlo.

- De todas formas es verdad, no podemos estar seguros de que no sea una trampa de alguna forma, seríamos estúpidos si no lo pensáramos... pero este complejo tiene la mejor seguridad del mundo... bueno, seguramente Wakanda lo supere, pero de todas formas, la posibilidad de que nos haya podido rastrear y sepa quiénes somos es muy mínima.- intentó explicar Bruce.

- ¿Entonces cuáles son sus razones? Si no es una trampa, ¿Qué quiere a cambio?

- Tampoco lo sabemos.- admitió Tony agachando un poco la cabeza- Sus condiciones han sido reunirse con solo una persona, sin otros acompañantes de ningún tipo, sin armas y obviamente sin policías, militares…

- Lo que vienen a ser las típicas normas para rescates.- añadió Sam con una mueca.

- Exacto, pajarito.- le contestó el multimillonario-. Si decidimos coger esta oportunidad, el plan es que vaya uno, obviamente no irá ni solo, ni desarmado. Consigue la información y se vuelve.

- ¿Así, sin más?- repitió Wanda.

- Esperamos que sí.

- No quiero desanimar, pero a mí todo esto me huele a caca.- participó Scott, ganándose una mala mirada de Avispa.

- Eso es muy poco agradable, ¿no lo crees? A mí me parece muy poco agradable.- añadió Tony.

Se estaba volviendo una conversación de besugos, tal y como solían acabar siempre estas reuniones. Me imaginaba a un civil común pensando en nosotros, en Los Vengadores, en cómo planeábamos nuestros ataques, en cómo nos organizábamos para actuar… y realmente aquí estábamos algunas de las personas más poderosas de la Tierra hablando de heces.

- Vale, si queréis seguir con este plan a pesar de todas las lagunas que obviamente tiene y la absoluta falta de información… ¿quién va?- intervine para intentar continuar por una buena línea la conversación.

- Yo voy.- dijo Clint con voz firme, sin dejar mucho lugar a una negación… pero estaba seguro de que todos en la sala podíamos decir por lo menos diez motivos por los que Ojo de Halcón no debía ser el elegido.

- Sin ofender, Légolas, pero estás emocionalmente demasiado implicado, no creemos que seas la mejor opción.- intentó explicar Tony de la manera más suave que pudo… suave al estilo Stark, por supuesto.

- ¿Ah, no?- contestó Clint levantando mucho las cejas, sorprendido por la negativa- ¿Y quién debería ir si sois tan amables de iluminarnos?

Bruce y Tony se miraron, ambos con el ceño fruncido, parecía que estaban teniendo una pequeña conversación silenciosa en la que se daba permiso el uno al otro para hablar. Finalmente fue Hulk el que se animó.

- Bueno… hemos pensado que debería ir Peter.

"Su puta madre."