Yukina se sorprendió cuando, en medio de su comunión con las aves, Hiei le saludaba desde un árbol cercano.

-Yu...Yukina… hola

Le vio con ternura, el youkai se movía inquieto en la rama, avergonzado por su propia timidez.

Le invitó a tomar el té.

El templo de Genkai estaba silencioso. El leve cantar de las aves ambientaba el silencio de la morada abandonada por su dueña. Sin embargo, enlas habitaciones retozadas con recuerdos, se sentía su espíritu más vivo que nunca. Había veces en que Yukina creía ver una brisa danzarina que iba de un lado a otro, desvaneciéndose en la niebla de la noche.

Yukina siempre había pensado que a pesar del infierno en que se encontraba, rodeada de llamas y sufrimiento, había encontrado la felicidad que ella había estado buscando, la felicidad que 50 años antes se había escondido tras una maraña de caretas y sufrimiento.

Y ahora estaba tranquila.

Había estado cuidando el templo luego de su partida, de vez en cuando era visitada por sus amigos, y ya había hecho de él su hogar.

Se conmovió de pronto. Hiei se convenció aun más de la sensibilidad de su hermana.

Al mirar los ojos escarlatas de Yukina, se vio en un espejo, rodeado por un marco de oro por un lado y de barro por otro. Frente a él su otra parte, aquella que se había quedado en la Isla Flotante y de la que había sido desprendido brutalmente, como basura arrojado a la nada y tratado en la miseria de la vida.

Y la vio perfecta; hermosa, sensible y suya. Sí, pues era parte de él, de su vida y de su historia. Era la razón de seguir vivo y de soportar largas horas junto a los nigens.

Pero debía dejarla ir, lo sabía, no sería feliz amarrada a un demonio que lideraba un ejército de muertes y que no era más que una sombra silenciosa en el ningenkai.

Después de todo, todo pasa y todo queda.

Y ella se quedaba enlazada a un muchacho modesto, algo tonto y emborrachado de aquel sentimiento que había comenzado a afectar su idiosincrasia.

Entre interminables conversaciones consigo mismo y luchas contra su subconsciente, era inevitable seguirse ocultado tras un árbol cada día, observando cada afectivo acto de la pequeña koorime. Veía como barría, como alimentaba a las aves, como veía el cielo mañanero y como suspiraba cuando los rizos zanahorias subían la larga escalera que llevaba al templo.

Y ahora estaba ahí, mirando como embobado a su sangre que le devolvía la mirada.

-Es agradable tener tu visita, Hiei- sonrió con ese cálido sentimiento brotando de sus labios. De repente le temblaban las manos y parecía haberse esfumado el verdadero motivo de su visita.

-Yukina yo… - silencio – yo… - Los ojos carmesí de su hermana denotaban curiosidad.

Suspiró

'Bien, ya es hora, no seas cobarde o sino Mukuro nos liquidará' 'Hn, lo sé idiota' 'Idiota tus polainas' Ok, no era la mejor forma de animarle, pero le entregó un poco más de determinación. Además, no quería hacer enojar a Mukuro. Definitivamente no.

Sintiéndose como un idiota, metió su mano insegura a sus ropajes negros, donde aparecieron como brillantes en una alma maldita las Hiruiseki de dos hermanos separados por lo extraño de una situación única, la tradición y el bienestar de otros.

No pudo mirar los ojos vidriosos de Yukina, que se había tapado la boca con ambas manos al emitir un pequeño grito.

'Tap' 'Tap' 'Tap'

Unas perlas blancas llegaron a sus pies con el declive de la habitación. Vio su rostro multiplicado tantas veces como gemas en el piso y se odio las mismas veces por ser él quien hacía llorar a un ser tan puro. Sin embargo, cuando sintió sus bracitos rodear su cuerpo y el calor especial y único de la koorime tan cerca de sí, sintió que ni siquiera las Hiruiseki lograban ahuyentar las penas de su alma como la proximidad de su hermana.

-Ya le he dado la piedra, Yukina…


-Hn

Shuichi despegó la mirada de sus obligaciones escolares para observar al koorime de fuego, que venía con una extraña expresión en el rostro.

No logró descifrar lo que era y le invitó a entrar.

-Tienes hambre, Hiei?

Él negó con la cabeza

-tengo un nuevo propósito para vivir - Hiei le miraba serio, sus ojos escarlatas brillaban de un modo especial, distinto.

Kurama le miró un largo rato, como procesando la información y luego sonrió feliz. Podía sentir la tranquilidad del youkai entrando por sus propios poros y contagiándole de una tranquilidad que era difícil de explicar. Como aquella que sintió cuando su madre se había recuperado. Por un momento juró ver a Hiei flotar y nadar en el aire.

- Y Kuwabara… -dijo como quien no quiere la cosa

-Hn

Bien, Hiei seguía siendo el mismo después de todo, y si no quería hablar de él no lo obligaría.

-Ese cabeza de zanahoria – se filtró la amenaza en su voz mientras una llama negra aparecía en una de sus manos – ni siquiera se le pase por su cerebro de maní alguna forma de lastimarla, sino…

Por la mente de Hiei pasaron miles de torturas diferentes que se reflejaban en sus ojos escarlata.

Entonces Kurama se vio en su derecho de salir corriendo los más lejos que le dieran sus patitas de youko, pues veía como el aura maligna de Hiei abordaba todos sus sentidos, mientras reía maligna y burlescamente.

Sip, definitivamente Hiei seguía siendo el mismo koorime de fuego sanguinario, brutal, odia-ningens e indiferente.

Pero ahora, con una razón para exitir.

"Hiruiseki…

Una piedra misteriosa…

Siento el poder de la piedra,

Siento como elimina el odio en mí..."(1)

Fin


(1) Mukuro, y su relación con Hiruiseki )

Finite! ) No soy muy buena con los finales, no me gusta que terminen las cosas xD quizás por eso me demoro tanto o.o. No se, ojala les guste el último capítulo,pues a mi nome convnció, pero que le voy a hacer...uu

Siento haberme tardado tanto en estos capítulos tan cortitos, pero entre tareas y compromisos, poco se puede hacer.

Me gustaría que me dejasen sus comentarios referentes a esta historia, que debo mejorar al escribir y si les gustó o no la trama. No quise involucrar nada de romances... excepto el de Yukina con Kuwabara... pero se ven taaaan tiernos es imposible evitarlo.

Bueno amigos TuT me despido, espero que la historia halla sido de su agrado y que les halla ayudado a matar un poco el tiempo.

nos vemos en otra! Chaooo.

Yo también quiero una Hiruiseki! con mi hermano al lado... ¬¬ cualquiera necesita una. Ciao! )