N/A: debo advertir que este capítulo tiene una escena MUY violenta. Les pondré un aviso antes de que comience y otro aviso a partir del punto en el que pueden retomar la lectura si es que no desean ver la parte desagradable.
3. La carta de Remus
Sucedió alrededor de dos semanas después de que la "Paciente X" había sido instalada en la habitación 423 del Hospital General de Pristina.
********** Flash Back **********
Era media mañana y las jóvenes enfermeras Elzbieta Berisha y Fatmire Hasani terminaban de asear a la paciente y de cambiar las sábanas de su cama; ya estaba todo listo para que la fisioterapeuta pudiera llegar a realizar la habitual terapia para evitar que los músculos de la paciente se atrofiasen.
La enfermera Hasani abrió la ventana de la habitación para permitir que el aire fresco circulara.
Ambas mujeres echaron un último vistazo a la habitación cuando de repente una gran lechuza parda irrumpió a través de la ventana abierta, posándose directamente sobre la joven que yacía en la cama.
Ambas enfermeras se sobresaltaron y de inmediato Fatmire se abalanzó sobre el ave, espantándola con una de las sábanas que acababan de retirar.
- ¡Largo de aquí!- gritó. La lechuza en respuesta comenzó a emitir furiosos chirridos y en vez de volver a salir por la ventana, se puso a revolotear dentro de la habitación.
- ¡Largo!- esta vez quien intervino fue la enfermera Elzbieta, imitando los intentos de su compañera para alejar al animal pero al parecer no estaban teniendo éxito pues la lechuza buscaba algún lugar donde posarse- ¡iré por ayuda!
Y Elzbieta Berisha salió corriendo a buscar a algún compañero de intendencia que les ayudara a ahuyentar al ave.
Mientras tanto la enfermera Fatmire trataba de evitar a toda costa que dicha lechuza se volviera a posar sobre la paciente.
- ¡Vamos, sal de aquí!- insistió. Al parecer la lechuza se dio por vencida y salió pero no huyó, sino que se quedó parada en el alfeizar de la ventana. Rápidamente Fatmire la cerró y en respuesta la lechuza la miró con sus grandes ojos amarillos, como si le recriminara algo- vaya…
En ese momento su compañera llegó junto con un hombre bajito con uniforme del personal de intendencia.
- ¿Qué pasó?- le cuestionó.
- Finalmente se salió- respondió Fatmire- creo que ya no será necesaria su ayuda, Luka, gracias de todos modos.
El hombre se dio la vuelta con intenciones de marcharse pero fue detenido.
- Oh, espere- le llamó la enfermera Berisha- ¿podría llevarse de una vez estas sábanas sucias? Dame eso, Fatmire…- entregó las mantas al señor Luka y ambos volvieron a salir de la habitación.
La enfermera Fatmire se quedó junto a la paciente, necesitaba unos segundos para respirar y sobreponerse al altercado que acababan de tener con el ave.
Entonces al bajar la mirada vio que sobre las piernas de la paciente había un sobre rectangular.
- ¿Qué diablos…?- murmuró mientras lo tomaba para observarlo de cerca. Entonces escuchó un golpeteo en la ventana. La lechuza que seguía del otro lado estaba dando picotazos al vidrio y chirriaba nuevamente.
Aún desconcertada, Fatmire iba a voltear el pequeño sobre para ver si había algún nombre escrito en él pero…
- Enfermera Hasani, urge su presencia en la habitación 450- se escuchó a través del altavoz- enfermera Hasani, urge su presencia en la habitación 450.
Seguramente el paciente de aquella habitación había entrado en crisis.
- Mierda…- murmuró. Solamente dobló el sobre que tenía en sus manos y lo guardó en el bolsillo de su pantalón antes de salir corriendo hacia el lugar donde debía presentarse.
El resto del turno de Fatmire Hasani estuvo demasiado ajetreado, la habían llamado a asistir en una cirugía y posteriormente tuvo que estar de apoyo durante varias horas en Urgencias debido a un accidente vial que había dejado a múltiples heridos y el personal de urgencias no se daba abasto para atenderlos a todos.
Fue hasta varias horas después de su habitual horario de salida que pudo abandonar el hospital. Moría de hambre, ni siquiera había logrado tomar unos minutos para comer. Era uno de los tantos sacrificios que implicaba el ser enfermera y trabajar en un hospital público que tenía su plantilla de personal incompleta.
Antes de tomar el autobús para regresar a casa decidió parar en una tienda a comprar un sándwich e irlo comiendo durante el trayecto.
Al meter su mano al bolsillo del pantalón para sacar dinero y pagar el sándwich, sintió un extraño objeto. Lo sacó para mirarlo y al instante cayó en cuenta. Durante el resto de su turno en el trabajo ese sobre había desaparecido por completo de su mente, lo volvió a recordar hasta ahora que nuevamente lo sostenía en su mano.
- Hey, señorita- la voz malhumorada del dependiente de la tienda la sacó de su ensimismamiento- ¿me piensa pagar o no?
- Oh, disculpe…- volvió a guardar el sobre en su pantalón, pagó el sándwich y salió de ahí rumbo a la parada del autobús.
Una vez que estuvo en él prefirió ir comiendo pues la cabeza comenzaba a dolerle. Decidió que esperaría hasta llegar a casa para abrir el misterioso sobre que llevaba consigo.
Eran ya casi las nueve de la noche cuando bajó en su habitual parada, en un barrio a las afueras de la ciudad de Pristina. Aún le quedaban un par de kilómetros por recorrer a pie, así que resignada comenzó la marcha a paso apresurado por las oscuras y sucias calles de aquél peligroso barrio.
Con disgusto iba observando el deplorable estado de muchas casas cuyas paredes estaban llenas de grafiti y balas incrustadas.
- Algún día saldré de aquí- se dijo por lo bajo.
Fatmire Hasani en realidad había deseado estudiar medicina pero no pudo costearse la carrera, de modo que tuvo que optar por enfermería. Su objetivo era claro: por ahora trabajaba en el Hospital General de Pristina para ahorrar una cantidad decente de dinero y mudarse a Alemania, en donde sabía que el salario de las enfermeras era mucho mejor pagado que en Kosovo.
En eso, una voz masculina la sacó de sus pensamientos.
- ¡Hola bonita!
Paró en seco. A unos pasos frente a ella se encontraba parado Jarek Sikorski, el líder de una de las pandillas de rufianes del barrio. A cada lado de él se encontraban Muhamet y Nikolla, sus perros falderos. A los tres los conocía desde la infancia y sabía de sobra que desde muy temprana edad comenzaron a andar en malos pasos. Tanto así que ya habían ido a prisión en varias ocasiones.
Fatmire se recriminó a sí misma por no haberlos visto venir antes. Reanudó la marcha con prisa, pasando a un lado de los maleantes y sin dirigirles la palabra.
- ¿A dónde vas con tanta prisa, muñeca?- le cuestionó Jarek yendo tras ella.
- Déjame en paz.
- Uy, pero qué modales tan malos- dijo Muhamet en tono de burla. Fatmire no hizo más que apresurar aún más el paso.
- Oye, preciosa- Jarek la tomó por la muñeca- ¿cuándo aceptarás venir a pasar un rato agradable conmigo?
No era la primera vez que Jarek la acosaba de esa forma.
- Suéltame, Jarek- le ordenó tratando de no mostrarse intimidada.
- Vamos…- refutó éste- ¿por qué siempre me rechazas?
- ¡Porque eres un imbécil!- exclamó Fatmire jalando con fuerza para soltarse del sujeto. Entonces comenzó a correr llena de pánico. Tan sólo faltaban un par de calles para llegar a su casa.
Jarek tronó los dedos y al instante sus secuaces Nikolla y Muhamet corrieron tras la muchacha y la capturaron. Ella comenzó a gritar pero al instante fue silenciada por la mano de Muhamet sobre su boca.
- Ya me cansé de tus desprecios- le dijo Jarek entre dientes. Volteó alrededor para asegurarse de que nadie los veía, lo cual no era en realidad necesario porque a esas horas las calles estaban casi desiertas- vamos…
Fatmire trató de oponer resistencia pero fue en vano, ella era una chica más bien bajita y delgada mientras que los dos sujetos que la sujetaban parecían gorilas.
DETENTE EN ESTE PUNTO SI NO QUIERES LEER LA PARTE VIOLENTA
La arrastraron a una casa abandonada cerca de ahí. La soltaron en lo que parecía ser la cocina, era difícil distinguir nada porque la única iluminación del lugar era la tenue luz del alumbrado público que entraba por la ventana.
- ¡Déjame ir, Jarek!- exclamó Fatmire con todas sus fuerzas, mirando a su alrededor en busca de una salida.
- ¡No hasta que te haga mía!- respondió Jarek.
La única salida estaba siendo obstruida por el obeso cuerpo de Nikolla. Fatmire estaba aterrada, nunca antes Jarek había llegado tan lejos cuando de acosarla se trataba.
- Por favor no me hagas daño… -imploró ella con la voz temblorosa, retrocediendo hasta chocar con el fregadero de la cocina.
- No será necesario si cooperas-dijo Jarek con fingida benevolencia mientras se aproximaba a ella.
- …- Entonces ella logró ver al fondo del fregadero un cuchillo. Todo sucedió tan rápido… lo empuñó y se abalanzó sobre Jarek, logrando hacerle un corte en la mejilla derecha.
- ¡MALDITA PERRA!- gritó furiosamente Jarek llevándose la mano a la mejilla herida y ordenó a Muhamet: - ¡SUJÉTALA!
Fatmire nuevamente empuñó el largo cuchillo pero hábilmente Muhamet logró quitárselo y arrojarlo sobre la mesa. Fatmire intentó escapar pero Nikolla seguía bloqueando la salida y en unos cuantos segundos Muhamet la sujetaba por las muñecas, lastimándola.
- ¡COLÓCALA BOCA ABAJO SOBRE LA MESA Y NO LA SUELTES!- gritó Jarek al tiempo que se acercaba y se desabrochaba el pantalón. Fatmire se sacudía en vanos intentos de escapar, Muhamet la había tumbado como le ordenó Jarek y le oprimía la espalda para que no pudiera incorporarse. Entonces sintió cómo Jarek en un segundo le bajó el pantalón y las bragas para penetrarla bruscamente por atrás.
Ella lloraba y gritaba frenéticamente, deseaba con todas sus fuerzas estar muerta a tener que vivir esa vejación… y de pronto, todo acabó.
Jarek dejó de embestirla cuando vio el rostro horrorizado de Muhamet, quien acababa de dejar caer al piso el cuchillo lleno de sangre.
- No dejaba de gritar…- murmuró él llevándose ambas manos al rostro.
- ¡¿QUÉ HICISTE, IMBÉCIL?!- gritó Jarek pasando su mirada del cuerpo inmóvil de Fatmire hacia la mesa bañada de sangre y luego hacia su compañero de fechorías.
- Es que no dejaba de gritar… - masculló Muhamet nuevamente a manera de justificación- iba a hacer que nos descubrieran…
- ¡LE CORTASTE LA GARGANTA!- aulló Jarek sintiendo una oleada de furia y pánico.
- Había que callarla…- se atrevió a replicar Muhamet.
- ¡ERES UN ESTÚPIDO!- Jarek le soltó un puñetazo en la cara al gorila. Nikolla únicamente se limitaba a observar la escena en silencio, petrificado en su lugar.
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Jarek daba furiosos alaridos maldiciendo y recriminándole a Muhamet su estupidez, estaba fuera de sí. Esto se salía del plan. Si la policía lo descubría, esta vez iría a prisión definitivamente y no tendría la oportunidad de salir bajo fianza tal como ya lo había logrado en ocasiones anteriores. Muhamet lloraba como niño pequeño.
- Hay que deshacernos del cuerpo- atinó a decir Nikolla. Jarek dejó de gritar. Era el primer comentario sensato que había escuchado en toda la noche.
Se apresuraron a llevar el cuerpo inerte de la joven enfermera a un canal de aguas negras que se encontraba muy cerca de ahí y sin más lo arrojaron. El cadáver de Fatmire Hasani comenzó a hundirse para jamás ser encontrado. Y junto con ella también se hundió el sobre de pergamino en el cual estaba escrito el nombre de Hermione Jean Granger.
Era una carta que Remus Lupin, negándose a creer que su amada hubiese muerto en un accidente muggle, había mandado con la esperanza de encontrarla.
- Ve- le había ordenado a la gran lechuza parda un par de días después de que Sirius Black le había dado la fatídica noticia- busca a Hermione y no regreses hasta que obtengas una respuesta.
********** Flash Back **********
Y fue por eso que la lechuza había irrumpido por la ventana de la habitación 423 del Hospital General de Pristina.
