Lo bueno de labrarse un nombre es que no te tenías que esforzar tanto, muchas veces te ponían las cosas más sencillas únicamente por ser quien eras, y en esos momentos ser Tony Stark definitivamente significaba vivir así. No me juzguéis por disfrutarlo, eran las ventajas de haber salvado al mundo de la extinción total.
Ese es el motivo por el que me encontraba llegando diez minutos tarde a la reunión de la mañana, porque sabía que nadie diría nada, y porque joder, estaban viviendo de gratis en una torre financiada por mí, con trajes financiados por mí y gimnasios financiados por mí... lo menos que podían hacer era esperarme para empezar la dichosa reunión.
¿Quién fue la que dijo una vez, "las reinas nunca llegan tarde, son los demás los que llegan antes"? No lo sabía, pero definitivamente estaba de acuerdo, sustituyendo reina por superhéroe, o por genio, o millonario, o filántropo, o playboy… Tenía un buen currículum, eso nadie me lo podía negar.
Entré en la sala de reuniones erguido en toda mi altura, con mi característica sonrisa que sabía que sacaba de quicio a mucha gente, porque irradiaba seguridad, una seguridad que nunca solía sentía, pero que sabía perfectamente cómo transmitirla a los demás. La odiaban porque les hacía a ellos sentir inseguros, y si algo odiábamos la raza humana era sentirnos inseguros ante otras personas, porque eso nos hacía sentir inferiores, y eso significaba debilidad.
La Srta. Belova ya estaba ahí, custodiada por Bruce y Barnes. Lo decidimos así la noche anterior, porque definitivamente eran los que más respeto imponían a la vista. O más que respeto, eran los que te hacían replantearte dos veces la opción de escapar. Así que habían sido los dos amables Vengadores a los que les había tocado ir a por la espía para llevarla esa mañana.
No era en la sala en la que solíamos hacerlo, era en una que teníamos en los pisos superiores, con más seguridad y privacidad. Era prácticamente imposible salir o entrar en ella una vez se lo ordenara a F.R.I.D.A.Y, igual que la sala donde la noche anterior habíamos interrogado a la Viuda Negra 2.0, e igual que la habitación en la que había dormido ésta. Toda precaución era poca cuando se trataba de ese tipo de enemigo, o aliado, francamente no estaba muy seguro... porque si esa mujer era la mitad de buena que Natasha, no habría tenido problema en escapar del complejo con la seguridad base que este tenía codificada. Pero con suerte el que había diseñado esa torre era un genio y había instalado más de quince capas de seguridad que nos habrían permitido capturar a la rusa si esta se hubiera marcado un novia a la fuga. Y sí, ese genio era yo.
Pasé la mirada por la habitación notando cómo me la devolvían cada uno de mis compañeros, esperando saber si podríamos comenzar, pero había algo raro, algo que no terminaba de encajarme en aquella imagen…
¿Dónde demonios estaba Rogers?
Fruncí el ceño pensando en qué narices habría pasado y en por qué nadie me había avisado. Casi sería capaz de confesar que hasta me preocupé, al fin y al cabo el maldito señor perfecto no había llegado tarde a una reunión en su vida, era más bien de esos que te miraban mal cuando eras tú quien no llegaba a la hora, algo que si me preguntáis era agotador.
- ¿Dónde está Capi?- pregunté en general, esperando una respuesta que sabía que no llegaría, porque de otra forma me lo hubieran dicho nada más poner un pie en la sala. O por lo menos eso quería pensar.
Hubo un silencio general mientras movía la vista por cada uno de ellos. Bruce recorría la sala con la mirada, aunque no sé bien qué esperaba, ¿qué Steve fuera a aparecer de debajo de la mesa? Ridículo. Luego estaban Sam y Barnes, que tenían exactamente la misma expresión preocupada... a veces me llegaba a cuestionar si no serían gemelos bivitelinos nacidos del útero de Steve… después recordaba que Bucky nació en los años veinte y lo descartaba.
Wanda miraba a la rusa con desconfianza, como si no nos estuviera haciendo ni caso al resto, casi parecía esperar que de un momento a otro la espía intentara escapar de allí. Scott y Hope se miraban un poco perdidos y Clint solo fruncía el ceño molesto con la situación… un sillazo en la cabeza es lo que le hacía falta a ese hombre últimamente. Me estaba sacando de quicio y yo no era para nada conocido por mi paciencia, me hastiaban las personas simples.
Pero los que realmente llamaron mi atención fueron los dos restantes, Rhodey y Peter, porque este primero miraba directamente al mocoso muy serio, más de lo que le había visto alguna vez a su alrededor. Aunque hay que decir que tampoco parecía que a Peter le molestara demasiado, porque tenía la mirada muy fija en la mesa, como si en esos momentos fuera la cosa más interesante de la habitación, lo que con la situación que teníamos encima era decir mucho…
Vale, tenía la sensación de estar perdiéndome algo y…
- Le he dejado un mensaje, debe de estar al caer.- contestó Sam sacándome de mis divagaciones.
Por su cara y por la del resto pude decir que estaban igual de poco convencidos que yo, porque todos conocíamos bastante bien al Capitán y eso no era algo que él haría para nada, y menos sin avisar a nadie.
Y lo que más me jodía es que estuviera pasando delante de la "Srta. Me Gusta Poner Bombas A Los Pies De Niños". No nos podíamos permitir mostrar ni una sola fractura delante de ella, y esa estaba empezando a ser una bastante gorda, porque estaba claro que ninguno sabíamos dónde estaba el maldito Viejales.
- Empecemos, si no aparece…- empecé a decir con la intención de avisar a F.R.I.D.A.Y para que cerrara la sala e intentar sobrellevar el momento con el menor daño posible, pero entonces escuché la puerta abrirse a mis espaldas.
Vi la mirada de todos dirigirse a la entrada. Me giré imitando el movimiento del grupo para ver a un Steve Rogers vestido con ropa de calle arrugada, como si hubiera cogido lo primero que había encontrado en el armario esa mañana, algo que tampoco era normal en él. No es porque fuera una persona presumida, por supuesto que no, en ese equipo parecía que el único que de vez en cuando se preocupaba por no parecer un mendigo era yo... pero estaba criado a la vieja usanza, y como buen niño siempre iba con toda la ropa limpia y bien planchada.
- Mirad quién ha decidido unirse a nosotros.- comenté con ironía, esperando que como mínimo mostrara un poco de culpa, algo que no tardó en hacer… había que admitir que el Capi tenía muchos defectos, pero no era de los que no aceptaban sus errores… o por lo menos no mientras él pensara que en serio había cometido un error. Pero mejor no volvamos a sacar el tema de los Acuerdos de Sokovia, y de la guerra civil, y de Bucky… y bueno, mejor no abramos para nada el cajón de mierda, era mejor dejarlo cerrado y enterrado.
- Lo siento.- dijo disculpándose con toda la sinceridad del mundo, cosa que le quitaba la gracia a la situación, porque si se arrepentía de verdad, ¿cómo nos podíamos enfadar con él?- Me he dormido esta mañana, no volverá a pasar.
¿Y alguien se creía esa excusa? Yo por lo menos no lo hice, y por eso le envíe mi mirada de "sé que no me estás contando toda la verdad y no te vas a librar de esta". Tenía la suerte de que teníamos a la invitada rusa entre nosotros y ninguno le iba a insistir más, porque estaba seguro que nadie le había creído. Y él también lo sabía, porque se sentó en su sitio sin mirar a nadie, y todos sabemos que cuando evitas tan fielmente la mirada de las personas que mejor te conocen, es por miedo a que descubran que escondes algo.
¿Qué narices nos estabas ocultando, Cap?
Sacudí esos pensamientos de la cabeza. Ya estábamos retrasando lo suficiente la maldita reunión y en serio tenía ganas de terminar y volver con mi hija y con Pepper. Puede que nos fuéramos a comer por ahí ese día, me apetecía una buena hamburguesa con queso. Dios, se me estaba haciendo agua la boca solo de pensarlo, debería haber desayunado más, pero no, tenía que seguir una estúpida dieta por mi condición de amputado, ¡madre mía, ya habían pasado meses, que lo superaran de una vez!… Estaba decidido, ese día iríamos a por hamburguesa. Se lo diría a Peter, a él también le gustaban las hamburguesas y sabía que se sentía culpable por pasar tan poco tiempo con Morgan.
¿Podía ser que yo también disfrutaba viéndolos juntos? Bueno, era un padre muy orgulloso, no se me podía culpar, pero definitivamente eso nunca lo diría en voz alta, al fin y al cabo, tenía una imagen que mantener. Aunque bueno, después de salvar al Universo creo que podría hacer la mayor cagada de toda mi carrera y seguiría manteniendo mi imagen… otra vez, ventajas de ser Tony Stark.
- No te preocupes, vamos a empezar.- dije alzando un poco la voz, viendo a Belova poner atención en ese momento. Pero no, no me engañaba, era la que más atenta de todos había estado desde que había puesto un pie en esa sala.- F.R.I.D.A.Y, cierra.
- Cerrando habitación.- y automáticamente se empezó a sellar toda, convirtiéndose en una especie de trinchera súper chula de la cual era imposible salir incluso en el hipotético caso de que consiguiera vencernos a todos. No era que creyera que fuera a ser tan corta de intentar irse, pero el coeficiente intelectual medio de la especie humana me había sorprendido ya tantas veces que a esas alturas no daba por sentado nada.
- La Srta. Belova ayer nos puso al tanto de varios temas interesantes…- empecé a explicarle al resto.
Les hice un resumen de lo que hablamos ayer con la rusa, les conté de la existencia de más Viudas Negras, el proyecto de los clones, la traición de Natasha a la organización, la alianza de esta con Hydra… Eran demasiadas cosas pero a la vez muy pocas, como fichas sueltas del mismo puzzle pero de diferentes zonas de este, sabíamos que todo tenía que ver pero no encontrábamos las demás piezas que lo juntaban.
- Así que el resumen es que hay tres Viudas Negras trabajando para el Salón Rojo y para Hydra, una de las cuales es Nat, un Viudo Negro perdido por el mundo y una quinta Viuda Negra con sed de venganza que es la que tenemos en esta torre.- dijo Rhodey cuando acabé, mordiéndose el labio superior, un gesto que hacía siempre que pensaba con mucha profundidad en algo.- Y nosotros no tenemos ni idea de qué es lo que pretenden, solo sabemos que van a hacer algún movimiento en algún momento… ¿lo he dicho bien?
- Sí, creo que no te has dejado nada.- contesté lo menos irónico que pude.
- ¿Y qué hacemos ahora?- escuché el acento de Wanda a mi derecha.- Seguimos sin tener nada.
- Tranquilidad, no hemos acabado, ayer solo hablamos de los puntos principales para determinar si Belova se quedaba o no, y llegamos a un acuerdo.- intervino Steve con su típico tono sereno, haciendo que Wanda volviera a hundirse en su silla más relajada pero todavía con determinación en la mirada, y definitivamente no era la única que se sentía así.
- Bien, si ya hemos acabado este debate vamos a avanzar un poco.- elevé la voz echando una ojeada por la habitación, para acabar mirando a Belova fijamente-. Nosotros compartiremos contigo todos los datos que hemos recogido después de que acabe la reunión, Bruce se encargará de ello, aunque no creo que haya mucho que no sepas ya… Ahora es tu turno.
Se quedó la habitación en silencio unos segundos, con todos esperando a que la espía se decidiera a hablar, pero al parecer le gustaba una buena puesta en escena más que a mí, porque con la mirada agachada y el ceño fruncido se miraba las piernas, como si estuviera reflexionando exactamente qué decir. Y yo tenía una cosa clara, y es que si entrábamos en ese estúpido juego no quería informaciones a medias. Era o todo o nada, me negaba a estar en una especie de ajedrez humano constante, esperando a que la rusa hiciera su movimiento para nosotros poder responder con el nuestro, y más fervientemente me negaba a que nos acorralara con su jaque mate.
- La alianza de Hydra con el Salón Rojo no era tan ideal como podría parecer.- empezó a contar, hablando lento pero claro, mostrando seguridad en cada una de las palabras que decía-. Por lo que sé, empezó después de la supuesta primera caída de Hydra con Cráneo Rojo, cuando se empezó a formar SHIELD e Hydra empezó a crecer en su interior. Se hizo poderosa, mucho más de lo que se esperaba, jugaron muy bien sus cartas.
Pasó la mirada por la habitación, como si quisiera evaluar nuestras reacciones a su historieta, pero por suerte estábamos todos igual de decididos a mantener una posición neutra en ese momento, incluso Peter que era al que más le costaba. Había que admitir que esas semanas preparándose para la reunión con YelVa le habían ayudado mucho en ese aspecto, lo que me alegraba, porque mostrar cualquier emoción delante de gente como esa barbie no era para nada una buena opción.
- Se buscaron varios aliados, los llamaban sus "Grupos criminales globales", básicamente organizaciones que les ayudaban en su objetivo, entre ellas la mía. Les financió el Proyecto Viuda Negra y a cambio cuando nos necesitaban trabajábamos para ellos, así de simple, una especie de simbiosis, pero llegó un punto en el que Hydra se hizo muy poderosa y estaba claro que el Salón Rojo la necesitaba mucho más que viceversa. Todavía nos usaban, pero cada vez el beneficio para nosotros era menor.- siguió hablando, dejando de mirarnos a nosotros y pasando a mirar un punto al final de la mesa, justo delante mío.- Fue así por muchos años, hasta que Natasha y yo nos marchamos. Como os conté les seguíamos vigilando, y nos enteramos de que esa alianza se había roto definitivamente, y luego años después Hydra cayó definitivamente cuando Strucker fue asesinado por Ultrón… o eso pensamos todos.
- Corta una cabeza y dos más tomarán su lugar.- dijo Capi en voz baja, pero lo suficientemente alto como para que todos en la habitación lo escucháramos. Su voz irradiaba los mismos sentimientos que estaba seguro que teníamos todos en ese momento. Asco. Rabia. Cansancio… y aún podría seguir. Parecía la jodida historia interminable.
- No podría haberlo dicho mejor, Capitán.- comentó la rusa con voz melosa y una pequeña sonrisa que se podría llegar a considerar algo coqueta, como si le hiciera gracia la situación de un hombre que lleva luchando contra esa organización cien años y nunca termina de destruirla. Personalmente esa Belova me estaba empezando a tocar los cojones.
- ¿Y esto nos sirve a nosotros porque…?- comentó Clint, acabando con la diversión de la rubia con voz cortante.
La verdad era que a pesar de las últimas insoportables semanas, le tenía mucho respeto a Clint, era uno de los Vengadores originales por él mismo, no era casi un dios, no era un clon forzado a entrenarse por una organización rusa, no se volvía un gigante verde cuando se enfadaba ni le habían inyectado ningún suero. Me recordaba ligeramente a mí, sin mi alto coeficiente intelectual, pero disponiendo únicamente de su talento y su ingenio para hacerse un sitio en el equipo, y eso es algo que no todos podían decir ahí.
- Porque estoy casi segura de que esa alianza ha vuelto a formarse.- dijo al final, mirando a Clint con la misma mirada desafiante.
- Ese "casi" no me convence nada.- comenté cruzándome de brazos.- Llevamos demasiado tiempo con pistas confusas, sin seguir ningún rumbo fijo. Si estás aquí es para que eso cambie, si no no pintas nada.
¿Estaba siendo demasiado seco? Posiblemente, pero como había dicho, ese día se iban a poner las cartas sobre la mesa sin dejar verdades a medias, y en ese momento supe que a ella también le había quedado claro, porque ese juego de miradas que tenía con Légolas lo había acabado para fijar sus ojos en mí, evaluándome, queriendo saber hasta qué punto podía estirar mi aguante. Al final hizo un pequeño movimiento con la cabeza, casi imperceptible, pero que entendí perfectamente como un asentimiento.
- Es cuestión de lógica, de conocer cómo actúan los dos, solo yo conozco bien el Salón Rojo y estoy segura de que los Vengadores sabían cómo funcionaba Hydra mejor incluso que ellos mismos, pero las normas han cambiado.- empezó otra vez, cambiando su tono de voz, uno más suave, pero todavía firme.
- ¿En qué sentido?- preguntó Wanda interrumpiéndola.
- En el sentido.- contestó Belova, remarcando las palabras, dejando ver que la interrupción no le había hecho gracia, pero sin atreverse a comenzar otro juego para ver quién tenía los ovarios más grandes. Por la pequeña sonrisa que adornaba la cara de Wanda, estaba seguro de que por lo menos en ese momento, hubiera ganado ella-. De que ahora Hydra tiene otro director, o mejor dicho, directora.
- ¿Y sabemos quién es?- preguntó Sam en un tono relativamente más conciliador, pero todavía fuerte. No, a nadie le había hecho gracia el jueguecito de las bombas de la noche anterior y lo querían dejar claro.
- Anabella Pierce, la hija de Alexander Pierce…
- Eso es imposible, Pierce no tenía hijos.- habló Steve incorporándose en toda su altura sobre su silla.
- Capitán, a estas alturas ya debería saber la clase de secretos que son capaces de esconder gente como Nick Furia o Alexander Pierce.
- ¿Y cómo es ella?- preguntó Rhodey, interviniendo por primera vez.
- No he tenido el gusto de conocerla personalmente, como estoy segura de que comprenderéis.- respondió con la voz bañada en ironía-. Pero las malas lenguas hablan de que es una mujer de unos cuarenta años alta y morena, con un genio para nada agradable.
- Debe ser cosa de familia.- comenté-. Pero volvamos a lo importante, Hydra y el Salón, ¿por qué crees que han vuelto?
- Bueno, después del primer chasquido desaparecieron prácticamente todas las organizaciones que quedaban con las que Hydra tenía alianzas. Cualquiera podría haber pensado que ahí lo poco que había todavía de Hydra también se hundió, pero no. Cuatro años después Anabella Pierce aprovechó la ocasión y se nombró directora bajo la promesa de volver a alzar Hydra."
Eso es todo lo que sé, a partir de aquí lo que queda es lo que he podido asumir por comentarios, lo que he podido ver y lo que conozco de ambas partes.- dijo mirándonos con cuidado, como si esperara que la volviéramos a interrumpir en cualquier momento, pero eso no pasó-. Anabella necesitaba más socios, estuvo mucho tiempo buscando sin llegar muy lejos, por eso el último año del Lapso no aprovechó para hacer un movimiento. No creo que supiera que ese sería el último año que tenía antes de que volviérais a traer a todo el mundo, supongo que pensaba que tenía tiempo de sobra, que al mundo aún le faltarían años para volver a ser una décima parte de lo que había sido."
- Entonces la alianza no fue hasta después del segundo chasquido- intervino Scott sorprendentemente atento.
- No sé exactamente cómo pasó, la única fecha que tengo clara es que la chica Pierce se hizo directora en el 2022, a partir de ahí solo sé que en un momento se volvieron a juntar, pero sí, yo también creo que fue después del Lapso por una simple razón. El Salón Rojo volvía a ser poderoso, porque tenía un arma muy poderosa en sus manos, un arma que Anabella ansió en cuanto se enteró.
- Natasha Romanoff.- escuché la voz de Peter a mi izquierda.
- Exacto.- contestó Belova sonriendo, como si estuviera emocionada por toda la situación que teníamos entre manos. Estaba empezando a pensar que esa mujer estaba como una auténtica cabra-. Tenían a la Viuda Negra que había sido Vengadora, con toda la información que tenía en su memoria a su disposición. No sé si antes de eso habían vuelto a aliarse, pero en cuanto Anabella lo supo… sería tonta si no lo hubiera intentado, y el Salón Rojo más tonto aún si no hubiera aceptado.
Joder.
Joder. Joder. Joder. Joder.
Tenía razón, tenía jodida razón. Si lo de Anabella Pierce era cierto, tendría acceso a todos los archivos de la organización rusa de cuando antaño trabajaron juntas, sabrían todo lo de los clones, y puede que a Pierce no le interesara al principio volver con ellos, pero sabiendo que tenían a Natasha… ¿quién no intentaría volver a asociarse?
Natasha lo sabía todo. Absolutamente todo. Y en general no importaba, porque la mayoría de archivos de los que tenía conciencia no existían, la programación y los documentos nacionales e internacionales, todos los informes nucleares… todo había desaparecido o había cambiado durante esos cinco años, los cuales no habían sido más que un pegote oscuro en la mayoría de nuestras vidas. Pero había algo importante que Natasha sabía, algo importante y muy peligroso.
- Natasha sabía sobre los viajes en el tiempo.- dijo Bruce, exponiendo lo que estaba seguro de que estábamos pensando todos.
Ya hacía meses habíamos decidido no hacer pública la forma en la que conseguimos devolver a todo el mundo. No lo habíamos considerado realmente necesario, y era una información que en malas manos podía ser muy peligrosa, porque ni nosotros estábamos seguros de cómo funcionaba, ¿podía cambiar en serio nuestro presente, o si cambiabas algo se creaba una realidad alternativa a la nuestra, como si se formara un camino distinto el cual no nos implicaba a nosotros? La línea espacio-tiempo era algo completamente desconocido, porque nosotros nos aseguramos de no alterar nuestro pasado, de devolverlo todo tal cual estaba, por lo que no sabíamos con exactitud qué era lo que pasaba si viajabas con la intención de alterarlo.
- Y definitivamente ahora ellos lo saben.- habló Rhodey echando la cabeza hacia tras exasperado-. Eso pretenden, ¿cómo demonios no habíamos pensado en eso?
- ¿Si lo supieran no habrían intentado ya algo? Ya han pasado meses desde que lo hicimos, han tenido tiempo de sobra para planearlo.- intervino Scott por primera vez, sorprendentemente atento. No es que de normal no lo estuviera, es que a veces su hiperactividad no diagnosticada le provocaba un ligero déficit de atención. Nada grave, solo lo suficiente como para de vez en cuando sorprenderme si hacía una buena aportación.
- Eso es verdad.- estuvo de acuerdo Steve- ¿A qué están esperando entonces?
- Es sencillo.- hablé alzando la voz para que todos me notaran-. Nat sabía sobre los viajes en el tiempo, pero a pesar de ser una mujer tremendamente inteligente no creo que sepa imitar los dispositivos que diseñé.
Y era así. Natasha Romanoff era la mujer más completa que había conocido en mi vida. Era feroz, inteligente, sexy como el infierno, muy rápida de mente, bondadosa cuando no estaba trabajando, increíblemente guapa y podías hablar con ella de prácticamente cualquier cosa, porque así era como le habían enseñado, porque una buena espía tenía que pasar inadvertida en el ambiente que fuera, por eso te sabía tanto reconocer un cuadro de Rembrandt del siglo XVII como mantener una conversación de horas contigo sobre física cuántica. Pero esos conocimientos no eran capaces de ahondar más allá de lo básico necesario para pasar desapercibida.
- Así que era eso, viajes en el tiempo.- escuché la voz de Yelena Belova al fondo, sacándome de mis pensamientos-. Me habéis sorprendido, y eso no es algo que pueda decir todo el mundo.
Había estrellada en su cara una maldita mueca de superioridad que me hubiera encantado sacarle con mi traje… o sin él, había llegado un punto en el que estaba tan hasta el límite que me era indiferente.
- Esperemos que sepas ser discreta sobre eso.- le exigí a la rusa, logrando solo que agrandara su sonrisa.
Era una maldita mercenaria, y ahora estaba de nuestra parte, pero no quería pensar en lo que podía pasar si llegaba un momento en el que no lo estaba, o si en unos años le ponían sobre la mesa un buen precio por la información. No te podías fiar de gente así, simplemente estaba en su naturaleza traicionar, porque para ellos no existía ni ese concepto ni el de lealtad.
- Por supuesto.- dijo con voz calmada, otra vez usando ese tono meloso, casi parecía que estaba ronroneando-. Vosotros me ayudáis a acabar con el Salón Rojo y esa información muere conmigo.
- No creo que estés en condiciones para negociar.- intervino Steve con la mirada dura, y en ese momento supe que se estaba intentando contener tanto como yo.
¿Nat había sido así alguna vez? La respuesta era un claro sí, pero evolucionó por un hecho muy simple, empezó a tener algo que le importaba, gente que le importaba. Tenía algo que perder y algo por lo que luchar. Belova no. Belova tenía algo por lo que luchar pero nada que perder. Y eso la hacía peligrosa.
- Yo creo que sí, porque tengo más información que estoy segura de que os interesará.- comentó, quitando de una la sonrisa que llevaba puesta-. Siempre y cuando os comprometáis a dejarme ir en cuanto esto termine.
- ¿Y cómo sabremos nosotros que tú te sabrás mantener callada?- preguntó Hope, sorprendiéndome también, al fin y al cabo, ella era más de escuchar y analizar, no solía intervenir.
- Tenéis mi palabra, y si no os fiáis, siempre podemos firmar algo.
- Solo hay un problema, y es que no me fío ni de tu palabra ni de tu firma.- dije.
- Haced el contrato que queráis, que implique meterme en la prisión más segura del mundo toda mi maldita vida si hace falta, no me importa, porque si me ayudáis en esto… Si conseguimos hundir al Salón Rojo, tendréis mi palabra.
Había algo en su voz… algo más serio de lo que había habido hasta ese momento. Era como si por primera vez desde que nos topamos con ella estuviera hablando en serio, o por lo menos intentando la creyéramos de verdad.
¿Deberíamos hacerlo? Estaría muy bien llevarla ahora a un sitio seguro del que no saliera en su vida y en el que no tuviera posibilidad alguna de largar algo que no debía, pero había varios problemas. El primero era que nosotros no actuábamos así, no encarcelábamos a inocentes, y hasta donde sabíamos ella lo era… o bueno, lo había sido desde que la encontramos. El otro problema era que necesitábamos la información que tuviera que decirnos, porque ahora empezábamos a vislumbrar qué era lo que estaban planeando, pero seguíamos sin tener ni idea de cómo dar con ellos.
Me giré para mirar a Steve, al fin y al cabo, aunque los Vengadores no tuvieran ningún líder oficial, junto a mí era el otro al mando en esa habitación, algo que todos sabíamos aunque no fuera algo formal.
Lo bueno de haber trabajado juntos desde hacía más de diez años era que sin palabras nos entendíamos mejor de lo que a ambos nos gustaría admitir. Y en ese momento estaba seguro de que habíamos estado pensando exactamente lo mismo.
Le di un pequeño asentimiento con la cabeza, dándole la palabra para que terciara él.
- Está bien, Tony lo preparará todo para mañana.- dijo, haciendo que frunciera mentalmente el ceño… ¿para mañana? ¿en serio?- Ahora cuéntanos lo que sabes.
- Ahí, Steve… sísísísí justo así.- gimió Peter cerrando los ojos, como si no tuviera fuerzas ni para aguantarme la mirada.
Le cogí fuerte de los tobillos, uno a cada lado de mi cabeza. Tenía las piernas en alto en una maravillosa posición que le abría completamente a mí, permitiéndome llevar la situación como quisiera... permitiéndome hundirme en su culo al ritmo que quisiera.
Seguí embistiendo de forma constante, sacando toda clase de sonidos de esa maravillosa boca que tenía Queens mientras le apretaba más los tobillos. Él no se quejaba, porque le encantaba que fuera tan poco cuidadoso, que clavara mis uñas en su piel y que dejara marcas donde pudiera. Y yo no iba a negar que lo disfrutaba de igual forma.
Volví a sumergirme una vez más dentro de él, esa vez más lento, quería sentir como sus paredes me rodeaban por completo, como cada nervio en mí se excitaba al sentir lo apretado que estaba a mi alrededor, ¿cómo había vivido tantos años sin eso?
- Steve, más, más…- volvió a gemir debajo mío mientras yo disfrutaba de las vistas que se me ofrecían.
Pero no le hice caso, seguí con estocadas lentas, pero profundas, lo suficiente para marearle pero evitar que se corriera con los siguientes movimientos. Pude ver por el rabillo del ojo cómo encogía los dedos de los pies, como siempre hacía cuando le quedaba poco para acabar, y era algo que me mataba de ternura.
Aunque en ese momento toda la ternura que pudiera sentir estaba siendo succionada al igual que mi pene, y estaba empezando a encontrarme al límite.
- Steve, por favor, por favor, más rápido.- pidió Peter con la voz una octava por encima de su tono normal, abriendo otra vez los ojos y mirándome directamente.
Me dio un vuelco el corazón.
Sabía que a esas alturas debería estar acostumbrado, pero no era así.
- Por favor, Steve…- volvió a pedir, esa vez con la voz más suave, suplicándome mientras yo solo podía fijarme en los movimientos que mis embestidas provocaban en su cuerpo, hacia arriba cada vez que me hundía en él, y hacia abajo cuando salía-. Por favor…
Podía ver cómo una pequeña lágrima asomaba de la comisura de su ojo izquierdo, lo que me hizo sentir más orgulloso que muchas de las cosas que había logrado en mi vida, ¿era eso patético? Pero la verdad era que no me importaba, porque directamente no estaba pensando. Sabía que esas lágrimas eran de placer, porque le caían las veces en las que más fuerte conseguía que se corriera, y al parecer esa iba a ser una de esas veces.
¿Cómo podía negarle entonces lo que tan ansiado me imploraba? Así que volví a penetrarle fuerte, como él me exigía, como me suplicaba… y dios, era una sensación indescriptible.
Seguí y seguí mientras entre gemidos Peter envolvía mis oídos. No podía más, sentirse de esa forma debería considerarse incluso ilegal.
- Sigue, sigue, sigue… aaaah, aaaaaaah...
Tenía los ojos entornados y la visión borrosa mientras intentaba tragarme los gruñidos que luchaban por salir de mi boca, así que solo pude vislumbrar a medias cuando Queens se manchó su vientre con su propio semen.
Fue ahí cuando noté el chispazo característico recorrerme cada centímetro de mi piel, pero a pesar de eso me negué a salir de él, ¿por qué lo iba a hacer? La sensación de calor era algo que me negaba a perder mientras sentía cómo terminaba de correrme entre sus nalgas.
Me tumbé encima de suyo para volver a intentar controlar mi respiración, todavía sin salir. Pude notar que la suya seguía algo agitada mientras me envolvía la cintura con sus brazos y me frotaba la espalda, aún con las piernas perfectamente abiertas a mis costados. Estaba seguro de que me encontraba en el puñetero cielo.
- Eso ha sido alucinante.- le escuché decir debajo de mí, y por su voz pude imaginarme sin problema alguno la sonrisa que en ese momento tenía dibujada.
Me incorporé ligeramente para poder mirarle a la cara. No me equivocaba, tenía esa sonrisa que me quitaba el aliento decorando su rostro, con las mejillas todavía algo sonrojadas por el esfuerzo. Y otra vez no pude evitar sentir cierto orgullo al saber que había sido yo el que había logrado esa visión.
- ¿Estás bien?- le pregunté algo preocupado-. No sé cómo me has convencido para hacer esto después de lo de esta mañana.
Habían pasado solo unas horas desde la tan esclarecedora reunión. Había estado toda la tarde repasándola, dándole vueltas a cada palabra dicha por la rusa e intentando sacar mis propias conclusiones mientras Peter se había ido con la familia Stark a comer una hamburguesa. Tony le había invitado nada más acabar y él no había tenido corazón para negarse a ver a la pequeña Morgan. No es que le molestara, todo lo contrario, sabía que disfrutaba pasando tiempo con ella.
Así que quedamos para vernos esa noche en sus habitaciones. Yo había ido con la total y absoluta idea de hablar y pasar un rato juntos, a fin de cuentas, esa mañana había sido su primera vez, no quería machacarle demasiado y menos aún quería que ni Tony, ni Belova, ni nadie se preguntara al día siguiente por qué Peter caminaba de forma extraña. Con lo malpensada que era la gente en ese edificio no creo que ni se lo cuestionaran dos veces.
Pero me había ganado en el juego de voluntades, ¿y cómo no hacerlo cuando me besaba de esa forma? Declaradme culpable y ponedme una condena, que la cumpliría gustoso después del momento que acabábamos de tener.
- No seas tonto, Steve, sabes que soy más resistente que la mayoría, conmigo no tienes que ser tan delicado- me respondió con una mueca graciosa mientras me guiñaba coqueto un ojo. Ese chico acabaría conmigo un día de esos- ¿Crees que han sospechado algo esta mañana?
No hacía falta que especificara, tenía claro que se refería al momento en el que F.R.I.D.A.Y casi me había cerrado las puertas de la sala en mis narices. Mentiría si no dijera que me dio algo de rabia esa escena. En la vida había llegado tarde a una reunión, eran algo serio, algo importante por lo que no solo me pagaban, si no también algo con lo que salvábamos vidas. No nos lo podíamos tomar a broma y odiaba cuando alguien lo hacía, y mis compañeros lo sabían, por eso me miraron todos tan extrañados cuando aparecí, y por eso también seguramente nadie me dijo nada por hacerlo.
Aunque he de admitir que, a pesar de todo, cuando vi la pequeña sonrisa que Peter le dedicaba a la mesa sentí que había merecido la pena cada maldito segundo.
Sí, habíamos terminado nuestra… ducha de esa mañana un poco más tarde de lo planeado. Fui yo el que sugirió que fuera Queens primero y yo cinco minutos más tarde, para que no nos vieran llegar juntos, acordándome además en el último minuto que había ido a los vestuarios sin camiseta y que tenía que ir a mi habitación a por una, por mucho que Peter insistiera en que debería haber ido sin ella, o según sus palabras, y cito: "Deberías ir a todas partes sin camiseta, el mundo sería un lugar más feliz para todos si lo hicieras".
- Posiblemente.-le contesté-. Sobre todo Rhodey, sabía que esa mañana había estado contigo.
- Bueno, creo que ahora tenemos algo demasiado gordo entre manos como para que estén pensando en nosotros.- respondió después de unos segundos de silencio en los que yo aproveché para echarme a un lado, saliendo de él y atrayéndolo hacia mí para que se apoyara en mi hombro mientras yo le rodeaba la cintura con un brazo.
- Sí, no sé cómo no habíamos pensado en eso, últimamente tengo la sensación de que estamos confiándonos demasiado.- hablé mirando hacia el techo, mientras le empezaba a frotar la espalda-. Como si haber vencido a Thanos nos hiciera invencibles.
- Puede ser.- dijo mi novio pasando los dedos por mi pecho como le gustaba hacer siempre que nos poníamos en esa posición-. Y puede que llevemos también demasiado tiempo confiando en que todo el mundo sigue demasiado débil como para hacer un movimiento grande, solo porque nosotros aún no nos hemos terminado de recuperar. Después de todo, fuimos los más golpeados.
- Eso va a cambiar a partir de ahora.- respondí dándole silenciosamente la razón-. No podemos permitirnos ser suaves en esto.
- Tampoco os culparía, ella es alguien muy importante para muchos de vosotros.
- Ella no es Natasha.- respondí puede que más duro de lo que hubiera querido, pero Queens era un chico listo y muy calmado cuando había que serlo, sabía perfectamente que esa rabia no iba dirigida hacia él-. Es peor, porque sabe todo lo que sabía ella, pero sin escrúpulo alguno. Nos va a atacar por donde menos lo esperamos y donde más nos duela, lo que me enerva es no saber cuál será su primer movimiento.
- Por lo menos ahora sabemos dónde está.- contestó sin dejar de acariciarme el pecho, relajándome con el gesto-. Y sabemos lo que está buscando.
- ¿Cómo no pudimos darnos cuenta de que estaba aquí, en Nueva York, justo en nuestras narices?- pregunté retóricamente, volviendo a sentir esa impotencia crecer en mis entrañas.
Habíamos sido demasiado tontos, demasiado confiados y demasiado poco cuidadosos. Por eso buscamos por todo el maldito mundo y no encontramos nada, ni un solo movimiento, ni una sola pista, porque había estado siempre ahí, a nuestro lado, vigilando cada uno de nuestros movimientos, algo que Belova había intuido antes que ninguno de nosotros. Al principio me había parecido una locura, pero a esas alturas realmente era lo único que tenía sentido. Porque sí, Natasha era buena, la Viuda Negra era posiblemente la mejor espía con la que cualquier podía encontrarse, pero era muy improbable que durante meses no diéramos ni con una sola pista de su paradero contando con la mejor tecnología de este puñetero mundo.
No hay mayor ciego que el que no quiere ver, dicen.
Tenía sentido, ¿dónde iba a estar si no? La información que quería estaba en la Torre de los Vengadores, más específicamente en la cabeza de Tony Stark, incluso de Bruce Banner, porque estaba seguro que Tony le habría explicado mil y una vez cómo funcionaban los dipositivos que había fabricado para viajar en el tiempo. Así que ahí se encontraba ella, seguramente vigilando cada uno de los pasos de los dos científicos, esperando el momento para atacar. Y por eso desde ese mismo día Tony le había puesto tanto a Pepper como a Morgan varios agentes siguiéndolas en todo momento y dispositivos y cámaras de también de seguimiento para tenerlas controladas en todo momento, porque si algo era el punto más débil y poco defendible de Tony era ese.
- Bruce sí miró en Nueva York, y se le escapó, no es culpa de nadie, sabe esconderse bien.- intentó animar mi novio con voz suave y paciente.
- Él mismo admitió que lo descartó rápido.- contraataqué.
- Sea como sea, Steve, ahora vamos un paso por delante.- dijo acurrucándose contra mi cuello, sacándome una pequeña sonrisa-. No tiene nada que hacer, ni ella, ni Hydra, ni el maldito Salón Rojo.
- Mmmms, ¿qué haría yo sin ti?- hablé girándome ligeramente en su dirección para poder rodearle con ambos brazos y apretarle contra mí.
- Seguramente pensar hasta que te saliera humo por las orejas.- bromeó riendo contra mi cuello.
- ¡Oye!- exclamé fingiendo indignación mientras le daba una cachetada en el culo-. Esa me la pagarás.
- Estaré encantado de hacerlo.- contestó rápido, juntando nuestros labios en un beso.
Abrí la boca para recibir su lengua de buen grado, ya era una invitada habitual que estaba encantado de recibir. Se separó un poco de mí unos segundos más tarde, para mirarme directamente a los ojos con una suave sonrisa.
- Oye, Steve.- dijo entornando un poco los ojos.
- ¿Qué pasa, pequeño?- contesté apartándole un mechón de pelo rebelde de la frente.
- Tengo semen literalmente por todo el cuerpo.
