----------------------------------------------------
DISCLAIMER: Los personajes conocidos son de Rowling, los que no son conocidos y la trama son míos.
AVISO: slash (relaciones homosexuales) y temas para adultos (violación, sexo, violencia, lenguaje cuestionable, auto mutilación, asesinato, depresión. La mayoría tratados en capítulos anteriores, así que ya deben de saber). Si no puedes manejarlo, presiona atrás porque no me gusta recibir comentarios destructivos. Gracias.
----------------------------------------------------
Título: Propiedad Privada
Autora: GaBo0
Parejas: HarryDraco, Snape, Blaise
Rating: M
Summary: Slash. Han pasado tres años desde que Harry salio de Hogwarts y ahora ha atrapado a la mano derecha de Voldemort... ¿qué pasa cuando esta le hace una propuesta que no podrá rechazar?
----------------------------------------------------
Propiedad Privada
By GaBo0
CAPITULO 14: Acuerdos y desacuerdos
- Maldición – exclamó Severus arrimando la silla y poniéndose de pie cuando el vino que tenía en su copa se regó sobre su ropa.
Ya de pie, olvidó el líquido que goteaba de sus pantalones, observando al hombre sentado frente a él. Potter tenía una mueca de incredulidad en la cara mientras miraba a Damon, quien luego de haber hablado había regresado toda su atención a su plato de comida.
Frunciendo los labios, pasó su mirada hacia Draco. El rubio tenía los ojos fijos en el niño, sin recibir una mirada de éste. Parecía estar ignorándolo. Draco giró y cruzó su mirada con la de Snape. Y lo que el profesor vio no lo tranquilizó en absoluto.
- No… - dijo enderezando ligeramente su espalda y mirando a Harry rápidamente -. Ni siquiera lo consideres, Draco – le advirtió, aun de pie y con su mirada negra clavada sobre el rubio.
Draco volteó a ver a Damon. El niño estaba completamente tranquilo, sentado en la silla y jugando con su tenedor. De repente, el niño volteó hacia Harry, dirigiéndole una mirada simple y tranquila, indiferente a la tensión que se había posado sobre el cuarto.
- ¿Puede ir? – le preguntó, antes de volverse hacia Draco.
El Slytherin y el Gryffindor se miraron por un momento por encima de la pequeña cabeza plateada entre ellos. Harry vio como los orbes grises del otro se dilataban ligeramente, brillando en la parte externa de una forma como no los había visto brillar antes. Las cejas del Slytherin estaban perfectamente fruncidas, y las arruguitas formadas en su frente hubieran sido sumamente tiernas de no ser por la sensación de impotencia que la mirada le transmitía. Se sentía aplastado por el grosor de una muralla plateada.
Por otro lado, Draco poseía un velo de concentración sobre sus ojos. Harry podía sentir la mirada del hombre mayor al otro lado de la mesa, pero prefería ignorarla a pesar de que esta lo pusiera sumamente nervioso.
Finalmente, cortó la conexión, bajando su mirada hacia el niño, quien ahora los observaba a ambos con sus grandes ojos grises llenos de esperanza difuminada e inocente.
- ¿Puede?
Harry se encontró respondiendo antes de pensarlo, mecánicamente pronunciando las primeras palabras que le vinieron a la mente.
- Si él quiere…
- ¡NO!
Los tres menores voltearon rápidamente a ver a Snape, quien tenía el rostro encendido y las manos sobre la mesa en puños. Harry se sintió sumamente pequeño ante el despliegue de furia que los ojos negros dirigían hacia él. Se hundió más en su silla, sin darse cuenta al hacerlo, fijando su mirada en otra cosa mientras oía la voz de Draco a la derecha de su cabeza.
- Severus…
- No, Draco. Ni siquiera lo pienses. ¡No vas a salir ningún lado con ese monstruo! –gritó Severus prácticamente, haciendo a Harry cerrar los ojos mientras el sonido amplificado de la voz del profesor se disolvía en el ambiente.
Harry volteó a mirar a Draco tentativamente y se encontró con una mirada atónita que duró menos de un segundo.
- ¿Qué? – oyó preguntar a Draco con el tono de alguien que no cree algo que le acaban de decir.
- No te dejaré salir de esta mansión… ¡con él! – exclamó Snape aún más alto, lanzando los brazos sobre su cabeza y señalando a Harry acusadoramente mientras entornaba los ojos en su dirección.
Draco bajo la mirada y vio como Damon permanecía inmóvil observando su plato. Parecía como si estuviera congelado, o de repente demasiado asustado como para decir algo. Elevó la vista y se topó un momento con la mirada verde del Gryffindor, pero la desvió muy rápido hacia su profesor. Casi al instante, una rabia caprichosa lo golpeó y le frunció el ceño.
- ¿Crees que no puedo cuidarme? – le preguntó en un susurro demasiado calmado, demasiado controlado para pasar desapercibido a Severus.
Severus miró a su ex alumno. La postura tensa del rubio indicaba peligro, pero mucho más la forma como su mirada delataba que le había incomodado, si no dolido, las palabras que le había dicho.
- No, Draco, es solo que…
- No soy tan débil¡¿sabes!
Y ahora era Draco el que gritaba.
- ¡No he dicho que seas débil! – intentó Snape refutar pero ahora igualando el tono de voz del rubio -. ¡Esas son tus conclusiones! – expuso mirándolo con casi la misma intensidad que el menor demostraba.
- No tienes porque controlarme ahora… - exclamó Draco, casi temblando de la cintura para arriba al ver como Severus lo estaba subestimando en frente del Gryffindor -. ¡No tienes ningún derecho¡Tú no eres mi padre! – le gritó con algo parecido a lágrimas de cólera en los ojos.
El silencio que reinó después de aquello se podía ver. Draco respiraba superficial y entrecortadamente, aún con la expresión endurecida mirando a su padrino. Los ojos negros del profesor estaban fijos en su alumno, entornados y reflejando nada mas que vacío dentro de ellos.
Ningún sentimiento que no fuera cólera se leía en sus rostros.
Harry pasó la mirada de uno a otro, aún asombrado por la cadena de eventos desarrollados. Nunca pensó ver a Draco descontrolarse de esa forma con Snape. O sea, con Snape. Frente a Snape lo había visto, hacia poco tiempo, pero por culpa de Snape…
Era algo que no había esperado.
Volteó la mirada y observó los vidrios rotos sobre el mantel. Pequeños pedacito transparentes se regaban por la tela blanca, mientras muchos más permanecían en el suelo, suponía Harry. Una mancha roja se extendía sobre el mantel inmaculado.
Tan parecida a la sangre.
Nauseas lo atacaron en ese momento. Un dolor en la boca del estomago terrible lo hizo ponerse de pie con una mueca de fastidio. El arrastre de la silla resonó por todo el comedor, cortando el silencio. Pero los Slytherins no se movieron. Parecían haber entrado en trance absoluto.
A su lado, el pequeño tampoco se inmutó. Se agachó y le tocó el hombro. Apenas lo hizo, Damon se soltó de él y saltó hacia el suelo echando a correr hacia el pasadizo de los retratos. El ruido de sus pisadas se perdió sobre el suelo de piedra.
Y en ese momento, vio a Draco temblar ligeramente.
Y a Snape entrecerrar ligeramente los ojos.
Regresando su vista hacia el corredor, salió de la estancia detrás del niño. Solo esperaba que hubiera corrido hacia el cuarto.
-----
Parecía como si en un segundo, las otras dos personas hubieran abandonado el salón. Sólo se percató de aquello cuando una cabecita plateada desapareció de su campo visual, perdiéndose en la oscuridad de los pasillos detrás de Draco.
Pero no lo distrajo de sus sentimientos.
De las sensaciones que Draco había despertado dentro de él.
Del dolor que ahora se expandía por todo su cuerpo, como un virus letal conquista los órganos vitales para pudrirlos poco a poco. Y eso era lo que sentía. Que se estaba muriendo… que le habían sacado todo el aire de su cuerpo y lo habían revivido solo para seguir golpeándolo.
Como si una maldición hubiera sido puesta sobre sus hombros y una verdad obvia se hubiera revelado frente a él. La verdad…
"No eres mi padre"
Tenía razón. Él no era su padre… ¿pero tenía derecho a decírselo así? Después de todo, sabiendo lo que Severus sentía por él, era correcto soltarle aquello de esa forma. Tan fría. Tan simple.
A pesar de ser un Slytherin
A pesar de ser frívolo y cruel.
A pesar de todo, Severus estaba seguro de que Draco sabia del cariño paternal que sentía por él. Del cariño que sentía por él, mejor dicho. Era su padrino, después de todo. Era la persona que velaba por él ahora que Lucius no estaba. El que lo había cuidado en Hogwarts los primeros años, antes de acostumbrarse a la hostilidad de otros alumnos. El que había ayudado a que su familia no se rompiera mucho tiempo antes. A que él no se suicidara entrando a las filas de Voldemort.
¿Y ahora Draco le decía eso?
Juntó su dignidad. Se tragó las palabras amargas que hubiera dicho y observó a Draco unos instantes más. Luego, caminó hacia la puerta.
La oscuridad en el exterior no era tan densa como la que sentía dentro. El ardor que tenía en el pecho junto con la sequedad que ahora se había instalado en su boca eran demasiadas para soportarlas. Las escaleras parecieron ser infinitas, incontables y eternas.
La luz lúgubre del segundo piso deformaba la sombra a sus pies, y un halo de pena se formaba contra las paredes. La iluminación se volvió mortecina, tan parecida a su propia mansión, que llegó a sentirse asqueado por aquel lugar que en otro momento le había parecido acogedor.
Se oían voces de la puerta al lado derecho a pesar de que estaba completamente cerrada. A la izquierda, el cuarto de Draco estaba cerrado, pero al acercarse la puerta se abrió hacia adentro, dejándole ingresar al dormitorio sin mover más que sus piernas.
No había avanzado ni dos pasos cuando escuchó pasos en el pasillo que se dirigían hacia él.
No ahora
Los pasos estaban cerca
No podía
El crujido de la puerta detrás de él.
No quería
Y la presencia detrás de él
No eres mi padre
- ¿Severus? – se escuchó la voz débil de Draco.
El profesor se dio la vuelta, con las palabras dentro de su cabeza. Su padre… no estaba. No lo quería. Se lo reventaba en cara. No le importaba. Era un estorbo. No era su padre.
- ¿Severus?
Los ojos negros subieron y observaron a Draco. El muchacho tenía el rostro casi impasible a no ser por la nota de preocupación que cubría su rostro. Sus ojos se entornaban con tristeza, y parecía ser algo de arrepentimiento.
- Lo que dije…
- Es cierto – contestó Severus con voz ronca -. No soy tu padre.
Draco abrió la boca para hablar, pero no dijo nada. Se mordió el labio y dejo caer sus hombros bruscamente. Parecía mucho más pequeño ahora, con el cabello cayendo sobre su rostro y las manos sueltas a los costados, que al subir la mirada Severus no pudo evitar recordar a un niño.
- Lo siento – susurró, perdiendo las palabras cuando abandonaron sus labios.
Y el profesor no habría sabido lo que había dicho de no ser porque estaba muy cerca al rubio.
Observó detenidamente el rostro pálido frente a él, con aquellos pliegues en su frente demostrando concentración. Una disculpa.
Lo siento
Severus asintió. Quedándose en el mismo lugar donde estaba, sin mover un dedo ni cambiar la expresión en su rostro. La dureza en su semblante era intimidante, algo que jamás le ocurría a Draco con él. A ellos.
Aunque varias cosas habían cambiado.
Cambios
Draco ladeó el rostro y su expresión se convirtió en la de un niño desprotegido. Las marcas sobre su piel se volvieron más visibles con la luz omnipresente del cuarto. Las líneas de su rostro mucho más delineadas. El gris de sus ojos muchos más opaco, escondido tras una capa de tormenta en ellos.
Y lo abrazó
Tan desprotegido como se veía, el chico se estaba quebrando por dentro. Lo sabía. Draco estaba roto desde antes. No había otra razón por la que había aceptado traer a su amiga. No existía ninguna otra razón por la que había tomado el riesgo de contactarse con el refugio, poniendo en peligro a los refugiados y a él mismo.
Solo porque Draco estaba… mal
Y una prueba de ello eran los espasmos que ahora convulsionaban el cuerpo entre sus brazos. Sintió como dos brazos se cruzaron en su cintura y lo apretaron como un naufrago lo haría de un madero.
Y parecía que lo iba a partir en dos.
- Tranquilo…
Podía escuchar ligeras disculpas contra su ropa, que sabía no le gustarían ser recordadas después al rubio. Casi pudo ver como pequeños pedazos de orgullos rebotaban contra el suelo, quebrándose, y las mejillas ligeramente encendidas de Draco avergonzado de algo que llamaría debilidad.
O más bien, humanidad.
- Lo siento, Draco… yo también lo siento… - murmuró contra su cabello.
Los minutos que transcurrieron en esa posición fueron cortos, pero duraron una eternidad para ambos. El sonido de cristal quebrándose llegaba a los oídos de Severus como si fuera real. Como si el joven entre sus brazos estuviera rajándose y cayendo al suelo para hacerse añicos.
Severus introdujo su mano entre los cuerpos de ambos, tomando el mentón de Draco. El muchacho forcejeó y desvió la mirada, saliendo del abrazo y dirigiéndose a la cama.
El suave movimiento del colchón bajo el peso del segundo hombre hizo que el rubio girara ligeramente.
- No me mires – ordenó suavemente, pero dejando en claro lo que quería.
- Está bien – contestó Severus mirando hacia la chimenea, que se había encendido en algún momento que ingresaron a la habitación -. Solo quiero que estés tranquilo.
Draco asintió, aun sin voltear y apoyándose sobre la tela. Suspiró fuertemente, al parecer en un intento de calmarse. Alzó una mano hacia su rostro y se echo el cabello hacia atrás. Ahora, su rostro no estaba oculto para Severus, y el reflejo de las llamas en sus ojos era hipnotizante.
Y Severus ignoró el color rojizo de estos, el ligero tinte rosa en sus mejillas y los surcos casi invisibles sobre sus mejillas. Se concentró en la mirada dura que el muchacho ahora tenia en el rostro.
- No tienes por qué hacer eso estando solo – le comentó casualmente, cambiando su mirada hacia la chimenea al darse cuenta que había estado observándolo largamente.
- No estoy solo – contestó Draco, dándose la vuelta y mirando velozmente a Severus.
Una sonrisa consciente se dibujó en sus labios antes de voltear hacia Draco. El rubio ladeó ligeramente los labios, antes de relajar su expresión de nuevo.
Tragó saliva una vez y miró hacia atrás. Las almohadas colocadas sobre la tela y la oscuridad que reinaba bañó las cortinas de la cama. Pequeños rincones oscuros, que a pesar de la luz del cuarto y de la chimenea, no se iluminaban.
Con un susurro apagó las luces del cuarto, quedando sólo el fuego para alumbrarlos.
Draco se puso de pie, dirigiéndose hacia su cómoda. Snape desvió su mirada cuando se percató que el rubio iba a cambiarse de ropa. Decidió que sería buena idea hacer lo mismo, y entro al baño luego de coger sus pijamas. Su fuerza de voluntad, y sensibilidad negada, casi le impidieron darle aquel pequeño espacio intimidad al muchacho.
Al salir, el rumor de las telas llegó a sus oídos y luego vio que Draco ya se había acostado a un lado de la cama. Observó sus irreales ojos grises brillando como dos puntos luminosos en aquella esquina oscura del cuarto.
- No dormirás en la silla hoy¿verdad? – le preguntó señalando el espacio que quedaba libre en la inmensa cama.
Severus rodeó la cama sin contestar y se acomodó bajo las sabanas mirando hacia el techo. Draco estaba echado de lado mirándolo con la cabeza sobre una almohada. Severus frunció ligeramente el entrecejo y se volteó.
- Gracias – murmuró Draco antes de darle un pequeño beso en la mejilla.
Después, ambos se quedaron dormidos.
-----
Mientras tanto, en el cuarto del frente, una escena muy parecida se desarrollaba. Harry observaba al niño sentado en la cama mientras muchas ideas pasaban por su cabeza.
Luego de haber seguido el ruido que Damon dejaba al correr lo encontró en la puerta de la cocina. Estaba parado al lado del retrato que colgaba y escondía las cocinas, observando hacia el pasillo que se extendía hacia el lado izquierdo. Recordó la sensación helada que subió por su cuerpo en ese momento.
Parecía ser que Damon sintió lo mismo pues se volteó y abrazó las piernas de Harry, sorprendiéndolo pues se suponía que estaba huyendo de él. Luego, Harry lo había cargado y regresaron al cuarto. El niño no se quejó en ningún momento, ni siquiera cuando Harry lo dejó sobre la cama.
Simplemente, se había quedado sentado, observando el vacío. No escuchó cuando los dos Slytherins subieron. Seguramente habían entrado antes, o se habían quedado en el comedor. Solo esperaba que para mañana nada extraño ocurriera.
Aunque sus planes de salir de la mansión seguían en pie.
Y deseaba que Draco no haya dado su brazo a torcer.
Las luces se apagaron cuando movió su varita y se acercó a Damon. El pequeño se escurrió sobre el colchón y pronto desapareció debajo de las sabanas mirando hacia la puerta del baño.
Harry probó sentándose en la cama. Luego, levantó el cubrecama y no hubo reacción del niño. Se acostó, acomodándose sobre el colchón y mirando la pequeña espalda al lado contrario. De un momento a otro, sus hombros comenzaron a temblar.
Harry extendió un brazo, tocándole el hombro mientas se elevaba ligeramente, apoyándose en la otra mano.
- ¿Damon?
- Es mi culpa – oyó el susurro desde el otro lado.
Harry se mordió el labio. Estaba seguro que el pequeño estaba llorando, pero no tenía la más mínima idea de qué podía hacer. Se acercó un poco más a Damon, tratando de darle la vuelta.
- No es tu culpa… ellos siempre paran pelando – exclamó tratando de calmarlo pero incrementando el temblor en el otro.
- Siempre pelean contigo… - murmuró Damon entre lo que parecían ser lagrimas -, no entre ellos…
Harry bufó ante esto. Tal vez la indignación no le permitió darse cuenta de lo perceptivo que el pequeño era. Tampoco se detuvo a cuestionar como era que había llegado a esa conclusión.
Regresó a su lugar en la cama con las ganas de consolar al pequeño desaparecidas. Se dio la vuelta y cerró los ojos, sintiendo como el sueño se iba y no podía cerrar los ojos. Un sentimiento de culpa y angustia se mezclaba con la indignación que poco a poco se iba de su cuerpo.
No aguantando más, se dio la vuelta para enmendar la frialdad con la que había tratado al pequeño, pero Damon estaba dormido.
Y no iba a despertarlo.
-----
La sombra de la noche fue disminuyendo conforme el sol le ganaba terreno. Las cortinas de la cama brillaban ligeramente reflejando los rayos de la mañana sobre las telas oscuras.
La chimenea estaba llena de cenizas, con el fuego extinto hacía varias horas. Parecía que las fotografías también empezaban a despertarse, algo extraño pues la mayoría guardaba características muggles. Casi ninguna cambiaba de posición a pesar del tiempo que pasaba. Y esta técnica era muy rara entre magos.
Una mirada negra se abrió, observando el techo de la cama con ojos soñolientos. Las sábanas estaban casi por su cintura, y se sentía ligeramente pegajoso con una sabor amargo en la boca. Y un brazo adormecido.
Dejó caer el rostro hacia el lado derecho, encontrándose con la cabeza rubia de su ahijado sobre su brazo. Examinó el rostro tranquilo de Draco, aun durmiendo, mientras se percataba que el rubio parecía acurrucado contra su costado. Y se le veía tan lindo.
Angelical
Inhaló aire fuertemente y luego trató de sacar su brazo de debajo del cuerpo del otro. Draco se movió en su sueño pero no se despertó, así que Severus apoyó su cabeza en su mano y siguió observándolo.
Los músculos de Draco se encontraban totalmente relajados y la falta de sabanas dejaba ver como su ropa delineaba perfectamente la curvatura de su cintura y espalda. Los cabellos desparramados sobre la almohada tenían casi el mismo color que la funda de ésta. Ahora que los llevaba más largos, era mucho más fácil verlos así.
Recordó cuando, en Hogwarts, Draco usaba todo el cabello hacia atrás para verse mayor. Luego, cuando siguió usándolo pues sin él se sentía despeinado. Aunque con el liso extremo de su cabello no tenia idea a lo que se refería cuando le explicaba como despertaba con la cabeza parecida a un afro. Simplemente, era absurdo.
Hasta que un día lo vio con el cabello normal. En sexto curso. Después de una practica de Quidditch. Y compendió porqué lo llevaba con gel durante clases.
Draco se había enfadado por haber hecho burla de su cabello antes de ponerle el encantamiento encima, pero después de unos minutos se había reído a la par de su profesor luego de jurar jamás cortarse el cabello en el mismo salón de nuevo.
Obviamente, cuando Zabini vino a buscarlo, ambos tuvieron que detenerse y lanzarse miradas cómplices antes de que Draco desapareciera.
Severus sonrió al recordarlo.
- Hola
Snape miró a Draco estirarse sobre la cama y se hizo a un lado antes de que un codo le cayera en la cara.
- ¡Cuidado! – le dijo medio en broma volviendo a su antigua posición.
Draco lo miró sonriéndole divertidamente y se dejó caer sobre las sabanas.
- Me duele el cuello – se quejó, moviendo la cabeza hacia ambos lados
- A mí el brazo – exclamó Severus sin moverse y observando a Draco, quien ahora lo miraba con otra sonrisa.
El rubio se rió ligeramente, relajándose sobre la cama completamente. Con un puchero, levantó sus manos hacia los mechones que caían sobre su rostro.
- Me estabas mirando… - le dijo casualmente – ¿recordando como solía tener la cabeza? – agregó preguntando burlonamente, antes de girar su rostro hacia Severus con una sonrisa picara bailando en sus labios.
- Solo mirándote – contestó el profesor, tratando de borrar la vergüenza que quería asomarse en sus mejillas -. Eres hermoso¿sabes? – dijo sin querer, antes de poder evitar que sus pensamientos escaparan su boca.
Draco disminuyó su sonrisa, convirtiéndola en un gesto tímido. Bajó ligeramente su mirada mientras un rubor casi imperceptible iluminaba sus mejillas. Severus agrandó su sonrisa, agradecido de la reacción del muchacho y del espectáculo que presenciaba. Elevó su mano izquierda hacia el rostro pálido, delineando el perfil de Draco con su dedo índice.
- Esta… – exclamó Draco, abriendo los ojos rápidamente tras haberlos cerrado cuando Severus dejo su mano rozar con su piel - ha sido una de las mejores noches de sueño que he pasado desde hace mucho tiempo. Sin poción – añadió mirándolo de frente, ahora que se encontraban a una distancia normal y las sensaciones bajaban por parte de ambos.
- Entonces habría que repetirlo – comentó Severus sosteniendo la mirada de Draco antes de exhalar largamente e incorporarse sobre la cama -. Vamos, son las 10 de la mañana…
Draco se estiró por detrás de Severus y cogió el reloj sobre su mesa de noche. Hacia tiempo que no dormía tanto. Estaba acostumbrado a dormir poco, a pesar que desde hacia tiempo tenía aquel aparato. Salvo los pocos días que había estado enfermo. Aunque a eso se podría llamar inconsciente en vez de dormido.
Ni siquiera recordaba haber despertado.
Levantó los brazos estirándose más, soltando un gemido pequeño cuando los huesos de su espalda tronaron. Resopló viendo como Severus lo miraba con burla.
- ¿Qué? – preguntó un poco agresivo.
- Nada – explicó Severus negando con la cabeza.
Luego, se puso de pie seguido del rubio. Más o menos en media hora salió Severus del baño encontrando a un Draco que deambulaba desesperado por la habitación buscando un zapato. Murmuraba algo de elfos domésticos, y sobre Minny siendo mas eficiente sola que los otros veinte juntos.
- ¿Es éste? – preguntó señalando un zapato que estaba en la puerta del baño.
Draco volteó a verlo y suspiró de alivio y frustración, caminando hacia Severus y mirándolo como echándole la culpa de no haber podido encontrar el zapato antes.
El mayor se rió entre dientes y fue a sentarse en la cama para colocarse sus medias y zapatos. Sintió al otro acomodarse a los pies del mueble y volteó a verlo, sentado con el tobillo sobre la otra rodilla y con un gesto de concentración innecesario en el rostro.
Un poco más animado, decidió que tenía que terminar de vestirse antes que diera el mediodía.
- ¿Sabes qué era lo que tenía? – preguntó Draco sin levantar la vista.
- ¿Qué cosa? – le respondió Snape a modo de pregunta, tampoco volteando a verlo y distraído en su tarea.
- ¿Por qué estaba enfermo? – exclamó Draco ahora bajando la pierna y volteando completamente hacia Severus -. ¿Qué era?
El mayor se detuvo, concentrándose en la respuesta. No estaba muy seguro de lo que era, pero tenía que averiguar mejor sobre los contratos familiares. No estaba familiarizado con el tema, siendo una de sus familias las pocas que cortaron esa tradición hacia mucho tiempo, pero sabía que en la biblioteca debía de haber algo sobre eso.
Pensaba proponerle a Draco hacer una investigación sobre el tema. De repente encontraban alguna forma de anularlo. Difícil, pero no imposible. De todos modos, tenia la sospecha de que aquella 'enfermedad' tenía que ver con la 'transferencia'.
- Creo que se debe a… a lo que ha pasado en esta casa – comentó mirando a Draco pensativamente -. Creo que los hechizos del contrato tienen efectos secundarios si se trata de alguien sin tu sangre. Pero es una hipótesis. No puedo asegurar nada.
Draco asintió sombriamente, poniéndose de pie y caminando para sentarse al lado de Severus.
- ¿Aún crees que Lucius pueda volver? – le preguntó muy serio y mirándolo de frente.
Severus se lamió los labios y miró hacia la pared donde se escondía el armario de Draco. En otro momento le hubieran llamado la atención las fotografías nuevamente. Era prácticamente una manía eso de observarlas y encontrar nuevos detalles en ellas todo el tiempo.
- ¿Lo crees? – volvió a preguntar Draco, mirándole mucho mas insistentemente.
Severus asintió, oyendo un resoplido a su lado antes de que Draco se pusiera de pie.
- ¿Esperará que lo reciba contento? – preguntó Draco medio molesto, girándose con el pomo de la puerta en la mano.
- No – contestó Severus cortante acercándose a Draco y abriendo la puerta para que ambos salieran al pasillo.
- Pero crees que volverá – presionó Draco a Severus una vez fuera del cuarto -. ¿Para que crees que volvería si sabe que no lo voy a recibir bien? – explicó más para sí que para Severus, pero asegurándose de que el otro lo escuchara perfectamente.
- Porque vivir lejos de su familia lo esta matando – respondió Severus completamente tranquilo a mitad de la escalera.
Draco se quedó parado en el escalón donde estaba y vio la espalda de Severus descender frente a él. Una expresión desconcertada se marcaba en su rostro. Luego, oyó como Severus lo llamaba desde abajo, sacándolo de su asombro.
- ¿Vienes o no?
El rubio alcanzó a su profesor en el primer piso, aún con la expresión desconcertada en su rostro mientras llegaban al comedor. La mampara al otro lado del salón permitía ver parte del jardín y el extremo izquierdo de la piscina. El día afuera parecía mucho más tranquilo. Aun gris, aun triste. Pero tranquilo.
El ambiente en ese comedor parecía haberse serenado, sin vestigios de la tensión del día anterior. Tomó asiento frente a Draco, pensando donde podrían estar el niño y el Gryffindor. No tomó mucho que su respuesta apareciera.
Draco dejó el tenedor, dirigiéndose a la puerta de cristal y abriéndola con un movimiento de su mano. La mayoría de las cosas dentro de la mansión podían manejarse a voluntad de aquella familia sin necesidad de encantamientos ni varitas.
La mayoría
Malfoy se arrodilló al borde del mármol, quedando a la altura del niño que se había acercado a él desde el jardín. Potter no se veía por ningún lado, pero mejor no pensar en eso pues seguramente aparecería.
Severus se recostó contra el respaldar, mirando a ambos. La expresión cálida que Draco tenía en el rostro contrastaba contra la mirada de miedo que tenía el pequeño. A pesar de haberse acercado se le notaba nervioso. Había mirado unas cuantas veces en su dirección, fastidiando al profesor ligeramente.
- ¿Qué pasa? – escuchó que Draco le preguntaba.
Pero no oyó respuesta. Miró al niño bajar la cabeza y morderse el labio inferior. La respiración de Damon era mas acelerada y sus deditos se curvaban sobre el borde del ligero polo que tenia puesto.
- Ayer pelearon por mi culpa – murmuró muy bajito, tanto que Severus casi pierde la frase.
Draco miró a Severus con una expresión de compasión en el rostro antes de volverse hacia Damon.
- No… peleamos porque él es adulto. ¿Recuerdas lo que te dije de los adultos? – le preguntó acomodando uno de los mechones rubios detrás de su cabello.
- Sí – asintió Damon, elevando la vista y mirando a Severus, luego se rió -. Se nota…
Severus entornó fieramente los ojos, haciendo a Damon callarse de nuevo. Draco lo miró con los labios fruncidos y un brazo sobre los hombros de Damon. Como pudo, el profesor simuló una sonrisa, que salió demasiado torcida, pero pareció convencer al niño.
- ¿Estabas jugando? – preguntó Draco después de sonreírle a Snape con complicidad.
Damon asintió.
- Estaba dibujando sobre el agua – le explicó señalando hacia la piscina.
Severus torció el labio en una mueca de burla, escondiendo su curiosidad. Tal vez escondiendo también los deseos de largar al niño de ahí. Draco, como sea, se puso de pie y tomó a Damon de la mano.
- ¿Me enseñas? – le pidió alzando las cejas.
Damon le sonrió abiertamente y lo jaló hacia la piscina. Draco giró el rostro y llamó a Severus antes de desaparecer en el jardín. El profesor bufó desde su asiento, decidido a no moverse.
Después de un rato de aburrimiento y oyendo las risas lejanas de los otros dos, se levantó con una expresión molesta y caminó hacia fuera. Ahí, los dos rubios estaban de cuclillas al borde de la piscina y Damon sostenía una varilla de madera que apoyaba sobre la superficie del agua.
Se acercó por detrás a ambos y tuvo que resistir las ganas de tirarlos al agua. Desde su posición en el suelo, Draco volteó y lo saludó con una sonrisa. Había pensado que no vendría, siendo el profesor tan serio como era, pero Severus no había podido resistir el aburrimiento.
Y estaba seguro de eso.
- Y esto es un televisor – dijo Damon pasando la varilla y dejando ondas al trazar el cuadrado imaginario sobre el agua.
- ¿Qué es un televisor? – preguntó Draco mirándolo con una ceja levantada.
Damon se encogió de hombros y dejó de ver el agua para observar a Draco largamente.
- ¿No sabes? – exclamo Damon devolviéndole la pregunta. Cuando Draco negó con la cabeza añadió -. ¡Qué tonto!
La mandíbula de Draco cayó ligeramente dándole una apariencia completamente indignada. Detrás de él, Snape no pudo evitar soltar una carcajada.
- ¡No es gracioso! – se quejó Draco haciendo un puchero y mirando a ambos engreídamente.
- Sí lo es – aceptó Severus sonriéndole a Damon por primera vez desde que había llegado.
El menor le sonrió riéndose ligeramente. Draco no pudo evitarlo y pronto se encontró sonriendo a la par de los otros dos también. En ese momento, escucharon más pasos viniendo de la mansión.
- Damon – llamó como a unos tres metros.
Draco se puso de pie colocándose al lado de Severus. El pequeño estaba detrás de ellos, pero se había asomado y estaba apoyado en las piernas de Draco, mirando a Harry con la cabeza ladeada.
- Vamos… tenemos que ir al callejón Diagon – le explicó sin inmutarse al ver a ambos Slytherins.
Severus y Draco lo observaron frunciendo los ojos, y una mirada rivalizaba con la otra de cólera. El Gryffindor sintió como, definitivamente, no iba a poder vivir seis meses de esta forma. Aunque, de todos modos, no pensaba irse. No quería irse. Ni podía tampoco.
Irse significaría dejar a Draco. Y estando lejos estaba seguro que sería más fácil deshacer el contrato.
Cambió su mirada a Damon, quien lo miraba tímida pero duramente desde abajo. Le extendió una mano y vio cómo el pequeño dudaba antes de acercarse a él. Los ojos grandes de Damon vieron a Draco antes de dirigirse hacia Harry.
- Vamos… regresamos en una hora – le dijo dándose la vuelta y cogiendo la mano del otro bruscamente.
- ¡Potter!
Harry se quedó parado donde estaba. Giró con una mirada cuestionante y vio como Severus lo seguía mirando con furia. Draco tenía una mirada casi igual de haber tenido más intensidad, pero lo que parecía suavizarla eran los pequeños segundos que la desviaba hacia Damon. Harry prefería creer que Draco no lo odiaba demasiado.
Si fuiste tan irresponsable de dejarlo al lado de la piscina, no me sorprendería que lo perdieras en el callejón – exclamó tan despectivamente como su voz podía llegar a convertirse.
Harry alzó una ceja apretando más la mano de Damon entre las suyas, causando que el pequeño retorciera ligeramente sus dedos.
- Yo lo cuidaré en el callejón – añadió Draco dando un paso hacia delante.
Sorprendentemente, Snape no se opuso pero un sentimiento sombrío pasó por sus ojos. Echó la cabeza hacia atrás ligeramente y endureció más su semblante. Al contrario de él, Damon había mirado a Draco y le había sonreído cuando éste lo miro, entendiendo lo que iba a hacer.
- Si quieres – respondió Harry como si no le importara, soltando la mano de Damon y caminando hacia la mansión -. ¿Van a venir? – les preguntó dándose la vuelta y mirando al pequeño.
Damon observó a Harry y extendió la mano hacia Draco. El rubio volteó a ver a Severus y se tranquilizó al ver que este asintió y curvó casi imperceptiblemente los labios. Tomó la mano de Damon y lo cargó, avanzando hacia Potter y siguiéndolo hacia dentro de la mansión.
Severus resopló.
No quería que Draco fuera con el otro a ningún lado solo, pero por otro lado no tenia porqué preocuparse. Draco era un mago fuerte, y estaba seguro que lo había tomado completamente desprevenido al agredirlo. A parte, con Anna dentro de la mansión, no era muy difícil imaginar qué había estimulado al Gryffindor a cometer lo que hizo. Sabía lo que los 'propietarios' podían llegar a sentir, y hacer, al ver a sus 'propiedades' con otras personas.
No que lo justificara.
Por él podía irse al infierno. Pero tal vez esta salida le diera tiempo de buscar en la biblioteca sin incomodar a Draco, y de paso, no haría al Gryffindor revolcarse de celos pensando que Draco estaba en la casa solo con Severus. Y si el profesor no estaba equivocado, Potter sabía lo que había pasado entre ellos hacia menos de una semana.
De todos modos, en el callejón lleno de gente no se atrevería a hacerle nada. Y con el niño ahí, sería mucho más difícil. Ahora, sólo había que esperar a que regresaran, pensó mientras regresaba al comedor y cogía una de las tostadas sobre la mesa.
----------------------------------------------------
Chapter Summary: (18 de Marzo) Donde Draco dice a Snape que no es su padre, logran solucionarlo, Damon se siente culpable, y Harry no logra consolarlo. (19 de Marzo) Donde Severus parece flirtear, los Slytherins encuentran a Damon en el jardín, y Harry logra su cometido.
GaB
Modificado el Viernes 30 de Diciembre, 2005
----------------------------------------------------
