Desperté con la luz del sol bañándome la cara. Era algo extraño porque ni Peter ni yo dejábamos nunca las persianas subidas, ya que a los dos nos molestaba de mala forma cualquier tipo de iluminación de buena mañana.
Me giré en la cama, con la intención de abrazar a Queens, pero cuando lo hice me encontré con una cama vacía. Segunda sorpresa de la mañana, porque mi pequeño novio rara vez se levantaba antes que yo.
Recordé lentamente el día anterior. Podía decir con toda la certeza del mundo que nunca había pasado un día tan tenso como ese... todos los nervios de por la mañana a pesar de los intentos de Peter por calmarlos, los nervios en la puñetera gasolinera, las bombas y la declaración de Belova tras la gasolinera, afirmando que si los planes no hubieran ido como ella esperaba no hubiera tenido problema ninguno en hacer estallar los dispositivos. La sola idea hacía que me dieran ganas de ir y arrancarle la cabeza.
Y yo no era una persona violenta, así que no quería ni imaginarme el instinto asesino que tenía que estar intentando controlar Tony en esos momentos. Solo sabía una cosa, y era que esa misión la quería acabar cuanto antes para que nos pudiéramos quitar a la espía rusa de encima.
Me levanté intentando no hacer movimientos muy bruscos para darle una sorpresa a Peter por la espalda. Esa fue la tercera sorpresa de la mañana, porque Queens tampoco estaba en el salón. No pude evitar preocuparme, ya que nada de eso era propio de él, además, eran las nueve menos cuarto de la mañana, el día anterior por lo menos nos habíamos acostado a las tres y él definitivamente no era una persona que durmiera poco. No entendía nada.
Andé directo a su cocina, o bueno, ya casi la podíamos llamar nuestra cocina, porque tanto en mis habitaciones como en las suyas ambos actuábamos como si fueran de los dos, algo que silenciosamente me encantaba. Fue cuando fui a abrir la nevera que algo llamó mi atención.
"Estoy entrenando, nos vemos en la reunión, te quiero."
Vale, eso definitivamente no era normal, y no por el hecho de que entrenara, precisamente Peter era de los que más uso le daba a los gimnasios, aunque normalmente quitando los fines de semana lo hacía por las tardes debido a las clases. Lo raro era que se fuera un día que habíamos dejado libre para todos después de la montaña rusa del día anterior, y más extraño todavía que fuera sin avisarme…
Y de repente caí en la maldita conversación que tuvimos antes de ir a dormir, ¿cómo había podido ser tan tonto?
Conociendo a Queens estaría solo en la sala de entrenamientos haciendo cualquier cosa e intentando no pensar en nada, y menos todavía en mí. Y yo no pude evitar darme mentalmente por lo menos siete puñetazos recordando la escena de la noche anterior, ¿por qué no había podido simplemente seguir adelante y ya está? Yo quería hacerlo, él quería hacerlo y los dos éramos adultos y mentalmente maduros, ¿qué había de malo en eso?
Yo os diré lo que había de malo, yo y mi maldita inseguridad, ¿que quería que él estuviera seguro? Pues claro que sí, pero sabía que él estaba seguro, Peter no era cualquier chico, Peter era una persona muy inteligente que no hacía las cosas sin pensarlas dos veces. El problema era yo.
La noche anterior no era la primera vez que pensaba en el tema, llevaba pensándolo mucho tiempo desde que empezamos la relación, es decir, hasta que conocí a Peter realmente nunca me había informado de cómo funcionaba el sexo entre dos hombres. Sabía obviamente lo básico, Tony se encargó hacía años de que lo supiera solo para hacerme pasar un mal trago delante de todos, pero hasta ahí llegaban mis conocimientos. No sabía si le tenía que preparar de alguna forma especial, ¿dolería mucho? No quería que le doliera, ¿y si llegado el momento ni siquiera aguantaba lo suficiente? Habían tantas incógnitas que me aterrorizaban… pero al final todo se resumía en que no quería decepcionarle.
Y ahí fue cuando me decidí, porque estaba harto de cagarla todo el rato, me daba la impresión que era lo único que hacía en esa relación y que Peter solo hacía que tragar y que tragar… quería hacer las cosas bien por una vez. Por eso puse leche fría en un pequeño vaso y me la bebí de un trago, dando mi desayuno por finalizado y disponiéndome a buscar a mi novio. No iba a permitir que las cosas se volvieran a poner tensas entre nosotros.
Me puse unos pantalones cortos que había dejado hacía días en sus habitaciones. Ambos habíamos dejado algo de ropa en la habitación del otro para emergencias como esa. Ya me pondría algo decente antes de la reunión, que había sido convocada el día de antes para dentro de una hora.
Salí sin prestar atención dos veces, directo al ascensor. Normalmente éramos muy cuidadosos con eso, porque a pesar de tener la sensación de que más gente de la que nos gustaría sabía sobre lo nuestro, no queríamos exponernos así como así.
- Cualquiera diría que sales de entrenar, Capitán.- escuché una voz a mi espalda.
Me giré más rápido de lo que debería haberlo hecho, ya que eso solo dejaba ver que me habían cogido desprevenido, que tenía algo que esconder… pero por suerte para mí solo era Rhodey. Bueno, realmente tampoco lo llamaría suerte, pero me podéis entender.
- Bueno, yo no suelo entrenar sin camiseta, pero si tuviera esos músculos me lo plantearía seriamente.- siguió diciendo mientras se acercaba a mí.- Por supuesto, todo eso si no fuera porque te he visto salir de la habitación del chico.
Mi relación con Rhodey estaba un poco tensa, por decirlo de alguna forma. Si de buenas a primeras no había estado de acuerdo con mi relación con Queens, después de la pelea que tuvimos por la reunión en la que hice de todo menos apoyarle… no había ni un solo día que no me llevara una mala mirada de su parte. He de admitir que si no le decía nada, era porque en el fondo sentía que me lo merecía.
- Rhodey, no…- empecé a intentar explicarme. Sabía lo que pensaba, o mejor dicho, sabía lo que parecía el hecho de que saliera a las nueve de la mañana de la habitación de Peter sin camiseta. Pero tenía que saber que no había pasado nada, y que además en esos momentos me encontraba de camino a los gimnasios para una charla seguramente muy incómoda en la que tuviera que explicarle a mi novio precisamente por qué no había pasado nada.
En resumen, estaba seguro de que en esos momentos la vida se reía de mí.
- Sabes que ni siquiera es mayor de edad ¿no?- me preguntó con el tono más frío que le había escuchado nunca usar conmigo.
- Rhodey, en serio que no…
- Rhodes para ti, Capitán, el derecho a llamarme Rhodey lo perdiste hace ya un tiempo.- me volvió a interrumpir con el mismo tono.
- Vale. Rhodes.- dije para hacerle entender que el mensaje me había llegado alto y claro, y es que no estaba contento con mis últimas decisiones y por el momento iba a mantener las distancias conmigo.- No es lo que parece, Peter y yo no hemos hecho nada de lo que te estés imaginando.
Realmente no sabía por qué le tenía que dar explicaciones sobre mi relación. Estaba bastante harto de tener que ir dando explicaciones a todo el mundo como si fueran ellos los que estuvieran saliendo con Queens y no yo. Pero tenía que calmarme. No por mí, si no por Peter, porque sabía que todo el tema que tenía que ver con Tony le tenía histérico, y que Rhodey, que era uno de esos temas que tenían que ver con el multimillonario, le hubiera brindado apoyo durante esos días había significado mucho para él, así que no sería yo el que lo fastidiara.
- Claro, lo que digas, Capitán.- contestó con una risa seca, dejándome bien claro que no me creía para nada, y para ser sinceros, cada vez me empezaba a importar menos que lo hiciera.- Solo te digo que tengas cuidado, y no por ti, si no por el chico. En serio me preocupo por él y ya sé de dos ocasiones por lo menos en las que ha terminado solo en su habitación llorando por tu culpa... y lleváis juntos apenas unos meses si es que llega, ¿de verdad crees que todo este cuento va a salir bien? No sois los putos Romeo y Julieta, Rogers… esto es serio.
- ¿Te crees que todo eso no lo sé?- contesté enfadado.- ¿Te crees que eres el primero en advertirme? Sé lo que hay, tengo muy clara la situación porque estoy seguro de que la he pensado muchas más veces que vosotros, y a pesar de todo hemos elegido seguir juntos… los dos, no únicamente yo.
- Esto no se trata de ti, se trata del chico, de su futuro, y del futuro de todos.
- ¿Qué narices me estás intentando decir, Rhodes?
- Que tiene diecisiete putos años, Steve.- me contestó alzando un poco más la voz. Nunca le había visto alterado, y de ninguna forma hubiera esperado verle así esa mañana, pero al parecer ese día todo se trataba de sorpresas... aunque ninguna de ellas había sido buena.- ¿Has pensado en la vida que tiene por delante? Él es Peter Parker, no Spiderman, ¿qué pasará cuando se vaya a la universidad? ¿habías pensado en eso? ¿sabes siquiera que su sueño siempre fue estudiar en el MIT? ¿te das cuenta que tiene mucha vida por delante y que puede que tú le vayas a anclar a una vida sin dejarle conocer cosas más allá?
Llegados a ese punto no sabía si la sangre me hervía de lo enfadado o de lo sorprendido que estaba. Porque no, nunca había pensado en nada de eso, y tampoco Peter lo había nombrado nunca, por lo que supuse que estudiaría en Nueva York para poder compaginarlo con sus deberes en los Vengadores, ¿realmente su sueño era estudiar en Massachusetts? Y si eso era cierto, ¿por qué nunca me había dicho nada?
Pero no. No tenía que adelantarme, esa no era la solución. Tenía que seguir con el plan que llevaba por el momento, iría a ver a Peter y le preguntaría todo sobre anoche y sobre eso. Sí, eso era exactamente lo que iba a hacer.
- Ya veo que no sabías nada de eso.- dijo Rhodey con un toque de burla en la voz.- Una relación con mucho futuro, por lo que veo…
- ¿Por qué haces esto, Rhodes?- pregunté, casi más por curiosidad que por otra cosa. Comprendía que todo el tema de Peter se hubiera vuelto complicado, pero él y yo nos conocíamos desde hacía muchos años, y no quería que termináramos de esa forma.
- Porque no quiero que al final tengamos todos que pagar por algo que no mereció la pena, y menos Peter, por bastantes cosas ha pasado ya ese chico.
- No es mi intención hacerle daño, Rhodes…
- Lo sé, te conozco lo suficiente, Capitán, no creas que no lo hago… y justo por eso te lo digo, porque sé que te dejas llevar demasiado por el corazón, y a veces tenemos que dejarle a la cabeza tomar las riendas.- dijo bastante más calmado, pero todavía con un tono duro.
Después de eso pasó de largo camino a los ascensores, dando por finalizada nuestra conversación, dejándome con demasiadas cosas para pensar y demasiado poco tiempo para ello, porque apenas me quedaba una hora para poder hablar con Peter antes de comenzar la reunión.
- Rhodey.- le llamé, arriesgándome a usar otra vez su mote. Por suerte no pareció alterarle en absoluto, porque se giró para mirarme con esa faceta tranquila tan característica suya.- ¿Por qué no le has dicho nada a Tony?
- No es algo que me incumba, pero como le dije a Peter… si con el tiempo no se lo dice ninguno, se lo terminaré contando yo.- no me dio tiempo a decirle nada más porque volvió a girar la cara para irse.
"Pues para no ser algo que te incumba acabas de dejar bien clara tu opinión", no pude evitar pensar con algo de rencor.
Definitivamente la mañana no empezaba nada bien.
No sabía cuántos golpes le había dado al saco de boxeo, solo que empezaba a notarme los brazos entumecidos. Llevaba por lo menos dos horas en el gimnasio yo solo y la verdad es que hasta que no se hiciera la reunión prefería que siguiera así.
Había dormido fatal esa noche, lo que no era normal, porque siempre que dormía con Steve lo hacía del tirón. Pero no esa noche.
Tenía demasiadas cosas en la cabeza, había sido un día demasiado intenso y que culminara con un vergonzoso rechazo por parte de Steve no había ayudado para nada. No quería exagerar, me lo había explicado, yo lo había entendido y punto, decía que no quería apresurarse, que quería que estuviera seguro… pero simplemente no me cuadraba, y esas dos horas solo en el gimnasio con todo el tiempo del mundo para pensar y reflexionar no había ayudado en lo más mínimo para calmar esa maldita sensación.
No quería pensar que no le atraía, al fin y al cabo, habíamos hecho muchas cosas hasta ese momento, era una tontería pensar que después de todas esas mamadas podía no atraerle de alguna forma… ¿verdad? Pero por otra parte era Steve Roger y era simplemente perfecto y podía tener a quien le diera la gana, nunca había terminado de entender qué hacía conmigo, ¿se habría dado cuenta él también de eso?
"Aparta esos pensamientos de la cabeza, Peter, sabes que no es verdad", me repetía una y otra y otra vez. El problema era que los seres humanos no estábamos hechos para animarnos ni reconfortarnos a nosotros mismos, y yo ni de lejos era la excepción a ello.
Me alejé del saco para mirar mi starkphone… eran las nueve, quedaba apenas una hora para la reunión, y decía apenas porque en ese equipo siempre había que estar por lo menos cinco minutos antes en la sala preparados para empezar… excepto el Sr. Stark, que tendía a llegar tarde siempre, pero nadie le decía nada, por lo que al final empezábamos a la hora a la que él decidiera presentarse. Era como una norma no escrita, lo que realmente y pensándolo de forma objetiva no tenía mucho sentido, pero simplemente era así.
Estaba entrando a los vestuarios cuando escuché la puerta abrirse. Me paralicé un segundo, porque esa mañana no esperaba que nadie interrumpiera, y menos a las horas que ya eran, al fin y al cabo, habían dado el día libre.
- ¿Peter?- escuché que me llamaba una voz… su voz, ¿cómo no la iba a reconocer?
No quería verle, porque si lo hacía había una alta probabilidad de que muriera de la vergüenza. Jope, sabía que no le tendría que haber dejado la dichosa nota, pero en el último momento me supo mal, no quería que se preocupara si dejaba una nota demasiado seca, porque al fin y al cabo no había hecho nada malo.
¿Por qué las relaciones tenían que ser tan complicadas?
- Estás aquí.- dijo después de entrar al fondo de los vestuarios, donde yo me encontraba, a pesar de que no le había contestado de ninguna forma. La verdad es que tampoco estaba seguro de qué decir.
- Hola, Steve, creía que nos íbamos a ver directamente en la reunión.- sí, era consciente de que teníamos cincuenta cosas que decirnos, y sí, sabía que estaba siendo ridículo, pero fue lo único que me vino a la cabeza.
Maldito cerebro, me funcionaba tan bien para unas cosas y tan mal para otras…
- Sí, he visto la nota, pero… creía que teníamos que hablar antes.- contestó frunciendo un poco el ceño, ¿estaría cabreado? dios, seguro que estaba enfadado.
"Cálmate, Peter, es solo Steve, habla como lo haces con él siempre… hablar con él es fácil… estar con él es fácil", pensaba, y por una vez estaba dispuesto a escuchar a mi cabeza y calmarme. O por lo menos a intentarlo.
- ¿Hablar? ¿De qué?- contesté apartando la mirada hacia el suelo… vale, eso no había sido ni por asomo un intento de escuchar a mi lado racional.
- Queens… sabes de qué.- contestó suavemente acercándose a mí hasta quedar justo delante, lo que no ayudaba para nada a concentrarme, porque el maldito Capitán América iba sin camiseta, ¿cómo se le ocurría venir a hablar de eso sin camiseta? Definitivamente ese hombre iba a ser mi perdición.
- Mira, Steve, lo siento por lo de ayer, no quería que te sintieras presionado ni obligado a hacer nada y…
- Yey.- me interrumpió.- Creo que ayer ya te dejé claro que eso no era algo con lo que me sintiera en absoluto obligado… más bien todo lo contrario.
Terminó con una pequeña sonrisa, lo que solo hizo que aliviar un poco el peso que tenía desde esa noche en el corazón. Madre mía, qué cursi me había sonado eso último, pero en serio así era exactamente como me había sentido.
- Pero sí que es cierto que… no fui del todo sincero contigo.- siguió… y el peso que se acababa de marcha volvió en menos de un segundo.- No, no pienses nada raro, pequeño, no quiero que pienses cosas que no son, déjame explicarme, ¿vale?
No estaba seguro de cuál había sido mi reacción para que me intentara tranquilizar de esa forma. Si era sincero no era del todo consciente de mí mismo en esos momento, aunque realmente eso era algo que tendía a pasarme mucho a su alrededor.
Se acercó un paso a mí acortando la distancia entre nosotros y me cogió la cara con ambas manos. Era un gesto que hacía mucho, y que a mí me encantaba, porque hacía que me sintiera muy protegido, la verdad es que a riesgo de sonar otra vez cursi, me sentía muy querido por él cuando me cogía de esa forma.
- Yo… mira, confío en ti, y si me dices que estás preparado te creo, no tiene nada que ver con tu edad ni nada parecido.- empezó a decir mirándome directamente, cosa que hacía siempre que quería que supiera que hablaba en serio.- El problema era que me cogió completamente desprevenido y yo… bueno, yo nunca he estado con otros hombres, no estoy del todo seguro de saber hacerlo bien y… quiero hacerlo perfecto por ti, porque te lo mereces de esa forma y yo no… no sé si sería capaz… dios, me siento estúpido diciendo esto.- terminó con una pequeña risa sin nada de humor y bajando los brazos que me cogían.
Y yo… yo no cabía en mí. Había estado toda la mañana rayándome la cabeza de todas las formas posibles, pensando todas las posibilidades habidas y por haber de por qué el maldito Steve Rogers no había querido tener sexo conmigo la noche anterior… y al final resultaba que era eso, que era él mismo el que estaba tan o incluso más inseguro que yo. Me sentía ridículo. Dios mío, no es que me sintiera ridículo, es que lo era. O mejor dicho, lo éramos.
Nunca me había parado a pensar en Steve y en el sexo, simplemente había asumido cosas, pero…
- Steve, ¿eres virgen?- le pregunté. Me arrepentí al momento, porque jope, esas cosas no se deberían preguntar así como así ¿no?, y menos a un hombre criado en la época de la Segunda Guerra Mundial. O bueno, mejor dicho, y menos a Steve Rogers, romántico empedernido como profesión.
Su cara de sorpresa fue épica, de una forma en la que incluso me resultó cruelmente graciosa. Definitivamente no se esperaba esa pregunta.
- Dios, Peter, esas cosas no se preguntan así como así.- contestó, y no pude más que disfrutar la forma en la que se puso más rojo que los botes de ketchup que escondía Sam en la despensa del cuarto piso para que nadie los encontrara. Era una especie de alijo/tesoro que tenía el superhéroe el cual todos fingíamos no conocer.- No, Peter, no soy virgen, simplemente… siempre ha sido con una mujer, y no creo que eso tenga mucho que ver con nada.
- No es tan distinto.- contesté, ganándome una mirada extraña de su parte.
- ¿Eres virgen?- preguntó frunciendo un poco el ceño.
- Sí, Steve, ya lo sabes… o bueno, deberías… igual que yo debería haber sabido lo tuyo.- le dije mirándole fijamente.- Ese es el problema, y es el mismo problema que tenemos siempre, no hablamos de las cosas, si hubiera sabido que pensabas de esa forma, lo habríamos aclarado desde el principio.
La comunicación, al final todo se resumía en eso. Había sido ese el problema de la primera discusión, y el problema de la segunda… bueno, no, realmente el problema de la segunda fue que Steve fue un idiota, pero eso ya estaba perdonado y olvidado.
Porque yo sí llevaba días informándome sobre el tema, sabía lo que había que hacer, cómo lo teníamos que hacer y cuándo… o por lo menos la teoría, pero no creía que fuera muy distinto a la práctica, ¿verdad?
- Tienes razón, y lo siento, no quiero fastidiarla más.- dijo volviéndose a acercar, ¿cómo podía tener alguien un torso tan perfecto?- Y justo por eso quería preguntarte otra cosa.
Lo último lo dijo con un tono serio, lo que no era propio de él. Bueno, realmente sí, pero Steve tenía dos tonalidades en cuanto a la seriedad. Una era la que tenía todos los días, la que le salía de forma natural porque simplemente él era así, mientras que la otra era cuando quería decir algo que le preocupaba, o que consideraba muy relevante. Esa vez estaba usando la segunda tonalidad, lo que me preocupó un poco.
- Me he encontrado a Rhodey antes de venir aquí, y me ha estado advirtiendo sobre nuestra relación…
- No te preocupes por eso, Steve, lo he hablado mil veces con él, sabe que…
- No, no es por Rhodey.- dijo con una pequeña sonrisa que no le llegó a los ojos, a la vez que ponía ambas manos en mi cintura.- Es por algo que ha dicho, y… ¿qué va a ser de nosotros el año que viene?
- ¿A qué te refieres?- pregunté con una sensación cada vez peor en el estómago.
- Me refiero a que Rhodey ya me ha dicho que quieres estudiar en el MIT, lo que me parece maravilloso, no quiero que dejes de lado tus sueños ni por mí ni por nadie.- dijo a la vez que me cogía de ambas manos y me las apretaba ligeramente, sin hacer mucha fuerza, pero lo suficiente como para que notara el mensaje de tranquilidad que me quería transmitir.- y quiero saber dónde nos deja eso a nosotros.
Me quedé mirándole fijamente unos segundos mientras pensaba en lo que decía. Sí era verdad que desde que supe lo que quería hacer con mi vida, la opción del MIT había estado presente, ¿tanto como para llamarla mi sueño? No lo sabía, pero sí era mi principal opción, y habiendo trabajado para el Sr. Stark y con mis notas tenía claro que podía entrar sin demasiados problemas. La cosa era, ¿la vida que llevaba en esos momentos en el complejo con el resto de Vengadores era un impedimento para estudiar en Massachusetts? Yo no lo creía, al fin y al cabo, habían varios en el equipo que no vivían con nosotros y que participaban en todas las misiones, como Scott, sin ir más lejos.
Pero al parecer Steve lo pensaba, ¿o no era eso lo que me estaba intentando decir? ¿Él veía imposible que mantuviéramos la relación si yo me iba?
- Yo… sí es verdad que hablé con Rhodey sobre el tema, y con el Sr. Stark lo he hablado millones de veces… pero no es nada seguro. Se lo dije a los dos, era una opción que me planteaba mucho, pero no era seguro, lo que pasa es que el Sr. Stark estudió allí y sé que le hará ilusión que yo también lo haga, por eso lo han dado ambos por supuesto.- intenté explicarle con toda la tranquilidad que pude, porque para nada me encontraba tranquilo en esos momento.- Pero aunque me fuera no habría ningún problema, quiero decir, hay muchos en el equipo que no viven aquí y que siguen siendo parte de nosotros ¿no?
- Claro, por supuesto, pero es distinto, es decir, todos ellos tienen sus identidades descubiertas, estén donde estén, trabajen donde trabajen, saben que si les llamamos lo tienen que dejar todo y volverse, si tú estás en el MIT no podrás justificar el tener que irte en mitad de una clase o incluso un examen, serás un alumno más, Queens, no lo veo tan sencillo como tú.- terminó sin mirarme a los ojos. Había bajado la mirada a mitad discurso y en ese momento sus ojos estaban fijos en nuestras manos unidas, mientras lo acompañaba a su vez un ceño que se había ido frunciendo más conforme hablaba.
- ¿Ese es el problema entonces?- pregunté moviendo un poco las manos intentando que me mirara, lo que por suerte conseguí.- ¿Y si te dijera que iba a hacer pública mi identidad cuando me fuera a la universidad?
Su reacción no se hizo esperar. La sorpresa volvió a ser casi hasta cómica, tenía los ojos muy abiertos, en su ceño ya no quedaba ninguna señal de que hubiera estado ceñido unos segundos antes y la boca la tenía tan cerrada que sus labios casi formaban una línea recta perfecta. Lo que habría dado por tener una cámara de fotos en ese instante...
- ¿Te crees que solo tú has pensado en todo eso ahora?- seguí con una pequeña sonrisa.- Llevo pensándolo yo mucho tiempo, antes incluso de venir al complejo. Si no he hecho mi identidad pública todavía es principalmente por mi tía y por Ned, pero una vez me vaya a la universidad… por supuesto que seguiré viendo a Ned, pero serán sobre todo llamadas y cuando le visite seré cuidadoso, pero no me verán con él todos los días en clase, y con MJ igual. Mi tía… es la única que me daba más miedo, pero lo he hablado con ella y está de acuerdo conmigo en que es lo mejor, porque como bien has dicho, si me voy lejos y sigo manteniéndome anónimo tendré que dejar el equipo de forma contínua por lo menos hasta terminar la carrera, y no es algo que quiera hacer si lo puedo evitar. Y luego estás tú…
- No quiero que bases algo tan importante en nosotros…- empezó a decir.- Eso ha sonado raro… me refiero a que, yo te voy a apoyar, y quiero seguir contigo, sea como sea, pero no quiero que dejes de hacer cosas por estar conmigo… no quiero anclarte a ninguna parte.
¿Podía tener un maldito novio más perfecto? Yo estaba seguro de que no.
- Steve... - empecé a decir a la vez que podía sentir como se me hinchaba el corazón. No pude contenerme más y le solté las manos para rodearle el cuello con los brazos y esconder mi cabeza en él… lo necesitaba, en esos momentos simplemente lo necesitaba.- No me vas a anclar a ninguna parte, por supuesto que el que tú estés aquí es un punto a favor para quitarme el anonimato, pero no es el único, tengo muchos más puntos a favor que en contra.
No dijo nada, simplemente nos quedamos así unos segundos, queriéndonos sentir el uno al otro.
- ¿Estaremos bien entonces?.- me preguntó con la voz muy suave.
- Estaremos bien.- le contesté de la misma forma.
Después de unos segundos más hundiéndome en ese abrazo tiré la cabeza para atrás para poder atrapar sus labios. Tenía tantas ganas de hacerlo que no lo quería retrasar ni un minuto más.
El beso empezó suave como siempre, le quería transmitir todo el cariño que había sentido por él en esos momentos, y sabía que lo conseguiría, porque nosotros nos podíamos comunicar de una forma que el resto no. Nos entendíamos de una forma que el resto no, y eso solo me hacía estar un poco más enamorado de él, si es que acaso eso era posible.
Porque pasaban los días, y cada día que pasaba creía que ya no podía haber forma de quererle más, pero llegaba otro día y me daba cuenta de que sí… y así seguíamos y seguíamos… y estaba emocionado por ver cómo continuaríamos.
Fue ahí cuando tomé la decisión. Me alejé de su abrazo de oso para quitarme la camiseta. Estaba algo sudada, pero a Steve no pareció importarle en ningún momento, es más, no creo que lo notara, porque su mirada estaba fija en mi estómago y no parecía querer moverse de ahí.
- ¿Ves algo que te guste?.- le pregunté burlón, acercándome a él lentamente, pero sin pausa.
Me miró a los ojos. Tenía las pupilas muy dilatadas, y yo sabía que le tenía exactamente en el punto que quería. Por eso cuando fue a responder impedí que lo hiciera volviendo a atrapar sus labios, esa vez en un beso mucho más feroz, y subiéndome a él rodeándole la cintura con mis piernas. Sabía que le encantaba tenerme así, y a mí me encantaba que inmediatamente moviera sus manos para ponerlas directas en mi culo.
El beso subió de intensidad y pude empezar a notar otra vez el ya conocido calor indomable. Lo siguiente que noté fue el impacto de algunas de las taquillas sobre mi espalda, pero para ser sinceros, no me importó en absoluto. Le cogí el pelo con una mano y le seguí besando mientras le estiraba de este, porque en ese momento quería tener yo el control, y por encima de todo, quería que él lo supiera.
Metí mi lengua en su boca, recorriendo el espacio ya conocido, con su lengua dándome la bienvenida como hacía siempre. Esa bendita lengua…
- Peter, si no paramos…- empezó a decir Steve, a lo que yo le corté con otro beso.
Porque juro que si quería parar en esos momentos me volvería loco.
- Steve, te necesito ahora.- gemí sobre su boca, consiguiendo un gruñido de su parte. Dios, esos gruñidos me ponían muy cachondo.
- La reunión…- siguió intentando, pero le volví a parar cuando me moví frotando nuestras erecciones, consiguiendo esa vez un gemido como regalo. Me encantaba manejarle de esa forma, me encantara que me dominara, pero saber que en el fondo era yo quien llevaba las riendas. Y por supuesto demostrárselo de vez en cuando.
- Tenemos cuarenta minutos.- excusé yo, mordiéndole el labio inferior a la vez.
- Peter no sé si este es el mejor sitio para… podría entrar gente y…
- Steve, lo quiero hacer aquí y ahora.- dije… o mejor dicho, gemí sobre sus labios, ¿por qué narices estaba poniendo tantas dificultades?- Steve si no...
- No, no, no.- me interrumpió rápidamente, volviendo a mirarme directamente a los ojos.- No es eso, es que… quiero que tu primera vez sea especial, llevarte a cenar a un buen sitio, luego llevarte en brazos hasta la habitación en la que haya preparado un pasillo de velas, y quiero llenarte una cama de pétalos. Es lo mínimo que te mereces.
Le mantuve la mirada intentando contener las pequeñas lágrimas que amenazaban con salir de mis ojos, ¿qué había hecho yo en la vida para merecer a ese hombre? ¿se podía tener un novio más anticuado y malditamente romántico a la vez? Definitivamente estaba en una nube, y me negaba a bajar de ella.
- Steve… si es contigo va a ser especial sea donde sea.- le susurré acariciándole la mejilla.
Y en ese instante estuve seguro de que el corazón se me iba a salir del pecho, o que dejaría de funcionar de un momento a otro por dejarle ir demasiado rápido, o que después de ese momento se me quedaría una maldita arritmia de por vida por el sobreuso. Pero me daba igual, porque pensaba disfrutarlo de principio a fin.
Me volvió a mirar, esa vez con una interrogación en la mirada que sabía perfectamente lo que significaba… ¿estás seguro? me estaba preguntando.
Le di un pequeño asentimiento con la cabeza, casi imperceptible, pero él lo captó a la perfección, porque después de ello volvió a capturar mis labios, esa vez en un beso menos intenso, pero que causó el mismo efecto que cualquiera de los anteriores.
Y es que en ese momento creía que sería imposible estar más duro.
- Deberíamos ir a las duchas.- le dije.- Así ahorraríamos tiempo.
- No podemos entrar a la ducha con ropa, lo sabes, ¿no?
- Soy muy consciente de ese detalle.- respondí contra sus labios.
Me bajó al suelo, pero las manos no las movió del sitio, aprovechando la posición para quitarme los pantalones y los calzoncillos. Podría decir que en esos momentos me moría de la vergüenza, pero la verdad es que ya nos habíamos visto las suficientes veces así como para superar esa fase. Así que mientras yo me sacaba por los pies mis pantalones y me quitaba las zapatillas él hacía lo mismo.
Una vez que terminamos no me dio tiempo a hacer nada porque me volvió a coger de la cintura para llevarme a las duchas.
- Crees que con el agua... - empezó a preguntar una vez que llegamos y se encendió automáticamente el grifo. Adoraba esas duchas, no tenías que esperar a que el agua se calentara nunca, desde el principio salía caliente… ventajas de ser multimillonario.
Sabía exactamente lo que me estaba preguntando, pero no creía que el agua fuera suficiente lubricante para lo que pensábamos hacer, por lo menos no cuando nunca antes había entrado nadie.
Pero justo cuando creía que el maldito lubricante nos iba a fastidiar los planes, se me ocurrió una idea… esperaba que funcionara.
- Espera un segundo.- le dije saliéndome de la ducha.
Me fui directo a la taquilla del Sr. Stark… porque sí, era la única persona que conocía que sería capaz de guardar un lubricante y preservativos en casi cualquier parte… y esperaba que esa vez no me fallaba, yo tenía fe en el Sr. Stark y su casi adicción al sexo.
Además tenía acceso a todo lo que le pertenecía, me lo había dado en caso de emergencias, tanto para sus habitaciones, como para los cajones del laboratorio... en definitiva para todo, excepto la mesita de noche que tenía en sus habitaciones en su lado de la cama… iba con código por alguna razón… y realmente no quería saber cuál era esa razón.
Abría la taquilla y me puse a rebuscar en sus cosas… estaba a punto de terminar ya desanimado cuando palpé un bote al fondo de la mochila que tenía ahí guardada… ¡Bingo!
Volví a las duchas corriendo, empezando a notar el frío que hacía alejado del agua y de los brazos de Steve, mientras le agradecía una y otra vez al Sr. Stark que tuviera esa capacidad para pensar en los pequeños detalles como era guardar un bote de lubricante en los vestuarios de un gimnasio compartido con tus compañeros… pero bueno, en esos momentos no me encontraba en posición de criticarle, porque lo que pensaba hacer yo no se iba a ir mucho.
- ¿De dónde lo has sacado?- preguntó asombrado mi novio cuando llegué enseñándole el bote con una sonrisa brillante.
- ¿Acaso importa?- respondí tirando el lubricante al suelo para echarme encima de Steve. Necesitaba otra vez ese calor.
No tardó en llegar, porque vamos, tenía diecisiete años y a un maldito Adonis entre mis brazos, mis hormonas no podían estar más revolucionadas en ese momento.
Sentí los brazos de Steve otra vez en mi cintura, pero no se detuvieron en ella mucho tiempo, porque bajaron otra vez a mi culo muy rápido, para apretarlo con fuerza. No pude contener un gemido mientras volvía a restregar nuestras erecciones, y la verdad es que no me podía imaginar una mejor sensación que esa… o eso pensaba yo cuando sentí un dedo de Steve en mi entrada, tocándola y rodeándola, como queriendo pedirme permiso, el cual le fue concedido inmediatamente con otro gemido que solté contra sus labios a la vez que arqueaba la espalda para darle un mejor acceso.
- Primero lubricante.- le dije puede que demasiado rápido. Pero comprendedme, lo necesitaba y lo necesitaba ya.
Se alejó unos segundos de mí para coger el bote y abrirlo. Vi cómo echaba una buena cantidad del líquido doble su dedo. Mejor, prefería que sobrara que que faltara. Volvió a coger la posición en la que estábamos antes, y yo volví a arquear ligeramente la espalda, ofreciéndome a él.
Lo metió lentamente, como si estuviera intentando disfrutar de ese momento todo lo que le fuera posible, mientras que yo… simplemente me había dejado de funcionar la cabeza. Había abierto mucho la boca, soltando un gemido silencioso que Steve aprovechó para invadirme con su lengua. Sí, definitivamente estaba en las nubes.
- ¿Bien?- me preguntó dudoso mientras empezaba a mover el dedo. Asentí muy rápido con la cabeza, queriendo transmitirle tranquilidad, porque cuanto más relajado estuviera él, antes le tendría dentro de mí.
- Mete otro.- le pedí, o mejor dicho, le supliqué, acercándome más a su pecho, y arqueando algo más la espalda mientras su maldito dedo seguía moviéndose dentro mío.
Lo sacó lentamente para coger otra vez lubricante y untarse dos dedos, para acto seguido volver a meter el primero algo más rápido que la primera vez, y poco después empezar a meter el segundo.
Vale, tenía que admitir que eso picaba un poco más, pero estaba tan cachondo que estaba dispuesto a aguantar ese pequeño dolor sin inmutarme, porque el placer que sentía en esos instante superaba con creces todo lo demás.
Empezó a abrir y a cerrar los dedos, intentando dilatarme lo máximo posible, pero con cuidado. Con Steve siempre era todo intenso pero con cuidado. Poco a poco me fui acostumbrando a la sensación, hasta llegar al punto de solo sentir placer mientras subía y bajaba la mano, metiéndome y sacándome los dedos, pero sin llegar al exterior.
Después de eso fue el tercero, y con ello algo más de dolor, pero también algo más de placer… y es que si me sentía así con simples puñeteros dedos... cómo sería tener la polla de Steve dentro de mí.
Sacó los tres dedos para girarme y ponerme contra la pared. Yo no entendía nada, ¿iba a hacer de una vez? Pero bueno, yo solo me dejaba hacer, porque estaba seguro de que a mi cerebro le había dado una especie de cortocircuito y no podía darme más igual. Me separó las piernas un poco y se puso de rodillas a mis espalda, ¿qué demonios estab...
"Dios mío, dios mío, dios mío, dios mío", era todo lo que podía pensar cuando sentí cómo me separaba las nalgas para después meter su lengua dentro de mí. Su bendita lengua… definitivamente tenía que hacerle alguna especie de regalo para recompensar lo bien que sabía usarla.
Metió y sacó la lengua varias veces, luego metió la lengua y la movió dentro. Me iba a dar un derrame cerebral en cualquier momento, no me cabía duda. Volvió a sacarla para lamer toda mi entrada, y pude notar como escupía suavemente para hacerla más resbaladiza.
¿Este era el mismo hombre que minutos antes estaba hablando de las inseguridades que tenía respecto al sexo con un hombre? Debía ser una maldita broma.
- Steve…- le supliqué.
Y tanto él como yo sabíamos a lo que me refería.
- ¿Quién es ahora el impaciente, pequeño?- me dijo al oído después de levantarse y agarrarme firmemente por la cintura, acariciando su polla entre mis nalgas.
- Steve…- gemí yo, sin capacidad para decir otra cosa. Jope, ¿tanto le costaba meterla?
- ¿Cómo se piden las cosas, Queens?- inquirió con la voz ronca, lo que solo le volvía más sexy.
Me quería matar, estaba seguro de ello.
- Steve, por favor, por favor, por favor... - gemí tirando la cabeza para atrás para apoyarla en su hombro.
- Buen chico.- respondió poniendo las manos en mi tórax e invadiendo otra vez mis labios en un beso desordenado.
Pude intuir cómo se movía un poco, colocándose en posición, así que yo hice lo mismo, inclinándome ligeramente para darle más acceso. Note la punta de su glande en mi entrada. Era una sensación extraña, pero definitivamente buena… malditamente buena.
Empezó a meterla poco a poco, y yo me fui sintiendo lleno poco a poco. Pero el problema no fue ese, si no que el dolor tampoco se hizo esperar… y joder si dolía.
- ¿Estás bien?- preguntó dejando al lado el tono juguetón que había usado antes para sustituirlo por uno preocupado. No me quería imaginar mi cara en esos momentos, debía estar contraída porque lo único que notaba era dolor.
Sí, definitivamente la primera vez dolía, pero no me había imaginado que tanto. Era verdad que el pene de Steve no era precisamente ni de un tamaño ni de un grosor pequeño… pero madre mía, no me imaginaba eso.
- Sí, sí.- intenté calmarle, no quería que se echara para atrás… y menos en ese momento.- sigue entrando, pero lento.
Y me hizo caso sin replicar. Seguí notando cómo se hundía en mí, y el dolor seguía llegando a la vez que Steve dejaba besos por todo mi cuello. Se lo agradecía, pero en esos momentos no pensaba que ninguna distracción pudiera servirme.
Noté cómo llegaba al final cuando Steve detuvo el movimiento. Vale, había pasado la peor parte… ahora solo llegaría lo bueno, ¿no?
Las manos de Steve se movieron hacia abajo hasta llegar a mis ingles y aferrarse a mi ya casi inexistente erección, para empezar a estimularme mientras yo me acostumbraba a la sensación de tenerle así, y aunque no consiguió que volviera a su estado anterior, definitivamente había hecho un buen trabajo reviviéndola.
- Vale, muévete ahora, pero lento.- le pedí, ya notándome un poco más calmado.
Steve no puso ninguna pega, suponía que solo intentaba seguir mis instrucciones y dejarme a mí el mando absoluto de la situación.
- Estás tan apretado, pequeño.- gimió en mi oído antes de dejar un beso en él, lo que me hizo sonreír ligeramente.
Salió poco a poco, y aunque todavía era doloroso no tenía nada que ver con la sensación anterior, porque ya empezaba a sentir una nota de placer con el movimiento.
Siguió penetrándome muy lentamente una y otra vez hasta que el dolor prácticamente desapareció.
- Un poco más rápido.- le pedí en medio de un pequeño gemido.
Vale, eso ya se empezaba a parecer más a todo lo que había imaginado, hasta el punto que la conciencia que había ido recuperando con el dolor había vuelto a empezar a desaparecer mientras sentía cómo Steve entraba y salía de mí, cada vez con menos delicadeza.
Lo que no imaginaba es que, en un momento que Steve me subió un poco la cadera para recolocarnos, iba a sentir ese pico de placer que me hizo pegar un pequeño brinco en el sitio.
- Vuelve a hacer eso.- exigí con una voz para nada amable.
Y como las anteriores veces me hizo caso sin replicar.
Volvió a salir y a entrar, causándome otro pequeño bote. Y premio para nosotros, señores, Steve había encontrado el punto mágico… y en esos momentos entendí por qué todo el mundo decía que era el punto que mayor placer sexual te daba, porque cada vez que Steve me embestía para darle, sentía que no me podía controlar, los gemidos me salían sin quererlos ni buscarlos. Era malditamente fantástico.
- Dios, Steve, más fuerte.- seguí gimiendo. Porque no era suficiente, necesitaba más, y cada vez que me embestía volvía a necesitar más.
- No sé cuánto duraré si lo hago más fuerte.- contestó con la voz agitada, como si acabara de correr diez kilómetros… o tratándose de Steve más bien cincuenta kilómetros. Y yo solo podía estar orgulloso de mí mismo por causarle esa reacción.
Cogí la mano que en esos momentos tenía aferrada a mi cadera. Estaba seguro que me dejaría alguna marca, pero en ese momento no me podía importar menos. La bajé en dirección a mi ya completamente renovada erección. Estaba al rojo vivo, como suponía que estaría la de Steve en mi culo.
- Yo tampoco creo que dure mucho a este ritmo.- dije con una pequeña risa incitándole a que me masturbara mientras seguía embistiendo cada vez con menos cuidado, de forma más desenfrenada.
No sabía la imagen que estaríamos dando en esos instantes desde fuera, solo que yo era un maldito lío de placer, de palabras incoherentes, de gemidos descontrolados y de agua… mucha maldita agua de la que ni me había dado cuenta que seguía cayendo de la ducha. Dios, ¿podía ponerme más cachondo toda esa situación?
- Más rápido, por favor, por favor, por favor.- supliqué, ¿qué más tenía que hacer uno para que le follaran con más fuerza?
Pero por suerte no me hizo esperar, porque con un gruñido extrañamente grave arremetió con más fuerza, tanto por detrás como por delante… y en ese preciso momento pude conocer lo que era el cielo.
- Sí, sí, Steve, sigue así, aaah… aaaaah.- creo que dije, pero la verdad es que no lo podía asegurar… por lo menos es lo que pensé.
- Joder, pequeño, me vas a matar así.- gimió contra mi oído.
¿Que yo le iba a matar así? ¿Era una puñetera broma?
- Esa lengua, Capitán.- gruñí con una sonrisa.
- Que gracioso nos ha salido el niño hoy, ¿no?- me dijo burlón, para acto seguido penetrarme más lento… pero mucho más, más fuerte. Dios, juraba que podía sentir cada milímetro de la polla de Steve dentro de mí.
- Voy a terminar.- avisé. Porque sí, si ya antes me estaba matando, ese último movimiento me había devuelto a la vida para hacerme saber que ya no aguantaría ni un minuto más.
- Correte para mí, pequeño.- volvió a gemir en mi oído, porque sabía que me volvía loco, y no se equivocaba en lo más mínimo, porque con esa última frase me empecé a correr en su mano, y si antes creía que estaba en el cielo, eso era un nivel superior… ¿era eso acaso posible? No estaba seguro, pero era en lo único que pensaba mientras intentaba calmar mi respiración.
Podía sentir cómo Steve seguía moviéndose dentro de mí, acelerando más sus embestidas, para segundos después apretar sus manos en mis caderas de forma muy fuerte, soltando el gemido más largo que estaba seguro de que le había escuchado hasta el momento. Fue en ese momentos cuando sentí cómo se corría dentro de mí, y también fue en ese momento cuando supe que quería que lo hiciera durante toda mi maldita vida… ¿tenía eso algún sentido?
- Eso ha sido…- empezó a decir, con la voz un poco temblorosa, todavía sin salir de mí.
- Alucinante.- completé yo con una pequeña sonrisa, sintiendo cómo Steve me empezaba a dar besos por toda la cara mientras salía lentamente, como si todavía me pudiera hacer daño. Cariñoso hasta el final, así era mi novio.
- Tú sí que eres alucinante.- me dijo una vez la terminó de sacar y me dio la vuelta para ponernos de cara y volver a cogerme de la cintura, mientras yo apoyaba mis manos en su pecho.- ¿Has estado bien? ¿Te he hecho mucho daño? Creía que…
- Ssssh Steve… ha sido perfecto, mejor que cualquier cosa que podría haber imaginado.- le dije bajando la voz, queriendo volver a formar esa burbuja característica nuestra donde solo nosotros dos estábamos invitados.- Te amo.
Me miró con ojos de cachorrito, como si le acabara de decir la cosa más bonita en el mundo… y puede que así fuera.
- Te amo, Queens.
