Notas iniciales: Perdonen por la demora, pero no sabía como cuernos hacer con la escena YxA ¬¬ me maté meses en pensar, para hacer algo aceptable para ustedes, mis queridos lectores. Todo lo que hago es para ustedes, y espero que les guste...
Melanie Riddle
CAPITULO 12
"Los problemas los construye uno mismo"
Yoh la miraba, callado. Ella esperaba algo, cualquier cosa menos el silencio al que estaba condenada... Y es que no podía hablar, las palabras no salían de su garganta.
Y había tantas cosas por decir...
Finalmente, el ex shaman soltó un suspiro, y la miró con una indiferencia que la asustó.
¿Tú?
Anna no llegó a atinar lo que hacía. Su primera reacción, y la más esperada, fue el soltarse con fiereza de su agarre. No le gustaba la situación, no le gustaba que la mandasen y lo más importante...
No le gustaba disculparse.
Vaya... después de tanto tiempo, la grandiosa Anna Kyouyama se acordó el camino a casa - dijo irónico, mirándola petulante.
Y la rubia pudo ver algo diferente en sus ojos. Un sentimiento que salía de su alma, y una actitud que si le hubiesen dicho antes, no lo creería.
Había cambiado... pero lo peor de todo, ya no vivía la llama de felicidad que la había enamorado.
Y es que todos cambiamos, pero algunos no para bien.
¿No me contestarás, después de tanto tiempo de vernos, Annita?... - volvió a atrapar el pálido brazo de la mujer, y a cada momento el dolor que ella sentía era mayor.
Has cambiado, Yoh - se atrevió a decir, con la misma voz que empleaba en aquellos tiempos de duro entrenamiento.
Pero las palabras no fueron escuchadas, sino todo lo contrario. El ego crecía en el interior del joven, y sacó a flor de piel la pregunta que lo había atormentado esos dos años.
¿Por qué? - aunque no haya formulado la pregunta concisamente, Anna ya sabía a qué se refería. Ocultó sus ojos, evitando que él encontrara la culpa manchándolos -. Respóndeme Anna¿por qué?...
Ella lo miró, esta vez oprimida bajo su capa de hielo. La mano de él ardía en su brazo, al igual que la herida en su corazón.
Porque así debió ser... - una risa fue su respuesta, vacía de sentimientos.
¿Y como siempre, no preguntaste mi opinión?; ¿se te ocurrió pensar que yo iba a querer lo mismo¿no pensaste que yo, este idiota que te amó, te esperó por mucho tiempo hasta por fin aceptar que no volverías?... - susurró frío, conduciéndola hacia la puerta de entrada de la pensión -. Ahora, si no te molesta mucho, y ya que me diste tu respuesta, necesitaría... no, deseo que te vayas de mi casa - la soltó, imperturbable, y dio media vuelta para cerrar la puerta con llave, para nunca más abrirla.
O por lo menos, a ella.
Lo siento Yoh, pero no me puedo ir - dijo -. Si vine, no es porque me guste...
¿Entonces? - contestó, desafiante.
Yo... - no era fácil elegir las palabras adecuadas, pero la situación lo ameritaba. Era algo muy serio lo que diría, algo que seguramente, él no le creería.
No hace falta su ayuda, Anna - una cabellera rubia, casi platinada se acercó a ellos con diversión -. Estás sola¿no te das cuenta? - preguntó inocente, recargando su peso en el brazo de su novio.
¿A qué te refieres? - preguntó Yoh, extrañado.
Pero una escena valió más que palabras. La risa de la mujer era penetrante y maligna, al igual que sus intenciones al sacar de su bolso una esfera gris y tirarla al suelo para estallar en mil pedazos.
Al diablo la idea de Hao y su plan maestro.
Ahora le tocaba a ella.
¡Len, Horo Horo no se ha recuperado. ¡No corras! – Manta Oyamanda no daba más con su angustia. En plena ciudad de Tokio, no hacía más que correr al lado del debilitado shaman... su otro amigo, quien hacía unas horas tenía el mismo peinado de su infancia, no hacía caso a las indicaciones del castaño.
Había mucho por recorrer, y muy poco tiempo para pensar.
El shaman se perdió entre la multitud japonesa. Horo Horo saltó, sorprendido, con la mirada fija en un sólo punto.
¿Ahora qué pasa, Horo?
El enfermo dio una vuelta, inspeccionando el lugar. Gracias a las hierbas y los hunguentos medicinales de la familia Tao, su condición era menos grave que la de hacía unos días. Igualmente estaba delicado, necesitaba reposo, pero nadie vencía el gran carácter y la fuerza de voluntad del ainu.
Algo se acerca... – logró susurrar -. Algo que encierra a Hao...
Las mismas palabras susurraba otro joven, cuya mirada verde trascendía entre nerviosa y seria.
El joven detective inglés paseaba de un lado a otro, en los caminos de una plaza. Frente a él, un hombre de sesenta y tantos años sentado.
Ambos preocupados, con los semblantes serios y la angustia reflejada en sus ojos.
Si tan solo hubieran sido más ágiles.
Un suspiro hondo salió de la boca del más viejo, mientras un cigarrillo adornaba su mano derecha, huesuda. Los ojos mostraban un cansancio que con los años iba en aumento, y el porte de sabiduría se hacía presente cuando el peligro incrementaba.
Maestro, es hora de ir pensando qué hacer... las cosas se complicaron, y Hao se llevó nuestra pieza del juego – el hombre lo miró, suspicaz.
¿Crees que no he pensado en eso, Diethel?...
Lyzerg quedó callado, sin saber qué decir. Una vez más, su maestro le había ganado.
Si tan solo hubiera llegado antes – se reprochó nuevamente -. Esto no estaría pasado...
Muchacho, tú no eres culpable sino yo, sería el maldito que separó a la chica del joven – rió sin ganas, esperando la respuesta de su aprendiz.
Si... y usted no tuvo la culpa de que Yoh y Anna se separaran...
...así lo quiso el destino – susurró, resignado -. Yo sólo le di las armas para seguir, a Anna. Ella era la encargada de cuidar al niño hasta que llegara el momento, éste momento.
Si...
Y nuevamente el silencio...
Y tú, jovencito, eras quien debía protegerlo para que esto no pasara – soltó como un comentario más -. El guardián Lyzerg Diethel, quien debía cuidarlo de las manos de Hao... ¡y sacado en tus narices! – volvió a reír con más fuerza.
Eso no era gracioso para Lyzerg.
Si hubiera tenido más cuidado en sellar la casa; si hubiera sabido que todo esto sucedería un día de su vida... si hubiera sabido que Hanna era la llave para volver al reinado de Hao...
Anna no sintió la presencia maligna de esa mujer, al igual que aquella noche en que la alejaron de su hijo. Era una sensación extraña, y tal vez por haber dejado su pasado de sacerdotisa y todas sus prácticas rutinarias, ya sus reflejos no eran los mismos.
La habían bloqueado. Alguien se había encargado de paralizarla cuando fuese necesario. Y por una vez en su vida deseó nunca haber sido lo que es.
Lo que la vida la obligó a ser.
Sus ojos se empañaron, el humo crecía y el fuego quemaba su espalda al tratar de salir de ese lugar. Yoh, a su lado estaba igual o peor que ella. Y unas risas...
Una sombra paró frente a ellos, riéndose del sufrimiento humano.
Veo que los padres estarán contentos de volver a ver a su hijo – susurró Hao, cuyo niño dormía placenteramente en el hombro de la mujer rubia -. Y a ti, hola hermano – sonrió perverso, viendo el reflejo de él en Yoh -. Bienvenido a mi juego, en el cual tú pierdes la vida y me das tu energía – dijo, soltando al niño frente a ellos, y reanudando el fuego que lentamente se acercaba a Hanna.
Anna no hizo más que soltar una lágrima.
Eres
lo que mas quiero en este mundo, eso eres,
mi pensamiento mas
profundo, también eres,
tan sólo dime lo que hago,
aquí me tienes.
Piedad y dejen RR!
En este cap traté te responder las preguntas que me dejaron algunas personitas... que por cierto, su opinión es importante! y ahora también la de mi nueva hermanita: Anne M. Riddle, obvio que acepto ser tu hermanis! pero yo siempre soy la menor, sinf snif...
Espero haber respondido tus dudas, al igual que las de Makis! y grax de todo corazón a mi betita coloradita: Deby's y la super revisión de Makis las kiero chikas!
Melanie Riddle.
