Respiro profundamente. 'Bueno, he regresado'
Aunque les parezca profundamente raro que alguien escriba dos páginas de un fic le dé un título y todo... y luego este sin escribir nada durante más de dos años... no es imposible!
Y doy prueba fehaciente de eso, por eso les dejo este capítulo que aunque corto espero les interese y se animen a dejarme algún review.
Gracias a las personas que me dejaron reviews por el prólogo aunque seguramente ya ni lo recuerdan xD
Recuerden que lamentable los personajes no son míos, y todo lo que les parezca conocido tampoco, no hago esto con ánimo de lucrar (no como JK ¬¬) solo de entretenerme y entreteneros.
Y ahora.. ¡a leer!
Capítulo I - De cartas y sentimientos
Se sentía aplastada, como si un peso invisible no le permitiese levantarse de esa cama. Le parecía que la noche de anterior había sido un sueño o algo muy lejano. No se sentía triste porque en realidad no sentía que Remus hubiese muerto.
Intentó incorporarse, sentía los ojos hinchados y la cabeza palpitante. Por debajo de la puerta habían introducido un pergamino que esperaba. Tenía la letra de Albus Dumbledore, esa caligrafía fina, pequeña y perfecta que lo caracterizaba.
"Querida Nymphadora
Disculpa por lo precipitado de la nota de anoche, tenía que informarte pero no podía darte ningún detalle, y siento que por el momento no es necesario.
Lamento decirte que no puedo recibirte en el colegio por lo que tendremos que aplazar nuestra conversación por algún tiempo, espero lo comprendas.
Por el momento preocúpate de alejarte del peligro y mantenerte a salvo, no quiero perder a una de las mejores brujas.
Cuando necesitemos que hagas algo para la Orden yo te contactaré.
Mis condolencias por la muerte de Remus, que siempre sacrificó todo por nuestra causa.
Albus"
La bruja arrugó la nariz notablemente molesta, el anciano director siempre se guardaba las cosas para sí, y ella merecía saber en que estaba trabajando Remus.
Se dirigió al baño y se duchó. Aprovechó también de lavar su ropa, aunque sin mucho éxito. Por suerte algún elfo se había preocupado de dejar alguna ropa limpia (de estudiante) en la habitación, encontró también un par de panes y pastelitos, un jarrito con leche, otro con café y otro con té.
Después de volver a vestirse concentró su atención en su apariencia, se miró al espejo que había sobre el lavamanos. Su reflejo le devolvió la mirada.
-Deberías hacer algo con esa cicatriz – su reflejo parecía enojado
-Sabes que no puedo – respondió la joven con pesar
Alargó su cabello y lo volvió castaño. Además de cambiar la forma de su nariz y labios, logrando no ser reconocible. Hizo algunos otros cambios sin intentar nada demasiado complicado, no tenía el ánimo.
Se tomó una taza de café y no pudo evitar volcar un poco sobre el piso, se comió uno de los pastelitos y guardo el resto y el par de panes en un pequeño bolso.
Terminó de recoger sus cosas, la carta y salió de la habitación. Hubiese querido hablar con Dumbledore, pero sabía que no era recomendable, en el colegio había gente del ministerio infiltrada.
Las cosas en el último tiempo habían tomado un cariz bastante más complicado. Se habían vuelto a aprobar las maldiciones imperdonables en contra de mortífagos por lo que la lucha se había convertido en algo mucho más cruento. La Orden del Fénix seguía liderando la lucha en contra de Voldemort y sus seguidores, pero el ministerio si bien había aceptado hacía un par de años el retorno del señor oscuro, aún no se daba cuenta de que la mitad de sus funcionarios eran corruptos.
Y Tonks ahora tenía problemas por eso, en un enfrentamiento con mortífagos, intervinieron efectivos del ministerio, pero algunos de los últimos sin ser demasiado evidentes apoyaban a los mortífagos, y Tonks cometió el error de enfrentar a uno de ellos, y darle muerte.
El ministro consideró inadmisible su conducta, y sin escuchar las pruebas presentadas intentó enviarla a Azkaban, aludiendo traición. En el camino a la prisión Remus y un par de aurores de la Orden la habían ayudado a escapar y ahora era una fugitiva que se dedicada a esconderse.
De eso habían pasado aproximadamente cuatro o cinco meses en los cuales no había participado en ningún operativo de la Orden, lo cual la tenía bastante deprimida, había pasado semanas encerrada en algún lugar solo con la compañía de Remus que solía visitarla cuando no estaba trabajando.
Se encaminó hacia el tercer piso, al corredor en que estaba la estatua de la bruja tuerta. Sólo miraba el suelo para evitar que alguien notara algo extraño, aunque tenía la perfecta imagen de una estudiante que caminaba por los pasillos.
Chocó con alguien y se tambaleó hacia atrás. Se sintió nerviosa y murmuró una disculpa rápida para seguir su camino. El extraño la detuvo tomándola por el brazo.
-Oye!
Mil opciones pasaron por su cabeza, desde salir corriendo hasta lanzarle un hechizo al extraño. Se dio vuelta y casi suelta una carcajada. Era Harry.
- Tonks? – El ojiverde se le acercó –Te pasa algo?
- Cómo...? – vio un pergamino sospechoso en las manos de Harry
- A dónde vas?
- Mmmm no sé... me voy – dijo encogiéndose de hombros
- ¿Qué es lo que había pasado? Dumbledore no me ha dicho nada
- Tal vez no quiera preocuparte... además puede que salga en "El profeta" – la mujer parecía turbada y no muy segura de lo que decía. Albus Dumbledore estaba escondiendo cosas y eso realmente no le gustaba.
- Cuídate y mantente en contacto
Se despidieron con una abrazo, ambos se habían acercado bastante, en el último año y Harry se preocupaba bastante por ella al verla en la misma situación que a su padrino.
Tonks siguió su camino y entró al túnel, lo recorrió sin prisa y antes de salir cambió nuevamente su ropa, no podía arriesgarse a que pensaran que se había escapado del colegio. Tratando de ser discreta salió en el local de Honeydukes, pero esa no era una de sus cualidades y chocó con varias cajas apiladas en la parte trasera de la tienda, maldijo en silencio y casi corrió hacia la calle.
Se sentía libre ahí, el aire estaba limpio y fresco, y llenaba sus pulmones. Siempre que le pasaban ese tipo de cosas pensaba en Sirius, él era el único que podía comprenderla, y seguramente ni siquiera sabía acerca de todo lo que había vivido en los últimos meses. Hacía casi un año Sirius Black había desaparecido.
Después de estar durante 1995 confinado a la casa heredada de su familia había caído a través del velo. Día después durante el verano de ese año regresó, nadie supo de donde, él nunca reveló lo que había tras el velo y nadie se lo preguntó. El animago se veía más demacrado, como si hubiese pasado otros doce años en Azkaban.
Durante casi un mes siguió entre ellos, pero el encierro lo desesperaba y un día sin más se fue. Ningún miembro de la Orden del Fénix lo buscó, Harry recibió una carta de él y también Remus y Tonks. Pero después de eso no supieron nada más.
Muchos pensaban que los años en la prisión mágica le habrían afectado, y la mayoría creía que estaba muerto. Harry siempre le enviaba cartas, las lechuzas que intuían lo que tendrían que hacer trataban de negarse, y después de un tiempo siempre volvían con las misivas sin ninguna señal de haber sido leídas.
Varias veces Hermione las analizó, para encontrar en ellas hechizos o algún mensaje oculto mediante magia, pero no había nada que la bruja pudiese indentificar.
Tonks suspiró. No sabía que estaba haciendo y ahora sin Remus no tenía a nadie. Sus padres habían muerto un tiempo antes, en un ataque de Voldemort, en la familia de su madre todos eran mortífagos y la de su padre era muggle y no los arriesgaría con su presencia.
Decidió ir a Londres, y se quedaría en el Leaky Cauldron, Tom nunca fue muy escrupuloso con las identificaciones y en estos tiempos prefería no importunar con tonterías como esa alguna gente que no le importaba si la posada se quedaba sin dueño que los atendiese.
Al aparecerse en Londres todo le pareció abrumador, se había acostumbrado a estar en lugares solitarios y silenciosos, llegando a desarrollar cierta fobia hacia las multitudes de personas. Frente a ella estaba el Leaky Cauldron y se apresuró a entrar.
Se inscribió con el nombre de Arabella Colbert, su pelo ahora tenía unas ligeras ondas y le caía sobre la cara ocultando su cicatriz, sus ojos azules, labios finos y una nariz no muy respingada.
Tom le dio la habitación número 14. Llegó a ella y se sintió cansada, le pidió al posadero que le llevara algo para comer, ya que no le gustaba comer rodeada de gente. Una media hora después estaba devorando un plato de sopa caliente.
Se desplomó en la cama. Pensaba en Remus, ni siquiera tendría un funeral, talvez ni lo enterrarían, la gente con sus prejuicios hacia los hombres lobos podía hacer cualquier cosa.
Le hubiese gustado ver el cuerpo, había visto otros cadáveres y sabía que no es una de las visiones más agradables del mundo pero le habría permitido saber de qué murió, construir una imagen de quien lo hizo y porqué, quizás era el desequilibrio del momento pero en su interior sólo sentía que la venganza podría calmar su desesperación.
Pensó en Dumbledore que antes de que ella se lo pidiera ya estaba escabulléndose para no dar explicaciones, él era el único que sabía con certeza en que estaba metido Remus.
-¿En qué estabas pensando...? – murmuró
Sintió que desfallecía otra vez, las lágrimas se agolparon bajo sus párpados y ya no pudo retenerlas más. Le había costado bastante trabajo convencer a Lupin de que a ella no le importaba su condición de licántropo, y después tuvo que convencerlo de que él no la pondría en peligro.
Los licántropos son seres solitarios y Remus Lupin no era la excepción, temía que con su sola presencia Tonks pudiese tener problemas, lo cual no estaba lejos de la realidad. Sin embargo, había logrado lo que sólo un selecto grupo - que no superaba las 3 personas- pudo descubrir. El mundo interior de Remus, aunque no por eso dejaba de ser reservado y tímido.
Entre los pensamientos de desolación y venganza que albergaba la conciencia de Tonks se quedó dormida en esa pieza anónima.
La despertaron los constantes y molestos golpes en el vidrio de la ventana. El sol se había escondido tras el horizonte hacía un par de horas, y el dormitorio estaba totalmente a oscuras, chocó con el velador y se dobló el tobillo al pisar un zapato. Al abrir la ventana entró una lechuza café con un pergamino en su pata. Le quitó el mensaje y el ave salió volando.
Tonks se enrolló en una manta y se sentó con la piernas cruzadas sobre la cama. Tomó la carta que no era más que un trozo de papel. Tuvo que realizar sobre él varios hechizos para poder leerlo y cuando al fin la misiva pareció convencerse de que era la persona correcta se mostró.
"Prima:
Tuve noticias de lo que te pasó. Ayer supe lo de Remus. Tenemos que hablar. Yo te buscaré.
Padfoot"
Tonks se quedó perpleja y sólo atinó a sacudir la mano cuando el pergamino comenzó a incendiarse.
Una sonrisa comenzó a formarse en su rostro, si había algo que podía consolarla en ese momento era estar con su primo.
