UN REFLEJO EN EL ESPEJO

"Las sombras del pasado volverán, y en su aparición una vida llevarán..."

CAPITULO 11

... un cuarto acoplado a las dimensiones del hogar.

O por lo menos, eso fue lo que pensó el joven inglés al buscar la dirección de su íntima amiga.

Entró al edificio, buscó el piso y tocó timbre al número de apartamento. Por nada llevaba la experiencia de años en su oficio, dándole cautela y un aire misterioso a su ambiente. Fue fácil todo; cuando un inquilino entró, él se escabulló detrás de él.

A veces, las sorpresas eran muy agradables.

¡Tío Lizer! - gritó una cabeza rubia, a quien pudo saludar una vez agachado; revolviéndole esa cabellera dócil y regalándole una de esas sonrisas capaz de descontrolar a una mujer.

¿Tú aquí? - unos pasos se acercaron, tomando al pequeño en brazos y alejándolo del inglés.

Como había dicho antes: sólo "a veces" las sorpresas eran bien recibidas.

¿Cómo estás, Anna?

La pregunta quedó en el aire, y la tensión desapareció una vez que cierta azul se colgó del cuello extranjero.

¡Holaaaaaa! - saludó con alegría, y luego otorgando un beso en su mejilla con extrema dulzura.

Lyserg Diethel, ex integrante de los X-Laws y famoso detective en Londres, quedó estático frente a la muestra de dulzura de la chica. Su materia fuerte no era lo que esta dama le hacía, ya que desde joven había aprendido a tratarlas con mucha delicadeza.

Pero con la ainu no se podía, ya que ésta se reía y lo abrazaba con más fuerza. No tenía ni un poco de pudor, o por lo menos respeto al ver la vergüenza que sufría el chico.

No, no, no. Pilika no era de esas. Ella era única en su especie...

Buenas tardes, señorita Pilika - saludó cortés.

Pilika bufó.

¡Ya empezamos con los modales! - gritó dando paso a un suspiro, dejando de lado a su presa y dando la espalda a ambas personas.

Un bostezo se escuchó en la sala, acompañado por los pequeños ojos negros cerrándose con insistencia.

¡Tengo suenio! - susurró el protagonista, acurrucándose en el calor de su madre, y siendo protegido por esos brazos tan conocidos. Anna lo protegía con constancia, todos los días velaba por su salud, y eso hacía que el pequeño tuviera un cariño especial hacia aquella persona llamada "mamá".

Pilika apareció casi corriendo al lado de Hana, tomando por los brazos al niño y acercándolo a su pecho. Sonrió con satisfacción al sentir su respiración, y se lo llevó de la sala al instante.

La rubia quedó a cargo de su visita. Ambos, solos, no paraban de mirar a su acompañante con intensidad.

Ya sabe todo - murmuró la rubia, sin dejar notar sentimiento alguno en su mirada. Sólo sus ojos brillaban, con la presencia de Hana.

¿Qué quieres decir?

Que "ella" lo sabe - entender a esta chica era todo un rompecabezas. Pero la idea de lo que estaban hablando llegó a su mente, y abrió los ojos del asombro.

¿Desde cuando? - preguntó sin rodeos.

La joven caminó hacia el sofá individual y se sentó guardando su postura. Sus ojos entrecerrados se perdían de vista en la infinidad del suelo.

Unas semanas...

�¿Y te comportas así, Anna! - exclamó sorprendido - ¿... qué pasa si ella les dice sobre tu paradero¡sabes que ya no puedes esconderte!

Pero lo he hecho en todos estos años. Seguiré así, además confío en ella.

Pero...

¡Así los quería agarrar! - el grito proveniente de la ainu causó el mayor susto en la vida de ellos - Sabes muy bien que no me gusta esto nada, Anna... - ladeó su cabello a un lado, con ambas manos en sus caderas - ... el niño no tiene la culpa de ustedes, de lo que pasó¡de nada! - unas pequeñas lágrimas se acumulaban en sus ojos - ¿no has pensado por un momento en la felicidad de tu hijo?... ¿que él necesita el apoyo y contención de un padre?...

Ya basta, Pilika - advirtió la rubia, ante el deje de tristeza de su amiga - yo soy todo lo que necesita Hana. Puedo darle el suficiente cariño por dos personas.

¡Eres una egoísta!

¡Y tu una caprichosa, niña! - gritó descontrolada - no te metas en mi vida, o en la de mi hijo - amenazó cortante. Se estaba cansando de esa situación, pero lo que no sabia era que TODOS pensaban igual.

¡Me meto lo que quiero¡están parados en mi casa y eso me da el derecho de opinar, orgullosa itako! – una vez más el asombro la ganó. Posó una mano en su mejilla adolorida - Tu... tu... ¡eres un ser sin corazón¡veo que no has cambiado nada en todos estos años!... ¡eres una bruja Anna Kyouyama! - gritó no aguantando sus lágrimas, y corriendo hacia otro lado con la mejilla hirviendo…

Lo hiciste muy bien, pequeño - susurró un hombre, cubierto por una gabardina negra. Sus manos jugaban con el cabello del niño, quien sonreía gustoso.

Sii - rió Hana. Definitivamente este niño saldría actor, ya que su facilidad era engañar a su entorno para quedarse solo y así hablar con su amigo - te quiedo mucho.

Yo tambien te quiero - dijo con una sonrisa natural, pero advirtió - sabes que no debes decirle a nadie sobre mí.

¿Ni a mami?

Ni siquiera a tu mami - por sus adentros sonrió con maldad, recordando a la rubia que en su tiempo la hizo protagonista de sus caprichos, de molestarla, de llevarla con él... Pero simplemente se había resistido, y ahora jugaría un poco con sus emociones, y con el niño... - ¿No te gustaría conocer mi hogar, Hana?

El rubio quedó estático, pensando. Francamente la idea no le molestaba; al contrario, quería más que nada en el mundo compartir todo el tiempo posible con ese hombre. ¿Será acaso ese el sentimiento de un padre?

La pregunta afloró en su mente, y desesperado la hizo saber.

¿Tú eres mi papi?

El hombre rió como nunca antes. El ver la inocencia en la cara del niño le hizo pensar una cosa, que tarde o temprano igual se lo diría.

Si, pequeño. Yo soy tu padre - la mirada del rubio brilló.

¡Hana tiene a señor papi! - juntó sus manitas en señal de alegría, pero todo se vio concluido al escuchar pasos acercándose - ¿Ya te vas? - arrastró la palabra, desilusionado - ¡quiedo ir contigo!

No te preocupes, hijo. Prepárate, porque volveré por ti - y como si las palabras fueran llevadas por el viento, el joven desapareció.

A ver señorito¿por qué no está dormido? - un escalofrío pasó por la columna del niño, dándose vuelta y encontrándose con la cara de su madre.

Pero contrario a todo, Hana se acercó y abrazó las piernas de la mujer. Cerró sus ojitos por unos segundos, tratando de guardar esa sensación por si algún día le haría falta.

¿Qué te pasa, Hana? - la rubia estaba desconcertada, y agachándose vio los ojos vidriosos de su primogénito, quien en seguida se había pegado a su pecho con temor - No tiene fiebre - pensó al instante, alzándolo en sus brazos y depositando su preciado tesoro en la cama - Mejor duerme, mañana hablamos - y con un beso dado a su frente, se levantó y abrió la puerta. Miró una vez más al niño, quien aún tenía indicios de su llanto, y sus mejillas sonrojadas.

Las horas pasaron, así como los días… Anna seguía cerrada a las propuestas de Lyzerg, y Pilika ni siquiera le dirigía la palabra. Amén de todo, ahora se encontraban discutiendo el mismo tema en la cocina.

Deberías ir…

No me digas lo que debo hacer.

¡Por dios Anna, escucha lo que te digo!

¡Tú escúchame a mi, niño! – rugió ella - ¡… y no me llames Anna!

Las miradas hablaban, suplicaban y hasta molestaban a la rubia. Abrió la boca para soltar un insulto, pero algo la calló. Su rostro empalideció, sus piernas fallaron y sus ojos quedaron estáticos. Sólo una palabra se escapó de sus labios antes de caer inconsciente…

Hana…

"Volveré por ti…" Tal y como había dicho, el hombre de gabardina negra cumplió y se llevó a la criatura en un abrir y cerrar de ojos.

Y ahora, ella con los ojos hinchados de tanto llorar se tragaba su abusivo orgullo y entraba por las puertas que una vez, hacía más de un año, se había prohibido volver.

Palmoteó un par de veces, esperando que alguien llegara a su encuentro. Para su suerte nadie la recibió, y fue por ello que con aire sombrío se dirigió a recorrer la vieja pensión… Subió las escaleras, y se dirigió a su antiguo cuarto con una mano deslizándose por la pared. Todo era tan extraño…

Unos pasos se acercaron a ella, tomándola bruscamente por los hombros y dándola vuelta… Sus miradas chocaron, dejándoles un extraño sabor en sus bocas.

"...No es el amor un fuego que se pueda ocultar en un alma; el que lo siente lo descubre en su voz, en sus ojos y hasta en su silencio".

Perdónperdónperdónperdónperdón…! Toy segura que para ahora todos me querrán quemar como en las brujas de Sálem… pero tengan piedad!

Los exámenes, los diagnósticos y los malditos orales no me dan tiempo, y se supone que ahora tendría que estar estudiando para uno! jajajja! Para que vean!

Bueno, creo que es mas que obvio con quien se encontró Anna, ahora a ver lo que pasa XD

Gracias por sus hermosos RR! Perdón por no responderlos ahora, pero es que no tengo tiempo! Igual, a esas personitas especiales que me los dejaron les mando un gran beso!

Con nuevo nick… se despide… Melanie Riddle