7. Regreso a la vida (Arresto Momentum)
No podía pensar. Lo único que sentía era un terrible dolor de cabeza. Estaba desorientada, no tenía idea de dónde estaba. Su vista estaba borrosa, sólo alcanzaba a distinguir siluetas que se movían alrededor de ella y hablaban en un idioma que no comprendía. Las voces resonaban en su cabeza con gran intensidad.
No tenía idea de cuánto tiempo llevaba ya con los ojos abiertos. Quería hablar pero un tubo metido en su boca se lo impedía. Como si alguien hubiese adivinado sus pensamientos, una persona llegó y cuidadosamente comenzó a retirar dicho tubo.
- Tranquila, ya va a salir… resiste un poco más…- una voz masculina resaltó entre las otras. Quizá porque sí entendía lo que decía. Pero eso no le importaba mucho en ese momento; tan sólo quería que todos se callaran.
El procedimiento fue sumamente doloroso para ella, aparentemente el tubo estaba metido por su garganta y le llegaba hasta los pulmones.
Sentía todo el cuerpo entumido. Hizo un intento por moverse pero simplemente no tenía energía.
- …lencio…- intentó decir pero el único sonido que salía de su garganta era un ronco balbuceo entrecortado. El esfuerzo por hablar era sobrehumano.
- Calma- volvió a decir la misma voz masculina que había escuchado momentos antes- es normal que por ahora no puedas hablar. Lo siento, mi albanés no es muy bueno, por eso te hablo en inglés… por favor parpadea tres veces si entiendes lo que digo.
Lentamente la joven comenzó a parpadear… una vez… dos veces… tres veces. Pero desistió de mantener los ojos abiertos, era demasiado esfuerzo.
Continuó escuchando voces pero no entendía nada. Incluso aquella voz que intentaba tranquilizarla comenzaba a sonar cada vez más distante…
Era difícil describir el alivio y alegría que Maurice McLaggen sentía en ese momento. Finalmente sus súplicas habían sido escuchadas y Aurora había abierto los ojos justo a tiempo para evitar un fatídico destino.
La explicación que los doctores encontraban para su repentino despertar era que al ya no tener a otro ser en su interior con el que debía compartir su energía vital, su cuerpo finalmente pudo comenzar a reaccionar.
En cuanto constataron que no era necesario usar ningún otro tipo de soporte respiratorio porque ya podía hacerlo por su propia cuenta, el doctor Horowitz se la llevó para realizar de nueva cuenta estudios sobre su condición neuronal.
Un par de horas después el doctor Jovanović convocó a su oficina a todo el equipo médico involucrado en el caso de Aurora.
- ¿Qué nos puede informar hasta ahora, doctor Horowitz?- cuestionó.
- Aún es muy pronto para dar un pronóstico sobre la recuperación y rehabilitación de la Paciente X- informó a los que estaban reunidos- necesitamos darle algo de tiempo para que recobre por completo la consciencia y así poder evaluar las posibles secuelas neuronales y cognitivas. Pero el hecho de que ya no necesita el respirador artificial es buena señal. Sin embargo por ahora es importante neumología venga a monitorear el desempeño de los pulmones para descartar futuras insuficiencias respiratorias.
- ¿Cuándo será posible que el doctor Kodheli le haga una evaluación psiquiátrica?- quiso saber el jefe Jovanović.
- No lo sé todavía. Por ahora ella no puede hablar, la tráquea está lesionada a causa del tubo del respirador. En general está muy débil, apenas tiene un estado mínimo de conciencia. Quiero mantenerla un par de días bajo observación…
** Se sentía flotar en una dimensión en la cual no existía el tiempo ni el espacio. Vagas imágenes llegaban a su cabeza, todas borrosas, todas confusas… no sabía si eran reales o solamente producto de su imaginación.
Veía un majestuoso castillo, una habitación con cortinas rojo escarlata… al segundo siguiente veía una terminal con cientos de personas caminando de un lado a otro, aviones, trenes… un hombre transformándose en lobo en medio de un bosque…
La invadía la sensación de encontrarse haciendo búsqueda importante aunque no sabía lo que estaba buscando en realidad… se veía a sí misma a bordo de un avión y al segundo siguiente se veía cayendo a un vacío… vio también a un perro negro transformándose en hombre, aunque no distinguía la cara de dicho hombre… Tenía un sinfín de cuestionamientos, todos ellos sin respuesta.
Dolor, sentía mucho dolor en cada rincón de su cuerpo… intentaba moverse pero no lo lograba. Quería hablar pero de su boca no salía ningún sonido. ¿Era esto una clase de pesadilla?
Por momentos abría los ojos y veía manchas borrosas, era como si sus ojos se hubiesen desacostumbrado a ver… esas manchas borrosas parecían ser personas vestidas de blanco, algunos con parte de la cara cubierta por una mascarilla… ¿acaso esto era un hospital? Algunos le hablaban en un idioma extraño que ella no comprendía. Otros le hablaban en su misma lengua pero aun así no daban respuesta a ninguna de las preguntas que ella tenía y que en vano trataba de hacer.
Uno de esos hombres que vestían con bata blanca le había dicho que acababa de despertar de un coma pero ella no entendía qué significaba eso. Constantemente él la sacaba de la habitación donde se encontraba para llevarla a otro cuarto donde había extraños aparatos a los cuales la conectaba y murmuraba cosas acerca de que el pronóstico de su recuperación era incierto.
- Usted se encuentra en el Hospital General de Pristina- le decía. Pero en vez de tranquilizarla, esa afirmación la hacía sentir aún más angustiada.
Ella ya comenzaba a identificar a aquél hombre cuando escuchaba su voz, aparentemente era el de mayor edad en el grupo. No recordaba su nombre a pesar de que él se lo decía cada que se acercaba a ella.
- Señorita… ¿hay algún familiar al que podamos llamar?- le preguntaba repetidamente.
No tenía idea de cuánto tiempo lograba permanecer con los ojos abiertos ni cuánto tiempo pasaba desde que los cerraba hasta que los volvía a abrir.
A veces visualizaba en su mente a un grupo de jóvenes volando en escobas, al segundo siguiente su mente se llenaba con imágenes de una ciudad muy ajetreada, edificios muy altos y mares de autos circulando en las calles… la invadía la sensación de miedo, ansiedad, confusión… aunque en el fondo algo le decía que alguna vez también experimentó alegría y el haber logrado algo importante…
Ocasionalmente escuchaba una voz masculina, aquella que le había hablado mientras le quitaban ese tubo que había tenido metido por la garganta… ¿cuánto tiempo habría pasado desde eso?.
Esa voz sonaba cuando veía borrosamente a un hombre joven de ojos azules y simpática sonrisa entrar en la habitación. Decía cosas como "todo está bien", "nos alegra que hayas regresado". ¿Regresado de dónde?
Ese hombre también entraba a verla varias veces al día y ella tenía la sensación de que siempre le hablaba con demasiada familiaridad. ¿Serían amigos desde hace tiempo?
Había un par de mujeres también vestidas de blanco que le pasaban una esponja húmeda por el cuerpo y trataban de darle de comer en la boca… ¿acaso era una bebé y por eso no podía hablar ni alimentarse sola? ¿Había muerto y reencarnado en un pequeño e indefenso cuerpo? Eso no podía ser porque ella tenía la sensación de llevar viva más tiempo… era de lo único que estaba segura.
Cuando esas mujeres entraban a la habitación las escuchaba hablar en esa lengua extraña y lo único que alcanzaba a entender era la palabra "Aurora".
Por momentos recordaba haber visto un túnel con una luz blanca y la sensación de una inmensa paz… realidad, ficción… ¿qué más daba?
Cuando se sentía ofuscada por lo poco que veía cada que abría los ojos, decidía cerrarlos con la esperanza de que cuando los volviera a abrir, todas sus preguntas tendrían una respuesta lógica. Pero eso no sucedía. Cada que los volvía a abrir descubría que seguía en aquel extraño lugar, atrapada en ese cuerpo que no respondía a sus órdenes.
Había otra mujer que entraba a la habitación varias veces al día. A diferencia de los demás, ella no llevaba una bata blanca, sino que vestía lo que parecía un uniforme color verde. Ella era de las pocas que le hablaban en su idioma. Cada vez que llegaba a la habitación se dedicaba a tomar sus manos y dar masaje. Tomaba sus brazos, los estiraba y hacía movimientos que a ella le causaban mucho dolor. Lo mismo hacía con sus piernas. Eso era un martirio para ella, era como si sus músculos lentamente comenzaran a despertar de un largo letargo y suscitaran el dolor más agudo que haya sentido en su vida.
Ella incluso sentía cómo algunas lágrimas se escapaban de sus ojos. Y la mujer vestida de verde trataba de consolarla diciéndole:
- Al cabo de unos días olvidarás esto; la mente se defiende con periodos de amnesia cuando el cuerpo humano supera el límite del dolor.
¿Qué diablos significaba aquello? Ella no quería olvidar, ¡al contrario! Deseaba poder recordar quién era, qué sucedió, si tenía familia, cómo fue que llegó a donde ahora se encontraba...**
Los dos días posteriores a que Aurora abrió los ojos fueron bastante complicados. Fue sometida a constantes análisis para tratar de determinar el punto de partida para su rehabilitación. El hecho de que ella aún no pudiese hablar dificultaba la interacción con ella y los doctores no podían determinar con certeza hasta qué punto ella era capaz de comprender lo que le decían o qué tan consciente era de lo que ocurría a su alrededor.
- Como era de esperarse, está demasiado confundida y desorientada. He tratado de explicarle que acaba de despertar de un coma pero creo que no lo asimila. El no tener un familiar a quién llamar nos complicará mucho las cosas- informó el doctor Horowitz al jefe Jovanović- y debo decir que tengo la impresión de que esta joven no habla el idioma local. Parece reaccionar mejor cuando le hablan en inglés.
- En ese caso mandaré a traer nuevamente al detective Starova. Si esta jovencita ni siquiera es ciudadana de Kosovo, debemos buscar quién se hará cargo de ella. Ya le ha costado bastante dinero a este hospital- sentenció Marku Jovanović.
- Señor, el doctor McLaggen ha absorbido la mayor parte de los gastos de la paciente- se atrevió a contradecir el doctor Horowitz un tanto molesto al ver que el director se negaba a reconocer el acto de generosidad de su joven colega.
Marku Jovanović le dirigió una dura mirada al neurocirujano.
- Doctor Horowitz, le voy a pedir que se limite a los asuntos médicos de los pacientes de mi hospital. Su opinión sobre los temas administrativos no es requerida, ¿entendido?
** Iba sentada en medio de dos personas. El espacio era realmente estrecho, no sabía cuánto tiempo más resistiría ese confinamiento. Cerró los ojos y comenzó a hacer respiraciones profundas, deseando que desaparecieran las náuseas que comenzaba a sentir.
Una fuerte sacudida y un estruendo la sacaron de su concentración. Gritos de pánico… nuevamente una explosión y otra sacudida… la aeronave comenzó a descender demasiado rápido.
Ella estaba muerta de miedo. Tenía que hacer algo para ponerse a salvo, tan sólo pensaba en eso… Y de repente ya no estaba en medio de toda esa gente. Ahora estaba ella sola cayendo a toda velocidad desde una gran altura, sin tener idea de cómo había llegado ahí. Descendía a toda velocidad sintiéndose completamente aterrada y sin poder pensar con claridad. Entonces vio que estaba a punto de caer en un río.
- ¡Arresto momentum!- alcanzó a gritar con todas sus fuerzas, esperando que eso funcionara aunque no tuviera su varita mágica a la mano. Instantes después estaba sumergida en agua helada… no alcanzó a tomar aire, sentía con gran angustia cómo estaba tragando un montón de líquido casi helado. Una fuerte corriente la arrastraba… y luego, un golpe en la cabeza… inmediatamente silencio… **
Abrió los ojos sobresaltada. Para su sorpresa visualizó una imagen bastante nítida del techo blanco encima de ella, iluminado por los rayos del amanecer que se colaban por la ventana; parecía que sus ojos comenzaban a recobrar la visión. El corazón le palpitaba violentamente y un agudo pitido le taladraba los oídos.
Al instante una mujer regordeta y vestida de blanco entró a la habitación y se aproximó a ella.
- Mirëmengjesi e dashur (Traducción: Buenos días, querida)- dijo mirando el monitor que estaba junto a su cama, de donde provenían los pitidos. Apretó un botón para silenciarlo y acto seguido se acercó a ella y colocó el estetoscopio sobre su pecho para oír los latidos de su corazón.
Entonces entró un hombre a la habitación.
- ¿çka ndodhi? (Traducción: ¿Qué sucedió?)- le preguntó a la mujer de blanco- cielos, tiene taquicardia…
- ¿Le suministro medicamento, doctor?
- No, aún no…- el hombre enderezó la cama para que ella quedara parcialmente sentada y en su joven rostro se veía una expresión de sorpresa cuando ella enfocó su mirada en él- hola, linda… calma, todo está bien. Por favor respira profundo… ¿por qué estás tan agitada? Vamos, respira conmigo…
Ella aún se sentía ansiosa, temblorosa… pero obedeció y comenzó a inhalar y exhalar lentamente, tal como el joven doctor la estaba guiando.
- ¿Me recuerdas?- le preguntó él unos instantes después, ya que su ritmo cardiaco se normalizó- soy el doctor Maurice McLaggen… te he estado viendo desde que despertaste…
Ella reconocía su voz, o al menos eso creía. Lo examinó con la mirada: era joven y ciertamente muy bien parecido.
- No estoy segura- dijo ella con una voz muy ronca. La enfermera y el doctor la miraron con sorpresa.
- ¡Ya puede hablar!- dijo la enfermera con emoción. El doctor McLaggen amplió su sonrisa.
Ella misma se sentía sorprendida por haber logrado decir esa frase. La primera en todo este tiempo. Aún le dolía la garganta, era difícil describir la clase de dolor que sentía pero por fin había logrado hablar. Eso era lo que importaba.
- ¿En dónde estoy?- preguntó débilmente- ¿qué me pasó?
- Tómalo con calma- le dijo pausadamente el doctor McLaggen- iremos respondiendo todas tus preguntas, lo prometo. Pero antes debemos traer al doctor Horowitz… Ajkuna, por favor ve a llamarlo. Aún no inicia su turno pero dile que es urgente que venga.
- Sí, doctor- respondió la enfermera y salió de la habitación.
Ella comenzó a sentirse nuevamente agitada. Ya había logrado comunicarse con alguien pero aún no estaba recibiendo las respuestas que ella necesitaba.
- ¿Qué me pasó?- preguntó nuevamente la chica. Maurice la miró fijamente y dijo con suavidad:
- Estuviste a punto de morir ahogada. Una embarcación de turistas te rescató en el río Bistrica pero sufriste un paro cardiorrespiratorio y por poco te perdemos…
- ¿En el río qué…?- logró preguntar con un hilo de voz.
- El río Bistrica- repitió Maurice- significa "agua clara" en serbio…
Ella negó ligeramente con la cabeza, tratando de comprender lo que acababa de escuchar.
- ¿En serbio? Pues… ¿en dónde estoy?- logró decir.
- En Pristina… la capital de Kosovo- respondió calmadamente Maurice- y hoy es trece de mayo del año 2000.
Esta última información le cayó como balde de agua helada. La última fecha que ella recordaba era… ¡un momento! Ni siquiera lo sabía.
- Esto no tiene sentido- murmuró ella. Lejos de despejar sus dudas, las respuestas que le había dado el doctor McLaggen la asustaban. ¿Cómo había ido a parar a un país que apenas y sabía que existía y cómo es que había despertado en un año que ni siquiera recordaba?
- Trata de tranquilizarte- le pidió éste al notarlo.
- No tiene sentido…- repitió la joven para sí misma- no tiene sentido, no tiene sentido…
Hizo un ademán para levantarse de la cama.
- No lo hagas- dijo Maurice- por favor espera.
Ella lo ignoró y decidió levantarse. Todo sucedió tan rápido que el doctor McLaggen no pudo evitarlo. Sabiendo que ya tenía fuerza suficiente en sus brazos, ella se giró para que sus piernas quedaran colgando de la cama y sin cuestionarse si tenía la capacidad para andar, dejó que sus pies descalzos tocaran el frío suelo de la habitación; al instante se desplomó. Sus piernas no lograron sostenerla, en consecuencia cayó al piso no sin antes golpearse la cabeza con la mesita de noche que había junto a su cama.
- ¡Aaaaah!- soltó un grito al sentir un dolor punzante y muy intenso en la parte baja del abdomen, un dolor del que no había sido consciente hasta ese momento. Sentía como si algo se le hubiese desgarrado por dentro.
- ¡Aurora!- exclamó Maurice aproximándose rápido para levantarla del piso- ¿estás bien?
Logró levantarla y al sentarla al borde de la cama pudo ver que lágrimas salían sin control de sus ojos. Además la herida de la cirugía recién realizada estaba sangrando.
- No entiendo nada- dijo entre frenéticos sollozos- necesito salir de aquí.
- Calma…- Maurice la ayudó a recostarse nuevamente en la cama y le pasó un pañuelo desechable para que se secara las lágrimas- todavía estás muy débil; pasaste casi tres meses en coma…
- ¿Por qué tengo ésta herida…?- cuestionó en referencia a la herida en el vientre.
- Tuvimos que hacerte una cirugía- contestó dubitativo el doctor McLaggen- necesito llamar nuevamente a una enfermera…
Maurice se iba a voltear para salir de la habitación pero la chica lo tomó del brazo.
- ¿Volveré a verte?- le preguntó con un aire preocupado al ver que el joven médico se alejaba y la dejaba sola nuevamente. Él volteó y la miró de manera tranquilizadora.
- Claro que sí. Confía en mí.
Pronto entró por la puerta la enfermera Ajkuna Kasemi, que procedió a suministrarle un sedante a través del suero para ponerla a dormir. Una vez que esto sucedió, el doctor McLaggen suturó la herida recién abierta.
N/A: hola bellas! Obviamente para escribir este capítulo y el siguiente tuve que hacer algo de investigación, espero haber plasmado todo de la manera más realista posible. Cuando las personas despiertan de un coma, es raro que regresen a su vida normal de inmediato. Por lo general su proceso de recuperación es muy lento. Entre más tiempo hayan permanecido en coma, más secuelas presentan :(
Pasen a leer el siguiente :)
