Capitulo 4. Amor que Mata
En un silencio muy impaciente y dudoso, el grupo observaba a la extraña, que con paso lento se acercaba a Kagome e Inuyasha. Éste último se termino de levantar para posarse delante de la joven quinceañera como señal de alerta. No dejaba de ser una desconocida a pesar de que le había salvado la vida a Kagome. No quería arriesgarla otra vez.
A Kagome, sin embargo, no le parecía una mala persona. La chica en cuestión era castaña, alta y delgada, con el cabello algo ondulado hasta los hombros. Algo que le llamaba la atención eran sus ropas, que aunque no dejaban de ser de una sacerdotisa de la época, tenían algunas diferencias aparentes: la parte de abajo que cubría las piernas, (lo siento, pero no tengo idea de cómo se llama, disculpen mi ignorancia jejeje) en lugar de ser largas y llegarle hasta los tobillos, éstas eran cortas y solo le tapaban los muslos, llegándole el dobles hasta un poco mas arriba de las rodillas, haciendo parecer una falda roja. Las mangas eran cortas también y sobresalía un poco la tela de sus hombros. Sus manos estaban adornadas por múltiples pulseras, y aunque antes lucia un rostro lleno de enojo, ahora era tranquilo y cordial.
La intrusa se acercaba mas a su destino, deteniéndose frente a la pareja. Inuyasha la miraba con el semblante serio sin apartarse de Kagome.
-¿se encuentra bien?- pregunto gentilmente.
-si… muchas gracias…-la Miko se levanto un poco confundida por lo sucedido.
-me alegro…-sonrió.
Los demás miembros del equipo caminaban en su dirección, dispuestos a envolver de preguntas a la salvadora del día. Sango fue la primera en animarse.
-¿Quién eres tu?-hablo de forma seria pero si llegar a ser grosera.
-mi nombre en Hana, soy Miko pero… también puedo usar magia…
-¿Qué clase de magia?-fue el turno de Miroku el interrogarla.
-toda clase, pero me especializo mas en la magia blanca.
-en ese caso…-en unos segundos después, el Monje estaba enfrente de la chica con las manos entre la suyas-dígame hermosa señorita, ¿le gustaría tener un hijo conmigo?
El puño de Hana no se hizo esperar, y le propino un puñetazo que hizo caer al monje de espaldas y con los ojos girando. Sango y Shippo lo miraron en actitud reprobatoria y susurrando un "nunca cambiaras Miroku"y "se lo merece".
-siempre es así?-dijo con algo de enfado y tañándose la muñeca.
-lamentablemente si, discúlpalo por favor…-Kagome trato de excusar al Houshi por su comportamiento. La nueva no le presto importancia.
-bueno, al menos eso indica que esta bien-Hana intento aproximarse a Kagome, pero un leve gruñido la hizo detenerse. Bajo la vista para encontrase con un perro joven a sus pies, que al parecer no le agradaba mucho su presencia.
-cálmate, no voy a hacerle daño ni a ella ni a ninguno de tus amigos, solo quiero ayudar-Inuyasha bajo un poco la guardia al notar la franqueza de la chica-vaya… tu mascota te cuida mucho eh?
Esas palabras ofendieron al Hanyou, que mostró una vena saltada.
-bueno… no es precisamente una mascota…-Kagome río nerviosa, sin saber como explicar lo sucedido con Inuyasha sin que se escuchara tonto.
Inuyasha refunfuño de nuevo mostrando los dientes, volteando su cabeza a otro lado.
-¡Inuyasha ya basta!-se quejo Kagome.
Hana abrió los ojos de par en par.
-¿Inuyasha?...-observo al perro con los ojos cubiertos por la sorpresa pero también con un toque de decepción-¿acaso tu eres… Inuyasha?
Los que resultaron ahora sorprendidos fueron Kagome y compañía. Las pupilas doradas se posaron en la extraña, manteniendo su hostilidad, reafirmando la pregunta hecha.
-¡pero si eres tan solo un perro!-dijo con asombro. Se inclino para quedar a la altura de él- es decir… pensé que eras un Hanyou…
-lo es…-Miroku por fin había salido de su trance y se levanto para continuar- es un Hanyou, solo que fue victima de un conjuro.
-ya veo… debí imaginarlo… así que fuiste tu el que ladraba como loco, verdad?- Hana sonrió con ironía. Había estado cerca de donde se realizo el enfrentamiento y escucho los ladridos desesperados de Inuyasha, que aun no podía creer que ese acto improvisado haya servido de algo.
-¿Cómo es que conoces a Inuyasha?-Sango quería seguir informándose.
-he escuchado hablar de él-contesto poniéndose de pie-es muy famoso-miro de reojo al medio demonio, notando que este regresaba de nuevo la cabeza a algún lugar interesante hacia su lado derecho.
-será mejor que continue… -Miroku se detuvo al instante al percatarse que algo en la joven castaña andaba mal. Sus ojos se cerraron con fuerza y cayo de rodillas, sosteniendo su cuerpo con una mano y con la otra se sujetando parte de su estomago.
Un dolor agudo le llego hasta las costillas, lo que la hizo arrodillarse hasta el suelo. Se llevo la mano hasta donde yacía el dolor, sintiendo como se mojaba de un liquido viscoso. Alejo su mano de la herida y la miro, estaba cubierta de sangre, su sangre. "¿Cuándo paso esto?" Comenzó a repasar lo sucedido en su memoria. Antes de que llegara a la batalla, un se atravesó en su camino, ocasionando que peleara con él. Pensaba que no le había hecho mayor daño, pero al parecer no fue así.
Poco a poco su vista se fue nublando, y solo alcanzaba a escuchar frases incomprensibles para ella. Su cabeza le daba vueltas. Pronto se desmayaría, y así lo hizo.
Sus ojos se abrieron lentamente, como si le pesaran demasiado, de hecho todo su cuerpo lo sentía pesado. Estaba envuelta en una manta muy cómoda y tibia. Exploro el lugar con algo de pereza. Aun se encontraba en el bosque y era de noche, una fogata se erguía a su lado junto con las personas que había salvado ese mismo día, o al menos eso creía, si es que no había dormido mas de lo necesario.
-ya despertaste… que bueno… nos tenias algo preocupados…-reconoció la voz de inmediato como la de la joven a la cual le salvo la vida. Ella le sonreía con alivio.
-tu eres… Kagome verdad?-dijo con suavidad Hana, asegurándose de no equivocarse. Ella afirmo y prosiguió a presentar a los demás, ya que no lo había hecho anteriormente.
-será mejor que te quedes un tiempo con nosotros, estas herida y no es conveniente que andes en esas condiciones, puede ser peligroso- aconsejo Miroku con su báculo a un lado.
-no quiero causar molestias…-Hana intento levantarse, pero el dolor seguía presente, además de que Kagome se lo impidió.
-no, por favor no te levantes, tu herida podría abrirse-Kagome la sostuvo un momento hasta que ella dejo de forcejear.
-tu me curaste?-la miro.
-si...-lo hizo con las medicinas de su tiempo y no le resultaba muy conveniente decírselo.
-arigato…-le sonrió dulcemente. Un gesto que Kagome devolvió.
-no gracias a ti, si no hubiera sido por ti, Kagome…-Sango no quiso continuar, así que cambio el tema-puedes quedarte con nosotros el tiempo que quieras.
-son muy amables… supongo que no tengo otra opción…
-dime… como es que aprendiste a usar la magia?-Miroku trato de buscar un tema de conversación, además de aprovechar el saber mas de ella.
-bueno… mi familia siempre ha sido experta en la magia ya sea blanca o negra, pero como te dije antes nos especializamos mas en la magia blanca.
-entonces por que también estudias la magia negra?- intervino Kagome.
-para conocer al enemigo, además, aunque suene un poco raro, las dos se complementan, una no puede existir sin la otra, así que tenemos que conocer ambas para saber a que nos estamos enfrentando, la magia puede ser a veces muy traicionera sino la conoces y utilizas adecuadamente.
-eso es verdad…-agrego el Monje.
-dijiste que también eras una sacerdotisa.
-lo soy Kagome… puedo controlar mi poder espiritual a mi voluntad y también la de los demás, puedo purificar algo que este infectado por energías malignas e incluso las puedo mezclar junto con mi magia, hay muchas formas de hacerlo.
Kagome se quedo callada un momento. Nunca pensó que ese tipo de cosas se podían hacer y le sorprendió mucho el averiguarlo.
-tu eres una sacerdotisa verdad Kagome?- Hana se dirigió a ella-puedo sentir la gran fuerza espiritual que posees.
Ese comentario hizo que la joven se ruborizara levemente. "No soy tan buena".
-¿Cómo sabias de la existencia de un hechicero como Kumei?-el monje continuo con el interrogatorio.
-él era un enemigo de mi familia, era un brujo de magia negra, aunque ya estaba muerto, alguien se encargo de regresarlo a este mundo con un fragmento de la perla de Shikon-dijo de forma seria-supongo que ustedes están reuniéndolas no?
-como sabes eso?
-puedo sentir su presencia, aunque no pueda verlos.
Kagome llevo su mano hasta el frasco que contenía los tres fragmentos que poseían.
-¿acaso tu no vas tras ellos?
-no, esa perla solo a traído destrucción y desastres, todos quieren tenerla por que tiene unos poderes extraordinarios capaces de dar poder a quien la posea, tanto los Youkais como los humanos se pelean por tener esa joya, ¿por qué querría obtener algo así? Yo no necesito poder alguno.
La mayoría de los que estaban presentes le daban la razón, aunque no se atrevieron a comentar al respecto, pero por desgracia había algunos que no pensaban lo mismo, tal es el caso de Inuyasha. Él quería usar la perla de Shikon para convertirse en un Youkai completo, para tener un lugar en este mundo y para adquirir mas fuerza.
La noche siguió tranquila. Shippo y Kirara ya estaban profundamente dormidos. Uno acurrucado contra el otro, de modo que los demás no tardarían en seguirlos.
Cuando Inuyasha se aseguro de que todos estaban ya en el quinto sueño, se levanto para acostarse nuevamente al lado de Kagome como lo había estado haciendo los últimos días en los que él aun permanecía como perro. La joven al notarlo, despego su espalda de su futón y sonrió con frenesí, pero aun no le era suficiente.
-Inuyasha… -lo llamo, lo que hizo que él la mirara.
Ella puso unas de sus manos en su regazo, levantándola una y otra ves, indicándole el lugar en sus piernas.
El Hanyou estaba desconcertado. No comprendía bien lo que Kagome le quería decir con eso. Acaso quería…
Al ver que Inuyasha no daba signos de entender, lo cargo con algo de dificultad. O él era bastante pesado o ella no tenia mucha fuerza, coloco la cabeza del perro en sus piernas, haciendo que se recostara en ellas. Inuyasha inmediatamente adquirió un tono rojizo en su cara, al sentir como Kagome lo acariciaba con delicadeza. Hasta su olfato le llego el aroma tan suave que solo ella poseía, poniéndolo mas nervioso.
Gracias a las atenciones que Kagome le daba, poco a poco Inuyasha se fue quedando dormido, sintiendo como el cosquilleo provocado por el tacto de ella lo calmaba de sobremanera y haciéndolo escapar de la realidad.
Unos kilómetros mas alejados de donde descansaba el grupo, en las sombras de una cueva, seres conocidos para ellos esperaban la llegada de su dueño y señor. Las dos mujeres hijas de Naraku, observaban sin ningún interés la escena que estaba frente a ellas. El brujo que había estado sirviendo a su amo, estaba rogando por su "vida" aunque sabia que eso seria casi imposible de conceder. No había realizado bien su trabajo, y ahora pagaría las consecuencias.
El hibrido conocido anteriormente como el ladrón Onigumo, lo observaba con los ojos inyectados de desprecio y repulsión al ver como su creación se arrodillaba frente a él de forma suplicante.
-te di la oportunidad de vivir, de regresar a este mundo para vengarte de los que te hicieron daño, pero no lo aprovechaste. Después de todo eres un simple humano, ni aun teniendo los poderes que tienes pudiste deshacerte de ellos, ni aun sacando ventaja de tu insensatez pudiste hacer algo útil, y así quieres que te deje vivir?
El hombre temblaba de pies a cabeza, sin atreverse a levantar la cara que estaba cubierta de lágrimas por la desesperación.
-Naraku-sama… por favor…-tartamudeo con pavor, intentando alargar mas su vida.
-ya no tengo nada mas que hablar contigo-le dio la espalda, hablando con una voz tan fría que el hombre sintió erizarse-llévenselo de aquí, Kana encárgate de regresarlo a donde pertenece- empezó a caminar lejos de ellos.
-si…
-¡¡¡No, espere amo por favor!!! ¡¡¡Déme otra oportunidad!!! ¡¡¡Se lo suplico!!!
La pequeña niña giró el espejo, y al instante las almas que permanecían en el cuerpo del anciano se fueron reuniendo dentro de él, ocasionando gritos por parte del hombre. Mientras mas almas recolectaba Kana, su cuerpo se iba secando rápidamente hasta solo quedar en unos cuantos huesos. Un fragmento de Shikon resplandecía en medio del esqueleto.
La mañana llegaba nuevamente a la era Sengoku, y con ella, toda la presencia de su ecosistema, ya sean pájaros revoloteando en las copas de los árboles, el pasto verde y húmedo por el frío de la noche anterior, el palpitar del sol que le daba la bienvenida a un nuevo día y que con sus rayos abrasadores donaba energía y calidez tanto a seres vivos como a todo tipo de criaturas.
Son precisamente estos rayos solares los que hacen despertar a la joven quinceañera, causando que abriera los ojos al sentirlos encima de su rostro y calentándolo. Con un toque de pesadez, se sentó en su futón para después estirar sus brazos y quitarse la flojera de su cuerpo. Fue cuando se percato de que un peso mayor al que había sentido anoche le impedía mover las piernas. A Inuyasha lo había notado pesado pero no tanto. Bajo la vista extrañada.
El perro de tamaño medio ya no estaba. En su lugar, un muchacho Hanyou con un cabello largo plateado y unas orejitas que sobresalían de su cabeza, dormía placidamente recostado en sus piernas. A Kagome le invadió una sensación de alegría al verlo, y así lo demostraba su rostro. Dijo su nombre casi inaudible, tocándole la mejilla, cuidando de que no se despertara, pero casi al instante se detuvo… se había dado cuenta de un pequeño inconveniente. Un pequeño pero grave inconveniente.
Kagome corrió su vista a todo el cuerpo del joven con los ojos bien abiertos y sus mejillas completamente rojas… él… estaba…
"¡Desnudo!"
Un grito tan fuerte y agudo como solo Kagome sabe hacerlo, se dejo oír en casi quinientos metros a la redonda, seguido de un potente "¡Osuwari!".
Cuando todo se hubo calmado y vuelto a la "normalidad", esto después de que Inuyasha se vistiera adecuadamente y después de haber recibido unos cuantos conjuros por SU atrevimiento, intentaron resolver las cosas, pero al parecer todavía algunos miembros del grupo se mostraban insatisfechos.
-no sé por que demonios te pones así, ¡ya te dije que no fue mi culpa!-grito con energía el que fue causante del griterío de la Miko.
La muchacha lo ignoro mirando hacia otro lado y dándole la espalda enfadada.
-nunca es tu culpa, verdad?- le respondió de la misma manera todavía sin atreverse a mirarlo. La verdad es que solo estaba buscando excusas para no verlo a los ojos y desde esa "visión" que tuvo no ha tenido el colage para hacerlo.
-¿se puede saber por que no quieres mirarme a la cara?-Inuyasha ya se estaba hartando de su actitud, y él no era conocido precisamente por tener mucha paciencia.
-eeehh… no te importa…-respondió secamente, sintiendo como le era ya imposible controlar sus nervios.
-¡si me importa!-para que sus ojos se cruzaran, Inuyasha se posó frente a ella y la miró-¡¿por qué no quieres mirarme a los ojos?!
Kagome sintió como una ráfaga ardiente le abrazada la cara. Las pupilas ámbar estaban ahí frente a ella, esperando por una explicación. Pero ahora ya no era un simple perro, ahora es él, el Hanyou, el muchacho causante de que su corazón siguiera palpitando. Observó los rasgos de su rostro, ese rostro que a pesar de ser de hombre le parecía tan hermoso y varonil. Estaba molesto, pero eso no ensombrecía su atractivo, de hecho, era lo que le daba el atractivo.
La imagen de él desnudo le vino a la mente de golpe, algo que hizo que apartara la vista rápidamente. Inuyasha gruño lleno de irritación.
-¡deja de comportarte como una niña!
-¡¿es eso lo que soy para ti, una niña?!
-¡¡si no dejaras de actuar como una!!
-¡¡¡osuwari!!!
De inmediato, Inuyasha fue aplastado hacia el suelo por una fuerza invisible, cayendo boca abajo. Kagome salio apresuradamente de ahí, dando fuertes zancadas.
-Ka…go…me…baka… -la voz ahogada de él fue escuchado por sus compañeros.
-esos dos se traen algo, verdad?-Hana le susurro a Sango acercándose a ella con disimulo. La exterminadora afirmo con la cabeza y una sonrisa.
-¿ahora que le hiciste Inuyasha?-Shippo hablo, imaginándose la situación. Ellos habían presenciado todo el teatrito.
-yo… no le hice… nada…-el medio demonio intento levantarse.
-vaya, hasta que por fin veo tu verdadera apariencia-Hanna puso sus manos en sus caderas.
Inuyasha se puso de pie y cruzo los brazos con egocentrismo.
-no sabia que Kagome tuviera un conjuro en tu rosario para controlarte.
-feh… fue en contra de mi voluntad.
-lo supuse…
-oye…-hablo despacio y con algo de duda.
-Hana…-le corrigió ella sin mayor preámbulo.
-Hana… -menciono-quería darte las gracias por haber salvado a Kagome.
-no hay problema, no fue nada, era mi trabajo-Hana se encogió de hombros.
-trabajo que Inuyasha no pudo ejercer bien…-Shippo comento.
Unos segundos después, un chichón enorme apareció en la cabeza del cachorro Kitsune.
-me pregunto por que Inuyasha regreso a la normalidad, acaso…-Miroku se cuestiono, llevándose la mano a la barbilla.
-lo mas probable es que Kumei haya muerto…-la Miko experimentada hizo una hipótesis.
-puede ser… es lo mas probable y lo mas lógico…-dijo Sango.
-la que ahora me preocupa es Kagome-Hana volteo a la dirección donde se había ido Kagome.
-ella estará bien, ya se le pasara-Inuyasha dijo sin prestarle mucha importancia. Aunque en realidad estaba enojado por la actitud que había tomado Kagome para con él. No entendía que le estaba pasando últimamente. "Mujeres".
-¿quieres que te ayude un poco?-la joven mayor lo miro con una sonrisa divertida.
Inuyasha no comprendía a que se refería y parpadeo confundido.
-ahora vengo…-y paso seguido salio corriendo tras Kagome.
Unos minutos después Hana llego con Kagome a su lado, pero ésta se veía un poco extraña. Su mirada no tenía ese brillo de vida tan característico de ella, estaba más bien perdida y mantenía sus ojos medio abiertos.
-¿Kagome-chan?-pregunto preocupada Sango.
-¿Qué fue lo que le hiciste?
-cálmense… no le hice nada malo… solo la hipnotice…
-¿¡qué tu que?!-exclamo Inuyasha.
-la hipnotice, significa que la hice caer en una especie de trance.
-¿Por qué hiciste eso?
-Miroku… tu deberías saberlo…-le sonrió.
-quieres decir que Kagome obedecerá todo lo que tu le pidas?
-y contestar todas las preguntas que yo le haga-continuo Hana.
Al monje se le iluminaron los ojos y con lentitud se acerco a Kagome y tomándole la mano le pregunto.
-Kagome-sama, ¿le gustaría tener un hermoso hijo conmigo?
Las reacciones no se hicieron esperar y Sango le propino un golpe en la cabeza con su Hiraikotsu al monje a la vez que Inuyasha apartaba su mano de la de la chica.
-¡Houshi-sama como se atreve a aprovecharse de Kagome asi!
-no te preocupes Sango, Kagome solo puede responder a mi voz-a lo que Sango respiro aliviada.
Hana le pidió a Kagome que tomara asiento en la roca que estaba detrás de ella, y así lo hizo.
-bueno… empecemos…
O O O O O O O O O O O O O O O O
listo!!
el siguiente cap ya esta escrito jejeje
se que dije que me iba a tardar en escribirlo pero... ya ven que no!!
jajaj es que iba a salir de viaje pero se pospuso para mas tarde
bueno ahora si les comunico queme van a tener que esperar mas tiempo para el siguiente por que va a ser mas complicado y va a tener que llevar toda mi inspiracion posible jaja
si se dieron cuenta este es un poco mas largo y espero que el que sigue tambien lo sea por que van a pasar muchas cosas, cosas que pondran de cabeza a inu... jejeje
bueno ya no les adelanto
espero que lo hayan disfrutado
ya arregle eso de que no podia aceptar reviews anonimos asi que ¡¡mandenme reviews!!
saludos!!
