Me desperté con el sonido de un claxon entrando por la ventana. Me costó unos segundos darme cuenta de dónde estaba. En el salón de Peter.
- Genial, me he vuelto a quedar dormido en el sofá.- hablé para mí mismo, una costumbre que mi madre intentó quitarme desde niño, decía que eso solo lo hacían los locos.
Dios santo, parecían recuerdos de otra vida. De otra persona.
Miré a ambos lados de la habitación, buscando con la mirada a mi pequeño, pero no había rastro de él por ninguna parte.
Recordaba haberme dormido con él en brazos. Esa había sido una buena sensación, siempre era una buena sensación estar con él.
Fruncí el entrecejo al darme cuenta de la nota que había sobre la mesa. No es que estuviera preocupado por perderle de vista (Peter era muy capaz de cuidar de él mismo), pero con todo lo que estaba pasando, mi corazón estaba menos inquieto si sabía dónde se encontraba en todo momento. O al menos esa era la excusa que me ponía a mí mismo. Realmente solo quería saber dónde estaba porque me preocupaba por él, porque quería poder encontrarle si era necesario en todo momento, hubiera una Natasha Romanoff por medio o no.
"He ido a casa de Ned, nos vemos para cenar. Te quiero."
Y eso era todo.
Bueno, después de toda la rueda de prensa de hacía unas horas era comprensible que quisiera despejar su cabeza con su mejor amigo. Un mejor amigo que todavía no tenía el placer de conocer. Según Peter era mejor esperar a que se hiciera a la idea de todo para traerle al complejo. Cualquiera pensaría que desde que descubrió que era Spiderman hasta ese día habría tenido tiempo para procesarlo todo, pero no sería yo quien discutiera con él.
Bajé al que usábamos como comedor principal. Los nervios parecían notarse todavía en el ambiente, en parte por la llegada de la nueva Natasha, en parte por la ya pasada rueda de prensa de Peter. Y no es porque hubiera ido mal, todo lo contrario, por ahora parecía haber conseguido su propósito, que era calmar a la prensa y que poco a poco se fuera olvidando el tema.
Encontré a Wanda y a Sam en el sofá hablando tranquilamente, con Bucky en un sillón algo más alejado fingiendo hacer caso a la conversación. Scott estaba con Hope y Rhodey en la mesa con unas bebidas que apostaría un brazo a que no eran agua. El resto suponía que estaba aprovechando sabiamente el descanso que se nos brindaba antes de que volviera a desmoronarse todo.
Porque volvería a desmoronarse, siempre lo hacía, de eso no teníamos ni la menos duda.
Me acerqué a la mesa con este último grupo con intención de meterme en la conversación. Había que matar el tiempo de alguna forma.
Siempre nos quejábamos de la falta de descansos que teníamos tanto física como mentalmente, pero cuando por fin encontrábamos unas horas en las que no teníamos preocupación ninguna el aburrimiento llegaba a nuestras cabezas en menos de unos minutos. Parecía que el estrés era nuestro estado natural de base y que sin él estábamos perdidos.
- Sí, ha bajado hace un rato.- decía Rhodey, procediendo a dar otro sorbo a su vaso.
- ¿Quién ha bajado hace un rato?- pregunté sentándome al lado de Scott.
- Stark a hablar con Romanoff.- contestó rápido Hope mirando en mi dirección.
- Oh, creía que íbamos a esperar a mañana.- hablé intentando que no pareciera que reprochaba nada. Ya bastantes problemas tenía con Tony como para que el soldado que había en ese grupo se fuera a chivar más tarde de que hacía comentarios a sus espaldas.
- Sí, pero dijo que intentaría a ver si con una sola persona conseguía algo habiendo pasado ya unas horas.- explicó tranquilamente Rhodey.- De todas formas dijo que si no conseguía algo rápido no insistiría.
- Está bien, yo…
Pero no pude acabar mi frase, porque una alarma empezó a sonar en mi muñeca. Bajé la mirada para ver una luz roja iluminarse con un nombre a su lado.
Peter.
Me desperté con el sonido de una puerta cerrarse. Me costó unos segundos darme cuenta de dónde estaba, o mejor dicho, darme cuenta de que no tenía ni idea de dónde estaba.
Notaba la vista nublada y la cabeza mareada, ¿qué había pasado?
Recorrí la vista por la habitación, pero solo veía gris, mucho gris a mi alrededor roto por tres figuras en frente de la que parecía ser la única salida. Intenté moverme, pero fue cuando me di cuenta de que estaba atado a una silla de pies y manos.
Joder.
Los recuerdos fueron llegándome paulatinamente. Yo en el sofá con Steve. Ned diciéndome de ir a su casa. El sentido arácnido despertándose. El hermano Brown muerto. Yelena. La hermana Brown muerta. Romanoff. Negro.
Joder. Joder.
La visión se me fue aclarando, lo suficiente para reconocer a las tres figuras en frente mío: Natasha Romanoff, Yelena Belova, y una mujer que pude suponer que era Anabella Pierce.
En plena boca del lobo. "Muy bien, Peter, esta vez te has lucido" me reprendió mi yo interior. Y con razón, ¿cómo había podido ser tan despistado?, ¿en qué narices pensé cuando salí sin el traje?
Mejor aún, ¿cómo habíamos podido confiar en Belova? Esa maldita rata. Wanda fue la única que nunca se fió de ella, y la nota de hacer caso a Wanda en todos los futuros cercanos había quedado muy grabada en mi mente.
Estaba furioso, porque en serio había empezado a gustarme. La había llegado a ver como una víctima que solo había tomado mal algunas decisiones que la habían marcado de por vida.
Como Tony.
Como Steve.
Como Wanda.
Como la verdadera Natasha tan adorada por todos en el complejo.
Como básicamente todos Los Vengadores. Pero no era así, porque efectivamente había tomado malas decisiones, pero no le habían marcado para nada.
- Peter Parker, un placer conocerte por fin.- dijo la mujer del centro, la que suponía que era la jefa de todo esto.- No sé si me conoces, soy…
- Anabella Pierce.- escupí intentando que todo el veneno que pudiera saliera en mi voz. Quería que tuviera muy claro el poco agrado que me provocaba tener que mirarla.
- Veo que tenías hecho los deberes, va a ser verdad que eres tan buen pupilo como dicen.- comentó haciendo caso omiso de mi actitud, lo que solo logró que me enfadara más. Y sabía que eso era lo que ella quería.- También conocerás a mis compañeras, supongo, aunque no sé exactamente qué versiones de Natasha has conocido personalmente.- terminó con una nota graciosa en la voz… ¿es que ahora estábamos en el club de la comedia?
- Por suerte, a esta no.
- También es un placer para mí, pequeño Stark.- habló por primera vez Romanoff.
Fui en contra de todos mis instintos que me gritaban para que me girara a mirarla y la mandara a la misma mierda.
Pero me contuve. No tenía que perder los nervios, eso era lo que me habían enseñado, pero en ese momento no supe lo realmente complicado que era.
Me giré para mirar a Belova queriendo encontrar por lo menos un pequeño atisbo de culpa, algo que me dijera que sabía lo que había hecho y que estaba lidiando con las consecuencias. Pero no encontré nada más que la misma neutralidad que tenía el día que llegó a la sede.
- Supongo que querrás saber qué haces aquí.- volvió a hablar Pierce, la cual parecía muy satisfecha de ella misma y de todas mis reacciones. Y a mí me mataba darle ese placer.
- No estaría de más.- respondí lo más seco que pude.
La sonrisa de maníaca megalómana que le nació fue realmente escalofriante. Disfrutaba teniendo el mando, disfrutaba controlando la situación y haciéndome sentir a mí pequeño. En cierto modo me recordaba a Flash, la diferencia eran solo unos cuantos años de edad y seguramente un coeficiente intelectual mucho mayor que el del estúpido friky matón de instituto.
Era gracioso usar la palabra friky y matón refiriéndose a la misma persona.
- Estamos al tanto de que sois conocedores de nuestro pequeño plan de conseguir los dispositivos para viajar en el tiempo, aunque debo admitir que me decepcionó lo mucho que tardásteis en descubrirlo, si no hubiera sido por nuestra Yelena seguiríais en un camino sin salida.
El ambiente se sentía muy seco, por un momento no pude evitar pensar en la playa. Nunca había ido a la playa, pero siempre había querido ir. Steve me prometió que antes de que me fuera a la Universidad la visitaríamos. Y a eso me intenté aferrar, a un día que todavía no había ocurrido para no dejar que la ira y el miedo me comieran.
Hice fuerza lo más disimuladamente posible contra la soga que me sujetaba de las manos. Como ya suponía fue inútil. Entre lo cansado que me encontraba y la tecnología que estaba al tanto de que esta gente tenía, sabía que no sería tan fácil soltarme con solo usar la superfuerza.
- Es inútil que lo intentes.- corroboró Romanoff desde la izquierda de Pierce.- Ni con tu superfuerza serás capaz de soltarte, no somos tan tontos.
Seguí sin girarme a mirarla. No merecía la pena.
- No me gusta que me interrumpan, Peter.- quejó la hija de Alexander Pierce dándome una mala mirada como si estuviera reprendiendo a un niño.
- Ni a mí que me aten.- contesté.
- No creo que cierto Capitán esté de acuerdo en eso.- dijo Belova, hablando por primera vez con humor en la voz. Muy gracioso todo.
- Oh, cierto.-siguió Pierce.- Que tu entrada en Los Vengadores ha sido por la puerta grande. Protegido de Tony Stark y el que se folla al Capitán América. Hay que decir que eres toda una caja de sorpresas.
- No sabes nada.- murmuré, sin estar seguro de que alguien me escuchara.
- Por lo que nos contó Yelena, a Stark no le sentó bien vuestro… ¿romance?, ¿se puede llamar así?
"Cállate, cállate, cállate", podía aguantar muchas cosas, pero no que siguieran con ese tema. Esa gentuza no se merecía ni poner el nombre de ninguno de ellos dos en sus bocas.
- Ooops, ¿es un punto débil, ese?.- dijo la pelirroja sin ocultar lo que estaba disfrutando con la conversación (si es que a eso se le podía llamar conversación).
- No seas mala, Natasha, todavía está confundido, ¿verdad, Peter?.- habló la jefa de Hydra.
No contesté. En mi cabeza había una mínima posibilidad de que si no contestaba todo desapareciera.
Pero sí era real. O por lo menos se sintió muy real cuando se acercó hasta mí y con sus estúpidamente largos dedos me cogió ambas mejillas y me las apretó. Pude notar cómo las uñas se clavaban en mi piel.
Sí, era muy real.
- ¿Verdad, Peter?- repitió ya sin ninguna clase de diversión en su voz, lo que me causó un pequeño punto de satisfacción.
- Vete a la mierda.- contesté.
Sentí cómo apartó sus manos de mí en lo que pareció una eternidad, para solo segundos después sentir un fuerte golpe en mi mejilla.
- No te pases de listo, niño.- dijo la morena con desprecio.
Me miró unos segundos más antes de volver a golpearme. Y luego otra vez.
Parecía que le estaba estaba empezando a coger el punto a aquello, la muy hija puta.
- Vas a hacer lo que te digamos, y lo vas a hacer sin rechistar, ¿lo has comprendido?
Sentía mi mejilla izquierda caliente y muy magullada, pero no me importaba, sabía que en no mucho tiempo volvería a estar perfecta.
- No sé por qué tendría que decirte que sí.
Me esperaba otro golpe, pero no pasó nada, lo que solo me inquietó más. Levanté la mirada y vi en su cara una sonrisa que no le causó ningún bien a mi ya revuelto estómago, ¿sabéis quién es el gato de Alicia en el País de las Maravillas? Pues era una sonrisa diabólicamente similar.
- Te puedo dar una muy buena razón.- dijo antes de mirar a Yelena y darle un pequeño asentimiento.
Vi atentamente cómo esta abrió su chaqueta y de un bolsillo interior sacó lo que parecía una pequeña tablet solo un poco más grande que un móvil común.
Tocó varias teclas con la mirada muy fija en la pantalla. El tiempo volvió a ralentizarse como lo hace cuando están dando las notas en clase y esperas a que en cualquier momento digan tu nombre. Era esa misma sensación, pero multiplicada por mil.
Por fin Yelena encontró lo que al parecer buscaba, porque levantó la cabeza para mirar a la figura morena de su izquierda, a la espera de instrucciones. Como una buena soldado. Como una buena copia.
La morena dio otro pequeño asentimiento, ya sin esa sonrisa infernal, pero todavía quedaba un fantasma de humor en su mirada, como quien está esperando a que se abra el telón para ver un buen espectáculo.
Solo que esa vez el espectáculo era yo.
La rubia rusa me miró unos segundos sin dejarme ver nada de ella, hasta que por fin giró el aparato, y todo lo que no fuera esa pantalla quedó en un segundo plano para mí, porque en esa pantalla estaba el motivo por el que sabía que a partir de ese momento podrían hacer conmigo lo que quisieran.
Mi corazón iba tan rápido que lo notaba parado, mi respiración iba tan deprisa que sentía que me ahogaba, hasta que Anabella Pierce decidió volver a hablar:
- Saluda a tu amigo Ned, lleva unas horas esperando a que llegues.
- Steve, tienes que calmarte.- escuchaba la voz de Bucky por cuarta vez desde la última hora.
¿Cómo demonios pretendía que me calmara? Peter había salido solo sin el traje y ahora no había rastro de él en ninguna parte.
La pulsera con la que nos había avisado de que pasaba algo se encontraba tirada en la calle de su amigo Ned, calle de la que era imposible obtener ninguna imagen de las últimas 24 horas porque todas las cámaras de seguridad y satélites que apuntaban a ella estaban inutilizables desde hacía un día entero (¿cómo el maldito cuerpo de policía no se había dado cuenta de eso?).
Había sido cosa de Hydra, estábamos seguros de eso. Al final la captura de Natasha sí que había sido una trampa, o por lo menos una distracción.
- Estoy calmado.- respondí sabiendo tanto yo como todos los que estaban a mi alrededor que mentía como un bellaco.
- No, no lo estás, y así no vas a ayudar a nadie, y menos a Peter.- replicó Bucky con desprecio en sus palabras.- Te lo dije, te dije que enredarte con él no te dejaría pensar con claridad.
- Este no es el momen…
- Me juraste que no sería así, que sabrías diferenciar la situación en tu cabeza.- siguió hablando como si mi intento por interrumpirle no mereciera la pena ser escuchado.- Así que demuéstrame que me equivocaba y no dejes que el pánico te gane.
Le miré directamente a los ojos, y como siempre él me aguantó la mirada. Tenía razón y lo sabía. Que me pusiera histérico únicamente beneficiaría a aquellos que se habían llevado a Peter, y no podía dejar que eso pasara.
- Ningún vecino dice haber visto nada.- se escuchó la voz de Tony entrando a la habitación.
Desde que había sonado la alarma el millonario había estado tenso pero controlado, y lo podías ver con solo mirar sus manos, las cuales no podían parar de temblar, pero su voz era firme. Me enfadaba en parte, pues no sabía cómo podía mantener la calma en esa situación si en serio Peter le importaba tanto como decía, pero mi parte racional decía que estaba siendo estúpido, que lo que tenía era que tenerle envidia por saber controlarse de esa forma.
La diferencia era que desde que Tony se convirtió en Ironman siempre había tenido alguien a su lado a la que si le hubiera pasado algo hubiera acabado con la poca cordura que a lo largo de los años Tony había demostrado tener. Yo desde que me uní a Los Vengadores conocí a mucha gente, hice muchas buenas amistades, pero hasta que apareció Peter esa preocupación no la había experimentado a esos niveles.
- Y Natasha sigue sin hablar.- aportó Clint, el cual había aparecido apenas hacía 15 minutos.
- Acabamos de bajar y nada, como si estuviera catatónica.- respondió Rodhey.
- Estamos en un punto muerto.- dijo innecesariamente Hope.
- La policía está revisando las cámaras de todas las calles alrededor de en la que estaba Peter, dicen que cuando encuentren algo nos avisarán.
- Eso si encuentran algo.- volvió a hablar Hope.
- Cariño, no es el momento.- le susurró Scott a su lado, con una mano en su cintura mientras sabía que me miraba de reojo. También innecesario.
- ¿Y de Ned se sabe algo?- preguntó Tony, fingiendo no haber escuchado los dos últimos segundos de conversación.
- También desaparecido, sus padres están histéricos.- contestó Bruce desde el otro lado de la habitación.
- Magnífico, tienen a Peter y a algo con lo que chantajear a Peter, todo maravilloso.- habló Wanda.
Se hicieron unos segundos de silencio, en los que cada uno de nosotros pensaba en algo, en una mínima oportunidad, en una mínima señal que pudiera darnos una idea de dónde habían llevado a Peter.
Se me rompía el corazón solo de pensar en lo asustado que debía estar. Podía ser un Vengador, todos podíamos serlo, pero el miedo actuaba en nosotros del mismo modo que en cualquier otra persona.
Si le pasaba algo me aseguraría de pasar el resto de mis días cortando una y otra y otra vez todas y cada una de las putas cabezas de Hydra. De cortarlas, descuartizarlas y quemarlas.
Cuando la voz de Bruce interrumpió mis pensamientos:
- ¿Y dónde está Yelena?
