"El día que te prometí que te protegería no estaba bromeando, Shoko ¿Puedes verlo? Te dije que lo haría arder"

Fue el último pensamiento que pasó por la cabeza de la chica rubia. Kasumi, ex alumna de la escuela militar UA, ex integrante del escuadrón especial de asalto, una de las mejores de su clase especializada en explosivos. Bakugo Kasumi se había vuelto una terrorista y no una cualquiera, ella apuntaba alto, ella estaba detrás de una sola cabeza y haría arder la cuidad entera hasta verlo muerto.

Nada de esto estuviera pasado sí tan sólo ese hombre no se hubiera entrometido, sí ese sujeto no hubiera actuado de esa manera la cuidad quizá podría estar tranquila.

Pero los objetivos egoístas de ese hombre separaron a la joven pareja de la peor manera, no hubo una despedida entre ellas si quiera, solo una promesa vacía que no pudieron cumplir.

Y el corazón de Kasumi se partía cada vez que recordaba su rostro, pronunciar su nombre solo apretaba más el nudo en su garganta y pensar en ella solo alimentaba la furia que albergaba en su ser.

Cazar a ese hombre no era tarea fácil, sabía que él no caería tan fácil pero ella tampoco se rendiría tan rápido, pero jugar al gato y al ratón era lo divertido de aquella situación.

No tenía a dónde ir, se escondía en un edificio abandonado en una parte con muy poca seguridad en la zona, apenas entró a su "hogar" su estómago protesto exigiendo comida, pero estaba muy cansada como para comer esa basura enlatada que era lo único para lo que le alcanzaba, se tumbó cerca de una pared que tenía vista hacia la cuidad y vió el caos.

Una noche más, una ciudad en llamas, una soledad abrasadora y un silencio sepulcral la rodeaban un día más. Sin amigos, sin familia, sin el amor de su vida, no le quedaba nada. Y la soledad estaba bien, para las locuras que estaba comentiendo era mejor así, sin involucrar a nadie más.

Cerró los ojos tratando de descansar un poco, comer lo mínimo y dormir poco eran acciones destructivas que estaban pasando factura, no duraría mucho si no se alimentaba como debía y desconectaba su mente un rato.

No es que quisiera hacerlo pero sí quería seguir en la batalla debía hacer todo lo posible por sobrevivir. Pero ella sabía lo que conllevaba dormir, dormir significaba una cosa y sólo una cosa y eso era soñar con ella.

Apenas cerraba los ojos podía verla a ella sonriendo como pocas veces lo solía hacer y no podía evitar que las lágrimas salieran de sus ojos.

¿Pero ya que más daba? Quizá era momento de verla en sus sueños, no podía estar huyendo de su reflejo por siempre al menos en sus sueños podría abrazarla una vez más. Y así fue, apenas relajó su cuerpo su cuerpo entro en una especie de trance como cuando apenas comienzas a conciliar el sueño, lo único que veía en su mente era un fondo negro pero con el pasar de los minutos la conciencia fue algo que comenzó a perder y cuando menos se dió cuenta ya estaba soñando.

En su mente apareció la imagen de los pasillos de la escuela, las bancas formadas y perfectamente acomodadas en el salón de clases, los vestidores de la escuela, el campo de batalla, los almacenes con las municiones, los dormitorios, después de recordar todo lo material comenzó a recordar personas.

El primer rostro que apareció en su mente fue el de ese idiota de cabello verde. Ese molesto y llorón que conocía desde la infancia, después apareció el rostro de su superior, el comandante de su escuadrón, aquel hombre de cabello negro y ojos perezosos, el rostro de sus compañeros y al final ahí estaba ella. Su mente le jugó una broma y dejándose llevar se sumergió en su papel en su sueño.

Era un día normal en la escuela, sin preocupaciones extras, sólo el estrés de los entrenamientos y la proximidad de las prácticas en campo pero no había nada que temer ya que ella era su compañera de equipo.

El grupo estaba dividido por equipos y parejas dependiendo de la situación a la que se fueran a enfrentar puesto que ese trabajo es mero trabajo en equipo, muy rara vez se les vería trabajando de manera individual.

La vió caminando por un pasillo de la escuela, su larga cabellera bicolor se mecía de un lado al otro, su delgada figura se notaba gracias al entallado uniforme y su piel pálida resaltaba por el color negro de su ropa.

— ¡Shoko! — la llamó.

La chica de cabello bicolor se volteó apenas escucho su nombre y cuando vió a la persona que la había llamado sonrió.

Fue por escena en su mente que un montón de recuerdos se desataron en su mente, fue como el efecto domino, un recuerdo tras otro comenzó a caer.

Recordó la primera vez que la vió, la odió por completo, con esa cara seria y con esa actitud callada, nunca pensó que esa cara de poker se volvería en su mayor perdición.

Después recordó cuando las emparejaron por primera vez, eran un caos como equipo, no encajaban en absolutamente nada.

Entonces ¿Cómo fue que lo suyo se fue dando? Sí bien dicen que del odio al amor quizá ellas se vieron envueltas en esa situación.

Y el momento se dió cuando una noche en los vestidores la vió agachada abrazando sus piernas llorando, estaba ahí con el cabello enmarañado y los ojos hinchados, la nariz le escurría y el brillo natural de sus ojos se había opacado.

Desde el momento en el que la vió en ese estado tan vulnerable algo dentro de ella se movió, nunca supo sí fue su corazón o fue su alma pero algo dentro de ella la reconoció. Su cuerpo se había movido por cuenta propia y corrió a abrazarla.

Verla en su estado más débil hizo que su sentido de protección se activará y quisiera desgarrar el cuello de cualquier que osara a lastimarla. La barrera de la desconfianza se rompió solita y de un solo golpe.

Shoko le platicó de su pasado, de su familia y sobre todo de su padre. El hombre que podía causarle pesadillas con solo recordar su nombre. Desde ese momento y sin conocer a aquel corrupto político lo odió apenas ella le contó.

Fue cuando la relación entre ellas comenzó a estrecharse y sentimientos extraños se desbocaron en las jóvenes.

Primeras experiencias se dieron, su primer amor estaba en pleno resplandor pues todo era miel sobre hojuelas para ellas hasta que un alfiler tuvo que explotar su pequeño globo de felicidad. Su amor escolar sólo les duró dos años.

Todoroki Enji quería usar a su hija la cual estaba especializada en franco tiroteo para eliminar a su rival en las campañas la cual era una misión suicida pero le importaba poco ya que había mandado a su hija a esa escuela para que ella aprendiera las mejores técnicas de asesinato para que fuera la guardaespaldas perfecta.

Kasumi se opuso puesto que la misión era extremadamente peligrosa, pero apenas ella se presentó en la casa de la joven de ojos azules y se posó ante aquel imponente hombre él simplemente le soltó una bofetada por alzarle la voz, no era un tonto y mucho menos era incrédulo se dió cuenta de inmediato de la relación que mantenían las jóvenes y lo que hizo fue separarlas porque claramente la hija de un poderoso político como él no podía ser una lesbiana cualquiera.

Apenas ella cumpliera con la misión de asesinato la forzaría a casarse con Keigo su asesor político es por esa razón que la sacó de la escuela y no la dejó volver.

Keigo sabía de la relación y el profundo amor que se tenían ellas por eso ayudaba a Shoko a escapar de vez en cuando para que pudiera encontrarse con Kasumi.

Fue en este punto cuando su promesa se dió.

— Shoko, te prometo que ambas escaparemos de esta cuidad, te protegeré de todo y ambas podremos vivir felices así tenga que matar a Enji. — le dijo Kasumi.

Shoko se quedó inmóvil unos segundos, no sabía que decir ante aquella alocada propuesta pero si lo veía a futuro su padre nunca la dejaría en paz y nunca la dejaría vivir feliz. Por eso con una media sonrisa ella negó con la cabeza y se rió aceptando la alocada propuesta que la rubia de ojos rojos le había hecho sellando aquella promesa con un tierno beso en los labios.

Los eventos después de esa promesa fue una tragedia tras otra, Shoko fue descubierta en la misión por lo que no pudo matar al contrincante de su padre y ¿Cómo no iba a ser descubierta? Sí el ayudante para protección que había contratado Toshinori era nada más y nada menos que Midoriya Izuku su compañero de clases.

Midoriya no sabía que Todoroki era la asesina que había contratado Enji para matar a Toshinori y cuando la vió en la cárcel detrás de las rejas no supo ni como reaccionar.

Shoko no podía decir nada para defenderse, no podía dar información ni nombres y su padre claramente no iba a meter las manos por ella, una alumna que fue entrenada para proteger a la cuidad no podría ser una asesina a sueldo por ello antes de que ella abriera la boca Enji la mando a matar.

Fue ahí cuando Kasumi enloqueció. Shoko había muerto sola en una celda por algo que ella no quería hacer y por las acciones de su padre ahora ella estaba muerta. Era esa la razón por la cuál Kasumi odiaba desde el fondo de su ser a Enji Todoroki.

Con los ojos llenos de lágrimas Kasumi abrió los ojos, la determinación se reflejaba más que nunca. Hoy era el día, hoy mataría definitivamente a ese hombre.

No podía fallar, había estado trabajando en esa bomba durante 6 meses y al fin estaba lista, podría explotar 1 Km a la redonda con facilidad. Cargó con aquella bomba hasta el ayuntamiento, infiltrarse sería pan comido con Keigo de su lado, Enji tenía secuestrada a la familia del chico por eso a él también le convenía deshacerse del corrupto político. Faltaban horas, su corazón latía a mil por hora por la adrenalina del momento, la bomba debía instalarse de manera correcta, Kasumi le pidió a Keigo que huyera y no alertará a nadie del hecho, iba a llevarse a mucha gente con ella y eso le daba igual, la vida no era justa para todos.

Las horas pasaron rápidas y cuando menos se dió cuenta ella ya estaba sellando todas las entradas y salidas del lugar colocando explosivos desde adentro, si alguien llegaba a tocar la puerta si quiera está explotaría con fuerza, el pánico se apoderó del lugar y con metralleta en mano disparó a sangre fría a la cabeza de los policías locales que cuidaban del lugar.

Uno, dos, tres, diez, quince, las personas comenzaron a caer a sus pies, secretarias que nada tenían que ver, abogados, tesoreros, los cuerpos cayeron y los gritos y el llanto de las personas era lo único que podía escuchar. No tenía mucho tiempo, sus antiguos compañeros llegarían pronto.

Activó la cuenta regresiva de la bomba, 3 minutos para la detonación, caminó por los pasillos con una tranquilidad impresionante, una sonrisa de tranquilidad al fin albergaba en su rostro, llegó a la oficina de Enji, voló la puerta y lo vió ahí, con una cara de pánico pero una mirada llena de furia, Kasumi le apuntó con el arma y se acercó a él, Enojo retrocedió tanto como pudo pero está vez estaba totalmente acorralado.

— Nos volvemos a ver Todoroki-san. — le dijo la chica. — Mírate, como acabaste.

— No podrás salirte con la tuya. — le amenazó el hombre.

— No pretendo hacerlo, contigo muerto mi trabajo aquí estará hecho, en memoria de Shoko, no lo olvides. — respondió Kasumi sonriendo.

— Si esa estúpida está muerta es por ser un maldito estorbo, nunca sirvió para nada. — respondió Enji con burla en su voz.

La sangre de Kasumi hirvió, un disparo sonó en la habitación y de impacto contraa pierna del hombre.

— ¡Abre esa puta boca de nuevo y le mato! ¡NO TIENES NINGÚN DERECHO PARA HABLAR DE ELLA! ¡NO MERECÍA NADA DE LO QUE LE PASO! ¡NUNCA DEBIÓ DE HABERTE TENIDO COMO PADRE! — gritó la rubia con ira, suspiró una vez y se calmó un poco — Soy su mensajera hoy eso es todo lo que tengo que decir, despídete maldito hijo de puta.

Un fuerte estruendo se sintió dentro del edificio, la detonación había llegado, Kasumi le sonrió a Enji el cual abrió los ojos totalmente aterrorizado, los vidrios de las ventanas se reventaron, la estructura se venció y una enorme ola de llamas los alcanzaron con rapidez.

Todo comenzó a arder y el edificio a desmoronarse, Kasumi lo vio por un momento, vio a Enji envuelto en llamas, después de eso todo se formó negro, su vista ya no podía ver nada más y antes de perder la conciencia pensó en ella.

"Te prometí que lo haría arder, descansa en paz Shoko, te encontraré en otra vida" fue el último pensamiento de Kasumi la cual murió aplastada por los escombros del edificio.

Dicen que cuando estás destinado a encontrarte con una persona no importa lo que pase o cuántas vidas pasen, tarde o temprano te la volverás a encontrar.

Bakugo Katsuki no lo sabía, que frente a él, Todoroki Shoto estaba atado a él no importa en que vida o universo se encontrará, estaban destinados a seguir encontrándose porque el destino era caprichoso y sólo él tenía la última palabra.

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¡Gracias por leer hasta aquí! Esta es una historia que me costó horrores escribir pero el resultado me ha gustafo bastante, es algo diferente a lo que normalmente se ve, pero aún así espero que les haya gustado 3