La mayoría de los shinigamis ya se había puesto el traje de baño, ansiosos por bajar a la playa y meterse de cabeza al mar, esas merecidas vacaciones en medio de tanto estrés y tanto desastre.

Algunos todavía estaban de pie esperando turno para cambiarse de ropa cuando las puertas se abrieron.

Tres vestidores se desocuparon al mismo tiempo, las puertas se azotaron en perfecta sincronía, cualquiera creería que las hermanas habían hecho aquello a propósito, puesto que salían caminando incluso con el mismo pie.

(Don't call me angel – Ariana Grande, Miley Cyrus, Lana del Rey)

Cualquiera que las viera podría apreciar la escena en cámara lenta, pero para cierto trío de shinigamis que esperaban turno, fue especialmente difícil apartar la vista al ver a las hermanas salir con pasos largos y piernas bien extendidas. Saya, Hanako y Asami estaban despampanantes.

Saya llevaba un traje de dos piezas, un conjunto casi deportivo, bastante revelador, que acariciaba sus curvas de manera cadenciosa y seductora, puesto que la parte de arriba era un crop top de tela negra con tiras anchas hechas de transparencias, dejando a la vista el dragón que tenía tatuado bajando por su hombro y hacia el antebrazo, que ese día parecía enmarcarla con cierto aire de coquetería, mientras que las flores de su pecho habían pasado a segundo plano, asomando apenas por debajo de la tela oscura, la parte de abajo era más corta, con una franja de transparencia por debajo del borde superior, una invitación al pecado para quien se atreviera a mirar en su dirección sin miedo a las consecuencias. Y aunque cualquiera creería que la musculatura de la chica estaba bien marcada por las horas y horas que pasaba entrenando al lado de sus hermanas, el abdomen plano, el ombligo, las líneas finas y estilizadas consiguieron que Renji se llevara una mano a la nariz para tratar de parar el sangrado que apareció al verla.

Asami usaba un conjunto de una sola pieza, de un color blanco inmaculado que resaltaba contra el tatuaje de su brazo izquierdo, el dragón y las flores del infierno hacían un contraste radical, como si pelearan a muerte contra la blancura para llamar la atención, pero, cómo quitar los ojos del cuerpo de Asami si el traje de baño tenía el cuello redondo y era de tiras anchas, delineando el busto de la chica y ocultándolo de la vista de los curiosos pero realzando las curvas correctas, lamiendo su abdomen hasta abrazar las caderas, pero en los costados tenía dos estilizados agujeros que dejaban a la vista la piel de sus costillas y la parte alta de sus caderas, incluso en la espalda tenía un escote redondo que enmarcaba su columna, dejando a la vista los hoyuelos de venus por los que Tōshirō solía enloquecer, el shinigami pasó saliva con dificultad ante la visión de su diosa y sonrió de medio lado, incapaz de quitarle los ojos de encima mientras caminaba déspota hacia ellos.

El traje de Hanako era de tres piezas, un bikini negro de cintura alta con líneas blancas en las costuras y escote profundo en las piernas, haciéndola lucir más curvilínea de lo que era, en la parte de arriba llevaba un top halter con tiras cruzadas sobre sus costillas, realzando la línea de su busto y haciendo que Byakuya pasara saliva discretamente, sintiendo el aumento de calor. La tercera pieza era una camiseta negra de malla semitransparente y escote en V, manga larga que cubría la piel hasta sus caderas, ocultando parte de las piernas y todo su torso, pero que dejaba traslucir que tenía un tatuaje en el antebrazo izquierdo, rodeando alguna irregularidad en su piel, era difícil saberlo a través de la tela, a pesar de la transparencia, pero cualquiera que fijara la vista se daría cuenta de que el dragón se enroscaba sobre sí mismo en dos vueltas y hacia la muñeca, diseñado para simular que envolvía la cicatriz que la chica tenía, misma que había decorado con algunas flores, las flores que representaban a sus hermanas.

Hanako al centro le dedicó una mirada y una sonrisa ladina a Asami mientras la menor se pasaba la trenza hacia el frente y comenzaba a deshacerla, dejando a la vista las curvaturas naturales de su cabello, luego paseó la mirada hacia Saya, quien se alejó el cabello del rostro con una sacudida de la cabeza antes de usar sus manos para despejarlo de sus hombros, finalmente ella misma levantó las manos para alejar el cabello de su rostro y peinarlo con los dedos antes de hacerse una coleta alta que se esponjó alrededor de ella como un halo.

En la distancia, incluso Shūhei, Shinji, Kensei y Lisa pasaron saliva con dificultad al ver la actitud de las hermanas, la encarnación de una femme fatale consumada y lista para su siguiente víctima. El capitán de la sexta intercambió una mirada pesada con su hermana, que sonrió orgullosa de sus subordinadas antes de dirigirse a la playa.

Suspiros y murmullos se levantaron al paso de las hermanas mientras ellas intercambiaban una última mirada y sonrisas cómplices, orgullosas de la impresión que habían logrado causar en los presentes, con el cabello saltando a su alrededor a cada paso que daban, moviéndose de un lado al otro con un aire hipnótico, derrochando cierto desprecio cuando pasaron por enfrente de sus respectivos amores platónicos y se encaminaron hacia la entrada de la playa.

—Ya era hora —se quejó Matsumoto, rompiendo con la magia del momento, terminando con el efecto de la cámara lenta y llamando sobre sí misma la atención de la gente a su alrededor.

—Sí —continuó Mashiro cruzándose de brazos —, acapararon los vestidores demasiado tiempo, qué malas son.

—Créeme linda —soltó Hanako acercándose hasta ella y tomándole el mentón en una mano, agachándose un poco para estar a la altura de su rostro, con la espalda bien recta y las piernas muy estiradas —, no es lo único que acapararemos el día de hoy.

Y sin añadir más, se dio la vuelta para tomar el brazo de Saya y dirigirse hacia la playa.

Y justo en ese momento repararon en que Asami parecía haberse desaparecido.

Saya levantó el rostro en dirección a Hitsugaya, pero el albino se encogió de hombros negando con la cabeza, sin saber tampoco en qué dirección había huido su novia.

—Ay, esa peque —murmuró Hanako divertida mientras Saya reía discretamente.

—Es demasiado pudorosa —se quejó Saya cuando por fin se calmó.

—Ya vendrá cuando tenga hambre —prometió Hanako antes de dar un caderazo a su hermana y señalar la playa con un movimiento de la cabeza.

Asami estaba sentada con la espalda recargada en una palmera, cubierta por una sudadera de capucha y cierre, miraba la playa de reojo, escuchando las risas de los shinigamis en la distancia, suspirando y preguntándose por qué seguía ahí oculta.

Su traje de baño no era tan revelador, incluso Hanako y Saya se habían atrevido a mostrar un poco más de piel, ¿por qué ella estaba ahí arrinconada?

Suspiró asomándose de su escondite y percatándose de que el traje de baño de Rangiku apenas y alcanzaba para cubrirle el cuerpo, la teniente de su división charlaba animadamente con otros shinigamis sin pudor alguno, permitiendo que sus curvas capturaran la atención de la gente.

—Desvergonzada —murmuró la tercer oficial para sí misma mientras volvía a su escondite, suspirando.

Yoshio se acercó a pasos tranquilos, Asami sintió su reiatsu sin problema alguno, suspirando todavía más pesado mientras se preparaba para el sermón. Sin embargo, el joven se dejó caer a su lado y se cruzó de brazos, enfurruñado y llamando la atención de Asami.

—¿Te importa si te acompaño? —musitó desviando el rostro, ganándose una mirada de curiosidad.

Guardaron silencio, Yoshio no necesitó más confirmación que aquel momento de silencio para poder perderse en sus propios pensamientos sabiendo que Asami no lo molestaría hasta que él mismo estuviera listo para contarle lo que le ocurría.

La tercer oficial reparó en la sudadera blanca que llevaba el muchacho, se parecía mucho a la que el capitán Kuchiki había llevado esa mañana, si no es que era la misma, y entonces Asami reparó en que el muchacho había adoptado la misma postura que ella.

—¿Pasó algo? —cuestionó con un gesto dulce mientras Yoshio suspiraba, fastidiado.

—Todos lucen increíbles.

—¿Todos?

Ambos shinigamis se asomaron de su escondite, repasando las miradas por los presentes.

Byakuya y Renji caminaban charlando distraídamente en dirección a donde estaban las bebidas, el primero llevaba el traje de baño cayendo sobre las caderas de forma seductora, con una camisa de manga corta cubriendo sus hombros, pero abierta, dejando ver el abdomen trabajado.

Renji llevaba una camiseta de resaque color negro que se adhería a su cuerpo resaltando cada uno de sus músculos, el cabello atado sobre su cabeza y hasta una trenza para mantenerlo lejos de su rostro, el traje de baño en tonos azules y grises, los pies descalzos. Sus brazos se veían claramente más trabajados que los de su capitán cuando él se llevó una mano a la nuca y sonrió ante la ironía que el pelinegro le hubiese dicho.

Asami suspiró percatándose de que, junto con el día en la playa, había un ambiente de soltura y comodidad ante la desnudez. Varios shinigamis llevaban el torso descubierto, Shūhei incluso se había quitado los brazaletes, piernas largas y torneadas, escotes profundos.

—Hasta el capitán Hitsugaya se ve increíble —se quejó Yoshio al percatarse de que Tōshirō se dirigía hacia las palapas para ocultarse del sol.

—¿Cómo que hasta el capitán Hitsugaya? —espetó Asami dando un golpecito al hombro de su pupilo antes de reírse discretamente.

Sin embargo, sus ojos repararon de nuevo en Matsumoto, que molestaba a Nanao respecto a su selección de aquella tarde.

Por piedad, hasta la teniente Ise se había arriesgado a usar un traje revelador mientras ella iba oculta en su sudadera.

Ambos shinigamis suspiraron pesadamente, intercambiaron una mirada antes de soltar una carcajada por su berrinche de esa mañana.

—¿Te da pena que te vean? —cuestionaron al unísono antes de romper en carcajadas y volver a sentarse en su escondite.

—Pero si tú luces increíble —espetó Yoshio con el entrecejo fruncido, mirando a Asami con reproche mientras la chica perdía la mirada en el cielo —, ¿no viste todas las miradas que acaparaste cuando saliste de los vestidores?

—Bueno, si comparamos con Matsumoto...

—Matsumoto es una exhibicionista, tu cuerpo es perfecto —exclamó el muchacho con determinación, poniéndose a gatas frente a Asami y haciéndola sonrojarse ante su determinación.

—P-pero...

—Tú no deberías ocultarte —afirmó con vehemencia, haciendo que la chica se sonrojara —, tú eres hermosa y tu cuerpo es... tu cuerpo es... —repitió componiendo expresión de sorpresa, percatándose por fin que había frenado justo a tiempo, sonrojándose hasta las orejas —tu cuerpo...

Ambos pasaron saliva con dificultad antes de romper en carcajadas, Yoshio se dejó caer de sentón para reírse a sus anchas, disfrutando ambos de aquel momento de calma luego de tanto estrés.

No supieron cuánto tiempo permanecieron ahí, riendo a carcajadas mientras pasaba el estrés inicial. Fue más un acuerdo tácito. Cuando dejaron de reír, ambos se pusieron de pie y se tomaron del brazo para salir a la playa, al encuentro de sus amigos, dejando las sudaderas dobladas cerca de sus pertenencias y dispuestos a disfrutar el día.

...

El balón saltaba de las manos de una a la siguiente, Hitsugaya sonreía desde la sombra de su paraguas admirando la forma en que las hermanas estaban haciendo pases de voleibol. Bueno, decir que miraba a las hermanas era decir mucho, sus ojos iban rápidamente del balón al cuerpo de Asami, quien saltaba y reía cada vez que golpeaba el balón.

Cara de ángel.

Renji se dejó caer al lado de Hitsugaya, llenándolo un poco de arena ante sus movimientos bruscos y consiguiendo que el capitán le dedicara una mirada ceñuda y un gruñido a manera de reclamo, pero rápidamente volvió la mirada a las hermanas y sonrió de medio lado buscando la manera de molestar al teniente en venganza.

—Llevan sesenta y dos pases sin que se les caiga el balón, ni tú podrías vencerlas.

—¡Vamos, Taichō! No me vas a decir que tú estás del lado de las hermanas demonio.

—No voy a negar lo evidente, te ganarían.

—Pero apuesto a que podemos dar batalla —murmuró Shūhei llegando hasta los shinigamis, observando la técnica que tenían las chicas con el balón.

—¿Tú también? —inquirió el albino dejándose caer en la toalla y pasando las manos por debajo de su cabeza —. Deberían dejar de pelear con ellas y comenzar a buscar la forma de acercarse, al menos a Saya no la vas a conquistar con miradas ceñudas y peleas a muerte.

Ambos tenientes se giraron hacia el capitán, recitando reclamos y acusaciones ininteligibles, uno tratando de negar a toda costa cualquier insinuación de romance entre él y cualquiera de las hermanas, el otro alegando que la chica estaba en otra liga y que ya habían dejado lo suyo por la paz.

Hitsugaya no entendió (y además prefirió ignorar) la alegata de ambos muchachos hasta que el silbido fuerte de Saya llamó la atención de los tres.

La chica estaba de pie en jarras, dedicándoles una mirada de desprecio mientras Hanako sostenía el balón entre su antebrazo y las caderas con Asami ligeramente oculta tras su cuerpo.

—Si van a hacer tanto escándalo —espetó Saya dedicándole una sonrisa déspota a Renji antes de señalar las redes que estaban dispuestas en las canchas playeras —, al menos ofrezcan una resistencia decente.

—¡Te ganaría con los ojos cerrados, Yamamoto! —gritó Renji poniéndose en pie de un salto, tumbando la sombrilla de Hitsugaya y consiguiendo que el capitán suspirara frustrado —. Con los cuarenta centímetros que te rebaso no serías capaz de romper mi defensa frente a la red.

—¡La estatura no tiene nada que ver! —exclamó Hitsugaya desde el suelo, dedicándole una mirada furiosa al pelirrojo.

—Pues veinticinco centímetros son veinticinco centímetros —gritó Saya divertida, consiguiendo que Asami y Tōshirō le miraran, molestos por aquella burla a su diferencia de estatura.

—¿Sí? —Exclamó Hitsugaya poniéndose de pie en un salto, mirando a Saya como si quisiera matarla sólo con la mirada —¿Por qué no lo demostramos en la cancha?

—No lo sé, capitán —soltó la soldado con fingida preocupación —, no quiero dar un mal golpe al balón que te deje clavado en la arena, como no estás tan lejos.

—¡Se acabó! —exclamó furioso, dirigiéndose a los vestidores con pasos contundentes, se frenó en seco al percatarse de que ni Shūhei ni Renji se movían, así que se plantó mirándolos de reojo —¿Qué están esperando? ¡A la cancha! Yo en seguida los alcanzo.

La tensión se sentía en el ambiente, los shinigamis se habían reunido en torno a las canchas de volibol cuando se percataron de que las hermanas Yamamoto habían acaparado uno de los lados. Primero había sido la curiosidad lo que los había movido, pero cuando se percataron de quiénes eran sus oponentes, los murmullos se alzaron entre todo el mundo y comenzaron las apuestas.

Apuestas que aumentaron cuando Hitsugaya Tōshirō volvió a la cancha, andando lento, con los puños apretados y una sonrisa soberbia mientras los shinigamis a su paso hablaban en voz baja o enmudecían amedrentados por la ferocidad de su expresión.

Su cuerpo no era más el de un niño, sus hombros anchos, su musculatura trabajada, su mirada arrogante, el cabello cayendo ligeramente sobre su rostro. Asami pasó saliva con dificultad al recibir aquella mirada lasciva que el capitán le dedicó cuando sus miradas hicieron coalición, y los ojos de la tercera oficial no dudaron antes de recorrer de pies a cabeza el cuerpo labrado de aquel muchacho y deleitarse en la manera en que sus bermudas caían por debajo de su ombligo, dejando ver las líneas de sus costados e invitándola a pecar con la mente.

—Alguien debería asegurarse de que esto sea lo más justo posible —comentó Byakuya en voz alta, codeando ligeramente a Ichigo con media sonrisa en el rostro, ambos divertidísimos ante las mejillas sonrosadas y la expresión grave en el rostro de Yoshio situado entre ambos adultos.

—¿Qué dices Yoshio? —llamó Ichigo con una sonrisa pícara —¿Quieres ser el réferi?

—¿Yo? —exclamó el menor mirando a su padre y a su tío alternadamente, entrando en pánico.

¿Réferi? ¿En una competencia entre su capitán y su tercera oficial? ¿Con peligro de que Hitsugaya lo acusara de ponerse del lado de Asami y ponerle más papeleo en castigo?

¡No, gracias!

—Tal vez un territorio neutral sería más apropiado —concedió Byakuya mirando a Ichigo, poniendo una mano sobre el hombro de su sobrino y haciéndole suspirar más tranquilo.

El pelinaranja asintió cuando las hermanas le dedicaron una mirada, así que Hanako se acercó a ellos, lo mismo que Hitsugaya, ambos con expresión serena.

—Me imagino que tenemos a los capitanes de sus equipos —bromeó Ichigo sonriendo para la teniente, que dedicó una mirada a sus hermanas antes de asentir una vez.

—Las damas primero —murmuró Hitsugaya cuando Hanako le ofreció el balón.

—Deja que empiecen ellos, hermana —exclamó Saya divertida, mirando a Renji de reojo —, si no les damos ventaja les vamos a ganar muy rápido.

—¡Quítale el balón a la teniente y vuelve acá! —gritó en respuesta el pelirrojo, poniendo las manos a los lados de su boca para hacer más ruido —¡Si ellas quieren perder más rápido es su problema!

—Lo decidiremos por azar —sugirió Byakuya mirando a Ichigo, quien sonrió sacando una moneda y mostrándosela a todos.

Las miradas de Byakuya y Hanako chocaron un instante, tiempo más que suficiente para que el pelinegro le guiñara discretamente, haciéndola reír y bajar la mirada antes de encarar al capitán Hitsugaya con un gesto sereno.

—¡Todas juntas, chicas! —exclamó Matsumoto llamando la atención de los presentes —Es nuestro deber apoyar a las hermanas.

Cada miembro de la sociedad de mujeres shinigami había conseguido pompones blancos, rojos y rosas, y ahora estaban alineadas frente a Matsumoto, que sostenía una mano contra la cadera y la otra la tenía levantada hacia el cielo, sosteniendo ella misma sus accesorios de animadora.

—¡YA-MA-MOTO! —Gritaron todas moviendo los pompones al mismo tiempo.

Hanako se llevó una mano al rostro y negó con la cabeza, sintiendo pena ajena, pero no pudo decir nada cuando Tetsuzaemon miró a Kira.

—¡Shūhei es miembro de la asociación, así que los apoyaremos también!

—¡Sí! Iré por las gafas y reuniré a los shinigamis.

—Dios —murmuró Hanako volviendo hasta sus hermanas y entregándole el balón a Asami con un gesto apesadumbrado —, tu teniente puede ser...

—¡YA-MA-MOTO!

—¡No las defraudaremos chicas! —gritó Saya agitando una mano sobre su cabeza y usando la otra para ampliar su voz mientras Hanako se cubría el rostro con una mano, agobiada, y Asami soltaba una risa discreta —Daremos todo en la cancha.

—Pena ajena —murmuró Hanako ante la sonrisa que le dedicó su hermana más pequeña, tratando de transmitirle algo de confianza.

Los seis tomaron posiciones y Asami respiró profundo para llamar a la calma, Hanako le dedicó una mirada de reojo, señalando hacia el frente con un gesto de apariencia militar que hizo a la menor asentir una vez.

El primer movimiento pareció hecho en cámara lenta.

Asami se movió con gracia al momento de lanzar el balón hacia el cielo, siguiéndolo con los ojos, tenía la boca ligeramente entreabierta, la mandíbula tensa, los dientes apretados cuando vio que el balón comenzaba a descender.

El segundo movimiento fue tan rápido que a la mayoría le costó trabajo verlo, el balón creó tanto viento que la arena se levantó un poco del suelo, Tōshirō y Renji sintieron la corriente pasar por en medio, y fue Shūhei quien recibió el balón en los antebrazos.

Aunque el muchacho había puesto sus manos en posición, no fue capaz de recibir la pelota en las muñecas, el golpe lo habría lastimado en serio. Sintió la piel de sus antebrazos arder cuando el balón giró en resistencia antes de que él pudiera levantarlo varios metros en el cielo y exclamar: —¡Renji!

El aludido reaccionó al escuchar su nombre y corrió a colocar el balón. Dio un salto alto para golpear el balón con la palma abierta, clavándolo demasiado cerca de la red, y cuál sería su sorpresa cuando, en el último minuto, Saya frenó el balón con el pie y una sonrisa radiante ante la cara de pasmo del teniente al ver cómo saltaba el esférico por los aires, lejos de ambos.

Acto seguido, Hanako saltó pisando el hombro de su hermana para alcanzar el balón y clavarlo en la arena, justo en las narices de Hitsugaya.

(Fuego – The Cheetah girls)

El partido era reñido, apenas lograban los muchachos anotarse un punto cuando las hermanas ya les habían clavado otro balonazo en las narices. Habían rotado de puestos al menos unas diez veces, los gritos, las porras, los otros shinigamis estaban pasmados de la velocidad de aquel partido, que difícilmente podían seguir con la mirada.

Byakuya y Soi-Fong llevaban la cuenta de los pases, la mayor cantidad de golpes dados al balón hasta ese momento era de cuarenta y ocho antes de que terminara en la arena, fuera de la cancha o clavado con violencia frente a la red, apenas con espacio suficiente como para distinguir de qué lado de la cancha había caído y cediendo el punto al que lo había golpeado al final.

Saya había replicado la técnica de Hana un par de puntos atrás, la teniente había golpeado el balón para colocarlo sobre sus cabezas y luego se había agachado en una rodilla, sabiendo que no podía volver a tocarlo o les costaría el punto, pero Saya había saltado alto, tan alto como había podido impulsándose en los hombros de su hermana para atestar un golpe a palma abierta.

También Renji había saltado, y aunque la diferencia de estatura era marcada, el tramo extra que Hana le había dado a su hermana les había ofrecido la oportunidad de pelear por ese punto. Las palmas abiertas de ambos shinigamis impactaron el balón al mismo tiempo, sintieron el golpe cimbrarles el cuerpo en el aire, ofrecieron resistencia, incluso ahogaron el grito con un gruñido hasta que el balón se les escapó de las manos hacia el costado.

Se saldría de la cancha, y no sabrían de quién había sido el punto, pero luego de haberlo peleado con tanto ahínco, ni Shūhei ni Asami desperdiciarían la oportunidad.

Ambos shinigamis salieron corriendo a toda velocidad, levantando arena a su paso, el balón casi tocaba el suelo, Shūhei se lanzó de costado, aventando el puño por delante para salvar aquel punto, Asami se le adelantó girando a toda velocidad; su empeine golpeó la superficie de la pelota, que giró pellizcándole la piel un segundo mientras ella buscaba a sus hermanas con la mirada antes de empujar la pierna por delante y regresar el balón a la cancha.

Saya había caído de sentón luego del impacto de aquel golpe, así que Hanako corrió a recibir aquel pase desesperado, golpeó el balón con las manos entrelazadas tratando de acomodarlo hacia el otro lado de la cancha y lo logró a duras penas, pero Hitsugaya ya estaba listo para interceptarlo.

Las puntas de sus dedos levantaron la pelota por encima de sus cabezas y sobre la red, pero la mano de Asami ya había encontrado otro remate.

Y por un instante, los pases fueron de las manos del capitán hacia su subordinada y novia, siendo ellos quienes acapararan el partido.

Las chicas de la Asociación de Mujeres coreaban con ganas el nombre de Asami, los hombres shinigamis hacían mucho ruido buscando subirle la moral al capitán Tōshirō, las hermanas, Renji, Shūhei, Ichigo, Incluso Rukia y Byakuya tenían los ojos abiertos, pendientes de los movimientos de la pelota mientras los integrantes de la décima división demostraban de qué estaban hechos en ese momento.

Soi-Fong perdió la cuenta luego del pase catorce y entonces el balón salió disparado hacia el cielo luego de un golpe de Hitsugaya, que no midió su fuerza al colocarlo.

—Ahora sí vamos a ver —dijo el albino divertido mientras los ojos de ambos estaban fijos en la pelota —, dónde están esos veinticinco centímetros de diferencia.

Asami bajó la mirada hacia su novio frunciendo el entrecejo, haciendo un puchero ante aquel desafío (¡Si ella ni había dicho nada al respecto!), para luego correr hacia el borde exterior de la cancha.

Aquel gesto tomó por sorpresa a ambos equipos, pero luego las hermanas sonrieron al ver a su pequeña frenar fuera de los límites de la cancha, fijar la mirada en el balón mientras adoptaba la postura del corredor antes de volver sobre sus pasos, de saltar y rotar el cuerpo en el aire, justo cuando el balón se acercaba al borde de la red.

No, Hitsugaya abrió los ojos, pasmado por aquel movimiento, no lo vio venir.

No, Renji estaba demasiado cerca del borde de la cancha como para llegar a tiempo por la violencia con la que se había clavado aquel golpe.

No, Shūhei se había quedado atónito al darse cuenta de que Asami había saltado lo suficientemente alto como para clavar aquel golpe con los pies.

Sí.

Asami clavó el golpe. Sus pies habían sobrepasado la altura de la red y ella había logrado golpear el balón con el empeine y hacerlo enterrarse ligeramente en la arena, dos metros a espaldas de Tōshirō, en las narices de Shūhei, demasiado lejos de Renji. Y todavía la tercer oficial tuvo el descaro de aterrizar de pie y levantarse, girando medio cuerpo y guiñándole a su novio con un gesto coqueto y zalamero mientras las chicas de la Asociación gritaban el nombre de la shinigami con un entusiasmo embravecido.

—Ahí están tus veinticinco centímetros, mi amor —y aquellas palabras dolieron más que el primer remate de las hermanas Yamamoto puesto que la chica dejó claro que ese comentario era para los tres shinigamis que ahora miraban el balón en la arena, dado que los tres superaban en estatura a las hermanas por mucho.

—Los mejores perfumes vienen en frasco chico —murmuró Byakuya divertido mirando a su sobrino, que tenía la boca abierta y los ojos centelleantes gracias a la admiración —. Y los venenos también —añadió en medio de un bufido sarcástico.

Aunque prevalecía aquel sentimiento hacia Asami, que había logrado poner a tres shinigamis que la superaban en estatura y en experiencia, esa profunda admiración que sentía por la joven que se había posicionado como tercera oficial y que había demostrado día a día por qué se había ganado ese sitio, también sentía admiración por el capitán Hitsugaya, que había logrado seguirle el ritmo a una de las hermanas demonio y hacer una resistencia formidable hasta ser vencido de buenas a primeras.

—Mira y aprende, Yoshio —murmuró Ichigo divertido luego de darle el punto a las hermanas con un movimiento de la mano —, esa sincronía se puede implementar en la batalla.

—Sin duda alguna —coincidió el menor con una sonrisa radiante mientras los hombres recuperaban el balón y le daban el turno a Shūhei para sacar.

Un punto.

Ambos equipos estaban empatados en ese momento, y, según lo acordado, el siguiente punto marcaría la diferencia.

Muerte súbita.

Aunque las apuestas iniciales habían sido para determinar que las hermanas ganarían aquel partido por mucho, la sorpresa se la habían llevado al ver el desempeño de ambos equipos.

Y aunque varias veces ambos equipos se habían demorado un segundo extra en ver a sus oponentes jugar (¡por Dios!, era evidente cada mirada que Tōshirō le dedicaba a Asami cuando ella saltaba y su cuerpo se estiraba para alcanzar el balón, así como era evidente las miradas furtivas que Shūhei y Renji dedicaban a Hanako y Saya cada que alguna de ellas se agachaba casi hasta el suelo para salvar los pases que ellos pretendían clavar en la arena), ahora se sentía un aura pesada en la cancha por la concentración que mostraban los seis shinigamis en sus rostros.

Shūhei golpeó el balón con fuerza suficiente como para hacerlo llegar hasta el otro lado de la cancha. Las tres lo vieron, aquel golpe llevaba tal brío que habría caído fuera fácilmente, y dejarlo pasar les habría dado el punto que necesitaban para ganar, pero las sonrisas socarronas de las tres hicieron a los muchachos pasar saliva con dificultad. No, tampoco los dejarían caer tan fácil.

Hanako tuvo tiempo suficiente de buscar a Byakuya con la mirada y guiñarle coqueta antes de darle la espalda a la cancha y correr un par de pasos, sus manos entrelazadas recibieron el balón y ella dobló la espalda hacia atrás, plantada en una pierna y apuntando la contraria hacia la arena, haciendo un cambré artístico que hizo a las chicas de la Asociación gritar con entusiasmo ante la postura de ballet.

Saya recibió el pase y lo levantó con un voleo sencillo para darle tiempo a Asami de llegar a colocar el tercer golpe y pasar el balón al otro lado de la cancha.

Hitsugaya fue quien lo recibió, y luego la voz clara de Shūhei los alertó, cuando el teniente gritó la palabra "voy", Renji se plantó en su sitio dejando al moreno rebasarlo para golpear el balón por segunda vez, regresándolo a la cancha de las hermanas.

Asami dio el voleo, Saya remató, y luego Hanako recibió en sus manos el golpe cuando Tōshirō trató de clavar aquel punto saltando ambos muy cerca de la red. La pelota brincó por los aires y Renji corrió a salvar el siguiente pase.

Y si bien la pelota saltó por las manos de todos, y los shinigamis lograron hacer veintiséis pases seguidos, Asami y Hana saltaron al mismo tiempo, la primera impulsada un poco más al haber pisado la rodilla de Saya, golpearon el balón con tal sincronía que bien podrían haber parecido un espejo, sólo diferenciadas por el color de sus cabellos y el contraste de sus trajes de baño.

Shūhei pasó saliva, Renji corrió a tratar de salvar el pase, Tōshirō se dejó caer de bruces y lanzó los puños entrelazados. Habría salvado el punto, las manos estaban colocadas para salvarlo y las hermanas ya se estaban reagrupando para responder al siguiente golpe...

De no ser por...

Los seis shinigamis vieron aquella escena casi en cámara lenta.

Tōshirō sintió la arena rasparle la piel y saltar a su alrededor al aterrizar y empuñar las manos, Shūhei entreabrió la boca mientras Renji derrapaba un poco sobre la arena para detenerse y no golpear al capitán Hitsugaya.

Saya, sentada en la arena abrió los ojos con sorpresa mientras una sonrisa se extendía por todo su rostro.

Asami y Hana aterrizaban, la primera liberaba una risa suave antes de desternillarse de risa, la segunda gritaba una indicación con expresión de sorpresa.

Y mientras todo esto ocurría al mismo tiempo en que Hanako gritaba "¡Quieto!"

Hogo había capturado el balón entre sus poderosas fauces, haciéndolo reventar por aquel juego antes de que Yoshio saliera en persecución tras el enorme Gran Danés que ahora agitaba la cola y gruñía agitando la cabeza con violencia mientras terminaba de desinflar el balón entre un golpe y el siguiente de sus poderosas fauces.

Hogo se percató de que Yoshio lo perseguía y le hizo frente un segundo, antes de salir corriendo mientras el pequeño le gritaba reclamos y los shinigamis reían a carcajadas.

Al menos la mayoría, puesto que Hana miraba la escena con pasmo, lo mismo que Byakuya, Renji y Tōshirō.

—¿Lo declaramos un empate? —sugirió Ichigo divertido mirando a los jugadores y consiguiendo que Saya y Renji le mirasen con reproche.

—¿Empate? —espetaron al unísono antes de mirarse el uno al otro.

—Iban empatados cuando Hogo intervino —murmuró Rukia viendo cómo su hijo forcejeaba con el perro por los restos del balón mientras se carcajeaba, jugando ahora con la mascota de su división.

—Es la única manera en la que podrías soñar con ganarnos —exclamó Saya divertida, haciendo que se le saltara una vena en la sien al pelirrojo.

Las chispas y electricidad saltaban con violencia entre los ojos de Saya y de Renji. No era extraño verlos pelearse en los pasillos del Gotei, desafiándose el uno al otro para contiendas y competencias que los hacían para tratar de demostrar quién de los dos era mejor. Hacía tiempo que entrenaban juntos y algunos rumores se habían levantado sobre la verdadera naturaleza de su relación, pero ambos shinigamis seguían negándolo todo.

Ahora varias personas se habían reunido en torno a ellos, olvidándose de Hogo y Yoshio, divertidos por las constantes rencillas que surgían entre teniente y subordinada, preguntándose hasta dónde llegaría la contienda de aquel día luego de un partido tan reñido.

—Pon el reto y te ganaré en lo que gustes —espetó Renji mirando con desprecio a Saya, consiguiendo que la chica compusiera una sonrisa sarcástica y lo barriera de pies a cabeza.

—No pudieron ganarnos en vóley, demostraron no ser capaces en la arena, no tendrías oportunidad en ningún lugar.

—¿Qué te parece un reto en el agua?

—Apuesto a que te ahogarías al primer intento, yo por otro lado —dijo orgullosa apuntándose con el pulgar —, soy un pez en el agua.

—¿Quién se va a ahogar? —ladró Renji en respuesta, dándole el costado a Saya y volviendo el rostro mientras se cruzaba de brazos, ofendido.

—Con ese oleaje... —murmuró Byakuya fingiendo estar distraído, sus ojos brillaban entre azul y violeta mientras la brisa salina cubría a los shinigamis.

Vieron algo en la distancia, un pez saltando entre una ola y la siguiente mientras el mar aumentaba su ritmo...

Y surgió una idea.

La sonrisa de Saya se ensanchó con ganas, un gesto socarrón y arrogante mientras veía algo flotando a la deriva entre las olas. Cuando la shinigami alzó la mirada hacia Renji, el pelirrojo asintió aceptando el desafío haciendo la tensión crecer entre los presentes.

(Give it away – Postmodern Jukebox cover)

Yoshio miraba con entusiasmo cómo Saya y Renji se dirigían hacia el océano. Ambos shinigamis braseaban sobre su respectiva tabla, pasando sobre las olas mientras esperaban por la respuesta del océano, algo que les permitiera hacer una buena actuación.

Ninguno de los dos había surfeado en toda su vida, pero Saya se sentía bastante confiada al respecto, después de todo era portadora del dragón del mar. No debía suponer un problema dominar el elemento con el que había crecido negociando toda su vida, se sentía cómoda, estaba en su elemento mientras el agua salada le golpeaba el rostro con cada braseada, el escozor que otros habían sentido en los ojos cuando entraron por primera vez al agua esa mañana no le había afectado a ella, y sonreía socarrona de sentir esa contienda ganada.

Por eso precisamente le tomó por sorpresa ver que Renji fuera el primero en intentar algo.

Pasó por un costado de ella, nadando con la corriente mientras la cresta se levantaba levemente.

Las primeras olas de aquella tarde apenas y se levantaban un metro, pero parecía ser suficiente para probar suerte.

Renji se puso de pie con dificultad sobre su tabla, buscando el equilibrio antes de despegar las manos de la tabla y mirar el agua con expresión de terror.

—¡Ganbatte! —gritó Yoshio desde la orilla, agitando ambas manos para dar ánimos al teniente y hacer reír a Saya.

El pelirrojo se tambaleaba de atrás hacia adelante, tratando de mantener el equilibrio, sintiendo que la tabla tiraba de él hacia el frente y que todo el peso de su cuerpo se iba hacia atrás. Caería al agua en cualquier momento.

—Parece difícil —murmuró Byakuya llegando al lado de su sobrino y palmeándole el hombro en un gesto cariñoso, poco habitual, pero muy cariñoso.

—¡Renji —gritó Yoshio poniendo ambas manos a los lados de su boca para proyectar su voz con más fuerza —, dobla las rodillas e inclínate hacia el frente! Esta muy tieso —añadió en voz baja, observando al pelirrojo y percatándose de que no había manera de salvar esa ola —¡Avienta el cuerpo hacia adelante, extiende los brazos!

—Suenas como un experto —murmuró Byakuya con orgullo por su sobrino, pero negando con la cabeza al ver a su teniente agitar los brazos con desesperación para mantenerse sobre la tabla.

—No debe ser tan difícil —murmuró el muchacho antes de componer, a la par de su tío, ambos una expresión de dolor al escuchar el golpe que dio Renji al caer al agua mientras la tabla salía disparada por los aires.

Saya se carcajeaba sentada en su tabla, sosteniendo su estómago con ambas manos, ni siquiera le importaba mantener el equilibrio, y sus risas pronto contagiaron a otros de los muchachos que se bañaban entre las olas, Renji sacó la cabeza del agua y agitó sus cabellos para quitarse el exceso de la piel antes de comenzar a nadar en dirección a su tabla.

—Parece que quisieras probar —apuntó Byakuya cruzando los brazos y ocultando sus propias ganas de intentarlo.

Yoshio bajó un poco el rostro, abochornado mientras observaba al teniente de la sexta subir con cierto grado de dificultad a su tabla de nuevo.

—Yo no... —tartamudeó por lo bajo ante la atenta mirada del capitán, que ya había compuesto media sonrisa antes de volver los ojos hacia el agua en busca del punto rojizo en que su teniente se había convertido.

—Hagamos esto —murmuró Byakuya agachándose en una rodilla y mirando a su teniente en el horizonte, tapándose el sol con una mano, aunque lo que buscaba en realidad era ocultar su expresión de su sobrino —, seré tu excusa.

Yoshio volvió el rostro a toda prisa, mirando a su tío agachado a su lado mientras asimilaba aquellas palabras y una sonrisa se extendía por su rostro.

—Pero, tío Byakuya-sama...

—Si no quieres montar las olas lo entenderé —admitió entreabriendo los dedos para mirar a su sobrino por ahí, percatándose de que el menor negaba con la cabeza.

—¡No, está bien, lo haré! Te enseñaré a surfear —exclamó con entusiasmo antes de salir corriendo hacia sus padres.

Yoshio moría de emoción ante la idea de poder retribuirle a su tío un poco de todo aquello que él había hecho para instruirlo como shinigami, el taichí, el zanjutsu, las sesiones de meditación y de hakuda. Aunque el menor sabía perfectamente que las habilidades del capitán de la sexta debían sobrepasar por mucho los conocimientos del menor sobre el surf, el simple hecho de sentir que podía enseñarle algo al hombre que tanto admiraba le daba tanta emoción que le era difícil ocultarlo.

Hanako llegó al lado de Byakuya mientras Renji salía disparado de su tabla por tercera vez, Saya a duras penas podía controlar sus carcajadas, ni siquiera había podido abordar una primera ola al seguir riendo estruendosamente por los fracasos acumulados de aquel teniente, aunque tenía que admitirle una cosa: seguía tratando con la misma efusividad que en el primer intento, le reconocería el entusiasmo puesto en ello.

—¿Escuché bien, capitán? —canturreó ella coqueta, cruzando los brazos mientras Byakuya volvía a cubrirse los ojos del sol para poder ver a Renji en la distancia —¿Aprenderá a surfear esta tarde?

—No se confunda, teniente —pidió sonriendo de medio lado, sólo para que Hanako le viera coquetear de regreso —, no aprenderé a surfear, tomaré lecciones de surf con mi sobrino.

—Me encantará verlo en acción —admitió ella mientras Shūhei y Kira se acercaban a ellos, cubriendo también su rostro con una mano sin perder de vista a Renji, que ya se ponía de pie de nuevo sobre la tabla.

—¿Creen que lo logre? —murmuró el rubio cruzando los brazos y mirando a su amigo en la distancia.

—Es lo suficientemente terco como para conseguirlo —concedió Shūhei distraído.

—Teniente —llamó Byakuya con voz profunda, haciendo a Hanako pasar saliva con dificultad mientras Yoshio se acercaba a ellos cargando consigo dos tablas cortas —, por favor, no pierda detalle —concluyó tomando una mano de Hanako antes de besar sus nudillos y dirigirse hacia su sobrino, quitándose de los hombros la camisa que le había resguardado del sol y permitiendo a la shinigami ver cómo se marcaban sus omóplatos en aquel movimiento.

—Uff —musitó Kira burlesco mientras Shūhei fruncía el entrecejo mirando a Byakuya alejarse, ignorando el sonrojo en las mejillas de la teniente de la trece —, eso fue... ¿Te estaba coqueteando? —cuestionó mirando a Hanako mientras Yumichika e Ikkaku se acercaban también a ellos.

—No creo —soltó la joven sin aliento —, sólo es muy intenso.

—Es muy sexy —canturreó Yumichika codeando a Hanako y haciéndola reír como una tonta.

—Es insoportable —se quejó Shūhei.

—Eso dices porque estás celoso —soltó Kira divertido, haciendo a Hanako reír por lo bajo mientras Shūhei soltaba una serie de reclamos a su amigo.

Y aunque el alegato del moreno pudo haber seguido por minutos y minutos mientras Kira retrocedía sonriendo y poniendo las manos de por medio como un escudo contra la rabia de su amigo, la voz de la teniente los sacó de su discusión.

—¡Ganbatte, Abarai-san! —gritó Hanako con las manos a los costados de la boca mientras Renji parecía haber comprendido la técnica para mantenerse de pie sobre la tabla durante poco más que unos segundos.

Los shinigamis dejaron su alegato para mirar al océano, percatándose de que eran varias las personas que se deslizaban ya por las olas, siguiendo el ejemplo de Renji y Saya. Shūhei cruzó los brazos y sonrió de medio lado al ver a su amigo seguirlo intentando mientras Yoshio le gritaba instrucciones de más cerca antes de rodar los ojos y volver la atención hacia su tío.

—No lo hace nada mal —murmuró Yumichika acercándose a Hanako, arrastrando la voz y recargándose en su hombro.

—Será que lo quieres mucho, porque se le da fatal —contradijo la teniente haciendo a su amigo reír discretamente.

—No hablo del teniente de la sexta, sino de su capitán.

Hanako volvió un poco el rostro, percatándose de que Byakuya se encontraba de pie sobre su tabla mientras la ola terminaba de romper, bajo la atenta mirada de su sobrino y sus halagos por haber acatado las indicaciones desde el primer intento. Tuvo que pasar saliva al verlo levantar las manos hacia su cabeza, atándose el cabello en una coleta alta mientras los movimientos definían mejor los músculos de su cuerpo.

La teniente pasó saliva antes de volver a poner las manos a los lados de su boca y gritar, fallando los tonos al inicio.

—¡Ganbatte, Abarai-san!

—¡Mira nada más! —exclamó una voz conocida a espaldas de los shinigamis.

Hanako giró a toda velocidad con una sonrisa radiante en el rostro mientras Yoruichi y Kisuke se acercaban a ellos con sonrisas socarronas en el rostro.

—¡Yoruichi-san! —exclamó Hanako antes de encontrarla y darle un abrazo de bienvenida.

—¡Qué sorpresa verlos por aquí! —admitió Shūhei también saludando a los recién llegados, percatándose de que el hijo de aquel matrimonio se acercaba a toda carrera, agitando la mano para saludar mientras Hanako regresaba el gesto con la misma efusividad, feliz de ver al joven con el que había entrenado durante su estadía en el mundo humano.

—¡Hanako-chaaaan!

—¡Daisuke —exclamó la chica agachándose un poco y mirando al muchacho a los ojos —, qué alto te has puesto!

—Crecí varios centímetros —presumió irguiéndose todavía más.

—Y te has puesto muy guapo también —remató divertida mientras revolvía el cabello del muchacho.

—Cuidado —advirtió Shūhei sonriendo malicioso mientras Yumichika, Ikkaku y Kira se soltaban a reír —, o Senbonzakura te va a despedazar.

—¿Eh? —exclamó confundido ante las palabras del teniente —¿Senbonzakura? ¿Por qué?

Hanako le dedicó una mirada con el entrecejo fruncido al moreno antes de carraspear rodando los ojos y cambiando su atención al recién llegado.

—Nuestro querido bakataichō está molesto porque te prefiero sobre él —canturreó Hanako sumiendo a Shūhei en un aura depresiva que hizo reír más a los presentes.

—¿Qué tenemos entre manos este día, teniente Yamamoto? —inquirió Kisuke divertido, pasando un brazo sobre los hombros de Yoruichi y mirando en dirección al mar.

—Bueno, Saya está compitiendo contra Renji —murmuró insegura la aludida mientras se cubría el sol con una mano sólo para ver cómo el teniente caía por enésima vez de su tabla, aunque esta vez entrando al agua con algo más de gracia.

—A mí me parece que si la soldado no deja de reírse así le dará un calambre y se ahogará.

—Sería divertido ver a Renji sacarla y darle respiración de boca a boca —sugirió Yumichika con una sonrisa maliciosa.

—Saya regresaría de entre los muertos sólo de considerar esa posibilidad —apostó Ikkaku entre risas.

—Pues yo digo que debería hacerse la muerta y disfrutar el beso —cortó Yoruichi divertida mientras Daisuke corría hasta el borde del océano, agitando una mano sobre su cabeza y sonriendo ampliamente.

—¡Yoshio! —gritó el menor llamando la atención de su amigo —¡Yoshio!

—¡Daisuke! ¿Qué haces aquí?

Hanako sonrió viendo a los adolescentes entenderse a los gritos antes de volver su atención a Saya, que ya se había puesto de pie para montar su primera ola.

Por supuesto, había cierta torpeza en sus movimientos al principio, estabilizar la tabla, luchar contra la corriente de la ola, mantener el equilibrio, Saya sintió el tirón del océano antes de echar el cuerpo hacia el frente y bombear un poco contra el agua, logrando estabilizarse al final.

Aquella primera ola le sirvió para aclimatarse, para entender cómo funcionaba aquello, para entender en qué dirección tiraría el mar.

La soldado pasó entre Byakuya y Yoshio cuando la ola por fin se deshizo y ella se irguió en su tabla, mirando a sus espaldas en busca de los ojos de Renji antes de soltar su burla.

—¡En el primer intento!

—¡Quisiera verte hacer más que eso!

—¡Apenas estoy calentando motores, no creas que...!

Y una nueva ola que tiró a Saya al mar, haciendo a Yoshio carcajearse por su entrada al mar mientras que Renji dio dos brazadas, preocupado por la soldado hasta que la vio sacar la cabeza del agua y agitar su melena para quitarse el exceso.

—Oh, esto se pondrá bueno —exclamó Hanako agitando una mano al ver a Byakuya dedicarle algunas palabras a su teniente mientras Yoshio asentía con los puños apretados.

(Born to be wild – Steppenwolf)

La siguiente ola comenzó a levantarse a sus espaldas. Byakuya y Yoshio nadaron mar adentro para dejarla pasar mientras Renji comenzaba a bracear hacia la orilla, mirando sobre su hombro, esperando que la cresta comenzara a tirar de él.

Le dio su espacio a la ola, se aferró a la tabla con ambas manos mientras saltaba hasta apoyar las puntas de los pies ahí, midiendo la presión y los jaloneos. Y una vez que sintió la tabla afianzada a media ola acomodó los pies y comenzó a enderezarse en su sitio, soltando la tabla de a poco para llegar a posición.

Siguió las indicaciones de Yoshio, los consejos de Byakuya, mantuvo las rodillas flexionadas, el peso del cuerpo hacia el frente, deslizando los pies por la tabla sin despegarlos de su superficie y evitar un desbalanceo, respiró profundo parpadeando rápidamente para quitarse la sal de los ojos. De un momento a otro, bajo la atenta mirada de Saya, bajo las miradas de sorpresa de todos los presentes, Renji había logrado sostenerse sobre la ola con los brazos extendidos hacia los lados, sintiendo el agua de la cresta golpeando contra su espalda y su nuca.

Se deslizó varios metros, permitiendo que la ola guiara la dirección de su movimiento hasta que sintió que el agua tiraba de la punta de su tabla. Fue un movimiento desesperado, el teniente se agachó más y empujó la tabla con sus pies cuando sintió que la punta se dirigía hacia la cresta, sabía que terminaría cayendo si no hacía algo al respecto.

Y, por supuesto, todo el mundo se quedó boquiabierto cuando la tabla de Renji dio un giro de ciento ochenta grados y volvió a ponerse en horizontal contra la ola, levantando los brazos un poco sobre la cabeza a fin de ganar equilibrio.

Lo logró...

Hanako, Shūhei, Kira y Yumichika gritaban porras desde la orilla, fascinados con el desenlace de aquella ola. Renji no salía de su sorpresa, con los ojos bien abiertos mientras se balanceaba para tratar de mantenerse sobre la tabla.

Saya, Ikkaku, incluso Yoshio y Byakuya miraban con sorpresa al teniente que ahora caía de espaldas hacia el agua mientras su tabla salía disparada hacia el aire, y aunque el menor de ellos estalló en aplausos, encontrando dificultades para mantener el equilibrio, la salida de Renji del agua sólo consiguió que Saya frunciera el entrecejo, nadando hacia la siguiente ola.

El agua tiraba con fuerza, si la ola de Renji logró levantarse metro y medio, la que Saya pretendía abordar comenzaba a rebasar la estatura de la soldado con creces, permitiéndole acariciar el agua con la mano disponible mientras ella buscaba su punto de equilibrio, mirando la playa para no perder el horizonte.

Saya sonrió confiada cuando la ola comenzó a reventar sobre su cabeza y amenazaba con cerrarse sobre ella.

Si bien, la soldado se embarriló un momento bajo las miradas atentas de todos los shinigamis, pronto la vieron salir de aquella situación, rodando su tabla sobre el agua hasta conseguir dar una vuelta sobre sí misma, lanzando chorros de agua salada conforme se movía sobre el mar; primero se aseguró haberle sacado medio metro de ventaja a la ola antes de encaminar la punta de su tabla y saltar un poco sobre el agua, sobrepasando la cresta y acuatizando con cierta dificultad, aunque si bien sus movimientos fueron arrebatados, aquella brusquedad fue lo que le dio el último impulso para recuperar el equilibrio, alzando las manos sobre su cabeza y agradeciendo con gestos soberbios los aplausos de la gente mientras se deslizaba sobre el océano, sonriendo divertida.

Y aunque al principio los aplausos y ovaciones se alzaron sobre el sonido del mar y los gritos de las gaviotas, pronto una discusión atrajo las miradas de todos.

Yoshio había llegado a la orilla y discutía a los gritos con Daisuke, desafiándose el uno al otro.

—¡Apuesto a que mamá puede derrotar a tu tío en una competencia de surf!

—¡No subestimes el orgullo del clan Kuchiki!

Hanako suspiró divertida mientras la sonrisa de Yoruichi se ensanchaba en su rostro y ella ponía las manos a los costados de su boca.

—¡¿Qué dices, Byakuya?, ¿listo para tragar agua?!

Aunque la mirada del pelinegro había caído sobre la morena cuando ella inició su grito, pronto el noble desvió la mirada hacia el costado, rascando su oído con el meñique e ignorando a su antigua mentora con alevosía y ventaja.

Hanako tosió para disimular su risa mientras Yoruichi fruncía el entrecejo y alzaba más la voz.

—¡No me digas que me ignoras porque tienes miedo!

Byakuya se reclinó sobre su tabla y comenzó a nadar contracorriente, permitiendo que la creciente ola tirase de él hacia el océano.

El pelinegro se puso de pie en su tabla mientras descendía por el cuerpo de la ola, acariciando el agua con una mano mientras que la otra la usaba para alejar los mechones sueltos de su rostro, con la mirada fija al frente antes de girar con violencia sobre el agua, salpicando a los otros bañistas y rebasando a su teniente, dejándole pasmado a su paso.

Byakuya sobrepasó la ola, su tabla abandonó el mar y él se levantó poco más de un metro, logrando un giro de trescientos sesenta grados antes de liberar la tabla y dejarse caer de espaldas al agua.

—¡Ganbatte kudasaii, Byakuya oji-sama (Tío)! —gritó Yoshio con las manos a los costados de su boca, haciendo a Daisuke brincar en su sitio mientras Yoruichi pasaba corriendo a su lado con su tabla lista para entrar al mar.

—¿Ōji-sama (príncipe)? —cuestionó Daisuke, ofendido, mientras una vena se saltaba en su frente y pel volvía la vista al mar —¡Oka-sama, ganbaru!

Los adolescentes intercambiaron una mirada cargada de furia, mirada que soltó chispas por ahí por donde se encontraba antes de que pegaran las sienes y empujaran mirándose a los ojos.

(My Maria – Brooks & Dunn)

—Oh, dear... —murmuró Hanako divertida, viendo a Yoruichi pararse de manos en su tabla mientras Byakuya la miraba, bufando y desviando el rostro.

—¿Qué esperas para echarle porras? —espetó Shūhei con desprecio mientras veía a Byakuya hacer por tomar otra ola.

—Bueno, seguiré a poyando a Renji.

—Ja, como si no quisieras ser la cheerleader del noble.

—Oh, vamos, bakataichō, no seas malo conmigo —exclamó Hanako divertida al ver a Shūhei darle el costado —¿Me enseñas a surfear?

Shūhei volvió un poco la mirada, sorprendido ante la petición de la chica, que le sonreía con ganas.

—¿Hablas en serio?

—¿Por qué bromearía con esto? —Hanako le dio un caderazo a Shūhei antes de aferrarse a su brazo y sonreír —Que vaya a apoyar a Byakuya en su competencia contra Yoruichi-san no quiere decir que tampoco quiera pasar tiempo con mis amigos, darte una paliza en la arena no cuenta.

—Muy graciosa —espetó el moreno pasando un brazo sobre los hombros de Hanako y arrastrándola consigo para buscar sus propias tablas.

Saya y Renji guardaron silencio unos minutos para ver a Byakuya y Yoruichi adueñarse de las olas, y, al igual que los muchachos en la playa, sus voces pronto se alzaron para apoyar a su respectivo mentor. Para nadie fue una sorpresa escuchar al teniente vitoreando a su capitán mientras la soldado apoyaba a su mentora. Por supuesto, tampoco fue una sorpresa para ninguno verlos comenzar a discutir, gritándose desde sus tablas antes de comenzar a lanzarse agua con las manos.

—¡Ven y dímelo en la cara!

—¡Oblígame!

El chorro de agua le dio de lleno en el rostro a Saya y ella liberó una carcajada mientras pateaba el mar aferrándose a su tabla y salpicando a Renji de regreso. El siguiente chorro de agua le entró a la boca y la chica abrió los ojos, percatándose de que Renji le sonreía preparando su siguiente ataque, ahora carcajeándose ambos.

Asami sonreía, sentada desde la playa a la sombra de una palmera. Tōshirō llegó hasta su lado en silencio y se dejó caer con cuidado de no llenar con arena a su novia, y prolongó aquella calma un poco más mientras ella recargaba su cabeza sobre el hombro del capitán, permitiendo que el frío que emanaba de su cuerpo le ofreciera refresco ante el calor de la playa.

Asami suspiró conmovida al ver a Hanako de pie en una long con Shūhei tras ella, sosteniendo su cintura y dándole indicaciones que la hacían asentir o negar. Su sonrisa se pronunció cuando divisó a Renji y Saya sentados en sus tablas, lanzándose agua el uno al otro, riendo ambos a carcajadas habiendo olvidado por completo su competencia. Liberó una risa por lo bajo cuando se percató de que Daisuke y Yoshio seguían gritando en la playa mientras Byakuya y Yoruichi los miraban, suspirando con resignación cada uno desde su tabla.

—¿No vas a intentar? —cuestionó Tōshirō al ver a Hanako saltar al agua para recuperar su propia tabla.

—¿Qué cosa? ¿Surf? No gracias —murmuró la chica mirando a su novio y sonriendo cuando descubrió al muchacho paseando la mirada por su cuerpo, sonrojándose al ser atrapado in fraganti.

—¿Por qué no?

—¿Tú lo intentarás?

Tōshirō se dejó caer de espaldas en la arena, con ambas manos bajo la nuca y cerrando los ojos, fingiendo desinterés.

—Odio el calor —puntualizó mientras Asami se recostaba a su lado, recargando la cabeza en el hombro del capitán y mirando las formas de las nubes que se movían perezosas por el cielo, ofreciendo sombras irregulares a los bañistas distraídos.

—El mar está fresco.

—Sí, también sobrepoblado justo ahora —añadió divertido el capitán mientras trazaba círculos con su índice alrededor del ombligo de Asami, haciéndola sonrojarse.

Permanecieron en silencio un poco más, escuchando el sonido del mar, la risa a lo lejos, las discusiones de los jóvenes. Asami podría haberse quedado dormida, arrullada por la manera en que Tōshirō le acariciaba el vientre con aires distraídos, agradeciendo ambos ese momento de paz y tranquilidad.

En el mar la historia era diferente, Kisuke había tomado a su hijo en hombros y se habían aventurado mar adentro mientras Yoshio recuperaba su tabla y se dirigía hacia su tío, no sin antes pasar entre Saya y Renji preguntando si habían declarado un empate, recordándoles que estaban compitiendo.

Daisuke sonrió divertido cuando su madre lo subió a hombros mientras se deslizaba tranquilamente sobre la siguiente ola con Kisuke gritando ovaciones en la distancia, haciendo a su familia sonreír con ganas ante su entusiasmo.

Shūhei y Hanako se perseguían con una ola de diferencia, haciendo cada uno lo posible por mantenerse encima de sus tablas bajo la atenta mirada de Byakuya, que no perdía detalle en la manera en que el teniente perseguía a su protegida. Y aunque el noble consideró seriamente salir del agua para evitarle un mal momento a Hanako, al final la teniente braceó hasta él y sonrió mirándole con curiosidad, a la espera de verle tomar la siguiente ola mientras Kira e Ikkaku entraban también al agua y se dirigían hacia su amigo.

(Man on fire – Oh the Larceny)

Renji tomó la siguiente ola, haciendo a Saya pasar saliva.

Su cuerpo estaba cubierto de gotitas que resbalaban por su piel capturando los últimos rayos del sol en sí mismas, la trenza se había deshecho, sus cabellos caían pesados por el agua en la coleta alta, pegándose a la piel de sus hombros, de su espalda. Saya podía ver claramente las horas y horas de trabajo labrado en el cuerpo de aquel shinigami que sonreía con altanería mientras sus pies hacían presión contra la tabla, contra la ola, bombeando aquella carrera hasta ganar velocidad suficiente mientras el agua seguía subiendo y subiendo.

Lo vio dirigir la punta de su tabla hacia el cielo, lo vio hacer una vuelta en el aire antes de caer en el agua de nuevo antes de dejarse ir de espaldas ensanchando la sonrisa ante los vítores de otros shinigamis.

Saya carraspeó sonriendo ampliamente, preguntándose en qué momento Renji se había vuelto tan bueno.

Alzó la mirada para asegurarse de que las olas estuvieran libres, para poder tomar un turno.

No. Hanako estaba muy cerca, con la mirada fija en el noble que se levantaba sobre su tabla, rebasando a Yoruichi y Daisuke, arrancándole la ola de las manos mientras el menor reclamaba, pero su sobrino levantaba las manos gritando una ovación.

Tenía que reconocerlo, Byakuya logró acuatizar muy bien su trescientos sesenta antes de saltar de nuevo sobre la ola para rebasar la cresta y mantenerse de pie sobre la tabla mientras volvía hacia Hanako.

Si comparaba a capitán y teniente, Byakuya era más atlético, más delgado, aunque su musculatura resaltaba definida, ella jamás comprendería la fascinación de Hanako al ver cómo sus clavículas o sus omóplatos resaltaban. Saya no comprendería qué de interesante encontraba Hanako en los hombros firmes del capitán, que parecían angostos en comparación a los del teniente Abarai. Posiblemente Saya y Asami no encontrarían recreación alguna en observar la manera en que el traje de baño del capitán Kuchiki caía sobre sus caderas, dejando a la vista las líneas de los costados, los músculos de las pistolas, sus hoyuelos de venus. Claro, comparado con Renji y con Tōshirō, Byakuya parecía más delgado, comparado con los hombros anchos, los brazos fuertes, los pectorales hinchados por el trabajo arduo, el capitán Kuchiki no parecía un shinigami tan poderoso como lo era. Por eso, Hanako sonrió ampliamente cuando el capitán pasó frente a ella, aún de pie sobre la tabla, exprimiendo su cabello con ambas manos evitando mirarla directo o se sonrojaría seguramente.

Renji tomó otra ola, Saya lo alcanzó en la siguiente, unos metros de diferencia entre un remolino y el otro en el que Saya pudo ver claramente cómo el teniente luchaba contra su tabla, bombeando golpes contra el agua con tal de mantenerse en pie sobre las olas.

Ella no hizo mucho, temiendo alcanzarlo por alguna mala jugada del océano, se limitó a deslizarse sobre su ola, acariciando el agua con una mano mientras veía a Renji ir y venir sobre la ola, haciendo reversas, probando suerte a ver si podía arrancarle algo al mar.

La punta de la tabla sobrepasó la ola, Renji no logró controlarlo bien, trató de acuatizar con violencia mientras la ola se levantaba abruptamente, Saya abrió los ojos, preocupada por su amigo al verle perder estabilidad y ella misma perdiendo algo de equilibrio.

Los pies del teniente se separaron un poco de la tabla mientras esta volvía a horizontal contra el agua, la cresta reventó en la cara del shinigami, de pronto aquello se convirtió en un revoltijo de espuma, agua, arena, brazos. Saya vio a su amigo hundirse y luego vio la tabla salir disparada en el aire.

O bueno. Al menos vio media tabla salir hacia el aire, puesto que se había partido bajo el peso del teniente.

La ola que ella misma había estado montando pareció desaparecer bajo sus pies. El agua del océano, todo el oleaje se calmó de pronto como si el mar fuera reflejo de la incertidumbre de Saya. La soldado salió disparada hacia el frente, sin su tabla y el acuatizaje fue sencillo, pero, por un segundo, perdió la noción del espacio a su alrededor. Por un segundo no supo dónde era arriba o abajo, tuvo que abrir la boca a fin de seguir las burbujas hacia la superficie y sacudir el rostro para quitarse la sal de los ojos.

Dirigió una mirada a su alrededor en busca de los suyos.

Los shinigamis miraban confundidos a su alrededor. Vio a Byakuya sacar la cabeza del agua antes de nadar hacia su tabla. Vio a Shūhei nadando hacia Kira e Ikkaku para ayudarles, vio a Daisuke sentado a horcajadas sobre la tabla de su madre mientras Kisuke y Yoruichi se acercaban al muchacho, vio a su hermana mirando un punto en el agua, y sintió que su corazón volvía a latir al percatarse de que Renji salía a flote, aferrado a la punta de su tabla y mirando en todas direcciones, buscando la otra mitad para no dejarla a la deriva.

—¡Baka! —gritó Saya antes de nadar hacia su propia tabla y dirigirse hacia la orilla.

Sin embargo, volvió sobre su camino cuando vio a Renji inmóvil sobre lo que quedaba de su tabla. El teniente tenía cara de sufrimiento cuando Saya llegó hasta él, y aunque a la soldado le habría encantado soltar alguna ironía, esperó paciente mientras Renji recuperaba el habla.

—Renji —llamó Byakuya acercándose hasta ellos y mirando a su teniente con el entrecejo fruncido.

—¿Estás bien? —espetó Saya angustiada al ver que el pelirrojo no se movía.

—La tabla me golpeó —confesó el teniente, aturdido mientras Saya suspiraba, aliviada de saber que su amigo se encontraba bien.

—¡Baka! —exclamó la soldado al percatarse de la calidez en su pecho al saber que Renji había librado aquello, no se iba a dejar llevar por emociones que seguía sin saber cómo nombrar, así que pateó el agua varias veces para mojar al pelirrojo, que se encogió en su sitio emitiendo reproches ante la agresividad de la soldado, tragando agua salada bajo la atenta mirada de su capitán y de la teniente Yamamoto, que había llegado hasta ellos.

Hanako bajó de su tabla y sonrió acercándose hasta Renji, ofreciéndole la krypto que había estado usando para surfear antes de mirar a su hermana.

—Casi se nos muere —canturreó la teniente haciendo que Saya la salpicara a ella también.

—Hierba mala nunca muere, no seas ridícula.

Byakuya ayudaba a su teniente a subir a la tabla mientras las hermanas intercambiaban aquellas palabras, Hanako soltó una risita por lo bajo antes de regresar el chapoteo hacia su hermana sin muchos ánimos.

—Bueno, pues entonces casi lo mata el mar.

Saya giró en su sitio, dándoles la espalda a todos antes de hablar.

—¡No me asustes así! —espetó furiosa —Me preocupé por ti —confesó a media voz antes de nadar hacia la orilla dejando a Renji pasmado ante aquello mientras Hanako y Byakuya intercambiaban una mirada cómplice, la primera sonriendo, el segundo enarcando una ceja antes de encaminarse juntos hacia la orilla con los últimos rayos del sol a sus espaldas.

...

La noche había caído relativamente rápido, Hanako había encendido una fogata y ahora varios de los shinigamis se habían sentado alrededor para conservar el calor, al menos los que habían armado sus tiendas desde temprano, ahora podían relajarse al calor de las flamas.

Junto con el ocaso había llegado el sake, varios shinigamis habían sobrepasado ya sus límites de alcohol en el sistema y comenzaban a arrastrar la voz y los pasos, carcajadas estridentes, una que otra lagrimita y carcajadas otra vez, llenando el ambiente con aires festivos y relajados que completaron el cuadro de aquella lunada.

Kira había querido apostarle shots a Hanako en nombre de Shūhei, Ikkaku le había rogado que no se hiciera aquello mientras Renji carcajeaba, y al final el rubio había terminado ebrio mientras la teniente levantaba su o-choko a manera de brindis antes de retirarse.

Poco a poco los troncos dispuestos como bancas se fueron llenando, dando una sensación de campamento de verano y dándole a la teniente la oportunidad de relajarse cada vez un poquito más en esa noche.

Saya había estado asando algunas salchichas que llevaron a las brasas, así como los peces que Yoruichi y Soi-Fong habían logrado sacar del mar mientras el resto compartía sus alimentos y botanas, la comida había abundado entre los presentes, reafianzando esa sensación de viernes de galletas que la trece había adoptado como una tradición personal, familiar. Y al final Asami y Saya se habían hecho cargo de repartir la comida mientras Hanako mantenía vivo el fuego de los asadores antes de preparar la fogata.

Daisuke y Yoshio llegaron hasta la fogata se dejaron caer de sentón en la arena, agotados luego de haber competido entre ellos pescando en los escollos. Si bien, sus discusiones sobre qué familia noble era mejor que la otra los había llevado a competir en cuanto juego se les había ocurrido durante largas horas, ahora ambos niños se daban soporte y cabeceaban arrullados por el calor de la fogata.

Hanako se sentó en la arena, recargando la espalda contra el tronco disponible más cercano y recogiendo las rodillas contra su pecho cuando su hermana más pequeña la divisó en la distancia. Asami llegó hasta su lado y se sentó con un movimiento torpe, envolviéndose mejor en la chamarra que Tōshirō le había proporcionado mientras terminaba de montar su tienda para pasar la noche.

—Después de todo, fue buena idea venir de vacaciones —murmuró la pequeña recargando la cabeza sobre el hombro de su hermana —, te ves tan relajada...

—Es que estoy disfrutando mucho esto —confesó acariciando el rostro de su hermana antes de suspirar y levantar la mirada hacia el cielo, a las estrellas, al horizonte donde hacían coalición firmamento y océano —. También me gusta verte tranquila a ti.

—Estoy cansada —murmuró la pequeña ladeando la cabeza con una sonrisa tímida, haciendo reír a la mayor antes de recibir un leve empujón de su parte —. Me estoy divirtiendo muchísimo —confesó al final mientras estiraba los brazos sobre su cabeza antes de volver a acurrucarse —, fue una muy buena idea.

—¡No, por favor no nos hagas esto! —espetó Kira arrastrando la voz, consiguiendo que los presentes levantaran la mirada.

Renji, Rangiku y Kira estaban sentados juntos, y abucheaban a Hisagi, quien caminaba a pasos tranquilos hacia ellos, llevando consigo su guitarra, incluso Kenzei hizo un gesto de reproche al ver ahí a su amigo, pero no dijo nada, cruzó los brazos con fuerza y desvió el rostro.

—Te vas a poner en ridículo —exclamó Rangiku antes de romper en carcajadas y conseguir una mirada dura por parte de Hisagi.

—¿Quieres apostar?

—¡Sí! ¡Obvio! Siempre pierdes tus apuestas conmigo.

—Ponle precio a tu cabeza —soltó divertido el shinigami, sentándose al otro lado de la fogata, justo frente a Hanako mientras más gente se acercaba a ellos.

Hanako levantó la mano al ver a Byakuya caminando al lado de su cuñado en busca de un lugar para sentarse. El pelirrojo encaminó sus pasos en dirección a Rukia al divisarla junto a la fogata mientras Byakuya suspiraba suavemente, dándoles alcance unos instantes después. Y aunque consideró seriamente permanecer al lado de su hermana durante la fogata, al final prefirió tomar asiento en el tronco, rozando el hombro de Hanako con la rodilla y permitiendo a la teniente sentir el calorcito de su cercanía.

—Veremos si es digno —murmuró el noble recargando los codos en las rodillas para quedar más cerca del rostro de su protegida.

—No lo subestime —pidió Hanako con una sonrisa, volviendo el rostro mientras le desafiaba con la mirada —, no hasta escucharlo.

—Usted sabe algo, ¿verdad, teniente?

—Yo sé muchas cosas —canturreó Hanako ufanándose por un momento mientras la mano de Byakuya le quitaba un mechón de cabello del rostro.

—Harás los reportes y reseñas que me tocan el resto del año —canturreó Rangiku en la distancia, con la voz arrastrada a causa del alcohol, sonriendo de medio lado mientras se inclinaba hacia el frente, golpeando a Renji a la pasada cuando trató de levantarse para encarar a su amigo.

—Si gano —remató el moreno mientras encaraba a su amiga —, entregarás los reportes justo como te los pida, y me comprarás galletas dos meses.

—Hecho —espeto la chica ofreciendo la mano antes de soltar una carcajada y regresar a su sitio dando traspiés.

—Dios, esta gente... —murmuró Byakuya con un gesto de desprecio, pero Hanako sonrió reconociendo la forma en que su guardián apretaba los labios para no sonreír.

—Me da gusto que se divierta, capitán.

—Créame, teniente. Me voy a divertir todavía más —murmuró cuando vio a Saya acercarse a ellos junto con Yumichika, mientras ambos llevaban los brazos de Ikkaku sobre los hombros y el teniente daba tropezones cada tres o cuatro pasos.

Hanako se encogió ante la amenaza, ocultando su sonrisa, pero volvió la mirara al fuego en busca de algo que la tranquilizara. No pudo evitar levantar la mirada en dirección a Shūhei, que la buscaba con los ojos en un gesto abierto y descarado. Sonriendo socarrón mientras ella asentía una vez, divertida.

No tuvo ningún problema con corresponder su mirada, la mayoría de los shinigamis se encontraban aún afectados por el alcohol, así que estaban más o menos a salvo de ser sorprendidos con sus miradas furtivas y cómplices, además de que Byakuya comenzaba a acostumbrarse poco a poco a ver al teniente de la novena revoloteando en torno a su protegida. Los celos habían pasado para dejar paso a la resignación, aunque no a la calma.

(Can't help falling in love – Chase Eagleson)

Los acordes que trenzó el muchacho hicieron a todos levantar la mirada de nuevo, sorprendidos por la armonía con la que sonaba aquel arpegiado dulce y cadencioso.

Hanako sintió que su respiración se cortaba de pronto cuando el capitán le sonrió discretamente, y sintió el corazón acelerarse cuando Shūhei comenzó a cantar con voz profunda y melodiosa, sonriendo de medio lado mientras la mano de Byakuya acariciaba el cabello de la teniente de una forma discreta, un secreto a plena vista mientras le resto miraba a Shūhei con pasmo, dejándoles encerrarse en su burbuja de tranquilidad.

Wise men say
Only fools rush in
But I can't help falling in love with you
Shall I stay?
Would it be a sin
If I can't help falling in love with you?

Rangiku abrió la boca tanto que su mandíbula podría haber tocado el piso, Kira, Renji, Kenzei incluso, miraban a su amigo pasmados, preguntándose en qué momento se había vuelto tan bueno; Shūhei bufó divertido, mirándolos por encima del hombro con autosuficiencia antes de volver a sonreírle a su akuma, suspirando ambos al mismo tiempo mientras ella le sonreía, agradecida por aquel momento de calma.

Like a river flows
Surely to the sea
Darling, so it goes
Some things are meant to be

—Tenías razón, teniente —murmuró Byakuya para su protegida mientras ella suspiraba ante la sonrisa discreta de su enamorado, bamboleándose de un lado al otro al ritmo de los acordes —. Momento de divertirnos.

Take my hand
Take my whole life too
For I can't help falling in love with you

Hanako no comprendió la afirmación de Byakuya, que se levantó en un movimiento elegante y controlado antes de extender una mano hacia ella.

—¿Bailarías conmigo?

La teniente le dedicó una mirada de pasmo ante su atrevimiento, percatándose de que todas las miradas caían sobre ellos ahora que había movimiento. Yoshio y Daisuke tenían la boca abierta ambos, y aunque el segundo estaba pasmado por la jovialidad de aquella escena, Yoshio sintió el nudo en la garganta sumado a las ganas de llorar tras sus ojos, percatándose de que había mucha vida tras la máscara de frialdad que Byakuya había compuesto al mirar a su protegida mientras esperaba respuesta.

Y aunque Hanako sintió el corazón acelerado ante aquella invitación, preguntándose si sería prudente aceptar o negarse, cuando sintió a Asami empujarla un poco, como si la invitara a aceptar, la teniente no dudó más antes de levantarse apoyada por la mano del capitán que le miraba con devoción contenida.

Like a river flows
Surely to the sea
Darling, so it goes
Some things are meant to be

Byakuya sostuvo la cintura de Hanako con una mano y con la otra extendió su brazo lejos de ellos antes de comenzar a pasearse al lado de la fogata. Dejarse llevar por el ritmo y por los pasos ágiles del noble le hacían la tarea sencilla, al principio se habían contentado con dar un paso ida y vuelta, un movimiento corto en su sitio que pronto se convirtió en un paseo en círculo, cada vez más amplio, cada vez más elegante, Hanako se permitió sonreír entre los brazos del pelinegro.

Y Byakuya pateó un poco la arena al pasar de nuevo al lado de su sobrino, haciéndole a él y a Daisuke dar un respingo y reclamar antes de obligar a su protegida a alejarse de ellos para continuar bailando.

Por supuesto la sonrisa traviesa que Byakuya les dedicó mientras se alejaba de ellos (sonrisa que duró menos de una fracción de segundo, tiempo suficiente para que ambos menores la notaran), dejó pasmada a Asami, pero Yoshio se rio por lo bajo, comenzando a acostumbrarse a esas muestras de cariño por parte de su tío.

Tōshirō llegó hasta su novia y se sentó a su lado, mirando incrédulo al capitán y teniente que se movían un poco alejados de la fogata, lejos del fuego, relativamente a salvo en la penumbra que les ofrecía la distancia.

—¿No los vas a detener? —cuestionó divertido el albino, sabiendo que su novia todavía tenía sentimientos encontrados respecto a la cercanía del capitán de la sexta con a su hermana.

—Ya está grande —espetó Asami desviando el rostro hacia su novio, cruzándose de brazos y componiendo un puchero —, ella sabrá lo que hace.

—Puede ser. ¿Bailarías si te invito?

Asami miró sorprendida a su novio mientras Yoshio sonreía con ganas, empujando a su tercer oficial así como antes ella había empujado a su hermana.

Yoruichi y Kisuke, Yumichika obligó a Ikkaku a ponerse de pie, divertido ante la idea de hacerlo bailar consigo, varios pares más se pusieron de pie en la arena, dejándose guiar por la voz cadenciosa del shinigami que sonreía de medio lado, suspirando ante ese momento de calma.

Incluso Renji hizo por levantarse en dirección a Saya cuando la vio sola en la arena, pero al final se contentó con sentarse a su lado y guardar silencio. ¿De dónde sacaría el valor para invitarla a bailar? Pero la sonrisa que Saya le dedicó cuando ocupó el sitio a su lado fue más que suficiente para darle calma a su corazón desbocado.

El teniente suspiró subiendo las rodillas y recargando ahí los brazos, y se quedó estático cuando Saya recargó su sien contra el hombro del pelirrojo antes de mirar el fuego fijamente.

Shūhei sintió su voz temblando un momento cuando Rangiku cerró distancias hasta sentarse a su lado, mirándole inquisitorial antes de recargarse en el tronco y respirar.

—Pensé que había una grabadora o algo.

—No hay grabadora —prometió el teniente mientras continuaba con sus acordes y armonías, haciendo a Rangiku suspirar.

—¿Aprendiste para impresionar a tu akuma? —inquirió con cierto desagrado en la voz, haciendo a Shūhei sonreír esperanzado, pero apartando esos pensamientos de lado casi al instante.

—No, cuando empecé a tocar la guitarra quería impresionar a alguien más.

Rangiku sonrió mirando a Shūhei con cierto aire de melancolía mientras el teniente volvía a levantar su voz en el coro, repitiendo aquellas palabras una última vez mientras paseaba la mirada por los presentes.

Sonrió conmovido por la manera en que Tōshirō y Asami se paseaban de un lado al otro, abrazados dulcemente junto a la fogata; suspiró al ver a Ikkaku tirado en la arena con Yumichika a un costado, ayudándolo a recostarse luego de haberlo intentado; carraspeó cuando Saya soltó el cabello de Renji haciéndole dar un respingo y soltar una serie de reclamos por aquello, pero soltó una risa discreta al ver el sonrojo en las mejillas de su amigo cuando Saya enterró una de sus manos entre los mechones pelirrojos y le sonrió con picardía; dedicó una mirada a Hanako y a Byakuya, que se miraban a los ojos, que habían detenido su danza y que ahora compartían un momento a solas lejos de las miradas de los curiosos.

Y por último reparó en el hecho de que Rangiku se había aferrado a su brazo antes de recargar la cabeza contra su hombro, adormecida luego de haber jugado todo el día en la playa.

Tōshirō sonrió ampliamente, tomando el rostro de Asami entre sus manos mientras los últimos acordes de la canción permanecían suspendidos en el aire en torno a ellos, Shūhei se había convertido de pronto en un guardián para ellos, cubriéndolos con su música como si se tratara de una burbuja protectora. Momentos de calma en medio de las guerras no eran tan comunes, así que el albino agradeció ese espacio de calma antes de agacharse sobre los labios de su novia y tomar posesión de ellos con su boca, robando un beso casto que hizo suspirar a la pequeña por la dulzura y la devoción de aquel acto que podría haber sido la envidia de la noche si hubiese gente mirándolos.

—Me gusta verte así —admitió Tōshirō mientras tomaba a Asami entre sus brazos, resguardándola de la corriente fría que envolvió la noche, haciendo a la hoguera titilar.

—Me gusta estar así contigo —respondió la chica mientras la música terminaba de morir y ambos volvían a su sitio, percatándose de que ahora Daisuke estaba sentado junto a Yoshio y parecían estar hablando en voz baja.

—¿Algún otro valiente? —llamó Shūhei levantando un poco la guitarra mientras Matsumoto se enderezaba en su sitio y paseaba la mirada entre los presentes.

—¡Yo! —soltó Yumichika con una sonrisa angelical, consiguiendo miradas de incredulidad por parte de Ikkaku y Saya.

—¿Cantas? —cuestionó Saya con curiosidad mientras su hermana mayor se acercaba de regreso a la fogata, tomada del brazo del noble.

—¡Claro! Soy un shinigami de múltiples talentos, no sólo de belleza. Por favor no se vayan a sentar —exclamó cuando vio a Hanako dirigirse hacia su lugar —, o no cantaré para nadie.

Hanako soltó una risa por lo bajo y permaneció de pie en su sitio, con Byakuya a su lado, confundido ante el entusiasmo del pelinegro, pero confiando en su protegida.

—Sorpréndanos, Ayasegawa —pidió el noble con solemnidad.

Tomó la guitarra de brazos de Shūhei, rasgueó las cuerdas con estridencia y emitió un alarido que hizo a todos saltar en su sitio, Saya se encogió de hombros e hizo ademán de pararse para ir a golpear a su amigo, pero Renji la detuvo en su sitio, carcajeándose también antes de que Yumichika regresara la guitarra a brazos de Shūhei, riendo abiertamente.

—Es broma —exclamó el tercer oficial mientras se acomodaba el cabello y sonreía para sus amigos, dedicándole una mueca de disculpa a Hanako, que reía discretamente —, no sé tocar, pero sí sé cantar, por favor, Hisagi, dame entrada.

—Dios, te quiero dar salida —se quejó el aludido divertido mientras se acomodaba mejor la guitarra.

(Truly Madly Deeply – Savage Garden)

Por supuesto, la música todavía logró sorprender a la gente, pero lo que realmente se llevó las bocas abiertas y los ojos como platos fue la voz suave y aterciopelada de Yumichika, quien cerró los ojos para comenzar a interpretar aquella canción poniendo en ello el corazón.

I'll be your dream, I'll be your wish, I'll be your fantasy
I'll be your hope, I'll be your love, be everything that you need
I love you more with every breath truly, madly, deeply do
I will be strong, I will be faithful 'cause I'm counting on

Ikkaku sintió que los efectos del alcohol pasaron de golpe en cuanto comenzó a escuchar la voz entonada de su amigo, aunque los primeros segundos de aquella interpretación se los atribuyó a su estado de ebriedad, cuando levantó la mirada hacia Saya y vio que ella misma tenía la boca abierta, los ojos como platos y movía las manos sobre su cabeza para acentuar su sorpresa, entonces sí que se percató de que su amigo de verdad estaba cantando así de bien.

Hanako soltó un jadeo por la sorpresa, sonriendo ampliamente mientras veía a Yumichika cerrando los ojos y bailando un poco en su sitio mientras se dejaba llevar por la música.

A new beginnin'
A reason for livin'
A deeper meaning, yeah

Tōshirō se sentó a espaldas de Asami y la apresó contra su pecho, besándole la mejilla mientras la música evolucionaba, percatándose de que su novia tampoco salía de la sorpresa.

I wanna stand with you on a mountain
I wanna bathe with you in the sea
I wanna lay like this forever
Until the sky falls down on me

Por supuesto era una sorpresa. Primero Shūhei tocando la guitarra y cantando sin desentonar, el vals de los capitanes, ahora la voz de Yumichika que parecía tener alguna especie de poder mágico sumiéndolos a todos en un ambiente cálido y romántico...

Romántico.

Saya pasó saliva mirando a su hermana pequeña, sonriendo con las mejillas sonrosadas mientras su novio la abrazaba y le hablaba al oído, ni siquiera quiso aventurar los ojos hacia su hermana mayor, que ahora recargaba su sien contra el hombro del capitán Kuchiki, porque levantar la mirada en su dirección la habría obligado a mirar en dirección al teniente sentado a su lado, que también se había puesto repentinamente tenso.

Volvió el rostro hacia el otro lado al mismo tiempo que Renji hizo lo mismo, ambos nerviosos por la cercanía, considerando salir corriendo.

No fue hasta que Saya se percatara de que Renji parecía estar en la misma postura que ella, que la soldado hizo por volver la mirada. Fue un movimiento en espejo. También Renji volvía la vista en ese momento, preguntándose si aquella joven estaría tan nerviosa como él.

No pudieron evitar soltar unas risitas por lo bajo, dejando ir en ese gesto la tensión acumulada antes de mirar a Yumichika, que había comenzado a acompañar su canción con los movimientos de las manos, toda una estrella del pop dando un concierto acústico.

Se relajaron y Saya sonrió dulcemente, percatándose de que la noche, el cielo, las estrellas parecían más brillantes. Ella también había tomado, por supuesto que había tomado con Ikkaku, no lo suficiente como para estar ebria, pero sí como para sentirse confiada, como para haberle soltado el cabello a Renji, como para haberle recordado que le gustaba verlo con su melena suelta, tenía que hacerse responsable de sus actos, así que miró al teniente y sonrió desviando la mirada en cuanto recordó que no era tan valiente, riendo ambos por lo bajo mientras Yumichika terminaba con su canción.

—¡Wow, esos talentos no te los conocía, amigo! —exclamó Saya haciendo a Renji sobresaltarse, mientras Yumichika hacía una reverencia elegante para los presentes, agradeciendo los aplausos y la ovación.

—Cariño, la belleza viene en muchas presentaciones.

—Sin duda alguna tú las representas todas, cielo —aduló Hanako con una sonrisa dulce mientras su amigo se despejaba el cabello de los hombros.

—No exageremos, linda, algún defecto he de tener.

—Sí —espetó Ikkaku malicioso —, es demasiado vanidoso.

Saya y Renji rompieron en carcajadas ante la mirada furtiva que Yumichika dedicó a Ikkaku, ofendido por el comentario del teniente antes de cruzarse de brazos y bufar ofendido.

—Fascinación —exclamó Asami levantando la mano y captando la mirada de Shūhei mientras Hanako y Byakuya buscaban un sitio para sentarse —, canta conmigo Fascinación —pidió dulcemente la shinigami, haciendo a Shūhei pasar saliva con dificultad ante la mirada pesada que Tōshirō le dedicó por encima del hombro de su novia.

—Este... —murmuró Shūhei revolviéndose, inseguro ante la sonrisa burlesca de su amiga.

—Pensaba que no te gustaba cantar en público —acusó Tōshirō aferrándose un poco más al cuerpo de su novia, frunciendo el entrecejo antes de dedicarle una sonrisa dulce.

—Bueno —canturreó la tercer oficial acariciando el rostro de su novio —, Hanako y Saya lo harán después de nosotros, así que...

—Hey —espetó Saya divertida.

—Sin comprometernos —reprochó Hanako frunciendo el entrecejo.

—Oh, pero varios de nosotros quisiéramos ver eso —afirmó Byakuya mirando a Hanako con sarcasmo —, ¿no es así, Renji? Sería fabuloso que Saya interpretara algo para nosotros.

—Pe-pe-pe ¡Pero capitán! —tartamudeó la soldado a la par que las mejillas del teniente enrojecían con violencia.

Shūhei no dejó a su amiga hundirse más, comenzó con sus rasgueos, reclamando sobre sí mismo la atención de los presentes, haciéndoles sonreír.

(Fascinación - Carlos Rivera y Melissa)

Nunca pensé repetir la frase,
Contigo aprendí que nunca es tarde
Para aprender a flotar

La voz de Shūhei volvió a flotar sobre los presentes, regresándoles la calma que había traído consigo el ocaso. Sonrisas livianas, suspiros que se quedaban colgando en el aire mientras los shinigamis intercambiaban miradas entre ellos.

Muerto y sin fe, me dolió quebrarme
En ti descubrí mil formas de levantarme
Y me entregué al amor

Ikkaku sonrió destapando una nueva botella de sake y comenzando a pasarla con los presentes, brindando todos con sonrisas tranquilas mientras servían sus o-chokos a la pasada de aquella bebida.

Quédate por siempre a mi lado
Es real lo que siento, mi vida
Lo entendí cuando te conocí
Yo que no creía más en esto
Fue el poder de tu amor
Lo que me hizo caer en esta fascinación
En esta fascinación

Shūhei tenía la mirada perdida en las estrellas, sonriendo dulcemente mientras todos le miraban, y aunque creyó que sería complicado cantar aquellos versos al ver la forma dulce en la que Byakuya había tomado un mechón de Hanako para despejar su rostro, en realidad lo que sintió fue paz de poder compartir esos momentos con sus amigos más queridos, porque cuando levantó la mirada en dirección a su akuma y ella le regresó la mirada, lo único que pudieron sentir fue una profunda gratitud.

Hanako recibió la botella y sonrió ofreciendo un trago a su hermana en la distancia. Asami negó con una sonrisa amplia mientras Tōshirō extendía la mano, la teniente se estiró para entregar el alcohol.

En esta fascinación

La voz de Asami se levantó sobre la de Shūhei en el siguiente verso, consiguiendo que los brazos de Tōshirō se cerraran sobre su cuerpo de forma tierna y protectora.

Esta fascinación que me da tu amor

La bendición que me dan tus besos
Son lo mejor en lo único que me quedó
Cuando no estás junto a mí

Desde el otro lado de la fogata, Saya sonrió ampliamente al ver a su hermana en los brazos de aquel capitán, admirando lo enamorados que parecían al mirarse a los ojos, la voz de Asami era clara y parecía envolverlos a todos como seda y terciopelo, pero ni siquiera esa sensación de comodidad se comparaba con lo feliz que la peque lucía en esos momentos.

Ella y Hanako siempre habían velado por el bienestar de la más pequeña, cada una a su manera. Por mucho tiempo fue pensar en la felicidad de aquella joven lo que se convirtió en el motor de las mayores, así que tanto para Hanako como para Saya, ver a Asami acurrucada entre los brazos de un hombre que la miraba como si fuese la última estrella en el firmamento, les dio la calma que necesitaban para buscar su propio camino, porque, aunque cada una había tenido otros sueños y convicciones que les habían motivado a convertirse cada vez en mejores shinigamis y mejores personas, ahora sabían que las tres estaban a salvo...

A salvo...

Ese pensamiento obligó a Saya a mirar en dirección de Renji, que había cerrado los ojos disfrutando del canto de aquel par de shinigamis. Se le veía tan tranquilo.

Saya se sentía afectada por el alcohol, sin duda alguna lo estaba, Renji estaba un poco más tomado que ella, pero ninguno de los dos estaba suficientemente ebrio como para perder el control de sus actos u olvidar lo que decían, precisamente por eso Saya no supo de dónde salió el valor para levantar la mano hacia el cabello de Renji y enterrar ahí sus dedos, percatándose de que, a pesar de estar enredado por las horas y horas de sol y agua salada, de todos modos, permanecía suave al tacto. Renji gruñó en respuesta, un ruidito comparable a un ronroneo de satisfacción que hizo a Saya prolongar un poco más aquel gesto de cariño antes de volver la mirada a su hermana más pequeña.

Tōshirō suspiró acariciando el vientre de Asami con ambas manos, sonriendo dulcemente. Sí, tenía que admitirlo, Shūhei había sido el motivo de sus celos al principio de su relación, había padecido de aquella enfermedad que le hacía perder los estribos, sentirse inseguro, querer correr a proteger a su pequeña, aislarla y alejarla de otros hombres. No, de otros hombres no. De Shūhei.

Se lo había cuestionado alguna vez, si su Asami podría mirar a Shūhei con otros ojos. Y luego había tenido esa misma sensación sobre Yoshio, que había hecho algún esfuerzo por acercarse a su novia, pero justo ahora, mientras ella le acariciaba el cuello con una mano mientras le cantaba, sabía que siempre habían pertenecido a aquel lugar.

Los aplausos sacaron a Tōshirō de su ensoñación, el capitán sonrió para su novia, que le miraba orgullosa, antes de levantar los ojos hacia Shūhei. El teniente tenía las mejillas sonrojadas, mientras Rangiku a su lado adulaba su voz, posiblemente tratando de salvarse del castigo que ella misma se había impuesto al apostar contra él minutos atrás.

—Ahora las hermanas —exigió Yumichika divertido, consiguiendo que Hanako respingara en su sitio, lo mismo que Saya frente a ella.

—¿Qué les ofrezco? —cuestionó Shūhei alternando miradas de Saya a Hanako.

—La guitarra —exclamó la soldado mientras Hanako se ponía de pie y avanzaba hacia un tronco desocupado.

—Me niego a cantar si toca alguien que no pertenezca a mi familia —espetó Hanako divertida, acomodándose en su sitio y mirando a Shūhei con media sonrisa —, aunque me encantaría que me abrieras el escenario —añadió para Saya entre dientes —, no me siento preparada para cantar todavía.

Saya se levantó recibiendo la guitarra ante las miradas curiosas de todos, antes encaminarse a toda prisa para poder ocupar el lugar a la izquierda de su hermana, ajustando la afinación del instrumento.

—¿Yo? —murmuró la soldado pensando en su repertorio, preguntándose si habría una canción que pudiera ser del agrado de todos.

—Mejor quítale la guitarra, Hanako —se burló Renji arrastrando las palabras —, antes de que nos reviente los tímpanos.

Una vena se saltó en la frente de Saya, y aunque la soldado habría querido desenvainar su shikai para ir a poner al teniente en su lugar, una idea fugaz cruzó su mente y ella sonrió con malicia.

—Es más, esta hasta te la dedico.

(Mala hierba – Alejandra Guzmán)

Iniciar con un arpegiado mientras dedicaba una sonrisa pesada a Renji, una mirada llena de tensión que hizo al teniente pasar saliva con dificultad mientras la soldado se sentaba en el borde del asiento y le sonreía con aires...

¿Coquetos?

Hanako soltó una risa por lo bajo al ver la forma en que su hermana movió los hombros para marcar el ritmo de la música, pronunciando también la división de sus clavículas y haciendo a Renji pasar saliva con dificultad.

Poco a poco conseguí
Fijar tu atención en mí
¿A qué esperas?, por favor ven aquí

Fue evidente cómo Renji pasó saliva con dificultad al escuchar la voz profunda de Saya alzarse sobre los presentes, sobre el fuego. Y la sonrisa de la soldado se ensanchó todavía más cuando la joven se puso de pie consiguiendo que el soldado se encogiera un poco más en su sitio, con las mejillas sonrojadas.

Algo noto, raro estás
De mí te han hablado mal
Y es que nunca entenderán
A una mujer de verdad

Saya subió un pie al tronco tras de sí, lanzando un poco el cuerpo hacia atrás para poder sostener la guitarra sobre su rodilla. Dios, si tuviera su guitarra eléctrica podría hacer y deshacer con aquella canción a su antojo, tenía que contentarse con lo que contaba, que de todos modos sonaba impactante y embriagador.

Dicen que soy un desastre total
Que soy mala hierba
Que tras de mí
No dejé piedra sobre piedra (ah-ah)

Ven atrévete, oh-oh

Yumichika soltó una carcajada al escuchar el coro de la canción, pensando en que no podía haber mejor construcción para describir a su amiga, y rio todavía más al ver las miradas de Ikkaku y Renji, que parecían atónitos ante el mensaje que Saya estaba dejando bien claro al alzar su voz sobre todos los presentes.

Y quizas tengan razón
Que me puede el corazón
Si vas tras de algo especial
No te arrepentirás

Saya soltó los ojos de Renji para pasear la mirada por todos los presentes, sonriendo con arrogancia al percatarse de que compartían el pasmo. Aunque las miradas que tenía el resto de los presentes para ella eran de admiración y apoyo (Yoruichi y Soi-Fong habían soltado un grito agudo en una de sus intervenciones, haciéndola sentir como una verdadera estrella de rock), algunos incluso se habían atrevido a soltar uno que otro aplauso, marcando el ritmo de la canción.

Dicen que soy un desastre total
Que soy mala hierba
Que tras de mí
No dejé piedra sobre piedra (ah-ah)

Hanako y Asami bailaban siguiendo los ritmos que su hermana marcaba mientras permitía que su cuerpo se dejara llevar por la canción, apresando la guitarra entre sus brazos, pero dejándose perder entre las melodías de aquella interpretación que había logrado dejar sin aliento a más de alguno.

Aplausos, expresiones de apoyo, gritos.

Los otros shinigamis ahora se desvivían en dar muestras de su apoyo y de su admiración a la soldado que repetía el coro mientras sus hombros golpeaban el ritmo de la canción, mientras Renji se quedaba con la garganta seca percatándose de lo atractiva que esa mujer se había convertido para él.

Quizás la forma en la que sus cabellos danzaban conforme ella se movía atrás y adelante, quizás el cómo sus dedos arrancaban a la guitarra los acordes de aquella canción, quizás el hecho de ver sus largas piernas bien torneadas recortadas a través del fuego. Tenía la boca seca, quería correr a ella, pero se aferró a su sitio mientras los shinigamis aplaudían al ritmo de la música mientras la soldado iba trenzando las últimas notas y le sonreía socarrona, lasciva y despectiva, ganando aquella contienda, venciéndole una vez más ese día.

Bufó.

Saya bufó despectiva antes de sonreírle a Renji, disfrutando aquel triunfo.

—¿Te reventaron los tímpanos? —cuestionó desafiante mientras Hanako reía por lo bajo, preguntándose en qué momento aquel par se permitiría admitir por fin todo lo que les pasaba entre ellos y Asami, en la distancia, se secreteaba con Tōshirō preguntándole a su novio si sería buena idea intervenir para unir a teniente y soldado.

—No exactamente —se quejó el shinigami cruzándose de brazos y desviando el rostro hacia el costado, abochornado ahora que todas las miradas caían en él.

—No sabía que pudieras coquetear así —canturreó Hanako a su lado, apiadándose de su amigo y consiguiendo que su hermana enrojeciera con ganas, sentándose de golpe y comenzando una serie de reclamos hacia la mayor.

Yumichika e Ikkaku se carcajearon en la distancia, haciendo que el enrojecimiento en las mejillas de su amiga aumentara considerablemente.

—¡Bueno! —espetó Saya aferrándose a la guitarra y desviando el rostro hacia el costado —, ¿qué no ibas a cantar algo conmigo?

—¿Yo? —exclamó Hanako haciéndose la desentendida —Nunca dijimos eso.

—¡Ay, Hana! —espetó Asami en la distancia, haciendo pucheros.

Ambas Yamamoto levantaron la mirada en dirección a la más pequeña, que se levantó a toda prisa para sentarse en la arena, y aunque consideró seriamente sentarse entre las piernas de ambas, terminó ocupando el sitio a la derecha de Hanako, temiendo alguna broma por parte de Saya durante su canción.

—¿Ves? El público te aclama.

—Asami no cuenta como público —remató Hanako haciendo a su hermana pequeña pellizcarle la pantorrilla.

—¿De verdad no nos vas a cantar?

La soldado miró a su hermana mayor antes de trenzar los primeros acordes para aquella canción que su madre solía cantarles como cuna, pero Hanako negó con la cabeza pasando saliva con dificultad.

How does a-no sé si estoy lista para esto —confesó interrumpiendo su canto, con media sonrisa —, al menos no entre tanta gente.

—Lo sé —admitió Saya cambiando el rasgueo, buscando algo más alegre que llamó la atención de Asami, despertando su curiosidad.

—Ahora tienes mi atención —prometió Hanako divertida.

(Home – Frozen 2)

El arpegiado era sencillo, pero pronto puso a los presentes a bailar en su sitio, moviéndose de un lado al otro mientras esperaban la sorpresa que las hermanas pudieran tener para ellos.

Aunque ciertamente para todos fue asombroso ver a la soldado de la trece tocando aquellas cuerdas y arrancando sonidos armoniosos. Si bien no era un secreto que Saya amaba la música, no recordaba que alguien fuera de su familia la hubiese visto tocar instrumentos alguna vez. Sonrió ante la mirada de orgullo y satisfacción que Hanako y Asami le dedicaron a su lado, mientras la mayor le daba una palmadita en la rodilla y la pequeña sonreía soñadora, recordando una época en la que, sin saberlo, fue feliz.

I smell that salty breeze blowing through the fjord
I hear those creaky ships as old board meets old board
I breathe in the place I live and wonder what else can I give this home
My home

La voz de Hanako se alzó jovial entre los shinigamis, aportando con su dulzura a la melodía que Saya había ido entretejiendo hasta ese momento. Tal vez fue el hecho de que la teniente demonio cerró los ojos para interpretar aquella melodía lo que dio la sensación de que estaba contando un secreto, algo personal y que valoraba mucho.

Una mano permaneció en la rodilla de Saya mientras que la otra buscó su lugar entre los cabellos de Asami, asiéndose a ese momento de paz y pensando en todos los que vendrían después.

Wandering through the town with everyone doing all of their stuff
Somewhere in my heart I feel I've not yet done enough
For these people I know, this place that I love so
My home
My home

Si Hanako abrió los ojos fue sólo para buscar a sus amigos más cercanos mientras entonaba su canto, percatándose de las lágrimas en los ojos de Yumichika, que sentía la canción como propia y ya se sabía parte de la familia Yamamoto. Ikkaku a su lado tenía los brazos fuertemente cruzados contra el pecho, el rostro desviado hacia el costado, no queriendo saber más de aquello, pero igualmente conmovido.

Tōshirō le sonreía, lo mismo que Shūhei, ambos con una mirada cargada de melancolía, ambos muchachos habían compartido con ella momentos en los que había vulnerado su corazón, recordaba las misiones a la tierra, la primera vez que había hablado con su cuñado como parte de su familia, los entrenamientos, tantos momentos que le costó enumerarlos.

Alzó los ojos hacia su capitana, que lucía diminuta bajo el abrazo de Ichigo. Le costaba trabajo creer que una mujer tan pequeña fuera tan poderosa, pero también ahí estaba su hermana como prueba de aquello.

I whistle as I walk, a lovely smell of kransekake
Wafting out of the baker's door
The merchants haggling over fish remind me I have what I wish
'Cause I'm not alone anymore

Cerca de ellos descansaban Yoshio y Daisuke, ambos a punto de quedarse dormidos recargados el uno contra el otro luego de haber pasado todo el día jugando juntos. El primero se había vuelto cercano a sus hermanas, después de todo, ambas lo habían entrenado con fiereza hasta convertirlo en el valiente shinigami que ahora era. Ella misma le tenía mucho cariño luego de la convivencia ocasional en sus tardes de café con el capitán de la sexta. Al que ciertamente le había tomado aprecio muy rápido era al otro muchacho, que le había ofrecido botellas con agua, una mano amable y una sonrisa dulce cuando Yoruichi la tenía contra las cuerdas en el mundo humano.

Yoruichi y Kisuke sonreían, la primera bailando al ritmo de la música de Saya, el segundo con los ojos cerrados y disfrutando de la noche.

Hanako suspiró pensando en aquel momento de paz, en los capitanes presentes, en Iba y Kira con los lentes oscuros a pesar de haber caído la noche. En Matsumoto y Nanao que sonreían con ganas, en Soi-Fong con los brazos cruzados y los ojos cerrados. En la mirada soñadora que Renji le dedicaba a su hermana en ese momento.

En Byakuya... mirándola fijamente.

I'm grateful for this castle
And for everything we've got

La mirada que Hanako regresó al capitán fue significativa, ella asintió dedicando aquellas palabras y él sonrió agradecido mientras desviaba el rostro y suspiraba.

Especially my family
We've all been through a lot
I know how fragile things can be
If I lost them, I'd lose me

Si bien su mano había permanecido estática en el contacto con sus hermanas, no pudo evitar cerrar los ojos y dejar alguna caricia distraída con las pequeñas, que suspiraron al unísono ante aquello.

They're my ocean, they're my shore —La mirada que Hanako intercambió con Saya fue pesada, ambas tenían ganas de llorar, pero sus sonrisas eran radiantes.
I wanna give them more
They're my home —añadió bajando la mirada hasta Asami, quien no contuvo las lágrimas fugitivas que se deslizaron por sus mejillas mientras ella sobía discretamente la nariz.
My home

Bless this happiness we found
Bless this good and solid ground
Our home

Im home

Por supuesto, las canciones abundarían el resto de la noche, la guitarra de Shūhei pasaría por varias manos hasta que los bostezos se apoderaran de todos y la madrugada les sorprendiera agotados. Porque al día siguiente seguro habría más cosas por hacer, pero envueltos en aquel hechizo al que las hermanas Yamamoto los habían sumido con su melodía, con su canto, aquello les hacía recordar que estaban vivos y se tenían unos a otros, no valía la pena preocuparse por un futuro incierto o siquiera por dormir esa noche.

Ya descansarían después.