Déjenme vivir del Kontrina, por favor.
Samantha es una chica de cabello castaño claro, largo y lacio, normalmente tapa un poco de su rostro si no se lo acomoda detrás de la oreja.
Samantha era alta, delgada y siempre usaba pantalones obscuros, blusas de los mismos tonos y sudaderas.
Ella trabaja como tatuadora en un local en el centro comercial y a decir verdad, le iba lo suficientemente bien como para no morir de hambre.
Aunque un día en particular, no había tenido ningún cliente y se sentía bastante mal, además de que ese día su alarma no sonó, el agua caliente se acabó, hubo un corto en su edificio y no había nada en su refrigerador.
Para ponerle una cereza al pastel, comenzó a llover justo cuando iba a su departamento.
Frustrada y molesta, se metió al primer local que vió para esperar a que pasara la lluvia y pedir algo de comer.
Al entrar, notó que era un bar y que habían unas cuantas personas ahí, parecía un ambiente realmente agradable considerando la mala imagen que tenían los bares por aquí. Era un tipo de bar con estilo vikingo y había unas mesas esparcidas por el lugar, además de una barra con varias bebidas a la vista.
Samantha decidió sentarse en la barra bajando su capucha y esperando a que alguno de los barman se desocupara para pedir algo.
Se desvío a ver sus tenis que alguna vez fueron blancos ahora sucios de tierra y mojados por completo. Carajo, se enfermará.
— ¿Mal día? — Una voz hizo que volviera su vista hacía arriba. Frente a ella con una sonrisa amable, estaba el barman que no parecía mayor que ella, tal vez incluso podría ser un poco más joven si no fuera por la barba que adornaba su rostro y ese cabello largo sujeto en una coleta baja. Tenía aspecto de un motociclista muy intimidante pero algo en él lo hizo agradable a simple vista, y por sus rasgos, podría decir que era asiático.
— No tienes idea — Suspiró con cansancio mirando al menú detrás del hombre para ver qué pedir — ¿Podrías darme sólo una cerveza y una hamburguesa con papas? Por favor —.
— Claro, en un segundo — Asintió acercándose hacía la ventanilla de atrás para hablar con alguien de la cocina — Una hamburguesa con papas, Carrie —.
— Como si pidieran otra cosa — Se escuchó la voz de una mujer al otro lado.
El hombre se volteó a tomar una botella de cerveza y abrirla con un rápido movimiento con destapador, luego de la colocó enfrente a la mujer con una servilleta.
— ¿Has visto esas películas donde las personas se desahogan con los cantineros? Podrías hacer eso — El hombre tomó un vaso de cristal para fingir limpiarlo con una servilleta mientras veía a la otra que sonrió levemente.
— ¿Cómo las películas del viejo oeste? — Alzó una ceja antes de tomar de su cerveza.
— Yo pensaba en Sherk — Murmuró para si mismo pero aún así la mujer lo escuchó comenzando a reír.
— De acuerdo, hagamos eso — Asintió con un poco más de ánimos.
Y así mientras esperaba su comida, le contó al hombre prácticamente toda su vida comenzando desde esa mañana. Él se iba de vez en cuando para atender a más clientes pero siempre volvía para seguirla escuchando y bromeando.
Ni siquiera se dió cuenta cuando terminó su comida y su segunda cerveza hasta que él levantó su plato.
— Debería de irme, mañana tengo trabajo — A pesar de no quererse ir, Samantha se levantó de la barra y dejó unos billetes.
— Por supuesto, recuerda poner tu alarma esta vez — Sonrió divertido tomando el dinero y limpiando la barra — Oh espera —.
La mujer que ya estaba caminando hacía la salida, se detuvo para girarse nuevamente al otro que estaba buscando algo debajo de la barra. Cuando encontró lo que buscaba salió de la barra para caminar hacia la mujer que notó que si tuviera unos centímetros más, estaría de su altura.
— Toma — Le extendió una sombrilla roja — Sigue lloviendo afuera y no quisiera que tu mal día se extendiera —.
— Yo no... —.
— Vamos, después me la puedes devolver —.
Samantha lo miró con ojos brillantes y con las mejillas sonrojadas sin saber que hacer o que decir.
Este hombre no sólo era atractivo y divertido, si no también un pan de dios.
— Gracias — Le sonrió tomando la sombrilla y volviendo a su camino. Aunque antes de dar dos pasos, volvió a él — ¿Cuál es tu nombre? —.
— Es cierto, nunca nos presentamos — Se rascó la nuca — Soy Kon, ¿Y tú? —.
— Samantha — Asintió en modo de saludo.
— Ten una buena noche, Samantha — Se despidió con la mano y se giró hacía la barra para volver detrás.
— Si... — Lo vió por última vez antes de salir del bar.
Afuera, la lluvia seguía y parecía que no pararía hasta mañana pero Samantha ya no estaba preocupada.
Miró la sombrilla arriba de ella mientras caminaba y sonrió.
Kon.
Después de esa noche, la mujer siguió yendo a ese bar, cada viernes, sin falta.
Conoció más a Kon y todo en él era perfecto.
Es baterista de una banda (Que por cierto, Samantha ahora se volvió su fan), tiene un hermano gemelo, es chino, le gusta el queso y el helado de doble doble chocolate, le gustan las historias, etc.
La castaña podía decir que sabía todo de él y él sabía todo de ella.
Jamás conoció a alguien igual a él.
Satán, se enamoró de él.
— Eres tú — Murmuró la pelirroja detrás de la barra al verla sentarse en su lugar de siempre — Kon está descargando el camión de entrega — Explicó brevemente dejando una cerveza para ella y caminando lejos para atender a un hombre que acababa de llegar.
También conoció un poco a Laney, la pelirroja que atendía junto a Kon, y que a parte era su mejor amiga y bajista de la banda. La pelirroja no parecía agradarle su presencia y Samantha no lograba entender por que.
Se alzó de hombros llevándose la botella a los labios y esperando a Kon.
La puerta del bar se escuchó detrás de ella y Samantha no le habría tomado importancia si no fuera por que varios murmullos se escucharon junto a algunas miradas a la nueva persona, así que se giró en su asiento para ver al recién llegado.
Caminando de forma segura como si fuera la dueña del lugar, una mujer de cabello rosa con tacones, pantalón blanco y blusa rosada se encaminó a la barra. Sin duda una mujer hermosa pero su apariencia estaba muy fuera de lugar en el bar.
Se sentó a dos asientos de ella sin darle ninguna mirada a nadie mientras dejaba su bolso y miraba detrás de la barra.
— Laney — Llamó a la pelirroja con una mirada para nada agradable.
Laney, que hasta ese momento no se había percatado de su presencia, miró a la mujer con sorpresa y molestia.
— ¿Tú qué mierda haces aquí? — Se acercó a ella hasta estar en frente.
— No tengo que darte explicaciones, Chucky — Samantha podía ser grosera a veces pero esa mujer parecía horrible y parecía no ser bienvenida por la pelirroja — Dame agua mineral y dime dónde está Kon —.
— Al diablo tu agua mineral, Kon está descargando el camión — Le hizo un gesto antes de darle la espalda y caminar lejos — Bruja —.
Cielos, quien fuera esa mujer, debía de ser horrible. ¿Qué demonios quería con el dulce hombre?
— Deberías irte — La voz de Laney la hizo voltear hacía enfrente notando que se había detenido a mirarla y susurrarle.
— ¿Qué? —.
— Deberías de irte ahora que puedes, esto se pondrá feo... Para tí — Le dió una última mirada a ella y a la de cabello rosa antes de caminar al otro extremo.
¿Qué?
La puerta de la cocina se abrió para dejar pasar a Kon con dos cajas de cerveza cargando y obstruyendo su vista. Aún así se movió con cuidado en la barra para dejar las cajas en el suelo y enderezarse con esa sonrisa que siempre adornaba su rostro.
Samantha había imaginado lo que ocurriría relacionado a lo que le dijo Laney y de todos esas escenarios que imaginó, ninguno era como el que presenció.
— ¿Trina? — Y de repente, el semblante de Kon cambió por completo a uno emocionado y más brillante, como si viera lo mejor de su vida.
— Sorpresa — El semblante de la mujer que hace poco se miraba en su espejo de mano, también cambió. Esa actitud que tuvo con la pelirroja, desapareció y fue reemplazada por una mirada amorosa, tierna y calmada.
— Pero...¿Qué haces aquí, miel? — Salió de la barra lo más rápido que pudo tal vez casi tirando algunas botellas y se acercó a abrazar a la mujer.
— ¿No me quieres aquí? — Hizo un puchero cuando se separaron pero Kon conservó sus manos en su cintura y Trina en el cuello de él.
— Claro que si pero normalmente no vienes al bar —.
— Si, bueno, me aburrí calificando exámenes de estudiantes idiotas que se copian así que decidí venir y darte una sorpresa — Sonrió inclinándose para acercar sus labios a los de él mientras hablaba.
— ¿Eso significa que tenemos que irnos temprano? — Alzó una ceja esperando a que ella lo besara ya que sabía que le encantaba tener el control.
— Si, ahora — Le ordenó finalmente juntando sus labios.
Desde su asiento, Samantha estaba mirando todo con los ojos muy abiertos.
¿Qué demonios está pasando?
— Están en público — La voz de Laney junto a un golpe en la barra hizo que Kon se separara de Trina con un muy notable sonrojo.
— Lo siento — Se disculpó con su amiga mirándola brevemente.
— Vete al diablo — Trina miró con molestia a la pelirroja que giró los ojos y siguió preparando un trago pero no deja de prestar atención a ninguno.
Cuando el baterista quiso volver la vista a su novia, una persona a unos asientos captó su atención y se separó por completo de Trina para quedar a su lado y ver mejor a la otra mujer.
— Oh Sam — Sonrió con alegría mirando a la castaña que ya había suavizado su expresión de sorpresa — No te ví, ¿Ya ordenaste? —.
Antes de responder, la castaña observó como Trina se giró por completo a ella y su rostro volvió a caer en una expresión desagradable, molesta y sospechosa. Samantha trató de empujar las palabras que quería decir para no hacer esperar al hombre.
— S-sólo tomaré cerveza hoy — Hizo un esfuerzo en no tartamudear tanto.
— ¿Sam? — Su nombre saliendo de la boca de Trina hizo que Sam sintiera un escalofrío por todo su cuerpo.
Kon se dió cuenta de lo que quería decir su novia y se giró a ella tomando su hombro.
— Trina, ella es Samantha, es una amiga que conocí hace un tiempo aquí en el bar — Luego se volvió a Samantha — Samantha, ella es Trina, mi prometida —.
No jodan.
¿Prometida?
Samantha sintió su corazón romperse.
Por supuesto.
Alguien como Kon ya tenía novia y era una sorpresa que aún no estuvieran casados.
¿Pero ella?
Samantha no quería ser mala pero esa mujer no se merecía a alguien como Kon.
— Osito — El tono dulce de la mujer volvió a su voz cuando volteó hacía su novio que inmediatamente se giró a ella — Ve por tus cosas, es hora de irnos —.
— Claro, miel — Le besó la coronilla con suavidad antes de ver a Samantha y despedirse con un asentimiento — Que tengas buena noche, Sam —.
— Si... Igual — Se despidió del mismo modo viendo cómo se dirigía hacía la cocina cerrando la puerta tras él.
La atmósfera se volvió pesada tan pronto como él se fue.
Lentamente volvió a mirar a Trina que la miraba de arriba a abajo con una expresión de enojo y asco.
— A partir de hoy, jamás volverás a este bar y no contactaras a Kon —.
Samantha debió de anticipar eso de la mujer que se cruzó de brazos y piernas.
No sé dejaría.
Kon debía de saber que esa mujer es mala para él.
— Si, como si fuera a hacer eso — Se inclinó en su asiento hacía ella.
— No es una pregunta es un hecho, lo harás y punto —.
¿Qué mierda se creía esta?
— ¿Por qué piensas que haré eso? Kon tiene derecho a tener amigas — Alzó una ceja incrédula.
— No, Kon es demasiado amable con todos y es amigo de todos pero no dejaré que sea amigo de una mujer como tú — Entrecerró los ojos hablando con veneno.
— ¿Mujeres como yo? —.
— Hay varios tipos de mujeres como tú. Por ejemplo, están las zorras que se le acercan aún sabiendo que tiene novia, luego las que hacen lo imposible para separarlo de mí y al último las que piensan que Kon debería de estar con ella por que son "mejores". Pero ¿Sabes? — Sonrió con maldad — Me importa un puto carajo cual sea. Quiero alejadas a todas las mujeres de MI prometido —.
En verdad era una maldita hija de puta.
¿Cómo Kon se casará con ella?
— Kon se sabrá que eres una maldita, ¿Por qué no adelantar las cosas y decirle yo misma? — Le devolvió la amenazada mientras ella se cruzaba de brazos.
La risa de Trina se escuchó fuerte y eso borró la expresión de Samantha.
— Por favor — La mayor se tomó del pecho tomando aire — Sonaste tan ridícula — Negó con la cabeza sin dejar de sonreír — ¿En serio crees que Kon te hará más caso a tí que a mí? ¿Su prometida que lo conoce desde los 12 y que ha sido su novia desde los 17? No fuiste la primera que ha dicho y sé que para mí estúpida suerte, no serás la última —.
¿Llevan tanto tiempo juntos y Kon aún no se da cuenta de la clase de persona que es?
Esa idiota es una víbora.
— Por cierto... — Volvió a hablar Trina — Tu mamá sigue en Italia y tu hermano en el internado, ¿Verdad?. ¿Cómo va eso de decirles que te convertiste en tatuadora mediocre en vez de seguir con la escuela de derecho? —.
Samantha entre abrió los labios con sorpresa mientras se echaba hacía atrás fuera de asiento y se ponía de pie.
¿La... Investigó?
— ¿Cómo...? —.
— Como dije, no eres la primera — Le sonrió con superioridad señalando la puerta — Puedes ir con la policía si gustas después de que accidentalmente alguien destruyera tu local pero en este pueblo, la policía no hará nada contra mí —.
¿Su local?
Corrió hacía la salida a toda prisa dejando el bar atrás.
Esa mujer era peor de lo que pensó y no podía hacer nada por el pobre de Kon.
Dentro del bar, Trina siguió sonriendo mirando la puerta.
Se vuelve cada vez más fácil ahuyentar a esas estúpidas.
— ¿Cómo te enteraste? — La voz de Laney detrás de ella no la hizo voltear pero igual contestó.
— Lenny tiene una novia muy chismosa — Se alzó de hombros restándole importancia.
— Ahg Carrie — Gruñó Laney mirando hacía la cocina donde se escondía alguien.
Laney sabía que Trina siempre encontraba la forma de saber con quien está Kon en cada momento del día, tenía suficiente gente amenazada en el pueblo para eso.
A los pocos segundos, Kon salió por la puerta despidiéndose de sus amigas y saliendo con Trina del bar.
A parte de Trina, la única persona que puede manejar su auto es Kon y eso por que a ella le encanta verlo conducir.
Así que en su auto mientras Kon se abrochaba el cinturón del asiento del piloto, Trina se miraba las uñas con desinterés.
— Tomar tus cosas no te lleva tanto tiempo — Comentó de forma casual la mujer sin voltear a mirarlo.
— Samantha dejó la mitad de su cerveza — Esta vez comentó Kon revisando la hora de su teléfono — Supongo que ya no tengo amiga —.
Trina volteó a verlo notando una leve sonrisa en su rostro.
— Para nada — Negó con la cabeza y lo miró con molestia recordando el diminutivo — ¿Sam? —.
— Me agradaba — Se alzó de hombros dejando su celular y girando su rostro para mirarla con una sonrisa completa.
Trina frunció el seño tomándolo de la camisa y acercándolo a su rostro para casi juntar sus labios.
— Tienes suerte de ser lindo, si no ya te habría asesinado —.
— Que suerte — Le dió un beso rápido tomando su mano y quitandola de su camisa para luego tomar las llaves y encender el auto — Vayamos a casa —.
— Vayamos — Trina sonrió de lado al mismo tiempo que auto avanzaba.
Dejando unas cosas en claro:
1.- Siento que Trina es de las mujeres que amenaza y a veces si te golpea pero prefiere que otras personas hagan el "trabajo sucio" por que odia todo el esfuerzo que implica eso.
2.- También siento que Kon está conciente de las cosas que hace Trina pero la deja hacerlo por qué bueno... Amor jfbfknfkf.
3.- Hombre, amo este tipo de historias con ellos. Ya saben, donde la gente piensa que Kon está ciego y resulta que él es un tipo "cómplice" de las cosas malas que hace la loca de su novia.
Ayyy los amo.
Kon y Trina, la relación más dulce, crusi, tóxica y dependiente de todas
4.- Headcanon de Trina y Lenny Amiguis jsjsjs
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