Capítulo 21: Encuentro.

Desde la acalorada reunión en Lanling, los esfuerzos de Lan Zhan para encontrar a Wei Ying se intensificaron. Sin dejar de lado ninguna pista, aunque fuera pequeña, él recopiló toda la información que llegaba a sus oídos. Y con la nueva amenaza que eran las sectas deseosas de cazar al zorro, el Lan debía ser rápido.

No era un secreto para nadie que la región más afectada por la energía resentida y espíritus malignos era Yiling, así que esta fue una de sus paradas. Quizás su Wei Ying había ido al lugar a buscar refugio.

Al llegar, lo recibió un pueblo casi abandonado por el resto del mundo. Las casas estaban a punto de desmoronarse y el pasto era tan alto alrededor de estas que más de la mitad de las puertas principales no se alcanzaban a divisar. Aun así, el lugar estaba lleno de mercaderes, al parecer un día a la semana hacían intercambios de víveres.

Caminó por el mercado buscando alguna pista o alguien con quien pudiese hablar, hasta que algo se aferró fuertemente a su pierna y lo hizo detenerse. Al bajar la mirada vio un niño de unos tres años, con ropa andrajosa pero muy limpio, que nada más intercambiar una mirada con el mayor, empezó a llorar. Wangji no sabía qué hacer, nunca se había encargado de niños pequeños. El llanto era tan desgarrador que la gente del mercado no tardó en volcar toda su atención en ellos, susurrando de manera no tan discreta.

—Ese hombre hizo llorar a su hijo.

—¡Qué mal padre, hace nada para calmarlo!

—Seguro es primerizo yo tampoco sabía qué hacer con mi primer hijo… Ejem… ¡Oiga jovencito, debes agacharte y mimarlo! Sé que es difícil, yo me acostumbré después del tercer hijo —le dijo un señor amablemente.

—No es mío —dijo suavemente Lan Zhan, a pesar de su rostro estoico, por dentro se sentía muy avergonzado.

—¡Lo está negando! —chilló asustada una mujer mayor.

—¡Que hombre tan horrible! —secundó otra.

—¡Pero si son iguales, tienen la misma nariz! —protestó el señor amable.

Totalmente avergonzado por las acusaciones e incomodo por el niño que no aflojaba su agarre, Lan Zhan escuchó una risa que él conocía muy bien. Entre el tumulto emergió un sombrero de paja que ocultaba un par de orejas, una túnica negra gastada y una sonrisa, que a pesar de no brillar como antes, lo había acompañado en sus sueños por mucho tiempo.

Todo su cuerpo vibró de emoción y su vista se puso borrosa… ¡Al fin lo había encontrado!

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Wei Ying estaba intercambiando distraídamente los variopintos sombreros que había confeccionado con plantas para cubrirse de las lluvias. En su mente, hubiera sido mejor vender todo cuando los rábanos crecieran, pero no tenían mucho para comer y la canasta de papas que una viejecita le dio por tres sombreros era un gran tesoro en ese momento.

—A-Yuan, A-Yuan, hoy vamos a tener una gran comida… —dijo palmeando las papas y se giró alarmado al darse cuenta que el espacio a su lado estaba muy silencioso. El niño no estaba.

Con el corazón apretado, se levantó de un salto y echó a correr. Al ser un pueblo pequeño, no tardó en encontrarse con un tumulto muy animado. Imaginando lo peor, se acercó a mirar. Justo en el centro vio al niño, pero sus ojos pasaron directamente al cultivador de blanco que estaba ahí. Era alto, hermoso y una cinta adornaba su frente y a pesar de ello, a pesar de que su corazón estaba latiendo como un pájaro que intentaba huir de su jaula… Wei Ying no quería verlo. No, él no quería que Lan Zhan lo viera. Una de sus orejas estaba partida, la cola tristemente quemada, diferentes cicatrices adornaban su cuerpo… se sentía horrible.

Sin mencionar que la falta de sueño y las voces que no lo dejaban en paz, lo habían vuelto alguien gruñón. Si que se esforzaron los Wen en convertirlo en un monstruo. Aun así, al ver la cara de angustia del Lan, sintió un poco de compasión y finalmente habló.

—¡A-Yuan, aquí estás!

Y allí, se encontraron sus miradas.

—¡A-die! —gritó el niño y se despegó de la pierna del Lan para pegarse a la del zorro en menos de un segundo.

—¿Tiene dos padres?

—Seguro uno de ellos fue engañado.

—¡No hay nada que ver aquí señores, pueden retirarse! —los ahuyentó Wei Ying mientras se agachaba para tomar al niño en sus brazos y le hizo una seña al cultivador para que lo siguiera.

Caminaron en silencio hasta una calle menos poblada, allí, ambos se miraron frente a frente.

—Wei Ying… —había tantas cosas que quería decirle, pero no sabía por dónde empezar… Estaba más delgado, su cabello algo opaco y el aura a su alrededor lo hacía ver desdichado, pero no le faltaba ninguna parte de su cuerpo a simple vista. Aun así, sabía que los Wen le habían hecho algo, no sólo se lo llevaron porque sí. También el niño en sus brazos le causaba una curiosidad dolorosa, ¿En realidad… era de Wei Ying? —. Este niño…

A-Yuan lo miró con terror.

—¿Este niño? ¡Es mío! —se echó a reír, pero esta risa no era tan estruendosa como antes.

Lan Zhan tragó aire ante la noticia y miró de lleno al pequeño, ¿Cuándo pasó esto? ¿No era muy grande? ¿Ya lo tenía cuándo estaban en Gusu?

—¡Es broma, es broma! —lo calmó al notar la tez pálida del Lan —. Este es A-Yuan y vive conmigo y los demás. Le enseñamos a decir que somos sus padres o madres, así no lo molestan mientras estamos en el mercado.

A-Yuan había apartado la mirada ante el escrutinio de Wangji y se dio cuenta que justo a unos metros había un puesto de juguetes. Se lo señaló a su hermano Wei, emocionado.

—¿Eh? ¿Los quieres ver? —Wei Ying se acercó al puesto, bajando al niño para que curioseara todo lo que quisiera y este se quedó mirando uno en específico, sin hacer ademan de pedirlo.

Pero el zorro no le podía comprar nada, así que se arrepintió al instante por llevarlo.

—Deme ese, por favor —pidió con voz suave Lan Zhan al vendedor.

Wei Ying abrió la boca para decirle que no era necesario, pero la carita feliz del niño al recibir el juguete lo detuvo. No pasó ni medio segundo cuando ya estaba aferrando a la pierna del Lan otra vez.

—Parece que le caes bien, si se pega a tu pierna no se despega nunca —bromeó, sintiendo algo cálido dentro de él.

Pero, aun así, la incomodidad se sentía en el aire. Mientras el zorro pensaba en que ya no podría regresar jamás con Lan Zhan por todo lo ocurrido, el cultivador se preguntaba qué tanto había pasado en la vida del otro para que estuviera tan apagado, triste.

—¿Has estado comiendo bien? Vamos allí —preguntó el Lan al final, señalando un pequeño restaurante al otro lado de la calle. Para los demás era una pregunta simple, para ellos, preocupación, algo muy íntimo.

Dentro del sombrero, las orejas del zorro se agitaron como las de un cachorrito. Apartó la mirada, riéndose algo nervioso.

—Sí, no te preocupes —tomó la mano del niño, pero este no separó de Wangji —. Aiyo

Entraron al establecimiento y un camarero los llevó hasta una mesa vacía. Ambos se quedaron en silencio, sólo con la risa animada de A-Yuan de fondo, acompañando sus pensamientos. Estaban perdidos en las inseguridades del reencuentro, después de seis meses sin verse, lo que querían decir o hacer, no estaban pasando como lo imaginaron.

—Lan Zhan, ¿está tu pierna curada? —preguntó el zorro para matar el silencio.

—Está sana —asintió el Lan con una pequeña sonrisa, feliz de que le preguntara por él, pero no lo suficiente para aplacar la urgencia de abrazarlo allí mismo, sin importar que todo mundo los mirara. ¿Cuándo podría hacerlo?

—Me alegro mucho, yo… —no podía negar lo alegre que estaba por tener cerca al Lan, pero sus miedos no habían dejado de hablarle ni por un segundo.

¿Y si le hacía daño? Su madre lastimó a su padre… ¿Y si perdía el control como cuando amenazó al tío cuarto? Eso había sido reciente. Poco a poco estaba enloqueciendo y pronto se convertiría en una bestia sin razón. Era el destino de los zorros, jamás debió acercarse a Lan Zhan.

"Lo mancharás de sangre"

"Lo matarás al final"

"¿No te parece que deberías marcar su piel con tus colmillos?"

"Seguro te odiará cuando vea que tu cola esponjosa, que le gusta tanto, ahora está quemada y deforme"

Cuando las voces se hicieron más intensas en su mente, el mesero por fin les llevó la comida. El zorro agradeció internamente la distracción y el que una de las reglas de Gusu fuera no hablar mientras se come. En silencio, los tres degustaron una sopa sencilla, pese a que el lugar no tenía mucha variedad por la situación económica, estaba bastante buena. Wei Ying estaba feliz que A-Yuan comiera otra cosa que tubérculos y hojas silvestres.

Lan Zhan no apartó la mirada del zorro, analizando su apariencia y haciéndose un caos mental sobre las cosas que pudieron haberle pasado para que no volviera a Gusu después de haber escapado.

Al terminar, el niño siguió jugando con sus mariposas de pasto, distrayendo a ambos hombres de sus temores, ahuyentando las voces.

—¿Por qué no volviste a casa? —preguntó el Lan con ojos adoloridos, no pudiendo contenerse más. Desde esa vez que apareció en Yunmeng se lo estuvo preguntando —. Te estuve esperando, te estuve buscando.

Wei Ying escondió su rostro entre sus manos, no quería que lo viera mintiendo. Bueno, decirle la mitad de la verdad no era tan malo. Lan Zhan siguió todo el movimiento, dándose cuenta que las garras del zorro ya no estaban. Lanzó un quejido, temiendo la respuesta y conteniéndose para no tomarlo de las manos.

—Yo… no pude. Gusu está lejos y estaba muy lastimado. Luego aparecieron ellos, no tienen a donde ir así que los estoy cuidando.

—Wei Ying, tus… —Lan Zhan iba a preguntar por las garras, mas en ese momento un pergamino en la ropa del zorro se encendió.

—¡Debemos volver! —gritó alarmado mientras corría hacia la montaña, sin dar ninguna explicación, dejando tirado los sombreros, las papas e incluso al niño.

Lan Zhan dejó una pieza de plata en la mesa y se llevó al niño en brazos. Subieron la montaña corriendo pues Wei Ying nunca había tenido una espada para volar y nunca se le ocurrió tampoco que Wangji pudiera llevarlos. Al llegar, encontraron a varias personas tiradas en el suelo, algunos inconscientes y otros heridos, pero vivos. Algo los había atacado.

—¡A-Ning despierta, soy yo, tu hermana! —gritó una mujer desde otro punto.

Wei Ying llegó hasta ella y lazó varios talismanes al causante de todo ese desastre. Debían ser suficientes para calmarlo, pero la energía resentida era muy fuerte. Viendo esto, Lan Zhan puso al niño en el suelo y sacó su guqin. La suave melodía fue tocada durante largos minutos, calmando a ese ser mientras los talismanes del zorro manejaban la energía. Por fin ese algo se calmó y recuperó la conciencia.

—¿Do-…dónde estoy? —preguntó confundido el ser, la voz salió rasposa debido a que su garganta estaba seca.

—¡A-Ning! —la mujer se acercó al hombre que había despertado y se lanzó a sus brazos.

—¿H-hermana?

Las personas que no habían sido alcanzados por la locura momentánea de Wen Ning se apresuraron hacia ellos, llorando de felicidad. Cuando se acercaron más, Lan Zhan notó que algunos de ellos, bajo sus ropas de campesinos, aun tenían retazos de túnicas Wen. Estos rodearon a los hermanos, saludando con vivaces voces al chico que acababa de despertar.

—¡Wen Quioling! ¡Gracias a los cielos!

—¡A-Ning está bien, es un milagro!

—¡Pequeño sobrino, bienvenido!

Las voces se sobreponían, haciéndolas difíciles de entender, pero en general era una escena feliz. Wei Ying estaba en el suelo, meditando por unos cortos minutos hasta que levantó de nuevo la vista al grupo de personas y se veía contento por ellos.

—¡Hoy vamos a celebrar, muchas gracias Wei Ying! —dijeron estas personas felices.

Wei Ying tomó asiento en una roca y el Lan siguió su ejemplo. Los Wen se fueron en una masa de felicidad hacia la destartalada construcción que servía como cocina comunal. El Lan los miró hasta que se perdieron de vista.

—No son malas personas —comenzó Wei Ying, entendiendo las dudas del otro —, me ayudaron cuando estaba mal, son un clan de médicos. Eran amenazados por el líder para que colaboran y luego fueron perseguidos tras perder la guerra. A excepción de los hermanos de hace un momento, nadie más se cultiva. Sólo son ancianos y el pequeño A-Yuan.

Lan Zhan escuchó en silencio, queriendo consolar a Wei Ying con un abrazo. Pero se contuvo. Además, se sentía culpable por estar predispuesto contra estos Wen cuando se notaba desde lejos que eran buenas personas.

—Yo también soy considerado una amenaza, siempre escondiéndome, así que entendí bien que ellos debían hacer lo mismo —continuó el zorro.

—Entonces, ¿los estás protegiendo aquí? —dijo Wangji, pensando que Wei Ying siempre había ayudado a los demás, fueran animales o humanos. Había visto su misma situación en estas personas.

—Sí, no muchos se aventuran por aquí —se encogió de hombros —. Además, pude hacer una barrera con energía resentida que me avisa si hay alguna anormalidad. El suelo se puede cultivar, ¡hemos sembrado papas y rábanos! Hemos hecho limpiezas en el área, los cuerpos han sido removidos y enterrados apropiadamente. Al inicio todos vivíamos apeñuscados en las cuevas, pero ahora se han ido haciendo pequeñas casas, aunque como no somos tan fuertes para cargar la leña, es lo más lento. Tenemos un comedor para todos y construimos una cocina.

—¿Y tu carne? —y fue aquí que Lan Zhan notó la cara de asco que hizo el zorro por unos milisegundos, quería preguntar más, pero sentía que no era buen momento.

—Sólo cuando es necesario. No es muy común ver animales en este lugar, ni las personas del pueblo tienen tanta carne, es todo un lujo y prefiero que los demás la aprovechen —dijo luego de otro silencio.

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Ambos se quedaron en la montaña el resto de la tarde ya que los Wen querían agradecerles por calmar a Wen Ning. Tomaron licor de frutas y dejaron encendidas las antorchas hasta más tarde para poder compartir entre ellos. Sólo se fueron a dormir cuando ya estaban a punto de caer de borrachos.

Le prepararon al Lan una cama improvisada en el comedor con sus mejores mantas y Wei Ying, que pensaba que se iría y deseando que no lo hiciera, se sorprendió con la excusa de Lan Zhan.

—Gusu está muy lejos.

Pero ambos sabían que esa no era la razón y el zorro dejó escapar una risita que pretendía no ser de anhelo, fallando totalmente.

Acelerado, Wei Ying acompañó a la abuela a dormir a Wen Yuan. El niño solía estar muy apegado a él porque era uno de los pocos con los que podía jugar. Luego salió corriendo hacia su cueva para intentar dormir de acuerdo a la rutina que la doctora Wen Qin lo había acostumbrado. Justo la estaba esperando, a lo mejor se podían poner al día con todo lo sucedido en la tarde, porque dormir no creía poder. No con Lan Zhan a unos metros de él.

—¡Ah, Wen Qi-! —se sentó al escuchar pasos en la entrada, pero quien llegó no fue la chica, sino el Lan.

En ambas manos traía una sábana colgando, como un tributo.

—¿Qué haces a esta hora aquí? —su voz estaba curiosa y sintió piel de gallina en un brazo.

—No tengo sueño… Siento que han sido años sin verte, podemos hablar más… —dijo Wangji, acercándose al pequeño nido que tenía el zorro, dejando por ahí la sabana. Miró la cueva que era tan diferente de la otra, más amplia y ordenada.

Wei Ying se rio internamente, era obvio que sí tenía sueño puesto que el Lan siempre se dormía a las nueve todos los días y era ese momento más de media noche.

—En casa arreglé las cosas, tenías ideas muy interesantes. También cuido a los conejos. Sino estoy, me ayuda mi hermano —la emoción de ver de nuevo a este chico lo tenía hablador y, aun así, el Lan sentía un pequeño dolor en el estómago.

Desde su reencuentro el otro no lo había abrazado, ni acariciado con su cola… tampoco lo había besado. Podía entenderlo cuando estaban en público, él mismo se había detenido muchas veces para que el zorro no se avergonzara, pero el resto del día estuvieron solos en muchas ocasiones, ya no… ¿Ya no eran nada? De hecho, ¿qué eran ellos?

Wei Ying lo escuchó con melancolía, extrañando su cueva y adorando como Lan Zhan la llamaba "casa". Pero no podía seguir así. Por primera vez en el día se quitó el sombrero frente al Lan, quien abrió mucho los ojos al ver que a una de sus orejas le faltaba un pedazo. El zorro cerró los ojos con esa expresión, si viera el resto de él, seguro se iría lejos para jamás volver.

—Esta es mi casa ahora, Lan Zhan —no lo miró otra vez, porque si lo hacía, sentía que miraría en el cultivador cuanto extrañaba su hogar —. Estoy cansado, debo dormir, ¿por qué no vas al lugar que te apartaron? Es más cómodo que esta piedra.

—Quiero hablar con Wei Ying —dijo con voz ronca, notando lo que el otro estaba tratando de hacer cuando se quitó el sombrero, pero sin entender los motivos tras ello.

—Mañana podemos hacerlo, ahora ve a dormir.

Si el Lan se quedaba, él tendría que dormir con toda la ropa puesta, no quería que lo viera desnudo. Pero Lan Zhan era terco, sólo se quitó la capa externa de su traje y se acostó justo al lado donde el zorro estaba sentado.

Al final, por mucho que trataba de alejarlo por sus miedos, todo dentro de él quería lanzarse sobre el chico, abrazarlo y ser rodeado de su olor. Esperaba que todos sus demonios internos lo dejaran disfrutar de esta noche. Se acostó e inmediatamente sus fosas nasales se llenaron del olor a sándalo, incluso sintió ganas de llorar. Estos meses el poco olor que tenía en su ropa fue lo único que lo mantuvo vivo, pero el sólo hecho de vivir para él era un pecado, no debería estar vivo siendo un peligro para los demás.

Poco a poco, Lan Zhan lo rodeó con sus brazos, a pesar de no haber pasado un año completo desde que se vieron, era más grande y sintió al zorro pequeñito junto a su cuerpo.

Un poco después de que ambos quedaran dormidos, Wen Qing fue a ayudarle a dormir y se sorprendió de que estaba plácidamente dormido en los brazos de ese chico. Ella sonrió para sí y se marchó a dormir.

Lamento mucho demorarme un poco más en traer el capítulo. Mi beta lo entregó a tiempo pero yo no pude subirlo (siempre vuelvo a leerlo antes de publicar para hacer doble check).

¿qué les pareció el encuentro? Aun se siente el aire raro entre ellos.

¿Qué creen que pasará después?

Espero que les haya gustado el capítulo y nos vemos el próximo domingo.

Muchas gracias por sus votos y comentarios me hacen muy feliz.