Siento que fue tardado, pero hubo la verdad algunos contratiempos, pero les agradezco que sigan aquí.
Si me divertí escribiendo esto, pero hemos vuelto a la línea normal, así que espero sigamos así.
Por qué el luto había tocado a sus puertas, con la noticia de que habían perdido a sus pilares; se habían quedado solas bajo la tormenta.
El shinigami que había ido a darles la fatídica noticia desapareció, dejando a la mayor de las hermanas sin saber que hacer.
Sin embargo, la noticia apenas había llegado a oídos del comandante, él mismo no dudo en atender el problema, y ahora, sus vidas habían dado un giro inesperado, ellas entendían la situación, eran suficientemente independientes, pero ¿Y su hermana más pequeña?
Bueno, probablemente sería más sencillo para ella aceptarlo, quizá, el tiempo ayudara a su hermana a nunca querer preguntar por su pasado.
Ahora vivían en la división uno, bajo el manto protector del shinigami más poderoso; el Comandante Genryūsai, quien había dado la orden de mantener en secreto la existencia de las niñas y, tan solo unos días después, se tomó la decisión de que tanto Hanako como Saya entrenarían con el comandante, dejando solo una incógnita en el aire ¿y Asami?
Bueno, tal vez el teniente tenía algo en que ocuparla o, ¿ocuparlo a él?
Los niños pequeños eran curiosos por naturaleza, y Asami no era la excepción, al contario, tomaría ventaja de ello para enseñarle todo lo que estuviera a su alcance.
…
(Say something – A grat big world)
Hanako fue la primera en ir a visitar la casa de Yamamoto Shigekuni Genryuusai. Fue recibida en la puerta y llevada hasta la sala de estar, donde encontró al comandante sentado sobre sus talones, bebiendo té de una taza adornada con filigrana dorada y roja, simulando con su curvatura ser el diseño de un dragón.
La chica esperó pacientemente en la entrada hasta que el mayor le dedicó una mirada, arqueando una ceja.
A Hanako le extrañó aquel gesto, tal vez le tomaría años, décadas, comprender que aquel gesto era una mueca de sorpresa, y tal vez nunca se enteraría de la razón tras aquel gesto, el percatarse de que, físicamente, Hanako se parecía un mar a su padre.
Sí, al capitán comandante le habían dicho que Asami era la más parecida a Yuriko, la madre de las niñas. Sabía que Saya tenía un carácter muy similar al de Kai, su padre, y que se igualaba a Takeshi; pero ver a Hanako, con sus ojos cargados de interrogaciones, con el rostro afilado hasta formar un corazón, con los cabellos oscuros enmarcando su rostro con elegancia y cayendo con gracia hasta sus hombros donde el rosa era claro como un atardecer de verano, eso sí fue una sorpresa. Porque en ella vio reflejado el rostro de su hijo, con las mejillas sonrosadas y las pestañas rizadas, con los labios gruesos, con las cejas delineadas, los pómulos suaves, pero al mismo tiempo marcados, la barbilla alzada en un gesto de seguridad, mas no de arrogancia...
-Adelante, jovencita- Pidió el mayor señalando con un gesto amable el sitio frente a sí, asintiendo una vez mientras ladeaba un poco la cabeza, un gesto diplomático que Hanako agradeció internamente.
Claro, les habían dicho que había alguien interesado en adoptarlas como sus nietas, le dijeron a la mayor que conocería a la persona en unas horas y ella se había imaginado que aquel generoso shinigami buscaría la cercanía con sus nietas, querría que le llamasen abuelo o algo así. El hecho de que Shigekuni le tratase con respeto, eso le había dado un mundo de calma, porque entonces ella también podría ser fría, respetuosa, mantener la distancia.
—Muchas gracias, Yamamoto-sama
La joven hizo una reverencia elegante antes de tomar asiento frente al comandante y pasear la mirada con curiosidad ligeramente disimulada, sorprendida al percatarse de que todo estaba dispuesto para preparar una taza de té de verdad.
—Por favor — Murmuró el mayor señalando la mesa, extendiendo una invitación silente.
Y por primera vez desde que les dieron la noticia, Hanako sintió aquello como un traguito de realidad en la que se pudo sentir humana una vez más.
La joven se preparó su infusión con manos hábiles, arrancándole una sonrisa diáfana al mayor, que esperó pacientemente hasta que la chica le miró, poniendo las manos alrededor de su taza, entrelazando los dedos.
—Este será su hogar ahora— Dijo el comandante sin rodeos, mirando a Hanako a los ojos mientras la joven de dieciocho años asentía una vez.
—Me lo han informado. Mis hermanas están en la división de mis padres esperando por mí para poder trasladarnos.
—No es necesario que me hables con tanto respeto- Puntualizó el mayor con una sonrisa que pretendía ser cálida, pero que dejó claro para Hanako que aquella era la primera vez que aquel hombre pretendía mostrarse suave en siglos, así que devolvió la sonrisa y asintió antes de dar un sorbo a su infusión.
—Lo sé, pero preferiría mantenerlo así de momento
—¿Por qué?
—En este momento soy una joven agradecida con un hombre que nos recibirá en su hogar, que nos hará llamar sus nietas, que nos cuidará y enseñará como sepa y pueda, así que lo que siento es una inmensa gratitud- La explicación fue diplomática, pero las palabras de Hanako estaban cargadas de emociones, de anhelo, de tristeza, de admiración, de alegría, de nostalgia, de todo cuanto se puede sentir cuando tus padres fallecen y sólo recibes muestras de apoyo, de cariño, brazos cálidos y puertas abiertas -Si voy a ser su nieta, quisiera ganarme ese sitio con mis propios méritos
Genryuusai sonrió ampliamente mientras que en sus ojos centelleaba una chispa, una mezcla equilibrada entre fuego y orgullo, la certeza de que las tres niñas, los retoños de su propio hijo, lograrían superar sus expectativas con creces, las de Shigekuni y, eventualmente, las de todo el Gotei.
…
La noche era fresca, la casa estaba en silencio, una buena noche con algo de sake siempre era mejor con compañía, sobre todo, si se trataba de sus dos viejos pupilos.
Sentados sobre la madera a la luz de la luna, los tres hombres disfrutaban de una buena charla, sobre los últimos acontecimientos de la sociedad, los nuevos reclutas y las recientes perdidas que los habían llevado a una notable desventaja ante nuevas amenazas.
Pero la paz termino con el sonoro llanto de una vocecita que gritaba a todo pulmón, aproximándose a gran velocidad, apenas distinguiendo a su abuelo entre los tres hombres, de un salto se refugio entre los brazos del mayor.
-Abuelo, Saya volvió a contarme sus historias de terror- Soltó la pequeña entre los brazos del hombre, cubriéndose con el haori de capitán mientras la susodicha aparecía solamente por unos segundos de diferencia.
-No quiere irse a dormir, no es mi culpa- Ukitake sonrió, divertido por como las dos niñas habían corrido hacia quien fuera su mentor, enternecido por la inocencia de la menor -El coco no tiene nada de malo
- ¡Esta debajo de la cama! – Grito la pequeña, haciendo que su hermana rodara los ojos -Tienes que ir a espantarlo abuelo
-Tranquila pequeña Asami, estoy seguro de que debajo de la cama no hay nada- Comentó el peliblanco, haciendo que la menor se refugiara aun más entre los ropajes de su abuelo - ¿Qué te parece si Kyōraku va a la habitación y revisa debajo de tu cama?
El aludido asintió con tranquilidad, reaccionando unos segundos tarde a las palabras del peliblanco, sacudiendo la cabeza y mirando a su amigo.
- ¿Y porque no vas tú amigo mío?
Ukitake había volteado a ver a su amigo con una sonrisa en el rostro, los ojos cerrados y como si existieran, unos brillos extraños a su alrededor. Kyōraku suspiró, poniéndose de pie y acercándose a la pequeña Asami.
- ¿Me acompañarías a resolver este misterio, Asami-chan? – La pequeña estaba metida entre los brazos protectores de su abuelo, pero vio la mano que el mayor le ofrecía, tomándola, saliendo de entre las telas y guiando al hombre hasta la habitación.
-Ahí, esa es mi cama- Señalo, colocándose detrás de sus piernas, mirando con temor el lugar que su dedo señalaba -Ahí lo vi, debajo de la madera
Suspiro, sobre todo, porque sabía que debía tirarse al piso y averiguar que era lo que había debajo de la cama. Se alejó de la pequeña, quien se refugiará en la cama aledaña, la de Hanako.
-Oh, acabo de atrapar al monstruo debajo de tu cama- Reía, divertido, porque lo único que pudo encontrar fue una blusa de Hanako -Esto era lo que estaba provocando que vieras un monstruo
Asami salió de detrás de la cama, acercándose a Kyōraku y tomando la blusa de su hermana, ¿Cuánto debía maldecir a su hermana de en medio por eso?
-Gracias, Kyōraku-san…- Sus mejillas se habían sonrosado, que pena el haber molestado a un hombre de tanta relevancia.
Huyo, y esta acción hizo sonreír al mayor. Cuando volvió a donde su superior y su amigo, las niñas habían desaparecido.
…
Estaba llorando, últimamente era lo que hacía con más frecuencia, esconderse a llorar para no preocupara a sus hermanas menores, para no ser una carga, aunque esconderse no daba resultado del todo, porque a pesar de que Asami era pequeña todavía, notaba cada vez que su hermana volvía con los ojos ligeramente hinchados o ensombrecidos por las ojeras. Hanako solía correr a los jardines de la casa para sentarse bajo los árboles, donde las raíces pudieran fungir como refugio y ella se fundiera con la tierra.
Había una persona (una sola persona en toda la casa) de la que nunca podía ocultarse, así que se encogió un poco más en su sitio cuando escuchó el bastón de su abuelo acercándose hasta ella. No podía huir, nadie nunca había escapado de una persecución de aquel hombre, nadie le ganaba a su hohō, así que cubrió su brazo izquierdo con la manga de su haori y se encogió todavía más en su sitio.
—Puedo oler la sangre hasta acá- Anunció el anciano parándose frente a su nieta —¿Me dirás qué pasó?
Hanako sorbió un poco la nariz y negó con la cabeza, incapaz de mirar al hombre que las había recibido en su casa, temerosa de enfurecerlo, sintiendo que sólo había sido una carga desde que todo había iniciado.
(Unlasting - LiSa)
Sabía que lo que seguía era un bastonazo, Saya se los ganaba a cada rato, pero en lugar de eso, la mano de Genryūsai encontró un lugar en su coronilla, un gesto dulce y conciliador, consiguiendo que la chica levantara el rostro, sorprendida por aquel gesto cálido, la sonrisa amable que no veían a menudo.
—Entonces no te molestará acompañar a este viejo a dar un paseo
La chica se levantó a toda prisa, trastabillando al ver que su abuelo se alejaba ya a pasos firmes y veloces, demasiado rápido para la edad que tenía.
—Yamamoto-sama...— Exclamó Hanako alcanzando a su abuelo, ganándose un gesto de reproche por parte del mayor, la chica levantó los brazos en espera del bastonazo, pero sólo se ganó un reclamo del mayor.
—Tus hermanas ya me llaman abuelo, al menos Asami lo hace, no entiendo por qué te mantienes reacia a hacerlo.
—Gomen, no me acostumbro. No quiero...- Hizo una pausa larga, retorciendo sus manos una contra la otra, buscando la inspiración para poder seguir hablando -No quiero ser una carga para su familia, Yamamoto-sama...
—Carga- Repitió aquel hombre frenando su caminata y mirando a su nieta de reojo, sonriendo de medio lado -Si te conviertes en una carga, recuerda esto: Yo lo elegí, no fue que nadie más pudiera hacerse cargo de ustedes o acogerlas en su seno, no fue que no tuviera elección, sino que quise hacer esto con todo mi corazón. Ahora, mira esto
El viejo posó su bastón sobre una pared llena de enredaderas, Hanako sintió el cambio en el reiatsu del mayor, fluyendo hacia el lugar en el que el bastón estaba recargado. Se escuchó el sonido de una cerradura y la joven miró asombrada cómo una puerta se abría hacia adentro de aquel lugar.
El mayor se hizo a un lado, invitando a Hanako a pasar primero, ¿cuánto se habían alejado de la casa? Aquellas calles no estaban precisamente vacías, pero tampoco había gente suficiente como para que alguien se percatara de que una joven y el capitán general desaparecieran tras una pared de enredaderas.
Era un jardín... El lugar era un jardín oculto en algún lugar de la ciudad, tras una puerta que se abría con algún kidō, un enorme árbol de glicinas crecía en el centro de aquel lugar, proporcionando sombras para que las flores crecieran tranquilas. Se escuchaba el correr del agua, una fuente de pared que parecía una cascada, un estanque, flores por todos lados y la iluminación cálida que le daba la apariencia de ser una visión.
—Las peonias que tenemos en casa provienen de este jardín- Anunció el mayor empujando un poco a Hanako para que caminara por el lugar, como si le diera permiso de curiosear todo lo que necesitara
—Es hermoso- Murmuró ella dando dos pasos, pero frenando sobrecogida por la belleza de las flores, de los árboles, del lugar en sí mismo.
—Es un soborno- Anunció alegremente el abuelo Yamamoto mientras se dirigía al árbol, a sentarse a su sombra con cuidado -Ahora habla
Hanako suspiró resignada, sonriendo ante la imagen de aquel hombre. Quien no lo conociera, podría creer que era un viejito indefenso, pero la chica se apresuró a llegar a su lado, antes de ganarse uno de sus legendarios bastonazos en la cabeza.
…
Si alguien ponía ruido y dinamismo en aquella mansión, era la hermana de en medio, Saya.
Desde siempre, aquella distinguida casa del comandante Genryūsai había sido sumamente silenciosa y pacifica antes de la llegada de las tres niñas que acogió, cosa que cambio especialmente por el pequeño torbellino de Saya, que no tardo en tomar confianza ante su nuevo hogar y explorar cada rincón de la mansión. Ya sea que perseguía a su hermana más pequeña, cuyo llanto auguraba que ya le había contado algo sobrenatural que sucedía en aquella casa, o alguna cosa cayendo al suelo debido a que Saya paso corriendo y derribó algún objeto. Eso y más eran las razones por las que la hermana de en medio adquiría un nuevo chichón en la cabeza, y no debido a que se golpeó al caer de un árbol o estrellarse con algo, si no, por los legendarios bastonazos del comandante para disciplinar a esa niña, cuyas energías eran inagotables, pero encontró el mejor método para sacarles provecho.
La entrenaría en Hakuda y en el dominio del shunpo.
Los ojos grises de Saya se iluminaron con entusiasmo ante la propuesta del viejo en entrenarla en Hakuda, su hermano y su padre eran expertos en ello y siempre soñó con llegar a ser tan buena como los dos hombres que más había admirado en la vida, y ahora, sería una manera de homenajearlos. Aunque nunca se imaginó que el entrenamiento que le pondría su abuelo fuese tan tedioso. Ella ya quería volar cuando apenas estaba aprendiendo a caminar, y eso era causa de constantes regaños por parte del Comandante, y claro, de que le diera un fuerte golpe en la cabeza por estar remilgando ante sus lecciones.
-Tssss... Eso dolió- Se queja Saya de cuclillas y agarrándose su cabeza, reclamándole, parándose firmemente frente a él – ¡Vas a terminar matándome con tanto golpe que me das viejo!
-Pon más atención niña- Le da un nuevo golpe con su bastón –Solo atacas sin pisca de coordinación con tu espada, y ese no es el objetivo del Hakuda
Saya aún no se comunicaba con su Zanpaku-tō, así que todavía no había adquirido su shikai, pero Genryūsai sentía en ella el poderío del indomable mar, algo que quizá no era coincidencia siendo hija de Kai, además, que también tenía el mismo carácter de su padre, aquella legendaria terquedad que le estaba recordando terriblemente a su hijo que, al igual que Saya, se mostraba impaciente y rebelde en sus entrenamientos. De tal palo tal astilla.
Pero bajo constantes llamadas de atención e incontables golpes con su bastón, el Hakuda de Saya se fue volviendo más preciso e imparable, y su shunpo cada vez era más veloz, haciendo honor al significado del nombre de su nieta.
La energía de su reiatsu era tan abrumadora como el mismo mar en tempestad, la dejaba desbordar por cada poro de su cuerpo al usar su Hakuda, siendo en uno de sus intensos entrenamientos que Saya murmuro con perplejidad algo que a Genryūsai le hizo detener el entrenamiento para ver con asombro como la katana de Saya se liberaba, mostrando en sus manos espadas gemelas, aunque una de color blanco como la nieve y otra negra como la noche más tenebrosa, incluso ella misma parecía asombrada al verlas.
-Liberaste tu shikai de la nada– Dice el hombre, acercándose a Saya, quien cerro los ojos en espera de otro bastonazo al creer que había hecho algo mal, de nuevo. Sin embargo, en lugar de dicho golpe solo sintió una palmeada amigable en su cabeza -Sin duda eres tan impredecible como el mar, eso te dará una gran ventaja
A la misma Saya le asombro ver un gesto gentil del inflexible viejo, siendo algo que la motivó para seguir con el duro entrenamiento, que solo fue más tortuoso y exigente una vez que pudo liberar su shikai a conciencia.
Al tener espadas dobles, algo que solo había visto en dos shinigamis, las exigencias con sus entrenamientos eran incluso abrumadoras para un shinigami de mayor edad, pero tenía la plena confianza de que Saya lo soportaría. La joven shinigami poseía una voluntad y resistencia de hierro, igual a la de su difunto padre, y Saya, pese al dolor de su gesto por el grito que daba todo su cuerpo, nunca derramaba lagrima alguna, ella seguía a pesar de ya no poder más, descubriendo que sus espadas tenían la capacidad de absorber los ataques de su oponente y convertirla en energía que Kairyū proporcionaba a Saya y a sí mismo para seguir peleando, sin embargo, dicha fuerza la usaba de forma desmedida e incontrolable, causando que el cuerpo de Saya sufriera mucho daño, mucho más del que él mismo le podría causar en los entrenamientos.
-Tienes que aprender a dejar fluir tanta energía que acumulas Saya- Le dice inclinándose a la niña que estaba recargada a un árbol respirando con dificultad y soportando el intenso dolor en todo su cuerpo -Pero en la proporción adecuada. Tienes la fuerza destructora de una ola gigante, capaz de destruir todo a su paso, pero si no controlas tal poder, puede acabar contigo misma
-No puedo ir en contra de la fuerza de Kairyū- Admite con reproche a si misma -La energía que tiene es demasiada para controlarla, y es más cuando absorbe los ataques
-No peleas contra un río hasta someterlo- Le da un pequeño golpe en su cabeza con su bastón -Debes rendirte ante la corriente y usarla a tu favor
Las palabras del viejo la hicieron reflexionar, algo que no solía suceder muy seguido en ella.
-Usarla a mi favor- Repite, entendiendo la lección que su abuelo quería darle.
Con extrema dificultad se pone de pie, apenas soportando el dolor que parecía tener en cada rincón de su cuerpo. El comandante tuvo el impulso de ayudarla, cargarla en su espalda para llevarla a reposar, pero se detuvo al ver en los ojos de Saya una determinación que ya había visto en su hijo, antes, mucho antes de verlo entre las filas de sus shinigamis.
Observo como una energía de un color azul, tan claro como un mar en calma y puro, rodeaba a Saya, cuyo cuerpo empezaba a relajarse, y sus heridas comenzaban a sanarse casi por completo.
-Estás llena de sorpresas jovencita- Se pone a su altura para palmearle la cabeza, ganándose una sonrisa de orgullo por parte de Saya.
…
Asami había sido curiosa desde pequeña, sobre todo cuando llegara a la división uno junto con sus hermanas, pero toda curiosidad había sido cambiada por la precaución, la observación a distancia y sus ansias de saber las cosas que sucedían a su alrededor. Ella no tenía una zanpaku-tō como sus hermanas, era muy joven para tener una, y ciertamente, el abuelo no la entrenaba a ella, por lo que pasaba en muchas ocasiones, bajo los ojos vigilantes del teniente Sasakibe; este hombre no solo era uno de los hombres más fuertes que conocía a parte de su abuelo, si no que era muy bueno contando historias, historias que la mantenían ocupada por horas y horas.
Pero un día, un libro llamo su atención, uno con una flor muy extraña de color carmesí, por lo que Sasakibe le contó la historia de ese libro, convirtiéndose en uno de sus favoritos por muchos años.
Esa noche, Asami no podía dormir, por lo que se escabullo de la habitación donde las tres dormían, odiaba que Saya siempre terminara toda desparramada en la cama y casi siempre, comiéndose su cabello por cuestiones que no lograba entender; caminar de noche por la casa era todo un reto, pero algo que alguien de pies ligeros no pudiera lograr.
Sabía que tarde o temprano su abuelo aparecería a sus espaldas, pero no le preocupo, porque esperaba encontrar en él, la tranquilidad que necesitaba.
-Asami- Dijo el hombre finalmente, acercándose a ella, que estaba sentada sobre el barandal de madera, con el cabello suelto y su ropa de dormir; ella no volteó a verlo, pero el sentía esa irregularidad en sus emociones por medio de su reiatsu - ¿Ahora porque no puedes dormir?
-No lo sé abuelo, no puedo conciliar el sueño- Dijo con su vocecilla, comenzando a mover sus pies en el aire -A parte de que Saya siempre termina encima de mí y me despierta cada que se mueve
El viejo rio, divertido por las palabras de la pequeña, para él era demasiado inusual que una niña tuviera tan buen razonamiento para las cosas y un nivel de atención que aún no lograba comprender, pero ¡si era su nieta! Las tres lo eran, y definitivamente eran un prodigio total ¿Qué se había estado perdiendo tantos años?
-Bueno, Saya es un caso especial, ni dormida puede estar quieta- Se apoyó en el barandal de madera, y notó entonces que llevaba un libro entre sus manos - ¿Qué libro es ese Asami?
-Sasakibe-dono lo ha estado leyendo para mí, la historia es muy bonita, pero estoy intrigada por algunas cosas que no logro comprender- Afirmó, mostrándole el libro, y luego dudo un momento - ¿Crees que puedas ayudarme?
-En lo que pueda, lo hare…
-Ya investigué todo sobre esta flor, pero sigo sin entender porque este libro, con una historia tan hermosa…- Hizo un puchero, como no encontrado la manera de ir al punto clave -No tiene sentido, no para mí
- ¿Sabes porque existimos los Shinigami? - Preguntó el hombre, haciendo que los ojos violetas de la niña se fijaran en él, haciendo notar su curiosidad y el hecho de que ya se había ganado su atención -Existimos para proteger al mundo de los Hollows, para traer las almas de aquellos que no pueden conseguir un descanso antes de que se conviertan en uno de ellos
- ¿Cómo puede un alma convertirse en hollow?
-Cuando las almas no llegan por sí solas a la sociedad y se estancan en el mundo humano, pueden llegar a convertirse en hollows, o ser devoradas por ellos- ¿Qué tenía que ver todo esto con la flor? Bueno, tal vez en algún momento tendría sentido, así era el abuelo -Piensa en las almas como si fueran esas flores, dentro de todos los seres vivos, las flores son las más efímeras y hermosas que hay en el mundo, sobre todo cuando son arrancadas de la tierra
-Uhmmm- Hizo una mueca, como digiriendo las palabras de su abuelo -Entonces ¿a eso se refiere? Por qué no tiene sentido, ella renace…
Una risa clara y sonora la invadió ¿ahora que le causaba tanta gracia a su abuelo?
-¿Qué crees que pasa con las flores cuando se marchitan?- La sorpresa era notoria en su rostro, esto le dio la señal que el necesitaba para saber que estaba comprendiendo -Las almas humanas tienen la posibilidad de renacer, así como las flores se marchitan y vuelven a florecer, si te conviertes en una Shinigami, piensa en que le estarás dando descanso a un alma que espera renacer en algún momento, y que será capaz de encontrar a su alma gemela
-Entonces… ¿esa es la enseñanza de esta historia? - Miró la portada del libro, con la flor resaltada sintiéndola con sus dedos -Me gusta mucho, aunque… ¿Tengo que seguir durmiendo a un lado de Saya?
Otra carcajada, esta vez más emotiva y divertida que la anterior, lo que la contagio a ella también. El abuelo la tomó en brazos, era viejo, mas no débil.
-La flor del infierno, es hermosa, pero su nombre puede asustar a la primera instancia- Asami asintió, arrullándose con el andar de su abuelo -Igual que tú, tienes muchos conocimientos, eres impredecible y, sobre todo, hermosa, igual que una flor
- ¿Crees que pueda ser tan peligrosa en batalla? - Tuvo nuevos aires, algo que le hizo reír, creía que ya estaba por dormirse - ¿Y si no tengo las habilidades que tienen mis hermanas?
-Oh, probablemente las tengas- Agregó, tomando asiento con ella en una silla cercana, cubriéndola con su haori de capitán -Nadie ha dicho que no puedas ser Shinigami, o que no tengas aptitudes de combate
- ¿Y me enseñaras tú? - Vaya, esta niña sí que lo hacía reír, tenía una mente muy ágil - ¿Eso es un sí?
-Por supuesto que sí, y serás mejor que ellas dos, porque cada una tiene una habilidad y especialidad única- Sus ojos brillaron, esperanzada y emocionada por las palabras de su abuelo -Mañana le diré a Chōjirō que te enseñe el manejo de las espadas, aunque no tengas tu zanpaku-tō, puedes comenzar a practicar el arte de la espada sin tener una
Sintió los brazos de la pequeña rodearle el torso, sintió el calor y afecto que ella le transmitía, un cambio notable en su reiatsu, la volteo a ver y tenía los ojos cerrados ¿había ganado?
-Gracias abuelo- Volvió a hablar la niña, tomándolo por sorpresa y haciendo que la mirara con ternura -Alcanzare a mis hermanas a la brevedad, me voy a esforzar y no te voy a defraudar, es una promesa…
-Se que lo harás, porque eres capaz de eso y mucho más…
Pudo sentir la apacible calma en su ser, los brazos caer lentamente mientras su respiración acompasada le daba la seña de que se había quedado dormida. No quería moverse, estaba dándole el tiempo suficiente para que se durmiera profundamente, mientras pensaba en los peligros que pudieran pasar alrededor de ellas.
Las tres eran diferentes, pero, aunque fueran lo suficientemente fuertes, nunca estaría conforme con sus resultados, por que ciertamente, sus sentimientos eran muy fuertes, juntas, probablemente sería diferente ¿Qué pasaría si una de ellas llegara a marcharse antes que las otras? Pues no, haría hasta lo imposible porque trabajaran juntas, como equipo, como familia y, sobre todo, que siempre mantuvieran en alto la cabeza ante todo peligro que se les pusiera enfrente.
…
Fue cuestión de unos cuantos años para que Asami iniciara también su entrenamiento, había iniciado con los movimientos básicos, con espadas de madera y con ayuda de Sasakibe, quien únicamente siguiera las ordenes del comandante y reportando todo ante él.
La convicción de la pequeña la había llevado a conseguir su propia asauchi, combatiendo ahora bajo el filo de las espadas, haciendo entrenamientos y meditación, ordenes de su abuelo, y algo que el mismo teniente podía hacer ya que, al final, él hombre viejo también le había enseñado a él.
¿Qué si Hanako estaba asustada? ¡Por supuesto que sí! Su pequeña estaba saboreando el dolor, y lo peor de caso, es que no parecía molestarle. Cada combate de entrenamiento parecía ser sublime, sus movimientos eran inexplicables ¿Cuánto tiempo había pasado para que su pequeño ángel se estuviera convirtiendo ya en alguien digno de enfrentar?
- ¿Estás segura de que quieres seguir con esto? - Hanako ponía una venda sobre una herida, luego tomaba mas desinfectante, limpiando un raspón en su cara -No tienes que hacerlo si no quieres, no es tu obligación
-Pero quiero hacerlo- Respondió, haciendo gestos ante el ardor -Quiero ser como tú, Saya es muy salvaje
- ¡Ay, peque! – Hanako alzó los brazos a manera de sorpresa -Que no te escuche Saya
-Por eso no quiero que me sane, puedo hacer esto por mi cuenta- Susurró, viendo los ojos de su hermana con determinación -Algún día le pateare el trasero
-Ese día nevara, pero recuerda que Saya es experta en hakuda…
-Pues entonces practicare hakuda- Hanako sonrió con ternura, acariciando la mejilla de su hermana -Pero no pienso ser tan ruda como ella
Hanako abrazó a Asami, escuchando ambas el abrir de la puerta, viendo a Saya llegar con un puchero, por lo que ambas se soltaron riendo.
…
Estaba harta.
Estaba harta, y no permitiría que aquello se repitiera.
Ya estaba harta de Saya, de sus burlas y de sus maltratos...
Y le iba a poner un alto.
Cuando eran niñas, Hanako solía llevar el cabello recogido en una trenza apretada en la nuca, igual que su madre, y la razón por la que lo hacía era por causa de Saya. Ella y Takeshi solían perseguirla por toda la casa jugando a las atrapadas, y era divertido, pero llegó un punto en el que Saya perdió el interés en atrapar a su hermana mayor, ya no era suficientemente entretenido. Quedaban sólo Takeshi y Hanako, la pequeña aprendiendo shunpo de su hermano mayor, buscando imitarlo, seguirlo, le admiraba tanto...
Y luego los experimentos con Aizen le habían arrebatado a su confidente, a su refugio.
Estar en la casa del Comandante le había supuesto a Hanako cierto alivio, dejar de estar en la mira, dejar de ir a las divisiones, dejar de aparentar ser la hija serena del matrimonio más poderoso de la división cinco.
Andaba por la casa de Yamamoto con el cabello suelto y las sandalias desatadas, a veces incluso arrastrando los pies.
Y ella encontraba consuelo en recorrer cada rincón de la casa en silencio, en santa paz, pero sus hermanas se aburrían mucho estando solas, los días en los que no entrenaban o no estudiaban. Hanako podía pasar horas caminando por la casa (a veces incluso lo hacía con los ojos cerrados, chocando al principio con los muebles y las paredes), aprendiendo las rutas, esquivando los obstáculos que Saya pretendía poner en silencio.
Sí, Saya y Asami eran la razón por la que Hanako se había vuelto la mejor rastreadora de reiatsu de la casa, tenía talento para ello, pero su prioridad era saber dónde estaban sus hermanas y cómo estaban ellas, por si necesitaban que les auxiliara de alguna manera, así que cuando la hermana de en medio se acercaba sigilosamente a poner objetos en su camino, Hanako simplemente le rodeaba y seguía con su recorrido sin abrir los ojos.
Asami podía ir a refugiarse a las faldas de Sasakibe, aprender de él las maneras, los tratos, las habilidades, pero Saya no había encontrado ningún interés en matarse estudiando para ser mejor shinigami todavía, después de todo era joven y rebelde. No, su diversión era molestar a sus hermanas en medio de aquel palacio de cristal del que se sentía cautiva a veces.
Sus ganas de molestar habían comenzado a sobrepasar un poco los límites personales que habían puesto sus hermanas, hacer llorar a Asami con sus historias de terror ya no le suponía ningún remordimiento. Y en alguna ocasión, con tal de molestar a Hanako al verla en uno de sus paseos a ojos cerrados, había dejado las gavetas altas abiertas en la librería y la cocina, Hanako se había golpeado el rostro y la menor había estallado en carcajadas, desternillándose en donde estuviera hasta que Hanako le caía encima y le hacía cosquillas hasta que le dolía el estómago. A veces, Asami se unía a la causa para conseguir que Saya gritara por el dolor, suplicando por su alma. Por supuesto, ninguna de las dos había tenido consideración o piedad alguna, le querían ver llorar.
No. Saya había encontrado otra diversión.
Había trazado su estrategia con cuidado, siguiendo los consejos del abuelo para el combate: analizar a su objetivo, estudiar su estilo de pelea (de movimientos en este caso), tratar de prever su posible reacción.
El primer día había tocado la espalda de Hanako con la palma abierta antes de murmurar: Te toca.
Aquello había sido el indicador durante años de que ella debía perseguir a su hermana, no estaba segura de que fuese a funcionar, puesto que ella se alejó unos pasos a toda velocidad mientras que Hanako suspiraba, pero su sorpresa llegó cuando la mayor comenzó a correr tras ella.
Se estuvieron alcanzando la una a la otra durante largas horas, riendo a carcajadas, divirtiéndose y sintiendo que el espíritu de Takeshi podría haber estado ahí, jugando con ellas, invisible a sus ojos como lo eran ellas a los mortales.
La segunda tarde no había sido muy distinta. Asami ni siquiera había hecho el intento por jugar, no al darse cuenta de que sus hermanas se habían vuelto tan rápidas que las veía borrosas. Le pediría a Sasakibe que la enseñara a hacer shunpo, le pediría al abuelo que la entrenase para poder jugar, porque sabía que, si se integraba, Hanako y Saya reducirían su velocidad para dejarla ganar de vez en cuando, y ella no quería ser una limitante, al contrario, quería ayudar a que sus hermanas se superaran a sí mismas.
La primera vez que ocurrió, Hanako lo pasó por alto, atribuyendo aquel gesto a la adrenalina del juego infantil con su hermana; claro que le llamó la atención, dolía, pero lo dejo pasar como un hecho aislado sin sospechar de las verdaderas intenciones de Saya.
Sin que Hanako lo notara (¡Por Dios! Saya se había vuelto una maestra del disfraz y el disimulo), la joven rebelde había sonreído con sorna al salir libre de ese primer intento de ataque.
¿Qué ataque?
Saya había aprovechado el vuelo del juego, había dejado que un centímetro se convirtiera en un metro, le había dado medio segundo de ventaja a su hermana mayor bajo la mirada de escrutinio que Asami les dedicaba (o al menos intentaba), y luego había lanzado la mano hacía en frente, cerrándola al aire mientras sus dedos se enroscaban con el cabello suelto, largo y sedoso de Hanako. Por un momento, Saya había creído que perdería el agarre, que su mano resbalaría por la suavidad en la melena de Hanako, pero no, logró enredar las puntas de los dedos y halar con suavidad.
En el fondo, a Saya le habría encantado tirar con fuerzas hasta hacer que Hanako cayera de espaldas, pero sabía que su estrategia debía seguirse al pie de la letra.
El día siguiente transcurrió sin mayor percance, Saya se limitó a jugar "limpio" y tocar la espalda de su hermana, pero al tercer día consiguió enredar toda su mano en el cabello de la mayor; ni siquiera necesitó tirar.
Hanako lo sintió claramente, el tirón en su cabeza, el dolor en el cuero cabelludo, la forma en que su sandalia izquierda resbaló contra el piso, sus piernas levantándose a toda velocidad mientras perdía el suelo un instante antes de azotar de espaldas contra el frío mármol y golpearse la parte baja de la espalda y de la cabeza. Y durante el breve instante que duró su caída, la chica pudo deducir claramente que Saya lo había hecho con toda la intensión.
Las carcajadas que Saya profirió sólo confirmaron los pensamientos de Hanako, la joven permaneció unos segundos tendida, sintiendo cómo lentamente el dolor se extendía por todo su cuerpo, segundos que pasó planeando su siguiente movimiento.
No, Saya había estado tan absorta en su propia diversión que no se percató de la calma impertérrita que se apoderó del rostro de su hermana mientras se levantaba y sacudía sus rodillas.
—Corre, Saya- Murmuró la joven con los puños apretados, un siseo apenas audible que se alzó sobre el viento con un aire melancólico y macabro -Me toca atraparte...
Fue esa segunda parte de su frase la que hizo a la menor de las dos reaccionar.
Asami, que veía la escena desde un rincón cercano, se encogió en su sitio al sentir de pronto la opresión en el pecho, la sensación en el ambiente de algo pesado cerniéndose sobre todos, amenazando con asfixiarles. Tiempo después comprendería que, lo que sentía en ese momento, era el reiatsu de su hermana mayor siendo liberado lentamente.
Saya salió corriendo en ese instante, hizo shunpo, claro que lo hizo, sabiendo que su hermana no podría alcanzarla si ella corría con todas sus fuerzas. Lo que no se esperó fue darse cuenta de que, frente a ella y cerrándole el paso, un muro de fuego le obligaría a cambiar de dirección.
Destellos rosas, llamaradas pequeñas, fueron varias las amenazas inminentes que recibió la hermana de en medio durante su carrera. Ya no jugaba más con su hermana mayor, ahora estaba corriendo por su vida.
— ¡Fue una broma, Hanako! — Gritó cuando la llamarada formó un medio círculo alrededor de ella, obligándola a frenar en seco y girar para tratar de huir, pero su hermana ya estaba de pie frente a ella -Sólo una broma
Hanako soltó un resoplido que hizo que el fuego se apagara, Saya respiró aliviada al sentir el aire fresco a su alrededor, la mirada de su hermana seguía siendo vehemente, pero de nuevo era dueña de sus propias emociones, así que la menor sonrió de medio lado y murmuró:
—Además, no me has atrapado todavía- Y desapareció con shunpo.
Hanako había sido víctima de los tirones de Saya en más de una ocasión. Ahora la menor ni siquiera esperaba los juegos, a veces simplemente tomaba carrera para pasar al lado de su hermana mayor y dar un tirón a la pasada, arrancándole jadeos, gruñidos y reclamos a la mayor de las Yamamoto, reclamos, regaños y reproches que eran rápidamente ignorados por la hermana del medio puesto que buscaba otras oportunidades para seguir molestando a su hermana.
Estaba harta.
Harta de que Saya le dijera constantemente que se cortara el cabello, harta de escucharle decir que tal vez, si lo llevaba recogido, no sería tan lenta y no sería una presa fácil. Estaba harta de escuchar a su hermana menor decirle que tal vez ella no estaba hecha para el cabello largo, así que tomaría cartas en el asunto.
Hanako le había pedido a su abuelo que la entrenara en shunpo, quería ser rápida, más rápida. Más rápida de lo que era en ese momento. No le interesaba ser la más rápida, nunca había sido su intensión ser la más fuerte o la más hábil, pero justo ahora necesitaba ser un segundo (SÓLO UN SEGUNDO) más rápida que Saya, sólo lo suficiente para no dejarse atrapar de nuevo por aquella pequeña escurridiza de risa ligera.
Y claro que el abuelo había sonreído orgulloso, asintiendo para su nieta y prometiéndole la mejor de las tutorías.
Pero no era suficiente.
Hanako había mejorado, había logrado aumentar su velocidad, sí. Pero no lo suficiente todavía.
Y ahora pasaba largos ratos en el jardín del abuelo, entrenando.
Algunos shinigamis que visitaban al comandante se habían percatado de la joven que soltaba un pañuelo y salía corriendo hacia el cerezo de la entrada antes de volver y tratar de atrapar el pañuelo, muy tarde, puesto que este yacía en el suelo. Ninguno se detuvo a prestarle atención a aquella joven, que más parecía una niña ingenua.
O al menos la mayoría había pasado de largo, sólo un shinigami se había detenido un momento más para admirar a la joven que soltaba delicadamente aquel pañuelo bordado antes de salir disparada, tan veloz como un rayo. Adivinar la estrategia fue sencillo, esa era la forma de medir su velocidad, la cercanía del pañuelo con el suelo, esa era la manera en que ella se daba cuenta si lo había logrado o no.
—Usa la punta de tus pies- Dijo aquel caballero de melena oscura y ojos apacibles mientras se acercaba hacia ella, con la mano derecha sobre la guarda de su zanpaku-tō y enarcaba una ceja con expresión ausente.
— ¿Perdón? — Murmuró la chica con voz entrecortada, jadeante.
El shinigami se quitó la bufanda celeste del cuello, claramente más pesada que el pañuelo de la chica, antes de apuntar el roble con un gesto de la cabeza.
—Cuando corras, no uses todo el pie, mantente sólo en las puntas- Hanako sintió una brisa leve, su cabello ondeó al viento, y en un parpadeo, aquel extraño ya estaba de regreso a su lado, sosteniendo su bufanda antes de que esta tocase el suelo, antes de que bajara siquiera un par de centímetros -Si vuelves a apoyar todo el pie, perderás tiempo colocándote. Si te mantienes en las puntas de los pies, tendrás más impulso
La chica asintió una vez, agradecida, mientras aquel desconocido se ponía de nuevo la bufanda en torno al cuello y la subía un poco, ocultando la boca antes de darle la espalda y dejarle ver su haori de capitán, sexta división.
La chica miró el pañuelo en su mano una vez, suspiró y luego soltó aquella prenda, corriendo de nuevo.
Y por primera vez, logró atraparlo antes de llegar al suelo.
Sí, Hanako llevaba mucho tiempo jugando a las atrapadas con el cabello recogido en una apretada trenza en la parte baja de su cabeza, idéntica a la trenza que usaba su madre. No ese día. Le había plantado cara a Saya mientras deshacía la trenza con gestos parsimoniosos, dejando que sus cabellos ondulados colgaran hasta su cintura.
Las expresiones de sorpresa que compusieron Saya y Asami no tuvieron precio, hacía tanto tiempo que Hanako llevaba el cabello recogido, que ninguna de las dos se había percatado de que lo llevaba tan largo.
La sonrisa de Saya, de medio lado, déspota y altanera, no se hizo esperar, y la menor avanzó un paso, llevándose las manos a la nuca mientras hablaba, soberbia.
—Deberías peinarte, sis, o terminarás herida
—Y tú deberías cuidar tu boca y tus entrenamientos, no ser tan floja
—¿Eh? - Murmuró sonriendo todavía más -Alguien se siente con suerte
—No, yo no creo en la suerte, yo creo mi suerte
—Veremos- Soltó Saya antes de hacer shunpo y colocarse a espaldas de Hanako, y aunque creyó que lograría tirar de su cabello, casi a la misma velocidad, su hermana mayor desapareció frente a sus narices.
A Saya no le costó alcanzar a su hermana, pronto estuvo de nuevo a sus espaldas, con los cabellos de Hanako al alcance de su mano, pero justo cuando se dispuso a extender los dedos y enredarlos en los mechones color de rosa, la mayor ya había desaparecido de su vista.
Al principio fue divertido, un reto nuevo, un desafío a vencer, alcanzar de nuevo a la mayor y convertirse en la más rápida de las Yamamoto, Saya creyó que aquello habría sido una descarga de adrenalina por parte de su hermana mayor, que se había librado por las puntas (literalmente) gracias a la emoción del momento, pero entonces Hanako volvió a escapársele en el último segundo. Y lo hizo de nuevo, y de nuevo, y de nuevo. Y entonces, ese juego se convirtió en algo frustrante para Saya, quien gruñó antes de comenzar a correr en serio, percatándose de que perdía a Hanako por las puntas.
La perdió de vista.
Por un instante la perdió de vista, no supo dónde había quedado su hermana mayor, sentía la estela de su reiatsu por todos lados, así que se sorprendió muchísimo cuando sintió el tirón en su cabello, su cuero cabelludo resentido, su cuerpo entero dando un latigazo hacia el cielo antes de azotar contra el suelo frío y duro, y la sonrisa autosuficiente de Hanako, que se cruzaba de brazos mientras Saya azotaba.
— ¿Cuándo? -Murmuró la menor resentida, sentándose lentamente, haciendo una mueca y ahogando un gemido de dolor antes de llevarse una mano a la nuca y tantear el golpe.
—Eso no importa- Respondió Hanako altiva -Tú puedes ser la más rápida si quieres, no, tú deberías ser la más rápida de las tres, la que siempre vaya por delante de nosotras, pero escucha esto, Saya. Si te pasas de lista, no tendré ningún reparo en volverme más fuerte, más poderosa y rápida que tú con tal de ponerte en tu lugar. Porque tú no eres ninguna bruja mezquina, así que deja de portarte como una
— ¿Me estás dando una lección? - Ironizó la menor mientras Hanako se posaba frente a ella y le ofrecía una mano y una sonrisa cálida.
—Sí- Dijo la mayor con un gesto dulce que le recordó a Saya las sonrisas que su madre solía componer luego de regañarla.
—Pues gracias, mamá- Se burló Saya aceptando la mano y levantándose con un gesto torpe.
—Y a partir de ahora llevaré el cabello suelto para probarte que sigo siendo digna
—De todos modos, te toca- Dijo antes de tocarle la espalda y salir corriendo, arrancándole una carcajada a su hermana mayor, que salió disparada a perseguirle.
…
Hanako lloraba a inconsolable. Cubría su rostro con ambas manos mientras Yamamoto suspiraba con ternura ante la fragilidad de aquella chica tan poderosa. Miedo a su Zanpaku-tō, ¿dónde había escuchado eso antes?
—Es que el fuego es tan seductor- Musitó la chica con amargura, levantando el rostro y abrazando sus rodillas, perdiendo la vista en la variedad de colores de las flores del lugar -Y Karyū es tan poderosa que me abruma. Yo...
—Sentí el bankai- Interrumpió el mayor mirando a Hanako con una sonrisa cargada de orgullo. —¿Ella te hizo eso? - Añadió señalando el brazo de la joven, que por fin mostró la quemadura en su antebrazo izquierdo.
—Sí
— ¿Por qué?
—Porque no la dejé actuar a placer- Sentenció amargamente -Me daba la impresión de que quería consumirlo todo, no se ofenda, Yamamoto-sama, pero el fuego es... peligroso
Silencio, ambos guardaron silencio mientras el viento les acariciaba la piel suavemente, Hanako esperaba una negativa del general, esperaba un consuelo, que él le dijera que se equivocaba, que su poder no era peligroso, que el espíritu que la acompañaba no representaba una amenaza, pero aquel hombre sólo asintió para sí mismo.
—Eres joven para haber liberado el comando de tu bankai, eso te hace sumamente poderosa, y el fuego sólo se lo conceden a aquellos que son capaz de dominarlo.
—No puedo...
—Hanako, ahora tú eres la mayor- Anunció el anciano acariciando de nuevo la cabeza de su nieta, acariciándole el cabello como solía hacer su padre -No puedo decir quién de las tres será la más poderosa en su momento, pero tú fuiste la primera en lograr esto. No lo hagas de nuevo pronto, porque podría ser desastroso, pero habla con el espíritu de tu espada, estoy seguro de que no es destrucción lo que planea.
—Para ti es fácil decirlo, tu zanpaku-tō te obedece- Replicó la chica volviendo el rostro suavemente, para que el mayor no creyera que rechazaba su gesto, no quería dejar de sentir aquella caricia todavía, no cuando apenas comenzaba a sentirse a salvo.
- ¿Sabes qué es lo que hace hermoso a este jardín?
Hanako suspiró volviendo la vista al abuelo, preguntándose por qué había cambiado el tema de forma abrupta. Sabía que no era una pregunta inocente, así que paseó la mirada por todos lados, limpiándose las lágrimas de las mejillas y percatándose de lo hermoso que era aquel lugar.
-Eh...- Dudó un momento, con gesto de confusión -La distribución hace que parezca un paraje natural
-Qué observadora, pero no. Lo que hace hermoso este jardín es su tierra
- ¿Su tierra?
-La razón por la que todo florece con tanta vida y belleza es gracias a la tierra en la que crecen- Hizo una pausa significativa, pausa en la que Hanako puso una mano contra la tierra, percatándose de que estaba fresca a pesar del calor de la tarde -Salió de las faldas de un volcán, de un pueblo que fue arrasado por la lava y los incendios, el fuego acabó con todo a su paso, y dejó la tierra fértil para sembrar- De nuevo hizo una pausa y sonrió al ver la sonrisa radiante que se extendía por el rostro de la joven -Tu poder no es destructivo, al contrario, purifica lo que hay en la tierra para que podamos sembrar nuevas esperanzas
Hanako soltó todo el aire de sus pulmones, aquella noticia la tomó por sorpresa. ¿Esperanzas? El fuego que ella portaba ¿de verdad no era para la destrucción?
Bajó la mano hacia su quemadura y sollozó con amargura mientras el viejo Genryūsai pasaba un brazo sobre sus hombros para ofrecerle consuelo, dejándola llorar libremente hasta que fue capaz de calmarse de nuevo, poco a poco aquel llanto se convirtió en un sollozo, en un hipar efímero que se fue agotando hasta que la joven pudo volver a respirar con tranquilidad.
-Ahora, este jardín es tuyo, Hanako
-No quiero que renuncies a algo que te pertenece- Murmuró la chica dulcemente -No quiero ser una carga, abuelo
Yamamoto sonrió con orgullo antes de acariciar una última vez la cabeza de su nieta y levantarse en un movimiento ágil.
-Lamento decepcionarte, Hanako, pero el jardín no era mío, aunque lo cuide como si lo fuera
Aquello tomó a la chica por sorpresa, ¿no le pertenecía?
-Entonces ¿por qué usted...?
-Se lo prometí a tu padre. Y ahora es tuyo
Hanako abrió los ojos, pasmada, recordaba a su madre, ella amaba las plantas, posiblemente ella le haría pedido a su esposo... pero ahora no tenía cabeza para pensar en ello, había demasiadas emociones qué procesar.
-Hanako- Llamó el hombre volviendo el gesto a su nieta, dedicándole una mirada feroz, llena de desafíos y de orgullo -A partir de mañana, quiero entrenarte para dominar tu habilidad con el fuego, pero esa es una decisión que tú deberás tomar para poder iniciar, tanto si quieres convertirte en una shinigami y seguir con el legado de tus padres o si quieres tener una vida pacífica, te apoyaré en lo que decidas
-Abuelo...- Murmuró ella con el corazón encogido.
No había pasado tanto tiempo desde que las habían recibido en la casa del general, no había pasado mucho tiempo antes de que ella memorizara la casa, los horarios, los nombres de la gente y la servidumbre, pero aquel momento en el jardín de su padre, ese fue el momento en el que Hanako se sintió parte de la familia Yamamoto por primera vez. La chica se levantó de un salto y asintió con fervor y ánimos renovados.
- ¡Lo hare, abuelo! Me convertiré en shinigami, verás que lo haré. Dominaré el fuego
-No- Sentenció Genryūsai sonriendo con orgullo -No dominarás el fuego, tú lograrás lo que pocos han conseguido. El fuego será tu aliado, tu escudo, tu compañero, no será alguien a quien des órdenes, sino tu igual, a quien puedas dirigir y pedir consejo
Había muchísimo poder en las palabras de aquel hombre, tanto que Hanako se sintió intimidada. ¿De dónde había salido tanta confianza como para creer que ella podía lograr esa comunión con su Zanpaku-tō? Pero la mirada del abuelo se suavizó y él sonrió dulcemente, haciendo un gesto con la cabeza para que la chica lo siguiera.
-Pero mañana- Murmuró el viejo con una sonrisa tranquila -Por ahora, prepárame uno de esos tés de los que todos en la casa hablan, que muero de curiosidad
-Sí, abuelo- Exclamó en voz baja, sintiendo de nuevo ganas de llorar.
Alcanzó a Yamamoto en la entrada del jardín y él la encaró antes de amenazarla con su bastón, la chica se encogió instintivamente en su sitio, cubriendo el rostro con ambas manos y arrepintiéndose al instante. Había regañado a Saya por cubrirse en alguna ocasión, pero las risas de su abuelo la hicieron levantar la mirada.
-Eres rápida, Hanako. Pero no olvides esto. La próxima vez que te oiga decir que eres una carga no será el bastón lo que te golpee. Eres mi nieta- Sentenció dulcemente -Actúa como tal, que te voy a apoyar en lo que decidas
-Gracias, abuelo
…
El espíritu de pelea de Saya era indomable y cada vez más feroz, por eso mismo, los entrenamientos que el comandante le imponía iban cada vez más más exigentes y difíciles, pero para Saya eso era lo que le incitaba a pasar cada prueba que su abuelo le imponía, para ella, era un reto que estaba dispuesta a superar.
Saya, a diferencia de sus hermanas que podían esconder fácilmente su reiatsu, tenía algunos problemas para dominar su descontrolado poder espiritual, que, si tenía que describirlo, lo denominaría a un torbellino submarino imposible de ir en contra de su succión. Por ella, tuvo que poner una barrera para esconder tal poder espiritual, al menos hasta que pudiera aprender a dominarlo mejor, lo que costo un poco de trabajo, ya que, el reiatsu de Saya era genuinamente como una ola gigante, imposible de callar y mucho menos, de ocultar.
El mismo comandante se sorprendía que Saya soportara tales extenuantes entrenamientos que incluso un shinigami más experimentado no podría resistir a tal ritmo como lo hacía su nieta, quien mostraba un enorme entusiasmo que supero otro reto, esperando con sonrisa desafiante el próximo. Esto, eventualmente, la llevo a descubrir su bankai, que fue tan sorpresivo e impredecible que se vio obligado a aumentar la barrera rápidamente. Lo más preocupante y atemorizante, así como admirable, fue el desborde de poder de la joven shinigami, que tal como lo venia sintiendo en su reiatsu, dejo ver en su bankai una imponente y peligrosa ola que venía a él con amenaza de hundirlo, aunque lo que realmente le alarmo fue sentir como la energía de Saya se desbordaba alarmantemente de su cuerpo, si no la detenía en ese momento, podría desfallecer.
Llamo el poderío del fuego, ataco al nivel de estar enfrentándose al mayor de sus enemigos, pero fue la única manera de contrarrestar el bankai descontrolado de su nieta.
Saya tosió un par de veces y cayo desmayada a los brazos de su abuelo. Por un momento llego a pensar que la detuvo demasiado tarde, pero se alivió de ver que una pequeña aura azul la estaba rodeando, signo de que Kairyū guardó un poco de energías para su portadora, quien cayo dormida durante todo el día, preocupando bastante a sus hermanas de ver a la imparable flecha veloz tan falta de fuerzas.
-Abuelo…- Murmura la más pequeña, no sabiendo de qué forma formular su reclamo o su pregunta.
-Tranquila Asami- Le consuela poniéndole una mano en su cabeza -Uso su poder más de lo debido, pero repondrá nuevamente sus energías tras una buena siesta- Le guiña un ojo a la menor de sus nietas -Es Saya después de todo
Estas palabras logran aliviar y calmar a la pequeña, quien va por una manta para cubrir a su hermana mientras repone energías.
-Así que ya tiene su bankai- Afirma Hanako, mirando a Saya entre orgullosa y preocupada.
-Lo invoco de golpe, pero al igual que tú, debe aprender a manejar el inmenso poder que posee- Genryūsai, junto a sus otras dos nietas, se retiran para dejar descansar a Saya, quien ya se estaba moviendo dormida por la cama, signo que estaba perfectamente bien -El dragón de Saya y el tuyo son muy volubles, están demasiados conectados a sus emociones
-Saya es demasiado impetuosa- Comenta Hanako con calma, pero dubitativa -Tal como dices, su reiatsu es como el mar en constante movimiento, no hay forma de controlarlo
-De controlarlo no, pero posiblemente, de enseñarle a saber manejarlo- Hanako podía quedarse tranquila, confiaba plenamente que el comandante tendría un plan para que Saya pudiera manejar adecuadamente su poder.
…
El shikai llegó solo unos meses después, sorprendiendo a todos con un extraño suceso; el cabello de la menor había comenzado a tornarse blanco de las puntas, comenzando un ascenso gradual a los tonos de grises para terminar fundiéndose con el negro natural.
Esto se convirtió en misterio, ya que ese fenómeno lentamente comenzó a subir, estancándose por algunos años, al menos, hasta la llegada del bankai.
-Necesitas controlar tu poder- Afirmó el hombre, mirando a la chica, convertida en un dragón de diamante -Asami, suprime el poder… controla tus emociones…
Emociones, decirlo era sencillo, pero ella siempre se dejaba llevar por ellos, cuando lloraba, cuando reía, cuando se asustaba; era la que más dependía de ellos.
Hanako aferraba la guarda de su zanpaku-tō con firmeza, le dolía en el alma ver a su peque sufriendo; pero un brazo del hombre la detuvo cuando sintió el paso que estaba por dar para acercarse a terminar con el sufrimiento de su hermana.
-Ella puede hacerlo- Murmuró, dejando pasmada a la mayor al escuchar el potente grito que profirió la menor -Obsérvala, siente como disminuye, ¿notas como el diamante retrocede?
¿Cómo podía despegar la vista de ese bello dragón diamantino que luchaba por el poder y control de su hermana? Bueno, apenas parpadeo dos veces y el dragón había desaparecido en una lluvia de destellos.
-Todo aquel que ose enfrentar al fuego y al agua, deberá pasar sobre el diamante- La transformación terminó, dejando ver nuevamente a la chica tal y como era -Ahora, solo debes entrenarlo, perfeccionarlo y ser el escudo de quien lo necesite
-Entendido, abuelo- Respondió apenas con un hilo de voz -Seré la defensa del gotei, de mis hermanas…
…
El fuego le consumía los pulmones, le dificultaba respirar, sentía el calor abrasarla por todos lados, pero ella respiró profundo una vez más y gritó liberando aquel poder a través de su espada.
No, Hanako no llegó muy lejos con aquel ataque, Genryuusai logró desbaratarlo con un golpe grácil y poco violento, un gesto incluso apático que logró que Hanako cayera de bruces y se abriera la frente por los guijarros en el suelo.
- ¡Estás pensando mucho tu ataque! - Exclamó el comandante antes de apuntar a su nieta con el bastón -De nuevo te estás conteniendo, estoy contando los listones
- ¡No quiero que nadie salga herido! - Exclamó la chica en defensa, levantándose de un salto y limpiando la sangre de su piel, mirando con reproche a su mayor.
-Si no dominas tu bankai, lo único que harás es que todos salgan heridos
-Qué fácil decirlo para el que ya lo domina
- ¡Hanako! - Exclamó aquel hombre, furioso, plantándole cara a su nieta y descubriendo con sorpresa que, en lugar de encogerse en su sitio, la chica le regresaba el gesto, extendiéndose en toda su estatura antes de enarcar una ceja con gesto determinante - ¿Cuántas veces tengo que decirte que tú no naciste para dominar el fuego?
- ¡Pues tampoco puedo conversar con él! ¿Cuántos meses tenemos entrenando? - Soltó al final, frustrada, antes de bajar la cabeza y apretar el gesto, dejando que un par de lágrimas se deslizaran por sus mejillas.
La mano de Genryuusai aterrizó sobre su coronilla en un gesto conciliador, ambos suspiraron mientras Hanako, por primera vez en un año, rompía en llanto de nuevo.
-Ay, Hana...
Durante largos minutos, la chica tuvo la oportunidad de desahogarse y llorar a sus anchas, permitiendo que su abuelo le diera palmaditas en la espalda o en el hombro, gestos toscos pero cargados de cariño y de significados para ellos, puesto que sabían perfectamente cuánto se necesitaban el uno al otro en esos momentos para resistir lo que venía a continuación.
(I am the fire – Halestorm)
Pero en cuanto hubo dejado de llorar, en cuanto la chica limpió sus mejillas, en cuanto se aseguró de que el delineador no hubiese creado un desastre natural en su rostro, le dedicó una mirada a su abuelo, cargada con determinación. La chica asintió una vez y ambos retrocedieron algunos pasos en busca de su guardia, en busca de su posición de pelea. Le llamó la atención a Genryuusai percatarse de que, mientras caminaban hacia el costado, Hanako se había cambiado de lado la guarda de la katana que portaba.
La mano izquierda de la chica se asió del mango con fuerza, Hanako hizo un movimiento brusco para quitarse los zapatos mientras sus labios se movían ligeramente y luego giró una pierna, extendida, trazando medio círculo a su alrededor, delimitando el área en la que no podía permitir que su abuelo entrase.
El hombre bufó divertido una vez, y de un momento a otro se desvaneció.
Hanako sintió el cambio de reiatsu, sintió el flujo, sintió el ataque por el costado, pero no fue capaz de moverse tan rápido como para bloquear el ataque. Sin embargo, una llamarada, como un muro de fuego, se extendió entre ella y su abuelo.
Genryuusai sonrió confiado continuando con su ataque, sabiendo que el fuego normalmente no lo lastimaría.
Cuál sería su sorpresa al percatarse de que el color de las llamas evolucionó hasta convertirse en un rosa tan oscuro que podría pasar por violeta. No, el comandante frenó en seco y cambió la dirección de su movimiento antes de intentar un segundo ataque, pero de nuevo, la pared de fuego se levantó entre ellos como un muro, dividiéndolos.
Y entonces Genryuusai se percató (¿dónde había visto eso antes?) que Hanako sostenía el bastón de una hoz sin hoja.
Claro... El comando. Hanako debía haber liberado el comando de su shikai antes de iniciar esa ronda de pelea.
Genryuusai vio orgulloso que el dragón de Hanako bajaba por su brazo libremente, enroscándose en torno a la cicatriz de su brazo, como si protegiera aquel espacio de piel lacerada con todas sus fuerzas, como si estuviese dispuesto a dar la vida por su protegida.
- ¿En qué momento lograste hablarle? - Inquirió el mayor recuperando la guardia y consiguiendo que Hanako lo encarara, recuperando la hoja de su guadaña.
-Lo conseguí hace tres meses- Confesó la chica mientras el filo de su arma refulgía envuelto en un fuego rosa pálido y amenazante, frío como el infierno, pero tan peligroso como hermoso -Pero no quiero hacerle daño a nadie
-Explícame cómo, según tú, me puedes hacer daño a mí
Y aquellas palabras fueron pronunciadas de una forma tan despectiva, que Hanako bufó furiosa antes de murmurar.
- ¡Bankai! ¡Nakosa reta hai mo (Que no queden ni las cenizas), Karyuu!
La hoz se desvaneció entre sus manos y sólo dejó lugar para un estilizado estoque cuya hoja se alargaba y cubría de fuego rosa intenso.
-Ahora sí tienes mi atención
Ambos shinigamis se lanzaron hacia el frente, Hanako hizo retroceder su estoque unos centímetros y luego golpeó el aire cien veces en quince segundos, cien lenguas de fuego que se dirigieron a toda velocidad hacia su abuelo, siguiéndolo de arriba a abajo, izquierda a derecha, persiguiéndolo como si fuesen entes vivos con mente propia, cuya única misión parecía ser acabar con él.
Y cuando les prestó atención, Genryuusai se percató de que cada una de las lenguas podría parecer también un pétalo hecho de fuego que caía en la brisa de una tarde otoñal.
Hanako se plantó en su sitio y llevó una mano hacia su pecho, mientras que la otra se movía ida y vuelta, como si guiase las lenguas de fuego en busca de su abuelo.
La chica perdió al comandante de vista un segundo y a duras penas tuvo tiempo de recuperar la hoja del estoque para detener el filo de la katana que amenazó con cortarle el costado.
Ahora todo se había limitado a ver lo rápido que reaccionarían cada uno.
- ¡Karyū! - Exclamó Hanako con dificultad, resistiendo contra la hoja del estoque el filo de la katana de su abuelo - ¡Llora para mí y muestra tu desesperanza! Estallidos de fuego
Genryuusai no comprendió aquella expresión hasta que se percató de que ambos estaban rodeados por pequeños pétalos rosas, que fueron estallando uno a uno.
El daño que Genryuusai recibió en la piel fue grave, y sonrió confiado esperando ver en Hanako alguna herida, pero la piel de su nieta estaba intacta, a diferencia de su ropa.
- ¡Canta para mí con mil lenguas de fuego! - Gritó Hanako levantando una mano mientras una nueva ronda de chispas se encendían frente a ella, esta vez más grandes y de color azul pálido que se lanzaron hacia el viejo comandante.
No, esta vez Genryuusai pudo evadir todas y cada una de las llamaradas, esquivándolas una a una hasta asegurarse de consumirlas, y entonces Hanako lanzó un último ataque.
- ¡Brota para mí con la vida de los que se fueron! ¡Vuelve de las cenizas!
Genryuusai bajó la mirada percatándose de que, en efecto, las cenizas de su ropa, de las cosas que se habían consumido por los ataques previos, todo aquello que había sido tocado por el fuego de Hanako ahora parecía abrir paso para las ramas que crecían.
El estoque se había ido, en manos de Hanako quedaban ahora dos hoces pequeñas, las hojas eran de metal brillante, plateado, perfectamente pulido, pero los mangos parecían ser las ramas de árboles, uno de glicinas, uno de sakura, como si su destino no estuviese definido y ella todavía tuviera que tomar una decisión.
Ramas brotaron del suelo y sujetaron a Genryuusai con brazos y piernas bien extendidos, y entonces Hanako recuperó la forma de su zanpaku-tō, la katana sencilla y se dispuso a atacar...
Pero cayó de bruces en el último momento, con las fuerzas agotadas y el cansancio consumiéndolo todo.
Cayó rendida, respirando superficialmente, dormida, y el viejo se liberó con un movimiento fluido antes de avanzar hasta su nieta y acariciarle la cabeza, suspirando con una sonrisa.
-Así que dominaste tu bankai...
Genryuusai sonrió divertido y miró hacia el cielo pensando en que, si él llegaba a faltar, el siguiente comandante lo tendría todo muy complicado.
…
El control del Bankai de Saya fue bastante difícil, era tan poderoso que, al usarlo, lo dejaba salir sin control alguno. Ventaja contra desventaja, Saya no parecía temerle al poder de Kairyū, al contrario, tal derroche de poder ponía sus sentimientos de combate a un nivel de adrenalina muy peligroso, era como si una parte de ella deseara mostrar desmedidamente su fuerza, sentimiento que le preocupaba un poco al comandante.
-¡Es suficiente, Saya! – Pero tal como otras veces, Saya, al alcanzar más de la mitad de su poder, no era capaz de detenerlo por sí misma.
Nuevamente tuvo que contratacar con el fuego, mandando a Saya a volar por los aires y estrellándose contra la barrera, aunque en esta ocasión no callo dormida, solo estaba bastante agotada.
-Imposible– Jadea Saya, poniéndose de pie con dificultad -Cuando libero el Bankai no puedo pensar con claridad, no sé ni a quien estoy atacando
Claro que estaba bastante entusiasta, deseaba pelear contra un hollow y derrotarlo, pero aún temía lastimar a alguien inocente si es que debía utilizar su bankai.
-Obviamente un tsunami no se detiene a ver a quienes ahoga- Eso la decepciona un poco, no podriá usar su bankai, eso sino quería dañar a alguien inocente -Puedes controlarlo Saya, tan solo debes controlar esa imposibilidad tuya- Le da un bastonazo en la cabeza -Tu energía y la de Kairyū siempre parece ir en aumento, y esa es una gran ventaja en la campo de batalla, pero si la usan en exceso puede ser peligroso para ti y para quienes estén a tu alrededor
El entrenamiento había terminado, bastando unos cuantos minutos de descanso para que Saya se repusiera del intenso entrenamiento y ya estuviese buscando que más ponerse a hacer.
Observo la guitarra vieja que pertenecía a su hermano recargada y olvidada en un rincón. Hace tiempo que no la tocaba, no desde que… bueno, desde que llegaron a la casa del comandante, pero recordaba perfectamente su sonido, recordaba todavía cada nota de la canción que solía cantarle su mama, la canción que también le cantaba Takeshi y que fue la primera que le enseño a tocar en guitarra. Tomo el instrumento entre sus manos, las cuerdas estaban ya un poco oxidadas y le tomo un poco de tiempo afinarla, pero todavía tenía ese maravilloso sonido cuando las primas notas de la canción comenzaron a sonar sin detenerse hasta finalizar aquella memorable canción.
-No sabía que tocabas tan bien- Se sobresaltó al escuchar la voz de su abuelo en el marco de la puerta -Me pareció extraño que tu usualmente inquieto reiatsu se calmara tan de repente- Entra a la habitación, sentándose a un lado de Saya -Hanako me conto que te gusta mucho la música, pero nunca te he visto escuchándola
No se necesitó que le preguntara el porqué, eso quedo ilícito en el aire.
Genryūsai espero pacientemente a que su nieta hablara, era notorio que le estaba costando hablar de ello.
-Takeshi me enseñó a tocar la guitarra, nos la pasábamos escuchando música cuando estaba en la casa, mamá a veces nos reclamaba por escucharla a tan altas horas de la noche- Habia comenzado su relato, calmada, rememorando esos hermosos recuerdos en su mente. Una leve sonrisa se asomó en su rostro, para luego reemplazarla por un gesto melancólico -No había escuchado música y mucho menos había tocado la guitarra porque…
No era necesario que continuara, Saya podía aparentar ser bastante fuerte, pero era obvio lo mucho que también ella resentía la partida de sus padres y de su hermano, pero intentaba mantener la chispa por sus hermanas.
-Cuando tocaste, tu reiatsu se calmó mucho, creo que a Kairyū también le gusta la música- La espada de la shinigami dio un tenue resplandor azul, afirmando lo que el sabio comandante decía -En el próximo entrenamiento con tu bankai, prueba escuchar música- Pone en sus manos unos audífonos, y sin decir más, sale de la habitación bajo la extraña mirada de Saya.
No entendía el nuevo método de su abuelo de estar escuchando música con los audífonos que le regaló, al momento de liberar su Bankai, sin embargo, los resultados fueron bastantes diferentes y mejores. Tuvo un mayor control del poder de Kairyū, podía sentir el abrazador poder de las olas, pero supo manejarlo para pelear junto a su zanpaku-tō con mayor precisión, sin detener la fuerza del ataque. Aunque, no se evitó que Saya mostrara su característico ímpetu y emoción al momento de pelear.
-¡Eso fue increíble! – Exclama Saya al finalizar el largo combate con su abuelo - ¿Qué te parece tener otro round, viejo? – Lo desafía, pese a notarse el agotamiento en su respiración.
-Por hoy es suficiente- Dice con calma el comandante, para disgusto de su nieta que claramente quería seguir probando su fuerza -También debes aprender a distinguir el querer continuar luchando por orgullo y ego, al de tener que pelear por una causa verdadera- Escucha a Saya chasquear la lengua en disgusto a lo que dijo, acto que le hizo ganarse un golpe en la cabeza con su bastón -Más te vale no buscar peleas deliberadamente, jovencita…
-Está bien, está bien- Accede, sobándose la cabeza -Rayos… ¿Cuándo frenaras esos golpes que me das en la cabeza? – Reclama en un gesto berrinchudo.
El comandante solo suelta una sutil risa, algo que, al principio molesta un poco a Saya, para después, sonreír de oreja a oreja a su abuelo, con quien paso el resto de la tarde reparando la mesa de jardín, a la cual su nieta encontró una alternativa bastante creativa para expandirla de forma en que sus dos hermanas y su abuelo cupieran para tener una tarde de té, bebida que Saya rechazo prefiriendo una taza de café.
Eso explicaba porque Saya solía tener exceso de energías, no se había dado cuenta que se llegaba a tomar hasta cinco tazas al día, así que tuvo que dar la orden explicita de solo permitirle tomarse dos tazas como máximo.
Aquel método había resultado bastante bien para que Saya manejara las enormes energías de su zanpaku-tō, eventualmente ya ni siquiera necesitaba el tener sus inseparables audífonos puestos en los entrenamientos con su Bankai para controlar su poder. Sin embargo, también tuvo sus consecuencias, ya que Saya había adquirido como rutina matinal el poner música bastante estruendosa, e incluso también para antes de dormir, obligando al comandante a ponerse algodones en los oídos.
A Hanako, por su parte, no le molestaba en lo absoluto aquella afición de su hermana, al contrario, aquello le traía gratos recuerdos de Takeshi y Saya escuchando música estruendosa justo a la hora de dormir para ser luego reprendidos por su madre, ordenándoles que ya era hora de dormir. Sin duda, esa tremenda chispa que caracterizaba a su padre y hermano, quedo viva en Saya.
…
Esa tarde, Saya se había saltado el entrenamiento de control de reiatsu, ella y Asami solían tomarlo juntas, la menor ya había dominado su Bankai, pero aún tenía un excedente de poder que ni el mismo Genryuusai había sido capaz de poner en orden aún a pesar de colocar un sello.
Escabullirse era su fuerte, pero no cuando se trataba del sabio y viejo de su abuelo, este la atrapo en el acto, dándole uno de sus legendarios bastonazos en la cabeza.
- ¡Ay! – Exclamo al recibir el golpe, viendo en primera instancia a su hermana menor en negación, luego viendo a su abuelo, ecuánime, inexpresivo -Lo siento, pero hoy no quiero entrenar para nada
Genryūsai miró a su nieta, pensativo, mirando de reojo a la más pequeña, sonriendo internamente cuando la idea apareciera en su cabeza.
-Tengo un nuevo entrenamiento para ustedes dos- Ambas voltearon a ver a su abuelo, Asami con curiosidad y Saya con cara de fastidio -Asami, atrapa a Saya con tu diamante, si es que es tan rápida, deberá poder esquivarlo, claro que, tú también te volverás más rápida y hábil para controlar el excedente de tu poder
Asami chasqueo los dedos, haciendo que un diamante apareciera bajo los pies de su hermana, quien lo habría esquivado por poco.
-Deja de tronar los dedos, hazlo por voluntad propia- Ordenó el viejo, por lo que la menor guardo sus manos bajo sus mangas y comenzó a hacer aparecer los diamantes con solo mirar el punto en donde quería que lo hicieran -Cierra los ojos, siente el reiatsu de tu enemigo
-Sí, abuelo- Fueron las únicas palabras de la menor, concentrándose en los diamantes que aparecían veloces bajo los pies de Saya, aunque, muchos de ellos lejos de su alcance.
Los diamantes que aparecían bajo sus pies eran rápidos, Saya por muy poco lograba esquivarlos, pero gracias a sus afinados reflejos y velocidad, producto de los intensos entrenamientos que le imponía el viejo, no se estaba dejando atrapar. Eso parecía estar frustrando un poco a su pequeña hermana, quien abrió los ojos en signo de derrota, lo que le dio una gran idea a Saya para incitarla un poco.
-Creo que soy un objetivo demasiado rápido para ti, little sister- Presume con una sonrisa presuntuosa -Pasaran siglos antes de que puedas capturarme
El viejo sabía que Asami no se dejaba provocar tan fácilmente, haber adoptado el estilo diplomático de su hermana mayor la hacía una oponente de cuidado, y el, como su mentor, sabía mejor que nadie, que las palabras de Saya solo la alentarían a ser mejor.
-Bueno, dejaremos que pasen los siglos- Agregó la menor, volviendo a atacar a su hermana -Pero mientras eso pasa, no dejare que huyas de mi
Continuar con el ataque era lo más sencillo, debía encontrar la manera de capturar a su hermana, al más mínimo acierto, sería porque había mejorado.
-Alguien parece estar cansándose- Susurró Asami, mientras una gota de sudor resbalaba por un lado de su rostro -Anda Saya, sigue corriendo todo el tiempo que quieras
Ese entrenamiento no era solo para probar su velocidad, su abuelo también quería ver que tanto podía resistir Saya bajo un continuo ataque, y es que, efectivamente, sentía sus energías ir en descenso y los diamantes de su hermana estaban cada vez más cerca de atraparla. Debía pensar rápido en la forma de distraerla, solo necesitaba unos segundos para recuperar un poco de energía.
-Wow eso estuvo bastante cerca hermanita- Le dice, apenas librándose de un diamante, observando la nueva confianza que estaba adquiriendo Asami, pero finalizo con un susurro para sí misma -Pero procura no confiarte demasiado
Con un rápido movimiento de pierna, barriendo el terreno sobre donde entrenaban, se creó una cortina de tierra, que le dio la ventaja que Saya buscaba sobre su oponente.
La tierra había golpeado su rostro, los gránulos habían entrado en sus ojos, pero al sentir el movimiento del reiatsu de su hermana, su barrera se activó automáticamente, sintiendo que saya la atacaría por otro ángulo.
-Tsch- Si, su hermana era mucho más rápida que de costumbre, y eso solo podía significar que estaba por dar el golpe final -Cinco a la vez...
Los diamantes aprecian de golpe, no dándole oportunidad a Saya de acercarse de nuevo, no después de retroceder para no ser atrapada.
-Excelente golpe hermanita- La cortina de tierra se despejo, dejando ver que Saya tenía su zanpaku-tō liberada -Sin duda cada vez te vuelves más fuerte
El reiatsu de su hermana se había reestablecido, todo rastro de cansancio que había comenzado a ver en ella desapareció, ahora tenía una dosis de fuerza extra para continuar con el entrenamiento.
- ¿Lista para otro round? – Pregunta, guiñando un ojo y sonriendo de forma ladina.
Asami adoptó una pose de combate, esto provocó que el comandante alzara una ceja ¿desde cuándo ella sabía pelear cuarto o a cuerpo?
Bueno, realmente no sabía, pero era una clara imitación de los movimientos de Saya.
Cada golpe, cada movimiento arremetía con una nueva oleada de diamantes, cada vez más cerca de aprisionar a su hermana.
¿Cuánto tiempo llevaban peleando? ¿Tan fascinado estaba? Pues sí, porque era como escuchar una rara y hermosa melodía conjugada con un baile exótico.
Aquel entrenamiento con su hermana le estaba resultando bastante vigorizante, y es que, bien conocía lo testaruda y orgullosa que podía llegar a ser Asami, por lo que no se rendiría tan fácil.
Además, era un buen ejercicio para mejorar sus reflejos y velocidad, los diamantes de su hermana menor cada vez eran mucho más certeros y con esfuerzos podía esquivarlos, de no ser por la energía extra que extrajo del ataque de Asami, ya la hubiera atrapado en uno de esos diamantes.
Estaba bastante atenta a la forma de atacar de su hermana, que estaba resultando una imitación de su hakuda, sin embargo, una sucesión de notas que estaban conjugando una hipnotizante melodía le hizo afinar su sentido auditivo para ubicar de donde provenía. Eran los mismos diamantes de su hermana los que estaban creando música, y no era una melodía al azar, la sucesión de notas era sumamente parecida a la canción que solía cantarles su madre cuando eran pequeñas.
Por querer prestar más atención a la melodía, dos de los diamantes la aprisionaron desde los pies hasta las rodillas sin darle la posibilidad de liberarse por más fuerza que ponía en ello.
-Vaya, lo logre- Murmuró, dejándose caer al piso mientras escuchaba los pasos ligeros de su abuelo - ¿Lo hicimos bien?
-Sorpréndete, diría yo- Soltó el viejo, acariciando la cabeza de Asami y acercándose a Saya -No eres tan veloz como decías, Saya
Lo que se esperaba de parte de Saya era un pretexto, un refunfuño para defenderse de que Asami al final pudiese atraparla, pero su impetuosa nieta parecía sumida en sus pensamientos.
- ¿Saya? - Cuestiona el comandante, sacándola de sus pensamientos.
-Sí, bueno... suerte de principiantes, supongo- Ante eso Asami rueda los ojos -Fue sorprendente little sister, entrenemos juntas más seguido, puedes ayudarme a mejorar mis reflejos y mi velocidad
-Me parece buena idea, así yo también aprenderé a dominar los diamantes- Tener algo en común con su hermana de en medio le parecía bien, sobre todo, porque sabía que era muy resistente -Gracias, Saya
Estas palabras lo hicieron sonreír, sobre todo, porque sabía lo difícil que era que esas dos tuvieran momentos tranquilos o que simplemente convivieran.
-Bueno, ya que estamos de buen humor- Soltó el mayor, tomando por sorpresa a sus nietas -Sasakibe tiene un postre para ustedes, helado, creo
Las mejillas de la menor se sonrosaron, a sabiendas que Sasakibe siempre le llevaba helado de nuez.
- ¡Yo quiero! - Grito, alcanzando a su abuelo, quien había desaparecido con shunpo.
-Oigan espérenme- Tuvo la intención de irse detrás de ellos, pero había olvidado los diamantes que la aprisionaban -Maldición... ¡Asami sácame de esto!
…
Llevaba tiempo ya entrenando con Saya, si, su velocidad había aumentado, pero sentía que algo le faltaba.
Era medio día aun cuando ella no encontraba la manera exacta de manifestar aún más su poder. Debía potenciarlo, tenía motivos para hacerlo, sus hermanas llevaban pasos agigantados por delante, ¿Cuánto tiempo llevaba entrenando su poder?
Había dominado su bankai, pero aún tenía un problema; el excedente de poder seguía ahí. Controlarlo con ayuda de Saya fue lo mejor del mundo, pero ahora, debía encontrar la manera de usarlo a beneficio ¿cómo?
Estaba pasando justamente por la puerta del dojo, cuando escucho música, así que se detuvo, deslizando mínimamente la puerta y observando a Hanako bailar.
Sus pies se deslizaban apenas por el piso, sus movimientos eran armónicos y al mismo tiempo parecían arrebatados, la posición de los brazos era rígida, pero al mismo tiempo parecía como si se movieran en líneas curvas...
Reparó por primera vez en que su hermana llevaba zapatos, redondos, rosas, lisos, extraños para ser calzado, se veían incómodos, como si no dejaran que el pie anduviese con libertad, pero la sonrisa que tenía la chica al moverse, aquello podría haber roto con sus sospechas.
Ver el rostro de Hanako con una sonrisa ligera, con una mirada apacible, con un gesto liviano le hizo creer que aquello era lo más sencillo del mundo.
¿Cuándo se iba a imaginar que su hermana sentía el dolor subir hasta sus pantorrillas, exigiéndole frenar?
Hanako giraba sobre las puntas de sus pies, con sus zapatillas de ballet mientras levantaba las piernas en figuras sostenidas que le hacían lucir ingrávida, sus brazos subían y bajaban, enmarcando sus movimientos, los saltos eran tan livianos que Hanako parecía quedar suspendida un segundo en el aire, y entonces Asami reparó en que su hermana mayor parecía una llama danzando, no como el baile de una vela tranquila, sino como el crepitar de una hoguera completa. Porque en aquella danza no había atisbo alguno del ballet clásico (aunque Hanako estuviese bailando ballet, aunque llevase zapatillas de raso y leotardo, y mallas), aquella danza era la viva representación del fuego, de su bankai, de su shikai, del flujo de su reiatsu y la manifestación de todo su poder.
-Es hermoso- Menciono, haciendo que su hermana frenara un poco sus pasos, mirándola a ella -Eres el fuego en carne y hueso... es...
Claro, no tenía palabras para expresar todo lo que sus ojos habían visto, estaba más que sorprendida, anonadada, atónita ¿Cómo lo describía? Dio unos saltitos acercándose a su hermana, con los ojos iluminados y el pulso acelerado.
- ¿Me enseñas?
—¿Ballet? — Murmuró Hanako, no del todo segura de estar comprendiendo a su hermana pequeña, pero sonriendo de medio lado con un gesto maternal /Duele mucho, te lo advierto, justo ahora me acabo de romper la uña —admitió antes de dar un golpecito con su zapatilla y hacer una mueca de medio lado.
- ¡Si! - Respondió con emoción, aunque luego de lo dicho por Hanako soltó un "hmmmmm" -No importa, quiero aprender, no creo que haya algo más doloroso que los entrenamientos del abuelo.
Hanako sonrió, aunque fue más una mueca divertida, y no es que quisiera hacer sufrir a su peque, sino porque pondría a prueba su resistencia. Salió de la sala, haciendo esperar a su hermana, pero volvió a los pocos minutos, con dos cajas diferentes.
-Tengo estas zapatillas, unas están nuevas, nunca me quedaron bien, espero alguna pueda calzarte bien- Ambas se sentaron en el piso, el primer par le había quedado grande, por lo que midió el otro, el cual quedó a la perfección con el pie de su hermana -Ahora viene lo divertido
Hanako suspiró con los ojos fijos en las zapatillas que habían embobado perfecto en los pies de su pequeña Asami, una idea divertida cruzó su mente, pero decidió apartarla antes de mirar a su hermana y asentir.
—Póntelas bien y de pie —indicó levantándose de un salto.
—¡Pero las tuyas se pueden amarrar! —exclamó Asami percatándose de que Hanako se había parado en las puntas con los tobillos bien sujetos.
—Tranquila, yo te sostengo —prometió confiada.
La menor obedeció levantándose con una sonrisa confiada, Hanako se plantó en primera y le ofreció las manos a su hermana para darle soporte.
—En pointe- Exclamó la mayor con una sonrisa radiante.
Asami hizo un movimiento torpe, se subió a las puntas y cayó casi de inmediato al sentir el dolor en sus dedos. Lo intentó una segunda vez, consiguiéndolo a duras penas, sin llegar a conservar el equilibrio. El tercer intento, Hanako hizo amago de soltarla, pero rápidamente puso las manos en la cintura de su pequeña para ayudarla a bajar.
—¿¡Cuál es el truco!? —exclamó Asami mirando a Hanako con reproche, percatándose de que la mayor contenía una risa cargada de ternura.
—Primero debes entrenar para fortalecer tus pies, si no pueden sostenerte sin las zapatillas, no lo harán con ellas. Cuando estés lista, las quebraremos juntas. ¿Calentamos?
Asintió, aunque interiormente comenzó a creer que había sido una mala idea, pero no iba a abandonar, no luego de todo lo que había entrenado con Saya.
-Bien ¿Que tengo que hacer? - Pregunto con entusiasmo, mirando a su hermana y su vestimenta - ¿Tengo que usar eso?
Hanako bajó la mirada hacia su leotardo negro de manga larga, las mallas rosas, las zapatillas. Y luego soltó una risa discreta.
—Dios, no, yo soy una romántica que sigue usando el uniforme, no, ropa cómoda —concedió antes de dirigirse hacia la barra móvil, seguida de su pequeña. —Los primeros son sencillos, pero es la base fundamental. Si no sudas a chorros luego de esto, es que lo estás haciendo mal. Demi plié —anunció con los pues en primera, doblando las rodillas con la espalda recta y acompañando el movimiento con una mano. —Calentaremos bien y luego pasaremos a los ejercicios de fuerza
Bueno, ahora no entendía en lo que se había metido. Pero había seguido a su hermana, imitando su postura.
-Ok, entendido
Si bien el dolor físico nunca había sido un problema, en estos momentos, estaba sufriendo. Pero no iba a doblegarse, no delante de su ejemplo a seguir, de su ídolo.
-No sé si Saya se divertiría o no con esto
Hanako sonrió mirando sobre su hombro, apreciando el gesto de concentración de Asami al seguirla en los movimientos, tratando de coordinar el brazo con el resto del cuerpo.
—Saya se divertiría al vernos, hasta que la desafiáramos a seguirnos. Con tu fuerza y tu talento —añadió inclinándose hacia el frente, doblándose por la mitad y arrancándole una queja a Asami —estarás lista para alcanzarme en seis meses, máximo.
La sorpresa de la llevo, luego de ver a su hermana doblarse, ella también lo intento, pero se fue bruces contra el piso al perder la concentración.
-Perdón, lo volveré a hacer y no fallare
Si el tiempo la haría mejor, entonces se tomaría el necesario para hacerlo lo mejor posible.
…
Hanako sonreía dulcemente, sus manos se movían por la mesa, tomando las especias, asegurándose de colocar las cantidades exactas, realizando sus movimientos bajo la atenta mirada del abuelo Yamamoto, que sonreía dulcemente, orgulloso de lo bien que su nieta mayor había aprendido el arte del té, de cómo lo había perfeccionado con el paso de los meses.
—¿Sabes? Podrías superarme en cualquier momento- Murmuró aquel hombre mientras recibía la taza de manos de su nieta y se percataba de la sonrisa pícara que la joven sostenía en su rostro.
—¿Qué te hace creer que no lo hice ya?
El viejo Yamamoto bufó divertido antes de llevarse la taza a la boca con una mueca de incredulidad, sin embargo, su expresión se volvió inexpresiva cuando se percató del sabor equilibrado de la infusión que sostenía entre sus manos, preguntándose en qué momento había logrado la chica aquella perfección.
—Definitivamente te voy a llevar a la siguiente reunión que tengamos de té- Sentenció él antes de dedicarle una mirada significativa a su nieta.
— ¡No, por favor! - Exclamó Hanako en voz baja, colocando su taza con un gesto elegante, cuidando no azotarla sobre el cristal de la mesa -Esas reuniones con tus capitanes no
— ¿Por qué no? - Dijo el comandante entre risas discretas, gesto que tenía muy reservado para sus nietas y nadie más, gesto que no cualquier shinigami había llegado a presenciar alguna vez.
Gesto que Hanako valoraba más que cualquier otra cosa puesto que sabía que sólo lo compartía con ellas.
La joven enderezó la espalda, dejando que su trenza cayera por enfrente de su hombro, mostrando aquel remolino de rosa y negro. La diplomacia se apoderó de cada gesto, de cada movimiento, de cada rasgo en la joven, así que el viejo Genryūsai sonrió divertido, esperando la respuesta sarcástica e inteligente que su nieta tendría para él.
—Debe ser muy interesante hablar del Gotei- Comenzó ella modulando su voz y entrelazando los dedos alrededor de la taza, estirando un poco el cuello como cuando bailaba ballet -Del mundo humano, del manejo de las divisiones y demás, pero yo no tengo cabeza para esos temas, todavía no siento que me interese del todo, y si me preguntan por opiniones y demás, no sabré qué decir. ¿Ir a hacer el ridículo o a quedar como ignorante? No gracias
—Oh, vamos, Hana querida, hay algunas personas que te parecerían realmente interesantes en las mesas de las que me rodeo, además, la gente habla de otros temas, mis capitanes no limitan sus vidas personales a servir al Gotei
—¿Ah no? ¿Y de qué podría yo hablar con ellos? Por ejemplo
—Podrías abogar por tus hermanas. Después de todo, ambas quieren comenzar a entrenarse con los mejores.
—Saya se promociona sola- Puntualizó la joven con una sonrisa de autosuficiencia -Sin duda llamará la atención de alguien que quiera tomarla como aprendiz, sabes que sus habilidades son extraordinarias. Asami está siendo bien entrenada por Sasakibe, ¿ves? No necesitan abogada. No hay más que tenga en común con tus capitanes. ¿De qué hablaría?
El abuelo levantó la taza enarcando una ceja, como tratando de obviar aún más el gesto.
—De té, por ejemplo. Hay tal vez un capitán que estaría encantado de charlar contigo al respecto, y creo que es el único que sabría apreciar una buena conversación al respecto, adora el té más de lo que está dispuesto a admitir
—No será esto una estrategia tuya para conseguirme marido, ¿verdad?
El gesto del abuelo se convirtió en un témpano, pero luego una arruga se formó alrededor de sus ojos, delatando que le divertía mucho la situación en la que había puesto a Hanako.
No, su nieta no tardó en darse cuenta de la treta en la que acababa de caer, y bufó ofendida volviendo el rostro y cruzándose de brazos antes de recapacitar y sacarle la lengua a su abuelo, un berrinche encantador y elegante, para una joven de diecinueve años.
—También podrías encontrar tutela en él- Murmuró Genryūsai al final, antes de dar un sorbo corto a su taza con un aire melancólico y distante -Está muy capacitado para apoyarte de ser necesario, claro, siempre y cuando tú quieras. Y su poder es suficiente como para defenderse del alcance de tus llamaradas, al menos por ahora
Hanako suspiró relajando su expresión, tomando la taza entre sus manos y frunciendo el entrecejo mientras comprendía el mensaje de su abuelo. Con el paso de los meses, con su entrenamiento, con los poderes de sus hermanas despertando segundo a segundo, en cualquier momento necesitarían apoyo, tutela, entrenamiento de alguien que no fuera el viejo Yamamoto. No porque el abuelo no estuviese capacitado para entrenarlas, sino porque, poco a poco, se había ido llenando de otras actividades y de compromisos que le impedían pasar tanto tiempo con ellas como antes.
Habían pasado ya mucho tiempo bajo su cuidado, y ahora Hanako podía decir que él le había enseñado todo cuanto podía, ella no podría enseñar sola a sus hermanas, ni podría terminar sus entrenamientos por su cuenta.
—No me gusta cuando te pones críptico, abuelo
—Lo sé, no es a propósito, al menos no ahora. Pero hay un tema que quiero tratar contigo, algo de lo que me hablabas el otro día sobre las habilidades de tus hermanas
—Saya será la más veloz de todo el Gotei, podría incluso llegar a ser más veloz que Yoruichi si es que ella la entrena alguna vez. Asami…
—Asami es muy poderosa también, pero es la que más te preocupa
—Pensaba- Murmuró la chica frunciendo el entrecejo, bajando la mirada hacia su té, preguntándose si sería capaz de encontrar las palabras adecuadas en medio de las especias que flotaban a la deriva en su taza -Pensaba en que Asami es muy joven para haber iniciado un entrenamiento tan intenso como el que nos das a Saya y a mí. Quiero decir, mi hermano comenzó a entrenarme cuando era una niña porque mi reiatsu estaba fuera de control, Saya se nos unió muy pronto, pero Asami era tan pequeña… Su poder es inestable, como sus emociones, y me pregunto si no seremos responsables de ello por haberla iniciado a esta edad
El abuelo tomó una respiración profunda, dando un sorbo pequeño a su bebida antes de mirar a Hanako con el entrecejo fruncido, comprendiendo los temores de la joven. Claro que Hanako había asumido todas las responsabilidades para que sus hermanas pudieran tener una infancia tranquila, que pudieran ser niñas, reír a carcajadas, seguir jugando y aprendiendo. Ella había tenido la mejor de las infancias, Takeshi siempre había sido su refugio y, eventualmente, Saya se había convertido en su faro en la oscuridad. Era como si se lo debiera, como si le debiera a la pequeña Asami una infancia tranquila, feliz, como si le debiera algo por no haber sido capaz de regresarle a sus padres en esa noche de tormenta, aunque supiera que no podía hacer nada.
La mano del abuelo sobre la mesa, tomando las suyas con una sonrisa apacible, aquel gesto fue lo que la trajo de regreso a la realidad, haciéndole sonreír y asentir una vez.
—Hanako, las tres son poderosas, muy poderosas. Tienes razón- Concedió recogiendo la mano para poder dar otro sorbo a su té -Saya será la más rápida de todos, la defensa de Asami siempre será casi impenetrable, y tu llamarada, bueno, tú dirás. No son tan distintas, Asami y tú. Su reiatsu no es tan inestable o incontenible como el tuyo, pero ella es igualmente poderosa, ese es mi motivo para entrenarla desde ahora
—Tengo una duda, hay una incógnita que ha estado dando vueltas en mi cabeza desde…
La pausa que hizo Hanako llamó la atención de su abuelo, que sonrió con orgullo ante su nieta, sabiendo que había logrado despertar en ella ese sentido de intuición, acertadas deducciones, como un sexto sentido que debía aprender a seguir y a escuchar si quería convertirse en estratega.
—¿Desde? - Invitó a continuar.
—Hace un mes corté el cabello de Asami a la mitad. Mi hermana sentía que pesaba mucho y que no la dejaba hacer bien sus ejercicios de shunpo. Desde ese día noté que hubo un decrecimiento en el tamaño de su reiatsu, en su flujo, en su intensidad. Es como esa leyenda de Sansón. Pero creía que estaba equivocada. Con el paso de los días, conforme le crece, he notado que su poder no aumenta, pero el blanco en las puntas tampoco se expande
Hanako hizo una pausa larga mientras acomodaba meticulosamente la taza sobre su plato, cuadraba la cuchara y doblaba la servilleta sobre su regazo, con gestos de parsimonia y hermetismo.
—Es ahí donde radica su fuente de poder, ¿no es así? En su cabello, en el blanco de su cabello
El viejo sonrió asintiendo una vez, sorprendido de lo rápido que sus nietas parecían haber crecido y estaban aprendiendo.
—Así como tu dragón tatuado muestra el estado de ánimo que tiene Karyū, y los listones que le atan nos revelan cuánto de tu poder estás utilizando, también Saya y Asami tienen sus propias maneras de medir y mostrar su reiatsu
Hanako asintió una vez, llevando la taza a sus labios, pero sin llegar a beber, sintiendo la tibieza en su piel mientras respiraba profundamente.
—No creo que cortando su cabello le quitemos el poder que tiene- Admitió la joven mientras ladeaba el rostro de un lado al otro, terminando de acomodar sus ideas y pensamientos, de darles forma para tratar de comprender lo que ocurría con su hermana pequeña -Creo que es algo simbólico para ella
—¿Por qué?
—Mi madre solía llevar el cabello muy largo, y sólo lo llevaba suelto cuando peleaba en serio, eso lo recuerdo bien
—¿Tu teoría es que es algo somático?
—Creo que es real, que su cabello, o al menos la parte blanca de su cabello, podría contener la clave de su poder. Supongo que, si nos vemos en algún aprieto alguna vez, podríamos…
No, Hanako no se atrevió a terminar aquella frase, pero el suspiro pesado que su abuelo profirió dejó claro que comprendía y respaldaba las conclusiones de Hanako.
—Asami es pequeña aún- Murmuró el mayor antes de dar un sorbo largo a su bebida, vaciando por fin la taza y mostrándola a Hanako como una petición silente que la joven atendió presurosa -Creo que puede madurar mucho, pero en caso de que no sea así, podemos mantener bajo control su poder y ahora tú tienes el secreto para hacerlo
Hanako emitió una queja entre los labios.
—Quisiera que hubiera una clave tan sencilla para frenar mi poder también
El abuelo rio a carcajadas ante aquella afirmación, ante la mueca de su nieta, ante el bufido que soltó Hanako después de ello, y se permitió reír un poco más mientras la mayor de sus nietas terminaba de preparar el té para su abuelo.
—Hana- Murmuró el mayor recibiendo la taza y mirando con reproche a su nieta.
—Si alguna vez las emociones y poderes de Asami se salen de control, yo me encargaré de cortarle el cabello personalmente, así tenga que hacerlo con una llamarada al calor de la batalla, sólo espero que nunca tenga que averiguar cómo se frena mi poder o el de Saya…
—Hanako, créeme- Murmuró Genryūsai poniendo una última vez la mano sobre las de su nieta, entrelazadas sobre la mesa -Si tu poder se llega a salir de control, encontrarás la manera de arreglarlo y de poner todo en su lugar. O habrá gente dispuesta a guiarte y encaminar ese fuego que no se apaga. El capitán de la sexta, por ejemplo, podría…
—Abuelo, basta- Soltó la chica con dignidad, retirando sus manos con un gesto amable que consiguió hacer a Yamamoto romper de nuevo en carcajadas -No me plantaré frente a tus capitanes el siguiente mes. ¿Podemos cambiar de tema?
…
La guerra se había desatado, lo único que le quedaba, era rogar porque ellas supieran sobrellevar lo que viniera por delante.
-Ustedes son lo más fuerte que tiene la sociedad en estos momentos, pero aun no es su momento de brillar- Las tres jóvenes veían a su abuelo con determinación -Necesito que se mantengan refugiadas mientras esta guerra termina
- ¿Por qué? Si somos lo más fuerte, entonces podemos ayudar- Replicó la hermana de en medio, sintiendo una mano de su hermana mayor sobre su hombro -Hanako…
-Escuchemos al abuelo, permanezcamos aquí y dejemos que ellos se encarguen del enemigo
-Yo concuerdo con Saya, podemos ayudar en algo- Dijo la menor, dando un paso al frente, decidida -Abuelo, por favor
-Hoy no pequeña Asami, pero les prometo que voy a volver- Acaricio la cabeza de su nieta, luego acariciando las mejillas de Saya y Hanako -Cuídense siempre entre ustedes, sean unidas y no se maten entre sí
Hanako puso las manos sobre los hombros de Asami, tirando ligeramente hacia sí, asintiendo para su abuelo, una promesa silente de protegerlas, de cuidarlas, de contenerlas. Porque era cierto que se habían vuelto fuertes, pero también había aprendido a ser prudente, a cuidar a otros, a esperar el momento preciso. Y, por un momento, se sintió de nuevo transportada a una de las últimas despedidas de sus padres, aquellas en las que se dirigía con ellos hacia la entrada de su casa, temiendo no volver a verlos nunca más, pero sonriendo ampliamente para tratar de infundirles valor, de hacerles saber que estaría bien, que cuidaría a sus pequeñas.
Y mostró una sonrisa amplia para el abuelo, asintiendo una vez mientras soltaba un hombro de Asami para tomar la mano de Saya y mirarle en busca de soporte, de apoyo, un hombro en el que podría recargarse para recuperar fuerzas de ser necesario, el respaldo con el que siempre había contado, aun cuando sentía que no contaba con nadie en el mundo. Ellas dos protegerían a su pequeña, a todo el Gotei de ser necesario, al mundo entero.
Saya quería maldecir, gritar a los cuatro vientos lo testarudo que fue su abuelo a no dejarlas ir a ayudarlo. ¿que no las había entrenado hasta el cansancio para eso? ¿para pelear cuando el momento lo ameritaba? Sin embargo, una vez debía mantenerse fuerte, aunque por dentro estuviese luchando por derramar lagrima alguna, porque, aunque quisiera ir contra sus presentimientos, de mantenerse positiva en volver a ver a ese viejo, presentía que no sería así, que de nuevo perdían a un ser querido.
Su espalda desapareció ante las miradas expectantes de sus nietas, protegiendo el lugar con su poder, sintiendo que las dejaría en buenas manos, que su sucesor sabría protegerlas.
-Volverá ¿verdad? – Preguntó Asami, mirando a la mayor de sus hermanas - ¿Y si lo perdemos?
—Siempre encuentran la manera de volver —murmuró Hanako mientras apretaba un poco el agarre sobre el hombro de Asami y sonreía, tratando de infundirle valor.
No era una promesa vacía, no era como decir "Todo va a estar bien" cuando sabes que es mentira, porque el pensamiento de Hanako era más complejo. Lo que Hanako había querido decir era "Ellos siempre encuentran la manera de volver, así como nuestra madre volvió a través de tu sonrisa y todavía puedo ver a papá en los gestos más toscos y más dulces de Saya, así como puedo ver a Takeshi en nuestros juegos y peleas. Si el abuelo no vuelve de esta guerra, creeme, pequeña Asami, encontrará la manera de volver a nosotras".
Pero no diría aquello en voz alta, porque implicaría arrancarles a sus hermanas la única esperanza de volver a ver al hombre que se había convertido en un barco salvavidas para las tres.
No, Hanako no diría aquello en voz alta, aunque supiera que era verdad.
Que, de alguna manera, el abuelo volvería.
(Hurt – Christina Aguilera)
Se acercó a pasos demasiado sigilosos en dirección a Hanako, que, desde hace minutos, horas, incluso quizá días, el tiempo prácticamente se detuvo o avanzo muy rápido desde el momento en que el viejo se fue, pero su hermana no había quitado su mirada perdida de la ventana, sabía que estaba buscando desesperadamente en reiatsu de su abuelo, pero ya no tenía caso seguir insistiendo, Saya lo supo, de alguna manera, desde que el comandante les dijo aquellas últimas palabras.
-se ha ido - no era pregunta en lo absoluto, y no necesito confirmación de Hanako
Hanako escuchó la voz de Saya como un eco distante, como un ancla a la realidad a la que ella no quería asirse; era cierto, la respuesta a la pregunta que su hermana había formulado... había dejado de sentirlo. Era extraño, el reiatsu del abuelo siempre había sido como una voz ronca resonando en la lejanía, una voz de lija y aguarrás que raspaba al tacto cuando le escuchabas, siempre estaba ahí, con sus reclamos y regaños, esa voz que había estado ahí durante los últimos años, reconfortándola en la lejanía, la promesa constante de que él volvería a casa...
Y ahora todo era silencio, ahora todo era quietud, pero definitivamente no había paz en medio de la calma, porque el silencio sólo podía significar una cosa.
La mirada de Hanako por fin enfocó y ella volvió de golpe a la realidad. Se había ido la voz de lija, se había ido el sonido ronco, se había ido la promesa del regreso. El silencio fue tan abrumador que no pudo contener las lágrimas, que se deslizaron fugitivas por sus mejillas y hasta su barbilla, riachuelos que confirmaron lo peor, el peor pensamiento de Saya.
Hanako volvió el rostro hacia su hermana y suspiró profundo mientras ponía una mano en el hombro de su hermana menor, una caricia suave, un gesto ausente, las malas noticias que no se dan en voz alta, puesto que en cuanto se pronuncien, se harán realidad.
No, Saya no necesitó escucharlo en voz alta, ve a su hermana retirarse como si fuese un alma en pena, como una carcasa vacía, como un espectro en medio de las tinieblas fue la única confirmación que necesitaba. Y habría gritado, un sonido desgarrador escapando a su garganta mientras ella se dejaba caer de rodillas y la rabia, y el miedo, y la desesperanza, y la desolación se apoderaban de su alma. Saya se habría roto en mil pedazos, de no ser por la presencia de Asami en algún lugar de la casa...
Pero ella también lo sintió, de alguna manera, su presentimiento se hacia verdad, su pregunta no necesitaba respuesta vocal, estaba implícita en el silencio de sus hermanas.
Se acercó a ellas, metiéndose entre las dos y abrazándolas, sintiéndose protegida entre los brazos de sus hermanas. Una melodía resonó en el ambiente, un sonar tan leve, que era casi imperceptible.
-La barrera ha desaparecido- Murmuró, lo que confirmaba el deceso de su abuelo.
…
Luego de un par de horas, un reiatsu familiar se acercaba, un poco diferente. La puerta se abrió, dejando ver al hombre que iba a verlas. Kyōraku se acercó hasta ellas, y ahí, es donde todo volvería a un nuevo ciclo.
