Capítulo 18: Los túmulos funerarios
ADVERTENCIA: Sangre, tortura. Wang LingYao.
Wen Chao fue condecorado por su padre al llevar un demonio zorro a La Ciudad sin Noche. No era un secreto para nadie que estas bestias podían manejar la energía resentida y con ella, llevar miles de cadáveres al lugar que ellos quisieran. El haber encontrado uno, con lo difícil que era capturarlos, era todo un orgullo.
Desde su llegada al clan, Wei Ying fue encerrado en un calabozo. Los Wen querían que aprendiera a utilizar su energía resentida para usarla en la guerra y ganar. Al parecer, los últimos demonios bestia que habían capturado no lograron mantener el control sobre esta. Pero tenían la esperanza en este zorro y su sabida resistencia.
Pero la ira de Wen Chao no hacía más que subir al ver que Wei Ying no colaboraba con ellos.
—¡Tú dijiste que ibas a ayudarnos si dejábamos al Lan en paz! —le gritó Wen Chao mientras lo pateaba fuertemente en el estómago.
—¡N-no! —se llevó las manos al estómago, adolorido y con la sensación de estar a punto de vomitar su última comida —, ¡Les dije que vendría hasta aquí! ¡Jamás voy a ayudar a hacerle daño a otros!
—¡Eres un maldito animal! —chilló el Wen con indignación e hizo una seña.
Uno de sus subordinados se acercó a la escena y a la orden de su amo, empezó a golpear al zorro con un látigo de púas. Durante la experimentación con demonios bestia habían descubierto que el dolor los enloquecía hasta el punto de volverlos dóciles y manipulables.
Estuvo así por muchos días, lo golpeaban, luego curaban sus heridas para repetir el proceso una y otra vez. No podían permitir que muriera antes de sacarle todo el provecho posible.
—Si colaboras con nosotros, ya no serás tratado así —le decían.
¡Ha! ¡Qué mentira! Era evidente que lo dejarían como a esas otras bestias que vio en el patio desde su ventana. Con los ojos sin vida, revolcándose en su suciedad y peleando entre ellos por la poca comida que les daban. No eran más que animales, ya no podían razonar.
En uno de los pocos momentos que lo dejaron en paz, Wei Ying sintió que debía quitarse la túnica de Lan Zhan, no quería que esta se llenara más con su sangre o que la rompieran. Así que la guardó muy bien dentro de sus mangas. Esta pieza de ropa, con el olor de sándalo en ella, era lo único que lo hacía querer seguir con vida y regresar.
Estar encarcelado fue la experiencia más horrible de toda su vida. Cuando perdió a sus padres, aun siendo un niño, viajó por muchos lugares hasta que llegó a Gusu, donde pudo establecerse gracias a los recursos abundantes y la seguridad de su cueva. Ahora no sabía cuánto tiempo había pasado privado de su libertad…
¿Cómo estaba Lan Zhan? ¿Su pierna ya estaría curada? Lo único que deseaba fervientemente en esta vida, es que él estuviera bien, así todo esto habría valido la pena.
Un día, Wen Chao, intentó otra vez "convencer" a Wei Ying a unirse a su guerra. Para ello, había llevado un fierro metálico que se calentaba con poder espiritual y el cual utilizaban para marcar la piel de sus prisioneros. La piel de zorro, llena de cicatrices, ahora estaba quemada y sangrante. Era tanto el dolor, que en algún momento perdió la conciencia.
Al despertar, vio a dos personas que lo estaban curando. No habían estado allí antes y asumió que eran verdugos al igual que los otros con los que tuvo contacto. Mas no, este par eran diferentes. La chica irradiaba determinación con su fuerte carácter y el muchacho parecía muy tímido.
—Wen Ning, pásame esas gasas, y las hierbas para la piel, ¡apresúrate!
—S-sí, hermana.
Wei Ying los miró con temor y expectativa, pero no pudo decir nada. En ese momento, ella sintió su mirada.
—¿Ya estás despierto? Esta vez se sobrepasaron contigo. Como médico no me puedo quedar de lado mientras veo como maltratan así a un ser vivo.
El zorro no supo qué cara hizo, pero por la expresión de la chica, parecía de repudio.
—Sé que debes estar muy enojado con los Wen, pero no todos somos así. Mi nombre es Wen Qing y él es mi hermano Wen Ning —dijo señalando al chico tímido, que venía apresurado con las cosas que le había pedido antes —, somos de la rama medica del clan. Vivíamos alejados de La Ciudad sin Noche, pero Wen RuoHan trajo a toda mi gente aquí para empezar esta guerra. No tenemos la fuerza para oponernos, pero no queremos hacer daño.
Wen Ning sólo asintió tímidamente mientras ponía las hierbas en la piel quemada del zorro, incluida la cola, que también había sido afectada. Al terminar, tomó un pequeño frasco.
—P-para re-re… re-poner la sangre —le acercó la bebida a la boca.
El zorro no tenía fuerzas para negarse o alejarse, de hecho, no le importaba mucho que no confiara en estas personas así que hizo lo que le decían. Pero su olfato le dijo otra cosa. Él conocía los ingredientes de esa medicina y eran buenas, justo para recuperar fuerza. No sabía si estar agradecido con esta amabilidad o asustado por lo que vendría y se desmayó otra vez.
Estuvo tanto rato inconsciente que no podía decir si era día o noche cuando por fin despertó. Lo bueno es que, a pesar de las quemaduras en todo su cuerpo, no se sentía tan mal. Lastimosamente su paz no duró mucho, porque de nuevo llegaron los soldados de Wen Chao y lo llevaron a una mazmorra.
Allí lo amarraron a una silla, sus muñecas y piernas fuertemente sujetadas por una cuerda ata-deidades. Al tenerlo completamente inmóvil, le quitaron la mordaza.
Al ver a Wen Chao, Wei Ying comenzó a gruñir y mostrar los colmillos.
—¡Estoy harto de ti, escoria! —le habló con su fastidiosa voz —, ya que no me vas a ayudar, entonces me divertiré contigo —se acercó al zorro, le abrió un poco la túnica en su pecho y tomó de una mesa cercana un látigo de castigo —. Esto jamás se te quitará —rio con malicia y comenzó a azotarlo.
Wei Ying no le dio la satisfacción de gritar y aguantó en silencio. Luego de eso LingYao, la novia de Wen Chao que siempre estaba presente en las torturas, sacó una barra caliente con la marca Wen y se la enterró en el pecho. A pesar de sangrar, no cambió su expresión.
—Ya que te haces el valiente, voy a usar mi tortura favorita en ti, no habrá forma de que escapes de esta —dijo el grasoso Wen.
Acercaron un aparato extraño a las manos del zorro que colgaban lánguidas a ambos lados de la silla, metieron cada uno de sus dedos en este y el Wen accionó el primer botón. Wei Ying gritó, sintiendo como una de sus uñas era arrancada desde la raíz. Wen Chao se tomó su tiempo, quitando una por una, esperando que la sangre brotara y el dolor se apaciguara para arrancar la siguiente hasta completar las diez.
El zorro estaba sin fuerzas y su cabeza daba vueltas por la perdida de sangre. Sintió que lo llevaban arrastrado a algún lugar fuera de las mazmorras. Los soldados Wen alzaron el vuelo en sus espadas hasta el borde de un risco donde sin siquiera ver, hizo a Wei Ying temblar por la exagerada concentración de energía resentida al fondo del acantilado.
—Este lugar es Yilling. Aunque se conoce como los túmulos funerarios ya que antes fue un campo de guerra. Nunca nadie pudo purificarlo por eso lo sellaron, la gente tira cuerpos aquí, ni un alma ha podido escapar de este lugar.
Wei Ying no estaba amarrado y a pesar de querer escapar, estaba tan débil que no podía ponerse en pie, es más, ni a rastras podía huir. Los soldados se reían de él y lo amenazaban con antorchas encendidas. Uno de ellos logró incendiar una gran parte de su cola, su valiosa cola que lo hacía sentir protegido. El pelo se pegó en la herida, al final lo pusieron de pie y fue Wen Zhuliu quien lo tiró al abismo, rompiendo su núcleo dorado en el proceso. Lo último que vio antes de caer en la oscuridad, fue la mugrosa sonrisa de Wen Chao.
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En el fondo del precipicio abrió los ojos, sentía mucho dolor y cansancio. Se dijo a sí mismo que tal vez podría morir justo ahí, pero una pequeña brisa levantó el aroma a sándalo de la túnica que le dio Lan Zhan, que milagrosamente seguía desgarrada en sus mangas. Era tan mínimo, pero encendió la llama de la vida en él, tenía que volver y verlo, volver y ver que estaba bien.
El primer mes no se movió del lugar donde había aterrizado por falta de fuerza en sus extremidades.
El segundo mes intentó huir, el ambiente era pesado, olía a muerte en todos lados.
Al tercer mes encontró una cueva y se escondió ahí, su cola ya no le servía como abrigo ni protección y fue reemplazada por la túnica gris que le había sido regalada. También comenzó a sentir mucha hambre, sus instintos lo estaban enloqueciendo, fue a buscar comida, pero no encontró ningún animal, se reprimió todo lo que pudo, pero luego perdió el control, comió lo que encontró, necesitaba carne en su vida y no importaba lo que encontró. Cuando cayó en cuenta de lo que hizo, vomitó todo el contenido de su estómago.
En las montañas se escuchaba un aullido lastimero, Wei Ying sólo quería regresar a casa, quería abrazar a Lan Zhan, quería proteger a su ser querido y ese sentimiento de protección lo hizo aprender a manejar el pecado negro.
Y bueno espero que no me maten por hacer sufrir tanto a nuestro querido zorrito.
Lamento no haber posteado capitulo el fin de semana pasado mi beta estaba enferma. Mándenle muchos saludos a Josita que es una super beta par que se mejor.
Nos vemos el próximo domingo
