Y aun a pesar de los fragmentos que reunimos, no logramos superar las 12 mil palabras, pero no saben cuando me divierte esto

Las amo, gracias por esto


Estaba tirado en su cama, mirando el techo mientras las imágenes venían a su mente de nuevo, claro que no podía dormir ¿Quién podría dormir después de ver todo lo que sus ojos vieron esa noche? No podía negarlo, se había enamorado perdidamente de la chica, la menor de las hermanas Yamamoto tenía una bella cara de ángel que le hacía flotar cada que la veía, pero anoche, había visto más que un ángel; se había convertido en un salvaje demonio que luchaba con fiereza, bañada en sangre y sin miramientos, protegiendo a sus amigos aun a costas de su propia vida.

Verla desfallecer le dolió en el alma, sobre todo, cuando vio al capitán de la décima acercársele con cara de preocupación, angustia, el dolor marcado en sus ojos, en sus facciones ¿Qué disparates decía? Ella nunca se fijaría en él, era solo un chiquillo.

La frustración lo tenía dando vueltas en la cama, por lo que bajo a la cocina, donde estaba su padre.

Ichigo sonrió al ver a Yoshio regresando a la cocina, se le veía decaído, pensativo, por un momento creyó que guardar silencio era lo mejor que podía hacer por el menor, pero algo en su expresión cabizbaja le hizo saber que, definitivamente el menor requería apoyo moral.

-Sabes- Inició el shinigami dirigiéndose al refrigerador a sacar la leche para servirle un vaso a su hijo -La primera vez que vi pelear a tu madre me quedé petrificado

- ¿De verdad? - Murmuró sin ánimos, deduciendo que su padre pretendía subirle el ánimo.

Ichigo suspiró poniendo el vaso en la mesa y mirando a su hijo, con una expresión sombría que atrajo la atención del menor inmediatamente.

-No siempre vamos a poder proteger a las personas a las que amamos, y cuando no podamos hacerlo, quiere decir que es momento de volvernos más fuertes

-Tú eres muy fuerte- Se quejó el pequeño poniendo los brazos sobre la mesa y ocultando ahí el rostro, acongojado -Siempre logras derrotar a todos tus enemigos.

-Pero es porque me he vuelto fuerte, hubo un tiempo en el que no era suficiente para proteger a mis amigos.

Hizo una pausa larga, pensando en todas las cosas que había vivido, preguntándose cuál sería la historia adecuada para hacer que su hijo se sintiera mejor. Rukia siempre tenía las palabras correctas para alentar a la gente, ella era la que sabía cómo motivar a las personas a ser mejores y dar todo de sí. No él. Así que sonrió de oreja a oreja cuando encontró la respuesta que buscaba en los recuerdos de su esposa.

-Tu madre siempre fue muy fuerte, al principio era más fuerte que yo

-Estás mintiendo- Murmuró Yoshio levantando ligeramente los ojos sobre sus brazos.

-No, es verdad- Soltó Ichigo sentándose frente a su hijo y revolviéndole un poco el cabello, consiguiendo que el niño se enderezara con los ojos abiertos de par en par, pasmado ante aquella declaración -Tu madre fue una de las shinigamis más fuertes que he conocido, tal vez estoy exagerando ahora, pero te recuerdo que ella es capitana de la decimotercera división del Gotei.

- ¿Es más fuerte que todos?

-Es más fuerte que muchos.

- ¿Es más fuerte que Asami?

El recuerdo de la menor de las Yamamoto golpeó a Ichigo, el shinigami tomó una respiración profunda, moviendo la cabeza de un lado al otro, sopesando todas las posibilidades antes de negar y sonreír.

-No sabría decirlo, con las restricciones es difícil saber cuál es el verdadero potencial en el mundo humano, pero Asami es muy fuerte también.

Hicieron otra pausa larga en la que Yoshio tomó el vaso de leche entre sus manos, perdiendo su mirada en el líquido blanquecino antes de mirar a su padre.

-No pude hacer nada para defenderla- Murmuró con pesar, como si confesara el peor de los pecados cometidos, pero en lugar de recibir un reclamo o regaño por parte de Ichigo, el mayor sonrió revolviendo el cabello de su hijo con una sonrisa de medio lado.

-Si tu madre se entera de que estuviste en la batalla...

- ¿Mamá alguna vez te salvó?

Ichigo lo pensó un momento, sonriendo ampliamente antes de negar con la cabeza.

-Perdí la cuenta de las veces en que nos salvamos el uno al otro, pero te puedo decir esto: Siempre encontramos la manera de sostenernos el uno al otro.

Yoshio no supo cómo interpretar las palabras de su padre, se quedó mirando su vaso de leche durante largos segundos, como si fuese capaz de encontrar la respuesta en aquel líquido, pero no fue necesario hacer más investigación, fue Ichigo en persona quien aclaró su punto.

-La última vez que salimos heridos de gravedad, tu madre cuidó de mí una noche completa.

Recordaba con lujo de detalle cada segundo de ese combate, pero sus pensamientos rápidamente vagaron hasta la noche después, el momento en el que se estaban recuperando de las heridas. Recordaba las manos de Rukia, torpes, temblorosas, curando sus heridas, porque la división cuatro estaba muy ocupada, encargándose de los heridos graves.

Ichigo sonrió poniendo sus manos en las mejillas de la pelinegra, obligándola a mirarlo a los ojos. Sí, era cierto que la chica no se había atrevido a mirarlo directamente en todo el tiempo en que había estado cuidando sus heridas, limpiando los raspones con gasas limpias y soluciones desinfectantes, no había logrado reunir el valor suficiente para poder mirar esos ojos que brillaban como flamas danzantes llenas de vida y de pasión por la batalla, no había tenido corazón para mirar a los ojos a ese hombre que solía mirarla con adoración y dulzura, pero también con sarcasmo y desprecio cuando discutían.

Ichigo sonrió al ver la pena en la mirada de su novia, y sonrió más ampliamente cuando recibió un manazo que lo hizo soltarla para que ella pudiera ponerse de pie, tomar todos los cuencos y las gasas sucias, y salir disparada hacia el puesto de atención para cambiar sus herramientas de trabajo.

Volvió con las mejillas sonrosadas hasta el lado de Ichigo (gesto muuuy poco usual en ella), pero el shinigami sustituto no tardó en percatarse de que el rubor se debía a estar conteniendo la rabia, el llanto, porque Rukia sentía que había fallado al proteger a los suyos.

No dijeron nada, la chica terminó en silencio de limpiar las heridas del shinigami y él respetó su silencio, dándole espacio para poder pensar, para sanar lo roto, para encontrar el valor para mirarlo de nuevo.

-Parece que debemos volvernos más fuertes- Fue lo primero que dijo antes de poner todo a un lado y sentarse sobre los talones frente a Ichigo.

El shinigami guardó silencio, no sabiendo cómo tomar aquella primera intervención por parte de la pelinegra.

-No fui capaz de protegerte- Murmuró en respuesta, llevando una mano por sus cabellos pelirrojos, desviando la mirada hacia un costado y echando el cuerpo hacia atrás.

-Nadie fue capaz de proteger a otros esta noche- Esa fue la respuesta, hosca, escueta, fría, porque la chica se reclamaba no ser tan fuerte.

Las comparaciones no se hicieron esperar, Byakuya había tardado en llegar, pero había puesto orden a aquella batalla, con el poder de su Senbonzakura, y aunque otros capitanes habían estado agradecidos por su oportuna aparición, Rukia sólo había encontrado en aquello, una oportunidad para seguir acrecentando su tristeza.

-Escucha- Pidió Ichigo tomando el rostro de Rukia y obligándola a mirarlo de nuevo -Esta noche hemos estado fatales, pero eso quiere decir que nuestro enemigo es formidable, y tenemos que hacernos más fuertes, pero no me arrepiento de nada, si de algo me sirvió esta batalla fue para darme cuenta de la mujer poderosa que eres, que no necesitas mi protección y me hizo ver cuánto debo fortalecerme si es que quiero seguir peleando a tu lado.

Ichigo se puso en pie en movimientos torpes y luego le ofreció una mano para ayudarla a levantarse, la chica estaba confundida cuando lo vio sonreír con un gesto amable, varios shinigamis se habían reunido en torno a ellos, Byakuya había llegado cruzándose de brazos y sonrió de medio lado cuando el shinigami sustituto le dedicó una última mirada cargada de significados que Rukia no alcanzó a comprender.

-Se que te he pedido mucho a lo largo de nuestra vida juntos, que te he puesto en riesgo más veces de las que debería, que has tenido que pagar precios muy altos por permanecer a mi lado, con tu familia, con tu gente, con tu deber como Shinigami, así que el día de hoy vengo a hacerte la petición más egoísta que un humano común y corriente podría hacerle a un imposible.

Ichigo se agachó en una rodilla, consiguiendo que Rukia abriera los ojos, pasmada ante la sorpresa.

La pelinegra negó una vez con la cabeza, incrédula, pero al ver la sonrisa apacible de Byakuya (¡Maldito Ichigo, ¿en qué momento había hablado con su hermano?!), las piezas fueron cayendo en su lugar.

Kyōraku observaba la escena con un brazo pasado sobre los hombros de Hisagi, cansado por la batalla, Hitsugaya sonreía con los brazos cruzados, asintiendo con actitud de "se tardaron demasiado" mientras Matsumoto sorbía mocos y se llevaba un pañuelo a los ojos. Incluso Ikkaku estaba llorando desconsolado, sorpresivamente Yumichika le prestaba un pañuelo mientras sonreía complacido con la escena.

Rukia paseó la mirada por los rostros de los que la rodeaban, deteniéndose al final en la sonrisa radiante de Renji, quien le mostró un pulgar arriba cuando sus miradas se encontraron.

De modo que todo el mundo, menos ella, todos lo sabían.

Rukia se llevó una mano a la boca, ahogando el sollozo cuando Ichigo sacó una caja pequeña y mostró un anillo a su enamorada.

-Esta noche demostré que no soy suficientemente fuerte y que tengo que esforzarme más para poder pelear a tu lado, así que seré todo lo egoísta que se pueda, porque no me imagino entrenar para volverme fuerte si no tengo una razón que sea tan poderosa que me saque de mi cuerpo cada vez. Rukia ¿Te casarías conmigo?

La shinigami soltó un sollozo sonoro, perdiendo fuerza en los hombros, en las rodillas, sonriendo como una adolescente enamorada antes de murmurar un "sí" trémulo que, igualmente, se escuchó entre la audiencia.

Aplausos, chiflidos, palabras de apoyo para la pareja, ninguno de ellos se dio cuenta de lo que ocurría, estaban encerrados en su burbuja de ensoñación mientras Ichigo deslizaba el anillo en la delgada mano de Rukia y se ponía en pie, apresando a la diminuta shinigami entre sus brazos antes de besarla con pasión y con locura, sabiendo que los enemigos no se detendrían, pero sintiéndose fuerte como para derrotarlos a todos él solo.

Yoshio tenía los ojos abiertos de par en par, pasmado por la historia.

Ichigo sonrió revolviendo un poco el cabello de su pequeño antes de levantarse en dirección al refrigerador en busca de algo para comer.

- ¿Y mamá te dijo que sí? - Espetó con incredulidad, ganándose una mirada ceñuda por parte de su padre.

- ¿Eso qué quiere decir?

- ¿No te dio pena hacerlo frente a todo el Gotei?

-Me habría dado más pena hacerlo en privado- Admitió entre risitas, regresando hasta su hijo y sentándose a su lado con un vaso de jugo en la mano -Escucha, sé que quieres ser fuerte, y lanzarte a la batalla y todo lo demás, pero estás en entrenamiento, juntos podremos encargarnos de los hollows normales, hacer mi trabajo como shinigami sustituto, pero si quieres proteger a Asami, lo mejor que puedes hacer es dejar la batalla en manos de quienes pueden pelear.

-Pero...

-Yoshio- Interrumpió Ichigo con una sonrisa -Si Asami saliera lastimada porque tuvo que protegerte ¿podrías vivir con eso?

No esperó respuesta de su hijo, volvió a revolverle el cabello una última vez antes de levantarse y salir de la habitación, sabiendo perfectamente que había preguntas que era mejor dejar a la reflexión.

Las heridas habían sanado, ambos estaban recuperados en su totalidad, pero ella no perdería la costumbre de levantarse y bañarse, sobre todo, porque el capitán no los había dejado ir a patrullar con ellos la noche anterior, todo para que recuperaran energías.

Estaba sentada en una silla, tratando de trenzarse el cabello, pero le era imposible, el gigai aun parecía tener algunos problemas, sorprendiéndole el arrebatamiento del peine de su boca y el suave cepillado en su cabello.

-No tienes por qué hacerlo, en tal caso, lo dejare suelto- Comentó la chica, sonrojada por la situación ¿Cómo podía alguien que parecía tan rudo tener tan suaves manos para el cepillado? -Shūhei…

-Calla y no te muevas, no soy un experto, pero puedo ayudarte- Respondió, comenzando a trenzar el cabello de la chica, el cual iba dividiendo en secciones conforme lo necesitaba, haciendo una sola trenza, liberando algunos mechones para que no se viera tan pulcra, algo diferente pero que iba bien con su aspecto -Espero te guste…

- ¿Bromeas? ¡Esta perfecta! – Contesto con entusiasmo mientras la veía con ayuda de un espejo -Gracias

Lejos del compañerismo, abrazo a su amigo, pero sentía como si fuera algo más, un lazo algo similar a la hermandad. Se separaron cuando el timbre de la casa sonó, siendo ella quien fuera a abrir, topándose con el pelirrojo a la entrada.

-Am, buenos días… tú debes ser Kurosaki Ichigo ¿cierto?

-Tú debes ser la pequeña Asami- El verbo calificativo que había utilizado simplemente la hizo sonrojar, algo que hizo sonreír a Ichigo, pero vaya gustos que tenía su hijo -Hisagi también está aquí ¿cierto? Bueno, vine a invitarte a desayunar, como agradecimiento por haber salvado a mi hijo aquella vez

-Oh… Ichigo- Apareció el moreno a la vista, saludando a su viejo amigo - ¿Por qué no vas con él?

Hisagi pudo ver el sonrojo en el rostro de la menor, de nuevo esa timidez, maldita timidez que la hacía ver tan frágil.

- ¿Por qué no vienes tú también Hisagi?

-Solo le avisare al capitán, se supone que estamos algo así como… en descanso después de la batalla del otro día- Sacó su teléfono y comenzó a escribir el mensaje, enviándolo al finalizar. Fue cuestión de menos de un minuto para que obtuviera respuesta -El capitán dice que está bien, pero que, si nos metemos en problemas, no nos esforcemos…

Cuando los tres llegaron a la casa de los Kurosaki, las hermanas de Ichigo fueron las primeras en acercarse a la chica, que llevaba un vestido gris con un cinto resaltando su cintura y un chaleco de mezclilla, calzando unos tenis blancos que, por casualidad, eran de su talla.

Al verla en su hogar, Yoshio no pudo evitar sonrojarse, se había petrificado con tan solo verla ¿Qué hacía? ¿Qué decía? Por dios, de verdad… ¿era tan difícil moverse?

-Yuzu, Karin, dejen a los invitados en paz- Apremió Ichigo a un lado de su hijo, trayéndolo a la realidad -El desayuno que Yoshio preparo se va a enfriar

Le guiño un ojo, logrando que se moviera y que todos tomaran asiento, obviamente, él se sentó a un lado de la chica mientras que, Hisagi se había colocado al otro lado de ella. En ningún momento le quito la vista de encima, notando como poco a poco lo tímida se le iba quitando, sobre todo, porque Yuzu era especialmente amable con ella.

Claro que había suficiente para todos, incluso pudieron volver a comer hot cakes y un poco más de todo, algo que le había fascinado a la chica, porque podía comerlos con leche. Cuando finalizaron, la plática continuo, pero no era algo en lo que Yoshio estuviera muy interesado, por lo que tomó la mano de la chica y la llevo a la sala, donde estaba una consola de videojuegos.

- ¿Sabes jugar?

- ¿Qué si se? Pfff… - Asami se sentó en el sofá, ni siquiera Saya se atrevía a jugar contra ella -Puedo hacerte morder el polvo

Y vaya que podía, la chica ni siquiera estaba relacionada con el juego, pero entender las gráficas y todo fue muy sencillo para ella, derrotándolo en el primer round. Yoshio miró con asombro a la chica, que tenía una sonrisa en los labios, y guiñándole un ojo para que continuaran jugando ¿Era este su sueño perfecto? Ni siquiera su tía Karin había podido derrotarlo

Pasaron la mayor parte de la mañana jugando, Hisagi pudo notar algo en el chico, algo que le parecía divertido y controversial, sobre todo, por la diferencia de edades. Habían tomado un pequeño descanso para tomar la merienda, un poco de fruta fresca y juego de naranja natural que Yuzu había preparado para todos.

-Es hora de irnos- Anuncio Hisagi, a quien, la menor volteo a ver de cabeza, ya que estaba casi completamente en cuclillas en el sofá, la pantalla anunciaba una nueva victoria por parte de la chica-El capitán quiere vernos en cinco minutos…

Ambos chicos salieron corriendo en dirección a la ubicación en que el capitán los había citado, no estaban muy lejos de ahí, por lo que llegaron en poco tiempo, encontrándose con sus compañeros.

-Debemos recuperar terreno, Ikkaku, tú iras con Saya- Ambos asintieron, luego miró a Hisagi y a su subordinada, no, no iba a dejarla, no esta vez -Hisagi ¿te molesta ir solo?

-Sin problemas

-Bien, entonces iré con Asami por esta vez- Afirmó el capitán, cerrando su teléfono de momento y mirando a la chica, notando su vestimenta y permitiendo que un escalofrío le recorriera al cuerpo -Nos vemos a las nueve en la casa, después de eso, veremos si alguien da una ronda nocturna

Asintieron, tomando caminos diferentes, aunque era ella quien andaba al frente, caminaba con los brazos hacía atrás mientras tarareaba una canción, en ocasiones se detenía en alguna tienda, interesada en algún libro, una pieza de joyería ¡Vaya que sabía actuar!

-Yamamoto- El llamado la hizo detenerse, girando un cuarto su cuerpo y mirándolo de reojo, no pudiendo evitar sonrojarse -Tengo algunas preguntas que hacerte sobre tu enfrentamiento

-Claro que si capitán- La chica lo espero, caminando ambos al mismo ritmo. El llevaba las manos en los bolsillos del pantalón, ella sostenía ahora en sus manos una bolsa de algo que había comprado en el camino - ¿Qué es lo que necesita saber?

-Fuiste la que más estuvo enfrentándose a los hollow ¿notaste algo diferente al primer combate? – Asami caminaba en silencio, mirando siempre al frente, aunque parecía que escrutaba en su memoria los recuerdos de aquella noche, algo que el peliblanco notó -A parte de eso, quería saber si ya estabas del todo bien para otro enfrentamiento si llegase a suceder un nuevo ataque

-Capitán, estoy bien, Inoue curó por completo mis heridas, creo que eso lo sabe usted mejor que yo- Rio un poco, sobre todo porque de verdad le daba gracias que su capitán, quien tenía más experiencia y conocimiento sobre los poderes de la chica, insistía con algo tan banal como eso -Sobre el ataque, habíamos iniciado con tres enemigos, ambos tenían formas muy raras, como una combinación entre escorpiones y arañas o con serpientes, cuando creímos derrotarlos, estos se fusionaron

- ¿Fusionarse?- Hitsugaya volteó a verla en ese momento, mostrándose sorprendido, ella entrecerró los ojos, buscando la manera de explicarse mejor -¿Era eso contra lo que peleabas?

-Antes de eso, Hisagi había derrotado a uno cuando logró partirlo por la mitad, pero en lugar de eso, se dividió y terminó con dos oponentes; fue después de eso que creí que los había derrotado con mi diamante, pero en lugar de que se desintegraran, se formó una especie de líquido lo que hizo que todos se fusionaran en uno solo- Su vista se concentraba en la nada, manteniendo la seriedad en su voz, como si el recuerdo fuera aterrador, se estremeció sin pensarlo, aunque, nuevamente comenzaba a hacer fresco, olvidando de nuevo que debía llevar un suéter extra -Hisagi solo trató de cubrirme de un ataque que me darían por la espalda, pude haberme protegido con el canto protector. Pelear sola fue un problema, sobre todo, porque debía cerrar la herida del teniente y el hecho de no poder moverme, me restringía demasiado

Había visto a la chica tratar al teniente y, al mismo tiempo pelear y defender, algo que el capitán Muguruma también había adulado en su informe. Pero las heridas de la chica seguían en su mente, las recordaba con detalle poco después de que desfalleciera.

-Si una vida escapara de mis manos… no sé qué pasaría…- Soltó de último momento, deteniéndose en seco mientras su rostro expresaba tristeza -Estaría rompiendo mi promesa…

-Yamamoto…- Murmuró el chico, escuchando el suspiro con el que la chica había finalizado aquello - ¿Recuerdas algo más?

-No, solo sé que cada vez que trato de sanar una herida que ellos realizan, me es casi imposible detener el sangrado…

Y ahí estaba, esa medalla en su muñeca, titilante y estorbosa; pudo ver que llevaba grabado el narciso de la división diez, pero no lograba entender el kanji en el reverso.

- ¿Puedo hacerte una pregunta personal? - Esto provoco que lo mirara con curiosidad, aunque el trató de ocultar su sonrojo, sobre todo, porque no había visto esa medalla antes de la misión - ¿Dónde conseguiste esa medalla que llevas en la muñeca?

- ¿Uh? – La tensión se había esfumado, Asami miró la medalla que Hisagi comprara para ella, declarándose amigos desde esa noche, antes de que el tratara de protegerla y de que ella le salvara la vida -El teniente Hisagi la compró para mí, el me la obsequió

Sintió un calor nacer en su pecho, el cual le recorrió el cuerpo y llegó a sus mejillas ¿estaba celoso? Ni siquiera había tenido tiempo de aclarar sus sentimientos, no sabía si lo que sentía era real, pero le molestaba la cercanía del teniente con su subordinada; por otro lado, Asami se dio un golpe mental al darse cuenta de que había metido la pata.

-No es lo que cree capitán, ente el teniente y yo no hay nada y…- Por andar a la carrera y algo distraída por aclarar su malentendido, tropezó; ya de por sí el gigai era molesto, esto lo hacía todavía más molesto -Que tonta…

-Yamamoto ¿estás bien? – Se acercó veloz a ayudarla a levantarse, notando que se había raspado la rodilla, tocándola y dejando fluir su reiatsu, fresco -Eso te ayudara un poco

-Gracias, capitán- Le sonrió en agradecimiento, haciéndolo sonrojarse nuevamente ¿Cuántos llevaba en ese pequeño rato? Pero de un momento a otro ya estaban ambos de pie, él la había ayudado a levantarse y luego siguió su camino; murmurando en voz muy baja sus últimas palabras -Que vergüenza

Continuaron su ronda, en silencio, al menos mientras la chica no mostrara emoción por algo que viera en algún local o puesto callejero.

Aquella ronda de vigilancia era muy diferente a la de su primera noche en el mundo humano mientras patrullaban, en la que aquel hollow casi lo hiere al tomarlo por sorpresa. Ahora Saya no iba conversando animadamente con él, tan solo caminaba a lado suyo, sumida en sus pensamientos, reflejando una frustración que no podía ocultar.

Era la primera vez que la veía tan seria, sin su usual despreocupación, riendo de anécdotas graciosas cuando estaban juntos, conversaciones que luego pasaban a discusiones por alegar quien tenía la razón, yéndose luego a los golpes para volver a terminar en risas. Ikkaku no sabía cómo actuar ante el comportamiento de su amiga, lo que, si sabía, era la razón; aquella pelea de la noche anterior, donde su hermana pequeña había salido gravemente herida.

-Estás haciendo que desee que aparezcan más hollows- Habló Ikkaku tratando de romper el hielo, pero Saya seguía sin regresar de la profundidad de sus pensamientos, así que sin saber qué otra cosa hacer, le da un fuerte golpe en la cabeza que casi la tira de cara contra el piso.

- ¿Qué te pasa Ikkaku? ¿A qué vino eso? – Le reclama sobándose la cabeza y mostrándole expresiones de molestia.

-Era para que regresaras de donde sea que te hayas ido- Dice como si nada, logrando que reaccionara con sus siguientes palabras, sacándola de su torbellino de emociones –Y vaya que estabas perdida, tu normalmente hubieras esquivado eso ¿Sigues reprochándote las heridas de tu hermana?

-Sé que ya no tiene caso pensar en eso, pero… no puedo sacarme de la cabeza que hubiese pasado de no haber llegado a tiempo- Para los de la división once, el ser derrotado era sinónimo de lo que Saya estaba sintiendo, pero lo que ella se reprochaba no era en si una derrota, si no, el no haber protegido a su hermana pequeña.

-A como yo lo veo, cumpliste con tu objetivo, por favor, sin tu ayuda ni el capitán o yo hubiésemos podido llegar a tiempo, estábamos acorralados- Saya tan solo emite un bufido, Ikkaku trata de animarla, dándole también una palmada en el hombro, transmitiéndole su gratitud y mostrando su típica sonrisa orgullosa –De no ser por ti, yo hubiese sido gravemente herido por el ataque sorpresivo de ese hollow, de verdad, hiciste más de lo que crees

-Tsch, tus reflejos siguen siendo un asco– Le reprocha Saya, recuperando el usual comportamiento burlón y sarcástico.

-Por eso me gusta entrenar contigo, he aprendido muchas cosas de ti en nuestros combates amistosos- Asegura el hombre, lo que hace que Saya suelte una estruendosa carcajada cargada de altanería; eso le gustaba -Además de que mi orgullo de shinigami de la división once no me permitirá descansar hasta que te derrote

-Antes de que eso ocurra primero terminaremos destrozando todo el Gotei

-Oh si, en eso si somos todos unos expertos- Sonrió, burlesco y cruzándose de brazos.

-Y también, somos los mejores en reparaciones, somos mucho más rápidos y eficientes que los shinigamis obreros- Presume Saya cruzándose orgullosamente de brazos.

-Claro, Yumichika no puede estar excluido de ayudarnos a reparar nuestros desastres, aunque él no los haya provocado ¿Sabías que ya te considera como una hermana de nuestra división? – Ambos ríen, su otro amigo siempre terminaba involucrándose al estar todo el tiempo con ellos en sus salidas, pero escuchar esas palabras de Ikkaku y que ese gesto viniera de Yumichika, eso si que no se lo esperaba, probablemente, porque creía lógico que eso viniera de su compañero a un lado, pero jamás del excéntrico Yumichika -Cuando le conté el porque te ayudaba a infiltrarte en esta misión, te tomó más aprecio, conocer tu objetivo y saber que deseabas estar con tu hermana para protegerla, lo único que dijo es que el hubiese hecho lo mismo y, me pidió que te dijera que, pasara lo que pasara, no te arrepentirías de haber venido

Saya admiraba esa parte de Yumichika, la convicción de proteger a los suyos; eso la ayudo a quitarse un poco el peso que sentía, además, que le hizo darse cuenta de que entre Ikkaku y Yumichika, tenía al hermano que le arrebataran hace ya varios años.

-Supongo que entonces valdrá la pena todo el trabajo que me espera– Dice resignada llevándose las manos a la nuca –Dudo que esto quede en secreto por mucho tiempo

-Deberías pedir que te cambien a mi división– Se señala a si mismo, pero su siguiente comentario le provoco una sutil risa –Tienes todo el espíritu de lucha para que te admitan sin problemas y mi capitán no es tan exigente como tu teniente demonio

-Gracias, pero no gracias- Afirma la chica, deteniéndose en su andar, mirando sin preocupaciones a su amigo.

-Pero… ¿Por qué? – Pregunta, un tanto indignado, creyendo que al menos lo pensaría un poco.

-En primera, porque tu capitán es un desquiciado adicto a las peleas- Ante eso, Ikkaku la fulmina con la mirada, no dejando de ser cierto lo viera por donde lo viera –Y, además… me gusta el ideal que tienen la capitana Kuchiki y mi hermana de volver a unir a la división trece para que no solo nos unamos más como división, si no como familia, quiero apoyarlas en eso

-Allá tú– Se alza de hombros –Pero no dejare de desafiarte hasta el día en que logre vencerte

-La esperanza es eterna, más para un shinigami– Prosiguieron con su ronda, con un ambiente mucho más animado al inicial -Por cierto… Tenemos que ir a la tienda de música para reclamar mi premio

- ¿Premio? ¿Cuál premio?

-Apostamos que quien venciera más hollows le compraría al otro lo que quisiera del mundo humano, y yo gane– Asegura muy confiada

- ¿Estás loca? Yo gane esa apuesta– Reclama exasperado, mientras una vena en su cabeza saltaba por la rabia –A mí me rodearon muchos más hollows que a ti

Y tal como era usual en ellos, pasaron de una conversación de apoyo mutuo a un debate del que ninguno de los dos daba su brazo a torcer, lo que los llevo a agarrarse a golpes en medio de gritos; al menos a Ikkaku le daba gusto que Saya volviera a tener ese gran espíritu característico de ella.

Hanako dio golpecitos leves a la puerta abierta del capitán Kuchiki y sonrió cuando el pelinegro levantó la vista de su libro de poesía para dedicarle un gesto de asentimiento, invitándola a pasar.

-No sabía que interrumpía- Dijo amablemente la chica, haciendo una reverencia corta antes de tomar asiento.

-No lo considero una interrupción como tal- Admitió el capitán poniendo un separador entre las páginas y dejando el libro a un costado, antes de dedicarle una sonrisa ligera a la teniente -aunque debo admitir que me tomó por sorpresa que llegara tan rápido

-Mi capitana dijo que era imperativo que partamos cuanto antes, pensé que no sería educado de mi parte hacerle esperar, así que estoy dispuesta a partir en cuanto lo ordene

Byakuya enarcó una ceja, sorprendido por la diplomacia que mostraba Hanako en aquellos momentos. La había visto en su pelea contra el teniente de la novena, había escuchado los reportes de sus entrenamientos, había leído la columna sobre su participación con los hollows más recientes y los halagos y críticas del capitán Muguruma, pero nunca había escuchado que la mayor de las hermanas fuese una diplomática.

Saya no le hablaba con fluidez, pero tampoco perdía el respeto, se volvía mecánica y acartonada cuando se dirigía a él, suponía que aquel comportamiento se debía al puesto y reputación que tenía. La menor de las tres parecía sumamente nerviosa en su presencia, aunque había llegado a considerar que fuese un roedor asustado en presencia de casi cualquier hombre; esta era la primera vez que la mayor de las hermanas se quedaba a solas con él para una misión.

-No me malinterprete, teniente- Pidió amablemente el capitán mientras alcanzaba su taza de té y le dedicaba una mirada pesada a Hanako entre las pestañas -Pero su fama la precede

Hanako suspiró y estiró el cuello con orgullo, suprimiendo la sonrisa.

- ¿Puedo preguntar qué fama?

-El apodo "teniente demonio" no debe ser ajeno para usted- Murmuró el capitán levantándose de su lugar y rodeando el escritorio con la taza en mano, dirigiéndose a la mesa de la esquina mientras Hanako giraba el rostro ligeramente, olfateando en el aire un aroma ligeramente dulce, como a jazmín, como azúcar.

-Sé que el teniente Hisagi me llama así desde la... demostración que hice el día de mi nombramiento, no me es ajeno

-He visto algunos de los entrenamientos a los que somete a sus subordinados, siguen el reglamento al pie de la letra, pero...- Byakuya volvió hasta ella, ofreciéndole la taza y una sonrisa mientras se sentaba de nuevo tras el escritorio -Bueno, a veces pareciera que se pasa un poco con su hermana menor

-Muchas gracias- Dijo recibiendo la taza y oliendo el vapor que subió hacia su rostro, sonriendo ampliamente al percatarse del equilibrio perfecto entre los aromas -Saya es resistente, y mis entrenamientos para ella nunca serán lo que fueron los del abuelo Yamamoto, así que confío en que ella estará bien- Y a sabiendas de que aquello era una verdad a medias, Hanako se llevó la taza a la boca para evitar hacer una mueca que la delatara- Perdón por mi insistencia, estoy algo lenta el día de hoy ¿A qué se refiere cuando dice que mi fama me precede?

-Esperaba encontrar en usted una personalidad más... desbordante- Murmuró seleccionando sus palabras con sumo cuidado -Pensé que podría compararla con su hermana menor, Saya, o incluso con la actitud de los reclutas de la onceaba, sin embargo, la veo y no puedo evitar pensar en que la juzgué demasiado rápido

Hanako se sonrojó ligeramente ante la sonrisa tranquila que Byakuya le dedicó, se parecía mucho a todos los gestos hipócritas y diplomáticos que ella misma había adoptado cuando su abuelo recibía en casa a la gente con la que trabajaba de cerca, sin embargo, había un tinte de honestidad en los ojos de aquel hombre, como si sus palabras fueran sinceras.

-Desde que no está el capitán Ukitake y su hermana tomó el cargo en la treceava, han pasado muchas cosas que nos impedían darle unidad de nuevo a la división. Sé que la capitana Kuchiki da todo de sí para mantenerlos unidos.

- ¿Cuáles son sus intenciones con la división? ¿Por qué "teniente"?

Hanako lo pensó un momento, sonriendo dulcemente antes de llevarse la taza a la boca para organizar sus ideas.

-Antes de que nos faltara el capitán Ukitake, la división estaba llena de compañerismo y un ambiente agradable, los shinigamis de la trece podían confían unos en otros y llevarse bien, se defendían y protegían como si fueran una familia, pero ha sido difícil darle de nuevo pies o cabeza, mucha gente perdió el interés y dejaron caer el ambiente- Hanako le dedicó a Byakuya una mirada chisporroteante, rosa, violeta y algo más, como dos llamas saltarinas amenazando con consumirlo todo -Mi intención es que la división trece entre en cintura de nuevo, y una vez que estemos a la altura de lo que nos corresponde, volver a formar esa familia con los shinigamis que trabajan con nosotros

Byakuya bufó por lo bajo, tratando de ocultar que se sentía conmovido por aquella visión, percatándose de lo parecida que era Hanako a su hermana pequeña. Sonrió de medio lado antes de apurar el té restante en un trago y ponerse de pie, gesto que la teniente imitó rápidamente, recogiendo ambas tazas y poniéndolas en la bandeja de la mesita, recostadas de lado para indicar que estaban sucias.

-Tiene admiradores en las divisiones, teniente Yamamoto- Advirtió Byakuya divertido, comenzando a caminar al lado de la joven, que carraspeó quitándole importancia a aquella afirmación -Gente que la considera hermosa además de talentosa. Demuéstreles a todos de qué madera está hecha

-Capitán, no porto el apellido Yamamoto por elección solamente, haré que el mundo se dé cuenta de que el Comandante Genryuusai vive en cada uno de mis actos

Una fina sonrisa asomó a los labios del noble, ambos tomaban dirección donde se abriría el senkaimon, los datos registrados de la última batalla no estaban nada bien, y necesitaban de mayor experiencia en el mundo humano ¿Qué mejor que el capitán de la sexta y la teniente de la trece?

Patrullar durante el día comenzaba a hacerse rutina, a pesar de dividirse por sectores, era como si ya hubieran recorrido toda la ciudad en tan poco tiempo, ya no había lugar desconocido, pero si comenzaba a identificar los lugares que más le gustaban o que tenían cosas bastante interesantes.

Ichigo y su hijo habían pasado tiempo con ellos nuevamente, esta vez le había tocado ser compañera de Hisagi, por lo que, mientras avanzaban en silencio, el moreno no pudo evitar sacar el tema a relucir.

Como teniente, era normal que su vista fuera siempre aguda, sus oídos eran buenos y, sobre todo, tenía un toque especial para las conversaciones; pero escuchar al hijo del shinigami sustituto sí que le provocaba risa, sobre todo, porque su amiga no era una chica fácil o una damisela en peligro.

La idea no le agradaba del todo, pero ante la petición del moreno el capitán no tuvo de otra más que de aceptar; sobre todo porque comenzaba a creer que entre ese teniente y ella pudiera llegar a haber algo más allá de la amistad sin darse cuenta antes.

La noche era fresca de nuevo, Asami llevaba una chaqueta de cuero y una mascada, agradecida de la gran variedad de ropa que había en la casa, unos jeans y debajo de la chaqueta, una blusa de botones.

-Se ve que te diviertes bastante con el niño- Afirmó el teniente sin mirar a su amiga que, de manera contraria, si volteo a verlo -Se ve que le gustas…

-Shūhei- Trató de cubrir su sonrojo, pero no por que las cosas fueran como tal, sino porque estaba totalmente equivocado -No… no es eso… yo no lo veo así ….

El Moreno volteó a verla esta vez, notando la duda en su mirada ¡era realmente un libro abierto! Tenía solo unos días de convivir con ella y pareciera que la conocía de toda la vida.

-Asami…- Se detuvo frente a ella, pero ella no podía ni siquiera sostenerle la mirada -Sabes que cualquier cosa que te aflija, puedes contar conmigo ¿estamos de acuerdo en eso?

-sí, pero… aún no sé qué pueda pasar- Aseguro, sintiendo miedo al pensar en tan solo revelar su secreto -Si te lo cuento ¿lo guardarías?

-Por supuesto que sí, por mi vida…

Rieron, porque ya le había salvado la vida una vez.

-Yo… creo que…- Shūhei la animo a decirlo, colocándole una mano sobre el hombro, ella tomó aire y cerrando los ojos exhaló -Creo que estoy enamorada del capitán

Con ojos enternecidos, Hisagi no pudo evitar dedicarle una sonrisa afectuosa, acomodándole un mechón de cabello detrás de la oreja y, sin previo aviso, abrigarla con sus brazos; ella tardo en reaccionar, pero de igual manera, correspondió a la muestra de afecto.

El sol comenzaba a ocultarse, pero esta vez la habían librado ambos por un pelo; Asami creyó que si dejaba de colocar sus diamantes todo sería más fácil, pero estaba equivocada, al menos, con ellos, podía saber el momento en que ellos estaban dispuestos a atacar.

-Eso estuvo demasiado cerca- Murmuró ella, espalda con espalda con su amigo mientras ambos sostenían sus espadas al frente - ¿Estas bien Shūhei?

-Si ¿y tú? – Asami asintió, de nuevo estaban juntos, pero esta vez, ninguno iba a caer; no serían tan descuidados como la primera vez - ¿Cómo podemos derrotarlos sin que vuelva a pasar lo mismo de aquella vez?

-Los diamantes carmesíes no son mi único ataque- Dijo la chica mientras lanzaba una estocada hacia su enemigo -Si no hay sangre, el diamante será puro, menos potente, pero… bastará

Ambos activaron su shikai, no descuidaron su retaguardia en ningún momento, protegiéndose uno al otro contra cada uno de los enemigos que, esta vez, eran entre ocho y diez, algo que los tenía contra la espada y la pared.

- ¡Un aguijón! - Exclamó la chica, dando un salto y esquivando por un pelo aquel nuevo ataque - ¿Cómo pueden modificarse tan rápido? Hace dos días no los tenían ¿O sí?

-No, no los tenían- Agregó Shūhei, justo cuando desvió la cola de uno de ellos cerca de su cara - ¿Crees que sean peligrosos?

-De que lo son, lo son, pero no vamos a averiguarlo, no en este momento- Afirmó la chica, cortando el aguijón de uno de ellos, por lo que el hollow trato de atraparla con sus pinzas sin que ella se diera cuenta de que, el aguijón podía continuar moviéndose por su propia cuenta -No sé cómo vamos a derrotarlos…

- ¡Cuidado! - La cadena de Kazeshini se había enredado en su cintura, halándola hacia el moreno -Cada extremidad que cortemos tiene vida propia, rayos…

Hitsugaya no había demorado en sentir el reiatsu de sus compañeros, pero esta vez no iba a tomarle desprevenido, iría directo con la chica y evitar que resultara herida; Ikkaku y Saya podrían arreglárselas solos ¿verdad? Lo habían demostrado en aquella contienda.

Dicho y hecho, Saya e Ikkaku estaban en la misma situación, por lo que pelear y defenderse había sido imperativo. Nuevamente habían de cuidarse las espaldas mientras luchaban contra aquellos hollow todavía sin clasificar.

- ¿Cómo vamos a acabar con ellos? - Preguntó Ikkaku, sintiéndose probablemente acorralado por los enemigos -Es la primera ve que siento temor de estas cosas

- ¿Temerles? Yo solo quiero acabar con ellos- La furia seguía presente en ella, porque no tenían una forma concreta para acabar con ellos, no había datos, no tenían una estrategia o método que viable, veloz, algo que pudiera acabar con ellos, pero Saya solo quería acabar con sus vidas -Esforcémonos en esto, no voy a permitir que vuelvan a dañar a los que quiero

Sus shikai se activaron, no tardando en liarse en aquel enfrentamiento, cortando, despedazando, sintiendo como la ira disminuía con cada blandir; pero su corazón herido lloraba, lloraba por las heridas provocadas en el pasado, por el temor de perder a la pequeña, a quien había llegado a iluminar sus vidas de un momento a otro y por quien se habían propuesto ser más fuertes.

El senkaimon se había abierto, sus sentidos se pusieron alerta, sobre todo, porque Hanako pudo sentir el reiatsu de sus hermanas en el furor de la batalla; por otor lado, Byakuya no sentía el poder de su cuñado, cosa rara, ya que siempre gustaba de inmiscuirse en estos asuntos. Se acercaron al combate mas cercano.

Hanako y Byakuya observaban todo en la distancia, sintiendo el flujo de reiatsu, los cambios, los aumentos y disminuciones, se habían acercado lo suficiente como para ver la pelea de Saya e Ikkaku, disminuyendo ellos mismos su flujo de energía para no llamar la atención de los hollows y permitirle al capitán Kuchiki observar a detalle las habilidades de las hermanas Yamamoto.

-He visto suficiente, teniente- Anunció aquel enigmático hombre antes de darle la espalda a Hanako y conseguir que ella cruzara los brazos con mucha fuerza.

-También yo- Coincidió la chica con un aire feroz que hizo al capitán dedicarle una mirada de reojo, preguntándose de dónde había salido tanta rabia en tan poco tiempo -Capitán, ponga a salvo a mi hermana menor- Pidió la chica mientras desenvainaba su zanpaku-tō y clavaba la mirada en su otra hermana.

-Teniente- Llamó el capitán quitando la mirada de la chica -Sea prudente

-Capitán, mi misión es hacer esto con la menor cantidad de estragos posible, tengo en la mira mantener la paz para los humanos, recabar información y llevar a mis hermanas sanas y salvas hasta nuestro hogar

- ¿Sanas y salvas? - Inquirió con media sonrisa de ironía, preguntándose si Hanako tendría algún plan en mente para su hermana de en medio.

Habían tenido tiempo para charlar durante su trayecto hacia el mundo humano, así que el capitán sabía lo furiosa que estaba la teniente Yamamoto con su subordinada, no sólo por haber convencido a Asami de intercambiar papeles y poderla llevar al mundo humano, sino por haber desobedecido órdenes directas de su capitana para infiltrarse a un concierto.

-Tanto como la batalla lo permita

Byakuya sonrió, asintiendo para sí mismo y se alejó unos metros de la teniente, sólo el espacio suficiente para que la chica convocara su shikai, el tiempo suficiente para verla en acción un momento antes de ir en búsqueda de la menor de las hermanas.

Hanako sostuvo con fuerza su zanpaku-tō y, sintiendo que la furia se convertía en brasas consumiendo su cordura, murmuró -Karyū, hi no utawoutau...

Su espada se convirtió en una hoz en medio de un ventarrón cálido, y la chica se lanzó al ataque. Saya e Ikkaku lo habían hecho bien, ambos eran formidables en la batalla, pero aparentemente en ese momento ser formidable no era suficiente. Su hermana menor no había tenido tantas misiones en el mundo humano como para acostumbrarse a la reducción de poder, ella tenía un poco más de práctica, entonces sabía que podía liberar el poder de su shikai y no habría problema.

Aunque, honestamente, le sorprendía muchísimo que Ikkaku no pudiera lidiar con la situación, había salido de peores problemas estando solo, pelear al lado de una persona con la que se había encontrado tan cómodamente en la batalla, eso era extraño.

No, apartó todos los pensamientos y aterrizo frente a su hermana cuando cinco hollows los rodearon.

- ¿Hanako? -Jadeó Saya mientras las hojas de su shikai golpeaban el suelo, ella estaba agotada, no tenía fuerzas para continuar peleando, y aun así hizo amago por levantar sus espadas.

-Retrocede- Murmuró fríamente la teniente, consiguiendo que Ikkaku se encogiera en su sitio, sintiendo la presión de la teniente a su alrededor.

-Pero Hanako, no lo entiendes, son muy fuertes y...

- ¡Retrocede! - Exclamó girando un poco el rostro, dedicándole una mirada tajante a su hermana, consiguiendo que la chica disolviera el Shikai.

Si Hanako estaba así de furiosa, más valía no meterse en su camino.

-Teniente- Murmuró Ikkaku con tanto respeto como fue capaz de evocar -Esto nos supera, incluso a nosotros

-No me digas- Murmuró la aludida con sarcasmo -Karyū… canta para mí con mil lenguas de fuego

Murmuró Hanako con voz vacía (un eco escalofriante que hizo a Ikkaku encogerse en su sitio), mientras apuntaba con su hoz hacia el frente con la cuchilla principal apuntando hacia el piso, sosteniéndola firmemente en la mano izquierda y sujetándola en su sitio con la derecha para no titubear.

Una primera llama apareció en la cuchilla dorsal de su hoz, como si las navajas cortas que apuntaban hacia el cielo fueran el pabilo de una vela. Poco a poco, un círculo de lenguas de fuego se cerró en torno a los tres shinigamis, protegiéndolos de los hollows que se acercaban lentamente. Desde el piso no podían verlo, pero desde el cielo podía apreciarse la forma de una flor de Sakura, cada una de las cien lenguas de fuego tomaron su lugar alrededor de ella, un pétalo apuntando a cada hollow que se acercaba.

- ¡Consúmelo todo! - Gritó la chica girando su hoz sobre la cabeza una vez, a la par que cada lengua de fuego salía disparada en dirección a sus enemigos, consumiéndolos en cuestión de segundos.

El lugar se puso caliente, muy caliente, Saya e Ikkaku estaban sudando cuando terminó el ataque de Hanako, pero la teniente tenía la piel intacta, ni siquiera tuvo que secarse la frente antes de encarar a los shinigamis.

-Hanako...- Inició Saya levantando las manos, como si se acercara a una criatura peligrosa.

La aludida levantó el rostro en un gesto arrogante que hizo a la menor pasar saliva con discreción.

-Vi las heridas de Asami

No hubo necesidad de añadir más, Saya bajó la cabeza y se levantó envainando su zanpaku-tō, comprendiendo que no recibiría mayor reclamo o regaño de Hanako, comprendiendo que la mayor estaba furiosa con ella por algo más que sólo haberse infiltrado al mundo humano.

-Teniente- Llamó Ikkaku tratando de desviar la tensión que había aparecido en el ambiente ahora que no corrían peligro - ¿Cuáles son nuestras indicaciones?

-Vuelvan a la casa y esperen indicaciones- Ordenó Hanako secamente, tratando de no desviar contra él las ganas que tenía de arremeter contra Saya -Y por favor… de verdad vayan a casa

Añadió con voz cansada, relajando los hombros, no pudiendo mirar ni a uno, ni a otro.

-Entendido- Musitó Saya antes de hacer un shunpo y desaparecer.

-Teniente Yamamoto...- Llamó Ikkaku tímidamente -Por favor, no te desquites con ella...

-Créeme- Musitó la chica relajando su expresión, componiendo una mueca de tristeza que hizo al shinigami atragantarse con sus propias emociones -No hay mayor castigo que saber que falló protegiendo a nuestra peque. Ve a la casa.

-Sí, teniente…

Ikkaku desapareció, siguiendo los pasos de su amiga, dejando a una Hanako completamente sola, si es que eso era posible.

El capitán había llegado de ultima instancia, alcanzando a detener un ataque dirigido a la chica con Hyōrinmaru; ahora tenían un poco de ventaja, pero no tanta, no cuando sus enemigos comenzaron a multiplicarse.

- ¿Por qué aparecen tantos? - Pregunto en voz alta el capitán, viendo como cada vez había más y más de esas figuras monstruosas rodeándolos -Algo los esta llamando

-Es la cantidad de reiatsu…- Afirmo su tercer oficial, tomando la postura de liberación para su bankai -Entre más reiatsu sienten, mas enloquecen…

Su bankai apareció, el detonante que necesitaban aquellos seres para comenzar un ataque en un modo frenesí, el cual, no daba pie para un ataque certero, por lo que podían atacar y esquivar. Pero cuando menos lo pensaron ya estaban divididos y alejados unos de otros, eran tantos sus enemigos y formas, que era casi imposible que terminaran con ellos.

-Danza lunar- Murmuró la chica, comenzando a moverse mientras varios diamantes aparecían a su alrededor, en efecto, era una danza como tal, donde tenía oportunidad de esquivar todos los ataques físicos mientras sus diamantes se ocupaban de la mayoría de sus enemigos, reduciendo considerablemente el número.

Bueno, si Hitsugaya ya estaba cautivado por haberla visto con el cabello suelto, ahora verla danzar de forma elegante, saltando de un lado hacia otro, ahora estaba mucho más cautivado por la belleza de la menor de las hermanas demonio.

Entre más rápido se movía, más diamantes aparecían y más letales parecían, poco antes de finalizar la danza, los diamantes salieron disparados hacia el único enemigo que había quedado de pie, pero solo había logrado herirlo, más no podía moverse, no durante unos minutos.

-Capitán, congele toda mancha negra que haya quedado, podrían regenerarse…- Soltó la chica apenas en un susurro, había usado mucha energía, aunque, probablemente le abrían quitado un poco de reiatsu, ya que tenía algunos raspones de los enemigos, nada letal -Deben acabar con ese grandote…

Si algo entendió el albino, es que debía moverse con velocidad, por lo que congelo todo aquello que estaba en negro, bañado con los restos de los enemigos, se aseguro de que no se le hubiera pasado nada por alto y dándole una última mirada a la chica; se alejó, ayudando al teniente de la novena a enfrentarse a ese enemigo.

No había bajado la guardia en ningún momento, tampoco había perdido el bankai, y estaba agradecida de eso, porque fue entonces que detuvo un aguijonazo con el antebrazo cubierto de diamante, enfrascándose en una dura y pesada batalla contra ese único enemigo que la enfrentaba.

Un desliz, un maldito desliz la hizo caer, ya estaba cansada, así que no podía hacer nada, no cuando el aguijón estaba por dar el golpe certero al centro del pecho, y entonces, como si fuera temporada, los pétalos de sakura la rodearon.

-Chire, Senbonzakura…- Sintió los brazos sutiles de alguien tomarla por la espalda, algo en sí le decía que estaba segura, por lo que dejó ir el bankai aun rodeada de los pétalos de sakura, hasta que pudo ver el rostro de su salvador - ¿Te encuentras bien?

-Ca… capitán Kuchiki- Sus mejillas se sonrosaron ¿Por qué de todos los capitanes del Gotei tenía que ser el quien la rescatara? Bueno, ya de por si era suficiente su presencia para hacerla sonrojar, ahora, que la tuviera entre sus brazos era mucho peor -Gracias

-No tienes nada que agradecer, tu hermana me envió a ayudarte

-¡¿Hanako?!- Los ojos de Asami mostraron su sorpresa, ni siquiera había sentido el reiatsu de su hermana, bueno, tampoco el de él -Esto esta mal, los enemigos se vuelven locos con el reiatsu, cuando invoque mi bankai fue cuando comenzaron a atacar, entrando en una especie de frenesí…

-Reserva tus energías para más tarde- De un ágil movimiento ambos se encontraban ya ante el enemigo que había logrado herir con sus diamantes al final de su danza -Retírense…

Hitsugaya y Hisagi apenas habían oído esa simple orden, cuando los pétalos de sakura ya se dirigían hacia el enemigo, por lo que apenas habían logrado esquivar el ataque del capitán de la sexta.

- ¿Estás loco Kuchiki? Por poco nos…- Y ahí estaba, su tercer oficial pegada al costado de su colega, lo que le provoco una oleada de… lo aceptaría, esta y todas las veces que fuera necesario; celos - ¿Qué hace Yamamoto pegada a ti?

Asami estaba colorada hasta las orejas, ya tenía buen rato que su corazón y su cerebro habían hecho corto circuito, pero lo cierto, es que estaba bastante cansada, por lo que ya no tenía energías para replicar; pero vio algo que a los demás no parecía tomarles mucha importancia, tanto teniente como capitán estaban heridos.

Se zafó del agarre del capitán Kuchiki y se acercó a Hitsugaya, aplicando inmediatamente un kidō sanador en su mejilla, sonriendo feliz de que la herida cerrara normalmente.

-Que bueno que es algo menor…

Alcanzó a murmurar antes de perder el equilibrio, habían derrotado a sus enemigos, por lo que decidieron volver a la casa; la chica se acercó a su capitán en primera instancia, sanando los raspones que le había provocado el enemigo, al final trató a su amigo.

Estaba tumbada en la cama, tratando de asimilar toda la información que había logrado recopilar esa noche, se removió entre la sabana para poder sentarse con la espalda recargada en la pared, permitiendo a su hermana verla de frente un poco.

-La misión se salió de control otra vez- Murmuró, mirando a su hermana, tratando de sonar despreocupada al dar una mala noticia -Pero al menos, esta vez hemos aprendido un poco más sobre estos nuevos enemigos

-Están vivos todos, eso es lo que importa

-Lo dices tan tranquila, que me cuesta creer que hayas acabado con cinco de ellos tú sola; pensaba que no te gustaba usar tu shikai en el mundo humano

-Y no me gusta- Puntualizó la chica con voz tajante antes de soltar un suspiro y cambiar de tema -El capitán me informó lo que ocurrió en el primer ataque, solo me queda decir que eres una terca, no debiste esforzarte así sin conocer el alcance de tu poder en este mundo

Murmuró Hanako sentándose con cuidado al lado de su hermana, pasando un brazo por los hombros de la shinigami y acariciándole el cabello con un gesto distraído, reprendiéndola mientras fruncía el entrecejo.

- ¿Y qué iba a hacer? ¿Dejar que tu crush se muriera?

- ¡Asami! - Espetó la chica separándose de su hermana para dedicarle una mirada de reproche por aquella afirmación.

Sin embargo, ambas soltaron una risa llena de nerviosismo por la tensión que estaban viviendo antes de guardar silencio y cambiar su atención a la puerta ante el cambio de presión espiritual.

Tres golpecitos las hicieron mirarse entre ellas antes de cambiar su atención a la puerta de nuevo.

-Adelante- Dijo Asami con voz trémula.

Saya entreabrió asomándose y sonrió apenada al ver a sus hermanas mirándola fijamente, con curiosidad en la mirada.

-Puedo volver después...- Sugirió apenada, considerando retirarse, pero la risa diamantina de Hanako la obligó a mirar de nuevo.

-Ven, esto no estaría completo sin ti- Concedió la mayor, extendiendo una mano hacia su hermana, que no lo dudó, escabulléndose a pasos silenciosos hasta la cama y subiendo de un salto, consiguiendo que Asami emitiera un gruñido de incomodidad.

Las tres se movieron al mismo tiempo, Hanako se sentó con las piernas cruzadas y la espalda pegada a la pared, Asami se sentó frente a ella con la espalda encorvada y Saya se acurrucó cual felino, aprovechando como almohada el regazo de la más pequeña.

Rápidamente las manos de Hanako comenzaron a pasearse por el cabello de su hermana más pequeña, desenmarañando los nudos y organizando las ondas quebradizas, trenzando y cepillando mechones para mantenerse entretenida; Asami también se entretenía con el cabello de Saya, masajeando su cuero cabelludo y haciéndola sonreír con aquel gesto.

¿Hacía cuánto tiempo no se acurrucaban como gatitos amontonados? Suspiraron al mismo tiempo antes de soltar una risa por lo bajo y, aunque pasaron largos minutos en silencio, disfrutando de ese momento de calma, Saya fue la primera en romper el silencio.

-De verdad, nunca fue mi intensión... yo sólo...

-Saya- Interrumpió Hanako estirando una mano para acariciar la frente de su hermana antes de volver la atención al cabello de la más pequeña -Estás con vida, Asami también, los heridos sanan, no hubo bajas; no hay más qué agregar

-Como si no tuviéramos suficiente con la culpa- Espetó Asami encorvándose aún más.

Las tres suspiraron al unísono, pero fue la sonrisa de Asami lo que consiguió que las otras dos recuperaran cierta jovialidad.

- ¿Saben que ahora nos llaman hermanas demonio?

-Ni hablar- Soltó Hanako en medio de un suspiro, trenzando el cabello de su hermana antes de abrazarle los hombros y recostarse contra la pared -Perdí la exclusividad del apodo

-Sólo te gustaba ser llamada demonio porque era Hisagi el que te decía así- Espetó Saya divertida, levantando una mirada hacia su hermana mayor, Hanako se sonrojó hasta las orejas y apartó el rostro

-Por supuesto que no…

-Claro que sí- Canturreó Asami tomando un mechón de cabello de la mayor y tirando distraídamente -Te gusta que Shūhei te llame demonio

-Asami, tú no tienes cara para decir nada, le has llevado postres al mini-mini durante las últimas semanas…

Las tres soltaron algunas risas por lo bajo, aunque pronto se vieron vencidas por el sueño, agotadas física, mental y emocionalmente por todos los sucesos del día.

A primera hora de la mañana, Hanako y Asami habían preparado un buen desayuno para todos, café, té y un poco de leche, aunque las tres hermanas permanecieron en silencio, sobre todo, porque Saya e Ikkaku partirían a la sociedad de almas a dar los correspondientes reportes de la misión, al igual que a reportar la infracción ante la capitana de la decimotercera división que cometió la hermana de en medio por infiltrarse en la misión; Rukia estaba más que enterada de lo que había pasado, por lo que había mandado llamar a su subordinada.

Poco antes de que el senkaimon se abriera, Ichigo y su hijo llegaron, todos enfrascado en una charla diferente, aunque siendo Asami la única que no dijera nada de momento; por lo que la tomo por sorpresa.

- ¡Asami! - Grito su hermana, haciendo que se sobresaltara -Recuerda, quiero que todos vuelvan con vida a la sociedad, cuento contigo

-Por supuesto que sí, no me aviento a la boca del lobo al primer encuentro- Respondió la menor, mirándola con algo de recelo, ya que, de las tres, ella era la que analizaba a base de golpes -Pórtate bien por favor…

-Si, lo que digas- Respondió Saya rodando los ojos, notando como el Kurosaki menor miraba a su hermana -Por cierto, niño, deberías ser mas discreto…

- ¿Uh? - Yoshio miro a la hermana de en medio, con una ceja alzada y cruzándose de brazos -¿Y tu que sabes?

Saya sonrió con socarronería, como si le hubieran dado la excusa perfecta para comenzar un pleito, si que tenía ánimos de pelear.

-No me puedes engañar, estos ojos de hermana mayor pueden ver como miras a mi pequeña Asami sin escrúpulos…

- ¡Saya! - exclamó la menor, sonrojándose, manteniendo la calma.

- ¿Y que si es así? ¿Te molesta? - Yoshio afilo sus expresiones, pareciéndose demasiado a su padre cuando solía discutir con su madre -Dilo niña…

- ¿Niña? ¡Ja! Ni siquiera tienes la posición para enfrentarme- Oh, eso le había iluminado las ideas -Claro, si tu quieres salir con mi peque, tienes que derrotarme en un combate

-Saya…- Una vez más, la voz de Asami se escuchó, pero fue un tono neutro, apacible, Hisagi no podía evitar darle apoyo a su amiga.

-Pues prepárate…

Yoshio se lanzó al frente, pero Saya no necesito nada mas que poner su mano al frente y frenarlo por la cabeza mientras el joven manoteaba y pataleaba cómicamente. Hitsugaya suspiró, sobre todo, porque jamás creyó que el hijo del shinigami sustituto tomara las palabras de Saya tan directamente.

-No puedes ni siquiera tocarme- Se carcajeo Saya, mirando a su hermana, que tenía los ojos ensombrecidos y temblaba ligeramente -Deberías buscarte mejores pretendientes hermanita, los niños humanos no sirven de nada…

-Idiota…

Asami desapareció, haciendo que todos miraran en dirección a donde ella había salido corriendo, Hanako soltó un suspiro, Saya se movió y retiro la mano, haciendo que Yoshio cayera de cara contra el piso; Byakuya había sido el único que no se inmutara ante la acción de la menor.

Hisagi sentía que debía ir con ella, al final, era quien sabía de su secreto, pero, las ideas lo iluminaron, empujando un poco al albino, quien lo volteara a ver. El moreno movió la cabeza en señal de "ve", aunque, realmente el joven capitán no sabía que hacer.

Cuando la mano del moreno se posará sobre su hombro, entendió por completo que debía ir con la chica, por lo que, despistadamente salió en búsqueda de la menor.

Camino por varias calles, podía sentir su reiatsu ¿Cómo había logrado avanzar tan rápido en tan poco tiempo? Bueno, a parte de que seguía en movimiento, podía catalogarla como una corredora digna.

Se detuvo frente al rio, viendo a la chica mirar el agua avanzar y con los brazos apretujando sus rodillas contra el pecho, Se acercó con tranquilidad, sentándose a una distancia prudente y respetuosa, temiendo lo que pudiera pasar en ese momento.

- ¿Quieres hablar al respecto? - Asami escondió el rostro entre las piernas y sus brazos, provocando que el albino soltara un suspiro -Tal vez, tenemos que hablar

Alzó un poco el rostro, mirando de reojo a su capitán, que miraba el agua despreocupadamente; él sonrió ante la posibilidad de que todo se fuera al carajo en ese momento. Guardaron silencio por unos minutos, permitiendo que la calma del agua se llevara sus problemas, sus miedos, haciendo que la chica recuperara su postura, estirando las piernas y encorvándose un poco para relajar la espalda, dándole un aire de frescura y relajación.

- ¿Puedes responderme algo con sinceridad? - Cada palabra de su capitán era un ardor en su cuerpo, porque aquella voz le erizaba la piel a tal grado, que ni siquiera ella era capaz de contener -Si hubiera la posibilidad de que tu y el niño Kurosaki estuvieran juntos ¿lo aceptarías?

Asami parpadeo, sorprendida por aquel cuestionamiento mientras miraba a su capitán, explotando en carcajadas y doblegándose por la risa.

-¿Pero que tonterías dice capitán? Eso si que es absolutamente ridículo…- La risa era mayor que su fuerza para contenerla, una risa que a sus oídos era un canto puro, el corazón estaba por explotarle en el pecho mientras la veía doblegarse y agarrarse el estómago -El niño me cae bien, pero ciertamente nunca tendría una relación con él, yo solo lo considero mi amigo, que el crea que puede llegar a haber algo más, bueno… es cosa de él

Se limpio las lagrimas de los ojos, aquel arrebato de alegría le había infundido un poco de valor, por lo que inhalo antes de soltar la siguiente… ¿Bomba?

- ¿Qué hay del teniente de la novena? – Asami enterneció la mirada, sobre todo, porque había tratado de dejar en claro desde la otra vez que entre ellos no había nada -Te… te… ¿te gusta?

-No- Respondió seca y directamente, algo que lo dejó helado en su sitio por unos segundos; ella soltó un suspiro -La verdad, no estoy segura…

Hitsugaya volteó a verla, sobre todo, porque esas últimas palabras las había dicho con algo de sentimiento, con duda. Asami se acomodo un mechón de cabello rebelde detrás de la oreja, soltando un suspiro casi lastimero.

-No estás segura… de…

-De si la persona por la que mi corazón late como loco también está interesado en mí- Sus mejillas se tornaron rosas nuevamente, ella se revolvió en el césped para mirar a los ojos al muchacho, sorprendido -T- Tōshirō tú… me gustas…

Algo explotó en su cabeza, sintió una bomba en su corazón que le removió las entrañas ¿Qué era esta sensación? ¡Al carajo las formalidades! Lo había llamado por su nombre, algo que nunca creyó escuchar, sobre todo, por lo educada que solía ser su ter… su… su… ¿Cómo debía llamarla ahora?

Bueno, quedarse mudo no era algo… viable, aquello lo había dejado estupefacto, anonadado, petrificado, sentía como las neuronas en su cerebro corrían de un lado para otro lado implorando por una respuesta para ella. No sabía como interpretar su silencio, por lo que agacho la vista.

-Asami, yo…- Su voz sonó diferente, tenia un tono dulcificado, había tomado su muñeca con delicadeza a pesar de haber parecido muy abrupto, sus miradas se cruzaron -También me gustas y… creo que no puedo ocultarlo por mucho tiempo, sobre todo, porque no puedo evitar ponerme celoso cuando Hisagi está cerca de ti

-Capi...- Acalló, no porque no le tuviera respeto, pero esta no era una charla entre un capitán y su subordinado, era una charla entre iguales -Tōshirō… pero él es solo mi amigo, lo aprecio, pero, lo que mi corazón siente por ti es, diferente, él es como mi hermano

Ella se acercó a besarle la mejilla, pero antes de alejar por completo su rostro de él, le propicio un dulce beso en la comisura de los labios.

-No quiero imaginar lo que dirá Matsumoto cuando se entere de esto…- Murmuró la chica, sonriendo pícara - ¿Vamos a mantenerlo en secreto?

-Solo un tiempo ¿te parece? – Asami se encogió de hombros, como si eso no le preocupara, por que ella prefería gritar a los cuatro vientos al shinigami que había elegido para estar a su lado -Volvamos con el resto…

Él se había puesto de pie, ayudándola a ella a pararse sin dejar de mirar sus ojos, ahora había en ellos una llama que se propagaba por el cuerpo de ambos.

-Por cierto, hace un momento que vi a tu hermana desafiando a Yoshio…- Soltó el albino al poco de comenzar a caminar tomado de la mano de la chica, rascándose la nuca con algo de duda - ¿También voy a tener que enfrentarla?

Asami río bajito, rodeándolo en un abrazo.

-No te preocupes, yo me encargo de ella

Volvieron a la casa, Hisagi miró de lejos a su amiga, como si la pregunta estuviera impresa en su rostro, pero Asami solo se encogió de hombros y continuo su camino.