Capitulo 6. Alevosía

Si había alquien que se sintiera completamente perdido y embelesado por los acontecimientos hacia menos de cuarenta y dos horas, era sin duda alguna Inuyasha.

Después de haber presenciado semejante declaración, su mente volaba casi todo el tiempo, permitiéndole menos que concentrarse en lo que le decían e incluso tratando de evitar a toda costa la presencia de la causante de todo ese malestar: y no era precisamente Hana, aunque ella también tenia algo de culpa en ese asunto; si no hubiera sido por ella, Kagome no habría dicho todo lo que dijo y mucho menos actuado de la forma en la que lo había hecho.

Por su puesto que a la sacerdotisa el asunto de ser rechazada e ignorada por uno de los seres que mas quería en este mundo, por no decir el único, no le venia muy bien, y su enojo y frustración iban en aumento.

¡Con un demonio¿Por qué tenían que jugar con sus sentimientos de este modo tan cruel y despiadado? Pareciera que todo el mundo se le estaba haciendo costumbre. ¿Cómo se supone que debería de comportarse ahora? Si cada vez que Kagome se le atravesaba en su camino o en su área de visión, solo le hacia recordar esa experiencia tan satisfactoria, aunque le costara admitirlo, y malvada a la vez.

La única forma que se le ocurría para dejar esos pensamientos atrás, era introducir en su cerebro que todo lo que paso no fue hecho por la propia Kagome, hablando sentimentalmente, sino de la que la manipulaba. Pero… si lo que había dicho Hana era cierto… ¿las cosas cambiarían?

"Ella lo esta haciendo por su propia cuenta"

No, no podía ser. La misma hechicera había mencionado que obedecía sus órdenes, y eso incluía los que no podían escuchar, o sea sus pensamientos. Kagome no actuó guiada por su propia voluntad. �¡Acaso le estaban tomando el pelo!

Su cabeza rechazaba la idea de que lo ocurrido haya sido obra de nadie mas que Kagome, aunque su corazo sucumbía por la ilusión de que así fuera. El dilema seria admitirlo, y eso era otro cuento.

La pregunta que ahora tenia y que no lograba responder era¿Por qué le afectaba excesivamente el simple pensamiento de que ella actuara como lo hizo sabiendo que fue una farsa? El que lo haya abrazado de esa manera tan intensa, el que lo tocara de aquella forma tan provocativa, el que haya intentado llegar a más que un simple beso, solo era mentira, una dolorosa mentira.

Su cuerpo giraba alrededor de una nube de ideas que dejaba plasmar en sus ojos del color del sol. La luna en ese momento se volvió su consejera y amiga, aunque ésta no tuviera la cualidad de responder, le bastaba con dejarse oír. El satélite se pintaba en el cielo cubierta por la oscuridad y las estrellas que decoraban su resplandor, mientras que el Hanyou lo observaba tranquilo desde la rama de un árbol, su árbol, el que siempre utilizaba cuando quería estar solo y hacer guardia en las noches, dedicándose no solo a él mismo, sino a cuidar de sus camaradas… y de ella.

Ella… la que sin sospechar siquiera de lo tanto que lo había provocado con sus palabras e insinuaciones, que aunque fueron hechas según sin el mas mísero motivo y sin libertad, lograron hipnotizarlo también a él, tal ves no del mismo modo, sino de una manera mas, mucho mas dolorosa: estando conciente.

Sin lugar a dudas completamente conciente de ello y su corazón estaba permitiéndole sentir algo que no debería, por las circunstancias en que sucedió. Para qué se hacia el desentendido, él lo sabia muy bien, el problema era hacer que su corazón lo entendiera y no era una tarea fácil de cumplir.

Su mente viajo al recuerdo que le resultaba aun palpable de las palabras dichas por Kagome: "Amo a Inuyasha". Él lo sabia, pero nunca había tenido la oportunidad de escucharlo de la misma voz de ella.

¿Qué sintió en ese momento? Una bomba en su interior, una bomba que contaba no solo los minutos, sino los segundos que le hacían falta para explotar y en los que sentía que parte de su mundo desaparecería. Había estado huyendo de ella y de la realidad que se manifestaba ante él y ahora le hacia frente tan bruscamente que no le permitía pensar con claridad, o al menos no con el cerebro, sino con algo que quería retener y encerrar en un jaula de orgullo e indiferencia que para su miedo poco a poco se abría con la llave que Kagome poseía, repleta de un amor incondicional y puro que le demostraba día a día y que le había dado a entender.

Sus ojos brillaron con intensidad al voltearse para mirar a la causante de dicho desequilibrio emocional. Ella seguía dormida dentro de su futón y la luz de la luna le permitía admirar su hermoso rostro descanando con sus alargadas pestañas tan negras como su cabello y sus labios medio abiertos. Esos labios que estuvieron apunto de besarlo, sin mencionar que ellos fueron los que le causaron el escalofrío en todo el cuerpo al ser pasados por su cuello.

De nuevo, una sensación de regocijo lo invadió al recordar lo que paso, después de la declaración dada. Que equivocado estaba cuando pensó que no podía sentir algo mas fuerte y electrizante que lo que sintió en el momento en que Kagome se le lanzo encima. Nunca se imagino que ella pudiera ser capaz de algo así.

Lastima que no se atrevía a hacerlo de una forma que le resultara más accesible, al menos eso cambiaria mucho las cosas. ¿Por qué tuvo que utilizar ese método para decirle todo lo que sentía? La respuesta la conocía de sobra, pero no quería meterla en la discusión, aunque sabia que en algún momento tendría que aparecer, conciente o inconcientemente. El problema de su pasado, y la causa de que tuviera más problemas emocionales de los que podía procesar su cerebro.

¡Rayos¿Por que de la noche a la mañana de había vuelto tan cursi¿De donde salen esas ansias por repetir esa gran mentira? Vivir de nuevo una mentira no es la forma adecuada de conseguir lo que quiere y mucho menos sintiéndose tan confundido como ahora. Estaba comenzando a pensar que le gustaba sentirse miserable o que definitivamente era un masoquista.

¿meditando un poco, Inuyasha?

La voz de un hombre lo saco de su ensimismamiento, girando la cabeza para averiguar de quien se trataba.

Miroku…-su olfato no se percato de su presencia, capaz de que eso también halla sido afectado por Kagome. No cabía la menos duda que ya lo tenia idiotizado-¿Qué haces despierto?

El monje lo miro desde abajo del árbol donde Inuyasha acostumbraba subir.

no podía dormir…-contesto como quien no quiere la cosa-y tu?

haciendo guardia, ya lo sabes…-dijo con su tono de soberbia, regresando su mirada a la posición anterior.

¿nada mas?-musito no muy convencido de la respuesta. Inuyasha se estaba comportando bastante ausente las ultimas horas, evitando a Kagome y ya tenia una teoría de por que se comportaba así. Era bastante obvio.

¿a que te refieres?

te has estado comportando un poco extraño ¿acaso hay algo que te molesta?

no es de tu incumbencia-dijo estando a la defensiva.

El Houji mostró una media sonrisa mientras cerraba sus ojos azules.

¿tiene que ver con Kagome?

Inuyasha tenso su rostro y giro mas su cabeza para intentar ocultar la reacción que la pregunta de Miroku le provoco, hablando de manera cortante.

ya te dije que no es de tu incumbencia.

¿Por qué no bajas para que hablemos mas calmadamente?-Miroku comento, intentando llevar la conversación a un ambiente mas amable.

no necesito que me sermonees, de acuerdo?-el chico comenzaba a peder el control de la platica y eso no le gustaba en lo absoluto.

no voy a sermonearte, solo quiero hablar-dijo con calma.

Las razones por las que le había puesto atención tan repentinamente no se las explicada del todo, pero pensó que no le vendría mal una platica con Miroku. Él no era nada tonto, y se las ingeniaría para evitar cualquier tipo de evasiva de su parte. No estaría mal una conversación de hombre a hombre.

Bajó de las ramas para posarse delante de Miroku con agilidad. Tan pronto piso el suelo, sus manos se ocultaron dentro de las mangas de su Haori. Miroku sonrió complacido por haber aceptado su proposición.

¿Qué quieres?

El monje ignoro la pregunta y se sentó apoyando su espalda en el tronco del árbol.

¿Por qué no dejas de hacerte el rudo y admites que todo esto te esta afectando?-Miroku le reclamó con severidad. Si seguía siendo amable y paciente, no lograría sacarle nada a Inuyasha. Con tipos como él había que ser igual de petulante.

no se de que estas hablando…-su forma de hablar fue tan cortante que Miroku no tardo en descifrar su falsedad.

sabes perfectamente de lo que hablo…-dijo emparejando su voz a la situación, dando a entender de que esa clase de evasivas no le servirían esta vez-te lo mencione antes ¿quieres que te lo vuelva a repetir?

no es necesario…-interrumpió con tosquedad, demostrando que estaba en desacuerdo. De por si, ya era bastante problema el asimilarlo y ahora que uno de sus amigos se lo restriegue en la cara, lo terminarían por sacarlo de sus casillas.

¿quieres hablar al respecto?-dijo como quien no quiere la cosa.

no…

¿seguro? Pienso que te haría bien…

no tengo nada que decirte…

¿no quieres hablar de lo que paso con Kagome?

¡por supuesto que no!-alzo un poco la voz y lo enfrento con la mirándolo a la cara, al ver que Miroku insistía.

El Houshi sonrió, como quien a cumplido un capricho de mucho tiempo.

ya veo…-hizo un reposo-como siempre tratando de hacerte el indiferente, no?-cerro los ojos con calma, luego los abrió para continuar-a mi no me engañas, Inuyasha, te conozco muy bien como para saber o imaginar lo que estas pasando.

¿así?... ¿sabes lo que me esta pasando?... no… no creo que tengas una mínima idea de lo que siento…-exclamo con enfado mezclado con sarcasmo, recordando lo patético que se debió haber visto cuando Kagome comenzó a seducirlo. Un rubor ligero le adorno el rostro.

en ese caso… adelante… explícamelo…- le contesto el apuesto monje con mucha seriedad.

¡ya basta Miroku!-lo que menos quería en ese momento era estallar, pero le era caso imposible controlarse a estas alturas. Toda la constante caída de emociones que le habían llegado en tan poco tiempo y que retenía en su interior, lo estaban volviendo loco y si no lograba dominarlos, acabaría por dejarlas salir, convirtiéndolos en una desatada agonía.

¿basta que?- dijo con toda la calma que pudo mientras se levanto para ver mejor la expresión del Hanyou, quedando frente a frente. Pudo notar que sus ojos ámbar brillaban con aciago, indicándole que no la estaba pasando bien.

�¡basta de tu impertinencia¿Qué quieres que te diga!

la verdad…

�¿la verdad¿quieres la verdad¡la maldita verdad es que me la paso como un idiota todo el tiempo pensando en esa estúpida declaración de Kagome de que me ama, que casi intenta violarme, algo que ni siquiera sé si fue obra de ella o de esa bruja, en como es que siendo una vil mentira me haya afectado de esta manera, y que lo peor de todo este maldito asunto en que no puedo hacer nada al respecto por que ella no recuerda nada de lo que paso¿COMO SE SUPONE QUE ME DEBO de COMPORTAR A ESO!

Su voz poco a poco se apago y fue perdiendo potencia, hasta pronunciar las ultimas palabras un poco mas alto que un susurro. Mientras hablaba, sus mejillas se tornaban de un rojo cada vez mas fuerte y no cambiaron de color hasta que Inuyasha termino su discurso. Habló tan deprisa que ahora estaba jadeando, tratando de recuperar el aire que perdió.

Miroku lo observaba con los ojos bien abiertos. Se había expresado mejor de lo que él esperaba. No se imagino esa actitud tan drástica de su parte.

ya estarás contento?... era lo que querías escuchar…-dijo Inuyasha fastidiado y recapacitando de lo que había hecho.

y lo que tu querías sacar. No es bueno que tengas esos sentimientos dentro Inuyasha.

El chico de cabello largo giró la cabeza. Lo que dijo lo ayudo algo a desahogarse y a sentirse mejor, aunque no lo admitiría, todavía.

En cambio, para disimular no dijo nada, tratando de calmarse para evitar decir alguna otra tontería que lo dejara en evidencia. ¿Cómo pudo pasar eso? Era la primera ves que se dejaba llevar por sus emociones de esa manera tan… desesperada. ¿Por qué lo hizo? No lo comprendía muy bien. Avergonzado por su momentáneo estallido de sentimiento, declaro:

lo… lo siento Miroku…-su cabeza estaba gacha- yo… no quería…

no te preocupes-lo interrumpió el monje- fue mi culpa, yo insistí en que me lo dijeras, yo te provoque. Yo soy el que debería disculparse.

El mitad demonio levanto un poco la cabeza para mirar a su compañero. Al darse cuenta que éste sonreía, una oleada de tranquilidad lo invadió y le contesto el gesto, aunque con menos ganas.

bueno… será mejor que ya nos vayamos a dormir, se hace tarde-dijo Miroku frenando la tensión en el ambiente por la situación.

eehh… si…-farfullo con distracción.

Los dos acudieron con los demás con paso lento, Inuyasha permaneciendo atrás de Miroku. Tarde o temprano tendría que enfrentar a Kagome, pero haría lo posible para no hacerlo mas difícil para ambos. Si bien resultara muy difícil de lograr.

Al día siguiente las cosas no fueron en una dirección mucho mejor que la anterior, ni tampoco peor. A decir verdad todo continuaba igual. Inuyasha persistía en su intento por excluir a Kagome de cualquier cosa que tuviera que ver con lo ocurrido, algo así como declararle la ley de hielo. No cruzando muchas palabras con ella, si es posible ninguna, no mirarla a los ojos y mucho menos estar cerca de ella o respirar el mismo aire.

En verdad que el asunto la estaba poniendo rabiosa, por que evidentemente que no sabia la razón aparente de su comportamiento y por supuesto que la tomo desprevenida, ese tipo de carácter eran las que no soporta y es una de las pocas cosas en las que no tiene paciencia.

Se habían detenido a descansar enfrente de un arrollo pequeño a petición de Miroku. Inuyasha no tuvo otra opción mas que acceder a las quejas, especialmente cuando Shippo se le había unido para hacerle la vida imposible, mas aun del descontrol en el que estaba.

Inuyasha se separo del grupo, sin poder resistirse a mirar a Kagome por mucho mas tiempo. Tenía que distraerse, borrar esas imágenes de su mente que lo estaban llevando a un nivel de trastorno excesivo e incontrolable.

No tardo mucho en acomodarse enfrente del arrollo, con solo la mirada puesta en un punto indefinido de ésta. Se suponía que esto lo había hecho para poder concentrarse en lo que debería hacer ahora, en como comportarse y por supuesto en lo que pensar, sin tener una presión de por medio.

Suspiro hondo, sintiendo como la bocanada de aire inalado llenaban sus pulmones y engrandecían su torso, tratando de mantener su imaginación fuera de imágenes pasadas, de Kagome hipnotizada. Exhaló despacio, diciendo:

Kagome… ¿Por qué hiciste eso?

¿hacer qué?

Una voz femenina se escucho en su espalda, la cual le era muy familiar, peligrosamente familiar. Se tenso ligeramente, abriendo los ojos con aparente sorpresa, que rápidamente disimulo lo mejor que pudo.

nada… -contesto cortante, a la ves que ignoraba la pregunta.

¿vas a empezar de nuevo con tus juegos infantiles? Sabes perfectamente que no me gusta que no me digas lo que sucede Inuyasha.-Kagome musito llevándose las manos a la cintura con indignación y una cara enfadada.

ya te dije que no pasa nada-volvió a contestar con la misma brusquedad, sin mirarla.

¡deja de ignorarme!-reclamo de nuevo. La paciencia se le estaba acabando y si él no daba signos de cooperar, tendría que tomar medidas drásticas. Doblo sus rodillas para sentarse junto a él-¿quieres decir de una buena ves que pasa?

aarrggg Kagome ya te dije que nada, yo no tengo por que ignorarte, de acuerdo?

¿entonces por que lo haces? Te has estado comportando muy extraño conmigo y quiero que me digas por que ahora mismo.

¡yo no tengo por que darte explicaciones!

En un acto desesperado por intentar que Inuyasha la mire a los ojos, lo tomo de uno de sus pechones de cabello que caigan a ambos lados de su rostro y jalo con fuerza hacia ella, ocasionando que el Hanyou volteara a verla sin evitarlo.

�¿Entonces tu si puedes hacer tus berrinches de niño y yo no¿De eso se trata!-grito molesta sin soltarlo.

¡yo no estoy haciendo berrinche y en ningún momento te he ignorado!

¡deja de mentir¿Por qué nunca me quieres decir lo que pasa!-por alzar la voz y hacerse escuchar, ambos acercaban cada ves mas sus rostros hasta quedar a un palmo de distancia, algo que ponía muy nervioso a Inuyasha.

Se quedaron así por unos segundos que ha Inuyasha le parecieron eternos. Sus ojos dorados se concentraron en su rostro, ese rostro que hacia muy poco tiempo había estado igual de cerca que ahora, pero con la diferencia de que en ese momento era con una razón completamente opuesta a la anterior. Sabía que la cercanía de Kagome no era con la intención de besarlo o demostrarle alguna clase de afecto.

Ahora bien, ese recuerdo y esas sensaciones seguían aun bastante palpables en su cabeza y eso ocasiono que al verla tan cerca de nuevo, su mirada se suavizara excesivamente, algo que la chica noto muy bien.

Como si intentara disminuir la rudeza de su compañera y de la situación, y rebobinando los hechos ocurridos durante el hipnotismo, al mismo tiempo sintiéndose atrapado por el recuerdo de uno de los instantes mas anhelantes de su vida y peleando con su subconsciente por no revivir lo que sabia le haría mas daño que bienestar, tomo la mano de Kagome, haciendo que ésta soltara el agarre de su cabello con docilidad.

La Miko lo miro extrañada, pero eso no evito que su cara adquiriera un color carmín, aparentemente por la situación que se estaba dando. Esos ojos ámbar ya los había visto antes, cuando Inuyasha vio en ella a otra persona que no era ella misma, por desgracia. Esa forma de mirarla, tan rebosante de una ternura que rara vez se veía en él; esa clase de detalles son los que la derretían y los que le gustaría aprovechar, por que casi nunca se daban, aunque eso significase que ese amor no fuera para ella.

La circunstancia ya estaba llegando a la cumbre de un paro cardiaco. Si Inuyasha no dejaba de mirarla de aquella manera, acabaría por desmayarse, mas aun cuando se dio cuenta que él se acercaba mas a su rostro muy lentamente al mismo tiempo que susurra su nombre. Los ojos avellana de la joven se abrieron bastante, sus rostros estaban tan cerca que ella podía sentir su aliento. Su mente se bloqueo.

Ya estaba llegando a sus labios, solo unos cuantos centímetros separaban sus bocas y su corazón dio un salto enorme al momento de sentir un roce en ellos, muy leve pero lo suficiente para volverla loca. Sin pensarlo mas, cerro los ojos por inercia mientras se dejaba llevar por esa caricia.

Un estruendo colosal se dejo oír por los dos jóvenes a espaldas de ellos, sacándolos de su shock temporal. Ambos giraron sus cabezas para mirar lo que parecía ser un jabalí del tamaño de un rinoceronte, con la diferencia de que el Youkai era mucho mas peludo y los cuernos que sobresalían de ambos lado de su hocico eran tan grandes como el tronco de un árbol pequeño.

El demonio hizo un bramido potente como amenaza y observo como uno de sus contrincantes ya parados, sacaba una espada de la vaina que tenia a su lado izquierdo de la cintura. La chica de extrañas ropas se mantenía detrás de éste.

Kagome, mantente detrás de mi-dijo de forma muy seria pero segura. En su puño sostenía a colmillo de acero.

Kagome no lo pensó y se posiciono detrás de él. Ella no contaba con su arco y flechas para poder defenderse. Miro al Youkai atentamente, buscando el resplandor de algún fragmento de la Shikon No Tama. No encontró ninguno, y se lo comunico a su protector.

ya veo… así que no tiene caso perder el tiempo con el-Inuyasha gruño fastidiado.

El ser volvió a emitir un sonido de ataque, que erizo la piel de la Miko. Sin esperar mas y para acabar rápidamente con esto, el Hanyou se lanzo en contra del Youkai, dando un salto y realizando el Kaze No Kizu en el aire, acabando así con el jabalí. Los restos de éste cayeron en todas direcciones alrededor de ellos.

¿estas bien Kagome?-pregunto Inuyasha girando un cuarto su cabeza hacia ella, la cual asintió.

Unos segundos después llegaron los demás miembros del grupo con sus rostros un tanto preocupados, preguntando lo sucedido y el motivo de la riña. La respuesta fue hecha con algo de disgusto por parte de Inuyasha, como solía hacer cada ves que se enfrentaban con un Youkai que no tuviera como recompensa un fragmento de la Shikon.

Una confundida Kagome lo miraba a espaldas del chico, recordando lo ocurrido minutos antes de que fueran atacados.

El día paso, así también como la noche sin mayor preámbulo, a excepción de en la mente de Kagome que continuaba perdida tras el suceso. ¿Por qué se habrá comportado así? Esa no era su manera de actuar. Muy contadas veces hacia algo que la emocionara de esa forma y mucho menos tratar de besarla. Intento no pensar mas en ello.

Se detuvieron ya pasada la noche y como es su costumbre la fogata ya estaba hecha, la cual utilizaron para cocinar unos pescados que comieron sin ninguna clase de queja. La tensión en el ambiente era evidente y no era muy normal, especialmente para Inuyasha y Kagome que intentaban por todos los medios de no entablar alguna conversación o cruzar palabra alguna, al menos que fuera absolutamente necesario. Las miradas que se daban, o mas bien que no se daban, eran exasperantes, llegando a un punto de sentirse estúpidos. Ambos trataban por todos los medios de no entrelazar su vista, como si en sus ojos hubiera algún código que no desearan revelar y que los afectaría demasiado.

Después de haber llenado sus estómagos con lo que parecía una comida mas o menos decente, poco a poco se fueron acomodando a sus respectivos lugares para dormir y así mismo conciliar el sueño, aunque solamente fuera un intento vano de hacerlo; tal era el caso de la joven proveniente de una época futura. Prueba de ello era la inquietud de su cuerpo en la bolsa de dormir.

Inuyasha por su parte estaba igual o en las misma condiciones que las de su enamorada, mirando la luna en su forma de cuarto menguante mientras que en su cabeza regresaban aquellos momentos tan dolorosos y a las ves llenos de un gozo que desde hace tiempo no experimentaba.

De repente, un olor muy parecido al de Kagome le llego con la ayuda del aire hasta su fino olfato, rápidamente lo reconoció, era un aroma dulce mezclado con barro y huesos. Tenia que ser ella.

Sus sospechas fueron confirmadas cuando los Shimidamachuu volaban arriba de su cabeza llevando almas de mujeres. Se dirigían a un poco mas de la espesura del bosque. El muchacho bajo del árbol y las siguió, esperando encontrar a la dueña de esas criaturas. Necesitaba verla.

Al llegar a su meta, las serpientes bajaban lentamente, depositando las almas en el cuerpo de una mujer con ropas de sacerdotisa al mismo tiempo que algunas mas revoloteaban a su alrededor como fantasmas con una luz muy tenue, dando a la escena una imagen mas tétrica y nocturna.

Inuyasha se paro enfrente de la mujer que se encontraba de espaldas a él mientras sentía su corazón salírsele del pecho al ver tan majestuosa espectáculo. Su largo y hermoso cabello negro solo podía ser comparado con la oscuridad que se mostraba ante ellos. Al parecer la joven todavía no se daba cuenta de su presencia.

Kykio…

O-O-O-O-O-O-O-O-O-O-O-O-O-O-O-O-O-O-O-O-O-O-O-O-O-O-O-O-O-O-O-

HOLA CHICOS!

disculpen por haberte tartado tanto en escribir el siguiente cap

es que con todo lo que tengo que hacer en la universidad aaayyy

es muy frustrante jajaja

de hecho este cap lo queria hacer mas largo pero por ya no se pudo

ademas de que no queria seguir asiendolos esperar

pues ahora si me voy a tardar un poquito mas con los demas cap

no me entra muhco la insipiracion ultimamente

gracias por esperar!

disfrutenlo!

comentarios por fa!