11. Baila conmigo

Al día siguiente era su día de descanso. Se levantó más temprano que de costumbre para hacer los arreglos necesarios para viajar a Londres lo antes posible.

Una vez que su coordinador de Médicos sin Fronteras dio su permiso, se acercó a una agencia de viajes para comprar un boleto de avión para el día siguiente. Se arriesgó a comprarlo aún sin contar todavía con la autorización de Marku Jovanović para ausentarse del hospital por unos días.

Fue a buscarlo por la tarde y para su sorpresa, el jefe le autorizó sin cuestionamientos los días de licencia que solicitó. Aunque a decir verdad, eso no le dio buena espina en absoluto a Maurice. Él sabía que el director no quería mantener a esta joven en el hospital y si ella había permanecido ahí todo este tiempo, era en gran parte gracias a él.

- "¿Y si hace algo para sacarla mientras no estoy?"- se preguntó.

Salió de la oficina del jefe y fue directo a la habitación de Aurora… ¿o debía ya comenzar a llamarla "Hermione"?

Cuando llegó a su habitación descubrió que la chica se hallaba sola. Vestida con la usual bata de hospital, su cabello castaño peinado en una trenza que caía por el lado derecho de su cuello y llegaba casi hasta la altura de su pecho. Estaba sentada en una silla junto a la ventana y miraba a través de ella la ciudad aún iluminada por los rayos del sol de esa tarde. En la mesita de noche había un reproductor de discos compactos que Maurice le había llevado días atrás y al escuchar la canción que sonaba en ese momento, el joven médico reconoció que se trataba de su CD de baladas románticas.

Él más bien era amante del rock y su colección de discos era prácticamente de ese género pero también contaba con uno que otro álbum de distintos tipos de música.

Carraspeó un poco la garganta para hacerse notar. La chica volteó y le sonrió al ver que él traía el usual ramo de claveles que alegraban su habitación.

- Creí que no te vería hoy- dijo. El corazón de Maurice dio un brinco al saber que ella se alegraba de verlo.

- Claro que sí…- titubeó él colocando las flores en la mesita de noche, como era costumbre- vine ayer por la noche pero ya estabas dormida. No quise despertarte.

- ¿Día difícil?- preguntó ella con curiosidad.

- Sí, un poco… pero mejor hablemos de cosas más alegres. ¿Ya escuchaste todos los CD's que te traje? ¿Alguna canción te suena familiar?

Aurora bufó y volteó los ojos un poco molesta.

- Oh, vamos… ya me estoy cansando de que todo el mundo me pregunte todo el tiempo si tal o cual cosa se me hace familiar… hasta ahora tú eres el único que no me hace sentir como una loca cuando hablamos. Por favor dejémoslo así.

- Lo siento, no quise molestarte- se disculpó Maurice.

- No lo hiciste- aclaró ella suavizando su tono- es sólo que… es frustrante. Cada vez que el detective Starova viene me hace un sinfín de preguntas, me presiona demasiado para que intente recordar cosas. Las sesiones con el doctor Kodheli también son horribles. Sí sabes que desde hace varios días me dejó como tarea hacer un diario de todo lo que sueño, ¿verdad?

- Sí, lo sé.

- Yo apunto todo, tal cual él me indicó que lo hiciera. Cada mañana viene y lo revisa, hace anotaciones en su libreta, me mira raro pero nunca me dice sus conclusiones… Maurice, sé que ustedes se reúnen casi a diario con el director para informarle sobre mi avance. ¿Qué les dice el doctor Kodheli sobre mí?

Maurice se movió un poco incómodo en su sitio. Ciertamente sí sabía lo que el psiquiatra reportaba en esas rondas informativas y no le agradaba en lo absoluto el rumbo que estaban tomando sus especulaciones sobre la salud mental de Aurora.

- Sólo nos dice que necesita más días para hacer un pronóstico sobre tu posible mejoría- mintió Maurice. No creía conveniente decirle aquellas especulaciones a Aurora, seguramente la harían sentir peor.

Ella iba a decir algo más pero en eso paró en seco y con un gesto le pidió a Maurice que guardara silencio. Otra canción estaba comenzando a sonar en el reproductor de discos y ella se había quedado congelada en una especie de trance.

/ I've never seen you looking so lovely as you did tonight,

I've never seen you shine so bright…

I've never seen so many men ask you if you wanted to dance

They're looking for a little romance, given half a chance

And I have never seen that dress you're wearing

Or the highlights in your hair that catch your eyes

I have been blind

The lady in red is dancing with me, cheek to cheek… /

- Esta canción…- murmuró la joven castaña colocándose ambas manos sobre la cabeza, su rostro adquiriendo una expresión de profunda concentración.

"¿La conoces?" iba a preguntar Maurice pero se abstuvo de hacerlo al recordar la conversación que justo acababa de tener con la chica. No quería incomodarla de nuevo.

/…There's nobody here, it's just you and me

It's where I want to be

But I hardly know this beauty by my side

I'll never forget the way you look tonight…/

Entonces ella se puso de pie y miró a Maurice.

- Baila conmigo- le pidió. Aunque más que a petición, sonaba a una orden.

- ¿Qué?- preguntó él desconcertado ante tal requerimiento.

- Baila conmigo- repitió Aurora- por favor.

/…I've never seen you looking so gorgeous as you did tonight

I've never seen you shine so bright, you were amazing…/

No podía negarse ante esos ojos castaños, así que Maurice se movió torpemente y la estrechó por la cintura, temeroso de que ella pudiese reaccionar de alguna manera no favorable ante el contacto físico. Sin embargo ella recargó la cabeza en el hombro de él y comenzaron a balancearse al suave ritmo de la melodía.

Maurice estaba un poco tenso, temía que en ese momento alguien entrara y los viera así. No era que no le gustara la cercanía que en ese momento estaba teniendo con la joven, de hecho le gustaba más de lo que quisiese admitir; pero no quería dar más de qué hablar a sus colegas, quienes siempre habían cuestionado mucho el interés que él había mostrado en el caso de "La Paciente X" desde un inicio. Si lo encontraban teniendo esta clase de contacto físico con ella se podría prestar a malas interpretaciones.

- "Hermione Jean Granger…"- el verdadero nombre de la joven resonó una vez más en su mente.

¿Qué pasaría cuando se lo dijera? ¿Sería que al escuchar su nombre volverían a su mente todos los detalles sobre su vida antes del accidente? ¿Recordaría a algún viejo amor y saldría en busca de él?

Al pensar en esto último Maurice experimentó un repentino temor… temor de perder Aurora… y es que ella era simplemente genial.

Entonces dejó de preocuparse por si algún otro doctor llegaba y los veía, y cariñosamente la estrechó al tiempo que seguían bailando.

Lo cierto es que Maurice disfrutaba charlar con ella más de lo que se habría imaginado. En este último par de semanas desde que ella recobró el habla, descubrió que debajo de la amnesia había una chica fantástica, inteligente, dulce, divertida… tenía mucho tiempo que él, Maurice Ferdinand McLaggen, no sentía esa química con una mujer como la sentía con Aurora. Era algo que ni él mismo lograba comprender.

Y adoraba la manera en que ella lo miraba cada que entraba a visitarla… en sus ojos veía una alegría genuina. ¿Cambiaría eso cuando ella supiera cómo se llama en realidad?

Debía decírselo. Ahora que conocía su verdadero nombre, estaba obligado a decirle la verdad.

/…There's nobody here, it's just you and me

It's where I want to be

But I hardly know this beauty by my side

I'll never forget the way you look tonight…/

- "Se lo diré. Pero no ahora"- pensó- "primero necesito saber qué fue lo que averiguó Dave. ¿Por qué me dijo que ella podría estar en peligro? Además debo cerciorarme de que no se trata de la persona equivocada… sería peor decirle ahora que su nombre es Hermione Granger y después descubrir que se trató de un error."

Y con eso calmó su conciencia.

- Maurice, creo que estoy recordando algo…- susurró ella mirándolo a los ojos, aún sin soltarse de él. En sus labios había una tímida sonrisa.

- ¿Qué recuerdas?- preguntó él, aunque en realidad no estaba seguro de querer saberlo.

La mirada de ella se tornó soñadora.

- Un lugar muy lindo a la orilla de un lago… bailaba con alguien. Había cientos de hadas revoloteando por todas partes… y yo me sentía muy feliz.

Hadas. No era la primera vez que Aurora decía algo así frente a Maurice. Sin embargo, cuando eso sucedía él sólo le seguía la corriente. Temía que si la cuestionaba sobre aquello que creía recordar, por más absurdo e ilógico que sonara, ella eventualmente se negaría a hablar con él. y no quería que eso sucediera.

Precisamente por cosas como esa que acababa de decir, el doctor Kodheli estaba señalando su diagnóstico que Aurora estaba sufriendo una especie de delirio paranoide. Hacía unos días Maurice había visto el expediente que el doctor Kodheli estaba armando del caso de Aurora y había anotadas cosas como "hadas", "animago" y "escuela de hechicería".

Él bien sabía que las enfermeras también comenzaban a dudar sobre la salud mental de Aurora… y ella ya se daba cuenta. Era por ese motivo que cada que la visitaba, Maurice trataba de hacerla sentir cómoda. Necesitaba a alguien que creyera en ella.

- Y… ¿sabes con quién bailabas?- preguntó Maurice tímidamente. El rostro de la chica adquirió una expresión pensativa. Realmente estaba esforzándose por buscar en su memoria.

- Creo que sí…- respondió. Vagamente recordaba el rostro de un hombre. Un rostro marcado por algunas cicatrices y unos bellos ojos azules. No recordaba su nombre pero pudo reconocer el sentimiento de felicidad que la inundó cuando estuvo entre sus brazos. Pero de un momento a otro su expresión cambió por completo; pasó de la alegría a una tristeza muy profunda al recordar una escena en la que él estaba tumbado sobre el césped después de haber sido atacado con una maldición imperdonable por el que se suponía que era su mejor amigo. Cerró los ojos y en un triste susurro dijo:- pero él murió. Acabo de recordarlo.

Al decir esto, un par de lágrimas escaparon de sus ojos. El corazón de Maurice se encogió al verla así.

- Cuánto lo siento- le dijo con sinceridad al tiempo que tiernamente le secaba las lágrimas.

La balada terminó y Aurora asintió. Se separó de él y se volteó para mirar a través de la ventana. Necesitaba procesar este nuevo y vago recuerdo que le acababa de llegar sobre el hombre al que alguna vez había amado. ¿Por qué su mejor amigo lo asesinó?

Suspiró y volteó a mirar a Maurice, quien permanecía de pie a unos cuantos pasos de ella, respetando su espacio.

- Gracias por haber bailado conmigo…- le dijo tras unos instantes.

- Lo volveré a hacer cuantas veces quieras- respondió él con suavidad, poniéndose más cerca de ella. Se miraron nuevamente a los ojos… Maurice la tomó de la mano y ella le respondió con una dulce aunque todavía melancólica sonrisa.

Odiaba verla triste. Entonces Maurice supo que deseaba hacer todo lo posible por ayudarla a recuperar la felicidad.

De pronto alguien llamó a la puerta, reventando la burbuja que por unos instantes rodeaba a ambos jóvenes, quienes en automático soltaron sus manos.

- Doctor McLaggen, el horario de visitas es hasta las siete de la noche- dijo la enfermera Klaudia Gorani.

Maurice miró su reloj; aún faltaban unos minutos para la hora límite.

- Klaudia… aún no son las siete.

- Pero la paciente debe cenar.

- Lo hará. A las siete en punto saldré de aquí, ¿de acuerdo?

-…- La enfermera le dirigió una mirada reprobatoria pero salió de ahí, dejándolos solos nuevamente.

- Escucha, Aurora…- dijo Maurice un poco serio. Quizás ésta sería la última vez que la llamaría por este nombre.

- ¿Qué pasa?- preguntó ella preocupada al percibir el cambio en el tono de voz de Maurice. Él tomó aire y continuó hablando:

- Estaré fuera por unos días. Debo viajar a Inglaterra, me voy mañana.

- Oh… ¿está todo bien con tus abuelos? ¿Ocurrió algo?

- Sí, todo bien con ellos… de hecho no iré a Lancaster, sino a Londres. Debo atender unos asuntos allá pero regresaré lo antes posible.

Ahora fue ella quien tomó la mano de él.

- ¿Lo prometes?- preguntó. La repentina noticia de la próxima ausencia de Maurice no le cayó bien; por alguna razón ella se sentía más segura cuando sabía que él estaba cerca.

- Sí, lo prometo…

Entonces Maurice la rodeó con sus brazos y depositó un dulce beso en su frente. No sabía si las cosas entre ellos cambiarían cuando él regresara de Londres y le revelara su verdadero nombre.


N/A: a quienes no han leído AMORES EXTRAÑOS, les explico que esta mezcla de recuerdos que tuvo Hermione acerca del hombre con el que bailó y la muerte de éste, provienen de los capítulos 19 (La dama de rojo) y 28 (El último beso) de ese fanfic. Pero obviamente la amnesia está haciendo de las suyas y distorsionando todo! :(

A quienes ya me siguen desde AE, ¡muchas gracias! El capítulo de la siguiente semana será cortito pero las dejará con las emociones al mil!