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DISCLAIMER: Los personajes conocidos son de Rowling, los que no son conocidos y la trama son míos.

AVISO: slash (relaciones homosexuales) y temas para adultos (violación, sexo, violencia, lenguaje cuestionable, auto mutilación, asesinato, depresión. La mayoría tratados en capítulos anteriores, así que ya deben de saber). Si no puedes manejarlo, presiona atrás porque no me gusta recibir comentarios destructivos. Gracias.

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Título: Propiedad Privada

Autora: GaBo0

Parejas: HarryDraco, Snape, Blaise

Rating: M

Summary: Slash. Han pasado tres años desde que Harry salio de Hogwarts y ahora ha atrapado a la mano derecha de Voldemort... ¿qué pasa cuando esta le hace una propuesta que no podrá rechazar?

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Propiedad Privada

By GaBo0

CAPITULO 06: Acciones Imperdonables

El cuerpo moreno se deslizaba por encima de él, colocándose sobre su cuerpo mordiendo su hombro desnudo mientras sentía líquido caliente deslizarse por sus mejillas. Podía ver por el rabillo del ojo como Anna lloraba y golpeaba contra la cápsula. Mirándolo con la cara llena de surcos brillantes, el cabello revuelto mientras sus puños cerrados con ira golpeaban el cristal cada vez menos frecuentemente.

Sus ojos se conectaron y la chica sintió la impotencia que corría por el cuerpo del slytherin. El sentimiento de asco hacia sí mismo y aquella persona sobre él. No sabía quien era aquel personaje extraño pero aparentemente Draco sí. Lo sabía porque apenas lo vio le habló como si se sorprendiera de verlo.

Obviamente ellos no la oían pues Draco había negado con la cabeza, pero ella oyó perfectamente todo lo que se dijeron. No tenía la más mínima idea de que había querido decir el extraño con eso de 'reclamar lo suyo', pero fuera lo que fuera no le sonaba bien.

Draco permanecía inmóvil en la cama a causa del hechizo inmovilizador mientras aquella lengua lamía toda la extensión de su cuello y plantaba pequeños besos en su mejilla para luego morder el lóbulo de su oreja. El pañuelo estaba a punto de ahogarle, y las lágrimas habían humedecido un poco la almohada. El ceño fruncido demostraba la ira del muchacho, que el moreno ignoraba completamente.

Los ojos verdes se elevaron y vieron a Draco, quien sólo puso todo su odio en ese contacto. Harry se acercó a sus labios y los mordió y lamió un poco, a causa del pañuelo dentro. Pequeños sollozos ahogados dentro del slytherin y palabras disueltas morían antes de llegar a sus oídos.

Siguió disfrutando de su poder sobre el otro muchacho, pasó las manos por el torso, las caderas y el trasero del chico, sintiendo el cuerpo más pequeño temblar y tensarse bajo su contacto. Sus manos se deslizaron sobre el borde del pantalón y lentamente fue desabrochando el botón. Draco lo miraba con pánico y los ojos irradiando miedo.

Cuando Harry alzó la vista, un cuadro completamente diferente lo golpeó. La arrogancia de Malfoy había desaparecido para dar paso al terror más puro que había visto en el rostro de una persona. Sin romper el contacto, bajó el cierre y el rubio comenzó a negar con la cabeza desesperadamente y los gritos muertos por el pañuelo se volvían más audibles.

Pudo observar como la chica comenzó a golpear más desesperadamente el cristal de la cápsula, y al slytherin tratar de moverse histérico y desesperado bajo él. Gotas de sudor frío se resbalaban por la frente, confundiéndose con los rastros de lágrimas.

Retiró los pantalones observando de nuevo a Draco en todo su esplendor. La respiración del rubio se había vuelto superficial y agitada. Pánico reflejado en cada célula, vergüenza delineada en sus facciones.

El moreno probó el sabor del miedo de Draco, las lágrimas y el sudor que resbalaban por su rostro fueron devoradas por su boca hambrienta. Draco se tensó y gritó cuando dos dedos invadieron su entrada sin ninguna delicadeza y luego volvieron a ingresar bruscamente.

Harry se arrodilló y levantó las caderas de Draco, colocando sus piernas sobre sus hombros. La mirada aterrorizada del rubio, que no paraba de gritar tras el pañuelo, movió algo dentro de él, pero el deseo que lo controlaba era más fuerte y desvió la mirada. Pudo captar la mirada de la chica que iba dirigida con incontrolable odio. Los puños de ella golpeaban furiosamente el vidrio y gritaba con terror también.

Draco lo miró paralizado y Harry con un último vistazo al rostro del slytherin, lo penetró de una sola vez. El grito de dolor desgarró el silencio de la noche, dando paso sólo a los sollozos del rubio una vez terminado.

Anna dejó de golpear el vidrio cuando el grito llegó a sus oídos y se dejó caer al suelo derrotada. No había podido ayudarle.

No había podido ayudarle

Harry se mantenía firme en su lugar, disfrutando las sensaciones que le brindaba la estrechez del rubio. El único sonido que llegaba a su mente eran los latidos de su corazón y el sollozo ahogado de Draco.

El slytherin sentía como si en cualquier momento fuera a partirse en dos. La sensación le quemaba por dentro. Humillación y vergüenza, junto con dolor se peleaban por quedar marcados en sus ojos. Había sido penetrado sin preparación por una persona por la que creía ser odiada y a la que odiaba. La expresión de placer del gryffindor lo sacó de sus casillas pero no pudo articular palabra, no podía moverse ni reaccionar. Parecía como si alguien hubiera apagado su cerebro. Lo único que sentía era dolor y vergüenza.

El gryffindor retiró su miembro y nuevamente embistió de forma brutal contra el rubio. Nuevo gritos desgarradores abandonaron la garganta del muchacho mientras las embestidas se hacían más rápidas, más profundas y dolorosas. Manos morenas que paseaban por su cuerpo, la mirada verde sobre él. Tan parecida a la de Anna, y a la vez tan diferente.

Deseaba morir en aquel momento. El dolor se volvía cada vez más insoportable y la única salida parecía ser dejar de respirar. El pañuelo completamente mojado fue retirado de su boca, pero ya no tenía fuerzas para gritar. Otros labios capturaron los suyos, la lengua de Harry ingresó y exploró su boca a placer. Y el dolor no cesaba.

Dos grandes manos se apoderaron de su miembro y comenzaron a estimularlo, volviendo indescriptible la sensación de patética sumisión en el slytherin. Se sentía usado, sucio, impuro...

'Por favor... haz que acabe... que acabe...', pensaba Draco en su mente mientras las embestidas se volvían más rápidas y erradas, acercándose al clímax junto a él. Sintió como su propio miembro explotó en las manos del gryffindor mientras el liquido de Harry se vaciaba completamente en su agujero, mezclándose con la sangre y embarrando las telas bajo ellos.

Vergüenza pura al verse reaccionar ante ese asalto, y ver como su cuerpo no hacia caso a su cabeza. Echó el rostro hacia un lado, los cabellos cayendo sobre sus ojos, las marcas en el cuello expuestas y la mirada perdida. Logró enfocar a su amiga, que se encontraba sentada en el suelo mirándolo. Sus mejillas se enrojecieron y un nuevo grupo de lágrimas abandonó los orbes grises.

El moreno aun continuaba sobre él pero pronto se desplomó sobre Draco y observó su rostro. Vio nuevas lágrimas abandonar sus ojos y siguió su mirada. Se topó nuevamente con esa chica despreciable y la furia volvió a invadir su cuerpo, haciéndolo levantarse de un salto y agarrar su varita del suelo.

Caminó hacia la cápsula bajo la mirada de Draco, quien al ver la expresión de Harry comenzó a gritarle muy bajo que se alejara. La voz le fallaba y la garganta le ardía. No podía moverse.

Anna se puso de pie rápidamente al verlo acercarse y miró a Draco cuando este comenzó a gritar. Harry comenzó a hablar sin deshacer la cápsula:

- No sé que haces aquí, zorra. No sé que quieres con Draco, pero sea lo que sea no lo vas a conseguir. Él es mío y sólo a mí me pertenece. ¿Entiendes! - y antes de que alguno pueda reaccionar el cristal desapareció y una maldición fue lanzada contra la chica, que salió volando nuevamente hacia la pared de la izquierda.

Ahora Draco gritaba con las pocas fuerzas que le quedaban sintiendo la impotencia nuevamente recorrerle el cuerpo. Anna cayó al suelo con un hilo de sangre en la comisura de los labios. Los cabellos castaños caían desordenados mientras el vestido, aun sobre ella, se había rasgado en una esquina.

El mago volvió a apuntar la varita contra ella y la chica se retorció en el suelo, gritando de dolor y llamando al rubio.

- ¿Qué creías¿Qué lo tendrías para ti¡eh¿Eso creías! Pues ya ves que no, pequeña zorra... - y bajando la voz hasta convertirla en un susurro mientras paraba el hechizo y levantaba su rostro jalándola del cabello -, Draco es sólo MI propiedad.

La chica forcejeó bajo la fuerza del moreno y pudo verse reflejada en los ojos verdes del otro muchacho. Tenía más o menos su edad pero grandes ojeras se situaban bajo sus ojos. De golpe la soltó y su rostro dio contra el suelo, golpeándose la nariz haciéndola sangrar. Oía los gritos de Draco a lo lejos, estrangulados bajo algún encantamiento extraño.

Volteó para ver al rubio y le sonrió al tiempo que este gritaba con todos sus pulmones y un hechizo la golpeó en el costado, mandándola sobre el escritorio y contra los vidrios de las ventanas. Cristales rotos se dispersaron por todo el suelo junto a un grito estremecedor y el sonido del vacío. Luego todo negro.

Draco continuaba gritando mientras veía a su amiga salir despedida por la ventana. Lágrima de cólera caían por sus mejillas y un grito de dolor retumbó en las paredes de su cuarto mientras el otro hombre se acercaba a él con expresión preocupada.

- Deja de gritar, Malfoy. ¿Qué van a pensar los elfos?

- ¡Me importan una mierda los elfos domésticos¡Acabas de matarla¡Maldito asesino¡Maldito¡Te odio mil veces más¡Mil veces¡Maldito! - gritaba Draco con voz ronca tratando de quitarse de encima las manos que sostenían su rostro.

Harry logró inmovilizar el rostro del slytherin y ver el dolor transparente en las irises plateadas. Los ojos los tenía rojos e hinchados de tanto llorar y las mejillas habían adquirido un tono carmesí a causa de la furia que lo hacía temblar.

- No me gusta que toquen mis cosas, Malfoy. Ella se lo merecía - continuó Harry sorprendiéndose de la frialdad de su voz y la falta de tacto con el chico

- ¡De que hablas, bastardo! - gritó molesto el rubio

- No te voy a decir hasta que te tranquilices y podamos hablar civilizadamente - añadió calmadamente el moreno.

- ¿Civilizadamente¿Acabas de tirar a mi mejor amiga por la ventana, eres mi enemigo de toda la vida y quieres que me calme para 'hablar civilizadamente'!

- Mutis - susurró Harry dejando a Draco completamente mudo, lo cual lo enfureció más -. Bueno¿por dónde quieres que empiece¿Desde la noche en que tu padre desapareció? He estado visitando tu mansión, viéndote en silencio, observándote...

Dejó que su mano vagara por las facciones asombradas del rubio mientras miraba de nuevo cada parte como si nunca lo hubiera visto.

- Esa noche... esa noche había atrapado a tu padre con suficientes pruebas como para mandarlo a Azkaban, como se lo merece - y por esto recibió otra mirada de odio puro -, pero él me ofreció un trato mucho más tentador...

La sonrisa que se formó en el rostro de Harry parecía tan fuera de lugar que asustaría a cualquiera. El viento helado que entraba por los vidrios rotos ponía la piel de gallina a Draco, pero este no lo sentía. No le importaba morir congelado tampoco, pero al parecer a Harry sí. Cogió una manta que estaba a los pies de la cama y con eso tapó el cuerpo pálido del rubio mientras colocaba un brazo a cada lado de la cabeza platinada.

- Me dijo que lo dejara en libertad a cambio de ser...

Hizo una pausa deliberada viendo la confusión que invadía el rostro de Draco. Podía sentir la tristeza aparecer en su mirada.

- Ahora me perteneces, Malfoy. Soy tu dueño y puedo hacer de ti lo que quiera - dio fríamente mirando y evaluando nuevamente el rostro del slytherin.

Fue como un baldazo de agua fría sobre el cuerpo de Draco. Sintió una puñalada en el corazón al pensar en la traición de su padre. Así que por eso se había ido... ni siquiera había tenido el valor para decírselo. Y ahora Anna había muerto por su culpa, por su cobardía.

Pero había una parte de sí que se negaba a aceptarlo. Una parte de él le decía que era mentira. Era una pesadilla. Y comenzó a negar con la cabeza como deseando que si hacía eso lo suficiente, aquellas palabras desaparecieran de su memoria.

Comenzó a gritar pero tampoco emitía ningún sonido, una nueva ola de lágrimas amargas bajaron por su rostro siendo limpiadas por el gryffindor. Todo lo que había dicho era mentira, él lo sabía, no podía ser cierto...

- Tu padre me dio esto... - continuó el gryffindor sacando el viejo pergamino Malfoy de su túnica -. Ahora, espero que no traigas otra amiguita a mi casa...

Sus ojos aun no lo creían. Aquel documento solo lo podía haber obtenido de las manos de su padre y con consentimiento pleno. No era una transferencia muy simple de hacer. Tenía encantamientos protectores antiguos y muy poderosos.

La voz lejana de Potter le llegó como un susurro maldito, recitando la sentencia de su muerte. Hubiera preferido el Beso a esto... mil veces.

- ... Y bueno, soy bastante posesivo y ver a esa tipa sobre ti, insinuándosete, tocándote, me llevó al limite. Si nunca la hubieras tocado no habría muerto...

Lo volvió a mirar y nuevamente la ira lo invadió. Aquel... 'ser' le echaba la culpa de lo que le había pasado a Anna. No podía creerlo. Quería matarlo. Ponerlo contra la pared y golpearlo hasta que dejara de respirar y sus huesos fueran polvo.

- Así que, Draco, te tienes que acostumbrar a mi presencia porque voy a estar contigo durante mucho... mucho tiempo - terminó mirándole a los ojos desafiante -. Ahora, voy a soltarte. Si te pones agresivo, no dudaré en tomar medidas extremas. Soy muy bueno creando espacios aislantes.

El rubio respiraba agitado, aun con el rostro hecho un desastre cuando pudo sentir de nuevo el control sobre su cuerpo. Lo primero que hizo fue lanzarse sobre el moreno pero un dolor agudo en toda la parte baja de su cuerpo y las pocas fuerzas que quedaban hicieron que el otro lo botara al suelo fácilmente. Después, sintió como era arrastrado junto a la manta a la esquina donde Anna había estado atrapada y una cápsula idéntica a la de ella se formó a su alrededor.

Golpeó con todas sus fuerzas el vidrio pero sabía que era inútil. No tenía su varita y se sentía muy débil. Se tapó un poco con la manta que había sido arrastrada con él mientras maldecía al gryffindor. Oyó como este se acercaba hasta esta frente a él.

- Hablaré con los elfos. Me arreglaran la habitación del frente. No me gusta hacer esto, pero es necesario hasta que aprendas que no tienes el poder ahora.

Y con esto abandonó el cuarto. El silencio era cortado por los leves y dolorosos sollozos del muchacho atrapado.

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Harry tenía su habitación arreglada ahora y había tirado al pasillo las cosas de la chica para que los elfos las recogieran. Se sentía mal por tratar así a Malfoy; pero, por otro lado, el poder que infligía sobre él lo hacía sentir bien. Demasiado bien.

Aun sentía la piel pálida bajo él y la sensación del otro cuerpo temblando sobre la cama. Draco era suyo, y según el contrato aún tenía un tiempo para disfrutar de él. Luego podía desaparecer, después de eso no le interesaría nada. Después de todo, su vida era una porquería.

Los párpados morenos se abrieron cuando los primeros rayos solares entraron a través de la ventana. Volteó a ver la mesa de noche. Las nueve de la mañana. No había dormido mucho. Se incorporó en la cama buscando sus lentes con la mano. Al ponérselos observó el cuarto en el que estaba. Algo oscuro a pesar de la luz del día, y bastante extraño. Demasiado diferente al suyo propio, pero cómodamente decorado. Luego recordó los eventos de la noche anterior con mayor claridad.

Él llegando a la mansión, él corriendo a la habitación de Draco, la tipa esa encima de Draco, él encima de Draco, gritos, lágrimas y vidrios rotos... un momento. ¿Vidrios rotos?

La realidad lo golpeó fuertemente cuando recordó que había asesinado a esa tal Anna, y que ahora Draco sabía todo. La amargura llenó su boca al recordar el odio que Draco le había dirigido y luego, desesperación de saber que había hecho todo mal.

'Esperar tanto para esto... para arruinarlo todo... Draco me odia más... ¿por qué simplemente no la mande lejos!' se reprochaba mientras paseaba histérico por el cuarto. Estaba con la misma ropa del día anterior. En ese momento solo con la camisa ya que el pantalón había quedado en el cuarto del rubio.

- Draco - exclamó deteniendo su caminata y saliendo como alma que lleva el diablo hacia el cuarto del frente.

Se acercó esperando oír algún sonido, pero luego recordó dónde se encontraba el chico. Abrió la puerta suavemente y la luz amarillenta del cuarto llenó la habitación. La vista era deprimente. Había sangre en casi todo el piso y las sábanas y ropa estaban enredadas en el suelo o a medio camino de caer a este. El escritorio tenía las cosas regadas encima, una mancha de tinta negra derramada manchaba el inmaculado tapiz debajo de la madera.

Lentamente, temiendo ver algo que no soportaría, volteó el rostro hacia la derecha y quedó petrificado con la vista. Un par de ojos grises apagados, pero brillando con miedo lo miraban desde el otro lado del cristal. El cuerpo pálido del muchacho lucía moretones en los brazos y las pantorrillas, pero eso era sólo lo que Harry podía ver a causa de la manta que cubría el resto del cuerpo del slytherin.

Se acercó tratando de no hacer ningún movimiento brusco que pudiera molestar o asustar al slytherin que lo miraba con aprensión y disgusto. Sacó su varita y vio como el cuerpo del otro se tensaba y fruncía el entrecejo más que antes. Con un movimiento de muñeca la cápsula desapareció y pudo oír la agitada respiración de Draco.

- Malfoy... – comenzó, pero pronto se cayó sin saber lo que realmente quería decir.

Sentía vergüenza de lo que había hecho la noche anterior. Sentía culpa por la muerte de la chica, a pesar de odiarla con todas sus fuerzas sin saber exactamente por qué. Levantó la mirada y se encontró con rencorosos orbes grises y al rubio que se arrimaba más hacia la pared. Como un animal salvaje al que se amenaza con fuego.

- Malfoy... - repitió pero esta vez lanzó un resoplido al frustrarse su intento por hablar con el chico.

Finalmente, lo único que hizo fue extenderle la mano para que se levantara, pero el rostro pálido se torció en una mueca de asco y desprecio que profundizó la herida en el corazón del gryffindor.

- No tienes por qué ponerte así. Escucha, ayer...

- Sal de mi cuarto - ordenó Draco con voz ronca a causa del llanto y cólera en su garganta.

Draco miraba a la persona frente a él con aprensión. La noche anterior había matado a su mejor amiga, y porqué no, casi amante. No sólo eso, sino que también había abusado de él y lo había encerrado ahí como a un animal. Lo había humillado y herido en lo más profundo. Ese ser, ya que no podía ser humano, había cometido los actos más inesperados e imperdonables que podían ocurrírsele a Draco y ahora trataba de que confiara en él. Draco Malfoy no era tonto, y no perdonaba fácilmente.

- Malfoy - y el gryffindor se adelantó para levantarlo, pero los ojos grises se abrieron de sorpresa y saltó hacia un lado dejando al descubierto parte de su espalda cuando la manta se movió un poco.

Harry pudo ver los rastros de sangre seca en la piel pálida. Frunció las cejas y vio a Draco con expresión culpable y triste. El rubio respiraba entrecortadamente y había puesto la manta más fuertemente alrededor de él.

- No volverás a tocarme¿me entiendes, Potter? - le amenazó con voz afilada y entrecerrando los ojos

- Créeme Malfoy, que no planeé que las cosas salieran así - contestó Harry cada vez más inseguro de lo que debería de hacer.

Viendo que el slytherin quería enfrascarse nuevamente en una batalla de miradas, cortó la conexión y se adelantó una vez más hacia Draco. Este volvió a saltar y lo empujó haciéndolo caer sentado. Harry aspiró molesto y se paró, cogiendo rápido el brazo de Draco y parándolo de un tirón, haciendo que la manta cayera al suelo.

El rubio se apresuró a levantarla y luego miró con odio al gryffindor, soltándose de su agarre y cayendo hacia atrás contra la pared. El dolor en su parte baja había regresado y se vio reflejado en su rostro cuando sus rodillas se doblaron.

El moreno vio esto y se apresuró a cogerlo, pues parecía que iba a caerse. La respiración del rubio volvió a agitarse y trató de separar al gryffindor, pero no le quedaban fuerzas. Nuevamente lágrimas rebeldes amenazaban con salir. La noche anterior le había sorprendido lo mucho que podía llorar. Nunca lo había hecho, mejor dicho, hacia varios años que no derramaba una lágrima, pero anoche había llorado por todos esos años y más. Lloró por la traición de su padre, la muerte de Anna, la intrusión de Potter, el dolor, la vergüenza

La humillación

- Suéltame - esta vez, el tono arrogante había desaparecido y la voz había salido con un tono abatido que hirió a Harry más que cualquier otra frase dirigida hacia él.

- Realmente no había planeado esto... - se disculpó el gryffindor mientras se alejaba del slytherin y se veía reflejada en los ojos vidriosos de Draco.

Volvieron a mirarse y esta vez Harry se volteó, sintiéndose derrotado por la intensidad de los sentimientos que emanaban la mirada gris. Tenía la mirada al frente y podía sentir la mirada de odio detrás de él, espinas clavándose en su espalda.

- Vístete, el desayuno estará pronto - ordenó en tono autoritario y caminó hacia la puerta.

Luego, después de girar el pomo, volteó y volvió a mirar al joven quien tenia los ojos clavados en la ventana y aún aferraba la manta con todas su fuerzas.

- No me gusta esperar, Malfoy - y con esto abandonó el cuarto.

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Harry se dejó caer en la silla mientras pasaba sus manos por su rostro y formaba círculos en sus sienes. Se sentía terrible. Tenía dolor de cabeza y los recuerdos lo abrumaban. La mirada de Draco le dolía, pero no estaba seguro de por qué. El miedo que percibía cuando se acercaba a él, miedo que nunca le había visto demostrar ante nadie. Nunca lo había visto llorar, incluso, una vez Draco se había tragado sus lágrimas estando solo.

Un elfo entró en su habitación trayendo unas maletas de su apartamento. Hacía veinte minutos los había mandado, pero le había dado tiempo de bañarse y descansar un poco.

Abrió los cierres y sacó ropa limpia. Se cambió la ropa interior y se colocó un par de pantalones azules con una chompa escarlata, de las que aun conservaba de navidades pasadas en la Madriguera. Acarició la lana, pero sacudió los recuerdos de su cabeza. Ahí sólo había conocido el calor de familia, y por esto había sido tan doloroso vivir después de la guerra, hallando solo frío en cualquier lugar al que iba.

Cuando estuvo listo bajó al comedor, pero vio que Draco no estaba ahí. Resopló resignado. Después de todo no podía pedirle al chico que tratara de llevarse bien con él. Sentía que la culpa le pesaba como algo físico y lo hacía caer hacia adelante. Mareos y nauseas. Se apoyó en una silla para no caer pero aun así hizo falta apoyarse en la mesa, tirando algunos platos, para poder mantenerse en pie. Segundos después recuperaba la compostura y se incorporaba sacudiendo la cabeza y respirando agitado.

Llamó a uno de los elfos y les ordenó que le trajeran una bandeja. Tomarían el desayuno en la habitación de Draco.

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El rubio observó como el otro abandonaba la habitación. Si antes lo odiaba, el nuevo sentimiento dentro de él no tenía nombre. Lentamente, recobrando el movimiento de todos sus músculos y sintiéndolos pesados como plomo decidió darse un baño. A pesar de todo, sería algo relajante y quizá podría ahogarse en la tina.

Al primera paso, las piernas le fallaron y un dolor agudo penetró sus entrañas haciéndole contorsionar su rostro en una mueca dolorosa. Jadeando, en el suelo, llamó con débil voz a Minny esperando... no, deseando que apareciera lo más rápido posible. Un leve 'pop' sonó cerca de él y pasos pequeños y apresurados se dirigieron hacia donde se encontraba.

- Señor Malfoy, señor. ¿Qué ha pasado, señor¡Dios! Minny debió prever... Minny mala... - repetía con su vocecita chillona ahogada por lágrimas brillantes que caían por su rostro redondo.

- Minny... cálmate - comenzó a decir Draco -, no es tu culpa... - pero pronto se calló y volvió a sentarse cerrando los ojos a causa del dolor

- Señor Malfoy, señor, no se preocupe... Minny lo sanará. Yo, señor, yo... ¡Dios mío! Minny lo siente... Minny lo siente tanto- lloraba la pequeña elfina mientras posaba sus manitas en los hombros del muchacho

- Minny, ayúdame por favor, rápido - le pidió Draco.

El dolor se estaba haciendo insoportable. La caída parecía haber abierto alguna herida y Draco sentía esa quemazón insoportable que sólo infligen las heridas frescas. Se aferró a uno de los brazos de la elfina mientras ésta cerraba los ojos y realizaba algún tipo de encantamiento curativo.

Draco sintió como las heridas cerraban. La piel se regeneraba fácilmente, quedando con pequeñas marquitas rosas o libre de señal alguna. El dolor físico disminuyó considerablemente, pero su cabeza seguía hecha un desastre y no creía que Minny pudiera ayudar.

Minny conjuró un encantamiento con el cual llevó a Draco hacia el baño y lo sentó sobre el lavamanos apoyado en la pared mientras el agua se calentaba, cosa que no demoró mucho. Draco se balanceaba sobre el asiento improvisado mientras esperaba a que la elfina estuviera lista. Volteó el rostro hacia la izquierda y se encontró con el rostro demacrado de una persona que ha estado llorando demasiado y no ha tratado siquiera de ocultarlo.

Sus ojos grises tenían las pupilas dilatadas, ojeras grandes y estaban rojos e hinchados. Aprensión, oculta ahora, aparecía delineada en ellos. Los destellos azules brillando con rencor. Algunos moretones surcaban las mejillas y una señal roja en ambas comisuras de la boca donde la mordaza había estado. Su cabello platinado estaba revuelto y enmarañado, cayendo sobre su rostro y hombros despreocupadamente y lleno de nudos. Fue sacado de su revisión personal a causa del llamado de Minny

- Sr. Malfoy, señor, el agua está lista, señor. ¿Desea que Minny le ayude, señor?

Draco apenas pudo asentir con la cabeza y sintió como nuevamente era elevado y depositado suavemente en la bañera. El agua tibia bañó todo su cuerpo reconfortándolo. Lo único que sobresalía era su cabeza, y la punta de sus cabellos estaba un tono más oscuro debido al agua.

Comenzó a refregar sus brazos y piernas con una esponja, inclinándose levemente hacia delante mientras Minny lavaba su cabello, hombros y espalda.

- Minny... él... él... - comenzó pero no pudo terminar la oración

- El otro hombre, señor, está tomando un baño, señor. Vilou y Kinky fueron a su apartamento, señor, para recoger unas maletas. Señor Malfoy, no se enoje, él mismo nos mostró el poder que ahora tiene, señor. Pero nosotras somos buenas elfina, señor, y servimos a la familia Malfoy y sólo a ella, señor.

Draco se permitió una sonrisa a la pequeña criatura, mientras lo demás pasaba al fondo de su mente. Era obvio que Potter pensaba mudarse a la mansión. Pensaba que sería simple, pero Draco no se lo iba a dejar tan fácil.

Un suspiro triste abandonó los labios del rubio y la elfina lo miró preocupada. Luego, cuando las irises grises se posaron en ella, se ruborizó (si aquel tinte rosa extraño era rubor) y desvió la mirada. Le hizo unos masajes a Draco antes de que este saliera de la bañera y luego lo ayudó a ponerse de pie.

El rubio se colocó una bata verde que la criatura había traído y se colocó frente al espejo. No podía permitirse ese aspecto tan derrotado e impropio de un Malfoy. Su padre siempre le había dicho que no debía de demostrar sus momentos de sufrimiento frente a los demás. Pero una vez más, su padre lo había traicionado para salvarse él mismo.

Revisó su rostro en busca de marcas, cicatrices o moretones, pero no halló nada. La piel estaba igual de pálida que siempre, igual de perfecta como siempre. Sus labios estaban un poco amoratados pero esto era nuevamente por el frío de la mansión.

- Minny¿luego puedes regular la temperatura? Está haciendo un poco de frío...

La elfina lo miró preocupada, pero no dijo nada. No podía ir contra su amo, pero estaba segura de haber revisado la temperatura esa mañana antes de subir.

El chico cogió un cepillo, pero al levantar el brazo este cayó al suelo mientras Draco se apoyaba en el lavatorio y capturaba el aire que se le había escapado. Aun estaba cansado y a pesar de que las heridas estaban cerradas el dolor no se había ido del todo. Al parecer el hechizo era momentáneo y solo las hacía cerrarse sin dejar marcas. Esto era en parte bueno, ahora solo podía esperar a que se cerraran internamente.

Minny levantó el cepillo y miró a Draco con sus enormes ojos ambarinos. Él asintió y la criaturita comenzó a cepillar su cabello. El muchacho se sentía inútil, reducido al no poder siquiera peinarse el cabello... pero en ese momento no pareció importarle demasiado. Quería tirarse en su cama y correr las cortinas, colocar un hechizo aislante y dormir... dormir hasta que ya no pueda despertar.

El sonido de la puerta lo hizo sobresaltarse y la elfina soltó el cepillo cuando volteó el rostro rápidamente asustándola. Draco se paró apoyándose en el lavatorio y amarró mas fuerte su bata. Luego, miró a Minny y le sonrió. Le había tomado bastante cariño a la elfina y, aunque antes no lo demostraba, ahora era la única en la mansión a la cual podía confiarle algo.

La pared de piedra desapareció y vio su propio cuarto. Dio un paso hacia fuera y la pared de piedra volvió a aparecer, ocultando el baño completamente. Minny estaba a su lado. Podía ver una sombra proyectada y luego una persona sentada en su cama. La silueta de una jarra con un par de tazas se dibujaba sobre el edredón.

- Malfoy, al ver que no bajabas decidí tomar el desayuno aquí. ¿Te sientas? - comentó Harry de la más jovial y descarada forma que Draco podría imaginar.

Draco resopló e iba a decirle todas sus verdades cuando sintió una manito jalándole la bata. Era Minny con ojos preocupados y llenos de lágrimas.

- No, señor Malfoy, señor. Está enfermo, no debe fastidiarse señor. Déjelo, váyase o ignórelo, señor. No puede agitarse, señor. - decía suplicante pero no lo suficientemente bajo como para que sólo Draco lo oyera ya que era lo mínimo que su voz chillona permitía.

Draco le dirigió otra sonrisa y luego miró duramente hacia la cama. Respiró hondo varias veces y luego dijo en una voz raramente calma y obviamente controlada:

- No tengo hambre. Puedes irte tú y tu desayuno ahora mismo. No quiero nada que tenga que ver contigo

Harry lo miró largamente y luego se paró. El slytherin retrocedió un paso pero se chocó con Minny.

- Minny - le dijo -, necesito que te vayas. Te llamaré cuando te necesite - y al ver que iba a replicar -. No me contradigas... estaré bien - añadió en un tono más dulce.

La elfina desapareció algo vacilante y Draco miró a Harry. El muchacho de ojos verdes dio otro paso hacia él y Draco retrocedió temblando y levantando la cabeza mientras fruncía los labios en un intento por no agitarse y comenzar a gritar y lanzar maldiciones.

- Tienes que comer algo, Malfoy. No quiero ser el causante de alguna enfermedad tuya - le dijo Harry en un tono de reproche

Una risa amarga abandonó la garganta del slytherin mientras observaba sin diversión el rostro del moreno y se ataba la bata más fuertemente alrededor de su cintura, casi cortando su cuerpo por la mitad.

- ¿Y ahora te preocupa lo que es bueno o no para mí¿Crees que después de lo que hiciste me interesa un poco lo que pienses, desees o hagas? - contestó con voz envenenada

- Escuchaste a Minny, debes de comer porque estas enfermo... - comenzó Harry pero fue cortado por un furioso Draco

- ¡Tú no tienes derecho a llamarla por su nombre¡Ni siquiera mencionarla¡No tienes ningún derecho para usarla como excusa para que haga algo que TU quieres¡Eres un maldito bastardo y te quiero fuera de mi cuarto¡AHORA¡Fuera¡Fuera! - comenzó a gritar histérico el rubio

Harry iba a contestar pero el rubio avanzó rápidamente hacia la cama y cogió las tazas lanzándolas hacia Harry, olvidando el dolor que amenazaba con incrementarse debido a los bruscos movimientos. La garganta le dolía por los gritos y la piel le quemaba de la rabia. Harry recordó que Draco no debía de agitarse, así que decidió salir del cuarto esquivando los libros que ahora volaban hacia él al haber roto toda la vajilla.

- ¡Malfoy! Me voy, pero llama a tu elfina para que te dé desayuno y luego...

- ¡FUERA!

Y un tomo especialmente pesado voló hacia la puerta justo cuando Harry la cerró. Suspiró triste y resignado. Iba a ser difícil reparar su error, pero tal ves con el tiempo Draco lo perdonaría, o al menos no reaccionaria de esa manera cuando estaban cerca. No sabía por qué tenía esa esperanza pues nunca se habían llevado bien y después de lo que hizo lo dudaba bastante, pero aun así la esperanza encendía una pequeña partecita de su corazón. Una partecita donde creía en el futuro perdón de Draco y daba calor al resto de su ser.

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El muchacho cayó abatido de rodillas al suelo y apoyó un brazo en la cama mientras las lágrimas rodaban nuevamente por sus mejillas. No se molestó en limpiarlas. En vez de eso trató de subir hasta su cama y se tiró sobre el colchón apenas cubierto con una sabana de seda.

Ignorando las manchas de sangre en los edredones los cogió y tiró lejos. Luego, jaló la sabana y la dobló quedando con la misma tela debajo y sobre él. Apoyó su cabeza en la almohada después de sacarle la funda y apretó sus dedos alrededor de la esquina de la tela asiéndola firmemente a su alrededor. Espasmos involuntarios sacudían su cuerpo mientras se sentía desvanecer. Las lagrimas nublaban su vista mientras todo daba vueltas. Cerró los ojos y una sensación de vértigo lo rodeo. Luego temblaba, inconsciente de ello, mientras caía en un sueño intranquilo y lleno de delirios. Su último pensamiento consciente fue el sonido de pasos acelerados y un par de ojos grandes y claros frente a él antes de que todo se sumiera en profunda oscuridad.

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Chapter Summary: (15 de Marzo) Donde Harry posee, Anna muere, y Draco se entera del contrato

GaB

Modificado el Viernes 03 de Marzo, 2006

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