8. Identidad desconocida
Nuevamente abrió los ojos. Todo le daba vueltas, no sentía otra cosa que no fuera confusión.
- Querida, despertaste nuevamente- dijo una mujer vestida de enfermera- necesito revisarte...
- ¿Quién es usted?- inquirió la joven con desconfianza antes de que la enfermera le acercara su estetoscopio. Ella sonrió amablemente al notar que la joven hablaba con más claridad que hacía un par de horas. Su voz aún estaba ronca pero era un poco más potente.
- Yo soy la enfermera Ajkuna Kasemi. ¿No me recuerdas? Permíteme tomar tus signos vitales…
La enfermera enderezó el respaldo de la cama para poder hacer su trabajo.
- Me duele la cabeza- se quejó mientras le tomaba la presión.
- Eso es normal, acabas de darte un buen golpe. Te daré un analgésico y te sentirás mejor.
La castaña notó que esa enfermera la trataba con demasiada familiaridad, así que se atrevió a preguntar:
- ¿En dónde estoy?
- En el Hospital General de Pristina- respondió la enfermera cautelosamente- sabes, estuviste a punto de morir… pero afortunadamente ya estás de regreso. Por fin sabremos tu nombre… ¿cómo te llamas?
No encontraba lógico en nada de lo que la enfermera le acababa de decir. Sin embargo creía que sabía la respuesta a su última pregunta:
- Aurora.
Ajkuna Kasemi la miró con recelo, incluso su afable sonrisa se desvaneció un poco.
- … -
- ¿Qué ocurre?- le preguntó la castaña.
- Nada…- balbuceó la mujer- nada… trata de relajarte. El doctor Horowitz no tardará en venir a hacerte unas preguntas.
Y sin decir más, salió apresuradamente de la habitación.
Dos hombres vestidos con bata blanca llegaron a la habitación. Uno era alto y regordete y tendría aproximadamente 50 años de edad. El otro lucía un poco mayor. Entraron acompañados de la enfermera a la que Aurora reconoció como Ajkuna.
- Buenos días, señorita- la saludó el mayor de los dos hombres, aproximándose junto a su cama- ¿me recuerda? Yo soy el doctor Aaron Horowitz y he estado a cargo de su caso desde que llegó. ¿Cómo se siente?
La joven miró a ambos hombres con cautela.
- No sé quién es usted- contestó- estoy mareada y siento una fuerte punzada en el vientre.
- El mareo y el sentirse desorientada es completamente normal- le informó el doctor- y supongo que ya pasó el efecto del analgésico, por eso le duele la herida.
- ¿Cuál herida?- preguntó la joven- ¿de qué habla?
- Ya habrá tiempo para explicarle, señorita- dijo el doctor sacando una pequeña linterna y acercándola a los ojos de la paciente para ver revisar nuevamente si sus pupilas se dilataban con normalidad- ¿sabe cuál es su nombre?
- Dígame qué me hicieron- insistió la chica comenzando a alterarse. El doctor Horowitz intercambió una mirada con su colega.
- Señorita, yo soy el doctor Kodheli- se presentó el hombre regordete hablando con suavidad- cuando usted llegó a este hospital, venía con un embarazo de 5 semanas… ¿estaba consciente de eso?
La joven se quedó perpleja al escuchar esto último.
- ¿Cómo dice…?- balbuceó- ¿estaba embarazada?
- Sí- repitió el doctor Kodheli- aunque es probable que usted todavía no se hubiese enterado, aún estaba en una etapa muy temprana. Después de que usted cayó en coma, los doctores de este hospital se han esforzado por mantenerla a usted y a su bebé a salvo… pero lamentablemente su embarazo tuvo complicaciones y…
Dejó de escuchar lo que el doctor le decía. En su mente resonaban las palabras "embarazada" y "complicaciones". Esto parecía una broma muy cruel.
- ¿Recuerda algo de su accidente?- preguntó el doctor Horowitz.
- ¿De qué accidente me habla?- dijo entre desconsolados sollozos- no entiendo cómo pude terminar aquí…
- ¿Cuál es su nombre?- preguntó el doctor Kodheli.
- No lo sé- alcanzó a decir la joven castaña- supongo que Aurora. Todos me llaman así.
Y se sumió en un profundo llanto. La enfermera Kasemi se acercó y maternalmente la abrazó.
- Tal vez sea mejor dejarla descansar un momento- dijo. El doctor Kodheli estuvo de acuerdo.
Nuevamente el equipo médico involucrado en el caso de la Paciente X estaba reunido en la oficina del jefe Jovanović.
- La chica presenta un cuadro de amnesia- informó el psiquiatra Petro Kodheli a los presentes- parece que es severa, no queda más que dejar que pasen los días y ver cómo va evolucionando.
- ¿Sabía que estaba embarazada?- preguntó la doctora Landowski.
- Parece que no… o si lo sabía, debió olvidarlo por completo a causa de la misma amnesia. Por lo pronto llevaré a cabo unas pruebas para verificar qué tal funciona su memoria a corto plazo. Parece que también está teniendo problemas para retener información nueva.
- Tengo entendido que ya le retiraron la sonda gástrica y que ya ha comenzado a ingerir alimentos blandos. Evalúen si ya está en condiciones de dejar la unidad de cuidados intermedios e instálenla en una habitación normal- ordenó el jefe Jovanović.
- Señor, ¿podríamos hacer eso mañana?- preguntó el doctor McLaggen- el día de hoy tengo varias cirugías programadas y no podría…
- Entonces que lo haga alguien más- dijo tajantemente el doctor Jovanović- ya no quiero que esta jovencita siga ocupando un lugar en la unidad de cuidados intermedios.
Fue hasta el anochecer que Maurice pudo regresar a visitar a la misteriosa paciente. En ese momento una enfermera de mediana edad y cabello negro, la ayudaba con la cena. Al notar su presencia, la joven castaña lo miró fijamente.
- Hola- se animó a decir mientras él entraba a la habitación.
- Oye, tu voz suena cada vez mejor- observó Maurice sonriendo.
- ¿Te conozco?- preguntó ella con recelo. Maurice levantó ambas cejas, sintiéndose un poco decepcionado.
- ¿No me recuerdas? Estuve aquí esta mañana…
La chica negó con la cabeza.
- No.
- No importa- dijo Maurice restándole importancia al tema- sólo quería pasar a saludar.
La enfermera ahí presente carraspeó la garganta.
- Doctor McLaggen, recuerde que el horario de visitas es hasta las siete- dijo en tono mandón.
- Oh, vamos Klaudia… te propongo un trato: ve a tomarte unos minutos de descanso y yo me encargo de darle la cena a la señorita. ¿Qué dices?
La enfermera decidió que era una buena oferta, así que se retiró y Maurice fue a ocupar la silla en la que ella estaba.
Tomó el tazón de gelatina y probó un poco. Al instante hizo una mueca de desagrado.
- Había olvidado lo asquerosa que es… - dijo provocando que la joven paciente sonriera un poco.
- ¿Entonces también eres doctor…?- señaló. Maurice asintió.
- Así es. Me llamo Maurice.
- ¿Y vienes a hacerme un sinfín de cuestionamientos, como todos los demás?- preguntó ella un tanto a la defensiva.
- No, nada de eso- respondió Maurice tratando de tranquilizarla- en verdad solamente quería pasar a saludar, no pretendía incomodarte.
- Lo siento, no quise ser grosera- se disculpó la chica un poco apenada.
- Está bien…
Le dio a comer un poco más de gelatina.
- Entonces… ¿ya nos conocíamos?- preguntó ella rompiendo el breve silencio que se formó.
- Podríamos decir que sí. Yo estaba de guardia el día que llegaste a este lugar, a mí me tocó recibirte. Y hoy por la mañana estuve aquí cuando intentaste levantarte.
- Fue un desastre, ¿verdad?
- No fue tan grave. Irás recuperando la movilidad con un poco de fisioterapia.
- ¿Me das un poco de té?- pidió ella. Maurice le aproximó la taza y la sostuvo para que ella pudiera beber. Él notó que algo inquietaba a la joven, así que se lo preguntó:
- ¿Qué pasa?
Ella lo miró a los ojos y dijo:
- Mi nombre no es Aurora, ¿cierto?
Maurice bajó un poco la mirada.
- No… no lo es. Mira, sucede que cuando te encontraron no traías ninguna identificación contigo, en todo este tiempo no hemos sabido tu nombre. Las enfermeras comenzaron a llamarte Aurora porque les pareciste muy linda y decían que les recordabas a la princesa de "La Bella Durmiente"… ¿conoces la historia?
- No tengo idea de qué me hablas…- admitió ella en un susurro.
- ¿Te molesta que te llamemos así mientras averiguamos cómo te llamas en realidad?
Una profunda tristeza invadió a la joven por no conocer ni su propio nombre.
- No… creo que es lindo. Además, "Aurora" suena mucho mejor que "Paciente X".
Maurice la miró con ternura.
- No te angusties- le dijo tratando de animarla- en casos como el tuyo es común la amnesia. Dale unos días… ya verás que poco a poco te llegarán recuerdos. Comenzarán a venir solos, no te esfuerces de más.
Los ojos cafés de Aurora comenzaron a llenarse de lágrimas una vez más.
- ¿Sabes lo horrible que se siente no tener idea de quién eres? ¿Mirarte al espejo y no ser capaz de reconocer tu propio rostro? Además no sé de dónde vengo, no entiendo cómo es que acabé en un país que no conozco… el doctor Kodheli me dijo que estaba embarazada y mi bebé murió…
No pudo seguir hablando a causa del llanto que la invadió. Lloró amargamente, presa de una gran angustia.
- Descubriremos quién eres, confía en mi…- dijo Maurice haciendo a un lado la bandeja con la cena y colocó suavemente una mano en su brazo, tratando de tranquilizarla- yo te ayudaré.
Aurora intentó secarse las lágrimas y esbozó una triste sonrisa.
- ¿Por qué ayudarías a una extraña?- preguntó.
- Es lo que hacemos los médicos; ayudar a las personas- respondió Maurice- por lo pronto te ayudaré a terminar esa cena antes de que regrese la enfermera Klaudia. Vamos, come un poco más. Necesitas alimentarte bien…
Poco después de que Maurice se fue, Aurora se quedó dormida, sintiéndose agotada tanto física como emocionalmente.
** Iba surcando el cielo nocturno a bordo de una moto voladora. Era un hombre quien conducía el vehículo pero no veía su rostro puesto que ella iba sentada detrás de él… entonces se sintió una fuerte sacudida y la moto comenzó a desplomarse… instantes después se hallaba ella cayendo a toda velocidad en un oscuro vacío, desesperada por no tener su varita mágica con ella.
- ¡Arresto momentum!- alcanzó a gritar con todas sus fuerzas. Después, estaba sumergida en agua helada… no alcanzó a tomar aire, sentía con gran angustia cómo estaba tragando un montón de líquido. Una fuerte corriente la arrastraba… y luego, un golpe en la cabeza… inmediatamente silencio…
Entonces el escenario cambió. Un frío la abrazó quemando sus mejillas y sus labios, árboles gigantescos se erguían a su alrededor y a lo lejos en la oscuridad divisaba una pequeña cabaña de madera con una chimenea por la cual salía escaso humo.
La cabaña le era totalmente conocida, comenzó a buscar a alguien, alguien que la tenía sumamente preocupada.
Una lágrima amenazaba con brotar de sus ojos mientras sentía una presión en el pecho, estaba realmente alarmada y molesta.
- ¿Me buscabas? - preguntó una voz gruesa a su espalda. Se giró rápidamente para encontrárselo ahí... Él se quitó la capucha dejando ver su rostro perfecto y sus expresivos ojos negros que la miraban con precaución.
Esos ojos negros la miraban penetrantes, una vergüenza se apoderó de ella como nunca le había sucedido con él; luego bajó a sus labios, esos labios tan sensuales… él sonrió dejando ver su blanca dentadura, su corazón se aceleró mientras veía cómo él se acercaba a ella lentamente, muy seguro de sí mismo como siempre lo había sido. Con cada paso que él daba su cabello negro flotaba en el aire perdiéndose con la oscuridad del bosque y daba la impresión de que todo fuese en cámara lenta.
-¿Dónde estabas?- preguntó furiosa.
-Tuve que salir a…- comenzó él mirándola fijamente.
Ella se acercó sin ocultar su enojo. Él sabía lo peligroso que era… él no podía salir así, y mucho menos sin decirle.
-¡Eres un irresponsable!- gritó furiosa. Él se mantenía impasible.
- Tuve que…- trató de explicar él sujetando con fuerza el pergamino pero ella estaba demasiado cegada por la furia para escucharlo.
-Te vas sin avisar, yo me levanto y no te encuentro; entonces imagino lo peor- él abrió la boca para defenderse pero ella no le dejó. Él frunció el ceño, mas sus inquietos ojos la miraban fijamente.
- ¡Te puede pasar lo peor! Los mortífagos están escondidos, disfrazados, no puedes darte cuenta cuando te atacan por la retaguardia- exclamó.
- Estás siendo demasiado pesimista- dijo él con voz casi tranquila.
- ¡Eso mismo me dijo él!- por sus mejillas rodaron un par de lágrimas mientras su pecho se hacía un nudo. Sus manos se dirigieron a su rostro mientras comenzaba a sollozar con más intensidad - lo mismo me dijo él… y mira… ahora él está muerto… - su voz se escuchaba demasiado triste y acompañaba aquel sentimiento de dolor que había en su corazón.**
Abrió los ojos y se encontró con la oscuridad de la habitación de hospital donde se hallaba. Ese sueño… ¿Quién era ese hombre con el que estaba furiosa? ¿Y quién había muerto? Trató de recuperar las imágenes que había visto en su mente antes de despertar pero éstas se esfumaban tan rápido como se escapa el agua entre los dedos. Al cabo de unos instantes había olvidado por completo el rostro de la persona con la que había hablado en ese sueño.
- Nuestro amor es más grande que esto…- murmuró antes de volver a quedarse dormida.
N/A: como ya habrán notado, la cabeza de nuestra pobre Herms está hecha un revoltijo. Está recordando algunas cosas pero no sabe si se trata de un recuerdo o si son sueños; no es capaz de discernir entre unos y otros, así que su capacidad para identificar la realidad está un tanto dañada. Quienes leyeron Amores Extraños, tal vez reconozcan la escena de la cabaña y entenderán qué tiene que ver Sirius Black :)
Y bueno, a quienes lo han leído Amores Extraños les diré que ése fue un sueño loco que alguna vez tuvo Herm. (Capítulo 14, El temor de perderlo)
Esto es todo por hoy. El próximo capítulo será desde la perspectiva de Remus.
¡Les mando un abrazo!
