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DISCLAIMER: Los personajes conocidos son de Rowling, los que no son conocidos y la trama son míos.

AVISO: slash (relaciones homosexuales) y temas para adultos (violación, sexo, violencia, lenguaje cuestionable, auto mutilación, asesinato, depresión. La mayoría tratados en capítulos anteriores, así que ya deben de saber). Si no puedes manejarlo, presiona atrás porque no me gusta recibir comentarios destructivos. Gracias.

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Título: Propiedad Privada

Autora: GaBo0

Parejas: HarryDraco, Snape, Blaise

Rating: M

Summary: Slash. Han pasado tres años desde que Harry salio de Hogwarts y ahora ha atrapado a la mano derecha de Voldemort... ¿qué pasa cuando esta le hace una propuesta que no podrá rechazar?

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Propiedad Privada

By GaBo0

CAPITULO 05: El Descubrimiento

Su sangre corría quemándole las venas y una fuerza superior a él le impulsó a hacer lo imprevisto. Alzó su varita y los separó brutalmente tirando su capa a un lado, con la mirada plateada llena de asombro sobre él. Los gritos pararon mientras se lanzaba sobre la cama

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Draco había estado pensando casi durante todo el día sobre la escena de la mañana. No sólo lo relacionado con Anna. Le preocupaba sobremanera la sombra que había visto en la terraza. Era más que obvio que aquel ser estaba causando todos aquellos ruidos raros en la mansión; pero¿qué era exactamente?

No sólo eso, sino que aquella sombra había logrado entrar a la mansión, lo cual, era completamente imposible si no tenía el consentimiento de algún miembro de la familia. Así como Anna, la cual antes de ir a la mansión había ingerido una poción para pasar sin mayores problemas la seguridad. Aun no estaba seguro pero creía que algunas personas del Ministerio también podían traspasar la barrera de la entrada. Con personas extrañas era diferente; se tenía que cancelar todos los hechizos y ese era el problema durante las fiestas. Por esa razón, cuando se celebraba algo en la mansión Malfoy se veían tantos guardias completamente inútiles durante el resto del año.

El sonido del reloj lo sacó de sus pensamientos. Se preguntó cómo era que el tiempo había volado de esa forma cuando se dio cuenta que sus dedos estaban arrugados y el agua estaba fría debido al rato que había estado metido en la bañera. Un escalofrío le recorrió el cuerpo mientras maldecía por no haber puesto un hechizo calentador.

Salió del agua pronto, cogiendo una toalla y la ató alrededor de su cintura mientras con otra secaba su torso y su cabello. La piel pálida tenía un tinte morado a causa del frío. Los labios estaban morados y su cabello caía sobre sus hombros completamente helado.

Conjuró un hechizo para calentar el ambiente y se puso su bata. Era simple secarse con un hechizo pero luego uno sentía como si no se hubiera bañado. Examinó las lozas blancas de mármol y se encontró con una manchita negra, no sabía bien lo que era, pero se acercó y la limpió con la punta de su toalla.

Salió del baño y se echó en su cama observando el techo de esta. Las luces se apagaron un poco, pero iluminaban el cuarto perfectamente. Miró el reloj, aún no era hora. Un Malfoy siempre llega en punto. No antes ni después, sino a la hora justa.

Su mirada se detuvo en la fotografía que había al lado del reloj. Aquella Navidad había sido una de las mejores. Y esa foto le encantaba. Aparecía junto a las personas que ocupaban dos tercios de su corazón. Invisible y frío, pero aun así un corazón.

Contrariamente a lo que la mayoría de gente creía, él no era un sádico maldito que asesinaba por placer o torturaba por pasatiempo. Si alguna vez empuño una varita contra alguien, fue porque tenía que hacerlo. Aunque Potter era otra historia...

Harry Potter, el chico-que-vivió, el niño dorado, el chico-perfecto, el chico-no-me-puedes-tocar-porque-Dumbledore-te-echará-de-la-escuela... cómo odiaba a ese chico. No podía negar que al principio le había llamado la atención, y le había ofrecido su amistad... pero eso había sido antes de comprobar que gracias a él, las relaciones entre casas que había tratado de afianzar se hacían más y más difíciles, relegando completamente a Slytherin.

Después de rechazarlo en el Expreso durante su viaje el primer año, se habían llevado completamente mal. Cualquier persona lo hubiera hecho, sobre todo, tratándose de alguien con el orgullo de un Malfoy. Lo que no se imaginó era que esa rivalidad llegaría a términos tan grandes.

Ambos hubieran podido llevarse bien, pero las constantes injusticias de los profesores eran cada vez más obvias, y ellos no trataban de ocultarlas. Era por eso que su padrino siempre les daba puntos, él sabía de las veces en que los slytherins eran pasados por alto. Cómo lo sabía, era un gran secreto. Ningún slytherin era tan aniñado de ir con su jefe de casa a quejarse. Era indigno, a parte que eso era cosa de otras casas.

Pensándolo mejor, Draco recordó porqué fue que comenzaron los problemas, y el odio entre ellos. Estaba casi seguro que había sido por el accidente con el dragón. Pero esa no había sido su culpa. Él había estado vagando por el Bosque Prohibido buscando unas flores para una poción contra la gripe que estaba haciendo, y escuchó ruidos en la cabaña del guardabosques.

Se acercó, pero cuando miró por la ventana quedó tan fascinado con el dragón que no se dio cuenta que era totalmente visible. Luego salió corriendo hacia el castillo antes de meterse en problemas y McGonagall lo atrapó. Le dio un sermón sobre andar de noche y la cólera que sintió al ser regañado y el trío no, fue lo que lo llevó a revelar todo. No había sido su culpa. Completamente.

Pero lo peor que ocurrió ese año fue la pública humillación que su casa recibió en el banquete de fin de año, cuando Gryffindor recibió puntos extra a última hora y ganaron la copa por unos miserables 10 puntos. Y vencieron a Slytherin frente a todo el colegio, suplantando los colores de su casa con el escarlata en la decoración.

Durante los años que siguieron, las cosas fueron empeorando. Llegó un momento en que quitaban puntos a los slytherins si respiraban o si caminaban. Esto fue mientras Snape estaba fuera de Hogwarts, según se enteró luego, ayudando a eliminar la información que Voldemort tenía sobre los refugios de los Death Eaters 'traidores'.

Un par de veces había visto a Potter en las fiestas de su casa. Draco siempre había pensado que no importaba de qué casa fueras mientras estuvieras a la altura de la otra persona. Mejor dicho, él no distinguía a la gente por sus casas sino por sus habilidades. Después de todo, nadie quiere un amigo inútil y torpe como el desastre de Longbottom.

Fue durante su relación con Blaise que había tenido la sensación de gustarle al Gryffindor. En la fiesta que organizó casi a fin de curso fueron invitados varios Gryffindors, a parte de Ravenclaws y Hufflepuffs. Ya tenían 17 años e iban a salir de Hogwarts. Una pequeña reunión de camaradería no les haría daño, y cada invitado debía llevar algo de alcohol, así que salía ganando el dueño de casa.

Casi a mitad de la fiesta sintió una mirada insistente en su espalda. Llevaba una camisa y unos pantalones de color negro. Estaba haciendo calor, después de bailar tanto, así que se había arremangado la camisa. Bailaba con Blaise normalmente (o sea, extremadamente cerca), cuando sintió esa mirada de nuevo.

No le dio importancia. Desde sexto año muchos chicos y chicas habían tratado de meterse en sus pantalones. Claro que Draco tenía sus límites, y al sentir aquella mirada por tercera vez volteó para asesinar al dueño. Se sorprendió al ver a un Harry Potter con rayos de lujuria reflejada en sus ojos y lamiéndose los labios, obviamente inconsciente de haber sido descubierto. Casi enseguida se paralizó al notarlo y se fue del salón.

El rubio se quedó estático hasta que sintió que unas manos nuevamente le rozaban la cintura y un pelirrojo tomaba sus labios mientras se pegaba contra él. Ese episodio quedó guardado en su memoria, y recién ahora lo recordaba.

Había otra cosa rara también. Ese no había sido el único episodio extraño con Potter ese año. Durante sus últimos años en Hogwarts, Draco había sido perseguido y hostigado hasta el cansancio por personas de ambos sexos, pero más que todo por hombres. Después de un partido de Quidditch, en las duchas, Marcus Flint se le insinuó de una manera muy 'sutil'. Otra vez, durante un viaje al mundo muggle tres chicos de Ravenclaw lo habían acorralado en un callejón sin intenciones violentas. Creía que estaban drogados, pues con un expelliarmus lo desarmó rápidamente. Todo esto olvidando las incontables miradas que recibía durante las clases y todas las invitaciones que le llegaban cuando había alguna fiesta en cualquiera de las casas. No estaba seguro porqué, pero al parecer había algo en él que les gustaba a los demás. Siempre había sido amable con todos, a excepción de los Gryffindors, puesto que jamás se sabía donde se podía encontrar un futuro aliado.

Nunca se enredó con ninguna de las personas que trataban de estar con él debido a su relación con Blaise, extrañamente a lo que todo el mundo pensaba y su reputación como amante de una noche, pero el día de su graduación aquello se derrumbó. Había visto a Blaise irse una hora antes de la graduación y no regresó hasta cinco minutos antes de la ceremonia.

Mientras esperaba a que les entregaran sus diplomas podía sentir varias miradas sobre él. Algunas risitas apagadas, y ojos escrutadores sobre él demostrando lástima. Algunos sonreían esperanzados. No sabía a qué se debía, pero comenzó a sospechar que algo ocurría cuando al acercarse a Blaise para hablar el murmullo creció hasta taladrar sus oídos. El pelirrojo se veía nervioso, pero todos estaba nerviosos debido a la graduación¿cierto?

Fueron llamándolos, uno por uno, comenzando con los Gryffindors. Ronald Weasley y Hermione Granger le lanzaron miradas de superioridad al conseguir la más alta puntuación en su casa. ¡245 puntos cada uno! Era un chiste a comparación de sus notas. Harry Potter subió a recibir su diploma y los aplausos se oyeron en todo el salón, mientras este sonreía contento. Como si todo fuera felicidad después de la graduación. Lo extraño fue que luego lo miró y sonrió aún más, dejándolo extrañado.

Las casas fueron rápidamente dichas y llegó el turno de la casa de la serpiente. El salón aplaudía casi siempre por compromiso, pero cuando fue su turno y el de Blaise ocurrieron cosas extrañas pero completamente diferentes.

Su casa aplaudió a Blaise y aparentemente fue el único que realmente estaba sonriendo. No era algo muy notorio, pero sonreía. Blaise apenas levantó la mirada y cuando recibió su diploma bajó prácticamente corriendo del estrado. Si se hubiera dado cuenta hubiera visto miradas reprobatorios y burlonas del resto del colegio, pero estaba muy ocupado observándolo.

Le hizo una pregunta con los ojos pero en ese momento dijeron su nombre y una nueva ola de aplausos retumbó en el salón. Blaise lo animó a ir con una rara sonrisa. Luego de recibir su diploma y que Snape dijera su puntaje, declarándolo como el mejor alumno de la promoción, pudo ver como los Gryffindors aplaudían desganados y el Trío Maravilla lo mirada con odio. A excepción de Potter.

Prefirió obviar los comentarios obscenos que le lanzaron y sonrió a su casa. Una sonrisa de superioridad obviamente, y regresó a su asiento. Lanzó una mirada a todo el salón y observó a los familiares sentados al otro extremo. Aquel día habían faltado dos personas importantes para él, pero las entendía. Las entendía perfectamente.

Durante la fiesta todas sus dudas fueron respondidas. Blaise le confesó que había tenido un desliz con un Gryffindor. Su burbuja se rompió casi en el momento en que se dio cuenta que todos los miraban. Lo jaló hacia una habitación vacía y comenzó a gritarle. Le reclamó el haberlo hecho quedar como un idiota, el haberlo hecho ver como un tonto que no podía manejar su relación. Le reclamó todo, hasta que su voz no dio más.

Temblando de ira abandonó el salón. Fuera, crecieron los comentarios de sus compañeros, y no vio cuando Seamus se acercó a Blaise y este lo empujó lejos. Después de eso no supo más del pelirrojo, a pesar de verlo todos los días.

Otra vez el reloj lo sacó de sus pensamientos y vio espantado cómo nuevamente el tiempo se le había pasado y sólo tenía 10 minutos. El rubio se paró como impulsado por una fuerza invisible y caminó hacia su armario. Sacó un par de pantalones negros juntos a una chompa negra acanalada y algo suelta en la parte de la cintura.

Se miró al espejo y le pareció que estaba demasiado informal para la cena, pero luego recordó que no había nadie a parte de Anna. Guardó su varita en el bolsillo derecho en la rodilla y acomodó su chompa. Aquella era ropa muggle, no tenía nada contra la ropa y música muggle claro. Ahora, de ahí a soportar a los muggles era un asunto completamente diferente.

Se acomodó el cabello tras sus orejas y bajó al comedor. Ya estaba perfectamente puesto, con la comida servida y unas cuantas velas flotando cerca de la mesa.

'Demasiado romántico', pensó mientras le daba una vuelta a la mesa. La puerta se abrió y una silueta femenina apareció. Draco le sonrió mientras una sombra gris pasaba hacia él y le devolvía la sonrisa.

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La chica paseaba completamente desesperada entre la cama y la cómoda. No sabía que vestido usaría, no quería quedar como una desaliñada frente a Draco. 'No le importará lo que uses, elige uno ya, vas a llegar tarde', se repetía.

Finalmente, dos vestidos estaban tendidos sobre la cama. Uno era verde con vuelos en la parte baja. Más o menos hasta la rodilla. El escote era un poco grande, y atrás tenía un cruce sobre le tela que cubría la espalda. No era elegante, pero era un vestido más o menos para la ocasión.

El otro era menos formal. De un color plateado pero no brillante. Era bien subido en la parte delantera, pero el escote de la espalda llegaba justo donde comenzaba 'lo que no se puede dejar ver en un vestido'. La falda era larga pero abierta a los lados.

Se decidió por el último, después de todo, no tenía mucho que mostrar con el escote adelante. Se lo puso pronto y se arregló el cabello, suelto sobre su espalda. Como no era muy largo dejaba ver perfectamente el escote. Estaba segura que Draco estaría con algo informal. Después de todo era su estilo, y eso era muy bueno. No habría soportado andar con túnicas dentro de la mansión, eran tan desesperantes a veces cuando Lucius y Narcissa los obligaban a andar con túnicas cada vez que llegaban de visita

Bajó las escaleras y llegó al comedor. Abrió la puerta y vio a Draco de espaldas tal y como pensó. 'Un pantalón y una chompa negra, tan típico de él'

Caminó hacia dentro cuando Draco le sonrió. Le devolvió la sonrisa mientras le sacaba la silla y tomaba asiento. Aun sonriendo se sentó

- Y dígame, Sr. Malfoy¿por qué la sonrisa?

- Es que acabo de recordar lo graciosa que te ves tratando de parecerte a una dama.

Anna abrió la boca sorprendida de no recibir un cumplido y el chico rió sinceramente frente al rostro de sorpresa de su amiga.

- Eres un maldito - le dijo mientras le tiraba la servilleta

- Disculpa, no pude evitarlo... - exclamó mientras trataba de calmarse -. ¿Te sirvo? - continuó mientras señalaba una fuente llena de algo que parecían pedacitos de carne blanca con jugo de algo.

La chica lo miró extrañada. Había esperado comida italiana pues era la favorita de Draco, y en cambio tenía este... este plato.

- ¿Qué es? - preguntó recelosa a su sonriente compañero

- Es un plato de Sudamérica. Exactamente de Perú. Es muy bueno¿no quieres un poco? - insistió aún con la cuchara en la mano

- ¿Qué es? - volvió a preguntar la chica

Draco suspiró resignado, y dispuesto a darle una explicación completa. Lo había probado en una reunión con los embajadores de Perú hacia tiempo, y se le había ocurrido mandarlo a preparar en esta ocasión pues a Anna le gustaba la comida marina.

- Pescado. Son trocitos de pescado en jugo de limón. Es un poco ácido y tiene algo de picante. Ha sido encargado y hoy mismo lo han conseguido los elfos. Es bastante bueno, pero ten cuidado con lo rojo. Es un poco fuerte.

Al ver que la chica no quería probar y seguía mirándolo de reojo antes de aceptar, se sirvió un poco y comenzó a comer. Al parecer Anna confió más y se sirvió un poco. En el primer bocado saltó y buscó el agua que estaba a su derecha. Draco se partía de la risa al ver a su amiga con la lengua fuera de la boca y los ojos lagrimeando.

- Te dije que tuvieras cuidado... - dijo en un tono divertido mientras regresaba a su plato

- ¡Draco, te odio!... - gritaba la chica mientras tomaba vaso tras vaso de agua

- Come esto, con eso pasa - le dijo señalándole el choclo que había rodado a la mesa.

Luego de comerse su choclo y el de Draco, al fin la picazón paró.

- Así que para eso son todos estos complementos. Si te comes un ají, comete uno de estos

- Claro que no, no todo el mundo es tan tonto como para pasarse un ají - se burló Draco -, mira, es bueno... de verdad.

Y diciendo esto se acercó a Anna y tomó un pedazo de pescado. Le sacó cuidadosamente lo que pudiera picarle a la chica y lo ensartó en el tenedor. Luego se lo puso frente a la boca de la chica y levantó las cejas

- ¿No vas a probar?

Anna entrecerró los ojos y observó la cara de su amigo y luego el tenedor. Se acercó y se lo comió. Luego de un momento de indecisión, abrió los ojos en sorpresa. Era bastante bueno. Ácido pero no amargo, suave pero no deshecho.

- Te dije que era bueno

- Tenías razón - admitió la chica

- Me preguntó cómo es que el limón cocina el pescado...

- ¿Qué!

Un tenedor había caído sobre el plato y la chica miraba escéptica a Draco.

- Que cómo se cocinará el pescado usando sólo el limón...

Anna miró su plato a medio terminar. Había estado comiendo pescado crudo... desagradable. Volvió a mirar al rubio y le preguntó

- ¿Me has hecho comer pescado crudo?

- ¡No! - dijo sorprendido Draco -, claro que no. El pescado se cocina con el limón. Hay gente que lo considera crudo, pero realmente no lo está. Como el sushi.

Anna movió la cabeza y siguió comiendo. Crudo o no, estaba agradable. Draco siguió comiendo mirándola de vez en cuando. Al terminar la cena se quedaron sentados riendo y hablando de cosas triviales. Ya estaban al tanto de la vida del otro en los últimos años.

- Y en ese momento salí de la fiesta. Tenía tanta cólera que no me di cuenta que me seguía aquel insoportable ser hasta que me tomó el hombro. Le dije un par de cosas y me alejé de ahí.

- 'Insoportable ser'... vaya, hacía tiempo que no oía uno de tus insultos refinados... - se burló la chica mientras Draco le hacía una mueca

El rubio se puso de pie y fue directo al bar para sacar dos copitas y una botella de pisco. Severus la había mandado contándole como la había cambiado con unos magos sudamericanos mientras viajaba hacia Egipto. Aquel viaje había sido inolvidable para Severus, y hasta ahora Draco le recriminaba no haberlo llevado.

Sirvió el líquido transparente en dos copitas y regresó a la mesa alcanzándole una copa a Anna. Esta lo tomó y la observó antes de animarse a tomarla.

- ¿Ésta es otra de tus rarezas? - le preguntó absolutamente seria

El rubio rió con ganas para luego mirarla a los ojos. A veces su amiga podía ser tan infantil... y eso era justamente lo que le encantaba de ella. Siempre era él el primero en no tolerar a la gente que no era seria, pero con Anna todo siempre era diferente

- No, es pisco. Severus me lo trajo hace tiempo. ¿Te acuerdas esa vez con los Srs. Balmaceda? Cuando fuimos a una reunión entre magos hace tiempo... creo que cuando teníamos quince

- Draco - resopló la chica -¿estás esperando que recuerde lo que tomamos hace quince años en una de las tantas reuniones que hubo? Debes estar bromeando...

Draco negó con la cabeza y regresó su mirada al vaso. Anna lo observaba delineando su perfil con la mirada. Su nariz le encantaba. No conocía algún chico que tuviera una nariz más perfecta. Su piel hacía un gran contraste contra su ropa y aun así le quedaba bien, al igual que su cabello. De lejos era el chico más atractivo que conocía.

Ambos tomaron un poco de la bebida sintiendo cómo les quemaba la garganta y llegaba al estómago. La acidez daba paso a una calidez reconfortante y se disolvía en su estómago.

- Me gusta tu cabello así - y ante la expresión de incomprensión de su amigo añadió -. Así, largo. Y suelto.

Draco sonrió y volvió a voltear la mirada. Cuando Anna iba a volver a hablar para romper el incómodo silencio, Draco habló

- Blaise siempre me dijo que le gustaría que lo dejara crecer. Lástima que nunca vio cuando lo hice - respondió con algo de melancolía regresando la mirada a la chica.

- ¿Aún lo quieres? - preguntó sintiendo una opresión en el pecho, como una placa de metal que ha sido lanzada directo a sus pulmones

- Creo que sí... - fue la respuesta del rubio.

Anna desvió la mirada hacia la mesa mientras sus pensamientos se revolvían en su cabeza. Había estado casi segura de que ella le gustaba a Draco y ahora resultaba que aún no olvidaba a Blaise. Pero él mismo le había contado la historia como parte del pasado. Completamente sin importancia.

Volvió a mirarlo y vio una expresión de tristeza en el delicado rostro. Melancolía y tristeza. Tal ves lo de Blaise había sido más importante de lo que aparentaba. Decidida se acercó al chico y colocó una mano en su rodilla haciéndole voltear y mirarla directo a la irises verdes.

- Puedes contarme, Draco. Para eso estamos - y trató de esbozar una sonrisa

El rubio negó con la cabeza y se quedó inmóvil mirándola. Luego se adelantó un poco y le besó la mejilla, pero la chica le tomó el rostro y lo besó en los labios.

Se separaron cuando la falta de aire se hizo presente y Draco vio un brillo alegre en los ojos de su amiga. Anna miraba emocionada las irises grises, sonriéndole detrás de su cabello.

- Draco... tú... o sea... - dijo finalmente

Draco asintió y volvieron a besarse, esta vez con más pasión que antes. Las lenguas luchaban por la victoria de esa batalla mientras las manos de la chica vagaban por debajo de la chompa del rubio. Las manos pálidas tocaron la espalda desnuda y acariciaron cada pedazo de piel ofrecido.

- Te parece si...

- ¿... subimos? - completó Anna

Draco asintió y la chica lo jaló de la mano prácticamente corriendo escaleras arriba mientras el slytherin se reía del comportamiento de su amiga. Llegando a la puerta, ella se volteó y volvieron a besarse mientras la mano del chico buscaba la chapa de la puerta y la abría, tirándolos a ambos dentro del cuarto.

Con algo de dificultad avanzaron hacia la cama y ambos cayeron juntos sobre el cubrecama oscuro, delineando sus figuras perfectamente, pegándose hasta parecer un solo ser en medio de la semioscuridad.

- Draco... te quiero... - decía la chica entre besos, caricias y jadeos

- Yo... - contestó el muchacho sintiendo como su chompa salía volando hacia el suelo.

Y estando tan ocupados en el otro no se percataron de la puerta que se abría hasta que Draco dejó de sentir a Anna con él. Luego oyó el golpe del cuerpo de la chica contra la pared. Ambos lucían expresiones de terror mientras la chica gritaba algo que no entendía. Enseguida, frente a la cama se materializó una persona mientras apuntaba hacia donde se encontraba Anna y los gritos desaparecieron dejándolo todo en silencio. Sintió lazos invisibles que lo tiraban contra la cama cuando iba a pararse y su cuerpo se paralizaba, impidiéndole defenderse o defender a Anna, a la cual la veía gritar a todo pulmón sin emitir sonido.

Una cápsula de vidrio azulado rodeaba a la chica, aprisionada en la esquina donde aparecían las escaleras. Draco miraba sorprendido y furioso al hombre que se acercaba a la cama con la varita aún en alto.

Un huracán de pensamientos, palabras y maldiciones circulaba su cabeza intentando saber que era lo que había pasado ahí. Cuándo había cambiado la situación y lo había convertido en un ser completamente indefenso inmovilizado sobre su cama.

Una sonrisa demente atravesó las facciones del otro adulto mientras Draco buscaba las palabras. Finalmente, todo se le cayó y sólo atinó a decir:

- ¿Tú! - con la voz mezclada de ira y sorpresa

- ¿Por qué te sorprende tanto verme? Pensé que hoy en la piscina te diste cuenta que era yo - contestó con tono burlón mientras pasaba su mirada por el torso desnudo del slytherin

- ¿Qué haces aquí! Maldito seas, déjame¡déjala a ella¡Qué quieres, Potter¡¿Qué mierda quieres! Aquí no hay mortífago para mandar a Azkaban¡¿entiendes!

Harry le devolvió una mirada lasciva mientras se acercaba más a la cama. Draco gritaba con todas sus fuerzas mientras le maldecía y le reclamaba. Vio como Anna se pegaba al cristal golpeándolo con los puños hasta ver hilos rojos en sus nudillos.

Un dedo moreno pasó por su rostro y volteó la cabeza reflejando su confusión, asco y desesperación en sus ojos grises. La sonrisa afectada del moreno lo asustó hasta el punto de abrir los ojos exageradamente y dejar salir sus sentimientos a flote, sin importarle ponerse su máscara de nuevo.

- Ahora - comenzó Harry mientras observaba toda la piel pálida sobre la cama y regresaba a los ojos de Draco lentamente -, sólo vengo a reclamar lo que es mío.

Y cogiendo un pañuelo lo introdujo en la boca del slytherin mientras este sentía dientes mordiendo su cuello y lágrimas desesperadas queriendo escapar de sus ojos.

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Chapter Summary: (15 de Marzo) Donde Draco recuerda Hogwarts, cena con Anna en la noche, y una interrupción inesperada arruina su momento romántico

GaB

Modificado el Viernes 03 de Marzo, 2006

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