5. La última noche
El afamado alquimista Yraclis Psihas, nacido en el seno de una antigua familia de hechiceros y alquimistas griegos, llevaba más de 20 años haciendo investigaciones sobre la licantropía con la finalidad de encontrar una cura para esa maldición.
Su mansión y laboratorio se encontraba en una pequeña isla prácticamente deshabitada en un archipiélago oculto de la vista muggle en la zona meridional del Mar Egeo, en Grecia. Al estar alejada tanto de las poblaciones muggle y de la misma comunidad mágica, tenía la privacidad necesaria para poder trabajar de lleno en su investigación y hacer experimentos cuando era necesario.
Estaba muy emocionado mirando una muestra de sangre de Remus mezclada con un elixir. Nunca durante sus años de investigación se había sentido tan cerca de alcanzar su objetivo. Si lo lograba, generaría una revolución en el mundo de la magia. Sería tal vez tan importante como el desarrollo de la piedra filosofal. Pero aún había algunas cosas que no entendía.
- No te ofendas por lo que voy a decir, Lupin- le dijo al hombre que estaba sentado a su lado, expectante- pero creo que le debemos a ese Lord Voldemort parte del mérito.
Remus Lupin frunció el ceño. En efecto, el comentario del doctor Psihas no le había gustado en lo más mínimo.
- No pretenderás que le demos las gracias, ¿verdad?
- Cualquiera que haya sido la magia que se desató en ti la noche en que murió, es la clave para que sea posible manipular los lykógenos de tu sangre- continuó el viejo alquimista haciendo caso omiso del rostro malhumorado del licántropo.
Remus bufó y se retiró del laboratorio. Prefirió ir a caminar un poco por la playa.
Ya estaba por cumplir dos años de haber llegado a aquél lugar y a pesar de que era realmente hermoso, no lograba sentirse como en casa.
- Aunque siendo sinceros… - dijo por lo bajo - dudo que algún día pueda volver a sentirme como en casa. No en un mundo en el que ya no estás tú…
Cerró los ojos y una vez más vinieron a su mente las imágenes de la última vez que tuvo a Hermione entre sus brazos.
**********Flash Back **********
Fue la noche anterior a que Remus regresara a Grecia, tras haberse tomado un par de semanas para viajar a Inglaterra y pasar las fiestas de diciembre en Grimmauld Place con sus amigos.
Mientras empacaba su maleta pensaba en lo agridulces que fueron esos días. A pesar de la alegría que reinaba en el ambiente, él no estaba completamente feliz.
Tener tan cerca a la que era la mujer de su vida y no poder hablarle siquiera le partía el corazón. Y es que justo antes de Navidad él y Hermione habían tomado la decisión de separarse definitivamente y continuar cada quién en su propia dirección.
Después de la caída de Lord Voldemort, Remus regresó a Hogwarts como profesor de Defensa Contra las Artes Oscuras. Unos meses después él y Hermione se enamoraron e iniciaron un romance a escondidas, el cual tuvo que superar varios obstáculos que se fueron interponiendo en su camino pero al final lograron salir victoriosos.
Poco antes de que acabara el ciclo escolar en Hogwarts y Hermione se graduara, Remus recibió la propuesta del doctor Psihas para irse a Grecia. Él deseaba profundamente que Hermione lo acompañara pero sabía que ella no aceptaría. Al menos no en el corto plazo, ya que quería finalmente emprender la búsqueda de sus padres para restaurar su memoria y no sabía hasta qué parte del mundo la llevaría dicha búsqueda ni cuánto tiempo le tomaría.
No obstante habían acordado que aún a la distancia lucharían por mantener vivo su amor. Pero ya en la práctica fue muy desgastante para ambos.
Remus partió a Grecia al día siguiente de que finalizaron las clases en Hogwarts. El contacto que él y Hermione mantenían no era tan frecuente como habían esperado en un principio; las cartas demoraban mucho en llegar y ambos estaban tan absortos en su día a día, que poco a poco sus caminos comenzaron a separarse.
Él regresó a Grimmauld Place para la Navidad del 99' y esperaba ansiosamente ver a Hermione pero ella no llegó; para ese entonces había seguido una pista sobre el paradero de sus padres que la había llevado a las Islas Malvinas en Sudamérica. Remus no pudo evitar sentirse decepcionado. Aunque trató de ser comprensivo con Hermione, dentro de él se albergó un poco de resentimiento y la sensación de no ser correspondido en su esfuerzo de regresar a Londres.
Remus comprendía perfectamente que trasladarse de un país a otro, ya fuera por medios de transporte mágicos o muggles no era un asunto tan sencillo. Además era muy costoso. Pero a pesar de eso él lo había hecho y había esperado lo mismo por parte de Hermione, lo cual no sucedió.
La estancia de Hermione en las Islas Malvinas no fue fructífera; con el afán de esconder bien a sus padres en el mundo muggle, además de quitar de sus mentes todo recuerdo sobre ella, les implantó la idea de que sus nombres eran John y Mary Smith y que debían marcharse lo más lejos posible de Inglaterra, sin especificar a dónde. Además, con todo el dolor de su alma destruyó todas las fotografías que había de ellos. No quiso dejar ni la más mínima pista que Voldemort o los mortífagos pudieran seguir para hallar a sus padres.
Así que cuando comenzó a tratar de localizarlos prácticamente se hallaba buscando una aguja en un pajar; John y Mary Smith eran de los nombres más comunes en el mundo muggle. Y sin una fotografía de referencia, las cosas se dificultaban mucho más.
Fue hasta el verano siguiente que la pareja se pudo reunir por primera vez, ya había pasado prácticamente un año desde que salieron de Hogwarts, un año desde la última vez que se habían visto; y el reencuentro no fue para nada romántico. Desde el primer día comenzaron a tener discusiones, las cuales se volvieron más fuertes durante los días subsecuentes e iban acompañadas de mutuos reproches.
Estuvieron juntos tan sólo un par de semanas antes de que Remus tuviera que regresar a Grecia y de que ella viajara a Alaska, donde según su última investigación, había una posibilidad de hallar a los señores Granger.
Tras una agridulce despedida, decidieron que regresarían a Londres para la siguiente Navidad y que entonces hablarían sobre su futuro.
Y en ese segundo encuentro decidieron poner fin a su relación debido a que ninguno de los dos estaba dispuesto a abandonar lo que estaba haciendo sin haberlo finalizado. Hermione seguía sin encontrar a sus padres y Remus aún debía permanecer en Grecia para no perder el avance que el doctor Psihas había obtenido en su investigación.
En los días subsecuentes de su rompimiento, Remus se hospedó en Grimmauld Place y Hermione prefirió quedarse en La Madriguera para no tener que toparse con él más de lo necesario. La herida aún estaba muy fresca.
Tanto para Remus como para Hermione había sido muy doloroso romper. Al final la distancia y todas sus dificultades habían pesado más e hicieron que las diferencias entre ellos surgieran con fuerza.
El joven licántropo estaba tan ensimismado pensando en lo amargas que fueron las celebraciones de Navidad y Año Nuevo, que no se dio cuenta de que alguien estaba parado junto a la puerta y lo observaba empacar.
- Oh…- acertó a decir él cuando vio de quién se trataba.
- Me dijo Sirius que te vas mañana temprano- comentó Hermione con un ligero temblor en la voz. Ésta era la frase más larga que le había dicho desde su rompimiento.
- Así es- contestó él tratando de mostrarse tranquilo- se pasaron rápido los días.
Hermione se movió nerviosamente en su lugar.
- Entonces supongo que será mejor que nos despidamos de una vez.
- ¿Para qué? Se supone que ya nos habíamos despedido para siempre hace unos días- soltó Remus sin poder evitarlo. Ante tal hostilidad, Hermione refutó:
- No es necesario que seas así de descortés conmigo…
Y en un par de segundos ya se encontraban envueltos en otra discusión.
- … ponte en mi lugar- dijo Remus un poco alterado- prácticamente soy en conejillo de indias de un alquimista que está haciendo experimentos. El riesgo de que algo salga mal y yo muera existe día con día… y eso parece no importarte.
- ¡Y a ti parece no importarte el sufrimiento que me causa el no poder encontrar a mis padres!- le recriminó Hermione- para ti fue muy fácil insinuar que me fuera a Grecia contigo, ¿acaso esperabas que me olvidara de buscar a mi familia…?
- Te dije que te acompañaría a buscar a tus padres en cuanto hubiera una oportunidad- interrumpió Remus- no es mi culpa que la investigación se esté prolongando más de lo esperado, el doctor Psihas me dijo que sólo serían unos meses pero han surgido complicaciones.
La discusión siguió y siguió.
- … no entiendo por qué me reclamas si tú fuiste la que dijo que ya no estaba segura de lo nuestro- se defendió Remus ante una acusación de Hermione.
- Así es- admitió Hermione con la voz quebrada- dije que ya no estaba segura de lo nuestro pero jamás dije que dejé de amarte…
Una lágrima resbalaba por su mejilla. La mirada de Remus se ablandó al escuchar esas palabras.
- Demonios…- susurró sintiendo cómo se esfumaban todas las fuerzas que en los días anteriores había reunido para sacar a Hermione de su corazón- Hermione, yo te sigo amando con la misma locura de siempre… cada día que he pasado lejos de ti es un martirio, ¿acaso crees que no me duele el hecho de no poder estar contigo cuando sé que me necesitas…?
-¿Entonces por qué nos rendimos?- preguntó Hermione al tiempo que acortaba la distancia entre ambos.
- Mi niña…- susurró él secándole con dulzura la lágrima que se le había escapado. Odiaba verla triste, odiaba ser él quien causara su tristeza. Hermione respondió abrazándolo. Estaba dispuesta a hacer de lado su gran orgullo con tal de poder refugiarse una vez más en sus brazos.
- Nuestro amor es más fuerte que esto… ¿recuerdas?- dijo e hizo un ademán por besarlo.
- Hermione… si me besas no hay vuelta atrás- advirtió Remus en un susurro- no podré detenerme.
- No quiero que te detengas…- respondió la chica también en voz baja.
No había más que decir. En ese momento todas las discusiones que habían tenido carecían de sentido… lo único que importaba era lo mucho que se amaban en realidad. Remus la aprisionó entre sus brazos y comenzó a besarla apasionadamente, con ansia, con ardor, a un ritmo que ella siguió sin oponer resistencia alguna. La sintió gemir contra sus labios y profundizó el beso, desesperado por hacerla suya una vez más.
Pronto la ropa les era sumamente estorbosa así que entre desesperados jadeos comenzaron a deshacerse de ella; ambos ansiaban sentir el contacto de sus pieles.
Ya que la cama estaba ocupada por la maleta a medio hacer de Remus, él atrajo a la chica hacia un escritorio que estaba recargado en otra de las paredes de la habitación. Las prendas de ambos iban cayendo al suelo durante el corto trayecto.
Remus la hizo chocar contra el escritorio que estaba detrás de ella, al tiempo que depositaba cálidos besos en su cuello que no hacían más que incrementar el deseo de ella, quien ahogó un pequeño grito cuando Remus le bajó rápidamente los jeans y la cargó para sentarla a la orilla de la mesa. La tomó ferozmente por la cintura y continuó besándola. Ella en respuesta lo rodeó con sus piernas al tiempo que palpaba el torso desnudo de él, pasando desesperadamente las manos por sus pectorales y su espalda bien formada. Y no se conformó con eso, sino que bajó su mano a la entrepierna del licántropo y encima de su ropa interior comenzó a acariciar su miembro excitado.
Remus gruñó con satisfacción y se deshizo del sostén de Hermione, dejando sus hermosos senos expuestos. No pudo resistirse a la tentación de estrujarlos suavemente y besarlos, deslizando la lengua sobre sus pezones endurecidos, al tiempo que apretaba ansiosamente su cadera contra la de ella. Los sensuales jadeos de Hermione lo incitaban a ir por más. Le quitó las bragas y con la punta de los dedos comenzó a tocarle la entrepierna. Al instante notó la humedad que había en ella.
Ella se estaba mojando por él… eso lo enloquecía y quería arrastrar a la joven castaña a esa misma locura, así que se puso de rodillas en el piso para que su boca quedara a la altura de la intimidad de ella. Hermione se sujetó a él con las piernas enroscadas en su cuello, su intimidad casi doliendo de deseo… y no pudo reprimir un gemido al sentir la tibia lengua de Remus acariciar su sexo, abriéndose paso hasta ese mágico punto que era la puerta directa al placer.
Hermione arqueó la espalda y levantó un poco su pelvis, dejándola a plena disposición del licántropo para que él pudiera seguir saboreando el dulce néctar que emanaba de ella. Había pasado demasiado tiempo desde su último encuentro íntimo, ambos traían muchas ganas reprimidas a lo largo de todos estos meses distanciados.
Remus se deleitó al sentir la manera en la que su chica se retorcía a causa del placer que él le estaba proporcionando con su lengua. Habían olvidado por completo lanzar un hechizo silenciador sobre la habitación… pero ya era demasiado tarde para eso, ninguno de los dos estaba dispuesto a interrumpir este encuentro a causa de una nimiedad.
El primer orgasmo llegó a ella… él había aprendido a reconocer cuando Hermione experimentaba esa deliciosa vorágine de sensaciones. La manera en que gemía y en que su cuerpo se tensaba por unos segundos eran un gran espectáculo para él.
Satisfecho por haberla provocado hasta ese punto, Remus se puso de pie y se quitó los bóxers. Su miembro deliciosamente erecto clamaba sumergirse en la tibia humedad de ella, quien no desaprovechó la ocasión para tomarlo con su mano y acariciarlo de nueva cuenta, haciendo que Remus cada vez perdiera más el control sobre sí mismo.
- Espera…- alcanzó a decir él con la voz entrecortada, deteniéndole la mano. Aún no quería terminar. La tomó de la nuca y nuevamente la besó con fiereza. Con la mano que tenía libre tomó su miembro y lo acomodó justo en la entrada de ella, quien en respuesta lo atrajo hacia ella con sus piernas alrededor de la cadera de él, haciéndolo entrar lenta y deliciosamente. Él permaneció quieto y con los ojos cerrados por unos instantes, reconociendo ese lugar sagrado que no había visitado en meses. Hundió el rostro en el cuello de su amada bruja, quien se aferraba ferozmente a su espalda. Al principio sus movimientos fueron suaves, quería prolongar lo más posible su camino al éxtasis.
- Remus… Me has hecho tanta falta…- le decía ella entre suaves jadeos mientras él nadaba a un ritmo moderado entre sus piernas.
- Y tú a mí, princesa…- gruñó él en su oído. Y vaya que la había extrañado. Ella era lo único en lo que él pensaba cada noche antes de dormir.
- Quiero más de ti… te amo… te amo…
La voz de ella era un gran estimulante para él, quien comenzó a aumentar el ritmo de las embestidas, hasta que éste fue rápido y firme.
Ninguno de los dos reprimió los gemidos que escapaban de sus gargantas al compás de sus movimientos. ¿Qué más daba si los escuchaban más allá de las paredes de la habitación? Lo único en lo que ambos pensaban era en que justo así es como debieron haber pasado los días anteriores, recuperando el tiempo perdido en vez de discutir.
Esa noche no hubo límites. Hicieron el amor más de una vez con la misma entrega de aquellos amantes que no saben hasta cuándo volverán a verse.
Después de amarse y charlar por un buen rato, durmieron abrazados. Muy temprano a la mañana siguiente Hermione fue a despedirlo junto con Sirius a la estación de King's Cross; era en la plataforma 7½ donde Remus tomaría el Expreso Mágico de Oriente que lo llevaría a Atenas.
Tras despedirse de su mejor amigo, Remus tomó a la chica entre sus brazos.
- Te amo tanto…- le dijo ella de nueva cuenta. Remus sonrió. Jamás se cansaba de escucharla decirle que lo amaba.
- Y yo a ti, preciosa… en verdad quisiera acompañarte en tu próximo viaje.
Hermione le acarició el rostro y lo miró a los ojos.
- Lo sé. Pero nos veremos en Pascua, ¿verdad?
- Claro que sí. Iré hasta donde tú estés, lo prometo. Escríbeme un mes antes para que pueda arreglar mi viaje, ¿de acuerdo?
Nuevamente sellaron con un beso la promesa que se habían hecho la noche anterior, después de su apasionado encuentro.
El silbato del tren sonó, indicando la segunda llamada.
- Ya es hora, Lunático- lo llamó Sirius- el tren partirá en un par de minutos.
Con un último beso Remus se despidió de Hermione y subió al vagón más cercano. Encontró lugar en un compartimento cerca de donde Hermione y Sirius aún aguardaban. A las ocho en punto la maquinaria del Expreso Mágico de Oriente se puso en marcha.
Ambos se contemplaron hasta que se perdieron de vista.
**********Fin Flash Back **********
Se sentía tan desdichado… ni siquiera el hecho de que el doctor Psihas aseguraba que pronto podría curar su licantropía le subía el ánimo. Sin Hermione a su lado, la vida no sabía igual.
Pero aún le quedaba un rayo de esperanza; la lechuza que había mandado en busca de su amada hechicera aún no regresaba.
N/A: aquí el capítulo de esta semana. Ya hacía falta una buena escena Remione 3
