Aaaaay! No tuve tiempo de agregar algo de explicación en el capitulo pasado, pero el 26 fue un especial por aniversario atrasado.
¡Cumplimos un año en Mayo! Jajajaja bien atrasadas nosotras, en fin, comenzamos con nuevos dramas (Mi especialidad)
Byakuya suspiró frustrado, con la mirada fija en el chorrito de té que caía en su taza lentamente. Hanako le miraba con una sonrisa dulcificada mientras terminaba de preparar las infusiones de ambos y entregar al capitán la suya. Estaba estresado, podía notarlo sólo con mirar la tensión en sus hombros, así que le dedicó un par de segundos de silencio mientras sus manos continuaban silentes con su labor.
Viernes otra vez, y de nuevo se encontraban en la sala de estar mientras la teniente preparaba las infusiones, sin embargo, mientras que aquella shinigami disfrutaba sobremanera la compañía de su capitán, bien envuelta en la bufanda del clan mientras buscaba resguardarse un poco del frío de aquella tarde lluviosa, el pelinegro parecía absorto en sus pensamientos y en su malestar.
—Eucalipto —anunció ella con una sonrisa enamorada, consiguiendo que los ojos violetas de aquel hombre le escrutaran con curiosidad, permitiendo que su humor presentara una ligera mejoría —, manzanilla, azahar, naranjo...
—¿Belladona? —cuestionó sarcástico y fastidiado, desviando el rostro —, ¿hamamelis?
—¿Debería llevarlos? —reprochó ensanchando su sonrisa mientras Byakuya le miraba sorprendido, percatándose de lo grosero que había sido al responder así.
—Yo...
—Sé cuánto detestas hacer esto —murmuró Hanako mientras Byakuya llevaba la taza hacia su boca con una mueca de disculpa —, Dios, ni yo podría soportarlo —añadió mientras las facciones del noble se suavizaban lentamente para ofrecer una sonrisa dulce y casi imperceptible a su protegida, que parecía sincera al decir aquello, pero que bien podría estar trazando una táctica más para hacerle sentir mejor —¿Por qué dices que no te recibieron el día de hoy?
—Me recibieron —se quejó con apremio antes de dejar la taza y suspirar, recuperando su postura estoica y desinteresada —, me recibieron —repitió más tranquilo mientras Hanako tomaba el sitio a su lado y subía los pies al sillón —, pero un mensajero entró buscando a Ishikawa-dono alegando una emergencia.
Había tal desprecio en la voz de Byakuya que Hanako consideró seriamente ir a golpear al tal Ishikawa con la funda de su zanpaku-tō.
—Ajá —instó la joven a continuar.
—Su pez dorado —soltó el noble mientras una vena se le saltaba en la frente —, un gato que entró por la ventana casi mata a su pez dorado.
No pudo evitarlo, Hanako estalló en carcajadas, casi derrama su té mientras Byakuya volvía a desviar el rostro, furioso con lo banales que eran los nobles, con ganas de cortar las gargantas de todos y cada uno de ellos, sabiendo que el mundo entero les importaba un bledo y que sólo pensaban en sí mismos.
Kuchiki Byakuya era el más poderoso líder que su clan hubiese tenido, y en lugar de sentarse en su trono y esperar a que sus subordinados hicieran todo el trabajo, se había entrenado hasta convertirse también en el más poderoso capitán entre los escuadrones del Gotei. No soportaba la idea de alimentar a esos desobligados que estiraban la mano a la espera de pleitesía.
No, la risa de Hanako no lo contagió, la dejó reírse a sus anchas mientras imaginaba sus manos cubiertas de sangre en una escena de la masacre, una sala llena de nobles asesinados.
—Hablemos con mis hermanas —sugirió Hanako una vez que se calmó un poco, consiguiendo que Byakuya le dedicara una mirada, pasmado.
—¿Perdón? —musitó seguro de que había entendido mal.
—Si no podemos conseguirte una audiencia decente con los nobles para arreglar nuestro matrimonio, hablemos con mis hermanas —repitió la teniente, tomando una mano de Byakuya entre las suyas y haciéndole suspirar —. Haré una cena en casa, les diremos que tenemos intensiones de casarnos. Puedes pedirles mi mano si gustas. La única razón por la que no les he dicho nada, bueno no —se contradijo a toda prisa, frunciendo el entrecejo y negando con la cabeza —, sería mentira si dijera que es la única, también es por cobarde, pero eso no cuenta, ¿o sí?, no querer alterar a Asami por lo de su shadow y todo esto. En fin —repuso cortando su discurso, sintiéndose torpe al tartamudear aquellas palabras y buscando una pausa para serenar sus emociones y su respiración —, no he dicho nada a ellas porque prometí esperar hasta que oficializaras con los nobles nuestro enlace, pero podríamos hablar con mi familia. Hacer una apuesta —añadió ante la mirada de sorpresa e incredulidad que el noble tenía ante las palabras de su prometida —, a ver quién concilia sus demonios primero.
—Lo de los nobles es protocolo —murmuró Byakuya asimilando las palabras de la shinigami —, sólo un trámite antes de hacer oficial esto ante el Gotei... Pero hablar con tu familia es otra cosa, es importante, más personal.
—Estoy lista —prometió ella sonriendo —, y ansiosa por contarles. No sabes cómo me ha costado abstenerme de confesar.
—¿Estás segura?
—Byakuya —cortó Hanako al verle tomar aire para ampliar su argumento —, nada me hará más feliz que hablar con ellas, quiero decirles de lo nuestro. Si te preocupa la oposición —añadió pensando en que si un noble se oponía todo se desmoronaba —, créeme, hay más posibilidades de que la encuentres en mi casa que entre tus estirados colegas.
Byakuya bufó divertido antes de asentir una vez.
—Pues hablaremos con tus nobles primero —murmuró al final, llevando los nudillos de Hanako hasta su boca antes de suspirar. Sólo... déjame intentarlo una vez más —pidió al final con un gesto infantil que Hanako había descifrado por fin.
Hokori... Orgullo.
Una especie de berrinche personal, el disgusto de no poder hacer las cosas a su manera, o siguiendo las costumbres y las tradiciones. Un niño molesto porque se le ha negado la posibilidad de hacer su voluntad.
—Está bien —aseguró la teniente poniendo una mano sobre la del noble, haciéndole levantar la mirada y hablar a toda velocidad.
—Sólo será un par de días más de espera, los citaré el lunes y... —cayó en cuenta en la respuesta de su novia y enmudeció ante sus risas discretas.
Ningún noble lo recibiría en sábado o domingo, sabía que debería esperar hasta el lunes o martes si quería una audiencia, así que le sorprendió mucho que Hanako aceptara sin chistar.
—Me dará tiempo de prepararme. Hablaré con mis hermanas para hacerles saber que pretendo invitarte a cenar a la casa Yamamoto, pondré cualquier excusa si me preguntan, diré que es gratitud por recibirme los viernes para el té o algo así —Hanako apresó una mano de Byakuya entre las suyas y la llevó hacia su mejilla, recargándose ahí con los ojos cerrados y una sonrisa soñadora que el noble observó hasta memorizar a detalle —. Está bien, intenta hablar con ellos una vez más. Pero será la última antes de decirle a mis hermanas.
—Dios —murmuró liberando sus dedos para delinear con el pulgar los pómulos de la shinigami, harto del protocolo que él mismo se había obligado a seguir durante los últimos años —, a veces siento que todo el mundo conspira.
—Cuéntame otra vez —pidió Hanako sonriendo divertida, percatándose de que Byakuya le miraba con el entrecejo fruncido, clara señal de que aquello no le hacía la más mínima gracia.
Suspiró, o más bien carraspeó frustrado al evocar los recuerdos de la primera reunión que había tenido con los nobles esa semana.
La junta había sido para hacer el recuento de daños luego de la invasión, destinar presupuestos, ver voluntariados y definir hasta dónde las familias antiguas y los otros clanes debían intervenir. Finalizando aquello habían llamado al capitán Kuchiki a plantear el asunto por el que había solicitado un turno al frente de todos.
—Abejas —enumeró Byakuya evocando el recuerdo —, algún imprudente golpeó un panal de abejas que estaba en la ventana y tuvieron que desalojar a los nobles porque estaban aterrados.
Hanako soltó una risa por lo bajo, podía claramente imaginar a un grupo de personas corriendo por una habitación llena de abejas mientras su novio los miraba perplejo. Podía ver a otros parecidos a Omaeda ocultos tras de sus colegas, y podía ver a Byakuya a punto de liberar el shikai para deshacerse de los insectos. O lo habría hecho de no saber que Hanako amaba las abejas.
Tal vez fue verla reír de aquella manera. Tal vez fue otra cosa. Tal vez desde el principio no fue tan importante.
Byakuya sintió una calma invadirle lentamente al ver que su novia encontraba divertidas todas las situaciones que él le iba planteando, y poco a poco él mismo se descubrió encontrando absurdo el hecho de no poder plantear su argumento.
Tal vez, sólo tal vez, aquello le causaba cierta inseguridad.
Porque la última vez que se había visto tan enamorado, había sido capaz de ir contra las reglas, contra todo el mundo con tal de ser feliz, tiempo antes de la máscara de frialdad y distancia gélida puesta con el mundo que le rodeaba.
Porque haberse casado con Hisana había sido distinto. Todavía no era el poderoso capitán Kuchiki, y se había dado el permiso de enamorarse sin medir las consecuencias, sin darle importancia a la posibilidad de tener un corazón roto, sin permitir que una sola nube gris perlara su firmamento.
Tal vez él mismo estaba arruinando sus posibilidades.
Aunque definitivamente no había sido él quien había golpeado el panal de abejas.
—Me dieron audiencia al día siguiente, pero primero tendrían que ver las siembras de ese año, la cantidad de almas que trascenderían y la cantidad de gente a la que tenían que contratar para terminar las jornadas. Tratando ese tema me darían el turno para hablar. El problema fue que hubo un intermedio para que los nobles más longevos pudieran comer algo —murmuró con los dientes apretados —. Aoyama-dono, Endo-dono, Kato-dono y Kobayashi-san se quedaron dormidos, y no vieron bien el molestarles dada su avanzada edad.
Bueno, tampoco de eso había tenido la culpa.
—Dios, esta gente —murmuró Hanako imitando el tono que su novio solía usar al decir aquella frase, haciéndole bufar, divertido ante su ironía.
—Me dieron audiencia por la tarde, pero yo tenía un par de reportes pendientes luego de los funerales, así que tuvimos que posponerlo para el día siguiente.
—Que tuvieron reunión con el comandante —murmuró la teniente armando el rompecabezas y comprendiendo al fin la frustración del capitán —, eso fue el ¿miércoles?
—Miércoles —confirmó el pelinegro mientras Hanako se recorría hasta su lado al verle abrir un brazo, invitándola a estar cerca.
Hubo una vez en la que aquel noble de cabellos negros y ojos fríos como el infierno se dio el permiso de mostrarse cariñoso y enamorado, y luego le habían arrebatado todo aquello de un golpe. Sostener a Hanako contra el costado, acariciarle el cabello como lo hacía en ese momento, mientras le observaba las facciones, los ojos cerrados, la sonrisa distraída... Aquello se sentía ajeno y al mismo tiempo había añoranza en cada gesto, porque una vez había estado profundamente enamorado, justo como ahora, y la diferencia radicaba en que, en ese entonces había tenido la libertad para expresarse abiertamente, y ahora conocía el miedo de perder al ser amado...
Una parte de sí mismo se decía una y otra vez: Te has ablandado.
Y luego él negaba con vehemencia, recordándose una y otra vez a sí mismo algo que Hisana le había enseñado (y que las hermanas Yamamoto habían venido a reforzar): El amor nos hace más fuertes.
Por supuesto, había amado a Hisana, y se lo había demostrado. Nadie había en el Gotei que conociera ese lado dulce, pacífico, sonriente del capitán. No había quien pudiera dar testimonio de los suspiros, las caricias, los halagos ni los besos que aquel hombre había dado alguna vez, porque todo el mundo conocía al legendario capitán de la sexta, el hombre que había logrado descuartizar a los Menos grande en un parpadeo sólo con el movimiento de sus ojos. El mismo hombre que había logrado enfrentar a los Quincy sin bankai, sin temor a dar la vida con tal de ofrecer una estrategia para el Gotei. El mismo hombre que se había convertido en el más desinteresado y desapegado shinigami que hubiesen tenido los escuadrones de protección...
Hasta que Hanako había llegado a cimbrar su vida. O tal vez él había sacudido la de ella, pero a esas alturas del juego ¿de verdad importaba quién había sido el terremoto de quién?
"Este no eres tú" - decía una voz ajena en los linderos de su mente, la misma voz que le recordaba constantemente que debía seguir cada regla al pie de la letra.
"No" - respondía el noble convencido de aquel argumento - "Por supuesto este soy yo, es la parte de mí que el mundo no conoce y que no merece conocer; este soy yo, el hombre oculto tras el capitán de la sexta división, el hombre que merece vivir una vida llena de dicha, tal como ha pedido a sus allegados. Que no sea lo que el mundo conoce de mí, no quiere decir que este no sea yo"
Byakuya sintió un ligero tirón por parte de su protegida, la joven había tratado de alejarse de él al sentir acercarse a una de las mucamas de aquel palacio de cristal, pero en el último segundo, él había llevado la mano disponible al mentón de Hanako para hacerla levantar el rostro y poder mirarla a los ojos, sin importarle que, a la pasada, aquella mujer los vería en aquella postura y comenzaría otro rumor.
Hanako cerró los ojos y suspiró al sentir los labios de Byakuya encontrando un lugar en su frente, se dejó llevar por el escalofrío que le causó sentir la respiración del pelinegro sobre sus cabellos y sonrió cuando él le regresó la mirada con intensidad contenida.
—Ayer se olvidaron de darme una reunión —continuó el pelinegro, relajado, mirando a su novia con suavidad —, y hoy casi se muere el pez de Ishikawa-dono —añadió al final, rodando los ojos mientras la mucama se alejaba, preguntándose qué era exactamente lo que había visto ocurrir.
—Quisiera prometerte que la siguiente vez que los veas será la definitiva —murmuró Hanako llevando una mano hacia el rostro de Byakuya, sonriendo ante la forma en que el noble inclinó su cabeza disfrutando de aquel roce distraído —, pero no puedo.
—Lo sé. Descuida —añadió en medio de un suspiro, suprimiendo una sonrisa que hizo a Hanako sentir calidez en el corazón —, ya habrá batallas que liberemos juntos, ahora ambos tenemos pendientes de los qué hacernos cargo.
—Y hablando de pendientes —murmuró Hanako enderezándose, plantando ambos pies en la tierra y mirando a Byakuya con determinación, haciéndole pasar saliva con dificultad —, quiero ir hasta ella.
El pelinegro suspiró, casi fue un gesto de dolor y resignación mientras él cerraba los ojos y bajaba un poco la cabeza antes de asentir una vez y mirar a su protegida.
—Estás en tu derecho —respondió poniéndose de pie y ofreciendo el brazo a Hanako para guiarla.
La lluvia golpeteaba contra los tejados, bañaba los jardines uniformemente, dejaba algunos pasillos resbalosos, pero eso no fue impedimento para que aquel par se encaminara hacia la salida, para cambiar hacia el ala este. Demasiado absortos ambos como para percatarse de cierto reiatsu que revoloteaba por ahí.
Yoshio se preparaba un bocadillo nocturno antes de la cena cuando vio las dos sombras pasar por fuera de aquella parte de la casa.
El menor se asomó discretamente por una ventana y frunció el entrecejo al ver que su tío guiaba a la teniente Yamamoto a otra de las alas de la finca. Aunque al principio había sido muy extraño, al final se había acostumbrado a ver a su tío pasearse con Hanako tomada de su brazo, también en el Gotei aquel gesto había perdido importancia luego de que surgieran los rumores de que la teniente de su madre estaba enamorada del teniente de la novena.
Ahora que esos rumores se habían desbaratado y habían comenzado otros más interesantes (mismos en los que se enumeraban las veces en las que Byakuya había besado la comisura de la boca de Hanako en la cuarta división), Yoshio había vuelto a prestar atención a las interacciones de aquel par.
Salió en silencio, movido por la curiosidad, olvidándose de su hambre por instantes mientras se percataba de que, en efecto, su tío guiaba a Hanako a donde él sospechaba.
Su lado racional le pedía que volviera sobre sus pasos y terminara con su tentempié antes de que su madre lo descubriera, pero había otro pedacito de sí mismo, uno sumamente curioso y revolucionario que le invitaba a seguir los pasos de aquel par que no se había dado cuenta de su presencia. No todos los días se podía dar el lujo de decir que ni Byakuya ni Hanako lo habían descubierto, debía probar sus habilidades como shinigami, sin saber que la razón por la que ninguno de los mejores rastreadores de reiatsu que tenía el Gotei era que ambos estaban demasiado absortos en sus pensamientos como para prestarle atención a su entorno.
—¿Doushitte (por qué)? —se preguntó el menor al ver a su tío correr las puertas de entrada donde tenía el santuario de Hisana.
Aún tras la llegada de Hanako a su vida, el noble solía visitar aquel lugar en el que se encontraba la fotografía de su difunta esposa, entraba, encendía un incienso y permanecía frente a ella durante largos ratos en silencio.
Yoshio a veces se imaginaba que su tío le contaba el día a día, a veces podía imaginarlo conversando con el espíritu de aquella mujer que era idéntica a su madre, tal vez un poco más dulce o femenina. A veces incluso se imaginaba que el noble confesaba en voz alta extrañarla mucho. Pero todo aquello eran conjeturas. Nunca sabría si tenía razón o si estaba equivocado.
Byakuya abrió las puertas que ocultaban el rostro de Hisana y se arrodilló frente a ella, levantando los inciensos antes de agachar la cabeza hacia el suelo y suspirar. Un ritual que tenía ya tan habituado que repitió sin proponérselo realmente, sorprendido cuando vio a Hanako hacer lo mismo.
La teniente unió sus manos y bajó el rostro, cerró los ojos y sonrió pensando en que aquella mujer tenía una mirada sumamente dulce. Le sorprendió muchísimo ver lo parecida que era a su capitana, después de todo, aunque entre ella y sus hermanas había rasgos característicos que delataban la línea sanguínea, Rukia y Hisana habrían podido pasar por gemelas.
—Onegai —pensó la teniente para sí misma —, por favor, déjame cuidar de él. Tú lo hiciste en su momento y he escuchado que fue realmente feliz. Por favor, déjame cuidar de su corazón por ti.
Tal vez lo sintió correcto, Byakuya se levantó y retrocedió un par de pasos, dejando a Hanako tener aquella conversación a solas. Si bien la teniente sólo hizo aquella petición a la difunta, sus pensamientos pronto se llenaron de oraciones para pedir por su descanso y para agradecer la oportunidad de tomar el lugar a la izquierda del capitán.
Largos minutos pasaron antes de que Hanako abriera los ojos y levantara la mirada en dirección al retrato, que parecía sonreír luego de haberse mostrado melancólico. Alguna traición de su subconsciente, seguramente. Pero ese pensamiento no impidió que Hanako sonriera de regreso y elevara un último pensamiento hacia ella, hacia Hisana. "Verás que sí, verás que lo haré inmensamente feliz", y sentirse bendecida por alguien cuya ausencia no dolería nunca más, no porque ella estuviera tomando su lugar, sino porque había sido la última gota de medicina que Byakuya había necesitado para sanar su dolido corazón.
Yoshio estaba pasmado.
Observaba desde una distancia prudente la forma en que Hanako parecía estar orando ante el altar de Hisana. Byakuya no le permitía acercarse a esa habitación bajo ninguna circunstancia, solía ser muy reservado cuando se trataba del tema de su difunta esposa. Las fotografías que el menor había visto de su tía eran las mismas que ponían en el altar de todos los Kuchiki cuando se acercaba el año nuevo, así que para él fue sorpresivo ver a Hanako ingresando a aquel santuario.
Fue como un baldazo de agua fría.
Había rumores (claro, eran sólo eso, rumores) de que el capitán había defendido a las hermanas Yamamoto porque estaba enamorado de alguna de ellas. Las apuestas se reducían a Hanako y Asami, aunque no se podía fiar de lo que dijera la gente.
Una vez, media vida atrás, le había preguntado qué opinaba de la tercer oficial Yamamoto para convertirla en su esposa.
¿Estaba Hanako pidiendo permiso para que su hermana se casara con el noble?
No, imposible.
¡Imposible!
Hanako era defensora del romance de su hermana, ¿o no? Ella y el capitán Hitsugaya se trataban con mucho respeto, pero se notaba a leguas que Hanako le veía con mucho cariño, como si ya formara parte de la familia.
A no ser...
Yoshio se quedó helado.
¿Se había enamorado su tío de la teniente Yamamoto?
No, imposible.
¿Imposible?
Las charlas de té, los entrenamientos, las visitas a las respectivas divisiones el uno del otro.
El beso...
Pero el beso del hospital era un rumor, ¿verdad? ¿VERDAD?
Mareado.
Yoshio se sintió mareado por un segundo, demasiada información toda junta. Conjeturas, sólo conjeturas. Si quería la verdad tendría que hablar con su tío...
¿Y qué le iba a decir? "Tío Byakuya-Sama, ¿es verdad eso de que estás enamorado de la teniente demonio?"
Ni pensar en volver a llamarla así.
Reaccionó sólo cuando vio a Hanako levantarse, apoyada de la mano gentil del pelinegro. Y salió corriendo a toda prisa, sabiendo que no quería ser descubierto por aquel par, espiando a hurtadillas, no quería averiguar si los castigos de Hanako de verdad eran tan legendarios como Saya contaba.
Huyó, por supuesto, así que no fue capaz de escuchar a su tío rememorando el pasado cuando ambos estuvieron listos para partir.
—Parece que fue otra vida en que te pedí esto —murmuró Byakuya mientras guiaba a Hanako de regreso hasta la sala, hasta sus tazas de té que ya se habían enfriado, pero que ella podía calentar mediante la flama suave.
—¿Qué cosa? —cuestionó ella confundida mientras se acomodaban mejor en el sillón, muy cerca el uno del otro.
—Recuerdo claramente el día en que fuiste a mi oficina y anulamos el acuerdo de matrimonio —murmuró a manera de respuesta mientras las mejillas de Hanako enrojecían ligeramente —, te pedí una cosa luego de conceder tu libertad.
—Té... Recuerdo haberte dicho que podía concederte eso mientras pensaba una respuesta.
—Te dije que no necesitaba una respuesta, la de esa ocasión fue una charla desinteresada.
—Bueno, ahora tengo una respuesta.
Los labios de Byakuya alcanzaron los suyos en un parpadeo, Hanako cerró los ojos recibiendo aquel gesto dulce con una sonrisa y un suspiro, y luego miró con curiosidad los ojos de su enamorado, que había pasado saliva tras su atrevimiento, nervioso todavía de tomarse aquellas libertades a pesar de que Hanako siempre se mostraba entusiasta ante su iniciativa.
—Para que me des una respuesta —confesó el noble a media voz, tomando la mano de Hanako y llevándola hacia su boca, recargando los labios sobre los nudillos de su protegida, que se había sonrojado ahora que él la miraba con tanta intensidad —, primero tendría que hacerte una pregunta, pero prefiero reservarla para después de haber hablado con tus hermanas. ¿Me concederías eso de momento?
Hanako sonrió y asintió una vez, admirando las facciones serenas de aquel hombre, percatándose de cuánto le conocía a pesar del poco tiempo de tratarse el uno al otro.
—Preferiría... —comenzó la shinigami bajando los ojos en dirección al suelo mientras la sonrisa se extendía todavía más por su rostro —Preferiría mil veces verte encontrar la felicidad en tu propio camino, que verte enamorada de mí porque no tengas otra opción —completó encogiendo un hombro, sin encontrar el valor para mirar a los ojos a su novio, sorprendiendo al percatarse de que la teniente recordaba sus palabras al pie de la letra, lo mismo que él.
Precisamente por eso no se atrevió a pedirle que le mirase a los ojos, porque él mismo no sabía qué hacer con las emociones que se encontraban en constante choque dentro de su pecho.
—Ese día... —murmuró Byakuya, pero se detuvo, no supo cómo continuar con su discurso, así que prefirió guardar silencio y contemplar la sonrisa de Hanako, que asentía una vez antes de suspirar distraída.
—Pronto —prometió la teniente con una sonrisa dulce —, pronto habremos hablado con mis hermanas y estaremos un paso más cerca.
—Pronto —murmuró el capitán en respuesta, antes de recibir un beso por parte de su enamorada y sellar con ese gesto la promesa de un futuro juntos.
…
Hanako sacó la comida del horno y sonrió aspirando profundo, percatándose de que los aromas habían quedado perfectamente equilibrados. Su sonrisa distraída tenía a Saya y Asami dedicándose miradas de curiosidad y preocupación.
Esa noche Byakuya iría a cenar, le habían invitado a él y a Renji a pasar una velada en la casa Yamamoto, y aunque sabían que llevaba una relación bastante cercana con su hermana mayor, ninguna de las dos comprendía porqué la teniente ahora parecía ir caminando por ahí como si estuviera colgada del cielo.
—¿Tú sabes algo? —inquirió Asami mientras Hanako ponía en la base del pay en el horno y ajustando la temperatura.
—No, ni idea —admitió Saya avanzando hacia la mesa y terminando de acomodarla para la cena —, aunque ha hablado mucho con la capitana en estos días, no tengo idea de qué.
—¿Será por la cena?
—Ella y Byakuya son muy cercanos, pero nunca la había visto así.
La golpeó el recuerdo, Asami le había preguntado por la cena más temprano, había tratado de sacarle la información, pero las respuestas que Hanako le había dado sonaban tan evasivas...
—Normalmente soy yo la visita por todo el asunto con el té, pensaba que era momento de ser recíprocos e invitarle nosotras.
—Pero Hanako, eres la única que toma el té con él —se había quejado la joven mientras su hermana sonreía de medio lado —, te recuerdo que no soy la niña ingenua a la que...
—Tienes razón, no debería tener motivos para invitar a un amigo querido a cenar.
Hanako suspiró pasando un mechón tras su oreja antes de girar y dirigirse hacia sus hermanas.
—Llegaron —anunció antes de encaminarse hacia la puerta.
—¿Llegaron? —inquirió Saya con el entrecejo fruncido, justo antes de escuchar el timbre y a Hogo ladrar con vehemencia, corriendo hasta la puerta con su entusiasmo.
Las hermanas dirigieron sus pasos a la entrada, donde Hanako ya había abierto la puerta y recibía a capitán y teniente de la sexta. Aunque Byakuya iba sereno como siempre, Asami notó rápidamente cierto aire de ansiedad en sus gestos mecánicos cuando tomó la mano de Hanako para depositar un beso casto en sus nudillos y mirarle con la intensidad de una nova.
¿Qué demonios ocurría?
—¿Les has dicho algo ya? —quiso saber el noble cuando vio a la soldado a espaldas de su protegida.
—Nada, quería que fuera sorpresa.
—¿Nos prepararon una sorpresa? —canturreó Saya divertida mientras Renji se encaminaba hacia ellos con una sonrisa arrogante para entregar la canasta de duraznos y cerezos que habían llevado como obsequio, junto con la botella de sake.
—Por supuesto —comentó el noble antes de dar una palmadita al hombro de su teniente y encarar a la soldado Yamamoto —, he venido a ofrecer a Renji como alianza entre el clan Kuchiki y la familia Yamamoto.
—¿Perdón? —exclamó el teniente mirando a su capitán con los ojos abiertos, no daba crédito a sus oídos. ¿Qué acababa de decir?
—La familia Yamamoto estará feliz de ofrecer a Saya en un intercambio justo, será la alianza perfecta —contestó Hanako mientras Asami soltaba una carcajada ante las expresiones de teniente y soldado.
—Hanako ¿De qué estás hablando?
—Vengo a pedir la mano de Saya en matrimonio con Renji —explicó Byakuya mientras se quitaba su haori y lo entregaba a Hanako ante su gesto silente —. Servirá para estrechar lazos y seguir fomentando la protección a su familia.
—¡¿Que?! —gritaron Renji y Saya al unísono, comenzando luego cada uno con una alegata con su respectivo superior mientras Asami se desternillaba de la risa, demasiado ocupados cada uno en sus asuntos como para percatarse de la sonrisa soñadora y la mirada dulce que Hanako y Byakuya se dedicaban en medio del caos.
—Ustedes nos invitaron —murmuró Byakuya con fingida indiferencia, consiguiendo llamar a la calma con ese gesto estoico —, pero no podíamos venir sin poner un tema de conversación.
—Y el café —se quejó Renji desviando el rostro y mostrando una bolsa de papel. —Suficiente se burlaron ya de nosotros, ¿no? —quiso saber mirando a Hanako con reproche, la teniente no pudo evitar soltar una risita discreta y cubrir su rostro.
—Perdón, no pudimos evitarlo.
...
Sentarse a la mesa, mirar a las hermanas mientras se encargaban de servir los platos y esperar pacientemente; durante largos minutos, Byakuya se sintió como un extraño en tierra santa. No tuvo corazón para levantar los ojos y mirar a Renji a su lado, pero estaba seguro de que compartían el sentimiento.
Aunque para las dos menores no era extraño ver al capitán de la sexta guardando aquel obstinado silencio, Hanako le dedicó una o dos miradas de reojo, percatándose de lo nervioso que debía estar.
Byakuya prefirió disfrutar en silencio de aquel momento, Asami, Saya y Hanako se habían enfrascado en una conversación de su día, charlando animadamente mientras se ponían al corriente de los días de paz que se habían vivido. La mesa podía ser un lugar sagrado para ellas, las comidas estaban siempre llenas de charlas alegres puesto que era el momento en el que podían desentenderse del mundo real y saberse humanas, sólo humanas.
"¿Cómo está el mini-mini?" "¿Me pasas la salsa?" "¡No le digas mini-mini!" "Terminé tus reportes" "Hoy avanzamos con los entrenamientos" "¿Está de ese lado el té?" "Se me olvidó la soya" "Saya hará mi entrenamiento mañana"
—¡¿Qué?! ¡No! —espetó la soldado mientras Hanako rodeaba la mesa, poniendo un plato frente al capitán Kuchiki y dejando que Saya llevase el plato de Renji —, ¿qué te hice para que quieras ponerme tus entrenamientos?
—Oh, vamos, Saya. Todos sabemos que retomarás los entrenamientos con la capitana Soi-Fong. Lo menos que puedo hacer es enviarte preparada.
—Hanako, los entrenamientos de la capitana son suficientemente duros como para querer hacer los tuyos encima.
—Ya cambien de blanco de bromas —dijo Asami entre risas, ganándose una mirada curiosa por parte de Byakuya —, o Saya no querrá volver a cenar con nosotros.
—¿Se ofrecería usted tributo voluntario? —cuestionó Byakuya llevándose el vaso a los labios, cerrando los ojos para evitar el contacto con Asami.
—No me gusta tomar el lugar de Saya para ser objeto de burlas, pero puedo hacerlo por mi hermana —sonrió, sin mirar al noble, haciendo que Renji la mirara con intriga ¿estaba desafiando a su capitán? —Creí que su objetivo era el capitán Hitsugaya desde un inicio.
Saya sonrió mostrando los dientes, un gesto desenfadado que hizo a Hanako reír discretamente, y que despertó la curiosidad de Renji a su lado.
—Desde que dejó su tamaño mini-mini ya no es tan divertido burlarse de él —respondió Saya casi aburrida recargando su mejilla en su puño.
—Bueno —irrumpió Hanako con media sonrisa —, si me estaba riendo del dolor de Saya, no veo por qué meter al capitán Hitsugaya en la conversación. A menos que él se ponga solo.
Hanako levantó la mirada hacia Byakuya, sufriendo internamente, preguntándose si su novio de verdad pretendía responder al desafío de la más pequeña, sabiendo que había tensión entre ellos todavía. Sin embargo, la mirada tranquila que el noble le dedicó, sumado al minúsculo asentimiento, le dieron la calma a la que necesitaba aferrarse en ese momento.
—No me malinterprete, Asami —inició el noble con un gesto suave mientras Hanako se levantaba para retirar los platos y preparar el té, encendiendo el horno para tener listo el postre —, sin duda alguna su lealtad a su familia es inquebrantable, y no pretendo reírme de alguien que no está para defenderse, no sería justo.
Saya miraba a Byakuya y Asami, repasando sus rostros varias veces de ida y de regreso. Oh si, presentía que esa conversación cambiaría de rumbo de un momento a otro, aunque no estaba del todo segura si fuese para bien o para mal.
Miró a Renji, quien también parecía un poco tenso con el ambiente que se estaba generando, así que se acercó a él para hablarle en privado
—¿Alguna idea de cómo intervenir antes que las cosas se salgan de control? —le susurra al teniente.
—No, ni idea —respondió este realmente tenso, él mejor que nadie conocía a su capitán y, sobre todo, ya conocía el temperamento que podía tener Asami, no por nada decía que tenía cara de ángel, pero alma de demonio.
—¿Una taza de té antes de que comience la masacre? —murmuró Hanako para sí misma mientras preparaba la charola en la cocina.
—Gracias —respondió la menor a las palabras de su hermana —, pero tampoco pretendo alterarme por sus chistes.
Si, debía recordar que la calma era primordial, y aunque realmente aún no estaba del todo en buenos términos con el capitán, no pretendía arruinar lo que fuera que se estuviera cocinando entre él y su hermana.
¡Respira! Se gritaba a sí misma mientras se saboreaba el postre de su hermana.
—¿Belladona y hamamelis? —murmuró Byakuya al reconocer los tintes de lavanda y naranja que tenía la infusión que Hanako le servía distraídamente, consiguiendo hacer a la teniente reír por lo bajo ante su broma personal, misma que hizo a los presentes intercambiar una mirada de confusión.
—¿No sería eso un sedante? —cuestionó Renji mirando a Saya y haciendo que la soldado se encogiera de hombros, negando con la cabeza.
—Belladona y hamamelis —respondió Hanako bajo las miradas nerviosas de Renji y Saya.
—La que sabe de tés es Hana —espetó en respuesta la soldado para su amigo —, y no nos haría eso... —murmuró al final, insegura de sus propias palabras, pero agradeciendo los aromas dulces y conocidos cuando la infusión pasó cerca de su nariz.
—Supongo —murmuró Byakuya cuando Hanako volvió a tomar su lugar en la mesa, erguida y expectante —, que su hermana tuvo la gentileza de permitirme ser quien les de las noticias. No precisamente el compromiso entre Saya y Renji, sino algo más serio. ¿Me equivoco?
—¡Nosotros no estamos comprometidos! — exclamaron ambos shinigamis al unísono con los rostros totalmente sonrojados, viéndose luego uno al otro, ocasionado que el sonrojo se acentuara, para luego mirar cada uno al lado contrario.
Asami sintió curiosidad por las palabras del noble, mirando en silencio al hombre, y de reojo, a su hermana.
—Lamentó mi curiosidad, Capitán —dijo educadamente la menor —¿Qué noticias?
—No, ustedes no lo están —murmuró Hanako tranquilamente antes de llevar la taza de té a sus labios, aumentando el nerviosismo en aquel lugar.
—Quisiera atribuirle esto a un acuerdo establecido con antelación por nuestras familias, pero temo que el tema que vengo a tratar con ustedes tiene un tinte más... personal. Precisamente por eso me he hecho acompañar del hombre en el que más confío —añadió mirando a Renji y dedicándole una mirada suavizada que sólo hizo por confundirle más —, porque cada batalla a su lado es un triunfo para nuestra casa.
—Taichō... —murmuró Renji a su lado, conmovido por las palabras de su capitán, pero también muy confundido por lo solemne que se sentía todo aquello.
—Asami, Saya —murmuró el noble con aires diplomáticos, entregando dos pergaminos en los que rápidamente las aludidas reconocieron la letra de su abuelo —, hace años el Capitán comandante hizo un acuerdo con mi familia para planear una alianza que fortaleciera la sangre del clan Kuchiki. Las cosas definitivamente no salieron como nos lo esperábamos —añadió mirando a Hanako, escuchando la risa dulce que la joven soltó antes de beber otro poco de té —, así que queríamos hacer esto de la mejor manera posible. He venido ante ustedes esta noche para hacerles saber que me he enamorado de su hermana, he venido para pedir su bendición para nosotros y para hacerles saber que pretendo hablar con el consejo del clan para proceder de acuerdo con los deseos de su abuelo y del mío, sin haberme atrevido a robar la libertad de su hermana.
Saya y Renji se miraron mutuamente, ambos con la confusión reflejada en sus rostros. Es decir, realmente desde hace tiempo se notaba que había algo entre Byakuya y Hanako, pero nunca se imaginaron que el capitán comandante anterior hubiese hecho una alianza entre ambas familias.
¿Habían entendido bien? ¿Matrimonio?
¿Y entonces por qué Asami no parecía sorprendida? ¿Lo sabía?
Renji vio el desencajo en las facciones de Saya, habría querido alargar una mano sobre la mesa para tomar la mano de su amiga y ofrecerle algo de sosiego, pero él mismo se encontraba bastante impactado por aquella revelación.
Su capitán y la teniente esperaban pacientemente, intuían que aquello era la fórmula perfecta para el desastre, ¿cómo ayudar?
—Entonces... —se aventuró Renji a hablar primero —, capitán... ¿esto no lo hace realmente por sólo un acuerdo?
—Acuerdo —murmuró para sí mismo mientras negaba con la cabeza suavemente —. Juré una vez sobre la tumba de mis padres que no volvería a quebrantar una ley —murmuró solemne el noble levantando los ojos hacia la teniente, que pasó saliva discretamente a la espera de la tormenta —, que seguiría las reglas al pie de la letra y que haría que se cumplieran para poder convertirme en un ejemplo para el Gotei, pero... también prometí a la teniente Yamamoto que no haría cumplirse un acuerdo siempre que ella deseara su libertad, porque cuando prometí protegerla del Gotei y de sus capitanes, sabía que la protegería hasta de mí mismo. No, teniente —murmuró alzando la vista hacia el pelirrojo, dedicándole un gesto sereno y el atisbo de una sonrisa en sus ojos —, no vengo ante las hermanas de Hanako para pedir su mano en matrimonio sólo porque esas cartas me lo exijan, sino porque me he enamorado de ella, y nada me haría más feliz que contar con su respaldo.
—Hanako... —ahora se aventura a hablar Saya, sosteniéndole la mirada a su hermana mayor en signo de que no se atreviera a mentirle —Yo sé que siempre seguiste al pie de la letra los deseos del abuelo, pero esto, bueno... —bajó la mirada, tratando de formular bien la pregunta —¿es también porque tú lo deseas?
—Ahora sí tendrás que llamarme princesa —respondió la mayor con una sonrisa traviesa, mirando a Saya fijamente, respondiendo a la petición silente de su hermana, hablándole con la verdad —, tranquila —pidió en medio de un suspiro, preguntándose si sería prudente decirles la verdad, confesar por fin que Byakuya había disuelto el acuerdo con ella tiempo atrás, un secreto que habían guardado y se llevaría a la tumba de ser posible —. Los acuerdos que hizo el abuelo esta vez van a beneficiarme, de otro modo, no tendría la excusa para casarme con él —finalizó levantando la mirada hacia el noble, un gesto enamorado que le hizo sonreír oculto tras su taza.
—En ese caso majestades —se levanta para hacer una teatral reverencia —, no me siento con derecho alguno de oponerme a tan sagrada unión —les mira sonriendo de forma ladina y guiñando un ojo, dándoles a entender por supuesto que tenían su bendición.
—¡Saya! —exclamó Hanako antes de soltar una risa tímida, bajando la mirada hacia su bebida.
Renji por su parte no dijo nada, pero Byakuya lo conocía lo suficiente como para leer su expresión serena de que agradecía su confianza al haber acudido a él para eso, y que también tenía su total apoyo si necesitaba ayuda extra para persuadir al consejo.
Había escuchado con calma todo lo que dijeron sus hermanas, incluido Byakuya; no estaba del todo lista para eso, no así.
Su vista sobre la mesa, las muecas involuntarias, y algo en su interior removerse; un algo oscuro que logró controlar.
—Vaya, que interesante — Masculló, mirando a Hanako, haciendo círculos sobre la mesa con su dedo índice derecho. Suspiro, mirando de reojo a Byakuya —Yo… no creo poder darles mi bendición, y lo siento, pero no ahora.
Quería retirarse, irse a su cuarto y reflexionar sus palabras. Para ella, Hanako era muy importante, sabía que estaba siendo egoísta, ella era feliz con Tōshirō, entonces ¿porque su hermana no podía serlo con el hombre que había elegido?
¡Y claro que estaba en su derecho! Pero aún estaba resentida con el capitán por aquella decisión.
Hanako suspiró, sonrió incluso, bajando la mirada para ocultar su expresión, asintió una vez antes de levantarse de la mesa bajo la atenta mirada de los presentes, bajo la mirada de Byakuya que parecía estarla cuestionando al respecto, una súplica interna puesto que no entendía qué estaba pasando justo ahora, y aquello desataba una tormenta en su interior...
Tormenta que dimitió ante la sonrisa dulce que le regaló su protegida antes de volver la vista a la más pequeña de la casa.
—Algo así me imaginé —confesó la mayor tranquilamente —. ¿Me ayudas con el postre, peque? —añadió bajando su voz medio tono, pero manteniendo la expresión jovial en sus facciones.
¿Era Byakuya el único que había sentido el cambio de reiatsu en Hanako? Su tristeza, ¿la devastación? Quería levantarse en ese instante, correr y abrazarla, prometerle que todo estaría bien, volver a encerrarse en su burbuja de anonimato y felicidad hasta que su hermana más pequeña estuviera lista para darles su bendición, porque a Byakuya le importaba poco tener la bendición del mundo si podía ser feliz al lado de su teniente, de su princesa, pero sabía que para ella la bendición de sus hermanas lo era todo.
Y por fin el noble comprendió por qué su novia había preferido guardar el secreto, incluso de sus hermanas, Asami podía a llegar a ser tan aterradora como ella.
Y necesitaba estar en calma.
Asami tenía la vista baja, los pensamientos a mil por segundo, pero nunca le negaría a Hanako un poco de ayuda con los postres, sin importar la situación.
Aquello debía ser cosa de la mayor, pedirle ayuda. Porque seguramente Hanako había visto la tormenta reflejada en el rostro de la pequeña, la conocía lo suficiente (¡Dios! Tenía que saberlo, era su hermana), así que llevarla lejos de la vista de los otros debía ser una treta, tal vez una trampa, tal vez algo de respaldo.
Bueno, si quería descubrirlo, tenía que hablar con ella.
La alcanzó a paso lento en la cocina, desapareciendo de la vista atónita de Renji y Saya.
Pero también sabía que Hanako no iba a quedarse callada.
La mayor revoloteó por la cocina en busca de los guantes para sacar la base del horno antes de dedicar una mirada suave a su hermana.
—¿Podrías sacar la base de la nevera? —pidió la mayor con un gesto maternal y distraído, acomodando la base de galleta en la mesa y mirando la forma uniforme en la que se había tostado —Siempre me ha parecido que tú le pones la crema de limón con más gracia que yo...
Sonrió, y aunque esperaba el sablazo, asintió, acercándose a Hana y saboreándose el postre de su hermana, tomando una palita para terminar de preparar el postre mientras la mayor rebanaba algunas fresas.
¿Acaso era una hipocresía por parte de su hermana? No hacía tanto que le había preguntado al respecto, al acuerdo de matrimonio, así que el mundo había cambiado en un segundo.
—Te enamoraste ¿de verdad? —No tenía dudas, pero a pesar de que lo había visto, quería escucharlo de su hermana —Me gusta verte feliz, pero sabes que no tengo buena relación con él.
—Sí, puedo recordar en qué términos están, pero ¡Dios!, me conquistó con su frialdad —exclamó Hanako tomando una cuchara para embarrar la nariz de su hermana con aquella mezcla de limón —, no sabes lo increíblemente sexy que es verle fruncir el entrecejo mientras se aleja indiferente —ironizó en medio de risas.
Se limpió la mezcla de la nariz entre risas también, tomando valor para decir lo que pensaba.
—No quiero ser la mala de la historia, solo necesito un poco de tiempo — Puntualizó, mientras colocaba el relleno en la base —Tú has hecho mucho por nosotras, bueno… por mí… y no quiero arruinar tu felicidad.
Sí, ella también podía hacerlo, así que tomo con su dedo un poco y lo embarró en la mejilla de su hermana.
—¡Hey! —exclamó Hanako entre risas antes de limpiarse la mejilla y lamer la mezcla con un gesto distraído mientras ahogaba un gruñido de satisfacción, sin embargo, serenó sus emociones para continuar —. Es cierto —murmuró la teniente entrelazando sus manos mientras su hermana más pequeña se cruzaba de brazos, mirándola con el entrecejo fruncido —, no sé en qué momento pasó, pero es cierto. Estoy enamorada del capitán Kuchiki desde hace más tiempo del que creía, y vino esta noche a hablar de matrimonio. Pero —su pausa fue larga, significativa, no sólo estaba organizando sus ideas, sino dando espacio a su hermana de asimilar su confesión —, nunca he antepuesto su felicidad a la mía.
Asami bufó ofendida ante aquello, desviando el rostro hacia el costado.
—Sabes perfectamente cuánto me disgusta eso, y también a Saya.
—Lo sé. Y lo siento —admitió divertida, con media sonrisa que se disolvió, así como llegó —. Sé que todavía no confías en el capitán Kuchiki, sé que todavía te duele cómo te dio la espalda para respaldar mis ideas y mis caprichos. Te voy a pedir un favor: No lo juzgues por las decisiones que yo he tomado, porque si no hubiese sido petición mía, él jamás te habría subestimado.
Hanako hizo una pronunciada reverencia, permitiendo que sus cabellos cayeran sobre su rostro y la bufanda se le inclinara hacia la nuca, dejando a la vista las glicinas en su cuello.
¿Se disculpaba?
¿De verdad Hanako se disculpaba?
—Asami, nunca haré algo que vaya en contra de su felicidad, así que para mí es importante dejar claro esto: hasta que no tenga la bendición de las dos, no me casaré con él.
Y se le encogió el corazón.
—No, en tal caso… soy yo quien debería pedirte perdón- No podía estar más ahí, no con Hanako —Sólo dame unos días…
Y debió dejarla sola, retomando su lugar bajo la mirada inquisidora de su otra hermana y su futuro novio.
—Así de juntos espero verlos el día de su boda a ustedes dos- Les dijo a ambos, que tenían las mejillas unidas entre tanta incertidumbre -Lo colgaré en mi cuarto para recordar siempre que son un par de bonitos hermosos.
—Una cosa es que ya me empiece a llevar más o menos bien con este teniente de pacotilla y otra muy diferente es que piense en casarme con él — se desentiende Saya cruzándose de brazos y mirando a otro lado.
—No soy un masoquista para querer pasar un infierno durante toda mi vida a lado de un pequeño monstruo demoníaco — debate Renji lanzando rayos con la mirada en dirección a Saya, duelo que por supuesto ella responde de la misma forma.
Byakuya ahogó un suspiro, mirando con reproche a su teniente, pero agradeciendo aquel momento de calma luego de tanta tensión. Dirigió su mirada hacia Asami para dedicar un gesto amable mientras Hanako regresaba al comedor, llevando consigo la tarta decorada con trocitos de fruta picada y algo de betún.
El pelinegro quería preguntar, quería saber en qué términos se encontraban ahora, pero sabía que debía ser paciente, y la sonrisa enamorada que Hanako le dedicó mientras Renji y Saya volvían a sus apelaciones, de nuevo fue suficiente para calmar la tormenta que se suscitaba en su interior.
Hanako partió el postre, bajo la atenta mirada de todos los presentes, que, tras la confesión de enamoramiento, parecieron prestar especial atención cuando se dirigió al noble a depositar el plato frente a él mientras con la mano disponible le acariciaba el hombro y la piel expuesta del cuello, un gesto cómodo entre ambos y que sorprendió a los presentes cuando el noble giró un poco el rostro y ocultó una sonrisa suave, sin atisbo de sarcasmo o ironía.
—Entonces —exclamó Hanako dando un aplauso —, ¿comenzamos a planear la boda? Quiero la mano de Renji como dote para poderlo casar con mi hermana.
Iba a darle paz a Hanako esa noche, dejaría su egoísmo atrás.
—Yo apoyo la petición- Afirmó Asami mientras Saya la fulminaba con la mirada - ¿Cuál es el precio de la cabeza de su teniente? Digo, no podemos dejar pasar esta oportunidad para Saya
Y sonrió, mirando a Byakuya.
Por supuesto, el noble se vio tentado a rematar, a pedir su bendición como intercambio, sin embargo, esa noche no podía darse el lujo de poner al mundo a arder, se llevó una cucharada del postre a la boca antes de asentir y responder.
—Verlos así de felices es mi precio, Asami. Porque Hanako nunca sonríe como cuando está en paz con ustedes. Y mi precio es verla feliz.
Hanako pasó saliva, sonrojándose hasta las orejas ante las palabras de su novio, soltó una risa por lo bajo desviando la mirada y levantó los ojos hacia la hermana del medio, que no salía de la sorpresa.
—Y quiero que sea así, siempre- Murmuró la menor en respuesta, viendo el momento en que Hanako ponía el postre delante de ella y dando la primera cucharada -Aunque no creo soportar las excusas de estos dos tórtolos tanto tiempo
Señaló a su hermana y Renji mientras seguían peleando, regocijándose con él acidito del limón y la dulce sensación que provocaba la mezcla.
—¡Que no somos tórtolos! - gritan en perfecta coordinación, casi haciendo los mismos gestos, situación incómoda de la que se dieron cuenta, pero decidieron ignorar comiendo el postre a grandes bocados.
No, por supuesto Byakuya no dejaría pasar aquella oportunidad, así que le dedicó una mirada profunda a Hanako ocultando su sonrisa tras la cucharita con la que disfrutaba su rebanada.
—¿Crees que tú y yo —comenzó lentamente Byakuya apuntándose y apuntando a Hanako con la cuchara —logremos esa sincronía alguna vez? Ya les tengo celos.
—Sin duda alguna lo harán —refunfuñó Asami por lo bajo, ganándose una mirada divertida por parte de Hanako, quien se levantó alisando su ropa y sorprendiendo a los presentes.
—Preparé también galletas, en seguida las traigo.
—Nos consientes demasiado —murmuró Byakuya para sí mismo, encontrando tintes de canela en su infusión, percatándose de la mirada distraída que Hanako le dedicó en la distancia, recargando suavemente una mano en el marco de la puerta. "Ganamos la primera batalla", rezaba su mirada amable mientras él alzaba la taza a manera de brindis.
"Ganaremos la guerra", respondía Hanako asintiendo sonriente.
El resto de la velada transcurrió sin mayor percance, sí, las hermanas y Renji pronto se sumieron en una charla amena y divertida, gastándose bromas los unos a los otros, "Que no le digas mini-mini" "Lo vencería con una mano atada a la espalda" "Por eso Rukia te da papeleo extra" "Este no es clima para sembrar sandías" "¡Que no somos almas gemelas!"
Y las carcajadas de Hanako ante los pleitos entre Renji y Saya, discusiones en las que ambos shinigamis terminaban de acuerdo de una forma u otras. Los suspiros de resignación por parte de Asami al ver el cuadro tan divertido que formaban todos juntos. Las miradas de reojo que Byakuya le dedicaba a cada uno, preguntándose si de verdad merecía ser así de feliz a pesar de todo.
Cuando ambos shinigamis de la sexta se prepararon para marchar, Hanako y Asami se dirigieron a la cocina para poner algunas galletas para llevar y poderlas ofrecer a sus invitados. Por supuesto, Hanako aprovecharía esa oportunidad para hacerle saber una cosa a su hermana pequeña.
—Asami, no estoy esperando una respuesta, no sientas que me tienes que dar tu bendición para el miércoles cuando entreguemos reportes en la diez.
Y fue su turno de salir huyendo, sin atreverse a esperar la reacción de la menor.
Mientras esto ocurría en la cocina, Byakuya y Renji se abrigaban para salir al frío nocturno, no sin que antes el noble encarara a Saya y le extendiera una mano, intercambiando un apretón firme y cargado de confianza, la misma que se había instaurado entre ellos en el hospital luego de recordar que compartían memorias.
—Tenía razón al aconsejarme, Saya —dijo el noble con voz suave —, sí fue lo mejor seguir a mi corazón.
—Jamás me imaginé que se tratara de mi hermana —admitió la chica rascando su nuca con una sonrisa radiante.
—Estoy en deuda, Saya —puntualizó con los ojos bien abiertos, más parecía ahora un adolescente que el capitán de la sexta división, así que Saya pasó saliva con dificultad mientras Renji les sonreía con un nudo en la garganta, percatándose de que, poco a poco, su capitán, su amigo querido, bajaba las barreras ante más gente a su alrededor —. No me dejes olvidar, ya comprobaste que tengo mala memoria.
—La verdad es que somos dos —concedió la soldado con una sonrisa, todavía sorprendida de ver al capitán en esa faceta nueva, pero feliz luego del desenlace.
—Aquí está todo —murmuró Hanako cuando los ojos de Byakuya cayeron sobre ella.
La teniente ofreció el bentō y agradeció la manera en que las manos de Byakuya acariciaron las suyas con la excusa de recibirlo. Las hermanas los despidieron en la puerta luego de que ambos les pudieran a las menores y al teniente guardar el secreto, y todos se quedaron helados cuando Byakuya giró sobre sus pasos y se acercó hasta Hanako, tomándole el mentón entre los dedos para hacerla levantar el rostro antes de agacharse hacia ella, plantando al final un beso suave sobre su frente mientras las mejillas de ella se coloreaban suavemente y su sonrisa se ensanchaba ampliamente.
—Te veo mañana —dijo el noble con voz profunda y aterciopelada cuando su mirada encontró la de su novia y ella asintió con aires tímidos —, duerme bien, boku no hime-sama...
No, por supuesto no encontró la voz para responder, sonrió enamorada y asintió con la garganta cerrada, deleitándose en la sonrisa suave y casi imperceptible que el noble le dedicó antes de alcanzar a su teniente y darle una palmada en el hombro a la pasada para hacerlo reaccionar y seguirle.
—No, pues... —murmuró Saya pasmada, recargándose en el hombro de su hermana y haciéndola reír —, sí están muy enamorados.
—Ni de lejos la mitad de enamorados que ustedes dos —remató haciendo a Asami carcajearse ante los reclamos de Saya, la alegata de que jamás se enamoraría de alguien como Renji, que no aceptaría que la comprometieran así.
Y entraron a la casa todavía con su debate, divertidas, felices.
El siguiente golpe podía llegar con todo, ellas tenían entre sí todo lo que necesitaban para encontrar la fuerza para pelear.
…
Su mente no podía dejar de darle vueltas a las palabras de Hanako, era obvio que quería verla feliz al lado del hombre que ella eligiera, sin embargo, el pasado le traía bastantes conflictos en ese momento. Respetaba al noble como todos los demás, pero eso no significaba que todo estuviera en paz con él.
Suspiró, sintiéndose confundida y dolida, al menos mientras pellizcaba los cacahuates que tenía para no morir de hambre, aunque no faltaba mucho para que Tōshirō le enviara algo de comer.
- ¿Aun entrenando al niño? – La voz de su amigo la alegro, haciéndola saltar hacia el -Vaya, cuanta emoción
-Esta rutina se está haciendo tediosa, Yoshio tiene mucho avance, pero no logra conectar con su zanpaku-tō, no sé si estoy haciendo algo mal, pero no creo que sea el único que haya tenido ese problema- Comentó, tomando asiento junto con su amigo, lejos de Yoshio, quien meditaba - ¿Qué te trae por aquí?
-Nueva edición- La revista fue entregada en sus manos, viendo en primera plana el nombre del noble y haciendo referencia a su nuevo amor - ¿Cómo lo estas tomando?
-No muy bien, Hanako está pidiendo mi bendición, pero aún no puedo dársela, eh estado pensando estos días sobre eso- Suspiro, viendo la tranquilidad implícita en el rostro de su amigo -Lo estas tomando mejor de lo que pensé, he de imaginar que ustedes dos están en buenos términos
-Estoy bien, pero no puedo estarlo si tu no lo estas- Y ahí fue cuando escondió el rostro entre las rodillas, Shū rio con dulzura, acariciando la cabeza de la menor -Generalmente mantienes la calma hasta en las peores situaciones, estas conteniéndote, puedo ayudarte a sacarlo ¡Estas engordando! Estas reteniendo demasiada ansiedad
- ¡No estoy engordando! – Alzo la voz mientras encaraba a su amigo, quien reía, habiendo conseguido su objetivo -Solo que tengo mucha hambre siempre, aunque, tal vez tengas razón, necesito hablarlo con alguien que no sea mi familia
Guardaron silencio unos momentos, observando a Yoshio a lo lejos.
-No voy a mentirte, al inicio de los rumores lo veía como algo imposible, sobre todo, porque Hanako me dijo que no era lo que yo creía, y no me preocupe, pero lo vi, y luego pude notar su cercanía con el capitán Kuchiki- Hablaba tranquila mientras Shūhei la escuchaba con atención, sintiendo como su amiga parecía hablarle con el corazón -Quería hablar contigo, pero no tenía el valor para hacerlo, y eso que no sabía en qué condiciones estabas, tal vez debí haber ido antes…
-No tienes por qué preocuparte por mí, puedo sobre llevarlo, que ya no este con Hanako no significa que no vaya a preocuparme por ti…
-No tienes por qué hacerlo- Había un leve sonrojo en sus mejillas -Tu mismo lo viste en el campo de batalla…
-No lo digo por tus poderes- Alzo la mirada, sorprendida, mientras Shūhei mantenía la vista en la lejanía -Me refiero, a que siempre puedes contar conmigo para hablar de lo que necesites, de lo que te aflija, todos necesitamos de alguien que nos escuche, y si no quieres molestar a tus hermanas, sabes que cuentas conmigo- Volteo a verla esta vez, sonriendo un poco, dándole más paz al corazón de la chica -Me hubiera gustado que fuera real, pero Hanako nunca dejara de ser mi amor platónico, no importa que se case con el capitán Kuchiki, tal vez, en otra vida…
Y si, las palabras de su amigo le ayudaron a reflexionar y entender mejor las cosas, pero, antes de poder darle su bendición a su hermana, aún tenía otra cosa que hacer.
-Gracias Shū, creo que puedo dar el siguiente paso- Tomo la mano de su amigo, como acto de agradecimiento ante aquello -Tal vez, ser familiar del capitán no sea tan malo
-Me compadeceré de ti cuando sea necesario- Rieron, dándole paso a la tranquilidad, a un peso menos en su ser -Debo volver al trabajo, algún día me gustaría quedar fuera de las líneas de combate
-No es divertido, lo único que hago es estar aquí sin poder hacer nada, ver a Yoshio, a Renji, a Tōshirō y a todos trabajar arduamente mientras yo no hago absolutamente nada- Se quejo, tirándose sobre el césped -Terminare como Omaeda
-No digas eso, solo necesitas volver a tus actividades de siempre- Shūhei se puso de pie, sacudiéndose los rastros de hojas y polvo de sus ropas -Hasta luego, Asami
-Nos vemos Shū…
Y si, la paz había vuelto a ella, de un momento a otro podía decir que se sentía mucho mejor.
…
Sus manos se movían ida y vuelta, gestos suaves que se entremezclaban con el sonido del viento y se alzaban por encima de sus respiraciones. Cambiaban el peso del cuerpo de un pie al siguiente mientras sus brazos trazaban movimientos circulares antes de dar un paso y continuar con aquellos gestos, aquellos katas que habían pasado meses perfeccionando.
Yoshio normalmente permanecería atento a los susurros del viento, buscando entre aquel murmullo una voz a la que pudiera aferrarse, buscando establecer ese contacto con su zanpaku-tō y liberar por fin el shikai. No esa mañana, que escuchaba voces escondidas en el viento, pero tan perdido en sus propios pensamientos y conjeturas que no era capaz de entenderles o, siquiera, reconocer su presencia.
—¿Por qué lo invitaron a cenar a la casa Yamamoto? —exclamó Yoshio interrumpiendo su postura y girando para encarar a su tío, que le miraba sorprendido por lo directo que había sido el menor.
Byakuya suspiró irguiéndose en su sitio y poniendo las ideas en orden, sabiendo que el muchacho no se conformaría con una respuesta a medias.
—¿Por qué lo preguntas?
Yoshio bajó la mirada, apenado ante el escrutinio de su tío, preguntándose en qué se había metido por su imprudencia, pero Byakuya no le decía que parase con aquello, lo cuestionaba en respuesta, así que el menor se armó de valor antes de levantar los ojos en busca de los del capitán.
—Lo vi con la teniente el viernes, los vi entrando al santuario de Hisana-sama. Y una vez me preguntó mi opinión respecto a Asami como...
Se interrumpió al escuchar a Byakuya bufar, divertido.
—¿Metiendo las narices donde no te llaman, Yoshio?
—¡N-no! Yo…
La mano de Byakuya se alzó para llamar al silencio a la par que enarcaba una ceja, un cuestionamiento silente que obligó a Yoshio a repensar su respuesta.
El mayor solía decirle al muchacho que las excusas estaban de más, justificar sus acciones era una pérdida de tiempo; alguna vez había leído por ahí que la gente que recibe una explicación no merece escucharla mientras que la gente que la merece no la necesita. Al menor le había tomado mucho tiempo comprender aquella explicación, pero una vez que lo había entendido todo, se había empeñado en demostrar que podía actuar en consecuencia.
Byakuya miró a su sobrino en espera del siguiente movimiento, preparándose mentalmente para la siguiente confrontación.
Había hablado con su hermana días atrás, confesando estar profundamente enamorado y preparado para iniciar una historia propia, había hablado con las hermanas de Hanako para hacerles saber de sus decisiones. Pronto estaría hablando también con el capitán comandante para pedir formalmente la mano de su retoño, una vez que hablara con el consejo. Necesitaba saber la opinión de Yoshio al respecto, así que esperó pacientemente mientras el menor tomaba una bocanada de aire para continuar.
—Tío Byakuya-sama ¿está pasando algo entre nuestro clan y la familia Yamamoto?
El aludido mostró una sonrisa de medio lado ante la pregunta de su sobrino, asintiendo con orgullo ante el nivel de diplomacia que había mostrado, esperando que pudiera replicarlo cuando la situación lo ameritara y pensando en que él mismo no había mostrado ese dominio en sí mismo desde la aparición de los Genzanki. Había perdido el ritmo, definitivamente, luego de vencer al ejército de Yhwach.
—Así es.
—¿Es sobre proponerle matrimonio a Asami?
Byakuya bufó divertido ante aquello antes de negar una vez con la cabeza.
—No tiene que ver con Asami.
Yoshio asintió aliviado. Sí, Asami había sido su amor platónico, quería protegerla, y sabía que el capitán Hitsugaya y ella estaban muy enamorados, así que se alegraba por saber que su superior, Asami, no tenía por qué sacrificar nada, porque pertenecer a ese clan noble era una vida pesada para quien fuera.
—Hanako-san...
—Hanako-san es otra historia —admitió el pelinegro cruzando los brazos y mirando con curiosidad a su sobrino, preguntándose si podía contener el aluvión de preguntas en el que Yoshio seguramente se convertiría si no le frenaba.
—Pero entonces, tú y la teniente demonio...
—¿Cómo la llamaste? —interrumpió el mayor, frunciendo el entrecejo y mirando con reproche a su sobrino, que pasó saliva con dificultad —¿Te opondrías? —cuestionó serenándose y dedicándole una mirada de curiosidad al menor.
Yoshio lo pensó un momento, bajando la mirada hacia sus manos, pellizcándose las uñas para remover la tierra y ocuparse en algo evadiendo la mirada del mayor a toda costa.
—Bueno, no sé a qué oponerme, todo son conjeturas... pero jamás me opondría a su felicidad, tío Byakuya-sama.
La mano del noble encontró un lugar en la coronilla de su sobrino. Yoshio levantó el rostro, sorprendido por aquel gesto suave antes de sonreírle con dulzura al percatarse de que los ojos de Byakuya eran suaves como un cielo despejado en las primeras horas del atardecer, violeta suave...
—Bueno, tenemos eso en común, no nos opondríamos a la felicidad de aquellos a quienes amamos —ni siquiera dejó que Yoshio comprendiera aquella frase antes de avanzar hacia la casa, dándole un leve empujón a la pasada y volviendo la mirada cuando el menor no le siguió —, vayamos a desayunar —invitó tratando de ocultar una sonrisa que Yoshio logró ver claramente antes de reaccionar y seguirle al interior, emocionado por el trasfondo en las palabras de su tío.
…
Estaba lista, quería hacerlo de una vez, así que se había dirigido con pasos firmes a la sexta división.
-Estoy lista, puedo hacerlo- Se dijo a sí misma mientras se adentraba al edificio que resguardaba la oficina del capitán.
Ver a la menor de las hermanas con decisión en los ojos, hacía que la mayoría de los shinigami sintieran que debían tener precaución. Si Hanako era peligrosa con una sonrisa, no querían imaginarse a la pequeña.
Y ahí estaba, a solo unos pasos de la puerta de la oficina. Podía escuchar a Renji y Byakuya charlar, y entonces volvió a sentir nervios.
-Andando Asami, no más rencores…
Y avanzó, llamando a la puerta de la oficina, esperando por la indicación del hombre que le permitiera el paso.
…
Renji volvió la vista hacia la puerta antes de dedicarle una mirada pesada a su capitán, quien tomó una respiración corta pero profunda al reconocer el reiatsu de la flor más pequeña del jardín Yamamoto.
Asintió, fue un gesto para sí mismo, algo casi imperceptible pro cargado de significados que hizo a Renji componer una mueca de preocupación.
—Taichō...
—Adelante —indicó Byakuya tomando la carpeta de mano de su teniente y depositándola abierta frente a sí en el escritorio.
Así que la pequeña tomaría la iniciativa. Bueno, tenía que reconocerse que le admiraba el arranque de valor.
…
Abrió la puerta al escuchar la voz del capitán permitiéndole el pase, debía mirar directo al peli negro, antes de mirar al teniente, siendo al revés, perdería el valor y, si no, se retiraría en ese momento al sentirse intimidada por los ojos violeta del capitán.
-Lamento interrumpir- Se excusó, cerrando la puerta detrás de si -Quisiera, hablar con usted… capitán
Pasó saliva con dificultad mientras esperaba la respuesta del hombre.
El pelinegro asintió una vez antes de volver la vista hacia el hombre a su lado.
—Gracias Renji —murmuró Byakuya dando banderazo de salida a su teniente con aquellas palabras —. Revisaré los documentos y te haré saber cuándo esté todo listo.
El pelirrojo entendió la indirecta, hizo una reverencia leve antes de alternar una última mirada entre su capitán y la tercera oficial, percatándose del nerviosismo reinante.
—Estaré en mi escritorio si necesita algo —anunció mientras su capitán volvía la mirada hacia Asami, suavizando su expresión antes de hacer un ademán con la mano, una invitación para que tomara asiento frente a él.
Por supuesto, antes de salir Renji dedicó una última sonrisa a la joven, una muestra de apoyo que pretendía brindar algo de respaldo moral.
—Dígame, Asami —murmuró Byakuya con gestos mecánicos, nervioso por lo que pudiera ocurrir, temiendo hacer daño a Hanako si algo salía mal esa mañana —, ¿le puedo ofrecer un poco de té o café?
-El té está bien- respondió, sintiendo un poco de nerviosismo, no sabiendo aún cómo comenzar aquello.
El capitán asintió ocultando una sonrisa al darse cuenta de que su joven cuñada podía estar igual o más nerviosa que él. Lo normal habría sido guardar silencio mientras se levantaba y preparaba la infusión por sí mismo, algo de manzanilla, algo de azahar, casi podía escuchar a Hanako murmurando en su oído, dando indicaciones, "añade lavanda, le hará bien a tus nervios".
Sin embargo, suspiró, sintiendo la necesidad de hacer aquello más sencillo.
—Asami —llamó con voz suave mientras pasaba el agua caliente a través de los filtros, un gesto aprendido que había sorprendido a su paladar en más de una ocasión —, ¿cómo lleva su situación con el shadow? ¿Se ha sentido bien desde la infiltración?
El aroma tan peculiar a té la sorprendió, no era como el de su hermana, pero sentía algo de ella en él.
Pero más que sorprendida por el té, fueron las palabras del hombre las que la hicieron espabilar.
-Gracias por su preocupación, el shadow parece bastante amedrentado desde entonces- Afirmó, aun sintiendo esa espinita en el pecho -Desde qué el comandante me relegará de mis deberes, lo único que he hecho es entrenar a Yoshio, es un buen distractor y me gusta estar con el
No había ido a hablar de eso, pero estaba bien para relajarse mientras aún tomaba valor.
Byakuya bufó divertido ante la mención de su sobrino, asintiendo para sí mismo y mirando de reojo a Asami, percatándose de que parecía ligeramente más tranquila.
Yoshio, las palabras de su sobrino, los cuestionamientos respecto a su relación con la teniente.
—La admira mucho, Asami, mi sobrino disfruta mucho su compañía y valora sus enseñanzas. Honestamente me alivia saber que el escudo del Gotei se encuentra bien, a pesar de todo —concluyó depositando suavemente la taza de té frente a ella y ofreciendo azúcar y leche, preguntándose si la pequeña tomaría el té igual que su hermana mayor.
No, Asami podía tomar el té con leche, pero ella utilizaba azúcar, endulzando un poco de más su té sin llegar a los extremos de Saya.
-Creo que iré al punto de mi visita, capitán- Expreso la joven luego de probar su té -Y creo imaginar que tiene noción de mi presencia aquí
Sonrió, un poco más confianzuda, tratando de mantenerse serena.
Byakuya tuvo que hacer un esfuerzo extra para mantener oculta su sonrisa, un gesto de orgullo por aquella pequeña que le plantaba cara justo ahora. O tal vez no sólo a él, sino también a sus demonios.
Podía recordar claramente al ratón asustado que había tartamudeado en su presencia una vida atrás, podía ver los ojos ingenuos e inocentes de una niña pequeña, ya no quedaban rastros de aquella Asami insegura.
—Sin duda tengo mucha curiosidad al respecto, le escucho —indicó respetuosamente.
Ya había reunido el valor suficiente para tratar aquello, había renunciado a su propio orgullo para ver feliz a su hermana.
-Se que es fácil subestimar mi poder, creer que no podría ser capaz de hacer algo tan básico aun sabiendo que mi poder sería la única forma de lograr el cometido que mi propia hermana se había marcado como objetivo de misión- Miraba a Byakuya con serenidad, tomando una ligera pausa -Mi único deseo es que no vuelva a pensar eso capitán, no de mí, o de Saya; las tres hemos sido entrenadas a la par por el mismo hombre, y ciertamente, somos capaces de muchas cosas- Y aunque Byakuya sabía eso de antemano, luego de estarlas observando, ella tenía que dejarlo claro -Y claramente, lamento que ese altercado al inicio de nuestra llegada, marcara evidentemente una mala relación entre nosotros
Quería reírse.
¿Subestimarla?
¿De verdad?
Quería reírse.
Byakuya tuvo que llevar la taza hacia su boca para terminar de aniquilar aquella mueca burlona antes de que naciera. Demasiados años había pasado perfeccionando esa máscara estoica como para derrumbarse ahora.
—Tercer oficial Asami —comenzó distante mientras organizaba sus ideas —lamento profundamente que crea que la subestimé, pero debo ser tajante ante esto. Usted es la única que considera que la hemos estado subestimando. Hay quienes sabemos de antemano cuál es el verdadero alcance de su poder, le recuerdo que Yamamoto me puso al tanto antes de hacer el acuerdo de matrimonio —dio un sorbo a su taza para sosegarse, estaba siendo muy duro al decir aquello y lo sabía, pero también sabía cuáles habían sido sus motivos para tomar sus decisiones, no era el único que debía aclarar los puntos —. No pretendo burlarme de usted al decirle esto, sé que podría poner a salvo al Gotei sin precisar de sus hermanas, y definitivamente lamento también como se dieron las cosas entre nosotros. Mi intención es apegarme a las estrategias que mantengan a salvo a la sociedad y a la humanidad, sin importar los sacrificios que deben hacerse.
Y volvió a llevar la taza a su boca, sosteniendo la mirada de Asami con curiosidad por su siguiente movimiento, tragándose las ganas de cuestionar si ella tenía ese nivel de compromiso, pues conocía la respuesta.
-Hanako puede ser muy influyente, pero ya dije lo que quería decir, y no tiene que persuadirme capitán- Y extrañamente, sonrió, pensando en que no habría nada de malo en aquello, en llevarse bien luego de haber tenido una diferencia -Ya no seremos solo compañeros de trabajo, estaremos unidos por sus lazos matrimoniales -Ensanchó su sonrisa -Tienen mi bendición capitán
—Supongo entonces que debería advertirle que ha sido envenenada, Asami —murmuró solemne el noble antes de terminar su taza mientras la aludida abría los ojos con sorpresa, pero la sonrisa suave que compuso el noble le hizo entender que había sido objeto de una broma —, una vez dije que sólo vivo para complacer los caprichos de su hermana, debe saber que agradezco en lo profundo de mi alma este gesto. Se que hará a Hanako inmensamente feliz, y debo añadir que le admiro, es cierto, ahora seremos familia, y quiero que sepa que cuenta con todo mi apoyo, no solo sostendré la mano e Hanako, también seré su respaldo, de las tres. Lo dije en la cena, lo confirmo ahora, mi precio es la felicidad de Hanako, y usted es uno de sus motivos principales para sonreír. Gracias, Asami —añadió al final haciendo una leve reverencia.
-No me haga escupir el té capitán- Dijo un poco nerviosa aún después de haber escuchado la excusa de la broma -Confió en que cumplirá su palabra, y le agradezco el cuidar de mi hermana, era el pilar que le faltaba
Termino su té, había dejado ir un peso lejos de sí misma.
-Hablaré con Hanako esta noche, con su permiso, Byakuya
Y haciendo una leve reverencia, se disponía a retirarse.
Byakuya suspiró bajando la mirada. ¿Había entendido bien? ¿Él? ¿El pilar de Hanako?
—No se confunda, Asami —pidió suavemente mientras se levantaba para acompañar a la joven hacia la puerta —, es su hermana quien me sostiene —añadió pensando en que había sido Hanako la razón para volver a abrir su corazón —. Sabe, entiendo su molestia, pero entiendo que debió sentirse ofendida por mis decisiones, y entiendo que ahora las cosas van a cambiar. Así que también entenderé si prefiere guardar distancias conmigo, no quiero que se sienta forzada a aceptarme como parte de su familia sin más.
Una risa cantarina escapó de los labios de Asami, confundiendo al noble.
-Se necesitaban, eso es cierto- Sintió la compañía del noble, agradeciendo el acto -No Byakuya, no tengo porque fingir ni porque esconderme, no me molesta, en absoluto, muchas veces el abuelo nos dijo que no fuéramos rencorosas, las cosas del pasado, en el pasado están y ahí seguirán- Si, se sentía mucho mejor -Estoy viendo por el futuro de todas y, Hanako ya marcó el de ella, yo ya empecé el mío y… ¿Cómo podemos acelerar a ese par de bobos?
Sabía que entendería su directa, todos sabían que esos dos terminarían juntos.
Byakuya sonrió de medio lado, mirando la sonrisa torcida de Asami, ese gesto malicioso que indicaba que pensaba en algo más.
—Algún empujón habremos de darles, ¿no es así? Aunque creo fervientemente que esos dos no entienden de indirectas —añadió mirando en dirección a la oficina de su teniente, negando con la cabeza mientras se cruzaba de brazos —, creo que ser sutiles ya no es una estrategia. Cuente conmigo si se le ocurre algo, Asami... Y también... si usted misma decide dar otro paso en su propia historia.
Ah, ya recordaba, la broma del embarazo cuando ella y Tōshirō volvieran de aquella misión, rodó los ojos, recordando lo mucho que aquello le había molestado, sobre todo, porque Hanako también había sido participe.
-No capitán, no es buen momento, no todavía- Agito las manos de un lado para otro mientras negaba con la cabeza, un poco más en confianza con el peli negro -Además, con todo esto de los genzanki, el espectro... no voy a mentirle, si nos gustaría, pero ahora solo quiero volver a las filas de combate, quiero pelear junto a mis hermanas
Byakuya se llevó el puño a la boca, tosió disimuladamente ocultando de nuevo las ganas de reírse ahora que algunos de sus shinigamis paseaban por los pasillos.
—Tal vez es impresión mía, pero ese hueco del que Hanako habló alguna vez para referirse a su shadow podría contar como "hacer crecer la familia" —la jocosidad se disolvió y el noble dedicó una mirada pesada a Asami, asintiendo una vez —. Pongamos a salvo todo aquello cuanto amamos y después planearemos el Baby Shower. Sé que Saya y Hanako estarán felices de ayudar... Y yo estaré feliz de poner al servicio mi dote —añadió señalando la oficina de Renji con un gesto de la cabeza, donde el pelirrojo estornudó sin estar seguro de por qué —, que pase tiempo de calidad con la soldado Yamamoto en lugar de estar tratando de matarla.
-Creo que es la manera en que ella muestra su afecto, lo reconozco, solo Saya sabe querer así- Hizo una reverencia ante el hombre -Veré que hay de nuevo por el Gotei, que tenga lindo día capitán
Tenía rato de no ir a vagabundear por ahí, sola, sin la compañía de Tōshirō, así que aprovecharía para dar una vuelta por otras divisiones.
…
Le hacía falta ir por ahí, caminar y despejarse un poco de estar sentada en la hierba, así que siguió el consejo de su amigo, tal vez un cambio en la rutina le ayudaría a comenzar a perder un poco de peso.
Se paseo por la novena, iniciando una charla con su amigo de lo que fuera; música, deportes, arte, cultura, farándula humana, cuando incluso Kensei y Mashiro se habían unido a ellos, disfrutando un poco de las galletas que el moreno tenia en su oficina y, aunque Asami no hubiese bebido café, Shūhei había estado dispuesto a prepararle un té, por lo que, sin pensarlo, Asami estaba a los pocos minutos sirviendo un armonioso té que llevaba consigo, claro, manías de Hanako.
- ¿Y cuándo podrías traernos algo dulce que no sean galletas? – Había preguntado Mashiro con curiosidad, invadiendo el espacio personal de la menor -He escuchado que la teniente demonio hace muy buenos postres
Soltó unas risitas nerviosas, recordando que había visto a su hermana hacer postres toda su vida.
-Bueno, Hanako no es la única que hace postres- Afirmó, haciendo sonreír a Shū y que Kensei alzara una ceja -Yo también se hacerlos
Había prometido, luego de una extenuante charla con la novena, que les llevaría algo diferente a galletas al día siguiente, así que, sin medirlo, paso por la quinta, saludando al capitán en su momento, pensando en también obsequiarle algo a el solo por mero gusto.
Había saludado a Hanatarō en la cuatro, así como a teniente y capitán, en la tercera, saludo a Kira y Rose, y así, sucesivamente hasta que decidiera ponerse a repartir dulces por todo el gotei al día siguiente.
…
No podía perseguir los reiatsu como los shinigami normales, por lo que debía esperar a su hermana en casa y, aunque deseaba hablar únicamente con Hanako, sabía que Saya estaría ahí; pero no, Tōshirō la había acompañado para asegurarse de llevarse a su cuñada.
-No era necesario que me acompañaras- Espero ella desde la cocina, preparando todo para una charla con té -t manejar a Saya
-Prefiero que tengan la bastante privacidad para que hablen tranquilas- Y si, tuvo que intervenir para darle un frasco con infusiones que estaba lejos de su alcance -Me necesitas mientras tenga este tamaño
-Gracias- Dijo ella, tanteando el terreno y besando a su novio -Aún no me creo que tengo un novio tan versátil
Por primera vez en su vida, la apariencia no le importó, era feliz si ella también lo era.
-Hanako está a la vuelta de la esquina- Le susurró el albino, abrazándola por la cintura y pasando discretamente su mano por el vientre de la chica -Déjame a Saya, no puede decirle que no a un enfrentamiento amistoso
Asintió, le dejaría hacer con su hermana lo que quisiera.
Cuando ambas entraron por la puerta, Tōshirō ni siquiera dejó a Saya adentrarse en la casa, la tomó por los brazos y se la llevó.
-Lamento la bienvenida tan abrupta- Dijo la menor mientras se acomodaba un mechón rebelde detrás de la oreja - ¿Puedo hablar contigo?
Y miro a Hanako a los ojos, con la cabeza un poco inclinada.
Hanako sonrió dulcemente tratando de infundirle valor con ese gesto, asintiendo para su pequeña y abriendo los brazos en espera de lo que su pequeña tuviera por decir, percatándose con un gesto de curiosidad las infusiones preparadas.
—Soy toda oídos —dijo suavemente mientras se acomodaba la bufanda, gesto que se había convertido en un refugio con el paso del tiempo.
Y la tacleo, abrazándola por la cintura para luego acompañarla a la mesa del comedor, sirviendo las tazas y sentándose delante de ella.
-Estos días estuve pensando en lo de tu matrimonio con Byakuya, no podía llegar a nada, pero Shū me dio la respuesta que necesitaba- Y golpeteo la taza con sus dedos -Y me arme de valor para hablar con Byakuya
Si bien el comportamiento de su hermana la había tomado por sorpresa instantes atrás, Hanako tuvo que hacer un esfuerzo extra para pasar saliva con disimulo y mantener la sorpresa fuera de su rostro.
Byakuya no le había dicho nada al respecto y ella entendía que su novio cuidara la privacidad de todos a su alrededor.
¿Había habido tormenta?
—Eso no lo vi venir —admitió divertida antes de darle un sorbo a su té —, por favor dime que no te maltrató mucho —añadió enarcando una ceja.
-No, no, no quiero que pienses eso- Dijo apenada mientas daba un sorbito a su taza -Ya estoy más tranquila, ya sé que Byakuya y Tōshirō actuaron a tu favor, lo que convenía más a las misión- Un ademan que le indicaba a Hanako un silente "ajá" -Pero esto ya lo habíamos hablado entre tú y yo, así que, espero seas feliz con Byakuya. Tienen mi bendición Hana, y estoy feliz por ti
Y sus ojos se llenaron de lágrimas, no quería llorar, pero era feliz porque su hermana era feliz.
Hana se tomó un momento más para procesar aquello, observando la sonrisa de su pequeña antes de reaccionar.
Fue un movimiento rápido, se había puesto de pie y apresaba a Asami entre sus brazos, encogida de hombros mientras ella misma lloraba de alegría.
—Gracias —murmuró la chica con un hilo de voz —, gracias, Asami; muchas gracias —repitió sintiendo que su corazón se llenaba de melancolía y amor.
—No, espera —añadió retrocediendo y limpiando las lágrimas de sus mejillas, hablando zalamera mientras le dedicaba una mirada inquisitorial a su peque —¿qué me vas a pedir a cambio?, ¿dónde está la trampa? —añadió como una broma limpiando sus mejillas una y otra vez, sabiendo que las lágrimas no pararían en un rato.
Pero se había dejado apapachar por su hermana, escuchando aquellas preguntas, sonriendo.
-No, no hay ninguna trampa, no quiero nada a cambio- Quiso dejar en claro mientras ella se frotaba los ojos, tratando de parar las lágrimas -Bueno, sí, quiero algo…
Y se quedó callada, dejando a Hanako a la expectativa.
Hanako tomó asiento frente a su hermana, con las manos en las rodillas a la espera de la sentencia. Asami jamás haría esa comparación, pero de pronto Hanako se había convertido en una niña de seis años y esperaba pacientemente la condición para salir a jugar, aquella misma postura que ponía frente a Takeshi cuando le pedía que la entrenara en zanjutsu.
—Como dije, soy toda oídos...
-Solo no dejes de hacer postres para que pueda comerlos aquí- Sonrió, ladeando la cabeza, tomando las manos de su hermana -No voy a sobrevivir sola con ese demonio de hermana que tengo, ¿Quién va a cuidar a quién?
—Niña ridícula —murmuró Hanako con aires maternales, relajando su postura mientras una sonrisa dulce se extendía por su rostro —, yo siempre voy a cuidar de ti sin importar donde esté. Y ni te imaginas —continuó enarcando las cejas —los jardines tan hermosos donde vas a comer postres y a tomar el té cuando me visites. Claro, si no vengo primero a nuestro hogar.
- ¿Bromeas? Quiero ir ahí- Dijo entusiasmada -No conozco más allá de la oficina del capitán o el teniente
—Créeme, peque —prometió Hana con una sonrisa radiante —, el lugar te va a encantar. Y estoy segura de que estarán felices de permitirnos hacer alguna reunión para tomar el té, después de todo —admitió bajando el rostro con una sonrisa soñadora que quedó oculta en el borde de su bufanda cuando ella la tomó —, aún para alguien tan distante como él, la familia es lo más importante.
-Bueno, este también será siempre tu hogar y, por ende, el de él también; aunque nunca hay vivido aquí- Expresó, escuchando el sonido del temporizador sonar -No se me van a dar tan bien como a ti, pero, quiero que veas esto
Tomo la mano de su hermana y se puso de pie, guiándola a la cocina, donde pudieron ver el horno encendido.
-Solo quiero que le des el visto bueno- Dijo acercándose al horno y sacando el bizcocho -Seguí tu receta, pero siento que falto algo
Se llevó el postre a la boca, todavía humeaba al haber sido retirado recién del horno, Hanako todavía recordaba cuanto tiempo había pasado para que sus hermanas se acostumbraran a ese hecho, a ver que él calor no afectaba a su hermana como a la mayoría.
—Mmm —Hanako Emitió un gruñido por lo bajo, un ruido de satisfacción mientras apretaba el gesto —, esto —inició con la boca llena todavía, sin embargo, terminó su postre antes de mirar a su hermana —, esto está delicioso, Asami, ya me superaste con el sabor de estos.
Había comenzado a tamborilear los dedos sobre el mueble, pero sus ojos se iluminaron al escuchar las palabras de su hermana.
-Hoy estuve paseando por las divisiones y me di cuenta de qué hay gente a la que aprecio, entonces, voy a llevarles una rebanada, tal vez es un poco tarde, pero haré otro- Respondió orgullosa, comenzando a sacudirse es manera de baile de felicidad -Incluso podría preparar una mesa de postres para tu boda
Y río con seguridad y felicidad, mirando el rostro de su hermana.
Aunque Hanako ya se estaba llevando un segundo bizcocho a la boca, tuvo que bajar el rostro y las manos ante aquella sentencia. Su mano libre se recargó en la superficie mientras ella liberaba un par de lágrimas y miraba a su hermana con una sonrisa radiante.
—Nada me haría más feliz —aseveró con un nudo en la garganta antes de acariciar la cabeza de su hermana con la mano libre y llevarse el postre a la boca.
Definitivamente, los mejores bocados de su vida habían sido en medio de un mar de lágrimas, esa no sería la excepción.
…
-El capitán Kuchiki desea verlo —había dicho Nanao con aires formales al dejar el informe sobre el escritorio de Kyōraku, dejando al castaño perplejo ante aquel anuncio —, no ha dicho sus motivos —añadió antes de retirarse y permitir la entrada al pelinegro.
El noble había tomado asiento frente a su superior en silencio cuando este le invitó con un gesto de la mano, intercambiaron una mirada antes de que Kyōraku se levantara por un par de o-choko y sirviera un brindis para ambos, y sólo cuando el castaño se hubo sentado de nuevo en su sitio, Byakuya puso sobre el escritorio una caja pequeña y la deslizó hasta su superior, esperando pacientemente por su respuesta.
—Siempre has sido un hombre de pocas palabras —bromeó el superior abriendo la cajita y enmudeciendo mientras Byakuya sacaba la carta que había mostrado a Kyōraku tiempo atrás, la carta donde Yamamoto Shigekuni-Genryuusai externaba su acuerdo con la familia Kuchiki para casar a Byakuya y alguna de sus nietas.
El pelinegro pasó saliva discretamente a la espera de la siguiente reacción del comandante, después de todo, él siempre había visto a las pequeñas como sus retoños, velado por su bienestar y sus intereses hasta que cada una pudo tomar su lugar ante el Gotei...
—La teniente Yamamoto vendrá en unos minutos a entregarte su reporte —inició Byakuya mientras Kyōraku sacaba el anillo finamente engarzado que venía dentro de la caja.
Kyōraku sonrió melancólico pensando en que era una elección perfecta para Hanako, que nunca solía portar joyas ostentosas o llamativas y que, seguramente, habría odiado usar una piedra muy grande. Si acaso la había visto usar aretes alguna vez, estos eran tan discretos que podían pasar desapercibidos.
Cinco diamantes rosa pálido con forma de gotas engarzados en torno a uno más oscuro, una flor de sakura discreta y elegante, el anillo era pequeño, sobrio. En sí mismo era de un color dorado muy dulce, con tonos rosas también, como una enredadera que sostenía la joya, toda la composición destilaba una delicadeza tal que una persona tendría que mirar la mano de Hanako dos veces para percatarse de que había tal cosa ahí. Si es que la pieza era para la teniente a la que Byakuya había mencionado momentos atrás.
—¿Sabes? —inició Kyōraku guardando el anillo en la caja y deslizándolo de nuevo hacia su portador —, creo que deberías entregárselo a una chica, no a mí. Muy difícilmente te diré que sí.
El aludido bufó divertido antes de mirar su o-choko, todavía inseguro de brindar con el mayor o no hacerlo. Sin embargo, tomó una respiración profunda para armarse de valor antes de mirar al castaño a los ojos y soltar su argumento.
—Me enamoré de ella. De Hanako —comenzó con voz trémula mientras organizaba sus ideas, habiendo olvidado por completo el discurso que había planeado para hablar con él —, y ella estaba enterada del acuerdo matrimonial. Hace tiempo tuvimos una charla al respecto y le dije que no tenía por qué ocupar ese lugar, ninguna de sus hermanas, si no era su deseo.
Ante el mutismo de aquel hombre, Kyōraku sólo pudo sonreír bajando la mirada, asintiendo una vez mientras levantaba su o-choko en dirección al noble y ensanchaba su sonrisa.
—Y ella se enamoró de ti —concedió antes de insistir con su brindis.
Byakuya asintió solemne, respondiendo aquel acto de celebración antes de vaciar ambos sus bebidas y sentir que la tensión bajaba. Aquello había sido más sencillo de lo que había considerado.
—He venido a pedir tu bendición y la mano de tu hija —soltó por fin el pelinegro mientras Kyōraku rellenaba ambos o-chocos y componía una mueca.
—¡Ow!, vamos un paso a la vez —pidió encogiéndose de hombros y fingiendo una mueca de dolor —, me acabo de enterar que el retoño más grande de mi jardín se enamoró y ya me están pidiendo su mano... ¿Ella lo sabe? —cuestionó al final recobrando la compostura y suspirando ante la mirada suavizada del pelinegro.
—Ella todavía no sabe que vine a hablar contigo esta mañana. Estoy haciendo los arreglos pertinentes. En mis planes esta charla era la última de la lista, para no agobiarte antes de tener preparado el resto, pero las cosas no han salido como nosotros esperábamos, así que decidí adelantarlo un poco.
—Ya veo —murmuró relajándose en su sitio y sonriendo con melancolía —, ella no tarda en llegar a entregar sus informes según dijiste.
—Me comentó que tenía un pendiente contigo esta mañana, quería hablar contigo primero.
De nuevo el silencio se alzó entre ellos, brindándoles un espacio para aclarar y organizar sus ideas, demasiado qué analizar y asimilar para tan poco tiempo.
Kyōraku no bromeaba al decirle a Hanako que en cualquier momento entraría alguien por aquella puerta para pedir su mano en matrimonio, pero tampoco se imaginaba que sería tan rápido, así que necesitó un segundo más para sonreír con ganas y ponerse de pie, gesto que el noble imitó con curiosidad y nerviosismo.
La mano de Kyōraku se extendió sobre el escritorio mientras aquel hombre ensanchaba su sonrisa y se acomodaba un poco el haori con la mano disponible. El noble tardó un segundo más en comprender aquello y aceptar el apretón, pero en cuanto sus manos se unieron en ese saludo brusco, Byakuya pasó saliva con dificultad al ver que los ojos de su superior se habían puesto vidriosos por las lágrimas contra las que luchaba.
—Sé que sabrás hacerla feliz —dijo alegre, luchando contra el nudo en su garganta antes de asentir una vez y liberar la mano del noble.
—Dedicaré cada segundo de mi vida a esa tarea —prometió mientras el castaño volvía a tomar asiento.
Se guardó el anillo antes de volver a ocupar su lugar, justo a tiempo para que Nanao ingresara tímidamente a la oficina.
—La teniente Yamamoto está afuera, ¿la hago esperar?
Kyōraku miró los ojos de Byakuya un momento antes de sonreír ampliamente y levantar los ojos hacia Nanao.
—Hazla pasar.
Cuando Hanako ingresó, abrazando las carpetas que solía entregar para su comandante, las miradas de ambos hombres cayeron sobre ella, tomándola por sorpresa. Ambos le sonreían, Kyōraku mostraba un gesto amplio y melancólico mientras se levantaba hacia ella para besar sus mejillas mientras que su novio parecía tranquilo, agradecido por algo mientras esperaba de pie en su lugar.
(Este momento – Camila)
Hanako se aclaró la garganta cuando Kyōraku le tomó una mano para guiarla a la otra silla disponible frente a su escritorio, y se quedó helada cuando ofreció esa mano a Byakuya en lugar de dirigirla hacia su sitio.
También el noble pareció sorprendido un momento, pero recibió la mano de Hanako y miró a la teniente a los ojos cuando Kyōraku sostuvo entre las suyas, las manos entrelazadas de teniente y capitán, alternando miradas y sonriendo con orgullo ante aquel momento solemne y personal.
Kyōraku se dirigió hasta su lugar y guardó silencio, observando a ambos jóvenes con curiosidad a la espera del siguiente movimiento.
Fue Hanako la primera en hablar, haciéndolo con un hilo de voz mientras Byakuya le despejaba el rostro con la mano disponible, delatando adoración en aquel gesto coloquial y haciendo al comandante suspirar en silencio.
—¿Hablaste con el consejo?
—No me recibieron —soltó con un suspiro de pesadez y una mueca de ironía —, uno de ellos amaneció con dolor de estómago.
Hanako suspiró también, asintiendo fastidiada y considerando seriamente ir y hacer una visita a cada uno para tener una, ¿cómo decía Saya?, charla civilizada.
—Se está haciendo costumbre.
—Todo a su tiempo, Hana —murmuró dulcemente el noble mientras tiraba un poco de la mano de su enamorada para invitarla a sentarse a su lado —. Vamos un paso importante a la vez —añadió apuntando al comandante con un gesto de la cabeza, haciendo a Hanako pasar saliva antes de volver ambos la vista al castaño.
—¿Alguien quiere ponerme al tanto de lo que está pasando en mi oficina? —bromeó aquel hombre con una sonrisa ladina y una mirada de sincera curiosidad. Mirada que se ganó en respuesta un suspiro pesado por parte de Hanako y media sonrisa débil de Byakuya a su lado.
— Otōsan... —comenzó la chica irguiéndose en su sitio y mirando al comandante, ganándose una mirada del pelinegro al escuchar aquel nombramiento por parte de la menor —Tenemos algo qué decirte.
—No bromeaba cuando dije que pronto me estarían pidiendo tu mano —soltó Syunsui, consiguiendo que Hanako compusiera una sonrisa y bajara el rostro, tímida antes las palabras de su superior.
—No, es cierto.
—Bueno, suelten la sopa —exigió divertido, alternando miradas con uno y otro, preguntándose quién de los dos sería el que le daría la gran noticia.
Intercambiaron una mirada, capitán y teniente intercambiaron una mirada en la que el pelinegro extendió una mano hacia su novia, gesto que ella correspondió alegremente, entrelazando sus dedos con los de su enamorado antes de mirar a Kyōraku.
—Quisiera iniciar esta conversación diciendo que nuestras familias tienen un acuerdo del que posiblemente sabes algo. Sin embargo, sería falso de mi parte comenzar por ahí.
Kyōraku pasó saliva ante la intensidad oculta tras las palabras de aquella joven y sonrió mientras murmuraba algo para sí mismo: Ya lo veíamos venir.
—Quiero hacer las cosas bien —aclaró Byakuya con un gesto respetuoso antes de obsequiar una mirada dulce para Hanako —, por eso vine aquí hoy, sabiendo que ella estaría presente.
—Mi bendición la tienes —dijo el castaño mientras Hanako sonreía ampliamente y sus lágrimas corrían libremente por las mejillas —. La mano tendrás que pedírsela a ella.
Hanako liberó algunas risitas por lo bajo, nerviosa, mientras limpiaba sus mejillas con la mano disponible.
—¿De verdad es así de sencillo? —cuestionó la chica levantándose de su asiento y rodeando el escritorio.
Kyōraku apenas tuvo tiempo para levantarse y recibir a Hanako en sus brazos, apresándola con cuidado, como cuando era una chiquilla asustada y quería renunciar a los entrenamientos, al Bankai, al Gotei y a la soledad.
Seguía siendo igual de diminuta, era increíble cómo podía ocultarla entre sus brazos, cómo ella se había encogido en ese sitio y desaparecido entre los pliegues de su Haori. Los hombros anchos, los brazos fuertes de aquel hombre fueron suficientes para conseguir que Hanako se esfumara de la escena. Y la chica se aferraba a la cintura del castaño como una niña pequeña agradeciendo la concesión de un berrinche.
—Deseo que seas feliz —murmuró Kyōraku contra la coronilla de su retoño, sonriendo dulcemente mientras ella apretaba un poco más el agarre sobre el cuerpo del hombre que había tomado el lugar de su padre —. Capitán Kuchiki —murmuró al final, abrazando a Hanako contra su pecho con un brazo y llevando una mano a la guarda de su zanpaku-tō —, no me haga enfrentarlo en una pelea, si no por experiencia, por mayoría llevo las de ganar.
—Como dije antes, comandante, mi prioridad es la felicidad de Hanako.
La aludida se liberó del abrazo del comandante y sonrió limpiándose las mejillas de una vez antes de encaminarse a Byakuya y aceptar la mano que él le ofrecía, preludio eterno del beso a sus nudillos para ocultar su sonrisa amable.
—¿Me acompañarías esta tarde a comer? —pidió el pelinegro con voz trémula —Me gustaría detallarte mi apasionante último intento con los nobles.
—Seguro —prometió ella tomando la mano de Byakuya entre las suyas —, terminaré mis pendientes a tiempo para no hacerle espera, capitán. Me encantará tener los detalles de ese feroz encuentro.
—La veré entonces, teniente —finalizó antes de depositar otro beso a sus nudillos y hacer una leve reverencia —, los dejo para que se pongan al corriente, los reportes suelen ser tediosos cuando no hay una buena charla de por medio. Comandante.
—Capitán.
Byakuya salió de la oficina y Kyōraku no pudo evitar sonreír socarrón hacia su retoño.
—¿De verdad se refieren por sus cargos?
—Es como un chiste local —defendió la teniente volviendo el rostro y evitando el contacto visual con su padre, quien ofreció un o-choko lleno y una sonrisa divertida.
—No quiero sonar como Ayasegawa, pero quiero que me lo cuentes todo.
Hanako río antes de tomar asiento de nuevo y asentir.
…
Extrañamente se había puesto nervioso por el llamado de Kotetsu, había estado esperando mucho por esa charla y, saber que pasaría con su familia le preocupaba. Tenía una semana entera (o más), esperando por saber que le tenía deparado el futuro.
-Lamento haber demorado tanto en los exámenes de Asami-chan- Dijo la peli gris inmediatamente al ver entrar al albino en su forma adulta todavía -Apenas nos estamos recuperando de aquel día
Entendía a la perfección, no era la única que estaba pasando por aquello, por lo que el mutismo del capitán le decía que quería los detalles a la brevedad posible.
-Bueno, he estado observando también a Asami desde aquel día, mentalmente es capaz de controlar aquello que haya invadido su mente- Y él lo sabía a la perfección, no necesitaba escuchar eso -El bebe esta bien, todo indica que esta, a la fecha, en la semana diecinueve, mañana estaría cumpliendo veinte semanas, esta a mitad del embarazo
Mutismo.
Silencio.
¿Había escuchado bien? ¿Mitad del embarazo?
- ¿Está segura capitana Kotetsu? – Pregunto, con impresión marcada en su rostro –¿Mitad del embarazo?
-Así es capitán, todos los estudios realizados ese día estaban por iniciar en la semana diecinueve- Kotetsu saco el ultrasonido de Asami, mostrando una imagen clara del bebe en blanco y negro -Felicidades capitán, es una niña
Y esta vez el balde de agua helada cayo sobre él y, terminar aquella charla fue sumamente difícil, porque en su mente solo estaba la imagen de una niña muy parecida a su novia, con ojos rosas, violetas o azules, como los de él, ¿el cabello? ¿Blanco? ¿Negro? ¿Gris? ¿Cómo seria realmente?
Tal vez reflexionar un poco le haría bien, sin embargo, no encontraba la manera de decirlo, de sacarlo, ¿Cómo iba a decírselo a Asami?
No, no iba a poder, porque tenía ya mas de dos horas pensando en ello, cuando la voz de Kotetsu le informaba de un nuevo ataque.
¿De verdad? Iba a ser padre en una situación tan complicada como esa, ¿en serio?
…
Había hablado con la familia de Hanako. Había hablado con su hermana y su sobrino, había pedido permiso incluso al tutor de su novia, pero el destino parecía empeñarse en decirle que no estaba listo.
¿Qué le hacía falta?
Sentía el corazón palpitando con violencia contra su pecho, a pesar de su expresión estoica al caminar por los pasillos de aquel lugar, podía sentir claramente cada latido contra sus sienes, contra su pecho, tanto que dolía.
Fue algo extraño, a unos metros de llegar a la puerta del consejo, sintió un apretón en su hombro. Suspiró sintiéndose más tranquilo ante ese gesto, aferrando su mano al mando de la katana, como si fuese Senbonzakura en persona quien le daba ánimos con aquel gesto, como si quisiera decirle que estaría con él en aquella batalla.
No podía hacerse acompañar por Renji para esa reunión, le habría encantado contar con ese respaldo tal como había ocurrido al hablar con las hermanas de Hanako. Ahora que sentía aquel apretón logró llamar a la calma mientras abría la puerta del consejo, casi escuchando la voz de su zanpaku-tō al oído, animándolo a dar ese paso por fin, prometiendo que todo iría bien.
Ya se encontraban todos ahí, el capitán Kuchiki había llegado con algunos minutos de sobra, sin embargo, ingresó e hizo una reverencia respetuosa antes de tomar asiento frente a los nobles dispuestos tras la mesa, que le dedicaron miradas de curiosidad y diversión. El capitán se dispuso a guardar silencio, respetando el tiempo al que se había adelantado (actitud que había aprendido de su padre en las ocasiones en las que le había acompañado), sin embargo, el mayor cargo de los presentes, Aoyama, levantó una mano hacia el capitán como si le invitara a hablar con aquel gesto silente.
—Gracias por recibirme el día de hoy —murmuró el capitán mirando al consejero que le dio la palabra, antes de pasear la mirada por los presentes, asegurándose por tercera vez de que estuvieran todos presentes.
—¿Qué tal se encuentra la cabeza de la familia esta tarde? —inquirió Ishikawa, uno de los más jóvenes mientras ocultaba su sonrisa déspota tras un abanico de papel, haciendo a Byakuya suspirar quedamente para poner a raya su frustración. ¡Cómo odiaba el protocolo!
—La fortuna me sonríe —respondió el capitán mientras sostenía una mirada fría en dirección al noble, mirada que le incomodó visiblemente al carecer de vida y de entusiasmo. No era precisamente una amenaza, pero tampoco era una bienvenida cálida —Gozo de perfecta salud. Los asuntos del Gotei se atienden debidamente, nuestros soldados se entrenan para superarse a sí mismos y plantar cara al enemigo, nos preparamos para la guerra como es debido. El clan florece —concluyó suavizando su voz, pensando en Hanako, aferrándose a su sonrisa cálida para no contestar con alguna grosería.
Ishikawa bufó ofendido mientras otros soltaban risas por lo bajo, Byakuya había respondido a todas las preguntas en una sola ocasión, así que aquel hombre se había quedado sin nada con qué hacerle perder el tiempo al capitán.
No era el ser líder de un clan noble lo que molestaba a Byakuya en aquellas situaciones, sino la facilidad con la que la envidia y la avaricia se colaba entre ellos, entre el consejo, adentrándose como la humedad en una pared antigua, volviéndoles mezquinos y ventajosos. Al jurar sobre la tumba de sus padres, Byakuya se había autoimpuesto convertirse en ejemplo de rectitud ante el Gotei, y eso había incluido no dejarse llevar por la soberbia y vanidad. Aunque en alguna ocasión había cedido ante sus propios ideales y se había ufanado de su poder y sus logros, valiosos aliados (como lo eran Ichigo y Renji) se habían encargado de recordarle que incluso él podía mejorar y hacer crecer su poder.
Todavía no encontraba la manera de hacer que los nobles de su clan abandonaran las ideas de superioridad que le llevaban a pisotear al otro, sin lograr un avance notable hasta ahora, así que debía mantener la calma y conservar la cabeza fría al hablar.
—Byakuya-dono —llamó el más longevo de los consejeros, Kato, sonriendo suavemente ganando una mirada serena por parte del capitán —, nos ha convocado a una reunión el día de hoy con la premisa de un tratado que su abuelo dejó pendiente, tenemos mucha curiosidad al respecto.
Byakuya asintió solemne mientras ponía en orden sus ideas.
—Mi abuelo, el líder número veintisiete del clan Kuchiki, tomó muchas decisiones que tenían la intensión de preservar la gloria del clan sin importar lo difíciles o dolorosas que fueran para él, su sentido del deber, de la responsabilidad, la humildad de ser un hombre en el poder que no se olvidara de su verdadera posición: el eslabón más débil de la cadena del mando, puesto que mantenemos el poder en nuestras manos sólo porque nuestros subordinados así lo permiten —dijo con cierto filo, haciendo a los más jóvenes del consejo removerse incómodos, Kobayashi incluso volvió el rostro, pero haciendo a su interlocutor sonreír —. Ese mismo camino fue el que quiso inculcar en mí y al que me resistí mucho tiempo, hiriendo su orgullo y manchando el nombre de nuestra familia. Desde que me convertí en la cabeza del clan, ha sido mi intensión reivindicar todo perjurio cometido contra esta familia y el día de hoy vengo a cumplir una de las últimas voluntades que mi abuelo dejó sin atender y a la que me he resistido.
Byakuya se puso de pie con un movimiento elegante y avanzó hacia la mesa, sacando de su haori un sobre con las cartas de Genryuusai en las que cerraba el acuerdo con Ginrei, la promesa de una de las nietas del clan Yamamoto para fortalecer la sangre del clan Kuchiki.
—¿Viene a cumplir con su deber, capitán? —cuestionó Aoyama mientras extendía una mano para recibir aquel pergamino, curioso de su contenido.
—En la medida de lo posible.
Byakuya tuvo que suprimir las ganas de sonreír al dar esa respuesta, dejó ir el sobre y esperó pacientemente mientras el líder del consejo sacaba el contenido e inspeccionaba los kanjis para verificar la autenticidad de aquel documento. Una vez comprobados los sellos, las cartas comenzaron a moverse en ambas direcciones de la mesa para que otros nobles pudieran conocer el contenido, amontonándose entre ellos con curiosidad mientras Aoyama miraba a Byakuya enarcando una ceja, ocultando en ese gesto el gusto que sentía por el joven mientras el capitán pasaba saliva discretamente.
—Como líder del clan Kuchiki —comenzó el noble, sin embargo, sus palabras se vieron interrumpidas por la alarma retumbando contra todo el mundo.
De nuevo un rayo partiendo el firmamento. El Tenteikura de la capitana Kotetsu.
—Nos encontramos bajo ataque —iniciaba el mensaje de aquella chica.
Y Byakuya carraspeó, furioso, antes de hacer una reverencia pronunciada y salir de ahí con el más veloz shunpo, liberando el shikai mientras se dirigía hacia la concentración de reiatsu enemigo.
Shadows, Genzanki, Hollows o lo que fuera, probarían el sabor de su espada y su ira por haberle arrancado aquella oportunidad de las manos.
—¡Capitán —exclamó Hanako con una sonrisa radiante mientras los pétalos de Senbonzakura hacían trizas al genzanki que le había atacado por derecha —, luce radiante este día!
—¡Ja! —espetó el azabache en respuesta, con tanto sarcasmo que la teniente rompió en carcajadas —Sí no le conociera, creería que se burla de mí.
—Pensaba —añadió con picardía mientras desplegaba los pétalos de fuego por todos lados, poniéndose a salvo para poder mirarle a los ojos un momento —que hablar con el consejo de su clan era una actividad revitalizante para usted.
—Lo sería —prometió tomando a Hanako por la cintura, haciéndole sonrojarse hasta las orejas ante la cercanía entre sus bocas en pleno campo de batalla —, si hubiese podido tocar con ellos el tema de nuestra boda, pero me he visto interrumpido.
Hanako soltó una risa nerviosa, liberó el aire antes de chascar los dedos y permitir que Byakuya la sacara de ahí a la par que los pétalos estallaban, calcinado a sus enemigos.
—Ya hablaremos con ellos luego —murmuró al final para sí mismo, acariciando la frente de Hanako con sus labios antes de adoptar ambos una postura defensiva nuevamente, a la espera de indicaciones para seguir peleando.
…
El caos era inevitable, los shinigami de baja categoría huían, o al menos, eso era lo que trataban de hacer. Aquellos monstruos los perseguían y, aunque no les atacaban a matar, si los herían de manera que les imposibilitaban el movimiento.
Esta vez no atacaron la división cuatro, pero por alguna extraña razón, los diamantes de aquella vez volvieron a alzarse y Kotetsu agradeció aquello, porque aun no lograban recuperarse del ataque anterior y, recibir mas daño del que podían manejar, solo empeoraría las cosas.
En el trayecto, Renji, Matsumoto y Kira se habían topado con un grupo de bestias que, aunque el pelirrojo tuviera experiencia con genzanki, esta nueva especie era para tener precaución.
Tōshirō había salido a defender el gotei, había hecho a Asami quedarse en la división, dentro de las cuatro paredes de la oficina de la decima para estar a salvo, sin embargo, entre sus enfrentamientos, pudo sentir el reiatsu de su novia alterarse, moverse y fluir con avidez, acaso ¿estaba en batalla?
- ¡Maldita sea! – Exclamó al momento de congelar a un grupo pequeño que, atraído por la gran cantidad de reiatsu que emanaba de él, había tratado de acorralarlo -Tsch… no dejan de llegar…
No, había demasiados genzanki dentro del gotei, causando daños mínimos, heridos leves, pero que poco a poco iban sucumbiendo ante sus enemigos. Sin embargo, los genzanki de nivel uno, también habían comenzado a aparecer y, aunque Kurotsuchi ya había salido a ver a su nuevo espécimen de investigación, estaba extrañamente intrigado por donde habían llegado esta vez los enemigos.
…
Si la alarma era ya de por si un mal augurio, escuchar nuevamente la voz de su capitán encargado de la cuarta división le hizo sentir miedo. Sí, el hombre más poderoso del gotei tenía miedo, pero no por él, si no por lo que más deseaba proteger en ese momento.
Pero entre el salir al deber y hacer lo que creía correcto lo detenía, sabía que su pequeña flor estaba indefensa, ahora algo peor que genzanki nivel uno deambulaban por el gotei, y ella no tenia con que defenderse, más que con unos cuantos kidō.
¿Y eso importaba? Ya había demostrado poder derrotar a varios enemigos únicamente con eso.
-Esta podría ser una buena, o una mala idea- Expresó para sí mismo, tomando la zanpaku-tō de su flor.
-Comandante- Dijo la voz apresurada de su teniente más leal, Ise Nanao asomaba la cabeza mientras lo miraba con pánico desbordando sus orbes azul oscuro.
-No quiero que salgas de estas paredes Nanao-chan, me encargare de todo, pero…- La pausa le acelero el corazón a la chica, quien viera al hombre cargar con la zanpaku-tō confiscada -Antes, tengo algo que hacer
Y desapareció de aquella oficina, dejando a Nanao con un nudo en la garganta mientras sentía los reiatsus de sus compañeros enfrentarse, subir y bajar.
…
Ya no iba a perder más tiempo, estaba dispuesto a atacar una vez más para conseguir su objetivo, si deseaba destruir el gotei por completo, necesitaba un aliado fuerte y poderoso, y aunque tenía a la joven Yamamoto casi entre sus manos, necesitaba de ese movimiento para atraerla hacia él.
Había llevado bastantes bestias como para acabar con ellos, pero ese no era su deseo en ese momento, y sabía que los capitanes serían capaces de acabar con ellos, por lo que era mejor también utilizar algunos nivel uno y dos para distraerles.
-Para ganar, debo comenzar a mover las piezas grandes- Murmuró, acariciando a una de sus bestias que tenia un color de pelaje diferente al resto -Ya lo sabes amigo mío, ve y búscala, y lanza tu mejor tiro para que pronto este entre nosotros
La bestia lamio su mano, comenzando su carrera luego de aquel acto, como el del perro agradecido por la comida que su amo le sirve, y sin dudarlo, aquel hombre estaba seguro de que los nivel cuatro no fallarían, no al menos para lo poco que iba a hacer y, aunque fuese descubierto, estaba listo para enfrentar a cualquiera de ellos.
