ADVERTENCIA: les pido a cualquier persona que sea menor de 17 años qu ese abstenga de leer este capitulo, ya que contiene situaciones adultas y de mucho tono, asi como Lemon.

Capítulo 11. Paraíso

"¿Escuche bien?"

"¿Qué demonios…!"

Hana sonreía de forma algo cínica, siendo que le divertía las reacciones de todos, mientras colocaba sus manos en la cintura, mirando al muchacho parado frente a él. Los amigos del susodicho aun no estaban cien por ciento seguros de haber oído bien, y observándola con detenimiento y dudas en sus caras.

-¡que quieres pelear conmigo!-exclamo Inuyasha escandalizado.

-¡que tienes tapadas tus orejas de perro¡quiero que pelees conmigo!-contesto en un tono que dejaba ver su falta de tolerancia. Sabia que le iba a hacer algo complicado convencer al Hanyou, pero lo haría, era su deber.

Todos los viajeros ahí presentes miraron a Inuyasha con vacilación, viendo por su reacción, que esperaban fuera la correcta. El solo se rasco la cabeza para duelo cruzar los brazos.

-mira… no acostumbro pelear con mujeres y no me agrada tampoco, así que déjate de tonterías y…

-¡estoy hablando en serio!-alzo mas la voz ya un poco mas enfadada.

-¡yo también!-le devolvió el grito de modo autoritario-tu salvaste a Kagome y no tengo la mas mínima intención e interés de pelear contigo, esta claro?

Hana frunció el ceño con desaprobación, pensando que seria más difícil de lo que llego a imaginar. El problema era que… no podía meter a nadie más en esto. Usaría medidas drásticas sin dañar a nadie mas que no fuera Inuyasha.

-en ese caso… -la joven cerro los ojos con calma-no tendré mas remedio que hacerte cambiar de idea.

-¿Qué?

"Estoy seguro que él se rehusara a pelear contigo"

De inmediato levanto su brazo derecho e hizo que las pulseras en su muñeca resonaran como si fueran campanas. Sus ojos castaños estaban clavados en su objetivo.

Inuyasha seguía en la misma posición sin entender que es lo que pretendía. Por unos leves instantes le pareció ver en los ojos de la muchacha un destello rojizo.

-¡INUYASHA CUIDADO!

La voz de Kagome resonó en sus orejas. Una sombra comenzó a aparecer a sus pies, haciéndose cada ves mas grande. Volteo su cabeza para encontrarse con una gran roca apunto de caerle encima.

La enorme roca golpeo el suelo con fuerza y unos segundos después, el chico aterrizo con suavidad frente a Hana.

-¡que demonios te pasa bruja?

-dijiste que no querías pelear conmigo, no? Así que te obligare a que lo hagas-dijo con extrema confianza.

-¡acaso estas loca!

La castaña de nuevo hizo tintinear sus pulseras, y esta ves, en lugar de una, fueron miles de rocas de diferentes tamaños las que se abalanzaron contra Inuyasha. Éste las iba esquivando con agilidad.

-¡Hana, que estas haciendo?-grito Kagome con preocupación-¿Por qué atacas a Inuyasha de esa manera?

-¡señorita Hana, deténgase por favor!

La petición fue ignorada.

-¡déjala Miroku!-se escucho a Inuyasha con apatía a la vez que una sonrisa burlona se mezclaba con su rostro y una risa-no sabe con quien se esta metiendo.

De haber terminado de esquivar los ataques continuos, se alejó un poco de la muchacha, y así tener una mejor vista panorámica de sus movimientos.

-¡espero que sepas lo que haces!

-perfectamente…

Antes de que él pudiera contestar y para su sorpresa, la chica ya había tomado su arco y flecha, una en cada mano, como si estuviera blandiendo dos espadas. Acto seguido, se abalanzo contra su contrincante dispuesta a atacarle.

El brazo derecho femenino rasgo el aire al momento en que Inuyasha se aparto de su camino y algunos mechones de cabello plateado bailaron por el aire. ¿Cómo pudo cortarle¿se supone que…? Los ojos ambarinos observaron anonadados el arco en la mano de la joven, ya no era un arco, sino una espada de corto alcance. El arma del lado izquierdo cambio de posición al último segundo y de nueva cuenta corto el aire con un ataque horizontal que no logro dar en el blanco. Inuyasha se alejo de ella de un salto.

-las reglas son sencillas, el primero que caiga de espaldas, pierde…-Hana musito.

Inuyasha arqueo una ceja con estrés.

-no he dicho que si…

-tampoco has dicho que no…y sin embargo, aun no me has atacado… dime por que?

-ya te lo dije… no me interesa…

-respuesta equivocada…

Y una vez más, los ataques prosiguieron haciéndose cada vez más rápidos y precisos.

"Evitara usar a Colmillo de Acero lo menos posible"

-¿Por qué no usas tu espada Inuyasha?

-eso a ti no te importa.

-¿es por que soy mujer? Entonces no me veas como una chica, sino como un enemigo, un hombre.

-¿Qué¡eso es una estupidez!

-¡hazlo!

La paciencia de ambos estaba llegando al límite, uno más que el otro, y por supuesto ninguno de los dos estaba dispuesto a ceder, no sin antes dar una buena batalla. La mente del hanyou se confundía cada vez mas conforme pasaban los minutos con solo esquivándola. Por mas vueltas que le daba al asunto, no lograba entender cual era su propósito al querer luchar con él, que es lo que pretendía con eso, de qué le serviría. Lo que sí le estaba quedando claro era que no iba a poder contener por mucho tiempo las ganas de regresarle cualquier ataque si continuaba así. Miró de reojo a Tetsussaiga; lo que menos quería era utilizarla, no debía sobrepasarse, pero la idea de perder tampoco le venia como anillo al dedo. Gruño de irritación.

-¡Inuyasha, por favor no le hagas mucho daño!-el grito de preocupación de Kagome era algo que Inuyasha definitivamente no se esperaba.

-¡pero qué estas diciendo Kagome¡si ella fue la que empezó!-señalo a Hana con el dedo sin entender a que venia esa solicitud.

-¡eso ya lo sé pero recuerda que ella aun esta herida!

-pues no se nota…-murmuro entre dientes con enojo.

Para cuando él ya se estaba cansado de solo estar a la defensiva, ella ya había cortado parte de las mangas y el cuello de su Haori. Con sus garras se posesiono de las muñecas de la joven y les aplico presión, quedando cara a cara.

-¿Qué diablos pretendes Hana!-pregunto clavándole sus ojos ámbar y visiblemente enfadado.

-¡necesito… probar algo!-contesto con un poco de dificultad debido a la tensión en sus muñecas.

-¡probar¿probar qué¡esta claro que conoces el resultado, así que detente de una buena vez!

"Él se mostrara confiado, lo sé, por que conoce sus habilidades"

-¡estas muy confiado eh¡pero esa seguridad no te durara mucho!

Las garras del joven se cerraron con más fuerza, lo que ocasiono que apareciera una mueca de dolor en el rostro de Hana. Eso era lo que necesitaba, provocarlo.

Por tanta potencia ejercida en sus muñecas, sus manos comenzaron a entumecerse y soltaron poco a poco las espadas, cayendo estas al suelo.

Al ver logrado su cometido, Inuyasha debilito su agarre pero sin llegar a soltarla por completo, lo que ella aprovecho. Dio una fuerte patada en el aire que le dio de lleno en la cara a su adversario, lo que lo hizo tambalearse y soltarla.

-¡mujer tonta!- rezongo Inuyasha.

-no mientas, sé perfectamente que ese ataque no te hizo ningún daño, deja de fingir-dijo socarronamente-pero éste… si.

Dirigió ambas manos hacia cada una de las espadas que ahora se hallaban localizadas en el suelo y como si estas estuvieran obedeciendo ordenes, se levantaron del suelo y se lanzaron en contra de Inuyasha mientras Hana las dirigía y controlaba con sus manos.

-¡es inútil que huyas!-comunico al ver como Inuyasha hacia lo posible para perder a ambas espadas, saltando en todas direcciones y tratando de desviarlas, lo cual logro pero sin mucho éxito. Ya harto de ver que no lograba nada, decidió atacar.

-¡GARRAS DE ACERO!

Las dos espadas y el ataque de Inuyasha impactaron en el aire y salieron disparadas en dirección a Hana, quien rápidamente dibujo un arco a su alrededor formando una barrera protectora. El ataque reboto al instante.

-¡Qué?

-¿Qué fue eso?-Sango exclamo con asombro.

-esta usando su magia, lo note desde que transformo su arco y flecha en katanas-la voz serena de Miroku se escucho en medio de la batalla-hay una pequeña inscripción en los mangos de las espadas, al igual que en sus pulseras, lo que significa que las controla por medio de sus poderes mágicos; es muy antigua, de hecho pensé que ya no se utilizaba. Todos los brujos y brujas murieron hace ya muchos años gracias a que sus artes eran prohibidas, así que todos esos conocimientos los creía perdidos, pero… -se detuvo a analizar detenidamente a la muchacha-ella los domina perfectamente.

Sus ojos de agudizaron, mientras seguía con su vista los ataques continuos que Inuyasha ya se animaba a dar con sus garras, aunque con la diferencia de que no la atacaba con tanta potencia como normalmente lo haría con cualquier otro enemigo. Eso lo hizo pensar¿Por qué Inuyasha dudaba tanto en lastimar a Hana¿Cuál es el miedo que tiene de atacarla bruscamente¿Por qué?

Estaba comenzando a pensar que no era solo por que fuera mujer, sino que algo mas estaba involucrado, sentimientos… tal vez. Le era difícil imaginar a un Inuyasha temeroso de atacar, no era propio de él en lo absoluto, a menos que fuera por una razón importante o… ¿le había pesado demasiado el que Hana hubiera salvado a Kagome¿Esa era la única razón?

-bien… ya estas comenzando a entenderme Inuyasha…-dijo con aparente ánimos Hana, al ver como el Hanyou ya la atacaba con mas fuerza-pero sigues sin desenvainar a Tetsussaiga…

El joven tenso su rostro. No era aun el momento para sacar a Colmillo de Acero. Tenia que buscar alguna forma de no utilizarla o de usarla lo menos posible, por alguna razón extraña, no quería darle gusto a esa chica.

Al ver que no había respuesta por parte de Inuyasha por atacarla con su arma principal, Hana seguiría "animándolo" a hacerlo.

Levanto su brazo derecho hacia el cielo, y una vez mas hizo resonar sus pulseras, al mismo tiempo que susurraba algo que a Inuyasha no le fue difícil escuchar.

-espirales del cielo y del infierno…

Al haber dicho esas palabras incomprensibles para él, los aros alrededor de su muñeca se alejaron de su brazo elevándose hacia el cielo y aumentando de tamaño, lo suficiente para como para que dentro de su diámetro entrara un cuerpo humano. Pronto Inuyasha descubriría ese detalle.

Las pulseras, ahora inmensamente grandes, se colocaron alrededor del cuerpo del semi demonio, y antes de que él pudiera predecir lo que iba a pasar a continuación, la joven cerro sus manos y los aros se cerraron rápidamente alrededor de él, tal si fueran cuerdas, aprisionándolo con fuerza. Inuyasha ahogo un grito de dolor.

-¡Inuyasha!-grito con inquietud Kagome. Sabia de su temperamento.

-maldita… sea…-se quejo por el problemas que le estaba resultando pelear con ella. Su paciencia estaba apunto de irse al suelo.

-vamos a ver que puedes hacer con eso… -lo desafió la castaña.

En el rostro de Inuyasha se podía ver claramente el esfuerzo y la poca tolerancia que ya no estaba dispuesto a aguantar. Esta fue la gota que derramo el vaso. No estaba dispuesto a dejarse derrotar por esa mujer que no entendía razones. ¡Que más da si había salvado a Kagome y a él cuando era cachorro! Ella se lo estaba buscando y él ya estaba harto de hacerse el caballeroso.

-ya… me… tienes… harto… bruja…-alcanzo a decir con coraje a la vez que aplicaba fuerza en sus brazos para poder librarse de su prisión.

-es inútil… -le advirtió Hana confiada-lo único que conseguirás es que te aprieten con mas fuerza Inuyasha…

La opresión aumento. El chico cerró un ojo demostrando malestar.

Los demás miraban expectantes lo ocurrido en la batalla, sabiendo de sobra que su amigo ya no deseaba no atacarla como u enemigo mas, lo que preocupo mucho a sus compañeros.

-¡basta Hana¡Detente, por favor¡Inuyasha no quiere pelear!-Shippo brinco en el hombro de Miroku para ver mejor lo sucedido. Podía ver que Inuyasha ya había perdido las ganas de no hacerle daño.

-si no puedes vencerme sin usar tu Tetsussaiga… entonces… -hablo calmadamente la hechicera e ignorando las demandas de sus compañeros.

-no… me… subestimes… -mascullo Inuyasha. Sentía los aros de hierro apretar sus brazos y cintura apunto de cortarle la circulación. Aplico mas fuerza en sus brazos cerrando los puños y apretando la mandíbula. Dio un grito para dejar salir con mas violencia su resistencia, y de un fuerte tirón, rompió las "pulseras" que lo sujetaban.

Con su respiración entrecortada por el esfuerzo, miro con desafío a la causante de todo el pleito, mientras los pedazos de acero caían a sus pies probando así su superioridad en cuanto a fortaleza se refería.

Hana abrió los ojos completamente sorprendida. Nunca espero que pudiera romperlos de esa manera. Le costo trabajo, pero lo hizo. Le devolvió la mirada, notando en sus ojos dorados que Inuyasha estaba realmente molesto.

"Te será difícil vencerle… aunque no use a Colmillo de Acero"

-es hora de acabar con esta pelea… -dijo Inuyasha con voz grave. Había estado pensando en la posibilidad de atacarla con su Colmillo de Acero sin llegar a herirla de gravedad, pero… el problema era si resultaría. No estaba seguro si podía controlar el Kaze No Kizu a su voluntad, incrementando o aumentando su potencia.

"Tendré que intentarlo" pensó, llevando su mano al mango de su espada.

-¿va usar a Tetsussaiga!-exclamo Sango con asombro y tensión.

-así parece… -contesto con calma Miroku.

-¡Houshi-sama hay que detenerlo!

-¡no lo hagas Inuyasha!-grito Shippo.

-esperen…- los interrumpió bruscamente el monje, observando con detenimiento a su compañero-parece que Inuyasha tiene algo en mente…

Hana sonrió con agrado al ver su deseo hecho realidad.

-sabia que no ibas a tener otra opción…

Inuyasha no contesto, solo seguía mirándola absorto en sus pensamientos y aun en posición. A Hana le pareció como si estuviera calculando algo, ya que pasaba sus pupilas de la espada a ella. ¿Estaba calculando la distancia que había entre ellos¿de que le serviría?

-¿estas listo Inuyasha?-Hana abrió sus manos de nuevo al cielo, y una de las espadas incrustadas en el suelo vibro y voló a ella. La joven la tomó y la coloco enfrente de ella en posición de ataque.

-ven…-susurro su contrincante masculino.

La embestida de la hechicera comenzó, dispuesta a acabar con la batalla. La carrera de Hana se hacia cada vez mas rápida con forme se acercaba a Inuyasha y éste no daba signos de movimiento.

-¡Inuyasha!

"Un poco más…"

Los pasos rápidos de Hana resonaban en sus oídos y el espacio se reducía cada vez más…10… 9… 8 metros.

"Solo un poco más…"

7 metros… 6 metros… 5 metros…

"¡AHORA!"

Con una velocidad que no tenía nada que envidiarle al propio Sesshoumaru, desenvaino su espada con tanta rudeza que hizo detener a Hana en su loca carrera; una ráfaga de viento terriblemente fuerte se impulso contra ella, ocasionando que cerrara los ojos de golpe, y como si fuera un juguete, su cuerpo fue arrastrado violentamente hacia atrás por lo menos unos diez metros. Sintiendo como el aire golpeaba su rostro, cayó de espaldas al césped; su cuerpo aun sentía la presión del viento sobre ella.

Los ojos pasmados de todos los presentes no estaban seguros de lo que había pasado. Repentinamente, un viento tan potente como el Kaze No Kizu salio de la espada de Inuyasha, pero mucho más pequeño, y segundos después Hana ya estaba en el suelo.

-¿Qué… que fue lo que paso?-dijo una Kagome completamente confundida.

-Houshi-sama… ¿usted… pudo ver algo?

-Inuyasha… uso… la presión del aire… -contesto Miroku aun algo aturdido.

-¿Cómo dice?

-Inuyasha uso a Testussaiga para controlar el aire a su alrededor al momento de sacar la espada de la vaina… y así… obtener un golpe con la presión del viento… fue como si… como si pudiera controlar la velocidad del Kaze No Kizu… pero… sin llegar a transformar su espada…

-¿eso… eso es posible?-dijo Sango anonadada-¿Dónde aprendió a hacer eso?

-no lo sé…

El pecho de Inuyasha subía y bajaba con agitación, su espada fuertemente sujeta a su puño, desenvainada pero sin estar transformada. Se enderezo y coloco su espada de nuevo en su funda, sintiendo un ligero olor al Viento Cortante.

"¿realmente lo pude controlar?... Yo… simplemente pensé que podría funcionar y… lo intente."

La chica abrió lentamente los ojos, al principio un poco confundida, después, al percatarse que yacía tirada en el suelo de espaldas, lo comprendió. Había perdido. Levanto su tronco para quedar sentada, y miró sus brazos, no tenía ninguna herida, a acepción de sus muñecas donde estaban empezando a formarse las marcas de los dedos de Inuyasha en su piel. Las frotó un poco para aliviar el dolor y evitar que aparecieran los moretones.

-oye…

Escuchó la voz de Inuyasha y alzó la cabeza. El chico la miraba con una expresión neutra y desde lo alto, pudo notar el hombre en que se había convertido. "Como él…"

-¿estas bien?-se le vislumbraba algo preocupado.

-si… eso creo… -dijo mientras intentaba levantarse-lo hiciste muy bien… aunque al final usaste a Colmillo de Acero.

Inuyasha solo cruzo los brazos.

-¿Por qué insististe tanto en pelear?

-ya te lo dije… tenia que probar algo… y lo hice…

-¿el qué?

-que tan fuerte podrías llegar a ser… y superaste las expectativas… eres realmente muy fuerte, Inuyasha…

-¿solo eso?

-solo eso…

Su respuesta no lo convencía del todo, pero no quería insistir.

"Ya sabia de ante mano el resultado, pero tenia que hacer mi trabajo. Él estaría orgulloso de ti."

La noche llegó con brevedad y con ella, todas las discusiones y preguntas acerca de la pelea. Todos estaban en duda del por que Hana le pedió semejante cosa a Inuyasha, y como se imaginaron, nadie le pudo sacar mas información del que ya había respondido; un "era mi trabajo" ó "quería comprobar que tan fuerte era."

Como era de esperarse, los comentarios y las suposiciones de donde venia y quien era realmente Hana comenzaron a circular en el grupo, lo que ella sabia perfectamente que sucedería, pero no le tomo importancia.

Inuyasha en parte estaba molesto. Sus amigos se quejaban de lo brusco que fue con ella, a lo que él trataba de defenderse, alegando que ella se lo pidió a fin de cuentas. Sin embargo, tenía que admitir que se le había pasado la mano en la fuerza que aplico en sus muñecas. Tenia que aprender a controlar su temperamento.

Kagome al principio le mostró su descontento por las marcas en las articulaciones de Hana y se lo hizo saber, aunque ésta repetía continuamente que él no tenia la culpa de nada y que había hecho lo que estuvo en sus manos para no lastimarla de gravedad, e incluso le dio las gracias por su esfuerzo.

-¡Inuyasha, fuiste muy rudo con ella!-dijo Kagome mientras terminaba de vendar las manos de Hana.

-¡ella fue la que empezó todo¿y ahora me hechas la culpa a mi!-protesto con energía.

-¡sabias que Hana todavía no se había recuperado, no tenias que haber sido tan violento!

El joven Hanyou refunfuño algo inaudible y desvió su cabeza hacia otro lado.

-esta bien Kagome, sabia a lo que me exponía si decidía pelear contra él-Hana trato de aminorar la situación.

Con el rabillo de su ojo pudo darse cuenta como sus muñecas seguían moradas y una ligera punzada de culpa invadió su pecho. Sabia de sobra que los humanos eran muy delicados, pero no llego a pensar qué tanto daño pudo haberle hecho, después de todo ella lo había salvado de ver devorado por un Ogro cuando era cachorro y había salvado la vida de Kagome en un momento no muy bueno para él, así que tenia cierto agradecimiento hacia ella.

-tal ves…-empezó con cierta desconfianza en su voz-si se me paso un poco la mano… lo siento… no era mi intención lastimarte así…

A pesar de que le estaba costando un poco de trabajo el pedir disculpas, prefirió seguir en la misma posición, con las piernas y los brazos cruzados y viendo para otro lado que no fueran los ojos de ambas mujeres. Ya seria bastante humillación.

Las dos señoritas lo observaron sin saber con exactitud si lo que habían escuchado era realmente lo correcto. ¿Inuyasha se había disculpado? Eso si que estaba en contra de cualquier cosa coherente, pero el esfuerzo se le agradece y así lo mostraron Kagome y Hana con una sonrisa.

La fogata ardía en el centro del grupo y una pequeña cabaña se dejaba vislumbrar detrás de ellos, donde irónicamente nadie había entrado aun, en consecuencia Inuyasha decidió inaugurar el lugar, levantándose y entrando en ella.

-¿A dónde vas?-pregunto Shippo con interés.

-enseguida vuelvo… -y desapareció dentro de la pequeña choza.

Kagome lo siguió con la vista, sin entender a qué venia esa transformación de su carácter. Pareciera que estuviera preocupado por algo. Lo conocía bien, y sabia cuando algo le molestaba o lo mantenía inquieto, y como era su costumbre, no le gustaba que los demás se enteraran de sus problemas y mucho menos preocuparlos.

-ve a verlo Kagome… -le sugirió Sango-esta claro que algo le preocupa…

Ella solo asintió con la cabeza. Paso seguido se levanto y entro en la cabaña. Al cruzar la puerta estuvo apunto de hablar, pero se detuvo al instante, observando atentamente la imagen frente a ella.

Inuyasha estaba de espaldas y con el torso descubierto. Sus ropas se hallaban tumbadas en el suelo. El largo cabello plateado se lo había removido a un lado de su hombro, dejando ver con más facilidad su ancha espalda. Llevó su mano derecha al hombro izquierdo y tensó los músculos, como si intentara quitarse la tensión en su cuerpo. Al hacerlo, gran parte de la vitalidad y dureza contenida en sus músculos salio a relucir, formando en su piel las huellas de su fortaleza corporal.

Calor, mucho calor comenzó a sentir Kagome en las mejillas, sin ser capaz de apartar la mirada de aquella anatomía masculina que de repente le parecía tan intensa, tan real, tan perfecta. Un impulso casi inaguantable de abrazarlo la invadió, de sentirlo, de tocarlo. El corazón bombeo con mas fuerza.

El muchacho giró su cuerpo y la miró; otro ataque inconciente de parte de él a su inestable sentimiento de ansiedad. Los ojos ámbar clavándose en ella, sometiéndola a bajar la mirada solo para notar los brazos marcados y el abdomen esbelto.

-Kagome…

Dios… hasta su voz le era peligrosamente irresistible. En su interior algo se expandía, algo temblaba al oírlo, y su respiración se hace irregular.

-¿Kagome?

Contemplarlo de esta manera… hipnotizada, era un sueño… un deseo… una fantasía… que pronto estaría dispuesta a reclamar como suya. La abstinencia en ese momento… paso a segundo plano para ella.

-¡Kagome!

La chica parpadeo, intentando salir de su trance. Inuyasha ahora se encontraba enfrente de ella, hundiendo los ojos dorados en los cafés.

-I-Inu… yasha…

-¿Qué te pasa?-la pregunta fue hecha con la mayor inocencia que ella hubiera escuchado de él.

-yo… yo… na-nada… no me pasa… nada…-logro decir entre la pena y la agitación.

-¿estas segura?... te veo un poco… distraída… y estas muy roja…-el chico toco con la palma de su mano la frente de la joven, comprobando si no tenia fiebre, acercando mas su cuerpo al suyo; y él seguía sin la parte de arriba de su Haori.

El ardor en las mejillas de Kagome aumento, era evidente que su mente había volado demasiado y se deshacía en delirios el solo tenerlo tan cerca.

En medio de la vergüenza y la tentación, titubeo al contestar de forma precisa y veraz, lo que ocasiono que sus palabras se hicieran incomprensibles. Los nervios la estaban matando.

-ya… ya te dije que estoy bien… no tengo nada… -tartamudeo, alejándose unos cuantos pasos de él y para ello, colocando sus manos en el pecho de Inuyasha. La piel en seguida se erizo con el contacto y ella aparto de inmediato las manos como si tuviera miedo de quemarse. Ahora el enrojecimiento de Kagome fue compartido con el de su pareja.

-go-gomen…-se disculpo mientras apartada sus ojos de cualquier contacto visual con él.

Maldición… ¿Qué le estaba sucediendo? El tenerlo tan cerca le estaba trastornando el cerebro y cualquier cosa racional que pudiera haber en el. "No lo mires, no lo mires" se ordeno a sí misma, pero la petición no iba a ser escuchada del todo, y con las ganas quemándole, sus ojos se negaron a no echar un pequeño vistazo.

Recorrió su cuerpo con las vista, desde su cuello hasta sus hombros, pecho y abdomen, dándole una mirada que nunca creyó tener el valor de dedicar. Siguió admirándolo, y en su mente empezó a jugar con la idea de sentirlo así, con sus dedos acariciar su espalda y brazos, o simplemente besar ese torso firme y protector que innumerables veces la ha hecho sentir tan frágil e invulnerable a la vez.

Al momento, las ideas se desvanecieron. Unas marcas de coágulos de sangre en el antebrazo la hicieron regresar a la realidad.

-¡Inuyasha-exclamo Kagome con preocupación-¡estas herido!

-eh?...

El Hanyou observo el lugar donde el moretón acababa de formarse; su antebrazo izquierdo. No se había dado cuenta antes. Al parecer, la batalla con Hana le dejó unos cuantos recuerdos en su cuerpo, lo que le hizo reflexionar acerca de que la hechicera no se quedaba atrás en cuanto a habilidad a pesar de ser una simple humana. Era muy buena.

-seguramente fue cuando me liberé de sus pulseras… -comento sin hacer mucho caso.

-¿Por qué no me dijiste que te había lastimado?-lo regaño la quinceañera con algo de malestar en su tono-¿esto era lo que te preocupaba? No querías que me diera cuenta, verdad?

-¡por favor Kagome, sabes perfectamente que esto no es nada, pronto desaparecerá!

-¡claro¡Como siempre tapando todo con tu egocentrismo, y mientras yo preocupándome por ti como una tonta!

-¿Quién fue la que estaba mas interesa por Hana que por mi!

-¡ella es humana, no es como tu¡además, sabes que ella todavía no esta recuperada!

-¡Demonios, Kagome¡si no estuviera totalmente recuperada, crees que se hubiera arriesgado a pelear conmigo¡es obvio que ya esta bien!

-¡fuiste muy duro!

-¡ella se lo busco!

¿Estaba celoso? Si, estaba celoso y desconcertado. Después de todo el problema que había pasado, Kagome se quejaba con él. ¿Y Hana? Bien gracias. Ella también había hecho su papel al comenzar todo, y ahora resulta que el malo era él.

-¡Hice todo lo que estuvo en mis manos para evitar la pelea y no lastimarla, y te consta! –el rostro de ambos estaba muy cerca y el color rojo volvió en las mejillas.

Ella no respondió. Él tenia razón, Hana lo había provocado e incluso así, Inuyasha hizo lo posible por no sobrepasarse, y la venció de una forma sorprendente, inteligente y justa. Realmente Inuyasha estaba mejorando mucho y en cada batalla sacaba lo mejor de sí, volviéndose cada vez más fuerte.

"Eres admirable Inuyasha… un hombre extraordinario"

Sin saber como contestar a su querido, dio media vuelta para salir de la cabaña, pero la mano de Inuyasha la detuvo sujetándola por la muñeca.

-¿A dónde piensas ir, Kagome?-la voz varonil se escuchaba mas a una manera de atracción que a una pregunta cortes. Eso la hizo desfallecer y mucho menos poder contestar. "Sabes como controlarme, no es cierto Inuyasha?"

-yo… yo solo…

-de nuevo… estas huyendo de mi… -susurro. Dio un paso hacia delante y el espacio entre ambos cuerpos disminuyo. Kagome podía sentir la respiración de Inuyasha mecer suavemente su cabello. Él deslizo su mano sujeta a la muñeca femenina hasta la palma, donde entrelazo los dedos con los de su pareja.

-¿Por qué tienes tanto miedo en hacerme saber lo que sientes?-Inuyasha retiró parte de los mechones de cabello oscuro de la joven que obstruían su cuello, para poder hablarle al oído.

-eso no es verdad…

-si lo es… a pesar de que no me lo digas… puedo escuchar claramente tu corazón, tus latinos resonando cada vez mas fuerte y rápido… y tu aroma… puedo oler tu agitación… y lo sabes… no es cierto?

Kagome abrió enormemente los ojos asombrada y con el pulso a más de cien. Él… puede saber todo eso? La idea la asustaba e incitaba al mismo tiempo. Ya se había dado cuenta antes de la seguridad y seducción con la que le hablaba; ella misma lo provocó desde el momento en que le hizo saber las armas que él poseía para doblegarla, con su presencia… con su voz… con su cuerpo…

La joven tragó saliva nerviosa. Que error mas grande cometió al dejar salir todos esos sentimientos ocultos que ni ella misma era capaz de admitir hacia Inuyasha. Esa sesión de hipnotismo, nunca debió haber sucedido. Pero… ¿a que le temía?

Como si intentara convencerla y alejar cualquier duda en ella, rodea un brazo alrededor de su cintura, estrechándola más a él, rozando con sus labios el hombro más cercano. Continuó subiendo, a ese cuello que desde el principio lo provocaba tanto, deteniéndose en las áreas en las que la piel le era más apetecible, entreabriendo la boca y depositando besos ligeros en cada centímetro que su ser le permitía obtener.

Le era imposible no admitir que ya la tenía en su poder, y ella podía asegurar que eso a él le gustaba. Un suspiro ahogado se atrevió a salir de su garganta, y la sonrisa de orgullo por su trabajo se dibujo en el rostro de Inuyasha. Con suavidad y pleno control de la situación, hizo girar la silueta de Kagome; la quería lo más cerca posible, y para ello, el roce de ambas bocas le era estrictamente necesario.

La fusión de los dos labios termino de desvanecer cualquier gramo de conciencia y fue sustituida por la entrega, saboreando cada aliento, cada toque intenso y pausado, cada unión. El calor emana de las mejillas, y el desenfreno encerrado por días se sale de los poros. El Hanyou cambia de estrategia, y pasa a explorar de nuevo, el cuello de la joven que tiembla en sus brazos al solo pensamiento de saber hasta donde podían llegar.

Se aferra a su espalda desnuda, esa que hace pocos minutos estaba deseando acariciar, y así lo hace; con un valor mayor del que normalmente poseía, traza figuras con sus palmas por esos músculos tonificadas y firmes como rocas. Un gemido de deleite de parte de él se logra escuchar en medio de todo el deseo que a cada segundo se propaga como fuego. Bajo la blusa, las manos de Inuyasha le agradecen la inspección y la animan a no parar, mientras le concede con sus labios la emoción total de la situación, continuando su camino por la barbilla y el borde de la mandíbula.

El nombre del amante masculino se sale automáticamente de la boca de Kagome, siendo esta una señal en verde para dar autorización y proseguir. Las oportunidades no se detuvieron y entre las exhalaciones profundas y breves, la conciencia de ambas partes desaparece.

Las manos masculinas siguen adentrándose bajo la ropa, y alcanzan a divisar el sostén que con vacilación intenta desprender.

-¡Inuyasha!

La voz de Shippo retumbó en sus oídos, paralizando las caricias y separándolos bruscamente de sus intenciones. Ambos se miraron, con el calor saliendo por la piel y empañando las mejillas, la respiración espesa y los ojos reflejando ansiedad.

La pequeña figura de Shippo hace su aparición dentro de la choza.

-oigan… ¿Por qué tardan tanto? La cena ya esta lista y…

-si… si… ya vamos Shippo… -contesto aun una agitada Kagome.

-¿estas bien Kagome?-dijo con notable ingenuidad.

-si… perfectamente…

-¡Inuyasha, ahora que le hiciste!-se quejó el cachorro.

-¡no le hice nada enano¡ahora regresa de donde viniste antes de que te haga aparecer un chichón en la cabeza!-contesto Inuyasha mostrándole el puño.

El pequeño solo le saco la lengua con desagrado y salio de la cabaña.

Un silencio incomodo se formo en la pareja tan pronto el zorrito desapareció. Ambos no se atrevían a mirar los ojos del otro, era demasiada la vergüenza que se podía irradiar en ellos… y… deseo… el ardor en sus rostros lo hacia evidente. Intentaron mirar a los lados opuestos para disimular sin mucho éxito.

-Ka-Kagome… -se dirigió con debilidad a ella, sin arriesgarse a mirarla del todo.

-si?...-ella contesto de igual manera.

-lo… lo lamento…-murmuro muy despacio.

-eh?... –Kagome no lograba comprender.

-por… lo de hace un momento…

-te arrepientes?-pregunto la joven con un toque de decepción en su voz.

-es… es solo que… yo… -Inuyasha aun no osaba el mirarla a lo ojos. Demonios! Definitivamente tenía que aprender a controlar sus impulsos, o acabaría un día de estos aplastado en el suelo como castigo a su audacia. Lo único que quería era verla feliz.

-Inuyasha…-lo llamo, pero no hubo respuesta.

-no era mi intención ofenderte… yo solo…

-Inuyasha…-lo volvió a llamar, y esta vez, lo obligo a mirarla, posando su mano en la mejilla de él y haciendo girar su rostro-no tienes por que disculparte.

El chico la observo y parpadeo algo confundido.

-tienes razón… tengo miedo… pero no es por que no te ame… sino que son tantas cosas las que me haces sentir… tantas cosas maravillosas que no había sentido antes… que me asusta pensar si quiera si es correcto lo que estoy sintiendo… o lo que estoy pensando… de ti…

El sonrojo de Inuyasha aumento, pero eso no evito que una sonrisa apareciera en su rostro, satisfecho por la respuesta. Acerco su boca a la frente de Kagome y deposito un suave beso en ella.

-ya te he demostrado lo que me provocas, y lo seguiré haciendo… si tu me lo permites…

Kagome le sonrió algo sonrojada por la declaración, y colocó un ligero y suave beso en los labios de Inuyasha, dejando la respuesta al aire.

Pasaron varios días después de la batalla; las heridas de Hana habían mejorado bastante y solo se notaban vagas muestras de vestigios a comparación de las de Inuyasha, que desde el día anterior ya habían desaparecido. El enojo del muchacho ya estaba pasando poco a poco, y eso lo daba a entender con su comprensión, que le era muy raro sacar a relucir de vez en cuando. Pero eso no hacia mal a nadie.

En lo que respecta a Kagome, la inquietud en su cuerpo estaba empezando a emerger, y no precisamente por las pequeñas lesiones de Inuyasha, mas bien por lo que había visto mucho antes de eso. Le era muy difícil mirarlo y no dejar pasar los recuerdos en su mente de uno de los acontecimientos mas excitantes que ella hubiera sido capaz de evocar alguna vez, y le avergonzaba mucho el conocer esa parte de ella que desconocía con respecto a Inuyasha.

Él tenía razón, tenía miedo, miedo de que esos sentimientos la carcomiera y dejarlos salir, de saber que clase de loca pervertida era. No quería ni imaginar que es lo que Inuyasha pensaría de ella. ¿Era correcto el que cada vez que lo viera, se le aparecieran los recuerdos de su fisonomía y el saber que es lo que oculta bajo esas ropas? Una complexión masculina lo mas parecida a la perfección pero sin llegar a ser excesiva, un cuerpo digno de cautivar y de hechizar, y el reconocer que ahora poseía más del que antes podía reclamar la trastornaba de sobremanera.

Las ideas que circulaban en su cabeza después de aquella "reconciliación" le eran alimentadas por las constantes demostraciones de afecto de parte él, que evidentemente no le agradaba exponer a los demás. Su compañía era mas que suficiente para sentirse dichosa, pero Inuyasha tenia una manera muy particular y etérea de expresarle todo lo que significa para él y hacerla sentir mas que adoraba.

¿Por qué ella no podía hacer lo mismo?

-¿tienes miedo!-le pregunto Hana completamente perpleja. No lograba entenderla.

Kagome afirmo con la cabeza. Ambas estaban sentadas de cuclillas una en frente de la otra con Sango a su lado. Era una de esas ocasiones en las que la plática entre mujeres se hace interesante hasta largos ratos. Sango miró a las dos chicas.

-no creo que debas temerle a nada Kagome… es decir… estuviste esperando por esto desde hace tanto tiempo… ¿y ahora vienes y nos dices que tienes miedo!

-gomen… ya se que suena extraño pero… no se…-ella solo bajo la vista.

-tienes miedo de llegar a amarlo demasiado?... es eso?-la interrogo con curiosidad la hechicera.

-eso creo…-contesto con inseguridad.

Las dos jóvenes castañas, intercambiaron miradas de no entender, y dieron un resoplido.

-Kagome, eso no tiene nada de malo… -le aseguro Sango.

-es verdad… el amar a un hombre no es pecado, no lo veas como algo incorrecto…

-es que… no entienden… yo…

-piensas que no te entendemos?-Hana cruzo los brazos-vamos, somos mujeres, por supuesto que sabemos lo que sientes… o no Sango?

-p-por supuesto…-respondió un tanto incomoda.

-lo que te sucede es que estas empezando a sentir algo mas intenso por Inuyasha… no es así?

-ano…

-Ka-Kagome… estas empezando a sentir… deseo por él?-cuestiono la exterminadora con las mejillas coloradas.

-¿Qué!... ¡no, no no, claro que no, no soy como el monje Mikoru en serio!-la cara de la Miko se había vuelto de un color escarlata brillante y agitaba los brazos en señal de negación.

Hana dejo salir una sonora carcajada. La situación le estaba resultando muy divertida.

-vaaayyyaaa… así que de eso se trataba… lo supuse desde que lo mirabas de una forma tentadora…

Kagome intento objetar algo, lo que sea, pero de su boca no salieron mas que palabras incompletas y balbuceos que ni siquiera ella pudo comprender, su cara estaba tan roja como el Haori de Inuyasha.

-tranquila, no tiene nada de malo… eso es lo que te preocupa? Piensas que el tener ese tipo de pensamientos no es correcto?

-n-no lo es?

-¡claro que no, Kagome!-musito con carácter Hana.

-el sentir deseo por la persona que amas es parte del amor entre ambos… -explico Sango.

-es otra forma de demostrarle cuanto lo amas, así que no tienes por que sentirte avergonzada de eso-termino Hana con tranquilidad.

-es completamente normal y comprensible que sientas deseo por Inuyasha como hombre, tu crees que él no siente deseo por ti también?

-p-por mi!

-¡claro!

-y estoy segura que el debe de sentirse igual que tu, solo que él ya debe saber un poco mas de que se trata-Sango continuo.

-te refieres… a… Kikyo?-hablo Kagome con lentitud y nostalgia.

Las dos chicas se tensaron y miraron al suelo. No era conveniente hacerle recordar a Kikyo en ese momento, especialmente que ahora todos estaban felices por su relación. No serie justo opacarle toda esa felicidad.

-bueno… no precisamente… -Hana trato de calmar el ambiente que de repente se hizo tenso.

-Inuyasha… ya ha sentido... amor por Kikyo… así que es natural que también…

-¡no Kagome!-la interrumpió Sango-lo que siente Inuyasha por ti, es completamente diferente a lo que alguna vez sintió por Kikyo… deja de pensar en eso…

-te aseguro que el amor que siente por ti ahora, no se compara con el que sintió por ella en algún momento de su vida…el amor que siente por ti… es mas real… y palpable… él te lo demuestra… con los besos que te da, con la forma de mirarte, con la forma de tocarte… todo eso hace una gran diferencia…

-no dudes nunca del amor de Inuyasha hacia ti… por que ahora… tu eres lo mas sagrado para él…

A la sacerdotisa se le ilumino el rostro y una sonrisa de alegría surco sus labios. Todas esas escenas en las que lo veía como si fuera un sueño muy lejano, ya no existían, por que ahora era tan visible que no podía permitirse el no disfrutarlo enteramente… disfrutarlo… a él… con todo su ser…

Una noche hermosa, realmente lo era, con esa luna plateada que amenazaba dentro de poco ser luna nueva, esa que Inuyasha tanto odiaba, por ser la causante de que sus poderes sobrenaturales desaparezcan y dejar al manifiesto todos esos sentimientos humanos que el consideró alguna vez inútiles e inservibles, hasta ahora.

Hasta que la encontró a ella, y esos sentimientos son los causantes de que este en estas condiciones; completa y locamente enamorado. Su razón de ser, y seguir adelante sin importar qué, juntos, simplemente ella lo era todo para él. La protegería siempre, aunque tenga que arriesgar su vida para cumplir ese trabajo, incluso de sus propios temores, los que acaban de manifestarse con una pesadilla.

No había podido dormir bien después de haber despertado. Maldita sea! Solo a él se le ocurre tener insomnio en un momento donde todo parecía mas que perfecto. Ahí, dentro de la pequeña cabaña donde todos dormían sin aparente preocupación, donde solo él se mantenía despierto por culpa de un mal sueño, y uno de sus mayores temores. El perder a Kagome… el perderla para siempre en manos de Naraku.

"¡No! Eso nunca pasara, no lo permitiré…. ¡NUNCA!" su mirada se agudizo y cerró su puño con fuerza.

Trató de eliminar el desconsuelo momentáneo provocado por la pesadilla, cerrando los ojos y respirando lentamente para recuperar su seguridad, mientras la oscuridad lo envolvía.

Buscó con la vista a la chica poseedora de su corazón. Necesitaba contemplarla, saber que se encontraba sana y salva, si no, no estaría tranquilo. Sus ojos se detuvieron en su esbelta silueta dormida dentro de su futon, e inmediatamente se dirigió hacia ella, en silencio para no despertarla.

Por Kami que la amaba como nunca pensó llegar a amar a alguien. La observo dormir, con sus labios entreabiertos, respirando pausadamente y esas pestañas abundantes y espesas, su rostro con delineados perfectos y finos. En situaciones así, consideraba incuestionable que la belleza de Kagome era algo que dejaba sin aliento.

Pasó su mano por el borde de su mejilla, y colocó un mechón de cabello detrás de su oreja, para impedir que se saliera de su lugar. La piel tersa se sintió bajo sus dedos, algo que no podía pasar por alto.

"quiero que seas mi mujer… en todos los sentidos…"

Los recuerdos surcaron su mente y un ligero tono de rubor apareció en el rostro del muchacho. Menuda estupidez la que había dejado salir por tener la lengua demasiado floja en momentos de desesperación. Aunque… no podía negar que lo deseaba… deseaba mostrarle de todas las maneras existentes el colapso tan enorme que ella le provocaba, y eso incluía… el hacerla suya… el hacerle el amor…

Incluso la simple frase lo sofocaba y permitía que su imaginación volara entre ratos maravillosos e íntimos. Intenta desviar esas ideas, ríe en silencio; si Kagome llegara a enterarse de sus utopías, seguramente seria el fin de sus días y temería el tenerlo cerca.

"Idiota" se dijo a si mismo, "si ella no lo desea… así será."

Dio un último roce a la piel entre sus dedos, para luego levantarse y dejar despejar un poco su cerebro de tantas agitaciones mezcladas.

-Inuyasha?... –la escucho decir su nombre. ¿La había despertado?

Interrumpió su camino, y giró su cuerpo para afrontarla.

-Kagome… estabas despierta?

-un poco…-dijo ésta con simplicidad-¿A dónde vas?

-solo… quería aclarar mi mente un poco…-exclamó de manera endeble.

-podría acompañarte… si no te molesta…-ahora fue Kagome la que se mostró tímida.

-me gustaría que te quedaras a descansar…

-estoy bien… quiero estar contigo…

Los ojos de Inuyasha centellearon y sonrió coquetamente. Era una de esas sonrisas orgullosas y vanidosas tan características de él que tanto la desarmaba.

La pareja caminó unos cuantos minutos, pasando una pequeña ladera con un césped tan fino que parecía alfombrado, el viento balanceaba tenuemente las copas de los árboles y la luna en cuarto menguante iluminaba los riscos y el paisaje nocturno con la ayuda de las estrellas, que Kagome no podía dejar de contemplar completamente maravillada. En su mundo no podía tener esta clase de espectáculos, así que cuando se encontraba en la época antigua, no perdía la oportunidad de aprovechar la hermosa vista que la noche le ofrecía.

Inuyasha compartía la experiencia con ella, a su lado, en uno de esos momentos en los que las palabras sobraban y el silencio se hacia parte del ambiente sin incomodar a nadie, con solo sentir la presencia uno del otro.

Después de unos minutos en silencio, observando solo el cielo cubierto de estrellas, Inuyasha cerró los ojos, tomó la mano de Kagome entre la suya y dio media vuelta, comenzando a caminar en sentido contrario.

-que pasa Inuyasha?-Kagome lo miró delante de ella, llevándola a dios sepa donde.

-quiero llevarte a un lugar…-él solo eso respondió, sin dejar de caminar.

-a donde?

-ya lo veras cuando lleguemos… -volvió su rostro noventa grados para mirarla de reojo y sonreírle de nueva cuenta con su sonrisa confiada.

Se internaron en el bosque, mientras que Kagome miraba a todos lados esperando ver alguna pista de a donde la llevaban e incluso pudo escuchar algunos sonidos nocturnos que la hicieron aterrarse. Un apretón ligero en la mano de la chica de parte de Inuyasha le dio a entender que todo iría bien mientras estuviera con él. En esa parte del bosque él ya era bastante conocido no solo por ser mitad humano-mitad demonio, sino por la fortaleza que poseía, por lo que varios de los monstruos que ahí habitaban evitaban acercársele.

Por fin lograron salir de la maleza del bosque y entraron en una zona donde el espacio vacío lo rodeaba unos pequeños arbustos con flores púrpura y en el centro el perímetro se hallaba un pequeño arrollo con una agua tan cristalina como los mismo espejos, donde las luciérnagas bailaban sobre el, alumbrando gran parte del escenario creado por la naturaleza. La luna se reflejaba tenuemente a través del agua, mostrando la iluminación de la que podía ser capaz de crear a pesar de no estar completa.

Era un panorama maravilloso, de los que Kagome nunca pensó que pudieran existir, al menos no en esa época. Sus ojos marrones se iluminaron con la imagen digna de un cuadro, disfrutando de su belleza casi irreal.

-te gusta?-escucho decir detrás de ella al joven. Sin darse cuenta que se había acercado mas al estanque para admirarlo mejor.

-es precioso… -dijo con emoción en su voz.

-lo encontré hace poco… pensé que te gustaría…

-de verdad!-exclamo emocionada girándose hacia él-¡muchas gracias Inuyasha!

Al ver el gesto de completa alegría coronada con una esplendida sonrisa, el pecho del Hanyou fue llenado de un ensanchamiento de felicidad antes casi inexistente en él y unas diminutas motas de rubor adornaron su rostro.

-feh! Kagome no es para tanto…-para disimular un poco, Inuyasha aparto su cara hacia otro lado, lejos de la vista de ella. Claro que el truco no le sirvió de mucho. Kagome volvió a sonreír complacida; se veía tan lindo cuando realizaba ese tipo de actuaciones disimulando indiferencia o desinterés.

De repente, un impulso la invito a regresar hacia él para plantarle un beso en la mejilla, muy sencillo y fugaz; tuvo que pararse un poco de puntitas para poder realizar su labor. No sabia si era su imaginación, pero últimamente él estaba ganando altura¿o es que ella era la que estaba disminuyendo de estatura?

Inuyasha arqueó la ceja un tanto desconcertado.

-¿Por qué me miras así?-pregunto Kagome con un manojo de nervios.

-llama a eso… un beso?-hablo con ironía.

Kagome abrió mucho lo ojos y fue su turno de sonrojarse, al mismo tiempo que veía como la sonrisa orgullosa de Inuyasha se ampliaba y un brillo penetrante aparecía en sus ojos ámbar, siendo fusionado con la luz tenue de las luciérnagas y dándole un aire mas vivaz.

En un segundo, la boca del joven hace posesión de la de ella, colocando las manos en su cintura y jalándola hacia él de manera posesiva. El juego de los labios empieza y un dulce sabor en ellos hace reaccionar el encanto exterior, el de devolverle el gesto con desespero e impaciencia. Las bocas se hunden más, con un toque de urgencia de sentir algo más que simples besos… calor corporal.

El oxigeno hace falta, por desgracia, causando que la separación sea inminente.

-espero que hayas entendido el concepto… por que si no es así, con gusto lo repetiré…-un extremo de su boca se curvó con deleite.

-no es necesario "sensei" cualquier duda que tenga se lo comunicare… vale?-le siguió la corriente. Paso seguido, lo guió hasta uno de los árboles frente al arrollo, donde Inuyasha se sentó apoyando su espalda en el tronco, mientras Kagome se acomodaba en su pecho, rodeando ambos brazos alrededor de la espalda masculina.

Adoraba estar así, con un dotado par de brazos rodeándola con calidez, haciéndola sentir tan segura, tan única y especial. El frío en el ambiente se desvaneció, dando lugar a un intercambio de calor corporal. Se hallaba acorralada, y eso era algo que estaba a favor de su voluntad y… le gustaba.

Impetuosa, se engancho al cuerpo de Inuyasha, deseosa de saciar su necesidad de él, de tocarle y de sentir mucho mas que su calidez.

-Kagome?-él susurro, llamando su atención.

-mmm…

-te pasa algo?-exclamo preocupado.

-no… por que lo dices?-Kagome alzo la cabeza para mirarlo a los ojos.

-es que… te siento… diferente…-él le devolvió la mirada.

-diferente?-la chica no lograba comprender.

-mejor olvídalo…-desvió el tema.

Kagome se mostró descontenta, él sabía que eso a ella ese tipo de cosas no le agradaban.

-Inuyasha…-alzó un tanto la voz, y lo obligo a verla-¡dímelo!

-ya te dije que no es nada…-la encaro.

-no lo es… así que dímelo…no me gusta que me dejes con la duda…

-¡pues así te quedaras!

-¡Inuyasha¡Baka! No me…

Un segundo después, su boca había sido sellada por la del Hanyou, sin poder tener la oportunidad de protestar. Cuando Kagome empezó a ser conciente de cómo le acariciaba los labios, tan dulce y arrebatador a la vez, casi de inmediato se derritió en su brazos, sintiendo como la tibieza la envolvía, mientras el muchacho rodeaba cada uno de sus labios por separado, dando paso a la humedad y a la exhalación.

Un suspiro ahogado salio apenas de la boca de Kagome, mientras con casi ya la mente en blanco, intentaba seguir el ritmo de su compañero, pero le era imposible; él simplemente tenía el control de la situación, quedándose con la mayor parte de su autocontrol.

Inuyasha da una leve succión a su labio inferior antes de separarse, observando con los ojos entreabiertos buscando rozar su perfil con el de ella.

-a esto es a lo que me refería…-susurro cargando sus pulmones del aire perdido.

Ella con trabajo pudo contestar con una afirmación de cabeza, sin dejar de respirar con agitación. Aquello fue… maravilloso y el vientre no podía más que ordenar el sentir mas… y así lo hizo…

De nuevo… ambos labios se unieron, siendo ahora la chica la iniciadora de ello. Enredo sus dedos por su Haori desde su ancha espalda; la respuesta fue el estrujarla contra su cuerpo, tirándola aun más hacia él. Las bocas poco a poco empezaron a calentarse, y a hundirse mas allá de la superficie; un pequeño mordisco leve de parte de él en su labio inferior la hizo perder el desenfreno, e Inuyasha se arriesgo a adentrarse a su boca, sacando ocasionalmente la lengua con movimientos pausados. Al ver que no conseguía el rechazo esperado, continúo su camino por la comisura de la boca, bajando con lentitud hasta la línea del mentón y llegar al delgado cuello.

Kagome se mordió los labios, intentando evitar que unos gemidos se le escaparan, pero el esfuerzo no seria competencia para él. En un arranque por hacerla suspirar con profundidad, el chico sube las manos bajo la tela de la blusa, tocando piel directamente y paseándolas por todo el espacio disponible. La boca masculina ya ha bajado hasta los hombros, que mordisquea ligeramente, clavando su ansiedad en ellos.

Apunto de sacar un gemido ahogado de su voz, la joven también desea tocar, e impulsivamente busca meter sus manos dentro del traje rojo, donde termina explorando gran parte del torso y tórax, sintiendo cada fragmento de piel erizarse y los músculos contraerse ante las caricias externas. Con timidez abre la prenda para tener más acceso disponible y es allí cuando Inuyasha decide hablar.

-Kagome… -consiguió articular con la respiración entrecortada y susurrándole al oído-estas… segura de esto?

-de que?-dijo ella aun ocupada con el Haori y besando el cuello de Inuyasha.

-de… -él intento extinguir un pequeño gemido para poder hablar-de querer… hacer esto…

Kagome se separo de él unos cuantos centímetros y lo observo con atención. Su rostro estaba tenuemente ruborizado por la provocación, sus ojos dorados brillaban con intensidad y deseo, un escote en el pecho, causado por ella, donde se asomaba parte de su anatomía, que subía y bajaba continuamente con la respiración. Volvió a morderse el labio.

Sin previo aviso, desató el pequeño moño que tenia en su ropa y lo tiró a un lado, dejando mas libre su pecho. Inuyasha abrió enormemente los ojos.

La chica tomo entre sus manos el rostro del joven.

-si… estoy segura… de querer ser tuya…

-Ka…go…me…

Deslizando las palmas en la piel de su torso, termino de despojarlo de la parte superior de su Haori, mientras que los labios se fusionaban en un beso sin fin. El camino de Inuyasha ya estaba mas que claro, y reanudo las caricias es su espalda y cuello. Ahora mas que nunca sentía que las prendas estorbaban y de un tirón se deshizo de la blusa de Kagome, pero aun quedaba una prenda mas por eliminar.

Aferrándose a la espalda masculina desnuda y tocando frenéticamente todo lo que sus brazos podían alcanzar, sentía como cada célula de su ser vibraba ante el contacto directo de sus manos tocando cada centímetro de su cuerpo, con cada beso en su cuello y hombros, hasta ser casi imparable al bajar sus labios en el escote de sus senos.

-Inu…yasha…

Oh Kami… esto era el cielo… el tocar el cielo con las manos, una explosión para sus sentidos, su aroma masculino la embriagaba y antes de que se diera cuenta, Inuyasha ya le había desabrochado el sostén y ahora la piel superior estaba completamente expuesta. Mientras los labios exploraban su cuerpo, el peso de Inuyasha la obligo a acostar su espalda en el suelo, dando lugar a que él controlara la situación.

El de nuevo subió su rostro para mirarla a los ojos y denotar la evolución de su obra en las mejillas de la joven; se veía hermosa, endemoniadamente hermosa, con sus curvas ahora al descubierto y el deseo en sus ojos marrones, y esa piel tersa y con su sabor, el olor que siempre lo había enloquecido provenía de su piel, y ahora le era completamente suya. Rozó sus labios en un beso intenso para luego bajar a su barbilla, cuello, garganta, pecho y… detenerse en sus pechos, tomándose su tiempo para acariciar, succionar y lamer cada una de ellas, flotando con sus manos su vientre y cintura, teniendo extremo cuidado de no herirla con sus garras.

La espalda de Kagome se arqueó, manifestando la incitación de la que estaba siendo protagonista; de pronto, sintió un leve mordisco en el pezón lo suficiente para hacerla gemir y exhalar; anhelaba con desesperación que bajara, que eliminara esas últimas dos prendas que le quedaban para así ella desprender las de él de igual forma.

No duraron mucho, ya que en seguida las ropas que sobraban fueron borradas del mapa para mostrar a ambos en su desnudez total, al tiempo que admiraban con sus ojos la belleza de sus cuerpos. Ella realmente era una mujer, y él, un hombre.

"Es tan bello" Kagome lo empujo hacia ella, rogándole que continuara. Inuyasha sonrió con galantería.

-aun no he acabado… -susurro a un lado de su oído con seducción.

Bajó su rostro hasta el vientre femenino y los besos y caricias comenzaron a rodear parte de sus piernas y muslos, Kagome amplió los ojos al darse cuenta a donde se dirigía. Un estremecimiento intenso recorrió su entrepierna, y un calor húmedo y gradual invadió su interior. Placer… un dulce y ardiente placer la enloqueció, sin ser capaz ya de contener el éxtasis y el nombre del causante de dicha estimulación.

Al oír su nombre, sonrió entre dientes y hundió más su boca y lengua dentro de ella, era caliente y jugoso, un sabor y olor que solo él con todos sus sentidos agudizados podía percibir, lo hacia extasiarse, perder la cordura por completo. Una palabra débil alcanzo a escuchar de los labios de su amante, seguido de nueva cuenta por su nombre.

-mas… mas suave… onegai…

La petición fue concedida, e Inuyasha aminoro el compás de su boca, pero sin dejar de ser profunda y pausada. En un acto involuntario, Kagome abrió las piernas, haciendo más recóndita la inspección en la lengua de él. Los gemidos se hacían cada vez más altos y sin inhibiciones y en la cabeza de Kagome solo se veía una gran duda de saber si seria capaz de aguantar tanta excitación, la que demostraba sujetándose con fuerza del pasto a su ardedor.

Y de repente, las estimulaciones en su entrepierna disminuyeron, dándole un poco de tiempo para poder respirar. El rostro de Inuyasha ahora estaba arriba de ella, y en la cara de la chica se ponía notar el deseo de seguir, lo que el chico no paso por alto. Como si intentara tomar fuerzas nuevamente, Inuyasha apoyo su frente en la de su compañera y dio un beso pasional antes de hablar.

-Kagome… por favor… si llego a lastimarte… dímelo… y parare… no quiero que…-Kagome coloco un dedo en sus labios para hacerlo callar.

-no lo harás… lo sé…-le sonrió con calidez, a lo que él respondió de la misma manera.

Ambos cerraron los ojos y se dejaron guiar por sus cuerpos calientes. Un ardor placentero la domino siendo reflejado en su rostro, y en instante pudo percibir como su amante detenía su trabajo.

-estoy bien… no pares…

Inuyasha la miro con miedo en sus ojos, provocado por la poca experiencia, pero aun así continuo, entrando muy lentamente dentro de ella. La fricción hizo que ella soltara un grito bajo, y el dolor poco a poco fue sustituido por placer y un gozo tremendos. El movimiento dentro de ella la hacia temblar de arriba a bajo, convirtiéndose en una suprema delicia.

El ritmo de ambos al principio era sutil y lento, pero poco a poco fue haciéndose cada vez más fuerte y rápido. Kagome encogió las piernas, rindiéndose ante la penetración mas profunda. Se sujeto con vigor a la espalda ancha, mientras no evitaba retener cualquier clase de sonido de satisfacción.

Entre suspiros y gemidos, Inuyasha fue capaz de pronunciar el nombre de la que estaba convirtiendo en su mujer, en cuerpo y alma, besando con autentica pasión su boca y cuello, mientras se movía de arriba a bajo y con el aliento agitado de ambos golpeándoles el rostro. En la locura del momento y con la ahogada necesidad de sentir su cuerpo pegado al suyo, Kagome se sentó, quedando abierta frente a él, sujetándose como una espora y sin apartar sus labios.

Inuyasha la sujeto por las caderas. Sus colmillos se enterraron en el cuello femenino, solo para dejarle una marca superficial. Los besos humedos predominaron con frenesí, entre suspiros ahogados y confesiones de amor sin parar, él murmuro entre labios su deseo y añoranza.

-Kagome… mi Kagome… te amo…

-yo también… te amo… te amo tanto…

Los brazos de ambos amantes se apretaban como si de eso dependiera su vida, sin perder el deseo de separarse. Una explosión de pleno y extremo placer se disparo en su interior desde su entrepierna a todo su cuerpo, ocasionando que contrajera los músculos. Un último grito de gloria se escucho de parte de los dos, con sus cuerpos tan sudados y pegados, deseando ser uno solo. Kagome deslizo sus brazos en los anchos hombros de Inuyasha, aun jadeando, y recostó su cabeza en su torneado pecho, escuchando su corazón palpitar a gran velocidad.

Inuyasha enredo sus brazos en la cintura de ella, evitando cualquier posible escapatoria, hundiendo su rostro en la curvatura de sus hombros, pasando sus labios por éstos y depositando suaves besos, aspirando el perfume que emanaba de su piel.

-Inuyasha… -le llamo tratando de recuperar el aliento.

-dime…

-sabes?... me has hecho la chica mas feliz del mundo… -dijo con notable ilusión y dándole un ligero apretón.

-tonta… TU eres la que me ha hecho el hombre mas feliz del mundo… -dijo con ironía.

-y… fue maravilloso… -complemento con más sonrojos.

Inuyasha sonrió con gallardía ante el halago y se alejó un poco de su apoyo pata verla a los ojos.

-me alegra oír eso… por que de verdad… que di todo de mi…Kagome…

-estas sudando… -menciono la joven al ver el rostro de su amado empapado en sudor y parte de su cabello plateado se le adhería a la piel. Lo acaricio.

-tu también…-le respondió con una pequeña sonrisa-tenia mucho miedo.

Kagome lo miro sin comprender a que venia esa declaración.

-de que?

-de… de no poder… de no poder complacerte… -soltó al final con vergüenza.

Kagome no pudo evitar una sonrisa que amplio enormemente. Acerco su rostro para juguetear con sus labios.

-lo hiciste… mejor de lo que alguna vez hubiera podido imaginar…

Como respuesta, Inuyasha coloco un diminuto beso en su nariz.

-Inuyasha?

-mmm…?

-podemos… repetir?-un rojo fuerte apareció en las mejillas de Kagome.

Ahora la sonrisa se amplio en el rostro masculino y rozando los labios con los de ella mientras hablaba respondió.

-las veces que tu quieras… pervertida…

OOOOOOOOOOOO

HOLA!

YA ESTOY DE NUEVO ACA!

MIL DISCULPAS POR HACERLOS ESPERAR TANTO, PERO HAY MUCHO TRABAJO JEJEJE

SPERO QUE HAYAN DISFRUTADO ESTE CAP QUE DESDE LUEGO HICE MAS LARGO PARA AMINORAR LOS ENOJES JEJEJE

MUCHAS GRACIAS POR SU APOYO Y LES PROMETO DEDICARME Y LLEGAR HASTA LE FINAL... POR QUE TODAVIA FALTA CAMINO POR RECORRER JEJEJE