No saben cuanto amo unir todas nuestras locuras, ver la cantidad exorbitante de palabras que voy leyendo, corrigiendo y conjugando, haciendo ilación y haciendo de esto lo que mas nos gusta.
La verdad a veces me gustaría que nuestros lectores fantasma nos dejaran algún comentario, pero me conformo con su felicidad al leer cada capitulo, gracias chicas, las amo! 3
P.D.: eran las doce de la madrugada cuando subí esto #yanoveo xD
Habían dejado transcurrir el resto del día de la mejor forma para ellas, porque no sabían que les esperaba al día siguiente, con tanta conmoción y misterios.
Las palabras de Hanako simplemente le habían dado mas curiosidad de la que debería, había obedecido, claro estaba, pero ¿para que deseaba verla la capitana de la segunda división? No es que tuviera desconfianza de ella, pero, a conocimiento propio, no era una mujer muy amistosa, mucho menos de palabras suaves; esto lo confirmo al momento de llegar.
-Soldado Yamamoto– En cuanto escuchó la filosa voz de Soi-Fong al llegar a la división dos, Saya automáticamente se puso en firmes, demostrándole a la capitana el tipo de entrenamiento que el comandante Genryuusai le impuso.
-Recibí el mensaje que solicitaba de mi presencia, capitana– Dice con respeto, pero automáticamente cada fibra de su cuerpo se puso en alerta.
Apenas la capitana suelta un inaudible resoplido acompañado de una sonrisa ladina y soberbia, cuando en un parpadeo se acerca al soldado desenvainado su katana para atacarla, chocando con la de Saya, quien la mira con total desconcierto, pero, aun así, logrando bloquear su ataque.
-Tienes buenos reflejos– Dice mientras forcejeaba espadas contra Saya –Me pregunto qué clase de entrenamiento te habrá puesto el comandante- Se aleja de un salto varios metros de la soldado –Estas aquí por petición de la teniente Yamamoto, tu hermana quiere que mejores en velocidad y en hakuda, y me pidió que considerara entrenarte –El corazón de Saya da un sobresalto, así como sus ojos se abren por lo dicho –No pienso perder demasiado tiempo contigo, más vale que aprendas rápido
Y apenas decir esas palabras, la capitana desapareció tras la realización de un shunpo.
(Lacuna coil – Nothing Stands in our way)
El siguiente golpe de la capitana fue por la espalda. A duras penas Saya pudo detenerlo colocando su Katana detrás de ella, llamando inmediatamente a Kairyū, era claro que Soi-Fong no le daría tiempo de siquiera respirar.
Los golpes venían por todos lados, nunca se había enfrentado a alguien tan veloz, no al menos desde que su abuelo la entrenaba. Apenas alcanzaba a bloquear los ataques de la capitana, los cuales siempre asestaban en Kairyū, estos eran tan fuertes y constantes que le permitían absorber aquellos fieros golpes y convertirlos en poder para su propio beneficio.
Estaba por contraatacar, pudo ver una leve oportunidad para dar una patada giratoria a su increíblemente veloz oponente, pero a los milímetros que su pierna estaba por golpear a un costado de su adversaria, ésta desapareció, colocándose detrás de ella y golpeando fuertemente la espalda de Saya, tirándola al piso. El dolor que sintió quizá fue momentáneo, pero tan intenso, que se sintió como una eternidad mientras Kairyū la curaba en lo que ella se apoyaba en brazos para levantarse y ponerse en posición de pelea ante Soi-Fong, quien sonreía de forma déspota.
-Cualquier otro shinigami de bajo rango hubiese quedado inconsciente ante ese golpe– Dice Soi-Fong –Incluso mis subordinados
Saya no dijo nada, mantuvo una expresión seria pero lo más calmada posible, aquella capitana estaba atacándola sin piedad alguna, incluso le daba la impresión de que sus golpes eran con la clara intención de acabarla por completo. No se arriesgaría a averiguarlo, ella también daría sus golpes más fieros, incluso mayores a los que uso en el entrenamiento público con Hanako.
Ambas se lanzaron al ataque en un parpadeo, sus movimientos de brazos y piernas eran tan veloces que prácticamente solo se veían figuras borrosas. Soi-Fong no lo diría en voz alta, pero el manejo de espadas gemelas de la soldado era impresionante, incluso parecía que eran una extensión más de sus brazos; Saya por su parte estaba teniendo muchos problemas para encontrar una apertura en los ataques de la capitana, y si lograba encontrar alguna oportunidad para poder darle un golpe, ella lo esquivaba y remataba con un fuerte golpe en menos de un segundo, el cual no lograba si quiera bloquear. De no ser por la velocidad con que Kairyū la curaba, ya tendría varias fracturas graves, por ello la mayor parte de la fuerza que adquiría su zanpaku-tō se estaba usando en curarla, así como en hacer todo lo posible por seguirle la velocidad. Cada que lograba reunir una cantidad considerable de energía, Soi-Fong le daba un golpe de muerte, no dándole ni un segundo para reponerse, así que debía seguir luchando en lo que su cuerpo se curaba.
No tenía tiempo para recuperarse al ciento por ciento, apenas se reponía un poco de los últimos golpes recibidos, cuando podía ya ver a la capitana en dirección hacia ella y con toda la intención de golpearla con una patada circular. La morena apenas alcanzo a colocar su zanpaku-tō frente a ella, frenando el ataque, pero, en menos de una milésima de segundo y sin poder preverlo, sintió en la boca del estómago un golpe tan fuerte, que casi la deja sin aire, mandándola a volar directo contra un muro que se destrozó.
La capitana se acercó a la nube de escombros que se alzó, confiada y a la vez decepcionada de que aquella soldado no era tan fuerte como lo creyó. Sin embargo, tras el polvo pudo divisar una figura poniéndose de pie siendo rodeada por una tenue luz azul, y cuando acordó, ya tenía a Saya frente suyo, forcejeando sus espadas dobles contra su katana en un ataque preciso, pero algo carente de fuerza. El cansancio de la soldado era demasiado evidente, su frente estaba perlada de sudor y su respiración era agitada y fuerte, aun así, en su mirada gris pudo ver el fuerte ímpetu de continuar con aquella feroz batalla que ya hubiera hecho desfallecer a cualquiera.
-Cualquier soldado no hubiese salido vivo de ese golpe– Sonríe de forma ladina, incluso algo sádica –Podría jurar que te rompí varias costillas
Empuja a Saya con su katana, y esta, pese el agotamiento parecía seguir en espera del siguiente ataque, por lo que, Soi-Fong la complació.
A una velocidad casi imposible de seguir, Soi-Fong da una patada circular, secundada por un golpe con su antebrazo, siendo ambos detenidos por cada una de las espadas gemelas de Saya; lo que no pudo evitar, fue el barrido que la hizo caer de espadas contra el suelo, donde la capitana enterró su katana a milímetros de la mejilla de la morena, haciéndole un leve corte que desapareció en solo unos segundos.
Era bastante obvio que tenía ese combate perdido, su cuerpo ya no le respondía, ni siquiera para levantarse, no al menos con la velocidad que estaba acostumbrada.
-Sin duda tienes un buen entrenamiento, pero te falta la experiencia de enfrentarte a un oponente que quiera realmente acabar contigo– Suelta la capitana, mirando a Saya de forma despectiva en el suelo.
Claro que estaba consciente que ese combate fue un total fracaso para ella, no pudo ni darle un solo golpe, solo mantenerse en defensiva y curarse para no morir ante tan despiadados golpes que la capitana le propinaba, no le sorprendería que ya no quisiera entrenarla, que lo siguiente que le diría sería algo como que no era digna de su tiempo.
-Vuelve mañana– Dice retirando su katana del suelo para envainarla y darle la espalda mientras se alejaba, dejando a Saya sin saber que decir ni que pensar.
Apenas se enderezó, sus espadas dieron un fuerte brillo azul, dándole la sensación de que Kairyū le pidió que aguardara un momento para que terminara de recuperarse de los golpes.
…
Diez a las seis.
Hanako estaba sentada sobre sus talones con los ojos cerrados, sintiendo el viento arremolinarse a su alrededor, los sonidos llegaban hasta ella amortiguados, como si estuviese encerrada en una burbuja protectora que la mantenía lejos del mundo que la rodeaba. Cada vez que meditaba era lo mismo, se encerraba del mundo que la rodeaba hasta conseguir que los sonidos se desdibujaran a su alrededor, que dejaran de existir otras almas además de la propia, porque cuando se concentraba en serio, sólo quedaba ella sentada frente a frente con Karyū, que solía sonreírle con dulzura, una princesa antigua admirando a su guerrera más leal, a la más fiera de sus samuráis, a su persona de más confianza.
Sí, Karyū, sentada frente a Hanako, con sus cabellos rosa pálido sostenidos en un peinado tradicional alzado en algunas partes y algunos mechones bailando al viento, con su kimono rojo de bordados dorados, con sus kanzashis de oro y de piedras preciosas, con su maquillaje ligero, parecía una princesa antigua y poderosa, benevolente, sí, pero también peligrosa en toda la extensión de la palabra. Y siempre había mirado a Hanako como a una niña pequeña a la que podía proteger y acompañar, una joven a la que quería ver crecer, aprender, triunfar, superarse.
Cada vez que se quedaban a solas, no podía evitar darle un gesto maternal en el que buscaba verter todo el amor y la admiración que sentía por aquella joven intrépida que había tenido que renunciar a todo para convertirse en el pilar de su familia.
Sí, aborrecía el hecho de que la teniente demonio (tenía que admitirlo, se había encariñado con el apodo al ver todo el fervor y la pasión que desataba en su compañera) todavía le tuviese precaución y miedo a su poder, aborrecía las miradas de desconfianza que le dedicaba cuando estaban a punto de desbordarse en una llamarada que podría reducirlo todo hasta las cenizas, pero entendía los temores de la pequeña, por eso le había elegido, porque sabía perfectamente que su shōjo era más poderosa de lo que se atrevería a creer, sabía que era digna de portar el fuego, y sabía que, llegado el momento, Hanako sabría qué hacer.
Karyū sonrió dulcemente acariciando la frente de Hanako cuando el reloj marcó las seis de la tarde, cuando Hirako entró en el campo de entrenamiento con su gesto indiferente, la advertencia de que todo estaba a punto de comenzar y que debía dar su mejor esfuerzo.
Y Hanako sintió la tibieza de aquel gesto como una caricia suave, sonrió para su zanpaku-tō, pero luego compuso una expresión fiera y abrió los ojos, observando los últimos atisbos de las facciones de la princesa desvanecerse en el aire.
—Diez por ciento, no lo olvides- Pidió la teniente consiguiendo que Karyū asintiera con solemnidad.
—Veo que tenemos público esta tarde, teniente— Se burló Hirako al percatarse de la presencia de Saya y Rukia en la distancia, observando a los shinigamis con un gesto de preocupación evidente en los rostros.
—Mi capitana quiere supervisar este primer entrenamiento— Admitió la joven mientras ponía la mano sobre la guarda de su zanpaku-tō -Le preocupa la seguridad de su estratega oficial, así como también le preocupa que no reciba una atención adecuada
—Tsch, esa capitana sí que es una entrometida- Soltó divertido Hirako antes de mirar a Hanako y suspirar —Quiero medir tu fuerza primero— Admitió abriendo la mano frente a su rostro y cerrando lentamente los dedos.
La máscara fue apareciendo poco a poco hasta cubrir su rostro y ocultar la sonrisa del capitán, Hanako asintió cambiando de lado el mando de su zanpaku-tō y respiró profundo para tranquilizarse.
Y luego ambos se lanzaron al ataque.
[Pleasures of combat – Bleach OST]
El choque de las espadas soltó chispas, Saya profirió un grito, una exclamación de ánimo para su teniente, para su hermana, Rukia sintió el corazón encogerse un centímetro, demasiado asustada todavía de aquellas horrendas máscaras y todo lo que representaban, sobre todo ahora que se había descubierto una nueva conspiración.
Pero Hanako sonreía.
Ambos shinigamis se hacían resistencia el uno al otro, las facciones de Hirako permanecían ocultas bajo la máscara, pero la sonrisa de Hanako era radiante. Nadie ese atrevería a tratar de adivinar las razones, nadie podría siquiera intentarlo, puesto que Hanako nunca había compartido con ningún extraño el hecho de que disfrutaba las batallas con todo su corazón, porque poner a prueba su temple, su habilidad, su fuerza y su poder era el último regalo que su abuelo le había dado.
Y la resistencia terminó, fue un movimiento sincrónico, ambos se lanzaron de espaldas para poner tierra de por medio, y entonces Shinji desapareció de la vista de Hanako, la chica apenas tuvo tiempo de llevar la espada a su espalda para detener el golpe, igual salió disparada hacia el frente varios metros, tuvo que meter la mano derecha para poder estabilizarse antes de girar y atestar un golpe.
Tarde.
Hanako tiró la estocada muy tarde, Shinji ya no estaba ahí para recibir el golpe.
La teniente redireccionó su ataque en cuanto sintió la presencia del capitán a su izquierda, pero de nuevo estaba tarde, otro golpe, y otro, y otro más, y el capitán no entraba en su rango de ataque. Incluso parecía estarse burlando de ella.
La teniente escuchó la voz de su zanpaku-tō claramente, Karyū le exigía dar más, pero Hanako sonrió, asiéndose con más fuerza a su espada y comenzó a correr a mayor velocidad.
Logró dar un golpe, los ojos del Shinji reflejaron su sorpresa cuando Hanako lo alcanzó en el aire, golpeando con el filo de su espada el costado del capitán, pero la sorpresa inicial pasó al instante y él se puso lejos del alcance de la teniente para replantear su estrategia, atacándola de nuevo por la espalda.
Esta vez fue turno de Hanako para desaparecer, la chica se alejó a toda velocidad y preparó una embestida para poner a Hirako a su alcance.
No, terminó la ronda de persecución, esta vez el capitán no buscó escabullirse del ataque, sino que fue directo hacia él. Su espada encontró la de su adversaria, ambos deslizaron aquel golpe hasta las puntas y prepararon el siguiente ataque. Se golpearon el uno al otro tan rápido y fuerte, que chispas saltaron en el aire arremolinándose en torno a ellos.
Y entonces Saya vio los avances de su hermana, todos los entrenamientos que Hanako había tenido con Shūhei en las últimas semanas, todo lo que había mejorado su hakuda. Saya soltó una carcajada por la sorpresa al percatarse de que Hanako ahora combinaba golpes y patadas entre una estocada y la siguiente, movimientos gráciles y ágiles que gritaban danza en cada gesto, y al mismo tiempo gritaban muerte.
Hirako tiró una estocada frontal, Hanako giró sobre sí misma haciendo un pirouette, golpeó al capitán con el codo en la nuca y terminó su giro enganchando la pierna levantada en las rodillas del capitán hasta hacerle caer. Atestó un golpe más con el filo de su espada, pero Shinji ya se había alejado hacia sus espaldas y ponía otro ataque, un golpe dirigido a la espalda baja de Hanako.
La teniente soltó un grito de dolor al recibir aquel impulso, y entonces vio la aglomeración de gente alrededor de la arena, no, la gente no importaba, no parecía extraño que los shinigamis de la división se hubiesen aglomerado al sentir los desplantes de reiatsu. Después de todo, los entrenamientos de las hermanas Yamamoto, más específicamente los de Saya, habían logrado despertar un aire competitivo en la décimo tercera. Los shinigamis de la división disfrutaban ver a las hermanas entrenar para ver qué podían sacar, aprender y perfeccionar para sus propios estilos.
No, lo que atrajo la atención de Hanako fue ver a Byakuya de pie al lado de Rukia, con un gesto de confianza y serenidad que le causó escalofríos, y su afirmación la golpeó de lleno: En Kidō sólo estoy por debajo de Byakuya...
Shinji se lanzó de nuevo al ataque cuando Hanako aterrizó de bruces y su zanpaku-tō cayó varios metros delante de ella, y se estrelló de lleno contra una barrera invisible.
—Nani...— Murmuró el capitán sobando su nariz antes de mirar a su alrededor.
—Hachi-jū ichi— Anunció Hanako recuperando su espada y la guardia —Dankū... Y ahora: Roku-jū ichi: Rikujōkōrō. Carruaje del trueno, puente de una rueda giratoria: ¡Con luz divide esto en seis!
Hirako reaccionó a tiempo, o eso creyó, puesto que se movió a toda velocidad para evadir el hechizo de la teniente, pero terminó golpeando otra pared invisible y entonces el segundo disparo se hizo llegar. Terminó siendo apresado por las seis varas de luz de la teniente, que comenzó a avanzar, girando su espada con gestos dulces y divertidos, consiguiendo que Shinji frunciera el entrecejo.
La chica se detuvo con la espada hacia atrás, adoptando una posición de pelea antes de saltar hacia el frente con toda la intensión de cortar al capitán, y entonces Shinji sonrió debajo de la máscara mientras una luz roja comenzaba a abrirse paso.
Hanako evadió el zero de último minuto, saltó hacia un costado y el desplante de energía que generó el vizard fue suficiente para terminar con los encantamientos de la teniente, logró alcanzarla antes de que ella volviera a ponerse de pie, colocando delicadamente el filo de su zanpaku-tō sobre el hombro de la chica mientras su máscara se desvanecía en el viento.
—Tienes agallas, Yamamoto, y habilidad
La chica golpeó la espada con el dorso de la mano, un gesto desenfadado y gentil que buscaba permanecer cordial, gesto que gritó el nombre de Kai en cada movimiento.
—Bah, no es suficiente— Murmuró la chica antes de levantarse con cuidado y sacudir la tierra de su uniforme.
La teniente deslizó la espada con gallardía por el borde de su vaina y luego la guardó en un movimiento rápido y estilizado, y Hirako pasó saliva con dificultad al ver aquellos golpecitos que la chica comenzó a dar a sus costados, deshaciéndose del polvo sin perder la elegancia ni la clase, Hanako tenía el rostro vuelto hacia la izquierda, un raspón en el hombro asomando por su uniforme ligeramente caído, el cuerpo de la teniente tenía curvaturas naturales que tenían a uno que otro shinigami muy entretenido, su cintura esbelta, su escote discreto, pero no, Shinji no veía más a la mujer frente a sí puesto que los gestos que ella hacía ahora eran idénticos a los de Takeshi.
Y de nuevo se preguntó cómo demonios había terminado metido en una situación así, entrenando a una subordinada de otra división para tratar de reivindicar los pecados de su pasado.
—Terminamos por ahora— Espetó el capitán dándole la espalda a Hanako.
— ¡Perdón! — Soltó ofendida, mirando a Shinji mientras se alejaba de ella con pasos que transmitían fingida calma.
—Terminamos por ahora, Yamamoto— Repitió Hirako arrastrando la voz y llevando las manos a la nuca —Vi lo que tenía que ver, ahora sé cómo debe ser tu entrenamiento. Mañana, a la misma hora
Hanako suspiró resignada, pero asintió para sí misma mientras sentía el reiatsu de Saya y Rukia acercarse hacia ella.
—Demonios hermana, eres un hueso duro de roer— Soltó Saya divertida, dando un golpe fuerte a la espalda de la teniente y consiguiendo que una nube de polvo se separara de sus cabellos —El capitán Hirako da miedo con su máscara— Añadió divertida la soldado mientras Hanako le dedicaba una mueca de dolor
—Lo sé, es perturbador— Murmuró la teniente cuando vio a Rukia asentir con una mueca -Pero justo ahora es mi mejor opción ¿Viste que no tuvo ningún reparo con liberar a su hollow interno? Sé que Karyū me odia cuando le temo, quiero aprender eso de ellos
— ¿Por eso acudiste a Hirako?
No. La respuesta real era no.
Era cierto que el valor de los vizards para enfrentar a sus máscaras y usarlas en batalla era uno de los motivos principales para haberlo pedido, pero (¡Por Dios!), Hanako se llevaba bastante mejor con Kensei que con Hirako, con Rose que con Hirako, y hasta con Mashiro que con Hirako. Si ella hubiese querido el apoyo de los vizards, habría acudido a cualquier otro...
Pero el capitán Shinji había sido capitán de sus padres, de su hermano, él los había guiado antes de todos los experimentos que Aizen había hecho con sus seres queridos, con todos aquellos shinigamis que habían perdido la identidad para convertirse en hollows sin retorno. Aunque Genryūsai en persona la hubiese entrenado, todo el estilo de pelea que tenía Hanako era una mezcla perfectamente equilibrada entre los estilos de sus padres y de su hermano, así había nacido su manera de blandir la zanpaku-tō, primero para honrar a sus seres queridos, segundo para crear su marca personal. Si había alguien que podía ayudarla, ese era Hirako Shinji, puesto que había peleado lado a lado con aquellos que habían creado, sin saberlo y sin querer, el estilo de la mayor de los Yamamoto.
—Sí— Dijo al final, guardándose el sentimentalismo y acariciando la coronilla de su hermana —Algo me dice que el capitán sabrá qué hacer conmigo, si es que me entrena de verdad
—¿A qué te refieres? —murmuró Rukia confundida por aquel planteamiento.
—Tal vez estoy loca, pero... No lo sé— Comentó bajando la voz y la mirada, llevándose una mano a la barbilla con un gesto críptico —Por un momento me dio la impresión de que se estaba limitando en movimientos, como si... Tal vez sólo era la batalla diagnóstico— Remató quitándole importancia a sus pensamientos, sonriendo para ambas shinigamis y encogiéndose de hombros —Después de todo, dijo que quería medirme, así que se entiende si contenía parte de sus ataques
—Tendremos compañía— Murmuró Saya mirando sobre el hombro de su hermana, percatándose de que varios shinigamis se alejaban charlando alegremente —Escuché a Tomoeda decir que no se perderán por nada el entrenamiento de mañana
—Esperemos motivarlos para que den todo de sí— Soltó Hanako divertida, levantando la mano para despedir a los shinigamis que las miraban fijamente, consiguiendo que algunos se sonrojaran por haber sido sorprendidos mirando — ¡Descansen mucho, gracias por todo! —gritó la teniente al verlos regresarle el saludo, poniendo las manos a los costados de su boca. —No sé si quiero que vean mi entrenamiento— Admitió al final, dedicándole una mueca a su hermana.
—Lo entiendo— Afirmó Saya, que conocía perfectamente los principios que su mayor tenía al momento de entrenarse a sí misma —Pero no podemos prohibirles mirar
—No, y puede que algo bueno salga de esto
— ¿Ah sí? ¿Qué cosa? — Soltó Saya, confundida.
—Si se corre el rumor de que el capitán Hirako es más fuerte que yo, otra vez alejaremos las miradas de nuestra dirección
— ¿Sigues creyendo que puedes librarte de la cacería de brujas? — Inquirió Rukia, temiendo desairar a su teniente.
—Sé que no puedo hacerlo— Respondió al final Hanako entre risas discretas —Pero se vale soñar. ¿Quieren té? — Ofreció al final, comenzando a caminar hacia la división —Tanto golpe me abrió el apetito y tal vez un té me ayude a relajar los músculos. Hirako pega con fuerza
Tardaron un poco más en alcanzar a la teniente, Rukia y Saya dedicaron un segundo a ver a Hanako mientras se alejaba de ellas, sonriendo dulcemente, saludando a su paso, una princesa del pueblo que volvía hacia el castillo y reconocía a uno que otro amigo querido en su trayecto. Rukia fue la primera en avanzar, dejando a Saya rezagada un par de pasos.
Sí, la hermana de en medio estaba preocupada puesto que sentía en su tatuaje, en las glicinas que tenía en honor a su hermana mayor, que algo tenía inquieta a la teniente, sabía perfectamente que cuando algo andaba mal, Hanako siempre iba y le contaba todo, no había secretos entre ellas puesto que la mayor había logrado comprender al fin que Saya no era alguien a quien debiera proteger, sino alguien en quien podía apoyarse, debía confiar en el hecho de que, si Hanako no le contaba nada todavía, era por una buena razón.
Sonrió de medio lado, no servía de nada preocuparse, al menos no de momento.
…
Había sido un día agotador para Saya y Hanako, sus entrenamientos las habían dejado bastante cansadas, deseaban llegar a casa y descansar, tal vez cenar algo; pero los aromas provenientes del interior solo les abrieron aun mas el apetito.
Hanako abrió la puerta principal, ambas fueron recibidas por Hogo, quien se relamía el hocico mientras las miraba con desesperación y felicidad. Ambas entraron y vaya sorpresa al ver a su hermana y cuñado en la cocina.
-Bienvenidas- Les dice su hermana, apenas volteándolas a ver ya que tenia algo en la estufa y estaba muy concentrada -Ya casi esta la cena…
-Oh, vaya- Canturreo Saya al ver al albino, había regresado a su forma pequeña, por lo que esperaba las burlas de esta -Así que has vuelto a ser el mini mini predilecto, que cosas…
-No molestes- Fueron sus únicas palabras, continuando su labor en la cocina junto con la pelinegra.
Hanako y Saya colocaron la mesa, momento para el cual, ambos menores se acercaron a dejar lo que habían cocinado.
-Preparamos Tonkatsu con un poco de vegetales al vapor y algunos en tempura, aprovechando el empanizado- Explicó la menor mientras dejaba las cosas sobre la mesa poco a poco, luego la olla de arroz -Esperemos les guste
-Pues yo muero de hambre- Saya estaba lista para atacar la comida, pero Hanako la detuvo, así que miró a la mayor con curiosidad, quien juntara las manos, indicándole que antes debía dar gracias -Esta bien, daré las gracias
Si algo sabían mejor las dos hermanas en ese momento, es que su flecha veloz se estaba muriendo de hambre, por lo que, al momento en que Hanako terminara de dar gracias por la comida, Saya comenzó a atacar la comida, haciendo que sus hermanas rodaran los ojos.
Mientras Saya devoraba su comida, su mente planeaba su siguiente movimiento, todo para molestar a su hermana y su cuñado.
-Oye… por cierto Tōshirō- Habla con un poco de comida en la boca - ¿Que tal tu nueva perspectiva del mundo al tener cincuenta centímetros de altura extra? ¿no lo extrañas?
-Saya…- Murmuró Asami, tratando de evitar en la medida de lo posible las burlas y ofensas.
-Me gusta, pero hay algo que todavía no me agrada de mi forma adulta- Respondió, sereno, con los ojos cerrados, mientras dejaba su tazón de arroz sobre la mesa, esto tomo por sorpresa a su novia -Y no, no lo extraño…
-Bueno, la aceptación propia es lo más importante- Comentó Hanako, dejando también su tazón sobre la mesa -Eso me gusta, pero… entonces porque hacerte adulto cuando peleas, aclárame eso…
-Solo utilizo esa forma para aumentar mi poder, es todo…
-Y para crear bebes- El comentario de Saya no paso desapercibido esta vez -Obviamente un niño no podría cuidar de otro niño… normalmente los hijos alcanzan la estatura de sus padres cuando son adolescentes- Ella aun seguía viendo que picaba con sus palillos -Pero en su caso, su primer hijo ya estará en la estatura de Tōshirō al cumplir los seis años
Tōshirō miró con agudeza a su cuñada, y esto le provoco que algo se removiera en su interior, porque era verdad, probablemente sus hijos heredarían los genes de las Yamamoto, Hanako era alta, luego le seguía Asami y Saya, quien solo era unos pocos centímetros más baja que su hermana menor. No tenía como refutar a ese pensamiento, por lo que suspiro.
-A parte, no creo que un niño sea capaz de procrear ¿Qué opinas Hanako? – Saya miró a su hermana, quien abriera los ojos de golpe al escuchar las palabras de Saya dirigiéndose a ella -Tal vez tu forma adulta pueda hacer algo con nuestra hermana
-Honestamente no me gusta meterme en estos temas- Inició Hanako, ladeando el rostro de un lado al otro, dándole una pausa a Asami -Sin embargo, no creo que un niño baste, no importando su poder, así que debería replantearse muchas cosas, capitán…
-Ya basta Saya…- Asami insistió por segunda ocasión, provocando que la sonrisa bobalicona de su hermana apareciera, lo que le hizo hervir la sangre, sin embargo, pudo ver algo en la muñeca de Saya, algo que nunca en la vida había visto y, claro, que conocía todas y cada una de las pulseras y collares de su hermana - ¿De donde sacaste eso? Nunca te había visto esa pulsera…
Las mejillas de Saya se tornaron rosadas, bajo los brazos y miró su plato de comida vacío, balbuceando.
-No es nada nuevo, la encontré al fondo de mi caja, es una baratija- Hanako se aclaró la garganta, y Saya temió que su hermana la delatara, aunque, realmente si podía -No necesitas tomarle importancia…
-Ah ¿de veras? Yo creo que sí, porque varias veces he tenido que limpiar u ordenar tu habitación y esa caja suele estar volteada de cabeza…
Hanako volvió a aclararse la garganta, tosió con poca fuerza, colocando su puño frente a su boca, escapándosele el nombre del teniente Abarai unas cuantas veces; para el albino, este era su momento de venganza.
-Así que… Abarai ¿verdad? – La cara de Saya se torno roja, escondiendo la mirada bajo su flequillo, el albino solo mostro una sonrisa petulante -Que sorpresa, creí que nunca lo haría
-Vaya, no creí que se tomara tan en serio mi consejo- Comentó Asami, mordiéndose la lengua un poco para no reírse -Al menos alguien si sigue mis consejos…
-Que interesante, algo se esta cocinando entre la sexta y la trece- Y claro que hubiera dicho algo más, pero por esa noche, era suficiente.
-Por cierto, hoy sentí sus reiatsu en constante fluctuación- Hanako y Saya miraron a su hermana con curiosidad - ¿Esta todo bien?
-Ay peque, todo esta en orden- Soltó Hanako, un poco más tranquila y relajada por dejar de lado las discusiones "toxicas" -Es solo que hoy tuve mi primer entrenamiento con el capitán Hirako
-Y yo con la capitana Soi-Fong- Continuo Saya, quien se llevase un nuevo bocado -Odio admitirlo, pero esa mujer es un hueso duro de roer
-Felicidades, espero les vaya muy bien- Comentó la menor, notando la seriedad en su novio, sintiendo sus dudas y temores -Espero poder ver alguno de sus entrenamientos, de las dos
Tōshirō se puso de pie, apenas despidiéndose de sus cuñadas y agradeciendo por la comida, por lo que Asami debió salir corriendo tras de él. Ambas se quedaron sorprendidas, a sabiendas que el albino probablemente estaba digiriendo sus palabras.
La menor había vuelto unas horas después, deseándoles las buenas noches a sus hermanas, aunque no muy feliz; realmente no le tomaron tanta importancia, no de momento, ya que ellas mismas tenían sus propias disputas al día siguiente.
…
El entrenamiento del día siguiente inicio casi igual que el anterior, cuyo recibimiento fue un fiero ataque, dándole apenas el tiempo suficiente para liberar a su zanpaku-tō. La capitana no le dejaría ni un milisegundo para concentrar la energía de Kairyū en tratar de curar cada golpe que le daba sin piedad, además, también debía usarlo para agarrar más fuerza y seguirle en aquel intenso y rápido combate, no podía seguir solo bloqueando ataques, dejar que la golpeara, curarse y repetir el mismo patrón de nuevo. No. De alguna manera debía contratacar, defenderse.
- "Kairyū, expande tus aguas" – Pensó para sí misma y para su zanpaku-tō al caer en cuenta que se estaba quedando estancada al estar de la misma forma que ayer, tan solo bloqueando, tratando de seguir la velocidad de la capitana sin existo, dejando que un nuevo golpe la dejara, literalmente, sin fuerzas.
Debía expandir tanto su fuerza como su mente, no solo concentrarse en una sola cosa.
Bloqueó un fiero ataque de la espada de Soi-Fong con su zanpaku-tō, sus pies derraparon varios metros lejos de su contrincante, pero se dio cuenta que sentía toda la energía de Kairyū por todo su cuerpo, recorriendo cada poro de su piel, no solo en la zona donde había sido herida. Entonces sintió un nuevo empujón, nuevas energías, lo que la llevo a lanzarse al ataque blandiendo sus espadas, ataques que eran un feroz oleaje de un mar en tempestad. Incluso su velocidad mejoro considerablemente, pero aún no podía encontrar el momento para dar el golpe a su oponente.
Su cuerpo parecía reaccionar en defensa a cada uno de los ataques, frenándolos no solo con sus espadas, también con cada parte de su cuerpo. No importaba incluso que la magnitud de los golpes la hirieran, estos se curaban al tiempo que podía continuar peleando; la fuerza de su zanpaku-tō se había expandido como el mar abierto por todo su cuerpo.
Podía sentir esta vez de donde provendría el siguiente ataque, siendo este un golpe en diagonal con el codo que iba directo a su hombro, que frenó al desviarlo con su pierna, mientras que rápidamente daba un giro para atacar con un golpe con su rodilla hacia las costillas de la capitana, pero esta desapareció, reapareciendo detrás suyo para atacar con su katana pero chocando con las espadas de Saya cuando las puso rápidamente hacia atrás, empujando con todas sus fuerzas a Soi-Fong, aprovechando la fuerza del impacto de armas para alejarla.
-Supongo que ya te cansaste de que solo dejarte golpear– Dice Soi-Fong con soberbia.
-No soy masoquista, capitana– Responde poniéndose en pose de pelea, señalándola con sus espadas –Kairyū puede curar casi al instante cualquier herida, pero el proceso es bastante doloroso
Una nueva ronda se inició, cada una dando una serie de ataques que ni una de las dos estaba dispuesta a recibir, así que los esquivaban con sus armas o un instantáneo shunpo, o los desviaban con alguna parte de su cuerpo. Solo pararon el entrenamiento del día cuando el choque de fuerzas las separo, y esta vez, hasta Soi-Fong podía notársele un poco cansada, incluso con leves moretones en sus muñecas al frenar los golpes que trataba de darle la soldado, quien, al igual que ayer, nuevamente se puso en espera de una nueva ronda a pesar de que le quedaban apenas las fuerzas necesarias para mantenerse en pie.
Soi-Fong bufa casi despreciativa, dándose media vuelta alejándose tras decir "vuelve mañana", ocultando para Saya la leve sonrisa de orgullo ante los agigantados avances de la soldado en tan poco tiempo y, es que solo una persona ha podido seguirle el ritmo en un combate cuerpo a cuerpo.
…
La noche anterior no había terminado realmente bien, habría deseado que Saya mantuviera la boca cerrada por más tiempo, pero no lo hizo, por lo que, inminentemente, termino pasando lo que más temía.
Había trabajado en silencio todo el día, apenas y había respondido a las preguntas que su joven subordinado le hacia respecto a los reportes. Yoshio había terminado por elegir ir a repartir los reportes pendientes que aún seguían trabajándose luego de mucho tiempo estancados, por lo que nuevamente se quedaron solos; Matsumoto había logrado escapar ese día, así que no había temor a que apareciera por la oficina.
- ¿Podemos hablar? – Dijo la chica al momento de acercarse a su capitán, quien rellenaba unos papeles, por lo que suspiro, dejando sus deberes y poniendo atención a la chica, no iba a levantarse de esa silla, no de momento, por lo que la joven se encogió de hombros y prosiguió -No tengo porque estar disculpando a mis hermanas, pero siento que lo de anoche, no fue algo que debieron haber dicho… se cuanto detestas tu forma adulta
Tōshirō cerró los ojos, suspirando, apretándose el puente de la nariz, no quería responder de forma abrupta, mucho menos molesto, menos por el hecho de que su novia no tenía la culpa de aquello. Pero había algo que deseaba tratar con ella, algo que tenía que ver con ellos, con su relación.
-Estos días he tratado de pensar positivamente respecto a ello, pero pude ver un cambio en ti que no termina por convencerme- Esto la tomo por sorpresa, lo que la hizo pasar saliva con dificultad -Dime una cosa, Asami, realmente ¿te gusta esta forma mía?
Se miraron a los ojos un momento, pero ella podía sentir el latir de su corazón en sus oídos, parpadeo un par de veces, seguidas, mientras que el albino arqueaba una ceja.
-No se de que estas hablando Tōshirō, yo… por supuesto que me gusta, me enamore de ti así y así te quiero…- Tōshirō la miraba a los ojos, parecía escrutarla a fondo, como queriendo encontrar algún desliz en sus palabras -Oye, no creerás que…
-Evidentemente, lo pensé…- Suspiro, Asami cambio su expresión, mostrando tristeza, decepción porque el creyera que le gustaba mas su forma adulta -Pero tus hermanas tienen razón, en esta forma no me creo capaz de seguir jugando con el destino, soy solamente un niño
-No lo eres, y no quiero que les hagas caso, solo son burlas para molestarte…
-Entre sus burlas hay algo de razón, y no puedes negarlo- La chica frunció el entrecejo, no podía creer que las palabras de sus hermanas lo hubieran afectado tanto -No vamos a llegar a ningún lado de esta manera, no voy a poder protegerte en caso de un ataque furtivo, mi transformación es muy lenta…
-Entonces entréname- Los ojos de Tōshirō se abrieron de golpe, sobre todo, porque de un momento a otro, tuvo a la chica sobre sus piernas -Si eso es lo que te preocupa, entonces entréname y hazme mas fuerte, y así, no tendrás porque preocuparte por protegerme
-Ese no es el punto…- Sus labios fueron tomados por los de su novia, lo que lo hizo sentir un extraño cosquilleo en su pecho, el cual, bajo hasta la boca de su estómago, pero no perdiendo la oportunidad de poner sus manos sobre la cadera de la chica -Le prometí a Hanako que te protegería…
-A veces quisiera que no hicieras tanto caso a las promesas que haces con mis hermanas- Paseo sus dedos por el rostro del albino, sintiendo que comenzaba a relajarse -Yo soy la defensa del gotei, y si quiero ser de ayuda en lo que sea que se avecina, necesito que me entrenes
-Ya lo veremos…- Esta vez fue Tōshirō quien iniciaría con el beso, sin embargo, el abrir de la puerta los tomo por sorpresa a ambos, haciendo que ambos cayeran al piso, sintiendo a duras penas el reiatsu de la pelirroja, ambos se enderezaron, pero fue Asami quien se sonrojara por la presencia de su teniente en la oficina - ¿Qué acaso no sabes tocar?
-Oh, vaya, creo que llegue en mal momento- Al albino le salía humo de los oídos, mientras que la joven se ubico de nuevo en su escritorio, sonrojada, mientras el albino peleaba con su despistada teniente.
…
Regresaba prácticamente arrastrando los pies, no había tenido esa clase de entrenamientos desde que el viejo la tenía agotada día con día, y la capitana de la segunda división aun la esperaba al día siguiente. Quien sabe cuánto tiempo más estaría yendo con ella, y menos estaba segura hasta donde sería capaz de llegar la capitana con sus "entrenamientos", parecía que solo la veía como a una oponente a la cual vencer definitivamente.
-Empiezo realmente a creer que lo que busca es matarme– Murmura mientras caminaba distraídamente
-La capitana Soi-Fong es bastante extremista ¿verdad Saya-chan? – Aparece frente a ella el capitán comandante, sonriéndole fraternalmente –Pero dudo que su objetivo sea matarte, se ganaría el odio de muchas personas del Gotei
-Kyora…– Se detiene, por un momento olvidaba que se encontraba frente a la máxima autoridad del gotei, por lo que toma una postura de firmes, a lo que Kyōraku solo sonríe divertido, recordando las represalias que le daba Yama-jii a esa niña por siempre ser tan informal con sus mayores –Disculpe, capitán comandante
-Está bien, podemos olvidar las formalidades- La ve relajarse poco a poco y verlo con compañerismo - ¿Qué tal tu entrenamiento con la capitana de la segunda?
-Bastante duro, diría yo– Se frota el cuello, a pesar de que Kairyū curo los golpes de su cuerpo, aun lo sentía bastante pesado –La lección que quiere darme la capitana es la de enfrentar a un oponente que realmente quiera acabar conmigo, y se lo está tomando bastante enserio
Kyōraku suelta una pequeña risa, casi no ha convivido con su niña de en medio, y es que Saya siempre ha estado de un lado para otro haciendo y deshaciendo. Parecía no tener preocupaciones, aunque eso era solo lo que reflejaba siempre en el exterior.
-Tu liberación son espadas dobles ¿cierto? – Pregunta, más que nada por mera formalidad, era conocedor de las habilidades de Saya desde hace mucho tiempo atrás –Quizá pueda enseñarte algunas técnicas que te serán de ayuda, claro, si no estás muy cansada de tu entrenamiento
- ¡Para nada! – Exclama con entusiasmo, enterneciendo el gesto del comandante.
Saya es quien dirige al comandante a uno de sus sitios favoritos entre el bosque para entrenar tranquilamente, esa niña siempre había sido muy inquieta, lo que lo llevo a recordar, como el anterior comandante debía rastrear su reiatsu para encontrarla, y Saya siempre estaba explorando por los alrededores del bosque del Gotei, llevándole a su abuelo toda clase de semillas raras que se encontraba.
Se detuvieron en un sitio despejado que era solo rodeado por unos cuantos árboles. Saya inmediatamente libera a su zanpaku-tō, ansiosa, en espera de ver que le enseñaría el comandante, por lo que este solo sonríe divertido ante el evidente entusiasmo de su pequeño remolino al tiempo que tomaba sus dos espadas.
-El tener espadas dobles, no significa que siempre deban pelear separadas– Comienza su lección mientras juntaba ambas espadas, sosteniéndolas con ambas manos como si fueran una sola – Puedes lograr un mayor impacto de ataque de esta forma
A Saya nunca se le paso por la cabeza tomar a Kairyū de esa forma, siempre la considero como una extensión más de sus brazos y que fácilmente incorporo a sus movimientos con hakuda. Al tomar ambas espadas como le indicaba Kyōraku, sintió de inmediato la energía combinarse, incluso podía sentir una especie de chispa en Kairyū al trabajar junto a su contraparte y, únicamente por la emoción de esa clase de energía nueva, blandió sus espadas como si fuese a cortar algo, saliendo de ella una especie de remolino que derribo un par de árboles detrás de Kyōraku.
-Fiu– Silba el castaño a manera de asombro.
-Lo siento, no tenía idea de que Kairyū pudiera hacer eso– Mira a su zanpaku-tō con genuino asombro.
-Los remolinos que hay en el fondo del océano nacen por la combinación del agua dulce del rio con el agua salada del mar– Analiza –Creo que acabas de descubrir una nueva técnica del dragón del mar, Saya-chan– Una nueva mirada de entusiasmo se dibuja en el rostro de la shinigami, recordando vagamente que no ha leído ni una carta de las que le dejo el viejo Yama-jii respecto a su nieta de en medio –Trata de controlar eso Saya-chan, lo que busco enseñarte es una técnica en la pelea con espadas dobles
-Claro– Da una respiración profunda, cerrando los ojos y juntando nuevamente sus espadas, con un poco más de seguridad y confianza, incluso, hasta impaciente –Estoy lista…
Kyōraku fue a ella con cierta lentitud para que entendiera bien lo que buscaba enseñarle. Lo que hizo fue dar un golpe a la zanpaku-tō de Saya haciendo una especie de arco hacia abajo, lo que hizo que el agarre de Saya perdiera fuerza al llevar inevitablemente sus espadas hacia arriba, en una posición que se le dificultaba defenderse o contratacar. Luego, el castaño separo sus espadas, llevando una al costado de Saya y la otra en dirección a su cuello, esta última pudiendo frenarla con la espada de su mano izquierda al estar dentro de su rango de visión.
Fue después que se dio cuenta del truco en ese ataque al ver una de las katanas del comandante rosándole la costilla. Lo que buscaba, era mostrarle como distraer al oponente, haciéndole creer que había bloqueado aquel golpe, cuando en realidad, el ataque definitivo era por otro lado.
- ¡Increíble! – Exclama Saya con asombro - ¿Puedo intentarlo?
La respuesta de Kyōraku fue un gentil asentimiento, y ante eso, pudo ver fugazmente a su padre al enseñarle los movimientos básicos de hakuda, un melancólico recuerdo que la hizo sonreír levemente, tanto de tristeza como de alegría.
Practicaron un par de veces más, no fue extraño que Saya lo dominara rápidamente y que incluso agregara un movimiento de hakuda en aquel estilo de ataque con espadas dobles. En el último intento logro estar a centímetros de dar un fuerte golpe en un costado del comandante con su rodilla, así como que una de sus espadas estuviese prácticamente rosándole el cuello, todo en lo que Kyōraku bloqueaba ambos ataques de espadas con las propias mientras que sostenía la rodilla de la shinigami con su ante brazo.
-Estuvo cerca– Se elogia Saya alejándose un par de pasos –Por poco lo logro ¿Verdad otto…- Se calla, había dicho eso sin pensar y le hizo abochornarse un poco, no pudiendo mirar directamente al comandante.
Por un momento el corazón de Kyōraku se sintió conmovido, casi pudo sentir como una traicionera lagrima estaba por salírsele por el rabillo del ojo, pero en su lugar, sonrió con cariño acercándosele, apoyándose en una rodilla para estar a la altura de Saya y poner su mano gentilmente sobre su alborotado cabello, logrando que lo mirase con asombro y extrañeza por tal fraternal gesto a con ella.
-Sigue así… Saya-chan– Lo dice con tal suave voz y cariñoso gesto, que Saya nuevamente ve a su padre felicitándola por lograr sus primeros movimientos, y tener ese recuerdo siendo representado por Kyōraku la llena de dicha y paz. Era como tener de vuelta esa figura paterna que le arrebataron - ¿Está bien si me acompañas a tomar un trago? – Le ofrece apaciblemente –Se que sueles tomar de vez en cuando con tus amigos de la onceava división
-Claro– Algo de Sake le ayudaría a relajar su tensado cuerpo.
Las estridentes risas de Saya con cada anécdota que le contaba de una variedad de situaciones tenían a Kyōraku bastante entretenido, ahora entendía mejor a que se refería Hanako cuando decía que Saya era la alegría de la casa y quien les quitaba toda tensión y peso de cualquier situación, el mismo empezaba a olvidarse por la situación que estaba pasando en el Gotei.
-Veo que te diviertes bastante con tus amigos, Saya-chan– Comenta ante la anécdota que relataba respecto a ellos –Te aprecian bastante– Afirma sirviéndole otra copa de sake –Incluso están dispuestos a rebelarse contra su propio capitán si se atreve a hacerte daño
-Lo sé– Sonríe con cariño –Son buenos chicos, ese par de locos…
- ¿Y qué me dices de relación con otros shinigamis? Por ejemplo… con el teniente Abarai– Saya escupe un poco el sake que estaba bebiendo y tosiendo un poco –Los rumores del Gotei dicen que suele llevarte café todas las mañanas
- ¡Eso solo fue por una apuesta que perdió! – Alza la voz con cierta molestia mezclada con bochorno ¿Por qué todos mal entendían eso? –No hay nada entre ese teniente y yo
- ¿Entonces no se llevan bien? – Observa que no podía debatir del todo eso.
-Bu-bueno… ahora nos llevamos un poco mejor que al principio– Mira disimuladamente la pulsera en su muñeca –Al comienzo me parecía alguien sumamente egoísta y ególatra, que iba por ahí alardeando de su puesto y subestimando a todos… pero ahora…– Reflexiona un poco, y es que, actualmente ya no podría describirlo de tal manera - ¡Argh! ¡No lo sé! – Se revuelve el cabello –Es muy confuso, ese teniente idiota
-Tranquila Saya-chan– Dice tras soltar una disimulada risa –No lo sobre analices, ya el tiempo te aclarara todo
-Sí, supongo…– Quedan un momento en silencio, hasta que Saya inevitablemente da un gran bostezo al tiempo que se pone de pie –Debo irme, quiero pasar a mi división para ver si mi capitana no necesita ayuda en algo– Kyōraku asiente muy sonriente, gustoso por el pequeño momento que paso con su niña de en medio –Gracias por la invitación
-Cuando gustes Saya-chan, ven a visitarme más seguido– Claro que lo haría, con el actual comandante sintió una agradable atmosfera fraternal y de compañerismo.
…
Llevaba asomándose disimuladamente por los sitios en los que Saya usualmente se encontraba. En la oficina donde ayudaba con el papeleo, gimnasio, por la zona del bosque donde solía caminar, en el campo de entrenamiento en donde se encargaba de entrenar a los demás soldados de su división, pero nada, simplemente no se encontraba en ningún lugar y, extrañamente tampoco sentía su reiatsu que normalmente siempre daba la sensación de que era un mar en constante agitación.
Aunque en primer lugar ¿Por qué la estaba buscando? A claro, para su intento número quinientos cuarenta y siete de invitarla a salir, aunque sea a comer, y, además, hace unos momentos su reiatsu se sintió demasiado agitado, como si estuviese teniendo dificultades, pero de repente, había disminuido bastante.
Ahora que ya eran amigos, o eso creía; así que no tenía nada de malo preocuparse por ella ¿o sí?
-Renji…– La voz de Rukia llegando a sus espaldas le hace tensarse - ¿Qué estás haciendo por aquí?
-Oh, Rukia– Se da la media vuelta –Yo… solo… pasaba por aquí y… – Como siempre, al tardar tanto en pensar en una buena excusa, se deja en total evidencia ante su amiga.
-No estarás buscando a Saya, ¿o sí? - Le mira de forma burlona y picara, cruzándose de brazos y mirando a su amigo, provocando que se sonrojara y empezara a sudar por los nervios.
-No… bueno… es que hace unos momentos sentí su reiatsu demasiado agitado y… etto…
-Te preocupaste por ella- Afirma, poniendo aún más en evidencia a su amigo que no da ningún intento de poner alguna excusa –Saya lleva dos días entrenando con la capitana Soi-Fong– Eso deja un poco serio al teniente, así como sorprendido, la capitana de la segunda división era alguien sumamente fría y extremista, no quería ni imaginarse que clase de entrenamiento estaría llevando Saya con ella.
- ¿Y sabes dónde está?
-Vino a la división para preguntarme si no había pendientes, se veía bastante agotada así que le dije que por hoy fuera a descansar, posiblemente está en su casa…
-Gracias, Rukia– Y se va tras un shunpo, mientras Rukia sonreía con algo de resignación, ya Renji no podía negar que sentía algo por la mejor de sus shinigamis.
Ir a verla a su casa quizá no eran tan buena idea, Rukia dijo que se veía muy cansada, y siendo Saya, que perecía tener una reserva inagotable de energías, significaba entonces que su entrenamiento con la capitana debió ser bastante difícil, aun para alguien como ella. Pero de todos modos ahí iba, siguiendo el tranquilo reiatsu de aquella shinigami que ahora podía sentir un poco más conforme se acercaba a la residencia Yamamoto. Pero su energía espiritual lo llevo en otra dirección, no precisamente en el interior de su casa, sino que lo llevo a entrar por un pasillo bastante amplio y que estaba rodeado de árboles y flores. Pudo ubicar a la chica, caminando un poco más, viéndola como muy pocas veces podía; totalmente tranquila, con el rostro sereno mientras dormía tranquilamente bajo la sombra refrescante de los árboles.
Se fue acercando sigilosamente, evitando hacer el menor ruido. No pudo evitar quedar de cierta forma embelesado al verla de esa forma, y es que tal como dijo su capitán, Saya tenía su encanto y él, sin saber cómo ni cuándo, había caído ante su peculiar forma de ser. Reparó entonces en sus brazos, percatándose que tenía algunos tenues moretones, seguramente producto del entrenamiento con Soi-Fong. De verdad se estaba esforzando diariamente para volverse más fuerte, y no por el egoísta objetivo de alcanzar un puesto alto y alardear sobre ello, simplemente tenía el ferviente deseo de volverse más fuerte para proteger al gotei y a las personas que quería, una convicción que era admirable en alguien tan poderosa como ella, y un aspecto que, cuando fue descubriendo le hizo irse interesando en aquella shinigami.
En un principio la subestimo demasiado, y Saya se encargó de darle una vergonzosa lección que lo hirió en su orgullo y le hizo tomarle cierto recelo. Pero ahora, comenzaba a preguntarse si era digno de estar con ella, ya sea como su amigo o como algo más.
-Saya…– Murmura mientras su mano parecía ir por si sola en dirección al rostro de la shinigami, quien comenzó a apretar los parpados en signo que estaba a punto de despertar, lo que lo puso sumamente nervioso y en busca de un sitio donde ocultarse, no pudiendo hallar ninguno.
Saya entonces se sentó estirando sus brazos emitiendo un enorme bostezo, tallándose luego sus ojos que empezaban a abrirse con pereza.
- ¿Renji? – Dice con voz dormida al verlo - ¿Qué rayos estás haciendo en mi cuarto? Pervertido – Posiblemente quiso sonar reclamante, pero su voz adormilada no ayudaba en eso.
-No estoy en tu cuarto, fíjate bien– Le reclama –Te quedaste dormida afuera, en el jardín
Ella mira entonces a su alrededor, aun con los ojos entreabiertos y adormilados.
-Oh, es verdad– Emite otro sonoro bostezo mientras se ponía de pie y daba una serie de estiramientos para tratar de despertarse.
- ¿Qué haces durmiendo aquí de todos modos? Puedes pescar un resfriado si duermes a la intemperie
-Yo no me enfermo- Afirma ya un poco más despierta –Solo quería despejarme un rato mientras Kairyū curaba los golpes de mi cuerpo, pero me quede dormida
- ¿Golpes? – Pregunta con preocupación - ¿De tu entrenamiento con Soi-Fong?
-Sí, me supera bastante en todos mis propios aspectos, y sus entrenamientos son muy duros– Daba la impresión de que se recriminaba por eso, al darse cuenta de que aún le faltaba mucho que aprender.
-La capitana Soi-Fong no aceptaría entrenar a cualquier shinigami- Se apresura a decir –Y mucho menos a un shinigami raso, si acepto entrenarte fue porque ha visto tu potencial y que puedes mejorar rápidamente- Saya lo mira por unos momentos sorprendida, y es que esta vez, Renji le decía aquello sin pisca de burla, además que lo que le dijo fue parecido a lo que le dijo Hanako.
- ¿Acaso eso fue un elogio? – Pregunta con su típica sonrisa desafiante, haciendo que Renji frunciera el gesto, que rápido podía sacarlo de quicio –Gracias– Dijo justo antes de que Renji fuera a reclamarle algo, y aunque no lo miraba directamente, podía notar su sincera sonrisa –Claro que viniendo de un teniente al que le he pateado el trasero tantas veces, no se si cuente mucho- Y de nuevo ese estilo de comentario que casi lo hace caerse de frente y gruñir por lo bajo.
-De verdad que eres…- Saya lo mira provocativa, invitándolo a terminar la frase –Olvídalo… ¿Por lo menos ya has comido algo? – Y con la simple mención de la comida, el estómago de Saya gruño fuertemente, abochornándola mientras lo sostiene en un intento de callar el ruido –Vaya… eso quiere decir que no– Ahora fue su turno de sonreír burlón –Espero no quedar en bancarrota si te invito algo
-Vaya forma de invitar a una dama a comer, Renji- Dice con burla alzando una ceja –Solo aceptare porque estoy demasiado cansada de prepararme algo- Se adelanta, llevándose los brazos a la nuca.
Renji comienza a caminar a la par, tras que emite un ligero suspiro y sonríe con cierto alivio, quizá fue un poco brusca la forma en la que al fin pudo invitarla a comer con él, pero, después de todo, se trataba de Saya. Además, ahora parecía mucho más relajada estando en su presencia, ya era una ventaja que no se quisieran matar mutuamente de solo verse.
…
Las espadas chocaron, una y otra vez, no había lugar que se salvara, árbol que no cayera y mucho menos, área que no estuviera cubierta de diamantes o hielo; el área había sido resguardada por una barrera de diamante que los mantenía separados de ojos curiosos.
El capitán de la décima estaba luchando con su bankai, mientras que la chica, a la par, utilizaba la primera liberación de su poder. Desde los primeros golpes el albino pudo sentir el excedente de poder que ella poseía, mientras una idea cruzo su cabeza, sonriendo petulante mientras la atacaba sin miramientos, haciendo que se estrellara contra el diamante.
Asami volvió a levantarse, atacando con sus diamantes desde diferentes ángulos, pero el albino los desviaba con sus poderes y, hasta ese momento, había comenzado a sentirse cansado ¿Por qué? ¿Acaso estaba teniendo tan poca resistencia? ¡Que locura!
-Tengo una idea…- Soltó el albino de repente, haciendo que la chica perdiera la concentración, sus espadas apenas se habían rozado, pero no alcanzo a sostenerse, por lo que se fue de cara contra el piso - ¡Asami! ¿Estás bien?
Le ayudo a ponerse de pie, notando el raspón en la punta de la nariz, ambos envainaron, tomando un breve descanso, desapareciendo la barrera de diamante y permitiendo que el joven Kurosaki se acercara a ellos, entregándole un té a Asami y un vaso de leche tibia al albino.
- ¿Y bien? – La chica había dado un sorbo al te, miraba a la nada mientras el viento golpeaba su rostro - ¿Qué idea se te ocurrió como para hacerme frenar en seco mi ataque?
Tōshirō miró a su novia con una ceja alzada, esto la intrigo y, hasta cierto punto, le atemorizo, porque conocía a su novio y solo podía confiar en él en ese momento.
- ¿A dónde me llevas? – Preguntó ella mientras descendían, mas y mas abajo, estaba bastante sorprendida de que la mansión escondiera un sótano -Tōshirō, aun no me dices cuál es tu plan
-Lo veras en unos momentos- Fue su única respuesta, ya que no agrego nada más.
Ambos llegaron al final de la escalera, donde se abría un campo enorme, simulaba una especie de desierto rocoso, incluso el techo era alto y simulaba ser un cielo. Nunca había visto un lugar así, pero lo que más le sorprendió, es que no podía sentir ni un solo reiatsu a su alrededor, únicamente el de su compañero.
-Entrenaremos aquí lo siguientes días, espero que tus hermanas no se molesten- Llegaron al último escalón, y lo primero que hizo el albino, fue desenvainar su espada -Ahora, quiero que me enfrentes con todo lo que tienes, y yo haré lo mismo
…
Aun tenía dudas, muchas dudas, y es que estaba seguro de que su novia tenia habilidades ocultas que ni siquiera ella misma conocía, que había más secretos que conocer, pero ¿Quién podría saber esos secretos? Claro, nadie más que su propio comandante los sabría, porque él era el encargado de ellas, era como su padre, su protector, y sabía que podía preguntárselo a él.
-Capitán Hitsugaya, es raro verte por aquí si no te llamo- Dijo el castaño con una taza de té en la mano, Nanao apareció y dejo una frente al capitán - ¿Qué te trae por aquí?
-No vengo a quitarle mucho tiempo, comandante, solo… unas cuantas preguntas- La mirada afilada, el tono de voz, la postura rígida, todo eso fueron indicadores de que no parecía ser una charla amena -Ya lo adivinaste ¿cierto?
Suspiró, dejando la taza sobre su el escritorio, apoyándose en el respaldo de su silla, mirando fijamente a su capitán. La herida en su mejilla, su versión adulta, el desgaste en las orillas de su haori; sonrió.
-Bueno, era de esperarse que la pequeña Asami también quisiera entrenarse, saber que sus hermanas están avanzando de esa manera la llevaría a también querer más- Su perfil afilado, sus facciones maduras le daban un aire totalmente diferente, como si él tampoco se acostumbrara a esta forma del albino - ¿De verdad quieres saberlo?
-No quiero hacer un movimiento equivocado, conozco algunas cosas, pero no se si vaya a afectar en algo- Tomó la taza despreocupadamente, dando un sorbo, saboreando el dulce sabor del té que preparaba Nanao, aguardo, pero luego ataco - ¿Qué sabes sobre el excedente de su poder?
Golpe bajo, muy bajo, porque ni siquiera el mismo Genryūsai había podido hacer algo con él, ni siquiera el sello de la flor del infierno podía hacer algo con el ¿Cómo le explicaba la situación sin alarmarlo? Bueno, solo pudo encogerse de hombros, despego la espalda de su silla y entrelazo los dedos sobre su escritorio, suspirando.
-No hay poder en la sociedad de almas que pueda hacer algo con ese excedente de poder, Asami lo controla de manera extraordinaria y, de no ser por ese excedente, el teniente Abarai y Hisagi estarían muertos- Punto a favor, sin embargo, eso no respondía sus dudas - ¿Has notado que su cabello se ha vuelto aun más blanco?
Esta pregunta no lo tomó por sorpresa, había notado que, desde la misión del Shadow, el cabello de su novia se había vuelto más blanco, ahora no solo tenia las puntas, si no, también una buena parte, como si el decoloro hubiera aumentado por cuenta propia, entonces ¿así era?
-Explícate…
-El cabello de Asami nos ha dado una pista sobre su poder actual, si continua ascendiendo, entonces, significa que ha ganado más poder, lo que llevaría al sello que el viejo Yama-jii le impuso a romperse- Lo miró con curiosidad, como si no entendiera a lo que se refería su superior, por lo que Kyōraku sonrió, aunque llevaba implícita algo de melancolía en ellos -Asami puede ser un arma de doble filo, probablemente la única forma de detenerla cuando su cabello se torne completamente blanco, sea cortarlo
-Puedo tomar esa responsabilidad- Sin chistar, sin dudarlo, esto acompañado del golpe de la cerámica sobre la madera - ¿Tienes algo más que decirme?
-Si ya tomaste tu decisión, no tengo nada más que decirte- Kyōraku miraba la madera de su escritorio, como si algo fascinante se encontrase ahí, pero decidió alzar la mirada, aguda y voraz hacia su colega, cruzándose con la de él, haciendo que un escalofrío le recorriera la espalda -Solo recuerda, que una vez suceda eso, no sabemos el punto exacto en el que ninguno de nosotros se encuentre, y su propio poder podría acabar con ella
-Ya lo veremos…- Se puso de pie, aunque todavía había algo de chispa de ese desafío, como si hubieran activado una bomba de tiempo o algo por el estilo, algo que había que modificar, que mejorar, y que solo ellos entendían -Gracias por tu tiempo
Salió de la oficina, decidido y veloz hacia su división, dejando solo al hombre con sus pensamientos, pero no solo eso, también con una sonrisa satisfactoria en el rostro.
-Probablemente no haya mejor persona en toda la sociedad que pueda enseñarle un poco de autocontrol a mi pequeña Asami, así que te la encargo, Tōshirō-kun, demuéstrame que eres el niño prodigio todavía- Aun tenia cosas que hacer, que planear y que ordenar, pero aquella charla lo había "agotado" un poco -Ya veremos el nivel que mis flores preciosas llegan a obtener
…
No habían sentido el reiatsu de Saya tan agitado y notando que pasaba por dificultades desde que entrenaba con su abuelo. Quizá era mala idea ir a ver su entrenamiento con Soi-Fong, Hanako creía que su hermana se sentiría incomoda con ella y Asami de espectadoras, pero el choque de energía espiritual les hizo tener que ir a presenciar que tal le estaba yendo a su hermana.
Lo que se encontraron en el campo de entrenamiento de la división dos las dejo tanto impresionadas como estáticas. Prácticamente solo veían dos figuras borrosas por la velocidad ante la que estaban combatiendo, pero a pesar de no ver claramente, si podían sentir que Saya estaba teniendo muchas dificultades ante tal oponente, y que Soi-Fong no planeaba darle ventaja alguna.
Si no supieran que se trataba de una capitana, realmente pensarían que esa pelea era a morir.
- ¿Segura que está bien esto? – Pregunta Asami, algo inquieta por su hermana, ya desde un par de días atrás la había sentido inusualmente agotada.
-Saya es resistente– Confía Hanako, aunque también una pequeña parte de ella se estaba arrepintiendo de pedirle a Soi-Fong que entrenara a su hermana –Además, ni Soi-Fong ni Saya permitirán detener su entrenamiento hasta que finalice
Sin duda Saya estaba resistiendo, y era muy evidente que su ferocidad con el hakuda y espadas dobles habia incrementado, y ni hablar de su velocidad; sentían que si parpadeaban se perderían de más de la mitad de aquel combate. Apenas y pudieron ver un par de golpes de parte de la capitana que, Saya con esfuerzos pudo frenar con sus espadas, viendo como intentaba rematar con un golpe de sus piernas y codos, golpes que Soi-Fong evadía con veloces shunpos, aunque Saya no se quedaba atrás en eso tampoco.
Un ataque simultaneo de sus espadas chocando entre si las hizo separarse una de la otra, pero Saya no perdió tiempo y fue de nuevo al ataque. Todo paso en cámara lenta para la soldado, que vio a la capitana mirar rápidamente a un lado y sonriendo de forma sádica, al tiempo que invocaba un kidō, pero no apuntando a su contrincante, sino, que miro en dirección hacia las recién llegadas, por lo que, al darse cuenta Saya de que no la miraba a ella, sus ojos siguieron la línea de visión de la capitana, notando que su siguiente movimiento se dirigía hacia sus hermanas.
Para ellas todo ocurrió tan solo en menos de una fracción de segundo, cuando acordaron estaban del otro lado del campo de entrenamiento, viendo que el lugar donde se encontraban a menos de un segundo atrás caía cual relámpago un poderoso kidō. Saya estaba a su lado, su hermana fue quien las había sacado del peligro en tan solo unos instantes, y a duras penas alcanzaron a ver su mandíbula apretada y sus ojos llenos de furia cuando con otro shunpo se dirigió de nuevo a donde Soi-Fong.
-La manga de tu haori esta rasgada– Comenta con despotismo, en efecto había un pequeño rasguño en su brazo derecho –Aun no eres lo suficientemente veloz, en la batalla, cada microsegundo cuenta– Ella no le alagaría eso, en realidad, había sido sorprendente, pero de momento, quería ver el ímpetu de Saya de mejorar en cada mínimo detalle –En batalla, tu oponente usara los medios más bajos y desesperados para vencerte, así que olvida el pudor y el combate limpio, si es que tu objetivo es seguir luchando para proteger a quienes te importan
(Disturbed – indestructible)
Sintió a Kairyū tan tempestuoso como un mar abierto en una tormenta, hundiendo sin piedad a una inocente embarcación que se atrevería a navegar por tales aguas. El recuerdo de Asami herida asalto su mente, el reproche a si misma por no llegar a tiempo para evitarlo. Observó a la capitana, quien la miraba a ella con indiferencia, sin piedad, en esos momentos no eran shinigamis compartiendo el mismo objetivo de defender al Gotei, eran oponentes que no se dejarían vencer tan fácilmente.
-Es hora de hundirla, Kairyū– Percibió casi un rugido de sus espadas, que la rodearon de un aura azul, sintiendo con eso como su zanpaku-tō le llenaba de energía cada fibra de su cuerpo.
Se desato otro intenso combate. Sin duda los ataques de la soldado eran más feroces y rápidos, estaba vez ni Soi-Fong encontraba el momento de darle un golpe contundente, si llegaba a lograrlo, Saya lo detenía con sus espadas, sus brazos o sus piernas, y parecía que golpeaba una pared de concreto. No, mejor dicho, parecía que una fuerte ola le impedía nadar más allá, empujándola de vuelta para ahogarla.
Los ataques de ambas venían de todos lados, si lograban esquivar uno con shunpo, trataban de arremeter con otro, que era inmediatamente detenido, seguido de más y más. Nadie daba tregua, ninguna permitiría un golpe fatídico, y ni ellas estaban seguras del momento en que darían por finalizado el combate de ese día.
En pleno combate que parecía no tener fin, ambas murmuran un ataque. Saya convoca al remolino juntando ambas espadas como si fuera una sola, mientras que a la par, Soi-Fong conjuraba un enorme kidō. El choque de fuerzas las lleva volando en direcciones contrarias, arrastrando sus pies y obligándolas a poner una mano en el suelo para no perder la estabilidad.
Ambas se ponen de pie, como si fuesen a reanudar el combate a pesar de que ambas respiraban agitadamente, pero sin perder la mirada férrea en sus ojos.
-Vuelve mañana– Le dice Soi-Fong, esta vez mirándola de frente y sonriendo de forma ladina, casi orgullosa.
-Aquí estaré…– Alcanza a decir Saya entre jadeos –Capitana
Ve a la soldado retirarse sin siquiera dirigirle una mirada o palabra a sus hermanas, quienes la encararon desde donde estaban, casi en amenaza, pero Hanako interpreto la mirada fría de Soi-Fong como si le dijera que fue una medida extremista pero eficaz y que confiaba en que Saya lograría hacerle frente, y así lo hizo.
Las dos restantes Yamamoto se fueron entonces, siendo el momento en que Soi-Fong cayó sobre una de sus rodillas, totalmente agotada, no recordando hace cuanto había pasado desde que un oponente la dejaba de esa forma tras una batalla, incluso, estaba considerando incluir a Saya como parte de sus fuerzas especiales, todo dependía del entrenamiento de mañana.
Saya, por su parte, caminaba con deliberada lentitud por un área verde para salir de la división, le gustaba tomar ese camino para respirar aire fresco, sin embargo, iba algo seria, tanto, que sus hermanas creyeron que estaría enojada con ellas por ir a ver su entrenamiento. Se detiene de pronto apoyando su mano en el tronco de un árbol, dándole la espalda a sus hermanas.
-Saya…– Comienza a decir Hanako, pero entonces Saya se deja caer apoyando su espalda en el tronco – ¡Saya! – Exclama Hanako yendo junto a Asami a verla - ¿Estás herida? ¿Te encuentras bien?
Sus respiraciones eran agitadas y rápidas, pero curiosamente tenía una enorme sonrisa en su rostro.
- ¿Disfrutaron el espectáculo sisters? – Pregunta guiñándoles un ojo y alzando su dedo pulgar.
Ambas soltaron el aire de golpe, emitiendo un gruñido y mirándose una a la otra al tiempo que Hanako se llevaba una mano al pecho y negaba con la cabeza.
—Serás Yamamoto— Exclamó antes de ensanchar media sonrisa y revolverle el cabello a su torbellino —Casi muero del susto- Saya tan solo suelta una risa floja, recargando su cabeza hacia atrás — ¿Estas bien? Quiero la verdad— Exigió frunciendo levemente el entrecejo.
-Solo necesito descansar- Dice cerrando sus ojos -Use casi toda la energía de Kairyū para curarme y al mismo tiempo, para aumentar mi velocidad
- ¿Por cuánto tiempo seguirás con este entrenamiento? – Cuestiona Asami, hace mucho que no veía a su hermana tan agotada, no al menos, desde los entrenamientos del viejo Genryūsai.
-No lo sé– Responde con los ojos cerrados y serenando de a poco su respiración –La capitana dijo que volviera mañana y obviamente volveré
-Tú también eres un hueso duro de roer sis– Comenta Hanako, sintiéndose orgullosa, tanto como por ser su teniente, como por su sentimiento de hermana mayor –Ponla en su lugar Saya…
-Será un placer– Muestra una expresión confiada y aguerrida, pese a tener los ojos cerrados, si la capitana la estaba poniendo a prueba entonces superaría cualquier reto.
…
Hanako tenía la mirada fija en la bolita de té que florecía lentamente, flotando a la deriva en la jarra transparente, pero no veía realmente aquella infusión abrirse y liberar sus aromas y sabores, no. Su mente estaba lejos, muy lejos de aquella infusión, en el campo de entrenamiento de su división, en el combate contra Hirako.
El capitán la había puesto a hacer algunas actividades de resistencia, de fuerza, de habilidad y agilidad, le había puesto algunas pruebas y algunas carreras, y luego le había llevado hasta su límite, pero cuando se habían enfrentado el uno al otro, ahí no había desafío.
Las manos pálidas de Byakuya entraron en su campo de visión, el capitán sonrió dulcemente para la teniente, gesto que Hanako correspondió de igual manera, agradecida de poder presenciar aquellos gestos del capitán, sabiendo que ella y posiblemente Rukia serían las únicas personas que le habían visto tan relajado en mucho tiempo; ninguno dijo nada cuando el shinigami comenzó a servir el té a la usanza tradicional, ninguno quebrantó la paz de aquel encuentro, ninguno rompió la tensión que había aparecido ahora que Hanako repasaba la batalla del día anterior.
La chica suspiró distraída mientras Byakuya empujaba ligeramente la taza hacia ella y la invitaba con un gesto a beber. Hanako asintió agradecida antes de suspirar por enésima vez en ese rato.
—Fue tan rápido— Murmuró la chica desviando la mirada —Hay detalles que se me escapan
—Iniciaron fuerte, estocada directa
—Luego un golpe frontal— Murmuró la teniente distraída, tomando su taza con ambas manos y sintiendo el calor subir hacia sus muñecas.
—Patada lateral para bloqueo- Respondió Byakuya sabiendo que la chica trataría de reconstruir la pelea.
—Pirouette y patada de mula
—Así que así se llama ese giro que haces— Murmuró Byakuya divertido, consiguiendo que Hanako torciera el gesto, complacida —Bloqueo con ambos codos y patada circular para despeje
—Seis varas de luz, creo que lo esperaba
—Lo esperaba, hizo shunpo y se puso fuera de tu alcance
—Y luego atacó con un zero— Soltó la chica con una mueca, un berrinche personal con el que Byakuya soltó una risa ligera antes de recuperar la compostura.
—Fuiste muy valiente al bloquearlo con un muro de fuego, pero ahí ya no estabas entrenando
—No, si no hubiese liberado más reiatsu, quién sabe qué habría ocurrido
Ambos shinigamis guardaron silencio un momento antes de que el noble mirase en dirección al reloj de pared.
—Y ahora te espera otra ronda— Anunció poniéndose de pie mientras recogía su propia taza y encaraba la puerta de su oficina —Tu fan número uno quiere verte pelear el día de hoy, avanza diligente hacia la décimo tercera
—Shūhei ha estado preocupado por mí desde que iniciamos los entrenamientos con el Capitán Hirako, hay días en los que cree que el capitán me quiere matar, no entrenarme, y hay días en los que cree que me trata como una tonta.
—Y tú ¿qué opinas?
—Yo creo que ni siquiera quiere entrenarme
Hanako apuró el té a sorbitos pequeños antes de mirar a su amigo y sonreír de medio lado, asintiendo una vez para agradecer la bebida y comenzando a caminar hacia la salida, sabiendo que Byakuya la alcanzaría más tarde, cuando hubiese puesto en orden sus ideas y sus compromisos, cuando todos los papeles de su escritorio estuvieran bien organizados.
Aquel sería su cuarto día entrenando con el capitán Hirako, y no es que sintiera un estancamiento en sus entrenamientos, el hecho era que sentía que nunca había habido movimiento.
No iba tan perdida en sus pensamientos como para no notar su presencia, pero dejó que el golpe de Shūhei entrara en su brazo y compuso una mueca de dolor, seguida de un gemido ahogado.
—Los moretones— Musitó la chica encogiéndose un poco, consiguiendo que Shūhei abriera los ojos, pasmado, plantándose delante de ella con expresión de disculpa.
—Fukutaichō, yo, lo siento, yo...
—Ay, bakataichō— Soltó Hanako componiendo una sonrisa radiante y rebasándolo para dirigirse a su división —Nos falta tanto por aprender
Shūhei carraspeó frustrado antes de alcanzar a su amiga y guardar silencio, dedicándose sonrisas divertidas y miradas cómplices.
Entre ellos no eran usuales los silencios, había llegado un punto en el que parecía que los temas de conversación no se terminaban jamás, pero justo ahora era como si ambos buscaran la calma en medio de la tormenta. Shūhei sabía que Hanako tenía que concentrarse para el entrenamiento de aquel día, Hanako sabía que Shūhei era muy respetuoso como para importunarla, así que intercambiaron otra sonrisa dulce antes de que la chica se tomara del brazo del muchacho y recargara la sien en su hombro.
—Sigue siendo un imbécil ¿no es así? — Inquirió el moreno con media sonrisa en medio de un suspiro.
—Es peor que tú— Respondió la chica con aires distraídos.
—Entonces es un idiota muy grande— Concedió Shūhei con una mueca de medio lado, comprendiendo que, si Hanako se atrevía a bromear del tema era porque quería ocultar su propia frustración —Ya en serio, Hana— Pidió el moreno mirando a su amiga —El tipo no te está tomando en serio- Siguió sintiendo que su frustración crecía minuto a minuto —A veces siento que te entrena como si se tratara de una novata, es un capitán, lo entiendo, tiene más experiencia que todos nosotros, y tú eres una teniente de otra división, pero te debe respeto. Primero por los aportes que has hecho al caso de los genzanki, segundo, eres nieta de Genryuusai y...
— ¡No por favor! — Cortó la chica frustrada, levantando la mirada y metiéndole zancadilla a su amigo para hacerle frenar —Tú no… no me pongas en una posición importante sólo por ser nieta de quien soy
—Iba a hablar del entrenamiento del viejo- Defendió Shūhei en medio de algunas risitas flojas —¡Cielos, Hanako! Eres una juiciosa
—La gata no era arisca, la hicieron- Soltó en respuesta antes de suspirar y mirar al frente, percatándose de que Shinji ya esperaba por ella en el centro de la arena —Show time...— Murmuró la chica soltando al teniente y avanzando hacia el capitán.
—Ganbatte, Hanako- Murmuró Shūhei mientras la teniente se alejaba a pasos tranquilos, como un cordero al matadero.
El calentamiento fue el mismo, cada uno tomó media hora para preparar su cuerpo como mejor lo sintiera, estiramientos, fuerza, algo más, Hanako se enfrascó en los calentamientos que solía hacer para el ballet al centro de la sala mientras que Hirako le dio la espalda, tratando a toda costa de evitar la mirada de la chica, sabiendo que terminaría sucumbiendo a sus pensamientos y a su melancolía si la miraba fijo.
Ese día le estaba costando especial trabajo concentrarse, ver a Hanako con una coleta alta, con el rostro despejado, con las facciones bien descubiertas, no había podido evitar evocar el recuerdo de Yuriko cuando ayudaba a los reclutas más nuevos a ponerse al corriente con los entrenamientos.
¿Hanako recordaría aquellas facetas de sus padres? ¿A su hermano?
Y entonces vino el entrenamiento conjunto, ambos haciendo los mismos ejercicios para poner el corazón a funcionar, entrar en calor. Y después fue Shinji dándole indicaciones a Hanako.
Haz esto, corre para allá, salta de tal forma, concentra tu reiatsu, libera tu shikai, guarda eso, corre de espaldas.
Y la frustración se hizo presente de nuevo, la chica sintió aquello como una burla, como un mal chiste contado al final de un acto, como un desprecio, porque, de nuevo, Hirako Shinji no estaba tomando a Hanako en serio.
Para el momento del combate, Hanako estaba furiosa, pero eso ayudó a mantener la mente despejada puesto que su frialdad alcanzó un nuevo nivel cuando se percató de que Hirako detenía sus ataques en el último instante.
No, Hanako jamás comprendería que, los motivos de Shinji para detenerse, radicaban en lo parecida que era con su familia.
Porque cada vez que Hirako estaba a punto de dar un golpe serio, los gestos de la teniente se convertían en los de Yuriko con la delicadeza con la que peleaba, o se convertían en los rasgos de Kai y la fiereza con la que se defendía, o se convertía en Takeshi y las estrategias con las que se movía en el entorno que lo rodeaba.
Hanako atacó con un golpe frontal de nuevo, aquel ataque se había convertido en uno de sus favoritos contra el capitán, no entendía por qué Shinji se frenaba en el último instante cada vez que ella tomaba su espada con ambas manos y se lanzaba hacia el frente, pero se había descubierto a sí misma disfrutando aquello como una pequeña venganza personal por todas y cada una de las ocasiones en las que el capitán la había humillado durante los últimos días.
Y ahí estaba de nuevo, el rostro de Takeshi cobrando fuerza a través de las facciones de Hanako, tomando vida propia como si nunca se hubiese desvanecido, como si nunca se hubiese convertido en Hollow, como si nunca hubiese...
— ¡Basta! — Exclamó el capitán, consiguiendo que la teniente frenara su golpe de último minuto.
Las espadas de ambos habrían hecho coalición de no ser porque Hanako había adquirido un dominio magistral de sus movimientos respecto a su entorno, la joven le dedicó una mirada de desconcierto al capitán antes de envainar su zanpaku-tō y mirarle con el entrecejo fruncido, sintiendo que la rabia bullía en su interior amenazando con desbordarse.
— ¿Por qué?
—Basta, Hanako, terminamos por hoy
— ¿Por qué? — Exigió la chica mirándole con reproche, el comienzo de un berrinche que amenazaba con desbordarse como un incendio sin control.
No, la teniente mantuvo a raya sus propias emociones y, de paso, metió en cintura las emociones de Karyū, que le dedicó una mirada de reproche que Hanako sintió como un golpe en la nuca.
—Mañana— Completó Hirako consiguiendo que la teniente suspirara, deshaciéndose de la frustración que se había ido acumulando con los días.
Shūhei se acercó hasta ella, negando con la cabeza y componiendo una mueca que consiguió enternecer a la chica.
—Tamaño de idiota- Musitó el moreno antes de cruzarse de brazos.
—Creía que eran mis nervios- Admitió ella soltando los hombros, soltando un suspiro —Pero cada vez somos más los que creemos que el capitán está tratándome como...
—Como si no quisiera entrenarte, de verdad actúa como si no quisiera entrenarte
—Calma— Pidió la chica poniendo una mano sobre el brazo de su amigo al percatarse de la fuerza con la que había apretado a postura -Tampoco a mí me gusta, pero le voy a dar un último día, no quiero parecer una ingenua, pero tampoco quiero quitarle el beneficio de la duda, cada día golpea con más fuerza
— ¿Y entonces?
—Mañana— Murmuró la chica antes de sonreírle a Shūhei y comenzar a caminar, seguida de su amigo —Mañana será el día decisivo
—Veremos que le espera al capitán— Espetó el moreno ofuscado, pero sonriéndole a su amiga, sabiendo perfectamente que ella sabría qué hacer con lo que se le venía a continuación.
…
Caminar por los pasillos de su división se había convertido en un dolor de cabeza esa mañana, los murmullos se alzaban a su paso como una estela de sus aparentes fracasos contra el capitán Hirako, y aunque ella había decidido no tomarle importancia a los rumores, una vocecita en su interior se la había pasado toda la mañana recordándole que tenía una división que mantener en orden, no fuera a ser que por ofrecerles la mano fueran a tomarle del pie.
—Los entrenamientos que le pone son muy simples— Dijo una voz femenina a sus espaldas.
—Saya es más dura con nosotros
—Y ella termina muy cansada
Cada vez era más la gente en la división que hablaba del tema, y Hanako comenzaba a cansarse de aquello.
—Pero venció al teniente de la novena
—El teniente Hisagi muere por ella, la dejó ganar
— ¿Crees?
—Son amigos, obvio la dejo ganar
— ¡Muy bien, todo el mundo! — Exclamó la teniente parándose en jarras en la entrada, llamando la atención de los presentes, consiguiendo que algunos volvieran el rostro, apenados por haber estado hablando de ella —Pónganse la ropa más cómoda que tengan, el día de hoy llevaré yo su entrenamiento, conocerán por fin el legendario calentamiento que Genryūsai diseñó para mí. Y…— Añadió bajado el rostro en un gesto sombrío —Al que vuelva a decir que Shūhei se muere por mí, le tocará llevar los informes al capitán de la sexta
—No puede saberlo— Murmuró confiado el culpable, tan bajito que su compañero de al lado casi no pudo escucharle.
— ¡Yamada! — Exclamó la teniente mirándole fijo, consiguiendo que el aludido se encogiera en su sitio luego de respingar —Ya conozco a la perfección la voz de todos y tengo un muy buen oído, no olvides que Karyū y Senbonzakura llevan una relación muy estrecha
—Sí, teniente— Exclamó el aludido adoptando una postura militar.
—Los veo en quince en el dojo principal
La mayoría salió corriendo, dejando a Hanako sola en el lugar, cansada de aquello. Saya se acercó a pasos calmados, sonriendo de medio lado.
—Te noto tensa— Murmuró la soldado antes de poner una mano sobre el hombro de su hermana.
—Todo este rollo con Shinji me tiene nerviosa— Admitió Hanako cruzando los brazos, negando con la cabeza mientras ambas miraban en dirección a los shinigamis, que ya se movían diligentes hacia las áreas de entrenamiento —No me está entrenando en serio y la división comienza a amotinarse
—Lo sé, ha sido un idiota
—También yo- Murmuró la teniente sonriendo para su hermana —Le he permitido demasiado, pero ya va siendo hora de que se le ponga en su lugar
— ¿Estás pensando en algo interesante? — Inquirió divertida la soldado, mirando a su hermana con curiosidad.
—Hirako Shinji es un capitán— Inició la teniente con diplomacia, uniendo sus manos y entrelazando los dedos, irguiéndose en toda su estatura y enarcando una ceja.
—Uno al que llamas por su nombre— Puntualizó Saya sintiendo la emoción crecer en su pecho al comprender que lo de Hanako sería una venganza despiadada —Perdió tu respeto
—Perdió más que eso– Confesó la teniente antes de cruzarse de brazos —Shinji ha estado jugando con fuego, pues se va a quemar
—Planeabas tu venganza desde antes— Acusó Saya intercambiando una mirada con la teniente, arrancando una sonrisa a la mayor —Te vi trayendo las barras
— ¿Harás el entrenamiento? — Cuestionó divertida, emocionada.
—Lo que sea por ver sufrir a Yamada, se le está subiendo a la cabeza
—Qué sufra— Murmuró Hanako poniendo el puño.
—Que se arrepienta— Respondió Saya cómo un mantra, chocando puños antes de que ambas se alejaran para alistarse.
Saya fue la última en llegar, sabiendo perfectamente que a su hermana le gustaba la puntualidad para los entrenamientos, los shinigamis de la división se aglomeraban en la entrada, algunos con vestimentas deportivas, otros con el uniforme habitual, así que las miradas se posaron en Saya cuando se percataron de que la chica llevaba un pantalón deportivo ajustado y una camiseta sin mangas, además de llevar el cabello levantado en una coleta alta.
— ¿A qué esperan? — Soltó la soldado divertida, deslizando la puerta del dojo y sonriendo ante la música de piano que resonaba en las bocinas de Hanako.
Las miradas de incredulidad iban de una hermana a la otra, preguntándose donde habían quedado los demonios para abrir paso a los ángeles que ahora observaban.
Hanako tenía un pie subido a la barra, la zapatilla bien apuntada, las piernas extendidas mientras ella se doblaba sobre su rodilla y se sujetaba el tobillo para ayudarse a extender la espalda.
Su espalda.
Hanako sonrió de medio lado al escuchar a Yamada pasando saliva con dificultad, por supuesto, se había puesto el uniforme a propósito: todo su cabello recogido en un moño apretado a la altura de las orejas, bien organizado y perfecto, sus puntas, zapatillas de raso bien atadas en los tobillos por los listones de satín, mallas rosas, falda de chifón color negro, traslúcida que alcanzaba sólo para cubrir sus caderas. Y el leotardo, su favorito. Cuello alto, manga corta, se abotonaba en la nuca para poder portar un pronunciado escote redondo que abarcaba toda su espalda, dejando a la vista los músculos, los omóplatos, la pálida piel.
La chica se irguió levantando el brazo por encima de su cabeza con una sonrisa ligera antes de doblar la espalda hacia atrás sin bajar el pie de la barra, consiguiendo que algunos otros también pasaran saliva.
Saya suspiró adentrándose en el dojo y se sacó los zapatos antes de dirigirse a la barra y estirar su espalda, preguntándose qué tan doloroso resultaría el entrenamiento ese día. Sabía que Hanako no podía exigirse mucho, todavía tenía estragos de su entrenamiento del día anterior, pero, de todos modos, solía llevar el ballet a un nivel de dolor antes insospechado.
Hanako suspiró con los últimos acordes de la melodía mientras levantaba el pie de la barra, aún apuntado, llevando su pierna hacia arriba antes de cambiarla al lado y descender lentamente, tan lentamente que, por un instante, pareció que el cuerpo no le pesaba.
La punta de su pie tocó el suelo y luego ella deslizó la zapatilla lentamente hasta unir sus tobillos, sosteniendo los pies en primera posición y bajando los brazos en preparación, volviendo el rostro un poco hacia abajo.
Parecía un cuadro, una fotografía artística, una pintura antigua tal vez, y en cuanto la música cesó, la chica soltó los hombros y suspiró pesado.
—Demonios, sis- Exclamó Saya, consiguiendo que Hanako sonriera de medio lado —Ese último développé no te costó nada
—Sudo a chorros— Soltó la teniente antes de encarar a su cuadrilla —Muy bien, todo el mundo, au bar— Su voz salió poderosa, la chica dio dos aplausos mientras decía aquello, y aunque no esperaba que los shinigamis comprendieran, disfrutó mucho la incomodidad de los que pretendieron moverse sin haber entendido las indicaciones.
Suspiró mientras Saya se colocaba en su sitio, muy cerca de la orilla en la barra que Hanako había usado para calentar, al frente para poder servir de ejemplo a quienes tomaran un lugar en la fila. Algunos la imitaron, otros esperaron indicaciones, inseguros sí, pero también insolentes, mientras la teniente se dirigía hacia su bocina y sonreía para sus listas de piano, piezas pensadas para ejercicios específicos.
No, Hanako no les prestó atención a los insurreccionistas que esperaron en su sitio, puso el principio de una canción haciendo algunos conteos antes de sonreír de medio lado y mirar a su hermana.
—Dios— Murmuró Saya apesadumbrada —Va a doler
—Si no duele, no sirve— Concedió Hanako antes de poner la primera pieza suave y sonreír para todos —Demi plié— Anunció asintiendo y tomando el sitio frente a Saya antes de sonreír.
La música resonó por todo el lugar y Hanako cerró los ojos un momento, permitiendo que la música se apoderara de ella para poder planear bien el ejercicio. Abrió los ojos y pausó la melodía, sonriendo para los shinigamis.
—Pies abiertos, juntos en los talones
—¿De verdad?— Murmuró alguien, ganándose una mirada feroz por parte de Hanako.
—Las piernas bien extendidas, la espalda fuerte, el brazo en la cintura, dudo que alguno quiera hacer el port-de-bras, pero si alguno se atreve, sígame. Lo van a marcar sin música para que puedan sentir cómo es el ejercicio, y luego lo hacemos con música todos juntos
Algunas voces se levantaron como quejas, miradas incrédulas por parte de algunos otros, risas discretas, nerviosas, pero luego repararon en la seriedad que mostraba Saya atrás de su hermana. La soldado había adquirido una postura estilizada. Las piernas bien extendidas, los talones juntos, los brazos formando una curvatura, como si sostuviera un balón hacia abajo, los hombros relajados pero la espalda tensa y el rostro vuelto al lado. Cuando Hanako se puso frente a ella en una postura similar, los demás supieron que aquello no era un chiste.
—Plié —murmuró Hanako doblando las rodillas ligeramente, acompañando el movimiento con su brazo —, estiro. Demi-plié, estiro. Grand plié —anunció doblando las rodillas hasta que sus talones se despegaron del suelo y ella ya no pudo bajar más —, regreso —ordenó pegando los talones al piso sin estirar las rodillas del todo —, y extiendo. De nuevo plié, demi-plié, grand plié, estiro. Todo a la segunda —indicó separando los pies un paso y repitiendo el ejercicio a toda velocidad, sólo lo suficiente para que la gente comprendiera a qué se refería. —Todo a la cuarta —murmuró poniendo los pies uno frente al otro, separados por un paso. —Todo a la quinta —añadió pegando los pies antes de subirse a media punta. —Relevé, estiro la espalda y me doblo por la mitad con la espalda recta hasta donde puedan, la idea es que la nariz toque sus rodillas —mientras daba la explicación, ella misma hizo el movimiento —, me enderezo y voy hacia atrás —ordenó doblando la espalda sin bajar del relevé. —Me enderezo y media vuelta, lo mismo para el otro lado.
La teniente supervisó los estiramientos de todos, caminando por el dojo, corrigiendo posturas, asegurándose de que no hubiera un solo shinigami que tuviera una postura floja o cómoda. Sus pasos ni siquiera hacían ruido contra la duela y Saya se dio el permiso de dedicar algunas miradas de reojo a su hermana, percatándose de lo feliz que lucía Hanako en aquel momento, disfrutando de la danza que su abuelo le había legado.
Sí, las miradas de todos pasaban de una shinigami a la otra, ambas eran hermosas, pero nunca habían visto a aquel par tan fuerte y, al mismo tiempo, tan delicado. En los movimientos de Hanako se notaba el ballet, era sencillo ver que ella se movía con aquella gracia todo el tiempo, como si fuese más un estilo de vida que algo que hubiese aprendido alguna vez. Saya no solía tener gestos tan delicados, así que verla haciendo aquel calentamiento fue un choque para sus mentes. No lo hacía con la misma elegancia que Hanako, ¿quién podría superar un siglo de técnica?, pero eso no quitaba que sus movimientos acompasaban la música como si estuviese diseñada para ello.
Hanako dictó los siguientes ejercicios con una sonrisa radiante en el rostro, percatándose de que la mayoría de sus soldados ya se encontraban sin brizna de energía. Saya sudaba a chorros, pero todo su cuerpo gritaba por más, así que Hanako sonrió de medio lado.
Aunque los primeros ejercicios los había aprovechado para supervisar a su cuadrilla, ahora que había comprobado que al menos se esforzarían y pondrían especial atención a su cuerpo al hacer los movimientos, ella misma había tomado un lugar a la barra para poder acompañarlos y, ¿por qué no? Burlarse de ellos.
—Jeté —exclamó Hanako poniendo una mano a la barra. —Es una patada a cuarenta y cinco grados con la pierna bien extendida y el pie apuntado. Sin que la cadera se mueva y los hombros hacia el frente. Si uno de ustedes mueve la cadera, todos lo volvemos a empezar.
Gruñidos, quejas generales, miradas de súplica para que aquella masacre terminara, y Yamada echando más leña al fuego.
—No se puede hacer sin mover la cadera
—Ah, ¿no se puede? —y sí, dictó mientras hacía el ejercicio, sonriendo con descaro ante la música, una versión en piano de la canción Prince Alí, interpretada por Nate Finfield, rápida, cadenciosa y divertida.
Hanako dictó aquel ejercicio entonando la melodía, como si el ritmo no fuera suficiente y quisiera dejar claro el punto, su entusiasmo habría sido contagioso en cualquier otro momento, pero con el dolor que aquel entrenamiento había causado, el entusiasmo estaba por los suelos.
—Esperamos el un, dos, tres, cuatro y Jeté al frente uno, dos, tres y pausa, al lado cambia, cierro atrás, al frente, atrás y pausa, luego atrás un, dos tres y pausa. Una cruz, eso quiere decir que deben dar una patada hacia atrás, una al lado, una al frente, una al lado. Y todo hacia atrás. ¿Lo tienen? —Respuestas afirmativas desganadas mientras la gente tomaba aire y volvía a la barra. —Al ritmo sería: frente un, dos, tres y pausa; lado, lado, lado y pausa; atrás, atrás, atrás y pausa, atrás, al lado, al frente al lado. ¡Todo atrás! Bueno, como todavía nos queda música, grand battement, o sea, una patada lo más alta que se pueda con el pie bien apuntado. Una cruz, battement al frente, al lado, atrás, al lado y media vuelta. Todo al revés —terminó al final en un canturreo divertido que consiguió hacer que la gente renegara. —Cuidado con la cadera, recuerden que está todo en riesgo
No estaban precisamente desmoralizados, pero ver a la teniente tan fresca luego de hacer el entrenamiento junto con ellos, bueno, no les hacía la mínima gracia. Yamada estaba destrozado, Hanako había obtenido su venganza, pero no se iría sin cerrar con broche de oro.
Se puso frente a Saya antes de sonreír.
—Fondué —anunció la teniente, socarrona.
—No —suplicó Saya retrocediendo medio paso, consiguiendo un ambiente general de derrota.
Se habían ido retirando poco a poco, dejando solas a las hermanas. Después de un buen estiramiento, incluso Saya había hecho por retirarse, dejando a Hanako sola en el dojo. La teniente había dejado correr su playlist para poder hacer otros estiramientos antes de quitarse las puntas y percatarse de que sus pies estaban enrojecidos, alguna que otra ampolla y el dolor de una uña rota puesto que había caído mal.
Pero nada de eso le quitó la sonrisa de la boca, la chica suspiró masajeando un poco el arco de su pie izquierdo antes de suspirar y mirar hacia las barras, no pudo evitar volver al centro del salón, descalza esta vez, sintiendo que la sangre corría por su cuerpo luego de haberla cortado con los listones, demasiado apretados.
Sonrió de medio lado cuando la siguiente melodía comenzó, moviéndose de un lugar al siguiente, saltando, girando, volviendo, agachándose y saltando de nuevo. Los movimientos eran cadenciosos y naturales, ella era un pez en el agua, y no le importó sentir a Yamada de nuevo cerca, al contrario, bailó con más ganas girando una dos tres y luego dobles sobre las puntas, levantando los brazos sobre su cabeza para ayudarse a subir más rápido. Esperó a que la melodía terminara antes de encarar la puerta con la respiración agitada, y sorprenderse mucho al ver al shinigami hacer una reverencia pronunciada.
—Usted es la teniente— Murmuró el shinigami con respeto —No debí hablar de más, no es la teniente por ser nieta de Genryuusai-sama y lo ha dejado claro
—Yamada— Llamó Hanako con voz suave- Está bien, descuida, no me encanta lo que ha estado pasando, pero no me queda más que aceptarlo, eso hay. No quiere decir que no daré lo mejor de mí a pesar de que no me tomen en serio
—Entendido, teniente
—Retírate, y descansa, mañana dolerá todo el cuerpo
—Me imagino— Admitió divertido el shinigami antes de alejarse a pasos tranquilos de aquel lugar, dejando a Hanako con una sonrisa dulce en el rostro.
…
Esa mañana, fue el teniente Omaeda quien recibiera a Saya al momento de llegar a los campos de entrenamiento de la división dos. Al parecer, la capitana la esperaba en una parte del bosque que rodeaba a las divisiones, por lo que el teniente se encargo de guiar a la shinigami.
Ni siquiera le prestó atención al hecho de que el teniente no paraba de comer unas frituras durante todo el camino, su mente iba en parte inquieta ante la expectativa de que clase de entrenamiento le esperaría en esa ocasión, o la razón del porque la estaba esperando en la parte más profunda del bosque.
-Soldado Yamamoto- Aparece unos pasos delante de ella, por lo que, instintivamente, Saya libera su shikai y se pone en guardia, ante lo que la capitana sonríe de forma ladina –Omaeda– Se dirige a su teniente, cambiando drásticamente su expresión a una bastante seria –Si te interpones en nuestro combate no me importara que salgas lastimado– Este casi se atraganta, mientras que Saya mira a teniente y capitana, viendo que hablaba realmente lo decía enserio –Más te vale mantener tu distancia
-Como diga… capitana– Desaparece haciendo uso del shunpo.
(Disturbed – Are you ready?)
-Yamamoto– Su voz sonaba más fría que nunca, y por insistió, Saya acentúa su guardia al tiempo que Soi-Fong libera también su shikai, poniendo el corazón de la soldado tanto emocionado como temeroso –Mi Suzumebachi tiene un veneno que es letal si pico a mi oponente dos veces– Explica fríamente –Veamos qué tan rápida eres si se trata de proteger tu propia vida
No podía negar que sintió miedo ante lo que su superior decía y, hasta ahora, Kairyū la ha protegido y curado de cualquier herida, pero nunca se había enfrentado a ninguna clase de veneno. No tenía idea si su zanpaku-tō podía curarla al estar su cuerpo expuesto a algún tipo de veneno, pero no estaba dispuesta a probarlo.
-Estoy lista, capitana– Dice segura, aferrando sus manos a las empuñadoras de sus espadas.
Ambas dieron el primer movimiento para el inicio de su enfrentamiento, Soi-Fong tenía la clara intención de picar a Saya, no iba a perder el tiempo, después de todo, ya conocía perfectamente el estilo de combate de la soldado, quien se defendía de su picadura hábilmente pese a lo rápidos que eran sus ataques. Y esta vez no se quedaba en solo defenderse, hacia todo lo posible por contratacar usando shunpo para posicionarse en algún punto ciego de la capitana, bloqueando sus golpes con su cuerpo al tiempo que se cuidaba de no ser alcanzada por su picadura.
En menos de un cuarto de segundo, Soi-Fong desapareció de su vista. Por instinto dio una patada hacia atrás, pero tampoco se encontraba detrás de ella. Sentía su reiatsu, estaba cerca, pero con la capitana no podía fiarse de eso, así que extendió el poder de Kairyū por cada milímetro de su cuerpo, combinando sus instintos con los de su zanpaku-tō. Su cuerpo prácticamente se movió por cuenta propia al detener la picadura de la shinigami que venía a un costado de ella, en una dirección que sería difícil moverse fluidamente, pero Saya dio el contrataque juntando ambas espadas en cruz al mismo tiempo que movía su pierna velozmente para golpearla, ataque que la capitana esquivó con un shunpo, sintiéndola aparecer detrás de ella, a lo que respondió con un movimiento de codo que detuvo con el antebrazo donde estaba su shikai.
Llevaron el combate casi por todo el bosque, usando los árboles como factor sorpresa para tratar de agarrar a la otra desde algún punto ciego, pero ambas se defendían y atacaban con la misma magnitud y habilidad, especialmente Saya, quien no permitiría que la picara, bloqueando el fiero agujón de la capitana, que se movía tan rápido que parecían haberse triplicado, pero Saya movía a la misma velocidad sus espadas, dando también la sensación de que la soldado tenía extremidades de sobra.
La capitana enredo su pierna a la de Saya, haciéndola caer de espaldas, momento para el cual, intento darle una mortal picadura, algo que la morena pudo evitar, desapareciendo tras un shunpo y reapareciendo justo detrás de ella, intentando golpearla con ambas espadas, como si una gigantesca ola estuviese a punto de golpearla y ahogarla. Soi-Fong se defendió rápidamente con un kidō, que Saya apenas y alcanza a frenar poniendo sus espadas en forma de equis, pero el ataque había sido tan fuerte que la manda volar en dirección a un árbol, apenas alcanzando a frenar el impacto al poner un pie sobre el tronco e impulsándose de vuelta.
Soi-Fong se había puesto deliberadamente frente a ella, como esperando a que la atacase y la mente de Saya pensó a toda velocidad. Llevaba varios días entrenando con la capitana, su velocidad había incrementado, pero aún no estaba al mismo nivel que el de ella. Conocía sus movimientos, incluso el nuevo ataque que descubrió gracias a Kyōraku. Fue entonces que una idea fugaz surco su mente, como si Kairyū le estuviera dando la solución a lo que buscaba.
-Remolino– Murmura Saya a pocos metros de Soi-Fong.
La capitana sonríe confiada, aquel ataque ya lo conocía, y podía bloquearlo con solo poner sus brazos en cruz y resistir, pero no se esperó que dentro del espacio vacío de ese remolino estaría la soldado blandiendo sus espadas como si fuera una sola. El ataque de ambas espadas la obligo a deshacer su defensa, cosa que aprovecho Saya para darle un contundente y certero golpe en su costado con su rodilla izquierda, casi al mismo tiempo en que, posicionándose detrás de la capitana con un shunpo, golpea su espalda con su codo, mandándola violentamente al suelo.
Sintió a los segundos un agudo dolor en su brazo derecho, en el que apareció una especie de mariposa.
-Debo reconocer que tus movimientos fueron rápidos– Habla Soi-Fong poniéndose de pie casi con dificultad –No tuve tiempo de picarte dos veces
Si todo hubiese ocurrido en cámara lenta, se hubiera visto que en los microsegundos que tardo Saya en golpearla con su codo por la espalda, Soi-Fong rápidamente pico el otro brazo de la shinigami, pero no tuvo tiempo de picarla una segunda vez ya que el golpe ya la había alcanzado.
-Aun así, el veneno puede paralizarte momentáneamente así que supongo…– Le interrumpe abruptamente una especie de ola que paso centímetros de ella, pero que fue a parar a un árbol que había detrás.
-Vaya, últimamente he descubierto muchos aspectos que desconocía de Kairyū– Comenta Saya –No era mi intención dar tal ataque, salió sin que yo si quiera lo pensara, pero al parecer fue la manera de mi zanpaku-tō de liberarse del veneno, aunque fue una lástima por el árbol
Soi-Fong mira detrás suyo, viendo con asombro que el árbol que recibió el ataque de Yamamoto estaba muerto, casi seco.
-Aun así, no pienso volver a dejar que me envenenen- Vuelve a su posición de ataque, tomando con fuerza sus dos espadas –Mientras el veneno recorría mi brazo, se sintió como si por mis venas corriera lava
La capitana no puede evitar una leve sonrisa de asombro, y casi orgullo por su pupila, aquella shinigami lo único que tenia de soldado inferior era el título, porque realmente podía ocupar el lugar de un capitán, podría incluso asegurar que sustituiría al capitán Zaraki si ella lo quisiera.
Se enfrascaron en un nuevo combate en el que tenía casi el mismo nivel de velocidad, fuerza y habilidad, difícilmente se sabría quien ganaría a pesar de que cada una lograba golpearse de alguna manera, pero siempre poniéndose nuevamente de pie o resistiendo para seguir luchando.
Quien sabe cuánto tiempo siguieron combatiendo a la par, incluso Omaeda veía con asombro como aquella shinigami le seguía el ritmo de batalla a su capitana.
El ultimo choque de armas entre ambas fue de una gran magnitud que las hizo separarse, las dos jadeantes y cansadas, siendo la capitana la primera en ponerse de rodillas por el agotamiento, seguida segundos después de Saya.
-Ca-ca-capitana– Se pone a un lado de ella su teniente con la intención de ayudarla, pero ella solo alza una mano en señal de que se detuviera.
Soi-Fong se pone de pie con dificultad, en este punto, Saya la mira y, de igual forma, se pone de pie con las pocas fuerzas que le quedaban, pero con la determinación de continuar peleando si la capitana lo ordenaba; tal vez le diría que volviera el día de mañana y, fuera lo que fuera, espero cualquier movimiento o palabra con la frente en alto.
-Es todo soldado Yamamoto, tu entrenamiento ha terminado– Eso fue totalmente diferente a lo que sea que estuviese esperando –No puedo enseñarte más, no de momento– Es hasta entonces que Saya deja caer sus hombros y su zanpaku-tō desvanece su transformación.
-Ha sido un honor combatir con usted, capitana– Dice simplemente envainado su katana y dándose la media vuelta con la intención de retirarse.
- ¿No te interesaría unirte a mi división? – Tal pregunta detiene sus pasos, mirándola de nuevo con un pequeño asombro –Podrías ocupar el puesto de este bueno para nada– Señala a Omaeda detrás de ella, que casi se atraganta con lo que estaba comiendo –Sin duda serias una teniente mucho más eficiente
Saya solo sonríe con cierta diversión y sintiéndose muy bien consigo misma. Para que la capitana le ofreciera tal puesto quería decir, a su manera, que la felicitaba por su excelente desempeño y, aunque se sentía alagada por su ofrecimiento, debía declinarlo, no dejaría a su división ahora que ya estaban comenzando a ser nuevamente una familia. Sin embargo, al ver el rostro de aquel robusto teniente, no resistió el echarle un poco más de sal a la herida.
-Me grada la idea capitana ¿Cuándo empiezo? – Ahora si la mandíbula de Omaeda prácticamente toco el suelo, no era tan listo para ver la treta visual que tenían su capitana y aquella soldado.
-Mañana mismo– Dice firme, ignorando totalmente el rostro patético de su teniente –Omaeda se quedará encargado de lavar los uniformes de mis subordinados
-Pe-pe-pero… capitana…– Lloriquea, estirando los brazos hacia su capitana.
-Y limpiar el campo de entrenamiento- Una pesada aura depresiva abate al teniente, y es entonces que Saya no puede evitar soltar una sonora carcajada, incluso la capitana sonríe con malicia al poner en tal situación al holgazán de su teniente.
-Gracias por su ofrecimiento capitana, pero no podría abandonar a mis compañeros como está la situación- Declina la oferta, haciendo una pequeña reverencia –No sería justo para ellos, y ante lo que pasa, no puedo permitir que se baje su moral- Además de fuerte y poderosa, tenía fuertes valores morales, algo admirable, pero qué quizá no iban del todo con la división dos –Con permiso, capitana
Saya se retira, en sus pasos se le notaba el agotamiento, pero aun podía seguir para volver a donde pertenecía.
-O-oiga capitana– Tartamudea Omaeda –Era broma eso de reemplazarme por una soldado ¿verdad? - Pregunta con una sonrisa bobalicona y nerviosa, a lo que le responde con una patada en la boca del estómago.
-No te confíes tanto de tu rango Omaeda– Le da la espalda a su teniente, que estaba de rodillas sosteniéndose el estómago –Si Saya Yamamoto pide el cambio a mi división, no dudare en darle tu puesto– Se retira, dejando al teniente lloriqueando patéticamente.
En su trayecto de regreso a la trece, la morena se encontró a Renji, que fingió no verla al estar relativamente cerca. Saya sonrió divertida, incluso hasta podría decirse que con gusto de encontrarlo.
Poniendo en práctica su nueva velocidad en shunpo, desapareció del campo de visión del teniente, que volvió su vista al frente, pero ahora no encontrando a Saya, siendo que hace tan solo unos momentos estaba justo delante suyo, solo con unos cuantos metros de diferencia.
- ¿Me buscabas Renji? – Da un respingo al escucharla justo al lado suyo, lo que causa una gran carcajada en Saya.
-Muy graciosa– Le reclama - Vienes de tu entrenamiento con la capitana? – Nota de nuevo varios moretones en sus brazos.
-Sí, ha sido el último, dice que no tiene nada más que enseñarme de momento– Parecía satisfecha y Renji no disimulo la sonrisa de orgullo por Saya.
-Y… ¿Estás bien? – Pregunta, no queriendo sonar del todo preocupado.
-Claro, Kairyū ya se encargará de curarme los moretones que me quedan, por ahora también se merece un descanso– Mira su Katana en su espalda– Y ya que casualmente estas aquí, vamos a comer algo– Eso hace que Renji prácticamente se le ilumine el rostro –Tu invitas– Dice de forma cantarina y burlona mientras se adelantaba.
-O-oye, yo invite la última vez– Reclama caminando a la par de ella.
-El día que puedas vencerme en un combate yo invitare por todo un año– Dice muy confiada llevándose las manos a la nuca.
Eso lo hace bajar la mirada en un aura algo depresiva y derrotada, Saya era demasiado competitiva para dejarse vencer tan fácilmente, así que daba por casi seguro que jamás ganaría la apuesta.
…
Hanako había dado un beso a la frente de Asami y había chocado puños con Saya antes de pensar en dirigirse hacia el capitán. Ambas chicas estaban preocupadas por las decisiones de Hanako respecto a los entrenamientos de ese día, después de todo, la teniente demonio le había pedido a su pequeña que colocara un escudo.
— ¿A qué te refieres con eso? — Murmuró Asami cuando Hanako le dio la espalda —No entiendo lo del escudo
— ¿Ves el perímetro del campo? Sólo necesito que coloques un escudo de diamante, el más ligero que tengas, después de todo tú sabes cómo entreno
¿Saberlo? Sí, sólo Asami y Saya sabían que Hanako entrenaba al diez por ciento de su capacidad, cuando peleaba iba en aumento el uso de su poder, pero cuando entrenaba sólo recurría a una dosis muy pequeña de reiatsu, cualquier barrera (incluso una hecha sólo con kidō) sería suficiente. ¿Por qué Hanako quería el diamante de Asami? No, no "por qué".
— ¿Para qué? — Insistió Asami, presa de la curiosidad con su hermana, presa de un mal presentimiento que Saya compartió en ese momento, como si las dos menores se estuvieran leyendo el pensamiento.
—El de hoy— Murmuró la teniente, sombría, dedicándole una mirada al capitán a la distancia mientras comenzaba a caminar —Será un entrenamiento interesante, y no quisiera molestar a otros
Molestar a otros... Asami había puesto el diamante en su sitio, percatándose de la mirada indiferente que Shinji le dedicaba a todo su entorno, como si evaluara y, al mismo tiempo, como si menospreciara el esfuerzo.
Asami suspiró cuando el escudo estuvo colocado en su sitio, suspiró y esperó, deseando que sus malestares fuesen sólo una mala pasada de sus pensamientos y emociones, sin atreverse a imaginar la masacre que vendría a continuación.
Ahora (luego de la paliza que Shinji le había dado al recurrir a su máscara para masacrarla, y quitársela para burlarse) Hanako jadeaba, sus pulmones gritaban reclamos a cada bocanada de aire, el polvo abriéndose camino por sus fosas nasales raspaba todo a su paso con cada respiración y el sudor perlaba su frente, pero las gotas tibias que caían al suelo manchando la arena de carmesí estaban compuestas por su propia sangre.
Hanako dio otra bocanada, el polvo del suelo se levantó gracias a ese gesto, la arena entró a sus ojos y ella apretó el rostro mientras una corriente de aire lo envolvía todo.
Podía perfectamente sentir el reiatsu de sus subordinados, de su capitana, de Saya, de Asami. Se había vuelto costumbre en esos días que los integrantes de la décimo tercera división se aglomerasen contra los bordes del campo de entrenamiento sólo por ver a su teniente contra el capitán Hirako, sin embargo, ese día prometía mucho más puesto que había sido la primera vez que Hanako había solicitado a su hermana menor, al escudo del Gotei, que le ayudara para contener los entrenamientos. Los shinigamis que habían asistido al entrenamiento esperaban encontrarse con una contienda digna de titanes, pero lo que habían presenciado esa tarde les estaba rompiendo el corazón a todos los presentes.
Porque aquella batalla no tenía honor, ni justicia, sólo rabia y rencor.
Hirako ni siquiera se había tomado un segundo para tratar de ponerse en el lugar de Hanako, no sería la primera ni la última vez en la que aquel shinigami cometería el fatídico error de creer que, menospreciando y juzgando a un adversario lograría la ventaja en la batalla, y en su lugar terminaría por confiarse y ser vencido en su ego.
No, aquel día Hirako no le había dado ni las buenas tardes a Hanako antes de atacarla con todo su poder, frustrado, harto, aborreciendo el hecho de que la chica siguiera manteniendo su poder limitado sólo al diez por ciento, sin siquiera preguntar los motivos, sin interesarse en trasfondos o en filosofías. Ese día había decidido tirar a matar, sin importar qué, sabiendo que tal vez su pupila se movería sigilosa cual cordero al matadero, sin chistar...
No la odiaba, no. O al menos, no a ella, sino a ese mutismo impertérrito que la caracterizaba, porque la chica no emitía queja o sonido alguno, no cuestionaba. Obedecía diligente a cada indicación que le habían dado, había decidido confiar en el capitán, sabiendo perfectamente que corría riesgos por hacerlo, pero aceptando las consecuencias también.
No esa tarde, no en ese entrenamiento. No ahora que Shinji la había atacado con todas sus fuerzas, con tal saña y porfía, que era sencillo ver la verdad.
No habría entrenamiento, no habría enseñanzas. Sólo desprecio y venganza.
— ¿De verdad? — Murmuró el capitán acercándose a Hanako con pasos calmados, arrastrando los pies, arrastrando la voz, con tal filo y desprecio que la chica se encogió en su sitio, cada vez más furiosa — ¿De verdad? — Repitió, frenando a unos metros de su adversaria, atorando los pulgares en su obi y ladeando el rostro mientras enarcaba una ceja — ¿De verdad esta es la gran teniente Yamamoto? Tsch- Espetó, pateando la arena, levantando una nubecita de polvo con aquel gesto, consiguiendo que los ojos de Hanako soltaran lágrimas a mayor velocidad -Ni siquiera eres tan rápida, letal o diestra como todos presumen, no sé por qué Byakuya te acogió bajo su manto como protegida, no vale la pena el esfuerzo
—Ha-na-ko…— Murmuró Karyū estirando aquella palabra, temblando de rabia ante aquello.
—Todavía no— Soltó la joven con un hilo de voz, apretando los puños y los ojos.
—Hana— Repitió el dragón como un reproche, preocupada por el estado de su protegida, de su niña pequeña.
—Espera— Suplicó la teniente conteniendo las lágrimas, conmovida por la preocupación de su zanpaku-tō —Todavía no
— ¿Perdón? — Murmuró Hirako desviando el rostro y rascando su oído con el meñique en un gesto distraído y aburrido —No se te escucha por acá
—Quizá porque no hablo con usted— Respondió armándose de valor.
—Tsch, qué pérdida de tiempo— Remato el rubio mirando a Hanako con desprecio —No entiendo por qué insististe tanto en que te entrenara si al final no lo tomarías en serio
— ¿Perdón? — Espetó la chica levantando el rostro y sintiendo que la tierra entraba en sus ojos por las brisas de esa tarde, algo helada.
—Qué falta de respeto la tuya— Prosiguió el capitán cruzándose de brazos y alzando un poco el rostro en un gesto altivo —Pelear con tu poder restringido, ¿ni siquiera merecíamos de ti lo mejor?
Hanako emitió un gruñido por el esfuerzo, pero eso no impidió que se levantará hasta las rodillas, bajando el rostro en un gesto que ensombreció sus ojos.
Su voz fue un siseo peligroso, el ruido sordo de una llama que comienza a crepitar, una chispa sin fuerza que trata de consumir lo que sea con tal de no desaparecer.
—Mi abuelo y yo teníamos un trato— No, la mención de Yamamoto no inmutó a Hirako, no esta vez, el capitán tenía la firme convicción de que, esta vez, no se dejaría amedrentar por los fantasmas de su pasado —Le prometí que entrenaría mi poder en el diez por ciento de mi capacidad, siempre limitada al diez por ciento, porque así, si lograba volverme más fuerte con los sellos puestos, entonces en realidad sería diez veces más fuerte— Hirako pasó saliva y retrocedió medio paso, comprendiendo todo el significado de aquella frase.
Si bien era cierto que le había dado una paliza esa mañana, también era cierto que la chica había logrado hacerle sudar sin convocar su shikai.
Y retrocedió, Hirako retrocedió cuando Hanako levantó los ojos en su dirección, dedicándole una mirada abrasadora que podría haberlo reducido hasta las cenizas.
—Más…— Pidió Karyū cuando sintió la furia creciente de Hanako.
—Karyū, Kaihō suru…— Su voz fue un siseo peligroso, una amenaza de muerte que se intensificó cuando la chica comenzó a levantarse lentamente.
—Más— Exigió su zanpaku-tō.
—Veinte por ciento…
La liberación de reiatsu fue impresionante, sí, pero sólo como si un teniente estuviera haciendo presión espiritual. La arena alrededor de la teniente se removió ante la energía que la chica desprendía, y ella se adelantó un paso lentamente mientras sus raspones y heridas superficiales desaparecían.
—Más — Soltó Karyū al lado de Hanako, mirándole ahora con reproche.
(Raise your banner – Within temptation)
—Shikai ¡Hi no utawoutau! — Disfrutó lanzar su espada al aire y atrapar la hoz que le había hecho compañía los últimos años, acarició la madera y sintió la mirada penetrante que Karyū le dedicó, el reproche —Espera, por favor— Murmuró Hanako acercando su boca a la hoja de su arma, como si tratara de tranquilizarla —Un paso a la vez— Pidió dulcemente —Kaihō suru, veinticinco por ciento
El reiatsu aumentó a su alrededor de nuevo, y Hirako apresó el mango de su zanpaku-tō con fuerza, como si se tratara de un salvavidas en la inmensidad del océano. No, la descarga de adrenalina al ver a Hanako usando el veinticinco por ciento de su habilidad le hizo saber que la tormenta apenas comenzaba. Y como confirmación de sus temores, el diamante de Asami, dispuesto alrededor de todo el campo obtuvo una cuarteadura por los bordes, como si no fuese capaz de resistir a la tormenta.
La pequeña no se dio cuenta de ese hecho, estaba tan angustiada al ver la batalla de su hermana que nunca notó aquella grieta en su escudo más ligero.
Aunque por un momento fue como si el mundo se detuviera, Hirako volvió en sí al percatarse de que la teniente ya no se encontraba frente a él.
Sintió el golpe de la madera en su espalda baja, salió disparado varios metros hacia el frente, girando con violencia sobre la tierra, con la arena y los guijarros raspando su rostro mientras él trataba de recuperarse, pero Hanako ya estaba de nuevo a su lado.
No era tan rápida, aún en el veinticinco, su poder no era tan grande como para que su shunpo superase al del capitán, pero Hirako jamás se habría esperado un ataque por la espalda por parte de la teniente, no de la estratega que peleaba con honor, mirando a sus enemigos a los ojos. Eso lo había aprendido de Kai, de Takeshi, había heredado de aquellos hombres el amor por una batalla honorable y digna.
Ahora él no lo estaba siendo para nada. Así que dejaría que el segundo golpe de Hanako entrara, se lo merecía por haberse confiado.
Y la chica sonrió deteniendo su golpe en el último segundo.
—Kaihō suru— Murmuró sonriendo de medio lado mientras Hirako se levantaba de un salto y ponía distancia de por medio —Treinta por ciento
De nuevo hubo un aumento de reiatsu que se sintió pesado en el ambiente, los shinigamis que se habían aglomerado cerca ahora retrocedían, pasmados por ver a su teniente con las mejillas fuertemente sonrojadas por el calor que expedía su propia piel, los ojos encendidos en un color rosa brillante sediento de sangre, sus cabellos bailando al viento como si fueran fuego vivo. Y la grieta en el escudo creciendo más y más.
En la distancia, Byakuya sintió aquella variación en el reiatsu, puesto que en cuanto la grieta del escudo se ensanchó, el capitán pudo sentir las variaciones irregulares, la rabia, el estrés, el rencor y las intenciones de su protegida, así que no dudó en salir corriendo hasta el campo de entrenamiento y posicionarse al lado de su hermana, en espera de una buena explicación.
Saya en la distancia pasó saliva, percatándose de que el crecimiento del reiatsu de su hermana no era un subidón de golpe, sino que iba aumentando paulatinamente, como si la teniente liberase el sello, pero no usara toda su capacidad desde un inicio, como si estuviese calentando motores. Y en los linderos de su mente apareció la idea de ir a ayudarle, como un susurro lejano o la voz de un viejo amigo que te dicta la respuesta correcta. Kairyū hablándole en el oído.
—Niban dankai— Recitó Hanako mientras su zanpaku-tō volvía a cambiar hasta convertirse en un estoque estilizado, una hoja afilada como una aguja, el guardamanos elegante, la vaina fuerte.
Y entonces volvió al ataque, pero esta vez Hirako recibió el golpe con la hoja de su zanpaku-tō, percatándose de que la teniente se había acercado tanto a propósito, sólo con la intensión de mirar al capitán a los ojos antes de retroceder a toda velocidad, con la hoja de su arma encendida en un fuego rosa pálido y golpear sólo con la punta, el espacio diseñado para hacer más daño.
—Kaihō suru— Volvió a recitar la teniente, consiguiendo que la gente a su al redor comenzara a sudar frío —Cuarenta y cinco por ciento
Para estas alturas de la pelea, Kensei, Mashiro, Rose y Lisa ya se encontraban en el borde del campo, preocupados por el aumento de reiatsu en la zona, preocupados por el hecho de sentir las dudas en Shinji. Ahora no sólo los miembros de la décimo tercera observaban la pelea, no sólo Shūhei, que había acudido en cuanto había sentido el reiatsu de Asami quebrantándose ante la presión espiritual de la teniente, no sólo Byakuya. Ahí estaban los vizards, preparados para ayudar a su colega, a su viejo amigo, a su igual, otro superviviente de los experimentos iniciales de Aizen.
Ese nuevo aumento en el reiatsu logró lo que todos los presentes creían imposible. La barrera que Asami había puesto, su diamante, se rompió en mil pedazos que cayeron alrededor de ellos como una lluvia cristalina, destellos iridiscentes y tornasoles que parecían irreales contra los tonos rojizos del atardecer.
Y Hanako se lanzó de nuevo al ataque.
Los golpes llovieron por izquierda y derecha, Hirako los resistió todos. Las estocadas del arma de la teniente fueron como una serie de estallidos, destellos rosas y violetas que lo desorientaron un poco para tratar de planear una estrategia de regreso.
Y entonces, Hirako logró detener uno de los golpes y tomar la muñeca de Hanako para plantar un rodillazo en su estómago.
La chica salió disparada, rebotó dos veces sobre la tierra perdiendo el estoque y rodando sobre sí misma para aminorar el impacto, pero contrario a lo que Shinji habría creído, ahora la chica sonreía.
Sus palabras fueron un siseo dulce, suave, un murmullo del viento que apenas y se levanta sobre la tierra, pero Hirako sintió un escalofrío recorrerlo de pies a cabeza al darse cuenta de que, al ver a Hanako levantarse sobre el codo y sonreír de aquella manera, veía en realidad a Takeshi hablando a través de ella.
—La mejor y única manera de frenar el golpe de una espada…— La joven levantó el rostro y comenzó a erguirse lentamente, con dificultad, con algunos raspones sobre el cuerpo, citando textual las palabras de su hermano —Es deteniendo la mano de tu oponente
— ¿Te dejaste golpear? — Inquirió el capitán con fingida indiferencia.
—Kaihō suru— Respondió Hanako extendiendo una mano hacia su zanpaku-tō, que permanecía unos metros a sus espaldas —Sesenta por ciento— Añadió mientras una corriente de aire la envolvía por completo y su zanpaku-tō se convertía en una lluvia de destellos rosas, como perlas suspendidas que crearon un remolino alrededor de Hanako. —Dai san dankai, tessen...
— ¡Hanako, no! — Gritó Saya amenazando con avanzar hacia el campo de batalla al sentir la llamada de auxilio que Karyū le había hecho llegar a Kairyū, hermanas clamando por tregua, por apoyo.
Pero las manos de Byakuya y Renji detuvieron a la shinigami justo cuando Asami salió de su sorpresa y se percató de que todo su escudo se había desvanecido, comprendiendo por fin el peligro en el que su hermana mayor estaba poniendo a todo el mundo con aquello.
Asami levantó la mirada en dirección a Rukia, percatándose de que su capitana tenía la expresión desencajada, también asustada por lo que pudiera ocurrir a continuación.
Y a pesar de toda la rabia y desprecio que sentía por el capitán de la sexta, decidió levantar también la mirada en su dirección. ¿Cuál sería su sorpresa al percatarse de que la expresión de Kuchiki estaba contraída en una mueca de angustia y contrariedad? Porque su rostro reflejaba la misma angustia que el de Shūhei a su lado, que el de Saya, que el de Rukia, que el propio, porque el Gotei no importaba en esos momentos en los que la piel de su hermana se llenaba de ampollas gracias al calor que la rodeaba y ella, en lugar de proferir un grito desgarrador proveniente del dolor, liberaba una carcajada hasta ser rodeada por las sombras.
(Repeat: Raise you banner)
Fue un movimiento fluido. Hanako giró sobre sí misma con gracia y elegancia, abriendo un par de abanicos con los que desvaneció las llamas. Parte de su uniforme aún ardía, los bordes de sus mangas, el escote, las puntas del obi, la chica había sacado los brazos del kosode para que éste quedara colgando en su cintura y ahora ella tenía más libertad para moverse y pelear, la tela blanca de su camiseta ahora estaba chamuscada en algunas partes y el tatuaje en su brazo izquierdo revelaba a un dragón enfurecido, pero lo que terminó de añadir tensión al asunto fue ver la sombra de una princesa antigua alrededor de Hanako, como si un espíritu la poseyera.
—Karyū...— Murmuró Saya reconociendo a la zanpaku-tō, moviéndose en perfecta sincronía con su hermana mayor y teniente.
Una corriente subió rodeando a la teniente de los pies a la cabeza, incluso su cabello se removió con aquello, y en un parpadeo, las ámpulas reventadas habían desaparecido, dejando a la teniente con un aura radiante.
Ahora sí no pudo seguirla.
Hirako trató de detener el siguiente golpe de Hanako, y falló. Y falló con el siguiente, y el siguiente. Los abanicos abiertos tenían cinco navajas cada uno, distribuidas por toda la extensión, así que los golpes desgarraron la vestimenta a su paso, lanzando gotas y chorros de sangre con cada uno de los golpes que dio la chica, consiguiendo que Shinji soltara exclamaciones de dolor.
Hanako unió ambos abanicos y liberó una navaja más larga, preparada para atravesar el costado del capitán sin piedad, pero la espada de Kensei se interpuso.
— ¡No! ¡Espera! — Suplicó Shūhei en la distancia, pero fue interceptado por Lisa y Rose, quienes sostenían las espadas desenvainadas y expresiones serias, pidiendo espacio.
—La aprecia— Murmuró Rose preparando su propia espada y dándole el costado a Shūhei —Y nosotros también.
—La vamos a detener si está fuera de sí— Añadió Lisa —Sobre todo si es un peligro para el Gotei
—No lo entienden- Murmuró Saya con una mirada suplicante —Ella no está fuera de sí, está más cuerda que nunca
—No es que no pueda detenerse, es que no quiere hacerlo— Completó Asami, comprendiendo al fin la postura de Hanako.
La menor no había estado en todos los entrenamientos de su hermana mayor, así que no comprendía la rabia contenida en cada gesto y cada movimiento de la teniente, pero Saya había estado ahí cada vez que Hirako la había humillado y menospreciado con palabras, cada vez que le había dejado con un golpe suspendido en el aire, cada vez que la había llamado insulto a la memoria de Genryūsai.
Y había visto cada una de las ocasiones en las que Hanako había tomado una respiración profunda, recogido cada pedacito de su corazón, y había seguido peleando.
Y entonces comprendió el llamado de auxilio que Karyū les había extendido. No necesitaba que la rescataran, a ninguna de las dos, pero quería terminar aquel combate de la forma más pacífica posible, iría. Acudiría al llamado, pero primero le dejaría pelear.
El grito de Kensei (un sonido ahogado que se desvaneció en un momento) llamó la atención de todos.
Mashiro, Rose, Lisa y Hirako ahora se habían interpuesto en el camino de la teniente, que había logrado derrotar a Kensei con un movimiento rápido de su abanico, los tres vizards restantes convocaron a sus máscaras al percatarse de que el calor que expedía Hanako comenzaba a ser insoportable, al ver que la piel de la chica bullía como agua hirviendo, ampollas y ampollas que reventaban y se regeneraban sobre sí mismas, no porque Karyū tuviese alguna habilidad curativa, sino como si las llamas se convirtieran al instante en piel viva para cubrir los espacios dañados.
Saya jamás había visto así a Hanako, Asami ni se diga, pero ambas sabían que hacer.
Hanako recibía los golpes de las espadas en los abanicos, pero lograba moverse una milésima de segundo más rápido que el resto, apenas estaba terminando de desviar un golpe cuando ya había colocado una cortada, pequeñas heridas muy significativas, puesto que demostraban que había logrado superar a cuatro capitanes del Gotei y a una teniente auxiliar.
Los cinco vizards se lanzaron al mismo tiempo, y todo ocurrió en cámara lenta, Hanako bajó el rostro, unió los abanicos y sonrió de medio lado.
—Kaihō suru, setenta por ciento. Sen'nohana no muchi... (Látigo de las mil flores).
La chica lanzó el brazo hacia adelante y atrás, y la llamarada se convirtió en un chorro de luz que se movía a voluntad de la chica, un látigo hecho de plasma, el mismo que había usado contra Saya, el mismo que había aprendido a manejar a escondidas de todo el mundo.
Golpes certeros contra las espadas, contra los ataques de los capitanes, y el rostro de la chica se vació en un momento cuando las llamas lograron encender el suelo a su alrededor, marcando un perímetro seguro en el que ninguno de los vizards logró entrar una vez que establecieron la mecánica de aquella pelea.
—Kairyū, ayúdame...— Murmuró Saya liberando el shikai sin que el resto se diera cuenta. La chica se movió con un shunpo, entrando al círculo de pelea, consiguiendo que todos los capitanes retrocedieran un paso por la sorpresa al ver a la soldado más leal levantarse en armas contra su teniente —Hanako, esto tiene que parar
—Todavía no— Murmuró la teniente con voz doble, hablando a la par de su zanpaku-tō -Todavía tienen que pagar
—Hirako tuvo su merecido, hermana- Insistió la soldado con voz férrea.
—Todavía no
—Que así sea... oleaje...— Murmuró Saya antes de comenzar a mover las espadas a su alrededor, recurriendo a la misma técnica que había logrado poner en jaque a su hermana un tiempo atrás, y luego ambas se lanzaron hacia el frente mientras el vapor subía y la ola de agua las cubría a ambas, amenazando con ahogarlas si no salían de ahí de inmediato.
Byakuya también se movió, los pétalos de Senbonzakura aparecieron en un parpadeo, rodeando la zona de batalla de las hermanas, consiguiendo delimitar la libertad que tendrían para moverse, consiguiendo encapsular toda el agua que Saya había logrado convocar en unos cuantos movimientos. Porque la soldado había logrado convertir aquella arena árida en un mar embravecido que se evaporaba al contacto con el látigo de su hermana, pero siempre brotaba más agua, entonces Byakuya había ayudado a contener.
Sabía que existia el peligro de que terminaran ahogándose, al menos Hanako, alguna descompensación al estar presa en el maremoto en que Saya se había convertido.
También Asami se sumó a la contención, poniendo un escudo más resistente alrededor de las flores y los pétalos, sabiendo que, si la defensa de Byakuya fallaba, ella podría contenerlos, y siguió fortificando más y más aquel diamante, consiguiendo convertirlo en el más poderoso que hubiese creado jamás.
Ahora comprendía por qué Hanako había pedido aquella barrera sencilla, no tenía intenciones de defender al Gotei, quería ocultarse de sus amigos, había querido mantener aquella lucha en secreto de otros capitanes, ver a Byakuya, a Shūhei, a Rose, incluso a Tōshirō en el otro borde del campo le hizo comprender por fin que Hanako nunca habría querido preocupar tanto a sus colegas y amigos.
Perdió la concentración cuando sintió las flores golpear contra el muro de su diamante, el agua le había superado por mucho, pero era imposible ver hacia el interior, aun así, Byakuya mantenía una expresión serena, y ese gesto contagió a Asami al percatarse de que el reiatsu de sus hermanas iba en descenso.
—Yo...— Musitó Asami con un hilo de voz, pero en ese instante los pétalos se desvanecieron y Byakuya envainó su espada, Shūhei, Renji y Rukia llegaron a su lado, y el agua cayó al suelo.
Un movimiento de sus manos bastó para desvanecer el escudo de diamante y toda el agua se escapó de aquella prisión, dejando la imagen de ambas hermanas una frente a la otra, con las ropas empapadas, con la expresión serena.
Saya y Hanako estaban de pie, con la frente recargada una contra la otra, la menor tenía a su teniente sostenida por el cuello y los hombros, la mayor se asía de las muñecas de su flecha para darse valor, y ambas respiraban con dificultad mientras una nueva llamarada las envolvía, flama suave para secarlas y evitar un resfriado.
— ¿Terminaste tu berrinche? — Quiso saber Saya levantando el rostro para poder admirar las facciones de su hermana.
—Todavía no— Admitió Hanako antes de soltarse y dirigirse hacia los capitanes.
Ahora la teniente estaba serena, su expresión era indiferente y ni siquiera se inmutó al ver el estado en el que había dejado a sus colegas, malheridos, agitados mientras sus máscaras se desvanecían y ellos trataban de recuperar el aliento.
Hanako pasó entre ellos con pasos firmes hasta posarse frente a Hirako y componer una expresión desafiante.
—Mi abuelo y yo teníamos un trato— Repitió la chica con voz fría, consiguiendo que capitanes y teniente se asieran a sus zanpaku-tō, temiendo una segunda ronda de aquella masacre sin previo aviso —Le prometí que entrenaría mi poder en el diez por ciento de mi capacidad, siempre limitada al diez por ciento, porque así, si lograba volverme más fuerte con los sellos puestos, entonces en realidad sería diez veces más fuerte— Hanako suspiró tomando la guarda de su katana con fuerza para cambiarla de lado y bufar con desprecio. —Si tú no puedes ver, entender o apreciar eso, si tú no puedes respetar las decisiones y el honor de otros, si no eres capaz de ponerte en el lugar de tus subordinados y tratar de trazar tu estrategia desde ahí con respeto y con humildad, entonces no tengo nada que hacer aquí
La chica se dio la vuelta en dirección a sus hermanas, alejándose del capitán y consiguiendo un fuerte sonrojo en las mejillas de Hirako, que por primera vez vio a Hanako como a una igual y, al mismo tiempo, como a una mujer.
Habría querido hacer una salida triunfal, pero Hanako terminó dando un traspié hacia el frente, con el cuerpo machacado por el esfuerzo extra al soportar aquella liberación de reiatsu sin llegar al bankai. Las manos de Saya la sostuvieron al vuelo y la chica sonrió en agradecimiento mientras el resto de sus amigos, Shūhei, Renji, Byakuya incluso, se acercaban a ella para asegurarse de que estuviera bien.
Ninguno de ellos se percató en qué momento había llegado hasta el campo de entrenamiento, pero sí que sintieron su reiatsu acercarse cuando Mayuri avanzó hasta ellos con su sonrisa desquiciada partiendo su rostro.
—Teniente— Exclamó con interés y diversión malsana —Nunca me habría imaginado ver un espectáculo así viniendo de usted, es una lástima que esté tan... acabada
Fue la voz de Byakuya la que se alzó como respuesta, dejando claro que seguía cuidando de la mayor de las Yamamoto.
—¿Qué sugiere, capitán?
—Un examen exhaustivo en mi división, un examen clínico, médico— Aclaró ante las miradas desconfiadas que todos los presentes le dedicaron —Por la seguridad de la teniente
—No veo por qué deba ser en la décimo segunda— Puntualizó Asami dando un paso al frente, consiguiendo las miradas de todos, sorprendidos ante la ferocidad de sus palabras —En la cuarta división pueden atenderla como debe ser, y la décimo segunda no debería meterse
—Por la cantidad de reiatsu que liberó, que es nuestra especialidad— Puntualizó Mayuri -Podríamos diagnosticarla más rápido si hay algún tipo de daño
—Pues que lo hagan en la cuatro, bajo la supervisión de Kotetsu y con la asistencia de alguno de sus hombres— Defendió Saya, molesta con el capitán.
—Me temo...
—Estoy de acuerdo con las hermanas, ellas son su familia— Murmuró Byakuya llamando la atención del capitán Kurotsuchi, haciéndole proferir un bufido ofendido —No quiero abusar de la confianza, pero creo que deberían ir a la cuatro, ellos son los expertos en el área de salud
—Pues a la cuatro será— Aceptó Mayuri a regañadientes al ver a los presentes cerrarse medio paso, como si defendieran a la teniente —Haré que Akkon se haga presente para apoyar
—De ser así— Murmuró Byakuya en respuesta —Que uno de mis hombres la acompañe mientras puedo estar presente, tengo algunos asuntos pendientes, pero es imperativo que mi gente supervise que la teniente Yamamoto tenga el trato que merece
La chica bajó el rostro con las mejillas sonrojadas fuertemente, ganándose miradas por parte de sus hermanas.
—Ya comienzas a tener trato real— Comentó Saya, encontrando justo el momento para rematar la burla de Hanako con su pulsera.
—Cállate— Murmuró Hanako desviando el rostro y sintiendo las miradas de Renji, Asami y Shūhei en su nuca.
La menor le dedicó una mirada a su hermana, incrédula de aquellas bromas, preguntándose si sería un mal chiste por parte de Saya o si se trataría de algo que ambas sabían y no le habían querido decir.
—Como ordene su alteza— Saya hizo una reverencia teatral para su hermana y sonrió con picardía.
—Saya— Soltó Hanako dando un golpecito al piso y plantando le cara —Basta ya, o te pondré a ti las inyecciones que me correspondan
—Ahí no me meto— Soltó al final la soldado antes de llevarse las manos a la nuca y sonreír para Mayuri, que señaló la salida de la arena.
Las hermanas se alejaron del lugar, pero Shūhei permaneció en el campo de entrenamiento, mirando el suelo, sintiendo el viento arremolinándose a su alrededor con frialdad, y rayando el desconsuelo. Sintió el reiatsu del capitán Kuchiki acercarse poco a poco, habría creído que se iría con la teniente Yamamoto, pero ahí estaba, de pie, seguramente para burlarse de su incompetencia.
—Quería ayudar— Murmuró el teniente Hisagi sin saber por qué sentía la necesidad de justificarse ante su adversario, si es que podía seguir llamándole así —Vi a Saya, lo vi a usted, habría querido hacer algo
—Lo sé— Respondió suavemente el noble, sin atreverse a añadir nada más.
—Se ha vuelto tan poderosa— Añadió Shūhei, sintiendo que la desesperación lo superaba.
—Siempre lo fue— Corrigió Byakuya sin perder el tacto.
—Lo sé, es sólo que...
—Vuélvete más fuerte— Exigió el noble con voz dura, pero cautelosa, no como el superior que regaña a sus subordinados, sino como un amigo que ve tu potencial —Si de verdad quieres ayudar, vuélvete más fuerte, enfrenta tus miedos, pelea...
No, Byakuya nunca supo de dónde salieron aquellas palabras, ni por qué se detuvo a la mitad de su discurso, él todo el tiempo estaba entrenando para volverse más fuerte, y más fuerte todavía, firme en sus convicciones, tratando de hacer la diferencia en el Gotei. Y ahora alentaba al único hombre con el que podría competir por el corazón de Hanako a que diera todo de sí.
Aquel pensamiento lo tomó por sorpresa.
¿Ahora quería de verdad competir por el corazón de su protegida? ¿Apenas ahora se arrepentía de haberla dejado libre o ya era un pensamiento recurrente al que quisiera ignorar?
—Si de verdad quieres ayudar, vuélvete más fuerte
—Es que ella se ha vuelto tan poderosa...— Murmuró el teniente alzando la mirada hacia su superior y sonriendo de medio lado —Quiero ayudar, quiero protegerla, antes ni siquiera me atrevía a soñar con ser su amigo y por eso se volvió mi amor platónico- Confesó al fin, sintiendo que todo el estrés, la tensión, la tristeza tras aquellas palabras se desbordaba y se disolvía en el viento —Ahora veo lo poderosa que es, ahora caminamos como iguales, y con mayor razón quiero protegerla. Hoy fracasé en mi intento
—Y ella te sonrió— Murmuró el noble antes de asentir con la cabeza, con los ojos cerrados, reconociendo la grandeza en ese acto —Porque aprecia tu gesto, y porque te quiere
—Sí, me quiere, como yo a ella— Murmuró al final, tomando al capitán por sorpresa. ¿A dónde iba con esa afirmación? Aquellas palabras consiguieron hacer que Byakuya abriera los ojos un poco más, y retrocediera ligeramente en su sitio —Tiene razón, capitán Kuchiki, debo volverme más fuerte si quiero acompañar a mi amiga más preciada en sus batallas. Con su permiso
Hisagi hizo shunpo para desaparecer del lugar, y Byakuya se quedó plantado con un presentimiento extraño, una sensación de derrota y de triunfo al mismo tiempo, el sabor amargo en la boca del estómago, como si hubiese perdido algo, y a cambio le hubiesen dejado una victoria sencilla...
No valía la pena confiarse. Y ahora debía volver a su división a prepararlo todo, pronto habría una junta, pronto se decidiría la siguiente misión, y si lo llamaban a él, debía tener a la sexta en regla para poder irse tranquilo.
