Lluvia fría.

Truenos.

Varias voces hablando al mismo tiempo.

-¡¿Qué fue lo que ocurrió…?!-.

-¿Pueden darnos alguna información respecto al atentado a la Mansión Agreste?-.

-¡¿Cuál es el estado del diseñador Gabriel Agreste…?!-.

-¡¿Es cierto que lograron derrotar a Hawk Moth…?!-.

No estaba prestando atención.

Todo lo que podía oír eran la lluvia y los truenos.

Hasta que una pregunta fue capaz de sacarlo de sus pensamientos…

-¡Ladybug! ¡Chat Noir! ¡¿Es cierto que encontraron a la Sra. Agreste, quien se presumía fallecida…?!-.

Su cabeza daba vueltas…

A penas podía respirar…

Algo le oprimía el pecho…

Se le cerraba la garganta…

Las piernas le temblaban…

Se derrumbó.

Podía sentir la lluvia fría en su rostro.

Sus oídos zumbaban.

¿Alguien le estaba hablando…?

Alguien le preguntaba desesperadamente si estaba bien…

Y luego… completa oscuridad.


-"Todo ocurrió como debía ocurrir"- afirmó Bunnyx para sí misma, observando una de las pantallas circulares de su Madriguera.

Le habría gustado poder decirlo con más entusiasmo. Lo había visto en las noticias cuando era adolescente. Ladybug le había advertido lo que ocurriría. Más bien, "cómo debía ocurrir".

Pero verlo con lujo de detalle…

era aún peor que aquella vez que Chat Noir fue akumatizado.

Amaba ser una heroína. Adoraba tener el poder de viajar en el tiempo y ver cualquier momento de la historia. Pero a veces debía ser testigo de acontecimientos como el que acababa de ver. Tragedias irremediables en las que no podía intervenir… No… No debía intervenir. Por más buenas intenciones que tuviera, intentar cambiar las desgracias del pasado podría terminar en un futuro peor.

Era frustrante.

-"Lo lamento, Mini-Chat Noir…"- dijo con voz quebradiza, a pesar de saber que no podía escucharla. -"… ojalá pudiera asegurarte que todo mejorará. Pero debes descubrirlo tú mismo"-.

Se dispuso a ver una pantalla diferente. Su trabajo de vigilante del tiempo estaba hecho por ahora. Podía regresar a casa. Ya había visto demasiado…

Pero necesitaba ver algo que le levantara el ánimo.


Una suave brisa entraba por la ventana abierta del balcón. Las cortinas danzaban con ligereza. Era tal la tranquilidad que incluso podía escucharse el rose del hilo al traspasar la delicada tela. La única fuente de luz era una lámpara en el tocador con espejo.

De repente, una silueta alta y oscura apareció en el balcón.

Lejos de sentirse aterrada, le sonrió con amor. Dejó la pequeña prenda que estaba confeccionando sobre el tocador y se levantó lentamente para darle un abrazo al recién llegado.

-"Bienvenido a casa, amor"-.

Se puso en punta de pie para rodearle el cuello con sus brazos y darle un beso. Que él correspondió, abrazándole la cintura delicadamente y deslizando sus manos hasta acariciarle el vientre.

-"Oh…"- exclamó él al sentir algo moverse entre ellos.

Se separaron y ella posó sus manos sobre el pecho de su amado.

-"Emma está feliz de que su papá esté en casa"- sonrió Marinette.

-"¡Es cierto!"- exclamó una pequeña criaturita.

-"Deberías estar en la Caja"-.

No era un regaño.

-"Lo sé, lo sé… pero ese pequeño humano que llevas dentro de ti está tan feliz… Es una felicidad tan pura como no había sentido en mucho tiempo. Estoy tan emocionado por que salga finalmente"-.

-"Un mes… Duusu"- dijo tranquilamente la figura vestida de negro. -"Solo un mes más y podrás conocer a Emma personalmente"-.

-"Llevo tanto tiempo sin ver un pequeño humano tan de cerca… ¡Esto es tan emocionante!"-.

-"Es tarde, Duusu. Mejor regresa a la Caja Madre"- sugirió Marinette.

-"Está bien. Buenas noches a los dos"- se despidió, aproximándose a la ovalada caja de color rojo sobre el tocador.

En cuanto el Kwami entró por el compartimiento que tenía el símbolo del Pavo Real, Chat Noir se volvió hacia Marinette.

-"¿Estás segura de que no hay nadie a quien puedas entregarle el Miraculous?"-.

No es que no le cayera bien Duusu. Era un Kwami muy simpático y animado, aunque a veces demasiado alocado. Sabía cuanto quería tener un portador. No era para menos luego de haberse visto obligado a servir a portadores tan terribles.

-"Aún no he encontrado a alguien apto para sus poderes…"- respondió Marinette con un suspiro. No necesitaban que Duusu terminara en manos de una nueva Mayura. Prefería cambiar de tema. -"¿Cómo te fue en la patrulla?"-.

-"Sin percances. Todo está muy tranquilo últimamente"-.

Le entregó sus aretes y ella se los colocó. Permitiendo que Tikki se hiciera presente.

-"Plagg, Garras fuera"-.

Su traje negro desapareció en un resplandor verde eléctrico. Rebelando a nadie más que Adrien.

-"Uaaaah…"- bostezó el Kwami del Gato, desperezándose. -"En serio… si Ladybug puede tomarse un descanso por maternidad, nosotros también deberíamos poder hacerlo"-.

-"Plagg…"- lo regañó Adrien.

-"… Solo piénsalo. Pasarías más tiempo con tu esposa… acariciando su cabello… besando sus manos… acariciando sus tobillos inflamados… besando su gran barriga…"-.

-"¡Plagg! Solo toma esto y métete a la Caja"- exclamó Adrien, sacando un trozo de queso del bolsillo de su chaqueta.

-"Buenas noches entonces"- respondió Plagg, arrebatándole el queso de entre los dedos y apresurándose a desaparecer por el compartimento con la huella de un gato.

-"Buenas noches también"- se despidió Tikki y se dispuso a seguir a Plagg.

-"Extraño poder salir a patrullar contigo"-.

-"También te extraño. Una ilusión de Rena Rouge nunca podría compararse contigo. Pero por ahora…"- dijo tiernamente mientras posaba su mano sobre el vientre de Marinette.

-"Sí… lo sé"- respondió de acuerdo, posando su mano sobre la de él.