Creo que deje todo en orden, corregí algunas cosas y pues... lo pude terminar antes de la media noche jejeje
Chicas, en serio, amo sus fragmentos, y espero no decepcionarlas en el 13 3
Por cierto, final sorpresa!
El quedarse solas no implicaba un problema, o eso creían, probablemente podría ser algo bueno, o malo, no lo sabían ¿O sí? Bueno, tal vez lo decía el hecho de que apenas tenían unas cuantas horas en casa, juntas, a solas, y ya estaban discutiendo por quien sabe qué.
Comían en silencio, incluso Hogo parecía sentirse algo incomodo sin la presencia de su "mamá", por lo que no probo alimento en el momento. Asami se alegraba de no mantener conversación con Saya, sobre todo, porque le dolía la garganta, a parte, de que había comenzado a hablar un poco gangosa y si, se sentía mal.
-Voy a pasear a Hogo, a ver si le da hambre con la caminata- Dijo Saya, colocándole la correa al cachorro, quien pareció olvidar de momento a su mama, comenzando a dar saltos alrededor de su acompañante -Te toca lavar los platos, mañana lo hare yo…
Un tirón de Hogo la obligo a salir de casa, cerrando apenas la puerta tras de sí.
Por su parte, Asami se relajo un poco, dándose a la tarea de buscar el té que Hanako tenía para cuando ella se enfermaba; lo encontró, al fondo de la alacena.
Mientras lavaba los platos, el té reposaba, no eran gran cosa, pero no se sentía tan bien como para terminar a la primera, por lo que se tomó su tiempo. Se sentó a la mesa a tomarse su té, lavando la taza y volviendo a guardar el té donde estaba, yéndose a dormir antes de que Saya volviera, y pudiera descubrirla.
…
-Vamos Hogo, alcánzame- Dice Saya corriendo por el bosque que rodeaban las divisiones mientras el pequeño cachorro de gran danés la perseguida ladrando felizmente.
Apenas tenía cuatro meses, y ya le llegaba a la cintura a Saya cuando se paraba en sus patas traseras, además que era un cachorro bastante enérgico. Corría por toda la casa buscando jugar con alguien, una vez por poco tira su taza para café, que logro agarrar al aire antes de que se estrellara contra el suelo. Por eso, Saya se ofreció gustosamente a sacarlo a pasear a diario, algo que no era molestia para ella, que adoraba dar largas caminatas o ponerse a correr bajo la sombra refrescante de los árboles, y ahora con Hogo, eso era mucho más divertido.
-Cada día eres mucho más rápido chico- Le felicita acariciándolo cuanto éste la alcanzo, apoyándose en la shinigami y jadeando alegremente -Anda, veamos si ya puedes atraparla
Le menea una rama, ante lo que Hogo empieza a dar vueltas emocionado.
Lanza la rama lo más lejos que puede y Hogo va rápidamente tras ella intentando atraparla en el aire, aunque se le escapa del hocico, aunque igualmente la busca en el piso para llevársela a Saya, forcejeando un poco con ella al no querer soltarla.
-No puedo volver a lanzarla si no me la das- Pero el cachorro no obedece, así que Saya le deja la rama, que Hogo empieza a masticar acostándose en el suave pasto -Aun no comprendes en concepto del juego- Reprocha, resignada y sentándose a lado del cachorro.
Había estado intentado entrenarlo para que trajera lo que se le lanza, pero Hogo seguía quedándose el objeto para masticarlo, pero, en fin, apenas era un cachorro.
-Asami andaba un poco de mal humor hoy- Claro que Hogo estaba más entretenido, jugando con la rama que en prestarle atención -No la tiene fácil en su división en ausencia del mini capitán y con esa teniente que a cada momento se desaparece
A eso le atribuía que el ambiente entre ellas estuviese algo tengo, aunque bueno, de por si su relación siempre había sido algo conflictiva.
Hogo se sentó frente a ella meneando la cola, claramente en espera a que fuera a lanzarle algo más, señal que Saya entendió, así que se puso de pie buscando por los alrededores una rama lo suficientemente gruesa para que no la rompiera tan fácilmente.
Mientras tanto, el teniente de la sexta división se acercaba a donde había sentido el inconfundible reiatsu inquieto de Saya. Desde que la teniente Yamamoto le propuso en invitar a salir a su hermana de en medio, ha estado buscando la oportunidad de hacerlo, pero aquella rebelde shinigami no se lo ponía tan fácil, y es que no entendía por qué se le dificultaba tanto, quizá era porque en parte aun sentía esa cierta rivalidad por la shinigami, de querer competir con ella hasta por ver quien aguantaba más tiempo la respiración.
Esta vez estaba decidido a no dejarse llevar por su espíritu competitivo, que para para colmo, Saya también poseía en igual o mayor medida, y si, hasta en eso competían.
La encontró adentrándose un poco en el bosque que rodeaba la división, recibiendo con una gran sonrisa una rama que le daba aquel gran danés que era el nuevo miembro de la familia de las hermanas Yamamoto. Saya no tardo en reparar en su presencia, haciéndolo tragar pesado ante la sonrisa entre maquiavélica y divertida de Saya.
- ¡Hey! Renji, piensa rápido- Le lanzó con fuerza la rama, que de dirigió a él con asombrosa velocidad, pero que pudo cachar al aire.
Estuvo a punto de decir algún comentario presuntuoso, pero entonces, se encontró frente suyo a ese enorme perro brincándole y tirándolo de espaldas al suelo para quitarle la rama de la mano.
-Bien hecho amigo- Felicita Saya a Hogo cuando este fue caminando feliz a ella.
- ¿Cómo que bien hecho? - Reclama Renji levantándose rápidamente cubierto de pasto -Ese perro es tan salvaje como tu- Refunfuña sacudiéndose el pasto de su uniforme
-Obvio, yo misma lo estoy entrenando- Hogo se puso de panza arriba para que Saya lo acariciara -En todo caso…. ¿Qué haces aquí? - Cuestiona mientras le acariciaba la panza al cachorro -Ya es algo tarde para uno de tus absurdos desafíos ¿no crees?
- ¿Y qué te hace creer que estoy aquí por ti? - Se cruza de brazos, aunque interiormente quería abofetearse -Quería caminar un rato para despejarme, no es mi culpa que haya encontrado a un pequeño monstruo demoniaco en la noche en medio del bosque
-Deberías ya saber que el bosque, en especial por las noches, son sitios ideales para monstruos demoniacos como yo -Presume, casi orgullosa de tener ese título por parte del teniente, mientras que le ponía a Hogo su correa -Vámonos Hogo, quizá con el ejercicio ya quieras terminar tu cena- Le acaricia la cabeza, recibiendo un lengüetazo del cachorro lo que la hace reír melodiosamente, o al menos eso le pareció a Renji
- ¿No quería comer? - Pregunta ante lo que dijo Saya.
-Ha estado un poco decaído por la ausencia de Hanako- Se pone de pie, tomando la correa dispuesta a retirarse -Creo que eso mismo afecto a Asami, hoy estuvo un tanto irritada- Comienza a caminar a paso tranquilo.
-Teniéndote a ti como única compañía, no la culpo- Suelta despectivamente, ganándose una patada circular en la espalda -Maldita sea Saya -Le reclama encarándola, pero esta solo le dedica su típica sonrisa socarrona para salir del bosque junto a Hogo
Se queda parado gruñendo mientras veía a Saya marcharse. Seguía sin entender por qué tenía esa sensación de querer invitarla a salir, de que esa idea no era tan descabellada, pero al mismo tiempo, le ganaba el impulso competitivo al estar frente a la shinigami. Podría decirse que tenía dos sentimientos muy distintos dentro de él con respecto a Saya.
…
Por la mañana, Asami se levantó como pudo, mucho antes que su hermana, alistándose y saliendo de casa. Había sido una muy mala noche, fiebres altas, escalofríos, dolor de cabeza, no estando segura de cuantas horas había logrado dormir.
Sentada en su escritorio, rellenando informes, cerrando carpetas, un estornudo tras otro, todo eso era demasiado, pero la presencia de Yoshio la puso alerta, este niño, por más pequeño que pareciera, era demasiado intuitivo, muy observador.
-Deberías ir a casa y descansar- Soltó de un momento a otro, sin despegar los ojos y su puño de la carpeta, sin dejar de leer y rectificar que lo que estaba haciendo estaba bien -El capitán no esta, pero esa no es razón para que tú tengas que hacer el trabajo que alguien más debería estar haciendo…
-Estoy bien, yo…- Velozmente cubrió su nariz y boca con un pañuelo desechable, antes de soltar el estornudo -Puedo hacer esto
Esta chica si que era demasiado terca y obstinada, como si no hubiera aprendido nada de su hermana.
-Iré a entregar estos informes a las divisiones correspondientes- La chica se sobresaltó, había estado cabeceando un par de veces, por lo que él había decidido ir por un poco de ayuda -Regreso en unos minutos
-De acuerdo, suerte…
De momento, confiar en Hanako no era posible, no cuando se encontraba fuera de la sociedad, por lo que, su única esperanza, era la hermana de en medio, la atolondrada hermana de en medio.
…
Solo sería una invitación a comer, no podía ser tan difícil decirle a Saya que fueran a comer algo, después de todo ya era tarde y a esa hora se supone que la shinigami terminaba de supervisar el entrenamiento de los novatos, que últimamente han sido muchos los que la han buscado para pedirle que los entrenaran, incluso los de otras divisiones.
Justo la encontró en el campo de entrenamiento de la decimotercera división, terminando con el entrenamiento del más reciente de los shinigamis, quien estaba obviamente apenado por las felicitaciones que le daba Saya por su buen desempeño. Últimamente también había notado que la popularidad de Saya estaba creciendo entre los shinigamis, especialmente entre los novatos al ver a una soldado teniendo tales habilidades de combate, y eso, en una pequeña parte, le causaba ciertos estragos a Renji. Y justo ahora lo volvió a sentir al ver a aquel novato embobado con Saya que simplemente tomaba agua.
-Muy bien novato, ya es mi turno- Dice en un impulso, poniéndole una mano sobre el hombro del shinigami, a quien intimida un poco por la expresión amenazante del teniente.
- ¿Se puede saber para qué? - Cuestiona Saya cruzada de brazos y alzando una ceja, haciendo tragar pesado al teniente, pensando si era prudente invitarla a comer frente a los novatos que miraban expectantes por su respuesta.
- ¡Saya! - Voltean al origen de aquella voz, mirando a Yoshio que venía apresurado.
-Oh vamos chiquillo…. ¿no me digas que de nuevo vienes a desafiarme? - Dice algo fastidiada.
-No soy un chiquillo- Reclama con una vena palpitándole en la cien -Y no vengo a eso, es que Asami llego a trabajar con algo de fiebre, pero se niega a irse a descansar.
-Con razón ayer estaba de mal humor- Suspira con resignación, aunque debió suponerlo -Si no voy por ella nunca se ira a descansar
-Te acompaño- Dice Renji, sonrojándose y esquivando la mirada de Saya -Lo hago por ayudar a Asami, ella me salvo la vida
-Está bien, quizá necesite persuasión extra para convencer a la terca de mi hermana- Lo que sería una tarea bastante difícil, Asami era excesivamente exigente con su trabajo, aun si está ardiendo en fiebre y su cuerpo le exigiera descansar
Encontraron a la menor de las Yamamoto recostada en el escritorio recargando su cabeza en sus brazos. A simple vista se le notaba el agotamiento y su respiración pausada y con dificultad, además que se le notaba un poco el sudor en la frente por la fiebre. Cuando Yoshio fue a buscar a Saya para informarle que su hermana llego enferma a trabajar no creyó que fuese tan grave, pero ahora que la veía y tocaba su frente, notó que ardía en fiebre, y, aun así, se estaba obligando a trabajar ¿De que forma tenía que hacer entrar en razón a sus hermanas que no era bueno que se sobre exigieran de esa manera?
-Asami…- Saya la mueve suavemente del hombro consiguiendo que su hermana apenas la viera abriendo sus fatigados ojos -Tienes que ir a casa a descansar, estas ardiendo en fiebre
-No puedo…- Levanta la cabeza con lentitud mientras se tallaba los ojos -El capitán no está, no puedo dejar que se acumule el trabajo
Saya estaba por debatirle, pero Renji se interpone poniéndose entre las hermanas.
-Por extraño que parezca, esta vez la atolondrada de tu hermana tiene razón- Detrás de él, Saya lo fulmina con la mirada -No es recomendable trabajar en esas condiciones
-Pero…
-No te preocupes por el trabajo Asami-san- Habla Yoshio -Yo me puedo hacer cargo de todo
-Pero Yoshio, es demasiado trabajo para ti solo- Dice débilmente.
-En efecto, es mucho trabajo para que lo haga solo un chiquillo- Ahora es Yoshio quien fulmina a Saya -Así que yo le ayudare en lo que tú te recuperas por completo
Sonríe con orgullo y confianza.
-Pero, Saya…
-Yo también les ayudare- Afirma Renji con gentil gesto -Así que deja de pensar en el trabajo y mejor ve a casa a descansar
-Pero... sus trabajos, sus divisiones, sus encargos, no puedo dejar que se hagan cargo de todo- Estornudo, y luego otra vez, haciendo que Yoshio rodara los ojos -Esta bien, les voy a tomar la palabra, y desde una vez lo digo, lamento causarles tantas molestias...
Se pone de pie lentamente con mucho esfuerzo y por poco, debido a un momentáneo mareo, cae de frente, pero Saya rápidamente la sostiene por los hombros.
-Será mejor que ya no te fuerces más- Dice Renji, dándole la espalda y poniéndose de cuclillas -Sube…
Ofrece a Asami, provocando que ambas hermanas lo miren sorprendidas.
-Gracias, y de verdad lamento causar tantas molestias- Se sube a la espalda de Renji, sintiendo casi de inmediato que podía relajarse -No te vayas a poner celosa hermana, el teniente solo está siendo amable- Dice apenas con una sombra de sonrisa pícara.
-Mejor ya deja de hablar Asami- Saya le palmea la cabeza, frunciendo un poco su gesto -Ya estas delirando por la fiebre- Renji se adelanta con Asami en su espalda, que ya iba dormitando -Llevaremos a mi hermana a casa, así que te encargo todo un momento y regreso más tarde chiquillo…
Se retira detrás de Renji, ignorando el grito de Yoshio reclamando que no era un chiquillo, pero al menos quedándose más aliviado, ya que Asami al fin descansaría en su casa.
Durante el camino en que Renji llevaba a Asami, ya totalmente dormida sobre su espalda, Saya iba dándole leves palmadas en su cabeza a su hermana menor, gesto que Renji iba observando por el rabillo de su ojo, descubriendo que Saya podía ser muy cariñosa, solo que, por alguna razón, no lo demostraba tan abiertamente.
-Hola Saya- Les saluda Yumichika, que iba justamente a la casa de las hermanas para tomarse un té con Hanako - ¿Qué le pasa a Asami? - Pregunta preocupado al verla dormida en la espalda de Renji - ¿Está bien?
-Tiene algo de fiebre, la llevamos a casa a descansar- Informa Saya, cruzándose de brazos.
-Pobre pequeña, de verdad se ve mal- El pelinegro le acaricia la cabeza -Pero estoy seguro de que Hanako tendrá un té con el que se sentirá bien rápidamente
-A Hanako la asignaron a una misión al mundo humano- Dice Saya viéndose un poco inquieta al tener que cuidar ella sola de su hermana menor, algo que Yumichika pudo notar.
-Si quieres les puedo ayudar en algo- Ofrece el pelinegro amablemente, a lo que Saya asiente agradecida ya que no podía estar vigilando a su hermana las veinticuatro horas del día.
Cuando llegaron a casa, Renji dejó a Asami en su cama con sumo cuidado, mientras que Yumichika le decía a la adormilada chica que le haría algo de comer, ofreciéndose Renji a ayudarle y dándoles privacidad a las hermanas para que Saya ayudara a Asami a tomarse un baño caliente y a que se pusiera algo cómodo para que fuese a recostarse en su cama.
-Supongo que te preparare un té- Le dice Saya una vez que Asami estaba bien tapada en su cama -No debe ser tan difícil que me quede a como los hace Hanako
Afirma, confiada y saliendo de la habitación, aunque sinceramente, Asami dudaba mucho que fuera a quedarle como a los que le solía preparar Hanako cuando se enfermaba de pequeña.
Era literalmente la quinta taza de té que Saya le llevaba a su hermana, trataba de ser lo más paciente posible y hacerla tal cual la preparaba Hanako, pero cuando no le faltaba o más miel, tenía demasiada canela, o que Hanako le ponía esto o aquello, o la preparaba de tal forma.
En fin, de nuevo iba a la habitación donde Asami reposaba, esperando que esta vez le haya quedado el té como a Hanako y que ya de una vez se lo tomara. Renji iba detrás de ella, algo que Saya ignoraba, parecía un guardaespaldas, aunque no podía reclamarle ya que él y Yumichika le han estado ayudando bastante lidiar con su pequeña pero necia hermana enferma.
-Listo Asami- Va junto a la aludida, donde también estaba Yumichika humedeciéndole un trapo para bajarle la fiebre -Lo prepare justo como me dijiste -Dice entre dientes, ya su paciencia estaba llegando a su límite.
-Gracias Saya- Toma la taza a la que le da un sorbo, ante lo que hace un pequeño gesto que no puede ocultar -Emmmm…
- ¿Y ahora qué? - Ya comenzaba a asomársele una vena en la cabeza.
-Creo que le pusiste mucho limón…
Claramente ya se le veía que toda su poca paciencia que le quedaba se había ido por la borda, además, que parecía que su mano estaba por querer estrangular a su hermana, así que antes de que fuese a hacer algo de lo que se arrepintiera, Renji la tomo de los hombros llevándosela de la habitación.
-Está bien linda, te preparemos los que sean necesarios hasta que nos quede como el de Hanako- Le dice Yumichika con sonrisa entre apacible y nerviosa, siguiendo a los otros dos y llevándose la taza.
-Lo siento- Murmura al quedarse sola, después de todo los chicos estaban haciendo su mejor esfuerzo para que se sintiera mejor.
Abajo en la cocina, los tres chicos estaban esparcidos haciendo diversas tareas. Yumichika revisaba la sopa, mientras que Renji y Saya estaban en el intento número seis de prepararle un té.
-Se supone que es tu hermana- Habla Renji partiendo unos trozos de canela - ¿Cómo no puedes saber cómo le gusta el té?
-Hanako es la que se encarga de este tipo de cosas- Se defiende al tiempo ponía las exactas hojas de limón en el colador.
-En otras palabras… En lo único en lo que te destacas es para lanzar golpes a lo salvaje- Y sin previo aviso, una tetera se le estampa en la cara tirándolo al suelo - ¿Acaso no sabes otra cosa que golpearme? - Le reclama molesto una vez se levantó.
- ¿Y tú no sabes otra cosa que estar criticándome? - Ambos se miran prácticamente gruñéndose.
-Dejen sus peleas de pareja para después, par de tortolos- Les dice Yumichika siguiendo atento a la sopa.
- ¡NO SOMOS TORTOLOS! – Gritan al mismo tiempo, ambos con un tenue sonrojo en el rostro.
-Pelean tanto que no me sorprendería que terminaran casados- Dice el pelinegro probando una cucharada de lo que preparaba, viendo de reojo como el sonrojo de ambos shinigamis se acentuaba.
-Te aseguro que eso nunca sucederá- Afirma con necedad Saya, cruzándose de brazos y dándole la espalda a Renji.
-Pues al fin estamos de acuerdo en algo- Secunda Renji haciendo lo mismo que Saya.
Yumichika suspiro resignado ante la actitud de ese par testarudos, pero ahora no estaba para solucionar situaciones amorosas, debía llevarle la sopa a la pequeña Asami para que no se durmiera con el estómago vacío, así que sirvió un poco en un plato, disponiéndose a subírselo, sin embargo, de la nada, fue corriendo directamente a él un inquieto perro de color gris que con el afán de querer jugar con el pelinegro, se le fue encima haciendo que la sopa volara por encima de él, cayéndole directo en la cabeza. Yumichika empieza a correr quejándose por el ardor, mientras Hogo lo perseguía tomándolo aquello como un divertido juego.
-Saya, deja de reírte y controla a tu perro- Se queja su amigo, intentando que Hogo soltara su uniforme.
-Está bien- Controla sus carcajadas yendo a tomar a Hogo de su collar -Anda pequeño, suéltalo- El cachorro obedece, corriendo a otro sitio.
-Ahora mi cabello se arruinará- Dramatiza Yumichika casi al borde de las lágrimas.
-No es para tanto Yumichika-san, solo debes lavártelo- Le dice Renji con la taza de té en la mano, la que se disponía a subir a Asami, pero entonces, Hogo lo jala desde atrás provocando que Renji se le cayera el líquido caliente en las manos, provocando que cerrara la mandíbula por el dolor.
-Bien hecho Renji- Suelta con sarcasmo Saya -Derramaste casi todo el té, ahora debemos preparar más
-No fue mi culpa, deberías entrenar mejor a tu perro- Reclama el teniente con las manos rojas.
-Es solo un cachorro- Justifica cruzándose de brazos.
Mientras tanto, Asami se tapaba hasta la cara con las cobijas en un intento de callar todo el escándalo que se escuchaba abajo por parte de esos tres que intentaban cuidarla, aunque hasta el momento, lo único que estaban consiguiendo era estresarla más. De sentirse un poco mejor, iría a callarlos y ayudarles, pero le dolía demasiado la cabeza y el cuerpo parecía pesarle toneladas. Lo único que podía hacer era rezar para que no pusieran la casa patas arriba.
Al final, lograron subirle una exquisita sopa caliente que le cayó de maravilla, y aunque el té no fue exactamente como el que preparaba Hanako, se parecía un poco y estaba rico.
Los dos shinigamis se marcharon ya entrando la noche, no sin antes poniéndose de acuerdo en cómo se dividirían para ayudar a Yoshio con él trabaja de la división diez. Saya les había dicho que deberían ir a buscar a Matsumoto para que cumplieran con su trabajo, pero Renji le dijo que eso era una total pérdida de tiempo, conociendo a aquella teniente, en cuanto la encontraran volvería a desaparecerse, así que sería más rápido hacer el trabajo entre los cuatro.
Acordaron también estar por turnos para cuidar a Asami y no descuidar sus trabajos en sus respectivas divisiones, ofreciéndose Renji a ir lo más temprano que pudiera una vez que adelantara un poco su trabajo que tenía pendiente con el capitán Kuchiki, Saya y Yumichika por su parte acordaron llegar en la tarde.
Una vez se retiraron, Saya subió al cuarto de Asami, encontrando a su hermana menor envuelta en las cobijas y durmiendo con algo de dificultad.
- ¿Qué voy a hacer con ustedes? - Murmura Saya mientras le acomodaba un mechón suelto a Asami -Espero que Daiya kōu no se moleste conmigo por bajarte un poco la fiebre
Destapa la botella de agua que siempre llevaba con ella, acumulando en la palma de su mano un poco de agua que brilla como un manantial a la luz de la luna. Pone la palma de su mano sobre la frente de Asami, notando con una dulce sonrisa como la respiración de su hermana se tranquilizaba, pudiendo dormir más tranquila.
…
Respiraba, lento, rítmico, pausado, y cada respiración se sentía como el cielo y el infierno... El infierno...
El infierno
…
Seguía con vida, de eso estaba seguro, y se movía lentamente como suspendido en un letargo eterno, como en un limbo, como si sus pensamientos fueran una masa uniforme negándose a separarse sobre sí misma.
Un momento de consciencia, la desesperación apremiante de saber que estaba traicionando lo que más amaba en esta vida, en este mundo, en cualquiera de los mundos en los que se había movido alguna vez, pero... ¿qué era ese pensamiento? ¿A qué estaba traicionando?
Volvió a sumirse en la oscuridad y en las tinieblas, y un nuevo pensamiento se apoderó de todo, llevándose lejos el dolor, el cansancio, la pesadez, la incertidumbre.
-Yo vivo para servir a Aizen-sama...
Aquel hombre alto, de cabellos negros, de mirada vacía y cuerpo fuerte, deambuló entre los espacios en los que se había realizado la batalla encarnizada contra la teniente Yamamoto... Yamamoto... aquella palabra lo golpeó como un rayo, como un temblor, pero no estuvo seguro de dónde venía el dolor o la angustia que siguió al apellido de la teniente.
Paseaba la mirada por todos lados, como si fuera capaz de ver la batalla desarrollándose frente a sus ojos, como si hubiese sido testigo de aquel enfrentamiento, porque suspendido entre los mundos como lo estaba ahora, podía reproducir aquellos momentos como si se tratara de una película en blanco y negro.
Sonrió al llegar al momento en que aquella... (¿Cómo la había llamado el capitán Hitsugaya? ¿Senshi?) senshi, cayó a los pies de Hanako Yamamoto (otra punzada de dolor, acompañada de algo más, el pensamiento tierno que se expresa a un recién nacido, el sentimiento protector por alguien que es más pequeño), sonrió porque vio la sonrisa sádica y descolocada de la teniente, consumida por la locura y el frenesí. No eran tan diferentes después de todo, fuego y fuego, dos llamaradas incontenibles, dos incendios preparados para arrasar con todo.
-Un experimento fallido- Murmuró para sí mismo, agachándose frente a la senshi que levantaba la cabeza rechinando los dientes, mirando con desprecio y odio a la teniente que le daría muerte -Pensaba que sólo las sirvientas... pero tu participación fue un éxito, querida, ya que me diste una pista más para tratar con las niñas de Yamamoto. Si exististe tú, debe haber otras fallas por ahí, fuera de mi control y de mi conocimiento. Debería poner espectros a buscar, pero todo en su momento. Por ahora... les daré un motivo para irse, y un motivo para volver. Necesito ver de nuevo a las otras dos, verlas de cerca...
Aquel hombre se levantó con la gabardina arremolinándose en los bordes, como si fuese una capa de humo, el humo negro que sube al cielo cuando el fuego consume la tierra y devasta todo, el humo que sirve de presagio ante la tormenta, ante lo desconocido, ante la catástrofe...
Y sin añadir más, se desvaneció en las tinieblas.
…
Llevaron a Rose y a Hanako de regreso a la casa, y Hanatarō se encargó de las heridas de todos, escuchando con toda atención el relato de Shūhei, el teniente de la novena contaba, a manera de crónica, lo que había ocurrido durante la batalla con tal pasión y entusiasmo, que Hanatarō se sintió de nuevo transportado al parque, con el corazón comenzando a desbocarse mientras terminaba de vendar el brazo del moreno y Hanako volvía a la habitación con una charola y las tazas para todos, té café, postre...
Rose llegó hasta la sala guiado por el olor de la comida y sonrió ampliamente al ver la forma delicada en que Hanako presentaba las tazas.
-Deberías presentar ese relato para tu columna del lunes- Murmuró Hanako dejando una taza de café negro al lado de Shūhei, sonriéndole de medio lado -Una de azúcar, doble shot de café, como te gusta
- ¿Lo memorizaste con una vez que me viste prepararlo? - Soltó Shūhei sorprendido antes de dar un sorbo a su taza y percatarse de que estaba preparado en su punto, y emitir un gruñido de satisfacción ante el sabor.
-No- Murmuró Hanako sonriendo de medio lado antes de extender una taza para Hanatarō y sonreír -Jengibre- Anunció con dulzura -Creo que ya corregí el sabor de esta mañana, de nuevo lo siento
-Gracias, teniente Yamamoto
-No me ignores- Exigió Shūhei divertido, disfrutando del sabor amargo de su café.
-He estado tres veces en su oficina, teniente- Comento la shinigami mientras preparaba su propia taza, de pie a un costado de Shūhei con una sonrisa ladina en el rostro, dedicándole miradas de soslayo cada tantos segundos, cuidando no derramar nada -Mientras usted se preparaba café, pero no fue eso lo que lo delató. Fue el aroma. Mi abuelo me enseñó bien a preparar infusiones y, de cierta forma, el café también lo es
Shūhei enarcó las cejas y asintió, concediendo una victoria para su compañera y amiga...
-Deberíamos descansar y dormir todos- Murmuró el capitán Rose mientras Tōshirō entraba a la habitación con el entrecejo fruncido, molesto todavía -Es cierto que no obtuvimos muchas respuestas esta noche, pero no creo que haya un segundo atentado, así que vayamos a dormir.
(Audeamus – Clocks and clouds)
-No- Sentenció el capitán Hitsugaya con voz gélida y afilada, un puñal que congeló el ambiente con ese simple sonido.
- ¿Perdón? - Murmuró Shūhei levantándose una vez que Hanatarō terminó de vendarlo, mirando de reojo al capitán, con suspicacia y recelo.
-Antes de retirarnos, Hanako nos debe una explicación
La aludida pareció ignorar un segundo al capitán, ya que terminó de preparar su infusión y rodeó la mesa para sentarse en el sillón individual, con una pierna cruzada y la taza en sus manos, sostenida delicadamente sobre su plato mientras ella agitaba la cuchara con parsimonia, mirando a su cuñado con fuego rosa centelleando en su mirada.
Hitsugaya se sentó justo frente a ella y tomó la taza que Hanako había dejado preparada al borde de la mesa, sabiendo en ese gesto que la chica estaba dispuesta a negociar esa conversación.
Lo interesante serían los términos para llevarla a cabo, así que el capitán ignoró la tensión que había surgido con los otros tres shinigamis que los rodeaban, dedicándoles miradas de suspicacia y precaución, como si temieran que, en cualquier momento, Hanako y Tōshirō fuesen a saltar de sus sitios y atacarse sin previo aviso.
Shūhei bajó la guardia cuando sintió que el reiatsu de Hanako disminuía considerablemente, pero el bullir en la energía del capitán de hielo le hizo retomar la guardia, así que se movió con pasos lentos hasta ponerse de pie al lado derecho de Hanako y recargar el brazo sobre el respaldo del sillón, como un ángel guardián oscuro dispuesto a dar la vida por su aliada. Hanatarō y Rose se encogieron en su sitio cuando Hanako levantó un poco el rostro, retomando algo del porte antiguo y poderoso que había mostrado al unirse a su zanpaku-tō en la batalla, como si de pronto no quedaran rastros de la teniente demonio y sólo existiera la princesa de fuego, o algo peor, algo antiguo y lleno de magia, misticismo y poder, Amaterasu en persona, manifestándose a través de las facciones frías de la teniente, la diosa madre, benevolente y tierna a la que no debes hacer enojar si no quieres conocer el verdadero significado de "calor".
-Primero dígame una cosa, capitán Hitsugaya- Aunque fue una petición, la voz de Hanako pareció dispuesta a calcinarlo todo, así como la actitud del aludido enfriaba la habitación.
-Le escucho
- ¿Usted conoce todas las habilidades de su gente? - Cuestionó ladeando el rostro, como una princesa antigua que no tiene la obligación de dar explicaciones, pero no puede evitar ser cordial con sus invitados, puesto que los reinos están a punto de entrar en guerra.
-Yo- Inició el albino feroz, pero la chica lo interrumpió alzando una mano.
-No me responda todavía, capitán. Piénselo bien. Pero… - Murmuró relajando un poco la expresión, no así el tono de voz, que salió con un retintín de sarcasmo y petulancia que le recordó a cierto pelinegro -Permítame ampliar mi pregunta: ¿usted conoce todas y cada una de las habilidades de su gente, hasta las más pequeñas e insignificantes? ¿Conoce los secretos que se ocultan en el reiatsu de sus subordinados? ¿Conoce todas las habilidades, ataques potenciales, debilidades y secretos que guardan todos sus hombres?
Hitsugaya guardó silencio, desarmado ante la ferocidad de la pregunta, molesto ante el tono mordaz que había usado la chica, molesto principalmente porque había comprendido de qué iba el juego de la niña. Molesto porque tenía razón.
-No- Sentenció cortante mientras el hielo se desvanecía.
-A Karyū no le gusta ser robada, se lo dije a mi enemiga -Y aunque sus palabras salieron suavemente al principio, cuando Hanako siguió hablando, su voz salió seca y determinante como un desierto árido -A mí me disgusta mucho que cuestionen mi lealtad, y este interrogatorio se siente justo como eso. Si los hombres que están bajo su mando no le dan explicaciones, yo no veo por qué hacerlo, mis secretos sólo me pertenecen a mí. Y al final del día- Soltó enarcando una ceja, haciendo a Hitsugaya pasar saliva -Todos tenemos secretos, ¿no es así? Todos compartimos con nuestra zanpaku-tō algunos lazos de los que no hablamos con todo el mundo, ¿no es así? Todos nos protegemos de la manera que creemos conveniente, ¿no es así?
Shūhei sonrió de medio lado, orgulloso de la chica a la que respaldaba en aquel momento, preguntándose de dónde había salido aquella fiera peligrosa y contenida, pero haciéndose la nota mental de nunca ponerse en su contra.
Tōshirō bajó la guardia, suspiró dando un sorbo a su taza, agradeciendo internamente el sabor de la menta y la canela antes de dedicar una mirada suave a Hanako y murmurar:
-Ahora entiendo a qué se refiere Saya cuando dice que das más miedo cuando bajas la voz que cuando gritas. Lo siento, Hanako- Murmuró al final, en medio de un suspiro -Pero no me gusta que me manden a misiones cuando no sé con qué cuento y con qué no. Normalmente voy acompañado de mi teniente, el teniente Abarai y los shinigamis Madarame y Ayasegawa. Sé con qué elementos cuento y hasta dónde puedo confiarme, así que me ofendió muchísimo percatarme de que tu desacato parecía insubordinación
-Ay, Tōshirō, nos falta conocernos tanto. Y no sólo por la peque
Ambos shinigamis suspiraron al unísono, relajando sus facciones, Shūhei vio en aquello la oportunidad de sentarse a recuperar su taza de café y sonreír para Hanako, que le devolvía el gesto con cierto aire de culpa.
-Tú no tomes bandos, bakataichō, por eso los matan- Espetó divertida la chica mientras descruzaba la pierna y subía los talones al sillón, revelando sus pies descalzos, llenos de cortes por la batalla, consiguiendo que Hanatarō revoloteara en su dirección con una mirada determinada, consiguiendo que la chica sonriera agradecida y bajara los pies, apenada.
-Tanto poder me tomó desprevenido, podría creer que tienes la fuerza de un capitán- Soltó Tōshirō en medio de un suspiro.
Hanako soltó una risita discreta, gesto que nadie en la habitación supo interpretar.
-No soy más poderosa que el más poderoso de ustedes, al menos no en general...- No era una mentira, hacía mucho que no liberaba todo su reiatsu, y nunca había medido fuerzas con ningún capitán, sólo con su abuelo, así que no podía estar segura.
- ¿Qué fue eso? - Murmuró Rose divertido - ¿Qué dijiste?
-No sé si soy poderosa como un capitán
-Habrá algún candidato que quiera medir fuerzas- Soltó Shūhei recordando el altercado con el capitán Zaraki -Tengo una duda
-No te voy a responder- Soltó Hanako divertida, fingiendo ofensa -Harás una columna y no estoy dispuesta a vender mi historia
-Voy a terminar escribiendo una columna de ti, lo quieras o no- Sentenció el shinigami divertido, bebiendo un sorbo más -Sino de tu vida privada, de las bebidas que preparas ¿Has pensado abrir un club?
- ¿Tú también? - Espetó ofuscada.
- ¿Ya te lo habían sugerido? - Inquirió divertido el teniente, pero en un segundo su expresión se tornó sombría y él frunció el entrecejo -Déjame adivinar, el presidente de tu club de fans
-Pensaba que tú eras el presidente- Respondió con sarcasmo, haciendo a Shūhei enrojecer hasta las orejas -Qué fiasco, cancelaré mi suscripción
-Muy linda- Bufó ofendido el moreno consiguiendo que los otros tres shinigamis soltaran una carcajada ante el intercambio ágil de ambos tenientes.
-Byakuya-sama lo sugirió, Asami lo sugirió, y estoy segura de que, si el abuelo viviera, también lo sugeriría- Se quejó la chica, divertida ante las miradas de sus compañeros.
-Apúntame en la lista de gente que lo sugiere- Pidió Tōshirō antes de dar otro sorbo y sonreír -Sobre todo si habrá postres
-Lo voy a pensar
- ¡Nada de pensar! - Exclamó Rose probando su propia infusión Meteré una petición de ser necesario. ¡Teniente Hisagi!
-A la orden, señor
-Necesito que publique esto en una columna. "Se exige a la teniente Yamamoto abrir una casa del té"- Exclamó con histrionismo, consiguiendo que Hanatarō y Hitsugaya le miraran con los ojos abiertos por la sorpresa, parpadeando dos veces antes de intercambiar miradas y volver la vista al capitán -Con vista en el éxito obtenido por las bebidas e infusiones que la teniente Yamamoto prepara, me veo en la penosa necesidad de hacer un llamado a todas las personas que hayan probado sus infusiones para unirse a la iniciativa que exige que...
Pero no pudo seguir con su discurso, todos volvieron la mirada en dirección a Hanako, que interrumpió al capitán sin querer, soltando una carcajada por las palabras que había dicho, por su histrionismo, por el entusiasmo de todos, soltando una carcajada cristalina, como copas de vidrio tintineando contra el suelo antes de romperse en mil pedazos. Sí, su risa podía compararse con el sonido de la taza y la cucharilla contra el plato, que temblaba ligeramente en sus manos, y todos sintieron en las carcajadas de Hanako que lo peor de aquella tormenta ya había pasado.
Todo por malentendidos.
Cuando Hanako por fin se tranquilizó, Tōshirō sonrió de medio lado y volvió a preguntar:
- ¿Siempre fuiste así de poderosa?
-Tome nota, Tōshirō - Pidió Hanako amablemente -Nunca haga enfurecer a mi hermana. Cada una de nosotras es un círculo del infierno
- ¡Confirmo! - Exclamó Shūhei divertido, consiguiendo que Rose soltara una carcajada.
-Tú qué sabes- Murmuró Hanako apenada, llevándose la taza a los labios.
-Soy muy buen amigo de Renji, eso te conviene
- ¿A mí? A Saya
- ¿A Saya? - Inquirió Rose con una sonrisa de medio lado.
- ¡Ay, por favor! - Exclamó Hanako divertida, mirando a todos los presentes - ¿Soy la única que los shipea?
- ¿A Saya y a Renji? - Exclamó Shūhei pasmado, confundido, frunciendo el entrecejo con incredulidad... y como un baldazo de agua helada, todo cayó en su sitio... -Renji y Saya... Yamamoto...
Se sintió como un idiota... Por todo lo que duró un segundo (que en realidad duró aproximadamente una eternidad), se sintió como un idiota.
-Para que nos deje ir a descansar, capitán Hitsugaya- Se burló Hanako, consiguiendo una risa sarcástica por parte del aludido -Lo que vio hoy fue una restricción del poder de ataque de Karyū, un acuerdo mutuo para evitar catástrofes. Fue... el último regalo que me hizo mi hermano, así que espero entienda por qué no quiero dar más razones
-No me meteré ahí, Hanako, lamento haber dado una impresión equivocada
-Al contrario, Tōshirō, perdóneme usted a mí, estaba muy agitada por la batalla- Hanako se puso en pie y miró a sus compañeros -Por favor dejen las tazas, en la mañana me encargaré de ellas. Y me gustaría tomar la primera ronda de vigilancia
-Esta vez la haré contigo, Hanako- Anunció Tōshirō, arrancándole a Shūhei la posibilidad de quedarse a solas con ella un rato más -Tengo un asunto pendiente en el mundo humano, así que quisiera salir mañana temprano
- ¿A las nueve le parece bien? Eso nos dará tiempo de descansar
-A las nueve perfecto. Descanse, teniente
-Buenas noches todos
Y aunque el resto se quedó un rato más en lo que terminaban las bebidas, Shūhei se dejó hasta el final, para poder lavar los trastes y rebuscar en sus bolsillos el lipstick que Asami le había obsequiado tanto tiempo atrás, preguntándose si, más que una ofrenda de paz, podría usar aquel obsequio como excusa para algo más.
Haber renunciado a la posibilidad de acercarse a Hanako con planes románticos le había permitido tratarla con un poco más de confianza, con menos nerviosismo, y había encontrado en ella una amiga valiosa, pero todavía había una parte de él que seguía teniendo a la teniente demonio en calidad de amor platónico (esa parte de sí mismo le decía que ella, de una forma u otra, siempre sería su amor platónico), así que ahora estaba dispuesto a dar un paso, a tratar de hacer las cosas bien. Si Tōshirō y Asami lo estaban intentando, él también lo haría.
No, primero necesitaba estar seguro, tenía que hablar con Renji en cuanto volvieran.
...
La mañana amaneció fría, Hanako se envolvió el cuello en una mascada que Shūhei le prestó, agradeciendo el gesto con una sonrisa amable antes de salir de la casa, envolviéndose bien en ella para cubrirse del frío (y ocultando en aquel gesto que quería aspirar el aroma de aquella prenda, preguntándose si olería como el teniente y sonriendo con las mejillas sonrosadas), antes de agitar una mano en dirección a la puerta, donde Shūhei los veía partir.
-Te llevas bien con el teniente, ¿verdad? - Inquirió Tōshirō, consiguiendo que Hanako hundiera más el rostro en la bufanda, gesto que le recordó al tic nervioso de Asami.
-Me estoy encontrando con que es un buen amigo. Ahora entiendo por qué la peque lo quiere tanto, y él siempre la ha tratado como a una hermana menor
- ¿Y a ti? - Inquirió el capitán con socarronería, sonriendo ampliamente, esperando hacer que la chica deslizara.
-A mí me trata como a su enemiga- Sentenció divertida la chica antes de sonreír para el albino. - ¿Debería tomar tu mano para que no te pierdas?
Una vena saltó en la frente del capitán, quien miró a Hanako con desprecio.
- ¿A qué viene eso?
-Bueno, no sé si sea bien visto que un niño ande solo por ahí
La vena se marcó más y el capitán se plantó frente a Hanako, con el entrecejo fruncido y los puños en las caderas.
-Sigo siendo tu superior- Puntualizó, molesto, ganándose una mirada dulce por parte de Hanako.
-El más tierno de todos, capitán- Añadió revolviendo un poco el cabello del albino, haciéndole refunfuñar mientras algunas personas pasaban a su lado y lanzaban exclamaciones de ternura.
Tōshirō estuvo a punto de reclamar por aquel comportamiento, pero la sonrisa de sarcasmo de Hanako la delató.
-Para que vuelvas a tenderme una trampa con el teniente- Dijo divertida antes de rebasarlo y seguir su camino.
Vio su espalda alejarse, vio a la chica subirse la mascada de Shūhei en torno al cuello, la vio aflojando un poco el paso y paseando la mirada por los alrededores, y estuvo a punto de ir a reclamarle, pero entonces cayó en su lugar el gesto inicial, la chica le había revuelto el cabello, ese mismo acto lo había visto hacia su hermana. Hanako poniendo suavemente la mano sobre la coronilla de Asami y mover la mano con un aire dulce y protector, no solía entrar en contacto físico con otras personas, así que suspiró preguntándose si ese gesto significaba algo más que una simple tregua.
-Oye, Hanako...- Llamó alcanzándola, guardando las manos en los bolsillos, temiendo que la chica de verdad fuese a tomar su mano -No me gusta que me agarren el cabello
-Lo lamento, no lo sabía- Murmuró la chica en respuesta, sonriendo ampliamente y consiguiendo que el capitán sonriera también -Asami te quiere mucho- Murmuró la chica con una sonrisa soñadora -No la veía tan feliz desde hace tanto tiempo... me da gusto que estén juntos
-A mí también- Murmuró el capitán en respuesta, melancólico y pensativo -Todo esto es tan nuevo... temo cometer un error. Ya hemos tenido algunos problemas y...
(Cups – KHS)
-Tōshirō, debería dejar de pensarlo tanto y disfrutar el momento- Interrumpió Hanako encaminándose hacia un aparador y sonriendo ante la joyería expuesta, admirando un dije en forma de pétalo, con una chispa rosa claro montada -Los dos son iguales de analíticos, si dejaran de pasar tanto tiempo en su mundito interior y pasaran más tiempo viviendo, tendrían menos problemas, se lo aseguro
-Y me lo dice la que piensa en todos los posibles peores escenarios
-Por eso lo digo ¿Ya han salido? En plan de pareja, quiero decir
-Todavía no, pero estaba pensando...
-Ese es el problema de los dos- Interrumpió la chica divertida, mirando al capitán de reojo antes de entrar a la tienda seguida del albino -Lo siguen pensando
Tōshirō suspiró mirando a su alrededor, fastidiado al darse cuenta en dónde se había metido, preguntándose si Hanako sería igual de indecisa y fastidiosa que Matsumoto cuando iba de compras.
Se dispuso a ver los aparadores cuando Hanako lo encaró con una bolsita pequeña, conteniendo un paquete bien envuelto.
-Terminé por aquí, capitán- Anunció la chica, divertida ante la mirada de sorpresa que compuso el albino.
-Eso no me lo esperaba
-No veo caso a perder tiempo en cosas innecesarias. Vi algo, me gustó, y tomé la decisión de ir a por ello. Sin importar el costo.
-Ya no estamos hablando de la joya- Espetó fastidiado, entrecerrando los ojos ante la sonrisa radiante de Hanako.
-No, ya no
Hitsugaya rodó los ojos y desvió la mirada hacia un costado, apretando fuertemente los brazos sobre el pecho, y entonces lo vio. Un diminuto diamante blanco engarzado en un copo de nieve, el capitán se encaminó al aparador y sonrió de medio lado.
- ¿Me puede mostrar esta joya? - Exclamó para el encargado, más como una orden que como una petición.
El muchacho del aparador miró a Hanako con la duda en la mirada, pero la chica asintió divertida, enarcando una ceja para su capitán, como recordándole que su gigai era demasiado como el de un niño pequeño.
En cuanto sostuvo el diamante en sus manos supo que era un buen primer paso, sonrió de medio lado y asintió para sí mismo.
-Así que le llevas a mi hermana un pequeño souvenir...- Murmuró Hanako mientras salían de la tienda y se encaminaban de regreso a la casa.
- ¿Crees que le guste?
-Creo que dirá que gastaste demasiado
-Ella no se va a enterar de cuánto gasté- Amenazó mirando a Hanako de reojo antes de seguir con su marcha por aquellas callecitas, guardando el obsequio en su bolsillo y metiendo también las manos, cubriéndose del frío -Le gustan los videojuegos, ¿verdad?
…
Había terminado sus deberes en la seis, por lo que iría a casa de las Yamamoto para cuidar de Asami en lo que Saya y Yumichika llegaban.
-Ya llegué- Anunció, cerrando la puerta tras de sí, no recibiendo respuesta - ¿Estará dormida?
No iba a quedarse con la duda, por lo que subió las escaleras y dirigiéndose a la puerta más cercana, la habitación central, la cual pertenecía a Asami.
Deslizo la puerta un poco, viendo a la chica en la cama, plácidamente dormida, por lo que, bajo las escaleras, al menos para intentar preparar algo de comer.
Algunas horas más tarde, Asami bajo, algo somnolienta, el cabello alborotado y la mirada algo pérdida, como si no comprendiera el que era lo que hacía el pelirrojo ahí.
- ¿Como te sientes? - Asami lo volteó a ver con los ojos entrecerrados, ladeando la cabeza un poco -Creo que aún sigues dormida
Bufo, divertido por la expresión de la menor, sin contar, que su cabello en ese momento se asimilaba mucho al de saya.
Asami tomó asiento en la mesa, donde Renji dejara un plato con sopa; el vapor la hizo sentir mejor, por lo que después de unas cucharadas, pudo hablar.
-Muchas gracias Renji- Dijo con algo de ronquera y voz medió gangosa -Es bueno tener amigos como tu
Esto lo hizo sonrojar, por lo que se rascó la mejilla con algo de nerviosismo.
-Creo que es lo mejor que puedo hacer luego de que salvaras mi vida...
-No dije que tuvieras que pagarme- Murmuró ella, tomando una servilleta de la mesa y sacudiéndose la nariz -Perdona...
-No tienes que pedirme disculpas...
-Saya y Hanako odian que haga eso cuando estoy enferma- Voltea a ver a Renji -No lo parece, pero Saya suele ser más directa que Hanako
Esto llamó la atención del hombre, que veía el cansancio de la menor, notando que batallaba para respirar por la nariz.
-La relación con saya siempre ha sido difícil para mí, su forma tan extrovertida... su manera de demostrar cariño...- Su mente pareció divagar un poco, tomando una bocanada de aire -A veces me cae mal, pero es mi hermana, de niña comenzó a contarme historias de terror, irónico, le tengo miedo a los fantasmas por su culpa
Escucho con atención, la mención de Saya despertó su curiosidad enormemente.
-Saya es la parte más fuerte de las tres, al menos, emocionalmente, y valoro mucho eso por parte de ella- Vio de reojo como Renji tenía apoyada la cabeza en el puño de su mano, con el brazo descansando sobre la mesa, mirando con interés a la menor -Saya se merece a alguien que valore eso, pero que también entienda el momento en que necesite los brazos de alguien para descansar
Bostezo, luego miró a Renji a los ojos.
-A veces no lo demuestra, pero su manera de preocuparse por los demás y de mostrar cariño por alguien, es exactamente la manera en que te trata a ti...
Esto lo sorprendió, aunque bueno, no es como que la chica pareciera estar en sus cinco sentidos, realmente... ¿podría confiar en sus palabras?
…
La puerta se abrió, seguido de la voz efusiva de Saya anunciando su llegada, y Renji es quien le habla diciéndole que se encontraban en la cocina mientras Asami terminaba de comer.
- ¿No deberías estar recostada Asami? - Le reclama poniendo una mano sobre la mesa.
-Ya me bajo un poco la fiebre, solo baje un rato a comer algo- Responde con voz monótona terminando de comer.
-De todos modos debes reposar todo lo posible- Se cruza de brazos en actitud exigente, aunque Asami ni se inmuta -En fin, fui a la división cuatro y me dieron una medicina que te ayudara a recuperarte, siempre y cuando te estés acostada y tranquila- Fulmina a Asami con la mirada, mientras esta solo rueda los ojos -Solo me advirtieron que sabe un poco rara, incluso me recomendaron que te la tomes una hora después de haber comido para que no te revolviera el estomago
-Saya…- Se queja en un puchero.
- ¿Quieres recuperarte ante que Hanako y Tōshirō regresen? - Asami se cruza de brazos ladeando la cabeza, no podía debatir ante eso –-Anda, ve a descansar a tu cuarto- Dice revolviéndole el cabello -Yo iré en una hora a darte la medicina
La menor de las Yamamoto sube prácticamente a la fuerza a su cuarto bajo la mirada de Saya, que prácticamente la amenazaba para que se quedara descansando, y una vez que la perdió de vista, volvió a la cocina donde se sentó con pesadez en la silla soltando un cansado suspiro dejando caer su cabeza hacía atrás.
- ¿Estás bien? - Pregunta Renji.
-Si… Es solo que… ahora Asami, no me gusta que mis hermanas estén a tal grado de estrés que se terminen enfermando…
Pudo notar que Saya estaba bastante preocupada por eso, y que las palabras de Asami eran ciertas, Saya era la más fuerte hablando emocionalmente, la que intentaba quitarles un poco de tensión a sus hermanas a pesar de que ella también sienta algunas inquietudes, posiblemente por eso se comportaba como si estuviera a la defensiva todo el tiempo, aunque también, ha notado que se mantenía siempre con una actitud positiva. ¿Qué más misterios guardaría Saya Yamamoto?
-Todavía me quedaron algunos pendientes en mi división, y quiero ir a ver si Yoshio no necesita ayuda- Dice Renji poniéndose de pie y dándose la media vuelta a donde estaba una cafetera.
-El niño tiene todo bajo control, pase con él antes de ir por la medicina para Asami- Saya mantenía su cabeza hacía atrás y los ojos cerrados, tratando de relajarse -Solo necesita los reportes que te llevaste para archivarlos
-Se los entregare más tarde…
Deja una taza de café frente a Saya, que por el sonido que hace contra la mesa, hace que la shinigami mira frente suyo, mirando luego a un lado esperando ver al teniente, pero este ya le daba la espalda saliendo de la cocina. Toma entre sus manos la taza, dando un pequeño sorbo que la ayuda a rehabilitarse, admitiendo para sí misma que una gran parte de ella extrañaba el sabor peculiar del café que preparaba Renji.
…
-Ya puse en orden los últimos reportes que me encargo capitán- Se reporta Renji con Byakuya, que terminaba de llenar un informe - ¿Necesita algo más?
-Solo que archives estos últimos, terminare en un momento- Dice sin detener su trabajo.
-Claro, entonces iré rápido a entregar algo a la división diez, no me tardo…
-Es muy generoso de su parte estar ayudando a la menor de las Yamamoto mientras está enferma- Detiene su trabajo para mirar como su teniente se tensa de hombros - ¿O acaso su verdadero objetivo es impresionar a la hermana de en medio?
Pregunta con una pequeña sonrisa ladina al ver el leve sonrojo en las mejillas de su amigo.
-Cl-claro que no- Se defiende nervioso -Lo hago por ayudar a Asami, es lo menos que puedo hacer después de que me salvo la vida
-Firme en sus convicciones Renji, eso es admirable en usted- Continua con su trabajo, ya habiéndose divertido un poco -Mándeles mis saludos a las hermanas cuando las vuelva a ver- Solo escucha como Renji traga pesado, retirándose después y dejando a Byakuya preguntándose cuando tiempo más esos dos seguirán en negación, aunque mientras tanto, podía seguir divirtiéndose un poco con ellos.
…
Gracias al trabajo en conjunto de los cuatro, los pendientes de la división diez no se acumularon, al contrario, incluso Yoshio pudo tomarse un descanso e ir a ver como seguía Asami, visita que el pequeño tan bien aprovecho para molestar un poco a Renji insinuándole que más que estar al pendiente de Asami lo estaba usando de pretexto para estar todo lo posible junto a Saya, armándose una nueva guerra campal que no estaba ayudando mucho a Asami a descansar totalmente.
Al menos los chicos ya habían mejorado un poco el hacerle té, claro que todavía no llegaba a ser el reconfortante té que le preparaba la mayor de sus hermanas, pero agradecía el esfuerzo que estaban haciendo esos tres, que incluso se llevaron a la casa Yamamoto parte del trabajo que tenían de sus respectivas divisiones y parte del poco que quedaba de la diez, para estar más al pendiente de lo que Asami pudiese necesitar, además de seguir lidiando con las pequeñas travesuras de Hogo que les complicaba más su trabajo al estar constantemente quitándoles las hojas con el afán de que lo persiguieran para jugar.
- ¿Qué tal esta Asami? - Le pregunta Saya a Yumichika cuando este bajó de darle la medicina.
-Un poco remilgosa al tomársela- Dice divertido al recordar al puchero que hizo de desagrado -Pero ya se ve mucho mejor, lo más seguro es que mañana ya este como nueva- Se sienta en el sillón individual, recargando su mejilla en sus nudillos entre cerrando los ojos.
-Les agradezco mucho su ayuda chicos- Dice Saya recargando la cabeza atrás del sillón doble, donde Renji también estaba sentado al otro extremo.
-No hay nada que agradecer Saya, Asami también es nuestra amiga- Yumichika se le veía igual de cansado que los otros dos, y es que, entre cuidar a la menor de las hermanas, trabajo de la división diez y la propia, y como extra, estar lidiando con el juguetón de Hogo que en ese momento estaba echado a un lado de Saya, ya esa noche sentían que no podían levantarse de su lugar.
Del primero que se empezaron a escuchar sonoros ronquidos fue de Renji, a lo que Saya y Yumichika solo se rieron levemente cerrando un rato los ojos para tratar de relajarse, quedándose profundamente dormidos en la misma posición en que se encontraban.
Al estar prácticamente durmiendo durante todo ese tiempo en casa, Asami se despertó bastante temprano la mañana siguiente, encontrándose con Yumichika, Renji y Saya profundamente dormidos en la sala, estos dos últimos muy cerca uno del otro, su hermana estaba a centímetros de recargar su cabeza en el hombro de Renji. Eso le dio una pequeña idea para molestar y ayudar a su hermana en la misma medida, así que fue a pasos sumamente sigilosos para acercar a Saya a Renji y recargarla en el pecho del teniente, yéndose luego a la cocina a prepararse algo de desayunar.
…
La noche había llegado sin mayor complicación, las heridas de Rose habían sanado lo suficiente como para poder moverse, pero habían decidido esperar hasta el amanecer para volver al Seireitei, en espera de encontrar alguna pista de los rastros de reiatsu que Mayuri había afirmado haber descubierto.
Una parte de Hanako creía que el capitán de la doceava había convencido a los capitanes de aquello para poder seguir haciendo sus experimentos y demás, no era difícil notar que estaba detrás de ellas, de las tres Yamamoto, pero ¿sería capaz de llegar a tales extremos para salirse con la suya?
No, no quería averiguarlo.
Era de madrugada, las pesadillas la habían hecho dar vueltas en la cama, girando de un lado al otro, inquieta, incapaz de despertar, incapaz de perderse en el sueño profundo.
Despertó porque creyó escuchar un grito.
Abrió los ojos dando un tirón a las sábanas y quedándose quieta en su cama, alerta, tratando de escudriñar el silencio de la noche para comprender si aquello había sido parte de su sueño o si, de verdad, había escuchado un grito desgarrando la quietud de la noche.
No, no necesitó comprobarlo, sentir el reiatsu de Daisuke y Yoruichi bastó para que la chica saliera a toda velocidad, desenvainando su zanpaku-tō y liberando la segunda etapa de su shikai, el aumento de reiatsu por parte de la teniente, la liberación del veinte por ciento de su poder, la velocidad a la que salió, aquellos fueron los factores que despertaron al resto de los shinigamis en la casa, posiblemente la chica hizo aquello a propósito para levantarlos y no perder más tiempo, y Shūhei fue el primero en alcanzarla.
-Para llevar prisa- Dijo el moreno sosteniendo con fuerza sus kusarigamas mientras corrían en medio del cielo -Te alcancé muy pronto
-Están llevando bien la batalla- Justificó Hanako -Pero no quería arriesgarme a llegar sola
- ¿Por qué no?
-Porque no siento el reiatsu de lo que enfrentan
(Lacrymosa – Evanescence)
Ambos shinigamis frenaron de golpe al llegar al mismo parque donde habían enfrentado a la senshi, Hanako sonrió de medio lado al ver a Daisuke blandiendo su espada de madera para mantener a raya al shadow que amenazaba a su madre, golpeándolo con todas sus fuerzas antes de hacer shunpo y golpearlo desde otra perspectiva.
Yoruichi por su parte se enfrentaba a un hombre alto, vestido de negro en su totalidad, misma máscara, mismos goggles que la enemiga a la que habían enfrentado la noche anterior, mismo bō de madera, misma ropa evanescente que parecía hecha de humo en los bordes.
-Otro senshi...- Murmuró Hanako pasmada, comenzando a reconocer las propiedades evanescentes de aquellos nuevos enemigos, peleadores cuerpo a cuerpo.
- ¡Yoruichi! - Exclamó Shūhei lanzándose a la batalla al ver que la shinigami recibía de lleno el golpe en el costado.
Aquel senshi se había movido a toda velocidad, y Yoruichi podría haberlo interceptado de no ser porque Daisuke se distrajo un segundo, consiguiendo que ella lo mirara para asegurarse de que estaba bien.
Shūhei interceptó a Yoruichi antes de que la peleadora se estampara contra el edificio más cercano, mientras Daisuke recuperaba la guardia y comenzaba a liberar reiatsu.
- ¡Madre! - Exclamó el muchacho mientras la madera que recubría toda su espada se desvanecía.
- ¡Pelea! - Exclamó la aludida volviendo al frente de su enemigo -No olvides lo que te hemos enseñado, en este momento no importa nada más, así que pelea
-Sí, madre...- La madera por fin terminó de disolverse, revelando que había una zanpaku-tō debajo -Perdón por distraerme. No volverá a pasar
Daisuke sostuvo la zanpaku-tō con ambas manos, todavía dentro de su vaina, antes de moverse a toda velocidad, golpeando al shadow por todos los flancos posibles, todavía no terminaba de atestar un golpe cuando el siguiente ya estaba colocado en su sitio, y el siguiente, y el siguiente. El joven se movió a toda prisa, golpeando con tal velocidad que el flujo de reiatsu impuesto en cada estocada lograba llegar hasta el otro lado.
- ¡Papá tenía razón! - Gritó Daisuke desenvainando la espada y partiendo al shadow por mitad, arrancándole un gruñido sobrenatural que le heló la sangre a los shinigamis -Estos se mueven entre dimensiones, quitan reiatsu, debilitó mi poder a la mitad. Y escucho su voz, como si me hablara al oído, cada vez que lo golpeo
-Entonces acábalos a distancia- Exclamó Hanako sosteniendo su estoque frente a ella, percatándose de que varios shadows se materializaban a su alrededor, emergiendo de entre las sombras hasta rodearlos por completo.
Una llama se encendió en la punta del estoque y la chica sonrió, extendiendo el fuego por toda la hoja y lanzándose al enemigo.
- ¡Teniente! - Gritó el menor acercándose para pelear a su lado - ¡Dijo usted a distancia!
-Joven Daisuke- Comentó Hanako antes de partir por mitad a dos shadows -Temo decir que mi flujo de reiatsu no es como el de otros shinigamis
Un shadow apareció justo frente a Hanako, a escasos centímetros de su rostro, como si pretendiera besarla, y se movió hacia el cielo con lentitud, con la túnica arremolinándose a su alrededor como si la criatura estuviera sumergida bajo el agua, llevándose una parte de su energía consigo y consiguiendo que la chica se sintiera débil, pero sonriera ampliamente...
Puesto que al igual que con la senshi la noche anterior, el shadow ardió en llamas de inmediato, apenas hubo cortado lazos con ella.
-Si roban a Karyū se enfrentan a un karma automático- Explicó la teniente guiñando un ojo para el muchacho a su lado -Es una habilidad especial que tenemos llamada combustión espontánea. Ahora aléjate, esto va a arder
- ¡Cero! - Exclamó Shūhei llamando la atención de todos.
A varios metros de distancia, usando sus brazos para contener la energía, un shadow, un espectro tenía la boca abierta y estaba concentrando toda su energía en una sola bola roja hecha de reiatsu y destrucción.
-Mierda...- Murmuró Hanako, quedándose sin tiempo - ¡Daisuke, atrás de mí! Kaihō suru, treinta por ciento, Jiyū ni Nare- A la teniente le sorprendió percatarse de que el joven shinigami obedecía, poniéndose a salvo.
Tōshirō, Hanatarō y Rose llegaron con el shikai preparado, pasmados ante la cantidad de shadows que aparecían y desaparecían a su alrededor, moviéndose entre los mundos para mantenerse a salvo; se quedaron helados cuando descubrieron que todos sus adversarios se desvanecían en las sombras para protegerse, mientras el espectro al fondo terminaba de alistar su Cero...
Disparó en dirección a Hanako y la chica, con el estoque cubierto por llamas violeta y rosa intenso, se lanzó hacia el frente, con la punta por delante y el cuerpo colocado en una postura fuerte para recibir el ataque.
- ¡Uno! - Gritó la chica a toda velocidad - ¡Diez, cien, mil pétalos de fuego!
Daisuke y Yoruichi vieron claramente a la chica lanzar el brazo hacia el frente y hacia atrás, dejando una lengua de fuego encendida por ahí donde había quedado la punta, como si fuese una máquina de coser a toda velocidad, y todas las llamas encendidas, todos los pétalos de Hanako se lanzaron hacia el frente, haciendo un contrafuego para disolver el cero del enemigo, consiguiendo una llamarada de fuego que cegó a todos momentáneamente.
Unos instantes y la luz se había desvanecido, y sólo quedaba en el sitio un espectro con el pecho agujerado, disolviéndose entre cenizas con expresión de horror en el rostro.
Hanako se dispuso a rematar a su enemigo cuando escucharon un gemido a lo lejos.
Volvieron el rostro, Yoruichi había puesto distancia contra el senshi con el que peleaba, y la brecha entre el mundo humano y el mundo genzanki se había abierto de nuevo, revelando que el adversario de Yoruichi sostenía por el cuello a uno de los shinigamis designados a custodiar aquella zona, uno de los shinigamis desaparecidos.
Espectros, genzanki, shadows, cualquier atisbo de reiatsu enemigo se desvaneció en ese momento en el que la brecha comenzaba a cerrarse, y Hanako pudo escuchar un lamento ahogado viniendo del hombre que reconoció como Haruka Fuji, shinigami asignado al sector.
Y les heló la sangre a capitanes y tenientes escucharlo murmurar, con mucha dificultad dado que lo estaban estrangulando con una mano, decir el nombre de su primera pista...
-A-Aizen...
Tōshirō se movió a toda velocidad, convocó su bankai en un instante y tiró una estocada que habría sido letal, pero el vórtice ya se había cerrado, así que su golpe de hielo lo recibió el aire, el firmamento, con los primeros rayos del alba. El capitán emitió un grito desgarrador, cargado de impotencia y desesperación, se dejó caer de rodillas y sostuvo su zanpaku-tō con fuerzas, respirando con dificultad mientras todas sus emociones se arremolinaban en su interior, sacándolo de quicio.
Hanako llegó hasta él, guardando una distancia prudente antes de murmurar: —Deberíamos reunirnos con Yoruichi y...
(All that I'm living for – Evanescence; acoustic sessions)
-Ahora no, Hanako- Cortó el capitán, furioso consigo mismo por haber sido tan lento, furioso con ellos por no haberlos detenido, furioso con el Gotei por permitir que Aizen viviera, furioso con la existencia en sí misma y con todas las desgracias que le habían ocurrido gracias a ese desgraciado que había hecho por destruir una de las cosas que él más había amado en esa vida.
-Capitán, es imperativo que...
- ¡Ahora no, maldita sea, ahora no! - Gritó el albino fuera de sí, descontrolado, furioso, harto de Hanako y de su frialdad, de su petulancia y de su poder, harto de creer que ella tal vez podría haber hecho alguna diferencia si no estuviera limitándose, harto de creer que, tal vez, la mayor de las Yamamoto se sentía superior a él en ese instante, sin imaginarse la tormenta que se desataba en el interior de la chica, sin imaginarse siquiera cuánta repulsión sentía ella hacia su obstinación y su miedo en ese instante, sin conocer el hecho de que, la razón por la que Hanako había decidido sellar su propio poder era por el miedo que le tenía a que Karyū se saliera de control otra vez.
Bueno, la tormenta estaba latente en el corazón de ambos, y Hanako no tendría problema en convertirse en tempestad. El frío que siguió tras aquella interrupción sólo pudo compararlo con Hyōrinmaru hecho una furia, porque las palabras de la teniente no fueron esquirlas de hielo, fueron granizo y nevada, tormenta y calma, fuego y hielo en sí mismo.
Hanako respiró profundo y su voz salió muerta, sin vida, pero con mucha potencia al mismo tiempo, con pasión contenida, con furia.
-Voy a dejar pasar este altercado como una situación personal- Sentenció furiosa -Así no tengo que reportarte como tú no has tenido que reportarme a mí por mis desacatos. Aunque diré esto porque me estoy tomando a personal tu actitud, y si no lo digo ahora, me va a consumir y va a destruir cualquier atisbo de cariño, respeto o admiración que siento por ti. Qué bueno que no tengo que rendirte cuentas a ti en esta misión.
Hitsugaya levantó la mirada hacia Hanako con odio reflejado en los ojos, pero se quedó pasmado al darse cuenta de que la chica tenía las mejillas cubiertas de lágrimas y la mirada perdida hacia el frente.
-No le permito hablarme así, teniente- Murmuró el albino bajando la mirada hacia sus manos, con la espalda tensa y el corazón desbocado.
-Perdóname, Tōshirō, pero en este momento no veo a un capitán frente a mí, sólo a un niño berrinchudo que no supo diferenciar sus emociones de las de la batalla, y que me acusó de ello hace tiempo
- ¡Hanako! - Gritó tratando de hacerla parar, pero ella también alzó la voz.
- ¡No pude llorar sobre el cuerpo de mi madre! - Exclamó ella mirando a Tōshirō con reproche -No pude enterrar el cuerpo de mi padre. No pude darles a mis hermanas una tumba en la que pudieran visitar a Takeshi, Aizen nos quitó mucho, a todos- Puntualizó dándole la espalda y comenzando a descender, no sin antes rematar su frase -Así que deja de autocompadecerte por tu rencor y tu incapacidad para responder, y pongamos todo en orden, estamos en una misión y voy a reportarme con el capitán que no ha olvidado su puesto
Hitsugaya reaccionó ante aquellas palabras, volvió el rostro justo a tiempo para ver a Hanako avanzando a pasos calmados hacia Rose antes de hacer una reverencia frente a él y encaminarse hacia Yoruichi.
Aizen siempre había sido un motivo para salirse de sus casillas, no podía evitarlo, algo ardía en su interior cada vez que aquel traidor al Gotei estaba involucrado, aquella vez no era la excepción, pero en esta ocasión había una variable que no consideró. Hanako no era alguien a quien pudieras dar una orden sin esperar un cuestionamiento. Y ella también tenía motivos personales para aborrecer a Aizen, más personales y, aparentemente más graves que los propios.
Hitsugaya llegó a la conversación cuando ya estaba iniciada, así que guardó silencio y se cruzó de brazos tratando de capturar todos los detalles posibles que se hubiera perdido, escuchando atentamente a Yoruichi.
-Tratamos de seguir los rastros de reiatsu, pero en cuanto llegábamos al sitio, estos desaparecían como si nunca hubieran estado ahí, ahora entendemos por qué
-Papá creía que algunos de esos eran capaces de dar órdenes- Añadió Daisuke como si acabara de recordar aquello. —Decía que se estaban organizando y cambiando su manera de atacar, pero no tenía sentido porque todos ellos eran igual de torpes. Como los Gilian.
-Daisuke fue el primero en verlos- Dijo Yoruichi orgullosa, acariciando el cabello de su hijo y haciéndole sonreír con ese aire críptico que caracterizaba a Urahara -Se dio cuenta de la presencia de los shadows desde el primer instante y se convirtió en un cazador, ni uno solo se le escapa
-Soy rápido como tú, madre
-Ese es mi muchacho
-Al menos- Dijo Hanako sintiendo pesar en cada palabra -Ahora sabemos que Haruka Fuji sigue con vida, eso quiere decir que otros shinigamis deben seguirlo también
Daisuke intercambió una mirada con su madre, cargada de significados y de duda, y luego Yoruichi torció una mueca
-Teniente...- Murmuró con pesar, llevándose una mano a la nuca y negando con la cabeza mientras bajaba un poco el rostro -Kisuke hizo algunas investigaciones y...
-Madre- Llamó Daisuke con el estómago revuelto, tomando la mano de la morena como preguntando si de verdad iba a confesar.
-Descubrimos a un espectro devorando a un shinigami entero
-Dios- Murmuró Hanako sintiendo las rodillas doblarse -Qué horrible...
Los brazos de Shūhei se cerraron en torno al cuerpo de la chica, sosteniéndola con fuerza contra su pecho, pero igualmente pasmado.
- ¿Qué pasó? - Quiso saber Hitsugaya, pasmado.
-Creemos…- Aventuró a decir Yoruichi con tristeza -Que así es como evolucionan los Shadows, no habíamos visto espectros antes de ese grotesco espectáculo, así que llegamos a la conclusión de que debían devorar almas más poderosas para poder llegar a ese punto de evolución
- ¿Un shadow es capaz de convertirse en un senshi? - Inquirió Rose con pesar, asustado ante aquella posibilidad.
-No lo creo- Afirmó Daisuke dando un paso hacia los shinigamis -Los senshi a los que mi madre enfrentó esta noche parecen otra cosa, algo más evolucionado y poderoso. Comer almas con mucho reiatsu no sería suficiente para que un shadow se convierta en un hombre más poderoso
- ¿Hombre? - Murmuró Hanako un poco repuesta, pero permitiendo que el brazo de Shūhei permaneciera alrededor de su espalda para darle soporte - ¿Has peleado contra mujeres Senshi?
-No- Puntualizó la morena pensativa -Todos han sido hombres. Ayer sentimos el reiatsu de su pelea y el senshi al que enfrentaron parecía débil a la mitad de los que he enfrentado el día de hoy
Hanako y Hitsugaya pasaron saliva con dificultad, percatándose de que el poder que tenían en ese momento en la tierra no sería suficiente para hacer frente a sus enemigos, intercambiaron una mirada, una tregua momentánea en la que cada uno aceptó su parte de la culpa.
-No habíamos tenido problemas desde la última vez que vinieron al mundo humano- Dijo Daisuke pensativo, alternando miradas con todos los presentes, deteniéndose al final en Rose y añadiendo -Pero hace unos días sentimos el reiatsu de un shinigami al que habíamos estado buscando y entonces aparecieron los senshi. Y ahora apareció su compañero, Haruka, y dijo ese nombre...
-Aizen está en prisión hasta nuevo aviso- Sentenció Hitsugaya apretando los puños y bajando el rostro, permitiendo que una sombra extraña cubriera sus ojos de forma escalofriante -No tiene sentido creer que de verdad está detrás de todo esto, me niego a creer que...
-Podría tratarse de un seguidor- Murmuró Rose con entusiasmo, pensando a toda velocidad -Lo que Aizen hizo en su momento marcó a muchísima gente, algún shinigami con los conocimientos y los recursos podría haber continuado el trabajo por su cuenta, los experimentos y demás
-No conozco a nadie que encaje con esa descripción- Admitió Shūhei pensativo, tratando de recordar todas las notas que se habían escrito al respecto, pero negando con la cabeza para sí mismo -Tendríamos que regresar al Gotei y revisar todos los registros de los shinigamis que trabajaron para él, pero no estoy seguro de que haya alguien de quien podamos sospechar
-No hay ningún vivo del que podamos sospechar- Puntualizó Hanako pasmada -Pero hubo algunos experimentos que no salieron del todo bien
-Deberíamos iniciar por ahí- Sugirió Rose mientras el calor los envolvía a todos, el frío de la mañana había pasado y ahora sus cuerpos se tibiaban bajo la luz del sol, pero la sensación de tener congelado el corazón no disminuía, así que intercambiaron miradas y asintieron todos.
-No quiero volver al Gotei todavía- Admitió Hitsugaya- No sabiendo que Haruka sigue vivo, y que podemos ayudarlo
-Desafortunadamente- Exclamó Urahara llegando hasta ellos mientras enfundaba su zanpaku-tō y componía una expresión sombría -Dudo mucho que Haruka siga con vida a estas alturas del partido
- ¿De qué habla? - Espetó Rose molesto por la histriónica llegada.
El silencio se alzó entre los presentes mientras Kisuke y Yoruichi intercambiaban una mirada y asentían el uno para el otro, una complicidad tácita e inquebrantable.
-Porque han devorado a cada Shinigami que nos muestran- Puntualizó la morena, cruzándose de brazos -Como si nos estuvieran dejando un rastro
-Justo ahora- Murmuró Kisuke adoptando una postura un poco más relajada, sonriendo débilmente y alternando miradas con todos los presentes -Necesitamos a alguien que sea increíblemente realista y sugiera algo ¿Alguien? ¿Alguno?
-Estamos agotados- Murmuró Hanako pensativa, abrazándose el vientre -Desmoralizados algunos, y heridos otros. No podemos continuar así, y necesitamos un descanso o un relevo
-Ha dado en el clavo, teniente- Felicitó Urahara sonriendo de medio lado -Por eso es usted la estratega, ¿cierto?
-Estoy tratando de pensar con la cabeza fría. Quiero quedarme…- Enfatizó molesta, pero su emoción se disolvió y ella bajó la cabeza -Quiero quedarme, pelear, buscar a Haruka, a los demás, llevarlos a todos a casa... pero sé que no puedo hacerlo, así que, de los peores escenarios, el peor de todos es volver al Seireitei, rendir informe y esperar indicaciones antes de tomar la siguiente misión, hacer relevos, enviar a un capitán con experiencia y a nuestros hombres más poderosos para que obtengan experiencia peleando contra los genzanki
-Ahora sí estoy viendo a la nieta de Genryūsai- Aduló Yoruichi sonriendo con socarronería y orgullo en la mirada -Esa sí es la niña a la que el viejo entrenó
-Yo quiero quedarme a pelear- Volvió a decir la chica, un reproche, un reclamo hacia su aliada, como una niña pequeña haciendo berrinche, pero luego suspiró relajándose y negó con la cabeza -Pero sería idiota de mi parte hacerlo
-Entonces estamos de acuerdo todos- Murmuró Yoruichi antes de abrazar a su hijo por los hombros y sonreír.
-Desafortunadamente, sí- Soltó Hitsugaya, sabiendo que lo mejor era volver a casa, queriendo, con todas sus fuerzas, estar en la división y poder abrazar a Asami, como si aquel gesto pudiera llevarse lejos el dolor y la culpa.
…
Habían vuelto a la casa y se habían alistado para partir, Hanako había notado que la mochila del capitán Hitsugaya estaba más llena de lo que había llegado, así que le miró con suspicacia y curiosidad, pero no se atrevió a decir nada, abrieron las puertas y comenzaron a caminar de regreso, demasiado cansados, demasiado pensativos como para bromear o para molestarse entre ellos.
Hanako se quedó rezagada un par de pasos, dedicando una mirada de disculpa a Shūhei, como pidiendo su espacio para poder pensar en paz. El moreno le dio un apretón en la mano y asintió alcanzando a Rose y Hanatarō, comenzando a charlar con ellos para tratar de aligerar la tensión. Hitsugaya se retrasó para alcanzar a Hanako con una mirada de contrariedad, pero no se atrevió a decir nada.
-Lo siento, Tōshirō, pero me salí de control, el tema de Aizen también es delicado para mí
-Lo sé, muchos hemos pagado por sus crímenes
-Tranquilo, no es como que te lo vaya a echar en cara el resto de tu vida, yo reprocho una vez y sigo adelante
Guardaron silencio, un gesto cómodo y tranquilizador que ambos agradecieron sobremanera. Sin embargo, el capitán frunció el entrecejo y miró a Hanako confundido.
-Me estás hablando de tú... ¿Por fin me caí del pilar? ¿Perdí tu respeto?
-No, no es eso, Tōshirō... es que ahora confío en ti
Ambos guardaron silencio, sonriendo con algo tibio bajando por sus corazones, sabiendo que la disputa había quedado atrás, no había más por añadir o dialogar, la espina había salido al fin, pero la chica todavía le daba vueltas a sus pensamientos, así que murmuró.
-El tema de mis padres no se toca con mis hermanas, Asami no los recuerda y así está mejor, duele menos. Hemos tenido una buena vida, con el abuelo fue muy llevadero todo, pero yo recuerdo bien, así que...
Hanako sonrió de medio lado, gesto que no pasó desapercibido para el capitán. Claro, Tōshirō la miró con duda, con curiosidad, con entusiasmo incluso, tanto que Hanako bufó divertida y asintió una vez.
- ¿Recordaste algo?
-Cosas sin importancia, pero tal vez esto te interese
- ¿Por qué?
-Porque tiene que ver con Asami
- ¿No será de casualidad una de estas fotos de bebé que les toman a los niños cuando los están bañando?
- ¿Por qué? ¿Quieres que te muestre esa foto?
- ¿Existe la foto? - Exclamó Tōshirō pasmado, divertido, olvidando la tensión y el cansancio.
- ¡Claro! - Respondió Hanako con entusiasmo -Asami está panza abajo en una toalla de patitos con las pompis al aire, y una sonrisa de querubín, pero si quieres esa foto se la tienes que pedir a ella, yo nunca te la entregaría
- ¡Eres como su madre! Las madres traicionan a sus bebés mostrando las fotos vergonzosas a sus novios
Hanako soltó una carcajada ante aquella afirmación, negando con la cabeza y ganándose algunas miradas de reojo por parte de sus compañeros. Shūhei sonrió al percatarse de que Hanako ya se encontraba mejor, así que asintió para sí mismo y volvió la vista al frente, tranquilo de saber que su demonio volvería a sonreír en poco tiempo.
-Cuando nos mudamos con el abuelo- Soltó Hanako, tratando de desviar la atención del capitán -Asami no podía dormir, era muy pequeña, tenía pesadillas, no le gustaba la casa nueva, era muy fría, Saya se movía mucho, bueno...- Aunque el discurso era una queja constante, Hanako no dejó de sonreír en ningún momento, consiguiendo alimentar la curiosidad de su cuñado -El jardín trasero era tan grande que había luciérnagas en el cambio de estación...
-A Asami le gustan las luciérnagas
-No le gustaban porque no las conocía, pero una noche bajamos al jardín, le prometí una sorpresa porque se acercaba el cumpleaños de mamá, así que la llevé hasta las plantas y le dije que cerrara los ojos -La sonrisa de Hanako se ensanchó, haciendo que Hitsugaya bufara por lo bajo, ofendido por tanta pausa, pero al ver ese brillo en los ojos de Hanako, el mismo que delata que estás a punto de echarte a llorar, eso lo detuvo, porque seguramente la chica estaba evocando los recuerdos, reviviendo aquel momento para poder transmitirlo con tanta fidelidad como fuera posible -Le conté una historia de nuestros padres, de cuando nos dijeron que ella nacería, y luego le prometí que mamá había enviado un regalo... le dije... le dije...
-Hanako- Llamó el capitán tomando la mano de la chica para hacerla detenerse, Rose, Hanatarō y Shūhei continuaron su marcha, pero el teniente de la novena se rezagó un par de pasos, sintiendo muchísima curiosidad por el final de esa historia, jugueteando nerviosamente con la cajita que llevaba en manos -No tienes que hacer esto
-Tú eres su novio formal ahora- Dijo la chica con una sonrisa amable, conteniendo bien las lágrimas, demasiado acostumbrada a la pose y la apariencia frente a sus compañeros -No te voy a enseñar la mentada foto, esa que te la muestre Asami, pero te enseñaré esto: Le dije que mamá había enviado las estrellas del cielo a nuestro jardín para que ella estuviera tranquila
¿Cómo no sentir que se le atoraba algo en la garganta ante aquella confesión? Comprendía por qué había sido tan difícil para la mayor confesarlo, entendía por qué defendía tanto a sus pequeñas, y comenzaba a comprender que Hanako también protegía muchísimo a Saya, a su manera.
- Sabes qué dijo Asami? - Dijo sonriendo con orgullo -Dijo: mamá no envió estrellas...
-Envió diamantes...- Adivinó el capitán, ahora siendo él quien sintiera ganas de llorar.
-Asami es nuestro diamante, y no se equivoque, capitán, su vida no vale más que la mía, no es su vida más importante que defender mi vida, porque si entrego la propia, ¿Cómo la voy a proteger?
-Y con esto ¿cómo la proteges? ¿Cómo la estás protegiendo al entregarme uno de sus secretos?
- ¿Cuántas citas románticas han tenido?
No esperó respuesta, en cuanto soltó esa bomba, Hanako reanudó la marcha, alcanzando a Shūhei y dándole un caderazo a la pasada, consiguiendo que el teniente diera un traspié y le reclamara a la chica en medio de una carcajada.
…
Byakuya caminaba a pasos tranquilos en dirección al lugar donde se abrirían las puertas para el equipo de misión, llegaron casi al mismo tiempo, Hanako fue la última en salir, quedándose pasmada un instante por ver al noble recibirlos, sin embargo, algo en su mirada férrea le indicó que no era el mejor momento para charlar o para entregar el obsequio que había comprado para él, esperó a que se dirigiera a los capitanes para hacerles saber que habría una junta de emergencia para hablar del resultado de la misión.
Ella y Shūhei se habían rezagado un poco para no ser inoportunos, esperando alguna indicación por parte del noble. Fue el moreno quien aprovechó ese momento de calma, llamando a Hanako para alejarse unos pasos, ganándose una mirada de curiosidad por parte de Byakuya ante aquel gesto.
-Perdona- Murmuró el teniente de la novena, sacando por enésima vez una caja pequeña del bolsillo y ofreciéndosela a Hanako -Me habría gustado hacer esto antes, pero todo lo que pasó en los últimos días... bueno, ha sido muy atropellado
- ¿Qué es esto?
-Un obsequio, me alegra mucho saber que te encuentras mejor
Hanako abrió la caja y levantó los ojos al instante, sorprendida y ligeramente sonrojada al darse cuenta de que contenía un brillo labial de cerezas, el mismo que usaba Asami, el mismo que ella robaba constantemente.
-Pero...
-Hanako... por favor, para celebrar que ahora somos amigos
-Shūhei...- Murmuró pasmada, sintiendo el corazón lleno de ternura.
El moreno alzó la mano para acariciar la mejilla de la chica y sonrió de medio lado, apartando algunos cabellos sueltos.
-No digas nada, y no me hagas mucho caso, puedo ser muy sentimental cuando me lo propongo. ¡Pero ojo! - Exclamó retrocediendo un paso, recordándose a sí mismo que estaba de regreso en el Gotei -Esto no quiere decir que se termine la guerra, akuma, las cosas siguen iguales entre nosotros, sólo que ahora somos amigos
-Tenías que arruinarlo, bakataichō- Espetó Hanako con fingido fastidio antes de pararse en las puntas de los pies y besar la mejilla de su amigo, sonriendo -Esto tampoco cambia nada
-Teniente Yamamoto- Llamó Byakuya educadamente, acercándose hasta ellos con pasos tranquilos -Mi hermana quiere verla antes de ir a junta. Y tengo un asunto pendiente con usted, pero puede esperar para después
-Me reportaré en seguida- Anunció haciendo una reverencia leve y sonriendo para el pelinegro -Muchas gracias, Byakuya-sama
Bufó, el noble bufó ante el honorífico, y Hanako sonrió divertida antes de hacer shunpo y desaparecer, dejando al capitán solo con Hisagi.
-Supongo que ahora es cuando me dice que me aleje de su chica- Murmuró Shūhei para sí mismo, tratando de no dejarse dominar por los celos.
Byakuya le dedicó una mirada de reojo y negó con la cabeza.
-Lo considero un hombre inteligente, teniente, así que no veo por qué amenazarlo de nada, además, Hanako es una amiga muy preciada para mí, si voy a hacer alguna amenaza es "cuide el corazón de mi amiga, o, de lo contrario, cuide muy bien el suyo", con su permiso
Shūhei se quedó pasmado, no pudo evitar abrir la boca al ver a Byakuya alejarse a pasos calmados de ellos, como si no acabara de amenazar su vida si se atrevía a hacerle daño a Hanako, como si él fuera capaz de hacerle algo...
Le tomó unos segundos recomponerse de la impresión y cerrar la boca, tenía que ir a su división, reportarse con su capitán y...
Mierda, seguramente su capitán querría explicaciones de la misión, y no precisamente querría el reporte oficial...
Respiró profundo antes de retirarse hacia la división y recordarse a sí mismo que, por pensar por adelantado, sufría de más... y hablando de sufrimiento ¿Renji estaría en su oficina?
…
Estar de pie en una junta con Kyōraku implicaba que el comandante tenía la intención de acabar con aquello lo más rápido posible para no hacerle perder el tiempo a ninguno de sus capitanes, era un gesto considerado que buscaba cuidar el tiempo de cada uno de ellos, así que cuando Rose y Hitsugaya sugirieron traer sillas para los capitanes, todos supieron que algo no andaba del todo bien.
Sin saberlo, Kyōraku y Byakuya compartían el mismo pensamiento de que nada caería mejor en ese momento que uno de los tés relajantes de Hanako, la tensión era palpable en el ambiente, aunque, para ser honestos, desde que había aparecido el primer genzanki, aquella tensión parecía ser la única constante en las reuniones de capitanes, la tensión y el pensamiento permanente de que las cosas sólo podían irse al carajo.
-No pudimos traer de regreso a nadie- Murmuró Rose abatido por esa mala noticia, pero algo en su expresión le indicó a Hirako y Kensei que había mucho más detrás de sus palabras, así que esperaron pacientemente a que su amigo continuara -Pero vimos a uno de los shinigamis de los que no sabíamos nada. Fuji...
El silencio se alzó entre ellos por un segundo, realmente sólo duró un segundo, amenazando con asfixiarlos por el nerviosismo que las pausas dramáticas del capitán causaban, porque sabían que, esta vez, no eran histrionismo desmedido, sino la necesidad apremiante de poner las ideas en orden, deseando que, al decirlas en voz alta, resultaran ser un mal sueño, una pesadilla, una mentira.
-Mencionó el nombre de Aizen- Fue Hitsugaya quien habló, consiguiendo que todos le dedicaran una mirada de pasmo.
Hirako se puso de pie y retrocedió un paso, Kensei se inclinó hacia el frente, negando con la cabeza, Rukia y Byakuya intercambiaron una mirada, la de ella llena de desesperación y miedo, la de él, llena de rabia contenida que ardió un segundo y se evaporó al siguiente, puesto que el noble se encerró a sí mismo en su obstinado silencio y en su máscara de hierro, pasando saliva con dificultad antes de convertirse en una estatua de alabastro y obsidiana.
- ¿Perdón? - Murmuró Kyōraku pasmado, sin saber cómo tomar aquellas palabras.
-El capitán Hitsugaya y la teniente Yamamoto se enfrentaron a un nuevo enemigo, Senshi, creemos que es un nivel avanzado de genzanki, pero no podemos afirmar o negar nada, fue la teniente quien lo derrotó.
Byakuya y Mayuri dedicaron una mirada de incredulidad a las palabras de Rose, no porque no creyeran en sus palabras, sino como si pusieran en duda el poder de la chica en cuestión. Pero Byakuya asintió para sí mismo, recordándose la otra carta de Yamamoto, y Mayuri sonrió de medio lado.
-Comandante...- Murmuró Hirako sintiendo que la rabia bullía en su interior, consumiendo su cordura y empujándolo hacia el borde del abismo - ¿Qué tienen las hermanas Yamamoto que no nos ha contado?
-Una cosa a la vez- Sentenció Kyōraku sabiendo que había conversaciones que, inevitablemente, debían tenerse -Capitanes, retírense de momento a sus divisiones, Rose, Hitsugaya, quiero un informe completo de esta misión para esta tarde, no comenten nada con nadie- Por un instante, Byakuya y Rukia pudieron ver a través de la silueta de su comandante actual, un atisbo del poder del viejo Genryuusai... -Todo lo que se ha dicho en esta conversación debe permanecer en secreto, incluso de sus tenientes, mientras tomo una decisión. Tendremos una reunión emergente, donde todos los tenientes deberán estar presentes también, debemos hablar con Hisagi y Yamamoto puesto que ellos estuvieron en la misión y pelearon contra estos nuevos enemigos, pero debemos hacerlo con toda discreción, lo último que necesitamos en este momento es que el Gotei entre en pánico por nimiedades. También estamos esperando los resultados de los experimentos del capitán Kurotsuchi, así que debemos tomar esto con mucha calma
-Comandante- Llamó Hirako temblando por la rabia, por el dolor, por la desesperación -Con todo respeto, el nombre de Aizen no es algo que podamos tomar a la ligera, menos cuando estamos ante amenazas que no conocíamos en ninguna instancia
-Y precisamente eso es lo que haremos, no estoy tomando a la ligera la información- Sentenció Kyōraku con tal determinación que no les quedó de otra más que guardar silencio -Me permito recordarles que Sōsuke Aizen está preso aquí mismo, y ha estado bajo vigilancia constante, así que no nos apresuremos
-Capitán... Comandante...- Llamó Rukia con voz trémula, con los puños apretados, con la vista vuelta al piso, agradeciendo estar sentada puesto que, de otro modo, habría caído hasta el suelo por el temblor en sus rodillas -El nombre de Aizen todavía tiene mucho peso para algunos de nosotros, no podemos quedarnos sin hacer nada
- ¿Qué sugiere, capitana?
El silencio se alzó sobre la sala y Byakuya suspiró, fastidiado ante tanto silencio, percatándose de que varios de los capitanes estaban desencajados en ese instante, Tōshirō y Rose incluidos. Su sentido del deber pudo más con él, así que asintió pensando en Hanako, pensando en Asami, pensando en Saya, pensando en Rukia, pensando en cada persona que había sufrido por las decisiones de su antiguo colega, y se puso en pie con un movimiento lento, elegante, lleno de gracia y de poder.
-Si comunicamos algo a nuestra gente- Dijo el noble con tal calma que todos suspiraron, serenándose, como si la voz de terciopelo de aquel capitán funcionara como un calmante ante el dolor y la rabia -Lo único que haremos será difundir el pánico, noticias inconclusas, teorías y conspiraciones que no llevarán a ningún lado. Si lo que sugieren es hacer llegar una teoría inconclusa entonces habremos fracasado como capitanes, puesto que representamos a cada una de nuestras divisiones y debemos actuar acorde al peso que llevamos sobre nuestros hombros
Tomó asiento de nuevo, consiguiendo que Rukia lo mirara con curiosidad y recelo, con los ojos anegados y encontrando calma al percatarse de que su hermano, su nii-sama, estaba tan angustiado como ella o más.
-Voy de acuerdo con el capitán Kuchiki- Murmuró Mayuri perdiendo la sonrisa por primera vez, llamando la atención de todos -La única razón por la que no he entregado los resultados de nuestros análisis todavía es porque siguen sin ser concluyentes, no veo caso a dar teorías insostenibles hasta que todo se aclare
-Entonces tenemos nuestras órdenes- Espetó Kensei levantándose y mirando a Kyōraku en espera de nuevas indicaciones -Guardar silencio
-Espero los reportes de capitanes, tenientes y tercer oficial, a más tardar en la noche- Sentenció Kyōraku poniéndose de pie y consiguiendo que el resto de los capitanes lo imitaran -Espero que descansen los cinco, para poder rendir cuentas de manera presencial. Y una vez que haya analizado toda la información, nos reuniremos con tenientes para tomar decisiones.
-Entendido- Dijeron al unísono antes de retirarse.
Uno a uno, todos los capitanes salieron de aquella instalación, quedándose Byakuya al final, dedicando una mirada pesada al comandante, debatiendo entre hablar o volver a su oficina.
-Dilo- Pidió Kyōraku sonriendo de medio lado, sintiendo el pesar de no poder dar una respuesta a la gente bajo su cargo, sintiéndose inútil ante la situación.
-Hirako tiene razón- Murmuró el noble tratando de suavizar sus palabras lo más posible, de sonar cordial, de hablarle a un amigo, más que a un superior -Y creo saber qué piensa
-De haber contado con la presencia de las hermanas cuando enfrentamos a Aizen por primera vez...- Inició el comandante, asintiendo lentamente, dejándose caer de nuevo en su asiento y tallando sus ojos con una mano, apesadumbrado.
-Las niñas de Yamamoto son algo excepcional, lo he visto de primera mano- Murmuró el noble con cierto aire vehemente, con admiración contenida en cada sílaba -Te van a cuestionar, y me pregunto si estás listo para defender a tus protegidas.
-Mi querido amigo- Soltó Kyōraku con una sonrisa melancólica -Saya es la soldado más fuerte de las divisiones, y la que mejor entrena a otros soldados. Asami está bajo el manto de hielo de Tōshirō y Hanako...- Hizo una pausa, enarcando una ceja y dedicando una sonrisa acusatoria hacia Byakuya, como incriminándolo -Ellas no necesitan que las proteja, tampoco necesito justificar a mi viejo amigo, y el Gotei no tiene derecho a irse contra ellas, Yama-jii tuvo sus razones para hacer las cosas como lo hizo, y no voy a juzgarlo...
-Pero dejó indicaciones- Puntualizó Byakuya antes de palmear el hombro de su amigo y dedicarle una mirada suave, haciéndole saber en aquel gesto que contaba con él para lo que venía a continuación.
- ¿Qué hay de las instrucciones que dejó para ti?
-No es mi intensión atar a una flor silvestre en una maceta para portarla como un adorno, puedes estar tranquilo
- ¿Y ella lo sabe?
-Lo sabrá pronto. Pero primero debo entregarte un informe. Kyōraku, los capitanes comenzarán a hacer preguntas respecto a las hermanas, Mayuri ya tiene información sobre ellas, yo tengo mis propias teorías, pero esa no es la prioridad ahora, así que no permitas que lo olviden, no permitas que se distraigan con tonterías cuando averiguar qué es lo que está ocurriendo con Aizen debería ser nuestra prioridad
Byakuya se dio la vuelta y comenzó a caminar en dirección a la puerta, pero la voz del comandante lo hizo frenar en su sitio, con una sonrisa radiante y divertida.
-Te cambio el puesto
-Perdona, mi amigo, pero la sexta división tiene muchos pendientes atrasados y no me atrevería a entregártela sin dejar todo en orden primero
Kyōraku bufó divertido al darse cuenta de que el noble le había seguido el chiste, preguntándose si no se estaría ablandando después de tantos años de mantener la máscara de hierro, apartando ese pensamiento para permitirse saber que todavía contaba con su gente de más confianza.
Se quedó a solas, mirando la puerta abierta, preguntándose qué tendría que ver el nombre de Aizen con todo aquello, preguntándose si sus teorías al respecto serían ciertas. No, era muy pronto para sacar conclusiones, así que se levantó y se movió a toda velocidad en dirección a la novena división, a buscar a Shūhei y hacerle algunas preguntas antes de iniciar con sus propias indagaciones.
…
Al finalizar la reunión, al regreso de Rukia a la oficina, Hanako se dirigió a casa, debía ver a sus hermanas, saber si, por lo menos, no se habían matado entre ellas, saber que su perro estaba bien ¡Su bebé! Hitsugaya la interceptó en el camino, llevando consigo lo que había comprado para la chica, lo que provocó una sonrisa cómplice en Hanako, quien veía al capitán con las mejillas encendidas.
-Que detallista de tu parte- Murmuró Hanako, algo que lo hizo respingar levemente - ¿Estas tomando en cuenta que no vas a sacarla de ese juego en buen rato?
-Lo sé, pero creo que se lo merece- Obviamente que lo decía por la tormenta que había azotado su división, Yoshio le había informado de la enfermedad de Asami, así como lo que habían estado haciendo tanto la hermana, como los otros dos hombres al cubrirla, no contando con la ayuda de la teniente -Tal parece que no estas informada…
-No se de que hablas…- Dijo al momento en que ambos entraban al jardín, llegando a la entrada de la casa, llevándose la sorpresa de su vida al encontrar a Yumichika, Renji y Saya dormidos en los sofás de la sala - ¿Que ha pasado aquí?
Asami abrió los ojos, estaba sentada a la mesa, desayunando, y miraba a su hermana y al albino, quien le dedicara una sonrisa tierna.
-Creo que Saya necesita unas clases intensivas para preparar tus tés- Respondió, al momento de apoyarse en la mesa con los brazos cruzados sobre la madera y recargándose al frente -Juro que no vuelvo a enfermarme cuando salgas de misión
Hanako soltó un suspiro, imaginándose todo lo que debieron haber pasado los tres shinigamis, dándose cuenta de como Saya dormía tranquilamente sobre el pecho de Renji, siendo esta, la primera en abrir los ojos y pegar un salto que despertara a los otros dos.
- ¡Hanako! – Alcanzo a decir en voz alta, mirando a sus dos hermanas en el comedor -Juro que si una de ustedes dos vuelve a enfermarse… juro que esta vez las baño en cloro…
Desapareció, tal vez iría a la división a despejarse, Renji y Yumichika se pusieron de pie, apenas alcanzando a espabilarse.
-Gracias por todo Renji, Yumichika- Dijo la pequeña, guiñándole un ojo al pelirrojo, quien después de unas pequeñas palabras a Hanako desapareciera, al igual que Yumichika -Bueno, tres días en cama son buenos a veces…
Hogo se acercó a Hanako, demandando atención, por lo que la mayor se distrajo un poco, Asami se levantó de la mesa, acercándose a Hitsugaya, quien pudiera finalmente verla en pijama, la cual consistía en un short y una blusa de tirantes anchos, viendo por vez primera el tatuaje que llevaba en su brazo izquierdo, muy similar al de Hanako.
-Esa gripa te hubiera durado un día si yo hubiese estado aquí- Afirmó Hanako, ocupándose un poco de su cachorro, de unos platos sucios y de prepararle un te a su hermana para reforzar sus defensas - ¿Segura que te sientes bien?
-Como nueva, los chicos se esforzaron mucho estos días- Afirmó la chica, sonriendo, sentada en el sofá a un lado de Tōshirō, a quien Hanako también había preparado un café -Siento algo de prisa en ti
-Tengo unos asuntos que arreglar- Se limpio las manos con un limpiador de la cocina, dejándolo sobre la barra - ¿Segura que puedes quedarte sola?
-No te preocupes por ella, me quedare un rato más- Afirmó el albino, transmitiéndole un poco de seguridad a la mayor, quien sonriera tiernamente para ambos -Puedes ir tranquila…
-Bien, entonces… estas en tu casa Tōshirō- Le volvió a alborotar el cabello, pero le dio un beso en la cabeza a Asami, murmurándole algo en el oído -Buena jugada hermanita…
Asami volteo velozmente a ver a su hermana, no entendiendo a lo que se refería, arqueo una ceja y luego se encogió de hombros, volviendo la vista hacia el albino.
- ¿Y ese regalo? – Preguntó, llena de curiosidad, ya que había visto al chico llegar con ella -No es mi cumpleaños…
- ¿Y es necesario que sea tu cumpleaños para darte un obsequio? – Volteó a verlo, pasmada por sus palabras, aunque estaba tratando de contener su emoción -Pero antes, quiero darte otra cosa…
Saco la pequeña caja, colocándola entre los dos, la sorpresa en los ojos de Asami no se hizo esperar, por lo que la abrió, dejando a la vista el hermoso diamante incrustado en el copo de nieve de plata.
-Tōshirō, es hermoso- Deseaba y no deseaba tocarlo, pero fue le quien lo tomara y se acercara a ella, colocándolo en su cuello, mirando sus ojos, entreteniéndose en tratar de cerrar el pequeño broche, aprovechando la cercanía, mirándola a los ojos cuando hubo terminado -Muchas gracias…
-Tu me diste algo que te representaba, ahora yo te doy algo que me representa, para que siempre tengas en mente que estaré a tu lado- Ella enterneció la mirada, mientras sus dedos rozaban la fina plata, sintiendo el diamante en el centro -Pero aun no me agradezcas…
Le guiño un ojo, señalando con la cabeza el obsequio sobre la mesa, ansiosa y llena de curiosidad, pego un brinco del sofá y se acercó, poniéndose de rodillas, despegando los laterales y tomando un costado para romper la envoltura. Sus ojos se abrieron cual platos, un grito ahogado, la boca cubierta, Hogo mostraba su alegría y emoción por la chica, quien saltó a los brazos del albino.
- ¡Me encanta! – Exclamo mientras se separada del chico, agitada, emocionada, con una sonrisa en el rostro -No tengo palabras para expresar mi felicidad en estos momentos… pero…
La idea saltó a su cabeza, no pensándolo ni un segundo más, uniendo sus labios con los del muchacho, permitiéndose relajarse, destensar el cuerpo, disfrutar de la piel expuesta; al separarse, se dio cuenta que debía controlarse. Se permitió ver la felicidad de la chica mientras abría la caja, no pudiendo evitar las miradas cómplices entre ellos, las sonrisas, el tacto al momento en que se le acercara a ella para ayudarla.
Verla conectar el juego era magia pura, sabía como hacer las cosas, donde iba cada cosa y se permitió tomar un respiro antes de encender la consola.
- ¿Te atreves? – Le tendió el otro control, mirando la sorpresa en él -Siempre hay una primera vez para todo, seré blanda
Si alguien le hubiera advertido de lo buena que era, probablemente se hubiera retractado de haber tomado el mando desde un inicio, y si, había sido blanda, pasaba minutos sin moverse hasta que el chico podía hacer algún ataque, y luego, casi de inmediato acababa con él.
Tal vez fue hasta unas horas después que pudo hacerle frente a la chica, llegando a quedar en empate, cuando ambos ya habían comenzado a competir entre ellos mismos.
-Tiempo- Pidió ella, pausando el juego, soltando un momento su mando, tirándose en el piso bajo la mirada curiosa del albino -Ya ha pasado buen rato desde que comenzáramos ¿Quieres comer algo?
El estómago de ambos gruño, por lo que rieron mientras se ponían de pie, Asami entro a la cocina, no permitiéndole la entrada al albino, obligándole a sentarse en uno de los bancos de la barra. Obviamente que la miraba con devoción, verla con el cabello suelto le gustaba mucho, cambiaba bastante y, aunque parecía tener tanto parecido con su hermana Saya, le gustaba más así.
…
Al regreso de Rukia a la oficina, Hanako se dirigió a la sexta división con un pequeño paquete envuelto, un blooming tea que había conseguido para su amigo, antes de aprender a hacerlos por sí misma y comprar todos los utensilios e ingredientes necesarios. La teniente sirvió el té y tomó asiento frente al capitán, sonriendo cuando el pelinegro tomó su taza y aspiró profundo, una costumbre que se había afianzado entre ellos antes de cada charla, sin embargo, la expresión del mayor se tornó sombría un instante.
No, la chica no habló, esperó pacientemente mientras su colega organizaba sus ideas y comenzaba su discurso.
-El día de hoy, mi necesidad de ser honesto contigo ha sido más apremiante que mis ganas de llevar la fiesta en paz
-Byakuya, usted siempre es honesto conmigo, no entiendo de qué habla
-Hablo, Hanako, de conversaciones que surgieron antes de que usted o sus hermanas consideraran la posibilidad de unirse al Gotei como parte de sus fuerzas- Murmuró el capitán mirando a su amiga a los ojos, sintiendo que aquel título, amiga, dolía como hierro puesto al fuego sobre su piel -Tu abuelo y yo solíamos ser buenos amigos
-Lo sé, solía decir que los tés que preparo podrían estar a la altura de la casa Kuchiki
-Escucha, quiero de verdad ser honesto contigo en este ámbito, porque si no, no podré mirarte a los ojos después. Tu abuelo hizo algunos arreglos poco antes de morir, con mi familia, con el clan...
-Byakuya- Llamó la chica extendiendo una mano sobre la mesa y sonriendo para infundirle valor al capitán, esta vez no retiró la mano con un gesto nervioso ni disculpas en la mirada, cuestión que sorprendió muchísimo al noble -Sé lo del arreglo de matrimonio desde que tengo edad para casarme. Mi abuelo habló conmigo de ello
El pelinegro suspiró, sintiendo que le quitaban un peso de encima, sin embargo, pasó saliva al ver que Hanako retiraba amablemente la mano y componía un gesto de contrariedad.
-Quiero explicarme primero- Se apresuró a decir el pelinegro, recuperando la calma que lo caracterizaba.
-No, primero quiero pedirle algo- Dijo la chica con determinación -Sé que puede elegir con quién de las tres haría la alianza y necesito pedirle un favor personal
-Pide cuanto gustes
-Deja a Asami fuera de esto
- ¿Asami? - Murmuró Byakuya antes de soltar una risita floja, gesto que fue convirtiéndose poco a poco en una carcajada.
Hanako estaba sorprendida.
No, PASMADA.
Jamás había visto al noble perder el control de aquella manera, jamás imaginó que vería algo en su gesto que no fuese una sonrisa torcida o un gesto de sarcasmo, así que verle reír abiertamente la tomó por sorpresa y desarmó todas sus barreras.
-No me malinterpretes, teniente- Pidió el shinigami recuperando la calma antes de mirar a Hanako con una sonrisa un tanto más honesta -Asami es hermosa, pero es muy asustadiza para mi gusto, no podría considerarla cuando todo el mundo la ve como la hermana pequeña del gotei. No. Si acaso elijo a alguna de las hermanas, esa serías tú, sin lugar a duda
Hanako se sonrojó hasta las orejas. ¿Qué acababa de decir?
-Pero entiende una cosa, teniente. No te haría esto…
- ¿Hacerme qué?
-Si doy una orden, la fecha de la boda será puesta, y tú no mereces ser atada como una flor a una maceta cuando tu belleza radica en lo efímero de lo silvestre. No eres una flor silvestre, Hanako- Corrigió tomando la mano de la chica entre las suyas -Eres la más fina de las flores, creciendo en campo abierto mientras el resto de las plantas se inclinan ante tu belleza. Pero no podría arrancarte del campo. Ahora lo sabes, tu abuelo planeó una alianza, pero yo sólo estoy dispuesto a consumarla si tú estás dispuesta a corresponderla. Porque sé con qué ojos te miran otros hombres y preferiría mil veces verte encontrar la felicidad en tu propio camino, que verte enamorada de mí porque no tengas otra opción, y mientras las cosas sean así para nosotros, no puedo verte como algo más que como a una amiga querida
-Byakuya...- Murmuró la chica, pasmada ante las confesiones del capitán.
Su cabeza daba vueltas, su estómago estaba revuelto, ¿Byakuya la estaba dejando libre?
Toda su vida se había preparado para tomar ese lugar, ella era la diplomática y anhelaba más que nada en este mundo darles a sus hermanas la libertad para elegir la vida que les placiera, y ahora Byakuya venía a hacerle ese mismo regalo.
No pudo evitarlo, una lágrima se deslizó por su mejilla y ella sonrió asintiendo una vez, un agradecimiento silente que hizo que el capitán sonriera con dulzura.
-Sólo tengo un favor que pedirte a cambio
-Le escucho- Dijo aún aturdida, aunque lo que hubiese querido responder en ese momento fuera "pide lo que quieras y te lo daré"
-Té- Dijo levantando su taza en un gesto de brindis -No importa cuál sea tu resolución final. Por favor, sigue complaciéndome con tu compañía y una buena taza de té. Pero no me traigas tus recetas de siempre, quiero tus favoritas, esas infusiones que preparas exclusivamente para ti y no compartes con nadie
-Té. De momento puedo concederle el té
-No estoy esperando una respuesta, Hanako- Puntualizó el capitán antes de llevarse los nudillos de Hanako a la boca y depositar un suave beso ahí -Estoy pidiendo que nada cambie entre nosotros, que sigas siendo mi incondicional amiga, como has sido hasta ahora.
Hanako suspiró saliendo de la oficina de Byakuya, todavía con las emociones fuera de sitio, asimilar el hecho de que era libre no era sencillo, así que necesitaba despejarse. Porque se había preparado toda la vida para ese momento, y cuando había comenzado a tratar al noble, incluso le había hecho algo de... ilusión la idea, pero obtener su libertad le daba una paz abrumadora y embriagante.
No pudo, porque en cuanto atravesó el umbral del capitán, vio al teniente Abarai frustrado, preparando una taza de café en su propia estación, refunfuñando por lo bajo mientras agitaba el azúcar y le hacía caras al vapor que subía lentamente.
-Buenas tardes, teniente- Saludó Hanako con voz débil, haciendo que Renji se quemara los dedos-
-Ni buenas, ni tardes- Espetó el pelirrojo en respuesta antes de levantar la mirada y toparse con la expresión atónita de la chica.
Hizo ademán de disculparse, enrojecido hasta las orejas y desvío el rostro, pero la risa nerviosa de Hanako le hizo relajarse un poco en su sitio.
-Descuide, teniente, ha sido una tarde complicada. ¿Verdad? ¿El café de las seis? - Bromeó divertida -Ay, perdón, la apuesta terminó ¿no es así?
-S-sí
-Entonces me adelanto, no quiero importunar
-Lo único que me importuna es que ahora me preparo el café con la fórmula de su hermana- Espetó ofuscado, oliendo el café antes de dar un sorbito y mirar a Hanako con reproche -No sé ni por qué les hago caso a usted y a su hermana más pequeña
-Algo de verdad debe haber en nuestras palabras o no haría caso. En fin, no lo va a admitir para usted, pero a Saya le gusta cómo preparas el café. Lindo día
Hanako salió con una sonrisa triunfal ante la expresión atónita de su colega, expresión que se vio dulcemente aderezada por una sonrisa bobalicona y un gesto de tranquilidad mientras terminaba de preparar la bebida.
-Tiene su encanto, la soldado Yamamoto- Dijo Byakuya de pie en la puerta de su oficina, sonriendo de medio lado y consiguiendo que Renji se quemara de nuevo -Cuando termines con eso, necesito que me apoyes con un informe
- ¡Sí, señor!
-Descuida, no hay prisa. Siempre puedes perder un minuto o dos, prendido de la mirada de la soldado, debe ser su trato amable lo que te tiene cautivado
- ¡S-S-Saya Yamamoto no me tiene cautivado!
-Qué tonto soy- Murmuró dándose la vuelta y volviendo a su escritorio -Seguramente ya perdí el olfato para estas cosas
- ¡De verdad, capitán! No me gusta Saya
-Sí, sí…
Renji se quedo mirando la espalda de su capitán mientras se alejaba, meneando aun su taza de café, dándole otro sorbo y haciendo gestos al darse cuenta de que no encontraba el punto exacto para su café, maldiciendo y gruñendo por lo bajo mientras trataba de mejorar su sabor.
…
Después de un arduo día, Hanako y Saya volvieron a casa, llevándose una sorpresa magistral, al encontrar al capitán de la décima ahí, en su casa, jugando con su hermana en la consola nueva.
-Oh, vaya- Musito Hanako acercándose, ni su hermana ni el capitán la voltearon a ver -Díganme que comieron algo
-Por supuesto, después de que me pateara el trasero en la última ronda- afirmó la menor, sonriendo feliz -¿Quieres probar el Mario kart?
Una chispa fugaz apareció en los ojos de Hanako, conteniéndose; era lo único en lo que podía ganarle a Asami.
-Yo debo irme- Soltó el albino, tenía que supervisar aun unas cosas de la división, pero haber pasado tiempo con Asami lo había relajarse un poco y olvidarse de la tormenta que estaba por azotar al gotei -Aun tengo trabajo, y debo descansar
- ¿Por qué no te quedas a cenar? – Comentó Hanako, dejando pasar la euforia del momento -Al menos para que estés más concentrado
-Gracias, pero debo irme…
-Puedo hacerte compañía, no creo que Matsumoto este en la división así que, podría ser de utilidad- Asami miró a sus hermanas, sobre todo, porque acababa de recuperarse de una gripe -Hanako…
-No veo porque no- Hanako salió de su rango de visión, concentrándose en la cocina y alistando algunas cosas, las cuales llevaba en la mano y bien envueltas en un bento -Pondría objeciones, pero veo que estas bien, Saya hizo algo bueno entre tanto desastre
La aludida se cruzó de brazos, haciendo un puchero, algo que hizo a Asami reír. Al cabo de unos minutos, ambos iban en dirección a la décima división, la chica se había puesto su haori velozmente, no retrasando al albino más de la cuenta.
- ¿No crees que es demasiada libertad? – Se cruzó de brazos, mirando a Hanako limpiar un poco la cocina para preparar la cena de ambas -Sigue siendo la peque…
-No le veo nada de malo, Asami ya no es una bebé y creo que es consciente de sus límites- Hanako no se atrevía a mirar a su hermana, sobre todo, porque sonreía sutilmente, pero apoyo ambos brazos a la orilla de la barra, mirando a su hermana - ¿Hace cuánto que no vez a Asami tan feliz?
Saya suspiró, sobre todo, porque su hermana tenía razón, la peque había crecido y, ciertamente, el capitán de la decima era un buen hombre.
…
Ambos ingresaron a la oficina, Asami estaba sorprendida de que los papeles no se hubieran acumulado, sonriendo gentilmente, le debía mucho a Renji, Yumichika y Yoshio, pero, sobre todo, a su hermana Saya, probablemente le consiguiera un reglado en su próxima misión.
-De verdad lamento haberme enfermado, no creí que le síndrome de Karyū fuera contagioso- Hizo una mueca burlona, apretando los labios -Al menos Daiya kōu no me enferma para frenar mi estrés, es mi propio cuerpo el que tiene su límite
-Tal parece que el mocoso hizo bien su trabajo, le has enseñado bien- Comentó Tōshirō, sentándose en su silla y acomodándose, mirando el cabello de la chica, quien no se había molestado en trenzarlo esta vez, viendo el largo de su cabello, notando como el negro se degradaba en su cabello hasta llegar al blanco -Me gusta tu cabello, te hace ver… hermosa…
Asami se sonrojo, había dejado la bufanda en casa, por lo que se puso a jugar con un mechón de su cabello.
-Gracias…- Fue lo único que dijo, sintiendo que debía decir algo al respecto, pero prefirió guardárselo un poco, ¿o debía decírselo? Probablemente sería lo ideal, confiaba en él y debía saberlo -Hanako… ¿ha hablado contigo de algo? Sobre nuestros padres, sobre mí…
Esto lo tomó por sorpresa, sobre todo, porque justo había hablado con ella sobre algunas cosas en su camino de vuelta, volviendo a su mente la intriga por esa fotografía. Asami se sentó en el sofa, con las piernas sobre el sofa y mirando hacia donde él se encontraba.
-Si, hemos hablado- Confesó el albino, no dejando de trabajar en sus pendientes, escuchando a la chica y mirándola de reojo -Pero hay cosas que, aunque ella me lo dijera, me lo contaras tú esta vez… cuando te sientas preparada…
Ella lo miró, como un cachorro esperando por su premio, echa un ovillo sobre el sofá. Pero velozmente se puso de pie, saliendo de la oficina un momento y regresando unos minutos después con un vaso de leche tibia, sacando del cajón de su escritorio, una caja con galletas que tenía para ella.
-¿De donde las sacaste? – Preguntó con curiosidad, notando que eran galletas con chispas de chocolate.
-Las escondo de Matsumoto, son mis galletas favoritas- Sonrió, tomando una y volviéndose a sentar -Son las que Hanako utiliza para sobornarme, aunque a veces las prepara porque le dan ganas
Escuchar a su novia hablar de la mayor de las hermanas le daba otra perspectiva, recordando que mucho de esa misión había quedado en sus manos, pero… ¿a que se refería Hanako con aquellas palabras?
"Cada una de nosotras es un círculo del infierno..."
Y ahora, la pregunta corría en su mente, los cuestionamientos, las dudas. Pero sus pensamientos divagaron, concentrándose en su trabajo, al menos, hasta que pudo ver a la chica dormida, sobre el sofá.
Había avanzado, si, por lo que tomó la decisión de ir a casa y llevarla con él, tal vez Hanako sabría que, de no llegar a casa, era por cuestiones de tiempo, y si, ya era tarde cuando abandonara la oficina, agradecido de la comida que su cuñada había puesto para ambos, pero que solo el había comido.
Necesitaba de ella, de su compañía, porque la había extrañado mucho, porque cuando se enterara de que había enfermado, su mundo se desmorono un poco, pero ahora estaba ahí, con él. Que tranquilidad era el verla dormir, apenas la había dejado sobre la cama, retirándose a quitar su ropa de trabajo, volviendo con un traje menos formal y metiéndose en la cama con ella.
Definitivamente, esa noche, descansaría, porque solo ella podía darle paz en esos momentos, porque su mundo se venía abajo con la mención de Aizen, porque ya no cabía duda de los estragos; entonces la realidad lo golpeo, ¿sería él, capaz de protegerla con el fervor que había mostrado ante Hanako? Sí, debía hacerlo, porque si la perdía, no habría nada que llenara su corazón.
…
Kyōraku no había descansado, porque en su mente resonaba constantemente el nombre de aquel shinigami traidor que descansaba bajo los muros de la primera división; Nanao aun no podía creer que volvería a ver a aquel hombre después de tanto.
- ¿Está seguro de querer hacer esto? – Pregunto, con miedo, con intriga -Comandante…
-Si no lo hacemos, no saldremos de dudas…
Las puertas se abrieron, la oscuridad predominaba en el lugar, hasta que un haz de luz ilumino la silla en la que yacía sujeto, un ojo había sido descubierto, la boca también, y entonces, la shinigami sintió la sangre helada en su cuerpo.
-Que agradable visita- Musito el castaño, sonriendo -Cuanto tiempo de no verte, Syunsui Kyōraku…
