Capitulo 2. Pendiente de ti.

La pequeña aldea donde provenía la sacerdotisa Kaede, denotaba tranquilidad casi absoluta, con los aldeanos paseando y realizando sus quehaceres diarias, sin enterarse de que una alteración menor había interrumpido la calma de ese día y que afectaría a la mayor parte de lo habitantes de aquel lugar, en especial a aquellos jóvenes que solo se les veía en esos alrededores cuando algún problema surgía de improviso.

De la cabaña ocupada por la anciana Miko, salieron dos figuras humanas, un hombre y una mujer, ambos con la cabeza gacha y denotando inquietud.

-espero que Inuyasha se encuentre bien-comento Sango sosteniendo a Kirara en sus brazos.

-si, al parecer hizo un gran esfuerzo para proteger a Kagome-sama de ese hechicero- dijo Miroku con su usual tono de madurez- es normal que este cansado, especialmente ahora que no esta en su forma de Hanyou-se detuvo un momento para llevar su mano hasta su barbilla- Pero lo que no comprendo es por que habrá causado el conjuro ese efecto en él.

-recuerde que Kaede-baba nos dijo que puede ser un efecto secundario. El conjuro estaba dirigido originalmente a Kagome, no es verdad? Y ella es humana.

-pero Inuyasha es mitad humano y mitad demonio de la especie canina-reflexiono el monje- supongo que su instinto de demonio domino mas que su lado humano y por eso la transformación. Pero aun así, ¿no crees que debió transformarse en un demonio completo y no en un perro común y corriente?

-supongo que tiene razón- la exterminadora afirmó cayendo en la cuenta a la ves que acariciaba a la pequeña Youkai.

-a menos que el conjuro haya sido realizado con la intención de reducir o desaparecer los poderes sobrenaturales y espirituales de Kagome- una voz desgastada por la edad se escucho a espaldas de los muchachos, obligándolos a voltear hacia ella.

Una anciana con un parche en el ojo apareció cruzando la entrada de la cabaña, apartando con su mano las cortinas que le impedían el paso y la vista hacia dentro de ella.

-Kaede-sama, ¿Cómo esta Inuyasha?

-sigue dormido. Ya le vendé la herida, pero no estoy segura si podrá recuperarse, ahora que solo es un perro ordinario.

-¿usted cree eso?- Sango mostró intranquilidad; después de todo Inuyasha es un gran amigo para ella y una pieza clave para recuperar los fragmentos y derrotar a Naraku.

-aun así, el cuerpo de un animal como lo es el de un perro, es mas resistente y hábil que el de un humano que no ha recibido un entrenamiento adecuado- se detuvo un instante para después continuar, al mismo tiempo que se alejaba un poco de Miroku y Sango con las manos unidas en su espalda- es posible que las heridas de Inuyasha puedan curarse por si solas si no son muy graves, aunque pueden tomar mas tiempo en hacerlo que en su estado Hanyou.

Miroku no sabía como tomar esos comentarios. Si Inuyasha permanecía con la apariencia de un perro común, estarían mas expuestos a ataques de otros Youkais, e incluso del mismo Naraku. Si éste había mandado a aquel brujo, era obvio que estaba enterado de la situación de Inuyasha, y aunque sus planes no hubieran salido como el predicaba, estaba seguro que al menos ese pequeño error lo aprovecharía al máximo. Después de todo, no seria tirado todo a la basura; tenia una pequeña, por no decir gran ventaja a su favor.

-¿Cuánto tiempo cree que permanecerá así?-preguntó dejando ver su preocupación en sus ojos azul oscuro.

-no lo se, eso depende de que clase de hechizo fue lanzado y de la cantidad-respondió la anciana con seriedad.

-¿y no hay algún método para revertirlo?

-me temo que no, Sango. Esa clase de hechizos son de magia negra y nosotras las sacerdotisas no podemos hacer mucho ante ellas. La única solución seria derrotar a ese hombre o que él mismo revierta el hechizo.

Miroku y Sango intercambiaron miradas de soslayo. Definitivamente la primera opción seria la mas adecuada en estos casos, ya que dudaban que el hombre quisiera cooperar.

-entonces la única alternativa que tenemos es derrotar a ese sujeto- dijo Sango con firmeza, pasando sus ojos del monje a la anciana, la cual asintió de inmediato.

Dentro de la pequeña choza, una hermosa joven quinceañera de cabello negro largo, ondulado en las crestas, abrazaba sus piernas con su espalda apoyada en la pared, observando con tristeza la imagen del perro de plateados cabellos que se mantenía dormido

envuelto en unas delgadas sabanas. A lado de la chica, el pequeño kitsune pasaba su mirada de Kagome a Inuyasha con algo de incredulidad. Sabía por lo que estaba pasando a la que consideraba como una madre, ya que él mismo estaba sintiendo algo similar.

A pesar de que tenia marcado a Inuyasha como un arrogante, gruñón, cascarrabias y orgulloso Hanyou, le tenia mucho aprecio y para él era como un hermano mayor al cual seguir y admirar, así que el verlo en esas condiciones tan incapaz de explotar sus poderes y sin poder proteger a los suyos, en especial a Kagome que era su prioridad, le preocupaba demasiado.

Eso significaba que solo quedaría Miroku y… él. Pero, él solo era un cachorro. ¿Cómo podría proteger a sus amigos si con trabajo podía defenderse el mismo? Si tomamos en cuenta las habilidades de cada uno, de Miroku y Sango no había mucho de que preocuparse, ya que ellos se sabían cuidar solos al igual que Kirara, que junto con Sango hacían muy buen equipo. En lo que respecta a Kagome... no es que ella no supiera defenderse, sino que necesitaba a Inuyasha cerca para sentirse segura y expulsar sus poderes espirituales, y si él no contaba con la suficiente fuerza, empeoraría la situación.

En estos momentos tenia una responsabilidad sobre sus hombros, y era proteger a Kagome ahora que el Hanyou no podía hacerlo, al menos no lo suficiente. Muchas veces el mismo Inuyasha le había pedido proteger a la muchacha en su lugar, y esta ves no quería decepcionarlo. Haría todo lo que estaba a su alcance para realizar su cometido y para que se sintieran orgullosos de él. Apretó los puños con fuerza y determinación.

-Shippo…

Sus pensamientos se interrumpieron al escuchan la voz sutil de Kagome llamándolo. El pequeño respondió mirándola con atención.

-¿podrías… dejarme sola… por favor?- la chica ni siquiera volteo. Su miraba seguía fija en Inuyasha.

-pero… Kagome…-Shippo dudo un momento si debía obedecer o no. No era muy frecuente que Kagome le pidiera ese tipo de cosas.

-por favor… Shippo… - repitió con dulzura, aunque se podía notar angustia en su voz.

Shippo no tuvo mas remedio que hacer lo que le pedían. Lo que menos quería era causar algún problema, mas de los que ya tenían. Con la cabeza gacha, cruzo la habitación hasta llegar a la puerta donde desapareció del otro lado.

La joven se limito a suspirar largamente mientras cerraba los ojos para después abrirlos y demostrar un ademán de dolor en ellos. Se acerco al tatami hasta quedar frente a Inuyasha para observarlo mas detenidamente.

Estaba profundamente dormido, y prueba de ello era que su estomago subía y bajaba lentamente con ritmo al respirar debajo de la sabana. Kagome se las retiro con cuidado para prestarle mas atención a su herida en la pata, que ya estaba vendada. Al parecer, había dejado de sangrar y eso era una buena señal, lo que la mantenía mas tranquila, aunque todavía sentía la culpa envolverla, y así lo demostraban sus ojos cafés al mirarlo descansar de aquella manera tan dócil.

Llevó su mano hasta las orejas de Inuyasha y paso sus dedos delicadamente, seguían siendo tan suaves y calidas como las recordaba. Continúo deslizando los dedos hasta sus ojos, para luego detenerse un instante en su largo hocico, acariciándolo con suavidad, ocasionando que el recibidor moviera un poco la cabeza en forma de aprobación.

La chica rió con ternura al darse cuenta de su reacción. Ya que lo miraba mas detenidamente y sin prisas, estando dormido, era un perro muy bonito y tenia la apariencia de ser muy manso, pero tenia la ligera sospecha que su carácter no había cambiado en lo absoluto.

Lo que le removía la conciencia era el como iba a poder defenderse. Por lo que notaba, Inuyasha no poseía mas fuerza que la de antes ni mucho menos, simplemente las habilidades que un perro común poseía.

Se intercambiaban los papeles. Esta vez, a Kagome le tocaba cuidar de él y atenderlo o ayudarlo en cualquier cosa que estuviera a su alcance, después de todo él realizaba lo mismo todo el tiempo con ella. Velaría su sueño lo necesario para asegurar su bienestar y demostrarle que se preocupaba por él tanto como él lo hace con ella.

-esta vez… yo cuidare de ti… Inuyasha… -susurro dulcemente mientras que son su palma, acariciaba el dorso de la persona mas importante para ella y a la que estaba mas que dispuesta a sacrificar su vida.

La habitación quedo de nuevo en silencio con solo la mirada de Kagome perdida en la imagen de Inuyasha, pensando en lo diferente pero a la vez tan parecido que era ahora convertido en un perro. "Así que, esta seria su apariencia si fuera un perro." No se diferenciaba mucho del Inuyasha mitad bestia; lo único que destacaba era que daba una impresión de ternura mayor que la que transmitía siendo un Hanyou . "Estoy segura que aun así, sigue siendo igual de enojón y orgulloso que siempre" sonrió divertida ante la idea.

A las afueras de la cabaña, el paisaje parecía no darse cuenta de la ofuscación permanente de los acompañantes de la pareja. El sol alumbraba con toda su intensidad y la naturaleza proseguía con su rutina de alegrar el día con la ayuda de los animales y plantas a su alrededor.

Miroku, Sango y Shippo trataban en vano de olvidar los problemas procedentes de la noche anterior sumados con los de ahora, auxiliados por los paisajes y sonidos que el medio ambiente les brindaba. Ellos se encontraban bajo un árbol, disfrutando de su sombra; el monje estaba de pie con su bastón en mano mientras que la exterminadora permanecía sentada bajo en césped con Kirara en su regazo, ambos con la mirada sin rumbo fijo y esperando alguna noticia favorable del estado de Inuyasha. El pequeño zorro permanecía sentado a lado de Sango con los ojos pegados en el suelo.

-pobre Kagome, debe estar muy preocupada por Inuyasha-el silencio fue roto por el comentario de Sango.

-es verdad, ella no se a separado de él en ningún momento-Miroku hablo con seriedad, algo muy característico en él -Shippo, Kagome no te dijo nada acerca del estado de Inuyasha?- dirigió su cabeza hacia abajo prestándole atención al cachorro.

Shippo negó con la cabeza.

-solo me dijo que la dejara sola.

-ya veo…-respondió el monje con algo de indiferencia.

Si Kagome no se encontraba con ánimos, eso significaba que Inuyasha no estaba mejorando o que su situación era estable.

Shippo dio un gran suspiro a la ves que cerraba los ojos.

-sino fuera por ese torpe de Inuyasha, Kagome no estaría tan preocupada por él-musito con cierto fastidio y mas para molestar que como una opinión racional.

-Shippo… no digas eso…-Sango lo interrumpió, advirtiéndole que no continuara.

-¡pero si es la verdad! Si él no hubiera sido lo bastante hábil para protegerla como debe de ser, ella no estaría triste y él no se habría transformado en un simple perro-cruzo los brazos para demostrar inteligencia- Casi siempre es su culpa, nunca puede hacer nada bien y siempre él es el causante del sufrimiento de Kagome. Es un torpe y además…

No pudo terminar su discurso, debido a que un fuerte y potente ladrido detrás suyo lo hizo saltar y gritar del susto para salir corriendo y cubrirse tras Miroku, que sonrió al darse cuenta del causante de aquello.

El perro plateado, que ahora era Inuyasha, se mostraba ante ellos con sus ojos dorados clavados en Shippo y los colmillos apretados, gruñendo amenazadoramente. Todavía tenia su pata vendada, pero eso no le impedía permanecer de pie con normalidad.

-¡Inuyasha!-Sango exclamo con alegría incorporándose.

-me alegra que estas bien Inuyasha-Miroku pronuncio del mismo modo que su compañera.

Inuyasha esbozó una media sonrisa, indicio de que, en efecto, estaba mejor.

-¿Dónde esta Kagome?-Shippo pregunto, asomándose detrás de Miroku.

La muchacha se acerco caminando hacia ellos. En su cara se veía el alivio que sentía al ver a Inuyasha mucho mejor. El perro volteo a mirarla.

-si, ya esta mucho mejor, me alegra tanto, no es así Inuyasha?-Kagoma inclino un poco su tronco para mirarlo con una gran sonrisa en su rostro. Inu al ver la actitud de la chica, desvió la mirada hacia otro lado. Kagome marco mas su sonrisa.

Sugiriendo comenzar de nuevo su travesía y después de darle las gracias a la anciana Kaede por la ayuda, prosiguieron con la marcha. A pesar de que sabia que no podia hacer mucho para cuidar a sus compañeros de cualquier peligro, eso no era una excusa para no comandar al frente de todos en el camino como usualmente lo hacia. Esta forma de pensar de Inuyasha alegro a los muchachos. Al menos, seguía siendo el Inuyasha que ellos conocían.

En sus caras se manifestaba la inquietud del momento, a pesar de que en su contorno la noche ya había llegado y parecía tranquila, sin ninguna novedad aparente. Esto no era suficiente para bajar la guardia; el bosque teñido por la oscuridad puede ser muy engañosa y denotar lo que no es a los sentidos no entrenados adecuadamente. Tenían motivos de sobra para mantenerse alertas ahora que solo dependían de sus habilidades humanas para enfrentarse a cualquier tipo de peligro.

La fogata se alzaba en medio del pequeño campamento que improvisadamente realizaron y ocupando el espacio central de los camaradas del Hanyou sentados. Todos permanecían en silencio disfrutando del fuego que calentaba con el aire caliente sus cuerpos algo agotados del recorrido y el frío.

Dentro de un futón azul marino se cubrían las piernas de la quinceañera, observando con fingida fascinación las llamas rojizas. Después de unos minutos para decidir que hacer en aquella ocasión, giró su cuello para toparse con Inuyasha sentado con el semblante un poco rudo. Era indudable que el estar con ese aspecto no era mucho de su agrado, pero que otra alternativa le quedaba. Kagome bajo la vista un tanto desdichada.

-Inuyasha…-pronuncio muy quedo pero audible para él, mientras jugueteaba con sus manos.

El perro volteo a mirarla sin darle mucha importancia al llamado. Pronto cambiaria su rostro de rudeza a incredulidad al sentir por medio de su olfato el cambio de ambiente alrededor de la chica. Levanto su parte trasera del suelo para acercarse a Kagome y posarse frente a ella.

-Inuyasha… yo…-Kagome intento decir algo pero su cerebro se bloqueo. ¡Diablos! Incluso estando con otra apariencia no había cambiado en nada, el resultado seguía siendo el mismo: la fluidez de sus emociones y nerviosismo incontrolables dentro de ella.

-no se preocupe Kagome-sama…Inuyasha se ve muy bien y no parece tener ningún problema, no tiene por que sentirse culpable por lo sucedido-Miroku intervino.

Kagome bajo sus ojos y de nuevo los alzo. La mirada del joven se le hizo presente y cómo éste asentía. Ella sonrió con los músculos de sus labios aun algo rígidos, le preocupaba demasiado lo que pudiera suceder o los riesgos que podía ocasionar el que él estuviera así, quería protegerlo de alguna forma pero no sabia como.

Inuyasha no se inmuto y continúo mirándola con inconformidad. ¿Cómo podía hacerle entender que todo estaba bien? Ni siquiera podía articular gestos faciales para expresar lo que quería y mucho menos el tocarla o abrazarla…ya tenia una nueva desventaja que agregar a su lista. "No poder tocarla" su mente viajo a recuerdos pasados, en los que tuvo la oportunidad de sentirla muy cerca, (sin tomar en cuenta las veces en las que la cargaba en la espalda), eran muy contadas. Siempre intentaba recordar esa sensación tan maravillosa para él. Ahora solo podía conformarse con su aroma, que tampoco lo ayudaba a progresar.

-Kagome-chan, no crees que Inuyasha esta tratando de decirte que no debes preocuparte?, y no solo a ti sino a todos nosotros, supongo que no debemos subestimarlo tanto, no te parece?-Sango trato de calmar la preocupación de Kagome, cortando el contacto de ambos.

-si, tienes razón Sango-chan… no debo preocuparme… se que todo estará bien…-la joven asintió ya con mas confianza en su cara y eso lo noto el Hanyou ocasionando que éste también sonriera mas aliviado.

Esa noche Kagome no pudo resistir la tentación de pedirle algo a Inuyasha, algo que la haría sentir mas tranquila y contenta, aunque no sabia la razón por la que se estaba comportando de esa manera. Otras veces no lo había hecho, o al menos no tan evidente como ahora. Algo en su interior estaba creciendo y el retenerlo dentro le estaba costando bastante trabajo. La formas mas adecuada de amortiguar todo eso era saber que él estaba ahí con ella y para ella. Solo rogaba que mas adelante no se convirtiera en su tormento. Esperó a que todos sus compañeros se durmieran para poder actuar, mas bien para poder tener el valor de actuar.

-Inuyasha… quisiera pedirte algo…

El susodicho, que había regresado de nuevo a su postura anterior y que aun no había conciliado sueño, le presto atención.

-podrías… eemmm… dormir cerca de mi?- la muchacha apretó con fuerza su futón con los dedos sin apartar su mirada de ellos.

Inuyasha no tardo en reaccionar y abrió mucho los ojos mientras una fina capa de rubor se aparecía en su rostro. Desvió la mirada para no hacerse notar.

Se quedaron en silencio por unos segundos que a Kagome le parecieron eternos, esperando alguna respuesta de parte de Inuyasha y sintiéndose mas estúpida aun.

De repente, para su sorpresa, él se levanto y con paso lento se acerco a ella para luego detenerse a su lado y acostarse. Kagome sonrió complacida. Se acomodo para prepararse a dormir. "Gracias, Inuyasha".

bueno aqui esta el siguiente

vaya que me costo trabajo escribir

perdon por el retraso tan largo pero con eso de las vacaciones y la navidad se me fue la inspiracion regacho!!

me atonte mucho

este cap esta un poco aburridon pero les prometo que mas a delante esta mucho mejor

espero sus reviews por fa...

saludos