20. Entre arrumacos y bebidas calientes
La semana marchaba de maravilla para Aurora ya Maurice. Tal como él había prometido, estaban teniendo días de mucha diversión paseando por toda la ciudad y visitando sus lugares más icónicos como la Abadía de Westminster, Trafalgar Square, la Torre de Londres, Piccadilly Circus, el Big Ben y el London Eye.
También Maurice la había llevado a visitar algunos barrios y parques menos turísticos pero igualmente llenos de encanto. Aurora pudo sentir la magia de la ciudad. Quizás no era la clase de magia en la que ella había pensado en un inicio pero fue lo suficientemente poderosa para que ella enfocara su mirada únicamente en el presente y el futuro, decidida completamente a ya no mortificarse tratando de recordar un pasado que se había ido de su memoria.
Ya era jueves. Ese día lo habían dedicado prácticamente a visitar el Museo Británico, en donde la chica quedó maravillada con las obras de historia de la humanidad que ahí se albergaban. Al salir de ahí Maurice la llevó a comer a uno de sus Pubs favoritos. Si bien no era un lugar lujoso, la comida y la cerveza eran deliciosas.
Durante estos días le había quedado muy claro a Aurora que a pesar de que Maurice era un hombre privilegiado en el aspecto económico, era una persona que amaba las cosas sencillas de la vida.
Aún no anochecía cuando ya iban de regreso a casa y llovía a cántaros. Maurice estacionó el auto justo en la acera de enfrente y se percató de que contrario a lo que él había creído, no llevaban paraguas.
- En ese caso creo que tendremos que correr- dijo Aurora divertida por el descuido del joven- no creo que esta lluvia vaya a parar pronto.
- De acuerdo- admitió él- pero hagámoslo con cuidado. A la cuenta de tres…
Ambos salieron del Mini Cooper y en un par de segundos se encontraron completamente empapados. Aurora no pudo evitar reír al comprender que ya no tenía ningún caso correr hacia la puerta de la casa.
- Hay que darnos prisa- le urgió Maurice tomándola de la mano pero ella no se movió. Maurice volteó a mirarla sin comprender, ella simplemente sonreía divertida por la situación. Alzó el rostro permitiendo que las gotas de lluvia chocaran contra él y tomó la otra mano de Maurice. Dulcemente lo miró a los ojos y acortó la distancia que había entre ambos. Se paró de puntillas y lo besó en los labios.
Maurice no dudó ni un segundo en estrechar a la chica y responder a ese beso que deseaba desde hacía tiempo. Tomó el rostro de la joven entre sus manos y tiernamente continuó besándola. Poco a poco su lengua se abrió paso hacia la boca de ella, quien no tardó en entender cómo funcionaba esto y se dejó guiar por Maurice en un beso tan dulce que parecía de película romántica. Permanecieron abrazados unos instantes… la lluvia ya no les preocupaba en lo absoluto.
Riendo alegremente entraron a la casa y tras cerrar la puerta no resistieron las ganas de continuar con los besos. No importaba que sus ropas escurrieran y empaparan el piso, sólo importaba esa danza en la que sus lenguas se habían enfrascado. Ante ese embriagante estímulo, el cuerpo de Maurice comenzó a reaccionar y Aurora lo notó a través de sus ropas.
Maurice interrumpió el beso y miró un poco cohibido a la chica, imaginando que al notar la erección en su entrepierna, quizás ella no querría continuar… pero contrario a lo que esperaba, ella se mordió el labio y desabrochó el cinturón de Maurice. Luego, con un poco de torpeza le desabotonó los jeans y volvió a besarlo, invitándolo a continuar eso que estaba comenzando entre ellos.
Maurice la tomó de la mano y la guió escaleras arriba hasta su habitación. Al entrar ahí, él se despojó de su calzado y su camisa, dejando al descubierto su torso en buena forma.
Aurora volvió a buscar sus labios y se dejó envolver por un beso más apasionado que los anteriores, durante el cual Maurice comenzó a dirigirla hacia la cama. De un momento a otro la despojó del lindo vestido primaveral que llevaba puesto y la recostó sobre las suaves cobijas sin importar que ambos aún estuvieran empapados por haber permanecido bajo la lluvia. La respiración de la castaña cambió a un ritmo más agitado cuando él comenzó a recorrerla con besos y caricias, maravillado por tenerla en su lecho. ¿Qué más daba si en el pasado ella había estado con algún otro hombre? Lo que realmente importaba era que ahora ella se encontraba ahí, deseosa de entregarse a él.
Terminaron de desprenderse de sus últimas ropas entre jadeos, ansiosos por quitar todo aquello que se interpusiera entre sus pieles.
- Eres bellísima- susurró Maurice admirado ante la fabulosa vista de Aurora recostada sobre las suaves almohadas con la respiración agitada, sus mejillas visiblemente sonrojadas y las rodillas un poco flexionadas. Se recostó junto a ella y regresó a saborear sus labios una vez más al tiempo que acariciaba uno de sus pechos, estrujándolo suavemente, sintiendo su pezón endurecido por el frío y la excitación.
Aurora se estremeció cuando de pronto Maurice pasó a besar su cuello, causándole escalofríos ante la sensación de sus cálidos labios tocando su piel aún húmeda, mientras que ahora su mano se deslizaba suavemente hacia su vientre con la intención de llegar a la parte más íntima de su anatomía. Maurice la rozó suavemente con la punta de sus dedos y por un instante se detuvo para cerciorarse de que Aurora quisiera seguir adelante. Ella se lo confirmó con un suave beso y llevando la mano de Maurice de nueva cuenta a su intimidad, invitándolo a continuar con lo que estaba haciendo.
El cuerpo de Aurora se rindió ante la suave y dulce tortura de Maurice estimulando su punto más sensible, quien poco a poco la fue llevando a un paraíso que no visitaba desde hacía tiempo. Justo en el momento en que una explosión de placer brotó en su bajo vientre y sentía un súbito calor recorrerla por completo, vino a su mente una imagen del hombre con quien alguna vez experimentó algo similar: sus ojos azules, su cabello castaño claro y las cicatrices en su rostro… ese breve flashazo en su memoria fue interrumpido por un dulce beso de Maurice al tiempo que entraba en ella y sin saberlo, alejaba a aquél hombre de sus pensamientos.
Aurora se dejó llevar por el frenesí de sensaciones que Maurice le estaba provocando, una y otra vez hasta que juntos llegaron al límite de la locura y experimentaron un maravilloso orgasmo que por un instante los hizo tocar el cielo.
- Eso fue fantástico- dijo Maurice al cabo de unos segundos aún con la respiración entrecortada mientras se dejaba caer a un lado de ella. Y abrazándola, añadió:- tú eres fantástica.
Permanecieron un rato abrazados en la cama aún embelesados por esa sensación de gozo y satisfacción que los envolvió tras este inesperado y a la vez deseado encuentro. Pero al sentir los pies helados de Aurora tratando de encontrar calor entre las sábanas aún mojadas, Maurice no pudo evitar ponerse en su papel de doctor y dijo:
- Será mejor que tomemos una ducha y nos pongamos el pijama o pescaremos un resfriado.
- Sí doctor, lo que usted ordene- respondió Aurora con una risita burlona.
Después de la ducha Maurice preparó té para ambos. Pasaron el resto de la tarde en el sofá de la sala viendo películas entre bebidas calientes y tiernos arrumacos.
Aquí la actualización prometida :) Mil gracias por su apoyo y paciencia.
El próximo capítulo se titulará: Asquerosa Sangre Sucia. Ya verán por qué.
Nos leemos pronto!
