- Bueno… hemos pensado que debería ir Peter.

Por un instante me pareció escuchar mal, no podía ser posible lo que acababa de decir Bruce, ¿de qué forma podía ser posible? Se debía haber equivocado de nombre, estaba seguro, o mejor dicho, quería estar seguro, pero las expresiones de los demás no me querían dar la razón en absoluto. Miraban a Peter, algunos con sorpresa, otros con una sonrisa orgullosa.

El mismo Peter era del grupo de las caras sorprendidas, miraba a los dos genios con los ojos muy abiertos, expresión que en otras circunstancias me habría parecido bastante cómica, pero en esos momentos no.

Noté cómo se me quedaba la mente en blanco por un instante procesando y entendiendo lo que habían dicho y lo que ello conllevaba. No quería reaccionar de ninguna forma precipitaba, siempre intentaba mantener la cabeza en el sitio y no dejarme llevar por las emociones… y realmente me hubiera encantado decir que ese día hice lo mismo, pero realmente no me enorgullecía para nada de lo que sucedió.

- ¿¡Qué!? ¡No!- exclamé antes de poder detenerme a mí mismo.

La reacción fue inmediata. Todas las miradas que hacía un segundo estaban dirigidas a Peter me atacaban directamente a mí, y el ceño fruncido al parecer estaba en el menú del día.

- ¿No qué, Cap?- escuché a la izquierda la voz de Tony, quien me miraba especialmente curioso. Conocía esa mirada perfectamente, era la que ponía cuando no entendía algo, cuando sabía que había un puzzle pero que no tenía todas las piezas para montarlo... y yo me estaba metiendo en terreno peligroso alimentándole esa curiosidad.

Me sentía acorralado, entre la espada y la pared, con muchas caras esperando una respuesta que mi cabeza no podía proporcionarles, ¿Qué se suponía que debía decir? ¿Que no podía permitir que Peter fuera? ¿Que no quería exponerle a un peligro innecesario por una causa que ni siquiera sabíamos si era real? ¿Que si le perdía se me caería el cielo en ese mismo momento? No. No podía decirles todo eso.

Pero seguían esperando una respuesta.

- Que… Peter es el más joven, tiene menos experiencia en estas cosas, deberíamos mandar a otro.- declaré.

Sinceramente, en ese momento ni me atreví a mirarle. Sabía los problemas de confianza que tenía Peter por su edad, por el paso tan grande que había dado al pasar de ser el amigo y vecino Spiderman a un Vengador más de pleno derecho... y por eso sabía que en ese momento sus ojos estarían cubiertos de dolor como mínimo. Había tocado de pleno su punto débil, su talón de Aquiles, era consciente de ello y creedme cuando digo que no me sentí para nada orgulloso, pero en ese momento mi cabeza estaba enfocada principalmente en una cosa, pasando todo lo demás a segundo plano… y es que querían mandar a Peter, a mi Peter, a la boca del lobo.

- Creo que estoy tan capacitado como el resto de vosotros, Capitán.- contestó con la voz llena de veneno.

Nunca me llamaba Capitán a no ser que se estuviera metiendo conmigo, o incluso a veces la usaba cuando los dos estábamos tan perdidos en el otro que no sabíamos bien lo que decíamos. Y admito que me encantaba cuando la usaba en ese momento. Pero ahí, en esa reunión, con todos delante… definitivamente lo hacía para dejarme claro su punto de vista, para dejarme claro que parara y que no siguiera por ese terreno.

Pero yo necesitaba seguir por ese terreno. El miedo me nublaba la vista, y una persona que no era capaz de ver con claridad era una persona irracional.

- Yo opino lo mismo, Peter.- salió Tony en su defensa, retándome a que siguiera objetando algo y mirándome todavía con esa cara que decía "¿Qué cable se te ha cruzado?"

- Solo digo que hay gente mucho más preparada en ese aspecto que tendríamos que plantearnos.- insistí.

- Opino lo mismo que Steve, esto es demasiado importante.- dijo Clint con voz grave.

Y a pesar de haber sido yo el principal opositor de esa idea, no pude evitar sentir cierta aversión hacia Clint, porque sabía que esos simples comentarios estaban destrozando a Peter, arruinando la confianza que había conseguido en sí mismo esos meses. Se estaba sintiendo como un crío en esos momentos, y el que yo, su pareja, no le apoyara, si no más bien todo lo contrario, solo hacía que aumentar esos sentimientos por mil.

Me sentía una completa mierda, pero me quería convencer de que tenía motivos para hacerlo, y de que sabía que él lo comprendería cuando me dejara explicarme bien. Realmente me había topado con situaciones muy parecidas a esas durante toda mi vida, y no había que tomárselas tan a la ligera como lo estaban haciendo Tony y Bruce. Esa gente tenía una tecnología extraordinaria, habían conseguido crear a cientos de Natashas y a saber qué más habrían logrado que desconocíamos. No se andaban con chiquitas y estaba seguro de que todo eso tendría un punto de inflexión, de que en algún momento atacarían con todo cuando más confiados estuviéramos y se llevarían lo que pudieran por delante. Y me negaba a que se llevaran a Queens.

- Yo también creo que Peter es perfectamente capaz de hacerlo. Le he visto entrenar, le he visto actuar y no tiene nada que envidiarle a nadie de esta sala.- dijo Rhodey enviándome una mirada cargada de veneno y ganándose una sonrisa de Peter desde su lado. Y yo no podía envidiar más al Coronel en esos momentos.

- Yo también lo pienso.- siguió Hulk-. Además, se os olvida un pequeño detalle… y es que es el único que mantiene todavía secreta su identidad.

Esas palabras causaron un silencio sepulcral entre todos nosotros. Miré lo más discreto que pude entre todos los reunidos intentando encontrarle un fallo a lo que el científico había dicho. Pero no lo logré. Todos, todos y cada uno de nosotros en algún momento habíamos expuesto nuestra identidad, o directamente nunca la habíamos intentado esconder, incluso Scott y Hope que iban con la cara cubierta y no eran tan famosos mediáticamente, habían hecho pública su identidad, sobre todo después de la última batalla al empezar a formar parte de los Vengadores.

Cualquiera por la calle sería capaz de reconocernos a cualquiera de nosotros, cualquier civil en cualquier momento, por lo que era seguro que una organización secreta rusa como con la que estábamos tratando nos iba a conocer… pero no a Peter, para el resto del mundo Peter Parker era un anónimo, un desconocido, si le buscaban por Internet lo único que encontrarían serían los datos de un adolescente que casi estaba acabando la educación secundaria, de eso se había encargado Tony y todos éramos realmente cuidadosos con el tema, por lo menos hasta que cumpliera los dieciocho y él mismo decidiera cómo quería continuar.

- Joder…- escuché cómo alguien decía por lo bajo. No pude adivinar bien quién era, si era sincero no estaba precisamente concentrado en esos momentos.

- Exacto, si va cualquiera de nosotros se darían cuenta enseguida de que los Vengadores están involucrados en todo esto, cosa que no queremos bajo ningún concepto.- siguió Bruce, y no miento cuando digo que con cada argumento que daba me caía un poco peor. Seguramente era porque sabía que tenía razón, y no estaba dispuesto a aceptarlo.

- Puede ir cualquier otro encubierto.- rebatí tercamente.

- A cara descubierta, ha pedido YelVa.- volvió a hablar Tony con el mismo tono que antes, mirándome con el ceño aún más fruncido, si es que eso era posible.

Si en ese instante me hubieran dicho que echaba humo por la cabeza me lo hubiera creído. Nunca había intentado pensar más rápido que en ese momento, buscar otras soluciones. Pensaba en los compañeros que no estaban en esa sala, pero tanto T'Challa como Strage eran rostros conocidos. Me planteé incluso la posibilidad de hablar con los Guardianes, o incluso con Thor, pero sabía perfectamente que la idea era estúpida, hacerles venir única y exclusivamente para hablar con un contacto desconocido sobre una pista que no sabíamos si tenía futuro.

- ¿Y eso no podrá poner en compromiso su identidad?- preguntó Scott un poco con la voz pequeña, sin saber si su aportación sería bien recibida o si estaba preguntando una tontería, pero en ese momento hubiera podido hasta besarle por darme una excusa más para impedir lo que en mi cabeza era la peor idea del mundo.

- Podría.- respondió Tony otra vez-. O podría ser que no. Por lo que sabemos YelVa es un aliado, no debería pasar nada malo, sería llegar, cambiar la información e irnos. Todas estas medidas son por precaución.

- Exacto, por lo que sabemos podría ser un mercenario de la información, puede que ahora sea aliado y que en unos meses nos venda, no podemos arriesgarnos a que descubran que los Vengadores están siguiendo sus pasos.- continuó Bruce.

- Por tanto, Peter,- volvió a hablar Tony, mirando y dirigiéndose exclusivamente al adolescente-. Esto es una decisión exclusivamente tuya, ¿Podría poner tu identidad en peligro? Hay una posibilidad de que sí, debes saberlo, y si te niegas a hacerlo no te preocupes, es completamente comprensible y encontraremos otra solución, pero en principio no debería pasar nada, por ahora el contacto parece de confianza.

Peter no respondió al momento, lo que solo me hizo ponerme más nervioso rezando una y otra vez para que la respuesta fuera que no. Sabía que se tomaba el tema de su identidad muy seriamente, quería acabar el instituto como un chico normal, y principalmente, no quería poner a nadie de su entorno en peligro. Por eso se estaba tomando esos segundos para pensarlo detenidamente, y conforme más pasaban los segundo, más mis esperanzas de que se negara iban creciendo…

- Lo haré.

"Mierda"


Estaba enfadado.

Realmente, realmente enfadado.

Intenté controlarme durante la reunión, no quería que nadie notara realmente lo que me había afectado… mejor dicho, lo que las palabras de "Steve Idiota Rogers" me habían afectado, ¿Quién se creía que era para un día hacerme sentir que tocaba el cielo y al día siguiente tirarme sin compasión al suelo de cabeza?

La reunión había acabado hacía media hora. No tardé en salir de la sala, realmente no quería hablar con nadie, ni con Rhodey ni con el Sr. Stark que intentaron hablar conmigo mientras todos se levantaban, ni por supuesto con Steve, que buscaba mi mirada todo el rato. Estaba seguro de que quería que me esperara a que todos salieran del salón y poder hablar solos. Pero me negaba rotundamente.

Me sentía estúpido y me sentía humillado, porque después de todo lo que había pasado todavía había gente que dudaba de mí y de lo que era capaz... pero lo que más me dolía era que fuera precisamente él el primero en dudar. Él, que sabía lo que me costó coger esa confianza y crearme un hueco en el equipo. Él, al que le había contado cosas sobre ello que no le había contado a nadie más, que conocía mis inseguridades como ningún otro… y no había dudado ni un segundo, no le había temblado ni un mínimo el pulso para destrozarme. Y dolía. Joder si dolía.

No quería llorar, me sentía estúpido al llorar por eso, no quería derramar ni una sola lágrima por alguien que no se había preocupado en provocármelas.

Tampoco quería exagerar, sabía que estaba preocupado, que no quería que me pasara nada, de la misma forma que yo no quería que le pasara nada a él… pero habían muchas maneras de hacerlo, y la que él había usado era como mínimo humillante.

Me sentía malditamente ridículo.

Sabía que iba a venir a mis habitaciones en algún momento para explicarse, pero simplemente en esos momentos no me apetecía escuchar sus estúpidas excusas, solo quería despejarme, concentrarme en la misión que me acababan de asignar, porque era mi oportunidad de callarle la boca a unos cuantos, empezando por Steve y acabando por el maldito Ojo de Halcón, al que entendía que estuviera dolido, pero desde que se supo lo de la Viuda Negra había sido una persona tremendamente irritante, por decirlo de una forma bonita.

Sentía como el pulso se me aceleraba más de lo que ya lo solía tener. Me estaba poniendo cada vez más nervioso conforme pasaban los segundos. Simplemente necesitaba despejar la cabeza, dejarla un poco en blanco y calmarme para pensar con claridad y no dejarme llevar, porque en ese caso las consecuencias no serían muy buenas, estaba seguro.

Así que hice lo único que se me ocurrió. Me acerqué al móvil y tecleé un número que usaba tanto que ya me sabía de memoria. El teléfono empezó a sonar y cuando creía que no me iba a contestar nadie habló una suave voz.

- Hola, este es el teléfono de mi papá Tony.

No pude evitar que se me formara una sonrisa en la cara, y en ese instante pensé que solo por eso había hecho bien en llamar.

- Hola, pequeña, soy Peter.

- ¡Peter!- exclamó contenta- ¿Por qué mi papá te tiene guardado como yogurín?

Lo preguntó con toda la inocencia que podía tener una niña de cinco años, por lo que por una vez no me sentó mal ser llamado de esa forma. Además, ese día no podía estar enfadado con el Sr. Stark, había dado la cara por mí como no lo habían hecho otros…

- Porque tiene un sentido del humor peculiar.- contesté con una pequeña risa. Todavía me sentía nervioso, todavía sentía cómo me temblaba el cuerpo, pero por lo menos el embrollo que tenía en la cabeza cuando había llegado a la habitación había desaparecido.

- ¿Qué es peculiar?- preguntó la pequeña.

- ¿Morgan? ¿Ese es mi móvil? Lo estaba buscando- se escuchó la voz del Sr. Stark de fondo- ¿Estás hablando con alguien?

- Es Peter, papá.

- ¿Peter? Pásamelo, cariño.- se escuchó cómo ordenaba el multimillonario.

- Peter, mi papá quiere hablar contigo.- dijo, menos contenta que al principio-. Pero tienes que prometer que esta semana vendrás a jugar conmigo.

Lo dijo en un tono que me hizo sentir realmente mal. Era cierto que desde que los dos habíamos empezado las clases y mis entrenamientos se habían vuelto más regulares no pasaba tanto tiempo con la pequeña como me gustaría, incluyendo por supuesto el tiempo que le dedicaba a mi en ese momento dudosa relación,pero en serio que intentaba por lo menos varias horas a la semana dedicárselos a ella.

- Te lo prometo, osito.- respondí cariñosamente.

- ¡Bien! ¡Te enseñaré a saltar a la comba! ¡Me lo han enseñado esta semana en la escuela!- dijo tan contenta que me supo mal decirle que hacía por lo menos quince años que aprendí a saltar con la cuerda.

- Vamos, Morgan, papá no tiene todo el día.- insistió de fondo el adulto más impaciente que había tenido el placer de conocer en mi vida.

- ¡Adiós, Peter!

- Adiós, enana.- me despedí sin poder quitarme la sonrisa, mucho más relajado. Definitivamente esa niña era algo mágico.

- Hola, Peter ¿Cómo estás? Te has ido muy rápido de la reunión.- fue lo primero que dijo, directo al grano, típico de él.

- Sí, bueno, no me encontraba muy bien... - intenté justificar patéticamente, sabiendo que el Sr. Stark no se creería ni una palabra, pero tampoco me apetecía admitirlo en voz alta, porque de esa forma se veía menos real en mi cabeza.

- No les hagas ni caso, no saben lo que dicen, te he visto y eres mejor que cualquiera de ellos con los ojos cerrados, chico.

Me gustaba escucharlo porque sabía que no lo decía por hacerme sentir mejor, al fin y al cabo, era el maldito Tony Stark, no decía nada que no creyera que era verdad, por muy fastidiado que te viera, por mucho que te doliera, lo que me hizo sentirme realmente mucho mejor. Y no era que yo compartiera su forma de pensar, definitivamente no creía que fuera mejor que nadie de ese equipo, todo lo contrario, pero sí pensaba que el multimillonario me tenía mucho aprecio y que eso le nublaba un poco la vista, cosa de la que no me quejaba en absoluto, y menos en esos momentos que necesitaba urgentemente esas palabras.

- Gracias, Sr. Stark.- dije con la voz más temblorosa de lo que me habría gustado. Iba a seguir hablando, pero antes de animarme a hacerlo me interrumpió.

- Mira, ¿qué te parece si nos vamos a comer Morgan, Pepper, tú y yo? Tengo un japonés por el centro de la ciudad que es realmente maravilloso.- dijo poniendo el tono de " soy uno de los hombres más ricos del mundo y lo sé"-. Así te despejas un poco y esta tarde nos ponemos a trabajar en tu nueva misión.

- ¿Tiene un japonés en el centro de Nueva York?- fue lo único que atiné a preguntar.

Era una oferta realmente tentadora, me encantaba salir a comer con ellos, era una sensación realmente... familiar, por llamarla de alguna forma. Amaba a la tía May como a nadie, pero desde lo de mi tío realmente no había vuelto a tener esa sensación de unidad familiar nunca, y pensaba que realmente nunca la iba a volver a tener… hasta que conocí a ese hombre que brillaba por su dinero y por sus trajes, y justamente eso era lo que yo menos valoraba de él.

A pesar de lo que se puede pensar, cuando iba a algún lugar público con el Sr. Stark era todo realmente privado, se preocupaba casi más por mi identidad él que yo en la mayoría de las ocasiones. Siempre alquilaba un coche normal, de esos comunes que no llamaban la atención de nadie, y aparcábamos realmente cerca de donde íbamos a pasar el rato, normalmente locales suyos. Además, nos camuflábamos con unas gafas de sol realmente grande y una gorra, o en su defecto con una capucha. Cualquiera pensaría que así llamaríamos más la atención, pero era impresionante el número de gente que podías ver por Nueva York intentando no ser vistos si solo te fijabas un poco… lo que equilibraba perfectamente la balanza comparándolos con aquellos que llevaban ropas que hasta entonces yo solo había visto en televisión. No lo juzgaba, realmente ni entendía demasiado de moda, pero yo siempre había sido de vestir de la forma más sencilla que pudiera, por lo que a veces me llamaba la atención.

- Te sorprenderías si supieras todos los locales que tengo a mi nombre.- contestó el Sr. Stark divertido-. Al lado del Monumento de Washington tengo una tienda de comida para mascotas.

No pude evitar soltar una carcajada realmente sorprendido, como lograba que hiciera casi siempre que hablaba con él.

- Es broma ¿verdad?- pregunté todavía riéndome.

- Para nada, y déjame decirte que el negocio va realmente bien.- contestó, lo que solo me provocó más risa.

Realmente me encontraba mucho mejor que hacía una hora. Mucho más relajado, las manos habían dejado de temblarme y ya no sentía que en cualquier momento podía largarme a llorar.

- ¿Entonces nos vamos a comer, chico?- volvió a preguntarme-. No te quiero presionar, pero si decides venir me libraré de cocinar hoy, lo que sería realmente un gran favor hacia mi persona.- terminó con una pequeña risa.

Definitivamente quería y necesitaba eso.

Lo único que me hacía dudar era Steve. Siempre el maldito Steve, y siempre el maldito yo pensando en el maldito Steve.

¿Qué diantres me pasaba?

"Que estás enamorado", respondió una voz traicionera dentro de mi cabeza que sabía que se trataba del Peter racional, ese que en esos momentos prefería no sacar a la luz, porque entonces estaba seguro de que me quedaría a esperar a que llegara Steve y a aclarar la situación entre nosotros. Sabía que podía llegar en cualquier momento, y sabía que quería que llegara y me expusiera sus estúpidas excusas para poder perdonarle, porque en el fondo solo estaba preocupado por mí.

Pero no.

El Peter racional se iba a quedar calladito en mi mente sin salir de ahí por lo menos por unas cuantas horas. Sabía que estaba siendo un poco inmaduro, pero simplemente me apetecía por primera vez desde los últimos meses anteponerme a mí antes que a ninguna otra persona.

- Vale, me apunto.- le contesté al final con una pequeña sonrisa que le era imposible ver, pero que estaba seguro de que mi voz la reflejaba perfectamente.

- ¡Genial!, eres el mejor, chico.- exclamó-. Paso a recogerte en quince minutos.

Definitivamente el Sr. Stark era el adulto más impaciente que conocía.


Durante mucho tiempo pensé que me iba a quedar solo para toda la vida, que no encontraría a nadie. Analizándolo detenidamente era un ex-soldado de guerra de los años cuarenta con complejo de heroísmo que nunca se había terminado de adaptar bien a una época que no era la suya. Demasiado tradicional, demasiado conservador en muchas ocasiones, sin demasiado sentido del humor ni excesivas habilidades sociales, con más cicatrices de las que se podían contar, no todas reflejadas en la piel. A diferencia de lo que muchos pudieran pensar, no me consideraba para nada un buen partido, más bien todo lo contrario.

Era un romántico empedernido sin experiencia alguna en el amor. Era como a quien le encantaba escuchar música pero no era capaz de entonar ni una sola nota bien.

Hasta que apareció Peter ¿Quién lo diría? Definitivamente yo no, al fin y al cabo, no pegábamos para nada... pero a la vez encajábamos a la perfección. Éramos completamente opuestos, pero a la vez me parecía a él más que a nadie en ese complejo. Éramos como dos caras de la misma moneda.

Y eso definitivamente era algo que no estaba dispuesto a perder.

Por eso me encontraba en esos momentos enfrente de su puerta, a punto de tocar para darle todas las excusas que llevaba ensayando en mi cabeza desde que le había visto salir de la sala de reuniones sin mirarme dos veces. Me lo merecía, eso lo tenía claro, pero no pude negar que dolió. Prefería mil veces que se hubiera esperado y me hubiera estado gritando durante horas a la indiferencia que mostró, como si ni siquiera valiera la pena mirarme dos veces.

Como si lo nuestro no valiera la pena.

Había pasado una hora desde la maldita reunión, había estado en mis habitaciones duchándome y cambiándome. Pensé en salir detrás de él cuando vi cómo se iba, pero al final decidí darle un tiempo para que se calmara. Si de algo estaba seguro es que la gente cuando estaba enfadada estaba mucho menos dispuesta a escuchar, y en ese momento la palabra era la única defensa que me quedaba, así que la tenía que aprovechar.

Así que cogí aire varias veces antes de disponerme a llamar...

- ¿Cap? ¿Qué haces aquí?- escuché una voz de fondo antes de que pudiera tocar.

Tony Stark se encontraba al final del pasillo, tan altanero como siempre. Ni siquiera con un brazo menos era capaz de perder ese aura de confianza que siempre le había caracterizado, lo que si era sincero, envidiaba en muchas ocasiones… aunque en otras lo único que conseguía era sacarme de mis casillas.

- Yo… yo venía a…- tartamudeé patéticamente.

¿Qué diablos se suponía que tenía que decir? "¡Oh! Hola, Tony, había venido porque he sido un completo estúpido con el chico (sí, chico) del que estoy enamorado y necesito que me perdone más que nada en estos momentos… y por cierto, ese chico es Peter, tu protegido, ese al que ves casi como a tu propio hijo."

No, definitivamente no podía decirle eso.

- Venía a disculparme con Peter, creo que me he pasado en la reunión y no quería dejar las cosas de esa forma.- terminé diciendo. Al fin y al cabo, mentir no era mentir si solo omitías parte de la verdad. Y definitivamente omitir era la mejor forma de mentir.

- Sí, la verdad es que no has estado muy acertado, estoy de acuerdo contigo en eso.- contestó acercándose a la puerta y tocando tres veces, sin dejar de mirarme con ese ceño fruncido-. Sé que el chico y tú os habéis acercado bastante estos meses… deberías saber lo que le iba a afectar que dijeras lo que dijiste… lo que no entiendo es por qué lo hiciste de todas formas, si simplemente te creías las tonterías que dijiste o si hay otra razón.

Ahí estaba otra vez esa mirada… la mirada que me decía que no le podía mentir, que para bien o para mal nos conocíamos demasiado bien y que sabía que le ocultaba algo. Maldije mentalmente la maldita curiosidad Stark, esa que Tony había heredado de Howard, y que estaba seguro de que ahora también compartía la pequeña Morgan.

El sonido de unos pasos acercándose a la puerta corriendo nos sacó del duelo de miradas que no estaba seguro de cuándo habíamos empezado, pero que sabía que si hubiera durando más tiempo hubiera perdido sin dudarlo.

- Ya estoy listo, Sr. Stark, podemos ir...- la alegre voz de Peter sonó mientras la puerta se abría, cortándose en seco cuando me vio al lado de su mentor.

Su cara reflejaba como mínimo sorpresa, pasando la mirada del uno al otro varias veces hasta que la detuvo en mí durante unos segundos, cambiando su expresión a una más oscura. Seguía enfadado. Y yo seguía sin poder explicarme. Solo quería darme cabezazos contra la pared, definitivamente habría sido mucho mejor que la situación que tenía en frente.

- Steve solo veía a disculparse por haber sido un, como diría Morgan, tonto del pompis.- dijo Tony con una sonrisa irónica que me hubiera encantado quitarle en esos momentos de la cara fuera como fuera.

- Peter, ¿Podemos…

- Ahora me voy a comer con el Sr. Stark.- me cortó Peter sin contemplación alguna, mirando muy interesado un trozo de suelo al lado de sus zapatillas- no quiero hacer esperar a Pepper.

- No, si tienes un mínimo instinto de supervivencia es mejor no hacer esperar a esa mujer.- siguió Stark con ese tono que ponía cuando sabía que tenía el control de la conversación.

Me estaba mirando con una enorme sonrisa de superioridad, seguramente encantado de que Peter no quisiera ni hacer el amago de escucharme. Estaba malditamente frustrado en esos momentos con la situación, con Tony, con Peter, y más que nada conmigo mismo.

En serio que Tony y yo lo habíamos arreglado, estos últimos meses nos habíamos llevado mejor de lo que lo habíamos hecho en mucho tiempo, pero al parecer ese día había cruzado una línea que para él era impenetrable… y esa línea era Queens.

- Peter, solo déjame un minuto…- empecé otra vez intentando que no se notara demasiado la súplica implícita en mi voz.

- ¿Nos vamos, Sr. Stark?- me volvió a interrumpir mientras miraba única y exclusivamente al millonarios que había borrado esa estúpida sonrisa de una vez para volver a ese estúpido ceño fruncido mientras nos miraba alternativamente a Peter y a mí.

- Claro, chico, vámonos.- respondió dando un paso atrás para dejar salir completamente a Peter y que este pudiera cerrar su puerta-. Nos vemos luego, Cap.- terminó diciendo antes de empezar a alejarse con el adolescente a su derecha.

Me quedé viendo cómo se alejaban por el pasillo, dándome cuenta en ese momento que lo que había hecho no se iba a arreglar con una simple disculpa. Si era sincero en el momento que lo hice no medí demasiado las consecuencias, pero en ningún momento pensé que llegaría a ese punto, que afectaría de esa forma a Queens, lo que solo hizo que se me apretara el corazón un poco más de lo que lo tenía desde hacía más de una hora.

Puede que fuera cierto que simplemente yo no estaba hecho para las relaciones. No estaba hecho para estar enamorado, si no únicamente para estar.

Vi cómo llegaban al ascensor desapareciendo cuando las puertas se cerraron ante ellos. Y en todo ese recorrido los ojos de Peter no se encontraron ni un segundo con los míos.