Aviso¡Esto es total y absolutamente un AU! Es el mundo potteriano alterado a mi modo, por mucho que exista la magia, Hogwarts, y todas las cosas que aparecen en los libros. Principalmente los muggles conocen que existe la magia, aunque siguen recelando de ella; Hogsmeade es una ciudad moderna con sus diferentes barrios, algunos mejores que otros. También saber que Hogwarts no es un internado del todo, pueden vivir allí aquellos alumnos que son de demasiado lejos y no tienen la licencia de aparecerse, solo por un "módico" aumento de precio. Finalmente decir que todos los magos tienen un Don, algo que se explicara más adelante en la historia. Ah! Y Voldemort no ha existido nunca (aunque Tom si).

¡Sigo sin internet¡Y con examenes!

Gracias a Alega Sumino-Sham, Haruko FLCL, Sara por los reviews.

Disclaimer: es de J.K.Rowling, o de quien sea, sino puedo asegurar que Sirius estaría vivo, Remus tendría más protagonismo, y Severus todavía más.

SLASH! HP/DM

MOMENTOS

MOMENTOS DE BIBLIOTECA

Harry dijo a sus padres que iba a dar un paseo, y era cierto, era un paseo ir desde su casa al centro de Hogsmeade, sólo una media hora a pie.

Entro en el barrio de "ancient neighbourhood" y las calles se comenzaron a estrechar tanto que en la mayoría no pasaban coches ya que el centro se había ido creando cuando los coches no existían. Allí se podía encontrar casi cualquier tipo de edificio, habían modernos rascacielos (que se habían construido al derribar edificios más antiguos y más bellos), pero todavía quedaban pequeñas antiguas casas de madera con flores en sus balcones, que se veían extremadamente frágiles al lado de los altos e imponentes rascacielos, también habían algunas casas neogóticas, algunos palacetes clasicistas, y alguna casa del estilo barroco que habían adoptado los ingleses en XVIII.

Todas esas extrañas disonancias hacían a que a Harry le encantase el barrio, todas esas casas de diferentes épocas eran testigos de esos tiempos, se respiraba historia al pasear por allí.

Por una calle lateral llego al paseo "Hengist de Woodcroft" que era donde estaban las tiendas más importantes, era la zona turística. Un poco más arriba de la calle estaba Honeydukes, y a su lado Zonko, más abajo estaba "Las Tres Escobas", un bar donde había la mejor cerveza de mantequilla de Hogsmeade. Siguió caminando por la calle lateral, y paso por el lado de "Cabeza de Puerco" un bar de no muy buena reputación, pero donde servían un Vodka de moras negras y un Ginebra de especias picantes que hacían llorar de lo fuertes que eran (Sirius había traído unas botellas para James, y Harry a escondidas había probado un poco).

Al fin al llego a su destino. La biblioteca central de Hogsmeade estaba situada en uno de esos edificios que tanto le gustaban a Harry porque el edificio en si te contaba su historia.

La mansión había pertenecido a un noble que había caído en desgracia, pero el edificio todavía conservaba en algunos lugares los escudos de armas de ese noble que se habían salvado de la remodelación que se había hecho a la vivienda para convertirse en biblioteca. También se podía observar zonas negras en las paredes que nadie se había molestado en limpiar, producto de la quema de libros que había hecho Grinderwald.

Empujo la pesada puerta de madera, y entró finalmente en aquel maravilloso lugar que parecía que pertenecía a otro mundo. Su pesado silencio y su olor a polvo acumulado no disgustaban a Harry, que al contrario de las pocas personas que habían allí no venia ni a estudiar, ni a leer, sino a encontrar un poco de paz en aquel lugar, y en una de las personas que trabajaban allí.

Sus pasos no se oían quizás por culpa de la moqueta que los amortiguaba, quizás por culpa del hechizo de silencio que albergaba el lugar. Subió por las escaleras de la izquierda y paso de largo la sección de literatura y la de filosofía en las que no encontró más que un curioso que rebuscaba algún extraño libro, pero Harry no le presto atención.

Entonces salio de las salas de libros y las de lecturas, para adentrarse en un hermoso pasillo que daba a un pequeño jardín secreto con flores de deliciosas fragancias que solo se podía acceder entrando en la biblioteca, pero el chico no había entrado para ir al jardín.

Noto que alguien se acercaba apresurado, y cuando lo observo con atención se dio cuanta de que se trataba de su padrino, que no lo había visto porque iba mirando las musarañas.

- ¡Sirius! - exclamó el chico cuando vio que el hombre se abalanzaba distraído hacia él y no se daba cuenta.

- ¡Harry! - gritó Sirius sorprendido abriendo los ojos desmesuradamente. - ¿Qué haces aquí?

- Vengo a estudiar - dijo el chico intentando que la voz sonara normal - a la sección de transformaciones.

- Yo también vengo de allí - dijo rápidamente, y luego añadió posando una mano sobre el hombro de Harry - ¿No se lo dirás a nadie, verdad? La gente se podría decepcionar si supiera que el Gran Sirius Black necesita algunas veces ir a la biblioteca…

- Claro - afirmo Harry, y Sirius sonrió aliviado.

- Bueno, me voy - y se perdió rápidamente por una puerta.

Harry estuvo todavía unos momentos sin moverse, esperando que Sirius volviera, pero al sentirse seguro de que su Padrino ya no se encontraba en el edificio continuo avanzando y llegó al final del pasillo, donde se podían escoger entre dos escaleras, unas que subían y otras que bajaban.

Harry escogió estas ultimas a pesar de que le causaban claustrofobia, eran muy estrechas y había una considerable altura desde un escalón a otro, en otro tiempo habían sido secretas, escondidas quizás detrás de un tapiz (o así se las imaginaba Harry), se apresuro a bajarlas para llegar a su lugar de destino: la sala de Artes Oscuras.

En todos los años que Harry visitaba el lugar no se había encontrado más que a dos personas, una de ellas era de su total confianza, la otra no lo era pero sabía que mantendría la boca cerrada; pero incluso sabiendo eso, cada vez que se adentraba en aquel lugar no dejaba de sentirse nervioso.

La Sala de Artes Oscuras era bastante grande, y estaba subdividida en diferentes secciones, pero al parecer era muy pequeña comparada con la Sala de Artes Oscuras de la Biblioteca de Londres, a la que todos los Aurores solían acudir cuando tenían un problema, así que estaba tranquilo en el aspecto de que algún auror pudiera reconocerlo como el hijo del jefe.

Subió unos pequeños escalones, y entro en las estanterías que contenían los libros de maldiciones, y allí en las mesas del fondo había el bibliotecario, que sentado, leía un libro con la tranquilidad de quien sabe que tiene mucho tiempo por delante para terminarlo.

- Buenos días Harry - dijo el bibliotecario levantando la vista del libro y sonriéndole. La placa que llevaba sobre su túnica le identificaba como Remus Lupin.

- Buenos días Remus - dijo Harry tomando asiento delante del licántropo.

- ¿Te has encontrado a alguien conocido?

- No - dijo Harry algo nervioso, pero le había prometido a su Padrino que no diría que había estado allí. - ¿Por qué?

- Me ha había parecido oler a… da igual, no debe ser más que una ilusión, sigo esperando que algún día tu padre o Sirius me perdonasen.

- No creo que te hayan de perdonar, lo que tendrían que haber hecho fue aceptar tu decisión, no es que a mi me parezca muy acertada…

- Me lo supongo - dijo Remus riéndose. - ¿Cómo te sientes después de perder tu primer partido? - esta vez era una sonrisa compasiva la que había en su rostro - No debes sentirte muy bien si vienes un lunes después de clases.

- Confundido, estoy confundido - dijo mirándose la mano con la que debía haber cogido la Snitch, pero que en cambio solo había rozado la mano de su rival. Rival por el cual se sentía atraído.

- ¿Puedo preguntarte la razón?

- Ni siquiera yo estoy muy seguro.

Y Harry no quería aceptarlo.

Se tenía que sentir furioso, amargado por haber perdido la Snitch por primera vez, y sobretodo por ser Malfoy quien se la había arrebatado, pero… había visto aquella sonrisa en el rostro del Slytherin, aquella alegría que manifestaba, y el precio a pagar por verlo no le pareció muy caro. Y por ello estaba confundido, el Quidditch formaba una parte importante de su vida, y aceptar que podía haber algo más importante…

- ¿Sigues sin encontrar la cura? - pregunto Harry intentando distraer sus pensamientos.

- No, pero tengo el presentimiento de que algún día encontrare algo que sea de utilidad dentro de estos libros, si no es para mí al menos para otros licántropos más jóvenes.

Ese débil presentimiento era lo único que le quedaba a Remus Lupin de su don, que le había sido arrebatado cuando le mordieron. Remus había nacido para ser un vidente, pero las mordeduras de licántropo tenían no sólo el efecto de transformar al mordido en lobo, sino también de suprimirle el don.

- ¿Tienes algo interesante para leer? - pregunto Harry.

- No creo que sea recomendable dejar un libro de Artes Oscuras a un chico menor de edad, lo sabes.

- Lo se, es estar infringiendo las leyes… - dijo Harry con voz monótona, estaba cansado de que siempre le dijeran lo mismo - pero estar aquí ya lo es, así que me podrías dejar uno…

- No, y estar aquí no es infligir las leyes porque me vienes a visitar a mi, igualmente nadie te ha podido ver, hay tanta poca gente que se interese por los libros… - suspiro el bibliotecario.

- A Hermione le gustan - sonrió Harry pensando en su amiga - Cada vez que los alumnos internados tienen permiso para venir a Hogsmeade, se pasa por aquí para coger varios libros, tengo que tener cuidado de enterarme cuando tienen permiso para que no me vea.

- No es nada malo estar aquí.

- Quizás para ti o para ella no, pero si me ve aunque sea un momento por aquí, no me dejara hasta que me ponga a estudiar como un loco - y los dos se rieron.

- Me gustaría conocerla - suspiro Remus - pero es mejor que nadie sepa que nos conocemos, James y Sirius podrían acusarme de corromperte para que seas un mago oscuro.

- ¡Pero tu no harías nada así!

- Pero yo estoy casado con lo que ellos consideran un mago oscuro, así que para ellos es lo mismo.

Nadie sabía nada de aquella amistad, aparte del marido de Remus que había encontrado a Harry algunas veces allí, porque nadie bajaba a esa Sala. Harry había conocido a Remus, cuando curioso entro un día a ver como era aquel hermoso edificio por dentro, y vio en Remus a aquel amigo de sus padres que salía en las fotos que se habían hecho cuando eran estudiantes.

- Como pasa el tiempo ¿verdad? Ya estas en sexto, y pronto tendrás que escoger carrera…

- Si, pero no voy a ser auror, estoy cansado de ver como todos creen que saben mi futuro - dijo Harry enfadado, pero enseguida cambio la voz y imito a Umbridge - "Harry Potter, futuro auror, después crees que subiras a capitán, después a teniente, y después te crees que seras Jefe de Aurores" - pronto volvió a su voz normal - Duelos me gusta, también Defensa, pero hay otras cosas que me gustan. Pero nadie se da cuenta de ello.

- ¿Entonces ya has decidido lo que vas a ser?

- Bueno… - dijo Harry sonrojándose un poco - me gustaría ser Restaurador de monumentos antiguos…

- ¡Con razón te he encontrado varias veces en la sección de Arquitectura! - exclamó divertido Remus.

- Si - dijo Harry con la sonrisa de un niño ilusionado - hay tantos monumentos hermosos, y que se están cayendo porque nadie los cuida¡tantas casas que se podrían devolver a su esplendor original!

- Esto es una biblioteca, no debería chillar como una niña, Potter - dijo una voz sería detrás suyo que hizo que los dos se sobresaltaran.

- ¡Severus!

- ¡Snape!

- Profesor Snape, para ti Potter.

- Yo me voy - dijo levantándose apresuradamente de la silla, y corriendo escalera arriba.

No es que le tuviera miedo al hombre.

Claro que no.

Solo que odiaba el Don que tenía: era un Legeremens. Eso quería decir que podía leerle la mente, y no quería que supiera la atracción que sentía hacia Draco, que era su alumno predilecto, y su ahijado, por mucho que Snape estuviera ahora peleado con Lucius Malfoy, no dejaba de sentir simpatía por el príncipe de hielo.

Y Harry no era muy bueno ocultando, cuando más quería ocultar algo más pensaba en ello, y por eso evitaba siempre que podía a Snape (que además le odiaba y hacia todo lo posible para fastidiarlo), y evitaba a Dumbledore las veces que iba a su casa para hablar con su padre. Si había un Don que odiara era el de la Legeremancia. ¡Que derecho tenían ellos en meterse en su mente! Pero también los compadecía, no le gustaría saber que era exactamente lo que pensaba la gente, al final te quedarías sólo sin nadie en quien confiar (como Snape), o tendrías la maldita sonrisa hipócrita de Dumbledore.


Draco entro en la biblioteca de Hogwarts con paso apresurado.

Estaba muy, muy cabreado.

Algo extraño para alguien que el día anterior había ganado por primera vez a su peor enemigo.

Pero el asunto que se traía entre manos tenía que ver con la otra persona que aborrecía: Granger, Presidenta del Consejo de Estudiantes. McGonagall le había informado, con una sonrisa divertida, que no podía aceptar la petición de hacer un baile de Primavera si el documento no estaba firmado por la Presidenta.

La Vieja Bruja de McGonagall había estado muy contenta de devolverle la humillación que ella había sufrido el día anterior cuando Gryffindor había perdido. Y Draco se tuvo que controlar para no poner su mano sobre el cuerpo de la arpía, y congelar todo el agua que tuviera en el cuerpo, Draco no creía que tuviera mucha ya que estaba más arrugada que una pasa.

Diviso a Granger en el rincón que solía ocupar hablando con alguien más. Odiaba que Granger se pasase más tiempo en la biblioteca que en el lugar que le correspondía: el despacho del Consejo. Se podía llevar los libros al despacho y estudiar allí hasta que surgiera algún problema que el Consejo tuviera que arreglar, no que cada vez que había un problema Draco tenía que recorrer medio castillo para encontrarla.

Se acerco cuidadosamente cuando se dio cuenta de que la otra persona con la que hablaba era la Comadreja, discretamente se situó en la estantería que tenían justo detrás.

- Harry dijo que estaba bien ¿tu crees que realmente ya estaba bien?

- Tranquilízate Hermione, no hay nada que la Enfermera Pomfrey no sepa curar.

- Aun así estoy preocupada, Viktor dijo que algo había distraído a Harry…

- Dejemos el tema de Krum - dijo la comadreja sonando molesta.

- Claro… - y Granger sonó divertida - pero Harry…

- ¡Deja de darme la lata y dile que te gusta!

- Más bajo Ron, cualquiera podría oírte…

Una gran sonrisa se formo en la boca de Draco, acababa de descubrir un punto débil en Granger. Si jugaba bien las cartas podría destrozarlos a los dos, sobretodo a Granger.