Estos celos me hacen daño, me enloquecen

Que bonito es lo bonito


Hanako caminaba con deliberada lentitud desde su división hacia la novena, había decidido aminorar la velocidad al pasar por fuera de la onceaba y aumentar su flujo de reiatsu, pensando en las palabras que Byakuya le había dedicado.

Todavía podía ver la sorna en la mirada del capitán de la sexta cuando había confesado el comentario hecho a Kenpachi durante la junta, la aseveración de sus poderes en comparación a los del propio capitán de la onceaba. Lo iba a matar. Hanako mataría a Byakuya... y entonces toda la perspectiva cambió, puesto que demostrar ser capaz de matar al capitán de la sexta sólo confirmaría que ellas eran más fuertes que Kenpachi.

No podía matarlo... no todavía.

Maldita sea, ¿de verdad Byakuya le había hecho llevar un informe hasta su oficina sólo para burlarse de ella y revelarle que había provocado a Kenpachi?

¿Qué quería, matarla?

Primero ataría los cabos sueltos, después mataría a Byakuya; Kenpachi era la prioridad puesto que en cuanto Saya se viera cuestionada por el capitán de la onceava, no dudaría un instante en ponerlo en su lugar, si este llegaba a portarse altanero y prepotente.

Maldita sea, Kenpachi por naturaleza era altanero y prepotente.

El rostro de Byakuya llenó su mente un momento, su gesto ausente, sus labios apretados en una fina línea luego de decir su frase, "Tal vez fue imprudente, pero era justo decir que son fuertes, incluso Kenpachi merece saber que podría perder el título". Dios, quería tirarle un diente ¿Qué era ese gesto? Esa mueca que el capitán de la sexta hacía luego de decir algún sarcasmo, era como si esperara la respuesta de la gente. Por un instante comprendió por qué Saya aborrecía tanto esa mueca de autosuficiencia que Hanako componía cuando se portaba sarcástica, tal vez (SÓLO TAL VEZ) le debía una disculpa a su hermana.

Hanako suspiró pensando en sí misma como un vaso o un jarrón, uno que se iba llenando gota a gota, y la impaciencia de Karyū a su incesante necesidad de contener y continuar con todo lo que se le estaba viniendo encima sólo hacía crecer esa sensación. Hacía días que venía bullendo en su interior la idea de que, tarde o temprano, su zanpaku-tō le pediría que se detuviera...

Y ella no haría caso si todavía tenía asuntos pendientes.

Analizar los entrenamientos con los nuevos reclutas a cargo de Saya, la discusión con Asami, los pendientes con la división trece, las misiones nuevas que le habían programado para el mundo humano. Sentía que poco a poco todas aquellas cosas se iban acumulando en su interior amenazando con desbordarse, en cualquier momento se quebrantaría si no hacía algo para drenar todo lo que le ocurría.

Una parte de ella estaba segura de algo, si no se calmaba un poco, terminaría enfermándose, así que todavía no podía aflojar el paso. Todavía no, todavía no.

No, debía detener esto antes de que se hiciera más grande, el rumor que Byakuya había iniciado al decir que eran más fuertes que Kenpachi.

-Debo disculparme con usted, teniente- Dijo el capitán Kuchiki alcanzando a Hanako en los pasillos, disfrutando del cielo despejado y alguna nubecita perdida en el infinito.

-Me encantaría que lo arreglara en lugar de disculparse- Soltó la resentida, resentida todavía por la burla de esa mañana, había estado tan metida en sus propios pensamientos que ni siquiera había sentido el reiatsu del capitán acercarse.

¿O era que lo estaba ocultando?

Sintió el subidón de adrenalina por la presencia del pelinegro, por la rabia acumulada en su interior, aquello también ayudaría a que el capitán de la onceaba notase su presencia, aunque lo dudaba, si de verdad era tan malo para leer reiatsu como la gente decía.

- ¿Bromea, señorita Yamamoto? - Murmuró el capitán con fingida indiferencia -No me perdería de una oportunidad para ver cómo la teniente demonio se hace cargo de la situación

-Ya estuvo bien con lo de la teniente demonio, es suficientemente malo que el bakataichō de la novena me llame así

-Te molesta que yo te llame akuma porque él lo hace, pero te gusta cuando él te llama así, ¿me equivoco, teniente?

-No sea condescendiente, capitán, tiene sus teorías

-Mi teoría es que a usted le gusta el teniente

Hanako se atragantó con su propia saliva, tosió con fuerza encarando a su amigo y le dedicó una mirada furiosa antes de sentir el cambio de reiatsu.

El capitán Zaraki sonrió con sadismo al ver a los shinigamis fuera de su división.

-Mira nada más, y esta vez ni siquiera tuve que perderme para ir a buscar a mi adversaria

-Buenas tardes, capitán- Saludó Hanako cortésmente, serenando su actitud y asintiendo una vez.

Byakuya suspiró divertido, reafianzando el pensamiento de que Hanako era una diplomática.

-Corre el rumor de que son muy fuertes- Dijo el capitán con brusquedad, ampliando su sonrisa, arrancándole un suspiro de frustración a Byakuya, en quien creció el pensamiento de que había personas incapaces de corresponder una simple cortesía.

-Tal vez escuchó rumores exagerados, capitán- Murmuró Hanako amablemente, sonriendo de medio lado.

Maldita sea, tuvo que recurrir a toda su fuerza de voluntad para mantener la expresión neutral al sentir el reiatsu de su hermana acercarse, estaban demasiado cerca de la división diez, demasiado cerca, así que era normal creer que terminaría sintiendo sus cambios y se acercaría para averiguar qué ocurría.

- ¿De verdad? - Inquirió Kenpachi con una mueca de desagrado mientras Hanako le dedicaba una mirada de reojo a Byakuya, una llamada de auxilio que el capitán interpretó antes de asentir una vez, una especie de promesa de que todo iría bien.

Hanako suspiró tranquila cuando leyó de los labios del capitán un "detendré a Asami".

- ¿No me cree? - Dijo la teniente con socarronería, disminuyendo aún más su reiatsu mientras se preparaba mentalmente para el golpe.

-Hasta no ver, no creer, teniente. Dime ¿quién de ustedes es la más fuerte? - Su sonrisa volvió al ver a Asami llegar por el pasillo de la izquierda, obligando a la teniente a apresurar sus planes.

-Yo soy la más poderosa de mis hermanas- Sentenció Hanako desenvainando su zanpaku-tō en un movimiento violento mientras sus ojos chisporroteaban con frenesí, interponiéndose en el camino de Kenpachi y aumentando un poco su reiatsu para tratar de convencerlo.

La sonrisa de Kenpachi se amplió en un segundo, al siguiente segundo Byakuya había saltado por los aires, con Asami en brazos, para evadir el golpe del capitán y los ventarrones que se crearon cuando Hanako recibió el impacto en su espada antes de ser lanzada varios metros de espaldas.

Asami ni siquiera se dio cuenta de qué estaba pasando hasta que el capitán liberó su cintura, Byakuya aterrizó en el tejado y vio con cierta preocupación que Hanako rodó varios metros, rebotando contra las tejas y aterrizando en el siguiente patio.

- ¿Cómo llegamos...? - Murmuró Asami sin aire, pero Byakuya volvió a tomarla por la cintura y saltó hasta el suelo antes de avanzar dos pasos y fijar su mirada en la batalla, consiguiendo que la menor le dedicara un gesto de incredulidad.

¿No iba a intervenir?

En un instante, Kenpachi ya había vuelto a alcanzar a Hanako, tirando la segunda estocada, abriéndole el costado en ese gesto y lanzándola todavía más lejos, manchando las baldosas con su sangre. Asami dio un paso llevando la mano hacia su zanpaku-tō, pero Byakuya extendió un brazo para detenerla, arrancándole un gesto de incredulidad a la oficial.

Asami habría gritado un reclamo (sí, su rabia era tal que estaba a punto de gritarle al capitán Kuchiki Byakuya en persona para reclamar por su falta de acción), pero vio que la mano libre de Byakuya ya se encontraba sobre el mango de su propia espada, podía ver el filo de la hoja relucir bajo los rayos del sol de medio día, y vio un gesto ajeno al capitán.

Su entrecejo fruncido no era una novedad, pero sus ojos permanecían abiertos, alertas, todo su cuerpo estaba tenso, y todos en el Gotei sabían que sólo había una persona capaz de superar la velocidad del shunpo de aquel hombre.

Tenía que confiar, aunque eso incluyera admitir la capacidad de otro para defender a su familia, como algo superior a la propia. Odiaba sentirse pequeña frente a sus hermanas, frente al gotei.

-Fue una petición de tu hermana- Murmuró Byakuya sin quitar los ojos de la batalla, preguntándose por qué Kenpachi no tiraba el siguiente golpe -El capitán de la onceava quiere comprobar la fuerza de las hermanas Yamamoto

-Hanako dijo que es la más fuerte, la escuché- Soltó furiosa la menor -Si es cierto que la aprecia tanto, ¿por qué no la detuvo, capitán?

-Porque su hermana, tercer oficial, quiere evitar que Kenpachi vaya tras ustedes

Asami abrió los ojos, pasmada, percatándose de que Hanako liberaba la cantidad de reiatsu exacta para resistir los ataques del capitán de la onceava, había equiparado su poder al que Kenpachi liberaba en ese momento, pero ni un gramo más.

-No...- Murmuró Asami comprendiendo el plan.

-Vuelve a tu división- Ordenó Byakuya con voz fría, pero contundente.

El tercer golpe fue el último, Hanako logró bloquearlo a duras penas, estampándose de lleno en la pared y tosiendo con dificultad en medio de una nube de polvo y escombros mientras shinigamis salían a ver qué estaba ocurriendo.

El frío que Asami sintió a su lado no lo comprendió, al menos no hasta que volvió el rostro y se percató de que el capitán de la sexta ya no se encontraba ahí.

Byakuya aterrizó frente a Hanako con su zanpaku-tō desenvainada, amenazando a Kenpachi con una mirada despiadada que hizo que el corazón de Asami se encogiera ¿En qué momento había pasado eso?

-Acércate otro centímetro y te despedazo- Amenazó el capitán con voz contenida.

Kenpachi bufó por lo bajo, observando cómo Hanako se liberaba de la pared para aterrizar en sus rodillas y sostener el peso de su cuerpo en las manos.

-Estoy bien- Murmuró la chica cuando el capitán de la sexta le dedicó una mirada de reojo.

-Presumiste a tu novia como algo que no es- Sentenció Kenpachi decepcionado, envainando su espada.

-Hanako es una amiga muy preciada para mí, así que comprenderás que, si te acercas otro centímetro, no dudaré en llenar con tu sangre mi espada

-Pusiste la vara muy alta, Kuchiki, me decepcionaste

Asami redujo su reiatsu hasta volverse indetectable, mirando a su hermana en busca de una explicación, pero Hanako sonrió asintiendo, suplicando con la mirada, no le quedaba de otra, pero esa charla no se quedaría así, Asami pediría cuentas en cuanto tuviera oportunidad.

Byakuya suspiró, recuperando la expresión estoica y se enderezó un poco en su sitio, envainando su espada antes de dedicar una mirada de desprecio a Kenpachi y recuperar su tono frío e indiferente.

-Yo no tengo la culpa de que la más poderosa de las Yamamoto no considere digno pelear contra ti

Primero silencio, hasta el viento pareció correr más despacio, temiendo desatar la furia del capitán de la onceava, y luego Kenpachi soltó una risa floja, un gesto incrédulo que fue convirtiéndose en una carcajada desquiciada cargada de incredulidad.

-Muy bien jugado, capitán- Soltó Kenpachi divertido, limpiándose las lágrimas por las carcajadas -Caí por completo, me engañaste haciéndome creer que las niñas de Yamamoto son fuertes

La confusión plagó el rostro de Hanako, que intercambió una mirada con Byakuya, preguntándose cuál sería la siguiente acción del capitán, aunque la teniente siguió disminuyendo su reiatsu, puso la mano sobre el mango de su espada, alerta por cualquier reacción.

-Pondré a mis hombres a limpiar, teniente. Por un momento me convencieron- Kenpachi soltó una nueva carcajada dándoles la espalda y colocando la zanpaku-tō sobre su hombro, comenzando a alejarse de ellos -De verdad me lo creí

Esperaron unos minutos más, asegurándose de que el reiatsu de Kenpachi se alejara en serio antes de bajar la guardia y que el pelinegro se agachara al lado de Hanako para ayudarla a levantarse, amenazó con tomarla en brazos, pero la chica retrocedió dando un traspié y sonrió de medio lado.

-Estoy bien, capitán

-Hanako

-Tranquilícese, Byakuya, estoy bien, lo prometo- Hanako suspiró sintiendo el dolor en las costillas, sintiendo el calor bullir en su interior, casi pudo escuchar el reclamo por parte de su zanpaku-tō, así que asintió para sí misma -Iré a la cuarta división de todos modos, no puedo dejar pasar esto- Añadió palpando su costado y percatándose de que la sangre seguía fresca a pesar de haber sido un corte superficial

-No puedo creer que permitió que le atacara abiertamente ¿Tenía todo medido, teniente?

-Si Kenpachi se hubiera topado con Saya antes que conmigo, la habría desafiado, y ya sabe lo que opina mi hermana de los oficiales que se regodean de su poder y que andan humillando a los que son menos fuertes.

-Sí, seguramente su hermana habría tratado de ponerlo en su lugar

-Byakuya, no quiero contradecirle, pero mi hermana no es de las que se quedan conformes "tratando" de hacer las cosas

- ¿Quién de las tres lo es? - Murmuró el capitán ofreciéndole su brazo a Hanako, sonriendo cuando la chica agradeció el soporte y se encaminaron hacia la división cuatro.

-Me perdí un poco en la conversación, ¿de qué habla?

-De la más poderosa. Dijo usted que era la más poderosa ¿Era una pantalla?

-No sé quién lo sea- Admitió Hanako pensativa, levantando la vista al cielo -Ciertamente el diamante de Asami es impenetrable cuando se lo propone, y su hakuda es bueno. Saya tiene la ventaja de que puede curarse durante la batalla, así que no es sencillo terminar con ella, mientras pueda extraer reiatsu de algún lado, puede mantenerse en pie

- ¿Qué hay de ti? - Inquirió Byakuya al percatarse de que Hanako no había hecho una pausa, sino que había terminado de dar explicaciones, olvidándose un momento de la cordialidad y el respeto que habían mantenido hasta ese momento - ¿Dónde radica tu poder?

Hanako suspiró desviando la mirada, reacia a revelar el secreto, sin embargo, suspirando de nuevo, le dedicó una sonrisa a Byakuya y asintió.

-Karyū basa su poder en el fuego

-Lo que es irónico puesto que su nombre es Dragón de las flores- Interrumpió el capitán, divertido ante el contraste de la chica -Aunque el fuego rosa me intriga mucho

-No se burle, capitán, mi zanpaku-tō tiene sentimientos

- ¿Es fuerza letal?

-No- Murmuró la teniente con una sonrisa -Pero no querrá verla en modo histeria. No diré más, gracias por acompañarme a la división, capitán- Murmuró al final soltando el brazo de Byakuya y dirigiéndose hacia la enfermería, en busca de atención - ¿Seguimos después con la charla?

-Llegaron a mis oídos rumores de que su té de olores es mejor que el de canela, y tengo curiosidad al respecto. Podríamos discutir lo del club de té

-Capitán- Reprochó Hanako volviendo el rostro y negando con la cabeza -Sería un desperdicio de recursos, sólo seríamos dos integrantes

-Si no se nos une tu fan

-Ya estamos otra vez...- Murmuró fastidiada, ingresando a la división y dejando a Byakuya pensativo.

Había visto pelear a Saya, había comprobado de primera mano sus habilidades en el kidō curativo, tanto en sí misma como en su compañero de batalla. Había visto el poder de Asami al momento de defender a su equipo y la dureza de diamante con el que habían atrapado al shadow, en la división doce habían tenido problemas para comenzar los estudios del genzanki puesto que sólo Asami pudo liberarlo cuando por fin despertó. Y había visto las lágrimas de fuego de Hanako, la cantidad de perlas rosas suspendidas en todo el espacio, pero algo no terminaba de encajar, puesto que los estallidos apenas habían sido suficientes para distraer al shadow, para cerrarle el camino y ella había terminado desecha.

Podría creer que era la menos fuerte de las tres Yamamoto, pero luego surgió una teoría más. ¿Podría estar Hanako reprimiendo su reiatsu? Es decir, ¿lo estaba restringiendo además de las restricciones que ya le habían impuesto?

No querrá verla en modo histeria.

Definitivamente tenía curiosidad por las hermanas, pero es un tema que abordaría después.

Obedecer era su mayor rasgo, pero dejar a su hermana en manos de un capitán en el que no confiaba del todo, eso si la preocupaba. Había comenzado bien con el capitán Kuchiki, pero ahora estaba comenzando a caerle mal, pudo haber perdonado a su hermana, pero no a un capitán tan experimentado como él.

"Acércate otro centímetro y te despedazo…"

Las palabras estaban claras en su mente, sobre todo, porque Byakuya había estado mostrando bastante interés en ellas.

Entró a la oficina que compartía con su capitán, dirigiéndose silenciosamente hasta su silla, busco la punta de su bufanda, la cual ya tenía unas semanas sin portar, y la verdad, le daba vergüenza preguntarle a su capitán si él la había visto después de tremenda borrachera que había armado la teniente en la oficina.

Distraída, pensativa, jugo entonces con la punta de su trenza.

- ¿Sucedió algo con Hanako? – Claro, él también había sido capaz de sentirlo, estaban acostumbrados a las riñas de Kenpachi hacía con otros capitanes o subordinados, pero que lo hiciera con la mayor de las hermanas luego de la junta de capitanes… -Asami…

-El capitán Zaraki atacó a mi hermana, el capitán Kuchiki estaba ahí- Los ojos de Asami no lo miraban, pero podía ver el puño sobre el escritorio, apretado, furioso, impotente - ¿Por qué Hanako siempre debe solucionar las cosas a su manera? Está bien, entiendo, es la mayor, pero… enfrentar a un capitán para mantenernos a Saya y a mí, alejadas del peligro es… estoy molesta con ella otra vez…

-Creo que tiene los motivos suficientes para hacerlo- Asami volteo a ver a su capitán, como si le hubieran sacudido la cabeza y estuviera confundida -Perder a sus padres, encargarse de ti, de Saya, vivir con el comandante fue un giro inevitable; tiene sus motivos, yo me pondría igual si Zaraki quisiera enfrentarse contigo

-Pero es diferente- Cruzó los brazos sobre el escritorio, dejando caer la cabeza entre ellos -Capitán…

-Tōshirō…

-…- Alzo la cabeza, mirando al albino -Tōshirō, perdona… me pondré a trabajar de una vez, a ver si logro despejarme de este sentimiento…

Hitsugaya sonrió de lado, mirando con ternura a su novia, acariciándole una mejilla y volviendo a su escritorio.

- ¿Quieres que mañana traiga algo de comer? – Preguntó ella mientras tomaba la primera carpeta de su montón, abriéndola y mirando el encabezado -Creo que preparare algo junto con Hanako, aunque aún no estoy segura

-Adelante, comeremos juntos- Asami sonrió, esto le alegró, después de todo ella también estaba pasando por un momento de estrés y agotamiento, pero en verdad, no creía que alguien tan joven soportara tanto trabajo -Yo invito el postre

Todo estaba ocurriendo demasiado rápido. La habían nombrado teniente de la décimo tercera, la habían enviado a misiones al mundo humano, habían descubierto una nueva raza de hollows, su hermana había salido lastimada, y también el teniente Abarai, y no contenta con ello, Asami se había enojado por excluirla de sus planes y Saya se había colado a sus misiones. Por una parte, por otra, estaba la cantidad de papeleo que tenía que hacer como reporte por los descubrimientos de los genzanki, los nuevos reclutas, el entrenamiento especial de Rukia, su enfrentamiento con Kenpachi…

Colapsaría, eventualmente colapsaría.

Hanako era responsable, y abnegada, pero tenía la mala costumbre de ver primero por todos menos por ella, así que, cuando tenía fiebres ligeras o malestares físicos, no lo externaba para no preocupar o molestar a la gente por tonterías. Se tomaba diligentemente sus tés y acudía a la división cuatro si sentía que no podría lidiar con ello sola.

Tanta presión por los cambios recientes a su estilo de vida le estaba pasando factura ahora, puesto que lo que había iniciado con un dolor leve de cabeza al principio de la semana, se había convertido en náuseas constantes y fiebre ligera, que había ido subiendo conforme habían ido pasando los días, mientras sus actividades seguían aumentando sin que ella pudiera ponerles fin. Porque parte de su responsabilidad era asumir el trabajo que le correspondía, no le gustaba darle tareas a sus subordinados cuando eran su responsabilidad, y no había hecho caso a Saya de dejarle un par de pendientes extra, puesto que ya suficiente tenía con cumplir condena por su insubordinación como para cargarle más la mano. Lo resolvería, y lo haría con una sonrisa.

Pero las fuerzas se le habían agotado al punto en que ya no podía sonreír.

Alguna vez el viejo Genryūsai la había reprendido por no decirle que se sentía mal, había terminado tres días en cama porque la fiebre se había vuelto incontenible, ahora se preguntaba si se estaría acercando a esos extremos.

Al ser portadora de un dragón de fuego era muy extraño que le diera fiebre, aquello era señal inequívoca de que Karyū le exigía que hiciera un alto, pero Hanako no tenía tiempo para frenar.

No, Hanako apartó esos pensamientos y siguió caminando por los pasillos, apretando las carpetas contra sus brazos y apretando el paso, considerando (suplicando) que la velocidad le ayudara a contener las náuseas y la debilidad. ¿Desde cuándo hacía tanto calor? El día que habían rendido cuentas en la doceava, el capitán Kuchiki le había hecho hincapié en que descansará, por supuesto no hizo caso, llevándose trabajo a casa. Se sentía aturdida, estaba sudando, le daba vueltas la cabeza, sentía náuseas, la espalda le dolía, pero ella se mantuvo erguida, o eso creyó. No se dio cuenta de que se había ido encorvando a cada paso, sus brazos se aflojaban, si no prestaba atención, terminaría perdiendo las hojas que llevaba para la editorial, se desvanecería si no hacía una pausa ya.

- ¡Mira nada más! - Exclamó Hisagi en voz alta, Hanako no tuvo tiempo de frenar, embistió el pecho del azabache y las hojas salieron volando en todas direcciones - ¿Quién diría que la akuma fukutaichō podría estar tan dispersa?

-Bakataichō...- Murmuró débilmente la chica, poniendo una mano en su cintura mientras las hojas terminaban de caer hasta el piso -Sería una pena...

Ni siquiera pudo terminar la frase. Por un instante, Hanako se desvaneció, cerrando los ojos mientras su cuerpo se deslizaba hacia el suelo con ligereza, como si fuese una pluma cayendo. Shūhei se movió a toda velocidad para sostener la cintura de Hanako y evitarle el golpe.

- ¡Hanako! - Exclamó el teniente sosteniéndola con delicadeza en su regazo mientras Kira corría hasta ellos -Hanako, háblame ¿Estás bien?

-Bakataichō...- Murmuró débilmente la chica, levantando una mano para acariciar la mejilla de Shūhei -Si sigues hablando así, voy a creer que te preocupas por mí

-La llevaré a la división cuatro- Anunció Shūhei levantando a Hanako con ligereza, afianzándola contra su pecho y mirando a su amigo con preocupación -Alerta a sus hermanas que…

-Por favor- Musitó débilmente le chica, aferrándose a la solapa del shinigami y aspirando profundo su perfume -A la cuatro no…

-Pero tienen que verte y…

-Me enviarán a casa, no he terminado los reportes- Dijo cabeceando y golpeando las clavículas del shinigami, haciéndole componer una mueca de incredulidad

-Está delirando- Soltó Kira consiguiendo que Shūhei sonriera de medio lado.

-No, así es ella. Kira…- Murmuró el moreno con seriedad, consiguiendo que su amigo se tensó en su sitio -Avisa a Asami que llevaré a Hanako a casa

-No- Murmuró la shinigami con lo último que le quedaba de fuerza antes de perder el conocimiento y conseguir que su sonrisa se ampliara.

-Busca a Saya y dile que me alcance rumbo a la casa

-Pero ¿qué hay de la división cuatro?

Asami llegó a toda velocidad a la casa, justo cuando Saya despedía al shinigami de la división cuatro y recibía las últimas indicaciones sobre los cuidados de su hermana. Sólo una mirada bastó para que Saya señalara el interior con la cabeza y Asami saliera corriendo escaleras arriba a buscar a Hanako. La chica estaba recostada en su cama, su expresión era serena, tenía las mejillas sonrosadas y una compresa fría en la frente para bajarle la fiebre, Shūhei estaba sentado a su lado, mirándola fijamente y sosteniendo su mano con devoción, pendiente de cada movimiento que hacía la teniente, mirándola con un aire de resignación, como si se culpara por verla ahí.

Tal vez la razón por la que Asami no pudo moverse de su sitio durante largos segundos, fue la intensidad en la mirada de Shūhei, que contemplaba el rostro de Hanako con adoración a pesar de la culpa.

Asami dejó pasar algunos segundos mientras se acostumbraba a la idea de tener a su amigo metido en la habitación de su hermana.

Su expresión se había ido relajando, ahora el shinigami contemplaba a la teniente con curiosidad, Asami no tardó en adivinar que se contenía de algo, pero... ¿de qué?

Shūhei alargó una mano para girar la compresa, consiguiendo que Hanako torciera el gesto un momento, haciendo amago de despertar, pero volvió a quedarse tranquila cuando Shūhei le apartó unos mechones del rostro y volvió a tomar la mano de la chica entre las suyas, antes de plantar un beso a su palma y volver a mirarla.

Asami salió en el mismo silencio con que entró a la habitación, encontró a Saya dejándose caer en una silla en el comedor, con una taza de café en las manos.

- ¿Tú lo llamaste? - Inquirió Saya en medio de un suspiró.

- ¿Perdón? - Murmuró Asami distraída.

-Al teniente Hisagi- Insistió la mayor mirando a su hermana con seriedad -Kira fue a buscarme para pedirme que los alcanzará y el médico de la cuatro dijo que tú lo enviaste ¿Enviaste también al teniente Hisagi?

-No, creo que él fue quien encontró a Hanako ¿Qué pasó? Está mañana estaba bien

-No creo que "bien" sea la palabra, se encerró en su oficina en cuanto llegamos a la división- Informó Saya pensativa -Normalmente deja su puerta abierta, sólo la cierra cuando tiene que hablar con alguna persona en privado, y me recordó a…

La pausa de Saya fue significativa, Asami asintió una vez, comprendiendo el mensaje.

-A cuando el abuelo la entrenaba

-Alcance a Hisagi a unas cuadras de llegar a casa, Hanako ardía en fiebre

-No tiene sentido, su zanpaku-tō es de fuego, Karyū debería…

-Dijeron que fue el estrés

Estrés…

Qué explicación tan simple y absurda, para Asami tomó un segundo más comprender que aquella era la explicación científica que habían recibido para la fiebre de Hanako, estrés.

-Bueno, se acabó el tiempo- Espetó Saya poniéndose en pie de un salto y encaminándose hacia la escalera -Que la deje descansar

-Oh, vamos- Exclamó Asami haciendo un shunpo para cerrarle el paso a Saya, mirándola con ojos suplicante -Dale un minuto más, todo el tiempo están peleando, además, se ven más lindos que Renji y tú juntos

- ¿¡Qué tiene que ver Abarai con esto!?

-No te hagas la desentendida- Exclamó triunfal Asami, habiendo conseguido un poco de tiempo extra para su amigo -Lo del café es buena apuesta, pero a ese shinigami tú le gustas

-Lo que le gusta es la mala vida, no sabe cuándo retirarse

-O está tratando de llamar tu atención

- ¿De qué estás hablando? Es mi rival

-Ay, hasta Hanako dice que hay algo ahí

-Lo que me recuerda

Un parpadeo, Asami había parpadeado una vez y Saya ya se encontraba escaleras arriba, en la puerta de Hanako girando la perilla con una sonrisa de medio lado.

Asami llegó hasta ella con gesto de sorpresa.

-No creas que no me di cuenta, estabas haciendo tiempo- Murmuró Saya agachándose un poco en su sitio, consiguiendo que Asami sonriera aceptando la culpa - ¿Por qué?

-No quiero despertar a Hanako

-No me trago ese cuento- Espetó Saya en respuesta alzando la voz, consiguiendo que Asami hiciera un aspaviento para que guardara silencio -No me trago ese cuento- Repitió en voz baja, frunciendo el entrecejo

-No necesita más presión de momento, es todo

- ¿Y por eso la dejas sola con el teniente?

-Ha cuidado de mí- Murmuró Asami apremiante, esta vez ganándose un gesto por parte de Saya para que bajara aún más la voz -Hanako está a salvo con él. La trajo a casa ¿no?

-Lo voy a dejar pasar sólo porque nuestra hermana está mal, pero no creas que olvidaré esto

-Ya lo sé, ya lo sé

-No es que no sepan hablar en voz baja- Soltó Shūhei con aires divertidos, consiguiendo que ambas shinigamis se encogieran en su sitio -Pero tampoco es que sepan hacerlo

Asami suspiró empujando la puerta y sonrió al ver a su hermana sonreírles desde la cama. Shūhei estaba de pie con los brazos cruzados y negando con la cabeza, como recriminándoles algo, pero Hanako habló con voz trémula.

-Que no les haga creer que me despertaron- Su voz salió ronca, débil, y la chica apretó el gesto en un reclamo personal, pero relajó la expresión removiéndose en la cama, en busca de una mejor postura -Me despertó el calor

-Qué raro que tengas fiebre, hermana- Exclamó Saya acabando con la distancia para dejarse caer a un costado de Hanako, arrancándole un gemido por lo bajo -Ahora sí nos sacaste un buen susto.

-Oye, oye, con cuidado, todavía están frescas las heridas de su pelea- Reclamó Shūhei, ganándose una mirada de pasmo por parte de Asami.

- ¿Qué heridas?

-Por algo te digo bakataichō- Bromeó Hanako en medio de un suspiro -Niñas, estoy cansada, ¿me darían tregua una noche?

- ¡¿Una noche?! Ah, no- Exclamó Saya sentándose para mirar a su hermana -Te recomendaron al menos una semana de descanso

-No necesito una semana- Murmuró Hanako débilmente, sintiendo que su frente se perlaba de sudor en un momento, con la temperatura volviendo a subir de golpe por el cambio de sus emociones -Dormiré hasta mañana y a primera hora estaré como si nada

-Eso si Karyū no te achicharra primero- Se burló Saya, ganándose una mirada de curiosidad por parte de Shūhei y Asami

-Ese es tema aparte...- Murmuró la teniente apretando el gesto mientras Shūhei volvía a tomar la toalla húmeda para ponerla en la frente de la shinigami.

-No se esfuerce, teniente Yamamoto- Pidió el moreno sonriendo de medio lado -Si dejas que te mate una gripe ¿cómo voy a obtener mi revancha?

- ¿Revancha? ¡Ja! - Espetó Hanako sonriendo de medio lado, pero sin abrir los ojos -Te voy a poner en ridículo otra vez

-Duérmete ya, Hanako- Reprochó el muchacho dando la vuelta a la toallita antes de recoger entre sus dedos una gota de agua y negar con la cabeza.

Asami sonrió de medio lado, mirando a su amigo con un gesto cómplice que Saya no supo cómo interpretar, no, prefirió guardar silencio antes de salir los tres juntos de la habitación.

-El shinigami de la cuatro dijo que Hanako debe dormir mucho, comer bien y dejar de pensar un par de días

-Lo último será imposible- Se quejó Asami mirando a su hermana con un gesto compungido, gesto que Saya correspondió -Tú viste la cantidad de reportes que capitanes y tenientes tienen que entregar con el descontrol que hay por las misiones, jamás habíamos tenido tanto trabajo, en la división diez, no nos damos abasto

-Además de que su teniente es de mucha ayuda- Ironizó Hisagi divertido, ganándose de Asami que la chica le sacara la lengua -Cuenten conmigo- Murmuró en medio de un suspiro, resignado -Como teniente, sé qué es lo que se requiere entregar para la documentación de las misiones, podría llevarme algo de trabajo para la división y...

Asami y Saya intercambiaron una mirada mientras Shūhei seguía con su discurso, sonriéndose la una a la otra, un gesto de complicidad antes de que Asami interrumpiera amablemente a su amigo.

-Perdóname, Shūhei, pero Hanako es nuestra hermana

-Es momento de cuidar de ella, siempre ha sido al revés- Corroboró Saya, sonriendo también antes de adoptar una postura erguida -Teniente- Hizo una reverencia poco pronunciada, de nuevo siendo una soldado dirigiéndose a su superior -Muchas gracias por cuidar de nuestra hermana, pero a partir de este momento nos hacemos cargo nosotras

Shūhei asintió sonriendo dulcemente para Asami mientras Saya se enderezaba y le miraba con determinación.

-Cuenten conmigo para lo que necesiten- Insistió Shūhei asintiendo mientras se dirigía hacia la escalera.

-Te acompaño a la puerta- Murmuró Asami alegremente mientras Saya volvía a la habitación de su hermana y se sentaba a su lado, tomando la mano de la chica que yacía inerte.

Su rostro estaba contraído en una mueca, con el entrecejo fruncido y la boca apretada, a pesar de estar durmiendo, sudaba, el cuello, los hombros, las mejillas, así que Saya giró la toallita húmeda en su frente como ella lo hizo tantas veces por sus dos hermanas pequeñas, preguntándose por qué Hanako tenía fiebre a esas alturas.

No recordaba muchas ocasiones en las que su hermana mayor se hubiera enfermado, el abuelo siempre había cuidado de ella, y Hanako alguna vez le había dicho que sólo le daba fiebre cuando Karyū se enojaba con ella.

- ¿Qué te hizo, Karyū? - Murmuró Saya viendo la zanpaku-tō colgada sobre la cabecera de su hermana, con su guarda estilizada, casi artística, decorada con flores de glicina.

Suspiró.

Y luego se puso de pie al lado de su hermana, con ambas manos extendidas sobre ellas, con los ojos cerrados y concentrándose en su reiatsu, conjurando un kidō para tratar de bajar la fiebre. Por un momento escuchó algo, un ruido lejano, un rugido poderoso que sonaba distante y confuso, que parecía venir del exterior y al mismo tiempo resonaba dentro de su propia cabeza, le pareció ver el rostro de un dragón gritando y luego sintió el ardor en las palmas. Retrocedió dos pasos y abrió los ojos antes de levantar la mirada hacia la zanpaku-tō, donde dos chispas rosas brillaban débilmente, como si Karyū la mirara a los ojos.

-Ya entendí- Prometió Saya levantando las manos en señal de tregua -La dejaré estar

- ¿Saya? - Llamó Asami desde abajo, ajena al predicamento de su hermana - ¿Qué cenamos?

-En seguida voy- Dijo dando pasos de espaldas, viendo cómo aquellas chispas se extinguían en la oscuridad.

Asami y Saya habían llegado a un acuerdo, la menor ayudaría a ambas divisiones mientras su hermana terminaba de recuperarse esa semana, por lo que llego antes que su capitán a completar los papeles que tenía marcados como urgentes, disminuyendo su trabajo considerablemente y dándole la oportunidad de tomar un pequeño descanso.

-Necesito pedirle un favor, capitán- Él sabía que estaba pidiendo ese favor como oficial y no como su novia, porque afectaba directamente a la división -Necesito me conceda el permiso para auxiliar a la capitana Kuchiki y a mi hermana en la división trece, al menos, en lo que Hanako se recupera

-Permiso concedido- Suspiró, sobre todo, porque sabía que la trece tenía bastante trabajo últimamente, sin contar, las misiones que estaban por venir -Tú también deberías tomar un respiro, cargar con todo es malo para el cuerpo

-Gracias capitán, pero estaré bien- Sonrió, terminando un archivo que tenia pendiente de hace algunas semanas atrás -De momento, solo deseo que mi hermana se recupere

Llamaron a la puerta, por lo que la chica volvió a sus actividades laborales mientras Hisagi entraba a la oficina, dirigiéndose hacia el capitán.

-Con su permiso, capitán Hitsugaya

El aludido enarcó una ceja con cierta curiosidad, el teniente de la novena no solía ser tan formal a menos que se tratara de situaciones serias. ¿Cuánto más podía complicarse su mañana? Ya suficiente tenían con los pendientes acumulados porque Matsumoto no se hubiese dignado a hacer acto de aparición. Tanto trabajo, y tan temprano...

-Teniente Hisagi- Saludó el capitán secamente, consiguiendo que Shūhei pasara saliva.

-Capitán- Inició el moreno luego de aclararse la garganta una vez -Como sabrá, en la revista del Seireitei estamos trabajando a marchas forzadas por tener a los shinigamis enterados de todo cuanto está ocurriendo en estos momentos

-Estoy al tanto, todos estamos hasta el cuello por las actividades

-Unos más que otros- Murmuró Asami desde su sitio, frunciendo el entrecejo mientras miraba la pila de papeles que Matsumoto había dejado alegremente en su escritorio.

-Vine a solicitar un reporte más sobre la última misión- Informó el shinigami haciendo una reverencia ligera, como disculpándose por adelantado -En cuanto tengamos los resultados de los experimentos del capitán Mayuri, nos gustaría que todos los involucrados en el evento, nos extendieran una opinión personal, ya que lo vivieron en carne propia

-Lo entiendo, teniente; lo tendrá en cuanto salgan los resultados ¿Algo más?

-Sí...- Murmuró el shinigami con cautela -Solicito su permiso para llevarme unos minutos a su tercer oficial para un interrogatorio

Hitsugaya miraba a Hisagi con los ojos entrecerrados, con desconfianza. Shūhei no pudo evitar pasar saliva ante el escrutinio de su amigo, pero mantuvo la expresión serena mientras esperaba la respuesta del capitán.

- ¿Para qué quieres a mi tercer oficial? - Murmuró con desconfianza, entrelazado las manos frente a su boca y agachando un poco la mirada.

-Requiero hablar con ella algunos asuntos de la misión en el mundo de los humanos- Dijo fríamente Shūhei, conservando el protocolo y el respeto con el que solía hablarle a los capitanes para asuntos oficiales.

-Asami es... mi tercer oficial- Murmuró con deliberada lentitud mientras se reclinaba hacia atrás en su silla y ponía los codos en los posa brazos -Lo que pase en mi escuadrón es un asunto que me voy a tomar muy en serio

La nuca de Hisagi estaba comenzando a perlarse por un sudor frío, a causa de la antelación, se aclaró la garganta y relajó los hombros.

-Tōshirō... juro que no es lo que parece, no me interesa Asami de esa manera

-Mira, Hisagi...- Dios, cómo odiaba cuando lo llamaba por su apellido de aquella forma, no necesitaba su shikai para hacer que la habitación se llenara de hielo -Asami es mi tercera oficial, y la voy a proteger de cualquiera que intente algo

Shūhei suspiró asintiendo, sonriendo confiado, tratando de transmitirle algo de tranquilidad a su amigo.

-Lo sé- ¿debería jugarse todo por aquel encuentro? -Es sobre su hermana, necesito hablar con tu tercera oficial por algo que dijo en nuestra misión en el mundo humano

Hitsugaya lo pensó un momento y luego asintió con la cabeza, volviendo el rostro.

-Si intentas algo, lo sabré

-Juro que no es lo que crees- Soltó Shūhei con un suspiro pesado, ganándose otra mirada gélida por parte de su compañero, gesto que lo hizo retroceder un paso.

-Eso dice la gente cuando hace justo lo que parece que hace; vete, estoy muy ocupado…

Hisagi volteó a ver a su amiga, quien dejó su labor y salió de la oficina junto con su amigo; Hitsugaya observó a ambos salir, notablemente molesto porque el teniente se llevara a su tercer oficial… y novia, sintiéndose frustrado por la situación.

Por otro lado, ambos amigos caminaron con algo de prisa a la división del moreno, sobre todo, porque Hisagi pareciera que en verdad tomaría las palabras del capitán como una especie de amenaza.

-Nunca había a Toshiro tan molesto ¿Qué le pasa? – Murmuró, irritado por la forma en que el albino se dirigió a él - ¿Desde cuando te prohíbe ir por ahí, realizando tu trabajo?

Asami rio, permitiendo que sus mejillas se sonrosaran, algo que Shūhei no pasó por alto, frenando en seco mientras ella desviaba la mirada.

-No puedo creerlo… ustedes…- Asintió, esto lo explicaba todo, ahora entendía el porque no le había querido decir nada aquel día -Creo que solo puedo desearles lo mejor ¿Lo harán público?

-Aun no, estamos… tomando nuestro tiempo, adaptándonos a esto- Respondió ella, continuando con su andar hacia la oficina de su amigo -Aunque, es el quien ha estado mostrando más celos de lo normal, tal vez es comprensible debido a que nunca a estado en este tipo de situaciones

Shūhei guardó silencio, entendiendo la situación por la que estaban pasando y, comprendiendo el porque el capitán se había puesto tan posesivo con su amiga; no podía negar que Asami era muy bonita, pero era Hanako quien ocupaba su mente y corazón.

Ambos llegaron a su oficina, donde comenzó a hacer algunas preguntas sobre la misión, cosas que solo ella y Hanako sabían y, que, de momento, la mayor no podía responder porque estaba en casa descansando. Todo era cuestión de minutos, pero luego el moreno le contó la idea que tenía sobre hacer un obsequio a la chica.

Asami trataba de encontrar una manera factible de hacer aquello sin tanto revuelo, sostenía en sus manos un ramillete de glicinas, la flor favorita de su hermana. Suspiró, no pudiendo dar más ideas de las que ya había dicho; saltó en su asiento al escuchar la puerta abrirse, topándose con el capitán de la novena.

-Buenos días, capitán- Saludo la menor, haciendo una reverencia, pero recibió de parte de él, una caricia similar a las que Saya hacia para despeinarla -No se si sorprenderme o no…

-Creo que nuestras formalidades terminaron desde esa misión- Alegó el albino, dejándose caer en el sofá que había, similar al que tenía Tōshirō en su oficina - ¿Y bien? ¿Tienes algo nuevo, casanova?

Asami miró con una ceja arqueada al moreno, quien se sonrojará por lo dicho por su capitán; la chica señalo al albino, por lo que Shūhei suspiró.

-Si, lo sabe- Kensei sonrió, mirando a la chica, quien se encogiera de hombros -Estábamos pensando en un regalo para Hanako, algo más… personal…

-Se están ahogando en un vaso de agua ustedes dos- Ambos voltearon a ver al capitán, quien se acercará a ellos, quitando de la mano de Asami el ramillete de glicinas -Tan fácil como hacer un diamante lleno de glicinas

Asami fijó su vista en las glicinas que sostenía el mayor entre sus dedos, concentrándose en ellos hasta que encontró la forma perfecta, haciendo que el capitán soltara el ramillete, y ella lo atrapó con su diamante, sosteniéndolo antes de que cayera y entregándoselo a Shuhei.

-Solo debes ponerle la cadena y estará listo- Anunció la chica, soltando un suspiro al ver la hora en el reloj de pared de su amigo -Volveré a mi división, aún tengo muchas cosas que hacer, y Matsumoto no ayuda mucho

Shūhei miró a su amiga con lastima, tenía un buen puesto y, a la vez, el peor trabajo de todos; soportar los caprichos de su amiga pelirroja no se lo deseaba a nadie, pero ella lo estaba viviendo en carne propia.

Kensei se quedó en la oficina otro rato, pero Hisagi fue el primero en ponerse de pie.

-Tengo que ir a hacer algo- Soltó el moreno, notando la mirada de complicidad y picardía de su capitán -Te odio…

-Bueno, si no fuera por lo que ha mantenido a Mashiro entretenida…

-Te veo más tarde

Shūhei suspiró reacomodándose la caja en los brazos, ésta llevaba algunos agujeros en la tapa y era tan grande que abarcaba el torso del shinigami, preguntándose si sería buena idea continuar con su idea o si debía detenerse en ese mismo instante. Ya había enfilado por la calle que daba a la puerta de las hermanas, unos metros más y aquello sería irrevocable.

¿En qué estaba pensando?

Lo iban a regresar a su casa con todo y regalo.

Valía la pena intentarlo.

Respiró profundo al llegar hasta la entrada y golpeó la puerta, encontró cierta dificultad en mantener la caja en equilibrio y su contenido se movió, obligando al shinigami a hacer movimientos para mantener el balance y sostener su paquete con ambos brazos, dando un traspié hacia el frente.

Hanako abrió la puerta justo a tiempo para evitar que Shūhei se golpeara de frente contra la madera, y el shinigami se enderezó a toda velocidad al percatarse de aquel hecho, sonrojándose levemente.

No era precisamente tarde, eran las once de la mañana y él había decidido darse una vuelta en la mansión Yamamoto para ver cómo seguía la teniente demonio y hacer su entrega, así que le sorprendió muchísimo encontrar a Hanako todavía en pijama, con un pantalón azul oscuro con estrellas grises y una camiseta blanca de manga larga, además de una cobija sobre los hombros y el cabello suelto cayendo a su alrededor como un halo.

-Bakataichō...- Murmuró la chica débilmente.

Shūhei se sonrojó todavía más al percatarse de que la teniente parecía recién levantada, y no es que los cabellos fuera de lugar, las bolsas bajo los ojos, el bostezo, la hubiesen delatado, había además una cadencia arrastrada en sus palabras, como si siguiera a medio camino entre el sueño y la consciencia.

-Perdona, puedo volver más tarde. No quiero molestar...

Hanako bostezó cubriendo su boca con el dorso de la mano, gesto que permitió a Shūhei percatarse de que las mangas le quedaban largas por encima de los nudillos. Sonrió cuando la chica negó con la cabeza y le hizo un gesto para invitarlo a pasar.

-Está bien, preparaba el desayuno ¿Has comido algo ya?

-Sí, yo...- El estómago de Hisagi gruñó en respuesta, delatando al mentiroso y consiguiendo que el teniente se sonrojara hasta las orejas, avergonzado -No, me quedé dormido esta mañana y salí corriendo hacia la división- Admitió sonriendo de medio lado mientras Hanako se dirigía hacia la estufa.

Shūhei se quedó de pie en medio del comedor, sosteniendo su caja con fuerza mientras la teniente repartía el contenido de una tetera en dos tazas antes de dirigirse a la mesa.

-No espero que se quede ahí parado, teniente- Murmuró la chica dejando una taza más cerca de Shūhei y volviendo a la cocina -No le da miedo que le contagie mi gripe, ¿o sí?

-No, para nada...- Murmuró algo pasmado, todavía no procesaba el hecho de que Hanako lo acababa de invitar a desayunar.

- ¿Lleva prisa? - Murmuró la chica volviendo el rostro con curiosidad, cada segundo más y más despierta, sonriendo de medio lado al ver la expresión de sorpresa que compuso el shinigami cuando la chica lo miró.

La caja resbaló de las manos del teniente unos centímetros y él se aferró a su paquete con vehemencia antes de responder.

- ¡No! Yo... Yo... No quiero quitarle mucho tiempo, sólo venía a traer esto- Admitió bajando la mirada, consiguiendo que Hanako apagara la estufa y se acercara a su compañero con curiosidad -La última vez que estuve de misión en la tierra pensé que sería buena idea buscarte algo en lo que puedas ocupar tu mente que no sea maltratar a tu hermana Saya- La burla de Shūhei hizo a Hanako sonreír, al menos había recuperado el ritmo de sus conversaciones habituales -Pensé en traer un recordatorio de que debes relajarte de vez en cuando, ya sabes, algo que te obligue a salir de tu mundito uno o dos días a la semana

-Pensé que eras mi saco de sparring, eso me entretiene mucho

-Muy graciosa- Murmuró Shūhei agachándose a dejar la caja en el piso y sonreír con melancolía, aferrando las manos a la tapa, indeciso -Entenderé si no quieres aceptar este regalo, pero no deberías quedarte sola en casa, y sé que todavía te quedan algunos días de descanso

- ¿Por qué sabes eso? - Inquirió la chica con desconfianza.

-Mi capitán quería ofrecerme como voluntario para trabajar en la décimo tercera cuando se enteró de que no estarías... en circulación unos días, para que te recuperes

- ¿Y cuál es tu idea de compañía?

Shūhei sonrió de medio lado, admirando la chispa de curiosidad que nació en los ojos de Hanako como un manantial cristalino, levantó la tapa en un movimiento, consiguiendo que la chica ahogara un grito agudo antes de agacharse en un movimiento veloz para ponerse a la altura de la criatura que asomó por el borde con un jadeo divertido.

Era un cachorro. Un perro gris que apenas y cabía en la caja cerrada, Hanako recargó las manos en el piso para quedar a la altura del perro y se ganó una serie de lengüetazos en las mejillas por acercarse tanto. No pudo evitarlo, metió ambas manos a la caja y sostuvo al cachorro sobre su regazo, percatándose de que las patas eran enormes, con su hocico plano y las orejas caídas, todo él cubierto por un pelaje gris oscuro.

- ¿Qué es?

-La gente lo llama mascota ¿sabes? - Se burló Shūhei conmovido al percatarse de que Hanako parecía una niña pequeña en navidad, acariciando al perro y mirándolo como si creyera que podría desaparecer en cualquier momento.

Se ganó un manazo por parte de la chica y el perro ladró en reproche, consiguiendo que la teniente volviera a acariciarlo con entusiasmo.

-Es un Gran Danés- Informó Hisagi con orgullo -Crecen muchísimo, pero me aseguraron que son perros muy tranquilos y hogareños. No son precisamente protectores de la casa, pero estoy seguro de que éste te va a defender hasta la muerte

-Shūhei, no puedo aceptarlo- Murmuró Hanako acongojada, mirando al teniente con reproche y tristeza en partes iguales - ¿Por qué me lo trajiste?

-Ya te lo dije, teniente del demonio- Soltó Shūhei enderezándose y sacudiendo sus rodillas y su ropa, que se había llenado de pelos grises en un santiamén -Prometo que esto no será un problema- Murmuró señalando su uniforme, plagado de líneas de tonalidades grises por todos lados y haciendo a la chica reír de nuevo - ¿Por qué no puedes aceptarlo?

-Es demasiado... más de lo que puedo tratar de corresponder o pagar

Shūhei suspiró llevándose una mano a la nuca y asintiendo con una sonrisa melancólica.

-Sí, me imaginé que dirías algo así, pero ya me adelanté. Si no lo quieres, entonces me lo llevaré de regreso a mi división, puedo criarlo conmigo. Pero si lo quieres y la razón por la que no lo aceptas es porque quedarías en deuda, entonces déjame cambiar las cosas. Esta es una forma de reivindicar mi parte responsable en tu enfermedad

-¿De qué hablas?

-Hanako, seamos sinceros- Espetó el shinigami sentándose frente a la chica con las piernas dobladas, recargando el peso de su cuerpo en una mano y acariciando al perro con la mano disponible -Esto no es un catarro común, te enfermaste por la presión que has tenido sobre tus hombros desde la aparición de los genzanki, y en lugar de ponerte las cosas sencillas, te he seguido peleando en los pasillos del Gotei, cada vez que nos topamos y cada vez que vas a mi oficina

-No podías saber que me enfermaría- Murmuró la chica abrazando al perro y hundiendo su nariz contra el pelaje gris

-Sí, podía. Me pasó cuando el capitán Tōsen decidió seguir a Aizen. Al principio fue sencillo llevar un ritmo doble, hacer los turnos extra, las entregas, y todo eso, y luego me enfermé. Sabía que te pasaría algo así y no fui de mucha ayuda

-Me trajiste a casa y cuidaste de mi hasta que llegaron los de la cuatro- Reprochó la chica mientras el perro se soltaba y corría un poco alrededor de ella antes de morderle las puntas del cabello y dar tironcitos juguetones.

-No fue suficiente

-Si te lo devuelvo, Saya y Asami me van a aborrecer si se enteran- Murmuró divertida Hanako mientras el cachorro corría hacia Shūhei y lo embestía antes de volver hasta ella, jugando con ambos shinigamis con más energía de la que habrían esperado.

-Es un regalo, Hanako. Y algo tienes en contra de que la gente te haga regalos, pero a mí no me importa si me odias por tratar de hacerte sentir mejor. Tómalo como una tregua. Y como un relevo. Cuando tengas que ir de misión a la tierra y tus hermanas se queden aquí, este pequeño guardián les echará un ojo por ti.

Hanako suspiró cuando el perro se tiró panza arriba entre ellos y ambos extendieron una mano para acariciarle, sus dedos chocaron con los de Hisagi y ambos intercambiaron una mirada antes de desviar los rostros, sonriendo sonrojados por el contacto sutil.

-Hogo...- Murmuró la teniente acariciando al perro cuando éste comenzó a gruñir, exigiendo atención.

-Protector- Tradujo Shūhei sonriendo de medio lado -Me gusta cómo suena Hogo

-Es que esto es muy generoso, y yo no...

-Si no me lo vas a aceptar como regalo entonces haz esto por mí. Deja que el perro te cuide por un tiempo y luego vendré por él.

- ¡No seas cruel! Así me voy a encariñar y no querré que te lo lleves

Shūhei consideró seriamente responder a eso, decirle a Hanako que entonces tendría que irse ella también a vivir consigo si quería permanecer cerca de Hogo, pero cambio el discurso de último minuto y sonrió de medio lado.

-Para cuando venga a recoger a mi perro, estarás lista para que te lo regale

Guardaron silencio, mutismo que sólo se vio interrumpido por los gruñidos del perro que se había enganchado por los colmillos al sash de Hisagi y tiraba con fuerza, deshaciendo el moño y consiguiendo que el Shinigami soltara una risa y opusiera resistencia.

Si dejaron correr uno o dos minutos en silencio, se sintieron como mucho más. La chica tardó lo que se sintió como una eternidad antes de poder sonreír para su colega y murmurar: -Gracias.

Shūhei asintió poniéndose de pie y rehaciendo el nudo de su uniforme.

-Tengo que irme- Murmuró apesadumbrado -Me gustaría que descanses un poco más

-Pero ¿me vas a dejar la taza servida? - Soltó Hanako con fingida indignación -El desayuno ya casi está y tú no has comido nada

-No quiero abusar...

-Me regalaste un perro- Soltó Hanako a manera de reproche.

-Te traje otra boca qué alimentar

-Sí, la tuya. Por favor.

Shūhei suspiró profundo, paseando una mano por su cabello antes de asentir y tomar asiento frente a la taza que Hanako le había ofrecido originalmente, la chica sonrió ampliamente antes de dirigirse hacia la cocina de nuevo, con Hogo dando saltitos a su alrededor y ladrando divertido.

Y por todo lo que duró ese desayuno, Shūhei se permitió a sí mismo soñar con la posibilidad de que Hanako podría verlo como algo más que sólo un adversario o un instructor, sin imaginarse siquiera que la chica albergaba las mismas esperanzas en secreto y en silencio, disfrutando la calma previa a la tormenta.

Era hora de la comida, la sexta división se había quedado en silencio dado que los shinigamis se habían alejado de sus oficinas, buscando un momento para olvidarse del estrés de los deberes. Renji llegó hasta su escritorio y dijo algo, pero Byakuya no lo escuchó, estaba tan metido en sus propios pensamientos que no entendió las palabras que su teniente le dedicaba, simplemente hizo un gesto con la mano para pedirle silencio y el pelirrojo entendió la indirecta. No era la primera vez que veía al capitán tan ensimismado, así que asintió dejando una manzana sobre el escritorio y salió de la oficina.

Manzanas...

Byakuya suspiró mirando la fruta antes de abrir su cajón, donde descansaba una bolsa con duraznos cortados del jardín principal. Rukia le había entregado la bolsa en la mañana antes de salir a la división, mirándole con el entrecejo fruncido y haciendo una reverencia.

Negó con la cabeza y tomó la bolsa antes de salir de su oficina, con pasos lentos y poniendo en orden sus pensamientos, sabiendo que, debajo de la bolsa, bajo los duraznos, había una carta que no había vuelto a leer en mucho tiempo, no desde la muerte de Hisana. Una parte de él habría querido tomar la carta para leerla en el camino y seguir organizando sus ideas, pero se dijo a sí mismo que todavía era muy pronto para empezar a tomar decisiones, primero debía poner en orden todo cuanto ocurría con los genzanki y el desastre en el mundo humano.

Decidió hacer una pausa en la división diez, echar un vistazo a Asami para asegurarse de que estuviera bien luego de tantas emociones en tan pocos días, pero el lugar estaba casi vacío, solamente Hitsugaya, durmiendo en su sillón. Verlo ahí, tendido, tan vulnerable le hizo fruncir el entrecejo y negar con la cabeza antes de seguir con su recorrido.

Saya seguramente estaría entrenando en la división trece, así que no tenía sentido buscarle, Rukia debía haber salido a comer con Ichigo, aprovechando que también el shinigami sustituto estaba en el Gotei, así que no tenía motivos para dirigirse hacia allá.

No, permitió que sus pies tomaran el rumbo, mantuvo una expresión indiferente en el rostro hasta llegar a la entrada del hogar Yamamoto y llamó a la puerta con golpes suaves, si Hanako estaba dormida entonces no lo escucharía y él podría volver sobre sus pasos y asegurarse de que su hermana entregara los duraznos, si Hanako estaba despierta, él podría conocer otro aspecto de la teniente demonio.

Mantuvo la expresión serena cuando la chica abrió la puerta con expresión confundida mientras sus pies parecían forcejear con algo.

-Capitán...- Murmuró sorprendida, agachándose a levantar un cachorro de Gran Danés que hizo al aludido abrir los ojos, por la sorpresa -No esperaba visitas hoy… o en general- Dijo al final, frunciendo el entrecejo mientras Hogo tiraba lengüetazos en busca de un objetivo, preguntándose cuánta gente más iría a visitarla ese día.

Byakuya sonrió de medio lado, gesto al que Hanako comenzaba a acostumbrarse, preguntándose hace cuánto tiempo él no podía hacer aquello con libertad, considerando preguntárselo a su capitana, pero descartando la idea en el acto.

-Vine a cumplir un encargo de mi hermana- Admitió el pelinegro mostrando la bolsa de duraznos, distrayéndose con la imagen del perro, queriendo zafarse de los brazos de la chica. - ¿Nuevo miembro en la familia?

-Algo así- Murmuró ella sonriendo de medio lado antes de poner al perro en el suelo y encarar al capitán, emparejando un poco la puerta para que Hogo no saliera corriendo - ¿le invito a pasar?

-Desafortunadamente, un capitán siempre está ocupado- Murmuró recuperando su gesto indiferente, consiguiendo que la sonrisa de Hanako se ampliase- Mi hermana quería traerlos en persona, pero ha estado algo ocupada con la presencia de Yoshio en la división. Su hermana, Saya, ha sido de gran ayuda.

-No tenía que dar la vuelta hasta acá, capitán. Podría haberlos enviado con ella. Con Saya

-Hanako, ¿no tenía usted conmigo un trato respecto a los honoríficos? - El capitán le sonrió con socarronería, burlándose de la mueca apenada que compuso Hanako, pero no ahondó más en el tema -Además, no quería arriesgarme a que llegaran mermados, sé que es buena con los postres y con las infusiones, así que debía asegurarme de que llegaran hasta las hojas

-Les daré un buen uso, capitán, ya lo verá- La chica se encogió ante la mirada fría que el pelinegro le dedicó antes de sonreírle y asentir -Muchas gracias, Byakuya

-A decir verdad- Añadió con media sonrisa, relajando un poco el gesto antes de despejar el rostro de Hanako con una mano y percatándose de que la chica todavía tenía algo de fiebre al tacto -Seguía preocupado

- ¿Por qué?

-Porque se enfermó el mismo día que peleó con el capitán de la onceava, y eso fue en parte mi responsabilidad. Temía que su fiebre pasara a mayores, pero no había podido hacerme el tiempo de venir

-Podría haber preguntado con mi capitana

Byakuya sonrió de medio lado y enarcó una ceja, consiguiendo que Hanako se sonrojara.

-Lo hice, Hanako, pero soy un hombre responsable, no es que desconfíe de las palabras de Rukia, pero necesitaba comprobar de primera instancia cómo se encontraba

-Gracias por su preocupación, capitán Kuchiki

-Teniente...

Hanako suspiró corto, sonriendo apenada.

-Byakuya- Murmuró torciendo el gesto en una mueca de pena -Me cuesta trabajo dejar las formalidades con un noble, su clan es muy importante y usted sigue siendo un capitán

-Pero no su capitán

Hanako asintió sonriendo de medio lado.

-Agradezco su preocupación, Byakuya. No creo que un capitán debería preocuparse por una teniente de otra división

-Pero ahora soy un shinigami preocupándose por una amiga. Es un placer hacer eso, Hanako. Con su permiso, teniente. Le dejo con sus responsabilidades- Dijo al final, enarcando una ceja y dirigiendo una mirada hacia el perro, que se asomaba por la puerta entreabierta.

-No es tan mala idea, el perro- Murmuró la chica en respuesta, dedicando una mirada de reojo a Hogo, que comenzaba a llorar y arañar el suelo, demandando atención.

Definitivamente haber visto pelear a las hermanas contra aquellos enemigos, verlas desplegar su poder y sus destrezas en el campo de batalla le había dado claridad respecto a los puestos que había tomado cada una ante el Gotei, sin embargo, en los linderos de su mente seguía latente la pregunta que había surgido desde el primer instante ¿Por qué Yamamoto las había mantenido en secreto tanto tiempo? Con elementos tan poderosos como lo eran ellas, muchas pérdidas se habrían evitado en el pasado.

Negó con la cabeza antes de dirigirse de regreso hacia las divisiones y percatarse, en el camino, de que Yoshio caminaba tras Saya con una alegata efusiva y determinante, una conversación a medio camino entre la súplica y el reclamo.

Byakuya suspiró negando con la cabeza antes de murmurar para sí mismo —Definitivamente, ella no tiene madera de diplomática…

No creyó que el hijo del matrimonio Kurosaki se fuera a tomar tan enserio eso de tener que vencerla en un combate para poder estar con Asami. Desde el momento en que le fue encargado aquel niño para ser su mentora y enseñarle la sociedad de almas, Yoshio no paraba de insistirle que se enfrentara a él, que esta vez estaba listo para vencerla.

Al principio esto le dio motivos para divertirse un poco a costa del niño, haciéndolo enfadar con algunos comentarios, pero Yoshio seguía muy insistente a enfrentarse a ella, alegando que quería demostrar que podía ser fuerte como cualquier shinigami.

El recuerdo vino a su mente, algo que la motivaba a no arrepentirse de sus palabras y de tomar ese castigo como sumamente malo.

-Contéstame algo chiquillo– Le mira cruzándose de brazos - ¿Solo quieres enfrentarme para demostrar que eres más fuerte que yo? ¿Es el único objetivo que tienes para volverte fuerte?

Yoshio miró a Saya con determinación mientras analizaba su respuesta ¿Qué podía responder un joven de casi doce años ante una pregunta cómo esa? Bueno, debía pensarlo bien para no verse tan ridículo.

-Quiero ser fuerte para proteger a quienes amo, a mis amigos, mi familia, pero, sobre todo, quiero proteger…- Saya lo miró con una sonrisa burlona, como si conociera la respuesta -Quiero proteger a Asami-san de todo lo que pueda acontecer, después de verla pelear como lo hizo esa noche, creo que es una shinigami que merece algo mejor que un…

- ¿Mocoso debilucho como tú? - Yoshio se sonrojo hasta las orejas, asintiendo, luego se arrodillo frente a Saya, con las palmas de las manos unidas - ¿Eh?

-Por favor, entréname, no quiero ser una molestia en el campo de batalla- Rebajarse a ese nivel no era su estilo, pero estaba desesperado -Quiero ser de ayuda, quiero ser tan fuerte como mis padres

Saya suspiro, sintiendo un poco de empatía ante el niño al comprender su ferviente deseo de poder cuidar a los que quería, además de que realmente quería proteger a su hermana pequeña. Debía admitir que admiraba esa parte del niño, sobre todo a tan corta edad, lo que le recordaba un poco a su infancia con los duros entrenamientos con el viejo Genryūsai. En ese entonces, ella también deseaba fortalecerse lo antes posible para proteger a sus seres queridos, para estar para ellos en caso de necesitarse y no ser una molestia en la batalla que causa más problemas en vez de ayudar.

-De acuerdo- Yoshio levanta la mirada al oírle acceder -Supongo que en el tiempo que me encargaron cuidarte puedo enseñarte lo básico, aunque te advierto, será un entrenamiento duro- Sonríe de forma ladina, incluso algo tenebrosa, pero el aprendiz de shinigami no se dejó intimidar.

-No importa- Se pone de pie, erguido y con determinación en el rostro -Daré lo mejor de mi…

-Eres valiente y determinado chico- Le palmea los hombros de forma algo brusca -Esa es una excelente cualidad, pues bien, vayamos al gimnasio a empezar

Saya se adelantó ante la mirada escéptica de Yoshio, no creyó que hoy mismo empezarían con el entrenamiento, pero estaba más que dispuesto, por lo que no tardo en seguirla.

- ¿Y de verdad eres tan buena en el Hakuda como dice Asami? - Pregunta al llegar al gimnasio. Saya pudo notar escepticismo en su voz.

-Ya lo averiguaras- Responde con gesto desafiante.

Como si eso hubiese sido una invitación, Yoshio se va a ella con la clara intención de poner en práctica lo que Asami le enseño en su estadía en el mundo humano, y aunque su primer movimiento fue bastante bueno, Saya pudo esquivarlo con facilidad, dándole un golpe en la nuca del niño cuando paso a lado de ella.

- ¿Qué crees que estás haciendo? -L e pregunta mientras el adolescente se sobaba la nuca.

- ¿Pues qué no se supone que me vas a entrenar? – Refunfuña.

-Idiota…- Le da un pequeño golpe en la frente con su dedo -Eres apenas un novato chiquillo, se requiere de muchos años de entrenamiento para enfrentarte realmente a un oponente- Lo ve haciendo un puchero cruzándose de brazos -Primero aprenderás los golpes básicos, en eso…

Le señala un costal de box, observando que el niño no estaba del todo conforme, realmente ese chiquillo le recordaba mucho a ella cuando era niña.

A pesar de estar constantemente renegándole a su mentora por estar criticándole y dándole leves golpes con una katana de madera para que mejorara su postura, Yoshio no quitaba su determinación por querer aprender, no parando hasta que los ejercicios le salieran bien.

Así pasaron un par de días entrenando solo teniendo como oponente un costal de box, pasando a enseñarle algunos movimientos de defensa con Saya, que observaba con orgullo como el pequeño mejoraba velozmente, admirando esa determinación de un digno hijo del matrimonio Kurosaki.

Finalmente, tras algunos ejercicios previos de calentamientos y golpes al saco de box, Saya le dijo que tendrían un combate cuerpo a cuerpo, con el fin de que empezara a ver cómo era combatir con un oponente. Claro que la shinigami ni siquiera intentaba golpearlo enserio, solo dejaba apenas a unos centímetros sus ataques del cuerpo del niño, diciéndole donde estaba su error y en lo que debía poner atención, observaciones ante las que el pequeño emite un pequeño gruñido de frustración, pero continuaba luchando, y tratando de encontrar un punto débil en sus movimientos, dándose cuenta que Saya casi no usaba su pierna izquierda, y si llegaba a dar un golpe con ella, era un poco más lento su movimiento.

Yoshio sonrió confiado de usar eso en su contra, así que cuando Saya hizo uso de su rodilla izquierda con la intención de darle un golpe en su costado, por lo que aprovecho ese leve movimiento que era más lento para detenerlo con su brazo, quedándose unos momentos en esa posición para tramar su siguiente movimiento con el que podría hacerla caer, algo que no le dio tiempo de comenzar a pensar porque Saya rápidamente lo sometió dándole la vuelta con una llave al brazo sin llegar a lastimarlo.

-Veo que eres muy observador niño- Le dice detrás de él -Pero te falta más velocidad- Lo suelta, ganándose una mirada fúrica de Yoshio -Es bueno que puedas ver tan rápido los puntos débiles de tu oponente, pero no por eso debes confiarte que solo con eso lo podrás derrotar, nunca anticipes tu victoria

-De nuevo- Se pone en posición para otro enfrentamiento -Esta vez te venceré

Era notorio su cansancio, pero aun así se esforzaba admirablemente por continuar.

-Es suficiente por hoy- Dice firme -Debes aprender también a diferenciar entre querer continuar para mejorar o solo porque tu orgullo se vio afectado, y en este momento solo quieres continuar por eso

Yoshio baja la mirada, relajando sus puños y poniéndolos a un costado

-Al único que debes superar constantemente es a ti mismo, no a nadie más- Alza su vista a su tutora, viendo que lo observaba satisfecha por su rápido progreso -La manera en que les demostraras a todos lo fuerte que eres se presentara cuando el momento así lo requiera, mientras tanto, sigue esforzándote para ver que más era capaz de hacer

Le pone una mano en su cabeza, entendiendo las palabras de su mentora.

-Vamos a entrenar, por favor- Insiste el joven Kurosaki -Saya…

- ¡Ya te dije que estoy ocupada!

Si, este era el peor día de su vida.

Asami había vuelto a casa relativamente temprano, Tōshirō le había dejado ir luego de ver lo cansada que estaba, no deseaba que se enfermara, aunque, probablemente, estaba cerca de estarlo.

Cerró la puerta tras de ella, viendo a su hermana en pijama en la cocina, esa noche deseaba un buen té para dormir como nunca antes, pero algo llamó su atención, una cesta de fruta que yacía en la barra que dividía la cocina del comedor, unos hermosos y llamativos duraznos.

- ¿Y esto? - Pregunto Asami, tomando por sorpresa a su hermana y tomando un durazno, llevándoselo a la boca - ¡Están deliciosos! ¿Pay de durazno?

-Y té con sus hojas- Murmuró Hanako en respuesta, bajando la mirada al agua hirviendo que subía hecho vapor, cubriendo su rostro y aumentando su sonrojo. Pero no añadió más respuesta, se limitó a cerrar los ojos y sentir el calor de la infusión contra su piel, suplicando internamente que su hermana no añadiera más.

Se quedo recargada en la barra, mirando a su hermana mientras disfrutaba del fruto, mirándola analíticamente, perspicaz, aclarándose la garganta y poniéndose derecha, Hanako había visto esta acción, sabiendo que algo peligroso se aproximaba.

-Tengo algo que preguntarte- Vio a Hanako tensarse un poco, ella también tenía miedo de preguntar, pero sus dudas estaban ganando terreno, estaba comenzando a frustrarse por todo lo que estuviera relacionado al capitán de la sexta - ¿Porque Byakuya Kuchiki parece estar empeñado en saber de nosotras? ¿Somo sus ratas de laboratorio o algo por el estilo?

¿Ratas de laboratorio?

No, ciertamente no eran sus ratas de laboratorio, aunque era cierto que el capitán había comenzado a prestar especial interés en ellas. Hanako abrió los ojos para observar el agua alcanzar el punto de ebullición y apagar el fuego, preguntándose si era el momento adecuado para tener esa charla, pero estaba tan cansada, y había tantos detalles que no conocía...

-Definitivamente no- Murmuró en un suspiro de... ¿alivio? Bueno, al menos no tenía que dar una explicación completa -No somos sus ratas de laboratorio, somos las nietas del comandante Yamamoto, y hemos vencido a un genzanki casi sin ayuda ¿No te daría curiosidad saber?

Inquirió mirando a su hermana de reojo antes de volver la atención al té y servirse una taza.

Entrecerró los ojos ¿Porque su hermana no la veía? Necesitaba ver en sus ojos que estaba diciendo la verdad; entendió en ese momento que ella sabía algo que podía desconocer.

-Hanako, ya no soy una niña a la que puedas ocultarle las cosas- Soltó, un poco molesta porque Hanako siempre viera por ella y Saya, por no confiar, por quedarse todo para ella sola y cargar con ello -No quiero enojarme contigo nuevamente, pero quedarte la carga del capitán Zaraki no está bien; algo se nos hubiera ocurrido, pero no tenías por qué actuar de esa manera. Estoy enojada con Kuchiki por haberte puesto en ese peligro, y no sabes cuánto he resistido en no ir a su división y tratar de patearle el trasero

Hanako sonrió con dulzura ante aquellas palabras, girando sobre sí misma para mirar a su hermana pequeña mientras el sonrojo en sus mejillas aumentaba.

- ¡Ay, peque! - Murmuró llevándose una mano al pecho y sintiendo que las ganas de llorar la traicionaron en cualquier momento - ¿Tienes idea de cuánto trabajo me cuesta detenerme justo ahora? Quiero comerte a besos- Hizo una pausa para serenarse antes de añadir -Me llena el corazón de tristeza saber que ya no puedo protegerlas, tienes razón, ya no son las niñas ingenuas a las que podía sobornar con postres o trucos baratos. Si tengo que admitirlo, entonces diré que estaba siendo egoísta. Pronto ya no podré hacer nada para cuidar de ustedes porque habrán crecido y aprendido lo suficiente, así que aprovecharé estas últimas oportunidades

Por supuesto, sabía que albergar esperanzas de que su hermana dejara pasar el tema del capitán de la sexta, era como sembrar en tierra árida, pero, aun así, lo intentaría.

Suspiro, sobre todo porque estaba pasándola por tonta e ingenua... otra vez. Terminó el durazno, dejando el hueso sobre la barra, sabía que lo plantaría para darle vida nuevamente.

- ¡No me taches de incrédula! Lo he visto desde la misión en el mundo humano- Golpeo la barra con fuerza, agachando la cabeza, porque le dolía, le dolía que su hermana no confiara en ella nuevamente, al menos, no de la manera cómplice con la que siempre trataban -Él no es un hombre que busque algo solo por diversión, hay interés marcado en sus facciones, sus palabras ¿crees que no lo he enfrentado? Me atreví a hacerlo después de la misión del genzanki...

Hanako suspiró pesado, consiguiendo que Asami levantara la mirada, conocía esos resoplidos mejor que nadie, resignación.

-No sabía que lo enfrentaste- Aunque trató de sonar imparcial, no pudo evitar el tinte a reclamo que había en sus palabras, una forma de decir "no soy la única que guarda secretos", sin llegar al reclamo -Sí, el capitán Kuchiki ha mostrado interés en nuestra familia por asuntos que tenía pendientes con el abuelo. Lo siento…

Añadió tomando el hueso de durazno antes de sentarse a la mesa, tratando de ocultar su cansancio.

-Aún ahora estoy tratando de protegerte. Byakuya-Sama es un hombre de honor, y lleva una carga muy pesada, en la misión a la tierra tuve oportunidad de charlar un poco con él y me pareció una persona amable. No te enojes, por favor, si no intervino esta tarde es porque me lo debía

-¿Qué tipo de pendientes?- Preguntó, ignorado el resto de lo que su hermana había dicho, no tomándole mucha importancia, ya que conocía un poco de eso -Hanako, no necesito que me protejas, cualquier cosa que el abuelo haya dejado para nosotras, lo tomare como un bien mayor, un precio que estoy dispuesta a pagar

Hanako asintió para sí misma antes de mirar a su hermana a fijamente y revelarle un poco de su cansancio, las ojeras enmarcaban sus ojos con un tinte lila que combinaba con sus glicinas, el cabello le iba despeinado, sus hombros caídos, la espalda curva, pero Hanako se irguió en su sitio y suspiró determinada, recuperando la diplomacia.

-Antes de ser honesta contigo, quiero que seas honesta conmigo ¿Tú sientes algo por el capitán Hitsugaya? Algo serio…

Esto la tomó por sorpresa, había algunas burlas directas desde hace unas semanas atrás, incluso durante la última misión a la que habían ido juntos.

Pensar en Tōshirō la hizo bajar sus defensas, dejó caer los hombros, comenzando a jugar con sus dedos.

-Yo, la verdad...- Si, quería decir si, pero algo en su interior aún parecía temeroso de revelar aquello, pero respondió con firmeza -Si

Trato de reponer energías, no podía flaquear.

- ¿Eso que tiene que ver Hanako? - Insistió, mirando a su hermana confundida -Sea lo que sea que tengas que decirme, solo hazlo... por favor

Hanako sonrió de medio lado, sabiendo que no podía seguir mintiendo a Asami, sabiendo que no podía seguir apartando a su pequeña de las batallas que el abuelo había tejido para ellas. Todavía estaba convencida de que sus hermanas menores no debían meterse en algunos asuntos, y la respuesta de Asami le dio toda la claridad que necesitaba. No iba a mentir, relataría a Asami la parte que podía compartir con ella.

-No te vayas a reír de mí, ¿de acuerdo?

- ¿Por qué debería hacerlo? - Preguntó ella, mostrándose confundida y, a la vez, queriendo mantener distancia prudente con su hermana, como si de un bicho raro se tratara -Si tú eres honesta conmigo, yo puedo serlo contigo...

Sus palabras eran suaves, pero físicamente estaba alerta.

Hanako soltó una risa débil, cubriendo su boca con el dorso de la mano, antes de mirar a Asami.

-Sé que te preocupas por mí, he sido testaruda estos días, y egoísta, y sobre todo torpe. Y sé que prometí no volver a permitir que mis emociones se entrometan, así que cumpliré ese juramento- Su gesto se tornó serio por un instante, una sombra cruzó sus ojos a toda velocidad, pero así como vino se fue y la teniente suspiró acongojada- Sí, Byakuya-sama tiene interés, ha estado muy al pendiente de toda esta situación, en parte es por los genzanki y nuestra fuerza, es un hombre muy curioso, y mira que de curiosidad, yo sé. Pero tienes razón en creer que no es lo único que hay de por medio- Tomó una bocanada de aire, mientras trataba de ignorar los ojos de su hermana que la escrutaban con insistencia -El abuelo me encomendó una tarea hace tiempo, y es muy pronto para decir que está pasando algo, así que debo pedirte que te calmes, mucho. No saques conclusiones. Si reabriera la casa del té que el abuelo solía tener ¿te unirías?

-Por supuesto que sí, la memoria del abuelo sigue siendo muy importante para mí- Respondió, tanteando el terreno, entendiendo que su hermana trataba de encontrar la manera de decir aquello de la manera más suave; ese era su estilo - ¿Que tiene que ver la casa de té con todo esto?

Un ligero flashazo vino a su mente, durante la reunión que tuvo con el equipo, Byakuya comentaría algo sobre los postres de Hanako... acaso...

Ahí estaba. Justo la entrada que necesitaba para continuar con su confesión, su última ancla a la realidad para poder cumplir con su deber como hermana mayor.

Hanako hablaba en serio cuando decía que protegería a sus hermanas hasta las últimas oportunidades, sabía que ya no eran unas niñas, sabía que ya no necesitaban de ella, pronto ocuparían cargos más importantes en el Gotei y se volverían más y más fuertes, y ella seguiría siendo la teniente demonio de siempre, seguiría teniendo los brazos abiertos para recibirlas, pero ya no podría resguardarlas del frío o del miedo, sólo acompañarlas y ofrecer una mano. Esa sería, posiblemente, su última acción protectora para ellas.

Sus ojos centellearon un momento, una chispa color rosa oscuro hecha de determinación.

-Si la memoria del abuelo es así de importante, entonces tengo una petición para ti. Cumple con tu deber y déjame cumplir con el mío- A pesar de que sus palabras fueron firmes, su voz salió modulada y suave como el terciopelo, no era una advertencia o una amenaza, era una invitación -Hay algunas decisiones que deben tomarse, todavía hay muchas conversaciones que deben tener lugar antes de que se concrete algo, pero hay un acuerdo entre el abuelo Yamamoto y el clan Kuchiki, con Byakuya de por medio, y si tuviste la ocasión de confrontarlo, me imagino estarás formulando alguna teoría. La razón por la que no te he dicho nada al respecto es porque, de verdad, no está ocurriendo nada, pero existe la posibilidad de que mi vida pueda servir al clan Kuchiki con honor

Un vuelco al corazón, sus manos aferrándose a la orilla de la barra y sus ojos fijos en su hermana, todo parecía encajar, desde la conversación con Byakuya hasta todo lo que había visto hasta el momento; asuntos de esa índole solo presagiaban una cosa. Matrimonio.

-Espera un momento, el abuelo... ¿planeo un matrimonio arreglado? - Soltó ella de golpe, no sorprendiendo para nada a su hermana, quien apretó los labios -Hanako ¿Porque tú? Argh ¿Por qué siempre terminas por ser tú?

Había pasado del miedo y la incertidumbre al coraje y valor necesarios para confrontar aquello. No, eso no terminaba ahí.

-Espera un momento ¿Y si no fueras tú? ¿Y si fuera Saya, o yo? - Frunció el entrecejo, mirando pesadamente a la chica detrás de la barra, pero luego trato de serenarse, porque enojarse no la iba a llevar a nada, no cuando Hanako ya tenía sus planes hechos -Nada va a hacerte cambiar de opinión ¿verdad?

-Primero- Pidió Hanako con voz autoritaria, convirtiéndose por un momento en aquella hermana mayor que regañaba a sus pequeñas como si fuera una madre -Tranquilízate. Nada se ha decidido, todavía no es un hecho que esto vaya a ocurrir, pero tienes razón, no me hice teniente sólo por el glamour, y hay algo más -Añadió bajando un poco la mirada y la guardia.

Dios ¿por qué era tan difícil tener esa charla? De verdad ¿tenía que doler tanto?

No podía alzar el rostro, estaba tratando de sobre llevar sus emociones, de controlarlas, debía ser la adulta responsable que siempre había deseado ser ante los ojos de su hermana, pero en ese momento, solo deseaba estar entre sus brazos, diciéndole que todo aquello era una broma.

-Ya dilo Hanako... por favor...

-Necesito que me prometas que vas a protegerme, porque tú siempre has sido mi escudo, Asami. Cuando el dolor era insoportable, tú siempre tuviste una sonrisa cálida para mí, cuando el miedo me sobrepasaba, me volví valiente para protegerte, cuando nuestros padres murieron, te convertiste en la razón para que Saya y yo siguiéramos adelante. Así que necesito que me protejas. Y la única forma en la que puedes hacer eso, es viviendo tu vida inmensamente feliz...

Sonrió, pero al mismo tiempo una lágrima traicionera corrió por su mejilla, limpiándosela velozmente, mirando los ojos de su hermana; aquellas palabras fueron suficientes para que llenara el pecho, para erguirse y mirar al frente sin temor a nada.

-Te lo prometo Hanako, siempre voy a estar ahí para ti, no importa lo que suceda- No pudo evitar saltar la barra y aferrarse a los brazos de su hermana, hundiendo su rostro en el pecho de Hanako, apretándola por la cintura -Siempre seré tu mejor defensa y la luz en tu camino

-Ay peque...- Murmuró Hanako cerrando con fuerzas sus brazos en torno al cuerpo de su hermana, sintiendo que lo peor había pasado, escuchando un murmullo suave sobre su oído izquierdo, la tregua que su zanpaku-tō le había prometido en cuanto pusiera todo en orden -Yo sé que sí, yo sé que sí... Oye- Llamó agachando un poco el rostro, permitiendo que las lágrimas se deslizaran libremente por sus mejillas, ya volvería a la trece y sería la teniente demonio otra vez, ahora sería sólo Hanako -Juro que no hago esto solo por protegerlas o en contra de mi voluntad, estoy honrando la vida del abuelo y...

Los ruidos pasaron desapercibidos, estaban tan sumidas en su conversación, que lo único que las sacó de ello fue el sonoro ladrido de Hogo, echado abajo de la mesa.

Sí, fue un reclamo por parte del cachorro, que se escabulló sigiloso hasta ese sitio antes de comenzar a ladrar a todo pulmón, consiguiendo que las hermanas saltarán por la impresión.

La menor miró al animal, sorprendida por el tamaño y, no asustada, pero ¿Qué demonios hacia un perro ahí?

- ¿Que hace un perro aquí? - Preguntó, pero el cachorro alzó una pata, la cual, fue tomada por la menor -Pero si es hermoso

Terminó por ponerse de rodillas en el piso, olvidando el desastre que su hermana le había relatado hacia apenas unos cuantos segundos... ¿o minutos? Quien sabe, pero ahora, su atención estaba concentrada en el animal, el cual se revolcaba en el piso de un lado a otro, pidiendo mimos y atención.

Asami no se entero hasta el día siguiente que Hisagi había llevado al perro como obsequió para su hermana, esto había alegrado también a Saya; una boca más que alimentar y cuidar.

Algunos días después de que su hermana había cayera enferma, Asami había estado dividiendo su trabajo entre la diez y la trece, Rukia agradecía infinitamente su ayuda y Hitsugaya no tenía problema alguno con que estuviera yendo y viniendo.

-No voy a entrenar contigo- Escuchó al llegar a la oficina donde Saya trabajaba, mismo donde habían visto a Renji dejarle el café, ahora su pregunta era ¿Por qué peleaba su hermana? -Tengo mucho trabajo, y mientras mi hermana no esté aquí no puedo perder el tiempo contigo

Gruñidos, y más gruñidos ¿Cuándo entendería su hermana que esas no eran maneras?

-No puedo creer que en serio pelees con un niño- Dijo la menor mientras se cruzaba de brazos, viendo como ambos shinigamis tenían cara contra cara y gruñían -Puedo hacerme cargo de Yoshio un rato mientras terminas los documentos

-Me daría demasiada satisfacción que lo hicieras- Gruño, sobre todo porque los días pasados había tenido que lidiar directamente con eso sin poder deshacerse de su labor de niñera - ¿Por el resto del día tal vez?

-Andado Yoshio, deja a la señorita ocupada por un rato- Soltó la chica, comenzando a caminar, por lo que Yoshio le siguió, sin dudarlo y sin esperar alguna palabra de la chica en la oficina -Si quieres entrenar, vamos a entrenar…

No salieron de los linderos de la treceava división, Hitsugaya le había dado el permiso de ayudar en todo lo que pudiera, que él iría más tarde a entregarle algo a la capitana Kuchiki y juntos se retirarían de ahí.

-Quiero ver que te ha enseñado Saya en estos días- Comentó la chica mientras se posicionaban a una distancia prudente, pero sonrió con petulancia, ya que había oído decir a su hermana que había estado mejorando bastante -Desenvaina y ven a mí con todo lo que tengas

- ¿Eh? Pero…

-Si dudas en atacar, serás presa fácil, soy tu enemigo- No tenía intención de utilizar su shikai, enfrentaría al niño con solamente su katana y sus puños, al mero estilo hakuda -También quiero ver si puedes usar las artes demoniacas

-Algo bueno debía heredar de mi madre- Sonrió, feliz de saber que podría demostrar lo bueno que era en las artes demoniacas -Estoy listo…

Asami y Yoshio se enfrascaron en una pelea amena, esto llamo la atención de algunos shinigami que pasaban por ahí, todos conocían al pequeño Yoshio, pero nunca lo habían visto pelear de esa forma, por lo que muchos adulaban a los buenos entrenamientos de la soldado Yamamoto.

-Bakudō no Yon, Hainawa- Soltó el chico, tomando un pie de la chica, haciéndola caer -Te tengo

-Veo que no has aprendido nada de Saya- Murmuró más para sí misma mientras era arrastrada por el piso -Hadō no san-ju ichi, Shakkahō

Varios disparos se dirigieron hacia el muchacho, quien apenas pudo escapar del ataque sorpresa; Asami ya estaba de pie, pero no esperaba a que el chico se repusiera, teniendo ya en la mano su siguiente golpe.

-Hado no go-ju hachi, Tenran- Con ayuda de su zanpaku-tō, convoco el tornado que alejó al chico, no dándole oportunidad de reaccionar -Te sigue haciendo falta un poco más de práctica, pero no está mal…

- Bakudō no roku-jū ichi, Rikujōkōrō- Las seis barras de luz aprisionaron a la chica, impidiéndole el uso de sus brazos, por lo que él se lanzó al ataque, pero se sorprendió al momento en que su zanpaku-tō se detuvo en la nada - ¿Qué está pasando?

La presión espiritual aumento, momento para el cual, la chica ya se había deshecho de las seis barras de luz, viendo como la katana del muchacho yacía incrustada en su diamante, algo que le sorprendió, ya que no había alguien, a parte del abuelo, que pudiera hacer retroceder su mayor defensa.

-Pocos son los shinigamis que pueden utilizar las habilidades de su zanpaku-tō sin la necesidad de invocarla- Asami veía al chico desde abajo, mientras trataba de retirar su katana de entre el diamante, desapareció de la vista del muchacho, colocándose detrás de él -En un entrenamiento, debes dar todo de ti, y demostrar lo fuerte que eres

Si algo sabía Asami, era afrontar a sus propios camaradas, había librado batallas contra su abuelo, sus hermanas, no era de las que gustaba pelear a la primera, pero si eso ayudaba al chico a ser mejor, entonces no se detendría.

Haberlo despojado de su katana había sido bastante bueno, peleaban cuerpo a cuerpo, tal y como ella solía hacerlo contra su hermana, Yoshio no era aún un experto en el shunpo, pero trataba de moverse al ritmo de la mayor.

- ¿Qué está sucediendo aquí? - Preguntó Rukia mientras veía a la mayoría de sus subordinados pasmados ante el combate que estaban librando los chicos -¿Yoshio?

- ¿Esa es Asami? - Oh, vaya que Hitsugaya distinguió a su novia entre un ataque y otro -Vaya, es impresionante

Asami alcanzó a frenar un golpe del chico con el antebrazo, pero este no perdió tiempo, tratando de arremeter una y otra vez contra ella; por su parte, Asami conocía muchos de esos movimientos, años entrenando con su hermana la habían adiestrado al ciento por ciento en ello.

Un solo golpe bastó para que Yoshio saliera volando, pero entonces una soga de energía espiritual se aferró a ella, Yoshio había vuelto a utilizar el Hainawa, por lo que la arrastro con él, haciendo que cayeran de lleno sobre la tierra.

Yoshio comenzó a forcejear, ambos habían caído enredados entre el mismo ataque, el polvo se había desvanecido, dejándoles ver a los adultos que se acercaban; pero el chico seguía forcejeando, cuando al fin pudo apoyar las manos sobre el suelo y enderezarse un poco, el mismo poder lo volvió a llevar hacia abajo, provocando una escena un tanto…

- ¡Yoshio Kurosaki! - Llamó Rukia a su hijo al verlo besar accidentalmente a la menor de las hermanas, deshaciendo el encantamiento y alzándolo -¿En qué estás pensando?

Ichigo sacudió la cabeza, Hitsugaya se había acercado a su tercer oficial para ayudarla a ponerse de pie, pero mirándola de forma acusadora, notablemente molesto ¿Cuántas discusiones más iban a tener por los celos de él?

-Nos retiramos, espero que Asami le haya sido de utilidad, capitana Kuchiki…

-Gracias por su permiso, capitán Hitsugaya- Rukia reverencio al chico, quien asintió -Ahora tengo algo importante que hacer y hablar con mi hijo…

Capitán y oficial se retiraron de la trece, llevando todo el camino en silencio hasta que ambos llegaron a la oficina, agradeciendo eternamente que Matsumoto no estuviera presente.

-Tōshirō…

-No quiero hablar de eso...- Asami miró al albino, que se sentó en su silla sin siquiera mirarle, suspiro, alejándose hasta su escritorio.

Yoshio había respingado cuando su madre le explicó que haría trabajo de archivar documentos, el menor se había enfrascado en una serie de reclamos como si supiera que su madre le había puesto aquella actividad a manera de castigo, como si quisiera someter su voluntad, pero una ceja arqueada por parte de Ichigo, su boca fruncida, la negación que hizo su padre con la cabeza cuando su madre no podía verlos, fue todo eso lo que hizo a Yoshio parar su alegata y bajar la cabeza, enfurruñado.

Rukia giró el rostro en dirección a su esposo, pero Ichigo miraba distraídamente por la ventana, desentendiéndose del embrollo, demasiado acostumbrado a la dinámica entre esos dos como para dejarse tomar desprevenido.

Rukia miró a su hijo una última vez.

- ¿A qué esperas?

¡Tu permiso para largarme de aquí! - Espetó el niño en voz baja, pero ya se había retirado algunos pasos, poniéndose lejos del alcance de su madre mientras buscaba una manera de salvarse de aquel castigo, sabiendo que aquello no ayudaría nada a disminuir su castigo.

Y Rukia habría salido a perseguirlo cuando el niño azotó la puerta, de no ser porque las manos de Ichigo se cerraron en torno a su cintura, levantándola al vuelo para sentarla en el escritorio y poder situarse entre sus rodillas antes de besarla.

Las manos de Rukia se enredaron en el cabello de Ichigo cuando él profundizó el beso aferrándose a la espalda de su esposa, presionando con su cuerpo, haciéndola perder un poco el equilibrio. La pelinegra tuvo que llevar una mano a la espalda para sostener su peso en el escritorio y su esposo soltó una risa por lo bajo ante la queja que emitió la shinigami al encontrarse con el borde de una pluma.

-No lo defiendas- Pidió a media voz, un reclamo, un regaño, un puchero. Tal vez un punto intermedio entre las tres cosas -O no afrontará sus consecuencias

-Rukia- Pidió Ichigo arrodillándose frente a su esposa y tomando su rostro con una sonrisa amplia en el rostro, consiguiendo que la shinigami bajara de un salto para acariciarle el cabello -Asami se fue con su capitán inmediatamente, pero todos vimos que fue un accidente ¿no es así?

Rukia suspiró asintiendo una vez, preguntándose si Ichigo sabría algo que ella desconocía. No, no tenía tiempo para esas cosas en ese momento. Aunque agradecía mucho que su esposo estuviera ayudando con los entrenamientos que Hanako tenía pendientes por su ausencia, y todo el apoyo de las otras Yamamoto, sentía que todavía no daba abasto a todos los pendientes de su división, y pensar en su hijo yendo y viniendo de un lado al otro sin tener apoyo o supervisión la tenía nerviosa.

Dejarlo en la mansión no parecía ser una opción, el primer día había causado algunos destrozos a los jardines entrenando por su cuenta, con la idea firmemente arraigada en la cabeza de que debía volverse más fuerte.

Suspiró cuando Ichigo tomó sus manos, trayéndola de vuelta a la realidad de golpe, sonriéndole cómplice.

-Escucha, el panorama no pinta bien, lo entiendo, vine esta mañana por si necesitabas apoyo con algo, pero si quieres que deje el papeleo y a los soldados para hacerme cargo de Yoshio, lo haré con gusto

-No, muchas gracias. Creo que es importante que Yoshio aprenda que no todo es sobre ser fuerte, sino ser responsable también

-Si ese es el caso- Murmuró Ichigo poniéndose en pie y acariciando la mejilla de Rukia una vez más -Debería volver al campo de entrenamiento. Tengo que admitir que tus reclutas están en forma, han aguantado bien

-Entonces presiónalos un poco más- Respondió Rukia divertida -Te recuerdo que están al cargo de las hermanas demonio, ellas son exigentes con sus entrenamientos

-Ya veo- La sonrisa de Ichigo se ensanchó visiblemente, pero luego su gesto dudó un segundo y fue el turno de Rukia de tomar sus manos para hacerle mirarlo -He estado pensando, desde la misión en el mundo humano han pasado muchas cosas, que no tengamos noticias de los genzanki, pero tampoco de los shinigamis asignados a las zonas donde atacaron, no quiere decir que estemos a salvo de una nueva encrucijada

- ¿Para dónde vas con tu discurso? - Cuestionó Rukia confundida, sabiendo que Ichigo no solía darle vueltas a las cosas a menos que estuviera muy preocupado.

El shinigami sustituto respiró profundo, consiguiendo que Rukia pasara saliva, preocupada por el discurso que estaba a punto de escuchar ¿Era así de grave?

-He estado pensando en lo que hablamos el otro día, sobre tener otro hijo- Rukia pasó saliva y asintió -Yo sí quiero- Puntualizó Ichigo al darse cuenta de la expresión que había compuesto la shinigami, tomando las manos de su esposa sin saber cómo arreglar sus palabras ahora que se daba cuenta de cómo había sonado -Pero no quiero que tomes esa responsabilidad si no quieres añadir más presión a todo lo que está pasando- Habló a toda velocidad, y cada vez un poco más rápido, sintiendo que podría morderse la lengua si no cuidaba sus palabras -No sabes la ilusión que me hace la idea de verte embarazada de nuevo, darle ese giro a nuestras vidas ahora que...

- ¡Ichigo! - Exclamó la capitana tomando las mejillas de su esposo antes de atraerlo y besar la punta de su nariz, conmovida por el cambio abrupto en la emoción del pelirrojo -Entiendo tu punto- Prometió ella antes de suspirar y negar con la cabeza -Puedo con lo que viene y un embarazo, no olvides que estás casado con una capitana

-Y si fuera necesario pelear ¿no querrías hacerlo?

Rukia suspiró asintiendo, comprendiendo de qué iba el punto de Ichigo, pero sonrió ampliamente.

-Si no está ocurriendo nada y todos estos eventos con los Genzanki son fortuitos, entonces sólo habremos esperado por nada, y no puedo frenar mi vida por suposiciones. Si esto es algo real, mi teniente es suficientemente poderosa para reemplazarme sin problemas en la batalla, lo mismo que sus hermanas. Sabemos que son fuertes a un nivel que no hemos descubierto todavía- Admitió con gesto sombrío -Después de todo, las entrenó Genryuusai en persona

Ichigo sonrió, suspirando y asintiendo una vez, sabiendo que Rukia tenía razón al decir aquello. Pero no podía evitarlo, una parte de él siempre había sido dramática, siempre había esperado lo peor de todas las situaciones, siempre peleando solo. Asintió una vez más antes de besar a Rukia y sonreír con picardía.

-Entonces…- Murmuró el shinigami pegando sus labios a la piel del cuello de su esposa, haciéndole suspirar -Tendremos que seguir intentando hasta que te lo confirmen

- ¡Ichigo! - Exclamó pasmada Rukia cuando su esposo se dirigió hacia la puerta con una sonrisa socarrona.

-Pasaré por ti al final de la jornada, hoy no acepto excusas de trabajo

-Idiota...- Murmuró para sí misma, consiguiendo que el shinigami bufara divertido antes de cerrar tras de sí.

Los días comenzaban a transcurrir lentamente, más a menos, más calmados, como si algo hubiera frenado el tiempo; resentía la ausencia de su teniente, pero continuaba trabajando con ambas hermanas, aunque notando la constante tristeza en el rostro de la más pequeña.

Rukia caminaba en silencio al lado de Ichigo, Yoshio se movía unos pasos delante de ellos, con las manos metidas en los bolsillos y pateando una piedra como si aquella acción fuera lo más interesante en el mundo, como si pudiera drenar con ello todas sus preocupaciones.

Sus padres no le habían dicho nada respecto a Asami, aunque Rukia moría de curiosidad ante la actitud silente del pequeño.

El silencio se prolongó hasta la cena, y aunque Rukia trató de hacer algo para que Ichigo hablara con él, lo único que se ganó fue un nuevo discurso de "el niño está bien, quiere volverse fuerte y una chica linda le pateó el trasero".

Rukia suspiró sentándose a la cabeza de la mesa mientras dejaban los platos en su sitio, Yoshio e Ichigo se sentaron cada uno a sus costados, uno frente al otro en total silencio, por un momento que pareció eterno (casi pudo ver a su hermano y a Renji entrando en cámara lenta al comedor para sentarse en la otra punta de la mesa), Rukia sintió aquel silencio como el preludio de la tormenta, pero apartó esos pensamientos al ver que su hermano echaba un vistazo sin hacer comentarios sarcásticos ni nada por el estilo.

-Buenas noches- Murmuró el noble alejando el cabello de su cara con un gesto inconsciente, volviendo el rostro.

-Buenas noches, nii-sama- Respondió Rukia sonriendo a medias, mientras ponían la comida frente a ella.

Byakuya tuvo que hacer un segundo escaneo de la mesa ante tanto silencio, normalmente Ichigo y Yoshio estarían discutiendo entre ellos por cualquier tontería, Renji se uniría a esas charlas con entusiasmo, defendiendo y metiendo la pata de vez en cuando, Rukia trataría de llamar a la calma alegando que las cenas eran para estar tranquilos, pero seguramente sería para hacerle menos pesado el rato a su hermano, puesto que, desde que se había convertido en capitana, se había dado cuenta de cuántas responsabilidades tenía Byakuya además de los clubes, reuniones y cuestiones políticas a las que atendía en su día.

No, esa noche todo estaba tranquilo…

Quizás demasiado…

Suspiró profundo, luchando contra las ganas de indagar en el tema, sintiendo que tenía demasiadas cosas en qué pensar ahora que corría el rumor de que habría otra misión al mundo humano pronto. Quería y no quería ir, aunque tal vez esa no era la razón por la que estaba molesto.

Por supuesto, le preocupaba muchísimo su familia, tanto silencio sólo podía indicar que algo no andaba bien, o nada andaba bien, pero cómo intervenir sin quebrantar la quietud del momento...

-Niño- Llamó Renji divertido (por supuesto que el pelirrojo también había tenido su propia lucha interna al respecto, no le gustaba para nada ver a Yoshio así de serio, y creía saber cuál era la razón de su silencio) -Dicen las malas lenguas que besaste a la tercer oficial de la división diez...

- ¡Eh! - Yoshio casi se cae de la silla por la impresión de aquel cuestionamiento. ¿Besar a la...? ¿De dónde demonios había sacado Renji un rumor así? El menor se sonrojó hasta las orejas, recargando las manos en la mesa y levantándose en su sitio, comenzando una retahíla de reclamos y objeciones que ninguno de los presentes entendió dada la velocidad a la que hablaba el pequeño.

Byakuya enarcó una ceja con incredulidad, pero no levantó la mirada de su comida, respiró profundo y negó para sí mismo, con la esperanza de que Yoshio se tranquilizara y poder hablar con él luego de la cena.

Al cabo de quince minutos había abandonado toda esperanza.

Ahora no sólo Yoshio y Renji gritaban (sí, estaban gritando, porque él menor había sacado a tema a la soldado Yamamoto, consiguiendo que el color en las mejillas del teniente se equipararse al de sus cabellos), también Ichigo se había unido a la discusión, lanzando argumentos que se veían ahogados rápidamente por la voz en grito de su hijo y del teniente.

Suspiró pesado al ver a su hermana tratar de llamar a la calma en medio de la tormenta; ocasionalmente, cuando veía una pausa en el discurso en la que Renji y Yoshio se dedicaban una mirada furtiva con la intensión de asesinarse con la mirada, su hermana pequeña había hecho por dar un discurso de paz o reconciliación, pero eso sólo desencadenaba nuevas riñas entre ambos shinigamis.

Tenía que intervenir.

-Al menos yo no me enamoré de la más salvaje- Espetó Yoshio consiguiendo que Renji se sonrojara hasta las orejas.

- ¿Quién está enamorado?

-Tú- Espetó el niño antes de sacarle la lengua -Cuando la vez, pareciera que hasta la consideras bonita

- ¿Qué vas a saber tú?

-Yoshio- Llamó Byakuya con voz tranquila, antes de llevarse el vaso a los labios y cerrar los ojos, bebiendo con deliberada lentitud - ¿Es cierto lo que dice mi teniente? ¿Estás enamorado de la más pequeña?

Yoshio pasó saliva, girando lentamente el rostro en dirección a su tío, consiguiendo una mirada serena por parte del pelinegro, mirada que no le gustó en lo absoluto.

Sobre todo, por el silencio ensordecedor que siguió de aquel comentario.

Rukia miraba a su hijo con curiosidad, con los ojos muy abiertos, con la boca apretada consiguiendo que sus labios se pusieran blancos, Ichigo tomó algunas respiraciones, tratando de mantener a raya las carcajadas que amenazaban con ahogarlo, Renji miraba con curiosidad a su capitán, preguntándose hasta dónde quería llegar con aquello.

-Asami-san es...- Murmuró el niño, bajando la mirada y sentándose en su sitio, con la espalda encorvada y la mirada perdida en su patio -Asami-san es una shinigami muy fuerte, la admiro mucho y quiero... quiero ser tan fuerte como ella

Byakuya bufó divertido, dejando el vaso en la mesa y entrelazando las manos alrededor de su plato antes de mirar a su sobrino fijamente.

- ¿Qué opinas de la oficial Asami, honestamente?

Yoshio lo pensó con seriedad, irguiendo la espalda y dedicándole una mirada a su tío.

-Es una shinigami muy poderosa, tiene técnica y, si es capaz de usar sus habilidades sin desenvainar la zanpaku-tō, entonces es más hábil que la mayoría

- ¿La consideras digna de ser una capitana?

-Sí- Sentenció sin titubeos, asintiendo con la cabeza -Sin lugar a dudas

- ¿La ves como esposa de algún capitán?

La pregunta cayó pesada, Renji miró a su capitán con los ojos abiertos de par en par, preguntándose si estaba hablando en serio. ¿Matrimonio?

-Yo...

-Voy a cambiar mi pregunta… ¿Crees que debería proponerle matrimonio?

- ¡Byakuya nii-sama! - Exclamó Rukia pasmada, respirando con dificultad ante la pregunta de su hermano, buscando en sus ojos una pista de lo que fuera, una confirmación o negación respecto a la veracidad de las palabras de su hermano, pero el noble no le soltó la mirada a su sobrino, que debatía internamente en llevarle la contra.

Segundos, corrieron algunos segundos, pero se sintieron como una eternidad.

Y al final, Byakuya sonrió de medio lado antes de volver la atención a su cena y todos pudieron relajarse, soltando el aire.

-Tardaste en responder- Reprendió el pelinegro antes de probar bocado y cerrar los ojos, disfrutando del sabor -Así no vas a poder defender nunca a la chica que te gusta- Añadió mirando a su sobrino con gesto de reproche -A mí me parece un ratón asustado, pero para ti podría ser una buena candidata

- ¡Tío! - Exclamó el niño, sonrojado hasta las orejas, bajando la mirada hacia su plato y consiguiendo una ceja enarcada de parte de su madre.

- ¿Te gusta Asami?

- ¡No! - Gritó el niño tratando de mostrarse fuerte ante su madre, cruzando los brazos y volviendo el rostro con gesto enfurruñado -Asami es muy fuerte y quiero que me entrene, es todo

-Saya ya te entrena- Apuntó Ichigo sonriendo de medio lado, con burla y curiosidad.

- ¡No es lo mismo! - Gritó el niño ofuscado -Saya es una salvaje, no entiendo cómo le gusta a Renji

- ¡Que no me gusta la soldado Yamamoto!

-Además, Asami debe ser más poderosa- Afirmó el menor mirando a Renji y sacando la lengua de nuevo -Nunca han dicho rumores de Saya liberando su zanpaku-tō sin desenvainar, así que Asami debe ser más fuerte

-Eso dices porque no puedes hacerle frente a ninguna de las dos- Reprendió Renji furioso.

- ¡Por eso estoy entrenando!

- ¡Pues te falta entrenar más!

- ¿Debería arreglar tu matrimonio con la oficial Asami? - Inquirió Byakuya llevándose otro bocado a los labios para ocultar su sonrisa.

- ¡No! Si me caso con Asami, lo haré solo

-Entonces sí te gusta Asami-chan~ - Canturreó Renji, triunfal.

- ¡Me gusta tanto como a ti te gusta Saya!

- ¡Con un demonio, que no me gusta Saya!

Rukia soltó una carcajada, cubriendo su boca con el dorso de la mano, consiguiendo que Ichigo le tomase la mano disponible antes de negar con la cabeza, divertido ante el pleito de su hijo y su amigo.

Byakuya sonrió también, percatándose de que había logrado su cometido en romper la tensión de Yoshio, asintiendo para sí mismo y, ahora sí, sumiéndose en sus pensamientos arrullado por el bullicio habitual desde que Yoshio había llegado.

La madrugada había caído con frialdad, Rukia estaba abrazada al pecho de Ichigo, trazando círculos con las yemas de sus dedos sobre el torso desnudo de su esposo, suspirando de vez en cuando mientras él la apretaba con fuerzas entre sus brazos.

Aunque tenían largo rato sumidos en el silencio, Ichigo le había dedicado varias miradas de reojo a la shinigami que sostenía en brazos, preguntándose por qué estaría tan pensativa, tan callada. Solía caer rendida en las madrugadas luego de entregarse al frenesí, pero ahora había permanecido despierta y expectante, como si su mente le tendiera una trampa mortal de la que no pudiera salir por sí misma.

- ¿Una moneda por tus pensamientos? - Sugirió el pelirrojo sonriendo de medio lado.

-No me voy a vender tan barato- Reprochó la shinigami, levantando el rostro en busca de la mirada de Ichigo -Ofrece algo más

-Estoy preocupado- Dijo con sinceridad, sonriendo de medio lado mientras despejaba el rostro de su esposa con una mano antes de atraerle de regreso contra su pecho, suspirando al sentir el calor de Rukia cubriéndolo.

La shinigami era diminuta, lucía aún más pequeña ahí, hecha bolita sobre su pecho mientras suspiraba distraída y sonreía enamorada, preguntándose cómo dos palabras habían podido calar tan profundo en su mente, obligándola a ceder lentamente hasta deshacer su barrera externa y confesar.

-Estoy preocupada por los capitanes

- ¿Por qué?

-Nii-sama ha estado muy pensativo desde hace días. Desde la junta con los capitanes en los que se planteó la idea de tener más misiones al mundo humano. Quiero decir, todos los capitanes estamos nerviosos, lo que viene es horrible, pero es mi familia mi principal preocupación ¿Supiste lo que pasó con mi teniente?

- ¿Quién no lo supo?

- Nii-sama se culpa de su enfrentamiento con Zaraki

- ¿Y no fue su culpa? - Murmuró Ichigo con una mueca de desagrado, consiguiendo que Rukia guardara silencio, tenía razón, no podía negar aquello. Así que esperó unos segundos antes de responder.

-Ese no es el punto, Byakuya nii-sama suele causar esos conflictos para ver cómo reaccionará la gente, pero esa broma se le fue de las manos y desembocó en el capitán Zaraki mandando a Hanako a la división cuatro

-Dicen que tu teniente se dejó ganar.

- ¡Claro que se dejó ganar! Pero esa es otra cuestión. El capitán de la onceava no aprovechó la oportunidad de enfrentar a mi hermano cuando todo el tiempo se la pasa provocándolo. Y no sólo eso, todos los capitanes, Hitsugaya ha estado actuando frío con Asami, Rose ha estado distante con los shinigamis con los que suele ser amable, es como si algo se hubiese apoderado del Gotei... la incertidumbre se ha convertido en un veneno poderoso que...

-Que comienza a afectarte- Reclamó Ichigo tomando el rostro de Rukia y tirando un poco, hasta hacerla levantarse sobre los codos.

-Sí- Confesó la shinigami, desviando la mirada -Es como un mal presentimiento, todo el rollo de los genzanki, algo me dice que esto no se ha terminado, lo peor podría estar por llegar y nosotros tenemos que estar preparados para...

No, Ichigo no la dejó ir más lejos. Tomó posesión de su boca y sonrió cuando las manos de Rukia se deslizaron por su cuello, cuando ella pasó las rodillas a los lados de sus caderas y se irguió sonriendo con un aire seductor que consiguió que Ichigo se levantara un poco sobre los codos.

Las manos de Rukia se posaron delicadamente sobre los hombros del shinigami antes de que ella se agachara de nuevo a robar otro beso a la boca de su esposo.

-Sea lo que sea- Murmuró Ichigo sentándose y tomando el rostro de Rukia entre sus manos, admirando con curiosidad los enormes ojos que le miraban fijamente, como preguntándose qué hacer en esos momentos -Lo solucionaremos juntos y, si todo sale según lo planeado- Añadió sonriendo dulcemente, llevando los dedos hacia el vientre de su esposa y dejando ahí una caricia leve -Pronto seremos más, así que no hay nada que nos detenga

Rukia soltó una risa nerviosa y asintió, colgando ambos brazos alrededor del cuello de su esposo antes de besarle de nuevo y obligarlo a recostarse, profundizando aquel contacto y convirtiéndolo en algo más. En mucho más.

Una vez que Hanako se hubo recuperado del todo, no fue raro que volviera a sobre exigirse en sus trabajos en la decimotercera división, por lo que Saya, alegando que necesitaba un día de quitarse esa impenetrable armadura de la teniente demonio, le propuso salir en un día de campo del que ella se encargaría completamente, petición a la que accedió Hanako, después de todo, si necesitaba despejarse y olvidarse del trabajo, además que hace mucho tiempo no pasaba tiempo de calidad con su hermana.

Claro que no fue mucho de su agrado ver que su hermana estaba esperándola fuera de la división acompañada de sus inseparables amigos, quienes cargaban unas mochilas que no quería ni imaginarse lo que contenían, aunque era algo seguro, esa salida seria todo menos tranquila, después de todo era bien conocida la reputación de los miembros de la división once.

No conocía del todo a los amigos de Saya, a Ikkaku lo trato muy poco en la misión en la que su hermana se infiltro, pero le era suficiente con saber que fue con él que causo los estragos de la división por un combate amistoso de ambos shinigamis. En cuanto al chico pelinegro, lucia mucho más tranquilo que su compañero, pero aun así no se fiaba, además que no se sentía cómoda al estar con gente que no conocía.

- ¿Lista hermana? – Pregunta con sonrisa entusiasta.

-Eeemm si… solo pasare rápido a la casa por algo, vuelvo enseguida- Desaparece tras un shunpo, necesitaba apoyo en esto, y sabía perfectamente a quien recurrir.

-Me niego- Dice Asami en cuanto Hanako le pidió que también ella fuera –Si fueran solo Saya y tú iría con gusto… pero esos dos…

Igual conocía la reputación de los de la división once, esos locos que solo buscaban pelea en donde fuera, de solo pensar en convivir con el par de amigos de su hermana le daba escalofríos

-Por favor Asami- Le ruega con una dulce sonrisa, a la que Asami no puede negarle nada -No tenía idea de que Saya invitaría a ese par cuando me invito a salir con ella

Asami quería acompañar a su hermana en eso, ella bien conocía que a pesar de la reputación de Hanako como la teniente demonio, no solía sentirse del todo cómoda ante gente que conocía, y comprendía su inquietud al tener que estar con miembros de la división once.

-Si me acompañas hare todos los postres que me pidas- Ante eso, Asami suspira derrotada, si era débil ante algo, era por los postres de Hanako.

Finalmente alcanzan a su hermana a fueras de la división trece donde la divisaron junto a ese par, quienes estaban inusualmente tranquilos esperando. Hanako y Asami ya conocían un poco al teniente Madarame, aunque en sí, no habían tratado mucho con él, únicamente lo habían visto en la misión donde Saya se infiltrara. Con el tercer oficial, Yumichika Ayasegawa, no tenían trato de ninguna índole, solo lo conocían de vista al ser los inseparables amigos de Saya, pero, aunque en si se veía el más tranquilo de los tres, Asami aun así seguía algo tímida, ni ella ni Hanako se fiaban del todo de los shinigamis de la división once.

-Oh Asami ¿tú también nos vas a acompañar? - Pregunta Saya emocionada de ver también a su hermana menor, que asiente de forma forzada -Excelente… mientras más, mejor- Era genial y a la vez no, ver a Saya tan entusiasmada, por más que la conocieran, nunca tenían la certeza de que saber que estaría pasándole por la cabeza -Bueno… al cabeza de bolos ya lo conocen- Dice señalando a Ikkaku, que hace una expresión bastante atemorizante hacia Saya, que solo intimida más a Asami -Y él es Yumichika Ayasegawa- Señala al pelinegro, que saluda a ambas con una apacible sonrisa.

-Es un gusto conocerlos formalmente- Dice Hanako con diplomacia, ante con lo que Saya bufa rodando los ojos.

-El gusto es nuestro teniente Yamamoto- Contesta Yumichika amablemente -Desde hace mucho tengo curiosidad de conocer a la famosa teniente de la decimotercera división, dicen que sus tés son los mejores del Gotei

-Gracias, pero no es para tanto- Aquel chico parecía bastante amable, a primera vista, era difícil creer que era el tercer oficial de la división once.

-Pues yo espero con ansias tener el honor de probarlos, también soy fanático del té- Realmente aquel pelinegro parecía muy agradable.

-Claro que sí, será un placer- A pesar de no estar del todo cómoda ante gente nueva, eso no quitaba que fuese amable.

-Y tú debes ser la hermana menor- Mira a Asami, que no era capaz de levantar la mirada ni quitar su evidente sonrojo.

-Sí, soy Asami- Responde apenas haciendo una pequeña reverencia con la cabeza.

- ¡Oh! Pero que mona eres- Sonríe encantado con el rostro iluminado -No te pareces en nada a tu hermana Saya

- ¿Qué quieres decir con eso Yumichika? – Refunfuña Saya entre dientes con una vena palpitándole en la frente mientras Ikkaku se carcajeaba -En fin, ya basta- Dice golpeando a Ikkaku en la cara para que parara de reírse -Es un largo camino el que debemos recorrer, así que vámonos

Saya comienza a caminar a lado de Ikkaku, que se frotaba la cara mientras gruñía algo que no entendían.

- ¿A dónde piensas llevarnos Saya? - Pregunta Hanako con cierta desconfianza, Saya a veces era todo un misterio y eso, a veces la inquietaba.

-Es una sorpresa- Sonríe ampliamente, lo que hace que Hanako y Asami se miren con nerviosismo, casi rogando que su inquieta hermana no fuera a meterlas en algo comprometedor.

-Descuiden- Murmuró Yumichika a su lado, dedicándole una sonrisa tranquilizadora -El lado salvaje de su hermana a veces tiene sus recompensas, debo reconocerle que el lugar que encontró es muy hermoso

Aquello tranquilizo un poco a las hermanas, pero de todos modos seguían a la expectativa de saber que tenía pensado Saya en aquella salida.

Comenzaron a adentrarse en el frondoso bosque que rodeaba a las divisiones, y mientras más caminaban, más crecía el expectación y nerviosismo de Hanako y Asami, y es que por más que le insistían a su hermana de decirles a donde iban, esta seguía con la misma respuesta "es una sorpresa" ensanchando más su gesto entusiasta. Yumichika, al ver la leve tensión que tenían las hermanas de su amiga, les empieza a hacer una amena charla en la que la única participante era Hanako, ya que Asami seguía todavía un poco tímida, pero eso no quitaba que le respondiera al pelinegro cuando alguna pregunta iba dirigida a ella.

-Te dije que debíamos doblar a la izquierda en el camino atrás de nosotros- Le reclama Saya a Ikkaku tras un buen rato de estar caminando.

- Tsch ¿Para qué me haces caso? - Dice desinteresado con las manos en la nuca -Tú fuiste quien lo descubrió, tu deberías saber llegar a el

-Debí saber que tienes el mismo sentido de la orientación que tú capitán…

- ¿Qué dijiste? - La encara, furioso, iniciando una de las típicas discusiones de ese par que se volvió en una pelea en la que solo se veían puños dentro de una nube de tierra.

Yumichika emite un resignado suspiro ante la actitud usual de sus dos amigos, mientras que Asami los miraba con los ojos en blanco, preguntándose internamente como era que, ese par fuesen amigos al llevarse de esa forma tan agresiva. Sin embargo, a ambos les llamó la atención escuchar la divertida risa de Hanako ante el pleito de los shinigamis.

-Ahora veo porque esos dos se hicieron tan cercanos- Dice entre leves risas, sin pisca de sarcasmo alguno -Esta salida está resultando más divertida de lo que pensé… gracias, chicos- Se limpia las pequeñas lagrimas que le salieron por la risa.

-Dale las gracias a tu hermana, linda- Dice Yumichika -Nos contó que caíste enferma por tanto estrés, y ella quería que te relajaras un poco de tantos deberes, por eso fue a buscarnos para planear este paseo especialmente para ti

Hanako se sonrojó tan levemente que Yumichika podría habérselo atribuido al calor, pero la sonrisa enternecida de la conocida teniente demonio lo sacó de sus dudas, sonrisa que también Asami le dio mucho gusto ver en el rostro de su hermana tras haber estado varios días bajo tantas cosas sobre sus hombros, gesto que le hizo agradecer haber accedido a acompañarles a dicho paseo, aunque, todavía seguía creyendo que hubiese sido mejor venir solo con sus hermanas, ya que continuaba sintiéndose algo cohibida ante la presencia de los amigos de Saya.

-A veces olvido que mis hermanas me cuidan tan fervientemente como yo a ellas- Dice mirando a Asami, que le sonríe para corroborar sus palabras.

-Saya tiene su propia manera de mostrar a los suyos cuanto los quiere- Comenta Yumichika viendo a sus dos amigos agarrándose a golpes al culparse por extraviarse -Ikkaku y yo la apreciamos bastante… aunque ese par lo demuestra de una forma, un tanto… peculiar…

-No sabes cuánto los quiere- Murmuró ampliando su sonrisa, viendo la forma en que Saya había apresado el cuello de Ikkaku en su brazo mientras le raspaba la cabeza con los nudillos -Estaba emocionada con el viaje de hoy y creo que ahora, yo también lo estoy

-Creo que hasta yo estoy comenzando a emocionarme- Secunda Asami, mirando la manera tan divertida en que Saya solía comportarse, y sus expresiones para ella siempre habían parecido divertidas desde pequeña.

- ¡Ay! Esos despistados- Suspira Yumichika viendo en dirección a un sendero -Oigan par de exploradores- Les grita para detener su riña y señalándoles con el dedo pulgar, el sendero correcto –Ya llegamos

-Excelente- Salta apoyando sus pies en la cabeza de Ikkaku, que cae al suelo -Vengan hermanas, ya casi llegamos

-Más te vale Saya- Agrega Asami siguiendo a su hermana, ahora caminando a lado suyo -Ya me cansé de caminar sin rumbo

-Ten paciencia hermanita, veras que valdrá la pena- Continuaba con el misterio al sonreír tan ampliamente, provocando a Asami soltar un gran suspiro.

El sendero por el que los guiaba, y por el que cada vez se le notaba más entusiasmada, los llevo a toparse con una pared de arbustos y hojas, que al moverlas y entrar a través de ellas revelaron un sitio realmente increíble ante los ojos de sus dos hermanas.

Ante los shinigamis se revelo un hermoso campo abierto bastante grande, con un hermoso y fino pasto verde y varios dientes de león esparcidos de forma esporádica por todo el lugar. Un fresco viento les sacudía el cabello, golpeando su rostro de manera suave, brindándoles un efecto tranquilizante y pacífico de inmediato, algo que les iba de maravilla, especialmente a Hanako, a quien realmente, no se le pasaba por la cabeza todos los pendientes y el caos que comenzaba a haber por la aparición de los genzanki y los shadow.

-Vamos- Habla Yumichika, sacando del trance a Hanako y Asami -La sorpresa apenas inicia

Comienza a caminar, para alcanzar a Saya e Ikkaku, que se habían adelantado, mientras que las dos hermanas se miraron sonrientes, teniendo quizá, el mismo pensamiento; Saya era toda una caja de sorpresas.

Sorprendentemente Saya no les permitió hacer nada a sus hermanas, y Yumichika la apoyo en eso mientras comenzaban a sacar una variedad de cosas de las mochilas que traían él e Ikkaku, bajo la mirada curiosa de ambas, observando entre fascinadas e incrédulas como acomodaban una enorme manta extendiéndola en el pasto y poniendo sobre esta un pequeño pastel decorado con fresas, frambuesas y zarzamoras, muy apetecible a la vista, así como varios platos, cubiertos y servilletas.

-Lo hizo Yumichika- Informa Saya divertida ante la mirada de sus hermanas -Me dijo que aprendió a hornear pasteles en el mundo humano hace tiempo, así que le pedí de favor que hiciera uno para este día

-Espero que les guste, hace tiempo que no lo preparaba- Comenta con humildad, ganándose aún más la confianza de Hanako, igual un poco la de Asami, aunque el sonrojo era inevitable en sus mejillas -Y espero que no le moleste que me tomara el atrevimiento de traer esto- Saca también una serie de accesorios para preparar té, así como varias hojas secas aromáticas -Saya me conto que haces maravillas con esto, tengo mucha curiosidad de ver tu forma de preparar té

-Muéstrale tu talento hermana- Dice Saya, sonriéndole con orgullo y alzando el pulgar, ante a lo que Hanako se muestra un poco cohibida por el alago efusivo de su hermana.

Ikkaku por su parte sacaba de su mochila una botella de Sake con una sonrisa algo aterradora que le puso la piel de gallina a Hanako y Asami, presentían que el alcohol sería una mala combinación con el teniente de la onceava división, aunque especialmente les preocupo que Saya aprobara que fuese a traer eso.

-No se preocupen, Ikkaku primero se acaba más de la mitad de la botella cuando apenas Saya o yo nos hemos tomado tres- Eso las relaja en parte, por un instante creyeron que Ikkaku ya había vuelto alcohólica a su hermana -Solo tendrán que soportar las exageradas carcajadas de Ikkaku

En lo que Ikkaku y Saya entrenaban alejados de ellos, Hanako empezó a preparar un poco de té ante la mirada fascinada de Yumichika, que miraba atento la forma tan delicada con la que preparaba el té, dando la impresión de que para ella era un acto sagrado por la concentración que le ponía. Quería dar un grito emocionado, pero se contuvo para no sacar a Hanako de la gran concentración que tenía, además que la espera valió totalmente la pena, y esta vez no contuvo la gran emoción que le provoco el probar, finalmente, los famosos tés de Hanako Yamamoto.

-Esto es una auténtica delicia- Expresa Yumichika con una brillante expresión en el rostro -No eran exagerados los rumores del gran sabor de tus tés, hasta tu manera de prepararlos es toda una hermosa obra de arte –Hanako agradece el exagerado alago del pelinegro, aunque en parte la estaba apenando un poco -Deberías poner una casa de té, yo me uniría a ella con gusto

-No es mala idea oficial Ayasegawa- Responde Hanako, ya sintiéndose mucho más en confianza con el amigo de su hermana –Además, es algo que estoy considerando

-Estamos en un día de campo relajándonos, podemos olvidar los formalismos por esta vez- Les dice a ambas hermanas –Llámenme Yumichika

-Por supuesto, tú también puedes decirme Hanako…

- ¿Puedo llamarte Asami? – Le pregunta gentilmente, aunque Asami seguía un tanto apenada ante él.

-Si… no hay problema- El chico le dedica una gran sonrisa amable, y Asami, para evitar ponerse aún más nerviosa, desvía su vista a donde su hermana entrenaba con su otro amigo, aunque de forma bastante intensa y agresiva, considerando que solo era un entrenamiento, además de que ambos estaban usando sus zanpaku-tō liberada –Saya rara vez entrena usando a Kairyū

-Ikkaku fue el que le insistió en entrenar con sus shikai, y no por el afán de querer vencerla- Comenzó a partir el pastel que llevo en partes iguales -Como la habilidad de las zanpaku-tō de Saya es darle la misma cantidad de energía de los ataques que recibe, Ikkaku quiso entrenar de esa manera con ella para superar su propia fuerza

Ahora ambas observaban el combate, y es que a pesar de que luchaban con todas sus fuerzas, en sus rostros se reflejaban a simple vista, el entusiasmo de estar combatiendo uno contra el otro.

-Por lo menos están alejados del Gotei- Comenta Hanako recibiendo una rebanada de pastel -Al menos aquí no causan ningún estrago

-Esa fue la condición de Saya para que entrenaran con sus shikai, alejarse lo más posible de las divisiones para no volver a causar problemas– Hanako y Asami se quedaron algo sorprendidas de que su hermana al fin tuviera tal sensatez -Encontró este lugar hace unos días al estar buscando un campo despejado donde entrenar, pero en cuanto lo encontró lo primero que dijo fue "a mis hermanas les encantaría este lugar" y desde entonces andaba planeando un día de campo, solo que se retrasó un poco ya que nos contó que te enfermaste

Yumichika voltea a ver a Hanako, dándole a entender que ese retraso se debía a ella.

-Con todo lo que está pasando, creo que me exigí demasiado- Admite Hanako, dirigiendo su vista a su hermana, que estaba sentada sobre la espada de Ikkaku y una enorme sonrisa en su rostro, presumiendo su victoria -En verdad agradezco que tuviera este detalle con nosotras para quitarnos un poco de tensión de los hombros -A veces nos saca un poco de quicio a Asami y a mí– La hermana menor hace un puchero, demostrando que especialmente ella era blanco de sus bromas -Pero debo admitir, que gracias a eso aligera mucho nuestro ambiente, a veces me da un poco de envidia que a pesar de lo que suceda siempre tiene ese gran entusiasmo

-Solo una vez la he visto decaída- Asami voltea a ver al pelinegro, prestándole toda su atención al tiempo que recibía su rebanada de pastel, mientras que Hanako por su parte ya tenía una idea a lo que se refería –Fue tras la misión de la que volvió junto a Ikkaku, Saya realmente se sentía culpable por no haber podido protegerte- Le dice a Asami –Siempre nos habla mucho de ustedes, se nota que las quiere muchísimo, solo que le cuesta demostrarlo abiertamente y su forma de decirlo es haciendo de vez en cuando este tipo de cosas

Ellas lo sabían perfectamente, Saya era la alegría de la casa y a veces, la voz de la razón cuando lo necesitaban. Eran conscientes que no siempre iría a abrazarlas solo porque si, que no era la clase de hermana cariñosa, ya que al ser pues… Saya, tenía su peculiar forma de dejarles en claro lo mucho que significan para ella.

La conversación paso a platicas de repostería al haber probado el delicioso pastel de Yumichika, intercambiándose varios tips entre él y Hanako en lo que el pelinegro estaba más que feliz y encantado peinando el sedoso cabello de Asami, que, por su gesto resignado, denotaba que lo hacía solo porque su nuevo amigo casi le rogaba el dejarle peinarla, además, solo sería por esa ocasión. Se les unieron luego Saya e Ikkaku, este no tardando en abrir la botella de sake y sirviéndose vaso tras vaso como si no hubiese un mañana, sirviéndole luego uno a Saya y a Yumichika al saber que no se negarían.

- ¿Me aceptaría un vaso, teniente? Se ve que le hace falta relajarse un poco- Le ofrece a Hanako un poco de Sake, ella no podía debatir a sus palabras, así que, para no verse grosera, le acepta un vaso de sake - ¿y qué me dices tú, oficial? ¿Tus hermanas mayores te permitirán tomar? – Se había dirigido a Asami, para ella fue como decirle que necesitaba la aprobación de sus hermanas, como si fuera una niña, y estaba por repelar, pero Saya le estrello la cabeza en el suelo.

-Asami ya es lo suficientemente consciente para tomar sus propias decisiones- Saya ya se le notaba un leve sonrojo por el alcohol –No dejes que esté cabeza hueca te provoque, si quieres tomar hazlo porque tú quieres

Aquello la hizo abrir los ojos, viendo a Hanako que asentía con la cabeza con su vaso en mano al que apenas le había tomado.

-Quizá tal vez uno– Ikkaku le sirve una copa mientras se sobaba la cabeza, tomar una quizá la relaje un poco para entrar más en confianza ante los amigos de su hermana.

Tras varias copas más, las que en su mayoría se había tomado Ikkaku casi acabándose el solo la botella, las risas estridentes de este rompieron la calma del lugar, risas que provocaba Saya al estar contándole pésimos chistes a consideración de Hanako y Yumichika, que veían resignados a ese par. Lo más curioso es que Asami también reía levemente siendo abrazada por Saya que, tal vez debido al alcohol, estaba muy cariñosa con su hermana pequeña.

De un momento a otro, y sin saber exactamente qué fue lo que lo provocó, Saya e Ikkaku ya andaban agarrándose cómicamente a golpes detrás de una nube de tierra, algo que tenía a Asami bastante divertida y sonrojada, probablemente por el par de copas que se había tomado. Momentos después, cayó dormida sobre la manta, al igual que Ikkaku, quien dormía a sonoros ronquidos recostado sobre el pasto mientras que Saya, por su parte, estaba cómodamente recostada en la rama del árbol arriba de ellos, aunque no totalmente dormida, tan solo se estaba relajando un poco.

-Es entendible porque sienten la necesidad de querer cuidarla- Dice Yumichika acariciándole suavemente el cabello a Asami, que dormía con una tierna sonrisa.

-Es nuestro mayor tesoro- Hanako veía enternecida a su hermana menor dormir con tanta calma -Sé que ya no es una niña, pero por más que crezca, no podemos seguir viéndola de esa manera- Observa al pelinegro, ahora que se conocieron mejor, le era difícil creer que pertenecía a la onceaba división, no tenía tal espíritu de pelea como Ikkaku y Saya - ¿puedo hacerte una pregunta? - Yumichika vira su vista a ella, asintiendo -No me lo tomes a mal, pero no das la impresión de pertenecer a la división once… a diferencia de Ikkaku y de Saya, tu pareces muy tranquilo

-Es verdad que mi forma de pelear es muy distinta a la del capitán, a la de Ikkaku, incluso a la de Saya, es… diferente a la división once en general, pero Ikkaku y yo hemos sido amigos desde hace mucho

-Entiendo, estas ahí por Ikkaku– Eso hablaba mucho de su fidelidad, ahora que ya los conocía mejor, le daba gusto que Saya tuviese tan buenos amigos y, que muy probablemente, también terminaran siendo suyos - Sera mejor que ya nos marchemos- Empieza a recoger todo y guardarlo en las mochilas que trajeron los chicos, y una vez hubo terminado, fue con Asami con la intención de cargarla, pero Yumichika la detuvo poniéndole una mano sobre su hombro

- ¿Me dejas llevarla a mí? – Le pide el pelinegro, a lo que Hanako asiente agradecida, ayudándole a ponerle a Asami en su espalda.

-Saya- Voltea arriba de ella, viendo como su hermana abría un ojo -Ya nos vamos

Esta se estira a lo largo de la rama, dando un salto para bajar.

-Despertare a Ikkaku

Toma una botella de agua de la mochila de Yumichika y fue a paso calmado a donde estaba totalmente dormido Ikkaku, que se despertó de un golpe al sentir el chorro de agua helada que le cayó en la cara, oyéndose nuevos reclamos hacía Saya.

En sí, Asami solo había tomado unas tres copas, al igual que Saya y Yumichika, mientras Hanako solo se quedó con la copa que le ofreció el teniente al principio. Sin embrago, la menor de las Yamamoto era algo vulnerable al alcohol, por eso se fue completamente dormida sobre la espalda de Yumichika que procuraba caminar lo más suave posible para no hacer tantos movimientos y despertar a la shinigami, a quien, en un día de conocerla, ya había despertado en él una linda hermandad, pasándole lo mismo con Hanako. Algo tenían aquellas hermanas que se ganaban inmediatamente el afecto de quienes convivían con ellas.

Llegaron a la residencia Yamamoto, donde Yumichika le paso a Hanako a su hermana pequeña que seguía profundamente dormida. Yumichika le dio algunos consejos para que no tuviera tanta resaca al despertar y no se sintiera tan mal, alegando que funcionaban de maravilla cuando a Ikkaku se le pasaban más de la mano las copas.

-Gracias Yumichika, eres bienvenido a tomar té cuando gustes- Eso le pareció tan encantador al shinigami, que le dio un gran abrazo a Hanako cuidando de no despertar a Asami, a quien, a modo de despedida, le acaricio el cabello.

Saya acompaño a sus amigos hasta la entrada principal, por todo el jardín y todavía caminaron unas cuantas calles.

-Gracias por acompañarme chicos- Les dice Saya al encaminar a sus amigos -A mis hermanas ya les hacía falta distraerse un poco

-Al contrario, Saya, teníamos mucha curiosidad de conocer a tus hermanas y nos cayeron de maravilla- Le dice Yumichika caminando a lado de Ikkaku -Aunque al principio Ikkaku estaba algo nervioso de salir junto a Hanako

Este se tensa un poco frunciendo el gesto, ante lo que Saya suelta una gran carcajada.

-Bueno… es que la conoció en su máxima faceta de teniente demonio…

Los acompañó un momento más, momento que aprovecho para echarle en cara a Ikkaku de haberse dejado intimidar por su hermana en aquella misión. Luego de un rato, Saya se despidió de sus amigos para regresar a su casa, ignorando la mirada confusa y escéptica del teniente de la sexta división que por mera casualidad vio a Saya bromeando con Ikkaku y Yumichika. No supo exactamente como tomarse tal escena, especialmente por qué sintió un extraño impulso que prácticamente le obligo a ir junto a los dos shinigamis.

-Buenas tardes, Ikkaku-san, Yumichika-san- Les saluda de forma respetuosa como siempre.

- ¿Qué sucede Renji? – Pregunta Ikkaku algo indiferente.

-Nada, es que… Los vi junto a la soldado Yamamoto y…- Trata de formular algo rascándose la mejilla con su dedo índice, pero se tardó tanto en dar una excusa decente que Ikkaku y Yumichika se miraron con complicidad -Pensé que había pasado algo, como fuiste hace tiempo a una misión con ella

-Solo venimos de un día de campo con ella y sus hermanas- Revela Yumichika, dejando aún más confundido a Renji -Saya es nuestra amiga desde hace tiempo

- ¿A-amiga?... ¿Desde cuándo son amigos de Saya?

-No lo sé, desde hace meses- Responde Ikkaku alzándose de hombros -De hecho, siempre entrenamos juntos

Sonríe divertido al ver la expresión confusa de Renji, claramente se le notaba que no lograba poner en orden sus pensamientos.

-No tienes ningún problema con eso ¿Verdad Abarai? - Pregunta Yumichika de forma un tanto maliciosa.

-Tsch, claro que no… a mí que me va a importar lo que haga o deje de hacer esa soldado- Se cruza de brazos ladeando la mirada.

-Es bueno saberlo, porque últimamente me he preguntado si…- Deja al aire Ikkaku llevándose las manos a la nuca, consiguiendo la mirada expectante de Renji -No sé… Saya es una chica muy agradable y atractiva… Y nos llevamos bastante bien

Comienza a caminar, seguido de Yumichika que trataba de aguantar la risa, dejando a Renji tratando de procesar y entender que trataba de decir Ikkaku, además de que eso lo dejo con un extraño estrago en el estómago.

Algunos días después, y de que Rukia e Ichigo lo hablaran muy seriamente, la capitana de la trece se había presentado en la división diez para hablar con Hitsugaya, la petición, aceptar a su hijo en su división.

-Me niego…

-Pero, capitán Hitsugaya- Iba a refutar ¿Por qué su colega le negaba el acceso a su hijo? Pero no, esta vez Ichigo intervino, colocando una mano sobre el hombro de su esposa -Ichigo…

-Tōshirō ¿Realmente hay algún problema para que Yoshio entre a la división? – El albino lo miro molesto, claro que lo había, después de haber besado a su novia "accidentalmente" -Él solo desea volverse más fuerte

-Acaba de graduarse de la academia, le falta experiencia y, a parte, no tengo tiempo para entrenar a un nuevo recluta- Apuntó, firme en su decisión mientras miraba a Ichigo a los ojos -No puedo cubrir sus motivos, todos quieren ser fuertes, pero estamos en medio de algo que todavía no conocemos

-Eso lo entendemos muy bien, pero él…

- ¿Lo dejarías pelear contra un genzanki si fuera necesario? – Cuestiono el capitán, mirando a la mujer, quien mostrara sorpresa al escuchar esa pregunta -Sigue siendo un niño, le hace falta disciplina

-Creo que puede ser un buen elemento- La voz de Asami se escuchó desde el otro lado, los tres voltearon a verla -Escuché de Saya sobre sus avances, el día que combatimos, pude ver que era muy bueno en el uso de los kidō y el manejo de la espada, pero sin duda, le hace falta el control sobre su propia zanpaku-tō y sus poderes. Si el capitán lo permite, yo puedo hacerme cargo de sus entrenamientos en mis tiempos libres y enseñarle lo necesario

Hitsugaya sopeso la idea, sobre todo, porque si ella se hacia cargo, podría ver y mantener el avance del chico paso a paso. No estaba del todo convencido, pero lo haría, porque aun tenia duda sobre el tipo de entrenamiento que habría recibido ella de parte del anterior comandante del gotei trece.

-Si ese es el caso, entonces puede quedarse- Ichigo sonrió, pero Rukia reverenció al capitán, dirigiéndose luego hacia la chica -Pero al primer error que cometa, se va

-No lo hará Tōshirō, será un buen shinigami…

-Capitán Hitsugaya para ti- Volvió la vista a sus papeles -Ahora si pueden desalojar mi oficina, aun tenemos mucho trabajo antes de ponernos a pensar en otras cosas

La idea de que el niño estuviera en su división no le parecía agradable, sobre todo, sabiendo que sentía algo por su novia, pero trataría de llevarlo en paz en lo que las aguas se calmaban un poco.