(Drain – Girugamesh)

—¡Hanako, no! —exclamó la capitana cuando vio a la teniente tomar posiciones y levantar una mano hacia el frente.

—Hadō no Yon ¡Byakurai! —el rayo blanco salió disparado, golpeando al genzanki de lleno en el pecho y partiéndole a la mitad. Aunque aquello sólo consiguió que el enemigo se dividiera en dos y regresara para atacar a Hanako a dos flancos —¡Capitana! —exclamó la teniente volviendo un poco el rostro. —Alerte a todos en el Gotei, nos encontramos bajo ataque.

—Pero, tu reiatsu...

—Capitana, estoy al ochenta por ciento de mi capacidad, puedo con esto y puedo con poco más —aseguró la teniente levantando una mano hacia cada genzanki antes de volver a gritar —Bakudō no roku-jū ichi ¡Rikujōkōrō! —las varas de luz atravesaron a ambos enemigos, paralizándolos en el momento en que un tercero comenzaba a atacar, otro genzanki, no una copia, sino uno independiente. —¡Capitana, necesito de su apoyo! —gritó la teniente cuando comenzó a sentir que los genzanki absorbían el reiatsu de su sello.

Kotetsu dudó un poco más, considerando seriamente irse a las armas, sin embargo, la mirada de Hanako le hizo retroceder pasmada.

—Ustedes me han visto pelear usando el diez por ciento de todo mi poder, no han conocido esta nueva versión de mí, pero no puedo hacerlo sola. Hadō no Yon ¡Byakurai! —gritó deshaciéndose de un enemigo más —El teniente de la sexta ha sido herido, el tercer oficial de la undécima está peleando y yo también, pero no seremos suficientes si el enemigo sigue aumentando.

Kotetsu reaccionó en ese momento.

Unohana había sido una capitana poderosa y atemorizante, pero siempre había sabido guardar la calma y mantener la cabeza fría en todo tipo de situaciones, Kotetsu sabía que debía portarse a la altura y ahora una teniente le pedía su respaldo.

Se dejó caer de rodillas antes de trazar los kanjis en sus manos, con maestría y velocidad dibujó los trazos en el piso, las grecas en sus brazos y luego llevó ambas manos al frente, donde un marco cuadrado de reiatsu se materializó, amarillo y chisporroteante.

—¡Red blanca y negra! Veintidós puentes —gritó con voz poderosa mientras sus manos se movían, entretejiendo su telaraña de líneas negras que iban rodeando el marco —, sesenta y seis coronas y cinturones, huellas, trueno lejano —su voz resonó con violencia por encima de los gritos de los genzanki que se calcinaban bajo los estallidos cada vez que Hanako gritaba un nuevo conjuro, tenía que estar a la altura de la situación, era una capitana —, pico afilado, tierra sepultada y oculta en la noche, mar de nubes —las oleadas de reiatsu que liberaba le agitaron el cabello y la ropa, vio por el rabillo del ojo que una de aquellas criaturas la iba a alcanzar, pero mantuvo la concentración, confiando ciegamente en la teniente que volvió a apresar a su enemigo en las seis varas de luz —, línea azul: formad un círculo y volad a los cielos. Bakudō nana-jū nana ¡Tenteikūra!

Fue como si un rayo partiera el cielo. Todos en el Gotei lo sintieron, tenientes, capitanes, soldados, oficiales. Sintieron como si un rayo les hubiese partido el corazón en ese instante, recibieron el llamado, el mensaje.

—¡La cuarta división se encuentra bajo ataque! —exclamó Kotetsu en cuanto sintió que su Bakudō había surtido efecto. —¡La cuarta división se encuentra bajo ataque! —repitió con desesperación cuando el genzanki hirió el costado de Hanako con su aguijón, temiendo por la vida de la teniente y temiendo por su propia vida, se había tardado demasiado en reaccionar, jamás había estado en presencia de uno de aquellos enemigos cambiantes, pero no era momento para temer, sino para pelear. —Genzanki nivel uno —reportó concreta para alertar de la situación real —, teniente herido, necesitamos el apoyo de todo el Gotei, cualquier shinigami que pueda blandir su espada venga de inmediato, no podemos con esto solos.

—¡Repítalo! —exclamó Hanako sosteniendo su costado, mirando su propia sangre antes de volver a arremeter contra sus enemigos, levantando las manos y aprovechando la adrenalina que el dolor le había ofrecido —¡Bakudō hachi-jū ichi! ¡Dankū!

El genzanki que había arremetido contra ella se estampó de lleno contra la barrera de Kidō y Hanako aprovechó para correr hacia el costado y volver a llevar las manos a posición.

—Hadō no san-ju san ¡Sōkatsui! —Dos rayos blancos salieron de sus manos y desintegraron al genzanki en cuestión antes de que Hanako saliera corriendo hacia un costado y se posicionara tras la capitana —Gomennasai —murmuró la chica para Kotetsu. —Bakudō nana-jū san ¡Tozanshō!

Kotetsu sintió la barrera crearse a su alrededor, y aunque por un momento sintió alivio al considerar que Hanako permanecería dentro y a salvo, Kotetsu vio con horror que la teniente saltó en el último instante, dejándose fuera y arremetiendo de nuevo contra el Genzanki, abriéndose paso para recuperar su zanpaku-tō.

Hanako saltó de espaldas, su mano aterrizo sobre la base de la pirámide, justo por encima de la cabeza de Kotetsu, que la miró con expresión desencajada, pudo leer de nuevo los labios de Hanako a través de la barrera de kidō el conjuro que la chica hizo para convocar la cortina de humo rojo y contrajo la expresión en un gesto de frustración antes de continuar con su mensaje. Hanako la había aislado para que los genzanki no la notaran, su única tarea sería pedir refuerzos.

—¡Por Dios, dense prisa! Estamos bajo ataque, no podremos solos. Nos superan en número.

Hanako salió por la ventana, consiguiendo que los Genzanki la siguieran hasta el techo del lugar, la teniente sabía que la estructura se llevaría parte del daño, pero era el menor de los males si se ponía en perspectiva, tenía que moverse rápido, tenía que poner todo el reiatsu posible en aquel primer ataque, sonrió sintiendo que Karyū le prestaba fuerzas, sonrió con ganas al sentir la caricia en la mejilla, y saltó de espaldas hacia el patio principal, seguida por cinco genzanki que la rodearon en un instante.

—Todavía no —murmuró para su espada, sosteniéndola por la funda hacia el frente, analizando la situación. —Espera un poco, todavía no puedo desenvainar. Pero ayúdame con esto.

Los enemigos se movían a su alrededor, como si tantearan el terreno, analizando a la teniente y a la situación. Dándole tiempo.

Hanako saltó alto en el aire, poniéndose unos metros por encima de sus enemigos antes de posicionar las manos juntas y sonreír con arrogancia. Sin recitar los conjuros había logrado hacer daño en serio, aquello sería interesante.

—¡Oh, señor! —exclamó casi con locura —¡Máscara de carne y hueso, batir de alas —sintió el poder incrementarse entre sus manos, el reiatsu fluir, enloqueciendo a los genzanki, que comenzaron a atacar el aire con el afán de alcanzarla, pero sin lograr nada —, aquél que ostenta el nombre de Hombre! ¡Verdad y templanza, por encima de esta barrera de sueños sin pecados, libera la ira de tus garras! ¡Hado no san-jū san, Sōkatsui!

Las ventanas a su lado estallaron, montones de vidrios disparados hacia donde él se encontraba, haciéndole encogerse un poco en su sitio, pero sonreír orgulloso mientras preparaba su siguiente ataque y seguía corriendo.

Yumichika había logrado escapar de la cuarta división a tiempo, había sentido el aumento de reiatsu de Hanako en la lejanía, había sentido a todos los genzanki de su lado salir corriendo hacia el lugar en el que se encontraba su amiga, y aunque sabía que ella debía estar recuperando todavía su reiatsu, una parte de él se repetía una y otra vez: Es hermana de Saya, es una Yamamoto, puede con esto. Puede con esto y cuenta contigo para traer a su respaldo.

Había tomado su tiempo, el suficiente como para darle tiempo a Hanako de ir recuperando poder conforme avanzaba, iba absorta en sus pensamientos, podía sentir como su mente se estiraba y encogía, como si se encontrara en un tira y afloja, odiaba sentir esa sensación que la distraía del resto, estaba como encerrada en una burbuja.

-Ellos están aquí…- Dijo aquella voz quedamente en su interior, pero la ignoro, respiro profundo y cerro los ojos por unos cuantos segundos -Ya no tienen escapatoria

No, no le iba a tomar la debida atención, ese día era una simple shinigami que no tenía voz ni voto, había perdido una parte de si misma cuando Kyōraku le retirara su zanpaku-tō, a su mas fiel compañera, y aunque tenía todavía una parte de sus habilidades con ella, se sentía indefensa, temerosa.

¿Cuánto le faltaba para llegar a la división cuatro? No, jamás iba a saberlo con exactitud, porque algo había pasado frente a ella, algo que la saco de sus cavilaciones, porque lo había esquivado por muy poco.

-Un… genzanki…- Y su mente tembló, su cuerpo flaqueo, porque pudo ver a varios de ellos dirigirse a donde ella lo hacía, pudo sentir entonces como el poder enemigo la agobiaba y justo cuando más aguijones se dirigían a ella, los esquivo - ¿Por qué? ¿Qué están haciendo dentro de la sociedad de almas?

Y si, apresuro el paso con su shunpo mientras veía a mas y mas genzanki, y de pronto, no podía sentir el reiatsu de nadie a su alrededor, como si todos hubieran sido borrados del mapa, de sus sentidos, se sintió desorientada, porque no podía sentir el reiatsu de su hermana, el de Renji, el de Hanatarō, ¡¿Por qué?!

-No voy a permitir que lleguen a la división cuatro- Murmuró, porque la voz parecía muy insistente en ese momento, presionaba su mente, sentía que tiraba una y otra vez dentro de su cabeza para sacarla a ella, para alejarla de la conciencia -Bakudō no roku-jū ni Hyapporankan…

La barra principal que la chica había lanzado se dividido en varias, aprisionando a varios genzanki, pero entonces, se dio cuenta de que eso no sería suficiente, continuando con su desesperado ataque, viendo como mas y de sus enemigos avanzaban hacia la división en cuestión.

-Si los ataco, solo hare que se dividan, no puedo lidiar con tantos, no sin mi zanpaku-tō- Pensar no le serviría de nada, pero entonces trato de utilizar su habilidad de diamante, sin embargo, le era imposible generar algo de lo que ella acostumbraba -Daya kōu…

-No permitiré que ataques a mis hermanos… ellos saben que algo en ti es diferente- La voz del espectro resonaba con soberbia y fuerza en su mente -Míralos, ni siquiera te buscan para atacarte… sienten mi presencia… ¿sabes por qué? Por que los espectros mandamos a los genzanki nivel uno, ellos nos protegen, nos adoran, son nuestros peones

- ¡Ya basta! - No midió su poder, no pudo contener la ira de ese momento, porque estaba siendo corrompida desde su interior, no deseaba eso, no quería ser ella quien apoyara esa conducta animal de los genzanki y en un simple parpadeo, lo soltó -Hadō no go-ju yon, Haien…

Había dejado caer cientos de masas de energía que caían sobre los genzanki, aquellos que acertaban eran exterminados por completo, hasta las cenizas, tal y como Hanako lo hacía; pero no era suficiente, rápidamente otro genzanki pisaba el lugar donde su igual había sido exterminado.

-Admira el poder de un genzanki, ve como el resto de los shinigamis temen con solo mirarlos de frente- En efecto, algunos shinigamis de bajo nivel huían o morían a manos de los genzanki nivel uno, solo había visto a unos cuantos resistir sus ataques, ella, sus hermanas, los tenientes y capitanes -Ve como sus vidas se ven acabadas con un simple aguijonazo…

Impotencia, desesperación, sufrimiento, dolor ¿Por qué? ¿Por qué su corazón la traicionaba en ese momento? Su abuelo siempre la entreno para enfrentar todas las adversidades, o acaso, ¿no estaba preparada para ver morir a sus iguales?

Avanzó, no podía hacer otra cosa, debía tratar de llegar lo más cerca posible a la división cuatro, defenderla, protegerla, si los shinigamis de ese lugar resultaban heridos o con demasiadas bajas, sus esperanzas de ganar esa guerra estaban perdidas.

Una nueva oleada de Haien golpeo a los genzanki, eso no iba a acabar con los genzanki tan fácilmente, el hecho no tener restricciones le daba mas confianza, pero no la falta de su zanpaku-tō.

Pero situaciones desesperadas, ameritaban actos desesperados…

Había llegado a uno de los muros por donde se habían infiltrado aquellos monstruos, la pared estaba derrumbada, ¿y que mas daba un poco más de daño?

-Hadō no hachi-ju hachi, Shiryū Gekizoku Shintenraihō- Una fuerte explosión de energía espiritual color azul se extendió por una extensa área, acabando con muchos de los genzanki que ya habían cruzado el muro y con varios de los que se acercaban - ¿Quieren más? Pues adelante, los espero…

-No deberías gastar tu reiatsu de esa manera- La voz de su amigo la sorprendió, al fin, alguien adepto a la batalla contra los genzanki - ¿Necesitas ayuda?

-Una zanpaku-tō me viene bien en estos momentos- Respondió sarcástica, viendo como los genzanki volvían para atravesar el muro hacia la división -Son demasiados…

-Los capitanes vienen hacia acá, no dudo que el capitán Hitsugaya venga directamente hacia ti- Asami lo miró con curiosidad, trato de concentrarse en el poder de su novio, pero no podía sentirlo -Asami…

-No puedo sentir los reiatsus…- Respondió, serena, en calma -No se si es por las voces, pero no se nada de Hanako ni de Saya, tampoco sentí el momento en que tu te acercabas, estoy peleando a ciegas…

Shūhei abrió los ojos, sorprendido por lo que su amiga le decía en completa calma, pudo ver algo de frustración en ella, pero no sin dejar de mostrar aquella chispa de determinación que le daba a entender que aquello no era un impedimento para pelear en ese momento.

-Si siento algo raro te lo hare saber, pero de momento, no hay nada mas que estos monstruos frente a nosotros- La chica asintió, pero sabía que algo en su amigo tampoco estaba bien, porque al escuchar el nombre de Renji, había abierto un poco mas los ojos, mostrando sorpresa - ¿Puedes seguir luchando con Kidō?

-Si, no hay problema- Afirmó de nuevo, lista para una nueva oleada de Haien.

Decir que se había apresurado sería darle mucho crédito, Hirako iba corriendo, sí, pero no tan rápido como para llegar a una junta y escuchar todo el mensaje, ya se enteraría sobre la marcha, su expresión era inescrutable y maldecía internamente por tanto revuelo causado en los últimos días.

Dos juntas en la misma semana, si, debía ser importante si les hacían convocado de emergencia apenas habiendo iniciado labores, recordaba la última vez que había habido una junta emergente, se había desatado una catástrofe terrible puesto que el enemigo estaba dentro del mismo Seireitei, pero de verdad, ¿no podían ser menos alarmistas? Ahora estaban relativamente a salvo, sí, la seguridad de la humanidad era prioritaria, pero nada que no se pudiera manejar.

Y entonces escuchó las explosiones a su lado.

Sintió el aumento de reiatsu, fue como un golpe, el mismo tipo de golpes que la teniente Yamamoto le había dado en su último entrenamiento.

Cambió su curso, y ahora sí que corrió.

Escuchó los estallidos, sintió el aumento de reiatsu empleado en el kidō, supo exactamente dónde estaba la teniente en ese momento y salió corriendo con la esperanza de poder ayudar antes de que fuera tarde, lo que no se esperaba era ver a Hanako salir disparada en el aire, con nubecitas de vapor saliendo de su ropa y de su piel, como si hubiese recibido parte de su propio Sōkatsui.

No lo pensó más, saltó en el aire, salió corriendo hacia ella y la atrapó al vuelo, reduciendo la velocidad de la caída con su propio cuerpo.

Ambos azotaron la tierra, ahogando un gruñido de dolor, y en cuanto detuvieron su caída, Hanako soltó una carcajada mirando sus manos. Los mitones que Byakuya le había obsequiado todavía parecían bastante íntegros, pero su piel ardía.

—¡Mierda! —exclamó divertida la teniente levantándose de un salto y tendiendo una mano a su colega, portando una sonrisa que sorprendió al rubio. —¿Vamos?

—¿Qué está ocurriendo? —exclamó Shinji desenvainando mientras corría al lado de Hanako, volviendo a ingresar al ala en la que había dejado a Kotetsu encerrada.

—Estamos bajo ataque —sentenció sombría la chica, deteniéndose en el final del pasillo y asomándose para confirmar que estuviese despejado antes de seguir avanzando a pasos veloces pero sigilosos —, no estoy segura de qué pasó, nos infiltraron.

—¿A qué nos enfrentamos?

—Hasta ahora, sólo a genzanki nivel uno, no siento nada que nos ponga en riesgo.

—¿Los genzanki no son suficientes para ponernos en riesgo? —exclamó el capitán incrédulo, consiguiendo que Hanako girara sobre sí misma y le tapara la boca con ambas manos, apresándolo con su cuerpo contra la pared mientras un genzanki cruzaba el pasillo, metiéndose a otra habitación.

Hirako pasó saliva con dificultad ante la cercanía de la teniente, sintiendo la presión del cuerpo de la chica contra el suyo, sintiendo la respiración de la chica, que se asomaba discretamente, analizando al enemigo mientras reducía su reiatsu al mínimo.

—Capitán, lo voy a soltar —murmuró la chica sin mirarle todavía —, pero le voy a pedir que no haga ruido y que baje su reiatsu. —Le miró fijamente a los ojos, haciéndole pasar saliva de nuevo, sintiendo que menos de medio paso se extendía entre sus rostros —¿Puedo contar con su cooperación?

Shinji asintió una vez, haciendo a Hanako sonreír. —Gracias.

La teniente desapareció, antes de que Hirako se diera cuenta, la teniente ya se encontraba en la habitación contigua y el fuego había consumido todo.

—¿Qué está pasando, Yamamoto? —gritó Shinji al sentir el calor, y dio un salto en su sitio cuando Hanako apareció de nuevo a su lado, recargada también contra la pared mientras el reiatsu del enemigo se multiplicaba de nuevo.

—Están viniendo más —murmuró pensativa, cerrando los ojos para concentrarse. —Cuando se dividen, el reiatsu también lo hace, eso quiere decir que hay más de ellos justo ahora, pero que son menos efectivos, han sacrificado fuerza letal para poder rodearnos. Necesitamos refuerzos, pero primero necesito recuperar a Kotetsu —abrió los ojos, mirando al piso y paseando la mirada, buscando, ahí las respuestas y la estrategia que necesitaba. —Hay que sacarlos para que podamos rescatar a Kotetsu.

—¿Rescatar? ¿De qué habla?

—Encerré a la capitana con el Bakudō setenta y tres en el ala en el que me tenían internada, y luego la cubrí con el veintiuno para ocultarla de los genzanki y poder enviar el mensaje al Gotei, pero la necesitaremos pronto.

Hirako analizó a Hanako por primera vez, percatándose que llevaba puesta la hakama de paciente y no el uniforme de shinigami, pero que llevaba la zanpaku-tō en una mano y los mitones que usaba para entrenar.

Para eso sí había tenido tiempo —pensó para sí mismo antes de negar con la cabeza.

—¿Por qué está tan segura de que la necesitaremos pronto? —inquirió Hirako percatándose de que la teniente sostenía su brazo.

—Bueno, no somos eternos ¿verdad? —la chica rasgó las mangas del kosode para tener mayor libertad de movimiento, revelando un corte que no sanaba a pesar de no sangrar. —No creo que unos cuantos capitanes y tenientes seamos suficientes para contener este ataque, pero al menos podremos ayudar si contamos con respaldo médico suficiente, y la capitana es la única que puede mantenernos con vida en este momento. Capitán ¿puedo contar con su respaldo para esto?

—Cuenta conmigo, Yamagawa —aseguró el rubio con determinación en la mirada.

—Necesito que me ayude a distraerlos para sacar a Kotetsu de ahí.

Hirako asintió una vez antes de encaminarse al pasillo a toda velocidad, haciéndole sonreír a Hanako antes de esperar de nuevo, sabiendo que podría recuperar a Kotetsu en un santiamén, pero preocupándose por la seguridad del resto, comenzando a sentir el reiatsu de su gente acercándose a la división.

—Mierda... —murmuró para sí misma al sentir a Asami en la entrada, de sentirla acompañada por alguno de los enemigos a pesar de que parecía estar sola.

No, no tenía tiempo para preocuparse, debía recuperar a Kotetsu, Byakuya estaba en camino, Shūhei estaba en camino, Tōshirō estaba en camino, debía confiar en ellos y continuar con su misión. Ya se preocuparía después.

Yumichika había estado dirigiéndose hacia la división trece, pero no era necesario que llegara hasta allí, no cuando pudo ver a su amiga correr en su dirección, obviamente, la alarma había llegado a todos los shinigamis, soldados, capitanes, tenientes, y si, habían sido tomados por sorpresa y con la guardia baja.

-Yumichika– Ambos se encontraron de frente, pero velozmente la chica se apresuró a preguntar por su hermana, después de todo, el mensaje de la capitana decía que había un teniente herido y solo pudo pensar en ella en ese momento –Estabas con Hanako ¿verdad? ¿Cómo esta ella?

-Tranquila, ella está bien, se quedó apoyando a Kotetsu– Eso le da un respiro a su amiga, pero aun había algo que la tenía inquieta, se suponía que Hanako había ido ahí porque estaba débil, aunque luego, fue él quien no sabía con seguridad si revelarle él porque estaba ahí, buscándola a ella específicamente -Saya… el que fue herido, fue Renji– El gesto de Saya se contrajo, apretando la mandíbula –Será mejor que te adelantes para…

-No– Una negativa en seco, la chica se mostró firme y decidida, sorprendiendo al oficial –No lograre nada si voy ahí yo sola, tenemos que encontrar a Ikkaku y acabar nosotros tres con esos monstruos

-De acuerdo, vayamos por él entonces- Ambos avanzaron en dirección hacia el reiatsu de su amigo, aunque no tuvieron que buscarlo, él ya se encontraba de camino al lugar de la batalla, por lo que les dio alcance en poco tiempo.

-Al fin apareces, bola de bolos– Reclama Saya, corriendo por sobre los tejados, juntos, en dirección a la cuarta división.

- ¡Ja! No iba a dejar que ustedes se llevaran toda la diversión– Dice sonriendo, emocionado por la batalla que estaba llevándose a cabo.

-Ya hubieses empezado antes si tus celos no te hubieran impedido ir conmigo a la cuarta división– Alardea Yumichika, sarcástico.

- ¡¿Quién dice que estoy celoso de la teniente?! – Reclama de manera mordaz –No fui porque solo se la pasan hablando de tés y esas cosas

-Admítelo Ikkaku– Suelta burlón y meloso –Mueres de celos porque últimamente paso mas tiempo con ella que contigo

-Tsch, como si me importara– Niega, orgulloso mirando a otro lado, sintiendo a continuación un golpe en la cabeza, el cual también recibiera Yumichika.

-Dejen su pleito de casados para otro día– Reclama Saya, apretando el puño con el que les había golpeado –Tenemos que darnos prisa

-Alguien está muy angustiada por cierto teniente– Canturrea Yumichika, que miraba a Saya con la vista la frente y muy seria, pero el comentario provoco un momentáneo tropezón que, por poco, la hace caer.

-Van muy lento– Evade el comentario del pelinegro –Sosténganse fuerte de mis hombros, rápido…

Tanto Yumichika como Ikkaku se miran unos segundos a los ojos, pero terminan por obedecer a su amiga, quien utilizara sus mejores habilidades en shunpo para llegar a los tejados de la división cuatro en un santiamén, encontrando a varios genzanki en el jardín, muy cerca de un edificio y su entrada. Sí, Saya deseaba ir con Renji, llevarlo con Asami y que esta lo sanara, podía sentir su reiatsu en fluctuación, pero, por ahora, debía darle prioridad a detener la horda de genzanki; si esas cosas entraban, sería más difícil combatir con ellos, no podían darse el lujo de que destruyeran el área que, seguramente necesitarían más tarde para curar a los heridos de ese día.

- ¿Qué esperamos? – Pregunta Ikkaku, ansioso por empezar el combate.

-Espera, Ikkaku– Para sorpresa de este, es Saya quien le frena sus impulsos –Recuerda que estas cosas poseen un veneno completamente letal, así que hagan todo lo posible por no resultar heridos, también son capaces de dividirse al cortarlos

- ¿Cómo vamos a vencerlos? – Preguntó Yumichika, el conocía algunos aspectos de los genzanki por sus amigos, pero no había enfrentado a uno, así que desconocía la manera de derrotarlos.

-Pierden poder cuando se dividen, esa es su desventaja– Explica, liberando luego a su zanpaku-tō -Tienen un límite, podremos vencerlos fácilmente cuando lleguen a ese punto, pero debemos ser rápidos

-Por eso no habrá problema– Afirma Ikkaku, también liberando a su zanpaku-tō –No por nada he estado entrenando con una de las shinigamis más rápidas del Gotei

Los tres estaban listos, con zanpaku-tō liberadas así que, se lanzaron al ataque.

(Disturbed – Warrior)

Coordinación y simbiosis, algo que el trio había logrado a lo largo de su amistad, de estar entrenando juntos y de conocerse a la perfección y, cuestión por la que no fue necesario armar alguna estrategia, ya que, parecía que cada uno sabía de lo que debía encargarse.

Mientras Saya utilizaba sus ya tan famosos movimientos de hakuda y zanjutsu doble, e Ikkaku cortaba las réplicas que brotaban con cada corte con el uso de su nigitana, Yumichika se encargaba de que ninguno de los genzanki restantes se adentraran en las instalaciones de la división, todo esto mientras daba el golpe final con su Fuji Kujaku a los genzanki que están en su límite de dividirse.

Un combate asombroso por parte de esos tres, feroz y con una coordinación que daba la impresión de ser llevado a cabo con el doble de personas. La velocidad de Saya había aumentado bastante desde que regresara de su última misión, apenas y podía seguírsele el rastro, pero si aquello pudiera ser visto en cámara lenta, podrían verse aquellos movimientos como fieras olas de un mar tormentoso; salvajes cortes que sus espadas lanzaban sin piedad, partiendo a los genzanki a la mitad, luchando a su vez con las duplicas, dando golpes contundentes con sus extremidad y apoyando en la medida de lo posible a sus amigos, cuidando de que no fueran atacados por o aguijones, después de todo, para ellos podía llegar a ser mortal y, aunque tenía habilidades curativas, están no eran tan buenas como las de Asami, así que no sería capaz de salvarlos.

-Atrás de ti Yumichika– Alerta Saya al ver que un aguijón estaba a centímetros de herir a su amigo, quien estaba ocupado forcejeando contra otro genzanki.

Pese a la distancia, Saya logró llegar a tiempo para frenar el aguijón, colocando sus espadas frente a ella en forma de cruz, absorbiendo a su vez, la intensidad del golpe que le otorgo el aumento de fuerzas para para alejarlo y arremeter contra él, partiéndolo en dos y haciendo que se duplicase.

-A este ritmo nunca acabaremos con ellos– Dice Yumichika juntando espaldas con Saya –Se dividen demasiado rápido, y hasta cuatro veces– Lanza un estoque con todas sus fuerzas a uno, que se desvanece sin dividirse -Acabamos con uno y salen dos más, y parece que están llegando más

-No nos queda más que seguir resistiendo– Saya golpea a dos a la vez con la combinación de sus espadas dobles, ambos dividiéndose –No dejes que ninguno entre a la división

-Cuenta conmigo– Afirma el pelinegro, atacando lo más rápido posible a sus enemigos.

-Dejen de estar hablando y concéntrense en la pelea– Gruñe Ikkaku asestando golpes a diestra y siniestra con su nigitana –Estas basuras no se acaban

Un grupo de Genzanki rodeo al teniente, y en un parpadeo en el cual no pudo alcanzar a ver, varios aguijones iban dirigidos a él. Nuevamente Saya llego rápidamente a protegerlo, pero eran tantos los que se lanzaron al ataque al mismo tiempo que un par de aguijones alcanzaron a picar a Saya en sus brazos, quien, por el dolor, cayó de rodillas mientras lidiaba con los aguijones pegados a su cuerpo.

-Malditas basuras– Exclama Ikkaku mientras la ira desbordaba por su ser, cortando los aguijones de tajo, por lo que Saya se quitó rápidamente los aguijones de sus brazos.

-Yumichika- Le grita a su amigo, quien hacia lo posible por luchar con los genzanki que querían entrar a la división –Encárgate de ellos mientras pongo a Saya a salvo

-No es necesario- Responde ella, con dolor, mientras se ponía de pie lentamente.

-Dijiste que el veneno de esas cosas era letal- Arremete contra otro, que se desvanece.

-Dije que era letal para ustedes– Sonríe confiada y a la vez con dolor –Yo puedo expulsar el veneno gracias a Kairyū

Y en un movimiento en el que puso sus espadas frente a ella, como si quisiera cortar el cuello de alguien; sus espadas resplandecieron en un azul brillante, sacando vapor, y en cuanto deslizo sus espadas a cada lado, salió una poderosa oleada que iba directa a un grupo de genzanki, los que se fueron desintegrando rápidamente mientras emitían un alarido tortuoso.

-Prueben su propio veneno– Murmura con gusto, sosteniendo uno de sus brazos, el ardor al expulsar el veneno era insoportable, pero nada que no pudiera controlar.

- ¿Por qué no hiciste eso desde un principio? – Reclama Ikkaku.

-El agua solo sale con ácido si esta envenenada– Responde casi ofendida –Quiero ver que soportes estar siendo picado y luego expulsarlo

Aún quedaban varios enemigos, aunque gracias al ataque que la morena había hecho al expulsar el veneno, el número había bajado considerablemente, el problema ahora es que mientras cortaban unos, más salían de los duplicados y sus fuerzas comenzaban a agotarse, especialmente a ella, quien había utilizado su reiatsu para poder expulsar el veneno.

¿Por qué justamente tenía que ser él quien saliera herido? Renji habría sido un buen apoyo en esos momentos, seguramente podrían haber acabado más rápido con ellos; necesitaban a alguien que los auxiliara.

La espalda de Hanako azotó contra la pared, había resistido sobre el filo de su espada el ataque del aguijón, pero sus pies no habían sido suficientes para sostenerla, así que soltó todo el aire y tosió sofocada por la violencia de aquel ataque. Una parte de ella se sentía tranquila de saber que Kotetsu seguía oculta y a salvo en los hechizos que había hecho para protegerla. Los genzanki estaban confundidos al sentir la presencia de Hanako frente a ellos y, al mismo tiempo, a espaldas de todos. Pero había una vocecita presente en los linderos de su mente que le recordaban que el Bakudō sólo funcionaría mientras ella estuviera con vida.

No, no había tiempo para pensar en eso, tenía que seguir con su estrategia de confusión a sus enemigos.

Cada kidō que Hanako había aprendido a hacer tenía una sobrecarga de su propio reiatsu, jamás hasta ese día había encontrado una utilidad en aquel hecho, así que sonrió con ganas cuando aumentó su reiatsu y eso confundió todavía más a sus enemigos, que hicieron por atacarla y luego cambiaron de blanco, dirigiéndose hacia la barrera que mantenía a Kotetsu a salvo.

Sin embargo, cuando se toparon con la humareda roja, decidieron volver sobre sus pasos, dando tiempo suficiente a Hanako para poner más espacio de por medio y replantear su estrategia.

Ella podía estar jugando al gato y al ratón todo el día si ellos querían...

El problema era que no querían.

Hanako pasó saliva con dificultad cuando sus enemigos se duplicaron frente a sí misma. De un momento a otro peleaba contra veinticuatro de aquellas criaturas. De tres a veinticuatro en unos segundos.

Hanako desenvainó y sostuvo su katana con preocupación, sabiendo perfectamente que no llegaría a ningún lugar si no usaba su zanpaku-tō, contra la piel de su mano, la teniente logró sentir el reclamo de Karyū para entrar en acción, pero todavía no estaba lista, noventa y cinco por ciento de su poder no bastaría para recurrir a ninguna de sus habilidades, shikai, bankai, nada se sostendría más de diez minutos luego de haber agotado todo su reiatsu.

Pasó saliva, arrepentida.

Lo que más le pesaba en ese momento era el hecho de que su hechizo se desvanecería, Kotetsu quedaría a merced de veinticuatro enemigos y que Hirako estaba demasiado lejos como para tratar de ayudar.

—Mierda... —murmuró para sí misma mientras se preparaba para convocar una llamarada, mientras se preparaba para liberar el shikai, mientras replanteaba su estrategia, sabiendo que no habría otra más que hacer de kamikaze.

Daría diez minutos de ventaja y ese sería su último aporte para el Gotei, después de eso estaba muerta y lo sabía.

Pero no hubo necesidad de más.

Todos sus enemigos se lanzaron sobre ella al mismo tiempo, al momento en que Hanako apretaba el gesto y se preparaba para resistir el golpe, en el mismo instante en que una lluvia rosa pálido la rodeaba y envolvía con su calidez, despedazando a sus enemigos hasta dejarlos reducidos a una lluvia de reiatsu que se desvanecía en el viento. Mil cortes hechos todos al mismo tiempo, poniéndola a salvo de todo peligro mientras la pared a sus espaldas estallaba y ella encontraba un lugar por dónde escapar.

No, estaba demasiado aturdida por el pasmo de saberse viva, no habría podido salir de ahí por su propio pie ni queriendo hacerlo, así que agradeció muchísimo cuando Byakuya llegó hasta su lado y la sostuvo por la cintura con un brazo, mientras que su mano libre mostraba el mango sin hoja de su zanpaku-tō.

—Sujétate —ordenó el pelinegro con voz mecánica mientras Hanako se asía a su cuello con fuerza y sentía el viento arremolinándose a su alrededor.

Se encontraban en el tejado de enfrente en un santiamén.

Byakuya seguía siendo más rápido que ella, aparentemente, o al menos se había vuelto más rápido desde que habían comenzado a entrenar juntos, así que Hanako tuvo tiempo de sobra para mirarle el rostro mientras los pétalos los rodeaban como un huracán que les mantenía a salvo.

La voz del pelinegro salió ahogada, como si tratara de ocultar algo, así que Hanako no supo si sonreír o salir corriendo. Su amigo, su eterno guardián y protector ahora moría de preocupación por ella, pero había algo más oculto entre lo ahogado de su voz.

—¿Estás bien?

La mano de Hanako tomó un mechón de cabello negro mientras ambos encontraron el valor para mirarse a los ojos con emociones contenidas en ese gesto.

—Ahora lo estoy —prometió con una sonrisa dulce que hizo a Byakuya relajar los hombros y soltar el aire contenido.

—Bien —murmuró suavizando su voz antes de mirar hacia el edificio —. Sujétate de nuevo, puedo sentir a Kotetsu y el Bakudō que hiciste.

—Vamos allá.

Entraron en silencio, en el lugar sólo quedaban los restos de sangre salpicada en las paredes por la violencia del ataque de aquel noble, pero ambos shinigamis pasaron de lado hasta la cortina de humo, y Hanako puso su mano sobre la barrera a la par que Shinji entraba a la habitación blandiendo su espada.

—Capitán Hirako —ironizó Byakuya al verle ahí —, es bueno saber que no llegó a la junta por un buen motivo.

—Venía a respaldar a una compañera, pero parece que no me necesita.

—Nunca lo hizo, capitán —puntualizó Byakuya con desprecio, consiguiendo que Hanako se sonrojara hasta las ojeras antes de ir a posarse entre ellos, posando delicadamente la mano en el centro del pecho de ambos.

—Por favor, señores —dijo con un leve temblor en la voz y las mejillas sonrosadas —, estamos en medio de una infiltración, ¿podríamos dejar esto para después?

Ambos desviaron el rostro al mismo tiempo, haciendo a Hanako soltar el aire antes de recuperar la seriedad y dirigirse hacia su barrera.

—De hecho, sí necesito de usted, capitán Shinji —confesó la chica mientras la cortina de humo y la barrera desaparecían, liberando a Kotetsu —. Necesito pedirle un favor —continuó la chica mientras Hirako avanzaba hacia ella con la misma expresión de confusión que componía Byakuya discretamente —, necesito que guíe a la capitana Kotetsu hasta donde se encuentra mi hermana. Estoy sintiendo el reiatsu de Asami y de Shūhei cerca de la entrada noreste, y necesitarán apoyo pronto.

—¡Pero Hanako —exclamó Kotetsu al ver el estado de la teniente —, tu brazo no ha...!

—Capitana, estoy bien, y en este momento es prioridad contener la infiltración.

—Si es el caso ¿por qué no vas tu misma hasta Asami y Hisagi? —cuestionó Byakuya avanzando un paso hacia ella y mirándole con reproche.

—El reiatsu de mis hombres es claro —murmuró tímidamente mientras se concentraba para contar cuántos de la trece se dirigían hacia ellos —, Yamada encabeza, necesito darles indicaciones antes de que otra cosa suceda. Como teniente de la décimo tercera división —continuó con voz firme, consiguiendo que Hirako y Kotetsu retrocedieran, pasmados por la intensidad en la joven —, mi deber es proteger a mi gente y tomar decisiones cuando mi capitana no se encuentra en condiciones de pelear. Son mis subordinados los que se dirigen hacia acá, y no pienso poner en riesgo sus vidas sin tener una estrategia clara y un motivo para pelear. Darles indicaciones me permitirá reducir las posibilidades de baja y es lo que pretendo hacer. Después de todo, Saya también está peleando y ella es mi mejor soldado.

Hirako bufó divertido antes de dar un paso hacia Hanako, sonriendo de medio lado y asintiendo una vez.

—Muy bien, capitana en función —soltó el rubio asintiendo una vez mientras se reunían todos en círculo —, esperamos indicaciones.

Hanako sonrió agradecida y asintió también antes de mirar a sus compañeros.

—Hirako taichō —por primera vez aquel nombramiento de verdad tuvo peso en la teniente, que ya se había olvidado del respeto a aquel hombre pero que parecía recuperar la confianza lentamente —, necesito que escolte a Kotetsu hasta donde se encuentran Hisagi y Asami-chan, mi hermana pequeña se entrenó con Unohana taichō en kidō curativo, así que es prioritario que las protejan.

—Las cubriré con mi cuerpo de ser necesario —prometió el capitán antes de asentir para Kotetsu y avanzar con shunpo hacia el lugar donde sentían al teniente y a la tercera oficial.

—Capitán —llamó Hanako volviendo el cuerpo hacia Byakuya, que le miraba con curiosidad —, necesito su escolta para llegar hasta la entrada, todavía no soy capaz de liberar mi shikai y, a como pinta la situación, creo que es momento de que el Gotei conozca Mamoru.

—Coincido —murmuró el noble cerrando las distancias con ella, tomando su cintura con un gesto suave —, así que sujétese.

Hanako pasó saliva antes de poner los brazos alrededor del cuello del noble y sentir el viento arremolinándose a su alrededor.

Frenaron en seco en la entrada de la división en el momento en que Yamada y unos cuantos shinigamis más les alcanzaban, sorprendidos por ver aparecer a capitán y teniente, retrocediendo medio paso.

No, Hanako no perdió el tiempo y analizó los rostros de sus subordinados antes de trenzar su estrategia.

—Yamada —exclamó la teniente, consiguiendo una posición de firmes por parte del aludido —, en el ala oeste se encuentra la soldado Yamamoto con el teniente Madarame y Ayasegawa, toma a cinco y vayan allá.

—Sí, teniente —exclamó cuando todos se pusieron en círculo, dejando a Byakuya fuera, mirándolos con curiosidad.

—Nos enfrentamos a Genzanki de nivel uno, mantengan su reiatsu al mínimo todo el tiempo que sea posible para no desencadenar un frenesí en el enemigo, Saya tiene experiencia enfrentando a esas cosas, así que lo más seguro es que ella y Ayasegawa se encarguen de la estrategia mientras Madarame toma la ofensiva. No usen las espadas de ser posible, el enemigo se divide sobre sí mismo hasta...

—Hasta dieciséis veces, teniente —cortó una shinigami con una sonrisa arrogante. —Nos ofrecimos voluntarios sabiendo de memoria sus reportes, sabemos a lo que nos enfrentamos.

—Saben la teoría —sentenció Hanako sintiendo algo cálido anidar en su pecho —, ahora nos enfrentamos a la práctica.

—Sabíamos que sería peligroso.

—Venimos a dar la vida.

—No —sentenció Hanako con determinación, logrando encender una chispa de ánimo en cada uno de ellos, sabiendo que Saya sabría cómo hacer para convertir esa chispa en una brasa, en un incendio —, este día no se muere nadie, esa es una orden.

—¡Sí, teniente! —exclamaron al unísono mientras Hanako miraba los rostros de todos.

—Horuko viene conmigo, una guardia de ocho será suficiente para respaldar a Kotetsu en la distancia, nosotros nos reuniremos con Asami y con el teniente Hisagi para trazar una estrategia, necesitamos proteger la cuatro y echar fuera a los genzanki antes de que los daños nos superen.

—Nosotros nos encargaremos de sacarlos, teniente —prometió Yamada tomando una mano de Hanako y haciéndole asentir.

—Sacar a los genzanki de la división es prioridad. Asegúrense de que no se adentren más en la división, cuento contigo para ello, usen kidō de alto impacto, no se acerquen, hasta ahora sólo he visto aguijones, pero eso no quiere decir que no haya otro tipo de enemigos en la división. Mantengan la distancia, y den todo de sí. Por la trece —soltó Hanako llevando una mano al centro, consiguiendo que el resto hiciera lo mismo.

Y para Byakuya fue impactante percatarse de que hablaron todos al unísono.

—¡Por la trece —exclamaron con entusiasmo —, por el Gotei y por la humanidad!

Hanako encaró a Byakuya mientras Yamada y cuatro más salían corriendo hasta donde se encontraba Saya, las mejillas de Hanako iban sonrojadas, por la adrenalina y por la emoción de aquel encuentro, por la ansiedad de la batalla y por la incertidumbre de lo que vendría a continuación.

—Vámonos, capitán —pidió la chica con vehemencia, con una sonrisa triunfal —, no tenemos tiempo que perder.

Había mantenido a sus enemigos a raya, ellos dos solos no estaban haciendo un gran avance y, aunque la chica tenia el poder suficiente para lanzar otro Hadō de alto nivel, no deseaba dañar a su amigo, quien se movía de un lado hacia otro y, sin tener conocimiento de los reiatsus que la rodeaban, prefería mantener el perfil bajo de siempre.

- ¿Cuántos Haien más puedes hacer? – Pregunto Shūhei cerca de su amiga, quien apenas parecía agotada luego de tantos ataques kidō que había realizado - ¿Puedes seguir?

-No te preocupes por eso, tengo suficiente reiatsu para seguir peleando a base de kidō, sin embargo…- Había visto varios heridos, varios caídos, su corazón se encogía en su pecho mientras su cabeza dolía -Quisiera sanar a los soldados que lo necesitasen

-A veces las perdidas son necesarias- La voz serena de su amigo la hizo alzar el rostro de la masacre inferior -Te necesitamos para proteger todas las vidas que se puedan, si no los detenemos aquí, nadie más lo hará

Si, no tenia opción ya, había practicado bastante ese Hadō, el abuelo le ayudo a perfeccionarlo, ver las habilidades de Hanako la había hecho mejorarlo, el entrenamiento con Unohana ciertamente había ayudado mucho a su crecimiento, y ahora podía hacer gala de eso.

-Shū, necesito que te alejes un poco, voy a utilizar un Hadō que el abuelo me ayudo a crear- El moreno la miró de reojo, notando como su reiatsu aumentaba un poco, dando pie a que los enemigos entraran en frenesí, pero ambos estaban lejos de su alcance y él podía cortar los aguijones que se alzaban en el aire con su kusarigamas -Abuelo, me pongo en tus manos ante esto…

Otro aumento de reiatsu, y extrañamente su aura se tornó entre rosa pálido y roja.

-Viento que sopla, pétalo que cae y tiñes de rosa los ríos, vuela al norte, al sur, este y oeste, guía el alma a la senda divina, aunque la tormenta arrecie, mantén la calidez y explota al final; que la glicina aleje a los demonios y que juntas enciendan el fuego que consumirá el mal hasta las cenizas… Flores de fuego

Byakuya lo había dicho una vez, el parecido de ambas hermanas era tanto, que podrían incluso hasta confundirse, pero en ese momento, Asami había hecho casi una replica exacta del ataque de Hanako, era un ataque silencioso, letal, porque pudo ver a un solo pétalo consumir a un solo genzanki en pocos segundos; sin embargo, también parecía un ataque similar a Senbonzakura, porque los pétalos se movían conforma las manos de la chica, así que era manipulable.

Pero el moreno tuvo que salir de su fascinación, porque había genzanki rezagados que continuaban amenazando con atravesar lo poco que quedaba del muro, y no podía bajar la guardia, porque justo ahora, su amiga parecía indefensa.

No, los enemigos no miraban a su amiga, la ignoraban, como si para ellos fuera completamente invisible ¿Qué significaba eso? No, no iba a concentrarse en eso, no cuando el ultimo pétalo de flor había desaparecido, tenían un campo más despejado, pero eso no quitaba el hecho de que podían sentir a mas enemigos acercarse.

-Tsch… vienen más…- Murmuró el moreno, por lo que la chica miró a la nada, ahí, en la penumbra a las sombras de los arboles -Esto no esta bien…

Y un aguijón apareció de entre los árboles, deteniéndose a escasos centímetros del rostro de Shūhei, no, no deseaba quedar incapacitado en esa batalla, ya había tenido suficiente con la misión al mundo humano donde fue atacado. Ambos concentraron su vista al cuerpo de genzanki, congelado, pero luego de eso, el frío se sintió por todos lados, y sin querer, los genzanki que aparecían ya en estado de frenesí deseaban una sola cosa; reiatsu.

-Pude sentir un fuerte aumento en la temperatura ¿eras tu? – Su voz la tomó por sorpresa, pero a él le agradaba ver que estaba bien, después de todo, era la única shinigami peleando sin una zanpaku-tō -Vine en cuanto me di cuenta de que estabas peleando

-Ellos no dejan de aparecer, ya desintegré a varios, pero no dejan de salir, como si su portal siguiera abierto- Comentó ella, recordando como el shadow se movía entre varios portales en aquella misión -Tenemos que encontrarlo y ver si puede ser cerrado

-Puede que los genzanki se hayan desviado al sentir tu Hadō, ay muchos menos que antes- Comento el teniente mientras se acercaba a capitán y oficial – Capitán Hitsugaya

-El resto de los capitanes se hará cargo de los rededores, también hay varios al interior de la división cuatro, no podemos abandonar nuestros puestos- Concluyó el albino, miró a su novia y suspiro - ¿Crees que puedas concentrar tu reiatsu y hacer que vengan? Trataremos de concentrarlos en este lugar, agruparlos y acabarlos en un solo punto para que no causen mas estragos

-Lo intentare, pero no puedo usar mis habilidades de diamante, solo puedo combatirlos con kidō- No, esto no lo perturbó ni lo alertó, había sentido diferente su poder, su reiatsu, como si estuviera en un constante vaivén -Me alegra que hayas venido…

Una sonrisa, un sentimiento cálido en el pecho de ambos, algo que les daba la fuerza necesaria para superar aquello; si, solo eso era suficiente.

Comenzó a elevar su reiatsu, la presión espiritual que la chica ejercía comenzó a llamar a mas genzanki, estos entraban en frenesí, pero no con ella, pero de todas maneras ambos chicos comenzaron a luchar contras sus enemigos sin dudarlo.

-Hacer entrar en frenesí a estos monstruos no parece ser un plan muy brillante- Dijo la voz del capitán de la quinta, haciendo acto de presencia junto con la capitana Kotetsu - ¿Se le ha ido de las manos el asunto, capitán Hitsugaya?

-Tratamos de atraer a los genzanki a un solo punto estratégico, será más fácil eliminarlos en grupo que dispersos- Respondió el albino, algo molesto por el sarcasmo de su colega - ¿Qué ha pasado con la teniente Yamamoto?

-Está encargándose de sus hombres de la trece, no dudo que venga en cuanto se desocupe- Asami mostró sorpresa al escuchar el nombramiento de su hermana, esto llamo la atención del capitán -Ella y el capitán Kuchiki están juntos, al parecer, Saya Yamamoto hizo acto de presencia en alguno de los jardines, están dentro acabando con los que ustedes no pueden detener

-Me alegra saber que están bien- Murmuró Asami, aumentando su reiatsu, haciendo que mas genzanki vinieran a ellos -Aumentare el rango, probablemente sea lo mejor…

-Espera, eso agotara tu reiatsu- Dijo tajante la capitana mientras se acercaba a Asami, quien la mirara con un vació extraño en los ojos -Asami, las voces... ¿Cómo estás?

No, nadie lo vio venir, nadie vio que un genzanki se había movido a la par de la capitana, a excepción de la chica, quien observara con vació a su enemigo, paralizándolo al momento, dándole oportunidad a Shūhei de cortarlo todas las veces que fuera necesario hasta destazarlo.

- ¿Qué fue eso? – Pregunto Hirako con sorpresa mientras Kotetsu veía la mano extendida de Asami, quien luego cerrara los ojos con fuerza y se sostuviera la cabeza con la otra -Maldita sea ¿Qué ha sido eso?

No había una respuesta clara, no cuando el reiatsu de Hanako y Byakuya se sintió entre ellos, sintiendo la tensión del momento, esperando alguna respuesta y, al mismo tiempo, no queriendo preguntar sobre lo sucedido, porque habían sentido las fluctuaciones de poder, y el vació en el corazón de Hanako respecto al poder de su hermana.

—En este momento lo importante es trazar una estrategia, ponemos a salvo al Gotei primero, hacemos preguntas después.

-No- Se escucho la voz tajante de la menor, quien dejara de aumentar su poder, sorprendiendo a todos -Creo que es de importancia que lo sepan- Miró a Hanako, porque sabía que entendería su urgencia -No puedo sentir los reiatsus de nadie, ni siquiera de mis enemigos, tampoco tengo control sobre mis propias habilidades con el diamante, aquellas de las que siempre me he sentido orgullosa y, por otro lado, la voz dentro de mi cabeza se regodea del hecho de que sus lacayos estén aquí, pude detener a ese genzanki, pero no se si pueda hacerlo con el resto

- ¿Estás diciendo que puedes frenarlos? – Pregunto Hirako, haciendo que ella negara con la cabeza -Explícate, rápido

-Ni yo misma lo entiendo, pero como dijo Hanako, necesitamos hacer una estrategia para acabar con ellos, debemos proteger la división cuatro a toda costa- Y sus ojos se posaron en los de su hermana -Necesito sanar tu reiatsu, no puedes pelear así

Hanako asintió una vez, sonriendo de medio lado.

—Usaremos eso —dijo para sí misma, antes de encarar a Shūhei —, tú has peleado a su lado, dime todo lo que hayas notado mientras ella me ayuda. No quiero perder tiempo —puntualizó mirando a Asami, refiriéndose a su atención médica —. Pero es verdad que no puedo usar mi shikai en estas condiciones. Necesitamos un plan

La menor suspiró, acercándose a su hermana para sanar su brazo, primeramente, aquel donde tenía la herida de genzanki. Hanako había alzado de nuevo la vista hacia Shūhei.

-Los genzanki no miran a Asami como enemigo, la evitan a toda costa, entran en frenesí por su reiatsu, pero no la atacan- Dijo el moreno mientras veía a los genzanki acercarse en oleada nuevamente -Fuera de eso, ha logrado acabar con varios de ellos con artes demoniacas

-Debemos proteger de alguna forma la división, tengo los recursos, pero me llevara algo de tiempo…

Hanako suspiró sintiendo el reiatsu de su hermana, había cauterizado la herida casi en el momento en el que se la habían hecho, evitando más filtraciones de reiatsu, así no podrían alimentarse de ella. Sin embargo, permitir que Asami le curara permitiría a la teniente hacer un análisis más profundo al reiatsu de la tercera oficial.

—Tenemos que pasar a la acción —apuró Hanako mirando a los presentes a su alrededor, sintiendo que otros reiatsus se acercaban a toda velocidad. —Atacaron la cuatro, saben lo que hacen, si nos quedamos sin respaldo médico, será nuestro fin. Así que la prioridad...

—La prioridad es resguardar la división y a la capitana Kotetsu —concluyó Byakuya mientras los presentes giraba el rostro hacia la aludida.

-Dices que tienes los recursos…- Agregó Hirako, acompañado aún de Kotetsu, si, la estaba protegiendo aún - ¿Cuánto tiempo necesitas?

-Después de sanar a Hanako, unos minutos, pero también necesitare de alguien que coloque los dispositivos necesarios- Respondió, frunciendo el entrecejo un poco al estar sanando el reiatsu de su hermana -Aun tengo suficiente reiatsu, solo debo evitar tener cambios de emociones; es más fácil para la voz hacerme dudar cuando estoy enojada o alterada

En ese momento, varios capitanes y tenientes más habían aparecido, Matsumoto, Kira, Hinamori, Soi-Fong, Risa, Kensei y Rose, probablemente el resto habría ido al interior de la división.

-Esperamos tus indicaciones, teniente- Afirmó Tōshirō, mirando a su cuñada, sabía lo buena que era para esas circunstancias - ¿Cuál es el plan de ataque?

Hanako suspiró vaciando su rostro, llamando la atención de Hirako, Shūhei y Byakuya; fuera de sus hermanas, ellos eran los que le habían visto trabajar más de cerca, y sabían lo que vendría a continuación, lo mismo que Asami.

—El Gotei es prioridad —inició la teniente con voz mecánica mientras el reiatsu de Asami se acoplaba al propio y le ayudaba a sanar —, por lo tanto, la estrategia se basa en defender el bien mayor, y eliminar cualquier margen de error, no podemos darnos el lujo de titubear.

Aquello era una advertencia, Asami podría haber sentido demasiado cerca el ser puesta fuera de la estrategia, pero la mirada que Hanako le dedicó, la sacó de toda duda.

—Estamos en sus manos, teniente —afirmó Byakuya con estoicismo mientras Shūhei sonreía con ganas.

—Sólo necesito una pieza fundamental y el plan estará completo —afirmó la aludida sintiendo que su poder llegaba poco a poco al cien por ciento —. Necesito voluntarios para entrar a las instalaciones, puedo sentir varios genzanki que merodean todavía entre los pasillos.

—Nadie cortará esas cosas más rápido que yo —afirmó Lisa dando un paso.

—Golpean duro —añadió Kensei —, puedo golpear más.

—Una vez coloquemos los recursos de Asami, el enemigo enloquecerá en un santiamén —aseguró la teniente mirando al capitán de la sexta —, los que nos quedemos afuera tendremos que pelear. Puedo tratar de rastrear el portal abierto, pero con tantos de ellos desperdigados por todo el Gotei, es difícil saber de dónde vienen.

—Una dosis extra de presión espiritual bastará —aseguró Byakuya altanero.

—Yamagawa —llamó Hirako sonriendo de medio lado —, tal vez nunca has visto el poder de mi bankai, pero creo que será útil para ponerlos en aprietos siempre que ningún shinigami se me acerque mucho.

—Asami —llamó Hanako con voz tranquila —, ¿qué tienes en mente?

Un suspiro, eso fue suficiente para hacerle saber a su hermana que había terminado, miró a su alrededor, debía mantener la calma, eran sus amigos.

-Necesito crear cuatro diamantes, deberán ser colocador en el área a proteger, pero tardare un poco en hacerlo, sigo algo inestable por las voces y, no tener a Daya Kōu conmigo me impide utilizarlas al ciento por ciento- Mostró su mano, donde ya había comenzado a hacer los diamantes, eran apenas un vestigio pequeño, pero ahí estaba su reiatsu -Entre mas aumente mi reiatsu, podré hacerlos más rápido, pero también hare entrar a esas cosas en frenesí

—No te preocupes por el frenesí —soltó Hirako confiado mientras liberaba el shikai y comenzaba a girar su espada —, te tenemos cubierta.

—Chire, Senbonzakura —murmuró Byakuya mientras su espada se disolvía en las mil cuchillas en forma de pétalos —, la estrategia de Yamamoto se basa en nuestra velocidad de respuesta, así que será mejor tomar cartas en el asunto.

—Mamoru: Sen'nohana no Ōjoryū —las ramas en sus brazos, la corona de flores rodeando su cabeza, su haori que parecía ser la yukata de un kimono imperial, la ropa de una princesa, Hanako miró a sus compañeros y asintió una vez (tal vez disfrutando de más las expresiones que algunos compusieron al ver por primera vez su shikai realmente liberado), antes de encarar a su hermana y continuar —La presencia de la capitana Soi-Fong nos da la mitad de la estrategia, nos haremos cargo de los genzanki.

(Incomplete – Girugamesh)

Aunque para Byakuya la ironía fuese parte fundamental de su día a día, justo ahora se sentía víctima y no heraldo de ella, dado que había encontrado una sincronía interesante peleando al lado del capitán Hirako.

El noble se había adentrado en el campo de batalla, situándose entre los enemigos a los que enfrentaban con tal de atraerlos a un punto en concreto, y aunque al principio creyó que podría seguir peleando a ese ritmo, rebanando en mil pedazos a cada uno de aquellos genzanki, pronto sus enemigos se encargaron de recordarle cómo funcionaba aquel juego en el que, no importando el poder, si los superaban en número era más que suficiente para vencerles.

Shinji había convocado el shikai, su espada giraba en su sitio mientras el capitán terminaba de sumergir a los genzanki dispuestos alrededor de su colega en su mundo inverso, obligándolos a hacer movimientos descontrolados y sin orientación, chocando entre ellos unos contra otros, confundidos por lo que les estaba ocurriendo.

Byakuya aprovechó aquello para seguir con su masacre, pétalos rosas que pronto se tornaban carmesíes al cubrirse con la sangre de sus enemigos. Aquel cuadro era poesía pura, los ojos oscuros del noble se movían de un lado al otro, como si analizara el campo de batalla cuando, en realidad, lo que hacía era dirigir los pétalos de su zanpaku-tō, orquestando una masacre silenciosa y regodeándose de la fragilidad de sus enemigos ante su poder.

A pesar de aquel desplante, ambos capitanes mantenían su reiatsu tan bajo como les era posible, las indicaciones de la teniente Yamamoto habían sido claras, lo último que necesitaban era a los genzanki entrando en frenesí, aquello sólo demoraría más a Asami de su tarea para crear los cuatro diamantes que necesitaban para resguardar la cuarta división.

Era difícil mantener la perspectiva de pelear con poco reiatsu cada vez que algún genzanki saltaba sobre ellos dividiéndose sobre sí mismo, porque un enemigo rápidamente se convertía en dieciséis de ellos, atacando por diversos flancos y obligando en más de alguna ocasión a Byakuya a levantar una mano en torno a ellos.

Tanto él como Shinji eran poderosos, más poderosos que la mayoría de los capitanes, los más poderosos luego de Kyōraku, pero sabían perfectamente que no era lo mismo dar una estocada que dieciséis estocadas, comenzaban a cansarse.

Y seis de aquellos enemigos habrían golpeado por el costado a Shinji y a Byakuya al mismo tiempo, el noble no tendría tiempo de reaccionar sin llevarse al rubio entre el ataque (no había manera de rodearle tan rápido estando tan cerca), de no ser por el viento gélido que sopló hasta congelarles en el aire, haciéndoles caer y destrozarse contra el piso en ese momento. Muertos en un ataque.

Sí, las alas de hielo, las garras, la cola, adornaban a Tōshirō con gallardía mientras el capitán sonreía de medio lado, con cierto grado de desprecio ante las criaturas que habían perecido bajo su roce gélido.

Byakuya alzó los ojos hacia Tōshirō y asintió una vez.

—No podríamos esperar menos de usted, capitán.

Tōshirō soltó un bufido, divertido ante aquel comentario, antes de asentir una vez y arremeter contra los nuevos enemigos que se acercaban hasta ellos.

¿Cuántas más de aquellas horrendas apariciones llegarían a masacrarles? Cada vez que acababan con un genzanki, aparecían tres más para rodearles y seguir con sus ataques, reemplazando a sus predecesores en un parpadeo y haciendo cada vez más difícil la contienda.

Si se distrajeron un segundo en aquel intercambio de miradas, ese segundo fue más que suficiente para que tres enemigos se convirtieran en veinticuatro, lanzándose todos al mismo tiempo, rodeando a los capitanes y disponiéndose a un ataque letal que tardarían en responder.

No, el ataque de aquellos genzanki no llegó a su lugar, la cadena negra ya se había enredado sobre sí misma varias veces, creando una red que detuvo a sus enemigos justo antes de que una llamarada consumiera todo hasta las cenizas.

Tōshirō, Byakuya y Shinji se habían quedado encerrados en el centro de aquella red, lejos de los genzanki, lejos del calor a pesar de que las llamaradas casi les alcanzaban.

Fue Hirako quien levantó la mirada y sonrió de medio lado al ver a Hanako moviendo las manos de un lado al otro, trazando la dirección de aquellas llamas con tal gracia que parecía un ángel con su danza. No, aquel capitán no sabría nombrar el pirouette que Hanako acababa de hacer para apagar las llamas que habían logrado calcinar a los genzanki para darles carta abierta de seguir peleando.

Necesitaban dispersarse.

Necesitaban atacar.

Necesitaban más tiempo.

Tiempo... a eso se limitaba todo, de eso dependía a quién le darían el fallo de la batalla por la cuarta.

Hanako y Shūhei se movieron al mismo tiempo, avanzando a toda velocidad hacia el lugar de mayor concentración de genzanki, no sólo tenían experiencia peleando contra aquellos enemigos, también habían desarrollado un buen ritmo moviéndose lado a lado, así que atacar unidos era la mejor opción que tenían.

Hisagi aprestó sus kusarigamas, apuntando una hacia el frente mientras giraba la otra por encima de su cabeza, Hanako echó ambas manos hacia adelante mientras la hoja de su hoz se materializaba, aparentemente suspendida en el aire, y lista para recibir de lleno el ataque de los aguijones que se multiplicaron en cuanto hicieron contacto con ella.

—¡Senkō! —gritó la teniente consiguiendo montones de estallidos que calcinaron a sus enemigos mientras Shūhei amarraba a otro grupo, imposibilitándoles moverse a pesar de que se dividieron sobre sí mismos.

—¡Hanako! —exclamó el moreno alejándose de aquel nudo, dejando el campo libre para que la teniente arremetiera de nuevo, danzando desde lejos para que las llamas cubrieran todo el espacio, moviendo el fuego a su antojo mientras las llamaradas rojas se tornaban lilas y las glicinas en su espalda parecían emitir un leve fulgor.

Tōshirō por su parte, cuando la red de Shūhei y las llamaradas se hubieron desvanecido, se alzó en el aire creando una ventisca, la nieve, el hielo, todo aquello parecía estar haciendo que los enemigos se volvieran más lentos, así que Byakuya aprovechó para dar una nueva descarga de pétalos contra los enemigos que amenazaban con acercarse. Aunque al principio él y Shinji habían estado peleando espalda con espalda, la aparición de Hitsugaya en el campo de batalla hizo las cosas más sencillas para el noble.

Byakuya podría soportar el frío, ya había peleado contra Hitsugaya alguna vez, o tal vez no contra él, pero contra algo muy parecido, con su imagen y su reiatsu, así que podía soportar las ventiscas que el capitán de la décima estaba creando.

El piso se había puesto resbaloso, el aire helado les dificultaba respirar, y, a pesar de ello, el gesto de Byakuya se mantenía impasible mientras las flores iban y venían a su alrededor.

No necesitaron coordinarse, la estrategia fue sencilla desde un comienzo, el capitán Hitsugaya le cubriría las espaldas, congelaría a los enemigos hasta imposibilitarles dividirse, y las hojas afiladas de Senbonzakura terminarían el trabajo. Después de todo, ante los vientos helados, aquellos monstruos se partían en pedazos a la mínima provocación, como cristales finos cayendo al suelo y repiqueteando hasta volverse polvo.

Y habría sido sencillo mantener el ritmo, si Shinji y Byakuya no hubiesen visto a los ocho genzankis que se lanzaron a espaldas de la teniente Yamamoto y del teniente Hisagi, en el punto ciego de ambos.

Fue un arco reflejo. Ambos capitanes aumentaron de golpe su presión espiritual, Byakuya alzó una mano en dirección a su protegida, lanzando también los pétalos que recuperaron su velocidad habitual gracias al aumento de reiatsu, Hirako exclamó un bakudō para detener a los genzanki y darle tiempo a Senbonzakura de llegar, y entonces aquellos monstruos entraron en frenesí, corriendo y moviéndose a toda velocidad para alcanzar a ambos capitanes.

Hirako retrocedió medio paso, maldiciendo internamente, pero Byakuya suspiró sereno antes de girar la muñeca mientras la hoja de su espada se reconstruía, apuntando hacia el piso.

—Bankai —murmuró abriendo la mano y permitiendo que su espada se hundiera en el piso entre las ondas —: Senbonzakura Kageyoshi... Gōkei...

Fue cuestión de unos segundos, todos los pétalos se dispusieron en torno a los genzanki, encerrándolos en una esfera perfecta antes de estallar con tal fuerza que incluso Hirako y Tōshirō tuvieron que retroceder para no recibir daño.

—¡Baka! —gritó Shinji mirando a Byakuya, quien volvió el rostro con los ojos cerrados. —¡Baka! Pudiste matarnos.

—¿Por qué no hiciste eso desde el principio? —cuestionó Hitsugaya alterado, a los gritos, moviendo las manos por encima de la cabeza —¿Sabes cuánto tiempo nos habrías ahorrado?

—Seguía órdenes —soltó el noble a manera de justificación.

—¡Baka! —volvió a gritar Shinji, cada vez más alterado.

—¿Órdenes? —cuestionó Tōshirō llegando hasta ellos y plantándose frente al pelinegro, consiguiendo que Byakuya volviera el rostro de nuevo y respingara la nariz, recuperando la hoja de su zanpaku-tō; para el pelinegro bastó con poner la vista en el horizonte para ignorar al capitán Hitsugaya, que había salido de su rango de visión solo por aquel gesto —Estamos en medio de una pelea por nuestras vidas y por el Gotei ¿Y a ti se te ocurre seguir órdenes?

—¿No es lo que nos pidieron? —la contra pregunta fue contundente, un argumento bien planeado, pero si Tōshirō y Shinji conocieran al noble tan bien como Hanako o Renji, sabrían que aquello era un berrinche por parte del pelinegro. —Reiatsu al mínimo para que Yamamoto Asami tenga tiempo de prepararse.

Hitsugaya abrió la boca, dispuesto a refutar, sin embargo, tuvo que guardarse su argumento puesto que aquello era justo lo que su novia necesitaba, tiempo para estructurar sus dispositivos de defensa.

Byakuya volvió el rostro hacia Hitsugaya, que no sólo parecía diminuto en estatura, sino que encima parecía haberse hecho pequeño al cruzarse de brazos y volver el rostro hacia el costado.

—¡Ikuzo! —soltó el menor antes de salir corriendo al costado, en busca de la siguiente concentración de enemigos.

Byakuya suspiró cerrando los ojos mientras Shinji llegaba hasta su lado, con los brazos cruzados y una mueca de desagrado.

—¿Naze (por qué)? —cuestionó el rubio llamando la atención de Byakuya.

—¿Nande?

—Tú siempre has seguido a la teniente Yamagawa —explicó el rubio con la mirada fija en la espalda de Hitsugaya, quien acababa con varios genzanki en medio de sus ataques helados —, ¿por qué?

Honestamente no esperaba una respuesta, así que Shinji se quedó ligeramente sorprendido cuando Byakuya, con los ojos entrecerrados, frunció el entrecejo y murmuró:

—Ella es la nieta de Genryūsai.

Aquella sería toda su explicación, y tenía cierta lógica, que un capitán que valoraba y respetaba la autoridad como él lo hacía, siguiera ciegamente a una shinigami entrenada personalmente por alguien que había sabido mantener el Gotei en forma durante más de mil años, pero hacía mucho tiempo que aquellos motivos debían haber cambiado y eso él lo sabía perfectamente.

—Sí —concedió sabiendo que las cosas habían sido iguales para él, sus motivos para despreciarla, pero que habían cambiado con el paso del tiempo, conforme la había ido conociendo —, ese era tu motivo al principio, pero ¿ahora?

¿Ahora?

No, Byakuya no tenía por qué ser honesto ante aquel interrogatorio.

—Ahora es la hija de Kyōraku Syunsui. ¿Por qué no seguirla?

El noble desapareció con un shunpo, indispuesto a seguir siendo cuestionado, decidido a terminar con otro puñado de aquellos enemigos que ahora seguían a Hitsugaya como gatos a un láser.

Con los refuerzos apoyándoles, el numero de genzanki estaba disminuyendo lentamente, acabando fácilmente con aquellos que no podían dividirse más. Saya miraba con orgullo a sus amigos y compañeros, quienes, a pesar de estar cansados por la extenuante batalla, seguían mostrando resistencia, entregando su ultimo aliento por el gotei, aunque, comenzó a notar algo extraño mientras acababan con más genzanki.

-Esto es extraño– Comenta Saya acabando con solo un movimiento de una de sus espadas –Parece que ya no están llegando más

- ¿Eso es bueno? – Pregunta Yamada.

-Sí, y no– Responde Saya –Puede que los genzanki se estén reuniendo en otro sitio, se siente a varios reiatsus peleando aun…

Pone atención, claro, varios reiatsus de capitanes y tenientes se sentían luchando, entre ellos el inconfundible poder de su teniente y hermana, por lo que, sin duda, se veía preocupada, seguramente debatiéndose en ir con sus hermanas a donde había más concentración de energía espiritual o quedarse a acabar con los genzanki que ya eran menos, pero todavía los superaban en número.

-Ve con los demás– La voz firme de su compañero la toma por sorpresa –El teniente Madarame, el oficial Ayasegawa y tu deben ir a apoyar a donde más los necesitan, especialmente tú, debes ir a donde están tus hermanas– Yamada aun nota las dudas en el rostro de Saya, claro, ella nunca sería capaz de dejar a su equipo solo en una situación como esa –Confía en nosotros, no en vano hemos entrenado con la shinigami más ruda y feroz del gotei, podemos con esto

La determinación de su compañero le dan la confianza de ir a donde estaban sus hermanas, además tenía razón, Hanako y ella los habían estado entrenando incansablemente hasta convertirlos en el equipo y familia que eran ahora, en quienes podía confiar su propia vida.

-Quedas a cargo Yamada– El aludido asiente, dándole a entender que se fuera tranquila –Ikkaku, Yumichika, vamos con los demás, no podrán sin nosotros– Sonríe un poco altanera y, tras el asentimiento de sus amigos, los tres desaparecen tras un shunpo, dejando a los soldados de la trece en aquel campo de batalla.

-Van a estar bien– Agrega Ikkaku al ver la angustia en el rostro de su amiga -Tú misma los entrenaste, confía en ellos- Las palabras de su amigo le dan un poco de confianza, de tranquilidad, repitiéndose interiormente que todos estarían a salvo, quizá con heridas menores, pero esperaba ver a todos con vida.

Hirako suspiró hastiado, torciendo el gesto antes de retomar su paso por la batalla, a la par que Asami gritaba con voz poderosa: —¡Están listos!

Estaba ligeramente agotada, estaba luchando internamente contra aquella voz, contra la voluntad de sentirse manipulada, por mantenerse cuerda, la presencia de Kotetsu la hacia sentirse, hasta cierto punto segura, pero no sabía cuando más resistiría, solo deseaba poner en salvaguarda aquel lugar, el recinto del descanso.

Como si el destino hubiera conspirado a su favor, Saya apareció en ese momento, seguida del teniente Madarame y el oficial Ayasegawa; la esperanza parecía volver lentamente.

- ¡Saya! - La aludida volteo a ver a su hermana, y si, hasta ese momento no había sentido la frustración y la desesperación en ella, porque la flor del infierno en su pecho ardía -Te necesito para algo muy importante…

-Soy toda oídos little sister- Trataba de infundirle un poco de ánimos, viéndose lo más relajada posible - ¿Qué es lo que necesitas? - Estaba preparada para lo que sea en que pudiese apoyar a sus hermanas.

Hanako apareció a su lado por el shunpo, agitada, adolorida, pero preparada para el siguiente movimiento.

—Dime que todo está listo —pidió entusiasta

-Creo que si- Respondió, entregándole dos diamantes a Saya -Capitana Soi-Fong- La aludida giró el rostro hacía las hermanas, acercándose a ellas, había escuchado parte del plan de las hermanas, por lo que estaba informada, así que recibió los otros dos diamantes y espero indicaciones -No importa como sean colocados estos diamantes, pero deben tratar de abarcar…

-Con la parte principal del edificio es suficiente, podemos concentrar ahí a todos los heridos sin importar cuantos sean- Agregó Kotetsu, haciendo suspirar a Asami -Por favor, ahí es donde esta el equipo principal

—Cuando salimos del edificio —afirmó Hanako mirando a sus hermanas —, Hirako Taichō y yo aseguramos esa ala, en teoría no debería haber muchos genzanki dentro, pero uno sólo que quede es suficiente para desatar otra horda. Nuestra batalla es una carrera de resistencia, pero la suya es de velocidad.

-Exacto, entre más rápido coloquen estos diamantes, más rápido protegeremos la división cuatro de cualquier peligro, hay heridos dentro y fuera, debemos salvar cuantas vidas sea posible, pero no podemos hacerlo sin el edificio principal- Agregó la pequeña, frunciendo el entrecejo mientras sacudía la cabeza -Tsch, no importa si están mal colocados estratégicamente, mi diamante no dañara la estructura, deben hacerlo rápido, mientras tanto, yo conjurare el encantamiento…

Saya apretó los diamantes en sus manos, resguardándolos, pero a la vez dándose la sagacidad que requería en esos momentos ante tal responsabilidad que estaban poniendo en sus manos y en el de la capitana, a quien dirigió una mirada recibiendo un duro asentimiento de parte de su mentora, infundiéndole la confianza que necesitaba para llevar a cabo tal tarea

-Sera mejor que te des prisa en conjurar el encantamiento- Le dice a su hermana con una sonrisa confianzuda, gesto que la hace bufar -Pondremos los diamantes antes de que termines de pronunciar las primeras dos palabras

-Algún día hare que quedes en ridículo- Sonrió, mirando a su hermana con una ceja alzada; si, esa era su costumbre, bromear ante la velocidad y habilidades de la otra -A correr…

Ambas desaparecieron en un parpadeo tras un shunpo, yéndose cada una por su lado a colocar los primeros diamantes.

Llegar no les fue problema para ninguna de las dos, tal como había dicho la teniente de la treceava, esa parte de la división estaba casi libre, solo quedaban uno que otro genzanki de las duplicas más débiles, a los que pudieron vencer fácilmente con un solo movimiento de sus espadas.

Saya coloco el primer diamante en posición, casi al mismo tiempo que en otro punto la capitana de la segunda colocaba el otro, quien no podía estar preguntándose por la modificación del atuendo de Saya que era muy parecido al suyo. Ella le hizo esa modificación debido a que la técnica del shunko así lo requería ¿Acaso la soldado habrá aprendido dicha técnica? ¿En qué momento?

No era tiempo de ponerse a analizar eso, a pesar de estar separadas, podía sentir el reiatsu de Saya moviéndose velozmente al siguiente punto, así que también debía darse prisa.

Confiaba en su hermana, en la capitana, si esta había aceptado entrenarla, es porque era igual de veloz que ella o, al menos sabía reconocer los talentos de su hermana ¿Verdad? Si, ella pudo sentirlo, pudo sentir el primer par de diamantes siendo colocados, claro, a final de cuentas, era su reiatsu, su propio poder el que protegería la división cuatro.

Suspiro, dejo escapar el aire de sus pulmones, cerro sus ojos y se concentró en el hechizo.

-Guardián de puertas y almas, piedra tornasol que reflejas los rayos del sol, enmienda las culpas de los pecadores, augura confianza y seguridad y permite al camino el paso seguro de sus cuerpos ¡Oh, Dios! ¿Quién te ha llamado para proteger el cuerpo indefenso de un alma perdida? No habiendo nadie más capas de hacerlo, presta tu escama a la humanidad y permite la expansión, escucha los anhelos de los débiles y fortalece ante la alabanza… Muro Arcoíris…

Ahora solo debía esperar.

Segundos, quizá minutos, no importaba, pero a Saya le pareció que el tiempo corría lento, abrumador, a pesar de que ella tomaba casi todo con calma, deambulaba por el mundo sin presionarse, disfrutando el tiempo que corría tal cual el río al mar.

Pero justo ahora que iba a la par de la capitana de la segunda a colocar los segundos diamantes, le pareció que el tiempo se detuvo, no, mejor dicho, que estaba perdiendo demasiado tiempo al detenerse unos segundos ante la horda de Genzankis que se dirigían a ella, frenándola en su misión de colocar el ultimo diamante.

Podía sentir el reiatsu de la capitana también luchando, seguramente, al igual que a ella varios genzanki le estaban impidiendo el paso. No era tiempo para ponerse a analizar la situación, usaría toda su fuerza y velocidad para abrirse paso, y lo haría rápido, no importa si para ello debía arriesgarse y usar el shunko. Justo estaba a punto de lanzarse al ataque cuando frente a ella aparecieron Ikkaku y Yumichika dándole la espalda, actuando de escudo y apoyo.

-Chicos…– Murmura.

-Nosotros nos encargaremos de esto– Dice Yumichika en guardia –Tú tienes cosas más importantes que hacer

-Date prisa, tortuga- Se burla Ikkaku poniendo en guardia su zanpaku-tō ya liberada, ganándose a continuación un golpe en la cabeza con el pie de Saya - ¿Qué te has creído para golpearme? – Le reclama apretando los dientes.

- ¿Y tú quién te crees para llamarme tortuga? – Estrellan su frente uno contra el otro.

-Dejen sus absurdas peleas para después– Les reclama el pelinegro esquivando a uno de los genzanki.

-De acuerdo, luego arreglare cuentas con este pelón– Ante eso, Ikkaku la fulmina con la mirada –Sirve de algo y dame impulso

Le sonríe de forma cómplice, petición que el teniente entiende perfectamente, así que pone su nigitana detrás de él, subiéndose Saya sobre esta, y tras un grito aguerrido de su amigo la impulsa con todas sus fuerzas sobre la horda de genzanki continuando con su carrera para colocar el segundo diamante en posición, no tardando mucho en llegar gracias a la ayuda de Ikkaku.

La barrera comenzó a alzarse apenas había colocado su diamante, había sentido sentido el poder de la cpaitana a lo lejos, mas o menos a la misma distancia, seguramente también había cumplido su misión.

Una advertencia que sintió gracias a los tatuajes de flores la pusieron en alerta, pudo sentir la preocupación de Hanako y las inquietudes de Asami, debía ir a reunirse con ellas. Pero justo entonces, se vio rodeada rápidamente por varios genzanki, todos queriendo atacarla al mismo tiempo.

Sonrió con soberbia, estaba lista para acabar con ellos, así que esta vez y con su encomienda cumplida, no se contendría.

-Shunko…-

Cerca de ahí, Soi-Fong estaba justo a tiempo para presenciar el ataque inminente a Saya a quien no dudo en ir a auxiliar, pero en eso, escucha la voz fuerte y con convicción de la soldado gritando "shunko" deteniéndose en unos de los tejados para ver tal técnica que únicamente ella y Yoruichi tenían dominada, hasta ahora.

Soi-Fong se mostró sorprendida, claro, ya tenía la sospecha de que probablemente la chica hubiese aprendido aquella técnica, al menos luego de ver la modificación que le había realizado a su uniforme, sin embargo, verla en acción solo le confirmaba el enorme reiatsu concentrado e inestable de la chica; veía con claridad el esfuerzo por controlarlo y, aunque no lo hacía menos poderoso, podía ver el aura azul claro que fluctuaba por su cuerpo, tal como un mar agobiante en la tormenta.

Saya se lanzo al ataque bajo la mirada expectante de su mentora, acabando con sus enemigos con un solo movimiento de ambas espadas, las cuales, al momento de unirse en un limpio movimiento como simulando cortar el cuello del enemigo, solo lograron recrear la imagen de una enorme ola brillando bajo la luz de la luna; una muestra de poder tan impresionante que ameritaba a su usuaria el notorio desgaste físico que esto conllevaba. Había caído de rodillas al suelo, respirando con dificultad, por lo que la capitana supuso que había utilizado aquella técnica de manera descontrolada y que no había una concentración exacta de reiatsu, mostrándole la inexperiencia en el uso de esta.

Para la capitana, había sido imprudente el uso de aquella técnica tan poderosa, pero, a su vez, había sido atrevido y valiente de su parte.

Los enemigos se acercaban de nuevo, con dificulta, Saya volvía a ponerse de pie, sintiendo que apenas podía levantar sus espadas, pero para su sorpresa y, frente a sus ojos, la capitana acabo con la mayoría de ellos con un solo movimiento de su puño, despedazándolos gracias al uso del Shunko; sin embargo, a diferencia de ella, Soi-Fong aterrizo de pie y erguida, mirándola con frialdad y fiereza, tanto en su postura como en su rostro.

-Ponte en guardia, Yamamoto Saya– Expresa con dureza –Tu zanpaku-tō absorbe la magnitud de los golpes que recibe ¿no es así? – Concentra su reiatsu en su puño – Te daré una dosis de fuerza extra, la batalla aún no termina

Entendía que quería hacer, así con la fuerza que le quedaba, puso sus espadas en cruz frente a ella recibiendo inmediatamente el brutal ataque de la capitana que hizo que sus pies se arrastraran unos metros en el suelo, pero manteniéndose firme y sintiendo nuevamente una nueva dosis de fuerza recorrer su cuerpo.

-Excelente golpe, capitana- Dice Saya con convicción y una nueva sonrisa confiada, gesto que la capitana le devolvió con un asentimiento –Perdone, pero debo ir a donde están mis hermanas

-Espera un momento, Yamamoto– Saya se yergue, esperando la obvia orden que le daría la capitana –No vuelvas a usar el shunko, aún es demasiado inestable, podría ser contraproducente para ti o para quienes estén a tu alrededor– Le dice sin mirarla directamente a los ojos –Cuando esto acabe, entrenaremos para que lo domines lo más rápido posible

Esta vez la capitana misma le estaba diciendo que la entrenaría, era algo que no imaginó que pasaría siendo ella una persona tan orgullosa e inflexible, pero claro que no se atrevería a rechazar tal oportunidad, la capitana era la indicada para que mejorara aún más sus habilidades.

-Será un honor, capitana– Acepta, ignorando la leve sonrisa de Soi-Fong, quien cada vez estaba más convencida de que Saya podría formar parte de su división o de la onceava con un cargo alto, pero el ser una soldado no le impedía destacarse y mejorar cada día más.

Shūhei levantó la mirada hacia sus espaldas, la barrera comenzó a levantarse lentamente y él supo que el tiempo se les acababa lentamente mientras varios genzanki corrían hacia la división, atraídos por el aumento de presión espiritual, ignorando el reiatsu de los capitanes.

No sería suficiente, no eran suficientes, porque varios de aquellos enemigos lograron pasar a los shinigamis dispuestos en la entrada, colándose a los pasillos dispuestos a matar.

—Hanako... —murmuró Shūhei poniéndose de pie frente a ella, llamándole por su nombre y dejándole una sensación de angustia, sonaba como despedida—, con una dosis extra de valor yo podría con cien genzanki.

—¿Dosis extra? —repitió la chica confundida.

Hisagi tomó su rostro entre las manos y se agachó sobre la boca de Hanako, la chica vio aquel gesto en cámara lenta, sintió los labios del azabache tomar posesión de los suyos, al principio no pudo moverse, si el gesto duró un segundo o duró una eternidad, ella no lo supo hasta que cerró los ojos, correspondiendo al beso mientras su mano encontraba un sitio entre los cabellos del moreno, asiéndose a él como si aquel gesto pudiera ayudar a comprender lo que pasaba.

Sí, alguna vez imaginó cómo sería besar la boca de aquel shinigami que solía mirarla con devoción, sin embargo, ese momento fue, por mucho, distinto a lo que ella podría haber imaginado.

—Hoy me siento muy valiente —murmuró Hisagi antes de plantar otro beso corto antes de salir corriendo, dejando a Hanako pasmada en su sitio.

Ella cayó de rodillas, preguntándose qué acababa de ocurrir.

Vio a Hisagi separar sus kusarigamas y comenzar a atacar, liberando más y más reiatsu, vio a un genzanki alcanzarlo por el costado y herirle el brazo, vio la sangre salir a borbotones, tal vez fue ese hecho el que la hizo moverse. Porque, aunque al principio en su mente se había repetido una y otra vez la frase "¿Por qué me besó?", ahora sólo podía pensar en ponerlo a salvo.

Su mente estaba nublada por las emociones. ¿Por qué la había besado? Le abrumaba la velocidad a la que ocurría todo ¿por qué la había besado? Los sonidos llegaban amortiguados y lejanos ¿Por qué la había besado? Y ahora temía no llegar a tiempo ¿Por qué la había besado? Un genzanki había lanzado su ataque hacia el frente ¿Por qué la había besado? Y si no llegaba a tiempo...

Hanako interpuso su estoque recibiendo el ataque del aguijón de lleno, al mismo tiempo Shūhei había cruzado sus hoces sobre la espada para darle soporte a la teniente de recibir el golpe, repelieron aquel ataque juntos y se lanzaron a pelear, moviéndose en direcciones opuestas. Ya no había tiempo para preguntarse lo del beso, ahora en el corazón de Hanako sólo quedaba un desierto frío y desolado, hecho de furia y devastación. Hanako acabaría con todos los genzanki para liberar la carga a sus hermanas.

Ahora sólo esperaba que el resto de los capitanes hicieran bien su trabajo y el ataque de verdad ocurriera al mismo tiempo.

Porque sabía a qué se refería Shūhei, comprendía ahora el motivo de la despedida, y no podría frenarle, porque en cuanto se separaron, el teniente de la novena entró disparado hacia la cuarta división, justo en el momento en que el escudo se cerró.

¿Por qué la había besado? Tendría que averiguarlo después.

Por supuesto, había sido él quien había alentado a Hanako a alejarse, a conocer personas, a darle una oportunidad al teniente de la novena. Había sido él quien había instado a Hisagi a volverse fuerte, a intentar todo con más ganas, a ser digno. Entonces ¿por qué dolía tanto?

Por un segundo (sólo por un segundo) la imagen de Hisagi tomando la boca de Hanako en un beso indigno fue más dura, más cruel que la batalla encarnizada que se libraba en el Gotei, alguna vez había escuchado frases como "con el corazón roto" o "sentir que moría de amor", claro cuando había perdido a Hisana había sentido que un pedacito de su alma se iba con ella y que su mundo se derrumbaba de a poco, pero al menos había tenido tiempo de prepararse para la despedida, la había ido perdiendo de a poco conforme avanzaba su enfermedad, sabía que era cuestión de tiempo.

En ese momento le acababan de arrancar a Hanako de un sólo golpe, como si una katana le hubiese atravesado el corazón y ahora la hoja fuese retirada con diabólica violencia.

No, no le dolió tanto ver a Shūhei besando a Hanako, como le dolió ver a la teniente corresponder al beso antes de dejarle partir.

Recibió de lleno el golpe en el costado, pero ni siquiera así sus ojos pudieron despegarse de la expresión de sorpresa que compuso su protegida cuando Shūhei se alejó de ella hacia la batalla, dándoles el distractor que necesitaban al liberar el shikai y aumentar su reiatsu. No, a pesar de la brutalidad del golpe, a pesar de la costilla rota, a pesar de estrellarse de lleno contra el muro, sus ojos sólo tuvieron atención para las mejillas sonrosadas de Hanako que soltaba el aire al romperse el contacto.

Al instante siguiente todo el cuerpo le dolía, se había distraído, había recibido un golpe, y su corazón latía violento contra su pecho, como si quisiera dejar de palpitar en ese momento, odiando tener que seguir con su marcha.

La rabia podría haberlo cegado, pero en ese momento prefirió hacer uso de ella y enfocarse en el enemigo. Jamás ningún shinigami había blandido su zanpaku-tō con la vesania con que él lo hacía en ese instante, destazando a sus enemigos sin piedad ni consecuencias, sin dejar nada a su paso, tratando de liberar en esa catarsis toda la rabia que sentía, sumada a la decepción del corazón roto.

Porque a Hisana la había perdido con el paso del tiempo, pero a Hanako se la habían arrebatado en un instante.

Y ni siquiera había tenido ocasión de pelear...

—¡Oi! —exclamó Shinji cuando las hojas de Senbonzakura pasaron casi cortándole.

Un instante después pasó el noble, sosteniendo con fiereza el mando de su espada, acercándose a los enemigos como si quisiera ser alcanzado por ellos, pero sabiendo que las hojas de su katana no le traicionarían ni le dejarían atrás.

Hirako se quedó pasmado un segundo al ver cómo, uno a uno, los enemigos alrededor de Byakuya caían despedazados. El aumento de reiatsu del noble superó al del teniente, Hisagi ya había saltado hacia la división, justo a tiempo para ser tragado por la barrera de Asami, su reiatsu ahora llegaba disminuido hasta ellos, así que los enemigos cambiaron de blanco y se dirigieron hacia el capitán de la sexta a toda prisa.

—¡Yamete, baka! —exclamó Hirako percatándose de los aires suicidas en las acciones de Byakuya.

Toda la hojarasca rosa se concentró al frente, convirtiéndose en un muro de cuchillas que empujó a los genzanki, cortándoles conforme se acercaban, pero aquello le dejó la espalda descubierta.

Y habría recibido un aguijonazo letal entre los omóplatos, de no ser porque Hanako llegó con un shunpo, pegando su espalda a la del noble y reteniendo el golpe en las hojas de su shikai.

—Kiotsukete kudasai —murmuró la chica ante el gesto de sorpresa que su guardián le dedicó al sentir las llamaradas consumir al enemigo a sus espaldas —, yo no sé qué haría si algo te pasa el día de hoy.

Y, por supuesto, aquellas palabras le llenaron el alma de dolor, principalmente por lo sinceras que se sentían, porque, aunque Hanako no tenía todavía idea de la profundidad de aquella afirmación, se culparía muchísimo a sí misma si algo le pasaba a cualquiera de sus aliados, sobre todo cuando el plan que seguían era de ella y de su hermana pequeña.

—La seguridad del Gotei es prioridad —murmuró el pelinegro, como si quitara importancia a la posibilidad de morir.

—Y por eso te necesitamos con vida.

Byakuya miró de reojo a su protegida, ambos recuperando la guardia, él empuñando su katana, ella el estoque. ¿Cómo decirle que se veía hermosa en el campo de batalla?

—Hay shinigamis más fuertes que podrían ocupar mi lugar

Hanako volvió el rostro, sintiendo que el reiatsu de su hermana, Saya, se acercaba, sintiendo que la batalla se volvía cada vez más pesada y que el cansancio la vencía de a poco.

—Pero yo te necesito a ti —prometió la chica antes de salir disparada en busca del siguiente adversario, dejando a Byakuya con la sensación de que el dolor remitía un poco luego de tanta desolación.

La barrera había sido levantada, el kidō estaba completo, pero ella no, Kotetsu se acercó a ella, sintiendo su inestabilidad ¿Por qué? Se suponía que el kidō no interferiría con ello, había fiebre, y su reiatsu parecía inestable.

-No puedes seguir peleando- Dijo la capitana mientras Asami estaba de rodillas contra el tejado más cercano, mientras los capitanes se enfrentaban a los enemigos -Necesitas atenderte…

-No, aun debo pelear- Si, había hecho una promesa a sus hermanas, sin Saya no hubiera podido cumplir su promesa de ser la defensa del gotei, pero no podía ayudar a Hanako a pelear porque no tenía su espada -Se los prometí, a ellas… y al abuelo…

Aunque originalmente se había movido para llegar al encuentro de Saya, fue la debilidad en el reiatsu de Asami lo que la hizo volver sobre sus pasos y moverse a toda velocidad en dirección al tejado. Estaba pálida, eso era claro a simple vista, pero fue la sensación de vacío lo que obligó a Hanako a agacharse al lado de su hermana.

—El escudo está funcionando —soltó la teniente sonriendo para su hermana, poniendo una mano en su hombro mientras las armas se disolvían en una hojarasca de glicinas, discretamente movió la mano disponible para pedir a Kotetsu que se acercara —, necesitamos atenderte para la siguiente parte del plan, no sé qué ocurra una vez que hagamos a los genzanki entrar en frenesí.

-Esta bien, no voy a luchar contra eso- Respondió, agitada, permitiéndole a Kotetsu calmar su pesar, no solo servía para controlar su reiatsu, si no que calmaba a la voz, dejando más espacio para controlar su propio poder -La verdad, no se si todo sería más fácil con Daya Kōu, es difícil explicar como funciona la voz del espectro…

—Asami, eres más que suficiente, con o sin zanpaku-tō, estás haciendo toda la diferencia este día —prometió Hanako orgullosa, sin embargo, su expresión se tornó sombría un instante —. Asami... pediré a los capitanes que aumenten su reiatsu, quiero a los genzanki en frenesí para poder acabar con ellos. ¿Resistirá el escudo?

Suspiro, sintiendo un poco de paz en su interior, permitiendo a su cuerpo descansar, como si la voz perdiera poder, se sentía ella misma nuevamente.

-Estas dudando de mis poderes ¿sabes? – Sonrió, esa sonrisa cómplice que Hanako conocía de su peque -No importa que esos nivel uno le den con todo, esa barrera no va a romperse, no mientras yo exista

Hanako compuso media sonrisa, acariciando el cabello de su hermana.

—Por eso eres el escudo del Gotei. Capitana — soltó con voz autoritaria, consiguiendo que Kotetsu se encogiera un poco, intimidada por la fiereza de aquella teniente.

—H-hai...

—Mi lugar está en el frente de momento. ¿Puedo contar con su respaldo para mantener la barrera intacta?

¿Contar con ella? Kotetsu entendió la indirecta, aunque la prioridad fuese la batalla, estaba claro que Hanako no pelearía si no estaba segura de que su hermana estaría a salvo, mitad por mantener resguardada la división, mitad por proteger a su peque.

—Teniente Yamamoto, soy la capitana de la cuarta división —soltó aquella mujer irguiéndose en toda su estatura y consiguiendo que Hanako asintiera, orgullosa —, puede contar conmigo.

—Yo sé que sí, la capitana Unohana la entrenó bien. Siempre pude contar con ella, ahora sé que puedo contar con usted para esta tarea.

Por último, Hanako volvió a agacharse al lado de Asami, tomándole el rostro en una mano y mirándole con dulzura una última vez.

—Tú eres mi escudo, peque, no olvides eso.

- ¡Hai! – exclamo la menor, sintiéndose mucho mejor luego que Kotetsu la tratara -Hare lo que pueda desde aquí

Confianza, orgullo, sentía muchas cosas cuando su hermana confiaba en ella, pero ahora, justo en ese momento, sintió que ni el espectro dentro de ella tomaría control.

El podía ser el Capitán Comandante de los trece escuadrones de protección, se supone que sus divisiones podían encargarse de todo, pero, a pesar de no estar acostumbrado a entrar en acción y, tal como su antecesor, a veces era mejor observar con cautela, sin embargo, no podía quedarse de brazos cruzados mientras sus flores arriesgaban todo ¿o sí?

-Un portal en medio de la nada, no se parece en nada a una garganta- Se mantenía oculto entre las sombras, su reiatsu al mínimo no llamaba ni una pizca la atención de los genzanki que por ahí salían, feroces y en dirección al muro que sus pequeñas y el resto de los capitanes protegían -Oh, al fin llegas…

-Debía preparar todo, de no cerrarse ese portal, el gotei entero caería, no habría alma en este mundo que pudiera detener a estos monstruos- Concluyó el Capitán de la doceava, sacando de una de sus mangas un dispositivo que lanzo al portal -Los estudios con el Shadow y el Senshi ayudaron a crear estos dispositivos que nos permiten cerrar los portales de inmediato, congelando el tiempo en ellos, lo interesante ahora, es que habrá oportunidad de tener un análisis mas cercano de lo que ese portal puede hacer

Nunca en todo su tiempo de capitán o comandante, el hombre que dirigía la división doce parecía ser de su agrado, pero justo en este momento, agradecía tenerlo ahí, porque sin el y sus locos experimentos, no tendrían lo necesario para enfrentarse a lo que ahora se enfrentaban.

-Odio admitir que a veces eres útil- Una mueca despectiva apareció en el rostro de Kurotsuchi, por lo que Kyōraku tosió -Perdona, no me malinterpretes

Un botón, solo eso bastó para que el tiempo se detuviera, dejando caer un genzanki partido por la mitad y, que, al no tener respuesta de su cuerpo restante, murió; esto hizo a Mayuri mostrar cierta sorpresa, un descubrimiento interesante que ni el mismo esperaba.

Saya y Soi-Fong iban a la par siguiendo el reiatsu agitado de Hanako, encontrándola en movimiento corriendo en busca de alguien.

—Hanako —rápidamente ambas se ponen a la par de la teniente —¿Qué ha ocurrido hasta ahora? ¿Dónde se quedó Asami?

—Hay capitanes dentro de la división despejando la cuatro —informó sin dejar de correr, agradecida de tener a su peque a salvo y a su flecha al lado —, Asami esta con Kotetsu, restaurando el kidō que perdió. Necesito tu ayuda, la de todos, para poder rastrear la brecha.

—Claro, soy toda oídos, teniente —agarró con fuerzas sus zanpaku-tō —, aun puedo acabar con otros cien genzanki.

Hanako frenó, y aunque Saya y Soi-Fong la adelantaron unos metros, pronto volvieron a su encuentro, en aquel tejado que parecía estar al borde de la guerra.

Pétalos rosas, rayos azules, enemigos desorientados y confundidos. La escena era una masacre poética que Hanako observó a conciencia con un gesto de satisfacción.

¿Cómo demonios podía Hanako parecer tan serena y tan sádica al mismo tiempo?

—No puedo buscar con este caos, es obvio que no he localizado la brecha por la que se cuelan los genzanki, y no hay Shadows que los crucen hacia el Gotei, necesito tiempo para encontrarla —Hanako volvió la mirada hacia su hermana y sonrió —, ahora se trata de liberar reiatsu a lo bestia, como dicen tus amigos, si podemos hacer que los genzanki entren en frenesí y su reiatsu se sale de control, será más sencillo encontrar una fluctuación constante y controlada, ahí debe estar la brecha.

—Es un plan algo extremista, teniente —analizó la capitana de la segunda —, pero creo que no hay de otra.

—Los genzanki en estado de frenesí se desorientan, así que será más fácil combatirlos —Saya ya estaba lista para dar la última gota de su energía para acabar con aquella locura —, tú mueves las piezas Hanako, dime a donde debe moverse tu mejor peón —se señala así misma guiñando un ojo y sonriendo entusiasta.

Hanako soltó una risita por lo bajo antes de negar con la cabeza.

—Sin duda eres lo mejor de mi tablero. Andando entonces —exclamó moviendo ambos brazos hacia abajo, revelando dos espadas —, esto debe hacerse saber a los otros

Saya se quedó mirando ambas espadas que empuñaba Hanako, claro que sabía que su hermana era ambidiestra, pero nunca la ha visto empuñar dos espadas a la vez.

—Oye espera —debía preguntar —, ¿por qué estas empuñado las dos espadas al mismo tiempo? —lo normal era verla manejar una u otra, no ambas.

—Oh, ¿esto? —inquirió viendo las espadas antes de dedicarle a su hermana una sonrisa radiante —, es que quería parecerme más a ti.

Si aquello fue una broma o si la teniente hablaba en serio, Hanako no se quedó a ver la reacción de su hermana, salió corriendo en dirección al tornado de pétalos de sakura para empezar a pasar el mensaje. Ya se enteraría si es que Saya la alcanzaba en batalla.

Se quedo parpadeando con escepticismo siguiendo con la mirada a donde se fue su hermana. ¿Parecerse más a ella? ¿Había escuchado bien? Posiblemente fue uno de los sutiles sarcasmos de su hermana ¿O no?

—Parece que no solo inspiras a los demás soldados, Yamamoto Saya —le dice Soi-Fong a penas con una pequeña sonrisa ladina, desapareciendo tras un shunpo.

—Este día sí que ha sido toda una caja de sorpresas —murmura divertida para sí misma, yéndose a darle alcance a su hermana.

Quedaba batalla por delante todavía, y algo le decía que aun habría muchas más cosas inesperadas esperándole, debía estar preparada para lo que sea que siguiese en aquel caos.

Hanako llegó hasta Hirako y sonrió colocándose espalda con espalda de aquel capitán, analizando a los enemigos que les rodeaban lentamente.

—¿Cómo va la estrategia, Yamagawa taichō?

Hanako bufó divertida ante el nombramiento, volviendo el rostro y percatándose de que también Shinji le buscaba la mirada.

—Viento en popa, Hirako taichō. Necesitamos que entren en frenesí.

—¿Qué?

—Hay una brecha abierta que nos está colando a esos demonios al Gotei. Los genzanki no han encontrado interés en ninguna de las otras divisiones, sólo la cuatro, con la barrera de Asami puesta en su sitio sólo queda la ofensiva.

—Le escucho.

—Estoy buscando una fluctuación en el reiatsu, pero no puedo hacerlo con tantos cambios a mi alrededor, si los genzanki se vuelven locos por la presión extra de reiatsu, eso sería como poner un imán en un pajar.

—Podrías encontrar la aguja —dedujo el rubio, asintiendo lentamente —, muy bien, reiatsu a granel a sus servicios.

—Alerta al resto —pidió la teniente alejándose a saltos largos.

—¿Tú mientras qué harás?

—¡Necesito un espacio seguro para buscar!

Hanako divisó a Byakuya en la distancia y sonrió confiada antes de aprestar su espada izquierda y exclamar:

—¡Hadō no nana-jū hachi: zangerin!

Byakuya volvió el rostro a toda prisa al sentir la descarga de reiatsu hacia sí, pero soltó el aire al ver el genzanki disolviéndose bajo el ataque de su protegida.

Hanako llegó hasta su lado y se colocaron espalda con espalda, analizando la situación con ojo crítico.

—Hubo un cambio de planes respecto al reiatsu, capitán —murmuró la chica mientras apuntaba hacia el frente y sonreía confiada —¡Hadō no yon: Byakurai!

—Mi vida sirve a su estrategia, teniente. Hadō no nana-jū san ¡Soren sōkatsui!

—Pedí a los demás capitanes que aumenten su reiatsu al máximo, necesito que los genzanki entren en frenesí para localizar la brecha por la que han estado entrando al Gotei. Pero necesito algo más de ti para que mi estrategia esté completa.

Hanako pasó saliva con dificultad, el pecho de Byakuya estaba pegado a su espalda y la teniente pudo sentir el aliento del noble contra su mejilla, la mano de aquel hombre se asió con fuerza sobre su vientre, pegándola más a su cuerpo antes de tirar de ella en un movimiento que pareció suave, pero que puso varios metros de distancia con el lugar que habían ocupado instantes atrás, lugar que se llenó de enemigos en un parpadeo, todos atacando al mismo tiempo.

—Hadō no san-jū san —la vos de Byakuya en su oído, la respiración tibia de aquel hombre, la cadencia de sus palabras, Hanako se sintió aturdida un momento mientras el viento se arremolinaba en torno a ellos y su huida —, sōkatsui...

Por un momento, Hanako sintió el juicio nublado mientras la explosión acababa con sus enemigos, al instante siguiente, Byakuya había puesto ya espacio de por medio y le daba la espalda de nuevo, con la espada aprestada y la mirada fija en la batalla, como si quisiera poner toda la distancia posible con ella.

El beso...

—Mierda, no... —murmuró Hanako extendiendo una mano hacia Byakuya, ganándose una mirada suave de su parte.

—Estamos en un campo de batalla —dijo con apremiante sutileza —, lo demás lo resolveremos después.

Hanako asintió recuperando la calma, vaciando su mente, alejando sus emociones antes de mirar al noble y murmurar: —Necesito encontrar la brecha, pero no puedo hacerlo y luchar por mi vida al mismo tiempo.

—Como te dije —concedió el noble mientras los pétalos se arremolinaban en torno a ellos —, mi vida sirve a tu estrategia.

Por supuesto, Byakuya no se quedaría atrás. Hanako sintió la opresión en su pecho cuando el noble liberó reiatsu, atrayendo a más y más de aquellos enemigos hacia sí. No se dejaría superar por otros capitanes menos poderosos y capacitados, aportaría a la destrucción de aquellos invasores, pero no por eso descuidaría la tarea que él mismo se había impuesto tanto tiempo atrás. La de proteger a Hanako.

Al principio fue complicado concentrarse. Había demasiados reiatsus a su alrededor, demasiada gente, demasiado reishi. Las estelas que dejaban los genzanki frenéticos, el poder de los capitanes, los tenientes y otros shinigamis, el movimiento de la batalla.

No, Hanako suspiró alejando los pensamientos, vaciando su mente mientras se sentaba en el suelo en un movimiento grácil. Necesitaba dejar de hacer caso al pesimismo, mientras más se enfocara en lo que le estorbaba para ver, más tiempo perdería y más de aquellas cosas continuarían con su invasión. Ya comprendía el reiatsu de los capitanes, aislarlo hasta hacerle desaparecer fue sencillo. Comenzaba a comprender cómo era la energía de los genzanki, estando en frenesí era más sencilla de leer. Otros shinigamis peleaban en los alrededores, pero incluso el reiatsu en ellos era inestable.

Todo aquello era un cuadro hecho de mil colores brillantes y estrafalarios, colores que Hanako fue aislando poco a poco, hasta quedarse con un lienzo negro y gris cubierto por una bruma espesa, sombría.

Y entonces la vio.

Rosa pálido, tal vez lila, una brecha pequeña al lado de un reiatsu conocido, pero tan reducido que le costó trabajo reconocerlo. Un segundo reiatsu que también iba sereno haciendo acto de aparición, reconocer a Mayuri fue más fácil, a Hanako le tomó más tiempo evocar el rostro de Kyōraku al sentirle en el campo de batalla. Y de pronto nada.

No había brecha.

Hanako se enfocó un poco más y suspiró percatándose de que no encontraba ya el puente que les daba entrada a los genzanki, así que abrió los ojos levantándose de golpe, recogiendo su propio reiatsu y percatándose de una ausencia.

No. Debía haberse equivocado, después de todo les había sacado del mapa para poder rastrear.

Lanzó un pensamiento en su dirección, en dirección de sus hombres, buscando un reiatsu específico...

El único que no estaba.

No. Debía haber un error. Los había enviado hasta allí sabiendo que los daños serían mínimos.

Buscó una segunda vez, y una tercera. Reconoció a los otros, ahí estaban, ¿por qué no estaba él?

Y entonces salió corriendo en dirección a la cuarta división, a comprobar con sus propios ojos lo que su reiatsu ya le había mostrado.

Que Yamada no estaba entre sus hombres.

...

Justo Saya estaba dándole el golpe final a un par de genzanki cuando de la nada, su hermana mayor salió corriendo, disparada en dirección a donde había dejado a Yamada y los demás peleando contra el resto de los genzanki más débiles que quedaban. No, no le gustó nada la sensación en su pecho al verla irse de ese modo, sin decir nada, Hanako no actuaria de esa forma tan precipitada si no es porque ha pasado algo, así que también fue a darle alcance, encontrándola con el rostro desencajado viendo a los jardines a los que había llegado cuando escucho la alerta de ataque.

—¿Qué sucede? ¿Por qué te fuiste de esa manera? —exige saber ante el pasmo que veía en su hermana.

(Soundscape to ardor – Bleach OST)

—Yamada —murmuró Hanako de manera ininteligible, un tartamudeo torpe que logró confundir todavía más a su flecha —Yamada wa...

Hanako sintió que se desvanecería, no, debía resistir un poco más, debía llegar.

Horuko sostenía a Yamada en un brazo, asiéndose a su zanpaku-tō con la mano disponible, temblando de miedo ante el destino ineludible que les esperaba, sabía que no tenía esperanzas, así que agradeció cuando vio la espalda de su teniente, asiéndose a una katana hecha de flores y ramas, mientras el genzanki se desvanecía en el aire luego de recibir mil cortes en un segundo.

—Fukutaichō... —murmuró Horuko antes de caer de rodillas, vencido por el peso de Yamada.

Hanako dio media vuelta, horrorizada al percatarse de la sangre que corría por el uniforme de ambos, así que tomó a Yamada en brazos y se acomodó en el suelo con cuidado y con torpeza, horrorizada al percatarse de que su soldado seguía con vida, agonizante...

—¿Qué sucedió aquí? —pregunta Saya casi reclamante, apretando la mandíbula, pero no era enojo contra sus compañeros, era más la culpa de que debió quedarse hasta haber acabado con todos los genzanki.

—Fue mi culpa —soltó Horuko retrocediendo medio paso mientras Yamada entreabría los ojos y levantaba una mano hacia el rostro de Hanako, sudando frío por el dolor y la pérdida de sangre —, sentimos el aumento de reiatsu en los capitanes, los genzanki enloquecieron y yo...

—N-no digas tonterías —murmuró Yamada en brazos de Hanako, pasando un mechón tras la oreja de la teniente y sonriendo al descubrir las flores en su cabello —, t-todos sabíamos a... a lo que veníamos hoy.

Hanako sollozó con ganas cuando sintió a Yamada retirar la mano, volviendo el rostro y sabiendo que no había nada que pudiera hacer para ayudar a su subordinado, amigo y confidente.

—Akuma fukutaichō —murmuró débilmente el shinigami mientras su sonrisa se hacía más amplia —, no me digas que estás llorando por mí.

Hanako sonrió con ganas, sintiendo que los reiatsus de todos sus subordinados de la décimo tercera se aglomeraban alrededor de ellos, incrédulos de la escena que tenían frente a sí.

—No digas tonterías, Yamada. Los demonios no lloran —musitó limpiando su rostro con el dorso de la mano antes de mirarle con dulzura.

El shinigami miró a su teniente con expresión sombría, sabiendo que el tiempo se le acababa.

—¿Sirvió de algo mi insensatez?

Hanako levantó la mirada hacia sus compañeros, hacia todos los hombres y mujeres que habían peleado a su lado en la infiltración, todos y cada uno de ellos asintiendo una vez mientras componían sonrisas de orgullo o muecas para ocultar las ganas de llorar.

—Yamada Kaoru, tu vida es la razón por la que podemos pelear mañana.

—¿Ves, fukutaichō? —inquirió el soldado mientras Hanako bajaba un poco el rostro para escucharle mejor, percatándose de que cada vez su voz salía con menos fuerza y el casi nulo reiatsu en su pecho se extinguía —, no soy un completo inútil después de todo.

—En descanso, Yamada —ordenó Hanako con una sonrisa dulce, pero el corazón partido en mil pedazos —. Has terminado por hoy.

—Teniente, quiero pedirle un favor —murmuró el hombre tomando una mejilla de Hanako y cerrando los ojos, sintiendo que se le acababa la vida.

—No iras a pedirle que te dé un último beso ¿o sí? —trató de bromear Saya, pero su voz entrecortada denotaba más la lucha por no llorar.

Yamada soltó una risita nerviosa que, rápidamente, se convirtió en una tos seca, consiguiendo que Hanako le despejara el pecho y el rostro con una mano, percatándose de que no salía más sangre de sus heridas, el cuerpo estaba débil.

—¿Me lo darías si te lo pido?

—Sólo si no te mueres —cortó Hanako sonriendo de medio lado.

—¿Y darte el gusto de matarme después?

—La que te va a matar soy yo —responde Saya apretando los dientes, ya casi no pudiendo soportar el nudo en su garganta —les dije que, si se dejaban herir, les pondría un entrenamiento que tendría su cuerpo llorando por semanas, no me puedes quitar el gusto de que me supliques piedad.

—Gomene —murmuró Yamada en medio de un suspiro, tan bajo, que a todos les costó escucharle, a todos menos a las hermanas, que sólo tenían oídos y ojos para su soldado más acérrimo y leal —, tendrá que ser en otra vida...

(Will of the heart – Bleach OST)

Saya bajó la mirada, ocultando sus ojos en la sombra que daba su flequillo, apenas dejando ver su mandíbula apretada casi rechinando sus dientes. Sus puños, cerrados con fuerza, temblaban por la rabia, pero no con Yamada, no con ninguno de sus compañeros, todos ellos lucharon admirablemente, lo que sentía en esos momentos era una abrumadora culpa. no debió dejarlos, nada le hubiese costado quedarse unos momentos más para terminar juntos con los genzanki restantes. También pudo haber dejado a Ikkaku o a Yumichika para ayudarlos. ¡Maldición! ¿porque no pensó en eso cuando se fue?

—Hoy... —murmuró Saya apenas, llamando la atención de su compañero caído —hoy has sido una gran inspiración para todos —alza la mirada, dejando ver sus ojos húmedos que contenían las lágrimas, pero dándole a su compañero una gran sonrisa de orgullo —, has demostrado lo que un solado puede ser capaz de hacer.

—Dos demonios llorando el mismo día —bromeó Hanako acariciando una mejilla de Yamada mientras las lágrimas caían a raudales por sus mejillas hasta empapar el pecho y el cuello del soldado entre sus brazos.

—Se equivoca, teniente —murmuró el muchacho con una sonrisa radiante —, todos los que les llaman demonio se equivocan, siempre fueron ángeles.

—No gastes reiatsu en mentiras, Kaoru —pidió la teniente mientras acercaba su oído a la boca del muchacho, ya casi no le escuchaba al hablar —, ¿me pedirás el beso o pedirás algo más?

Los shinigamis a su alrededor vieron al soldado mover los labios, aferrándose a la mano de Hanako que le sostenía, la teniente asintió escuchando atenta cada palabra, mordiéndose el labio para contener las ganas de llorar, si se alejó un poco para mirarle a los ojos sólo fue porque su subordinado supiera que había escuchado cada sílaba dicha, asintiendo con tal solemnidad que todos pasaron saliva con dificultad.

Hanako se agachó al oído de Yamada, su voz fue apenas un maullido mustio en medio de una noche de tormenta, ninguno de los soldados, ni siquiera Saya, que estaba en shock por la familiaridad, la crudeza y la crueldad de aquella escena, pudo escuchar las palabras que su teniente le dedicó al soldado más leal de todos.

No, ninguno sabría jamás lo que Hanako había hecho por su soldado favorito (si quitabas a Saya del mapa), y ella no tendría corazón para decirlo frente al resto de sus hombres, porque aquel gesto de bondad le carcomía las entrañas como lo hace la promesa de que todo irá bien cuando sabes que nadie saldrá con vida.

Yamada hizo un último intento de abrir los ojos, su rostro y el de Hanako estaban muy cerca el uno del otro, la teniente sonreía con ternura mientras él le miraba con devoción, feliz de saber que el rostro de ángel de su amor platónico sería lo último que vería en esa vida.

Se hizo de toda su fuerza para poder levantar la mano libre y despejar una última vez el rostro de Hanako mientras la chica se agachaba lentamente hacia su boca.

No, Hanako no habría podido enamorarse de él. Era un subordinado y un amigo, pero sabía perfectamente todo aquello que el muchacho sentía, se había confesado con ella en alguna ocasión.

—Te quiero, Kaoru —murmuró la chica, sabiendo cuán ciertas eran aquellas palabras, partiendo el corazón de los presentes por lo pesado de la escena.

—Yo siempre la he querido más, teniente.

—Hanako —pidió la chica con la voz quebrantada.

—Hanako —musitó el shinigami un instante antes de que los labios de la chica reclamaran los suyos en un beso que ella le negó tantas veces.

Sí, Hanako fue la que otorgó aquel regalo, aquel beso robado con el que Yamada llegó a soñar alguna vez, consiguiendo ahora desbordar las lágrimas por los ojos de su soldado, quien acarició el rostro de Hanako mientras la teniente rompía aquel contacto y unía su frente a la del muchacho, suspirando profundo mientras dejaba ir un pedacito de su corazón con aquella pérdida.

Dio otro beso más a los labios de su subordinado, sabiendo que aquello era lo único que podría hacer para dulcificar su muerte en medio de todo aquel caos, sabiendo que aquel recuerdo lo llevaría consigo el resto de su vida como una carga, saber que no pudo hacer nada por salvarle la vida.

—Te quiero —murmuró una última vez mientras la mano del muchacho caía lentamente —, te quiero —repitió con voz apenas audible, un murmullo que se perdió en el viento cuando la chica tomó la mano de su soldado, impidiendo que llegara a azotar la tierra, cruzándola sobre el pecho del soldado antes de aferrarse a su cuerpo con fuerza, llorando amargamente al sentir el reiatsu extinto y el dolor de la ausencia.

Primero un gemido gutural, un sollozo que se convirtió rápidamente en un grito. Hanako se abrazó con fuerza al cuerpo de su soldado y levantó el rostro al cielo soltando un grito por el dolor del corazón partiéndose en mil pedazos, preguntándose cuánto más les quitaría aquella guerra.

Su reiatsu se descontroló, una onda expansiva de calor que hizo retroceder a todos, a todos menos a Saya, cuya fuerza era comparable con la de sus hermanas.

Hanako volvió el rostro hacia el cuerpo de Kaoru antes de sollozar quedo una vez más, controlando su reiatsu, controlando sus emociones hasta que sólo quedó un hipar tímido entre su respiración.

—Horuko —llamó con voz fría, sombría, todavía aferrada al cuerpo del caído —, Kaoru dijo que no fue tu culpa y yo le creo, quiero un informe de batalla luego.

—Sí, teniente —dijo el aludido, inseguro, retrocediendo un paso al ver a su fukutaichō sumergirse lentamente en esa máscara de frialdad que le había conferido el apodo de Akuma tanto tiempo atrás.

Quería moverse, quería continuar, pero el cuerpo no le respondía, sus manos se asían al cuerpo del soldado, al cuerpo de Yamada Kaoru, quien sonreía en la muerte, con la cabeza echada atrás y una mueca de satisfacción por haber logrado su objetivo.

Tenían razón, su vida había hecho la diferencia, porque sin que las hermanas lo supieran, Kaoru había detenido a diez genzanki el solo al sentir la presión de los capitanes, al sentir la barrera completa, al sentir a Asami sanar, porque un solo hombre, tal como había dicho Saya, había marcado la diferencia para ganar esa batalla.

Su voz sonaba desesperada, no, no solo desesperada, alarmante, había logrado estabilizar un poco al teniente, pero no iba a resistir tanto tiempo así, ¿Quién? Alguien de habilidad curativa que pudiera auxiliarle, ¡y rápido! Solo tenia a dos personas en mente, su capitana y su amiga, una de las Yamamoto.

- ¡Yamamoto-san! ¡Yamamoto-san! – Grito al ver a la teniente de la trece, que tenia lagrimas en sus mejillas, claro, pérdidas, pero no, el teniente estaba vivo -Necesito de Asami para sanar al teniente Abarai ¡Esta gravemente herido!

¿Renji? ¿Herido? ¿Qué había hecho ese pedazo de idiota para estar herido? Si, al menos eso pensó Saya y, aunque aun sentía la perdida de Yamada, la llegada de Hanatarō le recordó el porque había ido a la cuatro a parte de la llamada de auxilio de la capitana; el mensaje de Yumichika.

Aunque no pudo llegar en peor momento, no aceptaría otra muerte cercana. No entendía aun del todo lo que sentía por Renji, pero no permitiría que ese teniente muriera antes de que pudiera averiguarlo.

-Díganme donde esta- Lloriquea desesperado -De verdad no podre sin su ayuda

-Ya deja de hacer tanto escándalo- Lo toma de la parte de atrás de su hakama, frustrada por la reciente perdida y la preocupación de ese teniente de pacotilla, mezclado con los alaridos de ese sujeto -Te llevare con Asami, más vale que aun encuentre vivo a Renji

-Está vivo, pero apenas está estable- Vuelve a lloriquear -Hay que darnos prisa

-Por eso no hay problema- Desaparece en un shunpo tras un parpadeo, llevándose a Hanatarō del cuello hasta dar con Asami.

A la batalla había llegado Kyōraku, quien se posicionará a un lado de su flor más pequeña, apenas había visto cuando Hanako y Saya partieran a quien sabe dónde, pero no le importo, el estaba ahí para ayudar en caso de ser necesario, Mayuri estaba ahí también, claro que ahora le emocionaba las reacciones de los genzanki ante el aumento de poder y el frenesí, verlo con sus propios ojos le alimentaba la curiosidad, las ganas de tener más.

No fue eso lo que llamo la atención del comandante, sino la llegada apresurada de saya, quien se dirigía a su hermana menor mientras sacudía a Hanatarō por su Hakama.

- ¡Asami-san! Ven conmigo rápido por favor…- La aludida volteo a verlo, apenas consciente de sus presencias, esto no paso desapercibido ni para Kyōraku ni para Mayuri -Renji esta… agh…

-El estúpido de Renji está herido, debes salvarlo antes de que se muera- Exaspero Saya, sacudiendo aun mas al pobre shinigami - ¡Rápido!

No, Asami no podía ir por su cuenta, porque no podía sentir los reiatsus, porque no estaba del todo bien, porque necesitaba de alguien; sus ojos se posaron en los de Kotetsu.

-Capitana, por favor… lléveme con Renji- Kotetsu sonrió con dulzura, si, alguna vez escucho a alguien decir que ella era la hermana menor del Gotei.

-Yo me encargare de ella, Capitana Kotetsu, quédese aquí por si alguien necesita atención médica, la cantidad de genzanki ha disminuido- Si, ella asintió, por lo que él tomó el hombro de Asami -Vamos, Asami-chan…

Un parpadeo, eso fue suficiente para que el comandante llevara a la joven Yamamoto a donde se encontraba el teniente, un respingo escapó de su boca, pero eso no impidió que se arrodillara ante él, ante la sangre que había dejado de brotar, concentrando su reiatsu y su poder en la espalda de su amigo.

-Dime algo, Asami…- La chica no perdió concentración, la herida cerraba con lentitud, pero el analizaba todo lo que había en esa habitación - ¿Sabes dónde se localizan los capitanes Muguruma y Yadomaru?

-No, señor…- Respondió, seca, firme, sin dudar -Ni siquiera siento su reiatsu a mi lado, ni el del teniente Abarai, se lo dije a mis hermanas, y se lo dije al Teniente Hisagi cuando llego conmigo, mis habilidades se vieron interferidas por la voz en mi cabeza, pero aun puedo sanar a Renji…

- ¿Cómo fue que tu y el teniente se hicieron cargo del resto de los genzanki? – Asami volteo a mirarlo de reojo, aun sin perder concentración en su amigo, Kyōraku apenas había movido los ojos, notando que lo miraba - ¿Kidō?

-Es lo único que pude utilizar…

- ¿Habría alguna diferencia en este momento si te devolviera tu zanpaku-tō? – Silencio, no había nada que pudiera responder, o si, si podía responder con sinceridad a eso, porque no deseaba derramar mas sangre ese día -Asami…

-No, no la quiero, puedo valerme con el kidō, puedo enfrentarme a ellos, pero no quiero que por mí se derrame más sangre este día- La herida de Renji había cerrado por completo, mostrando una respiración más acompasada y pacífica, haciendo suspirar a la chica -La capitana Kotetsu puede hacerse cargo del resto…

Kyōraku tomo al pelirrojo, colocándolo sobre su hombro, tomando a Asami bajo el brazo y usando shunpo para moverse con ellos de vuelta hacia el lugar donde habían dejado al resto de sus colegas.

(Lacrymosa - Evanescence)

Hanako depositó con cuidado el cuerpo de Yamada en el piso, acomodando las manos sobre el pecho del shinigami antes de besar sus dedos y tocar la boca del soldado en cuestión, una última despedida antes de levantarse con movimientos mecánicos.

—Horuko —llamó con voz fría y ausente mientras las ramas en sus brazos crecían hasta formar dos hoces medianas que hicieron a sus subordinados pasar saliva —, asegura el cuerpo de Kaoru, a este hombre yo le daré un funeral.

—Hai, fukutaichō...

Hanako avanzó a pasos tranquilos, dirigiéndose hacia la batalla.

Sabía que había todavía enemigos por derrotar, debía haber otros heridos, debía haber genzanki que estuvieran atacando y resistiendo. No, aquello no fue suficiente para hacerle apretar el paso, siguió con su marcha tranquila hasta que se percató del shinigami que se dirigía hacia su encuentro.

Por supuesto, Byakuya había sentido su reiatsu fuera de control y no había dudado en abandonar la batalla para buscarle. Aunque una parte de él se había asegurado de que los shinigamis a los que dejaba atrás podían arreglárselas, ir a buscar a Hanako era algo más personal y menos profesional que un simple "no podemos perder ahora a la estratega del Gotei".

Vio su rostro, pero en las facciones de su protegida no vio nada más que paso a la desolación y a la tristeza.

No, no preguntó, no tenía caso hacerlo. Hanako no necesitaba consuelo en esos momentos, necesitaba sangre, así que Byakuya se hizo a un lado para dejarla pasar, volviendo también el rostro, sabiendo que, cualquier cosa que le hubiese causado aquello, él no había sido capaz de protegerla.

Su reiatsu solo habría sido suficiente para hacer a los genzanki entrar en aquel estado de frenesí que había buscado desde el principio, pero tampoco eso importaba ahora.

Uno de aquellos monstruos corrió hacia ella por el costado, emitiendo un grito de guerra que exigía sangre y exigía pago, pero Hanako se contentó con levantar la hoz hacia él para calcinarle hasta las cenizas, no hubo encantamientos, ni kidō, ni ataque, sólo una llamarada que lo consumió todo, justo como rezaba su liberación.

Extraño.

Para Hanako fue extraño percatarse de que aquello no sació la sed de venganza que ardía en su pecho en aquel momento, no. Muertes así de rápidas no serían suficientes...

Así que no dudó antes de sacudir una vez sus armas, desvaneciendo la derecha y conservando sólo la katana en la mano izquierda, aferrándose a ella con ambas manos y levantando la guardia, preparada para acabar con todos los genzanki que quedaran a su alcance.

Alguno de ellos debía tener en sus aguijones todavía el reiatsu de Yamada, no quería a todos los genzanki, sólo a ese, sólo al que le había arrebatado a su preciado confidente.

Sólo debía buscar el reiatsu de alguien que ya se había ido, a quien no podría volver a abrazar...

Jamás.

Lo encontró, ahí estaba, justo en el centro, amenazando a un grupo de shinigamis que resistían lo mejor que podían, un segundo fue el tiempo que le tomó llegar hasta él y hacer el primer corte. Ni siquiera fue un corte que le hiciera daño, sólo fue para llamar su atención. El genzanki soltó un alarido de dolor antes de volver su atención hacia la teniente y atacarle con su aguijón, Hanako retrocedió ante los ataques, esquivando todos y cada uno de ellos con un gesto vacío que llamó la atención de Shinji en la distancia.

El rubio habría corrido a ayudarle, de no ser porque Byakuya se interpuso en su camino. Claro, el capitán Hirako quería gritarle un insulto a la cara y alegar que el honor no era suficiente para justificar aquel acto suicida por parte de la teniente, pero el noble ni siquiera pudo mirar a su colega a la cara, tenía el rostro vuelto hacia el lado, hacia el piso, y un gesto de derrota que hizo a Shinji comprender.

No era su batalla.

Las primeras fueron estocadas certeras, precisas, que consiguieron herir al genzanki por fuera, lo suficiente para arrancarle gritos de dolor y hacer que sus ataques fueran más descontrolados y violentos. Después vinieron las estocadas más profundas, Hanako gritando con cada golpe que tiraba, gritos controlados para liberar la adrenalina de la batalla.

El problema fue cuando los gritos de Hanako se convirtieron en una catarsis descontrolada que no fue capaz de liberar todo el dolor que la chica tenía acumulado en su pecho en ese momento, sólo conteniendo rabia y desesperación.

Acabó con el genzanki, destazó a su enemigo, ni siquiera tuvo tiempo de dividirse a sí mismo para tratar de salvarse de la venganza cruel y desmedida de aquella teniente que lloraba amargamente mientras gritaba con cada estocada. Los últimos golpes los había dado a manos limpias, la espada se había disuelto y Hanako había usado hakuda combinada con kidō para acabar con aquel enemigo.

Habría golpeado el suelo vacío con su puño. El genzanki ya se había desvanecido en el aire y ella habría golpeado el suelo con su puño, pero los brazos de Byakuya la sostuvieron en última instancia, el noble le abrazó por la espalda para detenerla, y aunque al principio ella hizo por forcejear, gritando para liberarse, eventualmente sucumbió ante el llanto, desgarrada por dentro y por fuera por el dolor de no haber sido suficiente.

Al final se dejó llevar por el capitán, quien cargó con ella en brazos para sacarla del campo de batalla, lejos de la mirada de Hirako, lejos de la mirada de Kyōraku, lejos de la mirada de cualquier capitán que pudiera tomar aquello como la excusa que necesitaban para aislar a otra de las Yamamoto y dejarle fuera de aquella contienda.

Y estando en brazos de aquel hombre que la sostenía como si se tratara de su tesoro más preciado, el espíritu de Hanako por fin se quebrantó en mil pedazos y ella pudo dejar ir en un llanto catártico, todo el dolor de la pérdida, sabiendo que, por primera vez en la infiltración se encontraba ya a salvo.

Pocos eran los enemigos que quedaban, agotados, todos lo estaban, pero lo que acabo por sorprenderlos, fue el hecho de que todos los genzanki restantes se congelaran.

- Shikai Hyōketsu- Susurro su voz, haciendo que todo se congelara frente a ellos en un instante.

- ¿Desde cuándo puedes controlar mejor esa habilidad tuya? – Cuestiono Hirako mientras veía descender a su colega en su versión adulta -Eso pudo haber sido de utilidad desde un inicio

-Aun no tengo pleno control sobre ella, pero ciertamente he estado entrenando- Mascullo el aludido, mirando a lo lejos a su novia sobre el tejado nuevamente -Parece que no quedan mas genzanki en el área

-No bajemos la guardia, que todos los tenientes disponibles vayan en grupos a un patrullaje de reconocimiento por todo el gotei, no permitan que ninguno escape o se cuele nuevamente entre nosotros- Ordeno Kyōraku, haciendo que los tenientes presentes desaparecieran -Capitanes, reúnan a todos los hombres que estén bien, que traigan a los heridos, necesitaremos voluntarios

Hanako apareció en ese momento, aquel hombre conocía perfectamente a esa mujer, a esa joven, no necesitaba verla sufrir más, necesitaba que se repusiera.

-Hana-chan…- Apenas levanto la cabeza para hacerle saber que le había escuchado - ¿Por qué no ayudas a los heridos?

—Sotaichou —dijo con locura contenida, poniendo todas y cada una de sus emociones bajo diez candados y haciendo una reverencia ligera que salió mecánica cuando habló —, mi lugar es en el campo de batalla, con los otros capitanes y tenientes. Puedo pelear.

No, no habían tenido tiempo de reaccionar, estaban bastante cansados y absortos en otras cosas, que no vieron cuando Mayuri se acercó a la menor de las hermanas, tomándola por la cintura e inyectándole algo que la hizo perder la conciencia.

Si, el primero en reaccionar había sido el capitán de la décima, colocando por delante su espada, amenazando a aquel hombre, pero no fue eso lo que lo desconcertó, si no el hecho de que Byakuya fuera quien se acercara más, amenazando al capitán Kurotsuchi con su Senbonzakura.

Su expresión estaba vacía, el capitán de la sexta sostenía su costado, sangraba, no visiblemente, pero para Kurotsuchi no fue impedimento para oler su sangre impregnada en el uniforme del shinigami.

—Exijo una explicación en el nombre de mi protegida —musitó Byakuya con voz gélida mientras su espada se deshacía en la lluvia de pétalos, respaldando la intensión de su amenaza; claro, no podía exigir como líder de su clan o capitán de la sexta, pero podía darse el permiso de hablar en nombre de su flor más poderosa —¿Qué ha sido eso, Mayuri?

Sí su voz, su postura o la amenaza inminente de los pétalos colocándose en posición no hubiesen sido suficientes, el noble se aseguró de inyectarle a su voz suficiente veneno para dejar claro el punto. Hanako había sufrido suficientes pérdidas esa noche, y aun estando a punto de caer desfallecido, no permitiría que el corazón de su protegida sufriera otra herida, por pequeña que está pareciera.

-Por si no se ha dado cuenta capitán, la tercer oficial podría ser la clave para que evitemos más infiltraciones, obviamente falta analizar el cuerpo de aquel genzanki que usara la piel de un shinigami, pero no puedo desaprovechar la oportunidad de analizar a esta chica- Demasiadas palabras, demasiada soberbia ¿realmente se creía con la capacidad de hacer eso en ese momento? -Esta es la única opción que tenemos, al menos, luego de perder a Asakura…

—Mayuri —repitió el noble con una mueca de desprecio que podría haber hecho a cualquiera retroceder aterrorizado, estaba cansado, herido, le dolía el cuerpo y tenía roto el corazón, no necesitaba más motivos pata alzar su espada contra aquel demente —, tanto Hanako como la tercer oficial Yamamoto Asami han puesto de su parte para apoyar en todo lo que se necesita hasta ahora, pedirlo sería más que suficiente. Esta es una violación a sus derechos individuales.

—Kurotsuchi —añadió Shinji situándose al lado de Byakuya, ofreciéndole en ese gesto su apoyo y respaldo —, jugaron conmigo sin mi consentimiento y el responsable pagó con creces, le voy a recomendar que pare.

Hanako avanzó a pasos calmados para rebasar a Byakuya y Shinji, plantándose frente al capitán mientras cambiaba de lado el mando de su katana y sonreía serena.

—Capitán Kurotsuchi Mayuri, le voy a pedir que me entregue a mi hermana.

-Una vez dije que sería capaz de romper cada regla del Gotei si es para proteger a mis hermanas- Anuncia Saya blandiendo con amenaza sus dos espadas, apenas conteniéndose y mirando al capitán con la tempestad arremolinándose en sus ojos -Será mejor que nos la devuelva ahora mismo, capitán.

El veneno en las palabras de Saya era palpable, Kyoraku sabía de lo que aquellas dos chicas podían llegar a hacer por su hermana más pequeña, en viceversa, la pequeña también era peligro inminente.

-Yare yare…- Soltó el aire en sus pulmones, era hora de intervenir -Primero que nada, necesitamos calmarnos todos, acabamos de salir de una situación en la que no nos veíamos inmiscuidos en mucho tiempo, no es momento para que nos acabemos entre nosotros- Miró a aquel que había comenzado aquel golpe, Kurotsuchi sabía bien lo que deseaba, pero no era un ferviente amante de las batallas sin sentido -Ahora, capitán Kurotsuchi, ¿podría por favor dejar a la tercer oficial y arreglar esto cuando ella recupere la conciencia? Estoy seguro de que ella estará de acuerdo en que le examine, pero ahora, no veo necesario derramar más sangre de la que ya se ha derramado

La tensión podría cortarse con un cuchillo, estaba ahí, entre todos, Kotetsu miraba la escena con asombro, sintiendo las fluctuaciones de reiatsu de todos, de las heridas, de sus cuerpos cansados.

Tal vez fue el hecho de sentir el respaldo de Kyōraku lo que hizo a Hanako perder las fuerzas, no sería capaz de sostener a su hermana en brazos, así que Hanako levantó la mirada en busca de los ojos de Tōshirō para pedir auxilio.

Volvió la mirada hacia Saya para tratar de entender si la flecha estaría tranquila o sí debía intervenir, aunque no le quedaran fuerzas para ello.

Y en lo último en que reparó fue en la baja de reiatsu por parte de Byakuya a sus espaldas.

No, ya no era factible lo que había planeado, necesitaba la información de la cabeza de esa shinigami, pero ahora, con tantos ojos mirándole, debía desistir, sobre todo, cuando el capitán de la decima se acercara a él, pidiendo con la mano libre el cuerpo de la chica.

-Vamos a perder una oportunidad única que nos puede llevar a entender mejor como es que toman posesión de los cuerpos- Anunció el científico, entregando el cuerpo de la menor al albino -Entiendo el hecho de que Asakura era un elemento débil, pero ¿Qué tiene esta chica de débil, en su mente, para ser controlada por un espectro?

—Ese es su principal problema, capitán —soltó Byakuya con un hilo de voz, Hanako se movió a toda velocidad para sostenerlo y darle soporte, posando delicadamente una mano sobre el pecho del capitán mientras le obligaba a rodearle los hombros —, confunde la vulnerabilidad con la debilidad, y es lo primero aquello que nos vuelve fuertes.

El capitán de la doceava emitió un chasquido molesto y soberbio, dándose la median vuelta, pasando a su lado y a escasos centímetros suyos, una oleada salida de la nada, la cual, le golpeo el brazo; al darse vuelta, observo la sonrisa ladina de la soldado de la treceava división, con una de sus espadas rosando el suelo.

-Lo siento capitán- Su disculpa sonaba a todo menos a eso -Creo que aún quedaba un poco de veneno en mi cuerpo y Kairyū lo expulsa por voluntad propia

Deshace la transformación de su zanpaku-tō guardándola en su funda que llevaba sobre la espalda, al tiempo que se daba la vuelta para alejarse.

Suspiró, es lo único que podía hacer al ver que todo volvía lentamente a la normalidad, y ver que Mayuri se alejaba sin decir nada lo calmó aún más, porque tenía gente importante herida, aliados a los que estaba agradecido de poder llamar colegas.

-La barrera de Asami desapareció en cuanto Mayuri la puso a dormir, así que es hora de que sanen sus heridas, capitana Kotetsu- La aludida alzo el rostro, había estado sanando a Renji en lo que todo el tumulto pasaba, por lo que había finalizado con éxito lo que la menor no pudo hacer -La división cuatro esta en sus manos, atienda a los heridos y coordine a sus hombres, el resto de nosotros se encargara de recuperar los cuerpos de los caídos

-Si, señor…