25. Intrusos

Pasaban de las once treinta de la mañana cuando Sirius comenzó a descender la moto voladora a las afueras de la ciudad de Lancaster. Entre él y su sobrina Nymphadora convencieron a Remus de que debía ir y de una vez por todas averiguar la verdad sobre la chica que habían visto en la revista muggle.

- De acuerdo, tienes razón. Nosotros tampoco entendemos por qué no nos ha buscado en todo este tiempo- le había dicho Tonks- pero seguramente hay una muy buena razón detrás de eso. Además, ¿no te parece demasiado raro que justo cuando acabamos de ver estas fotos, Harry recibe una carta de la señora Granger? Entiendo que te sientes decepcionado… de verdad yo tampoco puedo creer que Hermione sea capaz de hacernos creer que está muerta pero debes ir y averiguar qué sucedió. Además hay algo que tienes que saber…

Remus salió de sus pensamientos cuando Sirius aterrizó sobre un camino de terracería. Pronto se incorporaron a la autopista de entrada a la ciudad y tuvieron que detenerse en la primera estación de gasolina que encontraron. Mientras el animago cargaba combustible, Remus preguntó al dependiente por la capilla Saint Andrew.

No fue muy difícil hallarla, llegaron en tan sólo quince minutos. Desde lo lejos pudieron observar que ya había algo de gente reunida en la explanada, afuera de la entrada principal del templo. Y sobre la calle circulaban lentamente algunos autos, de los cuales iban descendiendo los invitados a la ceremonia que estaba próxima a realizarse.

Remus tenía emociones encontradas, ni siquiera sabía qué preferiría que pasara a continuación; ¿descubrir que Hermione había fingido su muerte y ahora se hacía pasar por otra persona? ¿O que todo esto fuera una simple confusión y que la chica de la revista fuera solo alguien que por mera casualidad se parecía demasiado a Hermione? Esto borraría cualquier rastro de duda acerca del fallecimiento de Hermione en ese accidente aéreo.

- "¿Por qué engañarme de esa manera?"- se preguntó- "¿para qué fingir su muerte? ¿Y si conoció a ese muggle en alguno de los viajes que hizo? ¿Estuvo realmente buscando a sus padres o todo este tiempo me estuvo engañando con él?"

Montones de preguntas de este tipo estaban nublando la mente de Remus. No tenía idea de cómo reaccionaría si la viera de frente. ¿Con ira o con alegría?

Estaban a unos cuantos metros de la entrada principal. En realidad no tenían ningún plan definido acerca de lo que harían una vez que hubiesen llegado al encuentro de Hermione o del chico McLaggen.


Finalmente llegó el momento de salir de la habitación. Con ayuda de Rosemary y la tía Helen, Aurora bajó la gran escalinata hasta el vestíbulo. Ahí se hallaba esperándola el chofer del carruaje que la llevaría a la iglesia.

- ¿Lista, señorita?- le preguntó el hombre extendiéndole la mano para que Aurora la tomara. Ella respiró hondo.

- Lista.

Antes de tomar la mano del hombre volteó a mirar a Rosemary y la tía Helen en forma de agradecimiento. Ellas respondieron con una sonrisa alentadora.

El hombre la guió por el vestíbulo hasta el carruaje que aguardaba afuera de la puerta principal de la mansión; estaba adornado con flores y de él tirarían dos hermosos caballos. Realmente era de ensueño.

Con ayuda del chofer entró al carruaje y se sorprendió inmensamente al ver que alguien aguardaba ahí adentro.

- No creíste que nadie te entregaría en el altar, ¿o sí?- dijo Sir Ferdinand a manera de saludo.

El carruaje se puso en marcha. Aurora aún se sentía un poco abrumada ante la hospitalidad con la que era tratada a pesar de ser una perfecta desconocida para los McLaggen. No pudo evitar cuestionar al respecto.

- ¿Por qué son tan buenos conmigo, Sir Ferdinand? Ustedes apenas me conocen…


Maurice y su amigo Dave Spencer, quien sería su padrino, ya se encontraban afuera de la capilla Saint Andrew saludando a algunos de los invitados que estaban llegando. Según el itinerario, ellos debían estar ahí quince minutos antes que la novia.

Eran pocos invitados, prácticamente todos por parte de sus abuelos; gente muy adinerada y algunos políticos. Todos estaban sorprendidos por la repentina boda del nieto de Sir Ferdinand McLaggen con una desconocida. Secretamente algunos de ellos habían soñado con llegar a un acuerdo ya fuera con él o con Lord Edward McLaggen para casar a alguna de sus nietas con el joven heredero de la fortuna de la familia.

De pronto el ruido de una motocicleta aproximándose llamó la atención de los presentes. Maurice dejó a medias la charla que estaba sosteniendo con uno de los amigos de su abuelo para voltear a mirar a unos cuantos metros de ahí. No daba crédito a lo que sus ojos veían. Reconocía perfectamente a los dos hombres que acababan de bajar del vehículo y con paso decidido caminaban hacia él. Lo que no comprendía era qué tenía que ver el extraño al que accidentalmente empujó en el aeropuerto con Sirius Black.

- ¿Qué demonios pasa?- preguntó a unos pasos de ahí Dave, al reconocer también a Black.

- Dave, llama a la policía- le ordenó Maurice tratando de ser discreto- diles que tenemos a un hombre armado. Y trata de mantener lejos a los invitados- y acto seguido salió al encuentro de ambos hombres antes de que se acercaran más a donde estaba el resto de los invitados. Esto no le daba buena espina en lo absoluto.

- ¿En dónde está Hermione?- preguntó sin rodeos el hombre de cabello castaño claro y cicatrices en el rostro. Maurice se quedó helado.

- No permitiré que te acerques a Aurora- sentenció tratando de mantener la firmeza de su voz. Dirigiéndose a Sirius Black añadió:- lárguense de aquí o llamaré a la Interpol. Quizás hayas comprado a algún mando de la policía del Reino Unido y por eso dejaron de perseguirte pero te aseguro que la Interpol no tendría piedad de ti.

- ¿De qué demonios hablas?- inquirió Sirius.

- Sé todo sobre ti; Aurora no necesita a un tipo como tú en su vida- aseveró Maurice- vi tu expediente criminal y sé que la policía dejó de perseguirte sin explicación alguna. ¿Por qué? ¿Quién te protege? ¿Algún político corrupto?

- ¡La policía dejó de perseguirme porque soy inocente, tonto muggle!- exclamó Sirius comprendiendo el posible origen de este mal entendido.

- Si lo que temes es que Aurora te delate por tus delitos, quédate tranquilo; ella ni siquiera te recuerda. No recuerda nada de su vida antes del accidente- continuó hablando Maurice sin hacer caso a lo que Black acababa de decir- ella ahora es feliz, así que lárgate de aquí. Déjanos en paz y a cambio te garantizo que…

- ¿A qué te refieres con que no recuerda nada?- interrumpió Remus comenzando a perder la paciencia- ¡Dime qué les sucedió a ella y a mi hijo!

Hacía unas cuantas horas que se había enterado del embarazo de Hermione; Tonks se lo confesó para convencerlo de ir a buscarla.

- ¿Tu hijo…?- titubeó Maurice posando desconcertado su mirada en Remus.

- Así es- respondió él desafiante- Hermione y yo estamos juntos desde hace un par de años. En cuanto ella supo del embarazo fue a buscarme a Grecia con la intención de decírmelo. Llevo todo este tiempo creyendo que está muerta y sintiéndome la persona más miserable por ello, así que más vale que me digas la verdad ahora mismo.

-…- las palabras de Remus sacaron de balance a Maurice. Esto no encajaba para nada con la historia que durante todo este tiempo se había contado en su cabeza acerca del pasado de Aurora. Aquél escenario en el que ella tuvo una vida conflictiva rodeada de peligrosos delincuentes le había dado a Maurice la oportunidad perfecta para presentarse ante ella como su salvador. Y ahora con la presencia de Remus Lupin su rol de héroe se veía amenazado.

- Habla ya, McLaggen- le urgió Sirius Black- ¿cómo fue que Hermione sobrevivió al accidente? ¿Qué pasó con el hijo que esperaba?

- Eso es algo que no necesitas saber- respondió Maurice retador. Entonces Sirius sacó su varita mágica. Maurice retrocedió un par de pasos. En un principio creyó que Black sacaría una pistola pero al ver peculiar objeto que empuñaba en la mano, soltó una risita mitad burlona, mitad nerviosa.

- ¿Qué se supone que es eso?- inquirió.

- ¿Qué haces?- dijo le Remus a su amigo con evidente preocupación.

- ¿Quieres que el muggle confiese o no?- alegó Sirius. Remus guardó silencio. Sí, deseaba saber la verdad de una vez por todas; sabía que lo que Sirius estaba a punto de hacer no era correcto pero no había tiempo que perder. Entonces el animago se aproximó a Maurice empuñando la varita y dijo:- te ordeno que me digas la verdad acerca de lo sucedido con Hermione y con su hijo.

Al tiempo que hablaba hizo un movimiento de varita que Remus reconoció como la Maldición Imperius. Maurice de inmediato comenzó a experimentar una extraña sensación en su cuerpo y en su mente, como si algo de pronto se hubiera apoderado de su propia voluntad. Trató de resistirse pero fue inútil, esa fuerza extraña lo obligó a hablar:

- La rescataron de morir ahogada en un río en Kosovo- dijo atropelladamente. Era evidente que seguía luchando por recuperar el control sobre sí mismo- No tengo idea de cómo pudo llegar ahí si se supone que iba en un avión que se estrelló en Albania.

-…- Lupin y Black se miraron entre sí tratando de comprender cómo la chica reapareció tan lejos del lugar del accidente. Tenían la certeza de que el muggle no mentía.

- El caso es que fue trasladada al hospital donde yo trabajaba, su estado era crítico; traía un traumatismo en la cabeza y un estado de hipotermia muy avanzado. Antes de que llegara con nosotros le tuvieron que hacer resucitación cardio-pulmonar porque no respiraba cuando la sacaron del agua. Estando en el quirófano volvió a tener un colapso y nuevamente tuvimos que hacer las maniobras para recuperarla. Después fue trasladada a terapia intensiva porque aunque tenía signos vitales no estaba consciente.

"En cuestión de horas entró en estado de coma y estuvo así por semanas, con su cuerpo manteniendo las funciones vitales al mínimo posible. Todo el tiempo estuvimos monitoreando el desarrollo del embarazo pero éste no logró llegar a término. El niño murió espontáneamente a las 20 semanas."

- ¿Era niño?- interrumpió Remus casi sin aliento. Maurice asintió.

- Sí. Era niño.

Esta afirmación provocó que los ojos azules del licántropo se humedecieron un poco. La noticia también sacudió a Sirius, quien bajó su varita mágica liberando a Maurice de la maldición.

Maurice, aunque estaba visiblemente confundido siguió hablando:

- Ella despertó del coma al día siguiente de que eso sucedió y como ya dije, regresó con un cuadro muy severo de amnesia. No recordó nada sobre haber estado embarazada ni sobre el padre de ese niño. Yo he estado pendiente de ella en todo momento, desde que la trasladaron al hospital hasta ahora- y consciente de que ya nada ni nadie ejercía control sobre él, añadió:- En este tiempo nos hemos enamorado y ella es muy feliz. No le interesa saber nada de su vida anterior, así que por su bien, deberían dejar las cosas como están.

El joven muggle estaba seguro de que Aurora era la mujer de su vida y no estaba dispuesto a renunciar a ella.

- Si Hermione es tan feliz como dices, que sea ella misma quien me lo dijo a la cara- demandó Remus.

- De ninguna manera- se negó Maurice. No estaba dispuesto que a tan sólo unos cuantos minutos de su boda este par de extraños viniesen a robarle la felicidad- largo de aquí. La policía viene en camino, es en serio.

Maurice seguía aferrándose a esa historia que había elegido creer en un inicio, aquella donde esa chica de nombre Hermione no tenía a nadie en el mundo y en la que Sirius Black y cualquier persona relacionada con él representaba un peligro para ella. Se negaba a creer que las cosas fueran de otra manera porque aceptarlo significaría que Aurora tal vez querría retomar su vida antes de él.

Miró a su alrededor y vio que tanto Dave como la organizadora de bodas trataban de hacer que los invitados ingresaran a la capilla, incluyendo a su abuela y a la tía Helen.

Entonces Remus alcanzó a captar un ruido peculiar que aparentemente iba acercándose. Maurice hablaba en serio.

- La policía está a punto de llegar.

Sirius volteó a mirarlo y dijo:

- Yo me encargo. Tú vete e intenta interceptar a Hermione- acto seguido le arrojó la llave de la moto voladora.