Si había algo que Hiei odiara más que a los ningens, era vestirse al igual que ellos, y por ende, verse igual a ellos. Sólo que quizás en una versión mini.
Hiei endureció su mirada molesto. El no era la versión mini de ningún nigen.
Aún desconocía la razón de por qué en un determinado espacio y tiempo, había accedido a vestirse de aquella manera tan… incómodamente arcaica. Y definitivamente eso no estaba bien, considerando a que nadie podía manipular al temido koorime de fuego.
Y para colmo de males, no sabía que demonios hacía sentado de manos cruzadas en un sofá que se lo tragaba lentamente cuando se movía, mientras que en la caja animada que Kurama llamaba tevelisión, mostraba un paisaje oscuro, iluminado por unas cuantas estrellas que perfilaban la figura de un hombre bajo el balcón de una casa imponente y antigua.
"Oh, Romeo, Romeo¿Por qué eres Romeo?
Renuncia a tu padre, abjura a tu nombre;
o si no quieres esto, jura solamente amarme
Y ceso de ser una Capulento"
Hiei levantó una ceja, asqueado y desconcertado, pero demasiado orgulloso como para admitir la confusión que aquellas palabras rebuscadas habían causado en él.
"Te cojo por la palabra
Llámame tan sólo tu amante y recibiré un segundo bautismo
De aquí en adelante no seré más Romeo"
Se inclinó hacia delante tratando de librarse del sofá que luchaba por hundir más su cuerpo entre las telas
"¿Quién eres tú, que así, encubierto por la noche, de tal modo vienes a dar con mi secreto?"
Su trasero se negaba a salir del agujero que habían formado dos cojines robustos.
"No sé qué nombre darme para decirte. Mi nombre, santa querida, me es odioso, porque es un contrario tuyo. Si escrito lo tuviera, haría pedazos lo escrito"
"Mis oídos no han escuchado aún cien palabras pronunciadas por esta voz y, sin embargo, reconozco el metal de ella. ¿No eres tú Romeo¿Un Montagüe?"
Con pasos rápidos y molestos apretó el botoncito que decía "power" y la imagen de los 2 humanos se perdió en la oscuridad.
Hiei se preguntó si realmente los ningens eran tan estúpidos, sus oídos eran los únicos que aún no habían escuchado cien palabras pronunciadas por esas voces y ya se le hacían irritantes y odiosas. Además de confusas, claro.
Se preguntó si era común en los humanos visitarse unos a otros a aquellas alturas de la noche, pero Kurama ya llevaba demasiado tiempo encerrado en la cocina con una ningen que les había visitado quien sabe por qué. Hiei ya se había aburrido de estar ahí, luchando por no ser tragado.
Hiei se preguntó si aquello que los ningens llamaban zalconcillos y que se ponían debajo de los pantalones no le apretaban la circulación de las piernas, pero él las sentía levemente entumecidas. Y se preguntó si era el último botón de la camisa lo que le impedía respirar con tranquilidad, pero él se había negado a dejar al descubierto parte de su cuello. Aunque la mamá de Kurama le hubiese insistido en ello.
Estaba aburrido de pensar en esas cosas humanas, y tenía hambre. Y cada célula de su cuerpo le pedía con desesperación un poco de aquel delicioso alimento que en el ningenkai llamaban estúpidamente 'helado'.
¿Cómo había dicho Kurama que se llamaba aquel sabor que a él tanto le gustaba¿Flojos? Negó con la cabeza. Escuchó a su conciencia luchando por contener la risa, pero la ignoró. Las conciencias son una basura, después de todo.
"Se llamaba Flocos, ignorante."
Hiei no quiso discutir con su conciencia. Tenía demasiada hambre como para pelear.
El círculo redondo con números se hallaba ubicado sobre la caja animada de Kurama. Hiei nunca le había prestado demasiada atención, pero recordó que las veces que había visto ese aparato ningen siempre mostraba los tres palitos negros en números distintos.
Y se preguntó si tenía alguna relación el que los tres palos negros estuvieran apuntando al número doce mientras un pájaro salía y decía 'kukú'; el que Kurama estuviese con una tonta humana chillona en la cocina a estas alturas de la noche; el que su conciencia estuviese tan calmada; y el que él estuviese vestido de ningen, anteriormente viendo una película ningen y sin pensar en matar al tonto ningen llamado Kuwabara por salir con Yukina.
Inconscientemente su mano se deslizó para coger su katana por cualquier cosa y, como si los dioses del Makai no hubiesen estado de su lado, halló un vacío contorneado por una línea blanca punteada que bordeaba el supuesto lugar donde debería estar su katana y que aparecía y desaparecía, aparecía y desaparecía.
No tomando en cuenta ya donde se encontraba y perdiendo la cordura de sí mismo, se halló dispuesto a invocar al dragón negro. Todo estaba demasiado raro para él. Casi había perdido la noción del tiempo y de las cosas.
El incesante sonido del 'kukú', las risas de la cocina, "Oh, Romeo, Romeo!", la espada brillante de Kuwabara, la suave risa de su hermana, la perla hiruiseki, "¿No eres tú Romeo¿Un Montagüe?", Yusuke, el tonto chupete del tonto bebé, Mukuro, "¿Mukuro¿qué pasa aquí!" la voz de su conciencia parecía perderse en el remolino de cosas, todo era una mezcolanza de ideas, inentendibles, incomunicables, enloquecedoras y desdibujadas por sí mismas.
Jajajajaj ujojooj seeee enloquecí9º6 no sé xDDDDD estoy cagá de la cabeza, pero bueno, este capi fue cortito, obvio que voy a seguir donde lo dejé. Mi pobreshito Hiei está pasando por momentos difíciles UnU. A veces es todo tan confuso que ni uno se entiende 9n6.
Bueno me dicen que tal les parece el seguimiento de la historia.
Nos vemos cuando nos veamos! gracias por los reviews 9u9
