Me ardía todo el cuerpo, era una sensación… no sabría cómo describirla, simplemente era puro éxtasis, ¿cómo había vivido tantos años sin ella? Era una pregunta a la cual en ese momento no pude encontrarle respuesta… tampoco me esforcé mucho. Mi maldita cabeza estaba en blanco, y yo solo podía mover la cadera mientras miraba como mi miembro entraba y salía una y otra vez de la boca de Peter… una y otra vez… una y otra vez…
Pequeños quejidos salían de mi garganta mientras notaba como el cuerpo cada vez me ardía más y más, ¿era eso siquiera posible? Al parecer sí, y los gemidos de Peter intercalados con los pequeños ruidos que hacía su garganta para evitar atragantarse cada vez que yo entraba enteramente en su boca, solo hacían que fomentarlo más.
Una y otra vez… una y otra vez…
- Pet...er… no puedo… no creo que…- intentaba decir a la vez que le sujetaba del pelo más fuerte, pero al parecer mis cuerdas vocales no estaban en ese momento dispuestas a trabajar.
Se alejó de mí unos centímetros para poder mirarme con esos ojos que brillaban con inocencia, como si no se encontrara únicamente en boxers debajo mío… como si hace menos de un segundo esos labios no hubieran estado alrededor de mi polla. Y eso solo me excitaba más.
- ¿Qué pasa, Steve?- me preguntó sonriendo ligeramente con una sola comisura del labio mientras notaba como una mano me volvía a envolver-. Pareces un poco perdido.
- Pequeño niñ…- intenté acabar con falsa molestia, pero el rítmico movimiento que acababa de empezar con la mano volvió a callarme en el instante.
Sí. En ese momento él tenía todo el poder, y le encantaba demostrármelo.
Apartó los ojos de mi cara para observar el líquido preseminal que descansaba reciente en mi glande, y sin planteárselo dos veces acercó la cabeza para lamerlo. Ese maldito niño iba a ser mi perdición algún día, de eso no podía estar más seguro.
Levantó la cabeza para volver a mirarme con esos grandes ojos marrones y las mejillas teñidas completamente de rojo. No sabía si era vergüenza por lo que estaba haciendo o por el maldito calor que en ese momento hacía en mis habitaciones, pero de nuevo no me importaba lo más mínimo, porque mientras me miraba de esa forma volvió a introducirse mi miembro en la boca. Entero. Sin dejar de mirarme. Y yo sabía que mi voluntad no aguantaría mucho más.
- Queens, me voy a… aaaah.- volví a intentar, pero definitivamente mi cerebro no estaba a mi favor ese día.
Sabía que él sabía lo que quería decir. Y él sabía que yo sabía que él sabía lo que quería decir… y sí, mi mente era un completo caos en ese momento. Pero a pesar de todo no se apartó, siguió metiéndose mi polla hasta el fondo de su boca cada vez con más fuerza, volviendo a hacer esos ruidos que simplemente me volvían loco.
- No aguanto más.- avisé, sintiéndome internamente orgulloso de haber conseguido acabar una maldita frase.
Pero no se apartaba. Siguió moviendo la cabeza, acelerando cada vez más el ritmo y mi cuerpo solo hacía que calentarse más, sintiendo la llegada del orgasmo con fuerza y cada vez con más ansias... hasta que un gemido ridículamente largo me salió de la garganta mientras sentía como terminaba dentro de su boca, a la vez que él hacía los últimos movimientos dolorosamente lentos a la espera de que yo terminara de correrme.
Me podían matar en ese mismo momento y habría muerto como un hombre gustosa y completamente feliz, de eso estaba muy seguro.
Vi cómo se alejaba por fin de mí, pasándose un dedo primero por una comisura y luego por la otra de sus preciosos labios, con la intención de limpiar por si había quedado algún resto de lo que acababa de pasar. Y yo solo podía mirarle completamente embobado, porque sí, estaba tremendamente enamorado de ese niño.
- ¿Y esa cara?- preguntó sonriendo mientras se levantaba y envolvía sus brazos alrededor de mi cuello, a lo que respondí ya de forma mecánica pasando los míos por su cintura-. Parece como si alguien te la acabara de chupar.
- Eres un pequeño cabrón.- le contesté sonriendo mientras rozaba su nariz con la mía.
- ¡Esa lengua!- exclamó frunciendo el ceño, pero la pequeña sonrisa irónica le delataba- ¿Qué diría la gente si le escuchara, Capitán?
- Nada bueno, eso seguro… así que mejor será nuestro secreto.- hablé mientras acercaba todavía más nuestros cuerpos, sintiendo un pequeño problema sin resolver que chocaba contra la parte baja de mi ingle-. Parece que alguien necesita una ayudita.
Me rocé un poco contra él, consiguiendo un pequeño quejido mientras cerraba los ojos y echaba su cabeza para delante, escondiéndola en mi cuello con vergüenza.
- ¿Ahora te pones vergonzoso? No hay quien te entienda, Queens.- me reí con burla mientras bajaba las manos para agarrarle fuerte el culo.
Desde que lo habíamos arreglado hacía ya dos semanas no había podido mantener mis manos alejadas de él en cada segundo de los que conseguíamos reunirnos a solas, y a él eso parecía que no le importaba en absoluto. Así que mientras volvía a iniciar otro beso demasiado húmedo, le levanté para que enrollara sus piernas alrededor de mi cintura sin separar nuestras bocas, mientras con una sonrisa le llevaba hasta mi cama para tumbarle debajo mía en un movimiento muy poco cuidadoso. Normalmente nada era cuidadoso entre nosotros, suponía que se debía a pasarnos todo el día disimulando, casi sin poder mirarnos, porque esas semanas Tony había estado mucho más encima de Peter de lo que lo hacía normalmente, debido a la reunión con ese desconocido que, por mucho que lo intentara, no lograba apartar de mi cabeza.
Así que sí, las noches que teníamos para nosotros nos cogíamos con demasiadas ganas, y por eso, en esos momentos, Peter me devolvía el beso con muchas más ansias de las que debería, todavía con sus piernas enrolladas en mi cintura.
Me alejé unos centímetros rompiendo el beso para poder apreciarle bien de arriba a abajo. Me encantaba hacerlo, porque era malditamente precioso, el pelo castaño revuelto de una manera muy poco cuidadosa, ojos marrones que me miraban con una intensidad que no había conocido antes, y su maldito cuerpo perfectamente musculado. Mirarlo era como mirar una puñetera obra de arte.
- ¿Qué pasa?- me dijo con una pequeña sonrisa algo avergonzada.
No pude evitar devolverle la sonrisa, mientras pasaba una mano por su mejilla, totalmente hipnotizado.
- Eres precioso.- le contesté simplemente, intentando derrochar toda la verdad de aquella afirmación con la mirada, porque quería que me creyera, quería que se viera como yo le veía.
Apoyó la cabeza en la mano que todavía tenía en su mejilla mientras se sonrojaba más de lo que ya estaba si es que eso era posible, y dejaba un pequeño beso en mi palma. Y esa era otra cosa de él que me volvía loco, que unos instantes antes hubiera sido irónico, sensual y atrevido, y que luego se mostrara así de inocente. Definitivamente algo realmente bueno había tenido que hacer en esa vida para estar disfrutando de aquello entre mis brazos.
Me volví a inclinar para iniciar otro beso que me devolvió con gusto mientras bajaba la mano por sus abdominales hasta llegar a su erección, rozando su glande con mi dedo gordo, logrando un pequeño gemido que para mis oídos era pura música. Lentamente empecé a mover la mano arriba y abajo una y otra vez, mientras intentaba seguir besándole, pero los gemidos cada vez más altos que hacía me complicaban la tarea.
- Steveee… no voy a durar nada.- dijo, terminando con otro gemido, apartándose para mirarme a los ojos.
- Esa es la intención.- le respondí con una sonrisa burlona. Había pasado a tener yo el control, y esa vez era yo el que quería que él lo supiera.
Aumenté el ritmo mientras no dejaba de mirarle a los ojos, bajando de vez en cuando para depositar pequeños besos en sus labios, que él intentaba profundizar, pero que yo no le dejaba, porque en ese momento prefería verle a la cara, quería ver cómo cerraba los ojos y apretaba los labios mientras se corría entre mis dedos. No tuve que esperar mucho, porque unos segundos después hizo exactamente eso mientras apretaba más las piernas contra mi cintura, todo eso acompañado de un último gemido que silencié con mis labios.
Si eso no era el maldito cielo que alguien me dijera qué lo era, porque mientras quitaba la mano de entre sus calzoncillos y dejaba caer mi cuerpo completamente desnudo encima suyo, no podía imaginarme una sensación mejor.
No era que fuera la primera vez que hacíamos algo como eso juntos, era simplemente que cada vez parecía un poco mejor que la vez anterior. Siempre parecía que había llegado al límite, pero nunca era así, porque cada vez que estábamos juntos ese límite lo cruzábamos sin muchos miramientos. No quería imaginarme cuando llegáramos a… bueno, a hacerlo todo.
- Deberíamos hacer esto todas las noches como mínimo.- escuché como decía debajo mío.
Me alejé un poco para no aplastarle, aunque pensándolo bien, tenía la misma o más fuerza que yo, así que era imposible que lo hiciera, pero no pareció quejarse mucho porque enseguida se acercó a mí y colocó su cabeza en mi pecho, rodeándome la cintura con sus brazos, a lo que yo respondí inmediatamente de la misma forma.
- No estaría mal.- me reí, ladeando la cabeza para mirarle-. Pero sabes que tienes que prepararte bien para cualquier imprevisto que pueda haber.
- Es una conversación con una persona, creo que todo el mundo le está dando demasiada importancia.- se empezó a quejar.
- Peteeeer…
- No, Steve, otra vez no, por favor. Ya sé que puede salir mal, y que hay mucho en juego, pero sigo pensando que todo el mundo está demasiado nervioso.- me explicó, frunciendo un poco el ceño-. Además, no es como si fuera a estar solo, vais a estar vigilándome de cincuenta formas distintas.
- Lo sé… pero no puedo evitar estar preocupado, pequeño.- hablé con voz calmada, sin querer alterarle.
- Y te entiendo, no creas que yo no lo estoy… lo único que pido es que echéis un poco el freno.- dijo con un pequeño puchero-. Sobre todo el Sr. Stark, no le había visto tan histérico desde los primeros días que se despertó y no le dejaban salir de la cama.
- Te quiere mucho, solo te intenta preparar para lo peor.
- Lo sé, en serio que lo sé, pero me tiene todo el día repasando el plan, todos mis ratos libres los cubre él preparándome para cualquier imprevisto que se le pase por la cabeza, por imposible que parezcan… ayer por la tarde hizo un simulacro de lo que pasaría si YelVa resulta ser Loki haciendo de las suyas otra vez… ¡Loki está muerto, Steve!
- En su defensa diré que ya sería la tercera o cuarta vez que pensamos que está muerto y luego no ha sido así.- reí sin humor mientras le pasaba una mano por el pelo, intentando calmarle.
Sabía que llevaba esas dos semanas con los nervios a flor de piel, y no era para menos. Tony le hacía estar día y noche entrenando, recreando diferentes posibles escenarios, enseñándole cómo actuar en caso de un interrogatorio, las preguntas que debía hacer, las preguntas que debía evitar, el momento de entrada y el momento de salida, cómo tener el control de la conversación, a mentir o, como a Tony le gustaba llamarlo, "omitir la verdad"... en definitiva, el descanso para Peter esas semanas se resumía en las horas de instituto.
- Steve…- me dijo mirándome con otro puchero. El condenado sabía qué hacer para ganarme.
- Vale, vale, tienes razón, puede que sea demasiado.- admití finalmente.
Y sí, no era el único que pensaba que puede que Tony se estuviera pasando, que incluso podría ser contraproducente darle tan poco espacio a Peter, pero todos lo dejábamos pasar porque estábamos preocupados y no únicamente por la misión. De una forma u otra en esa sede todos se preocupaban por el chico araña, era el pequeño haz de luz que nos hacía sonreír a todos en algún momento… era… simplemente era Peter. Incluso Bucky, con el que Queens aún mantenía una relación algo extraña, parecía estar tenso esas últimas semanas.
- Estoy preparado, sé lo que tengo que hacer, no necesito que haya alguien encima de mí todo el rato.- dijo subiendo el cuerpo un poco para enterrar la cabeza en mi cuello, restregándose ligeramente contra él.
- Yeey, Peter, mírame.- susurré mientras me giraba para quedar frente con frente y le cogía con suavidad la cara entre mis manos-. Confiamos en ti, en serio, pero estamos preocupados, sabemos muy poco sobre todo, y eso es algo a lo que no estamos acostumbrados.
- Lo sé, yo también estoy nervioso, pero si estos dos días que quedan siguen igual, no hará falta que vaya, porque para entonces me habrá dado una embolia.- respondió con una pequeña sonrisa, dando a entender que bromeaba cuando vio mi ceño fruncido.
- Eso no lo digas ni en broma.- dije bruscamente antes de acercarme para volver a besarle.
Y eso era algo que definitivamente nunca me cansaría de hacerlo.
Era la mañana del gran día, del día en que tenía que ir a hablar con YelVa, o como a Bruce le gustaba llamar, "el mercenario de la información". Si me pedís la opinión, era un nombre horrible, pero tampoco es que YelVa fuera mucho mejor, así que lo dejábamos pasar sin darle más importancia.
No había salido todavía de mis habitaciones, y sinceramente no quería salir de ellas para enfrentar al séquito de superhéroes que estaba seguro de que se encontraban en esos momento en el salón principal, donde solíamos desayunar todos siempre, solo que a distintas horas. Algo me decía que ese día todos se habían puesto de acuerdo para tomar el café a la misma hora.
Me agobiaban, me agobiaban mucho, las últimas semanas habían sido un completo infierno, tenía la cabeza llena de información que sabía que en general me resultaría inútil para esa noche. Pero el Sr. Stark había insistido en que todas las posibilidades debían ser cubiertas. Era sincero cuando decía que quería mucho a ese hombre, pero había habido momentos durante los últimos días que realmente hubiera pagado lo que fuera para que se callara durante más de cinco minutos seguidos.
No atrasé más lo inevitable y me vestí con una sudadera al azar que cogí del armario y bajé, todavía con los pantalones del pijama. Al menos así tendría una excusa para volver quince minutos a mis habitaciones al terminar de desayunar y despejar la cabeza después del momento tan poco privado del que sabía que no iba a tener el placer de poder escaparme.
Lo único bueno de toda esa situación era que todos los nervios que debería haber sentido se encontraban completamente aplacados por la irritación que me llevaban causando entre todos las dos últimas semanas.
Lo único que conseguía despejar verdaderamente mi mente eran los pequeños momentos que pasaba con Steve. Era patética la forma que solo pensar en su nombre me hacía sonreír como un auténtico tonto. Pero no lo podía evitar, y tampoco quería hacerlo, porque esas dos semanas habían sido simplemente extraordinarias. Habría dado lo que sea por quedarme a dormir con él una de esas noches, pero realmente con el Sr. Stark tan encima mío había sido imposible, solo la primera noche que hice el amago de quedarme, justo antes de dormirme en los enormes brazos del súper soldado, me había sonado el móvil. Era el puñetero Sr. Stark para interrogarme sobre mi paradero porque quería rematar unos últimos detalles de lo hablado ese día. Tuve que mentirle diciéndole que había estado en los gimnasios del noveno piso, que normalmente no los usábamos porque eran únicamente para levantar peso, porque necesitaba despejar un poco la cabeza.
En definitiva, tenía unas ganas locas de que llegara esa noche.
Sin equivocarme en absoluto entré en la sala donde estaban todos los Vengadores, incluyendo a Clint Barton, desayunando, o por lo menos fingiendo hacerlo, porque cuando entré todas las cabezas se giraron a mirarme. En cualquier otra circunstancia me habría sentido intimidado, pero en ese momento solo me sentía irritado.
Me saludaron todos mientras avanzaba a coger mi taza del desayuno devolviéndoles el gesto con una sonrisa obviamente falsa. Me preparé el café sintiendo muchas mirada en mi nuca, lo que intenté obviar mientras buscaba la leche. El café era algo que no me terminaba de gustar, pero poco a poco estaba cogiéndole el gusto, porque a pesar de mi metabolismo, sin él no me sería capaz de despertar del todo por las mañanas.
Moví ligeramente la cabeza para ver que mi novio se encontraba a mi izquierda, apoyado en la encimera mirándome con una pequeña sonrisa, y a pesar de lo cansado que me encontraba se la devolví.
Giré para apoyarme en la encimera mientras recorría la habitación con la mirada. Tomé el primer trago de mi café, sintiéndome mucho mejor al sentir cómo bajaba por mi garganta. Definitivamente eso era lo que necesitaba.
- Peter, ¿cómo te encuentras en esta preciosa mañana?- habló el Sr. Stark con su característica media sonrisa mientras se acercaba unos pasos en mi dirección.
- Muy bien, gracias.- contesté, sabiendo que estaba poniendo un poco de los nervios a todos con mi actitud, pero sinceramente, era lo mínimo que se merecían después de los últimos días.
- Bueno, vamos a dejarnos de tonterías, Peter,-me llamó Ojo de Halcón con voz grave. Autoritaria-. Tienes claro lo que tienes que hacer, ¿verdad?
- Más que claro.- respondí simplemente mientras me seguía tomando mi café.
- Bien, vamos a repasarlo, porque tengo que llevar a Nathaniel a casa de su abuela antes del mediodía.- dijo con el ceño fruncido, el cual parecía haberse vuelto su única expresión los últimos meses.
El plan era bastante simple, más que nada porque no sabíamos qué nos esperaba, así que tampoco podíamos planear algo demasiado desarrollado. Íbamos a ir con el quinjet hasta las coordenadas que nos había enviado YelVa, las cuales Bruce había descubierto que se trataban de una gasolinera abandonada de la autopista en dirección a Boston. Eso nos daba ventaja, porque significaba un campo despejado, en el que sería muy sencillo detectar a otras personas en el caso de que YelVa decidiera llevar compañía. De algo por lo menos estábamos seguros, y era que su tecnología no sería ni mínimamente comparable con la nuestra.
Teníamos que estar allí a las nueve, así que a las ocho aterrizaríamos con el jet a unos kilómetros de distancia. Steve y Wanda me acompañarían hasta las afueras del lugar, esperando por si la situación se ponía fea, porque a pesar de haber entrenado todas las posibles formas en las que me podían llegar a hacer algo, seguía sin poder llevar el traje conmigo como precaución, lo que me quitaba bastante ventaja. Conmigo llevaría un microchip implantado en el oído medio que esa misma tarde el Sr. Stark y Bruce me pondrían, para poder grabar toda la conversación, y para que el resto pudiera escucharla.
Habían pensado en dejarme unas gafas con el chip, pero Bruce pensaba que sería demasiado evidente.
A partir de ahí y cuando llegara nuestro contacto tendría media hora para hablar con él e intentar sacar toda la información que pudiera antes de que me dieran la orden para abandonar el lugar, tuviéramos la información que tuviéramos.
Por supuesto esa misma mañana irían Sam y Bucky a rastrear el lugar, en busca de cualquier material, de cualquier cámara que pudieran haber preparado implantado. Tenían cogido con pinzas hasta el último detalle.
Y a pesar de todo, la mala sensación que teníamos todos no nos dejaba estar tranquilos.
Por eso esa noche, a las ocho y media, mientras me encontraba casi a las afueras de la maldita gasolinera con Wanda y Steve a cada lado, me temblaba todo el cuerpo.
- No te preocupes, todo irá bien, es imposible que se nos haya escapado ningún detalle.- comentó Wanda con una suave sonrisa serena, buscando tranquilizarme con ella.
- Solo haz lo que estos días te ha estado diciendo Tony, y no te acerques más de lo necesario en ningún momento.- continuó Steve a mi otro lado, con otra sonrisa, pero muy diferente a la de la bruja. Era tensa, y no me tranquilizaba en absoluto.
Solo asentí con la cabeza, sin querer dar pie a más conversación, porque solo haría que me volviera loco.
Nos quedamos en silencio mientras terminábamos de andar, quedando parados a unos metros de la gasolinera esperando a que dieran las nueve.
No pude evitar pensar en lo que pasaría de un momento a otro, en cómo sería la persona detrás del pseudónimo con el que habíamos contactado, si sería tan alto y fuerte como me había imaginado todos esos días, o sí sería todo lo contrario a lo que mi cabeza insistía en imaginarse.
- Quedan cinco minutos.- dijo Steve con voz grave, mirando al suelo sin dejar de arrugar las cejas, como llevaba haciendo los últimos quince minutos, lo que me estaba poniendo mucho más nervioso de lo que ya estaba, y eso era todo un logro.
- Steve, no te preocupes, solo será una conversación, y nos iremos sintiéndonos tontos por habernos preocupado tanto por nada.- intenté sonreír hacia él.
- Lo siento, no quiero ponerte más nervioso.- se disculpó pasándose una mano por el pelo.
Estaba terriblemente sexy con su traje de Capitán América, definitivamente la noche siguiente, cuando volviéramos a estar solos en sus habitaciones pensaba obligarle a volver a ponerse el maldito traje, para poder quitárselo yo poco a poco, hasta volver a acabar con mi boca en…
Una tos interrumpió mis pensamientos, haciéndome remover un poco mi cabeza para despejar esas puñeteras imágenes que no podían haber llegado en un peor momento. Miré de reojo a Steve que también miraba con ligera sorpresa a Wanda, que era la que había decidido toser en ese maldito instante.
- Sois dos bebés.- dijo con una sonrisa burlona.
Le miré con los ojos muy abiertos, para mirar después a Steve que la miraba con la misma expresión… ¿era posible que la maldita bruja supiera algo? Y ella solo hacía que seguir mirándonos con esa cara, que quitó enseguida cuando Steve abrió la boca para hablar, levantando un dedo en su dirección impidiéndole que lo hiciera, para acto seguido mover el dedo en dirección a mi oreja, a la que tenía el microchip implantado.
Todavía nos podía escuchar el resto del equipo.
- Es la hora, entra.- escuché cómo decía Barton, su voz resonando literalmente por toda mi cabeza.
Me giré para mirar a mis dos compañeros, quienes también habían escuchado la orden por sus pinganillos.
- Ten cuidado, chico araña, porque si no te las tendrás que ver conmigo.- amenazó la chica mientras cogía la mano y me daba un pequeño apretón a modo de ánimo.
Me giré hacia Steve después de devolverle el gesto a Wanda, para encontrar una pequeña sonrisa nerviosa en su cara, a la cual solo pude responder imitándola.
- Mucho cuidado, por favor.- me pidió con ojos preocupados.
- Lo tendré.- le prometí, dispuesto a darme la vuelta para marchar cuando noté como me cogía de la mano.
Me giré para mirarle con una interrogación en la mirada, pero no me dio tiempo a decir nada porque juntó sus labios con los míos en un beso que acabó tan pronto como empezó. Me giré sorprendido a mirar a Wanda, pero esta solo tenía una pequeña sonrisa mientras miraba hacia el suelo, como si hubiera encontrado algo ridículamente interesante en él.
Volví a mis ojos hacia Steve, que me miraba esa vez con una mueca que intentaba parecerse a una sonrisa. Me puse de puntillas para llegar esa vez yo hasta sus labios, volviéndolos a juntar en un beso silencioso.
- Chico, es la hora.- escuché otra vez a Bruce en mi oído.
- Ya voy.- respondí en voz baja para hacerles saber que les había escuchado.
Me separé de Steve con toda la fuerza de voluntad que pude reunir dándole una última mirada, con la que intenté transmitirle tranquilidad, pero que sabía que no lo conseguiría en absoluto.
Empecé a caminar hacia la gasolinera, intentando no pensar en nada, hasta que llegué al centro. Todo estaba oscuro, no había ni una mínima luz, pero tenía la ventaja de que mi visión era muy superior a la del resto, por lo que por lo menos para mí, esa oscuridad no era un inconveniente.
Repasé el lugar con la mirada. No había nada además del viejo recuerdo de una gasolinera, con las ventanas de la tienda hechas polvo, y las rejas muy oxidadas. Era la viva imagen de la decadencia. Pero nada más, ni una sola ráfaga de aire hacía ruido en ese lugar, lo que empezaba a inquietarme demasiado.
- Definitivamente no eres lo que me esperaba.- escuché una voz a mi espalda.
Me giré rápidamente para mirar al "mercenario de la información". Solo que no era un mercenario, sino más bien una.
- Y por tu cara supongo que yo tampoco soy lo que esperabas.
