Habían pasado meses y una Navidad de por medio desde que Hydra nos secuestró. La vida se parecía a la que hubo antes del chasquido, aunque todavía había algunos conflictos por resolver, como los grupos rebeldes. Desde que terminó El Lapso siempre estuvieron, pero últimamente había habido un grupo que se estaba haciendo notar y estaba llamando la atención de los gobiernos. Se llamaban los sin bandera o algo así creía recordar. Pero había que ser positivos, y es que estos grupos eran minoritarios y cada mes que pasaba se notaba más el progreso.
Ese día en particular era mi graduación. Por fin había terminado esa etapa de mi vida llamada la secundaria y no podía estar más contento de iniciar la siguiente. El único problema era que ciertas personas se lo estaban tomando con demasiada efusividad. Me graduaba en el instituto, no en el MIT... porque sí, iba a ir al MIT.
Lo había estado pensando muchas veces, le había dado muchas vueltas, sobre todo por la distancia. Sabía que para los temas de Spiderman no sería demasiado problema, pero tampoco me llamaba la idea irme tan lejos de la sede. Y obvio, tan lejos de Steve.
Aviso: el tonto enamorado va a salir otra vez a la superficie.
Me había apoyado mucho en todo, no me gusta admitir que dependí de otra persona para tomar una decisión tan trascendente sobre mi futuro, pero la verdad es que fue así. Al final es un poco como funcionan las parejas, ¿no? No puedes pensar solo en ti, pero tampoco tienes que dejar de hacer lo que quieres por él. Por eso yo le pregunté si le parecía bien que me fuera durante esos cuatro años, y por eso Steve, aunque obviamente no quería que me mudara, me dijo que sí.
Otro punto importante fue la tía May. Le hizo tanta gracia que me fuera a Massachusetts como que saliera con Steve…
Spoiler: Ninguna.
No era que le cayera mal mi novio. Era el perfecto caballero, educado, inteligente, guapo, fuerte, con un trabajo extremadamente bien remunerado y lo más importante, me quería tanto que con una sola mirada lo demostraba.
¿Qué más podías pedir para tu sobrino? Ah sí, un chico de su misma edad.
Por lo menos era educada con él, para lo cual sé que Happy tuvo mucho que ver y se lo agradeceré siempre, porque no quería ninguna escena mínimamente parecida a la de Tony y Steve. Necesitaba que aceptaran mi decisión y punto. Aunque había que admitir también que con el paso de los meses se fue calmando. Supongo que se daría cuenta de que no tenía mucho que hacer porque la relación cada día se consolidaba más.
Y volviendo a mi graduación. Me había despertado con un desayuno en la cama por parte de mi novio y con un Tony Stark tocando a la puerta media hora más tarde reclamando el por qué no había bajado a desayunar, que me había preparado el desayuno y que tenía un regalo para mí. Todo eso ante la mirada asesina de Steve.
Eran exasperantes, pero tampoco sería hipócrita y diría que no me gustaba esa atención. Y más cuando el regalo del Sr. Stark fue un coche que había estado fabricando los últimos meses. Era para su empresa, pero quería que yo me quedara el primero que había fabricado él mismo.
- Para que te sea más fácil ir y volver de Massachusetts.- me había dicho.
Como era normal ni a él ni a Morgan les gustaba que me fuera, pero el Sr. Stark tampoco podía disimular que estaba contento con que fuera a la misma Universidad a la que fue. Lo terminó de demostrar cuando dentro del coche vi una sudadera del MIT.
- Para que te integres mejor en el campus.- me había dicho.
Y yo no lo dije, pero pensé que era bonito sentir que tenía una figura paterna en mi vida.
Así que ahí estábamos divididos en dos coches llegando a mi instituto, donde sería la celebración. Venían mi tía, Happy, Steve, Tony, Pepper y Morgan, y a mí me empezaban a entrar los nervios.
No era algo nuevo, hacía meses que todo el mundo supo mi identidad, pero al principio fue algo abrumador.
Era la primera vez que iba al instituto desde que la copia de la Natasha Romanoff que una vez conocimos hizo de conocimiento público quién era Spiderman.
Pocas veces en mi vida había estado tan nervioso como en ese momento, y el que después de que saliera la noticia hubiera estado semanas desaparecido solo había hecho que empeorarlo. Los periodistas parecían garrapatas desesperadas por pegarse a nuestra piel para conseguir una sola foto o una sola palabra sobre mí. Cualquiera diría que la rueda de prensa que hicimos les atenuaría. Pero no. Querían más. Y sospechaba que lo querrían durante mucho tiempo.
No sé cómo pudieron esconder durante tantas semanas mi secuestro y el de Ned, pero lo habían conseguido (estoy seguro de que Pepper fue gran parte de la razón de ello). Además, nuestra recuperación y salida del hospital de la sede casi coincidió con las vacaciones de Navidad, por lo que las empalmamos y nos estuvimos poniendo al día con el temario todo ese tiempo. Cabe decir que el instituto fue muy comprensivo con nuestra situación… aunque estoy seguro que después de saber que Spiderman se estaba formando en su centro, les habría parecido bien que no volviera a ir a clases nunca con tal de que ante la prensa hablara bien de ellos.
En resumen, no podía casi ni salir a la calle sin tener micrófonos y cámaras apuntándome.
Todo muy divertido.
Véase la ironía.
El estado basal de estrés que tenía en mi cuerpo solo se vio en aumento cuando al llegar a la entrada del instituto vi una reunión de periodistas. Solo pude pensar que el Sr. Stark no exageraba cuando me obligó a traerme a algunos agentes de escoltas.
- Tranquilo, chico, esto solo será los primeros días, luego saldrá otra noticia y te dejarán en paz.- dijo Happy desde el asiento del conductor. Esa mañana le había salido su vena amable y se ofreció a acompañarme. O puede que May le hubiera obligado en secreto. Una vez formalizaron su relación fueron más obvios que nunca.
- Gracias por el intento, Happy.- respondí desanimado.
Sentí su mano en el hombro y cómo lo apretaba para darme aliento. Pero por muy buenas intenciones que tuviera, no iba a funcionar.
- Tú puedes con ellos, ¿qué son unos pocos reporteros comparados con Hydra?
Una cosa que me gustaba de él es que era directo, no te trataba como si fueras de cristal, y es que en la sede desde que llegué parecía que la palabra "Hydra" y todo lo relacionado con ella estaba prohibida.
- Supongo que tienes razón.- contesté cogiendo un poco de aliento e irguiéndome en el asiento.
- Ahora sal de mi coche antes de que tu muy sobreprotector novio no pare de llamarme para ver por qué tardo tanto en volver.- dijo con una media sonrisa. Lo decía de broma, pero ninguno estábamos seguros de que lo fuera de verdad.
Así que cogí la mochila y con una última sonrisa de despedida salí del coche. Fuera me esperaban ya los agentes haciendo una barrera alrededor del vehículo para evitar que los reporteros se acercaran demasiado.
Todo fueron flashes y gritos de preguntas en cuanto salí, pero yo solo avancé recto haciendo el mismo camino que había hecho todas las mañanas de los últimos años, sintiendo una pequeña presión en el pecho sabiendo que esos pequeños detalles se habían acabado para siempre. Nunca podría ir a ninguna parte a cara destapada sin que la gente supiera quién era.
La suerte fueron las vallas que el instituto tuvo que poner a una distancia de la puerta de entrada y de las demás instalaciones durante los primeros días después de la rueda de prensa, cuando se esperó que fuera a volver al instituto pero nunca lo hice. Por lo que me contaron, algún periodista fue demasiado lejos y se coló por una ventana. Además de que en el centro todos los alumnos eran menores de edad, no podía haber tantas cámaras grabándoles.
Yo también era menor, pero al parecer las normas no funcionaban de la misma forma para mí por ser un personaje público trabajando en un equipo de élite para el gobierno.
Cuando por fin llegamos a las puertas principales pensé que ya había pasado lo peor, pero me equivocaba. El mismo gentío con cámaras que había fuera estaba también dentro, con la diferencia de que estos eran adolescentes con el móvil y no gritaban intentando acercarse, si no que susurraban entre ellos mirándome demasiado directamente. No hacían ni el esfuerzo de disimular.
El instituto era una mierda.
Y la adolescencia también.
O puede que me estuviera acostumbrando demasiado a vivir con gente mayor.
- Peter.- escuché una voz familiar acercarse. Tuve que mirar al único agente que todavía me acompañaba por petición especial del Sr. Stark para que no reaccionara a mi mejor amigo como si este fuera a atacarme. Cuando era un Vengador el que les hacía una petición especial se tomaban su trabajo demasiado a pecho.
- Hola, tío.- contesté con una pequeña sonrisa parándome al lado de mi taquilla.- ¿Cómo estás?
- Esto es una locura.- dijo con una gran sonrisa obviando mi pregunta. Estoy seguro que ni la escuchó, demasiado concentrado en su entorno. Y es que a Ned le encantaba la fama y la atención, siempre había sido así.
- Buenos días, pringados.- escuché otra voz antes de poder contestarle. Tampoco habría sabido bien qué decirle.
- Hola, MJ, ¿cómo va todo?- no sabía qué intentaba hacer, ¿tener una conversación normal? Me sentía estúpido. Nada de eso era normal.
- No tan bien como a ti, por lo que veo.- dijo divertida. Bueno, divertida para ser MJ.
¿Eso era un ataque?. ¿Me echaba en cara no haberle dicho nada? Era mi amiga, seguramente mi mejor amiga, pero nunca se me había pasado por la cabeza el contárselo. Por lo menos no como a Ned antes de que él se enterara por accidente.
- MJ, yo…
- No te preocupes, ya lo sabía.
- Siento no haber… perdona, ¿qué?- levanté rápido una mirada que no sabía que tenía agachada para verla con cara de aburrimiento. Esa sí que era más habitual en MJ.
- Bueno, llevo observándote desde hace tiempo, es bastante evidente.
- ¿Qué? No era bastante evidente, ¿qué te hacía pensar eso?- hablé indignado con la voz más aguda de lo que me gustaría admitir.
- El hecho de que tú… en fin, siempre desaparecieras de repente sin motivo.
- Yo no…
- Sí lo hacías.- se metió Ned en la conversación. Si no fuera porque casi le mataron por mi culpa, esa afirmación me habría sentado mal.
Iba a seguir defendiendo mi inocencia cuando sonó la campana, así que dejamos la conversación para el almuerzo.
El resto del día no fue mucho mejor. La mayoría de los profesores me trataban como si fueran ellos lo que tenían que causarme buena impresión y no al revés. Mis compañeros parecían que cuando me miraban veían a otra persona (puede que para ellos fuera así), y el resto de alumnos no paraban de observarme y sonreirme, incluso alguno más atrevido se me acercó a pedirme una foto.
Como decía Ned, era una locura.
Pero la mayor locura llegó a la hora del almuerzo, en la cola de la cafetería.
- Peter, buenos días, te veo bien.
Cuál fue mi sorpresa cuando me giré y vi a Flash mirándome con una sonrisa que no me había dirigido en todos los años que nos conocíamos. Puede que eso también tuviera algo que ver con que las únicas sonrisas que me había dirigido eran de burla.
- ¿Qué quieres?
No quería ser borde. Bueno, en verdad con él me daba igual serlo.
No era tonto, sabía que Flash pararía ese innecesario complot que mantenía contra mi persona ahora que se sabía el gran secreto. Lo que no esperaba es que hiciera un movimiento como el que empezaba a sospechar que iba a hacer. No podía tener tanta cara.
- Solo quería asegurarme de que dejáramos el pasado en el pasado... y bueno, ya sabes, pudiéramos llevarnos bien.- dijo extendiendo la mano en mi dirección sin cambiar esa sonrisa. Estaba seguro de que en cualquier momento le daría un pinchazo en la mejilla de tensar durante tanto tiempo sus músculos en un gesto tan desconocido para él.
¿De qué iba este subnormal?
Perdón por la palabra.
Pero era subnormal.
- Te has estado burlando de mí desde que nos conocemos sin razón alguna.- contesté sin siquiera mirar su mano tendida en el aire e intentando contener la rabia, porque la gente de delante y de detrás de la fila ya empezaba a girarse interesados por la conversación y no quería ningún lío.- ¿Por qué debería olvidarlo?
- Eso solo eran juegos de críos, Pet, nos burlábamos de…
- Solo te burlabas tú.- le interrumpí, consiguiendo que por fin bajara la mano. El pensamiento de que era demasiada casualidad que me la hubiera tendido en mitad de la cafetería con todo el mundo mirándonos no pudo evitar pasar por mi mente. No conocía a persona más interesada.- Y no me llames Pet, no somos amigos.
- Como quieras, pero creo que deberías replantearte que…
- No me tengo que replantear nada, Flash.- volví a cortarle logrando que por fin quitara esa sonrisa, lo que me calmó un poco. El Flash amable me inquietaba.- Llevas acosándome años, si de verdad pensabas que después de eso ibas a conseguir algo de mí es que no eres ni la mitad de inteligente de lo que presumes.
Pude ver una pequeña mueca en su labio ya conocida, era la que ponía cuando le molestaba algo. Y en ese momento le molestaba yo. Siempre le molestaba yo.
- Si sigues por ahí te vas a arrepentir, Parker.- dijo en voz baja, no queriendo que le escuchara nadie.
- Te tengo muchísimo miedo.- le contesté con indiferencia. Solo quería comprar mi almuerzo.- Si no te importa ahora quiero comprar mi comida. Además este no era tu sitio, te has colado de por lo menos seis personas.
Miró atrás suyo, viendo cómo los de detrás le miraban con el ceño fruncido. Se volvió a girar hacia mí.
- Volveremos a hablar.- dijo dándose la vuelta y desapareciendo de mi vista.
"Un gran primer día", pensé mientras buscaba a Ned y MJ una vez compré mi comida.
Volvió a tratar de hablar conmigo varias veces después de esa, pero cuando se dio cuenta de que mi posición no iba a cambiar dejó de hacerlo. ¿En qué cabeza cabe que le iba a perdonar años de bullying en unas cuantas semanas?
- ¿Estás bien?- me preguntó Steve a mi lado.
Estábamos a escasos dos minutos de llegar al instituto. Íbamos en el coche con May y Happy, con este conduciendo, para no perder la costumbre.
Sentí cómo mi mano era cogida por otra más grande ya conocida. En mi cabeza nuestras manos encajaban perfectamente. Seguro que todas las parejas pensaban lo mismo, pero no me importaba, sabía que en nuestro caso era verdad.
- Sí, solo un poco nervioso.- le dije sonriéndole.
- No lo estés, no va a haber ningún problema, lo tienen controlado.- me contestó devolviéndome la sonrisa.
- Eso espero.- dije todavía sin quitarme la sensación de inquietud.
Me incliné un poco hacia él y le miré los labios haciéndole saber bien mis intenciones.
La ventaja principal de estar saliendo con Steve Rogers era que podía besar a Steve Rogers cuando quisiera.
Bueno, cuando quisiera no, porque delante de mi tía se cortaba mucho. Al contrario que con Tony (por obvios motivos), a mi tía intentaba caerle bien continuamente, buscando su aprobación aunque en el fondo los dos sabíamos que ya se la había ganado. Costó varios meses pero se la ganó. Pero al parecer besarme delante de ella no era considerado cortés en sus esquemas.
Y es que el inconveniente principal de estar saliendo con Steve Rogers era la mentalidad antigua que Steve Rogers todavía manejaba.
En realidad no me molestaba, es más, a veces lo usaba para molestarle poniéndole en situaciones incómodas. Como besarle el cuello delante de mi tía cuando parecía que le abrazaba, tocarle una pierna por debajo de la mesa, tocarle lo que no era una pierna por debajo de la mesa… Cositas que me daban vida.
Así que ante mi gesto Steve subió un poco la cabeza y me dio un beso en la cabeza.
Giré la cabeza para mirar hacia el espejo retrovisor, donde pude ver la mirada de Happy divertida. Al final había sido el primero que se había dado cuenta de lo nuestro, incluso antes que nosotros.
Llegamos al instituto y paramos en la entrada. Había agentes esperándonos para escoltarnos hasta el gimnasio, que era donde se celebraría el acto. Siempre había sido en el campo de fútbol, pero todos los profesores y directivos estuvieron de acuerdo en evitar a los reporteros. Era verdad que había mucho menos periodistas que antes, ya el último mes apenas habían habido, pero al parecer un Spiderman graduándose era algo interesante para todo Estados Unidos.
Una vez cruzamos las puertas del gimnasio noté una mano en la espalda y una cabeza que se acercaba a la mía por detrás.
- Por cierto, estás guapísimo.- me susurró consiguiendo una gran sonrisa un poco avergonzada de mi parte.
- Gracias.- dije girando la cara hacia él, tratando de no ser muy notorio.- Tú también.
- Todos estamos muy guapos.- escuché la voz del Sr. Stark a nuestro lado, haciendo que saltase en el sitio. El maldito sentido arácnido funcionaba cuando quería. O mejor dicho cuando no tenía a un Steve Rogers controlando toda mi atención- Pero creía que íbais a mantener esto en secreto por lo menos hasta que el chico fuera mayor de edad.
- Yo también lo creía.- dijo mi tía enarcando una cena a nuestro lado, consiguiendo que Steve se alejara un pequeño paso de mí. Maldita sea.
Era un pequeño acuerdo al que habíamos llegado entre los dos. Mantendríamos las cosas en secreto hasta que por lo menos entrara a la Universidad, y luego iríamos viendo. Pero a veces era complicado de cumplir, la costumbre de tocarnos no se podía dejar de lado tan fácilmente.
- Estás genial, Peter.- habló Pepper a nuestro lado.
- Tú también Pep.
- ¿Pep?- preguntó Tony con cara de indignado.- Me ha costado años que me llames de vez en cuando Tony, y a ella ya le llamas con apodo.
- El histrionismo te está volviendo a ganar, cariño.- contestó Pepper cogiéndose a Tony del brazo.
Solo pude reírme. Sí, a Tony le gustaba ser el centro de atención, era algo bien sabido.
Me agaché para hablar mejor con la pequeña monstruita que iba de la mano del Sr. Stark. Estos últimos meses Morgan había cumplido seis años y con ello había ganado unos centímetro de altura. Estaba enorme, pero seguía con el mismo espíritu que siempre.
- Hola, Osito.- le dije mientras intentaba no pisarme la toga.
Sentí sus brazos envueltos en mi cuello casi antes de acabar la frase. Lo de ser tan cariñosa no estaba seguro de dónde lo había heredado, porque ninguno de sus dos padres lo era especialmente. No pude evitar pensar si Tony sería así si su padre hubiera sido solo un poco más cercano a él.
- Felicidades.- me gritó en la oreja, lo que con mis oídos desarrollados no fue muy agradable, pero lo soportaría, ¿cómo no hacerlo?
- Poneos que os haga una foto.- escuché la voz de mi tía detrás.
¿La típica que hacía cien fotos en un evento como ese? Sí era.
Morgan sacó la cabeza del abrazo para sonreír a la cámara. Lo hacía orgullosa para mostrar su sonrisa mellada. Una semana atrás se le había caído el primer diente y solo hacía que sonreír orgullosa de que el Ratoncito Pérez* le había dado cien dólares por su dientecito.
A mí me daban cinco y con suerte.
Pero había que pensar que para ellos cien dólares era como cinco para nosotros.
Quien puede, puede. Y Ironman podía.
Fue inevitable que me fijara en que todo el mundo nos miraba . Unos más disimuladamente y otros menos. No podía culparles, había tres Vengadores en la sala, algo no muy común, y es que siempre se habían caracterizado por ser un grupo muy reservado, menos Tony Stark, por supuesto (y aún así este se había mantenido muy al margen de todos los medios desde que dio su propio chasquido). Normalmente solo iban a unos pocos eventos sociales, en su mayoría benéficos y rara vez más de uno o dos juntos. Tampoco se les veía mucho por la calle, pero hay que decir que eran espías entrenados, si querían ir de incógnito podían hacerlo fácilmente.
Cuando el momento de las fotos terminó (después de que la tía me obligara a hacerme una foto con todos y cada uno de los presentes por solitario y por grupos de familia), llegaron Ned con sus padres. Habían ido también sus abuelos, pero ya estaban sentados descansando de su artrosis en sus sillas.
- Peter, qué bien te queda la toga.- me dijo la madre de mi amigo abrazándome puede que de forma demasiado efusiva.
- Gracias, Sra. Leeds.
- May, preciosa como siempre.- siguió imitando el mismo abrazo en mi tía, mientras yo saludaba a su marido.- ¿Este es el misterioso Happy?- preguntó consiguiendo que Tony soltara una risa mal disimulada y yo alzara las cejas con sorpresa.
No quería saber para nada por qué una amiga de mi tía se refería a Happy como misterioso, y la cara notablemente roja de Happy me hizo desearlo todavía menos.
- Y aquí tenemos al Sr. y Sra. Stark y al Sr. Capitán América, es todo un placer, mi hijo es un gran fan.- así fue como consiguió una segunda risa de Tony y una sonrisa educada pero incómoda de Steve mientras les saludaba con dos besos.
- Solo Steve está bien.
- Oh, no sea modesto, Capitán.- le dijo con una risa coqueta mientras le daba en el hombro con la mano.
Me quería morir de la vergüenza allí mismo, ¿la Sra. Leeds estaba flirteando con mi novio y delante de su marido? Me giré a mirar a Ned y a su padre, pero solo miraban la escena igual de embelesados por Steve que la mujer.
No quería ver cuando le tocara saludar a su padre.
Por suerte para todos, después de unas fotos más en las que se acopló MJ en el último momento, empezó el evento y nos tocó ir a sentarnos a nuestros asientos.
No mentiría si dijera que fue aburrido, encima no tenía ni a Ned ni a MJ sentados cerca porque estábamos por orden de apellido, por lo que ni podíamos ir comentando los discursos poco originales que se iban haciendo sobre nuestro futuro. Hasta que llegó el momento en el que el alumno con mejores resultados del curso tenía que dar su discurso.
No, no era yo.
Fue MJ, y lo hizo tan bien que recibió el aplauso más largo de todo el acto con diferencia.
La cosa fue que teníamos una media empatada, las mejores notas de nuestro curso eran nuestras, pero el director me llamó a mí para decirme que el premio me lo concedían a mí. Me resultó extraño que no nos reunieran a los dos como solían hacer en estos casos para ver si entre todos podíamos encontrar una solución, por eso le pregunté el por qué no lo recibiría MJ. No me supo dar una respuesta clara.
Por eso renuncié a él.
No era justo lo que intentaban hacer, y más cuando yo había estado faltando tantas semanas a clase (porque me estaban torturando, sí, pero eso ellos no lo sabían). Además no me hacía ninguna falta, pero a MJ le vendría bien para la Universidad.
Y no me equivoqué, porque al final podía decir orgullosa que era una alumna de primer año de la Universidad de Harvard. Estaba muy orgulloso de ella y muy contento porque viviría casi literalmente a mi lado, aunque eso causó algunos celos en Ned, que había sido admitido como él quería en la Universidad de Nueva York.
Sea como fuere, sabía que nuestra amistad era demasiado fuerte para ser rota por una tontería como la distancia.
El momento de recogida de diploma marcó el final. Me moría de vergüenza, ya demostré con la rueda de prensa que salir en público no era mi hobbie favorito, pero si encima era una sala llena de gente ahora que era mediáticamente famoso, la cosa empeoraba.
Por suerte o por desgracia mi apellido estaba de los últimos, así que tuve tiempo para respirar y hacerme a la idea antes de subir. Solo era recoger un diploma, podía hacerlo. Yo por lo menos no tenía que llevar tacones, no sabía cómo lo hacían las chicas. Estaba seguro de que si me tocaba a mí subir con eso me habría caído en el segundo escalón. Por lo menos era una preocupación menos a tener en cuenta.
Por fin llegó mi nombre. Subí intentando caminar rápido pero no demasiado, no necesitaba que todo el mundo viera la prisa que tenía por bajar del escenario. Pude escuchar los gritos de mi familia, lo que hizo que me avergonzara un poco más. Pero era una vergüenza buena, de esas que te sacan una sonrisa.
Giré un poco la cara para ver a la tía May de pie aplaudiendo y con los ojos brillantes, con un Steve levantado a su lado aplaudiendo de forma calmada pero demasiado fuerte. Se tenía que estar dejando las manos rojas. Y por último Tony estaba de pie al otro lado de mi novio, gritando una ovación con Morgan en brazos haciendo lo mismo, y de puntillas para quedar por encima de Steve. "Siempre igual", pensé con cariño.
Cogí el diploma y fue inevitable fijarme en el fotógrafo que nos tomaba una foto mientras el director me estrechaba la mano… ¿eso lo había hecho con el resto? Estaba bastante seguro de que no.
- Tío, lo hemos hecho.- gritó Ned cuando por fin bajé a la vez que me daba un abrazo de oso.
- ¿Quién lo diría?
- Todo el mundo.- intervino MJ acercándose.- Siempre tuvimos buenas notas, era obvio que nos graduaríamos sin problemas.
- Eres experta en romper momento bonitos, Michelle.- contestó Ned alejándose de mí.- Ven aquí que te dé un abrazo.- dijo acercándose a ella con los brazos extendidos, mientras desde el escenario llamaban a los últimos graduados y nos hacía señas el acomodador para que volviéramos a nuestros sitios y no hiciéramos atasco. Pero le ignoramos unos segundos más.
- ¿Qué?, ¡no! Quita, pringado.- respondió ella alejándose pero sin esconder la sonrisa.
- Os echaré de menos, chicos.- terminé diciendo. Estaba nostálgico y no lo iba a esconder. Solo pensar en ir a clases todos los días y no ver la cara de muermo de MJ y la sonrisa de Ned hacía que se quitaran las ganas de ir a la Facultad.
Empezar una nueva vida no significaba olvidarte de la anterior, pero daba vértigo.
- Más os vale no desaparecer.- dijo Ned cogiéndonos a los dos de la mano. Esa vez MJ no se apartó.
- Gracias por todo.- habló MJ.
Pocas veces la había visto emocionada, sabía guardar demasiado bien su emociones. No es que no las tuviera como creían muchos, es que no sabía manejarlas, y como no le gustaba mostrar debilidad ante el resto, esconderlas era el camino más sencillo. Pero yo era consciente de lo que significaba para ella nuestra amistad.
Antes de juntarse con nosotros iba siempre sola por los pasillos, a veces acompañada de algún compañero de arte o similar, pero nunca fueron amigos de verdad, más bien gente con quien compartir la soledad. Y es que a pesar de ir con ella al equipo de decatlón, tampoco nunca había surgido una amistad entre nosotros. Eso fue hasta que Ned y ella comenzaron a hablar en química y ella se sentó con nosotros en el almuerzo ese día. En realidad fue incómodo, apenas surgió conversación, pero algo le tuvo que gustar de nosotros, porque ese día solo fue el primero de muchos.
Pero el momento se tuvo que acabar porque vino otra vez el maldito acomodador a decirnos que volviéramos a nuestros sitios.
Cuando por fin acabó la graduación hicimos camino al restaurante donde el Sr. Stark reservó para cenar. Era de esos extremadamente caros que te servían platos en miniatura. O por lo menos a mi estómago de súper hombre le parecían de miniatura.
Fue una cena genial, en la que se habló demasiado de mí, pero no me importaba, al final yo era el punto de unión más fuerte que tenían todas estas personas entre sí. Todo fue bien hasta el momento de pagar la cuenta.
- Dije que invitaba yo, Rogers, era parte de mi regalo.- dijo el Sr. Stark.
- Ya le has regalado un coche, Tony.- contestó mi tía sonriendo. Tenía las mejillas coloradas y estaba muy sonriente, lo que me hizo pensar que deberíamos haberle dicho que parara con la segunda copa de vino.
- Exacto, así que esta vez invito yo.- respondió Steve.
- Capi, mira…
- Pagad mitad y mitad y punto.- intervino Happy.- Mis sobrinos pequeños son más resolutivos que vosotros dos juntos.
Al final hicieron lo que dijo Happy un poco a disgusto, lo que nos causó demasiada gracia al resto. Podrían pasar 30 años más y seguirían compitiendo entre ellos. Pero así era su relación, y no la iban a cambiar porque así era como estaban a gusto y se demostraban aprecio y respeto. Me costó comprenderlo, pero al final lo hice.
Era ya tarde y Steve y yo entrábamos en mis habitaciones. Sentí unos brazos rodearme por detrás y una sensación de completa calma y felicidad me invadió después del largo día que habíamos tenido.
- ¿Cómo estás?- me susurró mi novio al oído, lo que me hizo que estremecer.
Sabía que el día no había llegado a su fin y había una fantástica cama esperando a que le diéramos algo de juego esa noche.
- Ahora mejor.- contesté dándome la vuelta y juntando nuestros labios.
No me faltó tiempo para profundizar el beso. Era un momento que llevaba esperando todo el día y no iba a desperdiciar ni un segundo de él.
Sus brazos rodearon mi cintura y mis manos se perdieron en su pelo. Con un pequeño gruñido me acercó más a su cuerpo. Pude sentir cómo nuestras entrepiernas chocaban con una presión ya muy conocida, lo que logró mi primer gemido.
Pero tan rápido como empezó, también acabó, lo que logró otro gemido, pero no de la misma clase. Para nada de la misma clase.
- No me líes que quería darte mi regalo.- dijo con una enorme sonrisa dejando un beso en mi frente.
- No eres para nada oportuno.- respondí con el ceño fruncido. No estaba enfadado, solo un poco frustrado. Pero no sería yo el que se negara a un regalo.
- ¿Quieres ver lo que es o no?- rió.
- La duda ofende.
Se metió la mano en el bolsillo sin dejar de mirarme a los ojos, pero hubo un momento que no pude aguantar más y aparté la vista para ver la cajita que estaba sacando.
Se me paró el corazón.
No sería capaz.
- Steve, ¿qué…?
- Tú solo ábrela.- ordenó sin dejar de sonreír, tendiéndome la caja para que la cogiera sin apartar en ningún momento su mano izquierda de mi cadera.
Sentía el corazón demasiado rápido. No podía haber sido capaz, no era ni mayor de edad. No podía ser... no podía ser, era imposible.
Y a pesar de mi cara de pánico, él nunca dejó de sonreír, lo que me hizo quererle un poquito más. Siempre creía que era imposible, pero lo conseguía.
Y cuando abrí la caja había… una llave dentro.
Solté un aliento que no sabía que estaba conteniendo, y un alivio profundo me recorrió.
- ¿Qué es esto?- fue lo único que se me ocurrió preguntar. Mi cerebro iba tan rápido que no sabía qué palabras escoger.
- Una llave.
- Steve…
- Perdón, perdón, pero tu cara ha sido demasiado graciosa.- se rió de mí poniendo su mano derecha ya libre en mi otro costado.
- Lo tenías todo planeado.- le acusé, cada vez más cerca de unirme a su diversión, pero hasta que mi corazón no se calmara del todo, no lo haría.
- Te juro que no, hasta que he visto tu cara no sabía lo que estaba pareciendo.- contestó dándome otro beso en la frente. Me encantaba que lo hiciera.- Eres demasiado joven, tiempo al tiempo.
Esa afirmación volvió a conseguir que me diera un vuelco el pecho.
- ¿Para qué es la llave, entonces?- pregunté queriendo cambiar de tema para darle tiempo a mi cabeza a asimilar toda la nueva información.
- Es la llave del piso que he comprado en Massachusetts, justo al lado de tu Universidad.- contestó con una sonrisa enorme.
- ¿¡Qué!? ¿¡Te mudas!?- dije tan sorprendido como feliz. Era completamente alucinante.
- No exactamente.- contestó haciendo que me bajara un poco el ánimo. Estaba seguro que lo reflejé en la cara, así que se corrigió rápido.- Esa es una experiencia que tienes que vivir tú solo, no quiero inmiscuirme en ello.
- No sería…
- Sí lo sería.- me cortó con suavidad.- Pero no quiero que cada vez que vaya tenga que estar en hoteles y la residencia de estudiantes no es la mejor idea, así que quiero tener un sitio en el que estar cuando baje a verte, y quiero que tú tengas acceso ilimitado a ese sitio siempre que quieras.
No me imaginaba un escenario en el que el Capitán América se quedara en una residencia estudiantil a dormir y a tener sexo. Demasiada poca privacidad cuando nuestra relación ni era pública todavía.
Yo mismo había tenido que pedir una habitación individual, pero no quería perderme la experiencia de vivir en la residencia. El Sr. Stark tampoco me habría permitido hacerlo, a veces parecía más emocionado con el MIT que yo mismo.
Así que entendía lo que me quería decir Steve, y por ello esa llave tenía un significado todavía más especial que estaba comenzando a hacer que me derritiera entero de ternura.
- Es el mejor regalo que me podían hacer.- contesté emocionándome un poco mientras sacaba mi llavero normal y añadía la nueva incorporación en él.
- ¿No te parece demasiado?- dijo con algo de duda por primera vez desde que habíamos llegado.
- Para nada, me parece perfecto.- dije mirándole otra vez a los ojos, queriendo que fuera consciente de lo que su regalo significaba para mí. Para nosotros. En esos momentos era mucho mejor que un anillo.
Significaba compromiso, pero a otro nivel mucho más duradero y sano para nuestra relación. Fue ahí cuando supe que saldríamos adelante juntos, pasara lo que pasara.
- Tú eres perfecto.- añadí juntando nuestras frentes sin dejar de mirarle. Adoraba estar así con él, me parecía algo muy íntimo. Solos nosotros en nuestra burbuja.
- Sabes que por ti haría cualquier cosa.- habló al cabo de unos segundos, consiguiendo que me empezaran a picar los ojos.- Te quiero como nunca he querido a nadie.
- Te quiero como nunca he querido a nadie.- repetí en voz baja, queriendo embriagarme del sentimiento que nos rodeaba.
Quería aprovecharlo al máximo, intentar recordar cada detalle y guardarlo en un pedacito de mi memoria.
No quería que el momento terminara.
No quería que el día terminara.
Estaba inquieto por lo que vendría a partir de ahora, sentía miedo y aprensión, pero a la vez estaba emocionado.
Empezaba algo distinto, un nuevo capítulo fuera del confort en el que había estado toda mi vida. Ya no sería un niño al que tenían que arropar y cuidar, me convertiría en la mejor versión de mí mismo.
Pero en esos momentos solo podía pensar en aprovechar las horas que aún me quedaban para seguir siendo ese chico.
Para seguir siendo Queens.
