Iniciamos el año con capítulo nuevo!

Esto esta comenzando a tomar rumbo bleach, así que estamos muy ansiosas de leer comentarios sobre esta historia.

Ya damos por iniciado un giro nuevo dentro de poco, la saga de las Zampakutou les ha dado ideas a mis hermanas, así que luego veran de lo hablo.

Gracias por leernos y esperamos sus reviews 3


Estaba sentada en la cama, mirando por la ventana, preguntándose cuándo Kotetsu le daría el alta. No necesitó esforzarse para notar su presencia, reconocería ese reiatsu en cualquier lugar, en cualquier momento, tal vez incluso si él tratara de ocultarse de ella.

Suspiró, metiendo sus dedos entre el cabello antes de pasar el cepillo de nuevo, cerrando los ojos y preparándose mentalmente para el sermón. Preguntándose cuánto más duraría aquella... ¿Cómo lo habían llamado? ¿Cacería de brujas?

No, decidió ignorar lo obvio, que él venía a verla, y no porque quisiera enterarse primero, no era esa curiosidad morbosa que habían tenido algunos otros shinigamis, como si ella fuese una especie de freak show en exhibición, él de verdad estaba preocupado por ella de más formas de las que ella hubiese llegado a creer. Así que, cuando el portador de ese reiatsu entró a la habitación, Hanako no abrió los ojos, permaneció en silencio, cepillando sus largos cabellos en espera del regaño monumental que se había ganado a pulso.

(Recovery - LP)

Pero, contrario a lo que esperaba, él guardó silencio cuando llegó, como si estuviese esperando por ella, como si quisiera que Hanako tomara la delantera.

Suspiró, de nuevo Hanako soltó un suspiro y sonrió de medio lado antes de girar el rostro y observar las facciones de su eterno ángel de la guarda, que ahora parecía estar tranquilo. No, su rostro no mostraba tranquilidad por sí misma, parecía más bien como si se hubiese relajado en ese momento, al verla bien.

—Supongo— Inició Hanako luego de un suspiro corto y una mueca de medio lado —Que viste suficiente para saber que fue un acto de insurrección

— ¿Quién no está hablando de ello, de todas maneras? — Respondió Byakuya con voz contenida, acercándose un par de pasos más hacia su protegida y sonriendo de medio lado, como pidiendo permiso.

Hanako volvió el rostro hacia la ventana y siguió cepillando su cabello, pero para Byakuya no pasó desapercibido el gesto de dolor que la chica hizo, esa mueca casi invisible cuando tuvo que levantar su brazo para alcanzar la coronilla y poder cepillarse bien.

— ¿Sabes? — Murmuró el noble volviendo el rostro, evadiendo la mirada de Hanako —Por algún motivo he estado instando a tu fan número uno a volverse más fuerte

— ¿Por qué harías algo así?

—Quizá por la misma razón que todo el mundo me ha preguntado qué me traigo contigo por estos días

—Y ¿qué te traes conmigo? — Murmuró la teniente con un hilo de voz, sintiéndose diminuta, tratando de ocultar su decepción y su coquetería.

Fue su turno de suspirar, Byakuya suspiró aliviado y molesto en partes iguales, reprochando de forma silente el hecho de que su protegida seguía ocultándose de él a pesar de saber que tenía la delantera, que siempre sabría cómo leerla, cómo interpretar su reiatsu, sus palabras, sus silencios, sus suspiros.

Pero por algún motivo que ninguno comprendió en ese momento, decidieron dejar pasar el tema.

Ambos shinigamis estaban claros en que haberla enviado a la cuatro había sido la excusa de Mayuri para poder hacer sus propios experimentos con la teniente demonio, Hanako gozaba de perfecta salud, no tenía mayor lesión que la de los músculos adoloridos luego de un arduo entrenamiento sin tregua, y un golpe en el hombro izquierdo luego de contener de nuevo su poder, pero para el noble poder estar ahí a su lado, protegerla de cerca, eso le había llenado de calma, no estaba molesto, no reclamaría a su protegida por poner a Hirako en su lugar cuando él mismo había querido hacerlo en más de una ocasión. Byakuya no hizo un interrogatorio, no expidió un reclamo, no regañó a la joven. Se acercó hasta ella y le quitó el cepillo de las manos antes de comenzar a trenzar sus propios dedos en los mechones largos y sedosos de aquella joven rebelde y extraordinaria. Y Hanako sonrió enternecida al sentir la parsimonia con la que su ángel de la guarda cuidaba de ella.

Byakuya sonrió ampliamente dándole la espalda a la puerta mientras seguía cepillando el cabello de Hanako, intercalando el cepillo y sus dedos, dejando caricias dulces en cada gesto, tocándola con infinita ternura y haciéndole suspirar.

Dos shinigamis se habían dado la vuelta, Kotetsu les había enviado para ver cómo estaba la teniente sin imaginarse que el reiatsu que titilaba a su lado, indefenso e ínfimo, era el poder contenido del capitán Kuchiki. Aquello se convertiría en un rumor, en un chisme que crecería como una chispa en un campo seco, puesto que jamás nadie había visto al capitán sonreír de aquella manera, al menos no luego de la muerte de Hisana. El primer intento de huida habría sido por temor al capitán de la sexta, y luego aquel gesto se había convertido en la apremiante necesidad de ir a contar lo que acababan de presenciar, la sonrisa soñadora de Hanako, sus mejillas sonrosadas, la tranquilidad en las facciones de Byakuya, la dulzura y sutileza de sus gestos, y el hecho de que aquel cuadro gritaba romance con todas sus fuerzas, porque había tal comodidad entre teniente y capitán, que los dos shinigamis se sintieron como invasores de un paraje ignoto, como si estuviesen quebrantando la paz en tierra santa.

Byakuya los sintió, podría haberlos detenido en cualquier momento de haberlo querido, pero decidió dejarlos ir con un suspiro dulce, preguntándose si todo se iría al carajo si ese rumor corría.

Bueno, todo se estaba yendo ya al carajo, el Gotei estaba sumido en el caos, ¿qué más daba añadir un poco más?

No supo si lo vieron hacerlo, o tal vez no le importó, se agachó sobre la mejilla de Hanako para depositar un beso casto sobre su piel antes de murmurar: —Cafuné.

— ¿Perdón? — Murmuró la teniente adormecida, mientras luchaba contra el sonrojo.

—Cafuné— Repitió el noble mientras la teniente volvía un poco el rostro y sonreía tímidamente, en espera de la explicación —En algunos lugares del mundo humano es la palabra que se usa para describir…— Hizo una pausa, acariciando el cuero cabelludo de Hanako, arrancando un escalofrío placentero y una sonrisa (tal vez un ronroneo) a la teniente —Esto— Terminó sonriendo ampliamente, conforme con el resultado.

— ¿Al piojito? — Sugirió la chica divertida, sabiendo que también usaban ese término.

—No exactamente— Admitió Byakuya mientras seguía cepillando el cabello de la chica, percatándose de que los mismos dos shinigamis ahora estaban afuera de la habitación, de regreso, observándoles y escuchando la conversación —El cafuné es más específico que acariciar el cabello de alguien, es más como... pasear las manos entre el cabello del ser amado— Confesó al final, consiguiendo que Hanako se irguiera en su sitio, sorprendida...

Pasó saliva antes de mirar de reojo al capitán y mirarle, expectante.

No hubo necesidad de más palabras, puesto que cuando Byakuya enterró de nuevo sus dedos entre el cabello de la teniente, ella cerró los ojos y recargó la cabeza contra la mano del noble, sonriendo ampliamente y murmurando sin aliento —Ahora me pregunto si tengo ese permiso contigo...

—Recupérate primero, Hanako, y luego hablamos de mi cabello

La aludida volvió la vista a la ventana y sonrió mientras el capitán Kuchiki volvía a su tarea, sonriendo dulcemente ante el suspiro que escuchó fuera de la habitación.

Pero el silencio no duró mucho más.

—Iras, ¿verdad? Al mundo humano— Inquirió el capitán, tratando de ocultar la decepción de su voz, sabiendo que sólo ante ella se vulneraba de aquella forma.

—Tengo que— Respondió la chica en el mismo tono, bajando los hombros y el rostro.

Byakuya detuvo sus manos para poder sentarse al lado de su protegida, ambos volvieron un poco el cuerpo para poder mirarse de frente y Hanako sonrió.

—Tu sentido del deber— Murmuró el noble con ironía, consiguiendo que la chica sonriera de medio lado.

—Ahora tú me hablarás de sentido del deber— Bromeó.

—Es de las cosas que más me gustan de ti— Confesó el noble apartando un mechón de cabello de la chica, despejándole el rostro y haciéndola, de nuevo, seguir el gesto con un movimiento de la cabeza —Sólo me angustia que lo hagas tan lejos de mi protección

—Cuando acuerdes estaré de regreso- Prometió la chica poniendo su mano contra la de él, sonriendo ampliamente.

—Eso espero— Murmuró en respuesta el noble antes de atraer el rostro de la chica hacia sí y plantarle un beso en la frente, beso que se extendió durante largos segundos, beso en el que Hanako tuvo tiempo de suspirar y de soñar una imposibilidad, beso en el que se dijeron tantas cosas y al mismo tiempo se dejaron tantas dudas...

Y luego Byakuya se levantó de la cama y recompuso su máscara de estoicismo antes de murmurar: —Pueden pasar.

Claro, la sorpresa se la llevaron sus espías, uno cayó al suelo, demasiado apenado como para hablar o moverse, y el otro salió corriendo, consiguiendo que Byakuya soltara un suspiro de decepción, haciendo a Hanako sonrojarse hasta las orejas y preguntarse hasta donde llegaría aquello.

Bueno, la cacería de brujas ahora se haría más intensa...

Preocuparse por Hanako era en vano, tenia bastantes sentimientos encontrados en el momento, porque su hermana había llegado mucho más lejos con la liberación de su sello, porque habían tenido que intervenir varios de los presentes, porque había visto en Hanako y el capitán de la sexta lo que nunca creyó ver.

-Estas algo distraída- El albino la miraba a los ojos, pero no había fiereza en ellos, no tenia la misma determinación de los días pasados -Asami… ¿Qué es lo que te preocupa?

Dejaron de forcejear con sus espadas, ella envaino y su bankai desapareció, todo su poder había vuelto a fluir con calma.

-Es por lo de Hanako, creo… que me estoy preocupando por cosas que no me conciernen- Respondió, con la cabeza baja y los puños apretados -Mi barrera no fue suficiente para los propósitos de mi hermana… ¿y si esto no esta funcionando?

-Estas preocupándote demasiado por cosas que no deberías, Hanako fue quien eligiera al capitán de la quinta- La chica compuso un puchero, arrugo la nariz y gruño -Dejemos el entrenamiento por hoy, aunque has avanzado bastante como para decir que no has logrado nada

El albino la tomo en brazos, llevándola hacia su casa, la dejo con los pies sobre la madera, por lo que ella fue a tumbarse a la cama, esperen ¿Cuándo había reemplazado su futón? Había pasado por esa habitación en repetidas ocasiones luego de sus últimos entrenamientos ¿en qué momento lo había hecho?

- ¿Cuándo…?

-Esta tarde, le pedí a Matsumoto que me ayudara, mientras estabas con Hanako la trajeron- Claro que se había ganado miradas picaras por parte de la pelirroja, algunas burlas y abrazos no deseados, pero quería que su princesa descansara en algo cómodo luego del entrenamiento - ¿Quieres darte un baño para que te relajes un poco?

Si, había algo que cambiaba en ella cada vez que él estaba en su forma adulta, y que parecía permitirle aún mas contacto, más acercamientos dulces y cariñosos, porque, ahora que ambos se encontraban rodeados de agua, sus dedos recorrían dulcemente la tersa piel de la chica, paso sus manos entre los omoplatos, provocándole un escalofrío, agachándose a besar la piel de sus hombros.

El hormigueo recorrió su cuerpo, haciendo que un gemido escapara de su garganta, le permitió recorrer su cintura, las manos se detuvieron en sus caderas, pero sus labios recorrían su cuello, sus hombros, alcanzando levemente sus clavículas. Ascendieron, sus manos acariciaron su vientre y detuvo sus manos bajo el inicio de sus pechos, acariciándolos apenas con los pulgares.

El juego debía subir de intensidad, por lo que ella salió del agua y se coloco la bata, pero eso solo era un llamado para que la siguiera.

Llevaba un kanzashi en el cabello, el cual fue retirado con dulzura mientras sentía su brazo rodearle, el cual, deshacía con habilidad el nudo de su bata.

- ¿Qué sentido tenía ponértela, si iba a quitártela de todas maneras? – Su voz, ronca y llena de deseo era secundada por sus manos, que acariciaron la piel húmeda de los hombros, deslizando la bata por los brazos hasta que esta cayera al piso -Podría hacer esto toda la vida

La verdad de sus palabras estaba impregnada en sus caricias, en sus besos, en como sus labios recorrían con desesperación cada parte de su ser, proclamaban lo que le pertenecía, lo que era suyo por ley. Sus dedos le enchinaban la piel, mientras sus bocas luchaban una contra la otra, dejando que las gotas de agua de su cabello recorrían su piel.

Amaba el frio que manaba de su cuerpo, de su reiatsu, porque el calor de ambos lo compensaba, porque podía abrazarlo, enredar sus piernas en las de él, disfrutar de su cuerpo y de las suavidad de las sabanas, de la colcha, porque sabía lo que provocaba su poder, de los efectos de estar en aquella forma y de no estar concentrado como para poder evitar que su poder fluyera, pero agradecía a aquella ligera barrera de diamante que su novia colocaba.

Sus cuerpos estaban tan moldeados uno al otro, que era imposible no saber donde encajaba cada pieza, aunque, para él, era la pieza que, hacía falta en su vida, no bastaba el amor que profesaban día a día, porque no aparentaban nada su relación, porque todo el mundo sabía que ellos eran uno.

Por que sus brazos se habían quedado sin fuerzas, la adrenalina había llegado demasiado rápido, y desaparecido en un parpadeo, porque al estar entre sus brazos podía sentirse segura y, además, en peligro ¿Cuántas veces había soñado con darles a sus hermanas aquella niña albina de ojos azules? ¿Violetas? No, eso no importaba, porque al final, fuera como fuera, ellas la aceptarían, pero el destino aun parecía no querer darles la sorpresa.

Agradecía al tiempo el momento de paz que esto le había traído, pero tenia que volver a casa.

-Debo ir a casa antes de que Hanako vuelva- Podía sentir su reiatsu aún en la división cuatro, pero quería ir a casa a preparar algo de cenar para cuando ella volviera -Estaré aquí a primera hora para continuar el entrenamiento

Pero el albino se apodero de sus labios, de su cabello, de su cuerpo, rodeándola con su propio cuerpo mientras su cabello caía sobre él, notando por vez primera y con mejor detalle a lo que Kyōraku se refería en aquella charla; el blanco había avanzado, su cabello era menos negro cada vez.

-No quiero que te vayas…- Le susurro al oído mientras le mordía el lóbulo y luego mirándola a los ojos -Quédate aquí, por favor…

-Perdóname, pero aún no puedo abandonar a mis hermanas… yo…- Silencio, porque no tenia como refutar el hecho de que ella también deseaba quedarse ahí, a su lado, por el resto de su vida.

-Entonces, casémonos- Los ojos violetas de la chica se abrieron de golpe, pero no solo sus ojos, también su cuerpo se movió por inercia, enderezándose y saliendo de la cama -Asami…

-Lo siento, yo… es que no puedo responderte tan de golpe… es…

-No, perdóname tu a mí, la última vez que hablamos de esto fue en una situación diferente- Se había acercado a ella, abrazándola, reconfortándola -Solo que… quisiera que estuvieras más tiempo así, conmigo, aquí, en casa

-Hablaremos de esto en otro momento, y procurare ser menos agresiva con mis respuestas- Le beso los labios, alejándose de el para tomar su ropa -Pero, sin duda, quiero compartir mi vida contigo, y seguir jugando con el destino…

Sin duda, estas palabras terminaron por darle un poco de tranquilidad, porque sabia lo que ella quería, conocía varios aspectos de ella que respetaba y que no deseaba perturbar, pero ambos amaban jugar con el destino.

Mayuri estaba sentado a sus anchas, casi desparramado en la silla, observando con desinterés al Senshi que le regresaba la mirada a través de la barrera, caminando de un lado al otro, arrastrando los pies mientras parecía debatirse entre golpear de nuevo la barrera con su bō o esperar el siguiente movimiento del capitán.

Decidió golpear, y lo hizo con fuerzas.

El bō de aquel guerrero aterrizó contra la barrera que le mantenía separado del capitán de la décimo segunda y, al igual que en todas las ocasiones anteriores, salió disparado hacia atrás, rebotando dos veces sobre su espalda y golpeando su cabeza, la única diferencia que hubo en esta ocasión fue el hecho de que su bō se trozó en varios pedazos y astillas de madera salieron disparadas en varias direcciones.

El genzanki se levantó de un salto, furioso, mientras su vestimenta se arremolinaba en torno a sí mismo, como humo, como vapor, como tela bajo el agua al mismo tiempo.

Y Mayuri sonrió de medio lado, preguntándose si aquel ser podría volverse a su forma etérea para tratar de escapar de aquella prisión, aunque en el tiempo que tenían estudiándolo nunca dio señales de poder adoptar una figura evanescente, sin embargo, la manera en que los bordes de su capa se arremolinaban eran interesantes.

—Sabes que no todos los análisis han sido concluyentes ¿verdad? — Inquirió el capitán enderezándose en su silla, inclinándose hacia el frente para recargar los codos en las rodillas y ladeando el rostro, enfocando la máscara de aquel ser vestido de negro, como tratando de escrutar lo que quedaba de su alma — ¿Sabes lo que pasa en esta división con los exámenes no concluyentes?

El senshi se agachó en cuclillas frente a Mayuri, ladeando el rostro también, un gesto espejo que consiguió que Mayuri sonriera con sadismo.

—No, ¿por qué habrías de saberlo? — El capitán se recargó de nuevo en su silla, chascando la lengua en un gesto desinteresado antes de levantarse con movimientos apáticos y dirigirse hacia la entrada del lugar —Asakura- Llamó arrastrando la voz.

La shinigami llegó hasta él con un gesto nervioso y algunas carpetas apretadas contra su pecho.

—Sí, capitán

—Quédate a cargo de este experimento, necesito que Akon me entregue los resultados del último intento que se hizo con el genzanki antes de desechar las teorías no concluyentes

—P-pero, capitán, es que yo...

Una mirada fría fue más que suficiente para que la shinigami se encogiera en su sitio y asintiera una vez, pasando saliva y dejando al capitán salir de aquella habitación.

Ella lo sabía. Lo sabía mejor que nadie. Sabía que los experimentos inconclusos no podían quedarse solos. Sabía que debía haber alguien cerca para lanzar una alerta en caso de ser necesario, acudir a los capitanes, a quien pudiera contener la situación. Así que se quedó horrorizada al darse cuenta de que era ella (precisamente ella que comenzaba a escuchar ver y sentir cosas), la que debía quedarse en aquel lugar para vigilar a uno de los enemigos más poderosos que habían enfrentado en las últimas misiones.

Las historias de aquella misión circulaban todavía por los pasillos del Gotei, la novedad, aquel enemigo que sólo había podido ser capturado por el diamante impenetrable e indestructible de la menor de las Yamamoto. Antes de eso, el capitán Hitsugaya había tenido que liberar todo su poder para pelear en serio, y, encima, un espada renegado había tenido que ayudar en la misión.

¡Dios! ¿De verdad necesitaban más información para comprender que no podían dejar sola a una shinigami de un rango tan bajo como el suyo? ¿Es que el capitán Mayuri no había leído su último informe? ¡Era ella quien no podía quedarse a merced de esa cosa!

Lo había reportado, por supuesto que lo había reportado ¡Sería negligente no hacerlo! Había dejado una nota detallada en la que explicaba las voces, las visiones, las lagunas mentales en las que había estado a punto de liberar al shadow de la primera misión en más de una ocasión, había detallado la incapacidad para responder, la desesperación y el vacío en el que sus pensamientos y emociones se habían hundido, dejando sólo espacio para la sumisión y la obediencia ciega a un amo sin rostro, sin nombre.

Asakura sabía que podía terminar convertida en otro experimento de Mayuri si confesaba lo que le estaba ocurriendo, pero prefería ser confinada a una existencia miserable y servir, antes de condenar al Gotei a la ruina y la miseria.

Y entonces ¿por qué el capitán Kurotsuchi no había tomado cartas en el asunto?

Ni siquiera se atrevió a pensar en la única posibilidad que era coherente con todo lo que estaba ocurriendo, jamás se atrevería a creer que su capitán le había dejado ahí a propósito, no quería ni siquiera darse cuenta de que ya formaba parte de uno de los experimentos del despiadado capitán de la décimo segunda porque, de hecho, lo era.

Kurotsuchi había leído aquellos informes con especial atención, se había memorizado todos y cada uno de los detalles que contenían las hojas de aquella carpeta, se había releído lo que no había comprendido hasta que no había un solo kanji que no comprendiera.

Y cuando se percató de la gravedad del asunto, lo que hizo fue ensanchar una sonrisa sádica y malévola que podría haberse sentido como una amenaza contra el Gotei, si alguien la hubiese visto.

Kurotsuchi había incluso contado los kanjis, Asakura jamás había entregado un informe tan completo y bello como aquel, jamás había entregado nada tan complejo y basto como aquellas palabras en las que plasmaba no sólo su conocimiento del tema, sino también su pánico creciente respecto a convertirse en una amenaza contra la organización y contra la humanidad, acentuando el hecho de que todo aquello por cuanto habían peleado ahora estaba en riesgo por una de las shinigamis más débiles de su escuadrón.

Por supuesto, Mayuri había esperado detrás de la puerta, se había detenido luego de cerrar, reduciendo su reiatsu al mínimo en un esfuerzo por volverse indetectable, y había aguardado con paciencia por cualquier cosa.

Pero Asakura no presentó ningún cambio, no se alteró, no perdió el control como había ocurrido frente al shadow y, más recientemente, frente al espectro. Este había evolucionado gracias a los experimentos anteriores que el capitán de la décimo segunda había realizado, haciendo evolucionar al shadow en, lo que el mismo había llamado como "Espectro"; sin embargo, no había reportado de todo el resultado final, por lo que esto era algo que mantenía en secreto y, al mismo tiempo, en constante alerta a la indefensa shinigami que custodiaba al senshi.

Incluso podía decir que se sentía decepcionado ante aquello. Cuando Mayuri decidió por fin retirarse del lugar, lo hizo con un sabor amargo en la boca, como si le hubiesen quitado algo en un gesto arrogante y déspota.

No le quedó otra más que reponerse y dirigirse hacia la primera división, a entregar su siguiente reporte, el definitivo, las conclusiones a las que habían llegado luego de varios días de observación, sus últimas conclusiones que, a decir verdad, no eran nada alentadoras.

Asakura tomó asiento frente a la jaula, perdiendo la mirada en los papeles que había llevado consigo, leyendo los informes para tratar de adelantar el trabajo pendiente, repitiéndose a sí misma que estaría a salvo mientras no le mirase a los ojos.

Hasta ahora, ningún experimento con aquel senshi había revelado habilidades de control mental como lo había sido el experimento del shadow, pero no valía la pena arriesgarse en el estado en el que se encontraba, vulnerar al equipo no era una opción.

Suspiró metiendo la nariz en sus carpetas y leyendo los kanjis dispuestos por la hoja, o intentándolo al menos, puesto que, al levantar la mirada para observar a su experimento, el nerviosismo comenzó a apoderarse de ella lentamente.

Ahí estaba aquel enemigo tan peculiar, sentado frente a ella con las piernas cruzadas, mirándole con el rostro ladeado ligeramente hacia la izquierda, escrutándole como si fuese capaz de escudriñarle el alma. El movimiento fue muy lento, tan lento que fue perturbador, el senshi ladeó el rostro hacia el otro lado, sosteniendo la mirada de aquella chica como si pretendiera tragársela hasta la más profunda y terrible oscuridad.

— ¿Qué miras? — Musitó la shinigami con la mandíbula apretada, comenzando a temblar primero por el miedo ante lo desconocido, pero luego por la rabia de saber que habían quebrantado su espíritu y ahora parecían poder hacer de ella lo que quisieran — ¿Qué miras? — Repitió un poco más fuerte mientras las carpetas de su regazo se deslizaban hasta el suelo y los papeles se desperdigaban a su alrededor como el prefacio de la tragedia.

Pero el senshi no respondió, se limitó a ladear de nuevo el rostro antes de emitir un sonido extraño, como un gruñido gutural, un ronroneo, por lo bajo que consiguió poner nerviosa a la shinigami.

— ¡Qué miras! — Exclamó con la voz en grito, levantándose y apretando los puños antes de desenvainar su zanpaku-tō y arremeter contra la barrera, tirando uno, dos, tres golpes antes de volver a gritar con todas sus fuerzas — ¡Qué estás mirando!

La espada cayó de sus manos y Asakura arremetió con los puños, sintiendo que la energía de la que estaba compuesta la barrera la repelía, lanzando sus brazos hasta dar latigazos duros que podrían dislocarle un hombro en cualquier momento.

La cegó el frenesí, la cegó la rabia, la cegó el pánico y nunca se dio cuenta de que, en un gesto silente, aquel enemigo ahora se burlaba de ella y de lo frágil que había resultado, convirtiéndola en la pieza clave para que su señor lograse sus objetivos.

Hanako fue dada de alta un par de horas después, Byakuya permaneció a su lado hasta las diez de la noche y luego Kotetsu les indicó que todo se encontraba en orden, sólo sugirió descanso a Hanako, no usar el brazo izquierdo de ser posible, dormir bien y comer mucho. Nada que no hiciera normalmente. El capitán de la sexta se hizo cargo del alta y acompañó a Hanako hasta la puerta de su casa, y aunque normalmente se despedirían con un gesto dulce, una mirada amable, un beso en dorso de la mano y un frío "hasta luego", Byakuya decidió, de último minuto, agacharse sobre la mejilla de Hanako y depositar un beso ahí, tal vez dos, y el tercero lo dio ella, rozando la comisura del noble con un gesto de sorpresa, retrocediendo por su atrevimiento y sonriendo sonrojada al ver las cejas alzadas del pelinegro, sumadas a la chispa de curiosidad en su mirada.

—Buenas noches, capitán— Fue lo único que la chica logró articular antes de entrar en la casa con el corazón desbocado, nerviosa, ansiosa, deseando más y, al mismo tiempo, no sabiendo qué pensar.

Hogo la recibió con ladridos poderosos, saltando a su alrededor celebrando su llegada, Asami salió corriendo a detenerlo, tirando de su collar y alejándolo de su hermana, temiendo que fuera a hacerle daño, Saya se acercó hasta ellas, dedicándole una mirada a su hermana mayor y percatándose de que, lo que quiera que sintiera Hanako en ese momento, ya lo había experimentado horas atrás, cuando se había quedado en la cuatro.

— ¿Todo bien? — Quiso saber Saya acariciando el lomo de Hogo mientras Hanako se agachaba frente a él para rascarle los cachetes con entusiasmo —Te siento dispersa

—Estoy dispersa— Admitió con un hilo de voz, incapaz de ponerle orden a sus ideas y sintiendo un hormigueo placentero en la comisura de su propia boca.

—El capitán Kuchiki te acompañó— Murmuró Saya, consiguiendo que Asami bufara indignada.

— ¿Por qué no nos llamaste para ir por ti? — Inquirió la menor retrocediendo un par de pasos.

—No tenía idea de que Byakuya iría por mí— Murmuró Hanako levantándose con un movimiento torpe y dirigiéndose hacia la cocina.

Asami había abierto la boca para añadir algo más, pero Saya levantó la mano y la menor entendió el gesto, percatándose de que ambas estaban repentinamente serias.

—Hana— Murmuró Asami acercándose unos pasos hacia la mayor, viendo lo lento que se movía, como si le doliera todo el cuerpo a pesar de estar bien — ¿Cómo te sientes?

La mayor levantó la mirada hacia su pequeña y sonrió extendiendo un brazo en su dirección, consiguiendo que la joven corriera para abrazarla, asiéndose a su costado con fuerza.

—Desmoralizada— Admitió al final la mayor mientras Saya se acercaba a poner agua a hervir —Pero qué le hacemos

—Preparé la cena— Anunció Saya sacando los tés de la gaveta y sonriendo para la mayor —Asami estorbó un poco, pero logré hacer algo decente

— ¡No es cierto! — Exclamó la más pequeña soltando a su mayor y avanzando paso hacia Saya —Yo también ayudé, dile

—Sí, ayudó a quemar el pan— Canturreó Saya consiguiendo que Hanako soltara una risa discreta.

— ¡Retráctate! — Exclamó Asami corriendo tras Saya, que ya se había adelantado para desaparecerse, corriendo de Asami que trataba de alcanzarla.

Hanako soltó otra risa por lo bajo, preguntándose cuánto tiempo había pasado desde la última vez que se habían divertido así, sentido aquella calma, aquella paz. No, la paz no duraría para siempre, así que levantó la mirada en dirección a sus hermanas, cada una en un extremo de la mesa, Asami con la determinación de atrapar a Saya, Saya sacándole la lengua a Asami para molestarla más.

Suspiró, no quería ser ella quien quebrantara aquel oasis en medio del desierto, sin embargo, sabía que debía hablar con ellas.

—No he terminado mi entrenamiento— Dijo abruptamente, alzando la voz al ver que Asami lanzaría el salero contra su hermana.

Hanako soltó un suspiro pesado al ver que había logrado su cometido, detener a sus hermanas antes de que se hicieran daño.

— ¿Volverás a los vizards? — Soltó Saya confundida por la afirmación de Hanako mientras ambas hermanas se acercaban a la mayor.

—No— Puntualizó la teniente despejando el rostro de la más pequeña con una mano y poniendo la otra sobre el hombro de su flecha —Hirako no tiene nada para mí, sería una pérdida de tiempo y a mí no me gusta tener a la gente esperando. No, el abuelo dejó algo preparado para mí. Y sabiendo las promesas que nos hicimos, y la situación actual, lo mejor es que tome cartas en el asunto cuanto antes, pero eso tal vez implique que me ausente un par de días

— ¿Ausentarte? — Repitió Asami frunciendo el entrecejo.

Saya sonrió, sintiendo a través de las glicinas en su piel la calma que aquella idea parecía brindarle a su hermana mayor, como si alejarse le diera la oportunidad, no sólo de entrenarse en serio como debía ser, sino la posibilidad de poner en orden sus ideas y acabar con la maraña de emociones encontradas que tenía luego de la pelea de esa tarde.

—Sólo serán unos días, espero— Prometió la mayor antes de revolver un poco el cabello de su pequeña y sonreírle dulcemente —Además, hay un asunto que tengo por tratar

—No me digas— Exclamó Saya, sonriendo maliciosa para la más pequeña —Pondrás a Asami a entrenar con otro capitán como me lanzaste a las fauces de Soi-Fong. Déjame adivinar, ¿Con Kurotsuchi taichō?

— ¡Qué! — Exclamó Asami retrocediendo con escalofríos ante la mención del capitán de la doceava.

— ¡Oh, vamos! — Remató Hanako divertida —Lo de Soi-Fong te ha encantado, no tienes derecho a quejarte

— ¿Encantarme? La capitana me quiere matar

—No me vas a mandar a la décimo segunda ¿verdad? — Inquirió Asami tomando la manga de Hanako, dando tironcitos para llamar su atención.

—No es tan mala, y has mejorado mucho— Remató Hanako sabiendo que Asami se pondría más y más nerviosa ante aquello —Definitivamente fue buena idea mandarte a la segunda

— ¡Hanako! — Exclamó Asami tirando con fuerza del brazo de su hermana, haciéndola componer una mueca — ¿Me enviarás con Kurotsuchi?

— ¡No! — Soltó, ofendida —Con Kenpachi, a ver si ese rompe tu escudo más fuerte

— ¿Qué?

—Es broma— Soltó rápidamente la teniente, sentándose a la mesa y sonriendo para sus hermanas, divertida ante las expresiones de ambas, Saya conteniendo la risa, Asami componiendo un puchero —Dios, extrañaba esto— Murmuró al final para sí misma, acomodando los cubiertos a los lados de su plato y sonriéndole a su té, que se había enfriado durante la conversación —Flama suave— Murmuró poniendo ambas manos sobre la taza y sonriendo de medio lado —No, me iré unos días, tengo un asunto pendiente en el mundo humano, entre más pronto lo enfrente, más pronto nos desharemos de tanto drama

—Ay hermana, eres libra, les gusta el drama— Soltó Saya acercando las cosas para la cena y sonriendo para la más pequeña —Tú eres drama

—Nos gusta ver el drama— Aclaró la mayor antes de dar un sorbito —No formar parte de él

Y Asami se lanzó de nuevo a la persecución, exigiendo que Saya se retractara de aquellas palabras mientras Hanako sonreía dando sorbitos a su té, sintiendo los reiatsus de sus hermanas, alborotados por la carrera, pero refulgiendo divertidos como lo estaban ellas, sabiendo que todo iría bien.

No importaba qué ocurriera después, ella se aseguraría de que todo estuviese bien para sus pequeñas, que cada vez lo eran menos, que cada vez crecían más.

Hanako había preparado sus papeles, terminado sus informes, acomodado todos y cada uno de los archivos que se le habían acumulado luego de los últimos días, hacía semanas no tenía en regla su información como lo estaba esa mañana, viernes de galletas, puesto que, mientras el resto de la división se había tomado esa hora para la convivencia acordada (y ahora respetada religiosamente), ella se había decidido a dejar todo listo para poder solicitar los permisos pertinentes.

Rukia estaba en su oficina. Esa mañana la capitana de la décimo tercera no se sentía del todo bien, había dicho a Hanako que la noche anterior había dormido poco y por eso había despertado con mareos, la teniente había asentido prometiendo disculparla con el resto, antes de darse la vuelta en dirección a su propia oficina en busca de algún remedio para su capitana, sintiendo el reiatsu de la pelinegra y sonriendo para sí misma al descubrir una posible causa de sus malestares.

Ahora ambas shinigamis estaban en la oficina de la capitana, una sentada a su escritorio, la otra recargada contra el brazo del sillón, sonriendo dulcemente ante los gestos de satisfacción que Rukia le componía al té.

—Eso fortalecerá tus defensas, Rukia— Comentó Hanako mientras veía el color volver a las mejillas de su amiga —Te dará fuerzas. Y sé que no es de mi incumbencia— Añadió volviendo el rostro al frente, permitiéndole a la capitana observarle el perfil a su teniente —Pero les sentará bien, a ambos— Terminó señalando su vientre y ensanchando la sonrisa.

El sonrojo en las mejillas de la capitana se hizo evidente, Rukia abrió los ojos sorprendida por aquella afirmación, y la sonrisa dulce que Hanako le dedicó cuando volvió el rostro hacia ella terminó con todas sus dudas.

—Ichigo…— Murmuró la capitana, tratando de entender de donde había salido la información, pero Hanako se despegó del sillón y avanzó a pasos calmados hacia Rukia, sentándose frente a ella con una sonrisa radiante.

—Perdón, capitana, pero su esposo no tuvo nada que ver, y, que yo sepa, Yoshio tampoco ha dicho nada al respecto. Asami no me dijo nada todavía

— ¿Entonces? — Inquirió Rukia, presa de la curiosidad.

—Esta mañana me llamó la atención sentir un reiatsu extraño mientras caminaba a la división, pensé que tal vez Yoshio te había acompañado, pero llegué y no había nadie más, cuando me concentré, me di cuenta de que giraba sobre ti misma. Eso quiere decir que ya está avanzado tu embarazo, en la primera quincena no lo habría sentido. Y, tal vez, ni siquiera en el primer mes

Rukia sonrió bajando un poco el rostro antes de pasar su cabello tras la oreja, asintiendo para sí misma mientras el rubor en sus mejillas se convertía en un color tenue y dulce, dándole un aire encantador a la capitana.

—Lo sabemos hace un tiempo— Confesó sonriendo ampliamente —Pero queríamos guardarlo para nosotros un poco más. Ahorrar el estrés para otros y esas cosas

—No seré yo quien revele la verdad— Canturreó la teniente cubriendo su boca como si contara un secreto. Sin embargo, su expresión se tornó sombría —Debería revelarlo al menos al comandante Kyōraku, por lo que pueda pasar a partir de ahora

—Lo sé, buscaré la ocasión de hacerle saber

Las manos de Rukia encontraron las de Hanako y ambas se sonrieron para infundirse valor.

—Dios— Murmuró Hanako sonriendo ampliamente —No sabes cómo agradezco tenerte de amiga antes que de capitana

—Culpo al viejo Genryūsai— Admitió Rukia antes de dar otro sorbito a su té —Me extrañó mucho cuando me buscó para enseñarte zanjutsu, pero luego de ver tu estilo de pelea…— Rukia profirió un suspiró largo, pesado, lleno de recuerdos y melancolía —El Capitán Comandante quería que conservaras tu propio estilo, no que imitaras el de tus padres o tu hermano

—Quería honrar su vida con la mía— Confesó la teniente con media sonrisa melancólica, sin embargo, miró a Rukia a los ojos y sonrió con ganas —Tu danza lunar inspiró muchos de mis ataques. Y eventualmente eso inspiró a Asami

Rukia asintió con un gesto confiado —Pero Saya se resistió todo lo que pudo a caer en la tentación. Aunque cuando hacen tus entrenamientos no se ve tosca o descoordinada

—No, Saya se toma muy en serio el calentamiento de ballet desde que descubrió cuánto exige. A Asami siempre se le dio más natural, no tuvo que esforzarse mucho por mucho tiempo, le encontró el ritmo al baile luego de un tiempo. Pero no me animo a subirlas a puntas, a ninguna de las dos, lo que hagan por su cuenta es cosa suya

Rukia soltó una risa discreta, tratando de imaginar a Saya usando puntas de ballet antes de negar con la cabeza.

— ¿Sabes? — Comenzó la capitana con el entrecejo fruncido. —Me preguntaba por qué el comandante Yamamoto me había pedido apoyo a mí, quiero decir, demostraste mucha destreza para el senmaioroshi muy rápido

—Eso es por Karyū— Concedió la teniente con una sonrisa —Merecía poder mostrar cuántos pétalos de flores puede crear en quince segundos, para poder mostrar la técnica de la princesa, necesitaba la destreza para blandir mi estoque. Y Sode no Shirayuki tiene la belleza necesaria para mantener en alto el orgullo de Karyū

Rukia asintió dando un sorbo largo, pensando en lo que había visto en las peleas de Hanako. La hoz, el estoque, los abanicos, más recientemente el látigo. Y se preguntó cómo había llegado Hanako a desarrollar aquellos estilos de pelea y hacerles conservar un estilo tan propio y tan personal en cada uno.

Ambas guardaron silencio mientras la capitana se terminaba la infusión, disfrutando de la compañía la una de la otra. Sin embargo, en cuanto se terminó el té, ambas se miraron a los ojos, demasiado acostumbradas a esa rutina en la que se volvían a montar en sus papeles, teniente y capitana, preparadas para saltar a la acción en el momento.

—Capitana, tengo que pedir una licencia

Rukia suspiró asintiendo, entrelazando los dedos y recargando el rostro ahí mientras analizaba las palabras de Hanako. Una licencia.

— ¿Cuántos días necesitas ausentarte? — Cuestionó la capitana mirando a su teniente, sintiendo que todo se desmoronaba sobre ellas mientras menos sabían de lo que ocurría en el mundo humano.

—No lo sé con exactitud. Al menos una semana— Murmuró mirando la mesa. Levantó los ojos en busca de la mirada de su capitana y sonrió de medio lado con arrogancia —Para irme al mundo humano si el capitán comandante lo autoriza

— ¿Quieres ir al mundo humano? — Exclamó Rukia sorprendida por aquella afirmación.

—El abuelo alguna vez dijo que Urahara sabría cómo entrenarme, así que vale la pena probar

—Hay capitanes en el Gotei que podrían apoyarte— Murmuró Rukia insegura, preguntándose por qué Hanako querría llegar a tales extremos para entrenar.

—Lo sé, y sé que, si se los pido, hay quienes me entrenarían con gusto, pero en este momento no necesito más estrés en el Gotei, no necesito que haya más personas preocupadas por nuestra causa, por si somos o no somos así de poderosas, por si nuestro poder terminará consumiendo nuestra cordura. No necesito más miradas sobre mí o mis hermanas y, definitivamente, no necesito a otros capitanes contra ti— Rukia asintió lentamente mientras Hanako se reacomodaba en su sitio y proseguía con su discurso —Si sigo entrenando aquí, si sigo incrementando mi dominio sobre el reiatsu que poseo y el que posee Karyū, lo único que conseguiré será organizar otra cacería de brujas. Sin embargo, en el mundo humano...

—Incluso podrías recabar información importante— Comprendió Rukia al final, asintiendo para su teniente —Muy bien, Yamamoto. Una semana, y reporta avances y descubrimientos

—Ahora, la verdadera prueba— Confesó la teniente mientras se levantaba y sonreía —Iré a entregar los reportes que tengo pendientes y a hablar con el Comandante. He dejado la división en regla para que no te preocupes por trabajo atrasado

—Como era de esperarse

—Con su permiso, capitana

Hanako suspiró recogiendo las carpetas, su bufanda, los juguetes de Hogo antes de sonreír para Saya a la pasada, por supuesto su hermana asintió recibiendo la pelota que su mayor le lanzó al paso, y luego se volvió hacia los shinigamis que servían el té.

La teniente suspiró al sentir el reiatsu de un amigo en la entrada de la división y sonrió recordándose a sí misma que había mucha gente a su alrededor que la quería y que quería protegerla.

(Tightrope – LP)

Shūhei sonrió de medio lado cuando Hanako salió de la décimo tercera con sus informes para el comandante, el muchacho compuso una mueca junto con aquella sonrisa, torciendo la boca, encogiendo la barbilla. Una mueca de vergüenza, de disculpa, como si no debiera estar ahí... Porque no debía.

— ¿Harás tus entregas? — Murmuró el teniente mientras mostraba una carpeta de color azul, el color que tenía destinado para Kyōraku.

—Justo a tiempo como siempre, ¿no, teniente?

Ambos shinigamis comenzaron a caminar en dirección a la primera división, de nuevo en silencio mientras se sumergían en sus propios pensamientos. Se dedicaron algunas miradas de reojo y sonrisas tímidas, gestos furtivos que terminaban antes de iniciar, pero ninguna palabra, y pasaron largos minutos de silencio que se adueñaron de todo el trayecto hasta que ambos se detuvieron frente a la entrada de la primera división.

Se detuvieron al mismo tiempo, mirando las puertas, los símbolos, sintiendo que aquella entrada crecía amenazando con tragárselos en ese instante.

Hanako pasó saliva y sonrió de medio lado, sabiendo que se alejarían en cualquier momento, que su comandante le autorizaría alejarse, sabiendo que pronto se encontraría lejos y podría poner su mundo en orden.

—Me iré al mundo humano— Anunció ella —Bueno, si el comandante me autoriza

—Lo hará— Afirmó Shūhei con orgullo, respirando profundo para tratar de hacerse un poquito más grande, tratando de ganarle terreno a la entrada de la división. —Lo hará— Repitió suavemente, tomando la mano de Hanako y volviendo el rostro, buscándole las facciones.

La chica sonrió asintiendo para sí misma antes de levantar el rostro en busca de la mirada de su amigo, sorprendiéndose por la intensidad de sus emociones, de la seguridad con la que él la miraba ahora, como si estuviese claro del mundo que les rodeaba.

Shūhei la encaró, sintiéndose repentinamente valiente, soltando su mano para poder despejar su rostro.

¿Cómo hacía Hanako para llevar el cabello recogido en media coleta floja todo el tiempo y, al mismo tiempo, tener tantos cabellos y mechones sueltos cayendo sobre la punta de su nariz?

La mano de Shūhei se asió con fervor a su mejilla y el teniente agachó el rostro hacia los labios de la chica, Hanako no opuso resistencia, cerró los propios y contuvo el aliento mientras la boca de su amigo encontraba un sitio en el borde de la suya, demasiado cerca, demasiado lejos.

Incluso correspondió el beso, la media luna, sólo un tercio de su boca fue suficiente para acariciar los labios del teniente y saber que aquello era el cielo y el infierno al mismo tiempo. Porque se sentía como estar en casa y al mismo tiempo se sentía como una decisión equivocada.

Hanako puso las yemas de los dedos en el centro del pecho de Shūhei antes de empujar y mirarle, sorprendida.

—No es justo, teniente— Murmuró la chica, frunciendo el entrecejo. —Tienes ventaja

— ¿Ventaja?

—Ahora me iré lejos, a terrenos desconocidos, a enfrentar la incertidumbre y sólo le has añadido confusión al mundo que me rodea

—Nunca ha sido mi intensión— Murmuró vehemente en respuesta, tomando la mano de Hanako para sostenerla contra su corazón, que palpitaba con fuerzas, amenazando con salirse de su pecho, desbocado y feroz. —Yo sólo quiero lo mejor para ti

No, Hanako no supo de dónde salieron aquellas palabras, pero no luchó contra su instinto, cansada de ser siempre la correcta, la prudente, la de las respuestas correctas, dejó que las palabras salieran a borbotones de su boca, como si aliviaran la carga que ella había llevado a cuesta y en silencio.

—¿A qué costo?

Fue sencillo entender lo lejos que había llegado, fue sencillo comprender que había exagerado con aquello, fue sencillo entender que, a pesar de tener la mejor intensión, ahora Hanako no necesitaba cargar con más cosas, emociones o decisiones por tomar.

—Perdón— Murmuró Shūhei con media sonrisa, sintiendo que el abismo había cambiado, no como si creciera o se achicara, sino como si nunca hubiese estado ahí, comprendiendo mejor la relación que ahora llevaba con la teniente, sintiendo que perdía y ganaba aquella batalla de muchas formas. Sabiendo que podía esperar un poco más para tratar de comprender qué era lo que pasaba entre ellos justo ahora. —Vuélvete fuerte, akuma— Murmuró Shūhei en medio de un suspiro, sintiendo una chispa encenderse en el centro de su pecho. —Que yo haré lo mismo

—Lo sé— Respondió ella acariciando una mejilla de Shūhei, recibiendo la carpeta azul en la otra mano y encarando la división, sintiendo que el tiempo se le acababa y que su mundo se venía encima. —Eso espero, Shū

Ninguno añadió más antes de separarse, sabiendo que no se verían de nuevo luego de ello, sabiendo que aquello sería toda la despedida hasta nuevo aviso.

Hanako se irguió en toda su estatura cuando Kyōraku alzó la vista en su dirección, la teniente tenía la mirada encendida en una chispa rosa intensa que hizo al comandante soltar un suspiro por lo bajo, preguntándose si habría algo que fuese capaz de detener a esa mujer.

—Supongo que estás aquí por la autorización

—Supones bien, vine a solicitar la asistencia de una polilla infernal

Kyōraku asintió para sí mismo antes de abrir el cajón de su escritorio y sacar un sobre amarillento por el tiempo que tenía guardado. El comandante extendió la carta a su subordinada y sonrió, ante la sorpresa, plasmó la expresión de Hanako al reconocer la letra de su abuelo.

—Ambos sabíamos que podría ocurrir una situación así, y él quería que tuvieras esto y se la entregaras a Kisuke. ¿Puedo contar con que lo harás sin leer?

—Puedes contar con ello

—Bien— Soltó sacando otra carta del escritorio —Esta sí es para ti, partirás en una hora, mientras tanto, prepararemos todo

Hanako hizo una nueva reverencia y salió del despacho, guardando la carta para Urahara y rasgando el sobre de la que iba dirigida hacia sí misma. Sonrió con melancolía al reconocer los trazos estilizados del hombre que le había enseñado todo cuanto sabía.

Suspiró sintiendo que su pecho se encogía al leer la primera línea, como si los kanjis que su abuelo había dispuesto para ella antes de morir fueran ahora una caricia ante toda la intensidad de sus emociones, el dolor, el miedo, la incertidumbre.

Mi queridísima flor

A Hanako le costó muchísimo trabajo mantener las lágrimas a raya luego de aquellas primeras palabras, porque el viejo la llamaba así cuando sabía que su espíritu se quebrantaba, que se le acababan las fuerzas y las ganas de seguir, y justo ahora se encontraba en una encrucijada que le obligaba a tomar decisiones, a partir y alejarse de los suyos para poder protegerles, volverse fuerte; sí, las palabras dulces de su abuelo le dieron un poco de calma en medio de la tormenta.

Segundo intento:

Mi queridísima flor

Verlas en el jardín, ver a Saya molestando a Asami, ver a las pequeñas correr alrededor de ti mientras tú te dedicas a cortar un poco la maleza pues sabes que no puedes arrancarla de raíz hasta el verano, cuando las flores son más fuertes, se ha convertido en uno de mis consuelos más grandes.

Han crecido y han cambiado, tengo que reconocerlo, cada vez están más y más lejos de las niñas asustadas que llegaron a mi hogar cuando comenzó esta pesadilla. Se han convertido en jovencitas talentosas y hermosas cada una en su manera, pero no escribo esta carta para adularlas por separado. Todas las cosas que me enorgullecen de ustedes se las puedo decir en persona en el momento en que quiera hacerlo.

No, la razón por la que te escribo a ti esta carta mientras las veo reírse a carcajadas, es por lo fuerte que te has vuelto entrenando. Cuando diseñé el entrenamiento para cada una de ustedes, pensaba en sus fortalezas y debilidades, sabía que cada una sería distinta, que necesitarían diferentes acompañamientos para poder sacar a relucir lo mejor de sí.

Todavía recuerdo la primera vez que te vi pelear, me di cuenta de que tu estilo se adaptaba al entorno que te rodeaba, no como Saya, que era una ola encajando a la perfección, agua tomando la forma del recipiente que la recibía, no, tu abrazabas y abrasabas cualquier cosa que se pusiera a tu paso, y entonces supe cómo debía ser tu entrenamiento.

Ahora, en el preciso instante en que escribo estas líneas, te has vuelto formidable, tan poderosa como un soldado o un tercer oficial, y la promesa que me hiciste de entrenar siempre limitada a tu diez parece obsoleta en algunas ocasiones, y a veces da los resultados que siempre esperé ver en ti.

Conociéndote, si alguna vez decides convertirte en miembro del Gotei, buscarás un puesto importante para poder hacer la diferencia y seguir poniendo el ejemplo a otros shinigamis, y es ahí donde quisiera ser egoísta y pedirte un favor: No lo hagas.

Casi estoy seguro de que, para cuando esta carta llegue a tus manos, al menos te habrás convertido en tercera oficial de alguna división, aun así, me considero lo suficientemente egoísta como para pedirte que desistas. Sé que el shinigami que se quede en mi sitio sabrá qué hacer con ustedes, sabrá guiarlas y acompañarlas como yo no pude hacer, pero también sé que nunca les dará el cariño o la admiración que yo siento por ustedes justo ahora. Lo más seguro es que se vivan tiempos difíciles para cuando recibas esta carta; como Comandante sé perfectamente que los tiempos de paz no duran para siempre, y que la guerra es la única constante que tenemos cuando se trata de proteger aquello que amamos. Así que, cuando llegue el momento, sé que te entrenarás con más fiereza que nunca para poder proteger a la gente que amas.

Sólo tengo un consejo para ti en estos momentos: Si hay gente a tu cargo, si tienes subordinados y gente por la que debas hacerte responsable, tómalo en serio, tanto como te he enseñado, pero en las cosas que te hagan feliz, sé todo lo egoísta que puedas y debas hacerlo, y asegura tu felicidad por encima de las cosas que parezcan importantes. Por encima de tus hermanas, por encima del Gotei, porque no importa que se tengan las unas a las otras, su felicidad individual siempre debe ser prioridad. Claro, sin pasar por encima de las otras, del resto, pero el amor propio es el único que importa al final del día.

Hanako, no sé qué decisiones tomes a partir de este momento, no tengo idea de qué entrenamientos ni qué caminos vayas a tomar para convertirte en lo que necesites, así que sigue a tu corazón, mantente firme, sé dulce contigo y con otros, pero se todo lo feroz que necesites para mantener intactos tus ideales, pero comienza a confiar en ti, en tu poder y en tu capacidad para tomar las decisiones correctas. No tengas miedo de la conexión tan profunda que tienes con tu zanpaku-tō, pocos shinigamis conozco que tengan una relación tan cercana y, al mismo tiempo, tan pura.

Odio ser yo quien te envíe hacia allá, pero también he dispuesto todo para que Urahara Kisuke pueda darte el entrenamiento que tenía planeado para ti desde el principio. Si algo aprendí de ese hombre en todo el tiempo que pasé conviviendo con él, es que puede lograr cualquier cosa que se proponga, y se ha propuesto convertirte en la versión más poderosa de ti misma.

Sé que no lo digo a menudo, ni a ti ni a tus hermanas, llámame sentimental, si quieres, pero la razón por la que lo evito es porque temo que pierdan el suelo, que se conviertan en niñas soberbias, que se olviden de su origen, pero necesito que sepas que estoy orgulloso de ustedes, de ti, y que te guardo una buena parte de mi corazón destinada para tu sonrisa y tu diplomacia. Lo pongo fácil, siento un amor muy profundo por cada una de ustedes, y siempre será así. Amor y orgullo, recuérdalo siempre.

Ahora sal al mundo, pelea, vuélvete fuerte, todo lo fuerte que necesites, rómpete en mil pedazos, pero sólo si puedes volver a construir algo maravilloso con lo que quede después, conviértete en teniente o en capitana, o en la misma comandante del Gotei, pero que sea porque te hace feliz, no porque alguien tenga que cuidar al resto. No temas, confía en ti, escucha a tus hermanas y deja que ellas cuiden también de ti. Eres una niña terca, de verdad no tienes por qué hacerlo sola si nunca antes lo estuviste.

Con la frente en alto siempre. Ganbatte, Hanako-san.

—Sí, oji-sama...— Murmuró Hanako como si escuchara en aquellas palabras el regaño claro del Capitán Comandante.

La chica apresó la carta contra su pecho, sintiendo que las lágrimas se deslizaban a raudales por sus mejillas mientras su corazón no encontraba si caerse a pedacitos o sentirse reconfortado. Fue la sonrisa de Kyōraku la que le hizo decidirse, Hanako salió corriendo hacia los brazos del comandante actual, que la recibió con una sonrisa cálida antes de acariciar su cabello en actos dulces, como cuando la chica era apenas una adolescente a la que le habían dado una terrible noticia.

Le permitió estar ahí unos minutos, tiempo suficiente para que la teniente demonio se recompusiera, irguiera la espalda, se limpiara el delineador de las mejillas y asintiera una vez.

—Haré que se sientan orgullosos— Prometió vehemente.

—Ya lo estamos— Respondió el castaño, acariciando una mejilla de Hanako antes de indicarle el camino con un movimiento de la cabeza.

La teniente se encaminó hacia las puertas y sonrió para la polilla que revoloteó a su alrededor antes de indicarle el camino.

Cuatro días habían transcurrido, entre defenderse y atacar, Tōshirō había logrado que la chica lograra hacer lo que le había relatado desde el primer día, concentración y evolución, había logrado que aprendiera una nueva forma de utilizar su excedente de reiatsu, pero, aun tenía un problema, y es que este solo estaba funcionándole por unos cuantos minutos.

- ¡Tiempo fuera! – Dijo la chica saliendo de entre un montón de hielo granizado que había logrado pulverizar de último momento -Se me termino el tiempo…

-Has logrado aumentar los minutos en muy poco tiempo- Aseguro el muchacho, quien tenía nuevamente su forma adulta desde ya hace unos días atrás -Pienso que con más entrenamiento y dedicación podrás durar más…

-No es divertido, tú duras hasta tres o más días- El albino sonrió, tomando la mano de la chica y sacándola del hielo -Entrenare más, unos cuantos minutos no son suficientes en el campo de batalla

-Lo lograras, pero ahora necesitas descansar- De un momento a otro los ojos de la chica comenzaron a cerrarse lentamente, esto le provoco que sus labios mostraran una fina y delgada sonrisa -Te llevare a la cama…

Las habilidades de la chica lo habían tomado por sorpresa, algo que a él le había llevado años de practicar y mejorar, ella lo había hecho en tan solo unos días; ahora más que nunca comprendía la clase de entrenamiento que el Genryūsai había hecho con ellas, y cada una en un estilo diferente.

Ikkaku había caído de espaldas, sumamente rendido por el entrenamiento de ese día junto a Saya, quien lo miraba divertida, echado en el suelo mientras ella apenas tenía unas cuantas gotas de sudor en la frente.

-Entonces, ¿esos son tus resultados de los entrenamientos con la capitana de la segunda? – Comenta Yumichika viendo como su amigo cayo completamente rendido en esa ocasión –Apenas pude seguirte con la vista

-Le dije que siguiéramos el entrenamiento de siempre– Habla Saya guardando su katana –Pero el insistió en que le mostrara lo que aprendí en esos entrenamientos

-Y más te vale que lo sigas haciendo– Se sienta en el césped poniendo sus manos detrás de su espalda –Eso fue increíble, mejorare aún más ahora que te volviste más fuerte– Aun completamente derrotado, se le veía su sonrisa entusiasta y competitiva de siempre.

-De acuerdo, si te gusta sufrir…– Dice Saya alzándose de hombros.

-Por hoy creo que es suficiente entrenamiento– Agrega Yumichika – ¿Qué tal si nos relajamos un poco y tomamos algo de Sake?

-Me parece buena idea– Apoya Saya –Estos días no he tenido oportunidad de relajarme. Ikkaku ¿Te puedes parar o te tenemos que llevar a rastras? – Se burla, mostrando una sonrisa en su rostro mientras lo miraba.

-Tsch, claro que puedo levantarme– Se pone de pie, sacudiéndose el polvo de su Haori –No ha habido golpe o herida que me impidan volver a ponerme de pie- Se señala orgulloso y altanero.

Fueron directamente a la casa Yamamoto tras que pasaron a comprar el sake favorito de Ikkaku. Ese día sus hermanas no estaban, quizá Asami estaría con su novio y Hanako encargándose de algo en la división, así que tuvieron rienda suelta para reír a carcajadas por alguna que otra anécdota a costa de Ikkaku, que no le estaba causando nada de gracia que Yumichika le contara a Saya sobre la enamorada loca que tenía en el mundo humano y, lo que esa mujer le hacía pasar en su estadía en su casa.

-Como no me contaste esto antes de ir al mundo humano– Dice Saya entre carajadas –Le hubiéramos hecho una visita, estoy segura de que aún sigue esperando a su caballero de cabeza calva

-Yo no soy calvo- Estrella su frente con la de Saya.

-Si, claro, bola de bolos– Ella le responde de igual forma –Síguetelo diciendo hasta que te convenzas

Era inevitable no discutir, las peleas entre ellos eran tan comunes, algo que el mismo Yumichika estaba acostumbrado. Una nube de tierra se había alzado, apenas podían verse los puños y caras furiosas por todos lados, gruñidos y gritos de guerra mientras Yumichika se tomaba tranquilamente su copa de sake, alejándose de ese par de locos.

-Alguien tendrá muchos problemas si la hermana mayor llega y ve todo este desorden– Comenta por lo bajo el pelinegro.

Como siempre, la mayoría de la botella se la tomo Ikkaku, quien cayo dormido a media sala roncando sonoramente. Saya tenía las mejillas un poco sonrojadas por el alcohol y, aun con la última copa en la mano, que, al llevársela a la boca, fue cuando su amigo noto una nueva pulsera en la muñeca de la shinigami, de hecho, lleva varios días en vérsela puesta, y era la única que no se había cambiado.

-Veo que le tienes especial afecto a esa pulsera de clave de sol– La reacción de Saya fue escupir el sake que apenas se llevaba a la boca –Interesante reacción– Dice llevándose un dedo a su mejilla y sonriendo pícaro.

-Me-me gusta la música– Se cruza de brazos ladeando la mirada –Es por eso por lo que siempre la llevo conmigo– Yumichika presentía que había algo más que eso, pero ya lo averiguaría.

-Iré a prepararnos algo de café– Sabía muy bien que su amiga no lo rechazaría, por eso ni le pregunto si quería uno.

-Para mí no, gracias– Eso sí que deja extrañado al pelinegro –El café de la mañana me cayó un poco mal por una extraña razón, creo que debo empezar a bajarle a mi consumo.

Ninguno le tomo importancia a eso, así que Yumichika fue a preparase solo el suyo, encontrándose a su regreso que Saya estaba muy divertida pintándole a Ikkaku en su cabeza calva unos mechones de cabello con un plumón en lo que Hogo le daba le lengüetazos al teniente mientras este seguía totalmente dormido

-Saya– Esta dio un respingo por el tono reclamante de Yumichika, que cambio de a poco su expresión a una más picara, guiñándole el ojo al final de sus palabras –Tengo una mejor idea

La calma, mezclada por la tensión que había en el gotei ante lo que seguía ocurriendo era abrumadora y muy palpable, pero todo se interrumpió abruptamente ante unas carcajadas que se empezaron a escuchar a lo lejos, acompañadas de una serie de reclamos y maldiciones.

Por los alrededores de todo el Gotei, Saya y Yumichika corrían muy divertidos escapando de la furia de Ikkaku quien, claramente se veía enfadado y con muchas ganas de alcanzar a sus amigos. Lo peculiar, es que el teniente llevaba puesto una peluca negra y larga, en sus parpados llevaba unas pestañas parecidas a las de Yumichika y llevaba puesto un kimono rosa y floreado.

- ¡Malditos, no huyan! – Gruñe Ikkaku con la mandíbula apretada tratando de alcanzarlos.

-Te vez muy bien Ikkaku– Dice Yumichika entre carcajadas.

-Te queda bien el traer cabello– Secunda Saya, igual entre carcajadas.

Con toda la intención de que la mayoría del Gotei viera a Ikkaku, lo hicieron perseguirlos casi por todas las divisiones, siendo Hanako la primera en verlos acompañada de su hermana y cuñado, este último, solo suspirando resignado ante la actitud de esos tres.

- ¿Ikkaku trae puesto mi kimono? – Pregunta Hanako con una mueca y palpitándole una vena de enfado en la frente.

-Algo me dicen que estuvieron tomando– Comenta Asami.

-Créeme, ese par no necesita del alcohol para estar así de enérgicos– Tōshirō llevaba mucho tiempo conociéndolos, esto por le hecho de hacer equipo con ellos en una que otra misión –Y ahora con Saya de por medio, están peor que nunca…

Ambas hermanas habían ido a despedir a su hermana al senkaimon, Hanako se acercó a Asami, besándole la coronilla mientras la menor le abrazaba por la cintura. Saya le sonreía, con las manos en la cintura.

-Prométanme que se van a portar bien- Saya solo mostro su mejor su sonrisa mientras su peque asentía -Saya, no molestes a Asami

-No tengo porque molestarla si ella no me da motivos- La menor solo fulmino a su hermana con la mirada, soltando a Hanako y viéndola partir mientras se despedía de ellas con un movimiento de mano -Es curioso, el capitán Kuchiki no vino a despedirse de ella

-Ugh, ni lo menciones- Asami compuso una mueca de desprecio a la mención del capitán, por lo que soltó un suspiro para controlarse -Estaré trabajando, no te aseguro que llegue a cenar…

Asami desapareció, Saya sabía de antemano que su hermanita prefería quedarse en la casa de su novio mientras su hermana no estuviera encasa, esto, para evitar ser molestada. Se encogió de hombros y se retiro del lugar, después de todo, ahora era su deber ayudar con los pendientes de la división.

Urahara leía (releía) la carta en silencio, mientras Yoruichi recargaba el codo sobre su hombro y Hanako esperaba paciente, con las manos entrelazadas hacia abajo y mirando a ambos shinigamis con una sonrisa dulce y tímida, sabiendo perfectamente que podían decirle que no. La noche había caído y consigo habían llegado los vientos otoñales que anunciaban la cercanía del invierno, pero la oscuridad reinante a su alrededor, el clima frío, el silencio que les rodeaba en ese momento, nada consiguió hacer que la teniente se moviera un centímetro, esperó pacientemente la respuesta de aquellos dos shinigamis.

La chica se quedó muy sorprendida cuando Urahara le ofreció el pergamino para que ella misma leyera las palabras de su abuelo cuando Kyōraku le había hecho prometer que entregaría esa carta sin leer.

— ¿Entrenar en mi cien por ciento? —Exclamó Hanako pasmada al percatarse de que la carta era una petición para su nuevo mentor, sintiendo que las manos le temblaban mientras el papel se tensaba. — ¡No hay manera! —Espetó la chica entregando la carta y dando media vuelta, comenzando a caminar lejos de la tienda.

No serían ellos los que la rechazarían, sería ella quien saliera huyendo, por primera vez en su vida.

Yoruichi soltó una carcajada antes de alcanzarla y comenzar a caminar a su lado, sabiendo que no valdría la pena tratar de disuadirla en ese momento. Ya conocía las reacciones de Hanako cuando no sabía qué hacer, qué decisión era la correcta, o si podría con el desafío que le planteaban en el momento. Cuando Kisuke hizo por seguirlas, Yoruichi volvió el rostro y le dio una negativa con la mano, un gesto silente para pedirle espacio y poder hablar con Hanako abiertamente, sabiendo que la teniente necesitaría algo más que palabras bonitas.

El silencio incómodo se fue transformando en una terapia sólida, lo que inició como una carrera desenfrenada para huir de su destino ahora era un tranquilizante que poco a poco ayudaba a que las ideas cayeran en su sitio, sus puños apretados ahora se habían abierto y las manos caían a los costados, bamboleándose ida y vuelta con cada paso mientras su rostro se relajaba cada vez un poco más.

—Mi abuelo sabía el poder destructivo que tiene Karyū— Inició la teniente abrazando su abdomen, sintiendo el frío otoñal arremolinándose a su alrededor mientras las cosas se volvían más y más claras a cada paso. —Y le prometí volverme fuerte, todo lo fuerte que pudiera, pero una cosa es liberar mi poder y mi potencial cuando peleo en serio, contra mis enemigos— Puntualizó con vehemencia —Y otra cosa es hacerlo contra mis iguales

—Bueno, Kisuke puede llegar a ser muy persuasivo, y un tiempo fue considerado enemigo del Gotei— Agregó esperando al menos hacerla sonreír. —No creo que trate de convertirte en una vizard, pero podrá pulir tus habilidades. Créeme, niña— Murmuró la morena pasando un brazo sobre los hombros de la teniente, haciéndole soltar una risa tímida y un gesto de alivio al contar con una amiga en medio de la tormenta —Se ha enfrentado a cosas peores

— ¡A cosas peores! — Exclamó Hanako divertida, librándose del abrazo de Yoruichi antes de encararla con los puños en la cadera —No me apodan la teniente demonio por mi dulce faz

—No, es verdad— Concedió Yoruichi antes de volver a abrazar a Hanako por los hombros y comenzar a tirar de ella de regreso a la tienda. —Eres poderosa y formidable como ninguna otra teniente, y a tu edad... Tanto poder asusta, lo sé

—No asusta, confunde

Yoruichi guardó silencio ante aquella afirmación. ¿Confundir? Sí, claro, ahora ella estaba muy confundida.

— ¿A qué te refieres? — Quiso saber la morena mientras Hanako le abrazaba la cintura y acoplaba su ritmo de caminata.

—El poder de Karyū me confunde— Inició la chica sintiendo que ese sentimiento crecía en su interior, pero sabiendo perfectamente que no se lo podía atribuir solamente a su zanpaku-tō, había mucho más de por medio. Bueno, por ahora la culparía a ella, ya se disculparía después con el dragón de las flores —Es tan seductor, y al mismo tiempo actúa como si yo tuviera la última palabra, y hay días en los que siento que no puedo ponerme de acuerdo con ella para nada y hay días en los que sé perfectamente que no hará nada sin que se lo pida, entonces no sé si estoy preparada para entrenar usando el cien por ciento de sus habilidades

Yoruichi sonrió dulcemente al ver la tormenta reflejada en los ojos de Hanako, sus ganas de hacer algo, sus ansias de intentarlo, el miedo a fracasar y a lastimar a otros en el camino. Ni siquiera le preocupaba su propia seguridad, lo que la tenía al borde del asiento era la posibilidad de que otros salieran lastimados en el intento.

Y algo más, no supo identificarlo en el momento, pero la morena se percató de que tanta palabrería era por mucho más que sólo aquellos entrenamientos.

Suspiró, la morena profirió un suspiro largo antes de asentir para su aliada y sonreír maternal, protectora.

—El problema con la confusión, Hanako, es que nos hace correr cuando queremos quedarnos, nos hace gritar cuando debemos callar, y nos hace dar impresiones equivocadas. Van a estar bien. Las dos. Sólo deben aprender a comunicarse la una con la otra, escucharse, comprender los límites que tienen y definir qué pueden aceptar y qué no está a negociación

Hanako suspiró para tratar de ocultar la sorpresa que aquellas palabras le dieron, como si ahora Yoruichi fuera capaz de ver a través de su armadura como sólo Saya y Asami conseguían. Asintió una vez para serenarse, sonriendo ampliamente ante la caricia suave que Yoruichi dejó en la mejilla de Hanako, como una madre protegiendo a sus criaturas.

—Dicho así suena muy sencillo— Refunfuñó la teniente volviendo el rostro.

—Y tú haces que suene como si no lo fuera. Sólo es cuestión de comunicarte. ¿Quieres lograrlo?

—Sí— Espetó la chica determinada, tajante.

—Entonces puedes. Fácil— Pausa dramática. Yoruichi hizo una pausa dramática mientras ponía en orden la siguiente parte de su discurso, preguntándose si Hanako estaría lista para avanzar y vencer. —Escucha, nadie se volvió el mejor en lo que es sólo aprendiendo la teoría, hay que llevar tu poder a la práctica. Y por algún motivo habrás elegido venir a entrenar aquí. Por algún motivo elegiste a Shinji— Continuó haciendo una pausa en la que Hanako le miró sorprendida por aquella afirmación. —Sí, las noticias vuelan. Mi punto es…— Soltó, recuperando la formalidad —Que estás acudiendo a gente que no tuvo miedo para conseguir sus objetivos. Incluso los vizards tuvieron que luchar con todas sus fuerzas para convertirse en lo que son, y no es una cuestión de fuerza, sino de determinación. ¿Quieres? — Volvió a preguntar, pero esta vez se sintió como una prueba de fuego, no sólo era una pregunta hecha al azar, era una demanda y de ella dependía todo su entrenamiento

Se lo tuvo que pensar un momento, tuvo que darle un par de vueltas al asunto, sabiendo que podía regresar al Gotei con la dignidad intacta, o seguir adelante y llevar aquello hasta las últimas consecuencias.

—Sí— Murmuró determinada, sintiendo que el calor subía por su cuerpo, como una llamarada suave, Karyū emocionada, sabiendo que lo mejor estaba por comenzar.

—Entonces hagamos que puedas— Sentenció con una chispa encendida en la mirada antes de entrar juntas a la tienda.

Llevar un día tranquilo era mas sencillo de lo que parecía, a pesar de faltar un elemento importante entre los tenientes, todo parecía marchar bien, no había quejas, mucho menos reclamos por los entrenamientos. Saya podía desempeñar muy bien esa parte, y, aun así, ocuparse después de los papales que su capitana necesitase llevar.

-Y por favor, entrégale esa ultima carpeta a mi hermano- Saya había tomado el orden que debía ir a dejar los documentos a las divisiones, aunque a veces se preguntaba porque no era Sentarou, el tercer oficial, quien se ocupaba de esos asuntos -Esta esperando esa carpeta desde hace unos días

-Entendido capitana- Afirmó Saya, dándose la media vuelta y dirigiéndose a la puerta, pero se detuvo, mirando una ultima vez a su superior - ¿Esta segura que no necesita algo más?

Asintió, con una ligera sonrisa en el rostro, así que Saya salió de la oficina, dejando a Rukia sola por el momento, permitiéndole tomar un descanso.

Saya debió pasar por la división dos, tres, cinco y seis, sabía que se entretendría en la sexta, y no precisamente por su capitán.

-Así que ahora haces el trabajo de tu hermana- Saya hizo una mueca con la boca, rodando los ojos - Esta bien, así Rukia no tiene porque mortificarse en salir de su división

-Pues al menos no estoy holgazaneando en mi división- Respondió la shinigami, dándole un caderazo justo cuando el pelirrojo daba un sorbo a su café, derramándolo un poco en el piso -Ugh…

- ¿Ugh? ¿A que se debe esa expresión?

-A nada, supongo…- Se alejó unos pasos del accidente que provoco, hasta que dejó de oler el aroma del café -Te veré en otra ocasión, adiós…

Renji observó con curiosidad y confusión como su… su… ¿amiga? Si, su amiga, se alejaba de su posición, extrañándole el hecho de que gruñera por el aroma del café.

Si las cosas no iban bien, iban mal, el chico no tenía que decir nada, llevaba días analizándolo, observándolo, por lo que decidió tomar cartas en el asunto. Yoshio era un libro abierto, era un joven que parecía expresar corporalmente sus malas rachas, su silencio era abrumador a veces y, ciertamente, ella mejor que nadie en la división lo conocía.

-Algo te pasa y no has querido decírmelo- Dijo la bicolor mientras se sentaba a su lado en el césped, había comenzado a hacer algo de frío, el viento les golpeo la espalda, pero eso no los inmuto -Yoshio, no puedes guardarlo por más tiempo, sabes que puedes hablar conmigo cuando lo necesites

-Habías estado muy ocupada con tus entrenamientos, no sabía que te habías dado cuenta- Su voz era apenas un hilillo, un susurro levemente audible que solo la chica pudo oír -Si te lo digo, ¿prometes guardar el secreto?

Asintió, un movimiento que el chico apenas había visto por el rabillo del ojo.

-Mamá y papá decidieron tener otro hijo…

-Y… ¿Cuál es el problema? – Pregunto ella ante el silencio que el chico había dejado -La verdad, no le veo nada de malo…

-Es que nunca me lo preguntaron, yo no quiero un hermano o hermana, estoy bien siendo solo yo- No había alzado la voz, pero si había visto la mirada seria que la chica le dedicaba - ¿Qué hubieras hecho tu?

-No lo sé, lo único que he oído de Hanako y Saya, es que ellas se pusieron muy contentas cuando nuestros padres les dieron la noticia- Asami se encogió de hombros, la verdad, no tenía respuesta a su pregunta, porque ella había sido la más pequeña de las tres -Creo que tus padres están en todo su derecho de tener los hijos que quieran, pero sobre todo, porque saben que tienen un hijo lo bastante grande y consciente de sus acciones, te aman, y un segundo hijo no va a cambiar las cosas, nada tiene porque cambiar… bueno, tal vez los llantos nocturnos, los biberones, los pañales, alguno que otro desvelo, pero en general, creo que serás un buen hermano mayor

-No es eso lo que esperaba escuchar…

-Bueno, tampoco te puedo decir que vas a odiar, probablemente así sea, probablemente no, pero no saques conclusiones antes de tiempo, el pobre bebe aun ni siquiera nace y ya estas mortificándote por nada- Asami golpeo el hombro del joven, quien alcanzo a sonreír, divertido por sus palabras -Yoshio, yo confió en que serás el mejor, está en ti enseñarle a ese bebe lo que es ser un buen shinigami, y, lo que me lleva a recordar, que aun debo terminar de entrenarte

-Bueno, si tu me entrenas, yo tendré algo que enseñarle a él… o ella…

-Anda, vamos a ver si logras conectarte con el espíritu de tu zanpaku-tō- Los ánimos había vuelto al chico, la compañía de la menor de las hermanas siempre le iba bien, así que entrenar luego de esa charla, había sido lo mejor de ese día.

La junta había sido convocada por emergencia. Kyōraku solía tener consideración con su gente y no les haría salir de la cama en la madrugada por cualquier tontería, así que, por descontado, ya sabían que tan graves debían estar las cosas en ese instante

Los capitanes se habían reportado a la inmediación, preguntándose a qué se debería la urgencia de Kyōraku para reunirlos a todos a esas horas. El silencio plagaba el lugar, los presentes estaban de pie en sus sitios, a la expectativa de lo que pudiera ocurrir a continuación.

Kurotsuchi fue el último en llegar, el único motivo por el que había sido convocada aquella reunión era la información que ahora protegía el capitán, los últimos análisis e informes luego de haber hecho estudios a profundidad con el senshi, sumado a otras cosas de mayor prioridad.

Ni siquiera hubo introducción, Mayuri inició de lleno con su reporte en cuanto hubo ocupado su lugar.

—Mi gente por fin pudo establecer cuál es la velocidad de evolución de un genzanki al siguiente, es definitivo que no hay evolución involuntaria, no se dio por mero azar y la fortuna de encontrarse con dos o tres almas que tuvieran un alto nivel de reiatsu, hay vestigios del trabajo de Aizen ahí

(The transparent – The paper melody)

—Tsch, esto es malo— Soltó Hirako apretando los puños hasta sentir que se hacía daño en las palmas.

—Todos los enemigos a los que nos han traído presentan niveles de intervención, tecnología, inyecciones, se ha experimentado conscientemente con ellos antes para reconstruir su estructura genética. No es tan distinto de lo que Aizen hizo para tratar de convertir en hollows a los shinigamis, de hecho, diría yo que es el mismo trabajo que el antiguo capitán realizó el siglo pasado, sin embargo, este ha presentado un refinamiento poco común en los primeros vestigios de ese trabajo

El silencio se levantó sobre ellos, aunque no todos estaban seguros de estar siguiendo el hilo de la conversación, tampoco se atrevieron a levantar la voz para externar sus dudas, sabían que Mayuri terminaría dando los datos lo más simplificado posible, para que todos los shinigamis del Gotei, del más brillante al más absurdo, pudieran comprender a la perfección el mensaje.

El capitán de la doceava suspiró antes de pasear la mirada por todos los presentes, observando las diversas emociones que iban desde la curiosidad hasta el miedo, y cuando habló, lo hizo deliberadamente lento, sabiendo que aquello calaría profundo en sus colegas.

—Los senshi no son el nivel más alto de esa cadena evolutiva

El silencio se volvió pesado y asfixiante, como un manto que amenazó con aplastarlos a todos en ese momento. Aquellos que no le habían dedicado ninguna mirada hasta ese momento, levantaron los ojos en dirección a Mayuri haciéndose de lo último de calma que les quedaba, esperando que les confirmaran lo obvio, habían comprendido bien.

—Analizamos las muestras que la teniente Yamamoto nos hizo llegar de los genzanki de bajo rango y encontramos ahí el código genético que se convertiría en la clave de esta investigación— Los ojos de Byakuya se encontraron con los de Kurotsuchi ante la mención de Hanako, pero el noble guardó silencio y asintió para sí mismo, buscando llamar a la calma, sabiendo que aquel capitán mantendría su palabra y dejaría a su protegida en paz. —Sus habilidades de metamorfosis fueron las bases en las que se sientan las propiedades evanescentes de los shadows y los espectros, sin embargo, las habilidades que ellos presentaban como dividirse sobre sí mismos, atacar, el veneno que inyectaban y la forma en la que entran en frenesí ante los aumentos repentinos de reiatsu no se heredan al siguiente nivel. La evolución de un genzanki se puede comparar con la metamorfosis de una mariposa, deja atrás propiedades que formaban parte de su código genético y adquiere nuevas

—¿Está sugiriendo que hay cosas más fuertes allá afuera? — Inquirió Rose antes de pasar saliva con dificultad

—Estoy afirmando que las hay— Sentenció Mayuri antes de mirar a Kyōraku. —Y eso no es todo. Hay una brecha entre los espectros y los senshi que no hemos logrado descifrar, y no creo que se trate de la peleadora a la que la teniente Yamamoto se enfrentó

El capitán de la décimo segunda hizo una pausa, permitiendo que la información cayera en su sitio, permitiendo a los capitanes digerir aquella información antes de mirar a su alrededor y asentir para sí mismo, siguiendo con la explicación.

—De acuerdo con los registros de reiatsu que presentaron durante la pelea, los informes que nos entregaron y los análisis que hacemos en la décimo segunda durante las misiones en la tierra, la senshi a la que Yamamoto enfrentó es un experimento incompleto que pudo haber quedado rezagado y perderse en la ciudad, sobreviviendo gracias a alimentarse de almas humanas en la ciudad, pero tenemos un eslabón perdido que no hemos podido analizar

—Sin embargo— Llamó Kyōraku, siendo aquella su primera intervención en la junta —Ese no es el motivo principal de nuestra reunión

Las miradas de todos se posaron sobre el capitán, confundidos por la afirmación que acababa de hacer el castaño. ¿Qué podía ser más importante que los resultados de los experimentos?

— ¿Qué ocurre? — Indagó Tōshirō fríamente.

Guardó silencio, Kyōraku se mantuvo en silencio unos minutos, tratando de mantener la calma para pasar aquel mensaje a su equipo sin que su voz se quebrantase.

—Apareció el reiatsu de uno de nuestros hombres

Byakuya suspiró, dejando escapar el aire en un gesto de resignación. Había leído los informes de Hanako varias veces, las suficientes para que le hubiese quedado claro que los genzanki habían tratado de usar a sus compañeros caídos como anzuelos y así tratar de atrapar un pez más gordo, asegurar su supervivencia.

La noticia de sentir el reiatsu de un compañero no significaba nada cuando (y odiaba tener que admitir que aquello era de utilidad) Yoruichi había enviado reportes con las hermanas para confirmar y respaldar las conclusiones de las misiones en que Yamamoto habían participado.

Claro que su calma no fue contagiosa, al contrario, a su alrededor había unanimidad en ansiedad y desconfianza, dudas y cierto nivel de miedo.

Incluso Kenpachi había enarcado una ceja y mirado al comandante con gesto de confusión.

Mayuri bajó la cabeza y apretó la mandíbula consiguiendo que algún otro imitara el gesto.

Rukia apenas y podía contener las náuseas, sentía que la habitación entera giraba sin control y no pudo evitar llevarse una mano al vientre, probando un sabor amargo en la boca.

¿Qué hacer?

Levantó la mirada en dirección a su hermano, buscando algún consuelo en medio del caos y encontrándolo en la expresión serena del pelinegro, que se despejó el rostro con una mano, regresando los cabellos azabaches a su lugar.

—Otro soldado caído, qué mal— Soltó Kensei avanzando medio paso — ¿Por qué es más relevante que los descubrimientos de Kurotsuchi?

—No está entendiendo, capitán— Soltó Mayuri con apática amargura, levantando los ojos, mas no así la cabeza. —Descubrimos el reiatsu de un oficial de bajo rango lanzando una señal de auxilio, solicitando una extracción inmediata

El ambiente se heló en un instante, en el momento en que Mayuri terminó su declaración no hubo necesidad de mayor explicación. Las miradas se posaron sobre él, que paseó los ojos por todos los presentes para tratar de entender lo que ocurría. Todos le miraban menos una capitana.

Rukia tenía los ojos puestos en su hermano, así que pudo mirar claramente como su serenidad se convirtió en sorpresa lentamente, mientras giraba el rostro en dirección al capitán de la décimo segunda. Si su nii-sama había perdido la calma, ¿qué le esperaba al resto?

Tōshirō jadeó por la sorpresa, Kensei y Rose retrocedieron un paso, Risa apretó el gesto en una mueca de rabia.

—Mierda— Murmuró Hirako retrocediendo dos pasos, caminando sobre su sitio como un león enjaulado, presa de la desesperación.

—Entonces es obvio que debemos hacer una misión a la tierra— Soltó Kenpachi para sorpresa de varios.

—Ese es el motivo de la junta— Sentenció Kyōraku al final, recuperando la atención de los capitanes.

Hirako se plantó en su sitio, con los brazos fuertemente apretados contra el pecho, Tōshirō carraspeó apretando con fuerzas la mandíbula, Soi-Fong y Byakuya intercambiaron una mirada, pero no más, el noble guardó las manos en las mangas de su kosode y volvió a cerrar los ojos, enfrascándose en su postura férrea. Y el resto esperó con paciencia.

—Estamos buscando una confirmación— Exclamó Mayuri mirando a sus compañeros con gesto sereno. —La llamada de auxilio podría haber sido lanzada como carnada para atraer de nuevo algún grupo de rescate, así que no queremos arriesgar más shinigamis sin tener nada claro

— ¿Estamos dispuestos a sacrificar una vida? — Inquirió Rose incómodo con aquella idea.

—¿Estamos dispuestos a sacrificar más? — Inquirió Mayuri con cierto aire macabro.

Algunos capitanes intercambiaron miradas incómodas, Rukia sintió las náuseas aumentar, la habitación completa dio una vuelta violenta, así que la chica agradeció cuando las manos de su hermano se cerraron sobre sus hombros cuando perdió el equilibrio, agradeció la mirada violeta prometiéndole que todo iría bien como cada vez que enfrentaban una catástrofe.

—Creo— Inició Kyōraku tras un suspiro pesado —Que deberíamos dejar la junta por el momento. Ahora están enterados de lo que ocurre con los genzanki, en cuanto tenga los informes listos enviaremos a la gente de la novena y la décimo tercera para repartir la información con quien sea preciso

Los capitanes salieron en silencio, Rukia requirió hacerse con fuerzas al brazo de su hermano para no caerse mientras avanzaban a pasos cortos en dirección a la entrada.

—Mi teniente está fuera— Inició la menor en medio de un suspiro, llevándose una mano a la frente y sintiendo que su hermano la rodeaba con el brazo para mantenerla cerca y brindarle soporte y equilibrio.

—Tienes una soldado dirigente que podrá ocuparse de todo— Murmuró el noble antes de poner una mano helada en la frente de su pequeña, haciéndole sentir mejor con aquel contacto fresco —Entre tú y esa aguerrida teniente han puesto a la décimo tercera en forma, tu división está más fuerte y unida que nunca, y Saya siempre parece dispuesta a sacar la casta por los suyos. Asami nunca ha dejado atrás a sus hermanas, en caso de que necesiten refuerzos. Estarán bien

Sabía que tenía razón, que las palabras que su nii-sama le dedicaba en esos momentos estaban llenas de verdades, así que permitió que el calorcito se instaurar a en su vientre y en su pecho, pero un sabor amargo e hizo paso entre la calma y Rukia bajó el rostro, melancólica.

—Me enferma pensar en los peligros que nos amenazan— Admitió Rukia luego de un rato de silencio, levantando por fin la mirada en dirección al rostro de su hermano —Tal vez no fue buena idea buscar otro bebé justo ahora

—Kurosaki es poderoso, tú lo eres, y nos tienen a Renji y a mí— Murmuró el noble con una sonrisa tenue y conciliadora —Estarán bien. Ya lo verás

—Esperemos que así sea

Guardaron silencio mientras avanzaban hacia la división de la chica, cada uno metido en sus pensamientos, tratando de digerir lo que habían escuchado en la junta.

—Tú tienes mucha experiencia en misiones al mundo humano— Murmuró Byakuya cuando por fin llegaron a la puerta. —No dudo que Kyōraku te considerará en cuanto Kurotsuchi confirme la llamada de auxilio

—No sé si deba— Admitió con un hilo de voz, llevándose la mano al vientre y sintiendo las ganas de llorar amenazando con asfixiarla.

—No creo que debas, entonces debes revelar la información pertinente

—Tarde o temprano se darían cuenta, Hanako sintió su reiatsu— La sonrisa débil de Rukia se ensanchó ante aquel pensamiento, Hanako tenía el mérito a la mejor rastreadora de reiatsu de las trece divisiones, ella podría sentir incluso una energía pequeña como una mosca, pero el hecho de que su bebé ya tuviera presencia, eso le hacía muy feliz.

Byakuya cerró los ojos y puso una mano en el vientre de su hermana, relajó el entrecejo y, para sorpresa de Rukia, sonrió abiertamente antes de mirarle con dulzura.

—Tienes razón, ahí está

Byakuya despejó el rostro de su hermana con un gesto amable, gesto que fue en vano, ya que los cabellos volvieron a caer sobre sus mejillas.

—Tenemos más y más motivos para querer terminar esta guerra lo más pronto posible, Rukia, déjalo en mis manos

—Hai, nii-sama— Murmuró la capitana con un nudo en la garganta antes de que ambos pelinegros dieran la vuelta para dirigirse a sus respectivas oficinas.

La doceava división había trabajado toda la noche y todo el día para tratar de confirmar la llamada de auxilio, Mayuri yacía sobre su silla, escuchando los tecleos y gruñidos que, repetidas veces, aparecían y desaparecían, porque nadie podía obtener una señal real, no había nada que pudieran hacer, la señal iba y venía, a veces era fuerte y otras parecía ser solamente un destello en medio de la oscuridad.

-Tal parece que la señal era falsa- Respondió Akon, quien bebía su café (probablemente), mirando la enorme pantalla que estaba frente a su capitán -Luego de eso, han aparecido una y otra vez más y más señales de auxilio

-Evidentemente están llamando a una trampa…

-Capitán Kurotsuchi- La voz de Asakura lo hizo moverse, girar su silla para mirarla a ella, en su dirección -La señal esta confirmada, no desaparece, es fija y factible

-Dime el lugar…

-Es, en la ciudad de Karakura señor, le envío toda la información…

Akon y Mayuri observaron el lugar, una bodega abandonada, algo muy típico para una llamada de auxilio, para una trampa sagaz, astuto y absurdo a la vez. Pero la señal era viable, era verídica, no podían tener duda alguna de que era una llamada de auxilio de uno de sus hombres perdido hacía semanas, meses.

Y Mayuri solo necesito un movimiento para tener la información impresa, tomándose solo unos minutos para tomar su zanpaku-tō y dirigirse a la división uno, donde, evidentemente y a pesar de la hora, nuevamente los capitanes habían sido llamados para una nueva reunión, una junta de emergencia que esta vez los había molestado.

-Esta es la segunda vez que nos llaman tan tarde para una junta- Soltó Hirako, evidentemente molesto por ser despertado cuando había podido por fin conciliar el sueño - ¿Qué es lo que sucede ahora?

-Tal vez le guste oír las noticias, capitán- Mascullo el capitán de la doceava, haciendo que algunos de sus colegas le mirasen -Pero no seré yo el que hable antes del comandante

Kyōraku miraba con asombro la información que el capitán Kurotsuchi le había llevado, porque definitivamente era una llamada de auxilio, pero, más que eso, debía elegir con sabiduría a su gente.

-Bueno, la señal que reportamos ayer pareció ser falsa, sin embargo, el equipo de la doce no se rindió, encontrando al fin una llamada de auxilio verídica- Los capitanes voltearon a ver a su comandante, quien asintiera, haciendo que a algunos se les formara un nudo en el estómago -Tengo algunos prospectos para que vayan a la tierra e investiguen

Los capitanes guardaron silencio, porque cuando su comandante tenia prospectos, no había más que respetar su decisión.

-Capitán Muguruma, Capitana Kuchiki, quiero que encabecen la misión para rescatar a nuestro compañero, el equipo quedara a decisión de ustedes

Y Rukia sintió que su mundo se desmoronaba, porque su miraba mostraba temor, porque debía rechazar aquella misión, porque esta vez, los ojos de su hermano le decían que tenia que hacerlo.

-Comandante- Su voz temblaba, no, su cuerpo temblaba mientras alzaba la mano, porque las miradas de sus colegas se posaron en ella, menos la de su hermano y la de Kotetsu, los únicos que sabían el motivo por el que podía rechazar aquella misión -He de rechazar la misión…

-Capitana Kuchiki, no creo que sea el mejor momento para limitar el reducido grupo de capitanes que tienen conocimiento del mundo humano y de los genzanki- Afirmó Mayuri, mirando a la mujer.

- ¿Cuál es el motivo de su rechazo, capitana? – Pregunto con vehemencia el comandante, con respeto, sin altanería.

-Yo, estoy embarazada, y la capitana Kotetsu puede confirmar mi estado de salud- Respondió la pelinegra, haciendo que los ojos de algunos mostraran la sorpresa, la indignación, la rabia.

- ¿Embarazada? ¿En plena guerra? – La voz de Hirako se alzó potente, en reclamo – Un capitán no esta en posición de negarse a realizar una misión, servimos al gotei, somos los shinigamis mas poderosos y usted, decidió tener otro hijo; que absurdo

-Capitán Hirako- La voz de Kyōraku llamo al silencio, por lo que el rubio solo chasqueo la lengua, guardando silencio y tomando de nuevo su lugar en la fila, ya que había adelantado algunos pasos para mirar a su colega -Podría decir lo mismo que el capitán Hirako, sin embargo, las decisiones que tomamos fuera de esta sala, aun perjudiquen nuestro trabajo, son decisiones que tomamos con responsabilidad, y yo sé, que no fue algo que haya hecho a propósito, sin embargo y como dijo en un inicio el capitán Kurotsuchi, esta limitando nuestro reducido grupo de capitanes con conocimiento sobre estos nuevos enemigos

-Con todo respeto señor, puedo hacerme cargo del grupo en cuestión- Llamo el capitán Mugurama, desviando las miradas de la pelinegra y siendo él, el centro de atención ahora -Aunque tengo dos miembros de mi primera misión a los que quisiera llevar conmigo

-Adelante capitán, lo escuchamos- Kyōraku cedió el permiso, aunque sabía quien había estado en esa primera misión.

-El teniente de la Sexta, Renji Abarai y la tercer oficial de la décima división, Asami Yamamoto…

-Pido ser el refuerzo del capitán Muguruma- Comento el capitán de la tercera -El hecho de llevar a una de las Yamamoto, hace que me de curiosidad el como será el desenlace de la misión

-Sin embargo, hace falta un elemento más para que estén completos- Comentó el capitán de la sexta, quien estaba listo para atacar, al menos, luego de que se enterara de los entrenamientos de las hermanas -Quisiera nominar a la soldado Yamamoto para esta misión

-Nunca hemos enviado a un soldado de bajo nivel a una misión- Comentó Risa, mirando a la capitana Kuchiki -No creo que sea buena idea…

-La soldado Yamamoto ha demostrado ser una excelente contrincante, podría ser de ayuda- La voz de Soi-Fong se alzó por sobre la de la otra mujer -Yo apoyo la idea del capitán Kuchiki

-Bien, parece que todo esta hablado- La mano del albino se alzó, por lo que Kyōraku arqueo una ceja -Dígame, Capitán Hitsugaya…

-No quiero importunar, ni mucho menos alterar nuestras reglas, pero quisiera hacer una petición especial- Sus colegas se miraron entre sí, luego lo miraron a el -Quisiera agregar un miembro mas a la misión, sobre todo, porque ha mostrado ser un shinigami capaz y obediente, y podría ser de ayuda en un futuro

- ¿De quién se trata, capitán?

-Yoshio Kurosaki ha estado entrenando bajo el ojo vigilante de mi tercer oficial, prácticamente trabajan juntos y el chico ha demostrado ser capaz de seguir las ordenes que se le dan, por esa razón, pido de favor que acompañe al grupo como observador a distancia- Rukia le miró con furia, aunque parecía que su estomago le recriminaba la bilis de ese momento -Capitana Kuchiki, entienda que es por el bien de su hijo, yo confío en que mi tercer oficial lo mantendrá a salvo

-La forma en la que plantea el enviar a alguien con tan poca experiencia me parece entendible, si el Capitán Muguruma esta de acuerdo, no tengo problemas con aceptar su petición- Lo único que el peli gris alcanzo a expresar fue una mueca, asintiendo, por lo que Rukia sintió que se desmayaría en cualquier momento -Muy bien, la junta ha terminado, capitanes de la misión, notifiquen a su equipo y partan cuanto antes

Todos abandonaron la primera división a su paso, estaban cansados y abrumados, habían tenido noticias de al menos uno de sus subordinados perdidos, ahora sabían del embarazo de la capitana de la trece y, de alguna manera, no todos se habían ido con un buen sabor de boca.

Las habilidades de las hermanas habían dado mucho de que hablar en los últimos días, Saya y Hanako habían entrenado con capitanes, pero ¿Y la menor? No habían oído nada de ella ¿Se habría quedado atrás?