30. Sin trucos de magia

- ¿Cómo fue que me encontraste?- preguntó Hermione adormiladamente después de unos instantes de permanecer abrazados en silencio; él acariciándole la espalda, ella recargada en su pecho, escuchando los latidos de su corazón regresar poco a poco a la normalidad. Alzó la mirada hacia el rostro del licántropo y sonrió divertida al verlo con los ojos cerrados y una boba sonrisita en los labios. Estaba completamente relajado, su mente concentrada en el presente, en la dicha de estar con Hermione en la cama.

- Tonks te vio en una revista muggle esta mañana- respondió Remus y acto seguido preguntó con genuina curiosidad:- ¿Aurora Wayne? ¿De dónde salió ese nombre?

Ahora sí, después del desborde de pasión que tuvieron, ambos morían por saber lo que había sucedido en la vida del otro en los últimos meses. Se sentaron en la cama y semi cubiertos con las sábanas comenzaron a charlar. Hermione estaba a mitad de su relato acerca de cómo fue que había adoptado el nombre de "Aurora" cuando de pronto en la habitación apareció un halo de luz plateado que tomó la forma de un ciervo.

- Es el patronus de Harry- dijo Hermione casi sin aliento, sorprendida y feliz por haberlo reconocido.

- La señora Granger se encuentra con nosotros- la voz de Harry retumbó en el lugar. Escuchar la voz de su amigo después de tanto tiempo, sumado a la noticia que acababa de recibir conmovió tanto a la castaña que casi rompe nuevamente en llanto- y ya sabemos dónde se encuentra el señor Granger. Mione, deja que nosotros nos encarguemos de traerlo a casa. Nos vemos pronto.

- Ahora lo recuerdo- dijo ella con la voz entrecortada- vi a mi madre en una librería hace unos cuantos días pero no sabía que era ella. Quiero decir… tuve una extraña sensación al verla y hablar con ella, fue un sentimiento de alegría que ni yo podía explicar pero creí que serían ideas mías…

Bajó la mirada con un poco de tristeza, reprochándose a sí misma el no haber creído en su intuición durante los últimos meses y haber permitido que los demás a su alrededor, incluyendo Maurice, la convencieran de que su imaginación le jugaba malas pasadas cuando en realidad sí estaba comenzando a recordar cosas. Remus la tomó de la barbilla y le sonrió.

- Creo que en el fondo sí se reconocieron; ella de alguna manera se las ingenió para contactar a Harry. Esta mañana llegó su carta a Grimmauld Place pero no quería decirte nada hasta estar completamente seguro de que sí se trataba de tu madre.

- ¿Dónde estuvo todo este tiempo? Pasé los últimos dos años recorriendo la mitad del mundo buscándola a ella y a mi padre… ¿y por qué ella sí pudo reconocerme y yo a ella no?

No pudo evitar derramar un par de lágrimas de nueva cuenta, estaba siendo bombardeada por demasiadas emociones muy intensas. Remus sonrió con dulzura y la reconfortó con un abrazo.

- Recuerda que moriste por un instante. Supongo que eso causó una pequeña fractura en el encantamiento que usaste sobre ella para modificar su memoria. Quizás por eso brevemente se acordó de ti y eso habrá sido más que suficiente para que ella tratara de buscarte. Ya escuchaste a Harry; traerá a tu padre desde donde quiera que esté y pronto podrás verlos nuevamente.


Todo indicaba que finalmente las cosas se estaban acomodando a favor de Remus y Hermione; las razones que los habían mantenido separados desde que dejaron Hogwarts ya no existían. Los señores Granger habían sido localizados y Remus por fin estaba libre de su compromiso con la investigación y los primeros experimentos del elixir para curar la licantropía.

A sabiendas de que ya no había motivo para no estar juntos, decidieron que no había prisa por regresar a Londres; deseaban recuperar aunque fuese un poco del tiempo perdido.

Esa pequeña población muggle a la orilla del mar fue testigo de sus románticos paseos tomados de la mano y de sus largas charlas. Remus, con infinita paciencia y amor respondía a todas y cada una de las preguntas que Hermione le hacía acerca todo y de todos, incluso de ella misma. Por fin estaba con alguien que la ayudaba a llenar los huecos de su pasado que aún le quedaban en la memoria en lugar de hacerla sentir como una loca.

En medio de uno de sus tantos derroches de pasión, Remus le propuso matrimonio y ella aceptó sin dudarlo. No quería volver a separarse de él jamás.

Remus conocía una pequeña comunidad de hechiceros celtas oculta en las profundidades de un bosque encantado en Gales. Se trasladaron allá y un par de noches después, a la luz de la luna, sellaron su amor en una hermosa ceremonia realizada por la sacerdotisa de la comunidad.

Se estaban disfrutando el uno al otro como nunca antes habían podido hacerlo, ni siquiera en los primeros días de su romance porque en ese entonces aún eran profesor y alumna, lo que los obligaba a verse a escondidas.

Después de haberse dado el "sí" para siempre, les tomó un algunos días más regresar a La Madriguera, en donde todos esperaban ansiosamente la llegada de los recién casados.

Arribaron al mediodía del sábado, llevándose la grata sorpresa de que Sirius y los Weasley habían preparado un pequeño festín; sobraban los motivos para celebrar. El reencuentro de Hermione con toda la gente que la quería y que en su momento había llorado al creerla muerta fue muy emotivo. Ella estaba rebosante de felicidad por poder abrazar nuevamente a todos y cada uno de ellos y por ir recuperando cada vez más recuerdos de su verdadero pasado.

Harry y Ron fueron quienes se encargaron de darle una de las mayores alegrías; haber traído de regreso al señor Granger desde Australia. La tarea no fue nada fácil, pues al seguir bajo los efectos del potente encantamiento que su hija había aplicado sobre él, Hugo Granger se negaba a ir con ellos a Inglaterra. Incluso Harry se vio obligado a controlarlo con la maldición Imperius y un par de Confundus. Una vez que lo llevaron a La Madriguera para reunirlo con su esposa, la señora Weasley había tenido que preparar un filtro especial para mantenerlo tranquilo.

En cuanto Jean Granger y su hija se vieron, se fundieron en un gran abrazo, ambas llorando de felicidad. Hermione llevaba más de dos años esperando este encuentro, sentía que su corazón reventaba de júbilo por estar nuevamente en los brazos de su madre.

- Mi niña hermosa… sabía que eras real… el corazón de una madre nunca se equivoca…- le dijo. Y luego dirigiéndose hacia su esposo, quien tenía la pinta de estar ahí en contra de su propia voluntad añadió:- ¿lo ves, Hugo? ¡Ella es nuestra hija!

- Esto es absurdo- dijo reaciamente el señor Granger. Por más que su esposa había tratado de explicarle lo sucedido con ellos (basándose en todo lo que Harry le relató cuando fue a su encuentro), él se negaba a creerlo.

Hermione tomó las manos de sus padres.

- Papá, mamá… lamento tanto haberles hecho esto pero tenía que ponerlos a salvo- dijo.

- Lo sé, querida, ahora lo sé todo- afirmó la señora Granger- tus amigos se han encargado de contármelo.

Todos miraban la escena conmovidos. Entonces Ron carraspeó ligeramente la garganta para llamar la atención de su amiga. Ella volteó a mirarlo y él le extendió su varita mágica, la cual habían logrado recuperar del avión accidentado.

- Gracias, Ron- dijo Hermione con la voz entrecortada por la emoción de empuñarla nuevamente. Sintió una especie de calor recorrer su cuerpo, fue tal como si la magia que había estado dormida en su ser a causa de la amnesia hubiese despertado.

- Anda, haz el hechizo- la animó el pelirrojo- eres la única que puede devolverle la memoria a tus padres.

Ella dudó. Tenía mucho que no practicaba magia, no se sentía capaz de hacerlo.

- Lo lograrás- le aseguró la señora Granger- sé que eres una gran hechicera. Yo confío en ti.

Todos los presentes asentían con la cabeza, dándole ánimos para que se atreviera a realizar el contrahechizo para revertir el encantamiento creador de falsos recuerdos que había usado con sus padres.

La joven bruja respiró hondo y apuntando a sus padres con la varita, pronunció las palabras con las que les devolvería la memoria. El señor Granger se tambaleó, de hecho el señor Weasley tuvo que intervenir para que éste no cayera al suelo.

Hermione y su madre lo miraban expectantes pero repentinamente él pareció salir de un profundo letargo y con los ojos llenos de lágrimas abrazó a su esposa y a su hija.

- Todo este tiempo me estuviste diciendo la verdad y no quise creerte- le dijo a la señora Granger- lo siento tanto, mi vida…

- No fue tu culpa, papá- le aseguró Hermione con intenciones de tranquilizarlo- estabas bajo los efectos del hechizo. Lo importante es que estamos juntos otra vez.

El festejo en La Madriguera se prolongó por horas; hubo exquisitos platillos, bebida, música y mucho júbilo entre los presentes.

Aún había algunas cuestiones por resolver, tales como ayudar a los señores Granger a recuperar su casa y su vida en Inglaterra, así como encontrar un lugar donde Remus y Hermione pudieran comenzar su vida ahora que ya eran marido y mujer… pero ya habría tiempo para preocuparse por eso.


Un par de semanas después, por la tarde, Hermione se hallaba parada frente a la gran reja de acceso a la Mansión McLaggen. Gordon, el mayordomo, salió a recibirla. Mientras atravesaban el jardín, ella no pudo evitar echar un vistazo hacia donde estaba la habitación que ella había ocupado durante su corta estancia en la residencia. Descubrió a Lady Margaret observándola a través de la ventana. Hermione lanzó tímidamente un saludo con la mano. En respuesta, Lady Margaret volteó el rostro y cruzó los brazos, en un claro gesto de molestia y desagrado hacia la joven.

Entraron a la casa y Gordon la hizo pasar a la biblioteca, donde Sir Ferdinand aguardaba pacientemente.

- Dulce jovencita- le dijo el anciano a forma de saludo- me alegra verte.

- También me alegra verlo, Sir Ferdinand- respondió Hermione- gracias por recibirme. Sinceramente no lo esperaba después de… usted sabe…

- ¿Después de que dejaras plantado a mi nieto minutos antes de la boda?- completó elocuentemente la frase.

- Sí…- concordó Hermione un poco cohibida.

Sir Ferdinand ocupó su habitual sillón junto a la ventana y le indicó a la chica que también tomara asiento frente a él.

- No puedo culparte; hiciste lo que tenías que hacer- dijo Sir Ferdinand serenamente- ciertamente me duele mucho ver a Maurice tan lastimado como lo está ahora pero confío en que lo superará y estará bien de nuevo. Por ahora él se encuentra en Londres; necesita su tiempo y espacio.

- Sir Ferdinand, en verdad lamento haberlo herido así…

El anciano hizo un gesto con la mano, indicándole a Hermione que no había necesidad de seguir hablando.

- Es mi nieto y lo amo, pero sé que su actuar no fue del todo correcto. Todo lo que hizo por ti siempre fue con la mejor de las intenciones pero aun así cometió algunos errores. Sabes, cuando su madre enfermó, mi hijo Edward distó mucho de ser un buen esposo. Caroline tuvo a los mejores médicos y enfermeras para encargarse de sus cuidados pero le faltó el amor y el acompañamiento de Edward. Mientras ella luchaba contra su enfermedad, mi hijo se dedicó a engañarla con Charlotte. Me avergüenza admitirlo pero es la realidad. Y por eso Maurice creció con un gran resentimiento hacia su padre.

-…- Hermione no entendía a qué venía todo esto.

- Creo que por eso él busca de manera inconsciente a una mujer con la que pueda ser el esposo que hubiese deseado que fuera su padre, ¿me entiendes? Y en ti vio esa oportunidad, pues cuando te conoció eras una chica vulnerable que necesitaba cuidados. Lamento mucho que él no haya sido capaz de ver más allá de sus anhelos y que en su afán por conservarte a su lado, tratara de cortar tus alas. Pero te aseguro que él no sabía que lo hacía, sólo trataba de hacer lo que creía mejor para ti. En verdad le importas.

- Sir Ferdinand, yo siempre estaré agradecida con él por haberme salvado la vida- aseguró Hermione- también deseo agradecerle a usted que me hubiese contado su secreto.

- Hubiera sido un acto vil de mi parte no decirte nada en cuanto sospeché que eras una bruja; una muy extraordinaria. Sabes, después de que te fuiste ese día tuve una charla muy interesante con tu amigo Sirius Black; además de ayudarme a explicarle a Maurice todo sobre mi breve estadía en el mundo de la magia, él me contó quién eres tú en realidad. Ahora sé que eres una de las hechiceras más brillantes; definitivamente hubiese sido un error no ayudarte a regresar a donde perteneces- aseguró el anciano. Hermione sonrió dulcemente.

- Oh, Sir Ferdinand… yo creo que el Wizengamot cometió un gran error al expulsarlo de la comunidad… le prometo que haré lo posible por revertir esa situación.

Sir Ferdinand negó con la cabeza, restándole importancia al asunto.

- No te molestes, querida niña… han pasado casi sesenta años de eso, no creo que a alguien le interese reabrir mi caso. Mejor enfoca tu energía en retomar tu vida. Seguro en San Mungo te podrán ayudar a recuperar por completo la memoria.

Hermione asintió.

- Sí, desde hace varios días me están atendiendo ahí. Los sanadores están muy optimistas al respecto.

- Me alegro mucho por ti.

- Por cierto, quisiera pedirle un enorme favor- se atrevió a decir la chica. Sir Ferdinand alzó un poco las cejas a manera de sorpresa. No obstante, contestó:

- Claro. ¿Qué puedo hacer por ti?

Hermione tomó aire y dijo:

- ¿Podría ayudarme a recuperar mi expediente médico? Maurice lo tiene en su casa. Los sanadores de San Mungo dicen que sería muy útil revisarlo para tener una idea más exacta acerca de lo que ocurrió conmigo mientras estuve en el hospital. Sospechan que los médicos muggles me estuvieron suministrando fármacos de uso psiquiátrico y que eso en gran parte inhibió la recuperación de mis recuerdos y mi capacidad de hacer magia.

Sir Ferdinand suspiró con un poco de pesar.

- Ya que lo mencionas, creo que debo confesarte algo: Maurice tuvo que ver con eso.

- ¿Cómo…?- balbuceó Hermione sin entender.

- Verás: poco antes de partir rumbo a la iglesia intenté decirle que yo sabía que eres una hechicera. Obviamente él no lo creyó y lo primero que hizo fue preguntarme si tú me habías dicho eso. Me dijo que desde que despertaste del coma estuviste teniendo alucinaciones y yo traté de explicarle que seguramente no era eso, sino que eran recuerdos. Entonces él admitió que te estuvo dando medicamento para tratar de frenar eso.

Al oír esto, Hermione quedó en shock.

- ¿Qué clase de medicamento?- preguntó con un ligero temblor en la voz. Sir Ferdinand lucía apesadumbrado, era evidente que no le estaba siendo fácil hablar sobre lo que había hecho Maurice pero se sentía con la obligación moral de hacerlo.

- Antipsicóticos y antidepresivos.

- Justo lo que los sanadores sospechaban- dijo Hermione en tono sombrío.

- Por favor no juzgues tan duramente a Maurice- trató de interceder el anciano al notar la evidente molestia en el rostro de Hermione.

- Él me mintió, Sir Ferdinand. Me dijo que el medicamento que me daba era para evitar futuros problemas cardiacos y de vías respiratorias. Y también me ocultó otra cosa muy importante, pero ahora no quiero hablar de eso.

- Sé a lo que te refieres y te entiendo- aseguró Sir Ferdinand- lo único que puedo decir a su favor es que en verdad estaba enamorado de ti y nunca tuvo la intención de hacerte daño. Tampoco fue su intención hacerte creer que estabas loca, por eso no te dijo sobre las medicinas. Él es un hombre de ciencia que solamente cree en lo que está respaldado por hechos científicos. Por eso le cuesta tanto creer que la magia en verdad existe, aun cuando él ya lo vio con sus propios ojos.

Se quedaron un breve instante en silencio. Hermione miró hacia el exterior y notó que no tardaría mucho en oscurecer. Era mejor despedirse ya.

- Por último… quería devolver esto- dijo sacando de su bolso un estuche forrado con terciopelo y entregándoselo a Sir Ferdinand. Él lo tomó y lo abrió para ver el contenido: era la tiara de la madre de Maurice, la que Lady Margaret le había prestado para usar en la boda- será mejor que me vaya ya. Entiendo que mi presencia en esta casa no es agradable para todos y no quiero importunar.

- Para mí siempre serás bienvenida aquí- le aseguró Sir Ferdinand poniéndose de pie- y podrás contar con la amistad de este viejo exiliado siempre que lo necesites. Acerca de tu expediente, yo me encargaré de que el señor Wayne te lo haga llegar.

Hermione también se levantó de su lugar y asintió.

- Gracias por todo.

Sir Ferdinand, con una nostálgica sonrisa en los labios, extendió su mano y Hermione la estrechó.

- Oh, casi lo olvido. Espera un segundo- dijo el anciano. Hermione lo miró expectante mientras él buscaba algo en el bolsillo interior del abrigo. Sacó una pequeña libreta que Hermione reconoció al instante y se la extendió- creí que querrías recuperar esto.

- Mi diario- dijo ella esbozando una sonrisa al sostenerlo entre sus manos- muchas gracias.

Tras dirigirle una última sonrisa al anciano, salió de ahí.

Afuera de la biblioteca la esperaba Gordon, a quien Lady Margaret le había ordenado estrictamente escoltarla directo hacia la salida.

Justo en la entrada principal se encontró con la sorpresa de que un Mini Cooper azul acababa de arribar y de él se bajaba un joven. Ni ella ni él se habían esperado este encuentro.

- Maurice…- titubeó Hermione sorprendida- creí que estabas en Londres…

En la mirada de Maurice se veía reflejado un gran resentimiento hacia la castaña. Sin embargo, le dijo:

- Vine a despedirme de mis abuelos. Me reintegré a Médicos Sin Fronteras y en dos días me marcho a África.

- Eso es genial…- atinó a decir ella con un dejo de asombro.

- También me alegro por ti- dijo él, aunque en su voz se percibía cierto tono de amargura. Había notado el anillo plateado que Hermione portaba en el dedo anular izquierdo- por fin recuperaste tu vida.

- Oh, vamos… sabes que no fue mi intención herirte…- comenzó a decir Hermione pero Maurice la interrumpió.

- Será mejor que te des prisa. Tu esposo te espera allá afuera.

- Si quieres puedo ayudarte a olvidar este trago amargo- ofreció ella- hay un hechizo que…

Maurice soltó una risita irónica y negó con la cabeza.

- No quiero trucos de magia, muchas gracias. Además, supongo que es mejor así. Si me borras la memoria, no aprendería la lección y podría volver a cometer el mismo error con alguien más.

- ¿Crees que haberme salvado la vida fue un error?- preguntó Hermione sintiendo un poco de tristeza ante el último comentario de Maurice. Si bien ella también estaba un poco resentida con él por haberle ocultado lo de su embarazo que no llegó a buen término y por haberla engañado con lo de los medicamentos, sentía un gran aprecio por él. Quizás en otras circunstancias podrían haber sido excelentes amigos.

Cruzaron una última mirada y Hermione dijo con sinceridad:

- Te deseo la mejor de las suertes.

Maurice asintió. Ella respondió con el mismo gesto y continuó su camino hacia la salida de la mansión. Al otro lado de la reja se encontró a Remus, quien pacientemente la esperaba recargado en la motocicleta voladora de Sirius. El animago les obsequió el vehículo como regalo de bodas.

- ¿Todo en orden?- le preguntó Remus en cuanto la vio salir.

- Sí- respondió ella sonriéndole. Se acercó, le dio un suave beso en los labios y dijo:- vayámonos a casa.

Y volaron de regreso a un barrio muggle localizado a las afueras de Londres, donde habían encontrado una pequeña casa que era perfecta para iniciar su vida como esposos.

Esa noche era de luna llena. Años atrás, Remus jamás habría creído que algún día ésa sería su noche preferida del mes. Las dolorosas y tortuosas transformaciones ya no existían; ahora él era capaz de canalizar esa energía en cosas más positivas, tales como los placeres del lecho matrimonial. Y Hermione adoraba ser devorada por el lobo que vivía en el interior de su hombre.

FIN


N/A: waaaaaaaaaaahh! Quiero llorar! Me pone un poco nostálgica publicar este último de capítulo. De corazón espero que les haya gustado esta historia y me dejen sus comentarios.

Éste es mi como segundo bebé (bien saben que el primero fue Amores Extraños) y también fue escrito con todo el cariño y el empeño del mundo.

¿Qué opinan del final? Me tardé un poco en publicarlo porque me di cuenta de que terminaba de un manera un poco abrupta y preferí ampliarlo un poco más. Tampoco quería dejar a Maurice abandonado de esa manera tan cortante. Disfruté mucho desarrollando a este personaje y considero que se merecía un final digno.

Como ya había comentado hace unas semanas, por el momento no tengo otro proyecto listo para publicar pronto. Ideas de fanfics en mi cabeza tengo muchas; tiempo para sentarme a desarrollarlas, poco, casi nada :(

No sé cuándo regresaré por acá como escritora (seguramente lo estaré haciendo como lectora), ojalá que el día que eso suceda me vuelva a encontrar con ustedes, si es que siguen en el mundo de los fanfics ¡eso me daría mucho gusto!

Mientras tanto seguiré activa en mi página de Fb ROWENA BLACK LUPIN FANFICTION . Quienes ya la siguen sabrán que ahí procuro compartir contenido y novedades relacionadas al Wizarding World y también estaré anunciando por ahí cuando tenga historias nuevas qué compartir.

Sólo por curiosidad les pregunto: ¿leerían una continuación de este fanfic? No quiero hacer promesas falsas, solamente les confesaré que siempre quise que Amores Extraños fuera una trilogía. Incluso desde casi el inicio he tenido en mente el final-final-final que podría tener toda la historia en su conjunto. ¿Recuerdan que hace meses comenté que tenía un fanfic en hiatus? Pues bueno, es ese precisamente. Espero que algún día vea la luz. Y si eso no sucede, al menos me queda el consuelo de que Amores Extraños y Regresa a Mí son un buen dúo.

Me despido por ahora. Les mando muchos besos y abrazos, deseándoles que ustedes y sus familias se encuentren bien.

Gracias, gracias, gracias!