29. Nuestro amor es más grande que esto
Remus no cabía en sí de felicidad, ¡Hermione había aceptado irse con él! De su mente habían desaparecido todos los reproches que hacía un par de horas todavía tenía por creer que ella pudiese haber sido capaz de fingir su muerte y engañarlo, incluso se sintió culpable por haber dudado de ella aunque fuese por un momento.
Llevaba ya algunos minutos sobrevolando la campiña inglesa sin rumbo fijo. Al emprender la huida no tenía muy claro hacia dónde dirigirse, lo único que le importaba en ese momento era rescatar a Hermione de seguir viviendo en la mentira creada por Maurice McLaggen.
A la vez que él también recordaba aquél episodio cuando huyeron de Hogwarts la noche de San Valentín un par de años atrás, pensaba en todo el lío que debió haber causado con los muggles en Lancaster, especialmente los policías que lo vieron elevar la moto voladora pero confiaba en que Sirius podría arreglar ese caos. La sensación de sentir a Hermione pegada a su espalda, sujetándose a él hacía que eso en realidad le importara muy poco.
Y de la nada, ella rompió el silencio:
- Remus, espera. Por favor detente… - le pidió con un poco de ansiedad. Desconcertado por la repentina petición de Hermione, comenzó a descender la moto hacia una vereda en medio del campo y se detuvo a la sombra de un gran árbol.
Después del torrente de recuerdos que acababa de golpear su mente tras su singular huida, había quedado con un sinfín de preguntas que hacerle a Remus; tenían muchas cosas que hablar y aclarar. ¿Cómo la había encontrado? ¿Por qué no la había buscado antes?
- Ayúdame a bajar- dijo Hermione. Temeroso de que ella hubiese cambiado de opinión respecto a huir con él, la ayudó. Entonces todas las incógnitas carecieron de importancia para la castaña. En ese momento, más que respuestas, ella lo necesitaba a él.
Sin más preámbulos lo besó e instintivamente Remus la estrechó con fuerza, respondiendo con gran intensidad a ese beso, sintiendo que una parte de su alma regresaba a él con este ansiado reencuentro de sus labios. Una inmensa felicidad explotó en su pecho al tener nuevamente a su amada en brazos y poder saborear la dulzura de sus besos, besos que hacía apenas unas horas creía que jamás volvería a probar.
Hermione se sostuvo de Remus porque sentía que sus rodillas se iban a doblar de tanta emoción y en respuesta él la sujetó con firmeza, tal como siempre lo hacía.
Pasados unos instantes se separaron un poco para tomar un respiro. Hermione encontró sus ojos con los de él, perdiéndose en esa mirada celeste que tanto amaba; sabía que al perderse en ella, se encontraría a sí misma.
Comenzó a acariciarle el rostro con las yemas de los dedos, recorriendo cada detalle, incluyendo sus cicatrices, reconociéndolo y haciéndolo suyo nuevamente. Un par de lágrimas de felicidad escaparon de sus ojos castaños, era demasiada la emoción de poder contemplar y tocar nuevamente al hombre de su vida. Pero esta vorágine de felicidad se vio interrumpida repentinamente por una gran vergüenza. ¿Cómo había sido posible que el gran amor que sentía por este hombre hubiese quedado enterrado en las profundidades de su memoria? ¿Cómo pudo haber creído en verdad que él había muerto? ¿En qué estaba pensando cuando decidió que no valía la pena luchar por recuperar su pasado y se dispuso a comenzar una nueva vida con Maurice?
- Remus, lo siento tanto…- dijo ella en un susurro. Él colocó suavemente su dedo pulgar sobre los labios de la chica.
- Shhh… nada fue tu culpa, mi niña…- respondió con dulzura y la volvió a besar, entrelazando sus lenguas una vez más, llenándose nuevamente de su sabor y degustándolo con gran gozo después de tanto tiempo de estar separados.
La mente de Hermione trabajaba a toda velocidad, siendo nuevamente bombardeada por algunos de los recuerdos que durante los meses pasados habían estado ausentes. Aún tenía muchas preguntas por hacer y un sinfín de recuerdos que recuperar pero por lo pronto debía decirle algo importante a Remus.
- Hay algo que debes saber- le dijo sin soltarse de él, separándose apenas lo suficiente para poder hablar y mirarlo a los ojos. Sintiendo un nudo en el estómago, continuó:- yo estaba esperando un hijo tuyo.
Por un momento temió que él no reaccionara bien. Pero para su sorpresa, él asintió tranquilamente y depositó un dulce beso en su frente.
- Lo sé…- le respondió con suavidad, sin dejar de sostenerla por la cintura- Tonks me lo dijo esta mañana.
Hermione se sintió un poco más tranquila ante la serena respuesta de Remus. Entonces se atrevió a confesar:
- Pero ya no sé qué sucedió después…- su voz se cortó ante el llanto que amenazaba con invadirla- sólo recuerdo que logré desaparecerme del avión justo antes de que se estrellara. No sé exactamente cómo transcurrieron los siguientes días después de que desperté del coma… ¿cómo pude haberlo olvidado? ¿Cómo pude olvidarte a ti? En verdad lo siento tanto, Remus…
Remus la estrechó amorosamente y le susurró de nueva cuenta:
- No es tu culpa, Hermione… estuviste a punto de morir en más de una ocasión y yo doy gracias al cielo por el milagro de tenerte de regreso en mis brazos. Nada más importa ahora.
- No sé qué sucedió con nuestro bebé…- repitió ella con un nudo en la garganta.
Remus suspiró y contestó:
- Yo sí sé. Obligué a McLaggen a decírmelo poco antes de que llegaras a la iglesia.
- ¿Cómo? ¿Maurice lo sabía y no me lo mencionó?- preguntó Hermione completamente sorprendida y sintiéndose decepcionada de Maurice por no haberle comunicado algo tan importante. De haber sabido eso desde un inicio, todo habría sido diferente; ella habría luchado con todas sus fuerzas para encontrar su camino de regreso a donde realmente pertenece.
- Me dijo que nuestro hijo falleció espontáneamente unas horas antes de que tú despertaras del coma- explicó Remus con suavidad.
-…- Hermione no pudo contener más las lágrimas. Los ojos de Remus también se humedecieron y nuevamente se abrazaron, buscando consolarse mutuamente.
- Todo estará bien, te lo prometo…- susurró él- tú estás viva y otra vez estamos juntos. Nuestro amor es más grande que esto, ¿recuerdas?
- Nuestro amor es más grande que esto… ¡claro que sí!- repitió Hermione al recordar esa frase que se había vuelto una especie de lema para ellos dos- nuestro amor es más grande que esto…
Dulcemente Remus le secó las lágrimas del rostro y depositó un tierno beso en sus labios.
- Te amo tanto, princesa… estos meses sin ti han sido horribles- confesó- me sentí morir cuando me dieron la noticia del accidente.
- Debí escuchar a Tonks y viajar por un medio más seguro… pero no podía esperar tantos días para decirte que tendríamos un hijo, por eso me pareció más fácil viajar por transporte muggle- se disculpó Hermione.
- Eso ya no importa, mi amor. Tenemos mucho de qué hablar, ¿te parece si vamos a otro sitio?- propuso Remus- sé de un lugar, no está muy lejos de aquí.
- Sí, llévame a donde sea. Quiero estar contigo nuevamente- dijo ella.
Remus la ayudó a subir nuevamente a la moto. Antes de arrancar, sacó su varita mágica y conjuró un patronus. Era tanta la felicidad que emanaba de él en ese momento que su lobo salió con un brillo intenso. Debía avisar en Grimmauld Place que Hermione se encontraba ya con él y que llegarían más tarde de lo planeado.
/ Destapa el champagne, apaga la luces
Dejemos las velas encendidas
Y afuera las heridas…/
Sin necesidad de usar su varita mágica, Remus conjuró unas flamas que encendieron la chimenea de la cabaña a la que habían llegado. Estaba ubicada en un pequeño pueblo muggle a la orilla del mar, relativamente cerca de Lancaster. Era un sitio acogedor.
Hermione se sentó a la orilla de la amplia cama, cansada de los zapatos de tacón alto que llevaba puestos.
- ¿Me ayudas a quitármelos?- le pidió a Remus, levantando un poco la pierna para que él pudiese desabrochar la tira que rodeaba el tobillo de la chica.
/ Ya no pienses más en nuestro pasado
Hagamos que choquen nuestras copas
Por habernos encontrado…/
Sus miradas se encontraron mientras él la despojaba de sus zapatos. Aunque él no había sido el motivo principal por el cual Hermione se había vestido de novia ese día, Remus la encontraba más bella que nunca y se sintió el hombre más afortunado porque al final de cuentas ella ahora se encontraba ahí con él, Remus John Lupin, y no con el chico McLaggen. No quiso esperar ni un segundo más para consumar su reencuentro con ella.
Se sentó a su lado y comenzó a besarla tiernamente, pasando de sus labios a sus mejillas y de ahí a su hermoso cuello. Pudo sentir cómo Hermione se estremeció al contacto de los suaves besos que él iba depositando ahí.
/ Y porque puedo mirar el cielo,
Besar tu manos, sentir tu cuerpo
Decir tu nombre
Y las caricias serán la brisa
Que aviva el fuego de nuestro amor
... de nuestro amor/
Ella se quitó la tiara que adornaba su cabeza y se deshizo el peinado, dejando que su largo cabello cayera libremente sobre su espalda. Remus la hizo colocarse de pie frente a él y la contempló una vez más, mirándola con completa devoción.
- Eres preciosa- le dijo sintiéndose tan emocionado como un adolescente en su primera cita. Ella le sonrió con dulzura y acarició amorosamente las cicatrices de su rostro. Nuevamente buscó el contacto de sus labios con los de Remus y él la estrechó por la cintura. Mientras se besaban, él buscaba el cierre del vestido de Hermione. Una vez que lo encontró, comenzó bajarlo con la misma delicadeza con que se desenvuelve un regalo sumamente valioso. Y es que ella representaba eso para él; el regalo más hermoso que la vida le había dado.
Al percibir que el cierre ya no era ningún impedimento, fue la misma Hermione quien lentamente se despojó del vestido, dejando a la vista de Remus su cuerpo adornado con una bella lencería blanca de encaje y un liguero.
/ Puedo ser luz de noche, ser luz de día
Frenar el mundo por un segundo
Y las caricias serán la brisa
Que aviva el fuego de nuestro amor
... de nuestro amor/
Él no pudo evitar sentirse impresionado ante la vista que tenía frente a sus ojos. Se despojó de su playera blanca y atrajo a Hermione hacia él, haciendo que quedara sentada a horcajadas en su regazo.
Ahora fue ella quien se dedicó a depositar suaves y provocadores besos en su cuello, a la vez que acariciaba su espalda y sus pectorales marcados con algunas cicatrices, consecuencia de las noches de luna llena de su juventud.
/El tiempo dejó su huella imborrable
Y aunque nuestras vidas son distintas
Esta noche todo vale…/
Remus respondió despojándola de su sostén y besando delicadamente uno de sus senos, pasando la lengua por su pezón. Ella en respuesta entrelazaba los dedos en el cabello castaño de él e instintivamente movía la cadera de arriba a abajo, frotando su intimidad en la entrepierna de él.
Los jeans de Remus estorbaban para un contacto más íntimo, así que ágilmente recostó a Hermione en la cama para poder liberarse de las prendas inferiores. Ella, apoyada boca arriba sobre sus brazos, no pudo evitar clavar la mirada en el miembro del licántropo, lleno de deseo y excitación.
Él regresó con ella, colocándose encima. Una vez más hizo una parada en sus labios y repitió el recorrido hacia su cuello, esta vez aumentando la intensidad de los besos que iba depositando en su piel, con la respiración entrecortada y un creciente deseo y adoración hacia ella. Regresó a esos hermosos senos, los besó y acarició con mayor pasión, reclamando ese territorio que desde hacía tiempo no hacía suyo.
- Remus…- masculló ella estremeciéndose de placer. Ese gemido lo incitó a ir por más, bajando lenta y tortuosamente por su abdomen, hasta el borde de sus bragas. Y justo ahí la vio; esa pequeña cicatriz horizontal que había quedado como evidencia del niño que no había logrado nacer con vida. Remus depositó dulces besos en ella, lamentando la tragedia pero a la vez agradeciendo que Hermione estuviese con vida.
/ Tu piel y mi piel
Ves que se reconocen
Es la memoria que hay
En nuestros corazones…/
Su cuerpo le pedía a gritos hacerse uno con ella y visitar ese paraíso que solamente les pertenecía a ellos dos, así que con un poco de desesperación terminó de desnudarla. Hermione lo miró y entreabrió las piernas en una clara invitación a que entrara en ella. Estaba lista para recibir a su hombre.
Lentamente Remus se hundió en ella, soltando un gemido de inmenso placer al sentir cómo sus cuerpos y sus almas se volvían un solo ser en esa entrega profunda de amor.
/ Porque puedo mirar el cielo,
Besar tu manos, sentir tu cuerpo
Decir tu nombre
Y las caricias serán la brisa
Que aviva el fuego de nuestro amor
... de nuestro amor/
Se tomaron su tiempo para adorarse, entre besos, jadeos, caricias y gemidos no paraban de decirse lo mucho que se necesitaban, lo mucho que se habían extrañado.
Se amaron sin prisa y con gran fervor, ansiosos por complacerse de todas las maneras posibles hasta que finalmente llegaron al cielo y juntos tocaron las estrellas.
/ Porque puedo mirar el cielo,
Besar tu manos, sentir tu cuerpo
Decir tu nombre
Y las caricias serán la brisa
Que aviva el fuego de nuestro amor
... de nuestro amor/
Por unos instantes Remus olvidó hasta su propio nombre y permitió que esa sensación éxtasis llenara su ser. Permaneció unido a un momento más a Hermione, quien amorosamente lo dejó descansar sobre su pecho mientras sus respiraciones se normalizaban y sus espíritus viajaban de regreso a sus cuerpos.
Se tumbó a un lado de ella e inmediatamente la atrajo hacia sí, tal como adoraba abrazarla después de hacer el amor.
- Mi hombre…- dijo Hermione en un suspiro, acariciándole el rostro- mi amor…
/ Puedo ser luz de noche, ser luz de día
Frenar el mundo por un segundo
Y que me digas cuanto querías
Que esto pasara una vez más
Y otra vez más…/
