Cuando Kurama logró por fin deshacerse 'amablemente' de una de sus compañeras de salón – quien por alguna extraña razón insistía en que Shuichi le enseñara a hornear pasteles con una proxémica bastante sugerente a las 12 de la noche – se halló casi sin fuerzas para poder calmar al demonio de fuego que quizás estuviese listo para incendiar toda su casa. Y es que despegarse de aquellas masas casi gelatinosas de la espalda, aguantando con cortesía sus desagradables intentos de ligar con él, quitaban mucha más energía que el estar peleando tres días enteros con Yusuke sin parar. Y eso ya era mucho decir.

Al cerrar la puerta de entrada se felicitó a sí mismo por esconder 'místicamente' la katana del youkai sin que éste se diera cuenta. Al parecer el efecto aletargador de los helados producía una extraña reacción química en el estómago de un demonio de fuego, y sobre todo si se consume en cantidades industriales. Shuichi solo rogó a Kami-sama que su amigo no se hubiese intoxicado con tanto helado o, en algún caso extremo, que se le hubiese congelado el cerebro y se hubiese tirado de cabeza por la ventana – propósito que parecía tener horas antes.

Inspiró hondo y se preparó para enfrentar al koorime de fuego, alentándose a sí mismo y preparando a su yoko interior en caso de necesitarlo.

Pero lo que encontró en el salón no estaba muy lejos de sus propios temores, pues sobre la alfombra, desparramado entre un montón de ropas un poco grandes para él, se encontraba medio inconsciente Hiei; con la mirada perdida en el techo, la boca semiabierta y brillante, con una posición física bastante increíble e incómoda y, por sobre todo lo anterior, con aspecto de no entender ni pelota en donde estaba parado; o, mas bien, tirado.

Como todos sabemos, Kurama es una excelente persona, incapaz de no tender la mano a quien lo necesita y un increíble conservador que sabe guardar la compostura cuando se debe; pero esta vez, las lagrimillas se asomaban graciosamente por sus ojos y desde sus labios semicerrados se escapaban ligeros sonidos reprimidos que se asemejaban a un tímido 'jaja'. La mente del yoko se repetía incesantemente 'no te rías, no te rías', pero su ello interior fue mucho más allá de lo que su superyo exigía, y el yo – en medio de un dilema interno – no pudo hacer más que darle el gusto al principio de placer y largarse a reír como quien ha estado encerrado por años en un manicomio.

Cuando Hiei se había recompuesto un poco de su alucinación temporal – provocada quizás por sobredosis de aburrimiento y helado – y cuando sus oídos se destaponaron del silencio ensordecedor que había seguido al maremoto de gritos y voces, lo primero que oyó fue el sonido de una voz descontrolada e inentendible. Su instinto asesino afloró y quiso cortar lo que fuera que se escuchara, pero sus piernas y brazos estaban demasiado entumecidos para obedecerle y a medida que su vista se aclaraba y sus oídos se despejaban de la confusión, la voz masculina se hacía más clara y más fuerte, hasta que Hiei pudo pensar con certeza que aqulla voz era de Kurama. Debía reírse de algo muy chistoso pues se agarraba fuertemente el estomago y ni cuenta se había dado que los ojos rojos del youkai estaban posados en él.

'Se ríe de ti' y la vocecilla risueña se perdió entre pensamientos abajo.

A Hiei no le agradó para nada lo que su conciencia decía, pero ¿quién era la maldita conciencia para saber lo que era y lo que no era¿lo que sucede o lo que no sucede? Seguro que era una maldición que le habían lanzado las brujas koorimes –menos Yukina, por supuesto – que le arruinaron la vida y lo tiraron de la isla flotante de los koorimes para que muriera o, en su defecto, tuviera el impulso suicida de tirarse de cabeza al vacío. Pero en fin, luego hallaría la forma de deshacerse de su conciencia.

Sin embargo, cuando se percató que Kurama le devolvía la mirada y se reía aún más fuerte a la vez que se sentaba en el piso para mitigar el dolor de su barriguita, Hiei supo que eso le agradaba muuucho menos que su conciencia y, es más, comenzaba a sentir como la sangre fluía más rápido por su cuerpo. Más específicamente por su brazo derecho.

Shuichi – cuando se dio cuenta que reírse del koorime, en su propia cara, no era tan buena idea – quiso tragarse su risa, de veras que intentó con todas sus fuerzas; pero no pudo aguantarlo y en vez de apaciguar su voz, ésta salió casi con la velocidad de la luz y se multiplicó millones de veces más, llegando a tirarle al piso e inclusive a darle vueltas sobre el mismo, revolcándolo como un cilindro que cae por la calva de los demonios que llevaron a Yusuke al mundo del mal.(1)

Hiei, harto de tanta basura junta (Kurama incluido XD), intentó pararse por sus propios medios – apoyándose entre sofás, mesas, animales y lo que pillaba cerca – y casi sin llamar la atención del dueño de casa – que aún se reía como enfermo – se preparó para invocar al dragón de fuego y destruir todo lo que se encontraba en su camino. Pero fue demasiado tarde pues, en un abrir y cerrar de ojos, Kurama le tenía amarrado y adormecido con un gas que había sacado – en unas milésimas de segundo – de su largo cabello rojo, mientras la risilla molesta e incesante se negaba a desaparecer del todo.

Shuichi llegó a creer que la risa le salía del alma y que cuando uno desea reírse de algo, todo el universo conspira para que no podamos parar y nos muramos de un paro respiratorio o bajo las manos de la víctima, convirtiéndolos en victimarios.

-Lo siento Hiei jejejeje – y Kurama, como buena persona que es, se llevó al koorime de fuego escaleras arriba, lo acostó sobre el futón que había preparado anteriormente para él y rogó a los dioses que cuando el alba se hiciera presente, Hiei hubiese olvidado todo lo que había sucedido.

Las pequeñas risas que aún luchaban por hacerse escuchar rebotaron en las paredes oscuras de la casa dormida.

Es increíble la cara despreocupada – y hasta tierna! – que había puesto Hiei al entrar al apacible mundo de los sueños, en donde todo es negro, lleno de sangre ningen y de cabezas cortadas de Kazuma regadas por doquier.

Shuichi dio una última mirada a su alrededor, diounos cuantos besos más a la fotografía de su madre y, con una última mirada risueña y temerosa hacia su mejor amigo, se propuso intentar descansar. Ni siquiera tenía la certeza que mañana, cuando los pajarillos comenzasen a cantar sus melodiosas canciones, el pudiese abrir los ojos y encontrarse vivo, porque la risilla diabólica y casi imperceptible que escuchó Kurama salir de los labios de Hiei le había echo creer que el koorime estaba pensando en una sublime y sangrienta venganza.

'Kami-sama o Yukina me salve' las orbes verdes se perdieron bajo los párpados cansados y lo único que se escuchó luego fueron las respiraciones pausadas, una que otra risilla diabólica de Hiei, y la voz borracha y risueña deShiori-san abrazada por Hatakana-san, igual de ebrio y risueño, que se escuchaba desde el exterior de la casa Minamino, ajenos a la realidad moral.


(1)Me refiero a los calvitos que salen en la saga de los Tres Reyes (Three Kings) que llevaron a Yusuke donde Raizen :P jjojojo que eran chistosos esos personajes u

Holaaaa :) jejejeje Espero a que les haya gustado este capítulo. Estamos llegando a fin de año y sólo se me ocurren incoherencias. Aunque si analizamos mi vida a fondo nos encontramos con una enredadera de incoherencias, así que no se asusten, no estoy loca 9U6.

Jojojo a mi me está gustando la historia, ya desde el próximo capítulo la cosa se vuelve un poco más centrada y retoma el hilo de Yukina, que está un poquito olvidada. Pero bueno, a quien no le gusta ver sufrir a Hiei xDDDD, que mala yo, y eso que me encanta TnT.

Como sea, espero a que les esté gustando tanto como a mí. Muchos Saludos y gracias por el review OmAiRiTa! Te dedico este capi a ti, ojalá te guste :)