Propiedad Privada

DISCLAIMER: Los personajes conocidos son de Rowling, los que no son conocidos y la trama son míos.

AVISO: slash (relaciones homosexuales) y temas para adultos (violación, sexo, violencia, lenguaje cuestionable, auto mutilación, asesinato, depresión. La mayoría tratados en capítulos anteriores, así que ya deben de saber). Si no puedes manejarlo, presiona atrás porque no me gusta recibir comentarios destructivos. Gracias.

Título: Propiedad Privada

Autora: GaBo0

Parejas: HarryDraco, Snape, Blaise

Rating: M

Summary: Slash. Han pasado tres años desde que Harry salio de Hogwarts y ahora ha atrapado a la mano derecha de Voldemort... ¿qué pasa cuando esta le hace una propuesta que no podrá rechazar?


Propiedad Privada

By GaBo0

CAPITULO 03: La Llegada de Anna

Harry se dio cuenta demasiado tarde, sobresaltándose sobremanera. Fue directo a su dormitorio y cogió una capa negra que tenía sobre su cama, desparramada y arrugada como el resto de sus cosas. Caminó lo más rápido que pudo hacia la salita y cogió algo de polvos Flu. Nunca, hasta ahora había ido de frente a la Mansión Malfoy desde su departamento. Los beneficios que Lucius Malfoy le había transferido por medio del documento eran limitados, por ejemplo, la única forma que tenía de entrar a la Mansión, ya que no era miembro de la familia era por la chimenea de la vieja Hacienda O'Connor. O, al menos, eso decía en una vieja nota al pie de una página.

Aceleró el paso, y aunque el trecho no era muy grande quería estar presente cuando esa mujerzuela (para Harry era una mujerzuela por tratar de quitarle a SU Draco) apareciera. Rogaba porque haya muerto en el viaje o algo así, no quería que se acercara a Draco, mucho menos si este sentía lo que demostraba cuando pensaba que estaba solo.

Era una noche sin luna, el camino iba tan oscuro que parecía que avanzaban en medio de la nada. El sonido del baúl en la parte trasera y los libros moviéndose y cambiando de lugar de vez en cuando. Un ruido como de tuercas sueltas era constante sobre sus cabezas. El martilleante sonido de las llantas rodando sobre la tierra era desesperante. Por suerte, solo uno de ellos lo sentía. La otra persona estaba tan absorta en sus pensamientos que no hacía caso a aquellas incomodidades.

- Severus...

No hubo respuesta. La sombra sentada al otro lado del asiento no se movió. Parecía haber entrado a una zona donde el oído, el tacto y la vista se perdían en el tiempo

- Severus...

Esta vez se alargó un poco para tocar al hombre y hacerle ver que no estaba solo en ese lugar de penumbras. Este se sobresaltó. Había estado muy concentrado tratando de recordar o intentando buscar algo que decir cuando viera a Draco.

- ¿Sí?

- Háblame de... háblame de Draco. ¿Cómo está él?

Casi soltó una carcajada al ir aquello. Aquella mujer le hablaba como si no conociera al rubio en cuestión. ¿Cómo las mujeres podían ser tan inocentes a veces?

- Ahora me vas a decir que no lo recuerdas...

- ¡No, Severus! – y agradeció la oscuridad que ocultó sus mejillas ruborizadas -, es solo que... bueno, hace mucho tiempo que no lo veo. Desde su graduación no lo he vuelto a ver, y bueno, aquella vez no fue muy buena. Solo pudimos compartir el "Buenas tardes", "mucho gusto". No tuvimos tiempo de hablar... y... bueno – su voz se entrecortaba mientras envolvía una mano con la otra, y trataba de secar el sudor en su larga capa

- Tranquilízate, Draco aún es Draco. No es exactamente el mismo, pero estoy seguro de que no será indiferente a tu llegada – y eso último lo dijo como si una gran roca le aplastara el pecho -. Sólo... sólo trata de no entrometerte en asuntos personales. No preguntes por Lucius y menos por Blaise. Habla de tu vida y no hagas preguntas personales. Ni una sola.

La chica asintió, poco convencida, pero asintió. ¿Acaso Draco, su mejor amigo de toda la vida, guardaba grandes secretos que no le podría compartir? Bueno, hacía tres años que no lo veía. Ahora tendría veinte años y ya no era ningún niño. Aunque ella sólo quería volver a verlo. A hablar con él y decirle que todo era como antes, que todo estaría bien mientras se tuvieran el uno al otro. Sabía como Draco podía llegar a sentir. Tal vez por eso lo quería tanto.

Tal vez por eso siempre había tratado de ser como él.

Echó los polvos Flu a la chimenea y pronto se encontró en la Mansión Malfoy. Agradeció haber dejado atrás la vieja hacienda, en la cual los huesos se le helaban. Era reconfortante volver a sentir la calidez distante y extraña que brindaba la Mansión Malfoy. Era casi como estar en Hogwarts, por muy extraña que fuera la comparación. Se colocó bien la capa de invisibilidad y avanzó por el salón. Notó que los muebles, ya antes limpios y arreglados, parecían relucir como si tuvieran alguna clase de hechizo anti-polvo sobre ellos.

Notó que no sabía dónde estaba la puerta principal. Se asombró al ver que el único camino que conocía era al cuarto de Draco. En sus anteriores visitas había investigado muy bien ese camino. Todas sus habitaciones, pero sólo había investigado ESE camino. Siguió a su instinto y muy contra su voluntad apartó su vista del pasillo de los retratos. Era de noche y la muchacha llegaría el 14 de marzo.

Eso era: hoy, pero era de noche y lo más probable era que ya estuviera en la mansión.

Aunque fuera así, no buscaría primero en el cuarto de Draco. No quería ni imaginarse que aquella chica estuviera con Draco, en su cuarto. Caminó pasando sobre una alfombra roja persa con motivos antiguos. Cuando hubo avanzado un buen trecho, y pasado varios salones que parecían estar en desuso, llegó a una zona donde el lado izquierdo del pasillo estaba sellado solo por ventanales. Se podía ver claramente la piscina afuera. "Debo de estar bajo el cuarto que está al frente del de Draco, ¿pero cómo es eso posible? Estoy yendo al oeste creo, y los dormitorios están al sur...", el hilo de sus pensamientos fue roto casi al instante por unas marcas en los cristales que llamaron su atención. Eran como viejas Runas. Hermione hubiera sabido lo que significaban, pero él no era Hermione y no sabía lo que decían.

Pasó un dedo moreno por encima de las inscripciones. Ellas contaban algo, una historia que no podía leer. Que no entendía ni quería entender, a pesar de la gran curiosidad que lo llamaba. Todos los ventanales estaban cubiertos con esas extrañas y viejas escrituras. Inmerso en sus pensamientos, no notó cuando alguien bajaba por unas escaleras. Hasta sus oídos tan sólo llegaba el sonido amortiguado de pasos en alguna habitación cerca.

Retiró su vista de los cristales y caminó hacia donde parecía venir el sonido cuando este se detuvo. Luego, volvió a escucharse más fuerte, como si aquella persona que había bajado estuviera subiendo, muy rápido, sin cuidarse de no hacer ruido.

Harry caminó al lado de los ventanales hasta llegar a lo que parecía ser alguna clase de recibidor. Tenía una mesita de mármol blanco y cristal al centro con un arreglo de plantas verdes de varios tonos al centro. Un espejo con marco plateado y algunos retratos cubrían las paredes. Desde donde él estaba podía observar claramente la puerta principal frente a él. Grande e imponente, toda de cristal con marcos de madera oscura. Parecía muy frágil, pero era obvio que los Malfoy no dejarían una puerta tan frágil para cuidar su mansión, a pesar de lo bella que era. El cristal no dejaba ver lo que había fuera, aunque Harry no estaba seguro de si era por el cristal o por la oscuridad impenetrable de la noche.

Supuso que aquellas escaleras darían a la segunda planta, donde descansaba Draco. Subió las escaleras esperando no encontrarse con alguna escena desagradable en el cuarto del rubio. Llegó a la salita donde salía el pasillo de los retratos. Lo único que había hecho era rodear el lugar que había estado evitando.

Se colocó frente a la puerta esperando escuchar algo que no le gustaría ver. Al oír que de dentro no salía ningún sonido decidió abrir la puerta con cuidado, para que no se notara si Draco estaba pendiente. Normalmente, cuando alguien está esperando algo, se vuelve más sensible a las cosas. Sus cinco sentidos están colocados en cualquier ruido o movimiento que se produzca, aunque esta vez fue le excepción.

Draco estaba sentado sobre su cama con las piernas cruzadas tipo indio. No sabía que Draco fumara. Seguramente no lo hacía muy seguido. Era la primera vez que Harry lo veía con un cigarro en la mano.

Con un elegante movimiento llevó el cigarrillo a sus labios y después botó el humo delicadamente por su boca mientras mantenía su mirada fijada en un punto imaginario en la pared frente a él. Harry caminó hasta estar frente al rubio. Su cabello ordenadamente colocado, pero sin el gel que usaba en la escuela. Lo llevaba al natural sin lucir despeinado. Su piel pálida acentuada por la oscuridad del lugar y de sus ropas. Labios rosados y finos que se dibujaban en un rostro de facciones delicadas. Se veía tan frágil... pero Harry sabía que solo se VEÍA frágil. Había teniendo el 'placer' de probar la fuerza de Malfoy y podía asegurar que no era nada delicado.

"Anna" abandonó los labios del rubio. Harry frunció el ceño y apretó los puños. Sentía que quería arrancarle esa palabra de la boca, y que nunca más la volviera a repetir, pero no podía hacerlo. Aún no era tiempo, quería seguir disfrutando de su vista sin ser recriminado por eso... pero si esa tal Anna se sobrepasaba con su Draco tomaría cartas en el asunto.

Repentinamente se escuchó el sonido de rejas abriéndose y algo móvil acercándose a la mansión. Siendo esta tan grande, Harry se preguntó cómo podían oírse tan claramente las rejas principales. Él había comprobado que desde la ventana de Draco no se distinguía siquiera el muro que cercaba la mansión, porque suponía que había un muro ya que nunca lo había visto.

El rubio saltó de la cama apagando el cigarrillo en un cenicero negro de su mesita de noche. Caminó lentamente hacia la puerta, pero antes se detuvo frente al espejo. Se observó de pies a cabeza e hizo una mueca de disgusto. "¿Algún día estarás presentable?", murmuró antes de lanzar una ultima mirada venenosa a su propio reflejo.

"¿Acaso está loco?" pensaba Harry al oír el comentario final del Slytherin. ¿Presentable? Pero si era la cosa más perfecta y hermosa sobre tierra. Antes de poder seguir pensando en lo equivocado que estaba Draco este había desaparecido por la puerta del dormitorio. Salió hacia el corredor y pudo distinguir la nuca plateada desapareciendo escaleras abajo. Trató de hacer el menor ruido posible, pero le era casi imposible... estaba yendo demasiado rápido como para que no se le oyera, y sin embargo el rubio parecía no advertir su presencia.

Una campanada. El timbre de la Mansión resonó en las vacías paredes de piedra de toda la estructura y dentro de la cabeza de Harry. Era el sonido de la pistola que daba inicio a la carrera. La meta: Draco.

El muchacho de ojos verdes seguía tratando inútilmente de apagar la curiosidad de conocer a esa chica. Anna. ¿Cómo sería? Para complacer plenamente a Draco debía de estar muy cerca de lo que se llamaría 'perfecta'.

Llegaron al final de las escaleras y Draco aminoró el paso. Antes de abrir la puerta dio una última mirada a su reflejo y tomó el pomo de la puerta. Sin hacer ningún ruido, el gran cristal se abrió dejando pasar la oscuridad de la noche.

Fuera de la mansión se podían apreciar perfectamente las siluetas de dos personas. Una mucho más pequeña que la otra. La de la derecha era imponente, grande y oscura. La otra, despedía algo así como aprensión, y parecía temblar. Harry no alcanzaba a distinguirlas, pero supuso que la más pequeña sería Anna. No se equivocaba.

Draco esbozó una media sonrisa con una inclinación al tiempo que dejaba ingresar a las dos sombras. Harry se sorprendió de la formalidad y frialdad de tal recibida. ¿Acaso Draco no debió saltar y abrazar a la que sería Anna? ¿De repente no era ella... pero aún no había llegado así que tenía que ser ella, o no?

- Anna

- Draco

Quitó la capa de su cabeza y esta dejó al descubierto a una chica de facciones delicadas y piel clara. Ojos verdes, casi tan profundos como los suyos propios, solo que tenían chispas amarillas. A Harry le recordaba mucho el color de la piel de una serpiente que había visto en algún libro. La tez de la chica era bronceada, no morena como la de Harry. Su cabello corto y ordenado en algo que parecían trenzas, aunque Harry distinguió luego que no lo eran. Su pequeña nariz respingada y los labios finos y cuidadosamente delineados le daban cierto aire de superioridad como el que emanaba Draco. Ahora era obvio porqué tanta afinidad entre ellos. Dos pares de ojos verdes y unos grises voltearon cuando la figura más grande habló.

- Draco, creo que la Srta. Benheart debería subir a su habitación. Supongo que ya conoce el cuarto de huéspedes que siempre usa. Tengo algo que conversar con Draco y prefiero hacerlo ahora.

Harry había esperado a que ambos hombres entraran al despacho antes de pegarse a las puertas a tratar de oír la conversación. No obstante, no pudo distinguir ni una sola palabra que le interesara, así que desvió su atención hacia Anna. Debía estar arriba y, si sus sospechas eran ciertas, estaría en el cuarto frente al de Draco. Realmente había muchas habitaciones, pero esa era la más cercana y estaba vacía, tal como había indicado Snape al principio.

Subió lentamente las escaleras, pensando. No sabía exactamente qué quería ver, sólo que no quería irse y a la vez, no quería estar ahí.

Al llegar a la segunda planta oyó claramente un grito que fue apagado por las paredes. Cerró fuertemente los ojos y frunció el ceño tratando de apartar las imágenes visuales que se le venían. Caminó hasta las habitaciones oyendo los gritos apagados de abajo. Iba a tomar el pomo de la puerta cuando esta se abrió y la chica abandonó el cuarto.

Miró a ambos lados y puso los ojos directamente hacia los de Harry sin lograr verlo. Diferentes tonalidades de verde mezclados. Tal vez los ojos de aquella chica habían conquistado a Draco. Sólo bastaba echarles un vistazo. Avanzó aún con cautela, como un felino que escapó de su jaula para ir a otra sin ser visto. Harry echó un vistazo a la anterior habitación antes de que cerrara la puerta y parecía otra. Elegantemente arreglada, sobria y fría, como todo en esa casa.

La chica ingresó a la habitación de Draco y echó una mirada hacia todos los rincones parada frente a la ventana. Caminó hacia la chimenea haciendo ondear su cabello castaño en el camino, el cual parecía una cascada turbulenta sobre la delgada espalda. Se paró frente a las fotos, y vio cómo uno de los portarretratos estaba quebrado.

¿Acaso Draco trató de romper aquel regalo? No, seguramente se le había caído, aunque a juzgar por la foto más que una caída parecía que alguien la había rasgado. Pasó un largo y fino dedo por la foto, donde aparecía ella abrazada al chico del cual había estado enamorada secretamente durante tanto tiempo sin animarse a romper esa máscara de amistad incondicional.

Metió una de sus manos en el bolsillo de su túnica sacando lo que parecía ser una fotografía doblada. La colocó al lado de la que estaba sobre la chimenea y suspiró esbozando una sonrisa.

Draco no había cambiado. Seguía igual de hermoso y frío, pero emitiendo esa calidez que sólo ella podía sentir de aquellos hermosos ojos grises. No podía esperar a que terminara de 'saldar cuentas' con Severus para poder hablar con él de nuevo.

Volteó su mirada sintiéndose observada. Era un presentimiento que tuvo desde que llegó a la mansión. Caminó hacia el otro lado de la puerta invocando las escaleras para subir a la biblioteca de Draco. Subió lo suficiente como para ver las fotos perfectamente. Fue avanzando hasta llegar a las más actuales. Casi no había cambiado desde la última vez que lo vio.

Si no hubiera sido por culpa de esos estúpidos aurores no habrían tenido que separarse nunca. Aquellos, los del 'lado bueno' habían sido los causantes de la ruptura de muchos lazos, muchas familias destruidas por sospechas infundadas. Sólo por pertenecer o haber pertenecido a Slytherin sospechaban de uno. Las cosas seguían así, y parecían no mejorar. Era por eso que se sentía tan extraña con Draco. Había tenido que huir junto a su madre y Narcissa para poder ayudar a otros mortífagos, y presuntos mortífagos, a no ser encontrados y mandados a Azkaban, por lo menos hasta que estuvieran seguras de que iban a tener un juicio justo. Draco había permanecido con su padre hasta que Lucius había tenido que huir y encontrarse con ella en aquellos refugios. Así fue como se conectó nuevamente con Draco, así tuvo la oportunidad de que él le pidiera a Severus que vaya por ella... aún debía de estimarla

El sonido de la puerta la hizo sobresaltarse, una figura delgada y alta entró.

Harry la siguió hacia dentro del cuarto, esperando que buscara en los cajones de Draco o algo así, pero lo primero que hizo después de observar la habitación fue dirigirse a la chimenea. A esa foto. Aquella foto que le perforaba el cerebro, esa imagen que no se podía quitar de la cabeza, cada día deseando ser él y no ella la que ocupaba ese espacio en el papel.

Luego caminó hacia el otro lado de la puerta y conjuró las escaleras subiendo un poco. Observó las fotografías hasta llegar a la última. Una foto muy bella por cierto. Draco elegantemente sentado, arrogante y altivo, despidiendo encanto y picardía. Solo en ese momento Harry se dio cuenta que una sonrisa jugaba en los labios del rubio en el lienzo.

Estaba tan sumido viéndola a ella en esa posición pensativa y hasta melancólica que no oyó la puerta abrirse hasta que la persona que había ingresado habló

- Anna...


Chapter Summary: 14 de Marzo Donde Anna llega y Harry la sigue.

GaB

Modificado el Viernes 03 de Marzo, 2006